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IBEROAMERICANO
DE DERECHO PROCESAL
CONSTITUCIONAL
Tomo I
IIDPC
Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal Constitucional
VII ENCUENTRO
IBEROAMERICANO
DE DERECHO PROCESAL
CONSTITUCIONAL
Tomo I
ISBN: 978-99934-36-09-6
VII Encuentro Iberoamericano
de Derecho Procesal Constitucional
Santo Domingo, 2011
Coordinación General:
Néstor Pedro Sagüés
Lino Vásquez Sámuel
Dirección Ejecutiva:
Marien Montero Beard
Coordinación académica:
Eduardo Ferrer Mac-Gregor
Eduardo Jorge Prats
Corrección de Estilo:
Rafael González Tirado
Colaboración:
Belkis Cabrera
Diseño y Diagramación:
Tony Núñez
Derechos Reservados
Edición Gratuita
Prohibida su venta.
Tomo I
Memorias VII Encuentro Iberoamericano
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Memorias VII Encuentro Iberoamericano
Contenido
Prólogo............................................................................................ 7
PRESENTACIÓN............................................................................... 9
Los Tribunales Constitucionales como agentes de cambios
sociales........................................................................................... 16
Néstor Pedro Sagüés (*)
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Memorias VII Encuentro Iberoamericano
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PRÓLOGO
La obra que el lector tiene en sus manos es el compendio de los tra-
bajos por todos los participantes en el VII Encuentro Iberoamerica-
no de Derecho Procesal Constitucional, organizado por el Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional, por el Comi-
sionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia de
República Dominicana y por la Fundación Konrad Adenauer, con
la colaboración de otras instituciones, celebrado en Santo Domingo
los días 2, 3 y 4 de marzo de 2011. Aquí se encuentran reunidas las
aproximaciones de varios de los juristas latinoamericanos y domini-
canos más acreditados, acerca de los temas cruciales y palpitantes del
Derecho Procesal Constitucional, desde el controvertido tema de la
naturaleza de esta disciplina hasta los tópicos más recientes del con-
trol de convencionalidad, en más de 900 páginas que constituyen
una especie de manual de la materia, accesible para jueces, aboga-
dos, investigadores, profesores y estudiantes de Derecho, de todo el
Continente Americano.
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Los Tribunales Constitucionales
como agentes de cambios sociales
Néstor Pedro Sagüés
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Los Tribunales
Constitucionales como
agentes de cambios sociales
Néstor Pedro Sagüés (*)
Sumario
I. Introducción El doble concepto de “agente”: convalidante o
promotor.
II. Tesis negativa.
III. Tesis afirmativa.
IV. Reexamen. Roles de la justicia constitucional como agente
de cambios sociales. Distintos escenarios normativos.
V. Respuestas posibles.
VI. Un tope material (y jurídico-político): el presupuesto del
Estado y su equilibrio. Alternativas.
VII. Conclusiones.
E
n noviembre de 2009, durante una visita a Buenos Aires,
William Koski, docente e investigador en la Universidad de
Stanford, planteaba en términos contundentes la alternativa
de que “la Justicia puede y debe generar cambios sociales, cuando la política
y los políticos se muestran impotentes o, simplemente, no están dispuestos a
impulsarlos”. La iniciativa, auspiciada por activistas civiles norteame-
ricanos, procura por ejemplo intentar lograr ante los tribunales la
igualdad de oportunidades educativas, en su versión de posibilitar a
los chicos en condiciones más vulnerables, el acceso a una educa-
ción completa, incluso universitaria y, en términos ambiciosos, de
igual calidad. (1)
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V. Respuestas posibles.
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Por otro lado, se apunta que los magistrados judiciales carecen ha-
bitualmente de una visión de conjunto de la problemática econó-
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En tal hipótesis, habría que retomar la ruta del goce inmediato del
derecho, mediante la tesis, ya descripta, del mal menor.
VII. Conclusiones.
El desempeño de la magistratura constitucional como agente con-
validante o promotor de cambios sociales es un fenómeno cada vez
más frecuente en la realidad contemporánea, auspiciado por postu-
ras doctrinarias como por exigentes reclamos de la comunidad, que
hoy impetra ante los tribunales reclamos desoídos en el ámbito de
los otros poderes del Estado.
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Notas
. . (*) El presente trabajo se inserta en el programa de investigaciones de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario, de la Universidad Católica Argentina.
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9. In extenso, ver Sagüés N. P. (2005), El tercer poder..., ob. cit., pág. 294 y sigts.
11. Respecto de las sentencias aditivas, cfr. Diaz Revorio F. J. (2003), La interpreta-
ción constitucional de la ley, Lima, Palestra, pág. 253 y sigts. Sobre la inconstitu-
cionalidad por omisión y su cobertura judicial y constitucional, incluyendo el uso
de la compulsión constitucional, derivamos a Sagüés N. P (2006), La interpreta-
ción judicial de la Constitución, 2ª. ed., Buenos Aires, Lexis Nexis, pág. 129 y
sigts., esp. pág. 136.
13. Por ejemplo, v. Sagüés N. P., “La Corte Constitucional del Ecuador como legislador
suplente y precario”, en Bazán V. (Coord.) (2010), Derecho Procesal Constitucional
europeo y americano, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, t. I pág. 573 y sigts.
14. Sagüés N. P. (2001), Teoría de la Constitución, Buenos Aires, Astrea, pág. 253.
15. Nogueira H. (2009), “Los derechos económicos, sociales y culturales como derechos fun-
damentales efectivos en el constitucionalismo democrático latinoamericano”, en Estudios
Constitucionales, Santiago de Chile, Universidad de Talca, Año 7 Nº 2, pág. 191.
La bastardilla es nuestra.
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18. Sobre los “derechos imposibles”, expresión que hemos tomado de Germán J. Bidart Cam-
pos, y su diferenciación con los “derechos imposibilitados”, ver Sagüés N. P. (2005), El
tercer poder, ob. cit., pág. 149 y sigts.
20. Cfr. Weber M. (2005), El político y el científico, Buenos Aires, Libertador, pág.
72 y sigts.
22. Sobre el caso “Lawrence vs. Texas”, y el empleo del dato sociológico y el recurso al intér-
prete externo para resolverlo, ver Sagüés M. S. (2004), “Perfil actual de la Corte Suprema
estadounidense como tribunal constitucional en la tutela de los derechos humanos. Proyec-
ciones de la doctrina de Lawrence vs. Texas”, en Revista Iberoamericana de Derecho
Procesal Constitucional, nº 1, México, Porrúa, pág. 205 y sigts.
25. Figueiredo M. (2009), “El control de las políticas públicas por el Poder Judicial en Brasil”,
en Revista Perúana de Derecho Público, ob. cit., pág. 87 y sigts., esp. págs. 117-119. Al
principio de resguardo del mínimo existencial se opone algunas veces, observa el autor, el de
“reserva de lo posible”, por el Estado.
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Tribunal Constitucional: Experiencia Colombiana.
Dr. Mauricio González Cuervo (Colombia).
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Tribunal Constitucional:
Experiencia Colombiana
Dr. Mauricio Gonzalez Cuervo
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Muchas gracias.
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Rafael Oyarte
Ecuador
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El sistema ecuatoriano de
justicia constitucional y la
corte constitucional
Rafael Oyarte Martínez
Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Profesor de posgrados de la Universidad Católica de Guayaquil y de la Universidad de
Especialidades Espíritu Santo
H
asta la Constitución de 1998 el modelo de justicia
constitucional era, indudablemente, mixto, mas con la
vigencia de la Constitución de 2008 (CE) el sistema se
tornó en concentrado, aunque en su momento se manifestaron
tendencias para modificar el modelo a través de la expedición de
diversas normas legales. De hecho, con la publicación del Código
Orgánico de la Función Judicial (COFJ), primero, y de la Ley
Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional
(LOGJ), después, se introdujeron disposiciones equívocas que
parecían facultar a los jueces el ejercicio de control difuso, asunto
que ha sido desestimado reiteradamente por la Corte Constitucional.
Como se dijo, hasta la Constitución de 1998 fue mixto toda vez que al
control concentrado que ejercía el entonces Tribunal Constitucional
respecto de determinados actos normativos (Art. 276, Nº 1) se
sumaba la facultad de los jueces de declarar inaplicables dentro de
causa concreta preceptos normativos contrarios a la Constitución,
luego de lo cual, como cierre de sistema, debían informar al Tribunal
Constitucional para que ejerza control abstracto, sin que ello afecte
el fallo o auto expedido por el juez (Art. 274).
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IV. INTEGRACIÓN
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2.2.- Requisitos.
a) Nacionalidad.
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c) Título.
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d) Experiencia.
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e) Probidad y ética.
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f) Inhabilidades.
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g) Incompatibilidades.
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Primera integración.
a) Designaciones ulteriores.
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b) El concurso.
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2.4.- Período.
La Constitución establece que los miembros de la Corte
Constitucional ejercerán sus funciones por un período de nueve
años, sin redesignación inmediata, existiendo renovación por tercios
cada tres años (Art. 432 CE).
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a) Causales de destitución.
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b) Responsabilidad penal.
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a) Acciones de inconstitucionalidad.
