Vous êtes sur la page 1sur 10

Bloque 2.

EL CRISTIANISMO: UN MENSAJE UNIVERSAL


Unidad 5: Bajo el imperio romano
1. Pax Romana
Una treintena de legiones, de cinco mil hombres cada una, más otras tropas auxiliares
aseguraban el control absoluto de un territorio inmenso que se extendía desde España y las
Galias hasta Mesopotamia; desde las fronteras del Rin, el Danubio y el mar Muerto hasta Egipto
y el norte de África.

El general Pompeyo entró en Jerusalén la primavera del año 63 a. C. Su imagen grabada en


algunas monedas.

Antipas, tetrarca de Galilea, vasallo de Roma, edificó una nueva ciudad a orillas de su
querido lago de Genesaret y la convirtió en la nueva capital de Galilea. Su nombre lo decía todo.
Antipas la llamó «Tiberíades» en honor de Tiberio, el nuevo emperador que acababa de suceder
a Octavio Augusto. Los galileos debían saber quién era su señor supremo.

Durante más de sesenta años nadie se pudo oponer al Imperio de Roma. Octavio y Tiberio
dominaron la escena política sin grandes sobresaltos.

2. Mantener el orden y vigilar la recaudación de impuestos


Para facilitar la administración y el control de un territorio tan inmenso, Roma había dividido
el Imperio en provincias regidas por un gobernador que era el encargado de mantener el orden,
vigilar la recaudación de impuestos e impartir justicia.

Galilea era un punto clave en el sistema de caminos y rutas comerciales del Próximo Oriente,
pues permitía la comunicación entre los pueblos del desierto y los pueblos del mar. En Nazaret,
Jesús vivió prácticamente lejos de las grandes rutas. Solo cuando vino a Cafarnaún, un pueblo
importante al nordeste del lago de Galilea, pudo conocer la Vía Marís o «camino del mar», una
gran ruta comercial que, partiendo desde el Éufrates, atravesaba Siria, llegaba hasta Damasco y
descendía hacia Galilea para atravesar el país en diagonal y continuar luego hacia Egipto. Jesús
nunca se aventuró por las rutas del Imperio. Sus pies solo pisaron los senderos de Galilea y los
caminos que llevaban a la ciudad santa de Jerusalén.

3. Ciudadanos romanos y gente inculta


Las ciudades eran, por decirlo así, el nervio del Imperio. En ellas se concentraba el poder
político y militar, la cultura y la administración. Allí vivían, por lo general, las clases dirigentes,
los grandes propietarios y quienes poseían la ciudadanía romana. Estas ciudades constituían una
especie de archipiélago en medio de regiones pobladas por gente pobre e inculta de los diversos
pueblos sometidos.

De ahí la importancia de las calzadas romanas, que facilitaban el transporte seguro y la


comunicación entre las ciudades, y permitían el rápido desplazamiento de las legiones, de las
mercancías, de los impuestos para Roma y de los esclavos.

1
4. El imperio de la violencia
Cuando un pueblo era conquistado tras una violenta campaña de guerra, la «victoria» era
celebrada de manera especialmente solemne: la gente podía contemplar no solo los ricos
expolios de la guerra y los prisioneros que serían esclavizados, sino también a los reyes y
generales derrotados, que desfilaban encadenados para ser después ritualmente ejecutados.

Debía quedar patente el poder militar de los vencedores y la humillante derrota de los
vencidos.

Los judíos de Palestina pasaron a engrosar las listas de «pueblos subyugados» que Roma
ordenaba inscribir en los monumentos de las ciudades del Imperio.

5. Un pueblo sometido y esclavizado


Este inmenso territorio no estaba muy poblado. A comienzos del siglo I podían llegar a
cincuenta millones. Jesús era uno más. Dos ciudades destacaban sobre todas: Roma, la gran
capital, con un millón de habitantes, a donde había que acudir para resolver ante el César los
conflictos más graves, y Alejandría, con más de medio millón de moradores, donde había una
importante colonia de judíos que peregrinaban periódicamente hasta Jerusalén.

