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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA CONTADURÍA PÚBLICA

EN EL MUNDO
El origen de la contaduría pública en el mundo constituye el soporte del desarrollo de los procesos en un área
del saber que se ha consolidado a través de la evolución misma de las civilizaciones y es una pieza fundamental
para el logro de los adelantos en materia económica a lo largo de la historia.

Horizontes

 Conocer las raíces históricas de la contabilidad.


 Conocer los inicios del pensamiento contable
 Establecer los elementos de la actividad contable en la antigüedad.
 Identificar las características contables de los distintos periodos de la historia.

1. Historia de la Contaduría Pública


En la evolución de la historia de la contabilidad existen tres grandes periodos diferenciados; el empírico, el
clásico y el científico.
1.1 Periodos de la Contabilidad
1.1.1 Empírico:
Las primeras civilizaciones que surgieron sobre la tierra tuvieron que hallar la manera de dejar constancia de
determinados hechos con proyección aritmética, que se producían con demasiada frecuencia y eran demasiado
complejos como para poder ser conservados por la memoria. Reyes y sacerdotes necesitaban calcular la
repartición de tributos y registrar su cobro por uno u otro medio. En último lugar los comerciantes han sido
siempre el sector de la sociedad más comprometido con cualquier nuevo procedimiento de registro de datos. Y
mercaderes y cambistas los ha habido desde los primeros momentos en todas las civilizaciones.
Algunas sociedades que carecían de escritura en sentido estricto, utilizaron sin embargo, registros contables.
La historia no referencia fecha ni época sobre el inicio de las primeras prácticas contables, pero desde que el
hombre inventó la escritura, ha registrado su desarrollo social y económico. Los primeros registros contables
conocidos datan de 7,500 años A.C. Las primeras representaciones fueron inventario de monedas simples para
el intercambio de granos y ganado. Como veremos las grandes culturas antiguas desarrollaron registros
contables primitivos

Mesopotamia (6000-4000 A.C)


El país situado entre el Tigris y el Eufrates era ya en el cuarto milenio A.C. asiento de una próspera civilización.
Los comerciantes de las grandes ciudades mesopotámicas constituyeron desde fechas muy tempranas una casta
influyente e ilustrada. El hallazgo de miles de tablillas cerámicas que reflejan conceptos sumerios como:
"Sociedades Comerciales", "Estado", "Templos", "Aportaciones de capital", "Reparto de Beneficios".
El famoso Código de Hammurabi, promulgado aproximadamente en el año 1700 a. de J.C., contenía a la vez
que leyes penales, norma civiles y de comercio. Regulaba contratos como los de préstamo, venta,
arrendamiento, comisión, depósito y otras figuras propias del derecho civil y mercantil, y entre sus disposiciones
había algunas directamente relacionadas con la manera en que los comerciantes debían llevar sus registros.
Se han conservado miles de tablillas cerámicas que permiten formarse una imagen acerca de la manera en que
los sumerios llevaban las cuentas. Gracias a esos testigos, inmunes al paso del tiempo, sabemos que ya en
épocas muy antiguas existían sociedades comerciantes, en las que las aportaciones de capital y el reparto de
beneficios estaban cuidadosamente estipulados por escrito.
La propia organización del Estado, así como el adecuado funcionamiento de los templos, exigían el registro de
sus actividades económicas en cuentas detalladas. Los templos llegaron a ser verdaderas instituciones
bancarias, que realizaban préstamos –el interés estaba cuidadosamente regulado– y contratos de depósito.
El auge de Babilonia a comienzos del segundo milenio a de J.C. – es decir, en la época de que data el Código de
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Hammurabi – trajo consigo un progreso en las anotaciones contables. Aparece por entonces una manera
generalizada de realizar las inscripciones, estableciéndose un cierto orden en los elementos de éstas: título de la
cuenta, nombre del interesado, cantidades, total general. En algunas planchas se especifica, al comienzo, en el
saldo inicial, luego las distintas partidas, positivas y negativas, y el saldo final de la cuenta al acabar la tablilla.
Los pueblos mesopotámicos utilizaban ya el ábaco para facilitar la realización de las operaciones aritméticas, que
fueron sumamente laboriosas en todas las épocas, hasta la relativamente reciente introducción universal de la
actual numeración arábiga.
La costumbre de insertar las planchas cerámicas en una varilla, siguiendo un orden cronológico, creó verdaderos
libros de contabilidad.

Egipto.
Si importante fue la contabilidad entre pueblos de Mesopotamia, aún más necesario fue su uso en una sociedad
tan rígidamente centralizada como la del Egipto faraónico.
El instrumento material utilizado habitualmente por los egipcios para realizar la escritura era el papiro. Las
anotaciones de tipo contable, por su carácter repetitivo, llegaron a conformar un tipo de escritura hierática que
ha resultado muy difícil de descifrar para los estudiosos. Se han conservado ejemplares de libros auxiliares y
definitivos, así como de balances periódicos.
Los escribas, especializados en llevar las cuentas de los templos, del estado y de los grandes señores, llegaron a
constituir un cuerpo técnico numeroso y bien considerado socialmente.
De cualquier forma, y pese al papel decisivo que la contabilidad desempeño en el antiguo Egipto, no puede
decirse que la civilización faraónica haya contribuido a la historia de la contabilidad con innovaciones o
procedimientos que no hubieran sido ya utilizados por los poderosos comerciantes caldeos.

Grecia.
Los templos helénicos, como había sucedido muchos siglos antes con los de Mesopotamia y Egipto, fueron los
primeros lugares de la Grecia clásica en los que resultó preciso desarrollar una técnica contable. Cada templo
importante, en efecto poseía su tesoro, alimentado con los óbolos de los fieles o de los estados, donaciones que
era preciso anotar escrupulosamente: Los tesoros de los templos no solían permanecer inmovilizados y se
empleaban con frecuencia en operaciones de préstamo al estado o a particulares. Puede afirmarse así que los
primeros bancos griegos fueron algunos templos.
Quizá el lugar en el que los arqueólogos han encontrado más abundante y minuciosa documentación contable lo
constituye el santuario de Delfos, donde se han recuperado cientos de placas de mármol que detallan las
ofrendas de los fieles, así como las cuentas de reconstrucción del templo en el siglo IV a de
Las casas de bancas particulares tuvieron su gran momento de expansión en el siglo V a de J.C. Surgieron
modestamente a la vera de los templos, pero muy pronto extendieron sus actividades por numerosas ciudades
mediterráneas. Los banqueros griegos, sobre todo los atenienses, dominaron la técnica de los cheques y
trasferencias de fondos de una ciudad a otra y de una cuenta a otra, y, probablemente, hicieron ya uso de la
letra de cambio.
Los banqueros llevaban fundamentalmente dos clases de libros de contabilidad: el Diario (efeméricas) y el libro
de cuentas de clientes. El orden y la pulcritud con que se llevaban las anotaciones hicieron que la exactitud de
éstas llegaran a ser reconocida por la ley, que otorgaba a los libros de contabilidad valor de prueba principal.
La contabilidad pública también se desarrolló en las ciudades griegas. Atenas poseía en el siglo IV a. De J.C. un
Tribunal de Cuentas, formado por diez miembros, encargado de fiscalizar la hacienda del Estado, sobre todo en
lo referente a la recaudación de tributos.
El primer gran Imperio Económico que se conoce fue el de Alejandro Magno (356,323 a.C.),...los banqueros
griegos, fueron famosos en Atenas, ejerciendo su influencia en todo el Imperio. De ellos se dice: "Llevaban una
contabilidad a sus clientes, la cual debían mostrar cuando se les demandara; su habilidad, y sus conocimientos
técnicos hicieron que con frecuencia se les empleara para examinar las cuentas de la ciudad "(History of Modern
Bank of Isue, Conant). (Gertz 1996:32)
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Roma.

Durante la época del Esclavismo lo que era la propiedad común se convirtió en propiedad privada y se dio en
cierta forma la primera organización del estado. Las tribus vencidas eran sometidas en calidad de esclavos,
convirtiéndose esto en uno de los hechos más importantes de la contabilidad, debido a que el esclavo más
inteligente llamado Nomenclator, tenía la misión de llevar la contabilidad de los esclavos del amo, pues estos
eran considerados bienes.

En esta época existió una sociedad que fue símbolo del esclavismo debido a la existencia de ejércitos poderosos
que inundaron su estado de oro y esclavos: la "Sociedad Romana"; que presenta hechos económicos
relacionados con la contabilidad, la cual se manifestó tanto en los actos públicos, como en los privados... Ya en
el siglo I a. de J.C. se menospreciaba a una persona que fuera incapaz de controlar contablemente su
patrimonio. De hecho, todo jefe de familia asentaba diariamente sus ingresos y gastos en un libro llamado
Adversaria", el cual era un borrador, ya que mensualmente los transcribía, con sumo cuidado, en otro libro, el
“Codex o Tubulae"; en el cual, a un lado estaban los ingresos (acceptum), y al otro los gastos (expensum).
Las profundas aportaciones contables de los romanos, de quienes se conservan datos concretos incluyen
a. La obligación de llevar una especie de borrador con el registro de ingresos y gastos, llamado
"Adversaria".
b. La transcripción mensual de los datos anteriores a un registro llevado más cuidadosamente y el cual
había obligación de conservar llamado "Codex o Tubulae".
c. En este último registro estaban nuevamente anotados los ingresos, llamados "Acceptum" y del otro lado
los gastos "Expensum" (curioso que la raíz latina haya sobrevivido en el inglés donde gastos se expresa
como Expenses).
d. El "Codex Accepti et Expensi" derivaba en el estado final de la Caja o "Arca" (curioso nuevamente, ya
que en español decimos arqueo al acto de revisar físicamente lo que tenemos en la caja).
El año 325 antes de Cristo se expidió en Roma la Ley Paetelia Papiria que daba valor probatorio a los registros
contables, ya que hablaba de que con tan sólo la anotación del nombre del deudor, con su consentimiento, en el
Codex del acreedor se consideraba realizada la operación y tenía validez la deuda.
El libro más empleado era el de ingresos y gastos ("codees acceti et expensi"). Los grandes negociantes llegaron
a perfeccionar sus libros de contabilidad de tal manera que algunos historiadores han creído ver en ellos –se
conservan sólo algunos fragmentos incompletos- un primer desarrollo del principio de la Partida Doble. Aunque
hay algunas citas de grandes autores, como Cicerón, que parecen sustentar tal hecho, son demasiado confusas
como para establecer la tesis de que el método de la Partida Doble era conocido en la Antigüedad.
No hay ninguna prueba que acredite su empleo con anterioridad a la expansión comercial italiana de las
postrimerías de la Edad Media.
Para que exista la Partida Doble no basta con la disposición de la cuentas en dos columnas enfrentadas, u otros
detalles de forma; es preciso que el principio que informa la Partida Doble se aplique inflexiblemente, sin
excepciones. Y no parecer haber sido éste el caso de la contabilidad romana.
La Europa medieval. (473-1453)
Debido a la casi total aniquilación del comercio en Europa en los siglos posteriores a la caída del Imperio
romano, las prácticas contables más o menos evolucionadas habituales en el mundo antiguo desaparecieron. La
técnica contable se iba a desarrollar de nuevo en Europa a partir casi de cero, al compás del crecimiento del
comercio, que tomó su primer gran impulso con las cruzadas, la invasión, conquistas expansivas y
especialmente del comercio del mundo árabe.

