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UNIDAD I
Primera etapa
Antecedentes de la actividad económica en la Antigüedad
La Antigü edad no conoció un ‘derecho comercial’ propiamente dicho; no obstante, eran corrientes las
transacciones comerciales. Existían disposiciones aisladas como por ejemplo, las referentes al préstamo
con interés, al contrato de depó sito o al de comisió n, contenidas en el Có digo de Hammurabi (2080
a.C.). Lo mismo ocurrió en Grecia y Roma, donde existieron preceptos referidos al derecho marítimo.
La actividad mercantil se ajustaba a una serie de normas e instituciones vigentes en la materia, pero
que no se concebían como un ordenamiento específico y propio, distinto del Derecho Civil.
He aquí la expresión que reza que el derecho mercantil surge como un derecho de
privilegio y de excepción.
De excepción porque constituye una excepción del derecho civil, es decir, del derecho
común, y de privilegio puesto que en sus inicios, quienes lo ejercían se ajustaban a normas
específicas, siendo juzgados en caso de conflicto o inconducta por sus pares, y no ya por el
resto de la sociedad.
Segunda etapa
A partir del siglo XVI comienza a aparecer en Europa un incipiente capitalismo primitivo a
modo de incentivo de la producció n. Los artesanos comenzaron a asalariar a otros artesanos y
los maestros rompen con la estructura clá sica de las corporaciones, dejando de trabajar
personalmente en la producció n y convirtiéndose meros directivos y supervisores.
La explotació n agrícola, por su parte, se realiza bajo un aspecto racional y con sistemas de
parcelamiento, mientras que los capitales comienzan a acumularse, perfilando una importante
burguesía que accede a lugares de privilegio.
En Francia, la filosofía revolucionaria comienza a girar en torno a la necesaria implantació n de
los principios de libertad e igualdad.
Dicha igualdad política, y los instrumentos necesarios para garantizarla, chocaban con la
existencia, dentro del Estado, de una clase de individuos que se regían, en su actividad, por
normas propias y ajenas a las del Estado, que se encontraban ciertamente sometidos a
determinados deberes y derechos estatutarios, reglamentados por sus corporaciones, y que
eran juzgados por tribunales distintos de aquellos a los que concurrían los restantes
ciudadanos.
Las obras de Adam Smith ponen en evidencia las barreras medievales que debían ser
derribadas: “es el individuo –sostenía Smith– quien, mejor que nadie, puede juzgar dónde, cómo
y con quién sus fuerzas de trabajo son aprovechables del modo más adecuado. Por ello debe el
comerciante ser independiente, garantizándole la más amplia libertad para comerciar.”
Tercera etapa
La revolució n expandió a toda Europa su nuevo concepto liberal y su legislació n influyó
notablemente en las sanciones del resto de los có digos europeos.
La conjunció n del liberalismo y el maquinismo permite el advenimiento de la economía del
siglo XIX, caracterizada por una técnica muy perfeccionada y una divisió n del trabajo muy
extendida, por la libre iniciativa de los jefes de empresa y por la bú squeda sistemá tica de la
ganancia. En ese momento los tres elementos del capitalismo moderno se encuentran
presentes. Sus elementos técnicos permiten la producció n en masa que sus principios
jurídicos facilitan y que su fundamento psicoló gico hace buscar en forma permanente.
Otra circunstancia, digna de tenerse en cuenta, es el desarrollo que adquirieron los fenó menos
asociativos, en especial las sociedades por acciones, las cuales, si bien eran conocidas desde
muchos añ os antes, recién en este siglo alcanzan un desenvolvimiento significativo como
protagonistas de una verdadera etapa de progreso.
Del mismo modo, la expansió n y el perfeccionamiento de los medios de difusió n y
comunicació n integran, cada vez má s, al continente europeo. Entre 1840 y 1850 la influencia
del ferrocarril se expandirá a todo el mundo, implicando no só lo un adelanto en materia de
transporte de personas, sino también de mercaderías.
En los comienzos del siglo XX, Heck señ ala que lo realmente caracterizante del Derecho
mercantil es la posibilidad de realizar actos en forma masiva, es decir, en gran cantidad. Esta
concepció n resalta el cará cter subjetivo del Derecho mercantil en esta nueva etapa histó rica,
ya que la posibilidad de ejecució n de actos en masa deriva del cará cter profesional de tales
realizaciones.
Seguidor de la teoría de Heck, Locker trata de completarla, agregando como elementos
necesarios la tipicidad y el profesionalismo en el cumplimiento de la actividad. De su teoría se
deriva la existencia necesaria de la organizació n, criterio que se vinculará , posteriormente,
con la teoría de la empresa.
Dicha tesis, al agregar el elemento organizació n comienza a engendrar la concepció n de
empresa. La empresa es un conjunto de elementos, organizados de determinada manera y, en
su faz diná mica, utilizados por el comerciante –o empresario para el desarrollo de su actividad
profesional.
A esta posició n se la denomina atomicista, porque sigue la orientació n filosó fica de ese siglo.
Los sostenedores de la misma no ven en la empresa una unificació n desde el punto de vista
jurídico, sino que la consideran una mera suma de elementos individuales.
Esta concepció n predominantemente subjetiva, tiene como protagonista a la empresa.
Cuarta etapa
Hacia fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, se ha producido la despersonalizació n del
eje central de la caracterizació n comercial de las instituciones, las que hasta ese momento, en
la mayoría de las legislaciones mundiales, se enfocaban en el comerciante o empresario –
individual o colectivo–, y en su organizació n –la empresa–, para desplazarlo hacia un concepto
má s objetivo como es la actividad. Lo que se persigue proteger y regular en el mercado es la
actividad, que es la que genera la producció n y el intercambio de bienes y servicios, pudiendo
ser llevada a cabo por un empresario individual o colectivo, y aú n cambiar de titular sin que se
afecte su esencia ni su desenvolvimiento; y que también puede ser desarrollada bajo una
misma organizació n o bajo otra distinta, y utilizando los mismos activos u otros diferentes; e
incluso desplegando actividades cambiantes.
Lo que ocurre es que –como señ ala Angelici– en el Derecho Comercial se conforma una nueva
concepció n donde se observa al patrimonio má s bien referido a su funcionalidad respecto de
la actividad detectable sobre la base de la modalidad en que dicha actividad se desarrolla, de
un modo organizado.
La actividad viene entonces a constituir un principio ló gico sobre la base del cual se considera
el patrimonio, limitá ndose la regulació n o consideració n del patrimonio desde el punto de
vista de su funcionalidad o instrumentalidad a los fines productivos, es decir, respecto de la
producció n de bienes y servicios para el mercado.
También ha influido, para la construcció n de la nueva mirada, el fenó meno de la globalizació n.
La ola actual de globalizació n ha adquirido gran impulso debido a las políticas que han abierto
las economías internas e internacionales. Durante los añ os de la Segunda Guerra Mundial,
muchos gobiernos han adoptado sistemas de libre mercado, negociando ademá s dramá ticas
reducciones de las barreras comerciales y suscribiendo acuerdos internacionales para
promover el comercio de bienes, servicios e inversió n. Para sacarle partido a las nuevas
oportunidades en los mercados extranjeros, las corporaciones han construidos fá bricas en el
exterior y establecido acuerdos de producció n y comercializació n con sus socios extranjeros.
Por lo tanto, una característica decisiva de la globalizació n es una estructura industrial y
comercial financiera en el ámbito internacional, que genera un mercado y un ámbito de
coexistencia global.
La tecnología ha sido el otro aspecto fundamental que ha impulsado la globalizació n. Las
tecnologías de informació n le han ofrecido a todo tipo de actores econó micos individuales –
consumidores, inversionistas y comercios– nuevas y valiosas herramientas para identificar y
materializar oportunidades econó micas, lo cual incluye aná lisis má s rá pidos y mejor
documentados sobre las tendencias econó micas en todo el mundo, una transferencia má s fá cil
de bienes y la colaboració n con socios distantes.
En lo que se refiere a los litigios o conflictos mercantiles, era la Audiencia que funcionaba en la
Casa de Contratació n (Sevilla, 1503), la que regulaba y controlaba el comercio con las Indias y
tenía, bajo su jurisdicció n, entender en las infracciones a las leyes respectivas. En 1511, el Rey
de Españ a limitó la competencia de este tribunal a los juicios civiles que surgían del comercio,
ampliá ndola, después, a todas las infracciones a sus ordenanzas.