Dentro de este enorme Imperio, Jesús no es sino un insignificante galileo, sin ciudadanía
romana, miembro de un pueblo sometido que estaba obligado a pagar grandes impuestos que
iban directamente a las arcas de Roma.

Pero sin duda estaban en peor situación los miles de esclavos que podían ser vendidos,
maltratados, mutilados, violados, torturados o muertos a voluntad de sus propietarios. La
muerte —por el propietario o algún otro— de un esclavo era tratado como un asunto de
destrucción de propiedad, no como un homicidio.

6. Situación de la mujer
 Las mujeres no podían tener propiedades, ni dinero
 Las mujeres no podían disponer del sueldo o ganancias de su trabajo
 Estaba prohibido enseñar a las mujeres a leer y a escribir
 La única educación que una mujer podía recibir era para cuidar de su hogar y como parte
de ella la educación religiosa
 Una mujer sin padre, sin esposo o sin hijos carecía de valor alguno
 Las viudas eran marginadas y pasaban grandes necesidades
 Durante la menstruación la mujer era considerada impura
 En bastantes culturas un hombre podía tener varias mujeres que dependían de él.
 La prostitución de las mujeres por parte de los hombres era una práctica consentida
 Un hombre podía divorciarse de su mujer sin necesidad de ninguna justificación pero no
al revés.
 Una mujer sorprendida en adulterio era castigada a morir apedreada

7. El culto al Cesar
Los pueblos subyugados no debían olvidar que estaban bajo el Imperio de Roma. La estatua
del emperador, erigida junto a la de los dioses tradicionales, se lo recordaba a todos. Su
presencia en templos y espacios públicos de las ciudades exigía a los pueblos a darle culto como

2
a su verdadero «señor». Pero, sin duda, el medio más eficaz para mantenerlos sometidos era
utilizar el castigo y el terror. Roma no se permitía el mínimo signo de debilidad ante los
levantamientos o la rebelión. Las legiones podían tardar más o menos tiempo, pero llegaban
siempre. La práctica de la crucifixión, los degüellos masivos, la captura de esclavos, los incendios
de las aldeas y las masacres de las ciudades no tenían otro propósito que aterrorizar a las gentes.
Era la mejor manera de obtener la fides o lealtad de los pueblos.

A pesar de todo consentían los cultos locales mientras no perturbaran el orden público ni
amenazaran la paz de las rutas comerciales. Así mismo el culto de los judíos en el Templo de
Jerusalén mientras las ofrendas depositadas en el fueran custodiadas por ejército romano.

8. La vida cotidiana de un judío de galilea


El oficio de Jesús era carpintero pero seguramente aplicado a la construcción de viviendas.

La lengua de Jesús era el arameo, aunque seguramente conocía el hebreo, la lengua del
estamento sacerdotal.

El conoce en su propia carne las dificultades por las que pasa el pueblo judío y comparte su
esperanza en la venida del Reino de Dios. Por ello decide dejar su oficio y sale por los caminos
para invitar a todos a proclamar esa buena noticia haciendo un mundo más justo y más fraterno.

Cuando empieza su misión en la vida pública, ésta transcurre fundamentalmente


en Galilea (con centro en Cafarnaúm) y en Judea (con centro en Jerusalén).

Jesús era para los romanos un alterador del orden y para los fariseos, un falso profeta, un
blasfemo que se hacía llamar Hijo de Dios.

En aquella época existen diversas “sectas” o corrientes religiosas judías que estaban
enfrentadas entre sí: fariseos, saduceos, esenios, zelotes… Ante los ojos de los romanos cuando
aparecen los nazarenos (seguidores de Jesús de Nazaret) no eran sino otra superstición judía
más...

Pero los fariseos y saduceos, muy celosos de las tradiciones religiosas y muy influyentes en
Jerusalén, indignados ante la libertad de Jesús y asustados por la llegada de una gran multitud
de gente pobre que le acompaña con la esperanza de instaurar un nuevo reino de fraternidad y
de justicia, se confabularán contra él, y buscarán el apoyo de los romanos para condenarlo a
muerte

Por todo ello deciden matar a Jesús y buscan la autorización del Gobernador Romano para
condenarlo a una de las peores muertes: La crucifixión.