Mediante la "Capitulare de Villis", ordenanza de Carlo Magno del siglo VIII, se estipuló el levantamiento de un
inventario anual de las propiedades del imperio y el registro en un libro que tuviese por separado ingresos y
egresos, lo que se facilitó con el "Solidus", la unidad monetaria aceptada generalmente entre el siglo VI y IX,
por ser una medida homogénea.
De grandes órdenes militares, la de los Templarios y la de los Caballeros Teutónicos, desarrollaron durante los
siglos XII y XIII sistemas de contabilidad perfeccionados, influidos probablemente por las prácticas de los
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comerciantes libaneses con los que ambas órdenes tuvieron contacto en sus inicios.
Los caballeros Teutónicos una vez expulsados de Palestina, orientaron su actividad hacia las regiones bálticas,
en estrecho contacto con las ciudades comerciales de la Liga Anseática. Esta Liga, que llego a agrupar a más de
ochenta prósperas ciudades comerciales desde el golfo de Vizcaya hasta Finlandia, desarrolló con profecía la
"contabilidad de factor", es decir, la del comisionista que debe rendir cuentas a su comitente.
En tanto que los mercaderes italianos presentaron mayor atención a una contabilidad de carácter patrimonial,
más adaptada al contrato del comerciante sobre sus empleados.
Las repúblicas comerciales italianas y los Países Bajos serían durante los últimos siglos de la Edad Media las
regiones europeas en que la vida comercial iba a ser más intensa. Como consecuencia natural, la práctica
contable iría desarrollando nuevos métodos en estos países, y sería sobre todas las repúblicas italianas donde
había de surgir la moderna contabilidad.
En 1157 Ansaldus Boilardus, notario genovés, reparte las utilidades que produjo una asociación comercial con
base en el saldo de la Cuenta de Ingresos y Egresos llevada durante la misma. Se conservan cuentas de un
comerciante florentino en 1211 donde se anota él debe arriba del haber, dando así lugar a la sospecha de una
Escuela Florentina de contabilidad, discrepante de las Escuelas Genovesa y Veneciana que ponían él debe y el
haber frente a frente (cualquier estudiante de primer semestre de Contabilidad Financiera ya sabrá qué escuela
triunfó).
En 1263 Alfonso el Sabio en España establece que los funcionarios encargados de la administración de rentas
deberán rendir cuentas, en el sentido contable, anualmente.
Se conservan libros de casa comerciales florentinas de 1282 y los libros de la casa comercial Bonsignore de
Siena de 1290, que incluyen un libro de caja y uno de cuentas corrientes con los clientes, se consideran de los
primeros en hacer innovaciones contables muy cercanas a la partida doble. Las cuentas llevadas por los
hermanos Reiniero y Baldo Fini, en Francia, incorporan ya el uso de las cuentas de gastos y ventas tal como las
conocemos hoy.
La Comuna de Génova lleva sus cuentas registrando pérdidas y ganancias exactamente igual que hoy, con base
en un edicto promulgado en 1327, el cual debía ser revisado por un auditor "Maestri Racionali", sobre todo en el
caso de su libro principal llamado "Cartulari" cuya traducción al español, tal vez ya lo adivinó usted, es libro
mayor. Esto último sucedía en 1340.
Se conservan los libros de los banqueros genoveses Zaccaria que comprenden varios ejercicios. Aparecen los
registros auxiliares en la forma de Libros de Cuentas Corrientes, usando las expresiones debe y haber, que se
presumen de origen toscano. Los libros del banquero florentino Perrizzi se manejan con sus respectivos
auxiliares y son sólo un ejemplo de las más de 80 empresas que había en Florencia en el año de 1336.
Así, de los primitivos memoriales, en los que los comerciantes anotaban sin ningún orden particular las diversas
operaciones que precisan recordar posteriormente, se fue evolucionando poco a poco hacia un sistema contable
de partida simple, a medida que gran número de anotaciones necesarias aconsejó a los comerciantes y
prestamistas ir desglosando del memorial diversas cuentas, en las que anotaban grupos de operaciones
poseedoras de alguna característica común, tales como ir referenciadas a una determinada mercadería o bien a
una misma persona. El modo de llevar a cabo las anotaciones fue perfeccionándose cada vez más y originó el
progresivo desarrollo de ciertas reglas prácticas, hasta que en un momento determinado con exactitud por los
historiadores apareció en la zona de influencia económica italiana el método de la Partida Doble.
En los libros del comerciante Francesco Datini, durante la segunda mitad del siglo XIV, aparece el registro por
partida doble, se tiene ya la idea de un patrimonio del negocio, la determinación de pérdidas o ganancias, el
cierre de operaciones cada dos años y la elaboración de estados financieros. La importancia de Datini consiste
en que no se trataba de un comerciante cualquiera, poseía una auténtica trasnacional de aquellos tiempos con
filiales en cuatro países.
Para esta época eran ya muchos los empresarios que llevaban una contabilidad formal por partida doble,
teniéndose los casos de la familia Médicis que era dueña de una industria textil; de Antonio Jacobo Frügger, de
Augsburg, en el año de 1419; de Donato Soranzo e Fratelli; de Andrés Barbarigo que llevaba una contabilidad "a
la veneciana" con un libro que registraba las operaciones en orden cronológico llamado Giornale (diario) y otro
llamado Cuaderno (mayor).
Probablemente, la Partida Doble tuvo su origen en la Toscana del siglo XIII. Sin embargo, sólo se comienza a
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conocer con seguridad su empleo en Génova, en 1340. Ya en el siglo XV, parece ser que los banqueros y
comerciantes toscanos disponían de una técnica contable tan desarrollada o más que la empleada por los
venecianos, y diferente en algunos puntos importantes de la de éstos. Sin embargo fue la contabilidad "allá
veneziana" la que impuso, gracias a la imprenta, que permitió su difusión antes que ninguna otra.
1.1.2. Periodo Clásico
El primer autor que estableció claramente el uso del método de la Partida Doble fue Benedetto Cotrugli (en
eslavo, Kotruljevic) Raugeo, nacido en la actual Dubrovnik en Croacia, entonces una ciudad comercial adriática
del área de influencia veneciana, llamada Ragusa.
Cotrugli residió en Nápoles gran parte de su vida, y fue comerciante y consejero de Fernando I de Aragón. Su
obra "Della Mercature e del Mercante Perffeto " fue escrita en 1458. De forma casi incidental, dedica uno de sus
capítulos al modo de llevar las cuentas. Menciona varios libros: El Memorial, el Diario y el Mayor, al que
denomina "Quaderno". Afirma que los registros se harán en el Diario y de allí se pasarán al Mayor, el cual tendrá
un índice de cuentas para facilitar su búsqueda, y que deberá verificarse la situación de la empresa cada año y
elaborar un "Bilancione" (Balance); las pérdidas y ganancias que arroje serán llevadas a Capital. Habla también
de la necesidad de llevar un libro copiador de cartas (Libro de Actas). Sin embargo, en conjunto las referencias
del Raugeo a la contabilidad del comerciante son incompletas.
El libro de Cotrugli tardó casi ciento quince años en ser llevado a la imprenta, lo que, unido al carácter
incompleto de su exposición, impide que pueda adjudicar a su autor en la historia de la contabilidad un papel
comparable al de fray Luca Pacioli. El trabajo de este último fue impreso y conocido muchos años antes, aunque
escrito con posterioridad al del Raugeo.
Posiblemente, la falta de difusión del libro de Cotrugli se debió a que en su época las técnicas contables eran
consideradas "secreto de oficio" por aquellos que las dominaban, monopolizándolo así su empleo. Pacioli habría
sido, por tanto, el primero que se atrevió a romper un secreto gremial celosamente guardado.
En 1494 se imprime en Venecia la 1ª edición de “Suma Arithmética, Geometría, Proportioni Et Proportionalita”,
de Fray Lucas Paccioli; en el cual se dedicaba el capítulo 11 a la contabilidad, exponiéndose los principios de la
partida doble.
Constituyó uno de los acontecimientos más trascendentes en las prácticas y la historia de la contabilidad, ya
que rompe con lo pasado y sigue persistiendo.
Lucas Paccioli era un monje franciscano de la orden Toscana. Era matemático y se impuso en materias
contables mientras era el tutor de un famoso mercader de Venecia. Su doctrina logra una amplia difusión dentro
y fuera de Italia, perfeccionándose cada vez más.
La partida doble es un método de aplicación de un sistema de representación y coordinación contable, que
representa y controla los aspectos que se dan en una transacción económica, mediante el registro de esta
última a través de una doble anotación que coordina: el origen, causa o financiación que origina una anotación
en el haber lo que propicia un abono con aplicación, efecto o inversión que se anota en el doble y que supone
un cargo.
La aplicación de la partida doble conlleva usar tres libros: el memorial o borrador del diario (está en desuso), el
diario donde se representan todas las operaciones distinguiendo entre el acreedor (H) y el deudor (D),
precedido por los términos “A” y “por” respectivamente y separadas las anotaciones por rayas horizontales, y el
mayor, en el que cada asiento en el diario origina dos anotaciones en el mayor.
La obra de Pacioli tuvo gran éxito, particularmente la parte dedicada a la práctica comercial y contable, que fue
reimpresa por separado algunos más tarde.
De la descripción realizada por Pacioli acerca de las operaciones contables se desprende que los comerciantes
venecianos se veían precisados a utilizar en primer lugar un borrador, donde iban anotando sin guardar ningún
otro orden las sucesivas operaciones que realizaban. No empleaban directamente el Diario, debido sobre todo a
las dificultades que traía consigo operar con muchos sistemas monetarios diferentes. Para realizar asientos en el
Diario era preciso, en primer lugar, convertir las operaciones registradas en el borrador a la unidad monetaria
elegida por el comerciante para llevar sus registros.
El tiempo de Pacioli ya existía en muchas ciudades italianas la costumbre de "legalizar" los libros de contabilidad.
Escribe a este respecto el franciscano: "...los expresados libros... debes llevarlos y presentarlos a cierta oficina
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de comerciantes, como la de los cónsules de la ciudad de Perusa..... El escribano tomará nota de todo esto en
los registros de dicha oficina, especificando que en tal día tú presentaste tales y tales libros, marcados con tal
signo..... Los cuáles serán llevados de propio puño... Más en uno (el Borrador o Memorial) podrán escribir todos
los miembros de la casa. De todo lo cual dicho escribano dará fe.... Y estampará el sello de la expresada oficina,
que los autentificará a los efectos procedentes en todos aquellos casos de litigio en que deban ser exhibidos."
Pacioli describe con minuciosidad la forma de llevar a cabo los asientos del Diario, ilustrando sus instrucciones
con numerosos ejemplos. La redacción de los asientos es farragosa, circunstancia que se mantendría hasta al
menos un siglo después de la edición de la obra del franciscano.
Los asientos del diario constan de dos partes claramente delimitadas una comenzando por la palabra por (el
"debe" del asiento) y la otra con la palabra a (el "haber" del asiento). La forma de pasar los asientos del Diario
al Mayor es descrita así: ".... de todas las anotaciones que hayas apuntado en el Diario harás siempre dos en el
Mayor, a saber: una en él Debe y la otra en el haber, y señalarás la anotación deudora con por y la acreedora
con a, según más arriba he dicho..."
En tiempos de Pacioli no era costumbre realizar un balance periódico al final del ejercicio. El franciscano describe
solamente un balance de comprobación que se efectuaba por lo general al agotarse las páginas del Mayor.
Aunque Pacioli no explica claramente las razones por las que una determinada cuenta ha de abonarse y otra ha
de ser cargada, expone los principios de lo que podría recibir el nombre de "personificación de la cuentas".
Cronológicamente, las primeras cuentas que el comerciante medieval se paró del memorial común a todas las
anotaciones eran las referidas a una persona.
Él debe y haber se utilizaban, pues, en sentido propio. Con el tiempo, comenzaron a llevarse cuentas separadas
referidas a cosas, y aquellas palabras siguieron empleándose por analogía, aunque su sentido literal se hubiera
perdido. Pacioli explica el significado del Debe y el Haber por medio de este procedimiento analógico, pero sin
pretender edificar una teoría científica sobre ello, habrá que llegar al siglo XIX para encontrar teorizantes de la
personificación de las cuentas.
Después de Paccioli hay un periodo de 300 años en el que se desarrollan y divulgan los postulados de la partida
doble. En 1795 aparece la primera gran escuela contable, la contista, y detrás de estas otras:
-Escuela contista o cinquecontista:
Esta escuela creada por Edmond Degranges, es la que más ha influido en la doctrina española. Surge en 1795
como consecuencia de la publicación de la primera publicación E. Degranges.
En ella se exponen los principios de esta escuela que se basa en la reducción de la contabilidad a cinco cuentas
(de ahí cinquecontista): Caja, Mercaderías, Efectos a cobrar, Efectos a pagar y Pérdidas y ganancias. Dicho
autor crea el procedimiento Diario-Mayor, que consiste en llevar simultáneamente el Diario y el Mayor en
desarrollo horizontal.
Esta doctrina se fue abandonando por su excesiva simplicidad. Hoy en día podría seguir usándose si las
contabilidades fuesen muy simples, entre 18 y 20 cuentas.
El funcionamiento de la partida doble lo explican partiendo del principio de que cada cuenta que recibe a de
adeudarse y la que entrega a de acreditarse.
-Escuela lombarda austriaca:
Es considerada una tendencia más que una escuela. Surge en 1850 y su precursor fue Francesco Villa y fue la
primera que distinguió entre teneduría de libros (llevanza de los libros contables) y contabilidad propiamente
dicha.
-Escuela personalista:
Surge entre 1973 y 1886 siendo escuela más significativa que aparece. Aunque su precursor fue Francesco
Marchi, la máxima figura y expresión de esta escuela fue Guiseppe Cerboni. Esta escuela se basa en la teoría de
la personificación de cuentas.
Se personifican todas las cuentas, incluso las materiales, por ejemplo el dinero de la caja lo tiene a su cargo el
cajero, que es quien responde por este ante el empresario. Para aplicar la teoría del cargo y el abono el que
recibe es deudor, y se anotará en él DEBE; quien entrega es el acreedor y se anota en el HABER y supone un
abono.
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Esta teoría se basa en la concepción de las responsabilidades jurídicas, ya que entiende que la contabilidad se
lleva a garantía frente a terceros. Tiene un enfoque legalista e interesa conocer las relaciones de la empresa con
terceros y las garantías frente a ellos.
Escuela materialista, valorista, económica, controlista ó bestana: surge en 1891 como reacción a la anterior con
la publicación de la obra “Ragioneria Generale” por Fabio Besta. A dicho autor se le considera el fundador,
definidor y máxima figura de esta escuela.
En su obra expone la teoría materialista de las cuentas, materializándose todas las cuentas, incluso las
materiales. Para explicar la teoría del cargo y el abono se basa en que aquello que implica un cargo se anota en
él DEBE y lo que sale implica un abono que se anota en el HABER. La contabilidad para Fabio Besta no sirve
como garantía, sino para el control de la empresa.
Las cuentas tienen como misión registrar las alteraciones de valor que experimentan los elementos
patrimoniales. Dicho autor es de los tratadistas más significativos de la contabilidad, ya que sienta las bases de
esta como ciencia, rompiendo el aspecto tecnicista que hasta entonces había tenido. Esta es la razón por la que
se sitúa en esta escuela los orígenes de la contabilidad.
-Escuela hacendalista:
Su máxima figura Giovanni Rosi que basa su teoría de las haciendas en la existencia de tres funciones en la
contabilidad:
 La económica deriva de la existencia de necesidades y el estado natural de las cosas desde un punto
de vista económico.
 La jurídica es consecuencia de los hombres con los entes y entre ellos.
 La administrativa surge por la necesidad de dirigir las diversas actividades desarrolladas por los entes,
con el fin de alcanzar todos los fines establecidos.
1.1.3. Periodo Científico:
A finales del siglo XIX y principios del XX donde se dan a conocer las primeras asociaciones de contadores que
buscan orientar la contabilidad bajo unos estándares y reglas generales.
El surgimiento de investigadores contables en busca de una teoría, no tiene resultados unánimes, sino por el
contrario, se presentan diferentes y variados puntos con respecto a lo que debería ser la práctica contable, entre
las más importantes se encuentran:
TEORÍA DE LA PERSONIFICACIÓN:
Consiste en ver en la cuenta una persona ficticia que recibe y entrega. Se creó porque no todas las personas
podían ser responsables por los valores existentes en una organización.
Esta teoría se ocupaba solo de la cuenta y de explicarla, pero dejaba a un lado el entorno económico.
Sus principales aportes fueron que sirvió de base para construir el plan de cuentas de las empresas, surge el
perfeccionamiento del método operativo de la partida doble, y se empezó a hablar de un sistema de
contabilidad integral.
TEORÍA JURÍDICA:
Esta teoría concede gran importancia a la empresa como sujeto de derecho y su estudio se basa en las
implicaciones jurídicas que de la práctica y profesión contable se puedan derivar.
Esta teoría dio origen a la normalización internacional y contribuyo a entender y legislar las obligaciones
jurídicas que la organización tiene con sus propietarios, con el estado y la sociedad.
TEORÍA ECONÓMICA:
Los representantes de esta teoría consideran que la práctica contable debe estar sujeta al momento económico
y a los cambios que en este se produzcan.
Esta teoría avanzo en el concepto de valor debido a la teoría Marxista, concepto que se convirtió en uno de los
sistemas de medición de la realidad económica de la empresa.
TEORÍA DE LA CONTABILIDAD PURA:

