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TOMO II
Las Servidoras
TOMO II
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E-mail: ediciones@iveargentina.org
Dedicatoria, dedicatoria,
dedicatoria, dedicatoria,
dedicatoria.
Las Servidoras
PRÓLOGO
Santísima
Trinidad
1. LA VERDAD MÁS BELLA: DIOS ES UNO Y TRINO
3
cfr. Lc 1,35; Mt 3,16–17; Jn 14, 26; Mt 28,19.
4
cfr. Símbolos Apostólico (DH 1ss), Quicumque (DH 75), Niceno
(DH 125), Constantinopolitano I (DH 150), Toledo XI (DH 525), Letrán
IV (DH 800), Florencia (DH 1331ss); etc.
5
cfr. Catecismo de la Iglesia católica, n. 237. La Trinidad de
personas en Dios es un misterio estrictamente dicho, es decir, sólo
puede conocerse por Revelación Divina y la razón natural, aceptado
este dato revelado, no puede alcanzar evidencia intrínseca del
mismo. Es una nota teológicamente cierta, y la censura
correspondiente es «error en teología»; cfr. J. IBAÑEZ– F. MENDOZA, «La
fe divina y católica de la Iglesia», Editorial Magisterio Español (1978)
79.
Las Servidoras
a) es negada: por los judíos, por los mahometanos,
por los arrianos, por los ateos, por ciertos teólogos
progresistas como Piet Schoonemberg, por protestantes
como Bultmann, Robinson, etc. y todos sus seguidores.
b) es deformada: La verdad de la Trinidad fue
enseñada a nuestros primeros padres en la revelación
primordial. Al pecar se deformó la verdadera doctrina y, de
allí que haya muchísimas «caricaturas» de la Santísima
Trinidad porque de suyo, el hombre al no pensar como
corresponde acerca del misterio más grande del todo el
universo, ha de deformarlo aun incluso, cuando no crea en
él.
En la Antigüedad (y muchos se conservan actualmente)
creían en tres dioses entre los:
– Hinduistas: Vishnú – Shiva – Brahma6;
– Vedas: Mitra – Indra – Nasatya;
– Vikingos: Tyr – Nerthus – Odín7;
– Griegos: Zeus – Hera – Hermes8;
– Romanos: Júpiter – Juno – Vulcano (tríada capitolina) 9;
– Mayas: kinich Ahan (sol) – Quezalcoatl (o Kuculcán) –
Ixchel (o Luna);
– Egipcios: Osiris – Horus – Amman;
– Cabalistas: Kether – Chocmak – Binah10;
– Plotinianos: lo Uno – la Inteligencia – El alma del
mundo;
– En Proclo: esencia – proceso – retorno;
– Joaquín de Fiore: habla de la edad del Padre, la edad
del Hijo y la edad del Espíritu Santo (lo que sería una
6
cfr. KÖNIG, Diccionario de las Religiones, Editorial Herder
(Barcelona 1964) 199.
7
cfr. Ibidem, 584.
8
cfr. Ibidem, 609–610.
9
cfr. Ibidem, 1181.
10
JULIO MEINVIELLE, De la Cábala al progresismo, Editorial Calchaquí
(Salta 1970) 101.
suerte de Trinidad intrahistórica; de él se deriva la
transposición mundana del misterio de la Trinidad en
muchos pensadores11).
15
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre
la Iglesia «Lumen Gentium», 1.
16
S. CIPRIANO, De dominica Oratione, 23.
17
cfr. Ro 11,33–35.
18
cfr. JUAN PABLO II, exhortación apostólica post–sinodal «Pastores
Dabo Vobis», 35.
Las Servidoras
perpetúa su sacrificio, el Espíritu Santo, que es el que
hace, junto con las palabras de Cristo, posible la
transubstanciación del pan y del vino y que se haga el
ofrecimiento al Padre.
19
«Es en el misterio de la Iglesia, como misterio de comunión
trinitaria en tensión misionera, donde se manifiesta toda identidad
cristiana». JUAN PABLO II, exhortación apostólica post–sinodal «Pastores
Dabo Vobis», 12; cfr. Carta Encíclica «Christifideles Laici», 10–13.
20
«La identidad sacerdotal... como toda identidad cristiana, tiene
su fuente en la Santísima Trinidad». JUAN PABLO II, exhortación
apostólica post–sinodal «Pastores Dabo Vobis», 12.
21
«Los consejos evangélicos son... ante todo un don de la
Santísima Trinidad; la vida consagrada es anuncio de lo que el Padre,
por medio del Hijo, en el Espíritu, realiza con su amor, su bondad y su
belleza». cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática
sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 14; cit. Exhortación Apostólica
post–sinodal «Vita consecrata», 20.
22
cfr. JUAN PABLO II, Carta Encíclica «Redemptoris Missio», passim.
de los dos el Santo Espíritu;
cómo era al principio el Verbo
y era cerca de Dios mismo;
Dios era el Verbo, de Dios
cerca; y esto era en el principio;
cómo la primer persona
es sin ninguna23 y ha sido;
y que es por generación,
la segunda, que es el Hijo;
cómo la tercera es
(quiere entender atrevido)
por común espiración
de los dos Amor divino;
el ser Hijo y Padre eternos,
porque son correlativos;
y el Espíritu, aquel lazo
que en amor los tiene unidos.
23
es sin ninguna: no procede de otra.
Las Servidoras
pensó hallar su nombre escrito;
más solamente en la cruz
tuvo su rótulo Cristo.
–No estoy en vano –responde–,
que reducir solicito
el mar inmenso que ves
a este pequeño resquicio–.
Agustino le responde:
–No te canses, niño mío,
que es imposible agotar
el mar inmenso en los siglos.
–Pues lo mismo me parece
que hacéis vos, Padre –le dijo–,
porque es, saber lo que es Dios,
proceder en infinito;
que, como el mar océano
no es posible reducirlo
con esta cuenca a esta quiebra,
ni agotar su inmenso abismo,
así vos el mar de Dios
eterno y incircunscripto
con vuestro ingenio mortal,
aunque ingenio peregrino–.
Quedó Agustín admirado
y humildemente advertido
que «no fuera a Dios quien es,
si fuera Dios entendido».
Quiso al niño responder,
y no le halló cuando quiso,
desengañado que Dios
no cabe en mortal sentido.
Desde entonces escribió
que era más seguro asilo
el creer que el entender
que Dios se entiende en sí mismo24.
45
SÍNODO DE LOS OBISPOS, «Documento final de la II Asamblea
General Extraordinaria de 1985», L’Osservatore Romano 51 (1985)
780ss.
46
Por ejemplo, la diócesis de San Martín (Buenos Aires), con una
población de 713.000 católicos (92% de la población), tan sólo el
4,10% (33.556 personas) asiste a Misa los domingos. (cfr. Diario La
Nación, « La iglesia traerá sacerdotes polacos», 14 de abril de 1998,
sección Cultura, 11).
47
Este olvido de Dios es lo opuesto a lo deseado por el Magisterio.
El Sínodo de 1985 destaca la función de la liturgia como orientadora
del espíritu humano hacia lo divino, y señala a la vez, cuál debe ser la
actitud del hombre al participar de esa liturgia: «… la liturgia debe
fomentar el sentido de lo sagrado y hacerlo resplandecr. Debe estar
imbuida del espíritu de reverencia y de glorificación de Dios».
cfr. SÍNODO DE LOS OBISPOS, «Documento final de la II Asamblea General
Extraordinaria de 1985», L’Osservatore Romano 51 (1985) 780ss.
4. También respecto a la relación de Iglesia y
mundo
También podemos referirnos a la Constitución pastoral
«Gaudium et spes», que trata de la relación de la Iglesia
con el mundo en los distintos aspectos que hacen al
mundo contemporáneo.
Aquí, también, pareciera que algunos problemas se han
agravado. Por ejemplo, nota Juan Pablo II: «El número de
los que desconocen a Cristo aumenta constantemente,
más aun, desde el final del concilio, casi se ha duplicado» 48
. Es un desafío para nosotros que queremos ser
misioneros. En este campo podemos hablar sobre el daño
terrible que ha hecho a la misión esa teoría, más bien, ese
mito, el nuevo mito del «cristianismo anónimo». Y el mito
de la «salvación automática».
Por ejemplo, las falsas inculturaciones del evangelio,
que se convierten de hecho, en una renuncia al evangelio,
pretendiendo asumir una determinada cultura, como el
caso de Tissa Balasuriya49, como el caso de Anthony de
Mello50.
Los medios de comunicación social prácticamente no
solamente no tienen en cuenta a la Iglesia de Cristo, sino
que organizan a nivel internacional campañas en contra
del Papa, objetivo predilecto de toda la prensa amarilla, y
en contra del sacerdocio y de la vida consagrada.
48
cfr. JUAN PABLO II, Carta encíclica sobre la permanente validez del
mandato misionero «Redemptoris Missio», 3.
49
El p. Tissa Balasuriya, O.M.I. (Oblatos de María Inmaculada), fue
excomulgado por la Congregación para la Doctrina de la fe el 2 de
enero de 1997. Dicha congregación, luego de analizar el libro María y
la liberación humana, declaró que el mencionado sacerdote se «había
desviado de la integridad de la verdad de la fe católica, y por lo tanto,
no podía ser considerado un teólogo católico». La declaración
también mencionaba que el sacerdote había incurrido en las
sanciones previstas por la ley: excomunión latae sententiae, que al
retractarse le fuera levantada. cfr. L’Osservatore Romano 2 (1997)
24.
50
Los escritos del P. Anthony de Mello, S.J., fueron declarados
«incompatibles con la fe católica»; cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA
DE LA FE, Notificación sobre los escritos del padre Anthony de Mello
(del 24 de junio de 1998), L’Osservatore Romano 35 (1998) 481.
Y así, la Iglesia que tendría que incidir en el mundo
pareciera que no muerde la realidad, no evangeliza.
Tenemos escuelas católicas con el cartelito de «católica»;
pero resulta que de ahí salen ateos, como salió el Che
Guevara de los betharramitas, como salió Fidel Castro de
los jesuitas... Es la realidad. Esta ausencia de testimonio
evangélico sucede también en las Universidades católicas.
¿Dónde está la dirigencia católica que tendría que tener
este país, de los egresados de las universidades católicas?
En Ruanda, después de cien años de evangelización, se
han matado entre sí en un espantoso genocidio tribus que
son cristianas: los hutus y los tutsis son cristianos. Es un
fracaso de la evangelización, producto de la pastoral
nominalista, salvo los ejemplos heroicos.
¡Qué hablar del tema de la injusticia social!: mucho se
habla de los pobres, y resulta que se va agrandando cada
vez más la diferencia entre los ricos y los pobres. Cada vez
hay ricos más ricos y pobres más pobres. Y como decía un
pastor protestante: «Pareciera que desde que la Iglesia ha
hecho la opción preferencial por los pobres, los pobres han
hecho la opción preferencial por las sectas».
Jesucristo
Capítulo 1
El Verbo Encarnado
53
DH 125.
Las Servidoras
Así, cuando nos preguntan qué hacemos para tener
vocaciones están preguntándonos que tipo de propaganda
vocacional realizamos. No entienden que el tener
vocaciones es de Dios: No sois vosotros los que me
elegisteis, sino Yo quien os he elegido (Jn 15,16). Esto es
de fe; no reconocer eso es en definitiva no tener fe en
Jesucristo. Aquí podemos poner el caso concreto de alguna
religiosa que no ame los sufrimientos, ni las humillaciones:
la pobre vivirá quejándose voluntariamente sencillamente
porque no tiene fe. Si pedimos al Señor que nos demos
cuenta del porqué de la Cruz, llegaremos a gozar de la
alegría de la Cruz.
2. DISOLUCIÓN DE LA ENCARNACIÓN
I
Nos encontramos celebrando el misterio central de
nuestra fe, que es la Encarnación del Verbo. Este misterio
no solamente da nombre a nuestra pequeña familia
religiosa, sino que, por lo menos es nuestra pretensión, de
él queremos nutrirnos en su contemplación para
desarrollar, para nosotros y para nuestros hermanos, las
enormes virtualidades que contiene.
II
Quienes más negaron la verdad de la Encarnación –
pues negar la unión hipostática es negar la Encarnación–,
fueron Nestorio y Teodoro de Mopsuestia, su antecesor.
Los cuatro errores principales que sostuvieron respecto de
la verdad de la Encarnación son los siguientes:
1º error: «El hijo de María es distinto del Hijo de Dios;
luego hay en Cristo dos personas, la divina y la humana».
Error que no solamente es de aquella época. En nuestro
tiempo, varios han caído en este error.
Por ejemplo, según dicen los obispos argentinos en el
Suplemento a la Biblia Latinoamérica 54, en la X edición de
la «Nueva Biblia Latinoamericana», 1976, se afirma: «No
cabe lugar para dos padres [para Jesús], porque Jesús, que
nace de María como persona humana, es Hijo Único del
Padre, nacido de Dios desde la eternidad» 55 (en la página
5 del Nuevo Testamento) y, también: «El día en que
[Jesús] resucite de entre los muertos, su persona humana
será renovada, ampliada, llena de energías diversas» (en
página 84 del Nuevo Testamento). También en la llamada
«Biblia de Puebla» se habla de «la persona humana de
Jesús».
54
Editorial Claretiana (Buenos Aires 1979).
55
Editorial Claretiana (Buenos Aires 1979) 18.
Las Servidoras
Asimismo en autores como Larrañaga, quien en la
primera edición de «El Silencio de María» escribía: «La
doctrina invariable de la Iglesia enseña que Jesucristo, en
cuanto persona humana, fue engendrado verdaderamente
por una madre humana...»56. ¡Jamás fue doctrina
invariable de la Iglesia esto! ¡Es un espanto! Justamente
Nuestro Señor no tiene persona humana. La única
persona de Cristo es la persona divina. Fue engendrado
verdaderamente por el Padre desde toda la eternidad.
Sigue diciendo: «El Verbo pudo haberse encarnado, por
ejemplo, identificándose consubstancialmente, en un
momento determinado, con una persona adulta» 57. ¡Pero
esa persona adulta, ya es una persona humana! ¡Otro
absurdo! Agrega: «En María se identificaron,
consubstancialmente, la humanidad y la divinidad. La
persona humana, ella sola, no es todavía la persona de
Cristo; la persona del Verbo Eterno, tampoco es todavía la
persona de Jesucristo. Cuando ambas realidades se
identificaron en lo que llaman unión hipostática, entonces
tenemos la persona de Jesucristo. Existió, pues, un
proceso personificador. Y este proceso se llevó a cabo en
el seno de María. Podríamos decir que, simultáneamente,
la humanidad asumió la divinidad, y la divinidad asumió la
humanidad...»58. ¡Eso es otro espanto! ¿Cómo la
humanidad va a asumir la divinidad? ¡Ni haciendo fuerza
toda la humanidad junta – la que fue, la que es y la que
será– puede tener poder para asumir la Divinidad! Y más
adelante: «El Verbo es, ante todo, una persona divina, que
llega a poseer una naturaleza humana, y en segundo
lugar, es una persona humana, en posesión de la
divinidad»59. Esto es neo– nestorianismo. Es un gravísimo
error que acarrea consecuencias más graves aun en la
obra de la Redención: si en Cristo hay dos personas –
como lo afirma el autor mencionado–, el Verbo no se
hizo carne y sólo murió una persona humana en la
cruz por nuestros pecados. Y aun estaríamos con
56
cfr. IGNACIO LARRAÑAGA, El silencio de María, Ed. Paulinas,
CEFEPAL, (Santiago de Chile 1977) 174.
57
Ibidem. 174.
58
Ibidem. 175–176.
59
Ibidem. 177.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
60
cfr. «Si puede hablarse de “hipóstasis divino–humana” de
Jesucristo», Revista Gladius, XVIII, 1990, 81y ss.
Las Servidoras
reparten entre dos personas, sino que se refieren al
mismo Señor Jesucristo (1Cor 8, 6).
4º error: «María no es Madre de Dios sino Madre de
Cristo». Por eso cuando salieron los Padres del Concilio de
Éfeso, el pueblo les preguntó qué habían decidido y al
escuchar «Theotokos» (Madre de Dios) llevaron en andas a
los Padres conciliares, porque tenían la misma fe en la
maternidad divina de María.
III
Vamos a ver rápidamente tres textos, nada más, textos
breves de la Sagrada Escritura en la cual podemos
ilustrarnos y debemos ilustrarnos en esta verdad de la
única persona divina de Cristo.
61
cfr. Ex 6,2.
62
cfr. Jr 29,30.
63
cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Contra Gentiles, IV,34.
Las Servidoras
antes que todo y todo subsiste en Él. Él es el principio, el
primogénito de entre los muertos, etc. (Col 1,16–18).
¿Qué debemos decir aquí? Debemos decir dos cosas
también. En primer lugar, los pronombres se refieren a la
persona: nadie dirá «yo corro», si está corriendo otro; o
«yo duermo» si es otro el que duerme. Cuando nuestro
Señor dice: antes que Abrahám naciese, yo era (Jn 8,58),
se refiere así a su persona, que era antes de Abrahám,
porque su persona es persona divina, preexiste a
Abrahám, preexiste incluso a la creación del mundo, existe
desde toda la eternidad. Y por eso puede decir: Yo –se
refiere a su persona– y el Padre somos una sola cosa (Jn
10,30). Es evidente que la persona de aquel hombre que
habla es la misma persona del Hijo, el Verbo de Dios. En
segundo lugar, los nombres, como los pronombres,
también indican una misma persona. En el texto que
hemos visto se dice: en Él fueron creadas todas las cosas,
ciertamente que se refiere al Verbo de Dios en cuanto
Dios; y cuando dice: Él es el primogénito de entre los
muertos pertenece a Cristo en cuanto hombre. Luego el
Verbo de Dios y Cristo hombre, son una sola persona y lo
que se diga de aquel hombre conviene que se diga del
Verbo de Dios y viceversa.
IV
De esta verdad central de nuestra fe se derivan
enormes consecuencias que hacen no solamente a la
espiritualidad del hombre, sino hacen a la misma
civilización de la humanidad. Es curioso: por ejemplo, el
Museo de Taipei tiene una sala muy grande donde aparece
la historia de la humanidad en gráficos, en fotos, etc. y
donde comparan la cultura china con la cultura occidental.
Ahí se puede apreciar claramente que el arte chino no
evolucionó, en cambio el arte occidental sí, de manera
particular luego de la Encarnación del Verbo.
1. Unirse a su Persona
Cuando conocemos a alguien, conocemos su exterior,
su cara, su rostro, vemos su cuerpo; pero no vemos su
alma, no vemos «su persona», pero sin embargo lo más
importante es «su persona».
Nos damos cuenta de cómo es esa alma, de cómo es
esa persona, a través de sus actos, de lo que hace, de lo
que habla, cuando vemos sus virtudes.... y recién después
podemos decir que lo conocemos; de manera similar
sucede con Jesucristo.
Muchas veces, lamentablemente, el conocimiento que
se tiene de Jesucristo es un conocimiento superficial, de
afuera, es cáscara, es barniz. Creemos que conocemos a
Jesucristo porque desde chiquitos aprendemos a
distinguirlo al ver un crucifijo, pero mientras no lleguemos
a su alma, a su corazón, mientras no lleguemos a «su
Persona», no lo conocemos realmente.
Conocerlo significa que puedo dar razón de la pregunta:
¿quién es Jesucristo? Jesucristo es el Hijo de Dios hecho
hombre, y que es Hijo de Dios quiere decir que es la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Por lo tanto
unirme a su Persona quiere decir unirme a la Segunda
Persona de la Santísima Trinidad; unirme a su Persona es
poder dar una respuesta convincente, por estar yo
primeramente convencido de qué hizo Jesucristo, de cuál
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
2. Tener su espíritu
No basta una unión exterior, ni siquiera basta el
cumplimiento externo de determinados ritos o de
determinadas obras, sino que hay que tener su espíritu.
Pocas palabras hay en la Sagrada Escritura tan graves
como aquellas del apóstol San Pablo en la carta a los
Romanos: El que no tiene el espíritu de Cristo, ese no es
de Cristo (8,9). Puedo venir de una familia muy católica,
puedo ser de un ambiente, de una sociedad muy cristiana,
puedo haber recibido todos los sacramentos habidos y por
haber, puedo conocer de memoria el Evangelio y toda la
Biblia, pero si no tengo el espíritu de Cristo, no soy de
Cristo. Hay que tener su espíritu, por eso el Apóstol insiste
Llenaos del Espíritu Santo (Ef 5,18).
Y, ¿cómo sé si tengo el espíritu de Cristo? Sé si tengo el
espíritu de Cristo, en tanto y en cuanto vea en mí los
frutos del espíritu.
Y, ¿cuáles son los frutos del espíritu?
Lo dice San Pablo en la Carta a los Gálatas Los frutos
del espíritu son caridad, gozo, paz, longanimidad,
afabilidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (5,22).
Ese espíritu es el mismo reino de Dios, como también dice
el Apóstol en la carta a los Romanos El reino de Dios es
justicia, paz, y gozo, alegría en el Espíritu Santo (14,17).
Por eso, los que son movidos por el Espíritu Santo, son
hijos de Dios.
3. Asimilar su doctrina
Las Servidoras
Recordamos este año que el Verbo se hizo Carne. Y así
como el Verbo se hizo carne en Jesucristo, el Verbo
también – por así decirlo– se hizo letra en los Evangelios,
porque quiso dejarnos documentos escritos, que nos
transmiten los Apóstoles y la Iglesia, por la cual, de una
manera verdadera, nos llega la verdad cierta acerca de
Jesucristo.
Lo cual nos obliga a conocerlo para saber defender su
doctrina, porque como decía Juan Pablo I, «Hoy de la fe
sólo se tiene lo que se defiende». 64 Esto ayer lo recordaba
el Papa, en Tor Vergata, a la noche. Quiso dejar a los
jóvenes un regalo, para que puedan ser los cristianos del
tercer milenio: el Evangelio. Y les decía: «La Palabra que
contiene es la Palabra de Jesús. Si la escucháis en silencio,
en oración, dejándoos ayudar por el sabio consejo de
vuestros sacerdotes y educadores con el fin de
comprenderla para vuestra vida, entonces encontraréis a
Cristo y lo seguiréis, entregando día a día la vida por Él».
Asimilar la doctrina de Jesucristo, es llegar a comprender
lo que es el corazón del Evangelio, lo que son las
Bienaventuranzas. Comprender el corazón del Evangelio
es comprender aquello que es diametralmente opuesto a
lo que el mundo quiere. Así, por ejemplo:
– El mundo reclama riquezas: Jesús dice:
Bienaventurados los que tienen alma de pobres (Mt 5,3).
– El mundo busca vengarse: Jesús dice:
Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra (Mt
5,4).
