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Respecto a la vida de Pablo, en los debates académicos se han planteado los siguientes
interrogantes: ¿Abandonó Pablo el judaísmo? O bien ¿se comportó siempre, incluso
externamente, como un judío practicante? ¿Cómo debe entenderse, según Pablo, esa práctica del
judaísmo? ¿Hay dos vías distintas de salvación, según Pablo, una para los judíos y otra para los
paganos? O ¿es la misma?
La segunda, a partir de 1970 en Europa, con diversas figuras de teólogos protestantes como de
Johannes Munck, profesor en la Universidad de Aarhus en Dinamarca y en el Princeton Theological
Seminary de Nueva Jersey; Krister Stendahl, investigador de los orígenes cristianos y obispo
luterano de Estocolmo, y luego en Estados Unidos con Ed Parish Sanders, profesor en
universidades de Canadá, Oxford y Estados Unidos. Estos plantean que Pablo no abjuró del
judaísmo, no lo abandonó jamás, sino que afirmó que había que vivirlo de otra manera “en el
espíritu del Mesías Jesús”, que también era judío. El mismo Pablo lo dijo así con claridad, por
ejemplo, en su Primera carta a los corintios al sostener que cada uno, judío o pagano, siguiera
siendo lo que era tras creer en el Mesías. Y debía ser así, porque Dios le había prometido a
Abrahán no solo que sería padre de los judíos y que estos heredarían la “tierra prometida”, Israel,
sino también que sería “padre también de numerosos pueblos”, Si un pagano, al creer en Jesús
como mesías, tenía que circuncidarse --es decir, convertirse en judío-- para salvarse, jamás
Abrahán sería “padre de muchos pueblos”, sino de uno solo, el judío.
Por otra parte, la segunda interpretación consideraba que la ley de Moisés no era un todo
compacto, sino que tenía dos bloques. Uno eterno, el Decálogo, obligatorio para todos los
hombres; y otro temporal y específico –la mayor parte de la Ley: la circuncisión, las normas sobre
los alimentos y las leyes de la pureza, que era de obligado cumplimiento solo para los judíos,
aunque creyeran en Jesús como mesías. Y consecuentemente sostuvo que los paganos que
creyeran en el mesías y cumplieran solo el Decálogo se salvaban igual que los judíos.
Por semejantes ideas fue Pablo perseguido por sus correligionarios. Muchos de ellos no podían
aceptar que se concibiera la ley de Moisés de esa manera, relativizándola en parte, y que en la
nueva “familia de Dios” hubiera paganos, que no eran hijos naturales de Abrahán, que recibieran
una promesa idéntica de salvación y de igual nivel que la del pueblo elegido. Que los paganos
lograran un paraíso de primera clase era una idea abominable para muchos judíos: con esta nueva
ideología se rompían en apariencia todas las barreras que habían separado a los judíos de los
gentiles. Los primeros perdían, en apariencia, su identidad privilegiada en cuanto “pueblo
elegido”.
La tesis de Johannes Munck, uno de los pioneros en esta perspectiva liberal, era esta, Pablo era el
apóstol de los gentiles para ser injertados en Israel y salvar el Israel completo: judíos y gentiles. A
pablo no le interesa el pagano como tal, le interesa es Israel. No es el apóstol de los gentiles por
sí mismo, sino para completar al nuevo Israel. Por su parte, Cristian Stendal (Luterano) plantea que
las interpretaciones de San Agustín y Lutero están erradas, él dice que Pablo jamás afirmo que un
judío que creyera en el mesías tenía que dejar de ser judío y dejar de observar la ley de Moisés.