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Su objeto fue la investigación experimental, teniendo en cuenta el dato fundamental de donde partían las
cuentas de balance y no de forma contraria y descubre el sistema que permite reportar información sobre el
patrimonio de las personas en las organizaciones.
TEORÍA ADMINISTRATIVA
Esta teoría integra los valores humanos a los valores financieros de la empresa, considera a la contabilidad como
el principal instrumento administrativo y financiero.
También reconoce el carácter predictivo que obtuvo la contabilidad y la importancia para el desarrollo de una
organización.
Al revisar el desarrollo de la evolución de las tendencias de la contaduría pública se encuentran múltiples
desarrollos de acuerdo al país que los origina, dando lugar a doctrinas y pensadores que vale la pena considerar
a continuación, por sus aportes a la profesión.
Doctrina italiana: aunque Italia fue el país cuna de la contabilidad ha ido perdiendo bastante identidad, a
pesar de ello destacaremos como autores principales:
Gino Zappa:
A pesar de no ser contable, merece atención porque en el discurso de apertura del año 1926-1927 del Real
instituto superior de ciencias económicas y comerciales de Venecia enunció la doctrina económico-hacendal, en
la que decía que debería refundirse las doctrinas de gestión, organización y contabilidad en una ciencia
denominada economía hacendal.
Esto ponía en peligro la autonomía de la contabilidad, sin embargo esta idea no prosperó, aunque sí creo una
ciencia de economía hacendal que contenía la organización y la gestión. Su discípulo más destacado fue Pietro
Onida.
Vincenzo Masi:
Contable puro, concibe la contabilidad como la ciencia del patrimonio. Fue el primero en precisar los dos
aspectos que hay que tener en cuenta en la contabilidad, el estático y el dinámico.
Alberto Ceccherelli:
Expone que la contabilidad recoge información tanto para comprobar y revisar los resultados presentes como
para controlar y predecir el futuro.
Doctrina Francesa:
No tiene gran trascendencia y solo destacará Dumarchay. Enunció la teoría valorista o diferencialista de las
cuentas en “La teoría positiva de la contabilidad”. Considera a la cuenta como el instrumento conceptual del
registro de valor, de manera que las cuentas no se llevan a las personas ni los objetos, sino al valor. La
mecánica contable se realiza mediante el uso de dos series de cuentas:
-Las integrales que recogen el valor de los elementos patrimoniales y sus alteraciones cuentas de activo y
pasivo.
-Las diferenciales recogen las diferencias en el neto como consecuencia de las variaciones en los elementos
patrimoniales.
También se le debe a Dumarchay la teoría estática del balance en la que el balance ocupa un lugar principal y a
partir de él se obtiene el resultado. Esta teoría está en contraposición con la teoría dinámica sostenida por
Schmalenbach.
Doctrina Alemana.
La contabilidad es una ciencia de información de los fenómenos económicos, por ello es de gran importancia en
el enfoque económico de la contabilidad. Destacan dos autores: Schmalenbach y Schneider.
Schmalenbach
En su obra “el balance dinámico” enuncia la teoría dinámica del balance, en la que el resultado ocupa el lugar
principal y a partir de él se obtiene el balance, en contraposición con la teoría estática del balance. Realizó la
primera proposición formal de un plan de cuentas bien elaborado que dio lugar al primer plan de cuentas
alemán. Fue publicado como monista (no separa entre ámbito interno y externo).

