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INSTITUTO TECNOLÓGICO SUPERIOR

“JOSÉ CHIRIBOGA GRIJALVA”

NOMBRE:
MICAELA REVELO
CARRERA:
3ºENFERMERIA “B”
DOCENTE:
DR.RAÚL MORALES

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TEMA: BASES HISTORICAS Y ALCANCES DE LA EPIDEMIOLOGIA

OBJETIVOS

-A través del presente trabajo identificaremos todo acerca de bases históricas y lo alcances

que tuvo la epidemiologia en la Rama de la Salud y cómo fue su evolución.

-Identificar las bases conceptuales y el contexto de la investigación epidemiológica.

-Adquirir destrezas en la descripción epidemiológica.

-También conoceremos todo su contenido para entender mejor su funcionamiento y como fue

antes y como será ahora teniendo en cuenta poner de parte el conocimiento necesario.

INTRODUCCIÓN

La epidemiología es la rama de la salud pública que tiene como propósito describir y explicar

la dinámica de la salud poblacional, identificar los elementos que la componen y comprender

las fuerzas que la gobiernan, a fin de intervenir en el curso de su desarrollo natural.

Actualmente, se acepta que para cumplir con su cometido la epidemiología investiga la

distribución, frecuencia y determinantes de las condiciones de salud en las poblaciones

humanas así como las modalidades y el impacto de las respuestas sociales instauradas para

atenderlas.

MARCO TEÓRICO

Epidemiología

Entender la epidemiología es de un inmenso valor para todos aquellos que están dedicados a

ayudar al ser humano desde el área de la salud. Como tal, el conocimiento agrupado bajo la

epidemiología ha abierto una extraordinaria senda que ha permitido enormes avances para la

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humanidad. Su gran objeto ha sido y será combatir las enfermedades y hoy se incorpora en la

búsqueda de la salud. A continuación se esbozará a manera de introducción algunos

componentes del maravilloso mundo de la epidemiología. (Q, 2010)

Para la epidemiología, el término condiciones de salud no se limita a la ocurrencia de

enfermedades y, por esta razón, su estudio incluye todos aquellos eventos relacionados

directa o indirectamente con la salud, comprendiendo este concepto en forma amplia. En

consecuencia, la epidemiología investiga, bajo una perspectiva poblacional: a) la distribución,

frecuencia y determinantes de la enfermedad y sus consecuencias biológicas, psicológicas y

sociales; b) la distribución y frecuencia de los marcadores de enfermedad; c) la distribución,

frecuencia y determinantes de los riesgos para la salud; d) las formas de control de las

enfermedades, de sus consecuencias y de sus riesgos, y e) las modalidades e impacto de las

respuestas adoptadas para atender todos estos eventos

La utilidad de la epidemiología

Para combatir la enfermedad, el saber la causa es un elemento importante, que no

indispensable. La historia ha demostrado cómo a pesar de no saber la causa, la epidemiología

ha contribuido a desarrollar una serie de medidas protectoras que protegen al ser humano. Por

ejemplo, el médico James Lind en 1740 a través de un sencillo experimento, descubrió cómo

combatir el escorbuto mucho antes de saber cuál era la causa. Pero al saber la causa, esta

tarea se facilita enormemente. Es más… bajo esta condición, la enfermedad puede ser

derrotada. Hoy surge con la misma fuerza la búsqueda de la “causa” que puede mantener

sano al ser humano. Pero no cabe duda que la humanidad esté más entrenada en torno el

estudio de la etiología de la enfermedad

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Plagas, pestes, contagios y epidemias

El estudio de las enfermedades como fenómenos poblacionales es casi tan antiguo como la

escritura, y las primeras descripciones de padecimientos que afectan a poblaciones enteras se

refieren a enfermedades de naturaleza infecciosa. El papiro de Ebers, que menciona unas

fiebres pestilentes –probablemente malaria– que asolaron a la población de las márgenes del

Nilo alrededor del año 2000 a.C., es probablemente el texto en el que se hace la más antigua

referencia a un padecimiento colectivo.2 La aparición periódica de plagas y pestilencias en la

prehistoria es indiscutible. En Egipto, hace 3 000 años, se veneraba a una diosa de la peste

llamada Sekmeth, y existen momias de entre dos mil y tres mil años de antigüedad que

muestran afecciones dérmicas sugerentes de viruela y lepra.3, 4,5 Dado que la momificación

estaba reservada a los personajes más importantes del antiguo Egipto –quienes se mantenían

relativamente apartados del pueblo–, no sería extraño que este tipo de afecciones fuera mucho

más frecuente entre la población general. La aparición de plagas a lo largo de la historia

también fue registrada en la mayor parte de los libros sagrados, en especial en la Biblia, el