Cuando se habilitó el trá fico mercantil hacia los puertos de Buenos Aires y Montevideo, por
una cédula real del añ o 1794, se creó el Consulado de Buenos Aires, con una noble funció n, ya
que entendía en la jurisdicció n de asuntos litigiosos referida a los pleitos mercantiles y, a su
vez, cumplía con las funciones administrativas de direcció n y ejercicio del poder de policía de
comercio, así como fomentaba el trá fico mercantil hacia y desde la Península, y aun dentro de
los territorios indianos.
El comercio era netamente subjetivo, ya que só lo podían ejercerlo los comerciantes inscriptos
en dicho Consulado.
El proyecto de Có digo de Comercio del Estado de Buenos Aires fue aprobado y sancionado en
1858, e inmediatamente, promulgado por el Poder Ejecutivo.
Posteriormente, en 1869, se sancionó el Có digo Civil, lo cual importó , en cierta forma, que se
hiciera necesaria una reforma del Có digo de Comercio, con el objeto de eliminar aquellos
aspectos referidos al Derecho Comú n que contenía dicho có digo, y también para poder
establecer concordancias y correlaciones entre ambas legislaciones, que en algunos puntos, se
superponían.
La primera reforma aplicada fue la del añ o 1889 –que entró en vigencia el 1° de mayo de
1890–. La misma, estableció el cuerpo legal de 1586 artículos, dividido en cuatro libros: 1) de
las personas de comercio; 2) de los contratos de comercio; 3) de los derechos y obligaciones
que resultan de la navegació n; y 4) de las quiebras.
El proyecto elaborado por la Comisió n de Juristas fue prontamente aprobado por la Cámara
de Diputados el 15 de julio de 1987, aunque sufrió una considerable demora en el Senado, el
cual encomendó su revisió n en una comisió n interna. Sin embargo, el 27 de noviembre de
1991 el proyecto fue definitivamente aprobado por el Poder Legislativo bajo el nú mero
24.032. El Poder Ejecutivo Nacional, mediante el decreto 2719 de fecha de 23 de diciembre de
1991, vetó el proyecto impidiendo, de ese modo, que fuera convertido en ley de la Nació n.
Dentro de las motivaciones expresadas por el P.E. pueden mencionarse: que desde los cuatro
añ os en que había ocurrido la media sanció n, las condiciones políticas y econó micas habían
variado, por ende el texto había perdido actualidad, ademá s de que el propó sito originario
había sido la unificació n de las obligaciones civiles y comerciales y, sin embargo, el
procedimiento utilizado fue derogar el Có digo de Comercio e incorporar todas las
instituciones allí previstas al Có digo Civil, manteniendo las previstas por leyes incorporadas al
ordenamiento derogado.
El 23 de febrero del añ o 2011, la entonces presidente de la repú blica, Cristina Ferná ndez de
Kirchner dictó el decreto 191/2011, mediante el cual creo la “Comisió n para la elaboració n
del proyecto de ley de reforma, actualizació n y Unificació n de los có digos civil y comercial de
la Nació n”.
La comisió n se integró con los señ ores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nació n,
doctores Ricardo Luis Lorenzetti, quien actuó como presidente, y Elena Highton de Nolasco y
la profesora Aída Kemelmajer de Carlucci.
UNIDAD II
El derecho comercial
El derecho mercantil puede definirse como el conjunto de normas y principios específicos que
regulan la actividad económica en el mercado y el tráfico de bienes y servicios en el mismo.
El contenido actual de dicho derecho está constituido por lo que suele llamarse la materia
comercial. En su origen, la expresió n materia de comercio sirvió para indicar las relaciones
litigiosas de competencia del fuero consular, tuvo, pues, un mero sentido jurisdiccional. Pero a
transformarse el cará cter personal del fuero mercantil en un fuero objetivo de los negocios
mercantiles, el derecho privilegiado de la clase de los comerciantes se transformó en el
derecho regulador de un conjunto de estados, situaciones y actividades y relaciones de hecho.
En consecuencia, constituye materia comercial todo supuesto de hecho al que la ley considera
mercantil.
El derecho económico
La concepció n del derecho comercial como regulació n jurídica de la actividad econó mica en
masa pone en tela en juicio la denominació n de esta rama del derecho. Un nuevo nombre se
propone: derecho económico. Pero esta denominació n es criticada por la amplitud de su
significado.
Así, el derecho econó mico sería una nueva materia en la cual los elementos jurídicos, pú blicos
y privados se entrecruzar íntimamente. Esta transformació n de la economía se caracteriza por
la actividad creciente del Estado y otras corporaciones del Derecho Pú blico.
El derecho de empresas
El mérito de haber formulado la teoría que identifica al derecho mercantil con el derecho de
las empresas corresponde a Wieland. Este autor señ ala que la empresa –como organizació n de
los factores de producció n e intermediació n– está en el centro de la actividad econó mica
moderna, y por lo tanto, constituye el nú cleo central de las diversas actividades mercantiles.
Teniendo en cuenta que el sector de la actividad econó mica a la que se aplica el derecho
mercantil es el que coincide con el de la actividad econó mica organizada y realizada por una
empresa, el derecho mercantil es –concluye Wieland– el ordenamiento profesional de las
empresas mercantiles.
Las teorías que identifican al derecho comercial con empresa pueden clasificarse en tres
grupos: a) la que afirma, sin má s, la identificació n entre derecho mercantil y derecho de
empresa; b) la que lo define como el derecho de las empresas mercantiles, para así la salvar la
contradicció n en que incurre la tesis anterior, pues existen empresas que no son comerciales y
c) la que, para salvar la profunda objeció n que se puede oponer a las dos teorías anteriores,
mantiene no obstante la identificació n entre derecho mercantil y empresa pero formla un
concepto jurídico de ésta, distinto del econó mico.
Dentro de los elementos reguladores de una disciplina científica podemos encontrar: las
fuentes, las normas, las reglas y los principios.
En nuevo có digo habla de una pluralidad de fuentes, lo que lleva necesariamente a un diá logo
entre ellas. Por esta razó n, se ha dispuesto (art. 1°) que en esta materia deben tenerse en
cuenta la Constitució n, las leyes, los tratados de derechos humanos y la finalidad de la norma.
Asimismo, dispone que la ley debe ser interpretada (art. 2°) teniendo en cuenta sus palabras,
sus finalidades, las leyes aná logas, las disposiciones sobre derechos humanos, los principios y
los valores jurídicos de modo coherente con el ordenamiento. Finalmente, se establece el
deber del juez de resolver mediante una decisió n razonablemente fundada (art. 3°).
La ley mercantil
Señ ala Fontanarrosa, en lo que se refiere a la ley mercantil, que la misma es la norma jurídica
emanada de los ó rganos competentes del Estado y destinada a regular la materia mercantil,
esto es, todos aquellos supuestos de hecho a los que la propia ley considera mercantiles en
cuanto ha sido dictada con el fin de regular principal y directamente dicha materia mercantil.
Resulta, entonces, evidente que la primera fuente del derecho mercantil es la ley mercantil, y
que ésta debíamos encontrarla, primeramente, hasta el 31 de julio de 2015 en el Có digo de
Comercio –posteriormente en el Có digo Civil y Comercial– y sus leyes complementarias, y Del
mismo modo, hemos concluido en que el cará cter mercantil de las normas debemos buscarlo
en su contenido y en las relaciones particulares que tienden a regular.
Los principios han sido considerados como un conjunto de exigencias de índole axioló gica que
sirven de inspiració n y base a las prescripciones de los ordenamientos positivos; se refieren a
mandatos de optimizació n, pues obligan a que un bien o interés se proteja en cada caso y sea
realizado en la mayor medida posible. Se diferencias de las reglas que son normas de mandato
o simples mandatos que se cumplen o no dependiendo de cada caso, sin términos medios ni
conciliació n posible entre ellas en caso de que se contradigan.