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Schneider
“Contabilidad industrial” es una obra de gran valor científico y práctico y constituye una aportación valiosísima a
la problemática de la contabilidad de costes. Fue el primero en concretar la conceptuación de una serie de
magnitudes fundamentales como son el gasto, coste... Además elaboró el esquema de la circulación de valores
en la empresa, distinguiendo entre:
-Ciclo administrativo, comercial o económico-financiero: Configura el ámbito externo de la empresa.
-Ciclo técnico, industrial o económico-técnico: Configura el ámbito interno de la empresa.
Doctrina portuguesa:
Es de escaso relieve y de tendencia patrimonialista. Como autores más destacados destacan Lopes Amorin y
Gonsalves Da silva.
Doctrina sudamericana:
De tendencia patrimonialista. Destacan cuatro autores: Alberto Arévalo (Argentina), Palomino Zipotria
(Uruguay), D´auria y Lopes de Sa (Brasil).
Doctrina norteamericana:
En las últimas décadas la doctrina norteamericana ha experimentado una notable evolución de carácter
científico. Llegando a ocupar en la actualidad la cabeza de la investigación contable, en lo que contabilidad
moderna se refiere. Destacamos a: Richard Mattessich, Yuji Ijiri, Carl Devine.
Uno de los momentos en los que la contabilidad ha jugado un papel protagónico es la década de los treinta en
el siglo XX. Durante esa década, y específicamente en 1933, ocurrió lo que se conoce como la Gran Depresión
de los treinta, periodo caracterizado por una crisis financiera de las grandes empresas norteamericanas, que
trajo consigo fuertes problemas financieros en empresas más pequeñas, así como en individuos, ocasionando
una crisis generalizada que se originó en Estados Unidos y tuvo repercusiones a nivel mundial.
Una de las consecuencias de dicha crisis fue estandarizar, reforzar y redefinir el rol de la contabilidad para
evitar, en el futuro, la generación de nuevos problemas con tales dimensiones. De ese episodio, la contabilidad
salió con una personalidad más sólida y con una vocación más claramente definida.
Ya para finales del siglo XX se ha producido un firme movimiento metodológico a favor de la integración de la
Contabilidad Pública dentro del marco conceptual de la Contabilidad, lo que ha supuesto la utilización, en el
campo de la Contabilidad Pública de las herramientas teóricas y técnicas que eran privativas de la contabilidad
empresarial. En la actualidad los aspectos de interés preferente en la nueva Contabilidad Pública son la
transparencia y la difusión en tiempo oportuno, la armonización internacional, el desarrollo de la contabilidad de
gestión en el ámbito público, la aproximación a la Contabilidad Nacional y las conexiones e integración entre los
subsistemas contables (financiero, presupuestario y de gestión) a través de la utilización de avanzados sistemas
tecnológicos que permiten agilidad en el manejo y análisis de la información para un mundo globalizado.
En el mundo de nuestros días, la contabilidad no es una disciplina aislada de un contexto o marginada de otras
materias afines. Por el contrario, está incrustada en la forma misma de hacer negocios y se retroalimenta de los
retos y los cambios que deben hacer las organizaciones para lograr su misión. La empresa de hoy no puede ser
competitiva si no cuenta con sistemas de información eficientes de todo tipo, incluyendo un sistema de
contabilidad.
EVOLUCIÓN DE LA CONTABILIDAD
Periodo Necesidades Posibilidades Respuesta de la
Histórico informativas tecnológicas Contabilidad
Las Grandes Conocer los ingresos y Papiro, escritura Utilizar la partida simple
Civilizaciones gastos cuneiforme
El inicio del Registrar cada Papel Surge la partida doble.
comercio movimiento Primeros libros contables
La Revolución Importancia de los Papel, imprenta Se perfecciona la partida
Industrial activos y conocer el doble. Estados financieros
beneficio
1960 Manejar más Los primeros Se automatizan los sistemas
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información y con más ordenadores: muchos contables manuales
rapidez usuarios para un equipo
1981 Ordenador personal: la Sistemas de información
Obtener información
financiera útil para la informática se populariza contables integrados en
bases de datos. Informes,
toma de decisiones
ratios, gráficos

Siglo XXI
 Información  Ordenadores  Automatizar la
en tiempo en red: captura de datos.
real. Internet  Intercambio
 Comercio  Tecnologías de electrónico de
electrónico. la documentos.
 Medir activos comunicación  Desaparece el
intangibles papel
para
gestionar el
conocimiento
Tomado de Evolución Histórica de la Contabilidad. En: http://ciberconta.unizar.es/leccion/INTRODUC/180.HTM
1) Las Grandes Civilizaciones
Desde hace miles de años la Contabilidad se ha adaptado a las necesidades informativas de las unidades
económicas en las que opera. En la rudimentaria contabilidad de la cultura egipcia, donde sólo era necesario
un sistema contable basado en la partida simple, anotando en un papiro los activos y las obligaciones.

2) El inicio del comercio


Los posteriores sistemas económicos basados en la agricultura poco más necesitaron, hasta que el creciente
comercio y posteriormente la Revolución Industrial, demandaron unas necesidades de información mucho
mayores, que se apoyaron en la partida doble, desarrollada por pioneros de la Contabilidad como Luca Pacioli.
En la evolución histórica de la Contabilidad, es la época de la teneduría de libros, que se caracteriza por la
mera conservación de los registros.

3) La Revolución Industrial
Esta época dominó desde el inicio de la comercialización hasta la Era Industrial. Desde el punto de vista de
necesidades de los usuarios es la época del beneficio, pues se caracterizaba por la medición de activos e
ingresos. Producto de las necesidades de la Revolución Industrial, esta época condujo al desarrollo de los
estados financieros, siendo el beneficio neto el documento de información más importante que preparaban
tanto para usuarios internos como externos.

4) Los primeros macroordenadores


En la segunda mitad del siglo XX se va a producir un acontecimiento muy importante, la invención de los
primeros ordenadores y su posterior aplicación a la Contabilidad. Son los inicios de la Era de la Información,
caracterizada por el uso de macrocomputadoras. Esta fue la primera revolución en la tecnología de la
información en la cual un ordenador centralizado era compartido por muchos usuarios que se conectaban al
mismo con terminales. En sus inicios, estos primitivos sistemas informatizados se limitaban a reproducir los
sistemas de contabilidad manuales, es decir, repetían el mismo procedimiento pero con ordenador. Se
recogía la misma información, se generaban los mismos informes, que se envían al mismo destinatario y se
mantenía la misma organización departamental. Naturalmente, la mayor velocidad del ordenador hizo más
eficientes a los sistemas computarizados.

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5) El ordenador personal
El siguiente paso en la evolución del ordenador se corresponde con el desarrollo de la computación personal
descentralizada, caracterizada por un ratio de una persona para un computador. Desde 1981, con el nacimiento
del primer ordenador personal IBM, la tecnología de la información progresó hasta el punto en el que cada
individuo podía tener un ordenador. Esto generó el efecto de descentralizar el uso del ordenador y la creación
de un mercado para el desarrollo de una cantidad asombrosa de equipos y programas nuevos a precios
asequibles.

6) Cambian las necesidades de información


Hoy en día, nos encontramos en una nueva época en la que las necesidades de información han
cambiado: más allá de las rígidas normas contables, los directivos e inversores manifiestan nuevas necesidades
de información ligadas, por ejemplo, a la valoración de activos intangibles como el conocimiento o la
satisfacción de la clientela.
Hay necesidades de información que no están cubiertas por los estados contables tradicionales: información
sobre los riesgos a que está sometida la empresa, el impacto medioambiental, la gestión del capital
intelectual, la capacidad de innovación, el grado de satisfacción de los clientes, la capacidad de
aprendizaje y motivación de los empleados y un largo etcétera.

7) El papel del contable


La experiencia y habilidades del contable y las técnicas de la Contabilidad han de desarrollar una metodología
que permita valorar y registrar estos activos intangibles de las empresas.
Para los contables es un desafío y oportunidad identificar y valorar el capital intelectual de las empresas,
para desarrollar la planificación, control, información y auditoría. La contabilidad del capital intelectual requerirá
la invención de nuevos conceptos y prácticas contables. Es razonable asumir que la nueva Era del Conocimiento
en la que nos encontramos utilice nuevas técnicas contables, que todavía no han emergido.
Los contables deben estar preparados para aceptar el reto que supone manejar conceptos nuevos, nuevos
indicadores, ratios e informes, porque aunque queda mucho camino por recorrer, cada día más empresas
informarán de sus activos ocultos.

8) Tecnológicamente: la revolución de las telecomunicaciones


Desde el punto de vista de la tecnología nos encontramos en la tercera revolución informática, la de las
comunicaciones, caracterizada por un ratio de una persona con muchos ordenadores. La utilización intensiva de
herramientas ligadas al sector de las telecomunicaciones introducirá cambios importantes en muchas de las
actividades típicas del contable.

