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El león

Quiere el león la carne muy jugosa, que eso es muy fuerte y que él no lo
muy fresca, roja, tierna, bien sabrosa… digiere…
Si vas y le preguntas qué prefiere Entonces te pondrás algo nervioso
te dirá sin rodeos lo que quiere. y le preguntarás con tono ansioso:
Te dirá que no quiere solomillos «Bueno, pues di, león, ¿qué puedo darte?».
ni tampoco cebados cabritillos, Abrirá una bocaza, de espantarte,
que no le gusta el cerdo encebollado se acercará a mirarte fijamente
ni le dice gran cosa un buey asado… y te dirá sin más, muy claramente:
Le ofrecerás entonces tres chuletas «Pues mira, lo que quiero en mi menú
con salsa de pimienta y cebolletas es algo tan sabroso… ¡como tú!».
y te dirá que no, que no las quiere,

El cocodrilo

No hay bestia más feroz que un cocodrilo, ha tomado en su vida muchas cenas,
ese animal voraz del río Nilo. ¡y ha tragado chiquillos por centenas!
Cuando llega la hora de su cena Y aquí se acaba el cuento. Tú, a dormir.
traga de niños la media docena. Yo me voy a mi cuarto, he de escribir…
Tres chicas y tres chicos, si es posible, Oye, escucha…, ¿qué es eso?, ¿no lo
le parece la dieta preferible. sientes?,
A los chicos los unta de mostaza parece el rechinar de muchos dientes…
y a las niñas las cubre de melaza. ¿Quién sube dando tumbos la escalera?
Pues los chicos le gustan muy picantes ¿Quién se atreve a gruñir de esa manera?
y las niñas dulzonas y empachantes. ¡No dejes que en el cuarto se nos meta!
A los chicos se los come bien calientes ¡Cierra la puerta! ¡Tráeme la escopeta!
y le gusta partirlos con los dientes. ¡No, niño, vuelve atrás! ¡Cuidado, espera!
Las niñas son el postre y van después, ¡Horror, terror, pavor! ¡Entró la fiera!
las come despacito: una, dos y tres… ¡Es la alimaña pérfida del Nilo,
Asegura que así es como hay que hacerlo, el verde y espantoso cocodrilo!
y creo yo que él tiene que saberlo:

La vaca
Ésta es la historia cierta de una vaca ¿Quién vio cosa así nunca antes de ahora?
que, desde que nació, se llamó Paca. Una vaca que sabe alzar el vuelo
Tenía siete meses y algún día y recorre tranquila todo el cielo…
cuando vino a vivir a la alquería. Una vaca que asciende hasta una nube,
Era su aspecto un tanto singular que se lanza en picado y luego sube…
y ella trataba de disimular… Enseguida millones de turistas
Tenía ciertas peculiaridades, llegaron con sus trastos tomavistas,
ciertas taras, ciertas deformidades. y las gentes de la televisión
Sobre el lomo tenía dos muñones, también aprovecharon la ocasión
dos bultos del tamaño de melones. de rodar un suceso tan extraño,
Y un buen día, los dos bultos crecieron, ¡la cosa más fantástica del año!
se hincharon, se agrandaron y… ¡se Todo el mundo decía: «¡Es formidable!
abrieron! El vuelo de esta vaca es admirable».
Yo estaba allí con ella, en aquel prado, Todos, menos un tipo algo patán
bastante sorprendido y asustado. que volvía de un viaje al Pakistán
Pero no sucedieron cosas malas, y que vociferó desde una roca:
al contrario, ¡le aparecieron alas! «¡Eh, tú, vaca, óyeme!, ¿te has vuelto loca?
Dos alas formidables, imponentes, ¿Estás descerebrada, vaca Paca?
con plumas de oro y plata refulgentes. ¿O acaso en vez de sesos tienes caca?».
Jamás se había visto cosa así. La vaca, que oyó cosas semejantes,
«¡Querida Paca mía! ¿Es cierto?, di. bajó para hacer vuelos más rasantes
¿De veras te ha ocurrido a ti esta cosa y luego se lanzó sobre el patán
tan sorprendente y tan maravillosa?». gritando: «¡Bombas fuera! ¡Allá te van!».
Pero ya estaba Paca aleteando Y Paca, con magnífica destreza,
y un segundo después, ¡salió volando! ¡le estampó una boñiga en la cabeza!
¡Una vaca con alas, voladora!
El bicho de mi tripa

