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Universidad de Artes y Ciencias Sociales

Cátedra: Cambio Social II


Profesor: Juan Pablo Arancibia

NUEVA HISTORIA SOCIAL CHILENA


Neo-categorías o Re-definiciones

RICARDO PEREZ RIVERA


LICENCIATURA EN HISTORIA
“Nueva Historia” Proyectos y Divergencias.

La “nueva historia” (o la nouvelle histoire) es un concepto que surge en Francia a


comienzos del siglo XX y esta asociado principalmente a la Escuela de los Annales.1 Sin
embargo, es una idea de la cual se han ido apropiando diversos historiadores a lo largo del
tiempo. A pesar de lo “manipulado” del concepto, es necesario para la comprensión de este
ensayo situarlo en un tiempo y espacio determinado, y así entender los alcances de este
término.

Para contextualizar la idea de “nueva historia” hay que situarse en Chile a fines de la
década de los setenta. El golpe del estado llevado a cabo el 11 de septiembre de 1973 y la
sucesiva dictadura militar produjo grandes desgarramientos y “trizaduras”, tanto en la
sociedad chilena como en el ideario de los intelectuales de izquierda que vieron en el
ataque de los aviones a la Moneda, no sólo la caída de una estructura material sino que
además la caída de todo un proyecto político-social que se venía ideando de décadas
pasadas y que se había consolidado con el gobierno de la Unidad Popular.

Esta situación de perdida y desilusión (además de la violencia con que actuó la represión
política) provocó un periodo de reflexión de los cientistas sociales, particularmente los
historiadores, en el cual debieron re-pensar y re-articular los antiguos ideales con la nueva
realidad que iba surgiendo en Chile. Esta etapa de introspección (tanto en el ámbito
personal como nacional) generó en el seno de los intelectuales de izquierda la re-
formulación de sus prácticas científicas, además de las metodologías, objetos de estudios y
sujetos históricos. La denominación “nueva historia chilena” sería entonces fruto de este
proceso reflexivo que no significó para nada un tiempo de tranquilidad, al contrario, se
desarrolló en medio de las tragedias que imperaban en esos días al país y de los propios
conflictos que se vivían dentro de la izquierda chilena.

Como se señalaba en el párrafo anterior, además de las “luchas” sociales que comenzaron a
desarrollarse desde el año 1983 contra el régimen militar, comenzaron a plantearse

1
Peter Burke. Formas de hacer Historia. Alianza Editorial. Barcelona. 1991. P.13
discrepancias y crisis dentro de la propia izquierda. En este sentido, la nueva historia buscó
desde sus comienzos (por lo menos en el discurso) el distanciamiento, a través de la crítica
y de la praxis, con la historiografía marxista clásica. Este alejamiento de las prácticas
clásicas del marxismo, se produce principalmente por dos situaciones: “la necesidad
política de fundar una diferencia intelectual lo suficientemente sólida para criticar al
proyecto histórico popular de la izquierda tradicional y, fundamentar, a su vez, desde los
efectos de representación de la escritura, una práctica política-marcada por la irrupción
de nuevos movimientos sociales”2. Las críticas principales que la nueva historia le hacía a
la visión clásica marxista tenían relación con el objeto de estudio (o sujeto de la historia) y
los sistemas teóricos que la visión tradicionalista planteaba. Con relación a lo primero, la
nueva historia realiza un desplazamiento del sujeto histórico. Ya no sería el proletario, ni el
“partido de vanguardia” el motor de la historia, sino que los movimientos populares serán
quienes asumirán el protagonismo histórico. Sin duda un término más inclusivo que el
anterior, y que sería portador de la “historicidad”, que se generaría por la alineación
producida por las clases dominantes, que en la búsqueda de anular a las clases subalternas,
la potenciarían, generando en ellas mecanismos de solidaridad que articularían una serie de
relaciones, que “vitalizarían” la historicidad de los pueblos.3 La otra distinción se relaciona
con la crítica al estructuralismo que desarrolla el marxismo clásico, además el carácter
teleológico que este tenía. Relativisando la importancia de los sujetos sociales a su posición
dentro de la estructura.