– El mundo tiene hambre y sed de cosas materiales;
Jesucristo dice: Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia (Mt 5,5).
– El mundo no perdona; Jesús dice: Bienaventurados los
misericordiosos (Mt 5,6).
– El mundo vive en los excesos, y en la idolatría de la
carne y del sexo; Jesús dice: Bienaventurados los puros
(Mt 5,7).
64
ALBINO LUCIANI, Ilustrísimos Señores (Madrid 1978) 93.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
65
cfr. Revista AICA, del 30 de abril de 1997.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
67
cfr. Mt 16,18.
68
cfr. Mt 13,25ss.
Las Servidoras
uno tiene libertad. Si uno viese que todos son santos,
entonces uno estaría forzado a seguirlo a Jesucristo. Y no
es así: vemos en el Colegio Apostólico: estuvo Judas. ¡Trigo
y cizaña! Y será así hasta el fin de los tiempos, y el que
piense otra cosa, es un utópico. No existe la Iglesia de los
solos buenos. La Iglesia es santa porque el principio, los
medios y el fin son santos. Pero la Iglesia tiene en su seno
a pecadores que somos nosotros. Por eso tenemos que
rezar el «yo pecador» al comienzo de cada Misa, por eso
tenemos que confesarnos a menudo; no somos ángeles,
nacimos con el pecado original, cometemos muchos
pecados todos los días, el justo peca siete veces al día (Pr
24,16). Y justamente ver el mal en la Iglesia, que es una
de las tentaciones más grandes que puede tener el
cristiano, nos tiene que llevar a nosotros a tener más fe en
Jesucristo, porque Él ya lo profetizó, lo dijo hace dos mil
años: ¡Habrá trigo y cizaña!
Y, ¿qué es lo que tenemos que hacer nosotros? Trabajar
para ser trigo. Me dijo una vez un periodista, en un
reportaje por televisión: «Ah, yo sería católico, o la gente
dice que sería católica, pero resulta que los que van a Misa
son malos, son injustos, no pagan esto, no hacen lo otro,
etc.». Le dije: «Mirá, entre los Doce, hubo uno, eso
significa el 8,33%, lo cual, hablando en plata, en estos
momentos, en que somos más de mil millones de
católicos, significa que, por lo menos –porque no vamos a
ser más que Jesucristo–, tiene que haber 86 millones de
falsos católicos. Vos trabajá para no ser uno de ellos».
Entonces dijo: «Bueno, vamos a una tanda publicitaria...».
4. NEGACIÓN DE LA ENCARNACIÓN
I
La negación de la Encarnación de Cristo por parte de
los que no creen es una realidad sobre la que nos advierte
la Sagrada Escritura, y que ya ocurría en los tiempos
apostólicos:
Muchos seductores han salido al mundo, que no
confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el
Seductor y el Anticristo (2Jn 7).
Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a
venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han
aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la
última hora. Salieron de entre nosotros; pero no eran de
los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían
permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de
manifiesto que no todos son de los nuestros (1Jn 2,18–19).
¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el
Cristo? Ese es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien
confiesa al Hijo posee también al Padre (1Jn 2,22–23).
Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino
examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos
falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en
esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a
Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que
no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo.
El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en
el mundo (1Jn 4,1–3).
Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene
que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el
Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo
que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el
extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y
proclamar que él mismo es Dios... Porque el misterio de la
impiedad ya está actuando (2 Tes 2,3–4.7).
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
II
De manera parecida, se hacían estas mismas
consideraciones en la época de los Santos Padres. Por
ejemplo, decía San Agustín comentando el anteúltimo
texto: «...“Todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino
en carne, es de Dios”. ¿Luego también es de Dios el
espíritu que se halla en los herejes, si confiesan que
Jesucristo vino en carne? Puede suceder que se levanten
contra nosotros y digan: Vosotros no tenéis el Espíritu de
Dios; nosotros confesamos que Jesucristo vino en carne.
San Juan dijo que no tienen el Espíritu de Dios aquellos
que no confiesan que Jesucristo vino en carne. Pero
pregunta a los arrianos; confiesan que Jesucristo vino en
carne. Pregunta a los eunomianos; confiesan que
Jesucristo vino en carne. Pregunta a los macedonianos;
confiesan que Jesucristo vino en carne. Pregunta a los
catafrigas; confiesan que Jesucristo vino en carne.
Pregunta a los novacianos; confiesan que Jesucristo vino
en carne. (Como si ahora nosotros dijésemos: Pregunta a
los de la Asamblea de Dios; confiesan que Cristo vino en
carne. Pregunta a los Testigos de Jehová; confiesan que
Jesús vino en carne; Pregunta a los de la Iglesia de
Filadelfia; confiesan que Jesús vino en carne. Pregunta a
los de la Iglesia Universal; confiesan que Jesús vino en
carne. Pregunta a los del Pastor Jiménez; confiesan que
Jesús vino en carne. Pregunta a...) ¿Todos estos herejes
tienen el Espíritu de Dios? ¿No son falsos profetas? ¿No
hay allí engaño alguno? ¿No hay allí seducción? Sin duda
son anticristos, que salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros.
Luego, ¿qué haremos? ¿Cómo distinguiremos? ...Oísteis
antes que dijo: Quien niega que Jesucristo vino en carne,
éste es Anticristo; y allí preguntábamos quién lo negaba,
porque ni nosotros ni ellos lo niegan. Y vimos que algunos
lo negaban con los hechos; y adujimos el testimonio del
Apóstol, que dice: Confiesan que conocen a Dios, pero le
niegan con los hechos. Luego así también ahora
preguntamos por los hechos, no por las palabras. ¿Cuál es
Las Servidoras
el espíritu que no es de Dios? El que niega que Jesucristo
vino en carne. ¿Qué espíritu es de Dios? El que confiesa
que Jesucristo vino en carne. ¿Quién es el que confiesa
que Jesucristo vino en carne? Ea, hermanos, atendamos a
las obras, no al ruido de la lengua. Preguntemos por qué
vino en carne Jesucristo, y hallaremos quiénes son los que
niegan que vino en carne. Si das oídos a la lengua, has de
oír que muchas herejías confiesan que Cristo vino en
carne; pero la verdad les convence de mentira. ¿Por qué
Jesucristo vino en carne? ¿No era Dios? ¿Acaso no se
escribió de Él: En el principio era el Verbo, y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios? ¿Acaso no
alimentaba y alimenta a los ángeles? ¿Por qué vino en
carne? Porque convenía que se nos mostrase la esperanza
de la resurrección. Era Dios y vino en carne. Dios no podía
morir; la carne sí; por eso vino en carne, para morir por
nosotros. ¿De qué modo murió por nosotros? Nadie tiene
mayor caridad que quien da la vida por sus amigos. La
caridad fue la que lo condujo a la muerte. Luego,
quien no tiene caridad niega que Jesucristo vino en
carne. Ahora pregunta ya a todos los herejes si Cristo vino
en carne. Y dirán: Vino, lo creo y lo confieso. Precisamente
lo niegas en absoluto. ¿Cómo es que lo niego? Bien oyes
que lo afirmo. Pues yo te demuestro que lo niegas. Lo
dices con la boca, lo niegas con el corazón; lo dices
con palabras, lo niegas con hechos. ¿De qué modo me
dices que lo niego con los hechos? Porque Jesucristo vino
en carne para morir por nosotros. Y murió por nosotros,
demostrando inmensa caridad: Nadie tiene mayor caridad
que quien da la vida por sus amigos. Tú no tienes caridad,
porque por tu gloria divides la unidad de Cristo. Luego de
aquí discernid el espíritu que es de Dios. Pulsad, tocad los
vasos de barro, no sea que estén rotos y suenen mal; ved
si suenan perfectamente; ved si allí hay caridad. Te
separas de la unidad de toda la tierra, divides la Iglesia por
el cisma, desgarras el cuerpo de Cristo. El vino en carne
para congregar, tú gritas para esparcir. Luego tiene el
Espíritu de Dios aquel que dice que Jesús vino en carne; el
que lo dice no con la lengua, sino con los hechos; el que lo
dice no clamando, sino amando. (Niega a Cristo, de hecho,
el hereje, el cismático, el que no está con Pedro y bajo
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
III
A pesar del reciente gran Jubileo del año 2000, en el
cual recordamos solemnemente el misterio de la
Encarnación del Verbo, a pesar de la nueva toma de
conciencia que ello significó, a pesar del número
multitudinario de personas que se involucraron en el
mismo, sin embargo, hoy día, la negación de la
Encarnación es una dolorosa realidad palpable.
Recientemente ha enseñado el Papa 71 escribiendo a los
dominicos: «... Una de las primeras tareas asignadas
a vuestra Orden, desde su fundación, fue la
proclamación de la verdad de Cristo como respuesta a
la herejía albigense, una nueva forma de la recurrente
herejía maniquea contra la que el cristianismo ha
combatido desde el principio. Su idea central es el
rechazo de la Encarnación, al negarse a aceptar que
el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros ...
lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14). Para responder a
esta nueva forma de la antigua herejía, el Espíritu Santo
suscitó la Orden de Predicadores, hombres que se
deberían destacar por su pobreza y su movilidad al
servicio del Evangelio, contemplando incesantemente
la verdad del Verbo encarnado en la oración y en el
70
SAN AGUSTÍN, Exposición de la Epístola a los Partos, VI, 13; trad.
española de la BAC, p. 291–294. Paréntesis nuestros.
71
JUAN PABLO II, «Mensaje con motivo del capítulo general de la
Orden de los Frailes Predicadores», 28 de junio de 2001. Los
paréntesis y el resaltado son nuestros.
Las Servidoras
estudio, y transmitiendo a los demás los frutos de
esa contemplación a través de su predicación y de
su enseñanza. Contemplata aliis tradere72: el lema de la
orden se convirtió en su gran estímulo a la acción, y así
sigue siendo todavía hoy...
No cabe duda de que las antiguas aflicciones del
corazón humano y los grandes errores no mueren jamás,
sino que se mantienen en letargo por un tiempo y luego
vuelven a aparecer bajo otras formas. Por eso hace falta
siempre una nueva evangelización, como la que el Espíritu
Santo pide realizar a la Iglesia actualmente». (Siempre es
necesaria una nueva evangelización y, en primer lugar, en
nosotros mismos. Cuando el sacerdote o el laico deja de
evangelizarse a sí mismo comienza la relajación, que
puede llegar al escándalo). «Vivimos en un tiempo
caracterizado, a su manera, por el rechazo de la
Encarnación. Por primera vez desde el nacimiento
de Cristo, acontecido hace dos mil años, es como si
él ya no encontrara lugar en un mundo cada vez
más secularizado. No siempre se niega a Cristo de
manera explícita; muchos incluso dicen que admiran
a Jesús y valoran algunos elementos de su
enseñanza. Pero él sigue lejos: en realidad no es
conocido, amado y obedecido; sino relegado a un
pasado remoto o a un cielo lejano.
Nuestra época niega la Encarnación de muchos
modos prácticos, y las consecuencias de esta
negación son claras e inquietantes». (Como no puede
ser de otra manera, la negación de la Encarnación se ve,
sobre todo, en el rebajamiento del ser humano).
1. «En primer lugar, la relación individual con
Dios se considera como exclusivamente personal y
privada, de manera que se aparta a Dios de los
procesos por los que se rige la actividad social,
política y económica». O sea, en la manifestación
pública del hombre en su actividad social, política y
económica, formas de negación de la Encarnación son el
liberalismo salvaje, el marxismo, la tecnocracia, el laicismo
72
Transmitir lo contemplado.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
73
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», 22.
74
cfr. Ga 4,3.
Las Servidoras
juicio el mismo concepto de verdad. La fe y la razón,
al empobrecerse recíprocamente, se separan,
degenerando respectivamente en el fideísmo y en el
racionalismo75». El hombre se hace esclavo de su
capricho subjetivo y de la dictadura del relativismo. La
imagen de este relativismo puede ser el talk show de
Mariano Grondona: «Vos que sos prostituta, ¿qué nos
podés decir del sexo?... Vos que sos gay, ¿qué nos podés
decir?... Vos que sos lesbiana, ¿qué pensás del amor?...
Vos que sos travesti, ¿qué opinás del aborto?...». Y al final,
liberalmente, todos tienen razón. Esos liberales se
esclavizan a la dictadura del rating y del relativismo. Todo
es lo mismo: «Nada es verdad ni es mentira, todo es
según el cristal con que se mira». Ese es su credo.
Así al hombre no le interesa la verdad. No le interesa la
realidad extramental y lo eyecto fuera de él, por sobre él y
superior a él: «La verdad la hago yo, que soy la medida de
todas las cosas». Ese es el resumen de sus vidas.
5. «Ya no se aprecia ni se ama la vida; por eso
avanza una cierta cultura de la muerte, con sus
amargos frutos: el aborto y la eutanasia». Y en la
contracepción y antinatalismo, en la clonación, en el
divorcio, en el suicidio generalizado, en el homicidio de los
inocentes, en la muerte del alma al no recurrir a la gracia
que dan los sacramentos (Y así los hombres y mujeres
viven como animales sin sacramentos: no se confiesan, no
comulgan, no van a Misa los domingos, no reciben la
unción de los enfermos, no se casan por la Iglesia...). Se
hace cualquier cosa con tal de destruir la imagen divina
del matrimonio y la familia, y la dignidad del trabajo
humano.
6. «No se valora ni se ama correctamente el
cuerpo y la sexualidad humana; de ahí deriva la
degradación del sexo, que se manifiesta en una ola
de confusión moral, infidelidad y violencia
pornográfica». Se empuja a los hombres y mujeres a
toda forma de desborde sexual patológico: pederastia,
travestismo, sadismo, masoquismo... la pornografía que lo
75
cfr. Juan Pablo II, Carta Encíclica «Fides et Ratio» 48.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
IV
En este sentido recordaba recientemente el Cardenal
Joseph Ratzinger: «El mundo tiene sed de conocer, no
nuestros problemas eclesiales, sino el fuego que Jesús
76
La división y numeración de párrafos es nuestra.
trajo a la tierra77. ... El problema central de nuestro tiempo
es que la figura histórica de Jesucristo ha sido vaciada de
su sentido. Un Jesús empobrecido no puede ser el único
Salvador y mediador, el Dios con nosotros: Jesús es
reemplazado con la idea de los “valores del reino” y se
convierte en esperanza vacía. Tenemos que regresar con
claridad al Jesús de los Evangelios, ya que sólo Él es el
auténtico Jesús histórico78»79.
V
Reafirmemos nuestra fe en Jesucristo.
Sepamos decirle con obras y de verdad: Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16).
cfr. Lc 12,50.
77
cfr. Jn 6,68.
78
79
CARD. RATZINGER, «Intervención en la X Asamblea general
ordinaria del Sínodo de los Obispos», 6 de octubre de 2001; cfr.
L’Osservatore Romano (19 de octubre de 2001).
Corazón de María; y precisamente ese día está fechado el
documento tan importante sobre la vida religiosa,
«Redemptionis donum».
No era que nosotros hayamos podido elegir la fecha,
sino que la fecha salió de toda una serie de tires y aflojes
que hubo ya antes de comenzar, de dificultades que
ponían para el comienzo del Seminario y de la experiencia
de vida religiosa; y, de manera providencial, comenzamos
en un día como hoy.
Nosotros teníamos muy en claro muchas cosas; por
ejemplo, no íbamos a dar batalla por la sotana. ¡No!, esas
son escaramuzas; no es la gran batalla, ¡ni de lejos!
Recordábamos que Don Orione, cuando le impuso la
sotana a un sacerdote argentino, uno de los primeros que
él llevó a Italia, le dijo: «dentro de poco los curas se la van
a sacar». Eso no es materia para dar una batalla.
Tampoco era restaurar el latín en el «universo mundo».
No nos dan las fuerzas ni las capacidades. ¡Si apenas
sabemos decir en latín «Kyrie eleison»!, como dijo el
hermano N.N. en una oportunidad (risas del Padre y del
auditorio porque la expresión es griega y no latina).
Tampoco era el sueño de la restauración de la Edad
Media, con lucha de torneos y doncellas (risas del
auditorio), castillos y novelas de caballería, y afeitarse con
navaja... ¡tch! ¡no! Nuestros sueños, nuestras ilusiones, no
llegaban ahí. Más aun, consideramos que si alguno tiene
ese intento es un proyecto que va al muere, porque nunca
se puede –por así decirlo– resucitar una situación histórica
determinada que ya pasó. Ahora hay luz eléctrica: ¡no
vamos a abolir la luz eléctrica!
Pero sí, nuestra idea clara era formar jóvenes que
tuviesen en claro que ¡el Verbo se hizo carne!
¿Y por qué eso? Porque entendíamos con claridad –
dentro del claro oscuro de la fe– que eso era lo central de
la fe y que por eso sí, ¡vale la pena dar la vida! Todas
las otras cosas finalmente son tonteras, o por mejor decir,
tienen una importancia relativa. Tantas cosas que nos han
achacado durante estos doce años no eran para nosotros
de envergadura suficiente como para dar batalla ...
¡porque no tienen suficiente entidad! Pero que el Verbo
se hizo carne, ¡ah, sí! ¡Eso sí!
Teníamos en claro que era necesario formar sacerdotes
y religiosas con ese convencimiento, con el
convencimiento de San Juan, como en la lectura breve de
Vísperas de hoy hemos leído: Lo que existía desde un
principio, lo que hemos oído – lo escucharon hablar
porque el Verbo se hizo carne de verdad– , lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que contemplamos, lo
que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra
de vida...– insisto– lo que hemos visto y oído os lo
anunciamos” (1Jn 1, 1– 3).
Y también teníamos conciencia de que lograr una cosa
así no iba tanto a ser el poner el dedo en las llagas del
Señor y la mano en su costado, como hizo Tomás, el
Apóstol, sino que era poner el dedo en el ventilador. En
efecto, en la actualidad se da un fenómeno tremendo, que
ya lo señalaba Pablo VI en la locución consistorial del 24
de mayo de 1976 – ¡hace 20 años! diciendo: «No
admitimos la actitud de cuántos parecen ignorar la
tradición viviente de la Iglesia ... e interpretan a su modo
la doctrina de la Iglesia, incluso el mismo Evangelio, las
realidades espirituales, la divinidad de Cristo, su
Resurrección o la Eucaristía, vaciándolas prácticamente de
su contenido y creando de esta manera una nueva
gnosis...»80. Estamos en una época gnóstica. Y esta es la
batalla: Contra las cerebraciones de la gnosis, sólo se
opone, verdaderamente, la realidad de que «el Verbo se
hizo carne».
Esto no es algo de ahora. Ya un gran filósofo polaco,
Erich Przywara, en un artículo publicado en 1931, lo decía
con toda claridad. Él decía, por ejemplo, que se estaban
formando dos corrientes que finalmente se encontraban:
una de interiorismo gnóstico y la otra corriente de
escatologismo radical. Él percibía eso y en la Revista de
Filosofía de 1931 justamente frente a la situación
80
«Alocución consistorial del 24 de mayo de 1976», L’Osservatore
Romano del 30 de mayo de 1976, 4.
contemporánea del cristianismo alemán protestante
observaba que «el contraste entre gnosticismo fanático y
un radicalismo escatológico es eminentemente la situación
de hoy”. Hace un desarrollo sobre el tema y termina con la
conclusión de que la reforma protestante finalmente
terminaba en dos cosas: «Sectas o socialismo, son los
herederos de las iglesias territoriales. En esto la sombra
de Hegel se halla misteriosamente grande detrás de
todos». Y hemos visto hasta el cansancio tanto la
multiplicación de sectas cuanto el desarrollo y posterior
caída del socialismo real. Agregaba Przywara que a este
proceso de disgregación se oponía: «sólo el catolicismo, si
el catolicismo alemán no se deja deslumbrar por el nuevo
hegelianismo». Ahora se advierte que la fascinación por
Hegel se va imponiendo no sólo en el campo protestante,
sino en el campo católico.
De tal manera que, como señala un autor
contemporáneo, Massimo Borghesi, que acaba de publicar
un libro sobre el tema 81, estamos justamente ahora en ese
punto del debate ideológico, es decir, en «el intento de
reducir el cristianismo de acontecimiento (el Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros 82, y hemos visto su gloria...
lo hemos oído, lo hemos visto, lo hemos palpado... 83) a
idea. Así es como los católicos de los últimos decenios,
incluso sin darse cuenta, se han vuelto idealistas», es
decir, no llenos de ideales, sino alejados de la realidad.
No puedo hacer, evidentemente, el resumen de todo
este trabajo, que es un resumen que hace el mismo autor
de ese libro, pero sí recordar algunas cosas, algunos
antecedentes; por ejemplo, esa dialéctica que ha entrado
también en el campo católico entre el Cristo histórico y el
Cristo de la fe. La misma finalmente termina siendo algo
hegeliano, porque para toda esa línea de pensamiento no
interesa el Cristo histórico real; lo que interesa es la idea
que se tiene de Cristo, que es eterna, que está presente
81
L’eta dello Spirito in Hegel. Dal Vangelo «storico» al Vangelo
«eterno», Studium (Roma 1995) 322.
82
cfr. Jn 1,14.
83
cfr. 1Jn 1,1.
en nuestra alma más allá de sus ejemplificaciones
históricas.
Como ya escribía Kant: «En la manifestación
fenoménica del hombre– Dios el verdadero objeto de la fe
santificante no es lo que de éste resulta a nuestros
sentidos o que puede ser conocido mediante experiencia,
sino el modelo ideal ínsito en nuestra razón y que
ponemos como fundamento de dicha manifestación
fenoménica». La «Idea Christi» es eterna, no está
vinculada a ejemplificaciones históricas. «El Cristo como
idea no se ha de buscar fuera de nosotros, sino dentro; y
su figura histórica es ilustración que nos debe servir de
ejemplo«. Para Kant «aunque fuese posible y se diera
efectivamente un “Cristo histórico”, su función no podría
ser otra que la de una ocasión para despertar en nosotros
su figura ideal que desde siempre está presente en
nuestra razón y a la que solamente nosotros debemos
hacer referencia de modo decisivo». Coherentemente con
esta perspectiva el idealista Fichte escribirá: «Solamente
lo que es metafísico y no la dimensión histórica, nos hace
bienaventurados; la segunda comporta solamente
erudición. Si alguien se ha unido realmente a Dios y ha
entrado en Él, es completamente indiferente por qué
camino ha llegado». En esto le sigue Hegel para quien: «A
la fe no interesa el acontecimiento sensible, sino lo que
sucede eternamente». Conclusión ésta que, al negar toda
importancia a los hechos y a los signos sensibles por
medio de los cuales el cristianismo se hace
acontecimiento, ocasión de encuentro, tiene su epílogo en
la teoría del «cristianismo anónimo», que de hecho
sanciona la insignificancia de la Iglesia para la salvación»,
sigue diciendo Massimo Borghesi en su artículo 84. ¡Y
cuánta razón tiene! Si de acuerdo a la teoría se admite
que todos los hombres ya son cristianos, se sanciona no
sólo la insignificancia de la Iglesia para la salvación, sino
también, como consecuencia, la insignificancia del hecho
de que el Verbo se hizo carne.