Una tarde le pregunté a mamá: Y hasta dice que no me pasa nada


«Esto que hay en mi tripa, ¿qué será? por comerme toda la mermelada.
Seguro que es pequeño y muy delgado, Yo sé, mamá, que es malo y que no es sano
¿por dónde crees tú que me habrá entrado?». tragar todas las cosas que hay a mano,
Mi madre se enfadó: «¡Qué tonterías pero tengo que hacerlo, él está aquí
se te ocurre decir algunos días». y clama sin cesar dentro de mí».
«Te digo que es verdad, que sí, mamá, Mi madre me gritó: «¡Calla, embustero!
que me lo noto dentro, mira acá. ¡No cuentes más mentiras, majadero!
Está dentro de mí, rugir lo siento; Ni inventes más excusas, gordinflón,
me grita por las noches que está hambriento para disimular que eres un glotón».
y luego, por el día, sin cesar, «¡Mamá, que no es mentira lo que he dicho!
me dice que se quiere alimentar. ¡Qué dentro de la tripa tengo un bicho!».
Que quiere pan y carne y queso y pollos «Pues escúchame tú lo que yo digo,
y pasteles con nata y frutas y bollos. a la cama ahora mismo, de castigo!».
Y hasta dice que no me pasa nada Y entonces, justo entonces, ¡tuve suerte!,
por comerme toda la mermelada. se oyó un regorgoteo claro y fuerte.
Yo sé, mamá, que es malo y que no es sano Algo que tengo dentro, aquí encerrado,
tragar todas las cosas que hay a mano, me salvó de acostarme castigado.
pero tengo que hacerlo, él está aquí En mi estómago un bicho se agitaba,
y clama sin cesar dentro de mí». algo se removía y protestaba.
Mi madre me gritó: «¡Calla, embustero! «¿Qué es eso que se oye? ¡Qué terrible!
¡No cuentes más mentiras, majadero! –gritó por fin mamá–, ¡Será algo horrible!».
Ni inventes más excusas, gordinflón, «¡Comida! –se escuchó–.
para disimular que eres un glotón». ¡Que estoy que muerdo!
«¡Mamá, que no es mentira lo que he dicho! ¡Puedo tragarme entero medio cerdo!
¡Qué dentro de la tripa tengo un bicho!». ¡Quiero patatas fritas y chuletas
«Pues escúchame tú lo que yo digo, y unas cuantas docenas de croquetas!».
a la cama ahora mismo, de castigo!». «¿Has oído, mamá, lo que te ha dicho?
Y entonces, justo entonces, ¡tuve suerte!, ¡Te dije que tenía dentro un bicho!»
se oyó un regorgoteo claro y fuerte. Pero mamá ya no escuchaba nada;
Algo que tengo dentro, aquí encerrado, se había caído al suelo, desmayada.
me salvó de acostarme castigado.
En mi estómago un bicho se agitaba,
algo se removía y protestaba.
«¿Qué es eso que se oye? ¡Qué terrible!
–gritó por fin mamá–, ¡Será algo horrible!».
«¡Comida! –se escuchó–.
¡Que estoy que muerdo!
¡Puedo tragarme entero medio cerdo!
¡Quiero patatas fritas y chuletas
y unas cuantas docenas de croquetas!».
«¿Has oído, mamá, lo que te ha dicho?
¡Te dije que tenía dentro un bicho!»
Pero mamá ya no escuchaba nada;
se había caído al suelo, desmayada.
Una tarde le pregunté a mamá:
«Esto que hay en mi tripa, ¿qué será?
Seguro que es pequeño y muy delgado,
¿por dónde crees tú que me habrá entrado?».
Mi madre se enfadó: «¡Qué tonterías
se te ocurre decir algunos días».
«Te digo que es verdad, que sí, mamá,
que me lo noto dentro, mira acá.
Está dentro de mí, rugir lo siento;
me grita por las noches que está hambriento
y luego, por el día, sin cesar,
me dice que se quiere alimentar.
Que quiere pan y carne y queso y pollos
y pasteles con nata y frutas y bollos.

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