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“Toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la
metonimia, la diacronía… retorna a la especie de fijeza que Freud discierne en el an-
helo inconsciente. Este soborno […] proyecta la topología del sujeto en el instante del
fantasma […] lo que es por no ser otra cosa que el deseo del Otro.”2
1 Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2002, p. 574.
2 Lacan, J. (1964) “Posición del inconsciente” en Escritos 2, op. cit., p. 823.
3 Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, op. cit., p. 574.
“La interpretación, para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, debe
introducir en la sincronía de los significantes que allí se componen algo que brusca-
mente haga posible su traducción –precisamente lo que permite la función del Otro
en la ocultación del código, ya que es a propósito de él como aparece su elemento
faltante.”4
4 Ibid., p. 573.
modo, para dar cuenta de la estructura de la interpretación es preciso poder definir, en pri-
mer lugar, qué son la cita y el enigma, para que la definición inicial –de la interpretación– no
redunde en una mera duplicación del problema.
De acuerdo con Colette Soler (1984), la cita podría definirse como un saber patente,
que pone en suspenso la relación entre el decir y lo dicho a través de la enunciación:
“La cita […] es más bien un enunciado de saber afirmado, salvo que se refiere el
enunciado a un nombre de autor. La cita, al ser referida a un nombre de autor, intro-
duce la dimensión de la enunciación, una enunciación latente que hay que hacer sur-
gir.”5
En sentido estricto, la cita sanciona que algo fue dicho, indicando la posición y la su-
jeción de aquél que profirió el enunciado; por lo tanto, la cita devela un más allá de lo dicho,
a través del recurso a la enunciación, y esto es independiente de la materialidad del signifi-
cante. La cita, desde este punto de vista, es una función –que, a su vez, tiene una estructu-
ra– que puede prescindir de las aproximaciones descriptivas que la definan como un “recor-
te de los dichos”, “tomar las mismas palabras”, etc. Por ejemplo, podría considerarse como
un caso de cita, en el historial del Hombre de las ratas, aquel momento en que éste –luego
de comunicar que a los doce años había pensado en la muerte del padre como un modo de
granjearse el cariño de un niña–, revolviéndose contra la posibilidad de expresar un “deseo”
con dicha idea, Freud le objeta: “Si no era un deseo, ¿por qué la revuelta?”.6 La intervención
de Freud se dirige directamente a la enunciación y confronta al Hombre de las ratas con su
propio decir. De este modo, en la cita se trata de develar la verdad latente del enunciado
proferido. Asimismo, como una consideración lateral, puede advertirse cómo la interpreta-
ción es un soporte fundamental del cumplimiento de la regla fundamental. Dicho de
otro modo, la interpretación es un modo capital para que el analista sostenga el discurso
analizante.
Lo mismo podría decirse del enigma, aunque en otra dirección. Un enigma no es me-
ramente un acertijo, sino una verdad cuyo saber se encuentra elidido. Es el caso, por ejem-
plo, del enigma de la esfinge a Edipo. Pero también de los refranes (tan útiles, al igual que las
canciones, a la hora de intervenir como analistas). ¿Quién sabe lo que realmente quiere de-
cir que “a caballo regalado no se le miran los dientes”? Y, sin embargo, la frase no deja de
ser efectiva, sumamente verdadera. No por la indicación de la enunciación, dado que, a dife-
rencia de la cita, el enigma no tiene una estructura deíctica, sino porque indetermina el refe-
rente para que sea el hablante quien defina el sentido de ese decir –nuevamente, puede
verse cómo aquí también la interpretación es un sostén capital de la asociación libre–:
5 Soler, C. (1984) “Sobre la interpretación” en Acto e interpretación, Buenos Aires, Manantial, 1984, p.
18.
6 Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en Obras
El caso Juana
Juana expresa entre sollozos que ha hecho muchos cambios en su vida. Tenía un em-
El sujeto de la interpretación
11 Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos
Aires, Paidós, 1989, 34.
“El análisis no consiste en encontrar, en un caso, el rasgo diferencial de la teoría, y en
creer que se puede explicar con ello ‘por que su hija era muda’, pues de lo que se
trata es de hacerla hablar, y este efecto procede de un tipo de intervención que nada
tiene que ver con la referencia al rasgo diferencial.”12
Por su parte, Colette Soler sostiene que “la interpretación, en tanto apunta a soste-
ner el proceso del decir, no se satisface con ninguna elaboración de saber. Al contrario, in-
terviene por el equívoco cada vez que se presenta una estasis sobre una significación de sa-
ber”.13 Se trata justamente de un momento en el que, en el encuentro con el analista, el ana-
lizante trae una significación que se opone a la aparición de la novedad. En el caso de Juana
puede apreciarse cómo una “convicción de saber” tiene la particularidad de eternizar el su-
frimiento y no permitir opción en tanto genera un falso destino. El equívoco implica una res-
puesta que suspende la convicción y hace surgir el enigma. En su puesta en acto el analista
no lleva al sujeto a alcanzar el saber, sino que permite que se pueda establecer su falla y la
dimensión de separación que hay entre este y el sujeto.
12Ibíd., p. 19.