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Para el efecto, hay que tener presente que para que los actos
sean regulares se deben fundamentar no solo materialmente, sino
también formalmente, en la norma superior de la que derivan. El
elemento formal se entiende o bien como modo de producción
de una decisión o bien haciendo referencia a su exteriorización y
los medios que la acompañan, es decir, a la forma de manifestar
la voluntad del órgano y a su notificación. La regulación jurídica
de la forma de manifestación de la voluntad pública pretende, en
definitiva, asegurar el debido proceso en la formación de una
decisión o de un acto de autoridad, esencialmente para prevenir que
al destinatario no se le afecte con un acto que no le ha garantizado o
permitido ejercer oposición alguna. Del mismo modo, fundamental
resulta la notificación con el contenido del acto al afectado, pues, de
lo contrario, no podrá conocerlo y, por ende, no podrá oponerse a
éste ni a sus consecuencias.
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La jurisdicción constitucional
en Costa Rica
Rubén Hernández Valle
E
n la Constitución Política de l949 se otorgó a la Corte Su-
prema de Justicia la competencia para resolver las acciones de
inconstitucionalidad contra las leyes y los decretos del Poder
Ejecutivo, así como la resolución de los hábeas corpus. Asimismo,
se creó el recurso de amparo, sin atribuirle su conocimiento a nin-
gún órgano específico.
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Una vez realizado este primer escritinio escoge a los diez mejores
calificados y los llama a entrevistas personales. Una vez finalizada
esta etapa, la Comisión recomienda al Plenario los cinco candidatos
que considera más aptos para ejercer el cargo.
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Por otra parte, desde que son juramentados por la Asamblea Legis-
lativa y hasta que termine su período legal o renuncien anticipada-
mente al ejercicio de su cargo, los Magistrados constitucionales no
pueden ser privados de su libertad por motivo penal, sino cuando
previamente hayan sido suspendidos por la Asamblea.
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2.-Procedimientos
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3.- Organización
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IV. Atribuciones
1. Cuestiones constitucionales
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2. Otras competencias
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Los agravios que dan lugar al amparo pueden producirse ya sea por
actos, omisiones o amenazas.
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Por tanto, puede concluirse que para que proceda el recurso de am-
paro la lesión debe ser actual e irreparable, por lo que no se puede
interponer respecto de eventos futuros e inciertos. La amenaza, en
consecuencia, debe ser inminente, casi en etapa de ejecución.
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ejecutoriedad. Por otra parte, no crea sino que tan sólo reconoce
la invalidez; no la hace nula, sino que hace cierta su nulidad “( Es-
pósito ).
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Dentro de este orden de ideas, una persona que descuenta una pena
de prisión y posteriormente una sentencia estimatoria declara que
la norma tipificadota del delito es inconstitucional, aquella recobra
inmediatamente su libertad.
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Sin embargo, existen dos tesis sobre su concepto. Una primera, sos-
tenida en forma coherente y prolija por el profesor español José
Julio Fernández Rodríguez, la preceptúa como “la falta de desarrollo
por parte del Poder Legislativo, durante un tiempo excesivamente largo, de
aquellas normas constitucionales de obligatorio y concreto desarrollo, de forma
tal que se impide su eficaz aplicación”.
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a esos casos del Tratado de Extradición con los Estados Unidos de América,
en vista de que éste, se repite, por obra de la jurisprudencia de la Corte Su-
prema de Justicia de ese país, ha dejado de garantizar que sea el único medio
civilizado para entregar los delincuentes, al considerar que el Tratado no se
viola con actos de tal perversidad como el secuestro de personas en otro país y
perpetrado, amparado o aprovechado por las autoridades públicas... La Sala,
como custodia del orden constitucional y de los derechos fundamentales de las
personas que viven en el territorio de Costa Rica, debe declarar la inaplicabi-
lidad del Tratado de Extradición al caso concreto, con las consecuencias que
se dirán...” (Voto 123- 93).
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La misma Sala admite que existe una laguna legal en la materia. Pues
bien, ese vacío legal no puede ser colmado por vía interpretativa
como lo hizo la Sala porque el artículo 166 de la Constitución Po-
lítica consagra expresamente una reserva legal en materia de juris-
dicción y competencia de los tribunales de justicia. En otros térmi-
nos, según la norma constitucional precitada, sólo por ley se puede
ampliar o disminuir la competencia de los tribunales de justicia. En
este caso, la Sala lo hizo por vía interpretativa, con lo cual violó
abiertamente la citada norma constitucional.
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Órganos de Control
Constitucional
Dr. Boris Barrios González
Catedrático de Derecho Procesal Constitucional. Panamá.
ÍNDICE
I. Conceptualización
II. El Sistema difuso o norteamericano
III. El Sistema Concentrado (Especializado) o Austríaco.
3.1. El ejercicio del control constitucional mediante los órganos jurisdiccionales
comunes.
3.2. El ejercicio del control constitucional mediante órganos especiales que
funcionan dentro del sistema jurisdiccional.
1.3. Formas procesales de ejercicio del control constitucional de las leyes.
3.3.1. Vía incidental
3.3.2. La vía principal
3.3.3. El sistema mixto
IV. A manera de conclusión
I CONCEPTUALIZACIÓN
E
l ejercicio procesal del control de la legitimidad constitucio-
nal en el Estado constitucional moderno es el poder ya sea
concentrado o difuso asignado, por la Constitución y las leyes,
a un órgano especial o atendiendo a una estructura funcional, para
la guarda de la integridad de la constitución.
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“Dado que los jueces están obligados a interpretar las leyes antes de aplicarlas
a los casos concretos sometidos a su jurisdicción es necesario que ponderen,
cuando dos o más disposiciones normativas contrasten entre sí, cuál de ellas
es la aplicable en la especie. En consecuencia, el Juez deberá escoger aquélla
que tenga preeminencia normativa cuando se trate de disposiciones de igual
rango, la escogencia aludida deberá hacerse mediante la aplicación de los tra-
dicionales criterios de que la ley posterior deroga la ley anterior, o de que la
ley especial deroga la ley general; así, entonces, en la hipótesis de que el Juez
estuviese en presencia de dos normas de rango normativo diverso, siendo una
3| HERNÁNDEZ, Rubén. El Control de la Constitucionalidad de las Leyes. San José (Costa Rica): Edicio-
nes Juricentro, 1978, p. 49.
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En otras palabras, este es el modelo bajo el cual caen los países que
tienen Salas Constitucionales y Plenos Constitucionales, como es
este el caso de mi país Panamás, en el que impera la figura de “Ple-
no”, para hacer referencia a la reunión de todos los magistrados que
integran la Corte Suprema de Justicia para resolver los conflictos de
constitucionalidad.
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Esta concepción de tutela del orden jurídico del Estado, que tiene
como modelo y antecedente inmediato a la Constitución austriaca
de 1920, elaborada por el genio de Hans Kelsen, autor de la Teoría
pura del Derecho y del Estado, y que dio la fe de bautismo, también,
al nacimiento de la ciencia del Derecho Procesal Constitucional es
hoy el modelo más influyente en las nuevas legislaciones constitu-
cionales; porque de alguna manera la especialidad de la ciencia sirve
de freno al abuso del poder político que es uno de los problemas a
los que enfrenta directamente la interpretación constitucional y la
Guarda de la Integridad de la Constitución. De allí que sea el mo-
delo al amparo del cual se cumplen los postulados de esta disciplina,
pues hablar de Derecho Procesal Constitucional en sistemas donde
la interpretación constitucional está en manos de jueces comunes y
no especializados es, precisamente, una negación de la ciencia.
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Para el sistema mixto, los jueces comunes están inhibidos para ejer-
citar el control sobre la constitucionalidad de las leyes; no obstante,
al amparo de este sistema, todos los jueces comunes tienen el dere-
cho a valerse de la vía incidental y dentro de su deber funcional para
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Temporales:
Normativos:
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2.4.2. El precedente
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“La cosa juzgada, que confiere a las providencias la fuerza de verdad legal
dentro del ámbito individualizado del asunto litigioso resuelto, se funda
en el principio de la seguridad jurídica, la cual para estos efectos, reside
en la certeza por parte de la colectividad y sus asociados en relación con
la definición de los conflictos que se llevan al conocimiento de los jue-
ces. El principio de la cosa juzgada hace parte indiscutible de las reglas
del debido proceso” (Sentencia Corte Constitucional de Colombia:
C-543/92, p.38).
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CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA.
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Domingo Gil
República Dominicana
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LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
Y SUS ATRIBUCIONES EN
IBEROAMÉRICA
Aproximación a una visión general del tema
Domingo Gil
L
a controversia que se da en torno a la justicia constitucional
parte de la idea, como premisa incuestionable, de la suprema-
cía de la Constitución como norma rectora del Estado, en su
dimensión política y normativa, en tanto que estatuto fundacional
del Estado como expresión de la voluntad del poder constituyente
originario.
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Desde que el histórico fallo del caso Marbury c. Madison creó las ba-
ses para la judicial review, concebida como el mecanismo de control
judicial de la constitucionalidad de las leyes, otorgando esa facultad
a un órgano con carácter jurisdiccional, la polémica que origina la
cuestión planteada gira alrededor de esa solución y, sobre todo, en
torno a la creación de un órgano que, con tal índole, tuviese por
función fundamental la de dilucidar lo concerniente a la armonía de
las normas infraconstitucionales con la Norma Sustantiva.
