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Instituciones del Derecho Comercial

UNIDAD I

1. PARTE HISTORICA. Origen y evolució n del Derecho Comercial Universal. Etapas.


Antecedentes de la actividad econó mica en la antigü edad. El derecho Comercial como
derecho de los comerciantes: (artesanos, gremios, ferias, etc). Jurisdicció n
Corporativa. De los criterios subjetivos a los objetivos. Teoría del acto de comercio. La
Codificació n. El derecho comercial como derecho de la empresa. Características
principales. La unificació n legislativa de los derechos civiles y comerciales.-

Origen y evolución del Derecho Comercial Universal


Existe coincidencia en la doctrina respecto de cuatro grandes etapas en el desarrollo de la
disciplina comercial:
 La primera etapa se extiende desde el medioevo hasta la Revolució n Francesa.
Predominantemente subjetiva, concibiéndolo como derecho de los comerciantes.
 La segunda etapa comienza con la sanció n del Có digo de Comercio francés en 1807 hasta fines
del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Concebido como la disciplina de los actos de comercio;
estructuració n predominantemente objetiva.
 La tercera etapa se ubica desde principios del siglo XX hasta fines del mismo y principios del
siglo XXI. Predominantemente subjetiva, concibiéndolo como derecho de la empresa.
 La cuarta etapa es la que se extiende hasta nuestros días. Concepció n predominantemente
objetiva, cual es a de concebir al Derecho Comercial como el derecho de la actividad econó mica.

Primera etapa
Antecedentes de la actividad económica en la Antigüedad
La Antigü edad no conoció un ‘derecho comercial’ propiamente dicho; no obstante, eran corrientes las
transacciones comerciales. Existían disposiciones aisladas como por ejemplo, las referentes al préstamo
con interés, al contrato de depó sito o al de comisió n, contenidas en el Có digo de Hammurabi (2080
a.C.). Lo mismo ocurrió en Grecia y Roma, donde existieron preceptos referidos al derecho marítimo.
La actividad mercantil se ajustaba a una serie de normas e instituciones vigentes en la materia, pero
que no se concebían como un ordenamiento específico y propio, distinto del Derecho Civil.

El derecho mercantil surge como un ordenamiento especial en la Europa occidental a partir


del siglo XI.
Ante la invasió n islá mica, que colocó una barrera infranqueable en el mar Mediterrá neo,
convirtiéndolo en valla de comercio, la sociedad de Europa occidental del siglo VIII volvió a su
cará cter agrícola, con la existencia de grandes latifundios y la concepció n de una economía
dominial y cerrada, ausente de mercados exteriores.
Ante la situació n de opresió n en la que derivó el régimen feudal, los hombres comenzaron a
migrar hacia otros centros, donde nuevas formas de trabajo y producció n iban naciendo.
Estas villas y burgos surgen bajo el propó sito de defender un régimen de libertad y de
permitir la circulació n de los diversos bienes. Los mercaderes, conscientes de la necesidad de
defender sus intereses en una sociedad que los observaba ajenos al sistema tradicional de vida
comienzan a agruparse en corporaciones y gremios.
Estas asociaciones profesionales proceden a darse regímenes específicos de funcionamiento,
sometiendo a sus integrantes al cumplimiento de determinadas normas, al poder de
determinados ó rganos directivos, y a una jurisdicció n especial.

He aquí la expresión que reza que el derecho mercantil surge como un derecho de
privilegio y de excepción.

De excepción porque constituye una excepción del derecho civil, es decir, del derecho
común, y de privilegio puesto que en sus inicios, quienes lo ejercían se ajustaban a normas
específicas, siendo juzgados en caso de conflicto o inconducta por sus pares, y no ya por el
resto de la sociedad.

Paralelamente a la evolució n de la ciudad-Estado, nacen dos instituciones vinculadas al


comercio: las ferias y los mercados.
A partir del siglo IX las ciudades comienzan a presentar pequeñ os mercados locales, en los
que se realizaban ventas al menudeo para el abastecimiento de la població n que habitaba los
lugares donde éstos se celebraban. Tenían cará cter semanal.
Al mismo tiempos que éstos, las ferias reunían a artesanos y comerciantes de lejanos lugares
en verdaderas exposiciones universales. Para la celebració n de una feria era necesario contar
con una decisió n favorable del príncipe territorial, en la medida que, por su naturaleza, las
ferias no importaban no solamente una reunió n de hombres y mercaderías, sino que se
reconocía, durante su celebració n, un derecho especial que garantizaba a quienes concurrían
seguridades mínimas esenciales para el trá fico. Estas seguridades eran conocidas como la paz
de feria.
Las má s activas se agrupaban en la mitad de la ruta comercial que va de Italia a Provenza y
hasta la costa de Flandes.

Segunda etapa
A partir del siglo XVI comienza a aparecer en Europa un incipiente capitalismo primitivo a
modo de incentivo de la producció n. Los artesanos comenzaron a asalariar a otros artesanos y
los maestros rompen con la estructura clá sica de las corporaciones, dejando de trabajar
personalmente en la producció n y convirtiéndose meros directivos y supervisores.
La explotació n agrícola, por su parte, se realiza bajo un aspecto racional y con sistemas de
parcelamiento, mientras que los capitales comienzan a acumularse, perfilando una importante
burguesía que accede a lugares de privilegio.
En Francia, la filosofía revolucionaria comienza a girar en torno a la necesaria implantació n de
los principios de libertad e igualdad.
Dicha igualdad política, y los instrumentos necesarios para garantizarla, chocaban con la
existencia, dentro del Estado, de una clase de individuos que se regían, en su actividad, por
normas propias y ajenas a las del Estado, que se encontraban ciertamente sometidos a
determinados deberes y derechos estatutarios, reglamentados por sus corporaciones, y que
eran juzgados por tribunales distintos de aquellos a los que concurrían los restantes
ciudadanos.
Las obras de Adam Smith ponen en evidencia las barreras medievales que debían ser
derribadas: “es el individuo –sostenía Smith– quien, mejor que nadie, puede juzgar dónde, cómo
y con quién sus fuerzas de trabajo son aprovechables del modo más adecuado. Por ello debe el
comerciante ser independiente, garantizándole la más amplia libertad para comerciar.”

La codificación napoleónica. La teoría del acto de comercio


De los principios generales de la Revolució n Francesa, se consagran dos nuevos principios del régimen
mercantil:
 El de la libre competencia, que rige las relaciones de los productores entre sí.
 El de la libertad de trabajo, que rige las relaciones de éstos con sus dependientes u obreros.
Estos principios generaron una nueva concepció n que fue plasmada en el Có digo francés de 1807.
La sanció n de dicho cuerpo normativo convierte al derecho mercantil, concebido hasta entonces como
derecho aplicable a los comerciantes, en un derecho de aplicació n a todas las personas que realizaran
determinados actos regulando, entre sus disposiciones, esos actos a los que denominaba “actos de
comercio”.
Los principales artículos de este cuerpo legal, que permiten delinear su concepció n, son los siguientes:
 El art. 1 que establecía que: “Son comerciantes aquellos que realizan actos de comercio,
haciendo de ello su profesió n habitual.”
 El art. 631 que determinaba la competencia de los tribunales de comercio.
 El art. 632 que desarrollaba un largo listado de actos que la ley reputa actos de comercio, como
por ejemplo, la compraventa con fines comerciales, las empresas manufacturadas, comisió n…
 El art. 633 que estipulaba los actos que la ley reputaba particularmente comerciales, que eran
los vinculados con el comercio y el transporte marítimo.

Tercera etapa
La revolució n expandió a toda Europa su nuevo concepto liberal y su legislació n influyó
notablemente en las sanciones del resto de los có digos europeos.
La conjunció n del liberalismo y el maquinismo permite el advenimiento de la economía del
siglo XIX, caracterizada por una técnica muy perfeccionada y una divisió n del trabajo muy
extendida, por la libre iniciativa de los jefes de empresa y por la bú squeda sistemá tica de la
ganancia. En ese momento los tres elementos del capitalismo moderno se encuentran
presentes. Sus elementos técnicos permiten la producció n en masa que sus principios
jurídicos facilitan y que su fundamento psicoló gico hace buscar en forma permanente.
Otra circunstancia, digna de tenerse en cuenta, es el desarrollo que adquirieron los fenó menos
asociativos, en especial las sociedades por acciones, las cuales, si bien eran conocidas desde
muchos añ os antes, recién en este siglo alcanzan un desenvolvimiento significativo como
protagonistas de una verdadera etapa de progreso.
Del mismo modo, la expansió n y el perfeccionamiento de los medios de difusió n y
comunicació n integran, cada vez má s, al continente europeo. Entre 1840 y 1850 la influencia
del ferrocarril se expandirá a todo el mundo, implicando no só lo un adelanto en materia de
transporte de personas, sino también de mercaderías.
En los comienzos del siglo XX, Heck señ ala que lo realmente caracterizante del Derecho
mercantil es la posibilidad de realizar actos en forma masiva, es decir, en gran cantidad. Esta
concepció n resalta el cará cter subjetivo del Derecho mercantil en esta nueva etapa histó rica,
ya que la posibilidad de ejecució n de actos en masa deriva del cará cter profesional de tales
realizaciones.
Seguidor de la teoría de Heck, Locker trata de completarla, agregando como elementos
necesarios la tipicidad y el profesionalismo en el cumplimiento de la actividad. De su teoría se
deriva la existencia necesaria de la organizació n, criterio que se vinculará , posteriormente,
con la teoría de la empresa.
Dicha tesis, al agregar el elemento organizació n comienza a engendrar la concepció n de
empresa. La empresa es un conjunto de elementos, organizados de determinada manera y, en
su faz diná mica, utilizados por el comerciante –o empresario para el desarrollo de su actividad
profesional.
A esta posició n se la denomina atomicista, porque sigue la orientació n filosó fica de ese siglo.
Los sostenedores de la misma no ven en la empresa una unificació n desde el punto de vista
jurídico, sino que la consideran una mera suma de elementos individuales.
Esta concepció n predominantemente subjetiva, tiene como protagonista a la empresa.

Cuarta etapa
Hacia fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, se ha producido la despersonalizació n del
eje central de la caracterizació n comercial de las instituciones, las que hasta ese momento, en
la mayoría de las legislaciones mundiales, se enfocaban en el comerciante o empresario –
individual o colectivo–, y en su organizació n –la empresa–, para desplazarlo hacia un concepto
má s objetivo como es la actividad. Lo que se persigue proteger y regular en el mercado es la
actividad, que es la que genera la producció n y el intercambio de bienes y servicios, pudiendo
ser llevada a cabo por un empresario individual o colectivo, y aú n cambiar de titular sin que se
afecte su esencia ni su desenvolvimiento; y que también puede ser desarrollada bajo una
misma organizació n o bajo otra distinta, y utilizando los mismos activos u otros diferentes; e
incluso desplegando actividades cambiantes.
Lo que ocurre es que –como señ ala Angelici– en el Derecho Comercial se conforma una nueva
concepció n donde se observa al patrimonio má s bien referido a su funcionalidad respecto de
la actividad detectable sobre la base de la modalidad en que dicha actividad se desarrolla, de
un modo organizado.
La actividad viene entonces a constituir un principio ló gico sobre la base del cual se considera
el patrimonio, limitá ndose la regulació n o consideració n del patrimonio desde el punto de
vista de su funcionalidad o instrumentalidad a los fines productivos, es decir, respecto de la
producció n de bienes y servicios para el mercado.
También ha influido, para la construcció n de la nueva mirada, el fenó meno de la globalizació n.
La ola actual de globalizació n ha adquirido gran impulso debido a las políticas que han abierto
las economías internas e internacionales. Durante los añ os de la Segunda Guerra Mundial,
muchos gobiernos han adoptado sistemas de libre mercado, negociando ademá s dramá ticas
reducciones de las barreras comerciales y suscribiendo acuerdos internacionales para
promover el comercio de bienes, servicios e inversió n. Para sacarle partido a las nuevas
oportunidades en los mercados extranjeros, las corporaciones han construidos fá bricas en el
exterior y establecido acuerdos de producció n y comercializació n con sus socios extranjeros.
Por lo tanto, una característica decisiva de la globalizació n es una estructura industrial y
comercial financiera en el ámbito internacional, que genera un mercado y un ámbito de
coexistencia global.
La tecnología ha sido el otro aspecto fundamental que ha impulsado la globalizació n. Las
tecnologías de informació n le han ofrecido a todo tipo de actores econó micos individuales –
consumidores, inversionistas y comercios– nuevas y valiosas herramientas para identificar y
materializar oportunidades econó micas, lo cual incluye aná lisis má s rá pidos y mejor
documentados sobre las tendencias econó micas en todo el mundo, una transferencia má s fá cil
de bienes y la colaboració n con socios distantes.

Irrupción del régimen de derechos del consumidor


Otro de los fenó menos ocurridos en los ú ltimos veinticinco añ os es la aparició n del régimen de Defensa
del Consumidor o Derecho de Consumo; una disciplina que centra su especificidad en las denominadas
relaciones de consumo, que derivan de los contratos de consumo.
El elemento caracterizante ya no lo conforman los sujetos –por sí mismo– en virtud de situaciones o
características personales, sino la relació n de consumo, que es la que habilita a los sujetos para que
puedan ampararse bajo las normas protectorias o regulatorias, desde su posició n de ‘proveedor’ o
‘consumidor’; posició n que asumen frente a su contraparte con motivo u ocasió n de la mencionada
‘relació n de consumo’. Aú n la actividad ocasional y hasta gratuita que pudiera llegar a desplegar, puede
caracterizar a un sujeto como proveedor si tal actuació n encuadra dentro de dicho concepto.
En el añ o 1994 los consumidores consiguieron incorporarse dentro de las previsiones del art. 42 de la
Constitució n Nacional.

Irrupción la constitucionalización del Derecho Privado


La distinció n entre el á mbito del Derecho Privado y el del Derecho Pú blico es cada vez menor. Dos
fenó menos han incidido en el significado de estas expresiones:
 Por un lado, el Estado y buena parte de las entidades estatales han comenzado a desarrollar
actividades propias de los particulares, actividades que no siempre se encuentran relacionadas
de forma directa con la prestació n de un servicio pú blico, ni con el interés general. El derecho
privado penetra en los servicios pú blicos a través de los servicios pú blicos industriales y
comerciales, y por intermedio de empresas nacionales y las sociedades de economía mixta.
 Por otro lado, el Estado ha asumido un papel má s activo respecto de la intervenció n en las
relaciones econó micas entre los particulares, lo cual, en la actualidad, se suele designar
mediante la locució n orden pú blico econó mico, que implica obligaciones específicas en cabeza
de los ciudadanos y prerrogativas para el Estado , ya sea en aras de orientar la actividad
contractual en un sentido considerado favorable para la economía –orden pú blico de
direcció n–, o bien con fines de protecció n de la parte débil de la relació n contractual –orden
pú blico de protecció n–.

La presencia del sistema de derechos humanos


Bajo el régimen y el sistema de Derechos Humanos los Estados tienen obligaciones concretas de
respetarlos, y garantizarlos; así como adoptar las medidas necesarias a tales fines, segú n la propia
naturaleza de los derechos. Y en lo que hace a los derechos econó micos, sociales y culturales deben
adoptar medidas tanto de orden interno como de asistencia y cooperació n internacional, especialmente
econó mica y técnica, hasta el má ximo de los recursos disponibles, a fin de lograr progresivamente, por
todos los medios, apropiados, inclusive en particular la adopció n de legislació n interna, la plena
efectividad de los derechos reconocidos entre los cuales destacan también los derechos a la igualdad y
no discriminació n no só lo desde las ó pticas de su credo, origen étnico o religió n, sino también de su
situació n social y econó mica.
A partir del añ o 1994 en que se produjo la reforma de la Constitució n Nacional, por imperio de los arts.
31 y 75, inc. 22, se ha establecido una jerarquía normativa que coloca a los Tratados Internacionales –y
en especial a los Tratados sobre Derechos Humanos– con jerarquía constitucional y deben ser
considerados complementarios de los derechos y garantías reconocidos por nuestra Carta Magna.