Materia comercial
El contenido actual de dicho derecho está constituido por lo que suele llamarse la materia
comercial. En su origen, la expresió n materia de comercio sirvió para indicar las relaciones
litigiosas de competencia del fuero consular, tuvo, pues, un mero sentido jurisdiccional. Pero a
transformarse el cará cter personal del fuero mercantil en un fuero objetivo de los negocios
mercantiles, el derecho privilegiado de la clase de los comerciantes se transformó en el
derecho regulador de un conjunto de estados, situaciones y actividades y relaciones de hecho.
En consecuencia, constituye materia comercial todo supuesto de hecho al que la ley considera
mercantil.
El criterio objetivo, por otra parte, fue el acogido por el Có digo de Comercio francés de 1807.
Para este criterio el contenido del derecho comercial está determinado bá sicamente por la
índole del acto: el acto de comercio, y no quien lo ejecuta, da cará cter comercial a la actividad
desplegada, y por tanto, su sujeció n a la ley mercantil.
Este concepto objetivo fue el adoptado por el Acevedo y Vélez Sarsfield al momento de
redactar el có digo de 1862. De ahí la necesidad que advirtió nuestro codificador de enumerar
los actos que la ley declara comerciales, en el art. 8 del Có digo de Comercio, que dice: «1) Toda
adquisición a título oneroso de una cosa mueble o de un derecho sobre ella, para lucrar con su
enajenación, bien sea en el mismo estado que se adquirió o después de darle otra forma de
mayor o menos valor; 2) la transmisión a que se refiere el inciso anterior; 3) toda operación de
cambio, banco, corretaje o remate; 4) toda negociación sobre letras de cambio o de plaza,
cheques o cualquier otro género de papel endosable o al portador; 5) las empresas de fábricas,
comisiones, mandatos comerciales, depósitos o transportes de mercaderías o personas por agua
o por tierra; 6) los seguros y las sociedades anónimas, sea cual fuere su objeto; 7) los
fletamentos, construcción, compra o venta de buques, aparejos, provisiones y todo lo relativo al
comercio marítimo; 8) las operaciones de los factores, tenedores de libros y otros empleados de
los comerciantes, en cuanto concierne al comercio del negociante de quien dependen; 9) las
convenciones sobre salarios de dependientes y otros empleados de los comerciantes; 10) las
cartas de crédito, fianzas, prenda y demás accesorios de una operación comercial; 11) los demás
actos especialmente legislados en este Código.»
La entrada se compone de los insumos, que son las energías, los materiales, la mano de obra,
el capital y la informació n que la empresa utiliza para la producció n de los bienes y servicios,
que integran la salida.
Una vez producidos los bienes y servicios, se deberá estar encaminado a planificar, fijar
precios, promover y distribuir productos y servicios que satisfacen necesidades de los
consumidores actuales o potenciales. El sistema de comercialización entonces, se ocupa
tanto de analizar y estudiar las oportunidades de mercado, como de definir un plan de
actuació n dirigidos a establecer los medios necesarios para que sus oportunidades se
traduzcan en el cumplimiento de sus objetivos comerciales.
Una manera de lograr una colaboració n permanente para dicha comercializació n es a través
de la participació n de un distribuidor comercial.
Este contrato es definido como el acuerdo mediante el cual el fabricante o productor (llamado
distribuido) encarga a una empresa especializada en la comercializació n (llamada
distribuidor), la colocació n masiva de sus productos o servicios en una zona determinada, a
cambio de un margen obtenido de la reventa de los mismos que ha de realizar el segundo.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII se ha producido en Europa, sobre todo en
Inglaterra, el maquinismo, que favoreció el desarrollo de una comercializació n masiva de la
producció n.
Surge así una realidad nueva, que es la contratación masiva. Con frecuencia cada vez mayor
se aprecia una situació n real en la cual existe, de un lado, una masa de personas que tiene
similares necesidades de bienes y servicios y que requieren un instrumento jurídico que les
permita satisfacerlas rá pida y sostenidamente. Al otro lado, se encuentran los proveedores de
tales bienes y servicios que tienen una similar necesidad de colocar rá pida y continuamente
su producció n y que también requieren utilizar una herramienta jurídica idó nea para hacerlo.
Se pensó entonces en el contrato por adhesió n que, al colocar a una de las partes en la
alternativa de aceptar o rechazar íntegramente, sin posibilidad de discusió n, la oferta
formulada por la otra, permite mediante la formulació n de ofertas iguales celebrar
simultá neamente un sinnú mero de contratos iguales, con lo cual se lograba la celeridad
buscada.
Las teorías neoclá sicas y neoliberales sostiene que, si se deja actuar libremente a las leyes del
mercado, sin interferencia alguna del Estado, el sistema tiende a un equilibrio en que la
distribució n del ingreso correspondería a la aportació n de cada cual al proceso productivo.
Invocan, asimismo, al mercado como mecanismo espontá neo de asignació n del capital y
demá s recursos productivos, en funció n de la demanda y siempre que la competencia
funcione correctamente.
Pero aquello que en teoría resultaba perfecto, en la aplicació n directa al campo econó mico
trajo muchas veces desequilibrio, al resultar insuficiente el mercado para regular el régimen
total de la economía, afectando sensiblemente la movilidad social, a través del proceso de
concentració n del capital, distorsionando también el comercio.
Así es como no se admite la idea del Estado como totalmente prescidente en nuestros días.
Debe llegarse a un justo punto de equilibrio: la concepció n del Estado esencial, protagonista y
subsidiario. Surge entonces el principio de subsidiariedad estatal, concebido para delimitar la
actividad econó mica del Estado. En una forma primaria podemos esbozarlo sosteniendo que,
en virtud del mismo, el Estado solamente deberá cumplir aquellas funciones en que su
participació n resulta indispensable, correspondiendo las restantes ser ejercidas por el sector
privado.
Uno de los instrumentos de descentralizació n que el Estado utiliza es el llamado fenó meno de
la empresa pública. La empresa pú blica una empresa que, como las comerciales, produce
bienes y servicios para su venta a un precio que debe cubrir aproximadamente su costo directo,
pero que son propiedad del Estado, o están ubicadas bajo su control.
Cuando nos referimos a empresa pú blica apuntamos al fenó meno del Estado como conductor
y titular de una organizació n destinada a la producció n o intercambio de bienes y servicios.
Diversas son las formas a través de las cuales el Estado desarrollo actividad mercantil, entre
las principales, las siguientes:
Empresas del Estado. Reguladas por la ley 13.653, poseen personalidad jurídica propia,
su patrimonio reviste carácter estatal, se encuentran sujetas al control del Estado
nacional, causa injerencia en los derechos pú blico y privado, no pueden ser declaradas
en quiebra y su objeto consiste en la realizació n de actividades industriales o
comerciales o en la prestació n de servicios pú blicos de esa naturaleza.
Sociedades de economía mixta. Reguladas por el decreto 15.349/46, son aquellas que
forma el Estado nacional, los Estados provinciales, las municipalidades o las entidades
administrativas autá rquicas, dentro de sus facultades legales, por una parte, y los
capitales privados, por la otra, para la explotació n de empresas que tengan por
finalidad la satisfacció n de necesidades de orden colectivo o la implantació n, el
fomento, o el desarrollo de actividades econó micas. Estas sociedades pueden ser
personas de derecho pú blico o de derecho privado, segú n sea la finalidad que se
proponga su constitució n.
Sociedades del Estado. La ley 20.705 las define como aquellas en las que el Estado
nacional, los Estados provinciales, los municipios, los organismos legalmente
autorizados, con exclusió n de cualquier participació n de capitales privados,
constituyan, pudiendo ser unipersonales, sin que puedan transformarse en sociedades
anó nimas con participació n estatal mayoritaria, ni admitir, bajo cualquier modalidad,
la incorporació n de capitales privados.
Sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria. Estas sociedades se
encuentran reguladas por los arts. 308 a 314 de la ley 19.550, y se caracterizan por ser
sociedades donde el Estado nacional, los Estados provinciales, los municipios, los
organismos estatales legalmente autorizados al efecto, o las sociedades anó nimas
sujetas a este régimen, sean propietarios en forma individual o conjunta de acciones
que presenten por lo menos el 51% del capital social y que sean suficientes para
prevalecer en las asambleas ordinarias y extraordinarias.