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2| Giorgio Lombardi, “La querella Schmitt/Kelsen: consideraciones sobre lo vivo y lo muerto en la gran po-
lémica sobre la justicia constitucional del siglo XX”, estudio preliminar en Carl Schmitt y Hans Kelsen,
La polémica Schmitt/Kelsen sobre la justicia constitucional: El defensor de la Constitución versus
¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, Editorial Tecnos, Madrid, 2009, p. XXXVI.
3| Carl Schmitt, “El defensor de la Constitución”, en Carl Schmitt y Hans Kelsen, ibíd., pp. 25 y ss.
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decisiones del Tribunal Constitucional “… son definitivas e irrevocables y constituyen precedentes vin-
culantes para los poderes públicos y todos los órganos del estado…”.
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3 de marzo de 2011.
24| Cfr, María Luisa Balaguer Callejón, Interpretación de la Constitución y ordenamiento jurídico, Edito-
rial Tecnos, Madrid, 1997, pp. 108 a 110.
25| Gomes Canotilho, citado por Eduardo Jorge Prats, Derecho constitucional, tomo I, tercera edición, Ius
Novum, Santo Domingo, 2010, p. 408.
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El nuevo Tribunal Constitucional
en República Dominicana.
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El tribunal constitucional de
República dominicana en la
perspectiva comparativa con los
tribunales constitucionales
latinoamericanos
Humberto Nogueira Alcalá (1)
Introducción.
P
odemos sostener que el nuevo Tribunal Constitucional esta-
blecido en la Constitución de 2010 de la República Domini-
cana (2) es el décimo en la realidad latinoamericana en el inicio
de la en materia segunda década del siglo XXI, este se agrega a los
ya establecidos en las Constituciones de Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Guatemala y Perú, agregando a este grupo la Sala Consti-
tucional de la Corte Suprema de Costa Rica; la Sala Constitucional
de la Corte Suprema de El Salvador, la Sala Constitucional del Tri-
bunal Supremo de Justicia de Venezuela que son también auténticos
Tribunales Constitucionales, en la medida que ejercen jurisdicción
exclusivamente constitucional, no tienen competencia en ámbitos
de jurisdicción ordinaria, tienen plena autonomía jurisdiccional, su
potestad jurisdiccional no es revisada por otro tribunal interno ni por
el pleno de la Corte Suprema, ni su competencia puede ser atraída
por el Tribunal pleno de la Corte Suprema, a petición de algunos
de sus miembros, como sucede en el caso de Paraguay, o parte del
ámbito de la jurisdicción constitucional normativa sea competencia
de la Corte Suprema en pleno, como ocurre en Nicaragua (3).
1| El autor es Abogado; Doctor en Derecho por la Universidad Católica de Lovaina La Nueva, Bélgica; Pro-
fesor Titular de Derecho Constitucional Universidad de Talca, Chile; Director Ejecutivo del Centro
de Estudios Constitucionales de Chile; Presidente de la Asociación Chilena de Derecho Constitucio-
nal; Vicepresidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional.
2| Constitución proclamada el 16 de enero de 2010, y publicada en la Gaceta Oficial No. 10561, del 26 de
enero de 2010
3| Para el concepto y caracterización de los tribunales constitucionales ver: Nogueira Alcalá, Humber-
to. Justicia y tribunales constitucionales en América del Sur. Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
2006, pp. 61 – 66. Hay edición anterior en México, Ed. Porrúa. Biblioteca Porrúa de Derecho Procesal
Constitucional.
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candidatos al cargo, ya sea que se presenten por iniciativa propia o por organizaciones vinculadas
con actividades jurídicas, como plantea el artículo 264 de la Constitución. De estas postulaciones, el
Comité de Postulaciones Judiciales, oída la opinión de la comunidad hace una preselección. El listado
de preseleccionados se entrega al Poder Ciudadano, órgano conformado por el Ministerio Público,
la Contraloría General de la República y la Defensoría del Pueblo, según determina el artículo 273
de la Constitución. El Poder Ciudadano realiza una segunda preselección, enviando una lista de los
precalificados a la Asamblea Nacional, de acuerdo al artículo 264 de la Constitución, la cual realiza
la elección definitiva de magistrados.
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su magistratura, todo otro empleo público y recibir más de una asignación que provenga del tesoro
público, o de empresas o instituciones en la que tenga parte mayoritaria el Estado, salvo los casos
expresamente determinados por ley. El artículo 233 inhabilita para ser elegido Magistrado de la Corte
Constitucional a toda persona que ya hubiere desempeñado tal función. A su vez, el artículo 240 de
la Carta fundamental, determina ciertas inhabilidades relativas, ya que no pueden ser elegidos ma-
gistrados de la Corte Constitucional de Colombia, quienes hayan desempeñado las funciones de Mi-
nistro del Despacho o Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado durante
el año anterior a la elección. A su vez, el artículo 245 de la Constitución prohíbe al Gobierno conferir
empleo a los magistrados de la Corte Constitucional durante el período de ejercicio de sus funciones
ni dentro del año siguiente a su retiro.
La Constitución de Costa Rica, en su artículo 165 establece la incompatibilidad del cargo de magis-
trado de la Sala Constitucional con la de funcionario de los otros poderes del Estado.
La Constitución de Chile, en su artículo 92 de la Constitución, precisa que los magistrados no pueden
ejercer la profesión de abogados, incluyendo la judicatura, ni pueden realizar actos de celebración o
caución de contratos con el Estado, como procurador o agente en gestiones particulares de carácter
administrativo, en la provisión de empleos públicos, consejerías o comisiones de similar naturaleza,
aceptar ser director de banco o de alguna sociedad anónima, o ejercer cargos de similar importancia
en esas actividades, dichas inhabilidades tendrán lugar sea que el magistrado actúe por sí, por inter-
pósita persona o por medio de una sociedad de personas de la que forme parte. Además se les aplican
las incompatibilidades propias de los parlamentarios y las inhabilidades sobrevinientes previstas en
el artículo 58 y 59 de la Carta Fundamental. Dichas prohibiciones, incompatibilidades e inhabilidades
se explicitan también el cuerpo de la LOC del Tribunal Constitucional en su texto adecuatorio.
En efecto, el artículo 12 bis de la Ley adecuatoria precisa que “Los ministros no podrán ejercer la
profesión de abogado, incluyendo la judicatura, ni podrán celebrar o caucionar contratos con el Estado.
Tampoco podrán actuar, ya sea por sí o por interpósita persona, natural o jurídica, o por medio de una
sociedad de personas de la que forme parte, como mandatario en cualquier clase de juicio contra el
Fisco, o como procurador o agente en gestiones particulares de carácter administrativo, en la provisión
de empleos públicos, consejerías, funciones o comisiones de similar naturaleza, ni podrán ser directores
de banco o de alguna sociedad anónima, o ejercer cargos de similar importancia en esas actividades”.
La disposición citada, en su inciso 2° determina que “El cargo de ministro es incompatible con los de
diputado y senador, y con todo empleo o comisión retribuido con fondos del Fisco, de las municipalidades,
de las entidades fiscales autónomas, semifiscales o de las empresas del Estado o en las que el Fisco tenga
intervención por aportes de capital, y con toda otra función o comisión de la misma naturaleza. Se ex-
ceptúan los empleos docentes y las funciones o comisiones de igual carácter en establecimientos públicos
o privados de la enseñanza superior, media y especial, hasta un máximo de doce horas semanales, fuera
de las horas de audiencia. Sin embargo, no se considerarán labores docentes las que correspondan a la
dirección superior de una entidad académica, respecto de las cuales regirá la incompatibilidad a que se
refiere este inciso”.
Finalmente, el inciso 3° determina que “el cargo de ministro es incompatible con las funciones de direc-
tores o consejeros, aun cuando sean ad honores, en las entidades fiscales autónomas, semifiscales o en las
empresas estatales, o en las que el Estado tenga participación por aporte de capital.”.
A su vez, los magistrados desde el día de su nombramiento y hasta seis meses después de terminar su
cargo, no pueden ser nombrados para un empleo, función o comisión de las referidas en el párrafo
anterior.
En Ecuador, la Ley de Control de Constitucionalidad, en su artículo 4, inciso 2º, determina que los
vocales del Tribunal Constitucional están sujetos a las mismas prohibiciones que los Ministros de la
Corte Suprema de Justicia, entre ellas las previstas por el artículo 205 de la Carta Fundamental que
prohíbe el ejercicio de la abogacía o desempeñar otros cargos públicos o privados, con excepción de
la docencia universitaria, ley que se encuentra vigente hasta el presente. Dicha normativa debe ser
reemplazada por una ley dictada de conformidad con la Constitución de 2008, que se encuentra en
elaboración.
En El Salvador, el artículo 188 de la Constitución preceptúa que la calidad de Magistrado es incom-
patible con el ejercicio de la abogacía y del notariado, así como la de funcionario de otro organismmo
del Estado, con excepción de la de docencia y la de diplomático en misión transitoria.