Unificación legislativa de los derechos civiles y comerciales


Las legislaciones privadas latinoamericanas –como es el caso los có digos de Chile, Argentina y
Colombia– llegaron a contar con un doble régimen en materia de obligaciones y contratos,
diferenciá ndose entre sí, en principio, por su campo de aplicació n particular.
Sin embargo, se viene discutiendo respecto de si existe una verdadera justificació n a ese doble
régimen. Se cuestiona porqué se trata de manera diferente a las mismas instituciones; sobre
qué bases establecer las fronteras entre las codificaciones y có mo y en qué grado se puede
acudir a la legislació n civil en materia contractual para regular situaciones mercantiles o
viceversa.
Los países de Italia (1942), China en Taiwá n (2007), Tailandia (1990), la Repú blica Popular
China (1987) y Brasil (2002) han consagrado có digos ú nicos en lo civil y lo comercial, con
derogació n expresa de sus có digos de comercio.
En el resto de los cuerpos unificados, la unificació n se registra en forma parcial en materia de
obligaciones y contratos, o en algunas materias específicas, pero manteniendo la separació n
entre los có digos civil y de comercio –o equiparando este có digo con alguna ley especial–.
Así ha ocurrido con Suiza (1881), Tú nez (1906), Marruecos (1912), Turquía (1926), Líbano
(1934), Polonia (1934), Madagascar (1966), Senegal (1967), Unió n Soviética (1964), Perú
(1984), Paraguay (1987), Cuba (1988), Holanda (1992), Mongolia (1994), Vietnam (1995), la
Federació n Rusa (1994), a modo de ejemplo.

2. DERECHO COMERCIAL EN ARGENTINA: Origen y evolució n hasta mediados del s. XIX:


Su regulació n legal.
La economía agro exportadora y la Codificació n. El Có d. de Comercio Argentino de
1862. Evolució n del Derecho comercial Argentino en la primera mitad del s. XX. La
intervenció n del Estado en la Economía Y las Empresas Estatales. El estado en la
Funciones de Publicidad Y Control de los Sujetos de la Actividad Comercial.-
Evolució n del Derecho Comercial en la Segunda Mitad del S. XX. Proyectos de
reformas. El Derecho Comercial en el s. XXI. Ley 26.994. El Có digo Civil Y Comercial de
la Nació n. La cuestió n de la autonomía actual del Derecho Comercial. Criticas.-

Origen y evolución hasta mediados del s. XIX


El Consejo de Indias (1523) era el que entendía en los asuntos judiciales indianos, actuando
en todos aquellos litigios que no tuvieran sustrato mercantil, y que fueran suscitados en
Españ a y referente a las Indias.

En lo que se refiere a los litigios o conflictos mercantiles, era la Audiencia que funcionaba en la
Casa de Contratació n (Sevilla, 1503), la que regulaba y controlaba el comercio con las Indias y
tenía, bajo su jurisdicció n, entender en las infracciones a las leyes respectivas. En 1511, el Rey
de Españ a limitó la competencia de este tribunal a los juicios civiles que surgían del comercio,
ampliá ndola, después, a todas las infracciones a sus ordenanzas.

En lo que a la materia comercial especialmente compete, en el Virreinato del Río de La Plata


regían disposiciones contenidas en el Libro IX de las Leyes de Indias, y se aplicaban también el
Consulado del Mar, las Ordenanzas de Burgos y las del Bilbao. La administració n y aplicació n
de las leyes mercantiles estaban a cargo de las audiencias.
La importancia que tenía el comercio europeo hizo que el grupo profesional de los
comerciantes se reuniera en Consulados, y que los monarcas les reconocieran el privilegio de
juzgar los pleitos derivados del ejercicio de su actividad, constituyendo un verdadero fuera de
excepció n o de profesió n.

Cuando se habilitó el trá fico mercantil hacia los puertos de Buenos Aires y Montevideo, por
una cédula real del añ o 1794, se creó el Consulado de Buenos Aires, con una noble funció n, ya
que entendía en la jurisdicció n de asuntos litigiosos referida a los pleitos mercantiles y, a su
vez, cumplía con las funciones administrativas de direcció n y ejercicio del poder de policía de
comercio, así como fomentaba el trá fico mercantil hacia y desde la Península, y aun dentro de
los territorios indianos.

El comercio era netamente subjetivo, ya que só lo podían ejercerlo los comerciantes inscriptos
en dicho Consulado.

Al producirse la independencia en 1810, y como consecuencia natural de no poder sustituir la


totalidad de la legislació n vigente, siguió rigiendo la legislació n comercial anterior, aunque
con diversas modificaciones introducidas por leyes y decretos de los gobiernos patrios –como
por ejemplo las dictadas por la Asamblea del Añ o XIII que crearon la matrícula de
comerciantes nacionales–.

El Consulado de Comercio, por su parte, pasó a llamarse Registro de Comerciantes.

El Código de Comercio Argentino

En 1856, el denominado Estado de Buenos Aires, que se encontraba separado de la


Confederació n, encomendó al jurista uruguayo Eduardo Acevedo la tarea de proyectar un
Có digo de Comercio, lo cual fue cumplido, con la colaboració n del Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield.
El antecedente para la confecció n del proyecto lo constituyeron los có digos de Brasil, Españ a y
Holanda, aunque los autores reconocen algunas normas inspiradas en los có digos de Francia y
Portugal.

El proyecto de Có digo de Comercio del Estado de Buenos Aires fue aprobado y sancionado en
1858, e inmediatamente, promulgado por el Poder Ejecutivo.

Se componía de 1748 artículos y siete disposiciones transitorias. Ademá s, se dividía en cuatro


libros referidos a las personas del comercio; las obligaciones y contratos, en general y
contratos del comercio; el derecho y las obligaciones que resultan de la navegació n y la
insolvencia de los comerciantes.

Reincorporado el Estado de Buenos Aires al resto de la Confederació n, muchas provincias


adoptaron su Có digo y, en 1862, el Congreso Nacional lo declaró vigente en toda la Nació n.

Posteriormente, en 1869, se sancionó el Có digo Civil, lo cual importó , en cierta forma, que se
hiciera necesaria una reforma del Có digo de Comercio, con el objeto de eliminar aquellos
aspectos referidos al Derecho Comú n que contenía dicho có digo, y también para poder
establecer concordancias y correlaciones entre ambas legislaciones, que en algunos puntos, se
superponían.

La primera reforma aplicada fue la del añ o 1889 –que entró en vigencia el 1° de mayo de
1890–. La misma, estableció el cuerpo legal de 1586 artículos, dividido en cuatro libros: 1) de
las personas de comercio; 2) de los contratos de comercio; 3) de los derechos y obligaciones
que resultan de la navegació n; y 4) de las quiebras.

Posteriormente, fueron numerosos los proyectos de reforma que pretendían la unificació n de


las materias civil y comercial. Sin embargo, solo uno de ellos fue el que prosperó , cuando en el
añ o 1986 la Cá mara de Diputados de la Nació n designó una comisió n especial con el objeto de
elaborar un Proyecto de Unificació n Legislativa Civil y Comercial.

El proyecto elaborado por la Comisió n de Juristas fue prontamente aprobado por la Cámara
de Diputados el 15 de julio de 1987, aunque sufrió una considerable demora en el Senado, el
cual encomendó su revisió n en una comisió n interna. Sin embargo, el 27 de noviembre de
1991 el proyecto fue definitivamente aprobado por el Poder Legislativo bajo el nú mero
24.032. El Poder Ejecutivo Nacional, mediante el decreto 2719 de fecha de 23 de diciembre de
1991, vetó el proyecto impidiendo, de ese modo, que fuera convertido en ley de la Nació n.

Dentro de las motivaciones expresadas por el P.E. pueden mencionarse: que desde los cuatro
añ os en que había ocurrido la media sanció n, las condiciones políticas y econó micas habían
variado, por ende el texto había perdido actualidad, ademá s de que el propó sito originario
había sido la unificació n de las obligaciones civiles y comerciales y, sin embargo, el
procedimiento utilizado fue derogar el Có digo de Comercio e incorporar todas las
instituciones allí previstas al Có digo Civil, manteniendo las previstas por leyes incorporadas al
ordenamiento derogado.

El nuevo Código Civil y Comercial (ley 26.994)

El 23 de febrero del añ o 2011, la entonces presidente de la repú blica, Cristina Ferná ndez de
Kirchner dictó el decreto 191/2011, mediante el cual creo la “Comisió n para la elaboració n
del proyecto de ley de reforma, actualizació n y Unificació n de los có digos civil y comercial de
la Nació n”.

La comisió n se integró con los señ ores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nació n,
doctores Ricardo Luis Lorenzetti, quien actuó como presidente, y Elena Highton de Nolasco y
la profesora Aída Kemelmajer de Carlucci.

El Poder Ejecutivo fundamentó la iniciativa legislativa sosteniendo que el sistema de derecho


privado, en su totalidad, había sido afectado en las ú ltimas décadas por relevantes
transformaciones culturales y modificaciones legislativas. En este sentido destacó la reforma
Constitucional del añ o 1994, con la consecuente incorporació n a nuestra legislació n de
diversos Tratados de Derechos Humanos, así como al interpretació n que la jurisprudencia
había efectuado con relació n a tal significativos cambios.
Luego de la labor de la Comisió n Bicameral y el trá mite legislativo posterior, finalmente el
có digo fue sancionado por la ley 26.994 y se dispuso su entrada en vigencia el 1° de agosto de
2015.

UNIDAD II

1. El DERECHO COMERCIAL: Concepto y Contenido. Ubicació n dentro del Derecho


Privado Patrimonial. El derecho Comercial como derecho del Comercio. El Derecho
Econó mico. El derecho de Empresas. Tendencias actuales del derecho Comercial.
Universalidad e integració n econó mica. Unidad y autonomía. El Có digo Civil y
Comercial y las normas que hacen a la materia mercantil. Fuentes y Principios del
derecho Comercial. Orden de prelació n de normas mercantiles.

El derecho comercial

El derecho mercantil puede definirse como el conjunto de normas y principios específicos que
regulan la actividad económica en el mercado y el tráfico de bienes y servicios en el mismo.

El contenido actual de dicho derecho está constituido por lo que suele llamarse la materia
comercial. En su origen, la expresió n materia de comercio sirvió para indicar las relaciones
litigiosas de competencia del fuero consular, tuvo, pues, un mero sentido jurisdiccional. Pero a
transformarse el cará cter personal del fuero mercantil en un fuero objetivo de los negocios
mercantiles, el derecho privilegiado de la clase de los comerciantes se transformó en el
derecho regulador de un conjunto de estados, situaciones y actividades y relaciones de hecho.
En consecuencia, constituye materia comercial todo supuesto de hecho al que la ley considera
mercantil.

En líneas generales, puede decirse que la normativa comercial comprende bá sicamente a: 1)


los sujetos mercantiles y sus estatutos, 2) la empresa y las operaciones que celebra: hechos,
actos, contratos, instrumentos y tecnologías, 3) la insolvencia y 4) el mercado y todas las
instituciones que se vinculan a su funcionamiento. [Sá nchez Cannavó ]

Ubicación en el derecho privado patrimonial

El derecho comercial constituye una rama del derecho privado patrimonial.

El derecho económico

La concepció n del derecho comercial como regulació n jurídica de la actividad econó mica en
masa pone en tela en juicio la denominació n de esta rama del derecho. Un nuevo nombre se
propone: derecho económico. Pero esta denominació n es criticada por la amplitud de su
significado.
Así, el derecho econó mico sería una nueva materia en la cual los elementos jurídicos, pú blicos
y privados se entrecruzar íntimamente. Esta transformació n de la economía se caracteriza por
la actividad creciente del Estado y otras corporaciones del Derecho Pú blico.

El elemento esencial de esta nueva concepció n lo constituye la empresa en una esfera


funcional determinada por una estructura de factores productivos, y como nuevo
protagonista del Derecho Comercial hasta fines del siglo XX.

El derecho de empresas

Se dice actualmente que el derecho comercial es el derecho de empresa.

El mérito de haber formulado la teoría que identifica al derecho mercantil con el derecho de
las empresas corresponde a Wieland. Este autor señ ala que la empresa –como organizació n de
los factores de producció n e intermediació n– está en el centro de la actividad econó mica
moderna, y por lo tanto, constituye el nú cleo central de las diversas actividades mercantiles.
Teniendo en cuenta que el sector de la actividad econó mica a la que se aplica el derecho
mercantil es el que coincide con el de la actividad econó mica organizada y realizada por una
empresa, el derecho mercantil es –concluye Wieland– el ordenamiento profesional de las
empresas mercantiles.

Las teorías que identifican al derecho comercial con empresa pueden clasificarse en tres
grupos: a) la que afirma, sin má s, la identificació n entre derecho mercantil y derecho de
empresa; b) la que lo define como el derecho de las empresas mercantiles, para así la salvar la
contradicció n en que incurre la tesis anterior, pues existen empresas que no son comerciales y
c) la que, para salvar la profunda objeció n que se puede oponer a las dos teorías anteriores,
mantiene no obstante la identificació n entre derecho mercantil y empresa pero formla un
concepto jurídico de ésta, distinto del econó mico.

Tendencias actuales del Derecho comercial

El Código Civil y Comercial y las normas que hacen a la materia mercantil

A partir del 1° de agosto de 2015, la estructura legislativa del derecho comercial, en la


Repú blica Argentina, queda conformada por el nuevo Código Civil y Comercial, sancionado por
la ley 26.994 y la siguiente legislació n complementaria bá sica: Ley de Prenda agraria n° 9644,
Ley de Propiedad Intelectual N° 11.723, Ley de Transferencia de establecimientos Comerciales e
Industriales N° 11.867, Ley de Arrendamientos y aparecerías rurales N° 13.246, Ley de Seguros
n° 17.418, Ley General de Sociedades N° 19.550, Ley de Servidumbre. Electroducto N° 19.552,
Ley de los aseguradores y su control N° 20.091, Ley de Corredores y Martilleros N° 20.266, Ley de
Asociaciones Mutuales N° 20.321, Ley de Cooperativas N° 20.337, Ley de Sociedades del Estado
N° 20.705, Ley de Entidades Financieras N° 21.526, Ley Orgánica de la Inspección General de
Justicia N° 22.315 y su complementaria, la ley N° 22.316, Ley de Marcas y Designaciones N°
22.362, Ley de Seguros. Productos asesor N° 22.400, Ley de Lealtad comercial N° 22.802, Ley de
Marcas y señas N° 22.939, Ley de Defensa del Consumidor N° 24.240, Ley de Inmuebles N°
24.441, Ley de Cheque N° 24.452, Ley de Patentes de inversión. Régimen y reglamentación. Texto
ordenado N° 24.481, Ley de Concursos y Quiebras N° 24.522, Ley de Títulos Valores. Privados.
Normatividad. Régimen N° 24.587, Ley de Factura de Crédito N° 24.760, Ley de Transporte.
Carga N° 24.921, Ley de Tarjetas de crédito. Régimen N° 25.065, Ley de Defensa de la
competencia N° 25.156, Ley de Leasing –aspectos impositivos– N° 25.248, Ley de Hábeas data.
Protección de los datos personales N° 25.326, Ley de Firma digital N° 25.506, Ley de Adopción.
Registro único N° 25.854, Ley de Garantías constitucionales. Libertad de expresión. Internet.
Búsqueda, recepción y difusión de información e ideas, entre otras N° 26.032.

Fuentes y principios. Orden de prelación de las normas mercantiles

Dentro de los elementos reguladores de una disciplina científica podemos encontrar: las
fuentes, las normas, las reglas y los principios.

Se entiende por fuentes de derecho a la forma de manifestarse de la norma jurídica. En forma


generalizada, se admite que existen al menos dos fuentes formales del derecho, cuales son la
ley y la costumbre. Sin embargo, existe autores que reducen todas las fuentes formales
exclusivamente a la ley, mientras que otros extienden la enumeració n incluyendo la
jurisprudencia, la doctrina de los autores, los principios generales del derecho, las leyes
extranjeras, la equidad, la analogía, y la naturaleza de los hechos.

En nuevo có digo habla de una pluralidad de fuentes, lo que lleva necesariamente a un diá logo
entre ellas. Por esta razó n, se ha dispuesto (art. 1°) que en esta materia deben tenerse en
cuenta la Constitució n, las leyes, los tratados de derechos humanos y la finalidad de la norma.
Asimismo, dispone que la ley debe ser interpretada (art. 2°) teniendo en cuenta sus palabras,
sus finalidades, las leyes aná logas, las disposiciones sobre derechos humanos, los principios y
los valores jurídicos de modo coherente con el ordenamiento. Finalmente, se establece el
deber del juez de resolver mediante una decisió n razonablemente fundada (art. 3°).

 La ley mercantil

Señ ala Fontanarrosa, en lo que se refiere a la ley mercantil, que la misma es la norma jurídica
emanada de los ó rganos competentes del Estado y destinada a regular la materia mercantil,
esto es, todos aquellos supuestos de hecho a los que la propia ley considera mercantiles en
cuanto ha sido dictada con el fin de regular principal y directamente dicha materia mercantil.