9) Por ejemplo, Internet


Las aplicaciones de Internet como el World Wide Web, el correo electrónico, las listas de distribución, los
boletines de noticias, el acceso remoto a cualquier ordenador de Internet, los sistemas para transferir ficheros,
la utilización de agentes informáticos para realizar informes que combinen información interna y externa, las
charlas interactivas y las videoconferencias son algunas de las tecnologías con gran impacto en las
actividades típicas del contable.

10) Compartir conocimiento


El contable dispone de nuevas herramientas informáticas que tratan de administrar, compartir y canalizar tanto
la información real como el conocimiento intangible de la empresa de forma que este fluya en la organización

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integrado en aplicaciones como las Intranet, Groupware, Data Mining, Knowledge Data Base, gestión
de documentos, etc., aunque de entre todas ellas destaca el Intercambio Electrónico de Datos o EDI.
Cuando el EDI está perfectamente integrado con el resto de aplicaciones informáticas, la mayoría de los asientos
se realizan de forma automática. Actividades como la facturación o el control de las existencias, con el EDI son
automáticas. Será el fin de la imagen del contable rodeado de papeles, como pedidos, albaranes y
facturas.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA CONTADURÍA PÚBLICA EN


COLOMBIA

El origen de la contaduría pública en Colombia constituye el soporte del desarrollo de los procesos en un área
del saber que se ha consolidado a través de la evolución de nuestra historia y es constituyendo una base
fundamental para el desarrollo económico del país. Se hace necesario recorrer los caminos históricos para
conocer el origen de las instituciones y de la normatividad que regula en el presente a la contaduría pública en
Colombia.

Horizontes

 Conocer los hechos asociados al origen de la contaduría pública en Colombia.


 Diferenciar las características del desarrollo de la contaduría pública en cada periodo histórico.
 Analizar las implicaciones del desarrollo histórico de la contaduría pública para el estado actual y
porvenir de la profesión.
D Pública en Colombia
2. HISTORIA DE LA CONTADURÍA PÚBLICA EN COLOMBIA
2.1 Origen y Generalidades.
La historia del manejo de las cuentas en el sector público puede dividirse de acuerdo a los diferentes periodos
que se han vivido a partir del descubrimiento de América en 1492, es decir, la conquista, la colonia, y la
república; desde luego, en los primeros periodos sin gran profundidad, pues la carencia de sistemas de
información en el sector público ha sido una debilidad que sólo en los últimos tiempos se ha intentado superar.
No puede decirse que existan lapsos claramente diferenciables para la época de la conquista y la colonia. Se
tienen datos que para 1550 ya existían un sinnúmero de ciudades fundadas y pobladas, y es precisamente esta
fecha la que algunos autores han considerado como fin del periodo de la conquista. Tal aclaración es importante
por cuanto el surgimiento de diferentes instituciones de control y vigilancia de los recursos de la Corona se dió
hasta 1550 e, igualmente, la creación de algunos impuestos como forma de acumular recursos y obtener
utilidades.
Antes de la llegada de los españoles al continente americano y, específicamente, de Alonso de Ojeda al
descubrir lo que hoy es Colombia, éste estaba conformado por territorios indígenas tales como los muiscas,
turbacos, yalcones, quimbayas, pijaos, etc., ubicados en diferentes lugares del país, entre los cuales se tenía la
costumbre de pagar tributos representados en productos agrícolas a los caciques.
2.2 Época de la Conquista
En 1492, los Reyes Católicos de España, firman un convenio con el descubridor Cristobal Colón, al que se le
denominó capitulaciones, el cual consistía en la forma como se repartirían los bienes que lograra encontrar en la
expedición que financiaría la corona española. Ésta, con el propósito de expandir y fortalecer el desarrollo de
una economía capitalista que comenzaba a nacer, dirigía sus acciones a la búsqueda de bienes, principalmente
metales como oro y plata, los cuales posteriormente eran comercializados o reinvertidos.
Por las expectativas de éxito que se tenían de la expedición, y de los posibles y cuantiosos recursos que se
podían hallar, los Reyes Católicos con cierta visión de revisión y control, se contratan personas especializadas
que brindaran cierto grado de confianza de las operaciones ejecutadas, es así como “En el primer viaje de Colón
a América, venía un contador que informaría a los Reyes Católicos de las posibles ganancias de la expedición.
Pero también en las tierras, que Colón confundía con la India, existían imperios y tenían sus propios contadores
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y su manera de recoger los pagos debidos a los emperadores incas y aztecas, o al zaque y al zipa muiscas”. Esto
era fundamentalmente una forma o sistema de control fiscalizador de los recursos por parte de la corona.
2.3. Época de la Colonia
A partir de 1511, España establece la estructura administrativa de la colonia, con la cual se crea el Tribunal de
la Real Audiencia de Santo Domingo, que administraba justicia y gobernaba La Española (Isla de Santo
Domingo). “Una de las funciones primordiales de aquellas Reales Audiencias eran los Juicios de Residencia que
se practicaban al final del mandato del funcionario y el examen de sus actuaciones incluía la rendición de
cuentas de los bienes fiscales o de uso público puestos a su cuidado”. Puede establecerse una analogía de esta
función con la que hoy realiza la denominada Contraloría General de la República en su ejercicio del control
fiscal, notándose siempre la necesidad de controlar el manejo de los recursos cuando éstos son manipulados por
funcionarios que tienen la oportunidad de hacer un uso indebido o manejo irracional de los mismos.
El Tribunal de la Real Audiencia de Santo Domingo fue reemplazado por el Supremo Consejo de Indias, creado
por el Emperador Carlos V en 1524, como organismo asesor y consultor. Este Consejo tenía funciones
legislativas, ejecutivas y judiciales, y en virtud estas últimas “investigaba a los altos funcionarios, fallaba en
última instancia y expedía el finiquito a empleados de manejo en su condición de entidad fiscalizadora”
Las gobernaciones eran creadas por la corona de conformidad con las capitulaciones o contratos privados que
ésta firmaba con los conquistadores. Para este tiempo ya se habían creado gobernaciones tales como Popayán,
Santa Fe de Bogotá, Cartagena, y Antioquia. Los gobernadores de estos territorios tenían bajo su
responsabilidad el cobro de los impuestos y la respectiva separación y distribución de la parte que correspondía
a los Reyes. Las actuaciones de los gobernadores eran vigiladas por los visitadores reales o inspectores que la
corona enviaba a las colonias. Los españoles que incumplían las capitulaciones eran devueltos a la corona para
el respectivo juicio. Como ejemplo se tiene que“... Pedro de Heredia, por supuesta defraudación del tesoro real,
fue remitido a España para ser juzgado”.
Durante el periodo de la conquista se crearon algunas instituciones importantes para recaudar impuestos, entre
éstas se encontraban: La encomienda, la mita y el resguardo. La creación de estas instituciones tenía como
objetivo fundamental recaudar impuestos, es decir, un fin impositivo y fiscal con el cual se pretendía obtener
algunos ingresos para la corona española.
La encomienda, por ejemplo, “consistía en repartir los indios de las aldeas o comunidades entre los
conquistadores para que los empleasen como mano de obra en las minas y en la agricultura; o sea, para que los
indios encomendados prestaran servicios personales. A cambio de estos servicios, el encomendero español
debía protegerlos e instruirlos en la religión, preferentemente por medio de un misionero o cura doctrinario”.
Los encomenderos a su vez pagaban los respectivos tributos a la corona de acuerdo a lo que recibían de los
indios y a lo acordado en las capitulaciones.
En 1604, mediante las Ordenanzas de Burgos del Rey Felipe III, se creó el Tribunal de Cuentas de Santa fe de
Bogotá. Posteriormente, en 1605, se crearon Tribunales de Cuentas en aquellos lugares donde la extracción de
minerales representaba un ingreso significativo para la Corona. “Estos Tribunales de Cuentas tenían a su cargo
el examen, enjuiciamiento y sanción de los empleados públicos que tuvieran bajo su responsabilidad manejo de
fondos, bienes o servicios del Estado Español y dentro de la respectiva jurisdicción colonial a su cargo”. Tales
Tribunales hacían las veces de las hoy conocidas Contralorías Regionales, los cuales ejercían inspección, control
y vigilancia de los recursos públicos.
2.4. Periodo Contable del siglo XIX
A partir del periodo de la República se comienza a configurar un Estado independiente de la corona española,
con un sistema de gobierno, que aunque con rezagos del régimen colonial, se encontraba bajo la dirección de
los criollos, los cuales tenían a partir de ese momento la responsabilidad de administrar eficientemente los
recursos de la naciente República de Colombia, y asumir las funciones básicas que hasta ese entonces tenía.
La primera disposición gubernamental en materia de hacienda pública se presenta algunos días después de la
Batalla de Boyacá, en la cual el Libertador Simón Bolívar ordena que todos los bienes de los españoles
conquistadores fueran confiscados y que los mismos harían parte del patrimonio de la Nación. Así, el Libertador
hace uso de medio millón de pesos, que al parecer dejaron los españoles en la casa de la moneda de Bogotá,
para financiar la campaña libertadora que hasta el momento dirigía en Colombia y Venezuela.

