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uuu¡ceperu. úm.pe
I
Iécta en sí misma. Sin embargo, debemos notar que ésta es una
poesía que descubre lo contrario, tale decir, que el absoluto es
también una instancia imperfecta que se encuentra quebrada en
sí misma. No se trata, por tanto, de una realidad definida desde
la metafisica tradicional sino, antes bien, de una instancia que
Ileva una fisura interna y que se muestra también incompleta.
La segunda idea afirma que la poesía de Luis Hernández
constata que el deseo de absoluto viene de un impulso que solo
UN qUIEBRE CROMÁTICO: puede surgir de la consciencia de la finitud como constituyente
I-A POESÍA DE LUIS HERNÁNDEZ definitivo de la subjetiüdad humana. Cifrado en la naturaleza,
en el amor, en la amistad o en el propio fenómeno poético, estos
versos sostienen que el deseo de absoluto solo puede experi-
mentarse desde lo finito y, por lo mismo, desde una subjetiüdad
Dulce es el ofuido que se encuentra permanentemente atravesada por la concien-
Más d,ulce aun eI recuerdo cia de un límite. Ese límite, nunca entendido como carencia,
Dulcísima tu pre sencia. sino como posibilidad de una aberturamayor, es aquello que esta
poesía explora a cabalidad.
El epígrafe de Francois Mauriac con el que conienza su
EN los bancos de los parques, en los cinemas de barrio, sobre primerlibro, Orilla (Lima,1961), funciona como un buen ejem-
el aserrín de los bares, en la orilla del ma¡ la poesía de Luis plo al respecto: ¿Quién soy yo, srr sin forma que el océano me? Es
Hernández busca poetizarlo todo, intelta dar cuenta del abso- decir, el poeta solo se constituye como instancia diferenciada a
luto como una dimensión localizada al interior de la realidad partir de la fi-actura que el absoluto (el océano) ha causado en
cotidiana. Podría decirse, inclusive, que su proyecto es aún más é1. Para Hernández, entonces, el carácter finito de la experien-
radical: su poesía muestra la fragmentación misma del absoluto, cia supone el reconocimiento del inevitable quiebre del lengua-
el momento de su falla y su efecto en la subjetividad. No se trata, je poético a efectos de un profundo impacto. Se trata así de una
exact¿mente, de un conflicto entre la realidad y el deseo, entre subjetividad que se encuentra atravesada y fracturada por algo
la materia y el espíritu, sino de mostrar la fractu¡a inherente del trascendente. Por eso, también su fascinación con el dibujo, con
propio absoluto dentro de sí mismo (Zi¿ek: 2006, 380). los colores y por eso esa tenaz resistencia a no publicar en circui-
tos oficiales. Pero sobre este pu[to volveré más adelante.
El cielo La tercera y última idea afirma, con Heidegger (2000
Son dos [1952] ), que los poemas de Lüs Hernández apuntan a nombrar
el mundo como una instancia que se reuela pero que también s¿
(Obra poética: 1983, 75) oculta, y qlae son la puesta en escena de ese movimiento simul-
táneo. No se trata, en efecto, de dos movimientos opuestos sino
En este ensayo me interesa proponer al menos tres ideas. La más bien de Ia simultaneidad de ambos en el mismo üempo. De
primera sostiene que Luis Hern:índez descubre que el absoluto esta manem, Luis Her-nández se constituye como un poeta que
está quebrado y que tiene una falla de origen. Como se sabe, el expone tal movimiento --cl del quiebre del absoluto y de cual-
absoluto siempre ha sido imaginado como un espacio de plena quier metafísica sobre una realidad también quebrada en sÍ mis-
satisfacción y como una dimensión compacta, coherente y per- ma- con una luminosidad poética de magnitudes mayores.
vICTORVICH VOCES MAS AIL{ DE LO SIMBOLICO
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Tu canción Detengámonos en los sust¿ntivos para observar mejor su
Es tu sombra (.Hlluctura de composición: las personas, el amor y la noche. De
Tir canción lrrs Jrersonas se dice que llelzn algo triste y alegre a la vez. Del
ilrlor, que en él hay césped y niebla pero, en este caso, se ha
(Obra poéti.ca: 1983, 200)
Irrvcrtido el orden léxico puesto que, a diferencia de la nomi-
rirción ante or, aquí aparece primero la característica positila.