Resulta, entonces, evidente que la primera fuente del derecho mercantil es la ley mercantil, y
que ésta debíamos encontrarla, primeramente, hasta el 31 de julio de 2015 en el Có digo de
Comercio –posteriormente en el Có digo Civil y Comercial– y sus leyes complementarias, y Del
mismo modo, hemos concluido en que el cará cter mercantil de las normas debemos buscarlo
en su contenido y en las relaciones particulares que tienden a regular.

 Los usos, prácticas y costumbres mercantiles


Los usos, prá cticas y costumbres mercantiles son aquellas conductas generalizadas,
observadas en forma repetitiva por los comerciantes y empresarios de una determinada
plaza, o de un sector o rama determinados, en el ejercicio de su actividad econó mica
organizada, con el convencimiento de que responden a una necesidad jurídica para la
seguridad y celeridad del trá fico, vinculados con dicha actividad.

 Los principios del Derecho Comercial

Los principios han sido considerados como un conjunto de exigencias de índole axioló gica que
sirven de inspiració n y base a las prescripciones de los ordenamientos positivos; se refieren a
mandatos de optimizació n, pues obligan a que un bien o interés se proteja en cada caso y sea
realizado en la mayor medida posible. Se diferencias de las reglas que son normas de mandato
o simples mandatos que se cumplen o no dependiendo de cada caso, sin términos medios ni
conciliació n posible entre ellas en caso de que se contradigan.

Son principios del derecho:

 La buena fe. Dos acepciones se presentan de la buena fe: la buena fe creencia y


la buena fe probidad o lealtad . El CCyC consagra expresamente este principio
en su art. 9 que reza: «Principio de buena fe. Los derechos deben ser ejercidos de
buena fe.»

 La publicidad. Presenta dos diferentes visiones dentro de un mismo instituto,


cual es la transparencia y el conocimiento de la actividad comercial respecto
de terceros. Todo acto celebrado debe ser inscripto en el Registro Mercantil,
pues que recién allí se presume conocido por todos y resulta oponible a
terceros.

 La presunción de onerosidad. En materia de obligaciones comerciales la


onerosidad se presume –atento al fi de lucro que importa toda actividad
mercantil–. Ello resulta ló gico en la medida en que el obrar de los comerciantes
y empresarios no obedecen a una mera conducta desinteresada, sino que en
todo acto cumplido en el ámbito de una actividad comercial, es decir, en la
producció n intercambio o trá fico de bienes y servicios en el mercado, se
encuentra ínsito el fin de lucro.

 La apariencia. Como lo ha indicado Falzea, en los tiempos modernos, la


exigencia de hacer má s á giles las distintas formas de circulació n jurídica de los
bienes, ocasionada por la expansió n del comercio y del trá fico, así como por la
intensificació n del ritmo de las relaciones econó micas, ha impuesto una
protecció n reforzada de los terceros y, en sentido contrario, una menor
garantía de los derechos preexistentes y de las situaciones jurídicas
preconstituidas.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los ordenamientos jurídicos de los
diversos países iban creando, a través de reiteradas medidas legislativas,
excepciones cada vez má s numerosas a las reglas tradicionales. Alemania
elaboró conceptos y principios que fueron objeto de una coherente y
sistemá tica formulació n en la teoría de la apariencia.
 La confianza legítima. El nuevo Có digo Civil y Comercial de la Repú blica
Argentina ha incorporado el principio de la confianza legítima en el texto del
art. 1068, dentro del régimen de interpretació n de los contratos, señ alando
que “La interpretación debe proteger la confianza y la lealtad que las partes se
deben recíprocamente, siendo inadmisible la contradicción con una conducta
jurídicamente relevante, previa y propia del mismo sujeto.”
La doctrina ha señ alado que existe consenso en entender que la confianza es la
exigencia que se impone a todo aquel que con sus conductas o sus
manifestaciones de voluntad suscite en otro una razonable creencia con
respecto de ellas, estando obligado a no defraudar esa expectativa.

2. Materia Comercial, definició n. Sistemas subjetivos y objetivos: Situació n actual


La producció n, comercializació n y Contratació n Masiva. La intervenció n del Estado en
la Economía. La empresa pú blica. El derecho econó mico. El neoliberalismo, la
globalizació n y la desregulació n econó mica. Las regiones econó micas. El MERCOSUR.-

Materia comercial

El contenido actual de dicho derecho está constituido por lo que suele llamarse la materia
comercial. En su origen, la expresió n materia de comercio sirvió para indicar las relaciones
litigiosas de competencia del fuero consular, tuvo, pues, un mero sentido jurisdiccional. Pero a
transformarse el cará cter personal del fuero mercantil en un fuero objetivo de los negocios
mercantiles, el derecho privilegiado de la clase de los comerciantes se transformó en el
derecho regulador de un conjunto de estados, situaciones y actividades y relaciones de hecho.
En consecuencia, constituye materia comercial todo supuesto de hecho al que la ley considera
mercantil.

 Sistemas subjetivos y objetivos

El criterio subjetivo pone el acento en la calidad de comerciante, y considera que tanto la


persona como su actividad se regulan por un estatuto especial (mercantil). Histó ricamente se
localiza su origen en el medioevo, por cuanto era el derecho aplicable en la jurisdicció n
consular a las transacciones sobre mercaderías, cuando las persona que en ellas intervenían
eran comerciantes y miembros de la corporació n respectiva. Pronto se extendió la aplicació n
de este derecho a los comerciantes no pertenecientes a las corporaciones, es decir, el derecho
de los comerciantes.

El criterio objetivo, por otra parte, fue el acogido por el Có digo de Comercio francés de 1807.
Para este criterio el contenido del derecho comercial está determinado bá sicamente por la
índole del acto: el acto de comercio, y no quien lo ejecuta, da cará cter comercial a la actividad
desplegada, y por tanto, su sujeció n a la ley mercantil.
Este concepto objetivo fue el adoptado por el Acevedo y Vélez Sarsfield al momento de
redactar el có digo de 1862. De ahí la necesidad que advirtió nuestro codificador de enumerar
los actos que la ley declara comerciales, en el art. 8 del Có digo de Comercio, que dice: «1) Toda
adquisición a título oneroso de una cosa mueble o de un derecho sobre ella, para lucrar con su
enajenación, bien sea en el mismo estado que se adquirió o después de darle otra forma de
mayor o menos valor; 2) la transmisión a que se refiere el inciso anterior; 3) toda operación de
cambio, banco, corretaje o remate; 4) toda negociación sobre letras de cambio o de plaza,
cheques o cualquier otro género de papel endosable o al portador; 5) las empresas de fábricas,
comisiones, mandatos comerciales, depósitos o transportes de mercaderías o personas por agua
o por tierra; 6) los seguros y las sociedades anónimas, sea cual fuere su objeto; 7) los
fletamentos, construcción, compra o venta de buques, aparejos, provisiones y todo lo relativo al
comercio marítimo; 8) las operaciones de los factores, tenedores de libros y otros empleados de
los comerciantes, en cuanto concierne al comercio del negociante de quien dependen; 9) las
convenciones sobre salarios de dependientes y otros empleados de los comerciantes; 10) las
cartas de crédito, fianzas, prenda y demás accesorios de una operación comercial; 11) los demás
actos especialmente legislados en este Código.»

En la actualidad, las tendencias apuntan a un sistema predominantemente objetivo donde el


elemento referente es la actividad econó mica organizada.

La producción, comercialización y contratación masiva

La producción es el proceso de fabricar, elaborar u obtener productos. Es un sistema


compuesto por una entrada, proceso de transformació n de valor y una salida.

La entrada se compone de los insumos, que son las energías, los materiales, la mano de obra,
el capital y la informació n que la empresa utiliza para la producció n de los bienes y servicios,
que integran la salida.

Una vez producidos los bienes y servicios, se deberá estar encaminado a planificar, fijar
precios, promover y distribuir productos y servicios que satisfacen necesidades de los
consumidores actuales o potenciales. El sistema de comercialización entonces, se ocupa
tanto de analizar y estudiar las oportunidades de mercado, como de definir un plan de
actuació n dirigidos a establecer los medios necesarios para que sus oportunidades se
traduzcan en el cumplimiento de sus objetivos comerciales.

Una manera de lograr una colaboració n permanente para dicha comercializació n es a través
de la participació n de un distribuidor comercial.

Este contrato es definido como el acuerdo mediante el cual el fabricante o productor (llamado
distribuido) encarga a una empresa especializada en la comercializació n (llamada
distribuidor), la colocació n masiva de sus productos o servicios en una zona determinada, a
cambio de un margen obtenido de la reventa de los mismos que ha de realizar el segundo.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII se ha producido en Europa, sobre todo en
Inglaterra, el maquinismo, que favoreció el desarrollo de una comercializació n masiva de la
producció n.

El comerciante, que inicialmente fue un ambulante, y después, establecido en la ciudad, se


convirtió en un promotor del movimiento comercial, aparece ahora insertado en el proceso
productivo, como el empresario. Ha invertido su capital en la actividad productiva, y con la
introducció n de las má quinas la producció n se vuelve uniforme y en serio, soltá ndose al
mercado una gran masa de bienes y servicios.

Surge así una realidad nueva, que es la contratación masiva. Con frecuencia cada vez mayor
se aprecia una situació n real en la cual existe, de un lado, una masa de personas que tiene
similares necesidades de bienes y servicios y que requieren un instrumento jurídico que les
permita satisfacerlas rá pida y sostenidamente. Al otro lado, se encuentran los proveedores de
tales bienes y servicios que tienen una similar necesidad de colocar rá pida y continuamente
su producció n y que también requieren utilizar una herramienta jurídica idó nea para hacerlo.

Se pensó entonces en el contrato por adhesió n que, al colocar a una de las partes en la
alternativa de aceptar o rechazar íntegramente, sin posibilidad de discusió n, la oferta
formulada por la otra, permite mediante la formulació n de ofertas iguales celebrar
simultá neamente un sinnú mero de contratos iguales, con lo cual se lograba la celeridad
buscada.

La intervención del Estado en la economía.

Las teorías neoclá sicas y neoliberales sostiene que, si se deja actuar libremente a las leyes del
mercado, sin interferencia alguna del Estado, el sistema tiende a un equilibrio en que la
distribució n del ingreso correspondería a la aportació n de cada cual al proceso productivo.
Invocan, asimismo, al mercado como mecanismo espontá neo de asignació n del capital y
demá s recursos productivos, en funció n de la demanda y siempre que la competencia
funcione correctamente.

En su concepció n primigenia, el Estado no necesitaba intervenir para regular la producció n ni


la distribució n del ingreso, tampoco el trá fico mercantil, pues la libre iniciativa privada y la
competencia tendían continuamente a lograr la solució n má s adecuada desde el punto de vista
colectivo.

Pero aquello que en teoría resultaba perfecto, en la aplicació n directa al campo econó mico
trajo muchas veces desequilibrio, al resultar insuficiente el mercado para regular el régimen
total de la economía, afectando sensiblemente la movilidad social, a través del proceso de
concentració n del capital, distorsionando también el comercio.

Así es como no se admite la idea del Estado como totalmente prescidente en nuestros días.
Debe llegarse a un justo punto de equilibrio: la concepció n del Estado esencial, protagonista y
subsidiario. Surge entonces el principio de subsidiariedad estatal, concebido para delimitar la
actividad econó mica del Estado. En una forma primaria podemos esbozarlo sosteniendo que,
en virtud del mismo, el Estado solamente deberá cumplir aquellas funciones en que su
participació n resulta indispensable, correspondiendo las restantes ser ejercidas por el sector
privado.

Establecido entonces que el Estado, en mayor o menor medida, interviene en la economía y en


las relaciones econó micas que conforman el trá fico mercantil, mencionamos algunos
supuestos: materia societaria (ley 19.550), de seguros (ley 17.418), entidades financieras (ley
21.526), abastecimientos (ley 20.680), inversiones extranjeras (leyes 21.382 y 23.967),
defensa de la competencia (ley 25.156), promoció n industrial (leyes 14.781, 18.587, 20.560 y
21.608), ejerciendo sus facultades dentro de lo que se denomina acción regular legislativa.

La empresa pública. El derecho económico

La descentralizació n administrativa implica una distribució n de las competencias pú blicas


entre mú ltiples entidades administrativas independientes del poder central, con personalidad
jurídica propia y con un á mbito de competencia territorial o funcional exclusivo.

Uno de los instrumentos de descentralizació n que el Estado utiliza es el llamado fenó meno de
la empresa pública. La empresa pú blica una empresa que, como las comerciales, produce
bienes y servicios para su venta a un precio que debe cubrir aproximadamente su costo directo,
pero que son propiedad del Estado, o están ubicadas bajo su control.

Cuando nos referimos a empresa pú blica apuntamos al fenó meno del Estado como conductor
y titular de una organizació n destinada a la producció n o intercambio de bienes y servicios.
Diversas son las formas a través de las cuales el Estado desarrollo actividad mercantil, entre
las principales, las siguientes:

 Empresas del Estado. Reguladas por la ley 13.653, poseen personalidad jurídica propia,
su patrimonio reviste carácter estatal, se encuentran sujetas al control del Estado
nacional, causa injerencia en los derechos pú blico y privado, no pueden ser declaradas
en quiebra y su objeto consiste en la realizació n de actividades industriales o
comerciales o en la prestació n de servicios pú blicos de esa naturaleza.
 Sociedades de economía mixta. Reguladas por el decreto 15.349/46, son aquellas que
forma el Estado nacional, los Estados provinciales, las municipalidades o las entidades
administrativas autá rquicas, dentro de sus facultades legales, por una parte, y los
capitales privados, por la otra, para la explotació n de empresas que tengan por
finalidad la satisfacció n de necesidades de orden colectivo o la implantació n, el
fomento, o el desarrollo de actividades econó micas. Estas sociedades pueden ser
personas de derecho pú blico o de derecho privado, segú n sea la finalidad que se
proponga su constitució n.
 Sociedades del Estado. La ley 20.705 las define como aquellas en las que el Estado
nacional, los Estados provinciales, los municipios, los organismos legalmente
autorizados, con exclusió n de cualquier participació n de capitales privados,
constituyan, pudiendo ser unipersonales, sin que puedan transformarse en sociedades
anó nimas con participació n estatal mayoritaria, ni admitir, bajo cualquier modalidad,
la incorporació n de capitales privados.
 Sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria. Estas sociedades se
encuentran reguladas por los arts. 308 a 314 de la ley 19.550, y se caracterizan por ser
sociedades donde el Estado nacional, los Estados provinciales, los municipios, los
organismos estatales legalmente autorizados al efecto, o las sociedades anó nimas
sujetas a este régimen, sean propietarios en forma individual o conjunta de acciones
que presenten por lo menos el 51% del capital social y que sean suficientes para
prevalecer en las asambleas ordinarias y extraordinarias.
 Sociedades privadas donde el Estado es accionista. El decreto 196}72015 dispone que
los directores y funcionarios designados por, o a propuesta del Estado nacional o de
sus entidades, en los ó rganos sociales de las empresas y sociedades donde tenga
participació n en el capital social, son funcionarios pú blicos a los efectos de la
delimitació n de su responsabilidad y respecto de los actos realizados en el ejercicio de
sus funciones, con las exclusiones previstas en mencionado decreto.

El neoliberalismo, la globalización y la desregulación económica

La globalizació n es un proceso de interacció n e integració n entre la gente, las empresas y los


gobiernos de diferentes naciones que ha influido en la construcció n de esta nueva mirada.

Advierten los estudiosos en la materia que la ola actual de globalizació n ha adquirido un gran
impulso debido a las políticas que han abierto economías internas e internacional. Durante los
añ os de la Segunda Guerra Mundial, muchos gobiernos han adoptado sistemas econó micos de
libre mercado, lo cual ha aumentado ampliamente su potencial productivo y creando nuevas
oportunidades para el comercio y la inversió n en el plano internacional. Se produce entonces
una desregulació n econó mica.

Los gobiernos también han negociado dramá ticas reducciones de las barreras comerciales y
han suscrito acuerdos internacionales para promover el comercio de bienes, servicios e
inversió n Para sacarle partido a las nuevas oportunidades en los mercados extranjeros, las
corporaciones han construido fá bricas en el exterior y establecido acuerdos de producció n y
comercializació n con sus socios extranjeros. Por lo tanto, una característica decisiva de la
globalizació n es una estructura industrial y comercial financiera en el ámbito internacional,
que genera un mercado y un á mbito de coexistencia global.

Las regiones económicas

Las regiones econó micas se definen a partir de acuerdos o intercambios comerciales entre
países, del tipo de economía o del grado de desarrollo socioeconó mico. Un claro ejemplo de
regió n es el llamado MERCOSUR.

El MERCOSUR (Mercado Comú n del Sur) es un proceso de integració n regional instituido


inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay al cual en fases posteriores se han
incorporado Venezuela y Bolivia, esta ú ltima en proceso de adhesió n.
Desde su creació n tuvo como objetivo principal propiciar un espacio comú n que generara
oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integració n competitiva de las
economías nacionales al mercado internacional.