Le asesinan clavándolo en una Cruz como a otros muchos para dar un escarmiento a los
alteraban el orden público.

Sus amigos, los discípulos, creían que él era el Mesías, el esperado, que les iba a liberar de
la dominación del Imperio Romano, pero en el momento de su muerte, por miedo, le
abandonan.

9. La custodia de una tumba vacía


Con todo su poder el ejército romano no puede hacer nada para resolver el enigma de la
tumba vacía ni detener la certeza de sus discípulos de que ha resucitado.

3
El cuerpo del judío ajusticiado, signo del poder dominador romano, había desparecido y
ahora sus discípulos desarmados y sin temor proclamaban un reino nuevo de paz, de igualdad,
de fraternidad…

En las reuniones clandestinas de los discípulos cada vez son más los que confirman y
anuncian que Jesús sigue vivo y presente donde dos o más se reúnen en su nombre, como
hermanos para partir el pan…

Los discípulos de Jesús eran una verdadera comunidad abierta a todos sin exclusión: oraban,
celebraban, se sentían hermanos, compartían todo y anunciaban la buena y alegre noticia de
que un joven y sencillo carpintero llamado Jesús había resucitado venciendo al poder de la
violencia y de la muerte instaurando un reino nuevo de amor y de paz.

10. Comienzo de la persecución por parte de los judíos y de los romanos.


Posteriormente, cuando los seguidores del nazareno salen a las calles y a las plazas para
anunciar la resurrección de Jesús, la Sinagoga Judía lanza una gran persecución contra ellos que
liderará Saulo.

Los cristianos respetaban la autoridad del emperador y rezaban por él, pero se negaban a
darle culto y a ponerse al servicio de las armas y aparecían como los culpables de cualquier
revuelta política o desastre natural.

El cristianismo ponía en entredicho el poder de las clases más poderosas porque vivían en
igualdad, fraternidad y solidaridad.

Los cristianos, durante los siglos II y III sufrieron numerosas persecuciones. Las más crueles
fueron en el siglo III en plena decadencia del imperio.

Unidad 6: Un misterioso encuentro que cambia la vida y la historia


1. ¿Quién fue Pablo de Tarso?
De San Pablo mismo sabemos que nació en Tarso, en Cilicia (Hch 21, 39).

Hijo de un ciudadano romano (Hch 22, 26-28; cf. Hch 16, 37)

Era aún muy joven cuando fue enviado a Jerusalén para recibir una buena educación en la
escuela de Gamaliel.

Su oficio era tejedor de tiendas y de esta manera siempre obtuvo su sustento.

Gran perseguidor de los cristianos llegando a tomar parte en el martirio de San Esteban (Hch
7, 58-60; Hch 22, 20).

2. Seguidores de un blasfemo, amigo de pecadores, prostitutas y paganos


Los primeros que rechazan y persiguen a los nazarenos son los judíos ya que aquellos ponían
en cuestión la creencia tradicional judía de que la salvación se conseguía mediante el
cumplimiento de la ley compuesta de innumerables normas y ritos, especialmente mediante la
observancia del “Shabat”.

4
Frente a ello los nazarenos proponen el mandamiento nuevo y único del amor al prójimo.

Algunos de los gestos de Jesús y sus discípulos más criticados por los judíos es el de acoger
y curar a los enfermos que eran rechazados por impuros, sentarse a la misma mesa con
pecadores, prostitutas y publicanos y atender las solicitudes de los paganos proclamando que
ante Dios todos los seres humanos tienen la misma dignidad.

Pero lo más irritante para los judíos es escuchar a Jesús y a sus seguidores considerarse hijos
de Dios, dirigirse a Él llamándole Abbá (papaíto) y hablar sin cuidado de la destrucción del
Templo de Jerusalén ya que el hombre es el verdadero templo de Dios y junto con los otros
miembros de la primera comunidad cristiana forman un templo de piedras vivas.

Saulo, perteneciente a la secta de los fariseos y bien formando en la ortodoxia judía, no


podía aceptar que los nazarenos pensaran y creyeran de forma distinta y proclamaran que Jesús
era hijo de Dios, incumplieran públicamente las normas de la Ley judía e hicieran dejación de los
ritos y tradiciones religiosas.