Mi punto es entonces la rrrptura del absoluto, su condición irre-
lis clecir, si seguimos la lógica de los versos anteriores, "césped"
suelta, su falla de origen, la revelación de su presencia a partir
tkrbería ser paralelo a "alegre". En ese mismo sentido, al descri-
de lo finito ¡ por lo mismo, la constatación de un drama. En bir la noche, surgen elementos que desordenan aún más toda
sus versos obser-vamos siempre un punto en el que la tensión
lir cstructura construida: "borrachos", 'tidrios" y "luz" son tres
entre "revelación" y "ocultamiento" se hace visible, pero donde ( irracterísticas que enredan completamente los paralelismos ini-
el deseo de absoluto sigue siendo una constante. En este ensayo
ciales.
me he propuesto trabajar estas ideas a partir de tres tipos de El poema, por tanto, muestra el desequilibrio entre todo
figuraciones (el ma¡ el amor y el asombro) para observar en
lo existente. En la poesía de Luis Herniíndez, la subjetividad es
ellas cómo la revelación de ciertos significados trascendentes es (:¡ltonces el nombre de dicho moümiento, el lugar de esa bre-
simultánea al vacío (al ocultamiento) que surge del propio quie-
< lra, aquel espacio desequilibrante que es inherente a la noción
bre. Veamos un ejemplo:
rnisma de absoluto. Es entonces a partir de este vacío, entendi-
<lo como una instancia constitutiva, desde donde surgirán las
En toda persona
cxperiencias de la finitud e infinitud. Puede sostenerse que el
Hay algo triste
Y algo alegre vacío se llenará de diferentes maneras, pero lo que me interesa
En todo amor rlcrnostrar (y lo que creo que esta poesía nos esá dejando ver)
Hay un césped cs que siempre quedará un punto imposible, un lugar fallado,
Y un surtidor de niebla rlel que nunca se podrá dar cuenta.
Salvaje y pura
Como la mar
En toda noche hay borrachos
Vidrios y la luz.
(Obra poética: 1983, 328) (iomo para muchos de los poetas románticos a los que Hernán-
<lez cita constantemente (Keats, Shelle¡ Byron, Hólderlin), en
Este poema propone la representación de una subjetiüdad es- csta poesía la naturaleza y los paisajes son un elemento central
tructurada b4o fuerzas que son opuestas pero que se reclaman cn la construcción del mundo imaginario. Ha¡ en su obra, pai-
en un pe[nanente movimiento de ida y de luelta. Tál dinámica sajes que se concentran en la pura descripción flsica hasta otros
nos permite obsenar que todo lo que se muestra se retrae al mis- que se utilizan para construir alegorías más complejas. Todos,
mo tiempo. Al final del poema, la luz es simultánea a los vidrios sin embargo, comparten una misma característica: más que una
y la niebla aparece como "pura" pero también como "salyaje". "visión directa" de la realidad, pueden ser definidos como una
En todo caso, son los vidrios los que fragmentan la intensidad "contemplación de la contemplación", es deci¡ como una mi-
de la luz y los que muestran el quiebre de una realidad superior rada que, luchando consigo misma, siempre se desborda en el
supuestamente no quebrada. conjunto de sus mediaciones (Argullol, 2006: 63). No se trata,
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por tanto, de la descripción de algo exclusivamente físico, sino Iir el poema, en efecto, el absoluto y [o cotidiano llegan a
la extsrnalización de una experiencia interior. La voz poética mira lr.ncr un punto de contacto. Nombrado como "fuego azul", el
los paisajes fascinada, pero el punto es que nosoros terminamos lt|irr sc representa cargado de energía e intensidad. La descrip-
mirándola a partir de lo que ella ha mirado. litin es la de un maremoto que inunda a todo e[ balneario, pero
Expliqucmos un poco más esta problemática: el paisaje r¡rrc curiosamente no deja víctimas ni hechos desastrosos que
importa, pero importa también la mirada que da forma al pai- lirmcntar Aunque en un primer momento los vecinos parecen
saje, pues ella capta una dimensión inédita que solo puede ser lsr¡starse con lo que sucede, el contacto con el mar les imprime
aprehendida desde ahí. Todos los poemas de Luis Hernández ur Íloce (un ensueño salino, dice el poema) que pronto los inüta
parecen insistir en que el paisaje no puede ser representado ir qrrerer repeúr la experiencia.