3. EL DERECHO COMERCIAL POSITIVO ARGENTINO: Organizació n legislativa y á reas


comprendidas. Aná lisis bá sico de la Constitució n Nacional con relació n al Derecho
Comercial. El Contenido de los derechos constitucionales Econó micos. La protecció n
constitucional del Consumidor. La protecció n Constitucional del Ambiente. El derecho
de Propiedad.

Organización legislativa y áreas comprendidas

Una de las clasificaciones del derecho positivo má s frecuente es la que distingue entre derecho
público y derecho privado, segú n la fuente creadora (el Estado o las partes), segú n el interés
protegido (general o particular), segú n la naturaleza del sujeto que integra la relació n jurídica
(persona jurídica pú blica o particulares), segú n las relaciones que se manifiesten sean de
subordinació n o coordinació n.

Las ramas del derecho pú blico son:

 Derecho constitucional
 Derecho administrativo
 Derecho financiero
 Derecho penal
 Derecho ambiental
 Derecho internacional pú blico

Las ramas del derecho privado, por otra parte, son:

 Derecho laboral
 Derecho rural
 Derecho civil
 Derecho comercial
 Derecho internacional privado

En lo que al derecho mercantil respecta, éste se subdivide en las siguientes ramas


especializadas:

 Derecho bancario. Aquel que regula el ejercicio de los bancos y otras entidades
financieras similares.
 Derecho concursal. Que contiene las normas sustantivas y procesales en todo lo
referente a deudas y acreedores.
 Derecho contractual. Aquel que tiene que ver con los contratos, las obligaciones y
derechos adquiridos de manera voluntaria al firmar un documento.
 Derecho societario. También llamado derecho de sociedades o derecho corporativo, se
ocupa de los sujetos empresariales y sus formas de asociació n.
 Derecho de propiedad industrial. Aquel que defiende el ejercicio productivo, la
creatividad industrial y el modo en que operan, se fundan y crecen las actividades
industriales.
 Derecho cambiario. Vinculado con la normativa de títulos de valores, acciones e
inversiones.
 Derecho marítimo. Aquel que regula el intercambio de bienes y servicios entre países
y/o regiones, mediante la marina mercante.

Análisis básico de la Constitución Nacional con relación al Derecho Comercial

La Constitució n Nacional es la ley fundamental que organiza a nuestro país. Dentro de los
derechos que reconoce se encuentran:

Los derechos de las personas:

 Derecho a la vida.
 Derecho a la integridad física.
 Derecho a la libertad.
 Derecho de peticionar a las autoridades.
 Derecho de votar y ser votado.
 Derecho de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino.
 Derecho de usar y disponer de la propiedad.
 Derecho de publicar libremente sin censura previa.
 Derecho de enseñ ar y aprender.

Los derechos del trabajador:

 Tener condiciones dignas de trabajo.


 Jornada limitada.
 Descanso y vacaciones pagados.
 Retribució n justa.
 Salario mínimo, vital y mó vil.
 Protecció n contra el despido arbitrario.

Los derechos de los gremios:

 Hacer convenios colectivos de trabajo.


 Ejercer el derecho de huelga.

Los derechos de la seguridad social:

 Seguro social obligatorio.


 Jubilaciones y pensiones mó viles.

Los derechos que protegen a la familia:

 Acceso a una vivienda digna.


 Compensació n econó mica familiar.
Derecho a tener un medio ambiente sano. Derechos que protegen a ancianos, personas
con discapacidad, mujeres e indígenas. Derechos de los consumidores.

Así también, nuestra Constitució n reconoce algunas garantías, que son los mecanismos que la
misma da a todos los habitantes para proteger sus derechos. Entre ellas podemos mencionar:

 Nadie puede ser arrestado sin orden escrita de la autoridad correspondiente.

 Debe respetarse siempre la defensa en juicio.

 El domicilio y la correspondencia son inviolables y nadie puede revisarlos sin orden


de un juez.

 El há beas corpus: protege la libertad de las personas cuando está amenazada de forma
ilegal por una autoridad.

 El há beas data: protege los datos personales cuando son usados sin el consentimiento
de la persona.

 La acció n de amparo: protege los derechos de las personas cuando es urgente tener
una decisió n judicial que termine con un acto ilegal.

La protección constitucional del Consumidor

El derecho del consumidor es un sistema de normas, principios, instituciones y medios


instrumentales –de derecho pú blico y privado– que tienen por objeto proteger al consumidor
en las relaciones de consumo y que atraviesan transversalmente todas las ramas del derecho
imponiendo su impronta en cada una de ellas en aquellos casos en los cuales se presenten
aspectos vinculados con relaciones de consumo. El derecho del consumidor es un derecho,
consagrado por el ordenamiento jurídico, que pretende procurar al consumidor una posició n
de equilibrio dentro del mercado en sus relaciones con sus proveedores de bienes y servicios
en forma masiva.

Con la reforma introducida en la Constitució n Nacional argentina en el añ o 1994 en el art. 42


de dicho cuerpo normativo se incluyó una norma específica referida a la protecció n de los
consumidores.

En efecto, el art. 42 de la misma, señ ala: «Art. 42.- Los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e
intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a
condiciones de trato equitativo y digno.

Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la


defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los
monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos, y a la
constitución de asociaciones de consumidores y de usuarios.
La legislación establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos, y
los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la
necesaria participación de las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias
interesadas, en los organismos de control»

Entendieron, en el debate que tuvo lugar en la Convenció n Constituyente, que estos derechos
tienen que ser respetados, no só lo por los empresarios y por los proveedores sino también
por el Estado, que es el responsable del cumplimiento y de la consagració n de estos derechos.

Se consagraron entonces con rango constitucional, en materia de derechos del consumidor,


los siguientes derechos:

 El derecho de protecció n de la salud, seguridad e intereses econó micos de todo


consumidor.
 El derecho a una informació n adecuada y veraz.
 El derecho a la libertad de elecció n
 El derecho a un trato equitativo y digno.

La protección constitucional de Ambiente

El derecho de los recursos naturales es el que regula las relaciones del hombre con la
naturaleza y el derecho ambiental es el que regula las relaciones del hombre con el ambiente.

El art. 41 del texto constitucional vigente dispone que: «Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley.

Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los


recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad
biológica, y a la información y educación ambientales.

Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las
jurisdicciones locales.

Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de


los radiactivos.»

En la misma línea, el art. 43 señ ala que:

- Toda persona puede interponer acció n expedita y rá pida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial má s idó neo, contra todo acto u omisió n de autoridades
pú blicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o
amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos
por esta Constitució n, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisió n lesiva.
- Podrá n interponer esta acció n contra cualquier forma de discriminació n y en lo
relativo a los derechos que protegen el ambiente, a la competencia, al usuario y al
consumidor, así como los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el
defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas
conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organizació n

- Toda persona podrá interponer esta acció n para tomar conocimiento de los datos a
ella referidos y de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos pú blicos, o
los privados destinados a proveer informes, y en caso de falsedad o discriminació n,
para exigir la supresió n, rectificació n, confidencialidad o actualizació n de aquellos. No
podrá afectarse el secreto de las fuentes de informació n periodística.

El derecho de propiedad

Se encuentra consagrado en nuestra Constitució n en el art. 17, que reza: «La propiedad es
inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia
fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública, debe ser calificada por ley y
previamente indemnizada. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan en el
Artículo 4º. Ningún servicio personal es exigible, sino en virtud de ley o de sentencia fundada en
ley. Todo autor o inventor es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento, por el
término que le acuerde la ley. La confiscación de bienes queda borrada para siempre del Código
Penal argentino. Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna
especie.»

UNIDAD III

1. EL COMERCIANTE. Antecedentes. Situació n en el Có digo Civil y Comercial de la


Nació n. Obligados y excepciones. Modo de llevar la contabilidad. Registros
indispensables. Requisitos para ser llevados en legal forma. Aspecto material de la
contabilidad. Valor probatorio de los registros. Exhibició n de los libros y registros.

El comerciante

El Có d. de Comercio definía al comerciante de forma general y particular en su art. 2, que


decía: “Se llama en general comerciante, toda persona que hace profesión de la compra o venta
o venta de mercarías. En particular se llama comerciante, el que compra y hace fabricar
mercaderías para vender por mayor o menor. Son también comerciantes los libreros, merceros y
tenderos de toda clase que venden mercancías que no han fabricado.”

Con la reforma introducida por la ley 26.994 que condujo a la unificació n de las materias civil
y comercial, se elimina el concepto de comerciante, dando a entender que hubiera
desaparecido. No obstante, a partir de lo mencionado en el artículo 320, que refiere a los
obligados a llevar contabilidad y estados contables, se puede armar una definició n del
comerciante. De este modo, es comerciante todo sujeto que realiza una actividad
económicamente organizada o que son titulares de una empresa o establecimiento comercial,
industrial, agropecuario o de servicios.

Obligados y excepciones

En lo que a los obligados a llevar contabilidad refiere, el art. 33 del Có digo de Comercio
derogado establecía que los que profesaran el comercio, contraían, por ese mismo derecho, la
obligació n de someterse a todos los actos y formas establecidas en la ley mercantil. Entre
estos actos se encontraban, la inscripció n en un registro pú blico, de la matrícula como de los
documentos exigidos; la obligació n de seguir un orden uniforme de contabilidad y de tener los
libros necesarios a tal fin; la conservació n de la correspondencia, así como de los libros de la
contabilidad; y la obligació n de rendir cuentas.

El Có digo Civil y Comercial, por su parte, los establece en el art. 320. El mismo dispone que
están obligados a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y quienes realizan
una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento
comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Así también, cualquier otra persona puede
llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de
los libros.

Quedan excluidas de las obligaciones previstas en dicha norma, las personas humanas que
desarrollan profesiones liberales (ej. abogados) o actividades agropecuarias y conexas no
ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades
dirigidas a la transformació n o a la enajenació n de productos agropecuarios cuando está n
comprendidas en el ejercicio normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de
llevar contabilidad de actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente
sujetar a tales deberes segú n determine cada jurisdicció n local.

Modos de llevar contabilidad

El Có digo Civil y Comercial en su art. 321 regula el modo de llevar la contabilidad: «ARTICULO
321.- Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre una base uniforme
de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse, de
modo que se permita la individualización de las operaciones y las correspondientes cuentas
acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo
cual debe archivarse en forma metódica y que permita su localización y consulta.»

De la presente norma legal, se entiende que la contabilidad debe ser clara, de modo que
permita conocer rá pida y fácilmente la situació n de la actividad que se desarrolla. También
debe ser veraz y exacta; esto es, no debe falsear ni ocultar ninguna circunstancia referente a la
situació n patrimonial de la empresa, y debe expresar, con la mayor aproximació n posible, los
valores que integran los diversos rubros.

Finalmente, los criterios de valoració n deben responder a una base uniforme porque es el
ú nico modo en que el análisis de la informació n puede ú til para efectuar comparaciones o
comprender la relatividad de los valores involucrados; lo cual se vincula también con el
principio de contabilidad ú nica.

Los asientos deben respaldarse con la documentació n respectiva, todo lo cual debe archivarse
en forma metó dica y que permita su localizació n y consulta.

Registros indispensables

«ARTICULO 322.- Registros indispensables. Son registros indispensables, los siguientes:

a) diario;
b) inventario y balances;
c) aquellos que corresponden a una adecuada integración de un sistema de
contabilidad y que exige la importancia y la naturaleza de las actividades a
desarrollar;
d) los que en forma especial impone este Código u otras leyes.»

Tal como lo expresaba el art. 45 del Có digo de Comercio derogado, y se ratifica en el nuevo
Có digo en el libro Diario se asentará n día por día, y segú n el orden en que se vayan
efectuando, todas las operaciones que se realicen, letras u otros cualesquiera papeles de
crédito que se libraran, recibieren, afianzaren o endosaren y en general, todo cuanto recibiere
o entregare de su cuenta o de la ajena, por cualquier título que fuera, de modo que cada
partida manifieste quién es el acreedor y quien es deudor en la negociació n a que se refiere.

Las partidas de gastos domésticos basta asentarla en forma global en la fecha en que salieron
de la caja.

Si se lleva un registro de Caja, no es necesario que siente en el registro del Diario de pagos que
hace o recibe en dinero efectivo. En tal caso, el registro Caja se considera parte integrante del
registro Diario.

El registro de Inventarios, por su parte, se abrirá con la descripció n exacta del dinero, bienes
muebles y raíces, créditos y cualquiera especie de valores que formen el capital del titular de
empezar su giro.

Requisitos para ser llevados en legal forma

El art. 323 del nuevo Có digo establece que el interesado debe llevar su contabilidad mediante
la utilizació n de libros y que debe presentar debidamente encuadernados, para su
individualizació n en el Registro Pú blico correspondiente.

Tal individualizació n consiste en anotar, en el primer folio:

- nota fechada y firmada de su destino


- el nú mero de ejemplar
- el nombre de su titular
- el nú mero de folios que contiene
El Registro debe llevar una nó mina alfabética, de consulta prá ctica, de las personas que
solicitaran rubricació n de libros o autorizació n para llevar los registros contables de otra
forma, de la que surgen los libros que les fueron rubricados y, en su caso, de las autorizaciones
que se les confieren.

«ARTICULO 324.- Prohibiciones. Se prohíbe:

a) alterar el orden en que los asientos deben ser hechos;


b) dejar blancos que puedan utilizarse para intercalaciones o adiciones entre los asientos;
c) interlinear, raspar, emendar o tachar. Todas las equivocaciones y omisiones deben
salvarse mediante un nuevo asiento hecho en la fecha en que se advierta la omisión o el
error;
d) mutilar parte alguna del libro, arrancar hojas o alterar la encuadernación o foliatura;
e) cualquier otra circunstancia que afecte la inalterabilidad de las registraciones.»

En lo que a la forma de llevar los registros refiere, los libros y registros contables deben ser
llevados en forma cronoló gica, actualizada, sin alteració n alguna que no haya sido
debidamente salvada. También deben llevarse en idioma y moneda nacional.

Deben permitir determinar al acierre de cada ejercicio econó mico anual la situació n
patrimonial, su evolució n y sus resultados.

Los libros y registros del art. 322 deben permanecer en el domicilio de su titular (art. 325).

Aspecto material de la contabilidad

La contabilidad puede ser observada desde un primer aspecto, formal, que mira al lado
obligacional de la contabilidad y se limita a determinar qué libros se habrá de llevar, có mo han
de ser llevados y el valor que tienen sus asientos de prueba.

Por otro lado, también se puede mirar desde un aspecto material, que determina los
presupuestos ordenadores del modo en que ha de ser establecido el resultado econó mico de
la empresa; es decir, es el conjunto de reglas de interpretació n del sistema contable en general
y de las partidas concretas que lo integran.

Conforme a lo dispuesto por el art. 327 del CCyC, en el Diario se deben registrar todas las
operaciones relativas a la actividad de la persona que tienen efecto sobre el patrimonio,
individualmente o en registros resumidos que cubran períodos de duració n no superiores al
mes. Estos resú menes deben surgir de anotaciones detalladas practicadas en subsidiarios, los
que deben ser llevados en las formas y condiciones establecidas en los arts. 323, 324 y 325. A
su vez, también señ ala que en el registro o Libro Caja y todo otro diario auxiliar que forma
parte de sistema de registraciones contables integra el Diario y deben cumplirse las
formalidades establecidas para el mismo.

Al cierre del ejercicio, quien lleva la contabilidad obligada o voluntaria debe confeccionar sus
estados contables, que comprenden como mínimo un estado de situació n patrimonial y un
estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventarios y balances. (art. 326,
CCyC)

La comprobació n del inventario y balance suministra informació n sobre la situació n


econó mica existente al cierre del ejercicio, es decir, en relació n con la magnitud y la
composició n de los activos de la empresa –inversió n de su capital– y los pasivos –deudas y su
capital propio–.

El balance es, entonces, como sostiene Fontanarrosa, una relació n ordenada, un cuadro
sintético, resumen del inventario, en el que se expresa el estado econó mico de una empresa y
los resultados de su explotació n en un momento determinado; o, de otra forma, segú n
sostiene Pietro Onida, un sistema de valores constituido por dos partes: el estado activo y
pasivo, denominado también estado patrimonial o inventario patrimonial, y la cuenta de
ganancias y pérdidas, cuya finalidad es determinar la situació n patrimonial de la empresa y
los resultados de la explotació n, en un momento dado, pudiendo conocer el capital efectivo, la
composició n del activo y del pasivo, la solvencia de la empresa, conforme a sus rubros, y los
resultados de la explotació n.