En Guatemala, la LAEPC, en su artículo 160, dispone que el magistrado debe, antes de tomar pose-
sión, cesar en el cargo incompatible, si no lo hace en el plazo de 15 días posteriores a su designación se
entiende que no acepta el cargo; la misma disposición se aplica cuando la causa de incompatibilidad
es sobreviniente.
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En Perú, la Ley Nº26.435 Orgánica del Tribunal Constitucional, en su artículo 11, precisa que no pue-
den ser elegidos miembros del Tribunal los magistrados del Poder Judicial o del Ministerio Público
que no han dejado el cargo con un año de anticipación, o aquellos que fueron objeto de separación o
destitución por medida disciplinaria; los abogados que han sido inhabilitados por sentencia judicial;
los que han sido condenados o que se encuentran procesados por delito doloso; y los que han sido
declarados en estado de quiebra. El artículo 12, determina que la función de magistrado del Tribunal
es de dedicación exclusiva, prohibiendo el desempeño de todo otro cargo público o privado y ejercer
cualquier profesión u oficio, a excepción de la docencia universitaria. Además, tienen las mismas
incompatibilidades que los congresistas y tienen prohibido afiliarse a organizaciones políticas.
En Venezuela, la Ley Orgánica de la Corte Suprema que regula el funcionamiento de la Sala Constitu-
cional establece un régimen estricto de incompatibilidades de los magistrados con otras funciones.
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Introducción.
5. Las competencias de los tribunales constitucionales por regla
general se clasifican en:
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18| De acuerdo con la Constitución de Bolivia de 2009, el control preventivo de constitucionalidad de los
tratados internacionales está previsto en el artículo 202 Nº 9 de la Constitución y la ley Nº 1.836, ar-
tículo 13, siendo de carácter obligatorio, a diferencia de la Constitución anterior, ya que bajo la Carta
Fundamental anterior, el control era de naturaleza preventivo facultativo, en el caso que exista duda
fundada sobre la constitucionalidad del tratado, formulada por el Presidente del Congreso Nacional,
con resolución cameral expresa, concretada antes de la ratificación del tratado.
En el caso de Chile, el artículo 82 Nº 2 de la Constitución vigente hasta 2005, precisaba el control
preventivo facultativo de los tratados internacionales sometidos a la aprobación del Congreso, el
que se concreta a petición de cualquiera de las dos cámaras (Cámara de Diputados o Senado) o
por, al menos, una cuarta parte de los diputados o senadores en ejercicio. La reforma constitucional
de agosto de 2005 establece en el artículo 93 N°1 el control preventivo obligatorio respecto de los
tratados que se refieren a materias propias de ley orgánica constitucional, dejando en el resto de las
materias un control preventivo facultativo en los términos señalados en el párrafo anterior, todo ello
de acuerdo al nuevo artículo 93 N°3. La reforma constitucional de 2005 en esta materia ha sido muy
pobre, solamente se obtuvo el consenso necesario para establecer en el nuevo artículo 54 de la Carta
Fundamental, incisos 6° y 7° lo siguiente:
“Las disposiciones de un tratado sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma
prevista en los propios tratados o de acuerdo a las normas generales del derecho internacional.
“Corresponde al Presidente de la República la facultad exclusiva para denunciar un tratado o retirarse
de él, para lo cual pedirá la opinión de ambas Cámaras del Congreso, en el caso de tratados que hayan
sido aprobados por éste. Una vez que la denuncia o el retiro produzca sus efectos en conformidad a lo
establecido en el tratado internacional, éste dejará de tener efecto en el orden jurídico chileno.”.
En Colombia, el control preventivo de constitucionalidad sobre tratados está considerado por el
artículo 241 Nº 10, con carácter obligatorio, debiendo remitirse por el Gobierno a la Corte Consti-
tucional, dentro de los seis días siguientes a la sanción de la ley que lo aprueba, pudiendo cualquier
ciudadano intervenir para defender o impugnar la Constitucionalidad del tratado. Si la Corte Consti-
tucional lo declara inconstitucional no podrá ratificarlo, si algunas normas del tratado sólo son decla-
radas inconstitucionales, el Presidente de la República puede expresar el consentimiento expresando
la(s) respectiva(s) reserva(s).
En Ecuador, el artículo 438 de la Constitución de 2008 establece la competencia del Tribunal Consti-
tucional para dictaminar la conformidad con la Constitución de tratados o convenios internacionales
previos a su ratificación. De manera que el control de constitucionalidad de tratados en Ecuador es
preventivo y obligatorio.
En Venezuela, el artículo 336 Nº 5 de la Constitución de 1999 determina la competencia de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo para verificar la conformidad con la Constitución de los tra-
tados internacionales suscritos por la República antes de su ratificación, a solicitud del Presidente
de la República o de la Asamblea Nacional. La legitimación activa es sólo del Presidente o de la
Asamblea Nacional, no existe en esta materia acción popular, la verificación debe realizarse antes de
su ratificación y tiene como finalidad verificar la conformidad del tratado con la Constitución. Si el
Tratado es considerado conforme a la Constitución, no existe la posibilidad de un control represivo
de constitucionalidad mediante acción popular de inconstitucionalidad. Si el tratado es considerado
inconstitucional, su incorporación al derecho interno requiere previa reforma de la Constitución,
con el objeto de adaptar esta última al tratado. Brewer-Carías señala que la disposición constitucional
comentada, incorpora al sistema de justicia constitucional venezolano una figura que tuvo su origen
en los sistemas constitucionales europeos y que existe también en Colombia, “el cual permite el control
previo de la constitucionalidad de un tratado internacional suscrito por la República y evitar, en esos
casos, la impugnación posterior de la ley aprobatoria del tratado ante el Tribunal Supremo”.
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(numeral 2º), declarar la nulidad total o parcial de los actos con rango de ley dictados por el Ejecutivo
Nacional (numeral 3º), declarar la nulidad total o parcial de los actos en ejecución directa e inme-
diata de la Constitución, dictados por cualquier otro órgano estatal en ejercicio del Poder Público
(numeral 4º); revisar, aún de oficio, la constitucionalidad de los decretos que declaren estados de
excepción dictados por el Presidente de la República (numeral 6º); resolver las colisiones que existan
entre diversas disposiciones legales y declarar cuál de ellas debe prevalecer (numeral 8º); y el control
de constitucionalidad de leyes o normas jurídicas dictadas por los tribunales de la república, en los
términos establecidos por la ley orgánica respectiva.
Es necesario precisar que dentro de los actos dictados en ejecución directa e inmediata de la Cons-
titución se encuentran los reglamentos o interna corporis de la Asamblea (Parlamento) y los actos
de gobierno.
20| En el caso del Perú, el artículo 202 Nº1, señala que corresponde al Tribunal Constitucional pronunciar-
se, en única instancia sobre la acción de inconstitucionalidad, la cual, de acuerdo con la ley Nº26.435
orgánica del Tribunal Constitucional, artículo 20, se ejerce respecto de leyes, decretos legislativos,
decretos de urgencia, los reglamentos del Congreso, las normas regionales de carácter general, las
ordenanzas municipales, como asimismo, respecto de los tratados internacionales, cuando contra-
vengan la Constitución en la forma o en el fondo.
Esta acción de inconstitucionalidad puede ser interpuesta, de acuerdo al artículo 25 de la Ley Nº
26.435 orgánica del Tribunal Constitucional por el Presidente de la República; el Fiscal de la Nación,
el Defensor del Pueblo; veinticinco por ciento al menos del número legal de congresistas; cinco mil
ciudadanos; los Presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional o los
Alcaldes Provinciales con acuerdo de su Consejo, en materias de su competencia; y los colegios pro-
fesionales, en materias de su especialidad.
De acuerdo al artículo 35 de la ley Nº 26.435, las sentencias recaídas en los procesos de inconstitucio-
nalidad tienen autoridad de cosa juzgada, vinculan a todos los poderes públicos y producen efectos
generales desde el día siguiente a la fecha de su publicación.
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Introducción.
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23| Bocanegra Sierra, Raúl. (1981). “Cosa juzgada, vinculación, fuerza de ley de las decisiones del Tribunal
Constitucional alemán”, en Revista Española de Derecho Constitucional, Volumen 1 N°1, (Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales), p. 238.
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24| Bernal Pulido, Carlos. (2005). El derecho de los derechos. (Bogotá, Ed. Universidad Externado de
Colombia), p. 150.
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Yánez). Ver también González Beilfuss, Markus, (2000). Tribunal Constitucional y reparación de la
discriminación normativa. (Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales), pp. 54 y ss.
31| Tejedor Bielsa, Julio. (1999). “Inconstitucionalidad y nulidad demorada ¿paliativo a la nueva jurispru-
dencia sobre supletoriedad?. La STC 195/1998, de 1º de octubre”. Revista Española de Derecho Admi-
nistrativo, Nº 101, 1999, pp. 120 y ss.
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los caminos por los cuales los órganos y personas pueden transitar en
el marco de la Carta Fundamental.
41| Ver sobre la materia Tupayachi Sotomayor, Jhonny (coord). (2009). El precedente constitucional vin-
culante en el Perú (análisis, comentarios y doctrina comparada). (Lima, Ed. Adrus – Instituto Ibe-
roamericano de Derecho Constitucional sección Perúana).
