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El mensaje del Evangelio del reino

Dios quiere entregar su visión a las personas, pero para tal efecto necesita ciertas
características en quienes la reciben. Jesús agradeció al Padre porque escondió de los sabios y
los entendidos los misterios del reino, para revelárselos a los pequeñitos. Necesitamos
entender que el día que dejemos de ser pequeñitos, habremos quedado fuera de la próxima
revelación del reino. La actitud del creyente debe mantenerse con sencillez, humildad y
aceptación, como los pequeñitos para recibir la visión de Dios en su reino.

Recordemos que en el reino tratamos con gente, Dios no nos pide que actuemos con los
demás como jueces sino como médicos, que tienen compasión de los pacientes y trabajan para
curarlos. Si queremos expandir el reino, necesitamos deshacernos del juez «religioso» que
llevamos dentro, que tan solo desea buscar los errores de otros. ¡Ahora mismo debemos
declararnos médicos del reino!

La vida del reino contempla una herencia. Toda herencia cuenta con un propósito, que se
incorpora con la palabra “para”. Así vemos que el Señor nos hizo herederos para concretar el
propósito eterno de Dios aquí en la tierra, por lo tanto, cuando nos paramos en la posición del
Rey, sabremos cómo manifestarlo en lo natural.

Una cosa hago


Nuestra tarea en el reino de Dios, es enfocarnos en Cristo, recibir la impartición de su persona,
crecer en Él para manifestar esa realidad. Los creyentes debemos seguir el ejemplo del
apóstol Pablo, quien dijo: «Una cosa hago». Si los hijos del reino nos comprometemos con esta
verdad, donde todas las actividades que realicemos se enfoquen en Cristo, las congregaciones
se mantendrán alineadas con su propósito eterno, con la visión de Dios.

Jesús vino a anunciar que el reino de Dios se había acercado; hizo las obras del Padre, sanó a
los enfermos, liberó a los cautivos, limpió a los leprosos, echó fuera demonios y resucitó a los
muertos. Podemos resumir este trabajo en esta frase: «Destruir las obras del diablo». Para
concretar esta obra se necesita poder, porque es lo único que nos permitirá resistir. El
creyente necesita experimentar el poder en sus encuentros diarios con Dios, partiendo desde
lo más simple. El poder nos permite participar y desarrollarnos en una dimensión de gloria
dentro de la visión de Dios.

Reflexiona
¿Te identificas la visión de Dios? ¿Puedes decir como Pablo: «una cosa hago»? ¿Experimentas
poder de los encuentros diarios con Dios?

Condiciones para entrar al reino


Todo lo que conozco acerca del reino es lo que aprendí, pero pronto en mi vida me pude dar
cuenta que todas las cosas que aprendí, no son todas las que hay para aprender. La naturaleza
del reino es un misterio. Pablo dice que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios
y la corrupción no heredará la incorrupción.

Jesús estableció condiciones preliminares para entrar al reino

Ser pequeñito. Jesús agradeció al Padre porque escondió los misterios del reino de los sabios y
los entendidos para revelárselos a los pequeñitos. El día que dejemos de ser pequeñitos,
habremos quedado fuera de la próxima revelación del reino. Desde el punto de vista humano
nadie quiere ser pequeñito. Cuando éramos niños todos nos preguntaban: «¿Qué quisieras ser
cuando seas grande?» La respuesta más sabia que deberíamos dar es: «Cuando sea grande,
quiero volver a ser pequeñito».
Ser inocentes. El mayor problema para tener acceso a la revelación del reino es todo el bagaje
teológico que cargamos en nuestra mente por los conceptos aprendidos. En este caso, la
«ignorancia teológica» trabajaría a nuestro favor. Cuando Jesús comenzó su ministerio
confrontó a una religión llamada «judaísmo», que tenía 1600 años de tradición. Esta no era
una religión pagana, porque estaba diseñada para adorar a Dios.
Entonces, ¿cómo pudo haberse transformado en el mayor problema para que la gente entrara
al reino? Jesús ignoró todo el protocolo del judaísmo y la concepción judía del reino. Hoy
estamos tratando de conectarnos con el mensaje del reino, pero debemos batallar con un
cristianismo que tiene 500 años más de tradición religiosa que el judaísmo que enfrentó Jesús.
El cristianismo tiene estructuras, paradigmas y «vacas sagradas» que son intocables.

Existe una alta probabilidad de que hayamos sido trasladados desde la naturaleza de Adán a la
de Cristo, pero que aún no hayamos sido transferidos desde la potestad de las tinieblas al
reino del amado Hijo. Cuando Pablo escribió a Timoteo la primera epístola, llevaba dos años en
prisión. Durante ese tiempo, las congregaciones comenzaron a degradarse porque fueron
infiltradas por las filosofías griegas y el judaísmo fundamentalista.

El pastor Timoteo estaba enfrentando un problema que lo superaba. Pablo escribió diciendo:
… para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina… Necesitamos desarrollar
una capacidad de diagnóstico que nos permita saber qué cosas diferentes comienzan a
enquistarse en nuestra pedagogía. Esto determinará nuestra praxis y afectará nuestro
ministerio.

Misterios y leyes del reino»

Una de las parábolas clásicas acerca de los misterios y leyes del reino, se registra en un solo
versículo Mateo 13:33, «Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura
que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado».
Jesús nos enseña poderosas y profundas verdades que conciernen a la influencia de los hijos
del reino.

La ecuación de esta lección es muy sencilla, pero a la vez desafiante, si no tenemos presencia
en el medio no podemos ejercer influencia en los medios, y por lo tanto no vamos a lograr una
transformación que traiga un sentido de trascendencia a nuestra razón de vida.

La presencia de la levadura en la harina es imperceptible, pero su efecto es ineludible; de


forma progresiva el contacto con la masa altera todo el producto. De la misma forma, la
presencia de los hijos del reino que son plantados como semilla incorruptible en el campo del
mundo, han de producir un fruto influyente y transformador en todo lo que toquen.

Influenciar y transformar las ciudades. El modelo bíblico es la toma de un territorio para una
expansión mayor, se conquista una ciudad para alcanzar una nación, se toma una nación para
afectar un continente y luego abrazar el mundo.

Esta fue la forma estratégica como Pablo pudo llenarlo todo del Evangelio de Cristo, el apóstol
junto con un puñado de colaboradores logró afectar el mundo de su época. Tuvo influencia
sobre los distintos estamentos de la sociedad, comenzando desde Jerusalén hasta el Ilírico,
que son las fronteras de los países serbios en la actualidad.

Muchos creyentes hoy en día tienen una mentalidad de local y localidad, piensan como los
apóstoles de Jerusalén, quienes creían que el reino de Dios era sólo para Israel. El libro de los
Hechos en el capítulo 2, relata que todos estaban bendecidos en Jerusalén disfrutando del
gran avivamiento del Espíritu Santo y Dios tuvo que valerse de una persecución para que
salieran de Jerusalén, a Judea, a Samaria y hasta lo último de la tierra, como se los había
mandado.

El plan de Dios de llenar toda la tierra con la gloria de su reino, se llevará a cabo según el
modelo de Hechos 1:8, por instrucción o según Hechos 8:1, por persecución. Si no es a las
buenas desde la plataforma, será a las malas, a los de la cautividad y en cautividad.

Bibliografía biblia Youversion

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