En este punto, ya podemos generar una primera contraposición, que se enmarca dentro los
límites teóricos / epistemológicos de la Nueva Historia, particularmente, a su posición
fronteriza entre la Modernidad y la Posmodernidad. ¿Qué elementos mantiene de la
primera, y cómo se articulan con los de esta última? Aquí se manifiesta la primera
diferencia, que guarda relación con el “sujeto de la historia” (y a la vez, su objeto). Para la
modernidad (que la asociaremos en este punto al pensamiento clásico marxista) existiría un
“sujeto racional”, por lo tanto conciente de si, que a través de su práctica (de forma
individual o colectiva, pero siempre asociado a un contexto social) alcanzaría el progreso4.
2
Miguel Valderrama. “Renovación Socialista y Renovación Historiográfica”. F.C.S. Universidad de Chile.
Santiago. 2001. P. 11
3
Gabriel Salazar. Labradores, peones y proletarios. LOM. Santiago. 2000
4
Se puede entender por Progreso: felicidad, realización, comunismo, libertad, desarrollo.
Sin embargo, el “sujeto” de la Nueva Historia Social estaría menos ligado a estos actos de
racionalidad, o materializaciones de la misma (partidos políticos, sindicatos, Estado), por el
contrario, a través de sus formas de asociatividad buscarían alcanzar una identidad
colectiva más que una acción política-verdad.

Este proceso de reflexión y crítica, que se denomina nueva historia, tiene como uno de sus
principales exponentes (y según algunos su fundador en Chile) al historiador Gabriel
Salazar, quien a través de su obra Labradores, Peones y Proletarios inaugura un nuevo
periodo de la historiografía nacional. Teóricamente esta obra identifica y conceptualiza al
sujeto “pueblo”, dándole una interpretación a su ser / estar, y entregándole una definición
propia, ajena a la visión monista del pueblo-nación y también a la visión del marxismo
clásico que identificaba al pueblo con el proletariado conciente de su clase para sí.

Dentro de las Ciencias Sociales la construcción de conceptos y teoría ha estado asociada


principalmente a la sociología y las ciencias políticas. La historia, para su construcción
literaria ha utilizado una tipología que proviene de estas ciencias lo que ha producido una
carencia en la creación dentro de la disciplina. Por lo tanto, cualquier esfuerzo teórico que
surja de la historia para una mejor comprensión de las prácticas del hombre y la sociedad
enriquecen la discusión y le otorgan un sentido más propio a la investigación histórica. Por
lo mismo, cabe señalar, la importancia que tiene analizar, y principalmente reflexionar,
sobre las re-categorizaciones o nuevas conceptualizaciones que la Nueva Historia Social
habría realizado dentro de su práctica historiográfica. Reconociendo sus matrices teórico-
filosóficas, y así comprender el sustento de su análisis y las posibles fuentes del mismo. De
esta forma se busca responder lo siguiente ¿Existe una re-categorización dentro de la
“Nueva Historia Social” en Chile, o sólo se trata de la re-definición de los anteriores?,
y adjunta a la anterior ¿Cuáles serían las fuentes teóricas de ese cambio?

Los objetitos que se buscan alcanzar se relacionan con dar respuesta a la pregunta anterior,
principalmente, analizando literatura clásica de la “Nueva Historia Social”, relacionándola
con la realidad socio-política chilena y autores contemporáneos a su pensamiento.
Las tensiones que los autores identifican, las luchas por la hegemonización de proyectos
políticos, los “reventones” sociales, el rol de la historia y de la ciencia en general, son sólo
algunos elementos que los historiadores nos presentan, y que desde la teoría explican. No
sólo relatan la existencia de un proceso histórico cargado de tensiones, sino que además,
identifican las claves que llevaron a cabo tales acontecimientos. Representan (y quizás se
podría entender como hipótesis) un espacio fronterizo entre dos visiones de mundo
(Modernidad y Posmodernidad), por lo tanto podemos hablar de una suerte de “transición
epistemológica”, utilizando el nombre de un artículo del historiador Julio Pinto, la Nueva
Historia Social en Chile se sitúa entre “proyectos y desarraigos”, propios de su tiempo.
Propios de su devenir histórico.