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44| Bocanegra Sierra, Raúl. (1981). “Cosa juzgada, vinculación, fuerza de ley de las decisiones del Tribunal
Constitucional alemán”, en Revista Española de Derecho Constitucional, Volumen 1 N°1, (Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales), p. 267 - 268.
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48| Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 19 de julio de 2001, Nº
1309, Caso Hermann Escarrá.
49| Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 5 de octubre de 2001, Nº
1860, Caso: Consejo Legislativo del Estado Barinas.
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Allan R. Brewer-Carías
Venezuela
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EL SISTEMA DE JUSTICIA
CONSTITUCIONAL EN LA
REPÚBLICA DOMINICANA
Y LA LEY ORGÁNICA DEL
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Y DE LOS PROCEDIMIENTOS
CONSTITUCIONALES (2011) 1*
Allan R. Brewer-Carías
Profesor de la Universidad Central de Venezuela
Adjunct Professor of Law, Columbia Law School (2006-2007)
C
on fecha 8 de noviembre de 2010, el Presidente de la Repú-
blica Dominicana, mediante Oficio No. 11339, sometió al
Senado un Proyecto de Ley Orgánica del Tribunal Consti-
tucional y de los Procesos Constitucionales, con el objeto de regular
la organización del Tribunal Constitucional creado por la Cons-
titución de enero de 2010, y “el ejercicio de la Justicia Constitucional
entendida como la potestad del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial
de pronunciarse en materia constitucional en los asuntos de su competencia.”
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especialmente creado para ello, que incluso puede ser ubicado fuera
del Poder Judicial.
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“Todas las personas y los órganos que ejercen potestades públicas están sujetos
a la Constitución, norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico
del Estado” (art. 6).
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“son nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto
contrarios a esta Constitución” (art. 6).
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A. Acción de inconstitucionalidad
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Estos conflictos son básicamente, los que se originan entre los Pode-
res Legislativo y Ejecutivo y, además, respecto de los otros órganos
constitucionales con autonomía funcional, de manera que todos ac-
túen conforme a los poderes atribuidos en la Constitución, sancio-
nando toda usurpación, por inconstitucionalidad.
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“Todo juez o tribunal, como garante de la tutela judicial efectiva, debe adop-
tar de oficio las medidas requeridas para garantizar la supremacía constitu-
cional y el pleno goce de los derechos fundamentales, aunque no hayan sido
invocadas por las partes o lo hayan sido erróneamente”(art. 2.4).
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“El control difuso de la constitucionalidad debe ejercerse por todo juez o tri-
bunal del Poder Judicial, aún de oficio, en aquellas causas sometidas a su
conocimiento.”
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1. La acción de inconstitucionalidad
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En tal sentido, además, debería aclararse en todo caso, que los actos
administrativos de efectos particulares solo pueden ser impugnados
ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa aún cuando el mo-
tivo de impugnación sea su inconstitucionalidad.
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a. Escrito de la demanda
b. Admisión de la acción
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c. Audiencia oral
d. Informes técnicos
e. Lapso de decisión
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a. Notificación.
b. Publicación
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c. Ejecución
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B. Legitimación
C. Audiencia
D. Sentencia
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1. Previsión legal
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2. Legitimación activa
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El escrito contentivo del recurso debe ser notificado a las partes que
participaron en el proceso resuelto mediante la sentencia recurrida,
en un plazo no mayor de cinco días a partir de la fecha de su depó-
sito (art. 54.2).
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4. Audiencia y sentencia
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El nuevo tribunal
constitucional en República
Dominicana
Rafael Luciano Pichardo
Antecedentes
P
areciera extraño que la primera Constitución del Estado Do-
minicano, conocida como la Constitución de San Cristóbal
de 1844, recogiera en su artículo 125, la novedosa iniciativa
de prever, bajo sanción de nulidad de lo juzgado, que “ningún tribu-
nal podrá aplicar una ley inconstitucional, ni los decretos y reglamentos de
administración general sino en tanto sean conformes a las leyes”. ¿Por qué
resaltar este hecho histórico del constitucionalismo dominicano?
Sencillamente, porque en tan lejanos días apenas podía concebirse
que un pueblo que acababa de iniciar un proyecto de Nación, po-
niendo en marcha sus instituciones, fijara su atención en un movi-
miento nacido en Norteamérica con el cual se pretendía ajustar la
estructura jurídica positiva a una Constitución.
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Sin embargo, la parte del texto (art. 185) que acabamos de comentar,
al señalar a las entidades y personas legitimadas para ejercer la acción
revela cambios importantes que requieren dediquemos a los mismos
algún comentario.
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Muchas gracias,
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El Tribunal Constitucional
Dominicano: Génesis, creación
y perspectivas
Dr. Milton Ray Guevara
Introducción
L
a Constitución del 26 de enero de 2010 creó un Tribunal
Constitucional en nuestro país, cuya acta de nacimiento está
en su artículo 184. Se cristalizó así el sueño de grandes domi-
nicanos del sector liberal que acariciaron durante décadas la idea de
un tribunal de garantías constitucionales, inspirados en el que existió
en España en 1931. El licenciado Rafael F. Bonnelly y los doctores
José Francisco Peña Gómez y Salvador Jorge Blanco, entre otros,
no desmayaron nunca en sus reclamos por la existencia del referido
tribunal, entre otros.
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IV. Génesis
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Después de leer esto, uno se pregunta ¿Cómo los jueces que firma-
ron este documento pretenden ahora ser miembros del Tribunal
Constitucional?
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II. Creación
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Perspectivas
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Conclusión
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Control Previo de constitucionalidad
de tratados internacionales.
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Rafael Ciprián
República Dominicana
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Control previo de
constitucionalidad de
tratados internacionales
Rafael Ciprián
S
aludos para el señor Comisionado de Apoyo a la Reforma y
Modernización de la Justicia, doctor Lino Vásquez Samuel, y
demás distinguidos panelistas de esta importante jornada de
nuestro Encuentro.
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Viene bien aclarar aquí que los efectos internacionales del tratado
debidamente formalizado continúan aunque a lo interno del Esta-
do sea considerado nulo, por inconstitucional, si procediera, o por
cualquier otra causa, hasta que se cumplan los requisitos establecidos
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Memorias VII Encuentro Iberoamericano
Sabemos que los tratados, una vez que entran en vigencia, solamen-
te pueden ser anulados, derogados, suspendidos o modificados con
el cumplimiento de las formas previstas entre las partes suscribientes
o sometiéndose a las normas generales del Derecho Internacional.
Jamás los tratados pueden ser modificados o anulados por una ley
adjetiva. Todo esto se puede evitar, y debe evitarse con el control
previo que venimos estudiando.
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Muchas Gracias.
rafael ciprián
16 de febrero de 2011.
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Supremacía constitucional
y tratados internacionales
aproximaciones a los efectos
del control previo de la
constitucionalidad de
tratados internacionales en
República Dominicana
Nassef Perdomo Cordero
E
stá fuera de toda discusión que, con la introducción de la ac-
ción directa en inconstitucionalidad, la reforma constitucio-
nal de 1994 significó un parteaguas en el constitucionalismo
dominicano. En ese año se instauró de manera definitiva el con-
trol concentrado de la constitucionalidad en el país, proveyéndose
así una garantía capaz de hacer efectivo el principio de supremacía
constitucional. De hecho, puede decirse que es el punto de partida
del constitucionalismo democrático dominicano o, en otros térmi-
nos, el inicio de la transición entre el Estado Legal de Derecho y
el Estado Constitucional de Derecho en el país. La relación entre
la jurisdicción constitucional y la constitucionalización del sistema
jurídico-político ha tenido especial impacto en lo que Jorge Prats
llama el nacimiento, muerte y resurrección de la Constitución nor-
mativa 1.
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mente por la influencia notable que tienen el uno sobre el otro, sin
que esa tarea suponga, ni mucho menos, la aplicación de un dualis-
mo metodológico hoy de difícil aceptación 2.
Habría que hacer una sola acotación a lo dicho por Requejo Pagés,
y es que la demostración de la validez de esta regla originaria no
puede hacerse desde lo jurídico, pero sí puede hacerse desde lo polí-
tico. La regla de reconocimiento sobre la validez de la Constitución
no es, ni puede ser, de índole jurídico, puesto que no se encuen-
tra ordenada por un mandato de este tipo. Esta regla simplemente
es y no puede ser explicada en términos jurídicos4, ordenando la
obediencia a la Constitución, como punto de partida del Derecho,
desde un ámbito político.
2| Aragón, Manuel Estudios de Derecho constitucional, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales,
1998, pág. 85.
3| Requejo Pagés, Juan Luis Las normas preconstitucionales y el mito del Poder Constituyente, Madrid:
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998, p. 23.
4| Para una discusión sobre las dificultades que presenta la diferencia entre la afirmación de la regla de
reconocimiento última y su justiticación jurídica ver Hart, H. L. A. El concepto de Derecho, Buenos
Aires: Abeledo-Perrot, Segunda reimpresión, 2004. Sobre todo las pp. 125 y ss.