desde un lugar aséptico y neutral. Más bien, es la mirada la que Queda claro entonces que el absoluto penetra en Io co-
da cuenta sobre cómo las cosas se muestran y se retra¿n ar,te tn ti(liano y el poema se esfuerza por mostrar cómo los vecinos
sujeto que está situado tlDto d¿ntro cortto Juera de ella misma. (rlcsconcertados en un inicio) procesan dicha experiencia a [a
De esta manera, el paisaje parece sostenerse en la mirada y, al (lue comienzan por reconocer en toda su verdad e importancia,
mismo tiempo, el propio poeta se busca en el paisaje. Muchos de los poemas de Luis Hernández muestran este moü-
Por lo general, los paisdes son una representación del abso- rniento, vale decir, afirman que el contacto con e[ absoluto no e§
luto, el punto cr-ucial donde el sujeto y su entorno entran en con- rrlgo imposible, sino una experiencia que ocurre en lo cotidiano.
tacto. La imagen poética se encarga de hacer emerger algo que es Desde este punto de vista, la búsqueda es la condición
inédito y entonces los versos celebran, porque se reconocen po- lrásica del sujeto. Y esa búsqueda será siempre infinita y estará
sicionados ante algo que no pueden nombrar pero que sienten construida a partir de múltiples sustituciones. Es decir, en este
como trascendente. Se trata del desocultamiento de algún tipo poema el mar activó una cadena de significantes (la arena, la
de verdad. Veamos el poema titulado "Una noticia periodística": hierba, la lluvia y la niebla) que luego fueron sucediéndose
unos con otros porque ninguno de ellos resultó completamente
Lima, 1 dejunio de 1977: en la localidad de Barranco satisfactorio. Pasar con vehemencia de un significante a otro da
se declaró un fuego azul: Era el mar. Los vecinos cuenta del ímpetu romántico de esta poesía, que se manifiesta
trataror de apagarlo. Pero el fuego los rodeó con como una arrolladora presencia del mundo natural que
su ensueño salino. No se registró ninguna pérdida tcrmina por constituirse como una instancia "sublime": algo
personal. Los protagonistas de este extraño suceso se
iütensamente experimer1tado, pero que nunca puede narrarse
dedicaron, luego de secarse, a buscar otros fuegos: la
arena, la hierba, la lluvia y la niebla. en su totalidad.
Notamos, así, a una subjetividad deseante, a un sujeto que
(Obra poética: )-983, 506) reconoce haber experimentado un contacto con el absoluto y
que repite dicha experiencia mediante una veloz dinámica de
Este poema da cuenta de un momento de contacto con el ab- sustituciones. Los poemas nos posicionan ante una subjetiüdad
soluto. Su retórica es astuta y consiste en narrar un hecho me- abierta pero, por Io mismo, siempre incompleta: una subjeti-
diante un estilo que combina la descripción periodística con un vidad en permanente movimiento donde el contacto entre el
lengu{e cargado de lirismo, Es deci¡ se narra con un marco absoluto y 10 cotidiano siempre está territorializado. Se trata de
discursivo que pertenece a un género masivo y luego se recarga algo que ocurre ezla experiencia. Por eso, el poema lo presenta
con recursos retóricos que pertenecen a otro marco. Ello co- a modo de noticia, pero también, o sobre todo, a modo de testi-
rresponde a una estrategia para mostrar la pérdida de fronteras monio: un género cuyo grado de veracidad es mucho mayor que
entre dos discursos supuestamente antagónicos. el de cualquier otra forma poética.