El titular, previa autorizació n del Registro Pú blico de su domicilio, puede:

 sustituir uno o má s libros, excepto el de Inventarios y Balances, o alguna de sus


formalidades, por la utilizació n de ordenadores u otros medios mecá nicos,
magnéticos o electró nicos que permitan la individualizació n de las operaciones y de
las correspondientes cuentas deudoras y acreedoras y su posterior verificació n;
 conservar la documentació n en microfilm, discos ó pticos u otros medios aptos para
ese fin.

La petició n que se formule al Registro Pú blico debe contener una adecuada descripció n del
sistema, con dictamen técnico de Contador Pú blico e indicació n de los antecedentes de su
utilizació n. Una vez aprobado, el pedido de autorizació n y la respectiva resolució n del
organismo de contralor, deben transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.

La autorizació n só lo se debe otorgar si los medios alternativos son equivalentes, en cuanto a


inviolabilidad, verosimilitud y completitud, a los sistemas cuyo reemplazo se solicita.

Por ú ltimo, cabe preguntarse por cuá nto tiempo deben conservarse los libros, documentos y
registros. El siguiente artículo responde a ello: «ARTICULO 328.- Conservación. Excepto que
leyes especiales establezcan plazos superiores, deben conservarse por diez años:

a. los libros, contándose el plazo desde el último asiento;


b. los demás registros, desde la fecha de la última anotación practicada sobre los
mismos;
c. los instrumentos respaldatorios, desde su fecha.

Los herederos deben conservar los libros del causante y, en su caso, exhibirlos en la forma
prevista en el artículo 331, hasta que se cumplan los plazos indicados anteriormente.»
Valor probatorio de los registros

«ARTICULO 330.- Eficacia probatoria. La contabilidad, obligada o voluntaria, llevada en la


forma y con los requisitos prescritos, debe ser admitida en juicio, como medio de prueba.

Sus registros prueban contra quien la lleva o sus sucesores, aunque no estuvieran en forma, sin
admitírseles prueba en contrario. El adversario no puede aceptar los asientos que le son
favorables y desechar los que le perjudican, sino que habiendo adoptado este medio de prueba,
debe estarse a las resultas combinadas que presenten todos los registros relativos al punto
cuestionado.

La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio


contra otro sujeto que tiene contabilidad, obligada o voluntaria, éste no presenta registros
contrarios incorporados en una contabilidad regular.

Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo
considera necesario, otra supletoria.

Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se
hallan con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este
medio de prueba y proceder por los méritos de las demás probanzas que se presentan.

Si se trata de litigio contra quien no está obligado a llevar contabilidad, ni la lleva


voluntariamente, ésta sólo sirve como principio de prueba de acuerdo con las circunstancias del
caso.

La prueba que resulta de la contabilidad es indivisible.»

Exhibición de los libros y registros

En lo que se refiere al régimen de exhibició n, el Có digo Civil y Comercial de la Nació n restringe


fuertemente la exhibició n, en protecció n de la confidencialidad.

Ningú n tribunal ni autoridad puede efectuar de oficio pesquisas tendientes a determinar si los
comerciantes llevan sus libros arreglados a derecho excepto lo establecido y dispuesto en
leyes especiales –por ejemplo, en las normas tributarias; cuestiones penales; entre otras–.

Solo puede ser requerida su exhibició n a instancia de parte, o de oficio cuando tengan relació n
con el asunto de que se trate. En este sentido el Có digo indica que los procesos en los cuales se
puede decretar dicha exhibició n:

 juicios de sucesió n
 todo tipo de comunió n
 contratos asociativos
 sociedades
 administració n por cuenta ajena
 liquidació n, concurso o quiebra
En lo que respecta al lugar de exhibició n, el có digo señ ala que la prueba sobre la contabilidad
debe realizarse en el domicilio del titular, necesariamente.

2. EL REGISTRO PÚ BLICO. Antecedentes. Régimen del Có digo de Comercio. Estado actual


del Registro Pú blico en el Có digo Civil y Comercial de la Nació n. Organizació n del
Registro Pú blico. Facultades del registrador y efectos de la inscripció n.

El registro público

El registro mercantil es un instrumento de publicidad legal, de forma que los hechos y actos
jurídicos en él inscriptos se supone que son conocidos por todos y, contrariamente, los hechos
y actos que deben ser inscriptos, pero cuya inscripció n se omite, se consideran que son
desconocidos por los terceros, salvo en algunas excepciones donde tal régimen de
conocimiento puede ser suplido por un acceso directo a la informació n, por parte de los
interesados.

Antecedentes

El origen de esta institució n de los registros mercantiles puede encontrarse en el carácter


corporativo que, histó ricamente, ha tenido el derecho comercial de modo tal que,
tradicionalmente, se imponía a los comerciantes la obligació n de estar matriculados en el libro
de cada corporació n a la cual éstos pertenecieran. Tenía la finalidad exclusivamente de
delimitar, tanto interna como externamente, quiénes eran comerciantes, por el interés
corporativo existente de proteger al grupo.

Régimen del Código de Comercio

Cuando el legislador debió regular el régimen del Registro Pú blico de Comercio al


sancionarse el Có digo de Comercio Argentino, estableció en el art. 34 que en cada Tribunal de
Comercio ordinario habría un Registro Pú blico de Comercio, a cargo del respectivo secretario,
que sería responsable de la exactitud y legalidad de sus asientos.

Mediante la ley 14.769, y en el á mbito de la Capital Federal, se modificó esta estructura


organizativa con la creació n de un Jugado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial del
Registro que tendría en forma exclusiva a su cargo el Registro Pú blico de Comercio. Bajo este
régimen se desenvolvieron las inscripciones hasta el añ o 1890 cuando, el 31 de octubre, se
sancionó la ley 22.315 referida a la organizació n de la Inspecció n General de Justicia. Esta ley,
atribuyó al organismo administrativo nuevas funciones en materia registral, comprendiendo
el ejercicio de las funciones del Registro Pú blico de Comercio, así como la fiscalizació n de las
sociedades por acciones, de las constituidas en el extranjero en ciertos supuestos, de las de
capitalizació n y ahorro, asociaciones civiles y fundaciones.

El régimen de los diversos Registros Pú blicos de Comercio existentes en nuestro país hasta la
sanció n de la ley 26.994 quedó librado a las jurisdicciones de cada provincia.

Estado actual del registro público en el CCyC


La ley 26.994 derogó el Có digo de Comercio, y por ende los arts. 34 a 42 de ese cuerpo legal
que creaban y regulaban el Registro Pú blico de Comercio. Ello implica la desaparició n de este
registro, el cual no es reemplazado de forma expresa.

Sin embargo, el legislador del nuevo Có digo menciona en innumerables oportunidades al


Registro Pú blico:

 En el art. 323, al referirse a los libros de contabilidad.


 En el art. 329, cuando menciona la petició n de sustitució n de mecanismos de registros
contables.
 En el art. 1448, cuando señ ala que no debe inscribirse en el Registro Pú blico el
contrato asociativo de ‘negocio en participació n’.
 En el art. 1455, donde menciona la inscripció n del contrato y del representante de la
unió n transitoria en el Registro Pú blico.
 En el art. 1473, que establece la inscripció n en el Registro Pú blico del Contrato
Asociativo de Consorcio de Cooperació n.
 En el art. 1669 cuando establece la inscripció n del contrato de fideicomiso en el
Registro Pú blico.
 En las reformas introducidas a los arts. 5 y 6 de la Ley General de Sociedades 19.550.

Organización del Registro Público

Con la sanció n de la ley 22.315, se atribuye a la Inspección General de Justicia (IGJ) las
funciones competentes al Registro Pú blico de Comercio, así como también la fiscalizació n de
las sociedades por acciones, excepto la de las sometidas a la Comisió n Nacional de Valores, de
las constituidas en el extranjero; de las sociedades que realizan operaciones capitalizació n y
ahorro; y de las asociales civiles y fundaciones.

La IGJ es un organismo dependiente del Ministerio de Justicia y Derecho Humanos de la


Nació n, que depende, a su vez, del Poder Ejecutivo Nacional. Las funciones que ejerce son
indelegables y se complementan con las realizadas en otras jurisdicciones por los organismos
registrales de las distintas provincias.

En Entre Ríos, las funciones atinentes al Registro Pú blico le competen a la Dirección General
del Notariado, Registro y Archivo, dependiente del Ministerio de Gobierno y Justicia.

Se trata del organismo provincial entrerriano encargado de la publicidad jurídica e inscripció n


de los derechos reales sobre inmuebles ubicados en territorio de la Provincia de Entre Ríos,
como así también de la publicidad jurídica e inscripció n de otras situaciones jurídicas que
afectan a las personas, incluyendo el registro de Juicios Universales (sucesiones, quiebras,
concursos preventivos), todo lo referido al Registro Pú blico de Comercio (inscripció n de
comerciantes y sociedades) y la Inspecció n de Registros Pú blicos y Notariales en el Archivo de
Protocolos Notariales.

La Direcció n de Notariado, a su vez, divide el ejercicio de las dichas funciones en dos


organismos: el Registro de Propiedad y la Dirección de Inspección de Persona Jurídica.
Facultades del registrador y efectos de la inscripción

Las facultades del registrador se encuentran vinculadas a sus obligaciones, tales como:

- Efectuar el examen de los documentos cuya inscripció n se solicita.


- Calificar dichos documentos bajo su responsabilidad.
- Verificar la competencia y facultades de quien los autorice o suscriba.
- Verificar el cumplimiento de las formas extrínsecas.
- Verificar la capacidad y legitimació n de los otorgantes y la validez del contenido de
dichos documentos.
- Examinar si han sido cumplidos los preceptos legales de cará cter imperativo.

En lo que a los efectos de la inscripció n concierne, por regla general las inscripciones en el
registro tienen efectos meramente declarativos, es decir que se da publicidad por medio de la
inscripció n a actos y hechos cuya validez ha surgido fuera del registro.

Del mismo modo, la inscripció n produce el efecto de la ficció n legal de que los hechos y los
actos inscriptos en el registro son conocidos por todos, bajo el presupuesto de que el registro
es pú bico y que, por lo tanto, cualquier ciudadano puede recurrir a él para verificar los
asientos.

Finalmente, el efecto de la registració n apunta a la oponibilidad a terceros de los actos


inscriptos en legal forma, en su faz positiva, y en la negativa, a la inoponibilidad de los actos
que debieron inscribirse y cuya registració n se omitió por parte del interesado.

3. LOS AGENTES AUXILIARES DE LA ACTIVIDAD COMERCIAL. Situació n actual. a)


Corredor. Concepto y características principales. b) Martillero: régimen nacional y
provincial, el remate, concepto y funciones. Derechos y deberes de la actividad.
Inscripciones. Sociedades. Libros. c) Despachante de aduana. Concepto. Requisitos y
régimen legal aplicable. d) Agentes de seguros. Concepto y características. e) Agentes
de los mercados de valores. Características principales.

Los agentes auxiliares de la actividad comercial

El empresario –individual o colectivo– naturalmente no puede cumplir con su cometido ni


puede desplegar ni desarrollar su actividad econó mica organizada en forma exclusivamente
personal, y cuenta –histó ricamente– con un serie de colaboradores que, en mayor o menor
medida, y con un grado mayor o menor de dependencia, lo asisten en el manejo de la empresa
o del establecimiento. Estos colaboradores eran los denominados agentes auxiliares del
comercio.

La funció n de estos agentes auxiliares eran facilitar la realización de operaciones mercantiles


entre el comerciante y el público en general. Lo que los diferencia de los comerciantes es que
éstos encuentran su actividad limitada a una clase o categoría ú nica de actos.

Corredor
El corredor es la persona que de modo autó nomo, profesional e imparcial media entre la
oferta y la demanda para facilitar la celebració n de contratos.

Conforme al artículo 1345 del nuevo Có digo Civil y Comercial de la Nació n habrá contrato de
corretaje cuando una persona –que puede ser tanto humana como jurídica– denominada
corredor, se obliga ante otra, a mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios,
sin tener relación de dependencia o representación con ninguna de las partes.

Nota caracterizante del corredor es que no asume representació n o mandato, ni gestió n de las
partes que intervienen en el negocio, pues ello afectaría la neutralidad que hace ú til su
mediació n.

Para ser corredor se requieren las siguientes condiciones habilitantes (ley 20.266, modificada
por ley 25.580):

 Ser mayor de edad y no estar comprendido en ninguna de las inhabilidades del


artículo 2° de la ley respectiva.
 Poseer título universitario expedido o revalidado en la repú blica, con arreglo a las
reglamentaciones vigentes y que al efecto se dicten.

Quien pretenda ejercer la actividad de corredor deberá inscribirse en la matrícula de la


jurisdicció n correspondiente. En el ejercicio de su profesió n el corredor está facultado para:

 Poner en relació n a dos o má s partes para la conclusió n de negocios sin estar ligado a
ninguna de ellas.
 Informar sobre el valor venal o del mercado de bienes que pueden ser objeto de actos
jurídicos.
 Recabar directamente de las oficinas pú blicas, bancos y entidades oficiales y
particulares, los informes y certificados necesarios para el cumplimiento de sus
deberes.
 Prestar fianza por una de las partes.

Martillero

Los martilleros o rematadores son sujetos que se dedican a la realizació n de subastas, las que
a su vez podrá n ser voluntarias –privadas– o judiciales –pú blicas–.

Como se ha definido en doctrina y jurisprudencia, el remate o subasta es la venta pú blica,


propuesta de viva voz y concluida con la persona que ofrece mejor precio, lo que se determina
por un golpe de martillo. Este golpe pone fin a la puja y define al comprador. Por su parte, las
‘subastas pú blicas’ son las ordenadas en los procesos de ejecució n forzada de los bienes del
deudor, y se diferencian de las ventas por remate que se efectú an en procesos voluntarios por
acuerdo de los dueñ os.

Para ser martillero se requieren las siguientes condiciones habilitantes (ley 20.266,
modificada por ley 25.580):
 Ser mayor de edad y no estar comprendido en ninguna de las inhabilidades del
artículo 2° de la ley respectiva.
 Poseer título universitario expedido o revalidado en la repú blica, con arreglo a las
reglamentaciones vigentes y que al efecto se dicten.

Los martilleros deben inscribirse en la matrícula correspondiente a la jurisdicció n en que


hubieran de desempeñ arse, constituyendo una garantía real o personal a la orden del
organismo que tenga a su cargo en el control de la matrícula.

o Obligaciones
- Llevar los libros que se establecen legalmente.
- Comprobar la existencia de los títulos invocados por el legitimado para disponer el bien a
rematar.
- Convenir por escrito con el legitimado para disponer del bien, los gastos del remate y la
forma de satisfacerlos, condiciones de venta, lugar de remate, modalidades del pago del
precio y demá s instrucciones relativas al acto.
- Anunciar los remates con la publicidad y datos necesarios.
- Realizar el remate en la fecha, hora y lugar señ alados colocando en lugar visible una bandera
con su nombre, y en su caso, el nombre, denominació n o razó n social d ela sociedad a que
pertenezcan.
- Explicar en voz alta, antes de comenzar el remate, en idioma nacional con precisió n y
claridad, los caracteres, condiciones legales, cualidades del bien y gravá menes que pesaren
sobre el mismo.
- Aceptar la postura cuando se efectuare de viva voz.
- Suscribir con los contratantes y previa comprobació n de identidad, el instrumento que
documenta la venta, en el que constará n los derechos y obligaciones de las partes. El
instrumento se redactará en tres ejemplares y deberá n ser debidamente sellados.
- Exigir y percibir del adquirente, en dinero efectivo, el importe de la señ a o cuenta del precio,
en la proporció n fijada en la publicidad, y otorgar los recibos correspondientes.
- Efectuar la rendició n de cuentas documentada y entregar el saldo resultante dentro del
plazo de cinco días, salvo convenció n en contrario.
o Derechos
- Cobrar una comisió n conforme a los aranceles aplicables a la jurisdicció n.
- Percibir del vendedor el reintegro de los gastos del remate, convenidos o realizados.
- Percibir su comisió n si iniciada la tramitació n del remate, el martillero no lo llevare a cabo
por causas que no le fueran imputables.
o Inscripciones

Dice el art. 3 de la ley 20.266 al respecto, que quien pretenda ejercer la actividad de martillero
deberá inscribirse en la matrícula de la jurisdicció n correspondiente, cumplimentando para
ello los siguientes requisitos:

a) poseer el título previsto en el inciso b) del artículo 1º;


b) Acreditar mayoría de edad y buena conducta;
c) Constituir domicilio en la jurisdicció n que corresponda a su inscripció n.
d) Constituir una garantía real o personal y la orden del organismo que tiene a su cargo el
control de la matrícula, cuya clase y monto será n determinados por éste con cará cter
general;
e) Cumplir los demá s requisitos que establezca la reglamentació n local.
o Sociedades

Los martilleros pueden constituir sociedades de cualquiera de los tipos previstos en la ley
19.550, excepto cooperativas, con el objeto de realizar exclusivamente actos de remate.