84
L’eta dello Spirito in Hegel. Dal Vangelo «storico» al Vangelo
«eterno», Studium (Roma 1995).
De esa manera, «En la interpretación idealista del
cristianismo, la realidad del contenido cristiano, su
presencia sensible en el ámbito espacio–temporal, su ser
un acontecimiento que se manifiesta eminentemente en el
rostro concreto de la Iglesia, se niega y se resuelve en lo
universal religioso».
Ahora bien, ¿por qué niega Hegel importancia a los
signos sensibles? Porque para él «la fe no reside en la
autoridad, en lo que se ha visto, entendido, sino en la
naturaleza del espíritu eterno y sustancial, la cual ha
llegado a la conciencia (...) la fe reside en el testimonio del
espíritu, no en los milagros, sino en la verdad absoluta, en
la idea eterna». Los signos exteriores pertenecen a la
«edad del Hijo», al catolicismo medieval.
La «edad del Espíritu», la edad nueva caracterizada por
un cristianismo «interior» –en contraposición a la
concepción «exterior», histórica y sensible, del hombre-
Dios–, hallaba su cumplimiento en la Razón realizada, en
la perfecta realización entre humano y divino. Hegel
llegaba a estas conclusiones mediante la interpretación de
la teología de la historia de Joaquín de Fiori. El tercer
Reino, el «Reich Gottes», el tiempo del «nuevo Evangelio
eterno», indicaba en la escatología secularizada de la
ilustración, la meta final de la historia, la era del Logos
universal que ya no necesita al Verbum caro, dice
Lorenzo Cappelletti85. Le daba su horizonte un
«Pentecostés especulativo» que, si bien sobrentiende una
genial comprensión de la importancia cultural del
cristianismo, es, sin embargo, como observa Borghesi, la
más imponente «cristología gnóstica» de los tiempos
modernos, como la llama un autor protestante, Karl Löwith
(un hombre muy inteligente).
Por eso es que en este día, cumpliendo doce años de
existencia –de alguna manera hay que decirlo–, nosotros
debemos tener clara conciencia de que lo que
pretendemos es conocer al Cristo verdadero y lo
85
«Una imponente cristología gnóstica», recensión al ensayo de
Borghesi sobre Hegel, artículo publicado en la Revista 30 Días, página
38.
que pretendemos es dar testimonio de ese
verdadero Cristo, teniendo en cuenta estas dificultades
de los tiempos actuales, estas confusiones que a veces se
dan incluso en teólogos encumbrados. ¡Nosotros
queremos dar testimonio de que Cristo, de que el
Verbo se hizo carne! Estas cristologías que dejan de
lado el acontecimiento, el hecho, muchas veces se
presentan como cristologías imponentes, pero como diría
San Juan Crisóstomo «pesan lo que las telas de araña».
Pidamos, entonces, la gracia de que podamos seguir
festejando más aniversarios, todos los que Dios nos quiera
dar como familia religiosa en formación, pero teniendo
siempre en claro que eso es lo más importante: que ¡el
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros! Lo
demás es añadidura. Le cantamos a la Madre del Verbo
Encarnado.
Capítulo 2
¿Quién es Jesucristo?
86
cfr. Mt 27, 45.
– Porque con Él no hay lugar para los miedos, Él da
valor y confianza: ¡Ánimo, que soy Yo! No temáis (Mt
14,27; Mc 6,50), Soy yo. No tengáis miedo (Jn 6,20).
¡Joven del Tercer Milenio! ¿Estás decididamente
dispuesto a transitar, con energía y valor, por ese Camino,
que es el mismo Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre?
I
– Cuando veas la barca de la Iglesia azotada por vientos
contrarios en medio del mar embravecido…
– Cuando furiosas y espumantes veas las olas golpear la
quilla y barrer la borda…
– Cuando las nubes negras del mal, oscurezcan la
atmósfera, haciendo el aire irrespirable…
– Cuando el rugido de los truenos del egoísmo
ensordezcan a los hombres del mundo entero en violencias,
guerras, destrucción y muerte…
– Cuando los fulgurantes relámpagos del odio conviertan
en dantesca escena la faz de la tierra…
– Cuando veas a los jóvenes viejos antes de tiempo
porque se han dejado esclavizar a las pasiones
desordenadas…
– Cuando veas a los adultos como entontecidos, sin
encontrar rumbo…
87
JUAN PABLO II, «Mensaje para la XV Jornada Mundial de la
Juventud» llevada a cabo del 15 al 20 de agosto de 2000 en Roma.
Las Servidoras
– Cuando la televisión, la radio, los diarios y revistas sean
focos de inmoralidad y corrupción…
– Cuando sea noticia diaria los fracasos matrimoniales y
familias deshechas…
– Cuando impunemente se mate a los niños recién
concebidos…
– Cuando uno está atormentado por dificultades,
tentaciones, incomprensiones, persecuciones…
– Cuando por las entrañas de la humanidad se arrastra la
epidemia del materialismo…
– Cuando al tener que jugarte el todo por el todo por
Cristo, sientas el vértigo al pensar lo que El te pueda pedir…
Debes escuchar que Él te dice: no tengas miedo, ¡Yo
Soy!
II
¿Quién es ese Yo? Es la 2da. persona de la Santísima
Trinidad,
– anunciada por los profetas,
– nacido en Belén,
– que murió en la Cruz y
– resucitó al tercer día…
III
Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy» (Ex 3,14).
Y Jesús muchas veces te dice: ¡Yo soy!
– Yo Soy… Antes que Abraham fuera:… (Jn 8,58);
– Yo Soy… Camino, Verdad, Vida (Jn 14,6);
– Yo Soy… Resurrección (Jn 11,25);
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
I
Rápido pasan las modas y con ellas los típicos
personajes del momento. ¿Qué joven se acuerda hoy del
«dandy»88, del «fifí»89, del «shusheta»90, del «pituco»91 o
del «petitero»92? Apenas si recordará alguno al «hippie».
La figura de hoy es el «cheto», el «concheto» o el «punk».
Y dentro de unos años, ¿quién se acordará que alguna vez
existieron «chetos», «conchetos» y «punks»? Para los
jóvenes de entonces serán piezas de museo, como son
ahora piezas de museo el dandy, el fifí, y los demás que
nombré. Por eso nos reímos cuando vemos fotos antiguas,
88
Petimetre.
89
El que cuida demasiado de su compostura y de seguir las
modas.
90
Igual que el fifí.
91
Alardear elegancia.
92
Atildados en el vestir y hacen ostentación de su capacidad de
consumo.
Las Servidoras
por que son piezas de museo: polainas, sombreros en
mano, los anteojos y los peinados tan llamativos, las
mujeres con miriñaques .... Como seguramente se reirán
dentro de unos años los jóvenes cuando vean en fotos a
sus parientes femeninas luciendo un peinado «África
look», o a lo Bo Derek, o imitando a Xuxa, o a Claudia
Schiffer... ¡Cosas obsoletas, pasadas de moda, piezas de
museo, olor a naftalina...! ¡Qué desfasadas les parecerán!
Con Jesucristo no pasa así: Él es «eternamente joven» 93.
Por la fuerza de su resurrección, porque ya no muere más
(Ro 6,9), nunca jamás pasará de moda, nunca jamás
perderá actualidad: JESUCRISTO, es el mismo ayer, hoy y
siempre (Heb 13,8).
Cristo no es una reliquia insigne, que es sólo del
pasado. ¡No!
Cristo no es una valiosa pieza de museo, pero sin vida.
¡No!
Cristo no es una grandeza pretérita como las obras
faraónicas, a quienes el viento y la lluvia, la arena y los
turistas van desgastando. ¡No!
Cristo no es un gran héroe del que sólo se recuerdan
sus pasadas epopeyas. ¡No!
II
Jesucristo al tercer día de morir en la cruz y ser
sepultado, resucitó. ¡Vive! ¡Y en la actualidad vive! ¡No
muere más! Murió una sola vez para pagar por nuestros
pecados.
Hoy día sigue siendo realizando la gesta más grande de
que el mundo tenga memoria.
Hoy día sigue conquistando y cautivando los corazones
de los hombres y mujeres, de los niños y de los ancianos,
de los jóvenes y de los adultos.
93
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Mensaje a los jóvenes, 2.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
94
cfr. Ef 4,10.
95
cfr. Ap. 5,12–13.
96
cfr. Ro 5,17.
levantado entre el Cielo y la tierra es el Salvador de todos
los hombres y a todos los hombres los atrae hacia sí97.
Por eso Cristo nunca pasará de moda. Cristo es lo más
actual de lo actual, es el que no pasará jamás.
Está presente, vivo, donde hay dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20).
Está presente, vivo, en la persona de los pobres, los
hambrientos, los perseguidos, los enfermos98.
Está presente, vivo, en la persona de los niños: el que
por mí los recibiere, a mí me recibe (Mt 18,5).
Está presente, vivo, en los cristianos, habitando en sus
corazones por la fe, como enseña San Pablo en la carta a
los Efesios y San Juan en su evangelio: si alguno me ama,
guardará mi palabra, mi Padre le amará y vendremos a él
y en él haremos morada (Jn 14,23; cfr. Ef 3,17).
Está presente, vivo, en los pastores que rigen el Pueblo
de Dios: quien os desprecia, a mí me desprecia (Lc 10,16).
Está presente, vivo, substancialmente, en la Eucaristía,
en el momento solemnísimo en el que los celebrantes
dicen: «Esto es mi cuerpo», «Este es el cáliz de mi
sangre».99
102
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», 22.
4. TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA (JN 6,68)
103
Constituciones, 7.
Lo declaró Él con palabras bien claras de tal manera
que cuando Pilatos pregunta: ¿Entonces tú eres rey?, y Él
responde: Tú lo dices (Jn 18,37).
I
1. Esto puede verse en distintos aspectos. Por ejemplo,
en el tema de la virginidad. ¡Otra gracia de Dios que
supera la fuerza de la naturaleza humana!, y no se puede
dudar de que sea así. El deseo de vivir la virginidad viene
de Dios. Si fuese por las fuerzas humanas ciertamente se
hubiesen inclinado mucho más a formar familia, no
solamente a tener un esposo humano, sino también los
hijos. El renunciar a tener hijos según la carne es algo que
supera las fuerzas de la naturaleza humana. Y que una
mujer, que está llamada a ser madre, esté dispuesta a esa
renuncia, a esa enorme renuncia, solamente puede ser si
hay una gracia sobrenatural propia del Espíritu Santo que
supera las fuerzas de la naturaleza.
2. Por supuesto que también hay otros temas que
solamente se pueden vivir porque la gracia de Dios nos da
su fuerza y nos capacita. Por ejemplo, la pobreza, de modo
particular en el mundo que nos toca vivir, en donde la
inmensa mayoría de la gente en lo único que piensa es
que la felicidad está en tener más. En cambio ustedes, de
manera consciente y voluntaria, renuncian a la posesión,
renuncian a la posesión de todo. Y así quieren solamente
tener en uso bienes según la obediencia. Si no fuese por la
gracia de Dios, que Cristo mereció por su Pasión, no
podríamos vivir la pobreza. Es la gracia de Dios la que nos
dispone a dejar totalmente todos los bienes materiales,
confiando solamente en la infinita providencia. Y hay que
tener en cuenta que el tema de la pobreza no solamente
tiene su importancia en jóvenes que a lo mejor pertenecen
a una familia que está en una posición económica
superior, ya que el hecho de la renuncia a los bienes
materiales implica una mayor entrega, porque muchas
veces le cuesta mucho más el vivir la pobreza a quien
viene de una familia pobre, porque no está acostumbrado
al valor del dinero, y tal vez no sepa manejarse con
señorío respecto a los bienes materiales como la persona
que vivió en buena posición (esto lo señala muy bien San
Juan Crisóstomo). Por eso hay que tener cuidado, cuando
uno es de origen humilde, pues puede ser que no conozca
el valor de las cosas materiales y les puede dar en su
corazón un valor que no tienen. Por eso la pobreza, tanto
en un caso como en otro, siempre supera lo que son las
fuerzas de la naturaleza humana. Cuando una joven se
decide a vivir la pobreza evangélica, contra todo lo que el
mundo apetece, la está moviendo la gracia del Espíritu
Santo. Esto no lo da ni la carne ni la sangre.
3. Pero, y es lo más propio de la vida religiosa, y que
finalmente es lo más difícil de lograr, está la obediencia. El
desear vivir según la obediencia es un deseo del Espíritu
Santo. ¿Por qué obedecer a alguien que tiene menos edad,
o menos experiencia, o menos virtud? ¿Por qué? Porque la
fe dice que por el Superior se manifiesta la voluntad de
Las Servidoras
Dios, de modo que al obedecer al legítimo Superior
estamos obedeciendo a Dios. No miramos su
condición, ni sus aptitudes, ni la racionalidad o no de lo
mandado. Eso no lo da la carne ni la sangre, eso es gracia
de Dios, gracia que el divino Esposo ganó para hermosear
a sus Esposas.
II
Todo esto es posible porque Nuestro Señor, que sabía
perfectamente bien todo lo que íbamos a necesitar,
proveyó de manera convenientísima a su Iglesia, la fue
preparando, la hizo jerárquica, eligió a 12 Apóstoles, de los
Doce eligió a uno, Simón Pedro, le dio las llaves del Reino
de los Cielos, fue preparando todo perfectamente bien: los
sacramentos, en especial la Eucaristía.
Fue preparando todo perfectamente bien. La misma
vida religiosa como forma carismática dentro de la Iglesia,
que pertenece a la vida y a la santidad de la Iglesia – como
dice el Vaticano II104. No había virginidad en el tiempo de
nuestro Señor, no había costumbre de vivir la vida de la
virginidad. La vida de virginidad es una gran novedad de
la vida nueva que Cristo vino a traer a los hombres, que es
la vida de la gracia, y así fue que multitudes se
consagraron a Dios en virginidad. Así se poblaron los
desiertos, como dice San Agustín: «… niños y niñas, …
innumerable juventud y toda suerte de edades, viudas
reverenciales y ancianas que envejecieron en su
virginidad»105. Es la vida nueva que corresponde al Nuevo
Testamento, es lo que corresponde al cántico nuevo del
cual ya se hablaba en el Antiguo Testamento. Es el nuevo
camino que Cristo trae a la humanidad y en especial a
algunos dentro de la comunidad nueva. Es una
prefiguración de los nuevos Cielos y la nueva tierra. Todo
esto es posible gracias a que Cristo fue a su Pasión,
porque Cristo sufrió por mí, murió por mí, pagó por mí.
104
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática
sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 44.
105
Confesiones, II; cit. en SANTO TOMÁS DE AQUINO, S. Th., II–
II,189,10, ad 3.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
III
Vemos a Nuestro Señor en el camino de la cruz y en la
crucifixión.
1 ¿Cómo se abraza con amor Nuestro Señor a la Cruz?
Se abraza a la Cruz con una voluntad de tercer binario,
y tendiendo con toda la fuerza de su alma a vivir la tercer
manera de humildad. ¿Qué pasa con el alma que no se
abraza a la cruz? El alma que no se abraza a la cruz o la
deja o la arrastra. La primera posibilidad: la deja. No
persevera, deja la cruz. A cualquiera nos puede pasar si no
pedimos la gracia de poner eficazmente los medios para
perseverar en el duro camino. La segunda posibilidad:
arrastra la cruz. La cruz se hace más pesada, se hace más
difícil de llevar, se comienza poco a poco a perder el
sentido de la cruz, se la comienza a recortar o como dice
San Pablo: se comienza a «vaciar» la cruz. A esas almas
parecería que el mundo y las criaturas del mundo le gritan
de mil maneras diciéndole «baja de la Cruz», si bajas de la
cruz vamos a creer en ti. Deja de usar el hábito y hazte
una de las nuestras, y nosotros vamos a ser una sola cosa
contigo. ¿Por qué la obediencia, por qué la pobreza, por
qué la castidad? Todo eso sólo puede ser entendido a la
luz del Evangelio de Cristo, a la luz de la cruz de Cristo. El
no dejar la cruz sólo se puede hacer, porque un día,
momentos antes de su Pasión, Cristo pidió al Padre: No
ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su
palabra (Jn 17,20). Para entender el sentido de la vida
religiosa hay que zambullirse en la cruz, por eso siempre
hay que pedir la ciencia de la cruz, el amor a la cruz y la
alegría de la cruz.
2º. El encuentro de Jesús y su Madre: Así como la Madre
con el Hijo y el Hijo con la Madre, ustedes van a tener que
sufrir también, viendo a hijos e hijas que van camino a la
cruz, viendo hombres, mujeres, niños y jóvenes, enfermos
y ancianos que están crucificados. Tienen que aprender
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
106
cfr. Lc 8,3.
107
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales [194].
Las Servidoras
propósitos que hemos sacado en los Ejercicios, está su
gracia, está su muerte en la cruz, está su sangre
derramada por mí, y si Él derramó por mí su sangre, por
más que yo tenga que hacer cosas difíciles las podré
hacer, con su gracia, por el poder de su cruz. Nos da lo
que no puede dar ni la carne ni la sangre nuestra, pero sí
su Carne y sí su Sangre.
¡Todo está en la Pasión!
1. Los clavos
Jesucristo no fue atado a la cruz, como también se solía
hacer en la antigüedad, sino que fue clavado, como se ve
de manera indubitable por el hecho de que después de
resucitado muestra como señal de identidad para indicar
108
Sobre el Cantar de los Cantares, sermón 61.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
111
«Seipsum medicum dicit, qui miro medicandi genere vulneratus
est propter iniquitates nostras, et eius livore sanati sumus»: SAN BEDA,
cit. por SANTO TOMÁS DE AQUINO en Catena Aurea in Marcum, II, 2;
versión castellana: Cursos de Cultura Católica, III (Buenos Aires 1948)
28.
112
«...ita et sancti..., in plagis mortis Christi, qui petra firma est,
nidum ponunt, idest suum refugium et spes»: RÁBANO, citado por
SANTO TOMÁS DE AQUINO en Catena aurea in Mathaeum, III, 7; versión
castellana: Cursos de Cultura Católica, I (Buenos Aires 1948) 88.
113
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,39,6, ad 4. «Item columba in
cavernis petrae nidificat. Quod pertinet ad donum fortitudinis, qua
sancti in plagis mortis Christi, qui est petra firma, nidum ponunt, ides,
suum refugium et spem».
Las Servidoras
hermosura, vaya a tener heridas que, ciertamente son un
defecto? Responde San Agustín: «…sabía Él porqué
guardaría sus cicatrices. Primero, para enseñar a Tomás,
el cual no creería sino tocaba y veía; luego, para
mostrarlas en el juicio como argumento a los infieles y
pecadores. No para decirles como a Tomás: porque me
viste, has creído, sino para convencerles diciéndoles: “he
aquí al hombre al cual crucificasteis, ved las heridas que le
infligisteis, conoced el costado que atravesasteis, porque
por vuestra causa fue abierto, y sin embargo no quisisteis
entrar”».114
Una gran mujer de nuestro tiempo, prácticamente
contemporánea nuestra, canonizada hace poco, Santa
María Faustina Kowalska, recibió del Señor muchas
enseñanzas al respecto. Por ejemplo, Jesús le dice: «Niña
mía, únete fuertemente a mí durante el sacrificio y ofrece
al Padre Celestial mi Sangre y mis Llagas para impetrar el
perdón por los pecados…»115.
«…Te tengo inscripta sobre mis manos. Has quedado
grabada en la herida profunda de mi Corazón».
«…por ti he permitido que fuera abierto con una lanza
mi Sagrado Corazón y he abierto para ti una fuente de
misericordia. Ven y toma las gracias de esta fuente con el
recipiente de la confianza. No rechazaré jamás a un alma
que se humilla, tu miseria será hundida en el abismo de mi
misericordia. ¿Por qué deberías cuestionar conmigo sobre
tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda
(tu) miseria, y yo te colmaré con los tesoros de (mis)
gracias. (...) estréchate a mis heridas y saca de la
Fuente de la Vida todo lo que tu corazón puede desear.
Bebe copiosamente de la Fuente de la Vida y no
desfallecerás durante el viaje. Fija la mirada en el
114
Super Evangelium Joannis, 20, 6.
115
BEATA MARÍA FAUSTINA KOWALSKA, La Divina Misericordia en mi
alma. Diario, Obra de Jesús Misericordioso (Arquidiócesis de Mendoza
1992) 20. Este libro, donde están los escritos de Santa Faustina
Kowalska, tiene el Imprimatur de Mons. Cándido Rubiolo, antiguo
Arzobispo de Mendoza.
esplendor de mi misericordia, y no temas a los enemigos
de tu salvación. Glorifica mi misericordia»116.
«…Hacia el final de las letanías vi una gran luz con Dios
Padre en el centro. Entre esta luz y la tierra vi a Jesús
clavado en la Cruz de tal forma que Dios, deseando
mirar hacia la tierra, tenía que hacerlo a través de
las Llagas de Jesús…».
En otra oportunidad: «Cuando volvimos a casa, entré un
momento en la capilla y enseguida oí en mi interior una
voz: “Una hora de meditación sobre mi dolorosa Pasión
tiene un mérito mayor que un año entero de flagelaciones
a sangre. La meditación sobre mis Llagas dolorosas
es de gran provecho para ti y a mí me da un gran
gozo...”»117.
«A través del Verbo Encarnado hago conocer el abismo
de mi Misericordia»118.
116
Ibidem, 406– 407.
117
Ibidem, 128.
118
Ibidem, 39.
119
LOPE DE VEGA, Cancionero Divino, Antología de Lírica Sagrada
(Madrid 1947) 150.
120
Ibidem., p.154.
pecados, / para recibirme abiertos, para esperarme
clavados».121
Aprendamos por las Santas Llagas a ver por dentro al
Señor y desde las Llagas a ver afuera. Las Llagas son una
llave. Y aprendamos en cada Misa el valor infinito de las
Llagas de Cristo, como dice, hermosamente, en una
oración Santo Tomás de Aquino: «No veo las Llagas que
palpó Tomás; y sin embargo te confieso “mi Dios”; hazme
siempre creer más en ti, en ti tener esperanza y amarte
siempre más. ¡Oh memorial de la muerte del Señor!, ¡Pan
vivo que da la vida al hombre, dale a mi mente el vivir de
ti, y el gustarte siempre dulcemente allí!».122
Por todas sus Llagas sufrió mucho el Señor; por una
sola no sufrió, porque ya estaba muerto cuando se la
provocaron. Pero la que casi muere al escuchar el seco
golpe de la lanza fue María. Por eso, aprendamos también,
de la Virgen María, a conocer el valor de las Llagas del
Salvador: «María no decayó de la dignidad que
correspondía a la Madre de Cristo: habiendo huido los
Apóstoles, permanecía en pie ante la cruz, y contemplaba
con ojos piadosos las Llagas de su Hijo, no como quien
espera la muerte de su tesoro sino la salvación del
mundo».123
3. ¡GRITÓ EL SEÑOR!