vICTOR VICH VOCES MÁS ATLÁ DE LO SIMBóI,ICO
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Ahora bien, la voz de esta poesía esá siempre obsesionada l,a categoría principal de este poema es el "saber" pues es ahí
con el mar. Ahí el sujeto experimenta algo que lo trasciende y rkrnde el texto concentra todo su efecto lírico. Con é1, se alude
que lo expulsa fuera de sí mismo. Pero se trata de algo que, a la it (rna especie de "revelación", a algo que se ha experimentado
vez, lo conduce a descubrirse como una realidad finita y cierta- l)cro que nunca puede ser representado en su totalidad. No se
mente limitada. Desde ahí, el mar le der,uelve al sujeto una ima- tlirta del saber enciclopédico de la ilustración, sino de aquel sa-
gen invertida de su deseo: una fantasía que no cesa de escribirse lx'r'romántico que no proüene de la pura racionalidad. Por eso
al interior de una subjetividad ciertamente finita. nrismo, este saber no puede ser descrito completamente y solo
t.s nominado en lo que es la constatación de un límite. Ese es un
Como sombra del mar sirber que esrá quebrado en su interior, pues implica algún tipo
Y un fragmento del disco del sol rk' "no saber".
Sobre las aguas ¿Qué es entonces lo que el poeta "sabe"? Nuevamente, se
tnta de la presentación de la misma dinámica: algo que es cer-
(Obra poética: 1983, 259) cirno y lejano al mismo tiempo. Algo que es simuháneamente
rnisterioso y conocido; un moümiento de twelación y ocultaruien-
Como puede notarse, el sujeto queda inmerso del paisaje y ex- /o que no se resuelve y que termina situando a la subjetividad
trae un goce de tal situación. En esta poesía el mar ha dejado ('r una constante alteración. En el poema, el mar es prodigioso
de representar un origen perdido para convertirse en una pre- ¡rclo también lejano; la niebla es luminosa, pero también se en-
sencia radiante que la voz poéüca tiene al frente suyo. Notemos ( r¡entra situada en la noche. Desde este punto de vista, la pulsión
que la imagen es muy intensa: los rayos se imprimen en las aguas rrominativa surge como una estrategia para representar [a reali-
y el sol parece romperse en pedazos aunque sigue siendo una <lad b{o el puro moümiento de lo existente. La presencia del
unidad con su sombra. Lo que el mar muestra aquí es la brccha ¡nar es ese mismo apareer qtte implica siempre una incógnita:
entre el sujeto y el mundo. El componente es trágico y por eso
surge una matriz heroica. Veamos otro poema: Tú düisre
Es el mar
SE DEL mar Es demasiado dor-ado
El mar prodigioso Para ser el sol
Y lejano
Sé de la niebla (Obra poética: 1983, 38)
El luminoso rastro
Entre la noche l,lste poema es una cita, una definición que üene de un otro y
Sé de la playa la orilla abundante fiente a la cual la voz poética ha llegado a impregnarse. Nuela-
En lasjoyas del verano: rnente, el sujeto se constituye como el efecto de algo exterior
La arena, el aserín, la brea, a sí mismo y así se propone un cambio de percepción: el mar
El ensueño, el tiempo ¿tparece representado con características que supuestamente no
Que se posa lc pertenecen: es un sol dentro de la tierra.
Sobre el mar, ese mar
En todo caso, se descubre que el mar y el sol no son entida-
Prodigioso y tan lejano sé de la niebla
(les contrapuestas, sino que comparten una misma caracterÍstica
Y la noche.
(lue termina por indeterminarlas mutuamente. El poema revela
(Obra poéti.ca: 1983, 288) In fisura que ambos llevan dentro de sí mismos. Nuevamente,
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nos encortramos ante un intento de definición. Para este poe- ¡lrrirjc lrasta un límite de asombro y de pregunta. Esta resistencia
ma, el mar es un exceso, una quebrada revelación que se intro- rlr.l lrnror a ser traducido en símbolos podemos encontrarla en
duce en la subjeüüdad. Pero lo cierto es que el mar es también vir|irrs poemas y quizá éste sea uno de los más importantes:
lo accesible, lo que nunca deja de estar marcado culturalmente.