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Con el nombramiento de Pedro Gual como “Gobernador Civil de la Provincia de Cartagena”, se desmonta el
régimen tributario colonial, es decir, desaparecen, al menos provisionalmente, los estancos de aguardiente y
tabaco, las alcabalas y el tributo de los indígenas, los cuales habían sido incrementados ostensiblemente por los
españoles como mecanismo para financiar las guerras que España y Francia libraban con Inglaterra. Aunque el
impacto político de reducir los impuestos era bastante favorable, existía por parte del Gobierno la preocupación
por la escasez de recursos para el financiamiento de los gastos en que se incurría.
Posteriormente, se aprueba en septiembre de 1821 en el “Congreso de Cúcuta” el impuesto de renta como
tributación directa que gravaba “...la renta agrícola, la de propiedades inmobiliarias y mobiliarias, la renta
minera e industrial, la de capitales dados a interés, la renta comercial, los sueldos, y la renta de bienes de
manos muertas”. Como se puede observar, se crean algunos tributos que hoy constituyen una fuente
importante de recursos para el Estado, tales como: Impuesto predial, impuesto sobre la renta, industria y
comercio, etc., es decir, principalmente la tributación directa como forma más eficiente y económica para el
recaudo de ingresos por parte del Estado. Esto garantizaba el fortalecimiento del Tesoro Público que debía
soportar los cuantiosos gastos de la campaña libertadora. Sin embargo, la implementación de estos tributos no
prosperó debido a la inexistencia de adecuados sistemas de información que permitieran controles exhaustivos
sobre los ingresos y riqueza de los contribuyentes.
En virtud de la Ley 8 de octubre de 1821, que autorizaba al ejecutivo la organización del Tesoro Nacional, a
través de la creación de la Tesorería General de la República como una dependencia de la Secretaría de
Hacienda. Este organismo, tenía como función básica “recaudar y custodiar los fondos públicos de la República”.
Su dirección estaba bajo la responsabilidad de Juan de Dios Olano como Ministro Tesorero y Luis Carbonel como
Ministro Contador.
“El mismo día que se estableció la oficina del Tesoro Público en Bogotá, por decreto, el Vicepresidente de la
República organizó la Contabilidad General de la República, encargando esta labor en cinco contadores
generales, establecidos en jerarquía con un decano y cuatro dependientes. Esta oficina cumpliría una labor
concomitante con las operaciones efectivas que desarrollaría la Tesorería General en los años siguientes,
registrando y consolidando los movimientos de la cuenta del Tesoro”. Se observa, con la creación de esta
oficina, una visión controladora de los recursos, al segregar las funciones correspondientes al recaudo, del
manejo y registro de las cuentas.
En enero de 1822, se crean las tesorerías departamentales, dependientes de la Tesorería General, y las
tesorerías provinciales, dependientes de las tesorerías departamentales. El objetivo de esta reorganización
radicaba en el fortalecimiento y articulación de las pagadurías regionales, y sus respectivos sistemas de
información con la recién creada Tesorería General. Así, las tesorerías departamentales remitían cada
cuatrimestre un estado de todos los ingresos y egresos, clasificado por gastos ordinarios o extraordinarios,
y entregaban estados contables al cierre de cada año, para revisión del Intendente Departamental.
Del mismo modo, las tesorerías provinciales presentaban mensualmente a las tesorerías departamentales, un
estado de las entradas y salidas de fondos debidamente discriminado, además, entregaban al cierre de cada
año, estados contables para revisión de los gobernadores de provincia.
La Tesorería General suministraba en forma mensual información a la oficina de Contabilidad general, quien
ejercía periódicamente algunas labores de auditoría y control denominadas “visita de arcas”.
Tres años más tarde, el 3 de agosto de 1824, mediante ley aprobada por el Congreso el 31 de julio del mismo
año, se reorganiza y reestructura la administración de la Hacienda Pública, en esta ley se suprime la Tesorería
General de la República y se crean las administraciones de hacienda en cada Departamento, dependiendo
únicamente de la “Dirección General de Hacienda y rentas nacionales”. Esta descentralización de la tesorería, se
entiende como una forma de hacer más eficiente las funciones por ella desarrolladas, a fin de fortalecer el
tesoro público.
Sin embargo, la difícil situación financiera por la que atravesaba el Estado lleva a los gobernantes a decretar, en
octubre de 1822, una disminución de las partidas salariales de los empleados públicos, y, al mismo tiempo,
recordar la disposición sobre la pena de muerte para los funcionarios que se apropiaran indebidamente del
erario público o malversaran los recursos de la Nación, Además, como mecanismo para incrementar el recaudo
de ingresos se crea, en gobernaciones tales como Bogotá, Cartagena, Santa Marta y Riohacha, un sistema de
ventas de bienes muebles públicos.

14
Con la reestructuración al Sistema de Hacienda Nacional introducida en 1824, va configurándose lo que hoy
se conoce como Ministerio de Hacienda y Crédito público. La Dirección se encargó de dirigir, bajo la
dependencia del Poder Ejecutivo, todos los ramos de la Hacienda Pública hasta en sus últimos pormenores y de
preparar los trabajos y proyectos de mejoras que debía presentar anualmente al congreso. Tenía la facultad de
usar la jurisdicción coactiva para el cobro de las Rentas del Estado. Estaba conformada por cinco directores con
iguales funciones y competencias. Todos los negocios se distribuían en cinco secciones. La primera encargada
de las tesorerías, comprendiendo las rentas administrativas por estas, la segunda de las aduanas; la tercera del
ramo de tabacos; la cuarta de las casa de moneda y la quinta de correos y postas.

Se le encargó a la Dirección, uniformar en cada ramo de la Hacienda el método de administración, el de los


libros de cuenta y razón, el de la ordenación, el de examen y fenecimiento de las cuentas, sin admitir más
diferencia que aquellas que exigieren imperiosamente las localidades y que no perjudicaran en lo principal la
Uniformidad tan necesaria e importante en la administración.

Así las cosas, la Contaduría General de Hacienda fue remplazada por la Dirección General de Hacienda; sin
embargo, se estableció en cada departamento una Contaduría Departamental encargada de examinar, glosar y
fenecer anualmente las cuentas de la tesorería principal y subalternas y de todas las administraciones de rentas
que existiera en ellos.

Cada Contaduría departamental se componía de un contador, que era el segundo jefe de la administración de
Hacienda del departamento, un ordenador auxiliar, un oficial primero, y uno o dos más a juicio del poder
ejecutivo, según el mayor o menor número de negocios.

Es entonces visible que las funciones que le fueron encargadas a la Dirección General de Hacienda son, en
términos generales y teniendo en cuenta las necesidades de la administración pública moderna, las asignadas a
la Contaduría General de la Nación.

Debido a los altos volúmenes de operaciones y pagos que realizaba la Tesorería de Bogotá, se decreta en junio
de 1829 que en adelante sería ésta una dependencia directa del “Ministro Secretario de Estado del Despacho de
Hacienda”, ordenándose, además, el refuerzo de su estructura con la incorporación de dos funcionarios
adicionales, con lo cual se fortalece este organismo que había sido eliminado en años anteriores.
Con la separación de Ecuador y Venezuela, la Nueva Granada reestructura por tercera vez, restableciéndose
nuevamente la Tesorería General de la República, y centralizando en la Dirección de la Hacienda, las
gobernaciones y provincias, el control de los fondos públicos. La Contaduría General de la Hacienda incorporada
en esta nueva estructura ejercía los controles numérico y fiscal de las operaciones efectivas de tesorería, de
estos controles se desprendían las funciones de glosar, examinar y fenecer las cuentas de la Tesorería General y
demás dependencias recaudadoras.
De conformidad con el artículo 30 de la “Ley Orgánica de la Hacienda Nacional” de 1832, se establece la
Tesorería General de la República con algunas funciones para los tesoreros generales, que consistían en pagar
los gastos públicos, examinar los reportes o estados de cuenta enviados por las tesorerías provinciales, transferir
los fondos a las provincias para los respectivos pagos, suministrar mensualmente información sobre el Tesoro y
recaudar las rentas públicas. El control de los recursos y demás operaciones realizadas por la tesorería, como ya
se indicó, eran realizadas por el ejecutivo a través de la Contaduría General de Hacienda.
Por las dificultades financieras, y su recrudecimiento en la década del 30, se expide en mayo de 1836 la Ley de
Crédito Público, con la cual se permite el endeudamiento para el financiamiento del gasto y demás obligaciones
a cargo de la Nación. Se trataba de adquirir más recursos para sanear, al menos temporalmente, el problema
coyuntural de iliquidez. Se ordena, además, la creación de un fondo que garantizara el pago de los créditos
tanto externos como internos que se contrajeran a partir de la fecha.. Esto que se planteaba en la ley de crédito
público es semejante a lo que hoy disponen las normas presupuestales respecto al principio de “unidad de caja”,
el cual, tampoco es aplicable a todos los recursos que percibe la administración gubernamental.
Lo que se desprende del análisis de las actuaciones del Gobierno encaminadas a fortalecer las tesorerías, no
era precisamente que ellas suministraran información ajustada a la realidad económica, sino como un
mecanismo para hacer más eficiente el recaudo, de tal manera que se pudiera atenuar la difícil situación
financiera que en ese momento se vivía.
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Para 1840, cuando el Congreso aprueba la distribución de la deuda total de la Gran Colombia por su disolución,
ésta ascendía a $ 103.398.287.68, según los datos suministrados por la Dirección del Crédito Público, nueva
dependencia adscrita al Ministerio de Hacienda. Deuda que fue asignada de la siguiente manera: el 50% a la
Nueva Granada, 25% a Venezuela, y el 25% restante correspondió a Ecuador, teniendo como criterio
fundamental el número total de habitantes en cada uno de los territorios.
En la década de 1840 aún perduraba la crisis financiera del Estado, razón por la cual se crean nuevos
impuestos directos y proporcionales, gravando las rentas percápita de los granadinos entre 18 y 60 años, se
acude igualmente a la deuda interna y externa como una alternativa importante, aunque resultara costosa, para
dar salida a la coyuntura por la que atravesaba el país. Según datos de la tesorería “la deuda consolidada y
flotante de la Nueva Granada a 31 de diciembre de 1840 ascendió a $ 11.094.918, cuando el presupuesto
público del mismo año permitió gastos totales por $ 2.327.041”.
Lo que en adelante sucedía no era más que una preocupación permanente causada por el debilitamiento, cada
vez más recrudecido, de las finanzas del Estado, como consecuencia, principalmente, de las guerras y batallas
que libraban las fuerzas militares con los españoles en sus intentos de reconquista, y con los civiles por los
descontentos que se producían con la administración pública.
Entre las principales causas que para 1843 el entonces Secretario de Hacienda, Rufino Cuervo, encontraba
sobre el precario estado de las finanzas públicas, se encuentran: “1) Lo impreciso y complicado de las
disposiciones fiscales, 2) La dispendiosa y poco exacta recaudación de las contribuciones y 3) La falta de una
contabilidad fiscal exacta y la existencia de un sistema de examen de libros y cuentas defectuoso”.
Era evidente el deplorable sistema de información contable que se manejaba. La inexistencia de bases de datos
sobre los contribuyentes y de sus respectivas rentas, hacían complicado el recaudo de los impuestos. Además,
se adolecía de un eficiente sistema de control y auditoría de cuentas que brindaran confiabilidad a la poca
información que se suministraba. Esta inexistencia y precariedad de controles facilitaba la corrupción de los
funcionarios que manejaban los fondos públicos.
En este año (1843) se ordena “suprimir la Dirección General de Crédito Nacional (hoy conocida como Dirección
General de Crédito Público) y refundir sus funciones con la Secretaría de Hacienda en la parte de contratación y
negociaciones, con la Tesorería General de la República en la parte de Contabilidad y registro del estado
contable de los empréstitos”. Igualmente el Secretario de Hacienda, mediante Decreto del 1 de julio de 1843,
dispone la creación de una sección de contabilidad que “cerrara la cuenta y la arreglara” para presentarla a la
Secretaría de Hacienda, y ésta posteriormente al Congreso; tal información, sin perjuicio de la que debía
procesar la Contaduría General según la ley del 26 de mayo de 1838 que, como ya se indicó, tenía retrasos de
10 años aproximadamente.
En 1846, el Gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera reestructura nuevamente la Secretaría de Hacienda.
Reestructuración con la cual se clausuró la Tesorería General de la República, para dar vida a la Dirección
General de Tesorerías
La denominada “Ley Orgánica de Hacienda”, expedida en 1847, reestructura todo el sistema de hacienda,
introduce el “Primer Plan de Contabilidad” y crea con esta ley una “corte de cuentas” cuyos jueces eran
nombrados por la rama ejecutiva. Esta institución tenía como funciones básicas examinar y fenecer los actos de
los administradores del Tesoro. Asimismo, reglamentó las funciones del Contador entre otras actividades, debía
formar oportunamente el proyecto de presupuesto nacional, llevar la cuenta general de presupuesto y del tesoro
y redactar todos los reglamentos de contabilidad, los cuales circularían oportunamente entre los organismos
comprendidos con el registro contable. Presentaría además los respectivos estados contables ante el secretario
de hacienda, resolvería las dudas que sobre la materia se presentaran y velaría por que la contabilidad fuera
llevada por todos aquellos funcionarios a quienes les correspondiera.
Así mismo, este Código de 1847 estableció en el Congreso Nacional la Comisión Legislativa de Cuentas,
encargada de examinar y auditar la cuenta general del presupuesto y del tesoro”. Es de anotar que la
Contaduría General de Hacienda sería refundida años después con la aparición de la Contraloría General de la
República.
A pesar de las reformas producidas en materia contable, tampoco fue posible presentar el estado de cuentas
para el periodo que correspondía de 1846 a 1847, pues la información proveniente de las provincias era errada,
confusa, contradictoria y mentirosa, lo que dificultaba la conformación de la Cuenta General de la Hacienda.

