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ARTÍCULO PARA LABERINTOS

Anna Gracia Domènech

LABERINTOS RECOMIENDA LA VIDA DE LOS OTROS

Cuando hablas con gente que vivió en la RDA, una tiene la sensación que las imágenes
de júbilo y alegría que vio en televisión aquella noche del 9 de noviembre de 1989 en
las que varios miles de personas del Este saltaban por encima del muro de Berlín y
brindaban con espumoso Rottkäppchen con sus compatriotas del Oeste, no fueron más
que fruto de nuestras ganas de ponerle final feliz a esa historia incomprensible. En aquel
momento pensamos muchos desde aquí que eso era un sueño hecho realidad y nos
cayeron lágrimas por las mejillas porque entendíamos que familias y amistades que
habían estado tantos años separadas, se reencontraban al fin. En la práctica, en cambio,
oyes a menudo frases como In der DDR war alles besser! (¡En la RDA todo era mejor!)
y te preguntas qué es lo que sería ese todo. La gente que vivió en la RDA cuenta que
entonces todo el mundo tenía trabajo, que los niños podían jugar en la calle
tranquilamente porque había seguridad, que la sanidad era gratuita, que la comida (la
que había) era barata, que los precios de los productos en general eran estables, etc. Es
la llamada Ostalgie, acrónimo de Ost y Nostalgie, reflejada hoy en día sobre todo en la
recuperación de productos de la antigua RDA. Sin embargo, también hay miles de
historias de gente que no estaba de acuerdo con las ideas de aquel régimen comunista y
que luchaba por tener las libertades de cualquier democracia. De esto va la película que
aquí recomendamos.

La vida de los otros, ópera prima de Florian Henckel von Donnersmarck, ganó en el
2007, además de otros tantos premios, el Oscar a la película de habla no inglesa. No fue
esto una casualidad, puesto que sin duda se trata de una obra exquisita que nos permite
descubrir mediante una historia ficticia —aunque reflejo de varios casos reales—, una
parte de la Historia de Alemania bastante menos conocida que la del Tercer Reich.

La vida de los otros se sitúa en la antigua República Democrática Alemana, un Estado


que se estableció en el territorio oriental del país germánico ocupado por la Unión
Soviética al finalizar la Segunda Guerra Mundial y que existió de 1949 a 1990. La
República Democrática Alemana —también conocida como Alemania Oriental,
Alemania del Este o simplemente como Alemania Democrática—, fue gobernada
durante aquellos años por un único partido, el SED, Partido Socialista Unificado de
Alemania. La RDA era un Estado-policía, pues contaba con un Ministerio para la
Seguridad del Estado, la Stasi, lo más parecido a la KGB soviética y sin duda uno de los
servicios de inteligencia más efectivos del mundo. Una de las principales funciones de
dicha policía secreta era espiar a los ciudadanos de la RDA susceptibles de estar en
contra de las ideas comunistas de aquel Estado. Una vez la Stasi tenía pruebas para
detener a alguien, este era sometido a larguísimos interrogatorios en los que uno
acababa incluso confesando actos no cometidos con la esperanza de que le dejaran
dormir.