Sociedades privadas donde el Estado es accionista. El decreto 196}72015 dispone que
los directores y funcionarios designados por, o a propuesta del Estado nacional o de
sus entidades, en los ó rganos sociales de las empresas y sociedades donde tenga
participació n en el capital social, son funcionarios pú blicos a los efectos de la
delimitació n de su responsabilidad y respecto de los actos realizados en el ejercicio de
sus funciones, con las exclusiones previstas en mencionado decreto.
Advierten los estudiosos en la materia que la ola actual de globalizació n ha adquirido un gran
impulso debido a las políticas que han abierto economías internas e internacional. Durante los
añ os de la Segunda Guerra Mundial, muchos gobiernos han adoptado sistemas econó micos de
libre mercado, lo cual ha aumentado ampliamente su potencial productivo y creando nuevas
oportunidades para el comercio y la inversió n en el plano internacional. Se produce entonces
una desregulació n econó mica.
Los gobiernos también han negociado dramá ticas reducciones de las barreras comerciales y
han suscrito acuerdos internacionales para promover el comercio de bienes, servicios e
inversió n Para sacarle partido a las nuevas oportunidades en los mercados extranjeros, las
corporaciones han construido fá bricas en el exterior y establecido acuerdos de producció n y
comercializació n con sus socios extranjeros. Por lo tanto, una característica decisiva de la
globalizació n es una estructura industrial y comercial financiera en el ámbito internacional,
que genera un mercado y un á mbito de coexistencia global.
Las regiones econó micas se definen a partir de acuerdos o intercambios comerciales entre
países, del tipo de economía o del grado de desarrollo socioeconó mico. Un claro ejemplo de
regió n es el llamado MERCOSUR.
Una de las clasificaciones del derecho positivo má s frecuente es la que distingue entre derecho
público y derecho privado, segú n la fuente creadora (el Estado o las partes), segú n el interés
protegido (general o particular), segú n la naturaleza del sujeto que integra la relació n jurídica
(persona jurídica pú blica o particulares), segú n las relaciones que se manifiesten sean de
subordinació n o coordinació n.
Derecho constitucional
Derecho administrativo
Derecho financiero
Derecho penal
Derecho ambiental
Derecho internacional pú blico
Derecho laboral
Derecho rural
Derecho civil
Derecho comercial
Derecho internacional privado
Derecho bancario. Aquel que regula el ejercicio de los bancos y otras entidades
financieras similares.
Derecho concursal. Que contiene las normas sustantivas y procesales en todo lo
referente a deudas y acreedores.
Derecho contractual. Aquel que tiene que ver con los contratos, las obligaciones y
derechos adquiridos de manera voluntaria al firmar un documento.
Derecho societario. También llamado derecho de sociedades o derecho corporativo, se
ocupa de los sujetos empresariales y sus formas de asociació n.
Derecho de propiedad industrial. Aquel que defiende el ejercicio productivo, la
creatividad industrial y el modo en que operan, se fundan y crecen las actividades
industriales.
Derecho cambiario. Vinculado con la normativa de títulos de valores, acciones e
inversiones.
Derecho marítimo. Aquel que regula el intercambio de bienes y servicios entre países
y/o regiones, mediante la marina mercante.
La Constitució n Nacional es la ley fundamental que organiza a nuestro país. Dentro de los
derechos que reconoce se encuentran:
Derecho a la vida.
Derecho a la integridad física.
Derecho a la libertad.
Derecho de peticionar a las autoridades.
Derecho de votar y ser votado.
Derecho de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino.
Derecho de usar y disponer de la propiedad.
Derecho de publicar libremente sin censura previa.
Derecho de enseñ ar y aprender.
Así también, nuestra Constitució n reconoce algunas garantías, que son los mecanismos que la
misma da a todos los habitantes para proteger sus derechos. Entre ellas podemos mencionar:
El há beas corpus: protege la libertad de las personas cuando está amenazada de forma
ilegal por una autoridad.
El há beas data: protege los datos personales cuando son usados sin el consentimiento
de la persona.
La acció n de amparo: protege los derechos de las personas cuando es urgente tener
una decisió n judicial que termine con un acto ilegal.
En efecto, el art. 42 de la misma, señ ala: «Art. 42.- Los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e
intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a
condiciones de trato equitativo y digno.
Entendieron, en el debate que tuvo lugar en la Convenció n Constituyente, que estos derechos
tienen que ser respetados, no só lo por los empresarios y por los proveedores sino también
por el Estado, que es el responsable del cumplimiento y de la consagració n de estos derechos.
El derecho de los recursos naturales es el que regula las relaciones del hombre con la
naturaleza y el derecho ambiental es el que regula las relaciones del hombre con el ambiente.
El art. 41 del texto constitucional vigente dispone que: «Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.
Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las
jurisdicciones locales.
- Toda persona puede interponer acció n expedita y rá pida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial má s idó neo, contra todo acto u omisió n de autoridades
pú blicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o
amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos
por esta Constitució n, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisió n lesiva.
- Podrá n interponer esta acció n contra cualquier forma de discriminació n y en lo
relativo a los derechos que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y al
consumidor, así como los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas
conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organizació n
- Toda persona podrá interponer esta acció n para tomar conocimiento de los datos a
ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos pú blicos, o
los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminació n,
para exigir la supresió n, rectificació n, confidencialidad o actualizació n de aquellos. No
podrá afectarse el secreto de las fuentes de informació n periodística.
El derecho de propiedad
Se encuentra consagrado en nuestra Constitució n en el art. 17, que reza: «La propiedad es
inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia
fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y
previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el
Artículo 4º. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en
ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el
término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código
Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna
especie.»
UNIDAD III
El comerciante
Con la reforma introducida por la ley 26.994 que condujo a la unificació n de las materias civil
y comercial, se elimina el concepto de comerciante, dando a entender que hubiera
desaparecido. No obstante, a partir de lo mencionado en el artículo 320, que refiere a los
obligados a llevar contabilidad y estados contables, se puede armar una definició n del
comerciante. De este modo, es comerciante todo sujeto que realiza una actividad
económicamente organizada o que son titulares de una empresa o establecimiento comercial,
industrial, agropecuario o de servicios.
Obligados y excepciones
En lo que a los obligados a llevar contabilidad refiere, el art. 33 del Có digo de Comercio
derogado establecía que los que profesaran el comercio, contraían, por ese mismo derecho, la
obligació n de someterse a todos los actos y formas establecidas en la ley mercantil. Entre
estos actos se encontraban, la inscripció n en un registro pú blico, de la matrícula como de los
documentos exigidos; la obligació n de seguir un orden uniforme de contabilidad y de tener los
libros necesarios a tal fin; la conservació n de la correspondencia, así como de los libros de la
contabilidad; y la obligació n de rendir cuentas.
El Có digo Civil y Comercial, por su parte, los establece en el art. 320. El mismo dispone que
están obligados a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan
una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento
comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Así también, cualquier otra persona puede
llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de
los libros.
Quedan excluidas de las obligaciones previstas en dicha norma, las personas humanas que
desarrollan profesiones liberales (ej. abogados) o actividades agropecuarias y conexas no
ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades
dirigidas a la transformació n o a la enajenació n de productos agropecuarios cuando está n
comprendidas en el ejercicio normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de
llevar contabilidad de actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente
sujetar a tales deberes segú n determine cada jurisdicció n local.
El Có digo Civil y Comercial en su art. 321 regula el modo de llevar la contabilidad: «ARTICULO
321.- Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre una base uniforme
de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse, de
modo que se permita la individualización de las operaciones y las correspondientes cuentas
acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo
cual debe archivarse en forma metódica y que permita su localización y consulta.»
De la presente norma legal, se entiende que la contabilidad debe ser clara, de modo que
permita conocer rá pida y fácilmente la situació n de la actividad que se desarrolla. También
debe ser veraz y exacta; esto es, no debe falsear ni ocultar ninguna circunstancia referente a la
situació n patrimonial de la empresa, y debe expresar, con la mayor aproximació n posible, los
valores que integran los diversos rubros.
Finalmente, los criterios de valoració n deben responder a una base uniforme porque es el
ú nico modo en que el análisis de la informació n puede ú til para efectuar comparaciones o
comprender la relatividad de los valores involucrados; lo cual se vincula también con el
principio de contabilidad ú nica.
Los asientos deben respaldarse con la documentació n respectiva, todo lo cual debe archivarse
en forma metó dica y que permita su localizació n y consulta.