En las sociedades que tengan por objeto la realizació n de actos de remate, el martillero que lo
lleve a cabo y los administradores o miembros del directorio de la sociedad, será n
responsables ilimitada, solidaria y juntamente con ésta por los dañ os y perjuicios que
pudieren ocasionarse como consecuencia del acto de remate. Estas sociedades deben efectuar
los remates por intermedio de martilleros matriculados, e inscribirse en registros especiales
que llevará el organismo que tenga a su cargo la matrícula.

o Libros

En lo que hace al régimen de contabilidad, los martilleros y sociedades de martilleros tienen la


obligació n de llevar libros rubricados por el Registro Pú blico de su jurisdicció n bajo los
siguientes lineamientos:

 Diario de entradas, donde se asentará n los bienes que recibieren para su venta, con
indicació n de las especificaciones necesarias para su debida identificació n el nombre y
apellido de quien confiere el cargo, por cuenta de quien han de ser vendidos y las
condiciones de su enajenació n.
 Diario de salidas, en el que se mencionará n día por día las ventas, indicando por cuenta
de quién se han efectuado, quién ha resultado comprador, precio y condiciones de
pago y demá s especificaciones que se estimen necesarias.
 De cuentas de gestión, que documente las realizadas entre el martillero y cada uno de
sus comitentes.

Del mismo modo, los martilleros deben archivar por orden cronoló gico un ejemplar de los
documentos que se extiendan con su intervenció n, en las operaciones que se realicen por su
intermedio.

Despachante de aduana

Son despachantes de aduana las personas humanas que, en las condiciones en el Có digo
Aduanero, realizan en nombre de otros, ante el servicio aduanero, trá mites y diligencias
relativos a la importació n, la exportació n y demá s operaciones aduaneras.

Es requisito indispensable para desempeñ arse como despachante de aduana, inscribirse en el


Registro de Despachantes de Aduana, para lo cual el interesado deberá :
 Ser mayor de edad, ser persona capaz, y estar inscripto en el Registro Pú blico como
persona humana que desarrolla actividad econó mica organizada.
 Haber aprobado estudios secundarios completos y acreditar conocimientos
específicos en materia aduanera.
 Acreditar domicilio real.
 Constituir domicilio especial en el radio urbano en la aduana en la que hubiere de
ejercer su actividad.
 Acreditar la solvencia necesaria y otorgar a favor de la Administració n Nacional de
Aduanas una garantía en seguridad de fiel cumplimiento de sus obligaciones.
 No debe haber sido condenado por delitos aduaneros.

Los despachantes de aduana, ademá s de las obligaciones prescriptas en los arts. 320 y
siguientes del CCyC, llevará n un libro rubricado por la aduana donde ejercieren su actividad,
en el cual hará n constar el detalle de todas sus operaciones, obligaciones tributarias pagadas o
pendientes de pago, importe de las retribuciones percibidas, y cualquier otra anotació n que
exigiere la Administració n Nacional de Aduanas. Cuando el libro rubricado fuere llevado con
un atraso mayor a 45 o 60 días, o no se cumpliere con las exigencias establecidas en el art.
325, los despachantes de aduana incurrirá n en falta y será n sancionados –mediante
apercibimiento, suspensió n de hasta dos añ os o eliminació n del Registro de Despachantes de
Aduana–.

Agentes de seguros

La ley 22.400 regula la actividad de intermediació n mediante la cual se promueve la


concertació n de contratos de seguros, asesorando a asegurados y asegurables.

La actividad de intermediació n puede ejercerse segú n las siguientes modalidades de


actuació n:

- Productor asesor directo: persona física que realiza las tareas indicadas en el art. 1° de
la ley 22.400 y las complementarias previstas en la ley.
- Productor asesor organizador: persona física que se dedica a instruir, dirigir o asesorar
a los productores y asesores directos que formen parte de una organizació n.

Para el ejercicio de la actividad de productor asesor, los interesados deberá n hallarse


inscriptos en el Registro de Productores Asesores de Seguros a cargo de la Superintendencia
de Seguros de la Nació n.

Para inscribirse se requieren las siguientes condiciones:

 Tener domicilio real en el país.


 No encontrarse incurso en las inhabilidades previstas por la ley.
 Acreditar competencia ante la Comisió n instituida por la ley mediante examen.
 Abonar el derecho de inscripció n determinado por la autoridad de aplicació n.

Agentes de los mercados de valores


La ley 17.811 fue reemplazada en la actualidad por la ley 26.831 denominada Ley de Mercado
de Valores, en la cual se mencionan y regulan un sinnú mero de agentes registrados, y que se
trata de personas humanas o jurídicas autorizadas por la Comisió n Nacional de Valores para
su inscripció n dentro de los registros correspondientes creados por la citada comisió n, para
abarcar las actividades de negociació n, de colocació n, distribució n, corretaje, liquidació n y
compensació n, custodia y depó sito colectivo de valores negociables, las de calificació n de
riesgos, y todas aquellas que, a criterio de la Comisió n Nacional de Valores, corresponda
registrar para el desarrollo del mercado de capitales.

Entre ellos cabe mencionar:

 Agentes de negociación. Son sociedades autorizadas a actuar como intermediarios de


mercados incluyendo bajo competencia del organismo cualquier actividad vinculada y
complementaria que éstos realicen.
 Agentes productores de agentes de negociación. Desarrollan actividades de difusió n y
promoció n de valores negociables bajo responsabilidad de un agente de negociació n
registrado.
 Agentes de colocación y distribución. Desarrollan canales de colocació n y distribució n
de valores negociables.
 Agentes de corretaje. Se trata de personas humanas registradas ante la Comisió n
Nacional de Valores para poner en relació n a dos o má s partes para la conclusió n de
negocios sobre valores negociables, sin estar ligadas a ninguna de ellas.
 Agentes de liquidación y compensación. Son personas jurídicas registradas ante la
Comisió n Nacional de Valores para intervenir en la liquidació n y compensació n de
operaciones con valores negociables registradas en el marco de mercados, incluyendo
bajo su jurisdicció n cualquier actividad que éstas realicen.
 Agentes de administración de productos de inversión colectiva. Se trata de sociedades
gerentes de la ley 24.083, a los fiduciarios financieros de la ley 24.441 y sus
modificaciones y a las demá s entidades que desarrollen similares funciones y que, a
criterio de la Comisió n Nacional de Valores, corresponda registrar en este cará cter
para su actuació n en el marco del funcionamiento de los productos de inversió n
colectiva.
 Agentes de custodia de productos de inversión colectiva. En este caso son personas
jurídicas registradas ante la Comisió n Nacional de Valores para actuar en dicho
cará cter en los productos de inversió n colectiva.
 Agentes de depósito colectivo. Son entidades registradas ante la Comisió n Nacional de
Valores para recibir depó sitos colectivos de valores negociables.
 Agentes de calificación de riesgos. Entidades registradas ante dicha comisió n para
prestar servicios de calificació n de valores negociables, y de otro tipo de riesgos,
quedando bajo competencia de la Comisió n Nacional de Valores las actividades afines
y complementarias compatibles con el desarrollo de ese fin.
Para actuar como agentes los sujetos deberá n contar con la autorizació n y registro de la
Comisió n Nacional de Valores, y deberá n cumplir con las formalidades y requisitos que para
cada categoría establezca la misma.

La petició n de autorizació n debe presentarse ante la Comisió n Nacional de Valores, quien se


expedirá en el término de veinte días há biles de recibida. La decisió n será notificada al
presentante, quien en caso de respuesta desfavorable podrá impugnarla dentro del término
de diez días há biles.

En caso que la Comisió n Nacional de Valores deniegue la autorizació n para la inscripció n en el


registro, el solicitante puede interponer los recursos previstos en las leyes aplicables. La
solicitud denegada só lo puede reiterarse luego de transcurridos dos añ os después de haber
quedado firme la pertinente resolució n.

o Características

-Incumplimiento. El incumplimiento de cualquiera de los requisitos, condiciones y


obligaciones reglamentados por la Comisió n Nacional de Valores, dará lugar a la suspensió n
preventiva sin perjuicio de la eventual aplicació n de las sanciones previstas en el art. 132 de la
ley 26.831.

-Publicidad de los registros. La Comisió n Nacional de Valores deberá publicar los registros,
detallando las distintas categorías donde los agentes se encuentren registrados.

-Secreto. Los agentes registrados deben guardar secreto de las operaciones que realicen por
cuenta de terceros así como de sus nombres.

-Autenticidad. La firma de un agente registrado da autenticidad a todos los documentos en


que haya intervenido.

-Responsabilidad. El agente de negocios es responsable ante el mercado por cualquier suma


que dicha entidad hubiese abonado por su cuenta.

-Régimen disciplinario. Los agentes registrados quedan sometidos a la competencia


disciplinaria exclusiva de la Comisió n Nacional de Valores, a la cual los mercados deberá n
denunciar toda falta en que incurrieren.

UNIDAD IV

1. LA EMPRESA. Concepto y contenido. Realidad econó mica y forma jurídica. Elementos.


Factor cuantitativo de la empresa. Empresa, establecimiento y hacienda. Filial,
sucursal y agencia. La conservació n de la empresa en virtud del Có digo Civil y
Comercial de la Nació n (art. 1010).

La empresa
La empresa, en definitiva, no es má s que un conjunto de elementos de la más variada condición
y naturaleza, los cuales bajo un régimen de organización –establecido por el empresario– se
afectan funcionalmente a una determinada actividad económica, consistente en la producción,
comercialización o intercambio de bienes y servicios para el mercado.

La empresa es, entonces, un resultado de la actividad creativa del empresario, y tiene por
características fundamentales la organización y la actividad, en la medida que la suma de
elementos está ticos o diná micos que la componen adquieren, a través de dicha organización
funcional, una entidad mayor, y un valor superior y distinto al que representan el conjunto de
los mismos por su sola suma.

Integran la empresa de esa forma, los bienes materiales, los inmateriales, las relaciones
laborales, los derechos, el personal, la clientela, la inserció n o participació n en determinados
mercados, las funciones de producció n y comercializació n, la capacitació n, las expectativas de
ganancias y beneficios, entre otros.

Realidad económica y forma jurídica

En los países industriales de Occidente la empresa privada ha sido el principal instrumento de


desarrollo econó mico y cambio social, desde la revolució n industrial hasta nuestros días.

Ahora bien, nuestro régimen jurídico no ha reconocido a la empresa como un nuevo sujeto de
derecho, como tampoco el ordenamiento mercantil se ha referido a la empresa en forma
categó rica, atribuyéndole dicho carácter. Por el contrario, cada vez que ha existido referencia
a ese concepto, se ha buscado relacionarlo con un sistema organizativo del cual dispone el
empresario, o comerciante, para la utilizació n de los diversos elementos de los que se vale en
el ejercicio de su actividad profesional.

La empresa, en definitiva, no es má s que un conjunto de elementos de la má s variada


condició n y naturaleza, los cuales bajo un régimen de organizació n –establecido por el
empresario– se afectan funcionalmente a una determinada actividad econó mica, consistente
en la producció n, comercializació n o intercambio de bienes y servicios para el mercado.

Integran la empresa de esa forma, los bienes materiales, los inmateriales, las relaciones
laborales, los derechos, el personal, la clientela, la inserció n o participació n en determinados
mercados, las funciones de producció n y comercializació n, la capacitació n, las expectativas de
ganancias y beneficios, entre otros.

Por lo expuesto, la empresa constituye un objeto de derecho el cual conforma una


universalidad de hecho.

Elementos

Son tres los elementos constitutivos de la empresa: el humano, el material y el organizativo.


El elemento humano está formado por el conjunto de
personas que trabajan en la empresa o que está n
directamente relacionadas con ella. Así, los dueñ os o
accionistas, los directivos y los trabajadores.

Los dueños o accionistas de la empresa son quienes han


aportado el capital de las empresas. Su papel es
diferente en pequeñ as y grandes empresas. En las
grandes, los accionistas só lo aportan dinero y a cambio
esperan recibir beneficios. En las pequeñ as, los dueñ os
ademá s de poner el dinero, suelen llevar toda la direcció n. Los directivos son los que toman las
decisiones de la empresa. En las grandes empresas reciben un salario a cambio de esta
funció n, y pueden ser despedidos si no hacen bien su trabajo. En las pequeñ as empresas, los
directivos suelen ser los dueñ os. Los trabajadores, por su parte, son los encargados de llevar
toda la producció n a cambio de un salario. Vivimos en la sociedad del conocimiento, y no cabe
duda de que los trabajadores y los directivos son elementos clave de toda empresa

El elemento material está constituido por los elementos tangibles de una empresa. Se
distingue el capital no corriente –que refiere a los elementos permanentes que van a estar
durante un largo tiempo en la empresa y que permiten a la empresa realizan su actividad:
instalaciones, má quinas, equipos informá ticas, mobiliario, etc.– y el capital corriente –
compuesto por los elementos de la empresa que está n en continuo movimiento: las materias
primas, el dinero en caja o en los bancos, etc.–

Y por ú ltimo, el elemento inmaterial, que engloba a todos los elementos intangibles que tienen
gran importancia para la empresa. Dentro de ellos la organizació n, la cultura y la imagen.

La organización es un ente social identificable que persigue objetivos mú ltiples, a través de


actividades y relaciones coordinadas entre objetos y personas. Cuando una actividad
determinada es organizada y continua, y presenta cierto grado de homogeneidad, estamos en
presencia de una organizació n. Combina los elementos anteriores para desarrollar la
actividad de la empresa de forma eficaz. Se determina el producto que se va a fabricar, la labor
de cada trabajador, compras a realizar, se organiza la cadena de producció n, etc.

La cultura por otra parte, se compone de los valores y creencias de una empresa que marcan
cuá les van a ser las pautas de comportamiento de los miembros de la empresa. La imagen es la
forma en la que mundo exterior ve a la empresa. Refiere no solo al nombre de la marca o el
logotipo, sino también al eslogal y a todo tipo de aspectos visuales, como los colores y la
manera de comportarse o de vestir a los trabajadores.

El entorno es todo aquello que rodea a la empresa y que, por tanto, le afecta. Se diferencia el
entorno general del específico. El primero está formado por aquellas circunstancias que
afectan a todas las empresas en general como son los aspectos culturales, tecnoló gicos,
políticos, etc. mientras que el segundo es aquel que afecta de manera má s directa a una
empresa concreta como son los proveedores, clientes, competencia, etc.
Factor cuantitativo de la empresa

En ocasiones, es conveniente clasificar los elementos de un aná lisis (factores) en dos


categorías: cuantitativo y cualitativo. El primero podría ser considerado como una exposició n
estadística de la compañ ía. En ella se incluirían todas las cosas ú tiles de la cuenta de pérdidas
y ganancias, el balance y otra informació n específica como las unidades producidas, su coste y
precio, la capacidad de producció n, las peticiones que no se pueden atender, etc. Todos estos
datos pueden subclasificarse en estas categorías: (1) capitalizació n, (2) beneficios y
dividendos, (3) activos y pasivos y (4) estadísticas operativas.

Por otra parte, los factores cualitativos se centran en asuntos como la naturaleza del negocio;
la posició n de la compañ ía dentro de su industria, sus características físicas, geográ ficas y
operativas, el carácter de su directiva; y, finalmente, las perspectivas de la compañ ía, de su
industria y de los negocios en general.

Empresa, establecimiento y hacienda

El término hacienda como elemento integrante de la empresa desde el punto de vista de las
ciencias jurídicas se define como todos los bienes materiales, inmateriales, derechos, recursos,
deudas y obligaciones que posee la empresa para desempeñ ar su actividad lucrativa. El
Có digo Civil italiano, en su art. 2555, la define como el conjunto de los bienes organizados por
el empresario para el ejercicio de la empresa.

Las denominaciones de establecimiento mercantil, fondo de comercio y hacienda son


utilizados como sinó nimos. Lo mismo surge de la identificació n de conceptos del artiuclado de
la ley 11.867 de Transferencia de Fondo de Comercio.

Si bien econó micamente el concepto de fondo de comercio puede llegar a confundirse con el
de la empresa, jurídicamente la diferencia es neta.

La empresa es una organizació n macroeconó mica que ordena los factores de la producció n
con fines de lucro. El establecimiento mercantil es un unidad econó mica-comercial de la que
se vale la empresa para cumplir sus fines. Mientras que el concepto de empresa es un
concepto diná mico, es decir, es la hacienda en movimiento, el concepto de hacienda, por el
contrario, es un concepto está tico que comprende el conjunto de bienes organizados por el
empresario para el ejercicio de la empresa.

