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Universidad pedagógica nacional

Filosofía en Colombia
Laura Camila Tenjo

No hubo tiempo para la tristeza

El pueblo, la ciudadanía es la que más sufre en los conflictos, si bien es cierto en algún
momento en el video una persona mencionó que la apuesta de los paramilitares no era
política, la verdad es que sí. En vistas de que cualquier grupo al margen de la ley tiene una
apuesta política, no obstante hace mucho tiempo dejaron de tener un horizonte en el cual se
trabajaba por y para el pueblo. La codicia del ser humano esta presente sin importar si dice
que es de derecha o izquierda “El poder y el tener se trago al ser”, estos grupos quienes
tienen un control total en partes olvidadas por el Estado. Lo que les importa más es la
codicia que lo que verdaderamente importa, que es mejorar las condiciones de vida de los
colombianos.

En el video como lo menciona el presentador se denuncia la barbarie, el rechazo al


olvido, se emerge la memoria, hay una exigencia de justicia y una afirmación de la vida. Y
como estas comunidades en los diferentes territorios colombianos les han hecho frente a
estos grupos bien sean guerrilleros o paramilitares y nos han enseñado (las comunidades)
que no es necesario usar las armas o la violencia contra el otro para alcanzar un objetivo.

¿Qué ha ocurrido en Colombia durante la violencia, quienes han ejercido el poder de las
armas sin límites, de que forma la violencia a transformado nuestros campos, en escenarios
de terror?1

Cuantos no hemos sido víctimas tanto directas como indirectas de la violencia, sin
embargo, persiste esa antipatía de la sociedad, en especial de los citadinos, que sin duda
alguna es un problema. Y que desafortunadamente no reconocemos muchas veces. El
documental muestra una parte de esa historia desgarradora que hemos vivido y que no
podemos dejar de lado, pero algo que sin duda alguna seria interesante abordarlo más a
profundidad es la implicación del estado en la violencia y cómo está a generado cambios
muchas veces para mal en los ciudadanos.

1
Estas preguntas son las que guiaron la investigación del centro nacional de memoria histórica
Ver imágenes desgarradoras no tiene precio, saber que los colombianos se matan unos a
otros y cómo en su mayoría son los niños quienes sufren las consecuencias es un acto de
barbarie, además de saber que la historia se repite una y otra vez. Según las víctimas y los
entrevistados estos grupos al margen de la ley no tienen ética, pero cómo se podría llegar a
hablar de ética si los sujetos que conforman estos grupos no han conocido otra cosa más
que dolor, miseria y hambre, un mundo en el cual desde muy jóvenes se les recluta muchas
veces engañados y les lavan el cerebro, un mundo donde han visto que en los lugares que
crecieron son sitios olvidados por “papá Estado”, un mundo donde muchas veces no se les
dan opciones de vida, donde no hay un colegio que cuente con las condiciones mínimas o
básicas para poder estudiar.

Cuando se tiene la oportunidad de ver este tipo de documentales (documentales que


cuentan una parte de la historia de Colombia), y de conversar con personas ya sean
desplazados o personas que han vivido en carne propia los horrores de la violencia en los
últimos cincuenta años, a uno le cambia la visión o perspectiva de como se concibe un buen
vivir en Colombia, y uno se da cuenta que los problemas de los citadinos muchas veces no
son problemas comparados con los problemas de las personas que viven en el campo o en
los lugares más apartados de Colombia.

Aparte este tipo de cosas le hace preguntarse a uno como profesora en formación,
específicamente en filosofía ¿para qué le sirve a un muchacho de Bojayá solo saber el
contenido de Aristóteles o de Kant si no se le enseña o no se le dan las herramientas para
que lo pueda asociar con su contexto?, como dice Zuleta “desde la primaria al estudiante se
le educa en función de un examen, sin que la enseñanza y el saber le interesen o se
relacionen con sus expectativas personales.” (2010, p 20)

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