124
El misterio de la caridad de Juana de Arco, Ediciones Encuentro
(Madrid 1978) 80–82.97.106.117. 125; citado en orden libre.
4. TRES EXCLAMACIONES Y TRES SIGNOS
I
La primera es en este Domingo: ¡Hosanna!,
¡Hosanna!, ¡Hosanna!, que gritó la multitud enardecida
al paso de Jesús montado en el burrito, rumbo a la ciudad
de Jerusalén. Hosanna es una aclamación de júbilo que
viene de la palabra hebrea «hosi’ anna», que significa
«sálvanos», a través del latín «hosanna». (Todos los días
la pronunciamos dos veces en el Sanctus de la Misa).
¡Hosanna! es la música de fondo de este Domingo de
Ramos. Los Evangelistas narran, por ejemplo, San Mateo:
La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el
camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían
por el camino. Y la gente que iba delante y detrás de él
gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene
en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!” Y al entrar
él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es
éste?» decían. (21, 8– 10); y San Marcos dice: Muchos
extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje
cortado de los campos. Los que iban delante y los que le
seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro
padre David! ¡Hosanna en las alturas!» (11, 9– 10); pero,
como ocurre muchas veces, es San Juan el que precisa:
«...tomaron los ramos de las palmeras y salieron a su
encuentro y gritaban: ¡Hosanna! Bendito el que viene en
el nombre del Señor, el rey de Israel» (19, 13). De aquí
toma nombre este Domingo.
Y, ¿por qué ramos y no ramas? Porque la palmera no
tiene ramas, sino ramos (propiamente son hojas que se
llaman palmas), que son como ramas de segundo orden, o
también, ramas cortadas del árbol (como los ramos de
olivos). La palmera (en heb. tamar; gr. phoenix; Vg.
palma) es un árbol de la familia de las palmas, de las que
hay más de 2.600 especies conocidas, que puede crecer
hasta más de 20 m. de altura, con tronco áspero,
cilíndrico... copa sin ramas y formada por las hojas que
son pecioladas, de tres o cuatro metros de largo, con el
nervio central recio, leñoso, de sección triangular y
partidas en muchas lacinias, duras, correosas,
puntiagudas, de unos 40 centímetros de largo y dos de
ancho... A Jericó, se la conoce en la Biblia como «la ciudad
de las Palmeras»125.
Dice un poeta hablando de las palmeras: «“Molinos
verdes, molinos vegetales”, llamó un moderno a las
palmeras. Rosa de los vientos de la Fama, sus verdes
agujas están ahí, desde el principio de los siglos, sobre los
esbeltos troncos cimbreantes, plegándose a todas las
arbitrariedades de la gloria. Por su inviolada gracia
separada del suelo, por su fácil inclinarse reverentemente,
por su tendencia sumisa a curvarse en dosel, el mundo se
fijó inmemorialmente en la hoja de la palmera para
cargarla de enfáticas significaciones triunfales. Y por eso
ella, insolente y presumida, consciente de su glorioso
simbolismo, se abre, en estrella, sobre su altura
inaccesible, como diciendo irónicamente que la Gloria hoy
sopla hacia acá y mañana hacia allá, en arbitraria rueda
divergente.
Aquel día la Gloria triunfal sopló hacia Oriente, por
donde Jesús venia en su pollina. Como hacia siglos había
soplado hacia Judas Macabeo, que, victorioso y salpicado
de sangre, entró en Jerusalén, entre gritos de júbilo y
ramos de palma, al son de la cítara y de los címbalos (21
Mac 13,51); como sopló otro día hacia Vespasiano,
125
cfr. Deut 34, 3; Juec 1, 16; 3, 13; etc.
cuando, entre palmas, según Flavio Josefo, entró vencedor
en Roma; o hacia Tito, cuando entró, pisando palmas, en
Antioquía.
Así, sin fijeza ni seriedad, cumplía el signo de la Fama
humana, su destino incongruente y arbitrario de señalar
todos los cuadrantes del viento: hoy, un tirano, mañana,
un general; pasado, un profeta. Historia poco lucida de las
palmas triunfales de los hombres: un día, adulación al
vencedor, otro día, consolidación del despojo; otro,
vanidad de oro mustio bordado en el académico de
uniforme.
Y un día las palmas se tendieron, como alfombra, a la
entrada de Jerusalén, al paso de Jesús. ¿Fue aquella una
hora para Jesús de júbilo y victoria? Yo creo más bien que
allí empezó Jesús su Pasión, en las reconditeces de su
pecho. Porque Él tenía que oír las sílabas trágicas del
“Quíta” y del “Crucifícale”126, mudamente enlazadas en las
sílabas jubilosas del “Hosanna”...»127.
«Las palmas reciben también la salpicadura del rojo
bautismo e invierten su sentido. De signos ruidosos de la
victoria visible y el triunfo material pasan a ser signos
puros de las victorias internas, calladas y paradójicas, que
tienen ante el mundo cara de derrotas: el martirio y la
virginidad. El tipo de mártir parece, ante los ojos, el
extremo humano opuesto al tipo del vencedor que
agasajaban las antiguas palmas triunfales: el mártir es el
vencido, el escupido, el humillado, el quemado en
parrillas. La virgen también parece, ante los ojos, la
inversión de todo ruidoso triunfo vital: la virgen es la
abandonada, la olvidada, la silenciosa, la despreciada de
todo un mundo antiguo lleno de cultos de cosecha y de
maternidad. Pero Jesús había venido a invertir las cosas.
Él, muriendo, vence a la Muerte; Él reina con cetro de
caña. Justo es, pues, que, ya en plena paradoja, las palmas
ruidosas de Tito y Vespasiano pasen a las manos del
achicharrado en las parrillas o a la escondida en el
126
cfr. Jn 19,15.
127
JOSÉ MARÍA PEMÁN, La Pasión según Pemán, Edibesa, (Madrid
1997) 56–57.
claustro: las manos de los derrotados, que eran, por
dentro, vencedores»128. Por eso decimos que alcanzaron la
palma del martirio y la palma de la virginidad.
«Por eso Jesús sobre su pollina, avanzaría, un poco
triste, por el camino que baja del Monte de los Olivos, y
entró en Jerusalén orlado, aquella tarde, de palmas en
delirio. Porque Él sabía que las palmas del mundo, sobre la
copa de la palmera, son una estrella redonda y divergente,
perplejidad vegetal, que parece interrogar al viento: ¿Por
aquí? ¿Por allí? (ya que suelen mecerse como juguetes del
viento). Y Él soñaba con las legiones de sus mártires, de
sus vírgenes, que, naciendo del pie de la Cruz como ríos
de abnegación y sacrificio, habían de cruzar los siglos de
la historia con un temblor de palmas en las manos; pero
de palmas altas, erectas, verticales, con una firme y única
dirección hacia el cielo: por aquí, por aquí... La eterna
perplejidad de la palmera ha quedado resuelta y
contestada»129… ¡por el testimonio de las vírgenes y por el
testimonio de los mártires!
II
La segunda exclamación es en el Viernes: ¡Crucifícale!,
¡Crucifícale!, ¡Crucifícale!, repetida en dos ocasiones130; ya
no hay signos de gloria y triunfo como las palmas del
Domingo anterior. Hay un gran signo de dolor y duelo. Hay
un funeral cósmico, porque muere en una Cruz, crucifijo, el
Hijo de Dios vivo: Era ya cerca de la hora sexta cuando, al
eclipsarse el sol, vinieron tinieblas sobre toda la tierra
hasta la hora nona (Lc 23,44; cfr. Mt 27,45; Mc 15,33). En
esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba
abajo; y tembló la tierra y las rocas se hendieron (Mt
27,51).
Dice el poeta: «Pero ahora, en el momento de morir
Cristo y de consumarse su obra redentora, parece que hay
como una última sacudida fuerte del estilo, ya expirante,
128
Ibidem, 58.
129
Ibidem. El paréntesis es nuestro.
130
cfr. Mt 27,22.23; Mc 15, 13.14; Lc 23,21.23; Jn 19,6.15.
de la Vieja Ley; como una ultima apelación a la Naturaleza
terrible y tonante del Sinaí...
Tres años de parábolas dulces no pudieron en Pedro lo
que pudo en el centurión en minuto de tinieblas teatrales.
El mundo que había querido un Mesías ostentoso y
poderoso, exigía ahora una gran metáfora cósmica de la
muerte de un Dios. Quería un Dios que muriese entre
eclipses y terremotos. ¡Como si no fuera mas autentico
certificado de divinidad el perdón de sus verdugos!
Jesús insiste en los puros signos espirituales del vino, el
agua y el pan. Sólo al final, como un desesperado
arranque de dureza carnal de los hombres, llegan los
vistosos signos cósmicos y sinaíticos: el eclipse y el
terremoto»131.
«Pero los hombres, duros y tercos, se empeñan en no
oír este silbo suave de la Ley de Amor, y Dios tiene que
sacudir de vez en cuando sus entendederas con guerras,
revoluciones y persecución, para que los hombres, como
el centurión, crean en Él “cuando vean el terremoto”. El
mundo actual sabe algo de eso... Hombres locos, hombres
locos, ¿por qué no evitáis el terremoto y las tinieblas,
tomando partido a tiempo por el agua, el vino y el
pan?»132.
III
La tercera exclamación resonó el Domingo de Pascua:
¡Resucitó. No está aquí!, ¡Resucitó. No está aquí!,
¡Resucitó. No está aquí!133. Desde hace 2.000 años hay
un sepulcro vacío. ¡Juan Pablo II – como Pedro en Pascua–
estuvo allí! ¡Estuvo allí! ¡Hace apenas unos 20 días...lo vio
todo el mundo!
IV
131
Ibidem, 70–71.
132
Ibidem, 72.
133
cfr. Mt 28, 6; Mc 16, 6; Lc 24, 6.
En esta Semana mayor de los cristianos sepamos
escuchar la triple exclamación y sepamos ver la
elocuencia inaudita de los ramos de palma, de las tinieblas
y del sepulcro vacío. Y sobre todo, aprendamos a descubrir
su profundo contenido capaz de iluminar toda nuestra vida
y convertirnos en sal de la tierra y en luz del mundo.
María escuchó las exclamaciones.
María vio los claros signos.
María los descifró mejor que nadie.
5. COLGADO DE LA CRUZ
I
En apenas cuatro versículos el Evangelio de la Misa
votiva de la Exaltación de la Santa Cruz, que hoy estamos
celebrando, se contienen enseñanzas muy grandes sobre
lo que significa la cruz y la realidad de Aquél que por
nosotros subió a la cruz.
Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo (Jn
3,13). En este versículo nos encontramos con uno de los
textos bíblicos en los que se enseña la verdad misteriosa
de Jesucristo: la naturaleza humana unida a la naturaleza
divina en unión hipostática, es decir, en la persona divina
del Verbo. El misterio de la unión hipostática es el corazón
del misterio del Verbo Encarnado.
«Nadie ha subido al cielo...». ¿En cuánto a qué sube
Cristo al cielo? Sube al cielo en cuanto a su humanidad.
«...sino el que bajó del cielo». ¿Y en cuanto a qué, según
nuestra manera de entender, bajó del cielo Jesucristo?
Bajó del cielo en cuanto a su divinidad. Así lo enseña
Santo Tomás: «Porque Cristo no descendió del cielo según
el cuerpo o el alma, sino según Dios. Lo cual puede
colegirse de las mismas palabras del Señor. Porque
después de decir: Nadie sube al cielo sino el que bajó del
cielo, añade: El Hijo del hombre, que está en el cielo. Con
lo cual dio a entender que de tal manera había bajado del
cielo, que no dejaba de permanecer en él».134
Entonces, si es cierto, como enseñaba el apóstol San
Pablo, que el que bajó es el mismo que subió por encima
de todos los cielos, para llenarlo todo (Ef 4, 10), siendo
que el subir se refiere a la naturaleza humana y el bajar se
refiere a la naturaleza divina, ciertamente hay una unión
entre ambas naturalezas y esa unión no está dada en la
naturaleza o por la naturaleza, sino que se da por la
persona divina del Verbo, la 2da. de la Santísima Trinidad.
El mismo que subió en cuanto a la naturaleza humana es
el mismo que bajó en cuanto a su naturaleza divina,
porque tanto el que sube con su naturaleza humana como
el que baja con su naturaleza divina es el mismo. Si el
mismo que bajó es el que subió: «la persona de aquel
hombre es la misma persona del Verbo de Dios»135, 2da.
persona de la Santísima Trinidad.
Nuestro Señor hace a continuación una profecía, un
milagro intelectual por el cual anuncia lo que había de
suceder en el futuro. Para ello se sirve de un hecho del
Antiguo Testamento con el fin de producir lo que se llama
el «sentido típico», es decir, una cosa que Dios hace para
que sea figura de otra. No se trata de palabras –éste sería
134
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma contra Gentiles, IV, 30, edición
de la BAC tomo II (Madrid 1968) 769.
135
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma contra Gentiles, IV, 34 edición de
la BAC tomo II (Madrid 1968) 782.
el «sentido plenior»– sino de cosas, hechos o acciones. El
hecho que Cristo toma como figura es lo que Dios mismo
mandó a Moisés cuando las serpientes venenosas picaban
a los israelitas: Y dijo Yahvé a Moisés: «Hazte una
serpiente de bronce y ponla sobre un mástil. Todo el que
haya sido mordido y la mire, vivirá». Hizo Moisés una
serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una
serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente
de bronce, quedaba con vida (Nm 21,8–9). Esta figura es
también una profecía pues eso iba a ocurrir
posteriormente, cuando Nuestro Señor fuese elevado en la
cruz: Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto,
así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que
todo el que crea tenga por él vida eterna (Jn 3, 14–15).
¿A dónde es elevado el Hijo del hombre?; o bien, ¿a qué
elevación se refiere aquí Nuestro Señor? Se refiere a la
elevación que tuvo en la cima del monte Calvario, en el
Gólgota, donde fue izado en el árbol de la cruz; y también
se refiere a la prolongación de ese izamiento que es la
Eucaristía, donde su Cuerpo y Su Sangre son elevados. Es
por eso que Nuestro Señor lo anticipó de manera profética
y dijo qué es lo que Él desde allí iba realizar, porque
entiende perfectamente bien todo el misterio de la
redención. Sabe que ese «ser elevado a lo alto» es lo que
ha de atraer hacia sí a toda la humanidad y a toda la
historia, porque es Él y sólo Él quien desde el trono de la
cruz, a todo el que crea en Él le dará la «vida eterna».
Y así como Dios Padre tanto amó al mundo que dio a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna (Jn 3,13–16); así el Hijo de Dios,
que nos amó hasta el fin136 desde la cruz nos atrae hacia
sí por el amor, que es una fuerza atractiva y unitiva:
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mí (Jn 12,32). Cristo dijo esto para significar de qué
muerte iba a morir (Jn 12,33). ¡Y moriría colgado de la
cruz!
Colgado de la cruz, Cristo atrajo a todos hacia sí: a los
hombres y mujeres de todos los siglos, a quienes tuvo uno
136
cfr. Jn 13,1.
por uno presentes porque por todos murió: el amor de
Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos,
todos por tanto murieron (2 Co 4,14). De ninguno se
olvidó: ¡Él es Dios!
II
Tres horas estuvo colgado en la cruz. Lo que dijo,
aunque de profundidades insondables, le llevó muy poco
tiempo, apenas algún minuto. En efecto, tan sólo fueron
siete frases. Las siete palabras que entonces pronuncia
Nuestro Señor tienen una orientación didáctica, precisa,
concreta y determinada. Son palabras que no mueren. A
mí me gusta decir que son como truenos que siguen
resonando en el mundo. ¿Cuánto tiempo habrá demorado
en pronunciarlas? No demoró mucho tiempo Nuestro
Señor: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen;
Hoy estarás conmigo en el Paraíso; He ahí a tu madre... he
ahí a tu hijo; Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?; Tengo sed; Todo está cumplido; Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu... Tal vez diez segundos
para cada frase. Supongamos que de aquellas tres horas,
que son horas de sufrimiento y de mucho dolor,
pronunciar las siete palabras le hayan sumido cinco
minutos... ¿Y luego? Ciertamente que también adoró, dio
gracias, pidió perdón por la humanidad prevaricadora y
por todo lo que, directa e indirectamente, los hombres y
mujeres necesitaríamos para nuestra salvación eterna.
Pero, piadosamente, podemos imaginar que pensó en la
obra grande que estaba realizando y de la que nadie como
Él tenía tan clara conciencia.
De manera especial, me gusta imaginar que pensó en
sus santos.
III
En la cruz pensó en sus santos. Se acordó de sus
elegidos desde antes de la fundación del mundo 137;
137
cfr. Ef 1,4.
hombres y mujeres que ya no viven para sí, sino para
Aquel que por ellos murió y resucitó138. De aquellos y
aquellas que se aprovecharían de su muerte.
Yo pienso que Nuestro Señor, que todo lo sabe y que
todo lo conoce, en ese momento pensaba en todos
nosotros. Pensaba en todos los hombres y mujeres de
todos los tiempos y de todos los siglos. Así se desplegaría
en su mente –por así decirlo– la historia del mundo y, en
especial, la historia de la Iglesia, que es la razón última de
la historia del mundo, porque Él era plenamente
consciente de que gracias a ese estar clavado en lo alto,
atraería a muchos hacia sí, produciendo frutos de
redención en tantas almas a través de los siglos, en tantas
culturas, en tantas generaciones, en tantas razas, en
tantas lenguas, en tantas geografías.
Jesús sabía que sufría para salvarnos de nuestros
pecados y nos conocía a todos, con todos nuestros
pecados. Sabía que moría para alentar a sus discípulos a
que permanecieran fieles a Él; sabía que les estaba
alcanzando la gracia santificante a fin de que practicasen
todas las obras de las virtudes, para que, a pesar de las
dificultades y persecuciones del mundo, no claudicasen. Y
para eso, Él sabía que era necesaria la cruz porque era esa
cruz la que les iba a dar la fuerza a sus discípulos, y que
sería también como un imán, que atraería a todos hacia sí.
Llegaría a ser –si se lo entiende correctamente– como ese
fenómeno que se produce en algunas partes: el
«maelstrom», una especie de remolino producido en el
mar que atrae todo hacia sí, y que engulle incluso a los
barcos. En el caso de Cristo, no es para engullir sino para
recapitular en Sí todas las cosas.
Colgado de la cruz, contemplando a sus ángeles, debe
haber pensado en dar a la Iglesia que nacería de su
costado, protectores e intercesores que estuvieran muy
cerca suyo: a Gabriel, el que está delante de Dios (Lc 1,9);
a Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre
presentes y tienen entrada en la Gloria del Señor (Tb
12,15); a Miguel, uno de los Primeros Príncipes (Dn 10,13).
138
cfr. 2 Co 4,15.
Colgado de la cruz miró hacia el pasado y pensó en
todos los hijos de Adán que le esperaban anhelantes en el
limbo de los justos: todos los santos patriarcas: Abrahám,
Isaac, Jacob...; todos los santos profetas: Moisés, David,
Elías, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas...; los
Macabeos; su padre adoptivo San José; San Juan Bautista;
el santo anciano Simeón; la profetiza Ana...
Colgado de la cruz, miró hacia el futuro y pensó en la
historia de su Iglesia, que es su propia historia porque es
la historia de su Cuerpo Místico. No hubo acontecimiento
que no estuviera presente: las diez atroces persecuciones
bajo los emperadores romanos (Nerón, Domiciano,
Trajano, Marco Aurelio, Cómodo, Septimio Severo,
Maximino Tracio, Decio, Valeriano, Diocleciano); las
persecuciones que tantos mártires han dado en las
misiones «ad gentes»...; el surgir de los grandes
apologistas y de los doctores de la Iglesia; los combates de
los Padres de la Iglesia en favor de la ortodoxia católica;
las Cruzadas para reconquistar su Santo Sepulcro; las
epopeyas evangelizadoras en Europa, América, África,
Asia y Oceanía; los cismas... ¡todo!
En algún momento, entre las 12 hs. y las 15 hs.,
colgado de la cruz, como en una sublime película se
desarrolló ante sus ojos la historia de la Iglesia, siglo por
siglo, año por año, día por día; en su mente se fue
representando, como si se fuese filmando, la mejor lección
de historia de la Iglesia, y la historia del mundo que jamás
se haya dado. De manera especial, vio a aquellos gigantes
de santidad, hombres y mujeres, que se aprovecharían al
máximo de la sangre que Él estaba derramando allí, sobre
el Gólgota. ¡Sus santos y sus santas! Y como en una
estremecedora letanía pensó en ellos, uno por uno. ¡Serían
la gloria de su Padre y la suya! Y ellos serían los que
darían, justamente, el verdadero sentido a la historia. Ellos
son la historia... «No hay historia más completa, más
magnífica ni más provechosa que la Letanía de todos los
Santos»: ella «evoca» e «invoca» a todos los grandes
espíritus que han ilustrado el globo y que han hecho
avanzar a la humanidad con sus virtudes».139
IV
Colgado de la cruz oró por los que escogió para enviar
por el mundo como sus apóstoles, a quienes dio las
primicias del Espíritu (Ro 8,23). En la cruz se reservó para
sí a Andrés, Santiago el Mayor, Juan, Tomás, Santiago el
Menor, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón el Cananeo, Judas
Tadeo, Matías, Pablo, Bernabé. Por todos ellos pidió
alzando sus ojos al cielo (Jn 17, 26): Por ellos ruego; no
ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado,
porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es
mío; y yo he sido glorificado en ellos (Jn 17, 9– 11).
Especialmente rogó por Pedro, «el siervo de la Cruz»,
como le llamó San Jerónimo. Cristo escogió para sí de una
manera muy particular al primer Papa como asociado al
misterio de su cruz. En efecto, también Pedro sería
colgado de una cruz: cuando llegues a viejo, extenderás
tus manos... (Jn 21, 18); Adonde yo voy no puedes
seguirme ahora; me seguirás más tarde (Jn 13, 36). De ahí
que el Papa, Sucesor de Pedro, «continúa el carácter
martirológico de su Primado»140. Pensó y rezó por todos los
Papas que, hasta ahora, han sido 264.