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Pero sobre todo, lo que nos lleva a esta conclusión es que la Consti-
tución dominicana establece un sistema de jerarquía y aplicabilidad
normativa en su relación con los tratados internacionales que escapa
a la clásica dicotomía monismo-dualismo, pero sin renunciar a su
condición de norma habilitante. En todo caso, parece ubicarse en
una especie de posición intermedia.
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4. El control de la constitucionalidad
de los tratados internacionales
Se le conoce como control difuso porque todos los jueces están fa-
cultados para ejercerlo y, por tanto, es una facultad que se encuentra
difundida en todo el Poder Judicial. Esta competencia difusa y su
naturaleza de recurso como medio de defensa ha sido reconocido
por la Suprema Corte de Justicia: de conformidad con los princi-
pios de nuestro derecho constitucional, todo tribunal ante el cual
se alegue la inconstitucionalidad de una ley, decreto, reglamento o
acto, como medio de defensa, tiene competencia y está en el deber
de examinar y ponderar dicho alegato como cuestión previa al resto
del caso 10.
9| Jorge Prats señala la interesante excepción de la Constitución de 1942, que carecía de una cláusula como
la que contiene el artículo 6 constitucional. Sin embargo, como señala el mismo Jorge Prats, esto no
implicó una desaparición del derecho de los ciudadanos de exigir, como medio de defensa, la inapli-
cación de una norma por ser inconstitucional.
10| Suprema Corte de Justicia, Boletín Judicial No. 670, marzo de 1961.
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Sin embargo, tal y como señala Juan Manuel Pellerano, las decla-
ratorias en inconstitucionalidad mediante el control difuso no se
aprovechan de la fuerza vinculante del precedente. Por tanto, sus
efectos se limitan al caso en cuestión en el tribunal en que haya sido
dictada y no obliga ni siquiera al mismo tribunal en casos posterio-
res11. Aunque hay que reconocer, como lo hace Jorge Prats12, que
cuando la jurisprudencia de la Suprema Corte en control difuso se
vuelve constante tiende a surtir los efectos prácticos de una decisión
vinculante erga omnes.
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sada” como aquella que figure como tal en una instancia, contes-
tación o controversia de carácter administrativo o judicial, contra
la cual se realice un acto por uno de los poderes públicos, basado
en una disposición legal, pretendidamente inconstitucional, o que
justifique un interés legítimo, directo y actual, jurídicamente pro-
tegido, o que actúe como denunciante de la inconstitucionalidad
de la ley, decreto, resolución o acto, para lo cual se requerirá
que la denuncia sea grave y seria 15. Lamentablemente, la reforma
constitucional de 2010 limitó el acceso al control concentrado,
estableciéndose en el artículo 185.1 constitucional que el mismo
sólo puede ser ejercido a instancia del Presidente de la República,
de una tercera parte de los miembros del Senado o de la Cámara
de Diputados y de cualquier persona con interés legítimo y jurí-
dicamente protegido . Este es un criterio restrictivo que desdice
de la naturaleza ciudadana que desde 1994 tuvo el control directo
de la constitucionalidad puesto que, contrario a lo que había sido
jurisprudencia constante desde 199716, ya no se presume que la
condición de ciudadano es suficiente para elevar la acción, sino
que, además, es necesario que se pruebe un interés legítimo y ju-
rídicamente protegido .
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Existen dos razones por las que el problema cobra relevancia a partir
de la reforma de 2010. En primer lugar, porque el órgano encar-
gado de ejercer el control directo de la constitucionalidad no es un
tribunal ordinario y, por tanto, no ejerce el control difuso. Esto
crea una situación en la que, en principio, la última palabra en el
control concentrado la tendría el Tribunal Constitucional y la úl-
tima palabra en el control difuso la tendría el pleno de la Suprema
Corte de Justicia. La segunda razón es la inclusión en el artículo
185.2 del control preventivo de la constitucionalidad de los tratados
internacionales que no es propiamente dicho ni una acción directa
ni un medio de defensa. Por lo anterior, no encaja fácilmente en
las clasificaciones clásicas que el constitucionalismo dominicano ha
usado para referirse al control de la constitucionalidad.
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2.2.1.- Efectos
a) Vinculatoriedad de la decisión
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b) Preventivo o posterior
El problema que aquí nos planteamos es saber si, junto con el con-
trol preventivo, existe un control de la constitucionalidad de los
tratados que pueda ejercerse con posterioridad a la ratificación de los
mismos. Aunque la Constitución calla respecto del tema, nos parece
claro que es posible que se ejerza un control de la constitucionalidad
de los tratados posterior al momento de su ratificación. Dos razones
nos llevan a esa conclusión.
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Conclusiones
21| Gros Espiell, Héctor El Derecho Internacional en la jurisdicción constitucional en AAVV La jurisdic-
ción constitucional, Editorial Juricentro: San José, 1993, p. 63.
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Control de Convencionalidad.
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Sumario:
I. Introducción.
II. Excepción preliminar de “cuarta instancia” y “control de
convencionalidad”.
III. La doctrina del “control difuso de convencionalidad” y sus
precisiones en el presente caso. A) Surgimiento y reiteración
de la doctrina. B) Aportaciones en el Caso Cabrera García
y Montiel Flores. C) Caracterización del “control difuso de
convencionalidad” a la luz de su desarrollo jurisprudencial.
IV. El control difuso de convencionalidad por los jueces mexicanos.
V. Hacia un ius constitutionale commune en las Américas.
INTRODUCCIÓN
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5| Cfr. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 19
de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 222; Caso Escher y otros vs. Brasil. Excepciones Prelimi-
nares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de julio de 2009. Serie C No. 200, párr. 44, y Caso
Da Costa Cadogan vs. Barbados. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 24 de septiembre de 2009, Serie C No. 204, párr. 12.
6| Cfr. Caso Gomes Lund y Otros (“Guerrilha do Araguala”) vs. Brasil. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2010, párr. 49.
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7| Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr.
61: “La regla del previo agotamiento de los recursos internos permite al Estado resolver el problema
según su derecho interno antes de verse enfrentado a un proceso internacional, lo cual es especialmente
válido en la jurisdicción internacional de los derechos humanos, por ser ésta “coadyuvante o complemen-
taria” de la interna (Convención Americana, Preámbulo).”
8| Expresión del actual presidente de la Corte IDH, Diego García-Sayán; cfr. su trabajo, “Una Viva Interac-
ción: Corte Interamericana y Tribunales Internos”, en La Corte Interamericana de Derechos Humanos:
Un Cuarto de Siglo: 1979-2004, San José, Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2005, pp.
323-384.
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SURGIMIENTO Y REITERACIÓN DE LA
DOCTRINA
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125. En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que “[s]
egún el derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser
cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el
derecho interno”.16 Esta regla ha sido codificada en el artículo 27 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969.”
16| Cfr. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Conven-
ción (Arts. 1 y 2 Convención Americana Sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-14/94
del 9 de diciembre de 1994, Serie A No. 14, párr. 35.
17| Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de Noviembre de 2006. Serie C No. 158, párr. 128:
“Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces
también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea
mermado o anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin. En otras pala-
bras, los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino también
“de convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente
en el marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Esta
función no debe quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los accionantes
en cada caso concreto, aunque tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin conside-
rar otros presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones.
(Subrayado añadido).
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51| Precisión que fue realizada a partir del Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y
otros) vs. Perú, supra nota 15, párr. 128.
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dos Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno
de dichos Estados.
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55| Cfr. Caso Ximenes Lopes, supra nota 13, párr. 172; y Caso Baldeón García, supra nota 13, párr. 140.
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61| Cfr. Caso Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña vs. Bolivia, supra nota 24, párr. 199.
62| OC-16/99 de 1 de octubre de 1999, párr. 114.
63| OC-16/99, supra nota 60, párr. 115.
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73| Cfr. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, supra nota 5, párr. 25; Caso Chitay Nech y Otros. Ex-
cepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de mayo de 2010. Serie C
No. 212 párr. 227; y Caso Manuel Cepeda Vargas. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones.
Sentencia de 26 de mayo de 2010. Serie C No. 213, párr. 211.
74| Cfr. Caso Castillo Páez vs. Perú. Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie
C No. 43, párr. 43; Caso Chitay Nech y Otros, supra nota 71, párr. 227, y Caso Manuel Cepeda Vargas,
supra nota 71, párr. 211.
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63. No pasa inadvertido que el artículo 68.1 establece que los Esta-
dos parte del Pacto de San José “se comprometen a cumplir la decisión
de la Corte en todo caso en que sean partes”. Lo anterior no puede ser
limitante para que la jurisprudencia de la Corte IDH adquiera “eficacia
directa” en todos los Estados nacionales que han reconocido expresamente
su jurisdicción, con independencia de que derive de un asunto donde no
han participado formalmente como “parte material”, ya que al ser la
Corte IDH el órgano jurisdiccional internacional del Sistema Interame-
81| Cfr. párr. 27 de su voto razonado con motivo del Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala, supra nota
11.
82| Cfr. supra párrs. 44 a 52 de este voto razonado.
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89| Artículo 67.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: “El fallo de la Corte será defi-
nitivo e inapelable […]”.
90| Véanse estos preceptos supra notas 77 y 78.
91| Sobre el “bloque de convencionalidad” como parámetro del “control difuso de convencionalidad, véase
supra párrs. 44 a 52 de este voto razonado.