Lejos de producir una metafisica deslocalizada del paisaje, los Quisiera
poemas optan por lo particular para descubrir ahí una dimen- Con una palabra
sión que los excede pero que sin embargo es muy colidiana. Con una palabra
"Choral" es otro buen ejemplo al respecto: Decirte
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bilidad que tiene de poder afapar la realidad bajo categorías r lt. irnágenes que inducen al lector a situarse en un espacio inde-
La frase es muy conocida: "Fue la admiración lo que inicialmen- tlrrrrbién, algún nivel de confianzay de apuesta ante la contingen-
te empujó a los hombres a filosofar" (Aristóteles 982'). Es enton- ciir inscrita en el devenir mismo de la realidad.
ces a partir del "asombro" cuando el sujeto comienza a hacerse
preguntas ¡ por lo mismo, cuando su relación con el mundo Tengo algunas astillas
dejó de ser estrictamente "natural". Es decit esta sensación de En el corazón
Pero el pasto
extrañeza tr{o consigo la posibilidad de imaginar la construc-
ción de un vínculo diferente entre el hombre y todo lo que le Junto al mar
Nos llama a rerr
rodea. Por eso, el poeta escribe (porque la confrontación con
estos límites activa un deseo de saber) y, por eso, la escritura (Obra poética: 1983, 199)
pretende ser un espacio de conocimiento donde la mediación
del deseo es más visible aún. El poeta contempla el mundo, se ( i»no puede notarse, el carácter heroico de esta poesía refiere a
hace preguntas sobre Io que ahí ocurre y termina por extraer rrn sujeto dispuesto a cualquier experiencia. Este poema añrma
una duda -y un placer- de dicha experiencia. AsÍ, el mundo es lrr herida, pero sostiene que ella nunca es total y que son ciertos
experimentado como una totalidad de significados frente a los lestos de la experiencia los que inütan a sobreüvir. El eco de los
cuales es necesario adoptar una disposición especial. Iir¡rosos versos de Antonio Machado parece claro (en el corazón
Por otro lado, el poema se dirige a un tú. Es deci¡ no se luía/l.a. espina dc una pasión/logú anancúrmcl.o un d,ía/ya no siento
trata solamente de describir un estado de la realidad sino, sobre d rorazón) pero en este caso se asume el exceso y se extrae de
todo, de una manera de convocar al sujeto amado para que deje irhí cierta libertad en la experiencia cotidiana. Dicho con otras
de hacer lo que hace y comience a construir un vínculo dife- ¡ralabras; en este poema hay dolo¡ hay desesperación, pero lo
rente. Así, el poema revela el descubrimiento de algo que esuí interesante es que la voz poética nunca queda completamente
irresuelto. En el último verso, descubre los límites de su razón y t:apturada por dicho malestar. Ella dialoga con las astillas de una
reconoce la dificultad de comprender lo que sucede. Lo que se rnanera que Ie permite maniobrar con la tragedia con recursos
produce, entonces, es la ruptura de la confianza entre el sujeto y nuevos. Esta es, en efecto, una poesía que celebra y que lo hace
el mundo ¡ por lo tanto, la aparición de una duda. sir ocultar los quiebres existenciales a los que se ha üsto someti-
rla. Veamos un nuevo ejemplo:
Tengo
La alegría extraña La misma soledad
De quien te contempla Del desierto
Lo salvará de ser solitario
( Obra poéttua : 7983, 21 4) Su misma arena
Azul lo librará
De ser el mar
Jaspers (1975) sostuvo que el asombro acontece solo en "situa- Gracias desierto
ciones límites" y, en este caso, el amor es una de ellas, Contem-
plar es asombrarse y ello implica quedar inscrito en un estado no (Obra poética: 1983, 392)
necesariamente pasivo. Es decir: lo que el asombro descubre no
es el carácter enigmático de lo que nos rodea sino, más bien, que Aquí el lirismo es intenso por el giro que las palabras traen con-