13Soler, C. (1989) “Transferencia e interpretación en la neurosis” en Finales de análisis, Buenos Ai-
res, Manantial, 2004, pp. 70-71.
vamente el peso en lo real de ese significante primero, para promover su derrocamiento.
Curioso proceder el del psicoanálisis: no habría promoción de despeje sin una operación de
despeje inicial, siendo que el cierre del procedimiento coincide con su fórmula primera.
Hecha esta recensión inicial, acerca de la puesta en forma de la transferencia en el
comienzo de un tratamiento, nos interesa plantear una particular coyuntura que vincula
interpretación y acting out. Para ello, nos detendremos en un caso consideramos por Lacan
en diversas ocasiones: el Hombre de los sesos frescos. En “La dirección de la cura…” Lacan
resume el drama subjetivo en los siguientes términos:
“Se trata de un sujeto inhibido en su vida intelectual y especialmente inepto para lle-
gar a alguna publicación de sus investigaciones, esto en razón de un impulso de pla-
giar del cual parece no poder se dueño.”14
“Una vez asegurada esta pista todo el problema del plagio se presentó bajo una nue-
14 Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, op. cit., p. 579.
15 Kris, E. (1951) “La psicología del yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica” en Revista de la
Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, No. 17, Buenos Aires, 1991, p. 141.
16 Ibíd., p. 148.
va luz. Sucedió que el eminente colega había tomado, en repetidas ocasiones, las
ideas del paciente…”17
“En este punto de la interpretación estaba esperando la reacción del paciente […] es-
taba en silencio […]. Luego, como si informara de una intuición repentina, dijo: ‘Todos
los días al mediodía, cuando salgo de aquí, […] me paseo por la calle X […] y miro los
menús detrás de las vidrieras. Es en uno de esos restaurantes donde encuentro de
costumbre mi plato favorito: sesos frescos’.”19
Por un lado, podría pensarse que su motivación no puede ser sino una respuesta a la
intervención del analista extraviado de su posición por “borrar el deseo del mapa”. Y sería
algo cierto, dado que Kris interpreta edípicamente la inhibición del paciente ubicando, como
factor determinante, la identificación con su padre. Este último, a diferencia de su abuelo,
no había dejado huella en su campo profesional. Pero no es la interpretación edípica la que
tiene como respuesta el acting out. Luego de esta confrontación, surge nuevamente el pro-
blema del plagio; esta vez en relación a su colega. En este punto, cabe recordar que alguna
vez Lacan dijera que la interpretación de Kris no puede ser calificada como menos que “jus-
ta”.20 Decirle al paciente que “sólo eran interesantes las ideas de los demás, sólo las ideas
que uno pudiera tomar de los otros”, interpretar su atracción por esas ideas, alcanzar al su-
jeto en su relación al Otro, al saber supuesto al Otro sobre esas atractivas ideas (S 2) no es
menos que concernirlo en su enunciación. Una interpretación justa. Sin embargo, el acierto
de esta interpretación se recorta sobre el malogro del paso precedente que la hubiese habi-
17 Ibíd., p. 147.
18 Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, op. cit., p. 579.
19 Kris, E. (1951) “La psicología del yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica”, op. cit., p. 148.
20 Lacan, J. (1953-54) El seminario 1: Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós, 2005, p.
100.
litado para producir una transmutación del sujeto: previamente Kris había desalojado la
condición de plagiario como representación del sujeto (S1). Por lo que la operación sobre el
S2, sin el aislamiento lógicamente anterior del significante fundante de la transferencia no
hace más que reponerlo mostrándose como otra cosa: ir a ver un plato favorito antes de
almorzar. La mostración no es de sesos frescos, sino del hambre, de unas ganas anoréxi-
cas de comer. El extravío de Kris no está en la interpretación sino en la apertura del campo
transferencial.
De este modo, el caso de Kris es paradigmático para esclarecer que si el conjunto de
interpretaciones que el analista produce en la cura no está orientado en la referencia de una
rectificación subjetiva que las incardine, la justeza de esas interpretaciones puede ser motivo
de acting out. Kris lo demuestra: allí donde alcanza al sujeto… no es sino para desalojarlo, en
vez de lograr su transmutación. El resultado de este apartado, entonces, puede resumirse
del siguiente modo: no son las malas interpretaciones las que producen un acting out, sino
aquellas fuera de tiempo, es decir, las que no consideran el manejo de la transferencia. A
este concepto, entonces, dedicaremos la próxima clase.
Bibliografía de referencia
Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, Buenos Aires, Amorrortu, 1988.
Kris, E. (1951) “La psicología del yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica” en Revista
de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, No. 17, Buenos Aires, 1991.
Lacan, J. (1953-54) El seminario 1: Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós, 2005.
Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Bue-
nos Aires, Paidós, 1989.
Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2002.
Lacan, J. (1964) “Posición del inconsciente” en Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
Soler, C. (1984) “Sobre la interpretación” en Acto e interpretación, Buenos Aires, Manantial,
1984.
Soler, C. (1989) “Transferencia e interpretación en la neurosis” en Finales de análisis, Buenos
Aires, Manantial, 2004.