Colgado de la cruz, Cristo se vio perseguido por Saulo
de Tarso y para manifestar la grandeza de su misericordia,
dijo entonces para sí: «Me reservaré para mí a Saulo de
Tarso; “éste es para mí un instrumento de elección para
que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos
de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer
por mi nombre” (He 9, 15– 16)». Y desde la Cruz, escuchó
decir a San Pablo: Nosotros predicamos a un Cristo
139
ADAM MICKIEWICZ, cfr. II, 81–85.87–88; cit. por HENRI DE LUBAC en:
La posteridad espiritual de Joaquín de Fiore, Ediciones Encuentro, II
(Madrid 1989) 259.
140
Consideraciones de la CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE,
«El Primado del Sucesor de Pedro», L’ Osservatore Romano 46 (1998)
633.
crucificado (1 Co 1, 23); no quiero saber otra cosa sino a
Jesucristo, y éste crucificado (1 Co 2, 2); con Cristo estoy
crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en
mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la
fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo
por mí (Ga 2,19–20). Pedro y Pablo serán como los dos
ojos de mi cuerpo, de quien soy cabeza141.
Colgado de la cruz, rogó por quienes serían discípulos
directos de los Apóstoles, a quienes les correspondería ser
los primeros en transmitir por tradición su Revelación:
Padre, no ruego sólo por éstos, sino también por aquellos
que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que
todos sean uno (Jn 17, 20– 21). Y dijo para sí: «Me
reservaré para mí, por medio de la palabra de mis
Apóstoles, a Ignacio de Antioquía, Clemente Romano,
Policarpo de Esmirna...». Y desde la cruz, escuchaba gritar
a San Ignacio de Antioquía: «¡Dejadme imitar la pasión de
mi Dios!»142; «Mi amor está crucificado»143.
Colgado de la cruz, escogió a quienes –en el siglo que
se llamaría de los apologetas– darían a judíos, gentiles y
gnósticos «razones de nuestra esperanza»144. Y Cristo dijo
para sí: «Me reservaré para mí a Justino, a Ireneo de Lyón,
a Clemente de Alejandría...».
Colgado de la cruz, pensó en quienes se unirían a Él en
su Pasión y Muerte afrontando el martirio. Y dijo para sí:
«Me reservaré para mí a Esteban, Lorenzo, Cecilia, Lucía,
Blas...». También sabía que era necesaria su muerte en la
cruz para que Tarcisio no claudicase y fuese «mártir de la
Eucaristía», y pensaría también en Inés, en Cipriano, en
Felícitas... Y musitó el nombre de todos sus «testigos». Las
persecuciones romanas darían 100.000 mártires.
Colgado de la cruz, derramando hasta la última gota de
su sangre, les dio a los mártires, uno a uno, la victoria:
141
cfr. SAN LEÓN MAGNO, Sermón 84; cit. en Liturgia de las Horas,
IV, p. 1526.
142
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Romanos, VI, 3.
143
Ibidem., VII, 2.
144
cfr. 1 Pe 3, 15.
Ellos vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la
palabra de testimonio que dieron, porque despreciaron su
vida ante la muerte (Ap 11, 12).
V
Colgado de la cruz, vio cómo una vez que acabaron las
persecuciones sistemáticas, se turbarían los tiempos de
paz iniciados por Constantino después del Edicto de Milán,
con el surgimiento de cismas, controversias y herejías en
torno a su Divina Persona y su Iglesia. Entonces
comenzaría el bullir de herejías que requerían la respuesta
clara y clarividente de los Santos Padres de Oriente y
Occidente, hombres que no iban a claudicar en la
confesión de la fe porque recibirían la fuerza de la cruz de
Cristo. Y Cristo dijo para sí: «Me reservaré para mí
doctores de Oriente y de Occidente, que vengan a
sentarse a mi mesa luego de haber combatido por la
verdad. De Egipto me reservaré a Antonio Abad y a
Atanasio el Grande; de Capadocia a Basilio Magno; de
Antioquía a Juan Crisóstomo; de Dalmacia me reservaré
para mí a Jerónimo; a Ambrosio de Milán; Martín de Tours;
Hilario de Poitiers; vaso especial de elección será para mí
Agustín de Hipona: le daré sabiduría para refutar a los
maniqueos, donatistas, pelagianos y arrianos. En esta
época suscitaré grandes pontífices por medio de los cuales
Pedro proclame la fe en mi divinidad. Me reservaré para
mí a Dámaso, León Magno, Gregorio Magno...».
Colgado de la cruz, vio las atrocidades que cometerían
los bárbaros en sus incursiones por las ciudades cristianas
del Imperio. Vio la firmeza de San León Magno frente a
Atila. Vio cómo lo enfrentó con una cruz en la mano, y lo
vio a Atila, que venía asolando toda Europa, dar media
vuelta y seguir su camino... El Señor vio cómo la Iglesia a
través de sus misioneros y de sus grandes predicadores,
iba a tratar de convertir a los pueblos bárbaros y cómo los
monjes rescatarían en sus monasterios la cultura de la que
los vándalos harían estragos. Y pensó en los cientos de
monjes y misioneros afanosos por la conversión de los
bárbaros: San Patricio en Irlanda; San Remigio en Francia;
San Columbano en Escocia... Y dijo para sí: «Me reservaré
para mí a Benito de Nursia como Padre del Monacato en
Occidente. Me reservaré para mí a Isidoro de Sevilla, para
que organice las Iglesias de España. Me reservaré para mí
a Agustín de Cantorbery a quien enviaré a evangelizar a
los anglosajones; a Bonifacio lo enviaré a los germanos; a
Cirilo y Metodio a los eslavos».
VI
Colgado de la Cruz, el rey coronado de espinas pensó
en extender su Reino a través de la conquista espiritual de
los pueblos. Vio el florecer de las nuevas cristiandades que
se fueron construyendo, de las que prácticamente
nosotros hemos estado celebrando el milenio. Y por ello
pensó también en hacer partícipes de su realeza a
príncipes y reyes cristianos. Entonces dijo para sí:
«Escogeré para mí a Esteban en Hungría; a Eduardo el
Confesor en Inglaterra; a Eduviges en Polonia; a Vladimir y
Olga en Ucrania; a Isabel en Hungría; a Fernando III de
Castilla y de León; a Luis de Francia...». Y todo eso iba a
ser posible porque Él estaba sufriendo en ese momento en
la cruz.
Colgado de la cruz, pensó en la época del feudalismo,
cuando reyes y mercaderes querían sacar tajada de la
Iglesia. Sería necesario suscitar grandes hombres que
defendieran los derechos de la Iglesia contrarrestando la
acción de tantos que claudicarían ante el poder temporal.
Y Cristo dijo para sí: «Me reservaré para mí a Gregorio VII;
a Anselmo de Cantorbery; a Tomás Becket, a Bernardo de
Claraval, a Nicolás de Tolentino...». Pero también vería el
esplendor de la Alta Edad Media, que supo levantar esas
catedrales majestuosas que todavía son objeto de
admiración para nosotros y para todos los que vienen a
Europa; edad en la que sin duda alguna se dio la cumbre
de la civilización del mundo, que supo no sólo elaborar
esas catedrales en piedra, sino que, además, hizo las
catedrales del pensamiento, que son las Sumas, obras del
genio de Santo Tomás de Aquino.
Colgado de la cruz, pensó en aquellos que prolongarían
algún aspecto de los misterios de su vida dando origen a
órdenes y congregaciones religiosas. Entonces dijo para sí:
«Me reservaré para mí a Domingo de Guzmán, que
fundará una Orden de Predicadores para prolongar mi
ministerio como Maestro y Doctor. De sus hijos, los
dominicos, me reservaré para mí a Alberto Magno y a
Tomás de Aquino. A éste le diré desde la cruz: “Tomás,
bien has escrito de mí”; también de entre ellos me
reservaré a Pedro de Verona, mártir, y al Beato
Angélico...».
Colgado de la cruz, el Señor dijo al hijo de Pedro
Bernardone: «Francisco, restaura mi Iglesia», y le
encomendó fundar una Orden que abrazase la pobreza
voluntaria imitándole a Él, que siendo rico se hizo pobre
para enriquecernos con su pobreza 145. Y pensando en
todos los santos franciscanos, dijo Cristo para sí: «Me
reservaré para mí a Antonio de Padua, a Clara de Asís, a
Buenaventura, a Carlos de Sezze, a Pío de Pietrelcina...».
Colgado de la cruz, pensó también en otra de las
grandes Órdenes mendicantes, los mercedarios, dedicados
a la redención de los cautivos. Y Cristo dijo para sí: «Me
reservaré para mí a Pedro Nolasco y Ramón Nonato».
Colgado de la cruz, Cristo vio a su Iglesia en máxima
confusión en la época del gran cisma de Occidente,
provocado por la elección en Aviñón de antipapas que
disputaban la Tiara papal. ¡Tres hombres a la vez llegaron
a considerarse como los legítimos sucesores de Pedro...!
Las naciones y las casas religiosas estuvieron divididas en
partidos en favor de uno y otro... Grandes santos se
necesitaría para esta época, y por esto Cristo dijo para sí:
«Me reservaré para mí a Vicente Ferrer, Catalina de Siena,
y Brígida de Suecia...».
Colgado de la cruz, Cristo tuvo presente que el cisma
de Occidente dejaría en sus fieles resabios de
desconfianza hacia la Iglesia y que el surgimiento, en el
siglo XV, del Humanismo y del Renacimiento pondrían en
145
cfr. 2 Co 8, 9.
peligro la fe de muchos, particularmente de la gente
sencilla del pueblo. Por eso pensó que harían falta para
aquella época grandes predicadores populares... Y por eso
Cristo dijo para sí: «Me reservaré para mí a Bernardino de
Siena, a Juan de Capistrano...».
VII
Colgado de la cruz, Cristo vio cuantos miembros serían
amputados de su Cuerpo Místico con la Reforma de Lutero,
de Calvino y de los demás líderes de la Reforma
protestante. Vio lo que acarrearía, en la decadencia de la
Edad Media, la acción del libre examen de Lutero: ¡el
segundo gran cisma de la cristiandad! A grandes males
harían falta grandes remedios. Y cómo Él sabía que de su
cruz, de la fuerza de la cruz, iba a suscitar quienes iban a
poner todo su empeño para evitar una destrucción mayor,
y así pensó en suscitar santos que contrarrestaran la
acción protestante, promoviendo la auténtica Reforma de
la Iglesia, viviendo ante todo el radicalismo evangélico. Y
Cristo dijo para sí: «Me reservaré para mí a Cayetano de
Thiene y Felipe Neri; a Pedro de Alcántara, a Juan de Ávila
y Juan de Rivera; a Teresa de Jesús, a Juan Bautista de la
Concepción y a Juan de la Cruz. De manera especial me
reservaré para mí a Ignacio de Loyola, para que funde una
compañía de apóstoles que conquisten conmigo el mundo,
siguiéndome tanto en las penas como en la gloria. De sus
hijos me reservaré para mí a Francisco de Borja; Luis
Gonzaga; Pedro Canisio, Roberto Belarmino...».
Colgado de la cruz, consideró que harían falta grandes
adalides del Concilio de Trento, que promovieran y
aplicaran en la Iglesia sus Reformas. Y por eso Cristo dijo
para sí: «Para esta tarea me reservaré a Pío V, Carlos
Borromeo, Toribio de Mogrovejo y Francisco de Sales...».
Jesús sabía que se iba a desgarrar la Cristiandad, pero sin
embargo iba a florecer la Cristiandad en un nuevo
continente; se iba a descubrir América, de dónde
provenimos nosotros. Y esa cruz fue luz y fuerza para esos
miles y miles de hombres que fueron a misionar a
América, en una obra que al decir de León XIII, «se trata
de la hazaña más grandiosa y hermosa que hayan podido
ver los tiempos»146; o como decía Gomara a Carlos V, «la
mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la
Encarnación y muerte del que lo crió, es el descubrimiento
de las Indias»147. Y así, colgado de la cruz, consideró la
«hora» en que haría misericordia a los indígenas de
América, del África y del Oriente, enviándoles misioneros
que les anunciasen el Evangelio. Y Cristo dijo para sí: «Me
reservaré para mí a Francisco Javier; a él le haré recorrer,
en menos de 10 años, más de 50.000 Km. en su afán de
llevar mi Evangelio a todas partes. Me reservaré para mí a
Luis Beltrán, O.P., para apóstol de Nueva Granada
(Venezuela–Colombia); convertirá a más de 150.000
indios. Me reservaré para mí a Francisco Solano, a él le
llevaré desde Perú hasta las regiones del Tucumán y del
Gran Chaco. Me reservaré para mí a Roque González de
Santa Cruz, para hacerle pionero de las Misiones
guaraníes. Me reservaré para mí a Pedro Claver, jesuita,
en Cartagena de Indias (Colombia) bautizará a más de
300.000 negros. Me reservaré para mí a Isaac Jogues para
la evangelización de Canadá y Estados Unidos; a Junípero
Serra para la evangelización de California...».
Colgado de la cruz, escogió los frutos exquisitos que
producirían las Misiones – la pléyade de santos que iba a
producir la evangelización– y por eso dijo para sí: «Me
reservaré para mí al indio Juan Diego en México; a Rosa de
Lima, al mulato Martín de Porres y a Juan Macías en el
Perú; a Marianita de Jesús Paredes, la «azucena de Quito»,
en Ecuador; a Bernarda Butler en Cartagena de Indias,
Colombia; a José de Anchietta y Antonio Galvao en Brasil;
a Katheri Tekakwitha en América del Norte».
Colgado de la cruz veía las primicias de la
evangelización del Asia, más de 100.000 mártires: a Pablo
Miki y compañeros mártires en el Japón; a Andrés Kim
Taegon, Pablo Chong Hasang y 101 compañeros mártires
en Corea; a los 123 mártires chinos; a los mártires de
Tailandia; a San Andrés Dung–Lac y compañeros mártires
VIII
Colgado de la cruz, vio cómo entre los siglos XVII y
XVIII, en la época de las Monarquías absolutas, se
maduraría definitivamente la idea del Estado moderno,
caracterizada por el laicismo y por la separación de la
Iglesia. Vio cómo este período tendría un común
denominador: la Ilustración. Todo un nuevo modo de
pensar y entender la vida, intentando romper
definitivamente los lazos entre la razón y la fe, la religión y
la cultura. ¡Qué grandes santos harían falta para
contrarrestar tantos desastres y para recristianizar a las
masas! Sería necesario el testimonio de grandes apóstoles
de la caridad, de predicadores de misiones populares y de
educadores. Y por ello Cristo dijo entonces para sí: «Me
escogeré para mí a Vicente de Paúl y Luisa de Marillac
para dar testimonio de la caridad. Me reservaré para mí
como apóstoles del pueblo a Luis María Grignion de
Monfort; Leonardo de Puerto Mauricio; Alfonso María de
Ligorio; Nóbili en la India; Mateo Ricci en China; Francisco
148
De la última exhortación de san Andrés Kim Taegon, presbítero
y mártir. cfr. Liturgia de las Horas, 20 de septiembre, IV, 1894.
Pallu y las Misiones extranjeras de París; me reservaré
como grandes educadores a José de Calasanz, Juan
Bautista de la Salle, Marcelino Champagnat...». Pensando
en los Ilustrados, infatuados con el culto a la diosa razón,
tratando de destruir toda religión que se presentase como
revelada, Cristo pensó en confundir su necedad suscitando
santos en quienes se dieran fenómenos sobrenaturales, en
plena época racionalista. Y Cristo dijo para sí: «Me
reservaré para mí a José de Cupertino; Gerardo Mayela;
Pablo de la Cruz; Juan María Vianney; María Bernarda
Soubirous; Catalina Labouré; María de Jesús
Crucificado...». Ante ellos, ¿quién podría negar la
existencia de lo sobrenatural? Y vio lo que iba a hacer la
Revolución Francesa, y sus mártires, los mártires de
Angers y de la Vandeé; y vio las carmelitas decapitadas en
la plaza de la Bastilla, subiendo al cadalso cantando...
Todo eso con una mirada profética, conociendo los
detalles y circunstancias.
Colgado de la cruz, Cristo vio sucederse a la Ilustración
el racionalismo, al racionalismo el liberalismo, al
liberalismo el materialismo –primero capitalista y luego
marxista–. Haría falta contrarrestar el daño que tantas
falacias producirían en la Iglesia principalmente con el
testimonio de los valores del Evangelio. «En esta época
me reservaré para mí a Gaspar del Búfalo; José Cafasso;
Juan Bosco; Antonio María Claret; Gabriel de la Dolorosa;
Pedro Julián Eymar; Teresa del Niño Jesús; Charbel
Maklouf; Ezequiel Moreno Díaz; Miguel Febres Cordero;
Juan Nepomuceno Newmann...».
Colgado de la cruz, vio a los hombres en la época de la
Industria, de los proletariados y de la técnica, buscando
soluciones muchas veces al margen de Dios... Entonces
Cristo se vio hambriento, sediento, enfermo, cautivo,
peregrino, emigrante, desnudo, moribundo, pobre,
abandonado, huérfano, niño, joven, anciano... Y dijo para
sí: – «Me reservaré para mí hombres y mujeres que me
asistan en los necesitados...». Y musitó los nombres de
José Benito Cottolengo; María Eufrasia Pelletier; María
Micaela del Santísimo Sacramento; Elizabeth Anne Seton;
Katherine Daexel; María Josefa Rosello; Francisca Javier
Cabrini; Don Luis Orione...».
IX
Colgado de la cruz, Cristo pensó en el convulsionado
siglo XX. Vio la crisis modernista de principios de siglo, y
dijo para sí: «Me reservaré para mí a José Sarto, que será
sucesor de Pedro con el nombre de Pío X». Colgado de la
cruz, pensó en cada uno de los santos de nuestro siglo y
entonces dijo para sí: «Me reservaré para mí a Damián de
Vesteur; María Goretti; Laura Vicuña; Teresa de los Andes;
Gema Galgani; Leopoldo Mandic; Pier Giorgio Frassatti;
José Moscati; Juana Beretta Molla; Alberto Hurtado...».
Colgado de la cruz, vio las persecuciones de los
regímenes totalitarios de nuestro siglo, y eligió a quienes
serían sus testigos para esta época: «Me reservaré para mí
a Miguel Agustín Pro; Maximiliano María Kolbe; Tito
Brandsma; Edith Stein; Benito de Jesús; los 51 mártires de
Barbastro; Mons. Vilmos Apor de Hungría, Mons. Eugen
Bossilkov de Rumania y el cardenal Stepinac, de
Croacia...». Sabía lo que iba a ser ese azote satánico, la
persecución más espantosa que jamás haya sufrido la
Iglesia en veinte siglos de su historia, la persecución del
comunismo, con miles y miles de mártires, muchos de
ellos sin nombre, desconocidos por nosotros. Pero
conocemos las grandes figuras de los Cardenales Beran,
Wyszynski, Mindszenty, Tomasek, Slipyj, Iuliu Hossu,
Todea, Korec, Ignacio Kung Pin–mei, y Domingo Teng, los
14 obispos ucranianos mártires, el obispo de Barbastro
beato Florentino Asencio Barroso, Antón Luli, Jerzy
Popielusko... ¡Más de 100.000.000 de muertos en la ex–
URSS!149 A pesar de esa persecución espantosa y satánica,
que no ahorró ningún medio para borrar de sobre la faz de
la tierra la más remota idea de Dios – pues la esencia del
comunismo es ser ateo– sin embargo, Él sabía que lo que
estaba pasando y sufriendo, iba a ser fortaleza para todos
149
cfr. S. COURTOIS, N. WERTH, J.L. PANNÉ, A. PACKZOWSKI, K. BARTOSEK,
J.L. MARGOLIN. El libro negro del comunismo. Crímenes, Terror y
represión, Editorial Planeta (Barcelona 1998).
los que van a sufrir como confesores y fortaleza también
para todos los que iban a morir como mártires.
Colgado de la cruz pensó en todos los grandes santos
que nosotros, domingo a domingo, invocamos como
protectores en las Letanías de los Santos que rezamos
delante del Santísimo Sacramento, pidiendo su intercesión
ante Dios, porque sabemos que Él los predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo (Ro 8,29). ¡Letanías que
son una verdadera lección de historia!
X
Jesús también tenía presente todo lo que va a venir, y
que nosotros no sabemos. Y Él sí lo sabe. Sabe
perfectamente bien cuáles van a ser cada uno de nuestros
caminos en este peregrinar por este mundo, con las
dificultades con las que nos íbamos a encontrar, con las
alegrías que vamos a tener, con los triunfos y los fracasos,
¡con todo...! Y así como para todos los que han pasado
durante estos veinte siglos, la cruz fue fuente de consuelo
y protección, fue luz y guía, ciertamente lo será también
para nosotros si somos dóciles al Espíritu Santo.
El emperador Constantino, antes de vencer a Majencio
en el puente Milvio, aquí cerca, en aquella famosa batalla
del 28 de octubre del 312, tuvo el sueño del signo de la
cruz: «In hoc signo vinces», se le dijo. «Con el signo de la
cruz, vencerás». Como un día a Constantino, también nos
dice Jesús a cada uno de nosotros: «In hoc signo vinces».
Colgado de la cruz, también pensó en la Madre Teresa
de Calcuta.
Y pensó en Juan Pablo II.
Y pensó en todos los hombres y mujeres que existirán
hasta el fin del mundo, porque ¡por todos moría!
Y Cristo, también, pensó en ti. Y por ti rezó diciendo:
Padre, quiero que los que tú me has dado, también estén
conmigo en donde yo esté, para que contemplen mi
gloria, la que me has dado, porque me has amado antes
de la creación del mundo (Jn 17,24).
En fin, colgado de la cruz vio al pié de la misma, de pié,
a María de Todos los Santos y le encomendó ser Madre de
todos los hombres y mujeres, de todos los siglos, y como
tal, como Madre, estar de pié junto a todas las cruces de
todos, en los infinitos Gólgotas que a través de los tiempos
se levantarían por doquier, ya que «Cristo estará en
agonía hasta el fin del mundo» (Pascal)150.
6. HIMNO A LA CRUZ
150
Pensees, Le mysterie de Jesus, 553.
La Cruz es el más bello regalo de Dios, pero es tropiezo
para muchos. Es el «indicador de los viajeros libres», pero
es cáustica para los mundanos. Es la que nos hace dirigir
la historia –aun no alcanzado el poder–, pero es escándalo
para los que no tienen fe. Es la máxima aventura, aunque
para muchos sea la más grande incomodidad.
La Cruz divide y une, abaja y eleva, da muerte y da
vida, aplasta y abraza, oscurece e ilumina, condena y
salva. La Cruz hace eso según la disposición del corazón
del hombre hacia ella: si busca vaciarla151 o si busca
completarla152.
