Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
1
Mijaíl Bajtín: La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François
Rabelais, p. 30.
Se pueden rastrear las bases de la noción del realismo grotesco hasta la
Antigüedad. Alejados de una posible teorización, estos hombres y mujeres
tuvieron una relación entrañable con la visión grotesca del mundo. Su cultura
estaba erigida a partir de una mirada que creaba lazos indestructibles con esta
cosmogonía.
El paso del tiempo propició la evolución del concepto hasta adquirir un matiz
abarcador que exponía el “universo casi ilimitado del sistema de imágenes
grotescas”3. De esta forma el realismo grotesco asume y desarrolla una nueva
carga de sentido.
2
Ídem, p. 31.
3
Ibídem, p. 30.
Las significaciones, que surgen a partir de la perspectiva grotesca
evolucionada, despliegan una gama de semas que muestran la conexión que
posee el realismo grotesco con la naturaleza, con el universo:
La risa popular, que estructura las formas del realismo grotesco, estuvo siempre
ligada a lo material corporal. La risa degrada y materializa. 6
Esos son los pilares sobre los que se construye la cultura cómica popular,
cimiento intrínseco de la cosmogonía carnavalesca. Gracias a este prisma el
diálogo con el mundo se realiza desde otra posición. Buscar la renovación
constante del ser humano y de su espacio, se convirtió en una manera de
percibir la realidad.
4
Ibídem, p. 19.
5
Ibídem, p. 20.
6
Ibídem, p. 21.
7
Ibídem, p. 21.
8
Ibídem, p. 22.
Los paradigmas creados con respecto a la relación entre el cuerpo y lo exterior
a él, se fundamentan en la idea del hombre perfecto. Esta manera aleja las
ideas de la imperfección humana y del renacimiento, propias del realismo
grotesco, a través del acercamiento a «lo bajo» y material. El cuerpo se
convierte en un sujeto aislado del elemento natural y de la esencia colectiva. La
manera de abordar las características corporales se enfoca en el énfasis de la
autonomía del ser humano. En consonancia, las descripciones alrededor de él,
tienen bien delimitadas las fronteras «que separan al cuerpo de los actos y
9
procesos intracorporales (absorción y necesidades naturales).»
9
Ibídem, p. 29.
individualismo asocial y proclamó que "la subjetividad es la verdad" (…); frente al
democratismo rusoniano, social, real, concreto, político, proclamó un culto místico
al folklore como originariedad misteriosa y pura, y en su concepción de la ironía
(categoría básica del romanticismo, como ha indicado Lukacs) fundamentó una
nueva aristocracia del espíritu, (…); frente a la fecunda contradicción rusoniana
entre el hombre civil y el hombre natural, reivindicó unívocamente "la analogía de
la naturaleza con el hombre y la del hombre con el cielo" (Novalis, Fragmentas);
frente al optimismo en la capacidad de la ciencia y de la conciencia del hombre,
puso de relieve las posibilidades del subconsciente en una mitificación obsesiva y
mágica del sueño, de la noche, del alma, de la muerte, y frente a la perspectiva del
desarrollo industrial, capitalista, antifeudal de Europa, se abanderó de una
nostalgia caballeresca medieval y buscó y encontró un compromiso político con las
fuerzas derrotadas por la Revolución.10
12
Ídem, p. 42.
13
Ibídem, p. 43.
14
Ibídem, p. 45.
Al llegar el romanticismo al Nuevo Mundo se desencadena un diálogo diferente
con el nuevo contexto. A partir de las proximidades creadas durante siglos de
intercambio cultural, la literatura, con el ánimo de ser mimesis de la realidad,
adopta una postura de profunda hibridación: logra conjugar los semas surgidos
de la confluencia de culturas heterogéneas. Sobre cómo se inserta el
romanticismo en Hispanoamérica José Miguel Oviedo expone: «Al comenzar el
siglo XIX, el predominio del neoclasicismo −proviene de las últimas décadas
del XVIII− continua, pero ahora traspasado por los primeros conatos y
anuncios de una nueva sensibilidad: la que provocará, más tarde en el siglo, la
15
gran eclosión del romanticismo.» El desarrollo cultural del Nuevo Mundo
estaría marcado por estas dos perspectivas. Este dilema se encargaría de
evidenciar la continua contradicción entre lo viejo, atado a formas y reglas
rígidas, y la posibilidad de un nuevo comienzo con horizontes sin explorar.