Por ello decide liderar la persecución contra los primeros cristianos

Persiguiendo a un grupo de nazarenos en el camino hacia Damasco tiene una experiencia


misteriosa (Hch 9, 1-19) en la sufre una gran conmoción cuando escucha que el mismo Jesús le
pregunta: “Saulo, ¿por qué me persigues?”.

3. La comunidad de Damasco
Una comunidad de hermanos, acogedora, que perdona y que protege a los perseguidos
recibe a Pablo y lo cuida hasta que se recupera. En esa comunidad Pablo comprenderá que la
promesa de Dios al pueblo judío se había hecho realidad en Jesús y en la experiencia de vivir
como hermanos de las primeras comunidades. A partir de ese memento dedicará toda su vida a
fundar comunidades cristianas por todas las ciudades.

4. Los viajes de Pablo


Durante 12 años (45-57) realizó 4 grandes viajes apostólicos de los que Antioquía fue
siempre el punto de partida dedicándose a anunciar la buena noticia de Jesús de Nazaret y
formar pequeñas comunidades cristianas por donde quiera que pasaba.

Unidad 7: Un mensaje universal: Vivir como hermanos


La primera comunidad cristiana se constituyó en Jerusalén en el año 30 aprox. Después de
la muerte de Jesús. El día de Pentecostés una fuerza interior misteriosa les impulsa a comunicar
al mundo sus convicciones y a anunciar que Cristo murió pero ha resucitado y su Espíritu sigue
vivo en las comunidades cristianas.

Sin embargo esas comunidades cristiana se verán obligadas a vivir en la clandestinidad


ocultándose para reunirse y celebrar su fe en lugares como las catacumbas en las cuales se
encuentran algunas expresiones artísticas de su modo de vida y algunas otras que sirvieron de
contraseñas secretas para mantener el contacto sin ser descubiertos.

5
Una de esas contraseñas era "ichthys" que significa pez en griego y al
mismo tiempo forma un acrónimo: iesus, christos, theou, uios, soter, que se
traduce Jesús, Cristo, Hijo de Dios y Salvador.

 Otros signos de animales simbólicos eran el cordero, el pavo real, el


delfín y el pelícano.

Otra de esas expresiones de su modo de vida es la escena del "Ágape


Eucarístico” comida fraterna en la que hombres y mujeres comparten la
misma mesa y celebran juntos su fe.

1. Características del nuevo modo de vida de los primeros cristianos


El amor es el único camino incluso frente a la violencia de sus preseguidores

1.1. Todo lo tenían en común

“Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los apóstoles y participar en


la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos
ellos, porque los apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se
mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían
el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a
diario el templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón;
ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. y cada día, el Señor acrecentaba la
comunidad con aquellos que debían salvarse.” Hch 2,42-47

La experiencia de los primeros cristianos, narrada en el libro de los hechos de los apóstoles,
habla de comunidades formadas por hombres y mujeres que se reúnen en las casas de las
familias que la componen, oran y celebran la “fracción del pan” y comparten todo lo que tienen
para que no haya entre ellos ningún necesitado.

1.2. Un bautismo que nos hace iguales y hermanos

“Porque todos hemos sido bautizados en un solo espíritu para formar un solo cuerpo –judíos
y griegos, esclavos y hombres libres, varones y mujeres– y todos hemos bebido de un mismo
espíritu.” I cor 12,13

1.3. Una comunidad convocada en asamblea

“Iglesia” viene del latín “ecclesia” y ésta del griego “ἐκκλησία” (“ekklesía”) que significaba
originariamente en la antigua grecia “asamblea” y luego, en el ámbito cristiano, pasó a significar
“convocatoria a la reunión de los cristianos”.

1.4. Movimiento de comunidades fraternas y solidarias

La colecta en favor de los cristianos de Jerusalén, durante el tiempo en que estaban pasando
grandes penurias económicas en esa zona, fue siempre una de las grandes preocupaciones de
Pablo. Ese era un signo de unidad entre la iglesia madre y las comunidades surgidas del mundo
pagano (Gal. 2. 10). Por eso, antes de informar a los corintios sobre sus proyectos de viaje y de
enviarles su saludo final, les da algunas instrucciones sobre el modo de organizar dicha colecta.