92| Caso Rosendo Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, supra nota 19, párr. 338; Caso Fernán-
dez Ortega y Otros vs. México, supra nota 22, párr. 233; y Caso Rosendo Cantú y Otra vs. México,
supra nota 23, párr. 218.
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en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, TCC, Tomo XXXI, mayo de 2010, p. 2079).
100| Por lo que aquí interesa, destaca de esta reforma el “Artículo 1. En los Estados Unidos Mexicanos
todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tra-
tados internacionales sobre derechos humanos de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de
las garantías para su protección, los cuales no podrán restringirse ni suspenderse, salvo en los casos
y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución
y con los tratados internacionales sobre derechos humanos antes señalados.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar,
proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, in-
terdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, inves-
tigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la
ley”. (Subrayado nuestro).
101| El artículo 103, fracción I, de esta reforma señala: “Artículo 103. Los tribunales de la Federación resol-
verán toda controversia que se suscite: I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que
violen los derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Consti-
tución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte.” (Subrayado
añadido).
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104| Cfr. Caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, supra nota 19, párr. 340; Caso Fernández
Ortega y otros. vs. México, supra nota 21, párr. 237, y Caso Rosendo Cantú y otra vs. México, supra
nota 22, párr. 220.
105| Cfr. Caso Fernández Ortega y otros. vs. México, supra nota 21, párr. 237, y Caso Rosendo Cantú y
otra vs. México, supra nota 22, párr. 220.
106| “Sin interposición de otra cosa” y “Ahora, al punto, al instante” (Real Academia de la Lengua Española,
vigésima segunda edición).
107| “Por imposición a la iniciativa privada, dícese de la acción o injerencia espontánea que cumple el juez en
el proceso, sin necesidad de requerimiento o petición de parte, o iniciativa del magistrado, sin instancia
de parte”. Cfr. Couture, Eduardo J., Vocabulario Jurídico. Español y latín, con traducción de vocablos
al francés, italiano, portugués, inglés y alemán, 4ta. ed., corregida, actualizada y ampliada por Ángel
Landoni Sosa, Montevideo, Julio César Faira-Editor, 2010, p. 534.
108| Párr. 4 del voto razonado y concurrente que formuló con motivo de la sentencia relativa al Caso
Gomes Lund y Otros (“GUERRILHA DO ARAGUAIA”) vs. Brasil, supra nota 4.
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77. Los jueces mexicanos deben, por una parte, realizar interpreta-
ciones constitucionales y legales que permitan a “las víctimas de
violaciones a derechos humanos y sus familiares [tener] derecho a que
tales violaciones sean conocidas y resueltas por un tribunal competente, de
conformidad con el debido proceso y el acceso a la justicia. La importancia
del sujeto pasivo trasciende la esfera del ámbito militar, ya que se en-
cuentran involucrados bienes jurídicos propios del régimen ordinario”;109
por lo que “esta conclusión aplica no solo para casos de tortura, desapa-
rición forzada y violación sexual, sino a todas las violaciones de derechos
humanos”110 (subrayado añadido). De tal manera que esa obligación ha-
cia los jueces mexicanos resulta “inmediata” y con “independencia de las
reformas legales que el Estado debe adoptar” (reforma al artículo 57 del
Código de Justicia Militar)”. Lo anterior cobra mayor importancia
si se atiende al texto del artículo 13 de la Constitución federal
mexicana,111 precepto que estimó convencional la Corte IDH
y, por ello, las interpretaciones a las normas legales secundarias
deben ser conformes con el texto constitucional y la Convención
Americana:112
109| Caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, supra nota 19, párr. 275.
110| Párr. 198 de la sentencia del Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, a que se refiere el
presente voto razonado, supra nota 1.
111| En la parte respectiva, este precepto señala: “Artículo 13. (…) Subsiste el fuero de guerra para los delitos
y faltas contra la disciplina militar; pero los tribunales militares en ningún caso y por ningún motivo, po-
drán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al Ejército. Cuando en un delito o falta
del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda”.
112| Caso Rosendo Cantú y Otra vs. México, supra nota 22, párr. 218.
113| Cfr. Caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, supra nota 19, párr. 338.
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78. Por otra parte, también implica una obligación de los jueces
mexicanos de realizar siempre el “control difuso de convencionalidad”
y no sólo por lo que hace a la determinación en los casos
concretos sobre los criterios de competencia material y personal
de la jurisdicción militar referidos en las sentencias pronunciadas
por la Corte IDH, sino en general en todos los asuntos de
su competencia donde el Tribunal Interamericano realice
interpretaciones al corpus juris interamericano, al ser dicho
Tribunal Interamericano el último y definitivo intérprete del
Pacto de San José (dimensión objetiva de norma interpretada).114
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“El concepto de interés superior del niño, ha sido interpretado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (cuya competencia aceptó el Estado
Mexicano el veinticuatro de marzo de mil novecientos ochenta y uno al rati-
ficar la Convención Interamericana de Derechos Humanos y cuyos criterios,
por tanto, son obligatorios”.
(…)
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(…)
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Eso significa que si bien los jueces y tribunales mexicanos -en prin-
cipio- quedan sujetos a la observancia y aplicación del imperio de
las disposiciones nacionales; cuando el Estado Mexicano ratificado
un tratado internacional -como la Convención Americana- como
parte del aparato del Estado que son, también quedan sometidos
a ésta; por tanto, están obligadas a velar porque los efectos de las
disposiciones que la integran no se vean mermadas por la aplica-
ción de leyes contrarias a su objeto y fin; mediante el ejercicio del
control de convencionalidad entre las normas jurídicas internas y
la Convención Americana sobre Derechos Humanos; más aún la
interpretación que de esa convención hubiese realizado la Corte
Interamericana, como su último intérprete. (Subrayado añadido).
116| Publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, TCC, Tomo XXXI,
mayo de 2010, p. 1932.
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CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
Debe ser ejercido por los jueces del estado mexicano en los asuntos
sometidos a su consideración, a fin de verificar que la legislación
interna no contravenga el objeto y finalidad de la convención ame-
ricana sobre derechos humanos.
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119| Sobre esta doctrina, cfr. García Roca, Javier, El margen de apreciación nacional en la interpretación
del Convenio Europeo de Derechos Humanos: soberanía e integración, Madrid, Civitas, 2010.
120
Sagués, Néstor Pedro, “El “control de convencionalidad” como instrumento para la elaboración de un ius
commune interamericano”, en La justicia constitucional y su internacionalización. ¿Hacia un Ius
Constitutionale Commune en América Latina?, op. cit. supra nota 66, tomo II, pp. 449-468, en p. 467.
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Control de convencionalidad
de las leyes
Ernesto Rey Cantor
República Dominicana - 2011
TABLA DE CONTENIDO.
I. Introducción.
¿Se ha erosionado la soberanía del Estado y la supremacía de Constitución?
II. Capitulo Único.
Control de Convencionalidad.
Nueva competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Conceptos.
Clasificación.
Control de convencionalidad en sede internacional.
Control de la convencionalidad en sede nacional
Primera etapa de la jurisprudencia.
Opinión Consultiva OC. -14 / 94.
Segunda etapa de la jurisprudencia.
Caso “La ultima tentación de cristo”, contra Chile.
Caso “Barrios Altos”, contra Perú.
Caso “Caesar”, contra Trinidad y Tobago.
Caso “Almonacid Arellano”, contra Chile.
INTRODUCCIÓN
E
n el clásico concepto de la soberanía absoluta1 “los Estados
se presentaban como fortalezas cerradas, protegidas por el
principio de la no ingerencia. El Estado soberano no podía
1| En el Estado moderno, la soberanía la definió Jean Bodino “como el poder absoluto y perpetuo en una
República, como el poder supremo sobre súbditos y ciudadanos, sin restricciones legales”. En el Estado
contemporáneo, la concepción clásica de la soberanía se caracteriza por lo siguiente: “a) poder supremo,
por encima de cualquier otro poder; b) poder originario no derivado de ningún otro, en la medida en que
le ha sido otorgado por el pueblo, y c) poder independiente de cualquier otro” Gurutz Jáuregui, Estado,
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Memorias VII Encuentro Iberoamericano
“Una vez contraídas estas últimas [las obligaciones internacionales], los Es-
tados ya no pueden invocar la soberanía –en todo caso inadecuada, en su
acepción absoluta, en el plano de las relaciones internacionales (…) ”9.
9| Antonio Cançado Trindade, El derecho internacional de los derechos humanos en el siglo XXI, Santia-
go de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2001, pág. 25.
10| Carrillo Salcedo, “Persona humana, soberanía de los Estados y orden internacional”, en la obra colectiva
El derecho internacional en los albores del siglo XXI, ob. cit., pág. 84.
11| Cfr. Riquelme Cortado, ob. cit., pág. 14.
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CAPÍTULO ÚNICO
Control de convencionalidad.
Se desarrollaran los siguientes temas: la nueva competencia de la
Corte (i), el concepto (ii) y la clasificación del Control de Conven-
cionalidad (iii).