15
José Miguel Oviedo: Historia de la literatura hispanoamericana, tomo I, p. 337.
16
José Miguel Oviedo: Historia de la literatura hispanoamericana, tomo II, p. 13.
Gabriel García Marqués es uno de los escritores latinoamericanos que ha
sabido conjugar tradición con novedad. En un contexto que se define por la
innovación a partir del sincretismo entre culturas heterogéneas, este autor se
encarga, en cada una de sus obras, de ofrecer al lector una muestra de la
realidad desde diferentes ángulos. La angustia de las influencias no deja de
tentarlo por lo que la apropiación de imágenes y técnicas precedentes se
convierte, en su obra, en una forma de crear atmósferas únicas. Aunque la
historia de la literatura se ha encargado de resaltar los lazos que unen a esta
figura con el Boom latinoamericano y a su realismo mágico como centro de un
canon latinoamericano, existen otros elementos que llaman la atención en su
manera de hacer literatura.
« Alguien que nunca fue identificado había metido por debajo de la puerta un papel
dentro de un sobre, en el cual le avisaban a Santiago Nasar que lo estaban
esperando para matarlo, (…). El mensaje estaba en el suelo cuando Santiago
Nasar salió de su casa, pero él no lo vio, (…) ni lo vio nadie hasta mucho después
de que el crimen fue consumado. »18
17
Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada, p.1.
18
Ídem, p. 23.
El cuño de la predeterminación trágica evoluciona hasta el punto de ser
vaticinado por Luis Enrique, amigo de Nasar, en una especie de trance etílico:
La imagen más intensa que siempre conservé de aquel domingo indeseable fue la
del viejo Poncio Vicario sentado solo en un taburete en el centro del patio. Lo
habían puesto ahí pensando quizás que era el sitio de honor, y los invitados
tropezaban con él, lo confundían con otro, lo cambiaban de lugar para que no
estorbara, y él movía la cabeza nevada hacia todos lados con una expresión
errática de ciego demasiado reciente, contestando preguntas que no eran para él
(…), feliz en su cerco de olvido, (…).
19
Ibídem, p. 92.
Por tal razón la descripción del entorno expone características tristes y
tenebrosas:
(…) la luna estaba en el centro del cielo, (…), y en el fondo del precipicio se veía el
reguero de luz de los fuegos fatuos en el cementerio. Del otro lado se divisaban
los sembrados de plátanos azules bajo la luna, las ciénagas tristes y la línea
fosforescente del Caribe en el horizonte.
La quinta del viudo Xius, comprada por Bayardo para vivirla después de
casado, sirve de pretexto para exponer un mundo místico propio del
romanticismo. Una vez que los hechos se desencadenan y se rompen los lazos
entre los casados, la casa es abandonada y empiezan a desaparecer los
muebles. El viudo comienza a pensar que estos sucesos están protagonizados
por su mujer muerta que quiere recuperar sus pertenencias. Es entonces
cuando la muerte de la viuda acoge particularidades supraterrenales: «Pero
una noche se le ocurrió oficiar una misa de espiritismo para esclarecer el
misterio, y el alma de Yolanda Xius le confirmó de su puño y letra que en efecto
era ella quien estaba recuperando para su casa de la muerte los cachivaches
de la felicidad. »20
En el caso del delineado de los personajes hay dos que resaltan por su
constitución grotesca romántica: Bayardo San Román y Santiago Nasar. El
juego con la figura del diablo y sus capacidades ilimitadas se pone en práctica
en Bayardo. Su llegada es descrita como una completa incógnita: nadie sabe
quién es, ni de dónde viene. Con el avance de la narración salen a la luz otros
criterios alrededor del personaje que lo van definiendo como un ser rodeado de
una extraña aura: « (…) no solo era capaz de hacer todo, y de hacerlo muy
bien, sino que además disponía de recursos interminables» 21. Más adelante el
narrador expone el punto de vista que tenía su madre sobre él:
«Sólo mucho después de la boda desgraciada me confesó (…) que sus ojos de
oro le habían causado un estremecimiento de espanto.