Talmud y el Corán, que adicionalmente contienen las primeras normas para prevenir las

enfermedades contagiosas. De estas descripciones, destaca la de la plaga que obligó a

Mineptah, el faraón egipcio que sucedió a Ramsés II, a permitir la salida de los judíos de

Egipto, alrededor del año 1224 a.C.6 Muchos escritores griegos y latinos se refirieron a

menudo al surgimiento de lo que denominaron pestilencias. La más famosa de estas

descripciones es quizás la de la plaga de Atenas, que asoló esta ciudad durante la Guerra del

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Peloponeso en el año 430 a.C. y que Tucídides relata vivamente. Antes y después de este

historiador, otros escritores occidentales como Homero, Herodoto, Lucrecio, Ovidio y

Virgilio7, 8,9 se refieren al desarrollo de procesos morbosos colectivos que sin duda pueden

considerarse fenómenos epidémicos. Una de las características más notables de estas

descripciones es que dejan muy claro que la mayoría de la población creía firmemente que

muchos padecimientos eran contagiosos, a diferencia de los médicos de la época quienes

pusieron escasa atención en el concepto de contagio. Las acciones preventivas y de control de

las afecciones contagiosas también son referidas en muchos textos antiguos. Como ya hemos

dicho, la Biblia, el Corán, el Talmud y diversos libros chinos e hindúes recomiendan

numerosas prácticas sanitarias preventivas, como el lavado de manos y alimentos, la

circuncisión, el aislamiento de enfermos y la inhumación o cremación de los cadáveres. Por

los Evangelios sabemos que algunos enfermos –como los leprosos– eran invariablemente

aislados y tenían prohibido establecer comunicación con la población sana. La palabra

epidemiología, que proviene de los términos griegos “epi” (encima), “demos” (pueblo) y

“logos” (estudio), etimológicamente significa el estudio de “lo que está sobre las

poblaciones”. La primera referencia propiamente médica de un término análogo se encuentra

en Hipócrates (460-385 a.C.), quien usó las expresiones epidémico y endémico para referirse

a los padecimientos según fueran o no propios de determinado lugar. Hipócrates no secundó

las creencias populares sobre el contagio, y atribuyó la aparición de las enfermedades al

ambiente malsano (miasmas) y a la falta de moderación en la dieta y las actividades físicas.

Notablemente, tampoco hace referencia a ninguna epidemia. A pesar de ello, su postura

profundamente racionalista sobre el desarrollo de las enfermedades (ninguno de sus trabajos

menciona curas sobrenaturales) y sus afirmaciones sobre la influencia del modo de vida y el

ambiente en la salud de la población hacen de este médico el principal representante de la

epidemiología antigua. El texto hipocrático Aires, aguas, y lugares que sigue la teoría de los

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elementos propuesta medio siglo antes por el filósofo y médico Empédocles de Agrigento

señala que la dieta, el clima y la calidad de la tierra, los vientos y el agua son los factores

involucrados en el desarrollo de las enfermedades en la población, al influir sobre el

equilibrio del hombre con su ambiente. Siguiendo estos criterios, elabora el concepto de

constitución epidémica de las poblaciones. Aunque la noción de balance entre el hombre y su

ambiente como sinónimo de salud persistió por muchos siglos, con el colapso de la

civilización clásica el Occidente retornó a las concepciones mágico-religiosas que

caracterizaron a las primeras civilizaciones. Con ello, la creencia en el contagio como fuente

de enfermedad, común a casi todos los pueblos antiguos, paulatinamente fue subsumida por

una imagen en donde la enfermedad y la salud significaban el castigo y el perdón divinos, y

las explicaciones sobre la causa de los padecimientos colectivos estuvieron prácticamente

ausentes en los escritos médicos elaborados entre los siglos III y XV de nuestra era (es decir,

durante el periodo en el que la Iglesia Católica gozó de una hegemonía casi absoluta en el

terreno de las ciencias). No obstante, como veremos más tarde, las medidas empíricas de

control de las infecciones siguieron desarrollándose, gracias a su impacto práctico. (Sergio

López-Moreno, marzo-abril de 2000)

Así como contribuye al estudio de la causalidad, la epidemiología es una de las bases de la

salud pública. ¿Por qué? Para ello se hace necesario “entender” el significado de la salud

pública. Aceptando lo difícil que es encontrar una definición, se puede afirmar que la que sea,

ha de tener como componentes esenciales: comunidad referida como hacia dónde se dirige;

bienestar como el objetivo que se busca; Estado por ser el responsable. Tal vez con otros

componentes, pero seguros de que estos términos han de participar en cualquier definición, se

deja en la búsqueda de los lectores interesados la definición de la salud pública.