Registros indispensables
a) diario;
b) inventario y balances;
c) aquellos que corresponden a una adecuada integración de un sistema de
contabilidad y que exige la importancia y la naturaleza de las actividades a
desarrollar;
d) los que en forma especial impone este Código u otras leyes.»
Tal como lo expresaba el art. 45 del Có digo de Comercio derogado, y se ratifica en el nuevo
Có digo en el libro Diario se asentará n día por día, y segú n el orden en que se vayan
efectuando, todas las operaciones que se realicen, letras u otros cualesquiera papeles de
crédito que se libraran, recibieren, afianzaren o endosaren y en general, todo cuanto recibiere
o entregare de su cuenta o de la ajena, por cualquier título que fuera, de modo que cada
partida manifieste quién es el acreedor y quien es deudor en la negociació n a que se refiere.
Las partidas de gastos domésticos basta asentarla en forma global en la fecha en que salieron
de la caja.
Si se lleva un registro de Caja, no es necesario que siente en el registro del Diario de pagos que
hace o recibe en dinero efectivo. En tal caso, el registro Caja se considera parte integrante del
registro Diario.
El registro de Inventarios, por su parte, se abrirá con la descripció n exacta del dinero, bienes
muebles y raíces, créditos y cualquiera especie de valores que formen el capital del titular de
empezar su giro.
El art. 323 del nuevo Có digo establece que el interesado debe llevar su contabilidad mediante
la utilizació n de libros y que debe presentar debidamente encuadernados, para su
individualizació n en el Registro Pú blico correspondiente.
En lo que a la forma de llevar los registros refiere, los libros y registros contables deben ser
llevados en forma cronoló gica, actualizada, sin alteració n alguna que no haya sido
debidamente salvada. También deben llevarse en idioma y moneda nacional.
Deben permitir determinar al acierre de cada ejercicio econó mico anual la situació n
patrimonial, su evolució n y sus resultados.
Los libros y registros del art. 322 deben permanecer en el domicilio de su titular (art. 325).
La contabilidad puede ser observada desde un primer aspecto, formal, que mira al lado
obligacional de la contabilidad y se limita a determinar qué libros se habrá de llevar, có mo han
de ser llevados y el valor que tienen sus asientos de prueba.
Por otro lado, también se puede mirar desde un aspecto material, que determina los
presupuestos ordenadores del modo en que ha de ser establecido el resultado econó mico de
la empresa; es decir, es el conjunto de reglas de interpretació n del sistema contable en general
y de las partidas concretas que lo integran.
Conforme a lo dispuesto por el art. 327 del CCyC, en el Diario se deben registrar todas las
operaciones relativas a la actividad de la persona que tienen efecto sobre el patrimonio,
individualmente o en registros resumidos que cubran períodos de duració n no superiores al
mes. Estos resú menes deben surgir de anotaciones detalladas practicadas en subsidiarios, los
que deben ser llevados en las formas y condiciones establecidas en los arts. 323, 324 y 325. A
su vez, también señ ala que en el registro o Libro Caja y todo otro diario auxiliar que forma
parte de sistema de registraciones contables integra el Diario y deben cumplirse las
formalidades establecidas para el mismo.
Al cierre del ejercicio, quien lleva la contabilidad obligada o voluntaria debe confeccionar sus
estados contables, que comprenden como mínimo un estado de situació n patrimonial y un
estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventarios y balances. (art. 326,
CCyC)
El balance es, entonces, como sostiene Fontanarrosa, una relació n ordenada, un cuadro
sintético, resumen del inventario, en el que se expresa el estado econó mico de una empresa y
los resultados de su explotació n en un momento determinado; o, de otra forma, segú n
sostiene Pietro Onida, un sistema de valores constituido por dos partes: el estado activo y
pasivo, denominado también estado patrimonial o inventario patrimonial, y la cuenta de
ganancias y pérdidas, cuya finalidad es determinar la situació n patrimonial de la empresa y
los resultados de la explotació n, en un momento dado, pudiendo conocer el capital efectivo, la
composició n del activo y del pasivo, la solvencia de la empresa, conforme a sus rubros, y los
resultados de la explotació n.
La petició n que se formule al Registro Pú blico debe contener una adecuada descripció n del
sistema, con dictamen técnico de Contador Pú blico e indicació n de los antecedentes de su
utilizació n. Una vez aprobado, el pedido de autorizació n y la respectiva resolució n del
organismo de contralor, deben transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.
Por ú ltimo, cabe preguntarse por cuá nto tiempo deben conservarse los libros, documentos y
registros. El siguiente artículo responde a ello: «ARTICULO 328.- Conservación. Excepto que
leyes especiales establezcan plazos superiores, deben conservarse por diez años:
Los herederos deben conservar los libros del causante y, en su caso, exhibirlos en la forma
prevista en el artículo 331, hasta que se cumplan los plazos indicados anteriormente.»
Valor probatorio de los registros
Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin
admitírseles prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son
favorables y desechar los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba,
debe estarse a las resultas combinadas que presenten todos los registros relativos al punto
cuestionado.
Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo
considera necesario, otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se
hallan con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este
medio de prueba y proceder por los méritos de las demás probanzas que se presentan.
Ningú n tribunal ni autoridad puede efectuar de oficio pesquisas tendientes a determinar si los
comerciantes llevan sus libros arreglados a derecho excepto lo establecido y dispuesto en
leyes especiales –por ejemplo, en las normas tributarias; cuestiones penales; entre otras–.
Solo puede ser requerida su exhibició n a instancia de parte, o de oficio cuando tengan relació n
con el asunto de que se trate. En este sentido el Có digo indica que los procesos en los cuales se
puede decretar dicha exhibició n:
juicios de sucesió n
todo tipo de comunió n
contratos asociativos
sociedades
administració n por cuenta ajena
liquidació n, concurso o quiebra
En lo que respecta al lugar de exhibició n, el có digo señ ala que la prueba sobre la contabilidad
debe realizarse en el domicilio del titular, necesariamente.
El registro público
El registro mercantil es un instrumento de publicidad legal, de forma que los hechos y actos
jurídicos en él inscriptos se supone que son conocidos por todos y, contrariamente, los hechos
y actos que deben ser inscriptos, pero cuya inscripció n se omite, se consideran que son
desconocidos por los terceros, salvo en algunas excepciones donde tal régimen de
conocimiento puede ser suplido por un acceso directo a la informació n, por parte de los
interesados.
Antecedentes
El régimen de los diversos Registros Pú blicos de Comercio existentes en nuestro país hasta la
sanció n de la ley 26.994 quedó librado a las jurisdicciones de cada provincia.
Con la sanció n de la ley 22.315, se atribuye a la Inspección General de Justicia (IGJ) las
funciones competentes al Registro Pú blico de Comercio, así como también la fiscalizació n de
las sociedades por acciones, excepto la de las sometidas a la Comisió n Nacional de Valores, de
las constituidas en el extranjero; de las sociedades que realizan operaciones capitalizació n y
ahorro; y de las asociales civiles y fundaciones.
En Entre Ríos, las funciones atinentes al Registro Pú blico le competen a la Dirección General
del Notariado, Registro y Archivo, dependiente del Ministerio de Gobierno y Justicia.
Las facultades del registrador se encuentran vinculadas a sus obligaciones, tales como:
En lo que a los efectos de la inscripció n concierne, por regla general las inscripciones en el
registro tienen efectos meramente declarativos, es decir que se da publicidad por medio de la
inscripció n a actos y hechos cuya validez ha surgido fuera del registro.
Del mismo modo, la inscripció n produce el efecto de la ficció n legal de que los hechos y los
actos inscriptos en el registro son conocidos por todos, bajo el presupuesto de que el registro
es pú bico y que, por lo tanto, cualquier ciudadano puede recurrir a él para verificar los
asientos.
Corredor
El corredor es la persona que de modo autó nomo, profesional e imparcial media entre la
oferta y la demanda para facilitar la celebració n de contratos.
Conforme al artículo 1345 del nuevo Có digo Civil y Comercial de la Nació n habrá contrato de
corretaje cuando una persona –que puede ser tanto humana como jurídica– denominada
corredor, se obliga ante otra, a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios,
sin tener relación de dependencia o representación con ninguna de las partes.