Conceptualizaciones Teóricas: ¿Neo-categorías o Re-definiciones?

Como se señalaba anteriormente, uno de los tantos aportes que realiza la “Historia Social
Chilena”, es la conceptualización de los procesos históricos desarrollados en Chile desde lo
“popular” a contar de la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, no define
explícitamente la idea “popular”, aunque lo manifiesta en algunos de sus textos. Por lo
tanto, se cree oportuno señalar una definición que Gabriel Salazar realiza del concepto
“pueblo” en su libro Labradores, Peones y Proletarios para desarrollar de mejor forma
nuestro análisis. Para Gabriel Salazar, “pueblo” es su definición historicista, “(son los) que
viven el drama de la alineación padecido... a causa del accionar histórico de la otra parte
(clase dominante)”5.

Esta definición nos permite comprender dos elementos que se manifiestan en lo popular. Lo
primero, es su ser alienado por el otro, esta idea, se opone a la concepción de pueblo-nación
como un ente homogéneo desarrollado por la clase dirigente, pero también le aporta a las
tradicionales concepciones marxistas un elemento más inclusivo, ya que no sólo sería una
clase conciente de sí la depositaria de lo popular, sino que incluiría a todos “los oprimidos”.
El segundo elemento interesante, lo señala Salazar más adelante y es el hecho de que son
estas clases alienadas las que cargarían con la historicidad. “Si el proceso histórico es, no
otra cosa que la energía social aplicada al desenvolvimiento pleno de la naturaleza
humana, es decir, un proceso de humanización permanente, entonces la “historicidad
significativa” radica principalmente en aquellos hombres que buscan con mayor
intensidad su propia humanización, y/o la de otros”.6

Al ubicar como sujeto histórico y actor de la sociedad al “pueblo”, establece la


participación fundamental que este tendría. Su “ser histórico” lo posiciona como el factor
de los cambios y transformaciones que se producirían en la sociedad. Sería este sujeto el
que articularía las redes del sistema social. Encontramos otro elemento rupturista dentro de
la visión de la izquierda. No sería el Estado desde donde se realizaría la historia, tampoco el
llamado a realizar las transformaciones. Por otro lado, y en oposición a las tradiciones
marxistas, no sería el partido de vanguardia el poseedor de la historicidad. Esta doble
negación, plantea que la sociedad civil, representada en el “sujeto pueblo”, es quien llevaría
a cabo el “proceso de humanización”.

5
Gabriel Salazar, Op. Cit. p. 13
6
Ídem p. 15
Según lo anterior, ¿Desde qué perspectivas se ha ido construyendo la visión de pueblo?,
¿Qué se busca alcanzar con sus principales definiciones?, y por último, ¿Quién las creó y
las transformó en verdades? Estas interrogantes son las que a continuación se buscará
descifrar para entender de mejor manera las categorías señaladas.

El “sujeto histórico nacional” ha sido una construcción teórica / histórica que se ha


levantado desde la visión de dos paradigmas principalmente: uno a través de una
epistemología “ahistórica” y otro desde una epistemología histórica. Con estos conceptos
Salazar buscó darle sentido y coherencia a esta construcción, que desde la primera visión es
un concepto abstracto, en cambio el segundo contiene “carne y hueso”. La epistemología
“ahistórica” se relaciona con la visión del sujeto histórico que lo sitúa dentro de una
estructura general, que lo limita en su ser o su deber ser, por lo tanto a través de una serie
de valores universales va moldeando su actuar. Esta visión tendría como fines principales
“la unidad nacional o / y estabilidad institucional”7

La epistemología “ahistórica”, por otro lado, no reflejaría los conflictos y traumas que se
encuentran en el seno de la sociedad chilena. Las contradicciones sociales y las luchas por
el poder no existirían según esta visión, tampoco las particularidades de la nación. Por lo
tanto, elevaría como una superestructura una serie de patrones generales que mantendrían la
“buena relación de las partes”, permitiría un “orden sagrado” y protegería un bien mayor de
la sociedad: la Gobernabilidad.