La Cruz es realidad y es símbolo. Es centrífuga –se
vuelca hacia afuera–, y es centrípeta –en su centro hay
fusión y una contradicción–, se hinca en la tierra y al
mismo tiempo se dirige al cielo. Puede prolongar hasta
siempre sus cuatro brazos sin alterar su estructura. Se
agranda sin cambiar, abre sus brazos a los cuatro vientos.
La Cruz es literal y es paradójica. Es de palo viviente. Es
punto de apoyo y trampolín. Es llave que abre la puerta de
nuestro corazón. Es el cetro del reino de la santidad. Es la
señal de los predestinados. Es el único camino de la vida.
Es la cumbre sobre las cumbres. Es una aspiración
perseverante e inflexible. Es un grito. Sólo se aprende en
la escuela de Jesucristo.
La Cruz es cátedra, es altar y es palestra. Es el amor
enardecido hasta el fin. Es la disposición total para lo que
Dios quiera. Es fuente. Es carro de combate. Es grandeza
de alma. Está fija mientras el mundo se mueve. Hace
reyes a los regenerados en Cristo. Es bandera real. Todo
está en Ella.
La Cruz nos clava en el corazón al que fue clavado en
Ella. Es la gloria de las almas santas, es la librea de las
almas nobles que fuera de Ella no quieren saber nada. Si
alguna cosa fuera mejor y más útil para la salvación de los
hombres que llevar la Cruz, Cristo lo hubiera enseñado con
151
cfr. 1 Cor 1,17; Flp 3,18.
152
cfr. Col 1,24; 2 Cor 11,30.
su palabra y ejemplo. Pero Él dice: ... toma tu Cruz... (Mt
16,24).
La Cruz cambia en rosas las espinas. Quien posee la
ciencia y la alegría de la Cruz sabe que hay que morir para
vivir, sepultarse para resucitar, sufrir para gozar, perder la
vida para encontrarla, humillarse para ser ensalzado. Sabe
que el débil es el fuerte153, que los pocos muchos, los
necios sabios, los pobres ricos, los obedientes libres, los
esclavos reyes; que hay que combatir para descansar, ser
violento con uno mismo para ser pacíficos, renunciar a
todo para poseerlo todo, ser podado para dar fruto, ser
despreciado para ser honrado; que los muchos son pocos,
los sabios necios, los ricos pobres, los libres esclavos, los
reyes sirvientes; que hay que despreciar el mundo para
ganar al Creador del mundo, negarse a sí mismo para
afirmarse en Dios, sacrificarse para realizarse. En la Cruz,
Dios ha invertido el significado de muchas cosas.
En Ella, aprendemos a adorar al «Verbo Eterno
Encarnado» sea en la Santísima Cruz de los Milagros de
Corrientes, sea en el Señor de la Quebrada de San Luis, en
el Santo Cristo de la buena Muerte en Reducción, en el
Señor del Milagro de Salta, en el Señor de Cuero de San
José de Jáchal en San Juan, en el Señor de Matará en
Santiago del Estero... y en las cruces de nuestras Iglesias,
de nuestros cementerios, de las cabeceras de nuestros
lechos. En Ella aprendemos a «más seguir e imitar al
Señor nuestro, así nuevamente encarnado» 154.
El que ama la Cruz da testimonio de Ella hasta el
martirio y sabe, que en el sabio decir de los Padres de la
Iglesia: «El que no confiesa el testimonio de la Cruz
procede del diablo» (San Policarpo).
La Cruz «tiene palabras de vida eterna»155.
153
cfr. 2 Cor 12,9–10.
154
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales [109].
155
cfr Jn 6,68.
7. TODO ESTÁ EN LA PASIÓN
I
No quieras imitar a Anás, que estaba dominado por la
concupiscencia del poder (la mayor tentación de los
clérigos) y era codicioso.
No quieras imitar a Caifás, que era venal y servil.
No quieras imitar a Poncio Pilatos, que era un cobarde y
un pastelero.
No quieras imitar a Pedro, que fue vencido por una
criada, sucumbiendo al miedo de dar testimonio de Jesús.
156
CARLOS ALMERAS, San Pablo de la Cruz, Desclee (Bilbao 1960)
282.
157
ÁNGEL VALTIERRA–RAFAEL M. DE HORNEDO , San Pedro Claver, B.A.C.
(Madrid 1985) 86.89.
158
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Credo comentado (Buenos Aires 1978)
85.
No quieras imitar al joven desnudo, que padeció más
por huir de la cruz de Cristo que por seguirle159.
No quieras imitar al mal ladrón (Gestas)160, que no
reconoció la divinidad de Jesús.
No quieras imitar a Judas, que traicionó por 30 monedas
de plata.
II
Debes imitar a Simón de Cirene tomando la cruz y
siguiendo a Jesús.
Debes imitar a San Pedro, que hizo penitencia llorando
mucho sus pecados.
159
cfr. LUIS DE LA PALMA, Historia de la Pasión (Madrid 1967) 128.
160
Con este nombre se llama tradicionalmente al mal ladrón y está
tomado del Evangelio apócrifo de Nicodemo.
161
San Dimas: así es llamado el «buen ladrón». También está
tomado del Evangelio apócrifo de Nicodemo.
162
«La historia de la Iglesia es un testimonio continuo de llamadas
que el Señor hace en edad tierna todavía. Santo Tomás de Aquino,
por ejemplo, explica la predilección de Jesús hacia el apóstol Juan
“por su tierna edad” y saca de ahí la siguiente conclusión: “esto nos
da a entender cómo ama Dios de modo especial a aquellos que se
entregan a su servicio desde la primera juventud”». JUAN PABLO II,
exhortación apostólica post–sinodal «Pastores Dabo Vobis», 63.
Debes imitar a José de Arimatea: pide siempre el
Cuerpo de Jesús; “haz tuya la víctima expiatoria del
mundo”163.
Debes imitar a Nicodemo: unge a Jesús con aromas.
Sobretodo, debes imitar a JESUCRISTO, que se inmola
en la cruz y en la Misa, crucificándote con Él. Como dice
San Gregorio Nacianceno: «Inmolémonos nosotros mismos
a Dios, inmolemos cada día nuestra persona y toda
nuestra actividad, imitemos la Pasión de Cristo con
nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con
nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la cruz...
Adora al que por amor a ti pende de la cruz y,
crucificándote tú también, procura recibir algún provecho
de tu misma culpa; compra la salvación con la
muerte...»164.
¡Decidámonos a vivir según el tercer binario 165 y según
la tercer manera de humildad166!
¡Tengamos grandes deseos «de oprobios y
menosprecios»167 para más imitarlo a Jesús!
Digamos con la Beata María de Jesús Crucificado:
169
cfr. Lc 23, 39– 43.
170
cfr. Lc 23, 26.
* Perdón: > < venganza:
Padre, perdónales porque es preciso que muera (Jn
no saben lo que hacen (Lc 11,50).
23,34)
* Dignidad: > < ignominia:
Él nada dijo (Mt 27,14) le escupieron (Mt 26,67).
* Santidad: > < pecado
* «Pecado» > < santidad
188
JOSÉ MARÍA PEMÁN, ibidem, 69.
189
cfr. Nm 12,14.
quitará del pié un zapato, y le escupirá en la cara,
diciendo: esto se hace con el hombre que no sostiene la
casa de su hermano (Dt 25,9); le cubrieron el rostro (Lc
22,64; Mc 14,65) vendándole los ojos; le preguntaban
sarcásticamente como a «Mesías» (Mt 26,68), que les
profetizase o adivinase (Lc 22,64; Mt 26,68; Mc 14,65)
quién le daba puñetazos o quién le había golpeado190; le
arrancaban mechones de barba191.
Y Jesús sangró.
199
cfr. Is 53,3.
200
cfr. Jn 19,34.
201
cfr. Jn 19,26.
202
JOSÉ MARÍA PEMÁN, ibidem, 42.
10. «TODOS SOMOS UNO EN CRISTO JESÚS» (GÁL
3,28)
205
IV CONCILIO DE CALCEDONIA, DENZINGER–HÜNERMANN 301.
DENZINGER–HÜNERMANN en adelante DH.
verdad. Fue Teodoro de Mopsuestia quien, no teniendo
clara inteligencia del misterio del Verbo Encarnado, ponía
pecado en Cristo. Parecieran seguidores de Teodoro de
Mopsuestia quienes no quieren odiar el pecado.
Sólo se ama de verdad al hombre, si se rechaza el
pecado. Por eso la clara enseñanza: Hay que odiar el
pecado y hay que amar al pecador. Y esto no son dos
cosas, sino una sola: «detestar el mal de uno y amar su
bien son la misma cosa» 206. El amor a los pecadores, dice
San Agustín, «no podría comprenderse jamás sino se
distinguen entre el pecado y el pecador… Odiemos, pues,
sus faltas, pero reservemos lo mejor de nuestra piedad
para su alma caída»207. Quien ama el pecado, odia al
pecador; y quien odia al pecador, ama el pecado. Ni odiar
el pecado, sin amar al pecador, ni amar al pecador, sin
odiar el pecado. Lo uno sin lo otro, y viceversa, es falso.
Sólo asumiendo ambos extremos, al parecer
inconciliables, se vive la realidad de lo enseñado por
Jesucristo.
Enseña Santo Tomás de Aquino: «Dos cosas hay que
considerar en los pecadores: la naturaleza y la culpa. Por
la naturaleza, que han recibido de Dios, son capaces de la
bienaventuranza, en cuya comunicación se funda la
caridad... por tanto, por su naturaleza han de ser amados
con caridad. En, su culpa es contraria a Dios y es
impedimento de la bienaventuranza; de ahí que por la
culpa que los enemista con Dios, han de ser odiados todos
los pecadores, aunque se trate del propio padre, madre o
familiares, como leemos en el Evangelio (Lc 14,26).
Debemos, pues, odiar en los pecadores el serlo y amarlos
como hombres capaces todavía de bienaventuranza. Y
esto es amarles verdaderamente en caridad por Dios» 208. Y
agrega más adelante: «Amamos a los pecadores con
caridad, no porque queramos lo que ellos quieren o nos
gocemos en lo que ellos se gozan, sino para hacerles
querer lo que queremos y que se gocen en lo que nosotros
206
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., II-II,25,6,ad 1.
207
cfr. GUSTAVO COMBÉS, La Charité d’après Sain Agustín, 233.
208
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., II-II,25,6.
nos gozamos. Por eso se dice: Ellos se convertirán a ti y tú
no te convertirás a ellos (Jr 15,19).»
Lamentablemente pareciera que los hombres de la
Iglesia no somos capaces de hablar un lenguaje de tal
claridad y transparencia, que nuestros contemporáneos
entiendan que nuestro odio al pecado es amor al pecador,
y que por nuestro amor al pecador odiamos el pecado.
Pareciera que en la actualidad la cultura de la muerte que
enseñorea la mente de muchos de nuestros
contemporáneos, les incapacita para poder superar los
extremos contrarios, por un lado, del liberalismo
exagerado que justifica en nombre de la libertad todo
pecado, y por otro, del fariseísmo que no tolera la
debilidad en los demás. El primero, que en nombre del
amor al hombre, lo que ama es su pecado; el segundo,
que en nombre de su horror al pecado, tiene asco del
hombre pecador: algunos que se tenían por justos y
despreciaban a los demás (Lc 18, 9).
Por eso debemos tener en claro, lo debemos predicar y
vivir, que estamos:
contra la corrupción, no contra los corruptos;
contra la prostitución, no contra las prostitutas;
contra la usura, no contra los usureros;
contra la homosexualidad, no contra los homosexuales;
contra la drogadicción, no contra los drogadictos;
contra el alcoholismo, no contra los alcohólicos;
contra el terrorismo, no contra los terroristas;
contra el comunismo, no contra los comunistas;
contra el capitalismo salvaje, no contra los capitalistas;
contra la pobreza injusta, no contra los pobres;
contra el cientificismo, no contra los científicos;
contra el consumismo, no contra los que consumen;
contra el aborto, no contra los abortistas;
contra la contracepción, no contra los contraceptistas;
contra los genocidios, no contra los genocidas;
contra el antinatalismo, no contra los antinatalistas;
contra la enfermedad, no contra los enfermos;
contra el SIDA, no contra los sidásicos;
contra el asesinato, no contra los asesinos;
contra la traición, no contra los traidores;
contra la ignorancia, no contra los ignorantes;
contra el feminismo, no contra las feministas;
contra el machismo, no contra los machistas;
contra el cisma, no contra los cismáticos;
contra las herejías, no contra los herejes;
contra las sectas, no contra los sectarios;
contra el ateísmo, no contra los ateos;
contra el paganismo, no contra los paganos;
contra el lefebvrismo, no contra los lefebvristas;
contra el pastelerismo, no contra los pasteleros;
contra el progresismo, no contra los progresistas;
contra el materialismo, no contra los materialistas;
contra los vicios, no contra los viciosos;
...en una palabra:
213
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,1,2,ad2.
214
La ciudad de Dios, 12, ML. 41,727.
215
SAN GREGORIO, in IV Dialog. 44; ML 77,404A; cit. por SANTO
TOMÁS, S.Th., Supl. 99,1.
216
S. Th., Supl. 99,1.
(«permaneciendo la causa, permanece el efecto» 217) que
perdura por toda su vida (y la eternidad), sino además
porque habiendo puesto su fin en el pecado, tiene la
voluntad de pecar siempre. Es justo por tanto que
quien en su propia eternidad pecó contra Dios, en la
eternidad de Dios sea castigado. Dice San Gregorio
Magno: Los malos «murieron con un fin, porque vivieron
con él ... quisieran vivir sin fin, para poder sin fin
permanecer en sus pecados; pues desean más pecar que
vivir; y por eso desean aquí vivir siempre para nunca dejar
de pecar mientras viven ...»218. Por eso es justo que nunca
carezcan de tormento, los que nunca, mientras pudieron,
quisieron carecer de pecado.
«Quien a cambio de un bien temporal se desvía y
pierde el último fin, que se posee eternamente, antepone
la fruición temporal de dicho bien a la eterna fruición del
último fin; por donde vemos que hubiera preferido mucho
más disfrutar eternamente de aquel bien temporal. Por
tanto, según el juicio de Dios, debe ser castigado como si
hubiese pecado eternamente»219.
Por eso, nosotros decimos al igual que el Beato Don
Orione, y lo hemos puesto en nuestras Constituciones:
«Colócame, Señor, sobre la boca del Infierno, para que yo,
por tu misericordia, lo cierre»220.
217
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., I–II,87,3: “manente autem causa,
manet effectus”.
218
S. Th., Supl. 99,1.
219
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Contra Gentiles, III,144.
220
En Apuntes de febrero de 1939, cit. In Cammino con Don
Orione (Roma 1972) 328ss. Cit. Don Orione, Nel nome della Divina
Providenza, le piú belle pagine (Roma 1995) 136.
– La anticoncepción es pretender hacer el amor sin
hacer un hijo;
– la fecundación artificial es hacer el hijo sin hacer el
amor;
– el aborto es deshacer el hijo;
– la pornografía es deshacer el amor;
– la eutanasia es deshacerse de los padres;
– la homosexualidad es deshacerse de la mujer (en el
caso de los gays) o deshacerse del hombre (en el caso de
las lesbianas), en ambos casos es deshacerse de los hijos,
y si se los busca artificialmente es deshacerse del padre
(donante anónimo), y la pareja es una caricatura grotesca
del amor.
¿Quién, salvo el de mente corrompida, no se da cuenta
que la anticoncepción, la fecundación artificial, el aborto,
la pornografía, la eutanasia, la homosexualidad...son
contrarios a la naturaleza del amor humano? Por
tanto, están contra la dignidad del hombre y de la mujer.
Los que no quieren darse cuenta de la gravedad de
estos errores y no los denuncian, son los que no aman a
las personas que caen en esos errores, que son las
primeras víctimas de la cultura de la muerte, de la cual
son clara manifestación dichos errores.
Todo error respecto a la vida es un atentado contra el
hombre, contra la verdad del amor humano. Hace 13 años
encontré escrito en Sevilla el «argumento» de los
abortistas, que curiosamente es el mismo que aparece en
la foto de una manifestación abortista en un diario de
hoy221, «Anticonceptivos libres para no abortar, aborto
libre para no morir». Donde se ve como toman «el rábano
por las hojas», cómo descubren su íntimo egoísmo y cómo
están orbitados por la muerte. Se entregan el sexo sin
responsabilidad y quieren evitar las consecuencias de
manera artificial; no quieren los efectos, pero no quieren
quitar las causas; no quieren morir ellos, pero quieren
221
Diario La Nación, 10 de agosto de 1994, pág. 1.
matar libremente a los inocentes; promueven el uso de
anticonceptivos, pero como conocen su ineficacia quieren
tener libre el recurso al aborto; hablan de libertad, pero se
tratan como «objetos», ya que como dice el biólogo Paul
Chauchard: «Lo sexual se ha reducido a lo genital: la
humanidad se convierte en una jungla donde los machos y
las hembras sin control están al asecho de presas que les
permitan saciar sus necesidades»222.
En el fondo de estas posturas hay una lógica y una
raíz: «La lógica anti–vida ... (la raíz) es la rebelión
contra Dios ... es el no reconocimiento de Dios como
Dios ...»223.
222
El equilibrio sexual, Ed. Fontanella (Barcelona 1964) 11.
223
JUAN PABLO II, «Discurso a los participantes del Congreso
Internacional para conmemorar el XX aniversario de la “Humanae
Vitae”», L’Osservatore Romano 16 (1988) 251.
224
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la
Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», 22.
225
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S. Th. III,48,2,ad 1; Catecismo de la
Iglesia católica, nn. 795, 1119, 1474.
226
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,8,3.
227
cfr. Jn 6,68.
Capítulo 3
Su resurrección
1. TESTIGOS DE LA RESURRECCIÓN
1. Lo dice la Revelación
Un aspecto esencial del ministerio que Cristo
encomendó a los Doce Apóstoles es el ser testigos de
su resurrección. El testimonio fundamental que los
discípulos de Jesús habían de dar acerca de su Maestro era
el de su vida perenne, su definitivo triunfo sobre la muerte
por su resurrección, que implicaba la confesión de su
divinidad, y, por ende, la autenticidad divina de su vida, de
su doctrina y de su obra.
Podemos corroborarlo en el libro de las Actas de los
Apóstoles, que acertadamente han sido llamadas «hechos
de Jesús resucitado», o en la cartas apostólicas, o en el
mismo Evangelio, con numerosos textos que señalan
precisamente ese carácter de testigos que Jesucristo dio a
sus «enviados», a sus apóstoles.
228
cfr. Mt. 28,11–15.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
229
Tract. in. Epist. Io. 1,2.
230
Mart. Polyc., VI,2.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
I
¡Cristo ha resucitado! Es decir, su alma gloriosa volvió a
unirse a su cuerpo, a ese cuerpo que fue clavado y que
padeció los dolores de la cruz, al cual transformó en
glorioso e inmortal. Por tanto, la humanidad santísima de
Nuestro Señor fue la primera en alcanzar el máximo de
plenitud a la que es llamado todo ser humano, sea varón o
mujer, constituyéndose Cristo de esta manera en el
máximo modelo de la humanidad redimida, que alcanzará
la plenitud en tanto y en cuanto siga la doctrina de
Jesucristo y los ejemplos de Él.
En el siglo que hace poco ha terminado hemos visto
que el hombre ha sido brutalmente manipulado. Baste
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
II
1º– ¿Cuáles son las verdaderas características del
ser humano?
En primer lugar, el ser humano, cada uno de nosotros,
es uno, con una unidad actual: en este momento somos
conscientes de que somos uno, no somos dos ni tres, ni
diez, somos uno. Pero también con una unidad que se
mantiene a través de toda nuestra historia: somos
plenamente conscientes que éramos aquel niño que
jugaba detrás de los autitos y los camioncitos, que jugaba
con los soldados y le gustaban los días de lluvia porque la
mamá le contaba cuentos, viendo pasar la gente por la
231
III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO,
Documento de Puebla (Buenos Aires 1979) 17.
Las Servidoras
vereda. Y después de más grandes, tenemos clara
conciencia de que somos el mismo. Somos uno.
Pero además, somos únicos. Cada uno de nosotros,
aun en el caso de los mellizos o el de los gemelos, y aun
en el caso de que pueda darse la clonación humana. La
persona humana es única. Habrá un parecido, una gran
semejanza, pero hay todo un mundo que es nuestro
mundo interior que es único.
Pero también somos irrepetibles. Así como no hay dos
impresiones digitales iguales, así tampoco hay dos seres
iguales. En una misma familia con un mismo padre y una
misma madre, y con una misma educación, sin embargo,
¡qué distintos que son los hijos! Uno es más vivo, otro es
más lerdo. Uno es más divagante, el otro más tímido; uno
vago, el otro trabajador. Unos tienen unas habilidades,
otros tienen otras.
Pero, además, no solamente somos uno, únicos,
irrepetibles, sino que cada uno de nosotros ha sido
eternamente ideado, eternamente pensado por Dios,
desde antes que existiésemos sobre la tierra, desde antes
que existiesen nuestros padres, desde antes que existiese
el mundo. Desde toda la eternidad, desde que Dios es
Dios, hemos sido pensados por la mente divina. Así como
un artista piensa primero en el dibujo que después quiere
plasmar en la tela. Se piensa primero y luego se realiza lo
pensado. Así ha hecho Dios. ¡Eternamente pensados!
Y eternamente elegidos: «Este sí, que exista, en tal
época, tales características».
Y, por tanto, eternamente amados. Cada hombre,
varón y mujer. Todos los hombres, todo varón, toda mujer,
¡eternamente amados por Dios!
III
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
232
cfr. Gen 1,27.
Las Servidoras
naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad
humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al
universo entero...» (14). Eso soy yo y cada uno de
nosotros.
5. El hombre por naturaleza es intelectual, tiene una
capacidad de pensar, contra todo materialismo: «...la
naturaleza intelectual de la persona humana se
perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la
sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre
a la búsqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido
por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo
invisible» (15). Esa es la dignidad del hombre. Es capaz de
pensar.
6. La naturaleza intelectiva y la libertad se expresan en
la conciencia, contra los manipuladores de conciencias:
«La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los
demás hombres para buscar la verdad y resolver con
acierto los numerosos problemas morales que se
presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el
predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad
tienen las personas y las sociedades para apartarse del
ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de
la moralidad» (16).
7. La dignidad humana exige que el hombre obre en
conciencia y, además, libremente, contra el totalitarismo y
la coacción: «La dignidad humana requiere, por tanto, que
el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es
decir, movido e inducido por convicción interna personal y
no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la
mera coacción externa» (17).