Nota caracterizante del corredor es que no asume representació n o mandato, ni gestió n de las
partes que intervienen en el negocio, pues ello afectaría la neutralidad que hace ú til su
mediació n.
Para ser corredor se requieren las siguientes condiciones habilitantes (ley 20.266, modificada
por ley 25.580):
Poner en relació n a dos o má s partes para la conclusió n de negocios sin estar ligado a
ninguna de ellas.
Informar sobre el valor venal o del mercado de bienes que pueden ser objeto de actos
jurídicos.
Recabar directamente de las oficinas pú blicas, bancos y entidades oficiales y
particulares, los informes y certificados necesarios para el cumplimiento de sus
deberes.
Prestar fianza por una de las partes.
Martillero
Los martilleros o rematadores son sujetos que se dedican a la realizació n de subastas, las que
a su vez podrá n ser voluntarias –privadas– o judiciales –pú blicas–.
Para ser martillero se requieren las siguientes condiciones habilitantes (ley 20.266,
modificada por ley 25.580):
Ser mayor de edad y no estar comprendido en ninguna de las inhabilidades del
artículo 2° de la ley respectiva.
Poseer título universitario expedido o revalidado en la repú blica, con arreglo a las
reglamentaciones vigentes y que al efecto se dicten.
o Obligaciones
- Llevar los libros que se establecen legalmente.
- Comprobar la existencia de los títulos invocados por el legitimado para disponer el bien a
rematar.
- Convenir por escrito con el legitimado para disponer del bien, los gastos del remate y la
forma de satisfacerlos, condiciones de venta, lugar de remate, modalidades del pago del
precio y demá s instrucciones relativas al acto.
- Anunciar los remates con la publicidad y datos necesarios.
- Realizar el remate en la fecha, hora y lugar señ alados colocando en lugar visible una bandera
con su nombre, y en su caso, el nombre, denominació n o razó n social d ela sociedad a que
pertenezcan.
- Explicar en voz alta, antes de comenzar el remate, en idioma nacional con precisió n y
claridad, los caracteres, condiciones legales, cualidades del bien y gravá menes que pesaren
sobre el mismo.
- Aceptar la postura cuando se efectuare de viva voz.
- Suscribir con los contratantes y previa comprobació n de identidad, el instrumento que
documenta la venta, en el que constará n los derechos y obligaciones de las partes. El
instrumento se redactará en tres ejemplares y deberá n ser debidamente sellados.
- Exigir y percibir del adquirente, en dinero efectivo, el importe de la señ a o cuenta del precio,
en la proporció n fijada en la publicidad, y otorgar los recibos correspondientes.
- Efectuar la rendició n de cuentas documentada y entregar el saldo resultante dentro del
plazo de cinco días, salvo convenció n en contrario.
o Derechos
- Cobrar una comisió n conforme a los aranceles aplicables a la jurisdicció n.
- Percibir del vendedor el reintegro de los gastos del remate, convenidos o realizados.
- Percibir su comisió n si iniciada la tramitació n del remate, el martillero no lo llevare a cabo
por causas que no le fueran imputables.
o Inscripciones
Dice el art. 3 de la ley 20.266 al respecto, que quien pretenda ejercer la actividad de martillero
deberá inscribirse en la matrícula de la jurisdicció n correspondiente, cumplimentando para
ello los siguientes requisitos:
Los martilleros pueden constituir sociedades de cualquiera de los tipos previstos en la ley
19.550, excepto cooperativas, con el objeto de realizar exclusivamente actos de remate.
En las sociedades que tengan por objeto la realizació n de actos de remate, el martillero que lo
lleve a cabo y los administradores o miembros del directorio de la sociedad, será n
responsables ilimitada, solidaria y juntamente con ésta por los dañ os y perjuicios que
pudieren ocasionarse como consecuencia del acto de remate. Estas sociedades deben efectuar
los remates por intermedio de martilleros matriculados, e inscribirse en registros especiales
que llevará el organismo que tenga a su cargo la matrícula.
o Libros
Diario de entradas, donde se asentará n los bienes que recibieren para su venta, con
indicació n de las especificaciones necesarias para su debida identificació n el nombre y
apellido de quien confiere el cargo, por cuenta de quien han de ser vendidos y las
condiciones de su enajenació n.
Diario de salidas, en el que se mencionará n día por día las ventas, indicando por cuenta
de quién se han efectuado, quién ha resultado comprador, precio y condiciones de
pago y demá s especificaciones que se estimen necesarias.
De cuentas de gestión, que documente las realizadas entre el martillero y cada uno de
sus comitentes.
Del mismo modo, los martilleros deben archivar por orden cronoló gico un ejemplar de los
documentos que se extiendan con su intervenció n, en las operaciones que se realicen por su
intermedio.
Despachante de aduana
Son despachantes de aduana las personas humanas que, en las condiciones en el Có digo
Aduanero, realizan en nombre de otros, ante el servicio aduanero, trá mites y diligencias
relativos a la importació n, la exportació n y demá s operaciones aduaneras.
Los despachantes de aduana, ademá s de las obligaciones prescriptas en los arts. 320 y
siguientes del CCyC, llevará n un libro rubricado por la aduana donde ejercieren su actividad,
en el cual hará n constar el detalle de todas sus operaciones, obligaciones tributarias pagadas o
pendientes de pago, importe de las retribuciones percibidas, y cualquier otra anotació n que
exigiere la Administració n Nacional de Aduanas. Cuando el libro rubricado fuere llevado con
un atraso mayor a 45 o 60 días, o no se cumpliere con las exigencias establecidas en el art.
325, los despachantes de aduana incurrirá n en falta y será n sancionados –mediante
apercibimiento, suspensió n de hasta dos añ os o eliminació n del Registro de Despachantes de
Aduana–.
Agentes de seguros
- Productor asesor directo: persona física que realiza las tareas indicadas en el art. 1° de
la ley 22.400 y las complementarias previstas en la ley.
- Productor asesor organizador: persona física que se dedica a instruir, dirigir o asesorar
a los productores y asesores directos que formen parte de una organizació n.
o Características
-Publicidad de los registros. La Comisió n Nacional de Valores deberá publicar los registros,
detallando las distintas categorías donde los agentes se encuentren registrados.
-Secreto. Los agentes registrados deben guardar secreto de las operaciones que realicen por
cuenta de terceros así como de sus nombres.
UNIDAD IV
La empresa
La empresa, en definitiva, no es má s que un conjunto de elementos de la más variada condición
y naturaleza, los cuales bajo un régimen de organización –establecido por el empresario– se
afectan funcionalmente a una determinada actividad económica, consistente en la producción,
comercialización o intercambio de bienes y servicios para el mercado.
La empresa es, entonces, un resultado de la actividad creativa del empresario, y tiene por
características fundamentales la organización y la actividad, en la medida que la suma de
elementos está ticos o diná micos que la componen adquieren, a través de dicha organización
funcional, una entidad mayor, y un valor superior y distinto al que representan el conjunto de
los mismos por su sola suma.
Integran la empresa de esa forma, los bienes materiales, los inmateriales, las relaciones
laborales, los derechos, el personal, la clientela, la inserció n o participació n en determinados
mercados, las funciones de producció n y comercializació n, la capacitació n, las expectativas de
ganancias y beneficios, entre otros.
Ahora bien, nuestro régimen jurídico no ha reconocido a la empresa como un nuevo sujeto de
derecho, como tampoco el ordenamiento mercantil se ha referido a la empresa en forma
categó rica, atribuyéndole dicho carácter. Por el contrario, cada vez que ha existido referencia
a ese concepto, se ha buscado relacionarlo con un sistema organizativo del cual dispone el
empresario, o comerciante, para la utilizació n de los diversos elementos de los que se vale en
el ejercicio de su actividad profesional.
Integran la empresa de esa forma, los bienes materiales, los inmateriales, las relaciones
laborales, los derechos, el personal, la clientela, la inserció n o participació n en determinados
mercados, las funciones de producció n y comercializació n, la capacitació n, las expectativas de
ganancias y beneficios, entre otros.