En cambio, la epistemología histórica, reflejaría de mejor forma los desgarramientos que se


encuentran dentro de la sociedad. Su carácter “particular” daría a conocer la multiplicidad
de elementos que conforman el conjunto social, además de las diferentes formas que en él
se desarrollan. Representa “la sociedad chilena, en su diversidad interior, y sobre los
movimientos sociales específicos que apuntan a su modernización y transformación en el
tiempo”8. La epistemología histórica refleja además los cambios y transformaciones que los
sujetos sociales están dispuestos a realizar. Por lo tanto, se puede resumir que es una
epistemología que habla de “cambios y particularidades”.
7
Gabriel Salazar. Violencia Política Popular: en las “grandes alamedas”. Edic. Sur. Santiago. 1990. p. 22
8
Ibidem
Existen contradicciones históricas entre estos dos conceptos, aunque Salazar plantea que
desde el punto de vista lógico-teórico no sería así. Además que representan visiones sobre
la sociedad chilena opuestas, una particular y de cambios (E. Histórica), y la otra de
generalidades y continuidades (E. Ahistórica), son visiones que han identificado a diversos
actores de la sociedad. La primera se identifica con los movimientos sociales populares
identificando su desarrollo histórico y reflejando su condición de “clase subalterna”. La
segunda, en cambio, se ha caracterizado con la clase política dirigente. Identificándose con
los procesos políticos nacionales.

Como se señalaba en el párrafo anterior, cada uno de estos paradigmas se identifica con una
visión de la realidad. Salazar identifica con la letra “G” las ideas generales propias de la
epistemología ahistórica y con un “P” las ideas particulares de la epistemología histórica.

Las ideas “G” han estado presente desde la época Colonial con la imposición de la teología
y el derecho, hasta profundizarse y “constitucionalizarla” con el Estado Portaliano (que de
diferentes formas a perdurado hasta nuestros días) “la emergencia de la moderna idea de
nación fue acompañada por la institucionalización simultanea del ˆritual de la patriaˆ. Y
éste, no bien fue instaurado, ya demandó de parte de todos los habitantes del territorio
nacional (patricios, rotos e indígenas), un acendrado espíritu patriótico y una entrega
trascendentalista”9 Las ideas G han buscado hegemonizar en la sociedad chilena
principios como el de totalidad y homogeneidad, transformándose en elementos que buscan
preservarse como indivisibles, únicos e inalterables. Empero, las ideas G han
hegemonizado a toda la sociedad, las ideas P, que representan a los movimientos sociales
populares, han emergido a través de reventones para demostrar todo su potencial histórico,
que las ideas dominantes han buscado acallar con el fin de derribar las acciones que
“corrompan” los valores de la sociedad o que busquen desestabilizar las políticas del
Estado.

9
Op. Cit. p. 28
Existe aún una interrogante que no se ha contestado. Y es la que tiene relación con la fuerza
que ha construido y potencializado las ideas G, y por ende, que ha trabajado con desde la
epistemología ahistórica. Gabriel Salazar identifica en esta acción a la ciencia oficial
(aunque no lo explicita da a entender que se refiere a las ciencias sociales. Ésta sería, la que
a través de su construcción discursiva, a buscado legitimizar un ideario nacional y una
estructura institucional común. La ciencia oficial al ser parte de la clase dirigente a
buscado reproducir su sistema dominante, sin establecer, como lo señala Salazar, “una
distancia cognoscitiva respecto de este sistema, y sin generar tampoco, como resultado, el
desarrollo de un efectivo poder político e histórico sobre él”10. Dejando claro además, que
la ciencia oficial, no sólo le ha servido a la derecha, sino que ha sido ocupada de igual
manera por el centro y la izquierda.