2. El cristianismo un mensaje universal


Los gestos acogedores e inclusivos de Jesús confirmaban la certeza de que su buena noticia
era no solo para los judíos sino para todos los pueblos.

6
Las primeras comunidades desde el principio entendieron que su misión era ofrecer ese
mensaje de amor a toda la humanidad.

El cristianismo ofrecía un nuevo rostro de Dios, padre cercano y misericordioso, con el que
todo ser humano podía relacionarse con la dignidad de hijo suyo y el mensaje universal de la
llamada a vivir la fraternidad humana sea cual fuera su lengua, raza, sexo y nación.

Mientras que el fariseísmo consideraba que solo el pueblo judío era el elegido para la
salvación por el cumplimiento de la Ley, Jesús supo transmitir a sus discípulos un mensaje
universal que ya estaba presente en la tradición judía: el verdadero signo del cumplimiento de
la salvación sería un banquete para todas las naciones.

Para los cristianos el plan de salvación de Dios no podría cumplirse mientras alguien quede
excluido de su proyecto de amor y solo sería posible cuando los seres humanos de todos los
pueblos estuvieran dispuestos para participar del banquete del Reino viviendo como hermanos.

Desde entonces la iglesia ha vivido en una constante misión para cumplir el sueño de Jesús
llegando hasta los confines de la tierra

Bloque 3. AL SERVICIO DE UN NUEVO REINO


Unidad 8: Un Imperio en re-conversión
1. La decadencia del Imperio Romano
A partir del s. III el Imperio Romano entrará en un proceso de decadencia económica,
institucional y política que lo irá debilitando. Una de las cosas que harán sus gobernantes para
combatirla será intentar fortalecer la religiosidad politeísta tradicional y echarán la culpa de todo
a los cristianos dado que se iban haciendo cada vez más numerosos.

Hacia el año 300 el cristianismo está extendido por casi todo el imperio.

El emperador Diocleciano inició la más terrible de las persecuciones de los primeros


cristianos en el año 303.

2. De Iglesia perseguida a Iglesia permitida: Edicto de Milán


Tras vencer a Majencio en la la batalla del Puente Milvio, Constantino atribuyó esta victoria
a Jesucristo: “Con este signo vencerás”.

En el 313 pública el Edicto de Milán que otorga libertad de culto a todos los ciudadanos
romanos. De esta forma los cristianos pueden vivir su fe públicamente.

3. De Iglesia permitida a Iglesia oficial: Edicto de Tesalónica


En el año 380 el emperador Teodosio, con el Edicto de Tesalónica, convirtió el cristianismo
en la religión oficial del Imperio. La Iglesia pasa a ser protegida por las leyes del Imperio.

4. En medio del caos… surge la esperanza de un nuevo orden social


En el 410 las tropas de Alarico asaltaron y saquearon Roma. Durante tres días terribles los
bárbaros saquearon la ciudad, profanaron sus iglesias, asaltaron sus edificios y robaron sus
tesoros.

7
Cuando el Imperio Romano cae comienza el caos no solo porque desparecen las autoridades
políticas y las legiones que garantizaban la “pax romana” sino porque también entran en crisis
las creencias, las costumbres y tradiciones, las leyes y la organización de la sociedad.

Mucha gente tiene que trasladarse forzosamente y la mayoría se siente desorientada y


asustada ante el futuro porque la cultura romana que era dominante hasta ese momento
desaparece para siempre.

En ese momento la Iglesia no solo mantiene la esperanza de la gente sino que ve la


oportunidad para hacer posible una sociedad nueva.

5. La moral cristiana se va filtrando lentamente en la sociedad romana


Numerosas donaciones a las iglesias locales no solo para construir basílicas sino también
edificios para socorro de pobres, viudas y huérfanos. En ellos los cristianos realizaban una
inestimable labor de caridad.

En el ámbito de las leyes civiles el emperador protege la familia poniendo límites a la práctica
generalizada del divorcio, se prohíbe el infanticidio y se humaniza el trato de los niños.