Filial, sucursal y agencia

Las filiales son sociedades que son jurídicamente independientes de la sociedad madre
(porque cada una tiene su propia personalidad jurídica y su propio patrimonio) pero es
econó micamente dependientes de ella (porque la casa madre tiene una cantidad de acciones
suficientes como para poder imponer sus decisiones sobre ella)

Una sucursal, en cambio, es un establecimiento secundario que depende de una casa central.
La dependencia de la sucursal es jurídica (porque la sucursal no tiene personalidad jurídica
propia) y también econó mica (porque tampoco tiene patrimonio propio), es decir depende
jurídica y econó micamente de la casa central.

Una agencia es simplemente una oficina administrativa que no está habilitada para realizar
negocios. Solamente está habilitada para administrar los negocios que ya han sido celebrados
por la empresa o también puede facilitar la celebració n de nuevos negocios. Generalmente las
agencias de viajes son el mejor ejemplo, reciben pedidos o administran los negocios ya
realizados por las empresas.

La conservación de la empresa en virtud del CCyC

En lo que hace al nuevo Có digo Civil y Comercial de la Nació n, el articulado menciona


expresamente a la empresa en los siguientes artículos:

- Art. 320 en materia de contabilidad y estados contables.


- Art. 275, inc. j) en materia de poderes y facultades para constituir uniones transitorias
de empresas y agrupaciones de colaboració n empresaria.
- Art. 1010, materia de pactos de herencia futura y la conservació n de la unidad de la
gestió n empresarial.
- Art. 1093 en materia de contratos de consumo donde se alude a la empresa
productora.
- Art. 1479 y ss. cuando refieren al contrato de agencia, donde una parte es empresario.
- Art. 1502 sobre el contrato de concesió n –organizació n empresarial–.
- Art. 2073 sobre los conjuntos inmobiliarios –parque empresariales–.
- Art. 2299 en la ejecució n de prenda de cosas hay una referencia a las Cámaras
Empresariales.
- Art. 2333 en materia sucesoria –la oposició n del heredero que participó en la
explotació n de la empresa a la partició n del establecimiento que constituye una
unidad econó mica–
- Art. 2337, la norma que establece que debe evitarse la divisió n de las empresas en la
masa hereditaria.

2. FONDO DE COMERCIO. Concepto, naturaleza y composició n del fondo de comercio.


Á mbito comprendido. Trámite. Derechos y deberes de las partes. Relaciones con los
terceros, especialmente acreedores del transmitente. Usufructo, locació n y
pignoració n del fondo de comercio.

Fondo de Comercio

El fondo de comercio es una entidad mercantil que reú ne el domicilio y el patrimonio que el
comerciante afecta a su actividad comercial; el patrimonio comprende tanto los bienes
materiales (capital, instalaciones y otros) como los inmateriales (clientela, marcas, derechos
intelectuales, valor llave).

En doctrina mucho se ha debatido acerca de la naturaleza jurídica del fondo de comercio.


Antiguamente existió , ciertamente, alguna resistencia admitir el concepto de universalidad en
el fondo de comercio, pues se conservaban resabios de la denominada teoría atomista o
atomicista, que surgió como reacció n frente a una concepció n unitaria, negando la existencia
de la hacienda comercial, desde el punto de vista jurídico, y afirmando la autonomía de los
elementos que la componen, desconociendo la relevancia de su particular ensamble.

En la actualidad ya no se discute respecto del cará cter de universalidad que reú ne el instituto.
Desde la perspectiva tomada por Vitolo, el fondo de comercio constituye una universalidad de
derecho, en la medida que se trata en el establecimiento comercial o mercantil, de un conjunto
de bienes sometidos a relaciones jurídicas activas y pasivas propias que son transferidas
juntamente con la titularidad del fondo, por una parte, y una universalidad de hecho, ya que se
trata de reconocer que la hacienda comercial o mercantil constituye un bien en sí mismo,
resultando diferente de los bienes singulares que lo componen, pudiendo ser objeto de diferentes
negocios jurídicos.

En lo que a la composició n del mismo respecta, reza el art. 1° de la ley 11.867 de


Transferencia de Establecimientos Comerciales e Industriales: «Declárase elementos
constitutivos de un establecimiento comercial o fondo de comercio, a los efectos de su
transmisión por cualquier título: las instalaciones, existencias en mercaderías, nombre y enseña
comercial, la clientela, el derecho al local, las patentes de invención, las marcas de fábrica, los
dibujos y modelos industriales, las distinciones honoríficas y todos los demás derechos derivados
de la propiedad comercial e industrial o artística.»

La enumeració n es meramente ejemplificativa. Así, podemos distinguir los siguientes


elementos:

 Nombre y enseña. El nombre comercial es el nombre o el signo con el que se designa


una actividad con fines de lucro o sin ellos; enseñ a por su parte es el signo distintivo,
cartel, letrero, que identifica al establecimiento y que debe transferirse con él.
 Derechos intelectuales. La marca es un bien inmaterial destinado a distinguir un
producto de otro, y que otorga a su titular un derecho absoluto de uso, y a oponerse a
su supresió n del producto. Las patentes de invenció n consisten en descubrimientos o
nuevas invenciones que se encuentran protegidas por la ley, con el objeto de fomentar
la actividad creativa aplicable a los procesos industriales. Finalmente, los modelos y
diseñ os industriales son las formas o el aspecto incorporados o aplicados a un
producto industrial, que le confieran carácter ornamental. Todos ellos son bienes
inmateriales de los que se vale el empresario para la explotació n de su empresa, y
deben registrarse en la Direcció n Nacional de la Propiedad Industrial.
 El derecho al local. El derecho al local es un elemento constitutivo en cuanto todo
establecimiento mercantil requiere un lugar físico para el desarrollo de la actividad
que le es inherente, pero ello no implica su necesaria transferencia en cuanto esta
pudiera depender de un tercero.
 Instalaciones y mercaderías. En concepto de instalaciones la ley ha considerado el
elemento material destinado al funcionamiento del negocio, como maquinarias,
muebles y ú tiles, sistemas incorporados a la producció n y comercializació n,
automotores, teléfonos, equipos de administració n y lo que en materia contable se
denominan bienes de uso, se encuentran o no adheridos al inmueble.
Por mercaderías debe interpretarse las materias primas, productos terminados y, en
general, los que se conocen por ‘bienes de cambio’.
 Clientela. Es el conjunto de personas que, atraídas por las mercaderías o servicios que
presta el negocio, concurren a éste y comercian a él.
 Valor llave. El valor llave o avivamiento es la actitud de la empresa para producir el
fin econó mico buscado con su creació n y, en la medida en que se cumpla, valoriza el
fondo de comercio.
Forman parte del valor llave las utilidades percibidas; las pérdidas sufridas para poner
en marcha el negocio o la empresa, que después redundará n en beneficios; el crédito
de que goza el establecimiento; la fama o nombradía ante el pú blico; constituyendo
una determinació n genérica de elementos de los que no puede hacerse una
enumeració n exhaustiva porque, en cada caso, puede presentarse en un factor distinto
capaz de traducirse en un valor apreciable.
 Otros elementos. Siguiendo a Fontanarrosa, podemos sostener que cuando el art. 1°
de la ley 11.867 se refiere a todos los demá s derechos derivados de la propiedad
comercial, industrial o artística, alude a los derechos derivados de la propiedad
literaria y artística regidos por la ley 11.723, es decir, todo lo relativo a los escritos de
toda naturaleza y extensió n, las obras dramá ticas, composiciones musicales,
cinematográ ficas, coreográ ficas, obras de dibujo, pintura, arquitectura, impresos,
planos, mapas, etc. y toda producció n científica, literaria, artística o didáctica.

Trámite

Existen dos sistemas procedimentales para la transferencia de fondos de comercio: la


transferencia privada y la transferencia por subasta pública.

o Transferencia privada

El art. 3° de la ley 11.867 establece que el enajenante entregará , en todos los casos, al
presunto adquirente, una nota firmada enunciativa de los créditos adeudados, con nombre y
domicilio de los acreedores, monto de los créditos y fechas de vencimientos, si los hay.

Una vez entregada la nota y suscripta el boleto de compraventa, deberá procederse a publicar
avisos, durante cinco días en el Boletín Oficial de la Capital Federal o provincia respectiva, y en
uno o má s diarios o perió dicos del lugar en que funcione el establecimiento.

A partir de la ú ltima publicació n, y por un plazo de diez días, los acreedores que se
consideraran afectados por la transferencia podrá n notificar su oposició n al comprador en el
domicilio denunciado en la publicació n, o al rematador o escribano que intervengan en el acto,
reclamando la retenció n del importe de sus respectivos créditos y el depó sito en cuenta
especial, en el banco correspondiente, de las sumas necesarias para el pago. El acreedor que
no formule la oposició n en tiempo y forma, no pierde el derecho a percibir su crédito, pero no
queda beneficiado por el régimen de protecció n establecido por la ley 11.867.
El comprador, rematador o escribano deberá n efectuar esa retenció n y el depó sito, y
mantenerla por el término de veinte días, a fin de que los presuntos acreedores puedan
obtener el embargo judicial sobre dichos fondos.

El documento de transmisió n del establecimiento solo podrá suscribirse transcurridos los


diez días contados a partir de la ú ltima publicació n de los avisos de ley, sin que hubiere
mediado oposició n, o cumpliéndose, si se hubiera producido con los depó sitos respectivos, o
el otorgamiento de las cauciones de la ley y, en ese caso, podrá otorgarse el documento de
venta el que, para producir efecto con relació n a terceros, deberá extenderse por escrito e
inscribirse, dentro de los diez días, en el Registro Pú blico de Comercio o en un registro
especial creado al efecto.

Si la solicitud de inscripció n de la transferencia se formula dentro de los diez días de otorgado


el acto, ella tendrá efecto retroactivo al día en que fuera instrumento el contrato de
transferencia. Si, contrariamente, se presentare con posterioridad al plazo mencionado, frente
a terceros só lo será oponible a partir de la fecha de su definitiva inscripció n.

o Transferencia por remate

De conformidad con lo establecido por el art. 10 de la ley 11.867, en los casos en que la
enajenació n se realice bajo la forma ventad en block o fraccionadas de las existencias en
remate pú blico, el martillero deberá , previamente, levantar el inventario y anunciar mediante
la publicació n por cinco días, en el Boletín Oficial de la Capital Federal o provincia respectiva,
y en uno o má s diarios o perió dicos del lugar en que funcione el establecimiento, debiendo
indicarse la clase y ubicació n del negocio, nombre y domicilio del vendedor al cual deben
efectuarse las oposiciones.

Del mismo modo, también se encuentra obligado a respetar el plazo de diez días, para la
oposició n por parte de los acreedores, y disponer del régimen de depó sito y de plazo fijado
para la transferencia privada, en los casos de que se le notificara oposició n.

En el supuesto caso en que el producto del remate no resulte suficiente para cubrir la suma a
retener, el rematador depositará en el banco destinado a recibir los depó sitos judiciales, en
cuenta especial, el producto total de la subasta, previa deducció n de la comisió n y gastos que
no podrá n exceder el quince por ciento de ese producto.

Derechos y deberes de las partes

- Derecho de uso y goce del local en el cual funciona el establecimiento


No es condició n necesaria que el titular del fondo de comercio fuera, a su vez, titular
del dominio del inmueble en el cual dicho fondo desarrollaba su actividad, sino que
bastaba con que éste tuviera el derecho de uso y goce sobre el bien.

- Obligación de no concurrencia
Esta cláusula de no establecimiento, no concurrencia o no competencia, refiere a que
siendo la obligació n de no volver a establecerse en la vecindad propia de la naturaleza
del contrato de transferencia de un fondo de comercio, aunque ello no se exprese en el
instrumento de obligació n implícita en toda transmisió n la abstenció n de
restablecerse, por parte del enajenante, ya sea personal o indirectamente, en forma
que pueda significar competencia desleal o desviació n de la clientela del
establecimiento enajenado.

- Deber de diligencia
Es la colocació n de todas las aptitudes e las mejores condiciones posibles, para el
perfeccionamiento del negocio y el cumplimiento de las obligaciones. De allí que se
hayan señ alado, entre ellas, la obtenció n de la conformidad de los acreedores o las
garantías de los créditos, para permitir la transferencia definitiva del fondo, la
concurrencia a tomar posesió n del negocio en el día señ alado, y el cumplimiento
puntual de los recaudos fijado00s por la ley para el procedimiento de transferencia.

Usufructo, locación y pignoración del fondo de comercio

o Usufructo del fondo de comercio

El usufructo es un derecho real por el que una persona puede usar los bienes de otra y
disfrutar de sus beneficios, con la obligació n de conservarlos y cuidarlos como si fueran
propios.

Las discrepancias doctrinales respecto de la posibilidad de dar en usufructo el fondo de


comercio obedecen al distinto concepto sobre su naturaleza. Aquellos autores que no le
reconocen unidad jurídica y sostienen que só lo pueden considerarse aisladamente las cosas o
derechos que se destinan a la explotació n comercial: mercaderías, marcas, etc., niegan que
pueda el fondo ser objeto de contrato usufructo, que entienden podría constituirse solamente
sobre los referidos bienes, considerados en forma individual o genérica, segú n los casos. Al
contrario, quienes admiten que el fondo en su conjunto es jurídicamente distinto de los
elementos que lo integran admiten que es posible someterlo al régimen de usufructo.

o Locación del fondo de comercio

La locació n de fondo de comercio es un modo de transferencia que obliga al cumplimiento de


la ley 11.867, para que ésta produzca efectos respecto de los terceros.

Al haber transferencia de establecimiento, por título de arrendamiento, son aplicables los arts.
227 y 228 de la Ley de Contrato de Trabajo. Segú n el primero, el transmitente y el adquirente
de un establecimiento será n solidariamente responsables respecto de las obligaciones
emergentes del contrato de trabajo existentes a la época de la transmisió n y que afectaren a
aquél. El segundo, en cambio, establece en su ú ltimo pá rrafo que la solidaridad operará con
relació n a las obligaciones emergentes del contrato de trabajo al tiempo de la restitució n del
establecimiento cuando la transmisió n no estuviere destinada a surtir efectos permanentes.
Las obligaciones impagas por los arrendatarios y existentes al tiempo de la transmisió n,
acarrea la solidaridad del art. 228 y concordantes de la Ley de Contrato de Trabajo, má s la de
la responsabilidad solidaria que se deriva de la falta de cumplimiento de la ley 11.867.

o Pignoración del fondo de comercio

El fondo de comercio puede ser dado en prenda.

Cuando se celebra un contrato de prenda de un establecimiento de comercio este puede


hacerse sin que se despoje el deudor de este, es decir, que el comerciante puede seguir
ejecutando su actividad aunque el establecimiento tenga el gravamen de la prenda.

Se deberá establecer en el contrato de prenda que efectos del establecimiento de comercio se


encuentran comprendidos en la prenda

Entonces cuando se da un establecimiento de comercio como garantía de una obligació n se


celebra un contrato de prenda comercial sin tenencia del acreedor, pues en esta clase de
prenda el deudor conserva la tenencia de la cosa o cosas dadas en prenda en razó n de la
actividad comercial que realiza con estas.

Teniendo en cuenta lo anterior en la mayoría de los casos en los cuales se otorga contrato de
prenda de un establecimiento de comercio, debido a que este es necesario para que el
comerciante realice la explotació n econó mica, la prenda será sin tenencia del acreedor, es
decir, que la conservara el deudor.

3. Responsabilidad del comerciante por las obligaciones contraídas en el ejercicio de la


actividad profesional. La limitació n de responsabilidad.

El Có digo Civil y Comercial consagra expresamente el principio segú n el cual el patrimonio


constituye la garantía comú n de los acreedores del deudor. El art. 242 establece: «Garantía
común. Todos los bienes del deudor están afectados al cumplimiento de sus obligaciones y
constituyen la garantía común de los acreedores…»

No obstante lo expuesto, el pasar de los añ os ha introducido algunas atenuaciones al principio


general. Los riesgos que implica el ejercicio del comercio en un vasto sector de actividades
han llevado a aceptar la posibilidad de que, bajo ciertas formas asociativas, se limite la
responsabilidad de quienes integran ciertos tipos de sociedades, por las deudas de éstas con
terceros.

Quien organiza y explota una empresa puede limitar su responsabilidad cuando actú a
mediatamente en ella configurando su actividad bajo una forma asociativa; pero no puede
hacerlo cuando ejerce esa misma actividad en forma personal y directa. Tal desigualdad ha
llevado muchas veces a simular sociedades con la ú nica finalidad de eludir los riesgos de la
ilimitació n de la responsabilidad individual.