16
Nótese que hasta el momento los aspectos contables no tenían gran relación con la materia presupuestal,
inclusive las instituciones y oficinas contables de la República datan de más antigüedad que el mismo sistema
presupuestal, lo que se tiene hasta este momento es una contabilidad que, básicamente, informaba de los
recaudos y de los pagos realizados, a fin de determinar un resultado o estados de cuenta general de cada uno
de los periodos. La iniciativa que se tiene por parte del Secretario de Hacienda Florentino González, constituye
un gran avance en materia presupuestal como se mencionó en líneas anteriores, y unido a la inexistencia de una
institución que manejara el presupuesto, coadyuvó a que se fuera asignando a las instituciones ya existentes las
funciones que tenían que ver con la reglamentación de la materia. En ese sentido la Contabilidad General
introdujo aspectos referentes a la programación y ejecución presupuestal, pero se ordenaba que el sistema de
registro fuera de partida doble, y no simple, como funciona hoy el sistema presupuestal.
En 1851, con la reforma introducida por el Presidente José Hilario López, se crean tres Departamentos: De
Hacienda, Del Tesoro, y de Contabilidad General, a este último le correspondía la centralización de todos las
gastos en el presupuesto, prescribir los reglamentos de contabilidad, y consolidar el presupuesto de rentas y
gastos de la Nación con base en los informes de Hacienda y el Tesoro. A partir de estas dos últimas reformas se
fue conformando y perfeccionando lo que hoy se conoce como sistema presupuestal, pero manejado por los
Departamentos u oficinas de contabilidad, creadas para este y otros efectos en materia contable propiamente.
Hasta el momento es ésta una de las diferencias más notables entre las funciones que hoy tienen la Contaduría
General de la Nación y la Contraloría General de la República, es decir, dos instituciones con objetivos
constitucionales diferentes. Es importante indicar que la razón fundamental de la Contraloría en la actual
legislación es el ejercicio del control fiscal, sin embargo, se le han asignado otras funciones de carácter
presupuestal, como se observará más adelante.
Con la expedición de la Constitución Política de Rionegro (Antioquia), se reorganiza la rama ejecutiva y se crean
cuatro (4) Secretarías, entre ellas la Secretaría de Estado, de Hacienda y Fomento, y del Tesoro y Crédito
Nacional. La primera Secretaría estaba conformada por tres secciones, una de las cuales correspondía a
Contabilidad.
Desde el punto de vista contable y, por consiguiente, del control, cabe mencionar que para 1870, bajo la
Presidencia de Santos Gutiérrez y Secretario del Tesoro Narciso González Lineros, se presenta por primera vez
un informe que contenía una relación de los bienes propiedad de la Nación, cuyo objetivo principal era tener un
mayor conocimiento y control sobre las propiedades del Estado.
Con la reforma constitucional de 1886 se crea el Ministerio de Hacienda, el cual en su sección cuarta,
conservaba el Departamento de Contabilidad y Bienes Nacionales. Igualmente el Ministerio del Tesoro tenía una
Oficina General de Cuentas, que para 1887 se denominó Departamento de Contabilidad General. La Constitución
Política promulgada en 1886, bajo la administración de Rafael Núñez, crea en su artículo 59, un organismo de
control, que en adelante se llamaría Contraloría General de la República. De conformidad con este artículo “la
vigilancia de la gestión fiscal de la administración, corresponde a la contraloría general de la república. La
contraloría será una oficina de contabilidad y de vigilancia fiscal, y no ejercerá funciones administrativas distintas
de las inherentes al desarrollo de su propia organización”. Como se puede observar, la misma constitución
plantea lo que años más tarde fuera objeto de controversia, se trata de las funciones contables y de control
asignada a un mismo organismo. Era clara la forma como hasta este momento, y desde 1821, venían
funcionando las diferentes contadurías, dependiendo del Ministerio de Hacienda o del Tesoro. Esto
representaba, sin duda alguna, un “gran cambio” en el manejo de las cuentas del sector público.
2.5. Periodo Contable del siglo XX
A partir de 1923, momento histórico de la contabilidad, las cosas parecen cambiar aparentemente un poco,
quizá por la importancia de las recomendaciones del profesor Kemmerer. En esta perspectiva, se hace
necesario esbozar algunos elementos de gran consideración que ayuden a comprender el objetivo de tan
conocida misión y, en consecuencia, analizar el impacto que en materia contable tuvo la materialización de sus
estudios.
El profesor de la Universidad de Priceton, Edwin Walter Kemmerer, realizó varias misiones, todas con los
mismos resultados: modificación de los sistemas monetarios, bancarios y fiscales, principalmente. “Con una
celeridad espectacular, Sr. Kemmerer estableció en cada país un banco central, el patrón oro, una
superintendencia bancaria, una contraloría nacional, y una serie de otras leyes fundamentales sobre
presupuestos e impuestos”.

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En 1922, ante el rechazo del Congreso de la República para seleccionar una comisión de nacionales que
reestructurara el sistema financiero, se optó por extranjeros que realizaran estos estudios. Así, con el apoyo del
presidente Pedro Nel Ospina, por intermedio del Ministro de Hacienda, y el embajador de Colombia en
Washington, se contrató a Kemmerer por su gran trayectoria en asuntos económicos. Kemmerer llega a
Colombia el 10 de Marzo de 1923, y meses más tarde entregaba al Presidente Pedro Nel Ospina gran parte de
sus recomendaciones.
El Congreso aprueba en corto tiempo (dos semanas) todo el paquete de proyectos resultado del estudio. Se
crea legalmente la Superintendencia Bancaria y el Banco de la República, es decir, se reestructura el sistema
financiero colombiano. En cuanto a las reformas fiscales, se aprueba una ley orgánica del presupuesto, se
reorganizan los ministerios financieros, las formas para administrar y recaudar ingresos, y se reforma la
contabilidad bajo la dirección de la Contraloría, organismo que también se crea en este momento.
Como se anotó antes, la Contraloría aparece con la Constitución de 1886, y se reglamenta posteriormente con la
Ley 42 de 1923. Es incuestionable la creación de este organismo, el cual, en adelante, vigilaría y controlaría la
utilización de los recursos que el Estado estaba manejando como resultado de la indemnización de Estados
Unidos a Colombia por la separación de Panamá, por las bonanzas petrolera y bananera, y demás inversiones
extranjeras que se avizoraban con la reforma financiera y fiscal del país, producto de las recomendaciones del
profesor Kemmerer.
La Ley 10 de 1930 preceptúa en su artículo 5 que “la contraloría general ejercerá en lo sucesivo, por si o por
medio de las auditorías seccionales, el control o fiscalización de las rentas y gastos de las intendencias y
comisarías, para lo cual podrá dictar las disposiciones y reglamentaciones que estime necesarias en consonancia
con la ley”.
El artículo 1 de la Ley 58 de 1946 ratifica lo que la Ley 42 de 1923 había planteado en su artículo 1, es decir,
indica nuevamente la competencia del Contralor General para reglamentar en materia de contabilidad, y aclara
que la información solicitada por la administración a los empleados subalternos para cualquier efecto, en nada
afectan las funciones de control fiscal ejercida por la Contraloría.
Pese a las reglamentaciones de la contraloría en materia de contabilidad, para 1955 aún no se contaba con un
adecuado sistema contable que permitiera obtener la situación financiera real del Estado colombiano, Esta
preocupación fue planteada por el entonces Contralor General de la República, Coronel Alberto Ruiz Novoa, en
el tercer Congreso Nacional de Contralores realizado en Bogotá, quién promovió y propuso una comisión “que
estudiara y propusiera la unificación de los sistemas contables, presupuestales y fiscales en general”, estudio
que se sometió a consideración en la cuarta Conferencia Nacional de Contralores.
Hacían parte de este balance consolidado las inversiones del fisco en entidades tales como: licoreras, teléfonos,
cajas, fondos y servicios especiales, además, se incluían las cuentas de resultado de los establecimientos
públicos, empresas de servicio público, etc., que administraran dineros y fondos públicos.
El sistema de registro es de partida doble, y se exceptuaban de éste a las entidades u oficinas que tuvieran
poco movimiento, caso en el cual debían utilizar “el sistema de cuentas elementales de ingresos y egresos,
resumidos en Estados de Caja que muestran su movimiento, acompañados de los comprobantes respectivos”,
sistema más comúnmente conocido como de partida simple.
Para este tiempo el panorama de la contabilidad es totalmente diferente, y los contralores muestran su
preocupación por la implementación de un sistema de información que les ayude a hacer su trabajo. Aunque
éste no es un sistema perfecto, sí representa un avance en la contabilidad pública. Lo que continúa
preocupando es la institución autorizada para prescribir los métodos y normas de la contabilidad, tal como lo
había contemplado la Ley 42 de 1923 en su artículo 11 y el Decreto Ley 911 de 1932.
En 1968, la administración del Presidente Carlos Lleras Restrepo, mediante el Acto Legislativo número 1, se
pretendió segregar las funciones de auditar y llevar cuentas. El artículo 76 que trata sobre las disposiciones
transitorias, reza lo siguiente: “a. La ley determinará el organismo encargado de llevar las cuentas públicas
generales de la nación. Entre tanto lo seguirá haciendo la Contraloría General de la República.”
Posteriormente, en desarrollo de esta disposición, el Congreso de la República mediante la Ley 17 del 30 de
diciembre de 1972, concede facultades extraordinarias al ejecutivo para reformar las leyes y normas orgánicas
del presupuesto. En virtud de estas facultades el Presidente expide el Decreto 294 de 1973, el cual en su
artículo 135 preceptuaba lo siguiente: “De la Contabilidad de la Nación. En desarrollo del artículo 76, literal a.)