ningún hecho de la realidad es definitivo y que todo se encuen- sigo. La soledad, paradójicamente, salva al poeta de ser un soli-
tra marcado por la posibilidad de convertirse en algo diferente. Lario. El poema representa dicha tensión pero es claro que los
De ahí la alegría "extraña" que aparece en este poema. De ahí, resuelve con tranquilidad. En un primer momento, el desierto
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y el mar se muestmn como instancias amenazantes, Pero luego .rlrr.rrxrs que el hombre es el único ser que es consciente de su
ambos se conüerten en fuerzas redentoras. "Estar solo" y "ser ( .r¡ri( tcr finito, el único que acepta la brecha entre él y el abso-
solitario" se oponen en algún nivel, pero los versos se encargan lrt()..Justo por ello es que puede abrirse al mundo para expe-
de sustraerles todo resto de angusüa y de tormento. ¡ ir¡rcrrt:rrlo <ie múltiples formas. Por eso, antes que realidades
La "arena azul" es la imagen encargada de relajar la tensión l)ll( stas, lo inlir]ito y lo finito se luelven en esta poesía dimen-
en tanto produce un vínculo entre dos espacios aparentemente r¡io¡ rt s simultáneas que marcan esa brecha. Lo abierto define
diferenciados: la tierra y el mar. Con ella, el poema nombra a .r lo humano en tanto develamiento, pero también como pro-
una frontera, un lugar límite que, sin embargo, revela lo subli- Irr¡rlir conciencia del límite (Agamben: ?005b). La apertura,
me y que "incrementa al ser" en una mezcla de pena y alegría. ( ¡rt()nccs, es el intento de asimilar [o existette. No sc trata de
Desde ahí, el poema sostiene que la particularidad está inscrita clirnin:rr el dolor. sino de intentar inscribirlo en una narrativa
en la totalidad. Nos encontramos, nuevamente, ante Ia fusión r lilt'rr:nte.
del sujeto con el absoluto, algo que produce tanto una conmo- Ln esta poesía el poeta finito se encuentra situado ante un
ción como un alivio. r rrivcrso infinito. Es cierto que tal brecha produce dolor, pero
Si el desierto es el lugar de Ia soledad, el poema descubre rro hav duda que también activa una pregunta sobre su sentido.
que el absoluto también está vacío. No se trata, sin embargo, de l,os poemas dan cuenta de aquella instancia superior que so-
negar aquella condición, sino de apostar por el propio hallazgo: lrl ¡rasa al sr{eto encendiéndolo en una dinárnica dc plircer y
plenitud y racío no sc oponen en este poema. sino que aparecen r lc dolor. La posición de Luis Hernández es la de un sujeto que
inmersos uno al interior del otro. Por eso mismo, el temor de sc rnalaülla ante rnundo, conmociona y nunca cesa de dialogar
convertirse en un solitario desemboca en un acto de graútud , on é1.
que el poema resuelve con la humanización frnal del desierto. Y ese diálogo nunca se agota en la escritura, sino que tant-
Es deci¡ este poema (que vuelve cómplices a los elementos lri(rn se experimenta en la caligrafía y el dibujo. En cse seutido.
antagónicos) muestra una manera férúl de afrontar la finitud y l sulta claro notar cómo la represcntación de ese quiebre tanr-
de hacer algo con ella proyecrándola hacia el infinito. Su pro- l¡irln se encuentra cifrada en la escisión entre el poema como
puesta radica en asumir el carácter trágico de la üda celebrando crrtidad lingüística y como instancia visual. Como sabernos, Luis
aquello que desde otra posición bien pudiera colocarse destruc- llcrnández construyó casi toda su obra poética en cuadernos
tivamente. Dicho de otra manera: Luis Hernández acepta la pre- cscritos a mano -que no publicaba y que sicmprc regalaba a
cariedad de la cxistencia humana pero,lejos de martirizarse o de sus amigos- donde el color y la caligrafía también se propo-
ahogarse en sus formas, los versos apuntan a construirle un senti rrían como instancias de una intensa experimentacióD estética.