20
Ibídem, p. 114.
21
Ibídem, p. 38.
–Se me pareció al diablo –me dijo−, pero tú mismo me habías dicho que esas
cosas no se deben decir por escrito.»22
Santiago Nasar es el personaje que aúna un mayor conjunto de rasgos desde
la visión romántica. Detalladamente, a lo largo de toda la obra el narrador nos
va refiriendo las diferentes miradas que incidieron sobre él antes, durante y
después de morir. El lector acaba construyendo, en su mente, una imagen
viviente de la muerte.
Su predilección por los disfraces, por dar estos la posibilidad de ser alguien
diferente, resalta una naturaleza grotesca. Detrás de la función de esconder el
cuerpo en artilugios se encuentra la idea del engaño, y no la idea de la
renovación y la alegría: «Santiago Nasar tenía un talento casi mágico para los
disfraces, y su diversión predilecta era trastocar la identidad de las mulatas.
(…) en cierta ocasión, una de ellas se vio repetida en otra con tal acierto, que
sufrió una crisis de llanto. »24 La idea de que el hombre oculte su cuerpo detrás
de un disfraz o una máscara, en la cultura primigenia cómico popular, era
motivo de inversión alegre; pero para el romanticismo esto solo engendra
miedo, tal como le ocurre al personaje de la mulata.
22
Ibídem, p. 39.
23
Ibídem, p. 21.
24
Ibídem, p. 88.
caminó hasta su casa aguantándose las tripas, « (…) y se derrumbó de bruces
en la cocina. »25
¡Santiago, hijo – le gritó−, que te pasa! / −Que me mataron, niña Wene – dijo.
Bibliografía
- Álvarez, Federico: « ¿Romanticismo en Hispanoamérica?», AIH. Actas
III, Centro Virtual Cervantes, (1968).
- Bajtín, Mijaíl: La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento.
El contexto de François Rabelais, Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2003.
- Dahl Buchanan, Rhonda: «El arte narrativo como exorcismo en “La
muerte de Alec” y “Crónica de una muerte anunciada”», Universidad de
Louisville.
- Duffy, Quinn: «La certeza de la incertidumbre: la fatalidad en Crónica de
una muerte anunciada», Boston University, Hipertexto 1, Invierno 2005,
pp. 102-104.
- García Márquez, Gabriel: Crónica de una muerte anunciada. Editorial La
Oveja Negra, 1981.
- Oviedo, José Miguel: Historia de la literatura hispanoamericana, 1. De
los orígenes a la Emancipación. Alianza Universidad Textos, 1997.
25
Ibídem, p. 156.
- _________________: Historia de la literatura hispanoamericana, 2. Del
romanticismo al modernismo. Alianza Editorial, 1997.
- _________________: Historia de la literatura hispanoamericana, 3. De
Borges al presente. Alianza Editorial, 2001.
- Ocampo, Ángel: «El romanticismo en la identidad latinoamericana»,
Revista Comunicación. Volumen 12, año 24, números 1 y 2, enero-
diciembre 2003.
- Peña Pérez, Juan Ramón: «El Romanticismo», Castelló, mayo de 2003.
- www.catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lhu/...cpa/capitulo2.pdf ,
Capítulo 2: «El movimiento romántico y sus conceptos estéticos».
- www.materialesdelengua.org/.../f_larra_romanticismo_caracteristicas.pdf
, Romeo, Ana y Lourdes Domenech: «El Romanticismo».