Elementos
El elemento material está constituido por los elementos tangibles de una empresa. Se
distingue el capital no corriente –que refiere a los elementos permanentes que van a estar
durante un largo tiempo en la empresa y que permiten a la empresa realizan su actividad:
instalaciones, má quinas, equipos informá ticas, mobiliario, etc.– y el capital corriente –
compuesto por los elementos de la empresa que está n en continuo movimiento: las materias
primas, el dinero en caja o en los bancos, etc.–
Y por ú ltimo, el elemento inmaterial, que engloba a todos los elementos intangibles que tienen
gran importancia para la empresa. Dentro de ellos la organizació n, la cultura y la imagen.
La cultura por otra parte, se compone de los valores y creencias de una empresa que marcan
cuá les van a ser las pautas de comportamiento de los miembros de la empresa. La imagen es la
forma en la que mundo exterior ve a la empresa. Refiere no solo al nombre de la marca o el
logotipo, sino también al eslogal y a todo tipo de aspectos visuales, como los colores y la
manera de comportarse o de vestir a los trabajadores.
El entorno es todo aquello que rodea a la empresa y que, por tanto, le afecta. Se diferencia el
entorno general del específico. El primero está formado por aquellas circunstancias que
afectan a todas las empresas en general como son los aspectos culturales, tecnoló gicos,
políticos, etc. mientras que el segundo es aquel que afecta de manera má s directa a una
empresa concreta como son los proveedores, clientes, competencia, etc.
Factor cuantitativo de la empresa
Por otra parte, los factores cualitativos se centran en asuntos como la naturaleza del negocio;
la posició n de la compañ ía dentro de su industria, sus características físicas, geográ ficas y
operativas, el carácter de su directiva; y, finalmente, las perspectivas de la compañ ía, de su
industria y de los negocios en general.
El término hacienda como elemento integrante de la empresa desde el punto de vista de las
ciencias jurídicas se define como todos los bienes materiales, inmateriales, derechos, recursos,
deudas y obligaciones que posee la empresa para desempeñ ar su actividad lucrativa. El
Có digo Civil italiano, en su art. 2555, la define como el conjunto de los bienes organizados por
el empresario para el ejercicio de la empresa.
Si bien econó micamente el concepto de fondo de comercio puede llegar a confundirse con el
de la empresa, jurídicamente la diferencia es neta.
La empresa es una organizació n macroeconó mica que ordena los factores de la producció n
con fines de lucro. El establecimiento mercantil es un unidad econó mica-comercial de la que
se vale la empresa para cumplir sus fines. Mientras que el concepto de empresa es un
concepto diná mico, es decir, es la hacienda en movimiento, el concepto de hacienda, por el
contrario, es un concepto está tico que comprende el conjunto de bienes organizados por el
empresario para el ejercicio de la empresa.
Las filiales son sociedades que son jurídicamente independientes de la sociedad madre
(porque cada una tiene su propia personalidad jurídica y su propio patrimonio) pero es
econó micamente dependientes de ella (porque la casa madre tiene una cantidad de acciones
suficientes como para poder imponer sus decisiones sobre ella)
Una sucursal, en cambio, es un establecimiento secundario que depende de una casa central.
La dependencia de la sucursal es jurídica (porque la sucursal no tiene personalidad jurídica
propia) y también econó mica (porque tampoco tiene patrimonio propio), es decir depende
jurídica y econó micamente de la casa central.
Una agencia es simplemente una oficina administrativa que no está habilitada para realizar
negocios. Solamente está habilitada para administrar los negocios que ya han sido celebrados
por la empresa o también puede facilitar la celebració n de nuevos negocios. Generalmente las
agencias de viajes son el mejor ejemplo, reciben pedidos o administran los negocios ya
realizados por las empresas.
Fondo de Comercio
El fondo de comercio es una entidad mercantil que reú ne el domicilio y el patrimonio que el
comerciante afecta a su actividad comercial; el patrimonio comprende tanto los bienes
materiales (capital, instalaciones y otros) como los inmateriales (clientela, marcas, derechos
intelectuales, valor llave).
En la actualidad ya no se discute respecto del cará cter de universalidad que reú ne el instituto.
Desde la perspectiva tomada por Vitolo, el fondo de comercio constituye una universalidad de
derecho, en la medida que se trata en el establecimiento comercial o mercantil, de un conjunto
de bienes sometidos a relaciones jurídicas activas y pasivas propias que son transferidas
juntamente con la titularidad del fondo, por una parte, y una universalidad de hecho, ya que se
trata de reconocer que la hacienda comercial o mercantil constituye un bien en sí mismo,
resultando diferente de los bienes singulares que lo componen, pudiendo ser objeto de diferentes
negocios jurídicos.
Trámite
o Transferencia privada
El art. 3° de la ley 11.867 establece que el enajenante entregará , en todos los casos, al
presunto adquirente, una nota firmada enunciativa de los créditos adeudados, con nombre y
domicilio de los acreedores, monto de los créditos y fechas de vencimientos, si los hay.
Una vez entregada la nota y suscripta el boleto de compraventa, deberá procederse a publicar
avisos, durante cinco días en el Boletín Oficial de la Capital Federal o provincia respectiva, y en
uno o má s diarios o perió dicos del lugar en que funcione el establecimiento.
A partir de la ú ltima publicació n, y por un plazo de diez días, los acreedores que se
consideraran afectados por la transferencia podrá n notificar su oposició n al comprador en el
domicilio denunciado en la publicació n, o al rematador o escribano que intervengan en el acto,
reclamando la retenció n del importe de sus respectivos créditos y el depó sito en cuenta
especial, en el banco correspondiente, de las sumas necesarias para el pago. El acreedor que
no formule la oposició n en tiempo y forma, no pierde el derecho a percibir su crédito, pero no
queda beneficiado por el régimen de protecció n establecido por la ley 11.867.
El comprador, rematador o escribano deberá n efectuar esa retenció n y el depó sito, y
mantenerla por el término de veinte días, a fin de que los presuntos acreedores puedan
obtener el embargo judicial sobre dichos fondos.
De conformidad con lo establecido por el art. 10 de la ley 11.867, en los casos en que la
enajenació n se realice bajo la forma ventad en block o fraccionadas de las existencias en
remate pú blico, el martillero deberá , previamente, levantar el inventario y anunciar mediante
la publicació n por cinco días, en el Boletín Oficial de la Capital Federal o provincia respectiva,
y en uno o má s diarios o perió dicos del lugar en que funcione el establecimiento, debiendo
indicarse la clase y ubicació n del negocio, nombre y domicilio del vendedor al cual deben
efectuarse las oposiciones.
Del mismo modo, también se encuentra obligado a respetar el plazo de diez días, para la
oposició n por parte de los acreedores, y disponer del régimen de depó sito y de plazo fijado
para la transferencia privada, en los casos de que se le notificara oposició n.
En el supuesto caso en que el producto del remate no resulte suficiente para cubrir la suma a
retener, el rematador depositará en el banco destinado a recibir los depó sitos judiciales, en
cuenta especial, el producto total de la subasta, previa deducció n de la comisió n y gastos que
no podrá n exceder el quince por ciento de ese producto.
- Obligación de no concurrencia
Esta cláusula de no establecimiento, no concurrencia o no competencia, refiere a que
siendo la obligació n de no volver a establecerse en la vecindad propia de la naturaleza
del contrato de transferencia de un fondo de comercio, aunque ello no se exprese en el
instrumento de obligació n implícita en toda transmisió n la abstenció n de
restablecerse, por parte del enajenante, ya sea personal o indirectamente, en forma
que pueda significar competencia desleal o desviació n de la clientela del
establecimiento enajenado.
- Deber de diligencia
Es la colocació n de todas las aptitudes e las mejores condiciones posibles, para el
perfeccionamiento del negocio y el cumplimiento de las obligaciones. De allí que se
hayan señ alado, entre ellas, la obtenció n de la conformidad de los acreedores o las
garantías de los créditos, para permitir la transferencia definitiva del fondo, la
concurrencia a tomar posesió n del negocio en el día señ alado, y el cumplimiento
puntual de los recaudos fijado00s por la ley para el procedimiento de transferencia.
El usufructo es un derecho real por el que una persona puede usar los bienes de otra y
disfrutar de sus beneficios, con la obligació n de conservarlos y cuidarlos como si fueran
propios.
Al haber transferencia de establecimiento, por título de arrendamiento, son aplicables los arts.