La salud pública está íntimamente relacionada con el desarrollo social. Condiciones

económicas (revolución industrial), políticas (revolución francesa), sociales (surgimiento del

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proletariado) junto con las científicas (aportadas por la epidemiología) se integran en un ente

ejecutor y responsable que es el Estado.

Distribución, frecuencia y determinantes de las condiciones de salud

Con el establecimiento definitivo de la teoría del germen, entre 1872 y 1880, la

epidemiología, como todas las ciencias de la salud, adoptó un modelo de causalidad que

reproducía el de la física, y en el que un solo efecto es resultado de una sola causa, siguiendo

conexiones lineales. Los seguidores de esta teoría fueron tan exitosos en la identificación de

la etiología específica de enfermedades que dieron gran credibilidad a este modelo. Como

consecuencia, la epidemiología volvió a utilizarse casi exclusivamente como un mero apoyo

en el estudio de las enfermedades infecciosas. (W., 0976:78-146)

Las experiencias de investigación posteriores rompieron estas restricciones. Las realizadas

entre 1914 y 1923 por Joseph Gold Berger quien demostró el carácter no contagioso de la

pelagra rebasaron los límites de la infectología y sirvieron de base para elaborar teorías y

adoptar medidas preventivas eficaces contra las enfermedades carenciales, inclusive antes de

que se conociera el modo de acción de los micronutrimentos esenciales. En 1936, Frost

afirmaba que la epidemiología “en mayor o menor grado, sobrepasa los límites de la

observación directa”, asignándole la posibilidad de un desarrollo teórico propio y, en 1941,

Major Greenwood la definió simplemente como “el estudio de la enfermedad, considerada

como fenómeno de masas.

EL ALCANCE Y METODOS DE LA EPIDEMIOLOGÍA

El alcance de la epidemiología ha sido ampliado enormemente durante las últimos dos

décadas. Concomitantemente, se ha desarrollado gran controversia y confusión en relación

con la definición de la epidemiología sus áreas propias de estudio y sus métodos de

investigación. Durante la mayor parte de la última centuria se definió la epidemiología, para

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usar las palabras de Frost, como "la ciencia de los fenómenos de masa de las enfermedades

infecciosas".' Esta definición restringida tenía una justificación en su tiempo, puesto que la

mayoría de los triunfos de la epidemiología se efectúan en esas áreas. Desde un punto de

vista histórico, sin embargo, la definición era aún entonces inexacta. Antes de la segunda

mitad del siglo XIX, se habían realizado significativos adelantos en las enfermedades no

infecciosas, entre los que pueden incluirse los estudios de James Lind en el escorbuto, George

Baker en el cólico de plomo en Devonshire, y los de Percival Pott en el cáncer escrotal en los

deshollinadores.

La historia natural de las enfermedades

Como criterios de descripción en torno a las enfermedades, la epidemiología busca considerar

los tres componentes de seguro más influyentes. Ellos son: El agente(s), el huésped y el

medio. El agente busca estudiar las características causales que originan la enfermedad. El

huésped, las condiciones del paciente que intervienen en la enfermedad y, el medio, la

influencia que el entorno puede tener. A manera de ejemplo, no es lo mismo una infección

por el virus del VIH en un joven que en un viejo o que se presente en una persona de estrato 1

o de estrato 6. Cada uno de estos aspectos influye incluso de manera determinante en el

desarrollo de la enfermedad.

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¿Por qué es interesante esta clasificación? Entre otras, sencillamente por qué a través de ella

se puede identificar el tipo de intervenciones que puede desarrollar el ser humano para

enfrentar a la enfermedad. En la fase pre-patogénica se pueden hacer intervenciones

preventivas (antes de que aparezca la enfermedad). En la fase patogénica, las intervenciones

ya implican combatir directamente la enfermedad. Y en la fase de desenlace se hacen

intervenciones en torno a la rehabilitación. El concepto de intervención tiene bajo este

contexto a las acciones que se hacen (vacunas, medicamentos o fisioterapia, por ejemplo)

para modificar el desenlace de las enfermedades.

La cadena epidemiológica

Dado que el estudio de las infecciones ha sido una de las áreas donde la epidemiología ha

demostrado su desarrollo, la identificación de la ruta que sigue un agente infeccioso permite

diseñar conceptualmente una cadena con los siguientes eslabones:

1. Fuente de infección

2. Puerta de salida

3. Vía de diseminación

4. Puerta de entrada

5. Susceptible

El concepto de la cadena infecciosa ha sido un esfuerzo por poder ordenar y así entender las

infecciones. Siendo su utilidad inmensa, se debe reconocer que cuando se ha querido

trasladar a las enfermedades crónicas, los criterios utilizados no han sido suficientes. Es decir,

nos falta aún mucho que entender en las enfermedades crónicas.