8. La grandeza del ser humano: la libertad. La libertad
es una característica propia del ser humano, que es libre
por ser espiritual, porque tiene una inteligencia racional y
porque tiene una voluntad libre. Así lo creó Dios. Eso es
ser creado «a imagen y semejanza de Dios». Los animales
no fueron creados a imagen y semejanza de Dios, porque
no tienen alma espiritual, no tienen inteligencia racional ni
voluntad libre; y todo esto contra el determinismo y el
fatalismo: «El hombre logra esta dignidad cuando, liberado
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
IV
2º– ¿Cuál es la razón de la paradoja de que a
pesar que en este tiempo tanto se habla del
hombre, sin embargo, tanto se ha atacado al
hombre hoy día?
«¿Cómo se explica esta paradoja? –seguía diciendo el
Papa en Puebla– Podemos decir que es la paradoja del
humanismo ateo. Es el drama del hombre amputado de
una dimensión esencial de su ser – el Absoluto– y puesto
así frente a la peor reducción de su ser».
En efecto, baste recordar a los ideólogos de turno,
cómo reducen la dimensión del ser del hombre. Así, por
ejemplo, se dijo: «el hombre es un trabajador» (Karl Marx);
«el hombre es una pasión inútil» (Jean Paul Sartre); «es un
ser movido por la libido» (Sigmund Freud); «es un forjador
de símbolos» (Paul Ricoeur); «es un creador de utopías»
(Ernest Bloch); «es lo que come» (Feuerbach) –éste comía
zanahorias– (risas del auditorio); «es un haz de cargas
electromagnéticas» (Bertrand Russel); «es un ser para la
muerte» (Heidegger); «es lo que juega» (Huizinga); «es lo
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
V
Por eso, queridos hermanos y hermanas:
En esta sublime noche de Pascua recordemos que:
¡No somos sólo materia, que termina definitivamente
en la tumba!
¡No somos sólo una máquina de trabajo, que sólo sirve
para producir cosas y ganar dinero!
¡No somos sólo un ser para consumir bienes materiales!
¡No somos sólo seres que sólo hacen lo que les gusta, lo
que les da la gana!
¡No somos sólo seres que son juguetes de un destino
inexorable!
¡No somos robots, somos libres, con la libertad que nos
ganó Cristo!
¡Tenemos un alma espiritual e inmortal!
¡Somos capaces de entender y tenemos una voluntad
libre capaz de amar y de elegir!
Las Servidoras
¡Estamos llamados a la vida eterna!
¡Nuestra vida no termina aquí! ¡Hay horizontes más
amplios!
Nos lo recuerda la Resurrección del Señor y la Doncella
de Nazareth que también resucitó. Cristo resucitado es el
baluarte inexpugnable, a través de los siglos, para la
defensa del hombre, de todo hombre y de todos los
hombres.
Esta es la visión colosal del hombre y la mujer que tiene
la Iglesia, y que ha mantenido a través de 2000 años de
historia, luchando y defendiendo al varón y a la mujer por
haber sido creados a imagen y semejanza de Dios.
Y al igual que pasa en nuestro poderoso ciprés, en cuya
copa juegan los últimos rayos del atardecer, en cada una
de nuestras almas siempre juegan los rayos de luz del
Dios Todopoderoso, que nos ilumina con su gracia y que
nos ama mucho, porque ¡somos sus hijos!
¡Somos hijos de Dios!
3. ¿AGOBIADO O RESUCITADO?
1. El hombre agobiado
Vivimos en una época en que el hombre, más que
nunca, se siente profundamente agobiado.
Agobiado es un adjetivo que indica, según el diccionario
de la Real Academia, al que está «cargado de espaldas o
inclinado hacia delante». «Agobiar», es voz derivada del
latín «gibbus=giba», o sea, joroba (del árabe «huduba»;
de allí el fig. fastidiar, molestar) según su significado
etimológico, no es otra cosa que «inclinar o encorvar la
parte superior del cuerpo hacia la tierra» o en su segunda
acepción: «hacer un peso o carga que doble o incline el
cuerpo sobre que descansa». De ahí que, figuradamente,
agobiado es el hombre que lleva un peso grande que lo
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
233
cfr. PABLO VI, Credo del Pueblo de Dios, BAC (Madrid 1968) 11–
34.
Las Servidoras
Ante el agobio de las tristezas de este valle de
lágrimas, nuestra actitud debe ser la de los Apóstoles
apenas vieron al Señor: Los discípulos se llenaron de
alegría cuando vieron al Señor (Juan 20, 19). La alegría es
un mandato de Cristo resucitado a todos sus discípulos.
Fue lo primero que ordenó a las santas mujeres cuando se
les apareció en el camino: Alegraos.
234
CONCILIO DE TRENTO, Catecismo Romano, I, VI, 15.
Las Servidoras
resurrección y pasadas algunas líneas, añade: Sabiendo
que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere;
la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Porque la muerte
que Él murió, la murió al pecado una vez para siempre;
mas la vida que Él vive, la vive para Dios y es inmortal. Así
también vosotros teneos muertos para el pecado, pero
vivos para Dios en Cristo Jesús235.
Porque el amor de Cristo nos apremia, al considerar
que, si uno murió por todos, entonces todos han muerto. Y
el murió por todos, a fin de que los que viven no vivan
más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó
por ellos (1Cor 5, 14–15).
Conclusión:
Hemos visto como de la resurrección del Señor, han
llegado a la humanidad los bienes más grandes. Por eso,
todo hombre agobiado, en definitiva, tiene que hacer suya
la oración de los discípulos de Emaús, cuando le rogaron
sin aun reconocerle: Quédate con nosotros, porque ya es
tarde y el día se acaba.
Debemos resucitar con Cristo: ¡Ser hombres nuevos! No
hombres agobiados, sino hombres espirituales. No
apesadumbrados, sino con alegría de vivir. No abatidos,
sino con ansias de hacer el bien al prójimo. No con los
brazos caídos, sino con gran capacidad de lucha frente al
mal. Sólo empeñados en el bien, en favor de la vida, de la
libertad, de la justicia, del amor y de la paz.
No lo olvidemos nunca: Cristo resucitado nos sigue
diciendo: Venid a mí, todos los que estáis afligidos y
agobiados, que yo os aliviaré. Cargad sobre vosotros mi
yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de
corazón; y encontraréis alivio. Porque mi yugo es suave y
mi carga liviana (Mt 11, 28–30).
María nos lo recuerde siempre.
235
cfr. Ro 6,4–11.
Tercera Parte
Los santos
Capítulo 1
La Santísima Virgen
María
236
cfr. Catecismo de la Iglesia católica, n. 495.
237
cfr. DH 251.
persona del Verbo. «De otro modo no se creería en una
Trinidad, sino en una cuaternidad de personas»238
Ignorar esto, es ignorar las cosas más elementales, y lo
peor del caso, es poner confusión, incluso en las almas
consagradas, porque después tuve el caso de un
seminarista que me vino a hacer la misma pregunta,
exactamente la misma pregunta. Cuando en un alma
consagrada entran esas barbaridades, esa alma poco
tiempo va a estar consagrada, porque si no sabe que
Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y es
Uno sólo porque ambas naturalezas están unidas en la
Única persona del Verbo, ¿qué sentido tiene la vida
religiosa, qué sentido tiene la virginidad, qué sentido tiene
la pobreza, qué sentido tiene la obediencia, qué sentido
tienen los sacramentos? Si el que uno ve en la cruz no
tiene una naturaleza humana unida hipostáticamente a
una persona divina, nadie pagó por nuestros pecados,
porque sería un puro hombre, ni el bautismo te lava de los
pecados, ni la confesión, ni la Eucaristía sería el Cuerpo y
Sangre del Señor, junto con su alma y su divinidad.
Caen todos los sacramentos, cae la Iglesia. Por eso así
estamos, por eso hay tantos sacerdotes que se dedicaron
a las cuestiones temporales y algunos pareciera que han
dejado de creer en las verdades eternas. Por eso hay que
profundizar siempre en esas verdades de fe, porque son
esas verdades de fe las que son capaces de mover nuestro
corazón a imitarlo al Señor. Y saber de manera tal, de ser
capaz de responder cuando les sale alguien con alguna
cosa así. Porque como decía Juan Pablo I: «De la fe sólo
tenemos lo que somos capaces de defender». Si hay algo
de la fe que no somos capaces de defender es porque no
tenemos fe, porque no tenemos fe como la que
tendríamos que tener. Por eso pidámosle en esta noche a
la Santísima Virgen, a la que le vamos a cantar dentro de
unos minutos, la gracia de defender con la mayor fuerza
posible la verdad del Verbo que se hizo carne.
238
SAN AGUSTÍN, Sobre la predestinación de los elegidos, 15,31; cit.
en Liturgia de las Horas, III, p. 488.
4. «... CONCEBIRÁS Y DARÁS A LUZ UN HIJO» (LC
1,31)
(El motivo principal de la Anunciación)239
239
Sigo, casi textualmente, al P. ALBERTO GARCÍA VIEYRA, OP, La
devoción a la Santísima Virgen María, Ediciones Santo Domingo
(Argentina) 128–135.
240
cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,1,3–4.
Jesucristo, su hijo e Hijo de Dios en el camino de la
salvación del Nuevo Testamento.
241
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,30,1.
hechos que preanuncian la Epifanía del Señor. Estos
hechos van a crear en el mundo la total economía de la
salvación; van a recrear en el hombre un orden de justicia
opuesto al orden de injusticia, que es el pecado. Tal
recreación –renovar el orden de justicia destruido por
Adán– comenzará por la fe en Jesucristo. Es esto lo que
explica la conducta del Ángel en la Anunciación.
La restauración del orden de justicia, debe comenzar en
el mundo por la fe: Quien se acerca a Dios tiene que creer
(Hb 11,6). Ésta es la obra de Dios: que creáis en el que me
envió (Jn 6,29). Siempre que hablamos de «unión con
Dios», hay que pensar en la necesidad de la fe por parte
de la criatura que se unirá con Dios. La fe es el principio
de la justificación, como enseña el Concilio de Trento; y la
gracia, quien la consuma.
El orden congruo de unión entre el Hijo y la Santísima
Virgen, obtiene su congruencia a partir de las bases
comunes para todos los hombres, y debe empezar por la
fe; por ese motivo de la fe, fue necesaria la Anunciación.
María, antes de unirse como esposa del Espíritu Santo y
concebir al Hijo de Dios, debía tener fe explícita en el
misterio de la Encarnación, realizado en concreto, en su
propio seno. Como uno cree en la presencia real de Jesús
en la santa Eucaristía, María debía creer en el Hijo de Dios
viviente en sus entrañas.
b. La fe de la Virgen en el Mesías
La Virgen creía ya en el Mesías; creía firmemente en el
libertador de la Humanidad; pero debía creer que el
Mesías, el Hijo de Dios Redentor, iba a ser aquel hijo suyo
del que le hablaba el Ángel. Sobre esto la Virgen debía ser
instruida por el mensajero divino, hasta volver en María la
fe explícita en la Encarnación, y obtener su consentimiento
a los planes del Señor242.
El ángel no vino solamente, como se dice, para obtener
el consentimiento de la Virgen, sino por el motivo más
242
cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III, 30, 1 ad 2.
importante de la fe en el Redentor; y no sólo en la persona
del Hijo sino en la Encarnación. El anuncio del Ángel daba
a la Virgen la «fórmula» de la Encarnación: He aquí que
concebirás en tu seno y darás a luz un hijo (Lc 1,31).
Si quedara alguna duda, podemos corroborarlo con las
palabras de San Agustín que el Angélico pone en el mismo
contexto: «Más feliz es María recibiendo la fe de Cristo que
concibiendo la carne de Cristo» 243. Además, en el
Comentario a las Sentencias, propone la objeción que la
Anunciación era innecesaria porque la Virgen ya tenía la
fe, y responde: «No estaba determinado que cayera bajo
la fe el tiempo de la Encarnación ni a través de qué virgen
debía cumplirse. Por eso tenía que ser instruida sobre el
particular por la anunciación. En efecto, que habría de
haber una Encarnación –cosa que caía bajo la fe de los
antiguos–, lo aceptaba firmísimamente con su fe
(firmissimum fide tenebat)»244.
En ambos textos se pone de relieve la importancia de la
fe explícita en la Encarnación. María tenía, en grado
excelente, la fe veterotestamentaria, y no podía tener
otra. ¿Cuáles son los límites extremos de esta fe?
Sabiendo esto podremos reconocer qué agrega la fe del
Nuevo Testamento, y apreciar el motivo de la embajada
angélica.
243
“Beatior est Maria percipiendo fidem Christi, quam concipiendo
carnem Christi” (SANTO TOMÁS, S.Th., III, 30, 1c).
244
SANTO TOMÁS DE AQUINO, In III Sent., 3, 3, 1, 1 ad 1.
pecado, para tener fuerzas contra el demonio. Podía
reconocer, por las profecías de Daniel, que el tiempo de la
Salvación había llegado o era inminente. Todo esto lo pudo
saber la Santísima Virgen antes de la aparición del Ángel.
En lo que no podía creer la Virgen antes de la
Anunciación, por carecer de motivos suficientes es que
Ella era la llamada para ser madre de ese niño misterioso
de quien habló Isaías, Dios y hombre, que sería el
Salvador. No podía tener idea de que Ella misma, siendo
virgen, iba a ser madre, y la madre del Salvador del
mundo; su hijo Jesús, de quien le hablaba el Ángel sería el
Redentor del mundo. Quiere decir que su fe en el Mesías,
salvador del mundo, debía concretarse y volverse
explícita, en su hijo Jesús. Fe en Jesucristo, fe en el poder
de Jesucristo, y en su obra de salvación del mundo; a eso
estaba vinculada su persona y su acción. En todo
conforme a esa fe, debía obrar en consecuencia.
Es por este motivo, entonces, que es instruida por el
Ángel, y no solamente sobre el misterio de la Encarnación
sino sobre su eminente dignidad de nueva Eva y Madre de
Dios. Dice hermosamente Santo Tomás: «La Virgen
Santísima tenía una fe expresa en la Encarnación futura;
sin embargo, como era humilde, no pensaba cosas tan
altas sobre sí misma. Por eso tenía que ser instruida sobre
este particular»245.
En resumen, el Ángel la lleva desde la fe mesiánica del
Antiguo Testamento, que tenía un objeto aun no bien
determinado, a la fe propiamente neotestamentaria, la fe
en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado. En Ella se
inaugura la presencia sacramental del Hijo de Dios en su
Iglesia, que pertenece también a la fe de la misma Iglesia.
María cree en el Hijo de Dios en su seno, como nosotros
creemos en el Hijo de Dios en el tabernáculo.
Las demás razones del cuerpo del artículo que
comentamos, vienen a corroborar aquel motivo principal.
La segunda dice: «La fe para ser testigo de éste
245
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III, 30, 1, ad 2: “cum esset
humilis, non tam alta de se sapiebat”.
sacramento»246. La tercera: «La oblación de sí misma en la
fe»247. La última: «La unión íntima consumada por la fe
perfecta, en que la fe de la Virgen vale ante Dios por toda
la naturaleza humana, y sella el matrimonio espiritual»248.
d. El acto de fe de la Virgen y la fe
neotestamentaria
En la Virgen contemplamos la fe de la Iglesia,
arraigando profundamente en el diálogo con Gabriel.
Como la infidelidad de Eva fue la del género humano, así
la fe de María posee igual plenitud y universalidad.
El Ángel ha suscitado en María la fe de la nueva
Jerusalén. Ahora es posible en un orden descendente, la fe
de San Pedro, la de los Apóstoles, la de todos los llamados
a las bodas del Cordero. La misericordia de Dios tiene una
respuesta de entera generosidad. El consentimiento de
María, es acto de fe de María y de la Iglesia. Es fe en la
obra de salvación, que lleva el sello de la voluntad salvífica
del Padre; por eso creer en la obra de Jesús es creer en el
Padre que lo ha enviado.
La fe en Jesucristo será el principio de la salvación en el
mundo. Ya no valen la fe en las promesas, o la fe en un
mediador indeterminado. La fe de Israel, y la fe de los
gentiles, pasan a segundo plano; la humanidad se unifica,
desde el punto de vista de la salvación, en el vértice
supremo de la fe en el Redentor, Jesucristo.
María poseía, en grado eminente, la fe de Israel. En Ella
hay una conversión, que es la conversión de la humanidad
al cristianismo. Ahora es la fe en Jesucristo salvador.
Hablamos de conversión, de una nueva fe. Pídesele salir
como Abrahám, de su tierra, de su parentela y de su casa,
e ir a una tierra nueva y misteriosa que señalaba el dedo
de Dios (Gen. 12, 2). Salió Abrahám de su tierra a otra
tierra, dentro del plan prefigurativo de la Antigua Ley.
246
“ut posset esse certior testis hujus sacramenti”.
247
“ut voluntaria sui obsequii munera Deo offerret”.
248
“ut ostenderetur esse quoddam spirituale matrimonium inter
Filium Dei et humanam naturam”.
María parte de la antigua fe, para salir de ella, y entrar en
un mundo nuevo, en el plan de realizaciones de la nueva
Ley. Enséñale el Ángel la nueva y verdadera tierra de
Canaán, tierra ofrecida a los hombres por venir; tierra que
será poseída y que hará la felicidad de todos aquellos que
no hayan sucumbido en el desierto.
e. Fe y conversión
Dice Santo Tomás: «La primera conversión a Dios se
hace por la fe»249. Es el inicio del movimiento de la
justificación. La Virgen ya creía en el Dios de Israel. Pero
las palabras del Ángel suscitan en Ella un nuevo
movimiento: la fe en el Verbo encarnado, su Hijo. Así
la sorprendemos al iniciar un nuevo camino más perfecto
de justicia, que el de su padre Abrahám. Tal es la fe de
María, que será después la fe de la Iglesia.
Quien se acerca a Dios tiene que creer (Hb 11,6). El
apartarnos del pecado y volvernos hacia Dios es por la fe.
Santo Tomás explica que la fe es luz para la inteligencia 250.
En esa luz vemos la voluntad de Dios,
misericordiosamente manifestada para salvarnos. La fe es
un saber de la voluntad de Dios, consentimiento y
encuentro con la misma. La fe lleva por eso la prenda de
bendición. Por la fe de Abrahám serán benditas en él todas
las naciones de la tierra (Gen 18,18). En la fe de María, son
benditas todas las naciones de la tierra. Su fe no trae la
promesa sino lo Prometido, la Bendición, el Bendito que
viene en el nombre del Señor (Mt 21,10).
Ya no vale la fe en las promesas. Porque las promesas
ya son realidad en Cristo, que es el Amén de Dios Padre.
Era la fe de los patriarcas y de los Profetas; la fe de sus
padres, Joaquín y Ana, y la fe que la llevó al Templo para
consagrarse al Señor.
249
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., I–II, 113, 4: “prima autem
conversio in Deum fit per fidem”.
250
In Ep. ad Hebr., l. 2, n° 575 Mar.
f. La fe de la Virgen y su participación activa en la
historia de la salvación
El hacer que María diera por terminada la antigua
economía salvífica, y abrazara la nueva, siendo
protagonista de la misma, era tan importante, que
constituía el principal objetivo de la embajada de Gabriel.
Gabriel viene para decir a María que las figuras han sido
cumplidas, que el hombre, desde ese instante se salvará
por Jesucristo. Ella, la primera, debe profesar la fe en
Jesucristo. El Ángel deja en el mundo la nueva y definitiva
economía de salvación. Es la justicia de Dios por la fe en
Jesucristo251; la ley era como el ayo, que lleva los niños de
la mano, hasta la edad adulta; venida la fe, ya no estamos
sujetos al ayo252.
María, y con Ella la Iglesia, entienden la salvación
neotestamentaria por la fe en Jesucristo.
María entrega su Hijo como objeto de fe a la Iglesia.
Después de concebirle ella misma, entrega al mundo el
Salvador. Llévale a casa de Isabel, promueve el incidente
de la conversión del agua en vino en las bodas de Caná, y
sobre todo le acompaña hasta la Cruz. ¡María al pie de la
Cruz! Al caer las tinieblas sobre el mundo, llenos los senos
de su alma por la agonía del Hijo,... Ella estaba de pie
junto a la Cruz, como dice el Evangelio. Allí pide al Padre,
en nombre de la humanidad, por la miseria y cobardía de
los hombres; el Hijo ve en su madre, la fe y la esperanza
de la Iglesia. Es la Iglesia que cree y espera en el
momento supremo de la crucifixión; allí se recupera la
confianza de los Apóstoles; allí nace la fortaleza de los
mártires; allí la energía de los confesores; allí la santidad y
la gloria de la verdadera Jerusalén.
Concebirás y darás a luz un hijo, a quién pondrás por
nombre Jesús (Lc 1, 31). Tal es el objeto de la nueva fe
propuesta a María. Jesús quiere decir «salvador». El
salvará a su pueblo de sus pecados, dice el Ángel en
sueños a José (Mt 1,21). «Este nombre de Jesús, dice San
Alberto Magno, significa la propiedad, el acto y el efecto
251
cfr. Ro 3,22.
252
cfr. Ga 3,25.
de la salvación»253. El mismo nombre tiene Josué o Jesús
hijo de Nave que introdujo al pueblo en la tierra
prometida; los ángeles anuncian el nacimiento del
Salvador, en la ciudad de David (Lc 2,11). María no podría
menos que sentirse identificada con la virgen–madre de
Isaías: Ella cree y adora la voluntad de Dios.
3. La Fe en la Trinidad
La fe en la encarnación debe ir precedida por la fe en la
Trinidad.
En el Antiguo Testamento el misterio de la Trinidad
permanecía un poco en la penumbra, sin ser objeto,
dentro de lo que podemos entender, de una revelación
explícita. A ese respecto dice el P. Ceuppens: «Nosotros
opinamos que el dogma de la Santísima Trinidad no fue
revelado abiertamente en el Antiguo Testamento»254.
La Trinidad de personas dentro de la más absoluta
unidad de naturaleza apenas se dibuja en las páginas de la
antigua Ley; alusiones e insinuaciones, son lo
suficientemente oscuras y medidas como para no romper
el monoteísmo del pueblo hebreo, y lo suficientemente
claras como para exigir la fe de los mayores (profetas y
doctores), y preparar los caminos a la fe plena de la futura
edad mesiánica.
La Santísima Virgen ocupaba entre aquellos mayores un
lugar excepcional. Sin posibilidad de ignorancia, perfecta
en sus dotes naturales, ciencia infusa y adquirida de las
Escrituras, iluminada por su pureza inmaculada, la Virgen
debía penetrar como ninguno y adorar profundamente el
misterio de Dios, trino y uno.
En su diálogo con el Ángel, María expresa su fe en la
Trinidad. Gabriel es el mensajero de Dios. María cree en el
253
In Evang. Lucae, b 22, 74.
254
“Opinamur ergo quod dogma SS Trinitatis in A. T. aperte
revelatum non fuit”. cfr. Theologia Biblica, vol. II, De Sma. Trinitate,
53.