227 y 228 de la Ley de Contrato de Trabajo. Segú n el primero, el transmitente y el adquirente
de un establecimiento será n solidariamente responsables respecto de las obligaciones
emergentes del contrato de trabajo existentes a la época de la transmisió n y que afectaren a
aquél. El segundo, en cambio, establece en su ú ltimo pá rrafo que la solidaridad operará con
relació n a las obligaciones emergentes del contrato de trabajo al tiempo de la restitució n del
establecimiento cuando la transmisió n no estuviere destinada a surtir efectos permanentes.
Las obligaciones impagas por los arrendatarios y existentes al tiempo de la transmisió n,
acarrea la solidaridad del art. 228 y concordantes de la Ley de Contrato de Trabajo, má s la de
la responsabilidad solidaria que se deriva de la falta de cumplimiento de la ley 11.867.
Teniendo en cuenta lo anterior en la mayoría de los casos en los cuales se otorga contrato de
prenda de un establecimiento de comercio, debido a que este es necesario para que el
comerciante realice la explotació n econó mica, la prenda será sin tenencia del acreedor, es
decir, que la conservara el deudor.
Quien organiza y explota una empresa puede limitar su responsabilidad cuando actú a
mediatamente en ella configurando su actividad bajo una forma asociativa; pero no puede
hacerlo cuando ejerce esa misma actividad en forma personal y directa. Tal desigualdad ha
llevado muchas veces a simular sociedades con la ú nica finalidad de eludir los riesgos de la
ilimitació n de la responsabilidad individual.
Surgió así la prá ctica de las llamadas sociedades unipersonales. Se trata, en sustancia, de dar a
un comerciante individual la posibilidad de que, mediante una adecuada publicidad y el
cumplimiento de determinados requisitos, afecte o destine una parte de sus bienes a
responder por las obligaciones que contraiga en la explotació n de una empresa de la cual él es,
personalmente, titular.
Básicamente, si decide ser autónomo, responderá con todos sus bienes de las obligaciones que
contraiga, bien sea respecto a entidades bancarias o trabajadores, etc. Por ello, su responsabilidad
frente a las situaciones que se puedan dar en el negocio es total y alcanza todo su patrimonio
personal.
Sin embargo, si el empresario decide constituir una sociedad como instrumento para desarrollar su
actividad, su responsabilidad estará limitada al capital aportado a dicha sociedad y no afectará a su
patrimonio personal.
Jurisdicción mercantil
En nuestro país, la jurisdicció n consular tiene su antecedente en la real cédula de creació n del
Consulado de Buenos Aires, dictada por Carlos III en 1794. É ste cumplía una doble funció n: la
judicial respecto de los juicios en materia comercial y la administrativa respecto del fomento
del trá fico mercantil, con facultades para designar representantes en las principales ciudades
y puertos del Virreinato, haciendo las veces de policía de comercio.
Arbitraje
El juicio de arbitraje se encuentra incluido dentro del Có digo Procesal Civil y Comercial de la
Nació n (CPCCN; Libro VI, arts. 736 y ss.) y en los diversos có digos de procedimientos
provinciales.
Puede ser clasificado desde diversas perspectivas. Así será voluntario –cuando las partes
prevén libremente su realizació n– o forzoso –cuando en determinadas materias, por
disposició n de la ley, las partes deben someter las controversias a la jurisdicció n arbitral–;
ritual –el procedimiento está regulado en el Có digo Procesal– o libre –se tramita segú n las
normas convencionales que fijan las partes compromitentes–.
- Una multa que deberá pagar la parte que recurra el laudo, a la que lo consienta, para
poder ser oído, si no mediase la renuncia que se menciona en el inciso siguiente.
- La renuncia del recurso de apelació n y del de nulidad, salvo los casos determinados en
el artículo 760.
UNIDAD V
Entre los elementos constitutivos de la empresa se encuentran los bienes inmateriales. É stos
incluyen, por ejemplo, a las marcas de fá bricas, el nombre comercial, los nombres de dominio,
las patentes de invenció n, el software, el secreto comercial e industrial y los datos de prueba,
entre otro.
Los derechos que recaen sobre estos bienes intangibles pueden dividirse en dos grupos:
La propiedad industrial
La expresió n ‘propiedad industrial’ involucra tanto las ideas, conceptos, o expresiones creadas
por la inteligencia humana como el criterio establecido de que estos ‘frutos de intelecto’
pertenecen a sus creadores. Estos productos intelectuales, cuando está n protegidos por la
comunidad en general, se convierten en propiedad industrial, desempeñ ando un papel
positivo en el desarrollo econó mico.
En ese sentido, el art. 17 de nuestra Constitució n Nacional establece que todo autor o inventor
es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento por el término que le acuerde la
ley.
Para reglamentar la clá usula constitucional se dictaron diversas leyes: la ley n° 24.481 de
Patentes de Invenció n; la ley n° 11.723 sobre Derechos de Autor; la ley n° 22.362 de Marcas y
Designaciones, la ley n° 20.247 de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, el decreto-ley n°
6673/1963 de Modelos y Diseñ os Industriales ratificado por la ley n° 16. 478, la ley n° 24.766
de Confidencialidad, entre otras.
o Concepto de marca
Reza el art. 1° de la ley 22.362 de Marcas y Designaciones: «Puede registrarse como marcas
para distinguir productos y servicios: una o más palabras con o sin contenido conceptual; los
dibujos; los emblemas; los monogramas; los grabados; los estampados; los sellos; las imágenes;
las bandas; las combinaciones de colores aplicadas en el lugar determinado de los productos o
de los envases; las combinaciones de letras y de números; las letras y números por su dibujo
especial; las frases publicitarias; los relieves con capacidad distintiva y todo otro» signo con tal
capacidad.»
En lo que respecta al término de duració n de la marca registrada, el mismo será de diez añ os,
pudiendo ser renovada por períodos iguales si la misma fue utilizada, dentro de los cinco añ os
previos a cada vencimiento, en la comercializació n de un producto, en la prestació n de un
servicio, o como parte de la designació n de una actividad (art. 5, ley 22.362).
o Funciones de la marca
En doctrina se reconoce de modo uná nime que la funció n primordial de la marca es identificar
mercaderías o servicios de sus similares; y la posibilidad de defender una marca está
íntimamente vinculada a la propiedad que se pueda invocar sobre ella.
La naturaleza del derecho sobre una marca consiste en un derecho de propiedad y esta
propiedad se manifiesta fundamentalmente en la exclusividad. Su titular gozará de la facultad
de defender dicha exclusividad contra todo tercero que desee violarla. En ese sentido el art. 4
de nuestra ley marcaria expresa que: “La propiedad de una marca y la exclusividad de uso se
obtienen con su registro…”
A su vez, la primera parte del inc. 1 del art. 16 del GATT/ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos
de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) establece: «El titular
de una marca de fábrica o de comercio registrada gozará del derecho exclusivo de impedir que
cualesquiera terceros, sin su consentimiento, utilicen en el curso de operaciones comerciales
signos idénticos o similares para bienes o servicios que sean idénticos o similares a aquellos para
los que se ha registrado la marca, cuando ese uso dé lugar a probabilidad de confusión.»
- La funció n publicitaria
- La funció n de competencia
La ley 22.362 establece en su art. 4 que “… Para ser titular de una marca o para ejercer el
derecho de oposición a su registro o a su uso, se requiere un interés legítimo del solicitante u
oponente.” Tiene interés legítimo quien registre una marca con el verdadero propó sito de
usarla.
El trá mite de inscripció n de una marca se inicia con la presentació n de la solicitud de registro
ante la Direcció n de Marcas perteneciente al Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI),
que contenga el nombre, domicilio real y especial electró nico, la descripció n y la indicació n de
los productos y/o servicios que va a distinguir (art. 10). La solicitud presentada confiere un
derecho de prelació n, en el sentido de que quien primero requiere una marca obtiene un
mejor derecho a la misma relació n a quien lo hace con posterioridad (art. 8).
Las resoluciones por oposiciones que dicte la Direcció n Nacional de Marcas será n solo
susceptibles de recurso directo de apelació n ante la Cá mara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal dentro de los treinta días há biles de su notificació n.
«Los expedientes de marcas en trámite o registradas son de acceso público e irrestricto.» (art.
22)
Designaciones
Nombre de dominio
UNIDAD VI
UNIDAD VII
UNIDAD IX