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La fuente de infección es todo ser vivo que alberga y disemina la infección. De la fuente de

infección sale el agente infeccioso que pueden ser bacterias, virus, hongos y parásitos. Lo

más frecuente es que sea el hombre la principal fuente de infección de los hombres.

Ciertamente los microorganismos tienen un hábitat natural en las distintas especies. En

general, los agresivos (virulentos) contra una especie no afectan otras. Sin embargo, existen

microorganismos que afectan a especies distintas. ¿Cuándo se respeta lo primero o cuándo

sucede lo segundo? Ello es uno de los aspectos que se busca entender y estudiar a través de la

historia natural.

El sitio por donde sale el microorganismo se denomina puerta de salida. Puede ser una puerta

permanente, por ejemplo, vía respiratoria (al toser o hablar) o intermitente como vía

intestinal, urinaria, mamaria, piel y mucosas. Claro… la importancia de entender esto está en

que acá existe un sólido criterio para entender la propagación de una enfermedad infecciosa

y, por supuesto, contagiosa.

De ahí el susto que se tiene de una epidemia de gripa aviar. Tal parece que las aves pueden

contagiar a los hombres y éstos, a través de la vía respiratoria, propagarla en grandes

proporciones (infectividad).

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La vía de diseminación busca hacer entender qué usa el microorganismo para transportarse

desde la fuente de la infección hasta el sujeto que se puede enfermar (susceptible). Se han

clasificado estas vías como:

Directa: referida a aquella en la cual se usa el menor número de intermediarios, así que la

enfermedad se disemina persona a persona. Un buen ejemplo son las enfermedades de

transmisión sexual donde el infectado contagia al contacto de manera directa. (Sergio López-

Moreno, marzo-abril de 2000)

Sin embargo, se sabe que existen enfermedades de transmisión sexual que el hombre traspasa

a animales y éstos pueden devolvérsela al hombre en aquellas situaciones en donde se

promueve el contacto sexual hombre-animal.

Indirecta: referida al uso por parte de los agentes infecciosos de transportes, condición que

permite suponer que los agentes infecciosos son más resistentes (duran más fuera de donde se

originan). La forma de trasportarse puede ser a través de vehículos inanimados (agua, leche,

alimentos, suelo, aire, polvo u objetos contaminados). La otra forma es por vehículos

animados, denominados también vectores y se subdividen en aquellos que sólo lo trasportan

(moscas en sus patas) o aquellos en que el microorganismo utiliza el metabolismo del vector

en su desarrollo, Por ejemplo, el paludismo. (Sergio López-Moreno, marzo-abril de 2000)

El concepto y los términos de la cadena infecciosa resultan particularmente importantes para

poder enfrentar a las infecciones y en particular las epidemias. Imagínense que se presenta un

brote de una enfermedad que se manifiesta como diarrea y vómito en personas que

almorzaron en un restaurante. Se identifica que se trata de una propagación de infección por

estafilococo. Los pacientes que padecen de las manifestaciones son sospechosos de ser casos

clínicos. Se dice sospechosos porque no se ha confirmado el microorganismo en sus cuerpos.

Si se hacen pruebas y salen positivas entonces se describen como casos confirmados. Si la

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prueba sale positiva en uno de los comensales que no tiene manifestaciones se habla de un

portador. Al buscar la fuente del contagio, se detecta que uno de los cocineros presenta una

infección en los dedos y se confirma la presencia del estafilococo. Ahí esta la puerta de

salida. La contaminación de los alimentos y el consumo de los mismos es la puerta de

entrada y son los alimentos la vía de diseminación.

CONCLUCIONES

-Cómo puede notarse, a través del trabajo, tanto el objeto como los métodos de estudio de la

epidemiología se han modificado radicalmente desde su origen hasta la actualidad. De la

simple descripción de las plagas ha pasado a explicar la dinámica de la salud poblacional

considerada como un todo, identificando los elementos que la componen, explicando las

fuerzas que la gobiernan y proponiendo acciones para intervenir en el curso de su desarrollo.

-El desarrollo conceptual en la epidemiología, como ha sucedido desde que nació como

ciencia, lejos de detenerse ha seguido ganando terreno. La teoría de la transición

epidemiológica (que desde su nacimiento proporcionó valiosos elementos para interpretar la

dinámica de la enfermedad poblacional) ha sido objeto de profundas reformulaciones teórico.

Bibliografía
Q, G. R. (2010). Biometria comunitaria. Colombia-Bogota.

Sergio López-Moreno, M. F.-L. ( marzo-abril de 2000). Desarrollo historico de la epidemiologia:su


formacion como diciplina cientifica. Mexico.

W., M. (0976:78-146). Plagas y Pueblos. Madrid.

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ANEXOS

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