Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
retraso intelectual, déficit auditivo... y otros leves, como un simple aprendizaje incorrecto.
Hay que tener en cuenta que el pequeño aprende a pronunciar correctamente oyendo a los
demás, por tanto, si convive con alguien que pronuncie mal puede adquirir este defecto por
imitación.
¿Será el frenillo?
Los problemas de pronunciación también se pueden deber a fallos anatómicos (dislalias
orgánicas o disglosias). El más frecuente es la anquiloglosia, conocida popularmente como
“frenillo”, debido a su origen: el frenillo lingual, es decir, la membrana que une la lengua
con el suelo de la boca. Cuando el frenillo es demasiado corta impide el correcto
movimiento de la lengua, dificultando, sobre todo, la pronunciación de fonemas como la “R”
o la “L”, que requieren de un amplio movimiento de este músculo. La solución pasa por una
cirugía bastante sencilla, siempre que el médico lo considere oportuno. El frenillo corto,
además de por una mala pronunciación persistente a los cuatro años, puede detectarse
mucho antes por otra serie de síntomas; uno curioso y fácil de observar es la dificultad del
pequeño para lamer un helado.
Otros orígenes de la disglosia pueden ser, por ejemplo, alteraciones en la dentición, en el
paladar o en las vías nasales.
Estimado lector, usted que está leyendo esta columna, si suele decir o
escribir palabras como “revisastes”, “corregistes”, “bailastes”,
“hablastes” y otras de índole parecida, por favor, reflexione un instante
sobre la incorrección ortográfica y morfológica que está cometiendo si
continúa adicionando el fonema “ese” a las formas verbales que no lo
necesitan.