La ciencia propia del “bajo pueblo” se encuentra “reclusa” dentro de estos sujetos. Y por lo
tanto, se hace urgente y necesario levantar una “ciencia, teoría y política” de los
movimientos populares. Una ciencia popular, que trabaje con las realidades sociales, con
hombres y mujeres encarnados, no seres o temáticas abstractas, universales, generales. La
ciencia popular debe trabajar con el sujeto popular, desde su ser / estar, inserto en su
ambiente. Debe dejar de lado los postulados Positivistas, “sacándose las mascarillas y los
guantes”, para sumergirse dentro de la realidad social. “No tiene que producir verdades
descontaminadas desde su nacimiento, sino facilitar los procesos reales de
descontaminación estructuralista...”11.

La ciencia popular daría cuenta en clave “P” de los actos de violencia generados por los
movimientos populares hacia el Estado, y viceversa. Estos sólo han sido analizados en
clave “G”, por lo tanto, la violencia política es vista como un acto que atenta contra las
instituciones, las leyes o la constitución, pero que no es desarrollada por los movimientos
sociales mismos, que son la base de la “soberanía popular”, sino que por individuos
extremistas, sediciosos o insurrectos. Ha estos actos se les pretende restar la importancia
histórica y su legitimidad social. La violencia política en clave “P” se explica porque el

10

Op. Cit. p. 40
11
Op. Cit. p. 59
sistema político nacional no resolvería los complejos problemas de la sociedad
(económicos, sociales, políticos. “El acoso social contra el sistema de dominación aparece
como la ejercitación de un derecho histórico más o menos inalienable, inherente al flujo
vital interior de la sociedad chilena”12.

Discusiones y Confrontaciones

La sólida irrupción de las tesis que Gabriel Salazar plantea en sus libro causaron graves
trastornos dentro del mundo político e intelectual. Hay que entender que sus textos se
presentan a comienzos de la transición política que vivía Chile en la década del noventa. Y

12
Op. Cit. Op. 90
su fuerte penetración se debió a los cuestionamientos que el autor realizaba hacía la clase
política / dirigente, y en general al periodo de la transición misma, planteando un
“desprecio” por lo que ocurría por esos días. La forma como la Concertación de partidos
por la democracia “transó” con la constitución del 80, con el modelo neo-liberal y alejó del
espacio público a los movimientos populares de los ochenta, significó que algunos de sus
libros fuesen una crítica explícita a los nuevos dirigentes, cuestión que no cayo bien en la
clase política. Es en este contexto donde nace, y por lo tanto, es bajo este clima donde se
producen las discusiones teóricas e históricas de sus fundamentos, tensiones que se
analizaran a continuación.

El primer cuestionamiento que se le hace a Salazar tiene relación con el planteamiento


teórico que él denomina ideas “G”. Las críticas apuntan a que este fenómeno no se explica
de manera precisa dentro del libro. “Pareciera que los universales caminaran solos por la
historia”13. Las ideas generales y permanentes de la epistemología ahistórica que señala
Salazar y su sustitución dentro del período histórico chileno sería para Tomás Moulian una
“reducción intelectualista” que no daría a conocer las luchas que se desarrollan dentro de la
sociedad por la implantación de su hegemonía. Su exposición dentro del libro se generaliza
de tal forma que pierde “cuerpo y huesos”. En este sentido, la crítica de Moulian apunta a la
carencia en este análisis de las instituciones, actores y organismos que darían vida a estas
ideas.

La historicidad es un concepto esencial dentro de la construcción teórica que realiza


Gabriel Salazar. Ésta seria parte sólo de los movimientos sociales populares, o sea, quienes
han sido alienados de su condición de ser. En este sentido, el Estado y la política (oficial)
serían ahistóricos, situación que objeta tajantemente Tomás Moulian. “Aquí hubo y hay la
producción de un Estado legitimante en forma temprana y continua, pese a las rebeliones
o revoluciones que atraviesan nuestra historia”14. Moulian señala, que en vez de poner lo
político-estatal como centro del análisis debería estructurarse éste en la línea de la cultura.
En la cultura “se encuentra lo históricamente denso”, por lo tanto, su no-distinción dentro

13
Tomás Moulian. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia Política Popular en las “grandes
alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones. Santiago. 1991. p. 288
14
Ibidem
del análisis simplificaría la infinidad de relaciones sociales que no se dan dentro de lo
político-institucional. No sólo negaría u ocultaría a los actores sociales, sino que adulteraría
“la real dinámica histórica”15