Y es en este contexto, más exactamente a mediados de los años 80, en el que al capitán
Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un oficial extremadamente eficiente de la Stasi, se le
encomienda que espíe a la pareja formada por el prestigioso escritor Georg Dreymann
(Sebastian Koch) y la popular actriz Christa-Maria Sieland (Martina Gedek). Su tarea
consiste en escuchar todo lo que sucede en la casa de los artistas y hacer los informes
pertinentes. Para ello pasa largas jornadas en un piso justo encima del de la pareja, en el
que tiene instalado todo tipo de aparatos para realizar las escuchas. Al principio
Dreymann no está interesado en política, pero tras el suicidio de otro escritor amigo,
decide involucrarse y actuar contra el sistema. Escribe un artículo anónimo que será
publicado en el Oeste por la conocida revista Spiegel sobre la ocultación de la cifra de
suicidios a partir de mediados de los 70 en la RDA, algo paradójico si se tiene en cuenta
que era un país que gustaba de hacer estadísticas. No se sabe quién es el autor del
polémico artículo, que pretende mostrar la verdadera cara de la RDA, pero se sospecha
de Dreymann. Wiesler, aunque sigue cumpliendo con su cometido, oculta este detalle
tan importante que inculparía al libre pensador de Dreymannn, puesto que conforme va
pasando el tiempo se da cuenta de que vive en un Estado sin libertades y pierde la fe en
su propio gobierno. Al mismo tiempo, el espía siente fascinación por Christa-Maria
Sieland, a la que incluso se dirige sin identificarse en una ocasión para animarla en
nombre del gran público que va a verla actuar en los teatros. Durante esta misión, la
vida de Wiesler dará un giro y por traicionar al sistema acabará relegado a un lúgubre
departamento para abrir la correspondencia de la gente en busca de pruebas de traición o
intento de huida hacia el Oeste (una muestra más del régimen comunista y su despótica
forma de vigilancia).

No será hasta después de la caída del muro, en el Berlín post-Guerra Fría, cuando
Dreymann descubra que él, como tantos otros, también había sido espiado en la época
de la RDA. Estupefacto, se apresura a indagar en los archivos de la Stasi acerca de su
persona. Es así como se da cuenta de que el vigilante de la Stasi HGW XX/7 lo
protegió. Gracias a estos sorprendentes descubrimientos, Dreymann decide volver a
escribir y le dedica en agradecimiento a HGW XX/7 su nueva novela. En la Alemania
reunificada, Wiesler no es más que un mero repartidor de publicidad que al pasar por
casualidad por delante de la emblemática librería de la Karl-Marx-Allee ve la nueva
publicación de Dreymann y decide adquirirla. Cuando el vendedor le pregunta si quiere
que se la envuelva para regalo, él contesta ambiguamente “Nein. Es ist für mich” (No, es
para mí).

Los tres actores principales de la película, muy conocidos en Alemania, interpretan


genialmente sus roles. Martina Gedek cuenta en su haber con numerosas películas tanto
de televisión como de la gran pantalla y sobre todo se la conoce en nuestro país por su
papel en Deliciosa Martha. Sebastian Koch ha interpretado entre otros en la versión
alemanoaustriaca de Valquiria al oficial Claus Schenk Graf von Stauffenberg que atentó
frustradamente contra Hitler en 1944. Ulrich Mühe, que interpreta formidablemente al
capitán de la Stasi y que ya había aparecido en numerosas películas alemanas, muríó tan
sólo un año después de protagonizar este film. Gracias a esta película, en el 2006 el
número de demandas de consulta a los archivos de la Stasi subió un veinte por ciento
respecto al año anterior para situarse en las 97.000.

Y es precisamente ahora, que se acaban de cumplir 20 años de la caída del muro de


Berlín, cuando no podemos olvidar esta Historia de un país europeo, por tanto vecino
próximo, tan reciente. Esta película es pues un buen ejemplo para comprender los
entresijos de la RDA, en la que el poder político ejercía como instrumento de presión
sobre artistas y cualquier otro grupo pensador que tuviera ideas contrarias al régimen.
La existencia de la RDA fue un paso posterior de la tan conocida Alemania de Hitler.
Los ganadores de la II Guerra Mundial se repartieron el territorio alemán de tal modo
que ese país de Centroeuropa quedó dividido en dos, lo que ocasionó que los
ciudadanos del Este vivieran durante 40 años más un nuevo tipo de dictadura. Por
suerte, aquello, como el nazismo, también terminó y, paradójicamente, Angela Merkel,
recién elegida por segunda vez canciller alemana de la actual República Federal
Alemana era ciudadana de la antigua RDA.

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