Se liberaliza la condición de los esclavos y se suprime la pena de muerte por crucifixión.

6. La familia en la Antigua Roma


El pater familias era el hombre romano que no dependía de nadie (sui iuris) y de quien
dependían los demás (alieni iuris). No importaba que estuviese soltero o casado, ni su edad. Una
mujer nunca podía ser cabeza de familia y solo se podían casar entre ciudadanos romanos.

La patria potestas de un cabeza de familia romano le permitía, de así quererlo, disponer de


la vida de cualquier miembro familiar, venderle como esclavo e inclusive darle muerte. Podía
también abandonar legalmente a un hijo nacido de su mujer o reconocerlo. Podía incluso
prohijar hijos de otros, así como concertar casamientos de los hijos.

El casamiento de dos jóvenes dependía casi exclusivamente de los padres y no era un


contrato entre dos personas sino entre dos familias; pocas veces se tenían en cuenta las
inclinaciones de los interesados. Una vez decidido el matrimonio el primer paso era la
celebración de los esponsales, ceremonia arcaica en la que los respectivos padres concertaban
el casamiento de los hijos y establecían la dote que la joven aportaría al matrimonio.

7. Boda y divorcio en el I. Romano


La forma más usual y práctica. Se realizaba una compraventa ficticia de la novia, por la que
el marido adquiría la manus (poder) sobre ella. Es la versión matrimonial de la ceremonia de
liberación de esclavos, la manumissio.

En la víspera de la boda la joven consagraba a una divinidad sus juguetes de niña; después,
se acostaba con el traje nupcial y una cofia de color anaranjado en la cabeza. Eran características
de la vestimenta nupcial el peinado y el vestido con velo. El traje era una túnica blanca que
llegaba a los pies, ceñida por un cinto. De la cabeza de la desposada caía un velo de color
anaranjado (flammentum) que le cubría la cara. Acabadas las formalidades, tenía lugar el
banquete nupcial.

Como todo contrato, el matrimonio podía disolverse o terminarse. El derecho de revocación


pertenecía únicamente al hombre; este solo tenía que reclamarle a su mujer delante de un
testigo las llaves de la casa y decirle: tuas res habeto ("coge tus cosas").

8
8. La boda cristiana es un acto público
Hasta la llegada del cristianismo había hombres que forzaban a las mujeres a casarse, incluso
sin celebrar el rito de la boda. Dado que este rito era privado y, a veces, algunas personas
moraban lejos, ¿quién podía probar si ese casamiento había tenido lugar y cómo?

A partir del año 400 d.C. para proteger la libertad del consentimiento de la mujer, la Iglesia
resolvió transformar la boda en un acto público, delante de un sacerdote, que daba la bendición
a los recién casados.

En dicha celebración tanto el hombre como la mujer debían dar su consentimiento mutuo
preguntando delante de todos “¿quieres casarte… y lo haces por libre y propia voluntad?”. Los
dos novios se daban uno a otro la mano derecha en señal de entrega mutua.

9. El matrimonio cristiano: un amor sin condiciones


El matrimonio cristiano podría celebrarse independientemente de que ambos fueran o no
ciudadanos romanos e incluso libres o esclavos.

Los novios solo podían contraer matrimonio si acudían sin ser coaccionados, libre y
voluntariamente. Para proteger la libertad del consentimiento de la mujer, la Iglesia resolvió
transformar la boda en un acto público, delante de un sacerdote, que daba la bendición a los
recién casados.

Los novios cristianos compartían sus bienes en la comunidad cristiana para que no hubiera
ninguna familia necesitada y por ello acudían a la boda vestidos con alegría y sencillez.

Unidad 10: La Ciudad de Dios. Al servicio de un mundo nuevo


1. S. Agustín de Hipona
Agustín nació en Tagaste (Argelia) en el año 354. Era hijo de Patricio, un pequeño propietario
pagano, y de Mónica, una mujer cristiana. Su madre intentará transmitirle la fe y ora
continuamente por él aunque Agustín en medio de un contexto pagano prefiere experimentar
otros caminos…

En su búsqueda incansable de la verdad Agustín pasa de una escuela filosófica a otra sin que
encuentre una respuesta satisfactoria en ninguna de ellas. En su autobiografía se avergüenza de
algunos comportamientos de su juventud.