“Se ha entendido que los tribunales regionales sobre derechos humanos; por
un lado, por regla general, carecen de competencia para analizar la conven-
cionalidad de una ley en abstracto y, por otro, en principio carecen de poder
para declarar la invalidez de una ley interna”12.
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2. Conceptos
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“El objeto del control jurisdiccional regional es toda la actuación de los poderes
públicos de los Estados Miembros”19, esto es, reformas constitucionales,
leyes, actos administrativos y sentencias, lo que indica que la divi-
sión de poderes también está en crisis, porque los actos expedidos en
ejercicio de las funciones constituyente, legislativa, administrativa
y judicial son controlables por un órgano judicial internacional, lo
que indica que el reparto de competencias, exclusivamente no está
dispuesto por la Constitución, como tampoco la plena independen-
cia de los poderes del Estado de derecho.
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3. Clasificación
De los conceptos expuestos, emergen dos clases de control de Con-
vencionalidad.
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31| Se le preguntó a la Corte: “1. Cuando un Estado Parte en la Convención Americana dicta una ley que
viola manifiestamente las obligaciones que el Estado ha contraído al ratificar la Convención, ¿cuáles
serían en ese caso los efectos jurídicos de esa ley en vista de las obligaciones internacionales de ese
Estado? 2. Cuando un Estado Parte en la Convención dicta una ley cuyo cumplimiento por parte de
los agentes o funcionarios de ese Estado se traduce en una violación manifiesta de la Convención,
¿cuáles son las obligaciones y responsabilidades de dichos agentes o funcionarios?
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Memorias VII Encuentro Iberoamericano
41. Es conveniente señalar, en primer lugar, que una ley que entra
en vigor no necesariamente afecta la esfera jurídica de personas
determinadas. Puede suceder que esté sujeta a actos normativos
posteriores, al cumplimiento de ciertas condiciones o, llanamente,
a su aplicación por funcionarios del Estado, antes de afectar
esa esfera. O puede ser que, en cambio, las personas sujetas a
jurisdicción de la norma se afecten por la sola vigencia de la mis
ma. A estas últimas normas y a falta de mejor denominación, la
Corte las llamará ‘leyes de aplicación inmediata’ en el curso de
esta opinión.
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Los actos del ejecutivo (los decretos) del legislativo (las leyes) y del
judicial (las sentencias), que según el Estado chileno estaban some-
tidos al imperio de la Constitución, y supuestamente amparados de
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Continúa la Corte:
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5. (…) Los hechos del presente caso ‘La Última Tentación de Cristo’
demuestran, a mi juicio, que estas ponderaciones son válidas para
toda la normativa del derecho interno (abarcando las normas de
rangos tanto infraconstitucional como constitucional). (…)
42| Bidart Campos, Tratado elemental de derecho constitucional, tomo I-A, ob. cit. pág. 400.
43| Cfr. Bidart Campos, El derecho de la Constitución y su fuerza normativa, ob. cit., pág. 261.
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44| Cançado Trindade, voto concurrente en el Caso “La última tentación de Cristo” contra Chile, sentencia
de fondo de 5 de febrero de 2001, párrafo 14.
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43. […] Es por ello que los Estados Partes en la Convención que
adopten leyes que tengan este efecto, como lo son las leyes de
autoamnistía, incurren en una violación de los artículos 8º y 25
en concordancia con los artículos 1.1 y 2 de la Convención. Las
leyes de autoamnistía conducen a la indefensión de las víctimas y a
la perpetuación de la impunidad, por lo que son manifiestamente
incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención
Americana. Este tipo de leyes impide la identificación de los
individuos responsables de violaciones a derechos humanos,
ya que se obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e
impide a las víctimas y a sus familiares conocer la verdad y recibir
la reparación correspondiente” (lo resaltado fuera del texto).
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Es decir, que los efectos jurídicos se extienden a todos los casos pe-
nales en que por aplicación de las leyes de amnistía la impunidad se
les garantizó a los autores de las violaciones a los derechos humanos,
en desconocimiento de los derechos de los familiares de las víctimas
a la verdad, la justicia y la reparación. Esta jurisprudencia constituirá
precedente judicial para el Caso de La Cantuta, en el que se retomó
y se debatió nuevamente el tema para lograr otro avance significati-
vo; lección clarísima para los Estados en otros casos.
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una técnica similar al control difuso que se ejerce mediante la judicial review,
cual es dejar intacta la ley, pero declarar que no es aplicable. Dicho en otros
términos: carecer de efectos jurídicos o no ser aplicable, son prácticamente lo
mismo”48
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“(…)
10. Hay otro punto que me parece aún más grave en relación con la
figura degenerada –un atentado en contra del propio Estado de
Derecho– de las llamadas leyes de autoamnistía. Como los hechos
del presente caso Barrios Altos lo revelan –al llevar la Corte a
declarar, en los términos del reconocimiento de responsabilidad
internacional efectuado por el Estado demandado, las violaciones
de los derechos a la vida y a la integridad personal, –dichas leyes
49| Cfr. CORTE I. D. H. Caso de La Masacre de La Rochela contra Colombia, sentencia de fondo y repa-
raciones de 11 de mayo de 2007, párrafo 198.
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Resalta el juez las violaciones a las normas que reconocen los de-
rechos inderogables50 (derechos a la vida y a la integridad personal,
entre otros) a partir de la adopción (expedición, en algunas Cons-
tituciones latinoamericanas) de la ley de amnistía; normas interna-
cionales que tienen las características de universales, imperativas e
inderogables (ius cogens). A su vez, de estas normas del ius cogens
se deriva la obligación erga omnes.
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52| Samuel B. Abad Yupanqui, “Autoamnistías vs. Derechos Humanos. El rol de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo en la lucha contra la impunidad”, en la obra colectiva
Defensa de la Constitución, garantismo y controles, Buenos Aires, Libro en reconocimiento al Doctor
Germán J. Bidart Campos, Ediar, 2003, pág. 187.
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Prosigue la Corte:
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D
e los dos sistemas tradicionales de control de constituciona-
lidad desde el punto de vista del momento en que actúa la
jurisdicción constitucional, tanto el Derecho Constitucio-
nal Comparado como la Constitución Dominicana de 26 de enero
del 2010 han hecho una clara apuesta por el control represivo o
a posteriori. Quizás por esta razón se ha previsto en el articulado
de la norma fundamental un único procedimiento de fiscalización
preventiva cuyo objeto son los Tratados Internacionales. Cuando
hablamos de control previo estamos hablando de un control de
oportunidad o político pues todavía la norma jurídica no se ha per-
feccionado formalmente y carece de cualquier efecto jurídico vin-
culante ad extra. Por ello conviene precisar que al estar situado este
tipo de control fuera de las normas jurídicas dentro de su proceso
de formación, este tipo de control debe tener siempre un carácter
siempre excepcional y muy restrictivo.
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b) FRANCIA.
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tenido que ser suplida por la labor interpretativa del propio Con-
sejo. En efecto, la dicción del precepto no revela con demasiada
claridad qué puede ser susceptible de control. Se ha consolidado en
este sentido una doctrina que incluye dentro de la expresión “obli-
gaciones internacionales” (engagement international), a cualquier
acuerdo internacional (Tratado, Convenio) que requiera pasar por
el trámite de una ratificación, o por el de una aprobación - median-
te ley del Parlamento- de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 53
de la Constitución de 1958. Más problemático resulta a priori, en
teoría, la determinación como objeto del control preventivo de los
actos y decisiones (normativas) de Organizaciones Internacionales
en las que se encuentra integrado el Estado francés. La solución ha
venido, no obstante, vía interpretación del Consejo Constitucional,
en relación a algunos temas planteados sobre el derecho comunita-
rio “derivado”. La distintas ocasiones en que se ha pronunciado al
respecto (decisiones de 19 de junio de 1970, 29 y 30 de diciembre
de 1976, y más recientemente de 9 de abril y 2 de septiembre de
1992) manifiesta su parecer favorable a la posibilidad de examinar
la constitucionalidad de resoluciones adoptadas en el seno de las
instituciones de la Unión Europea desde una óptica “instrumental”,
la fiscalización preventiva de un Tratado no resulta incompatible
con el mantenimiento de ese mismo tipo de control, sólo que pro-
movido ahora contra una ley a través de la cual se va a autorizar la
ratificación. Aun cuando no se encuentra regulada expresamente
en la norma fundamental, esta segunda opción “procesal” ha sido
admitida por el Consejo Constitucional. Así, en su decisión de 17
de julio de 1980 vino a considerar factible la activación por parte de
una minoría del Parlamento del control previo sobre la ley aprobada
- pero no promulgada aún- con la finalidad de ratificar un Convenio
Internacional. Las consecuencias de utilizar una u otra vía no son
exactamente iguales en función del procedimiento utilizado. El ar-
tículo 54 se refiere a la “suspensión” del proceso de autorización del
Tratado, pero sin que ese pronunciamiento conlleve la declaración
de inconstitucionalidad del mismo; únicamente se ha de proceder
antes de la ratificación a una previa reforma constitucional, o bien
no se llega a aprobarlo o ratificarlo. Por el contrario, mediante la
vía “general” del control previo de constitucionalidad de las leyes
(art. 61), la declaración afecta ya a un Convenio Internacional que
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c) ESPAÑA.
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