Surgió así la prá ctica de las llamadas sociedades unipersonales. Se trata, en sustancia, de dar a
un comerciante individual la posibilidad de que, mediante una adecuada publicidad y el
cumplimiento de determinados requisitos, afecte o destine una parte de sus bienes a
responder por las obligaciones que contraiga en la explotació n de una empresa de la cual él es,
personalmente, titular.

Básicamente, si decide ser autónomo, responderá con todos sus bienes de las obligaciones que
contraiga, bien sea respecto a entidades bancarias o trabajadores, etc. Por ello, su responsabilidad
frente a las situaciones que se puedan dar en el negocio es total y alcanza todo su patrimonio
personal.

Sin embargo, si el empresario decide constituir una sociedad como instrumento para desarrollar su
actividad, su responsabilidad estará limitada al capital aportado a dicha sociedad y no afectará a su
patrimonio personal.

4. JURISDICCIÓ N MERCANTIL. Antecedentes histó ricos. Actualidad. Arbitraje:


características principales.

Jurisdicción mercantil

El nacimiento de la jurisdicció n mercantil como potestad ejercida por las corporaciones


profesionales para dirimir los conflictos de intereses que se suscitaban entre sujetos
sometidos a ella por ejercer actividades de mercado en ferias y mercados de la época, se
localiza en el período histó rico que va del siglo IX al XVI, en el cual irrumpieron las
asociaciones de personas que desempeñ aban un mismo oficio, que nacidas bajo el régimen
feudal, ampliaron sus objetivos constituyéndose en corporaciones que se daban sus propios
estatutos reglamentarios de la profesió n de sus integrantes, regulando ademá s la producció n
e intercambio de bienes y cosas, contando con una suerte de poder legislativo y arbitral, ya
que cumplían ambas funcione, ya que cumplían ambas funciones contando con las potestades
suficientes para sancionar sus normas y resolver las cuestiones litigiosas que se produjeran
entre sus integrantes.

La jurisdicció n mercantil se extendió a personas ajenas a las corporaciones; el elemento


condicionante y definitorio para que ello ocurriera fue que tales sujetos tuvieran un conflicto
como consecuencia de haber realizado un negocio de los comprendidos en el estatuto
corporativo.

En nuestro país, la jurisdicció n consular tiene su antecedente en la real cédula de creació n del
Consulado de Buenos Aires, dictada por Carlos III en 1794. É ste cumplía una doble funció n: la
judicial respecto de los juicios en materia comercial y la administrativa respecto del fomento
del trá fico mercantil, con facultades para designar representantes en las principales ciudades
y puertos del Virreinato, haciendo las veces de policía de comercio.

En cuanto al ejercicio de la jurisdicció n mercantil, el procedimiento era sumario, oral, actuado,


y no requería intervenció n de letrados. Los fallos eran sin ulterior recurso, mientras que los
que versaren sobre causa de mayor cuantía eran apelables ante un juez o tribunal de alzada.
El Tribunal del Consulado fue reemplazado por los jueces letrados en lo comercial, hecho que
se complementó con la creació n de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial en 1910.

Arbitraje

En palabras de la Corte Suprema de Justicia el arbitraje es la institución por la que un tercero


resuelve las diferencias que enfrentan a dos o más partes, en ejercicio de facultades
jurisdiccionales conferidas por ellos mismos. El Có digo Civil y Comercial, en el art. 1649 define
al contrato o cláusula arbitral de este modo: «Hay contrato de arbitraje cuando las partes
deciden someter la decisión de uno o más árbitros todas o algunas de las controversias que
hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación jurídica,
contractual o no contractual.»

El juicio de arbitraje se encuentra incluido dentro del Có digo Procesal Civil y Comercial de la
Nació n (CPCCN; Libro VI, arts. 736 y ss.) y en los diversos có digos de procedimientos
provinciales.

Puede ser clasificado desde diversas perspectivas. Así será voluntario –cuando las partes
prevén libremente su realizació n– o forzoso –cuando en determinadas materias, por
disposició n de la ley, las partes deben someter las controversias a la jurisdicció n arbitral–;
ritual –el procedimiento está regulado en el Có digo Procesal– o libre –se tramita segú n las
normas convencionales que fijan las partes compromitentes–.

Es necesario distinguir la clá usula compromisoria y el compromiso arbitral.

La primera es de naturaleza contractual y generalmente se la incluye en negocios privados,


estableciendo que las divergencias futuras y eventuales que se susciten será n resueltas por
á rbitros. La segunda, en cambio, es un acto o convenio en virtud del cual las partes someten a
la decisió n de á rbitros, que en ese acto designan, los puntos concretos que son materia de
conflicto, pudiendo ademá s determinar las normas de procedimiento, las condiciones e
impugnació n del laudo que dictará n los á rbitros designados.

El compromiso deberá contener, bajo pena de nulidad: (art. 740, CPCCN)

- Fecha, nombre y domicilio de los otorgantes


- Nombre y domicilio de los á rbitros
- Las cuestiones que se sometan al juicio arbitral
- La estipulació n de una multa que deberá pagar, a la otra parte, la que dejare de
cumplir los actos indispensables para la realizació n del compromiso.

Se podrá convenir asimismo: (art. 741, CPCCN)

- El procedimiento aplicable y el lugar en que los á rbitros hayan de conocer y fallar. Si


no se indicare el lugar, será el de otorgamiento del compromiso.

- El plazo en que los á rbitros deben pronunciar el laudo.


- La designació n de un secretario.

- Una multa que deberá pagar la parte que recurra el laudo, a la que lo consienta, para
poder ser oído, si no mediase la renuncia que se menciona en el inciso siguiente.

- La renuncia del recurso de apelació n y del de nulidad, salvo los casos determinados en
el artículo 760.

UNIDAD V

1. LOS DERECHOS SOBRE BIENES INTANGIBLES EN EL COMERCIO. La propiedad


industrial.

Ley de marcas y designaciones. Concepto de marca. Funciones de la marca.


Procedimiento de inscripció n de marca. Designaciones: concepto. Distinció n con la
marca. Nombres de dominio. Aná lisis de su problemá tica.

Derechos sobre bienes intangibles en el comercio

Entre los elementos constitutivos de la empresa se encuentran los bienes inmateriales. É stos
incluyen, por ejemplo, a las marcas de fá bricas, el nombre comercial, los nombres de dominio,
las patentes de invenció n, el software, el secreto comercial e industrial y los datos de prueba,
entre otro.

Los derechos que recaen sobre estos bienes intangibles pueden dividirse en dos grupos:

 Los que comprenden aquellos emergentes de la creació n literaria, científica, pura y


artística, que en conjunto se denominan comú nmente ‘propiedad literaria, científica y
artística’ –regulado por la ley 11.723–.

 Los que comprenden aquellos que tienen aplicació n en el campo de la industria,


denominados en su conjunto como ‘derecho industrial’.

La propiedad industrial

La expresió n ‘propiedad industrial’ involucra tanto las ideas, conceptos, o expresiones creadas
por la inteligencia humana como el criterio establecido de que estos ‘frutos de intelecto’
pertenecen a sus creadores. Estos productos intelectuales, cuando está n protegidos por la
comunidad en general, se convierten en propiedad industrial, desempeñ ando un papel
positivo en el desarrollo econó mico.

En ese sentido, el art. 17 de nuestra Constitució n Nacional establece que todo autor o inventor
es propietario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento por el término que le acuerde la
ley.
Para reglamentar la clá usula constitucional se dictaron diversas leyes: la ley n° 24.481 de
Patentes de Invenció n; la ley n° 11.723 sobre Derechos de Autor; la ley n° 22.362 de Marcas y
Designaciones, la ley n° 20.247 de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, el decreto-ley n°
6673/1963 de Modelos y Diseñ os Industriales ratificado por la ley n° 16. 478, la ley n° 24.766
de Confidencialidad, entre otras.

Ley de marcas y designaciones. Marca

La ley 22.362 fue sancionada en el añ o 1980 y conformó un nuevo régimen para la


registración de marcas y designación de servicios.

o Concepto de marca

La marca es el signo mediante el cual un determinado producto o servicio es conocido y


acreditado ante el pú blico; signo que es empleado por los hombres de negocios para
distinguir sus productos y servicios respecto de los ofrecidos por sus competidores.

Reza el art. 1° de la ley 22.362 de Marcas y Designaciones: «Puede registrarse como marcas
para distinguir productos y servicios: una o más palabras con o sin contenido conceptual; los
dibujos; los emblemas; los monogramas; los grabados; los estampados; los sellos; las imágenes;
las bandas; las combinaciones de colores aplicadas en el lugar determinado de los productos o
de los envases; las combinaciones de letras y de números; las letras y números por su dibujo
especial; las frases publicitarias; los relieves con capacidad distintiva y todo otro» signo con tal
capacidad.»

De lo presente se entiende que la marca só lo podrá ser registrada si posee capacidad


distintiva, esto es que satisfaga los principios de originalidad y de novedad. De este modo, por
carecer del primer principio no podrían registrarse, por ejemplo, designaciones necesarias,
dibujos necesarios, designaciones genéricas o descriptivas, vocablos que pasaron al uso
general, formas necesarias de los productos, colores naturales e intrínsecos de los productos,
entre otros. Por carecer del segundo principio, en cambio, no podrían registrarse marcas
idénticas o similares, símbolos oficiales, marcas engañ osas, marcas contrarias a la moral y a
las buenas costumbres, etc.

En lo que respecta al término de duració n de la marca registrada, el mismo será de diez añ os,
pudiendo ser renovada por períodos iguales si la misma fue utilizada, dentro de los cinco añ os
previos a cada vencimiento, en la comercializació n de un producto, en la prestació n de un
servicio, o como parte de la designació n de una actividad (art. 5, ley 22.362).

o Funciones de la marca

En doctrina se reconoce de modo uná nime que la funció n primordial de la marca es identificar
mercaderías o servicios de sus similares; y la posibilidad de defender una marca está
íntimamente vinculada a la propiedad que se pueda invocar sobre ella.

La naturaleza del derecho sobre una marca consiste en un derecho de propiedad y esta
propiedad se manifiesta fundamentalmente en la exclusividad. Su titular gozará de la facultad
de defender dicha exclusividad contra todo tercero que desee violarla. En ese sentido el art. 4
de nuestra ley marcaria expresa que: “La propiedad de una marca y la exclusividad de uso se
obtienen con su registro…”

A su vez, la primera parte del inc. 1 del art. 16 del GATT/ADPIC (Acuerdo sobre los Aspectos
de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio) establece: «El titular
de una marca de fábrica o de comercio registrada gozará del derecho exclusivo de impedir que
cualesquiera terceros, sin su consentimiento, utilicen en el curso de operaciones comerciales
signos idénticos o similares para bienes o servicios que sean idénticos o similares a aquellos para
los que se ha registrado la marca, cuando ese uso dé lugar a probabilidad de confusión.»

Otras funciones de la marca son:

- La funció n de identificació n de origen

- La funció n publicitaria

- La funció n de garantía de calidad

- La funció n de competencia

o Procedimiento de inscripción de marca

La ley 22.362 establece en su art. 4 que “… Para ser titular de una marca o para ejercer el
derecho de oposición a su registro o a su uso, se requiere un interés legítimo del solicitante u
oponente.” Tiene interés legítimo quien registre una marca con el verdadero propó sito de
usarla.

El trá mite de inscripció n de una marca se inicia con la presentació n de la solicitud de registro
ante la Direcció n de Marcas perteneciente al Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI),
que contenga el nombre, domicilio real y especial electró nico, la descripció n y la indicació n de
los productos y/o servicios que va a distinguir (art. 10). La solicitud presentada confiere un
derecho de prelació n, en el sentido de que quien primero requiere una marca obtiene un
mejor derecho a la misma relació n a quien lo hace con posterioridad (art. 8).

Continú a el art. 12: «Presentada la solicitud de registro, la Autoridad de Aplicación, si


encontrare cumplidas las formalidades legales, efectuará su publicación por un día en el Boletín
de Marcas a costa del peticionante.

Dentro de los treinta días de efectuada la publicación, el Instituto Nacional de la Propiedad


Industrial efectuará la búsqueda de antecedentes de la marca solicitada y dictaminará respecto
de la registrabilidad.» Dentro de estos treinta días, también deben efectuarse las oposiciones
al registro si las hubiere, con los datos y fundamentos correspondientes (art. 13).

De no haber obtenido el levantamiento de las oposiciones dentro de tres meses, el


procedimiento para resolverlas será fijado por la Autoridad de Aplicació n, el que deberá
contemplar al menos la posibilidad del oponente de ampliar fundamentos, el derecho del
solicitante de contestar la oposició n y el derecho de ambos de ofrecer pruebas.
Si se declara que la oposició n es pertinente, el INPI procederá a denegar la inscripció n. Si la
sentencia dispone que la oposició n es improcedente (o en ausencia de oposiciones) la marca
pasa a concesió n, entregá ndosele al solicitante el certificado respectivo (art. 20).

Las resoluciones por oposiciones que dicte la Direcció n Nacional de Marcas será n solo
susceptibles de recurso directo de apelació n ante la Cá mara Nacional de Apelaciones en lo
Civil y Comercial Federal dentro de los treinta días há biles de su notificació n.

«Los expedientes de marcas en trámite o registradas son de acceso público e irrestricto.» (art.
22)

Designaciones

Nombre de dominio

2. Patente de invenció n. Concepto. Requisito de patentabilidad. Procedimiento de


obtenció n de una patente de invenció n. Extensió n temporal de la patente de invenció n.
Modelos de utilidad. Concepto. Diferencias con la patente de invenció n. El diseñ o
industrial.

3. Defensa de la competencia. Evolució n histó rica. Regulació n legal.

UNIDAD VI

1. CONTRATOS DE NATURALEZA COMERCIAL CON RELEVANCIA SOCIAL. La circulació n


econó mica de la riqueza y el derecho patrimonial/contractual. La contratació n pasiva
y la sociedad de consumo. Efectos. Los contratos por adhesió n. Los contratos conexos.

Redes contractuales: relaciones internas y externas. La interpretació n contractual y la


responsabilidad del predisponente.

2. TARJETA DE CRÉ DITO. Régimen legal de la tarjeta de crédito. Sistema y contrato.


Normativa aplicable. Modalidades, partes, derechos y obligaciones de las partes.
Ejecució n de deuda. Autoridad de aplicació n.

3. CONTRATO DE MEDICINA PREPAGA. Concepto. Caracteres. Antecedentes legales. Su


regulació n legal actual.

UNIDAD VII

1. CONTRATOS DE DISTRIBUCIÓ N Y COMERCIALIZACIÓ N. Contrato de agencia.


Conceptos y características. Contrato de concesió n. Concepto y características.
Exclusividad contrato de franquicia. Concepto. Definiciones características.

2. CONTRATOS ASOCIATIVOS. Definició n. Disposiciones generales. Negocio en


participació n: concepto, régimen legal. Agrupaciones de colaboració n: concepto,
régimen legal. Uniones transitorias: concepto, régimen legal. Consorcios de
cooperació n: concepto, régimen legal.
UNIDAD VIII

1. Sistema financiero argentino. El mercado financiero. Aspectos econó micos y jurídicos


de la intermediació n financiera. El derecho bancario. Régimen de la ley 21.526 y
modificatorias.

2. BANCO CENTRAL DE LA REPÚ BLICA ARGENTINA. Funciones, organizació n y régimen


legal. El poder de policía financiera del Estado. El secreto bancario. Liquidez y
solvencia de las entidades financieras. Regularizació n y reestructuració n de entidades
financieras. Disolució n y liquidació n de entidades financieras. Operació n y contratos
bancarios. Informatizació n de la actividad. El consumidor de servicios bancarios.

UNIDAD IX

1. CONTRATOS BANCARIOS. Transparencia de las condiciones contractuales. Los


contratos bancarios con consumidores y usuarios.

2. CONTRATOS EN PARTICULAR. a) Depó sito bancario. Concepto, naturaleza jurídica,


caracteres, obligaciones de las partes, supuestos especiales. b) Cuenta corriente
bancaria. Concepto, naturaleza jurídica, caracteres y funció n, obligaciones de las
partes, supuestos especiales. La ejecució n del salgo deudor. c) Préstamo bancario de
dinero. Concepto, naturaleza jurídica, caracteres, obligaciones de las partes, supuestos
especiales. d) Descuento. Concepto, naturaleza jurídica, caracteres, obligaciones de las
partes, supuestos especiales: redescuento. e) Caja de seguridad. Concepto, naturaleza
jurídica, caracteres, antecedentes, obligaciones de las partes.

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