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del acto legislativo Nº 1 de 1968, y para facilitar la ejecución presupuestal, distinguiendo, además, las funciones
de contabilidad y auditoría, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público a través de la Dirección General del
Presupuesto, llevará la contabilidad general de la nación”. Esta disposición fue declarada inexequible por la
Corte Suprema de Justicia, mediante sentencia de Septiembre de 1973, por lo que continuó vigente la última
parte del mencionado acto legislativo (Art. 76, lit a) y, en consecuencia, la Contraloría continuaría llevando las
cuentas públicas, como lo había prescrito la Ley 42 de 1923.
Con la Ley 29 de 1975, se crea una comisión interparlamentaria que conceptuaría sobre el organismo y la forma
de llevar la contabilidad de las entidades públicas; pero tal concepto no cambió en nada los cosas y, además,
con la expedición de la Ley 20 del mismo año se ratificó a la Contraloría como autoridad en materia de
contabilidad pública. En este sentido su artículo 29 dispuso que: “La Contraloría General de la República
prescribirá los métodos y ordenamientos contables para el registro de fondos y bienes nacionales, mantendrá la
clasificación de bienes fiscales, balance de la hacienda, tesoro nacional, balance del tesoro; y el presupuesto
nacional, estableciendo una nomenclatura de cuentas de acuerdo con la Constitución, y las normas orgánicas
del presupuesto.”
Mediante el Decreto Ley 924 de 1976 se reglamenta la estructura orgánica de la Contraloría General de la
República, y en ella la “División de Contabilidad Nacional”, que desarrollaría las funciones contables prescritas en
el Decreto 925 del mismo año, así, por ejemplo, a las entidades vigiladas por la CGR se les prohibía contratar la
elaboración de manuales de contabilidad y control fiscal, sin el visto bueno de esta institución (Art. 7, Decreto
925 de 1976), el artículo 9 del mismo decreto expresaba que: “La Contraloría General de la República registrará,
para efectos de la consolidación de la contabilidad general de la nación, las operaciones que realicen la
administración nacional y sus entidades descentralizadas. Tanto el registro como la consolidación de las cuentas
generales de la nación se harán mediante la aplicación de sistemas técnicos de contabilidad que prescribirá el
Contralor General de la República.”
Sólo hasta 1991 se dirime la discusión que había surgido con la Constitución de 1886. Con los esfuerzos del
constituyente Ignacio Molina Giraldo, de la Comisión de Cuentas de la Asamblea Nacional Constituyente, se
incorporó el artículo 354 de la nueva Constitución, el cual establece lo siguiente:
“Habrá un Contador General, funcionario de la rama ejecutiva, quien llevará la contabilidad general de la Nación
y consolidará ésta con la de sus entidades descentralizadas territorialmente o por servicios, cualquiera que sea
el orden al que pertenezcan, excepto la referente a la ejecución del Presupuesto, cuya competencia se atribuye
a la Contraloría.
Corresponden al Contador General las funciones de uniformar, centralizar y consolidar la contabilidad pública,
elaborar el balance general y determinar las normas contables que deben regir en el país, conforme a la ley.
PARÁGRAFO. Seis meses después de concluido el año fiscal, el Gobierno Nacional enviará al Congreso el
balance de la Hacienda, auditado por la Contraloría General de la República, para su conocimiento y análisis”.
Es importante aclarar que la responsabilidad y competencia de la Contraloría, mencionadas en este artículo, se
refieren sólo a la centralización y consolidación de las cuentas presupuestales, y no, como podría entenderse,
que éste organismo debe llevar la contabilidad de la ejecución presupuestal. Así lo disponen los artículos 36 y 37
de la Ley 42 de 1993 (reglamentaria del control fiscal) de conformidad con el citado artículo 354 de la C.N.
Puede decirse que en adelante se constituye una nueva etapa de la contabilidad pública. Del artículo anterior se
desprende que la contabilidad “referente a la ejecución del presupuesto” es competencia de la Contraloría.
Disposición bastante controvertida porque a la luz de las funciones de control fiscal asignadas
constitucionalmente a este organismo, y dada la concepción que hoy se tiene del control, estas funciones no
debieron asignarse a organismos diferentes. Aunque se trata de dos sistemas de información (contable y
presupuestal) con objetivos diferentes, no dejan de ser sistemas contables cuya competencia, en aras de la
funcionalidad, el desentrabamiento y agilidad de las funciones públicas, deben ser del Contador General, y poder
así ejecutar eficientemente las funciones de fiscalización y control de los recursos públicos, asignadas en esta
misma Constitución.
Con lo dispuesto en la nueva Constitución sobre el tema en cuestión, en 1993 la Contraloría General de la
República, bajo la dirección de Manuel Francisco Becerra, presenta como propuesta de instrumento para
procesar la información contable en el sector público, un modelo de plan de cuentas que hiciera parte de un
sistema nacional de contabilidad pública, y que ayudara a revelar la realidad económica de los entes públicos.

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Sin embargo, la propuesta, en ese momento, parece haber tenido poco eco, pues, aún no existía la figura de
“Contador General” que ordenaba la Constitución.
El avance que se tiene, hasta ese entonces, en materia de control es bastante significativo, el Contralor
reconoce, en su propio diagnóstico sobre la situación contable pública, lo siguiente: “Pudo detectarse que los
sistemas y métodos utilizados para el registro de las transacciones se apartan de los principios contables
generalmente aceptados, tales como la causación por ejemplo, o como la no separación de funciones, donde el
mismo que maneja y recauda los bienes y los fondos es quien hace los registros” es decir, resalta como una
debilidad lo que tanto se discutió desde el surgimiento de la misma Contraloría, respecto a sus funciones de
llevar las cuentas y a la vez ejercer el respectivo control.
Haciendo uso del mencionado artículo 354, el Presidente de la República, Ernesto Samper Pizano, y su Ministro
de Hacienda, Guillermo Perry Rubio, mediante el Decreto 85 de 1995, dan vida a la Dirección General de
Contabilidad Pública (DGCP); organismo a cargo del Contador General, y que funcionaría como una dependencia
del Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Del mismo lado se establece su estructura orgánica mediante el
decreto 86 del mismo año.
La emisión del primer Plan General de Contabilidad Pública (PGCP) por parte de la DGCP, mediante la Resolución
4444 de 1995, constituyó un acontecimiento trascendental en este nuevo período de la contabilidad
pública. Este PGCP es, pues, el instrumento mediante el cual se canaliza las operaciones que realizan las
entidades públicas. La primera parte del plan corresponde al marco conceptual de la contabilidad pública, y la
segunda al modelo instrumental, conformado a su vez por el catálogo general de cuentas y el manual de
procedimientos contables.
Con base en este instrumento y otras instrucciones adicionales, igualmente reglamentadas mediante
resoluciones de la DGCP, que se hicieron obligatorias con su promulgación dada la potestad de regular
contablemente, las entidades públicas presentan a diciembre 31 de 1995 el primer balance general, que aunque
deficiente, revelaba la situación financiera económica y social de los entes públicos y, por consiguiente, del
sector público en general, al realizar este organismo el proceso de agregación y consolidación de las cifras de los
estados contables, tal como se dispone en la constitución.
En 1996 el Congreso aprueba la Ley 298, con la cual se crea la Contaduría General de la Nación (CGN). El
artículo 1 de esta Ley ordena lo siguiente: “A cargo del Contador General de la Nación, créase la Contaduría
General de la Nación como una Unidad Administrativa Especial, adscrita al Ministerio de hacienda y Crédito
Público, con Personería Jurídica, autonomía presupuestal, técnica, administrativa, y regímenes especiales en
materia de administración de personal, nomenclatura, clasificación, salarios y prestaciones”.
A la CGN se le asigna en esta Ley, entre otras, las siguientes funciones:
1. Determinar las políticas, principios y normas sobre contabilidad, que deben regir en el país para todo el
sector público (artículo 4 literal a).
2. Establecer las normas técnicas generales y específicas, sustantivas y procedimentales, que permitan
uniformar, centralizar y consolidar la contabilidad pública (artículo 4 literal b).

Responder las siguientes preguntas


1. ¿Cuál fue el punto de partida de la contabilidad en el mundo?
2. ¿En cuántos periodos está dividida la historia de la contaduría en el mundo?
3. ¿Cuál escuela considera es la más importante para el proceso de la evolución de la contabilidad en el
mundo? ¿Por qué?
4. ¿Quién fue Fray Lucas Paccioli?
5. ¿La evolución de la contaduría pública a través de la historia podría considerarse ha cambiado la cultura
contable? ¿De qué manera? Indique los aspectos que han influenciado dichos cambios
6. ¿Cuáles fueron las primeras representaciones contables?
7. ¿Cuál fue el primer gran imperio económico?
8. ¿Que era la adversaria?
9. ¿En el periodo clásico, como eran son consideradas las técnicas contables?
10. ¿Cuáles fueron algunas de las instituciones importantes que se crearon durante el periodo de la
conquista para recaudar impuestos?
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