“Ha sido necesario, también, administrarlo de manera tal que las ideas “G” (o sea, los
valores superiores que articulan políticamente la nación) sean públicamente concebidas,
internalizadas y preservadas como totalidades homogéneas, indivisibles, únicas e
inalterables”16. Esta idea refleja la conspiración ideológica que existiría dentro de las clases
dominantes, sus dirigentes e intelectuales, por hegemonizar las ideas “G”. Para Moulian,
más que una confabulación del interés de una clase, este sería sólo la conformación
histórica de Chile, desde las particularidades que representarían estos grupos, y que por lo
tanto, serían prácticas cargadas de historicidad. En este sentido, el Estado sería algo más
que un instrumento de una clase para dominar y castrar a otra clase, representaría además
una “internalización simbólica”. Esto quiere decir, que el Estado este presente en el alma de
la nación, y por lo tanto del pueblo, ya que este ha sido capaz de darle a Chile estabilidad, o
sea, “capacidad productiva del Estado en la constitución de la cultura”17. Moulian señala
que a través de reformas, y no de rebeliones, el pueblo ha logrado institucionalizarse a
través de los aparatos del Estado, alcanzando acuerdos políticos.

Dentro del debate establecido por los intelectuales, existe un último elemento en la obra de
Salazar que rechazan: La ciencia popular. Para el autor se hace necesario e indispensable la
creación de una ciencia que surja del pueblo, de sus propias experiencias y frustraciones, y
que rescate las ideas particulares (ideas “P”. En el terreno de las universalidades, las ideas
“P” deben ganar el terreno adquirido por las ideas generales. A esta idea sustancial dentro
de la teoría de Salazar. Surgen algunas críticas. En primer lugar, la creación de una ciencia,
sea cual fuese su especificidad, habla de un orden, de una lógica, y como lo dice Moulian,
de una cultura. Al institucionalizar el conocimiento popular, Salazar estaría renunciando a
su idea original de que los movimientos populares debían mantenerse al margen de lo

15
Ídem
16
Gabriel Salazar. Violencia ... p. 26
17
Tomás Moulian. Debate en torno...p. 289
oficial. Además, como lo subraya el autor del artículo, “¿qué es una ciencia de la
particularidad si el puro acto de nombrar implica una abstracción generalizante?”18.

Conclusión y Reflexiones Finales

La aportación de nuevos conceptos que entrega la Nueva Historia Social tiene un valor en
sí mismo. Primero, reconociendo que a través de su teoría y relato histórico re-instala al
movimiento popular dentro de una posición fundamental en el proceso histórico chileno.

18
Op. Cit. p. 290
Otorgándole una importancia, tanto a ellos como a sus acciones políticas populares 19,
otorgándoles una posición que la historiografía tradicional le había omitido. Además, que
entrega herramientas para comprender desde una mirada socio-histórica-filosóficas de las
acciones que ha desarrollado el pueblo por sus demandas sociales y de justicia. Por lo tanto,
ha esta no-respuesta del sistema el pueblo “revienta” demostrando toda su furia y “fiereza”,
atemorizando e inmovilizando a las clases dominantes. Más que una reivindicación
histórica trata de señalar los pasos a seguir y hacia donde se debe mirar, y que sujetos se
deben re-constituir para la concretización de una ciencia histórica más certera.

Segundo, es fundamental el aporte que realiza Gabriel Salazar al lenguaje de la historia,


entregando una teoría sobre ciertos procesos de la historia, que ciertamente enriquecen el
debate y la disciplina.

