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Lunes 30 de marzo de 2020.

Hola María Claudia,

Faltan 566 días para tus Quinceaños, y no puedo expresar con palabras cuán emocionado estoy de ver a
mi hija convertirse en una señorita tan bella e inteligente.

Nuestras conversaciones recientes me han llenado de mucha alegría, puesto que he observado en vos
un notable interés por saber el significado y propósito de las cosas importantes de la vida, una empresa
que en efecto no es ni será sencilla, pero que tampoco es imposible, ni cosa vana el intentarlo.

En el pasado, ha habido personas muy brillantes, que al igual que vos, se hicieron preguntas similares,
en ese afán de darle a la vida una interpretación que fuera más allá de la mera satisfacción de
necesidades biológicas. Ellos descubrieron que, dentro de las innumerables formas de vida que
habitaban la tierra, los seres humanos, o al menos algunos de ellos, eran la única especie capaz de sentir
en algún punto de sus vidas la necesidad de preguntarse a sí mismos sobre el origen y el final de la vida,
sobre el significado de su propia identidad, y además, notaron que había algo que sí nos distinguía
indefectiblemente de las demás especies, y era la capacidad de admirar; solamente el ser humano es
capaz de contemplar la belleza de un amanecer, de sentirse conmovido por el oleaje del mar, o por la
tranquilidad que genera admirar un paisaje con valles, montañas, ríos y todas las maravillas que nos
ofrece la naturaleza.

Es una tarea hermosa la de buscar respuestas a estas interrogantes María Claudia, algo compleja pero
muy satisfactoria. Quiero mencionarte además hija mía, que en estos momentos de mucha tribulación
que vive la humanidad, es precisamente cuando más necesitamos reforzar nuestros conocimientos en
todas aquellas cuestiones que sirvan para garantizar nuestra supervivencia como especie. Entre los
Siglos V y VI antes de Cristo, vivió un hombre muy sabio llamado Pitágoras, al que la historia le reconoce
como el primer buscador o amante de la verdad, (Filósofo); él decía que, para llegar a la evolución plena
como seres humanos, debíamos dominar el Trivium, (camino de tres vías), y el Cuadrivium, (camino de
cuatro vías), representados simbólicamente por un triángulo y un cuadrado, y que en conjunto
integraban las siete artes liberales, de las cuales, las primeras tres conformaban el Trivium: Gramática,
Retórica y Dialéctica, y las otras cuatro conformaban el Cuadrivium: Aritmética, Geometría, Astronomía
y Música.

Pitágoras decía que cualquier persona que pretendiera cavilar sobre las cosas trascendentales de la vida,
debía tener como punto de partida el dominio de estas ciencias, que en su momento fueron
consideradas como artes.

Hija mía, el tiempo que nos queda es relativamente corto para tan largo camino que tenemos que
andar, pero al final del recorrido encontraremos un preciado tesoro que nadie nunca jamás nos podrá
arrebatar. Conoceremos al LOGOS, al Conocimiento Supremo que muchos han llamado Verdad, otros lo
conocen como Sabiduría, pero solo los verdaderos iniciados conocen con el nombre de DIOS.

¿Qué decís María Claudia? ¿Me acompañás en la búsqueda del LOGOS? ¿Le harías el honor a tu padre
de enseñarte a golpear correctamente a la puerta del Templo de la Sabiduría? ¿Quisieras que te sean
revelados los antiguos misterios que tan celosamente custodiaban los grandes sabios de tiempos ya
inmemoriales?
Con mucho amor me despido, en espera de tu respuesta.

Tu padre que tanto te ama.

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