A los 32 años conoce al obispo S. Ambrosio, se convierte y se bautiza junto a su hijo


Adeodato.

Cuando S. Agustín, después de su conversión vuelve a Tagaste, su ciudad natal, vende todo
lo que tiene y el producto de la venta lo reparte entre los pobres. Se retira con unos compañeros
a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. A pesar de su búsqueda de la
soledad y del aislamiento, la fama de Agustín se extiende por toda la comarca.

En el 391 viaja a Hipona. Es ordenado sacerdote y funda un monasterio donde vive con
algunos de sus más fieles amigos dedicados al estudio, la predicación y a escribir. En el año 396
es consagrado obispo de Hipona. Desde este momento se dedica plenamente a la acción
pastoral ejerciendo un gran influjo sobre la Iglesia norteafricana y en los Concilios a lo largo de
sus 34 años de servicio a la Iglesia como obispo. Tras el saqueo de Roma por los bárbaros... Los

9
cristianos, que habían llegado a identificarse con el Imperio que tanto los había perseguido en
el pasado, vieron en su caída una señal cierta del fin del mundo, y muchos comenzaron a vender
sus posesiones y abandonar sus tareas.

San Agustín, obispo de Hipona, obligado a salir al paso de estos sombríos presagios, escribió
entonces La Ciudad de Dios para explicar a los cristianos que, aunque la caída de Roma era sin
duda un suceso desgraciado, sólo significaba la pérdida de la Ciudad de los Hombres. La Ciudad
de Dios, identificada con su Iglesia, sobreviviría para mostrar, también a los bárbaros, las
enseñanzas de Cristo.

2. Herejías, concilios y cismas


A medida que pasaba el tiempo y el cristianismo se expandía por diferentes culturas
surgieron diferentes tradiciones y modos de vivir el cristianismo.

En algunos casos las diferencias enriquecían la experiencia de las comunidades pero en otros
casos provocaban una gran confusión, división y enfrentamiento porque estaban provocadas
por las luchas de poder político que buscaban el apoyo de la Iglesia creciente.

3. Concilios: orar, pensar, dialogar y decidir juntos lo que creemos y lo que


queremos.
Afortunadamente la tradición del diálogo fraterno dentro la Iglesia hizo posible definir la fe
en comunión a través de innumerables concilios.

En un concilio toda la Iglesia se reúne en Asamblea a través de los representantes de cada


diócesis (zona o circunscripción romana) que son los obispos para debatir y discernir cual es la
verdad sobre Jesús y la fe cristiana. Poco a poco irán redactando un mismo Credo como ese
conjunto de afirmaciones básicas de la fe cristiana que fueron formuladas a través de los
diversos concilios.

Esto tendrá consecuencias en la vida de los cristianos, de la iglesia y en la construcción de la


nueva sociedad.

4. El Magisterio de la Iglesia: enseñando a buscar la verdad sobre Jesús


La Iglesia encontró en los primeros siglos creyentes que, por su santidad de vida, su prestigio
intelectual y la rectitud de su doctrina han sido considerados Padres de la Iglesia. Eran casi todos
obispos.

A lo largo de los cinco primeros siglos fueron aportando sus reflexiones sobre la fe cristiana.
Esta reflexión teológica, que se desarrolló tanto en Oriente como en Occidente, se conoce como
teología patrística.

 Ayudaron a que los concilios formularan con fidelidad el auténtico mensaje de Jesús
para todos los pueblos.
 Dieron forma a las instituciones de la Iglesia, a su doctrina, su oración, su espiritualidad.
 Fijaron el “Canon completo de los Libros Sagrados”
 Compusieron el conjunto de profesiones básicas de la fe (el Credo), precisaron el
depósito de la fe en confrontaciones con las herejías y la cultura de la época dando
origen así a la teología y crearon las primeras formas de la liturgia.
 Ayudaron con sus reflexiones sobre el evangelio a que la nueva sociedad, tras la caída
del Imperio Romano, evolucionara haciéndose más humana.

10

Vous aimerez peut-être aussi