Sin embargo, y al margen de lo anterior, es oportuno señalar ciertas consideraciones sobre


algunos conceptos e ideas que el autor señala en su libro. La primera, tiene relación con los
actores históricos y su constitución como sujetos sociales. En este sentido, concuerdo
plenamente con la idea de Tomás Moulian, que plantea que el “bajo pueblo” es investido de
las categorías de trascendental y preconstituido. Salazar caería en las lógicas del
pensamiento marxista clásico, que en su construcción historiográfica, elevo a una categoría
mesiánica al proletariado. En este caso, el pueblo, se transformaría en un ser cargado más
de esencialismo que de historicismo. El “esencialismo” del pueblo, sería darle a este una
condición humana similar a la que el marxismo clásico le otorgo a la clase obrera,
ubicándose más cerca de las proposiciones básicas de la modernidad, y por lo tanto, del
“hombre kantiano”, y distanciándose de pensadores como Foucault, que en el caso del
Poder señala que este no tendría una propiedad exclusiva, sino que se entiende más como
una “estrategia”. “Hay que admitir en suma que este poder se ejerce más que se posee, que
no es el privilegio adquirido o conservado de la clase, sino el efecto de conjunto de sus
posiciones estratégicas...”20

19
Utilizando la categoría de Acción de Arendt “Actuar, en su sentido más general, significa tomar la
iniciativa, comenzar (como indica la palabra griega archein, comenzar, conducir y finalmente gobernar),
poner algo en movimiento.
20
Michel Foucault. Vigilar y Castigar nacimiento de la prisión. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 2006. p.
33
Lo segundo, tiene relación con el carácter de “verdad absoluta” que refleja su trabajo. El
autor se mueve dentro de dos lógicas, la verdad filosófica y la verdad científica 21. En este
sentido, creo que pierde legitimidad su teoría (no su construcción histórica) al buscar
reconocer sólo en el pueblo, en su ciencia y en sus acciones la verdad histórica.
Constantemente esta señalando que la única forma de conocer es la que tiene relación con
los movimientos populares, ellos señala, son los poseedores dela historicidad, los otros,
desde sus idearios o lógicas sólo representarían la dominación, la hegemonización y el
ahistoricismo de sus actos. El otro pierde sentido, ya que el sentido sólo se encuentra en el
pueblo. Más que una lucha de fuerzas por alcanzar el poder, el pueblo lo poseería, por el
sólo hecho de ser pueblo.

Para finalizar se puede señalar que la Nueva Historia Social pertenece a una etapa de
transición entre el pensamiento moderno y la posmodernidad. Por lo tanto, sus categorías se
ubicarían dentro de esta frontera teórica. Se arraiga en al marxismo clásico (moderno),
aunque proyectándose en un nuevo paradigma (posmoderno). sin embargo, esto no quiere
decir que su propuesta sea una simple re-definición de los conceptos que lideraron el
pensamiento histórico clásico de la Historia Social hasta 1973, más bien, podemos hablar
de una re-categorización, cargada de elementos del pasado, pero levantando hacía el
horizonte nuevos perspectivas y proyectos políticos. Un poco como actúa la historia, dentro
de su triple dimensionalidad, pasado-presente-futuro. La Nueva Historia Social representa,
por último, “fin al miedo a la historia”22

Bibliografía

• Arendt, Hanna. La Condición Humana. Cap. I, II, V.


• Burke, Peter. Formas de hacer Historia. Alianza Editorial. Barcelona. 1991.

21
Carlos Ossandon. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia Política Popular en las
“grandes alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones. Santiago. 1991. p. 291
22
Maximiliano Salinas. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia Política Popular en las
“grandes alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones. Santiago. 1991. p. 293
• Foucault, Michel. Vigilar y Castigar nacimiento de la prisión. Siglo Veintiuno
Editores. Argentina, 2006.
• Moulian, Tomás. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia Política
Popular en las “grandes alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones. Santiago.
1991.
• Ossandon, Carlos. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia Política
Popular en las “grandes alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones. Santiago.
1991.

• Salazar, Gabriel:
Violencia Política Popular: en las “grandes alamedas”. Edic. Sur. Santiago. 1990.
Labradores, Peones y Proletarios. LOM. Santiago. 2000.
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• Salinas, Maximiliano. Revista Proposiciones 20. Debate en torno a Violencia


Política Popular en las “grandes alamedas” de Gabriel Salazar. Sur Ediciones.
Santiago. 1991.
• Valderrama, Miguel. “Renovación Socialista y Renovación Historiográfica”.
F.C.S. Universidad de Chile. Santiago. 2001.

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