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Lección 2 (Octava parte) Dar. La gran generosidad de Dios.

Dios demuestra una generosidad extraordinaria. El hace llover sobre los justos y sobre los
injustos. La vida y la gracia fluyen de Él en una vasta corriente. Su carácter lleno de gracia y
generosidad fue ilustrada por medio del máximo don de Su Hijo Jesucristo y Su salvación
gratuita. Considere lo siguiente: Dios dio a Su Hijo unigénito, Jesucristo, como sacrificio
redentor.
Jesucristo estuvo dispuesto a venir y vivir entre nosotros, para enseñarnos cómo es Dios. Verlo
a Él es ver al Padre. Después de Su muerte, resurrección y ascensión, Él pidió al Padre que
enviara a Sus discípulos el don del Espíritu Santo, lo cual Él hizo.
El Espíritu Santo viene a nosotros y nos atrae hacia Dios. Cuando voluntariamente pedimos que
Jesús sea nuestro Salvador y Señor, el Espíritu Santo entra en nosotros y reaviva nuestro
espíritu y nos hace espiritualmente capaces de comunicarnos con Dios. El Espíritu Santo trae
dones y los distribuye entre los creyentes.
Como creyentes, ¿qué debemos hacer con los dones del Espíritu Santo? Por supuesto que
compartirlos con un mundo doliente a nuestro alrededor.
Empezamos a vernos como nuestro Señor y Salvador cuando comenzamos a dar, no sólo de
nosotros mismos, sino de nuestros recursos. La ley de sembrar y cosechar entra en acción en
nuestra vida. A medida que aprendemos a dar, la generosidad regresa a nosotros.
Dios nos dará usando la misma medida con que damos. (Lean Lucas 6:38)
Dar el 10% de nuestros ingresos al “alfolí” (la iglesia) es bíblico. (Lean Mal 3:10)
¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla!
¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!"
La iglesia primitiva fue generosa. Ese es un ejemplo a seguir para nosotros. (Hechos 2:44-47)
A Dios le agrada que tengamos una actitud generosa. (Lean 2 Corintios 9:7)
La Mayordomía o Administración del Dinero
¡El plan de Dios para financiar la obra de Su Reino es maravilloso! Cada persona da el 10%, así
que es en proporción a sus ingresos.
Entonces, quienes han sido bendecidos son desafiados a dar ofrendas y dádivas más allá de sus
diezmos. Si cada creyente siguiera este principio divino, todas las iglesias estuvieran libres de
deuda. Tendríamos los recursos para dar de comer y vestir a los pobres, dar para las misiones,
educar, en otras palabras para ser de bendición a este mundo necesitado. Es muy posible que
ni siquiera necesitáramos programas de asistencia pública. La compasión que Jesucristo tiene
por las ovejas perdidas sería claramente demostrada a través de la Iglesia. Piense en cómo la
Madre Teresa fue tan admirada por creyentes y no creyentes de todo el mundo.
Estadísticas Acerca de la Mayordomía. En la mayoría de las iglesias en Estados Unidos, el 20%
de la congregación da el 80% de las ofrendas; el 30% da el otro 20%; el 50% no da nada. En las
iglesias más grandes tal vez hay más de un 75% que no da, mayormente porque parece que no
hay necesidad y porque se mantienen anónimos sin sentir ninguna obligación de dar.
[EJEMPLO: Dé un ejemplo de cómo aprendió la importancia de diezmar y
ofrendar.]  Sant. 1:22 Comience a Dar. Ore y pida a Dios que le ayude a comenzar a diezmar
el domingo próximo.

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