do al dolor. La celebración de la vida va siempre pareja a la con- lasta relación cntre lo verbal y lo visual, entre la literatura como
ciencia de los límites y a cualquier contingencia de lo inevitable. irrstancia de mercado y el cuaderno como objeto situado fuera
rlc dicho circuito, es un testimonio más del carácter vcrdade-
Es sólo desde dentro de esa finitud que los entes se nos lamente extremo en el que su proyecto estuvo involucrado. Es
parecen como inteligibles, como formando parte del rleci¡ Luis Hernández intentó poner en cuestión la consistencia
mundo, como incluidos en un horizonte de sentido....
simbólica de su obra (y de sí mismo) a partir de una perma-
La condición de posibilidad trascendental es, Por tan-
nente vocación de fuga donde, por ejemplo, Ia diversidad de
to, el reverso de la condición de la imposibilidad: la
verdadera imposibilidad para un ser humano de intuir hcterónimos es un nuevo ejemplo de este juego en el que se
directamente la realidad, el verdadero fracaso, el no sentía inscrito. Esta es, en suma, una poesía que roza los límites
acertar en el blanco, es lo qu,e constituye Ia apertura rle tod<¡:
del mundo, de su horizonte (ZiLek: 2006, 420).
vÍcroR!,rcH VOCES MAS AILA DE LO SIMBOLICO
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A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron nicrnpre algo arrollador, algo que nos sobrepasa, algo que de
contemplar el mundo, irlgrrna manera nos destruye pero, al mismo tiempo, surge tam-
a los prófugos y a los fisicos puros, a las teorías lrir.irr algo que apuesta por curarnos y que termina por imprimir
restringidas y a la generalizada r¡n sentido del que no se puede dudar. Esta es, por todos lados,
A todas la cervezas.junto al mar lula poesía que afronta sin miedo las consecuencias de su propia
A todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia. linitud:
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
úempo hace florecer en el alma.
La misma línea
Del ocaso es el
(Obra poética: 1983, 307)
Horizonte de la
Aurora
Recordemos que para Kierkegaard (2005) la desesperación es el
signo mayor de un yo activo en permanente búsqueda de algo (Obra poética: 1983, 204)
absoluto. Es también un signo que muestra el deseo de querer
ser otro. Desesperarse implica un morirse para el mundo, vale
decir, una permanente búsqueda de infinito. En este poema,
los desesperados son, en efecto, los que más aman el mundo,
los que son capaces de convertir el dolor en algo fértil. Se trata
de la tensión entre "lo finito que delimita y Io infinito que ilimi-
ta". es decir, de mostrar una dinámica que no tiene reparos en
simbolizar su lÍmite consütutivo y su apertura simultáneamente
(Kierkegaard: 2005, 34) .
En suma, la obra poética de Luis Hernández estalla en su
celebración ante la vida: [o que llama la atención es su constante
apertura, su propósito, siempre inédito, de dar cuenta del abso-
luto, pero haciendo explícitos sus límites y deterrninaciones. Es
deci¡ el universal que emerge de la poesía de Luis Hernández
es uno que siempre revela el conjunto de raíces que lo determi-
nan. Desde ahí, podemos concluir que nos encontramos ante
una obra que quiere reencantar el mundo, pero que lo hace
desde un lugar nuevo: aquel que tiene conciencia de su propia
falla (Badiou: 2002). La nostalgia, entonces, no es aquella que
añora un absoluto perdido -y supuestamente armónico- sino
más bien aquella que tiene el coraje de constatar el carácter frá-
gil y precario del absoluto y de la existencia en general.
La celebración quebrada del infinito y la permanente con-
frontación con el extrañamiento ante la üda son las dinámicas
básicas que dan forma a la poesía de Luis Hernández. Ambas
interpelan profundamente a sus lectores. En estos versos, hay