Padre, en la misericordiosa paternidad de Dios; cree en el
Hijo de Dios que iba a ser el Hijo suyo; cree en el Espíritu
Santo, nombrado expresamente por el Ángel: Descenderá
sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra
(v. 35). Sin duda, está lo suficientemente expresado el
misterio trinitario como para terminar el acto de fe de la
Inmaculada.
No puede tenerse fe explícita en la Encarnación, dice
Santo Tomás, sin fe en la Trinidad: «Sin la fe en la Trinidad
el misterio de la Encarnación no puede creerse
explícitamente»255. Ambos misterios se complementan y
son necesarios de creer explícitamente y en concreto.
La Virgen ya sabía que la venida del Ungido sería la
obra de la Trinidad; ahora el Ángel concreta para la Virgen
el objeto de la fe en Jesucristo su Hijo, el Ungido del Padre,
por obra de la misma Trinidad.
Al referirnos al conocimiento o a la extensión de la fe en
la Virgen, debemos pensar que si bien era una criatura
humana, era también preservada del pecado original; su
saber, su comprensión, eran infinitamente superiores a
toda otra persona humana. Sin pecado original, y sin
defecto en la inteligencia, poseía la ciencia de las
Escrituras. Veía perfectamente la aplicación que el Ángel
iba haciendo de las palabras de los profetas. Otra mujer,
Eva, sin pecado original, había sido engañada por un
ángel. La parte más problemática para María, sería creer
en el Ángel. La Virgen debe convencerse prudentemente.
255
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., II–II, 2, 8: “Mysterium
incarnationis Christi explicite credi non potest sine fide Trinitatis”.
Pidamos por estos 15 jóvenes que al recibir la santa
sotana continúan en el camino de decirle «Sí» a Dios, para
que, a ejemplo de María, jamás se retracten de este «Sí».
3. LA MUJER VESTIDA DE SOL
I. Referencias.
Quiero referirme a ese aspecto de la Virgen de Luján,
que puede verse en uno de los adornos que la acompañan,
como es el caso de la rayera, que la hizo colocar para que
se distinguiese de otras advocaciones argentinas el padre
Jorge María Salvaire, a fin del siglo XIX. ¿Por qué? Porque
la Imagen de Luján es una Inmaculada, es la Limpia y Pura
Concepción de la Santísima Virgen.
Y la rayera recuerda a esa mujer del Apocalipsis a la
cual, en forma clarísima, en la primera lectura hemos
escuchado, la Mujer revestida de sol. María es la mujer
revestida de sol. ¡María de Luján es la mujer revestida de
sol!
Y además éste es el texto que ha querido elegir el Papa
Juan Pablo II para ser leído como primera lectura de la
Misa solemne de beatificación de Francisco y Jacinta en
Fátima, realizada poco tiempo atrás. En el mismo sermón,
el Papa dio algunas indicaciones sobre la Virgen de Fátima
como esa mujer revestida de luz.
II. El vestido de sol.
El texto del Apocalipsis, riquísimo en contenido, señala
el tiempo maravilloso de la expectativa y de la esperanza,
porque esa Mujer revestida de luz es la que da a luz un
Hijo. Y ocurre allí una suerte de un encuentro cósmico,
entre personajes que superan el simple nivel humano.
Ellos son: la Mujer, excepcional, revestida de sol; el Hijo
que da a luz la Mujer revestida de sol; y el dragón, que
representa a la serpiente infernal.
Este pasaje del Apocalipsis hace referencia, según los
mejores exégetas, a varios textos de la Sagrada Escritura:
– al Protoevangelio del Génesis. Allí ya se habla de la
mujer: Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje
y el suyo (3, 15);
– a la «Virgen Madre», según la profecía del Mesías de
Isaías 7, 14.
– a la Nueva Jerusalén, madre del pueblo mesiánico de
Isaías 66, 7.
– a la visión del dragón del profeta Daniel 7,7.
Por eso es que para descifrar lo que significa esa Mujer
revestida de sol son de mucha ayuda los elementos
descriptivos, que hacen ver que esa Mujer también
representa a la Hija de Sión, al pueblo Santo de los
tiempos mesiánicos, a la Iglesia perseguida.
«Vestida de sol», porque es una figura celestial. La Sión
escatológica no brilla con luz propia, sino con la gloria de
Dios. Es la Mujer toda luz: no hay en ella mancha, no hay
en ella oscuridad. ¡Es la Inmaculada!
«Con la luna bajo sus pies», es decir, toda la historia
humana, todos los siglos lunares le están sometidos.
También la historia del siglo XX, y también la historia del
siglo XXI y de los siglos que vayan a venir.
«Sobre su cabeza (de la mujer revestida de sol) una
corona de doce estrellas». Esa mujer es imagen del
Antiguo y del Nuevo Testamento. Por tanto, sobre la
cabeza coronada están representadas por las estrellas las
12 tribus de Israel y los 12 apóstoles; de manera que las
estrellas hacen referencia también a las comunidades
cristianas porque el número 12 reclama tanto a las 12
tribus de Israel como al grupo de los Doce Apóstoles,
columnas de la Iglesia, y fundamento de la misma.
De la combinación de los datos que nos da el libro del
Apocalipsis obtenemos que la mujer representa a la
Iglesia, la comunidad cristiana: es Ella y sólo Ella la que
puede engendrar al Hijo y a los otros hijos, nosotros 256.
Pero lo que se dice de la Iglesia se puede aplicar, y se
debe aplicar a la Santísima Virgen y viceversa: lo que se
dice de la Virgen se puede y se debe aplicar a la Iglesia,
como sugería un santo abad del siglo XII: «María y la
Iglesia son una madre y más madres... En las Escrituras
divinamente inspiradas, lo que se dice de modo universal
de la virgen Madre Iglesia, se lo entiende de modo singular
de la Virgen Madre María, y lo que se dice de modo
especial, singular, de María se lo entiende en sentido
general de la virgen Madre Iglesia...» (Beato Isaac de
Stella).
Y es llamativo, pero... ¡estamos viviendo tiempos
curiosos! La Virgen en Fátima a los tres pastorcitos, en las
distintas visiones, de manera especial el primer día, el 13
de mayo de 1917, se les aparece como Mujer revestida de
sol. Dice Sor Lucía, que tuve el gusto de saludar
personalmente por gracia de Dios:
«Estando jugando con Jacinta y Francisco encima de la
pendiente de Cova de Iría, haciendo una pared alrededor
de una mata, vimos, de repente, como un relámpago.
– Es mejor irnos ahora para casa –dije a mis primos–,
hay relámpagos, puede venir tormenta.
– Pues sí.
Y comenzamos a descender la ladera, llevando las
ovejas en dirección del camino. Al llegar poco más o
256
cfr. Ap 12,17.
menos a la mitad de la ladera, muy cerca de una encina
grande que allí había, vimos otro relámpago; y, dados
algunos pasos más adelante, vimos sobre una encina
una Señora, vestida toda de blanco, más brillante
que el sol, irradiando una luz más clara e intensa
que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina,
atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos
detuvimos sorprendidos por la aparición. Estábamos tan
cerca que nos quedábamos dentro de la luz que la
cercaba, o que Ella irradiaba. Tal vez a metro y medio de
distancia más o menos.
Entonces Nuestra Señora nos dijo:
– No tengáis miedo. No os voy a hacer daño.
– ¿De dónde es Ud.?
– Soy del Cielo.
– ¿Y qué es lo que Ud. quiere?
(...)
–¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los
sufrimientos que Él quisiera enviaros, en acto de
desagravio por los pecados con que es ofendido y de
súplica por la conversión de los pecadores?
– Sí, queremos.
– Tendréis, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de
Dios será vuestra fortaleza».
Allí ocurre en los niños de 10, 9 y 7 años, una
experiencia ciertamente mística, la experiencia de la unión
con Dios, que Sor Lucía describe años después con estas
palabras:
“Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de
Dios será vuestra fortaleza) cuando abrió por primera vez
las manos comunicándonos una luz tan intensa como
un reflejo que de ellas se irradiaba, que nos
penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma,
haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios que era
esa luz, más claramente que nos vemos en el mejor
de los espejos. Entonces por un impulso íntimo, también
comunicado, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente:
“Oh Santísima Trinidad, yo Os adoro. Dios mío, Dios mío,
yo Os amo en el Santísimo Sacramento”.
Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora
añadió:
– Rezad el Rosario todos los días, para alcanzar la paz
para el mundo y el fin de la guerra.
En seguida comenzó a elevarse suavemente, subiendo
en dirección al naciente, hasta desaparecer en la
inmensidad de la lejanía. La luz que la rodeaba iba
como abriendo camino en la bóveda de los astros,
motivo por el cual alguna vez, dijimos que habíamos
visto abrirse el Cielo”.»
Es una altísima experiencia mística.
La Virgen de Fátima también es la Inmaculada, y es
por eso que el ángel en la tercera aparición, que fue entre
el mes de julio y agosto del año anterior, ya les había
dicho que debían rezarle al Inmaculado Corazón de María.
Acerca de la «Mujer vestida de sol», Su Santidad Juan
Pablo II había dado una interpretación, que es muy
interesante:
«“La mujer vestida de sol” del Apocalipsis de Juan es la
mujer que después del pecado del hombre ha sido
introducida en el centro de la lucha contra el Espíritu de
las tinieblas».
Por tanto, hay otro elemento esencial: no solamente es
la Mujer toda luz, sino ¡una Mujer que lucha! Es una
mujer que está contra la fuerza y el poder del mal, como lo
había anunciado Dios en el Protoevangelio. Es una
enemistad creada por Dios, y por más que los hombres
busquen mezclar las cosas, por más que los hombres
traten de llamar bien al mal y mal al bien, no va a ser así y
no va a cambiar hasta el fin de los siglos, y María siempre
estará del lado del bien.
Sigue diciendo Juan Pablo II: «Habla el libro del Génesis.
Recordemos las palabras de Dios pronunciadas al
Tentador: Yo pondré enemistad entre ti y la mujer (Gen 3,
15). Y esto viene confirmado en el Apocalipsis: El dragón
se puso delante de la mujer que está por dar a luz para
devorar al niño apenas nacido (12,4)».
Nos encontramos en el punto central de la lucha que
se desarrolla sobre la tierra, desde el inicio de la historia
del hombre257.
La serpiente del libro del Génesis, el dragón del
Apocalipsis, es el mismo Espíritu de las tinieblas, el
Príncipe de la mentira, que, rechazando a Dios y a todo lo
que es divino, ha llegado a ser la «negación encarnada» –
la caricatura que hace el diablo de la Encarnación–.
«La historia del hombre, la historia del mundo, se
vuelve bajo la presión incesante de esta negación de Dios
originaria llevada adelante por Satanás, negación del
Creador por parte de la criatura. Desde el inicio, y desde el
momento de la tentación de nuestros primeros padres, y
después durante todas las generaciones de los hijos e
hijas de la tierra, él trata de introducir su “non serviam” en
el alma del hombre».
¿Quién es esta «mujer»? Es aquella que con todo su ser
humano dice: He aquí, soy la sierva del Señor (Lc 1, 38),
¡exactamente lo contrario! «... En el centro mismo de la
lucha entre el espíritu de la negación de Dios y el servicio
salvífico, el Hijo de Dios ha llegado a ser Hijo de María. Así
se cumple la promesa de Dios en el libro del Génesis: en
medio de la historia del hombre está el Hijo de la mujer,
que es el ministro de la salvación del hombre y del
mundo»258.
¿Y por qué es María la que lucha contra el demonio? Es
así por voluntad de Dios. Dios es el que puso esa
enemistad. De tal manera que a esa Mujer que revistió de
su luz, es decir, la llenó de su gracia sin dejar que su
257
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre
la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», 24.
258
JUAN PABLO II, «Homilía durante la Misa celebrada en la
parroquia de Castelgandolfo», L’Osservatore Romano 35 (1984) 522.
Corazón conociese el pecado, es el que le dio un poder
enorme contra el poder del mal, un poder más grande que
el que tienen todos los ángeles y todos los santos juntos.
¡De tal manera que un suspiro de la Virgen tiene más
poder que todo lo que pretendan hacer todos los diablos
juntos!
¿Y cuáles fueron sus armas? Armas infalibles, y armas
invencibles: la humildad, la pureza, la obediencia. Es así
como María vence y es así como María enseña a vencer a
sus hijos. Así contemplamos, en el signo aparecido en el
cielo, aquella que es como gustaba llamarla San Bernardo,
«toda la razón de nuestra esperanza».
260
cfr. Mt 19,12.
261
SAN AGUSTÍN, De Sancta virginitate, 22; PL. XL, 407.
Por eso es que, en la actualidad, todo el ataque
despiadado que se hace a la virginidad se lo hace no
solamente por la virginidad misma, sino porque la
virginidad es una consagración a Dios. Basta ver el ataque
a la virginidad que vemos en estos tiempos en la
televisión, donde no hay programa ni hay telenovela
donde no aparezca una «monja» de día, pero a la noche es
vedette; o ponen una cárcel en el subsuelo donde las
castigan; o se presenta a una «monja» que anda de novia
con el que era su novio, o con el que salió con ella, y que
no salió, y que resulta que después es primo del hermano,
de la tía, del sobrino, de la abuela... sobre todo si es del
teleteatro argentino. He tenido oportunidad de decir
alguna vez, que el teleteatro argentino todo lo alarga:
como el conocido caso de aquel embarazo que duró dos
años, el parto un mes, y el bebé resultó prematuro...
Hay que saber que la lucha actual y desde siempre
contra la virginidad no deja de ser una cosa satánica,
porque es la repetición del «non serviam», del «no
obedeceré». De algún modo es no considerar a Dios como
«El que es», el Todopoderoso, el Ser Supremo, porque Él
es el Señor de la vida y de la muerte.
Y por eso es importante comprender lo que es la
virginidad: la virginidad no es negarse a todo esposo, sino
negarse a todo esposo humano, para tener un Esposo
Divino. Como decía San Ambrosio, en una concisa frase:
«Virgen es la que se desposa con Cristo»262. Por este
motivo, el objeto principal de estas mujeres vestidas de sol
por participación, es agradar siempre al Divino Esposo.
Es lo que pedimos en esta Misa, por estas Hermanas
que hoy reciben su santo hábito, por todas las Hermanas
de nuestros Institutos, y también por todas aquellas
mujeres, miles y miles, que han sabido envejecer en su
virginidad, que han sido gloria y corona de la Iglesia.
Se lo pedimos a la Virgen: ¡La Mujer vestida de sol!
262
SAN AMBROSIO, De virginibus, I, 8; n. 52; PL. XVI, 202.
4. ¡SELLA LAS COSAS QUE HABLARON LOS
TRUENOS!
263
Constituciones, 3.
264
Sigo sustancialmente al P. ALBERTO GARCÍA VIEYRA, OP, La
devoción a la Santísima Virgen María, Ediciones Santo Domingo
(Argentina)107–128.
los siete espíritus que descienden sobre la flor que salió
del retoño de la raíz de Jessé.
En la delicada profecía de la raíz de Jessé, la Virgen
aparece como el retoño del que brota una flor. Sobre esa
flor, alusión clarísima al Mesías, descenderá el Espíritu del
Señor. Los siete truenos, son los siete espíritus que
alientan a la flor. Espíritu de sabiduría, inteligencia,
ciencia, consejo, fortaleza, piedad y temor de Dios. Los
siete truenos articularon sus voces, dice el Apocalipsis: La
hija de David, el retoño de Jessé, entendió la totalidad del
misterio de Dios; Juan quiso transmitir al mundo las
maravillas de la hija de Sión, pero Dios dispuso que
quedaran en su corazón: María conservaba todas estas
palabras ponderándolas en su corazón (Lc 2,19).
El rugido del león inicia el mundo nuevo. Entonces el
Ángel que había visto yo de pie sobre el mar y la tierra,
levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive por
los siglos de los siglos, el que creó el cielo y cuanto hay en
él, la tierra y cuanto hay en ella, el mar y cuanto hay en
él: «¡Ya no habrá dilación! sino que en los días en que se
oiga la voz del séptimo Ángel, cuando se ponga a tocar la
trompeta, se habrá consumado el Misterio de Dios, según
lo había anunciado como buena nueva a sus siervos los
profetas» (vv. 5–7). Es decir, no habrá más dilación de las
promesas divinas sobre la salvación, que están
cumpliéndose. Este pasaje nos indica claramente que nos
hallamos en el punto decisivo de la acción de Dios en el
mundo: La Encarnación del Verbo, en la plenitud de los
tiempos. Es la Encarnación la que da cumplimiento a las
promesas tantas veces repetidas por los profetas265.
Justo en ese momento: Estando ya Isabel en su sexto
mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios, a una ciudad
de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con
cierto varón de la casa de David llamado José; y el nombre
de la virgen era María (Lc, 1, 26–27).
«El motivo principal de esta embajada –dice Santo
Tomás–, fue pedir el consentimiento de la Virgen, en lugar
265
cfr. NÁCAR–COLUNGA, Sagrada Biblia, BAC (Madrid 1965) nota a
Ap 10,7, pág. 1473
de todo el género humano266, en lugar de todos y cada uno
de nosotros. Pero, en rigor, los motivos de la misión
angélica fueron tres:
268
Cuya traducción es Doncella núbil, virgen.
En segundo lugar, dice Santo Tomás, el ángel se
proponía instruir a la Virgen acerca del misterio de la
encarnación, que en ella debía cumplirse. Por eso,
primero, anuncia la misma concepción virginal:
...concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Jesús (v. 31). En segundo lugar,
anuncia el Ángel la dignidad de la prole concebida: El será
grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le
dará el trono de David su Padre; reinará en la casa de
Jacob, y su reino no tendrá fin (v. 32–33). En tercer lugar,
agrega el modo sobrenatural de la concepción: ...la virtud
del Altísimo te cubrirá con su sombra. Y el Hijo que de ti
nacerá será santo y será llamado Hijo de Dios (v. 35).
En general, los autores católicos están de acuerdo en
que María sabía que Ella iba a ser la madre del Mesías y
que el Mesías es el Hijo de Dios. En esto no tienen dudas;
pregúntanse empero, si María el día de la Anunciación,
tuvo conciencia de su divina maternidad, o simplemente
conciencia de ser la madre del Mesías, maternidad
mesiánica. Según los exégetas modernos, la primera parte
del mensaje del ángel (vv. 30–33), revelaría la venida del
Mesías, sin mencionar la filiación divina. La segunda parte
en cambio (vv. 35–36), sugiere al Hijo de Dios por
naturaleza. En una y otra parte, habría fundamento para la
maternidad mesiánica de la Virgen y la maternidad divina.
Ahora bien, entre el Mesías y el Hijo de Dios no existe
más que una distinción de razón; son la misma cosa. Es la
misma Persona Divina del Hijo de Dios encarnado, Dios y
hombre, que es el enviado del Padre para la salvación de
los hombres.
El frecuente paralelo: Mesías–Hijo de Dios; Maternidad
mesiánica–maternidad divina, ha contribuido a hacer del
Mesías una creación artificial, como una hipótesis frente al
Hijo de Dios. Teológicamente no difieren, y aun para el
pueblo hebreo, en su apreciación concreta de la
mesianidad, el salvador era Yahvé, el Dios vivo de
Abrahám, Isaac y Jacob; el Emmanuel prometido
significaba la presencia de Dios con su pueblo, o en medio
de su pueblo. La Virgen, al oír las referencias mesiánicas
del ángel, al escuchar las profecías sobre «El que iba a
venir», no podía menos que pensar que era Dios, cuya
venida era inminente; era nada menos que el motivo de la
venida del ángel. Por eso son exactas las palabras de
Santo Tomás: «El ángel quiere instruirla sobre el misterio
de la encarnación que se había de realizar en ella».
Fue el ángel Gabriel a la Virgen. Enséñale su misión de
nueva Eva, de la mejor manera que podía hacerlo,
aplicándole las profecías que se refieren a su persona.
Viene a notificarle el decreto divino, que en tiempos ya
remotos, había sido el objeto de esas profecías. Viene, por
fin, a promover su consentimiento.
Le dijo el Ángel: ... concebirás en tu seno y darás a luz
un hijo... (v. 31). María respondió: ¿Cómo podrá ser esto,
pues yo no conozco varón? (v. 34). El Ángel en respuesta
le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud
del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por cuya causa lo
santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de Dios (vv. 35–
36).
Es éste el corazón del mensaje. El Ángel ha sugerido a
la hija de Sión que el Señor ha hecho cosas grandes en
ella, y que quiere aun más; ha hecho notar a María su
posición en el plan divino. El Evangelista agrega que María
se turbó ante aquel saludo; en su modestia, quería rumiar
el misterio; pero el ángel Gabriel, sin pérdida de tiempo, le
adelanta las profecías relativas a su concepción virginal.
Se ha notado con razón, que las primeras palabras del
ángel son casi una transposición directa de la profecía de
la Almah de Isaías (7,14): He aquí que una virgen un hijo
engendrará y se llamará Emmanuel. El mismo texto de
Isaías es aducido por el ángel para confirmar a San José de
la gravidez virginal de su esposa: Lo que se ha
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz a un
hijo a quien pondrá por nombre Jesús. Todo lo cual lo hizo
en cumplimiento de lo que pronunció el profeta... (Mt
1,20–22). A continuación enuncia la profecía de Isaías, de
la virgen que concebirá un hijo.
El anuncio de la concepción divina, como algo que se
iba a cumplir en ella, es hecho por el ángel mediante las
profecías que se referían a su persona; la posición de la
Virgen en el plan divino aparecía clara, y podía urgir su
consentimiento.
Las palabras subsiguientes a esta primera afirmación
sobre el parto virginal, se refieren directamente a los
atributos mesiánicos y a su reinado. El Mesías será
grande; la grandeza es atributo mesiánico; Jesús discutirá
después su mesianidad con los fariseos, mostrándoles que
es mayor que Abrahám269; mayor que Moisés; el verdadero
Hijo del Altísimo; Rey universal y eterno, sobre el trono de
David, su Padre.
La restauración del reino, fue anunciada a David por
Natán el profeta: Cuando se hubiesen terminado tus días y
duermas con tus padres (2Sam 7,12); no le da a David
referencias cronológicas, tampoco las sabe; sin embargo,
agrega lo fundamental, que era un tesoro en las
tradiciones de Israel: suscitará un descendiente tuyo, que
saldrá de tu familia, y yo lo consolidaré en su reino, y daré
estabilidad a su trono para siempre: Yo estableceré su
trono para siempre (v. 13).
María entendió perfectamente que su hijo era Dios. No
oscuramente y como algo implícito en la revelación del
Mesías; sino como algo claro y explícito. El ángel Gabriel le
había aplicado las profecías de la Virgen–madre. Aun para
el judío menos capaz el parto de la Virgen–madre
significaba la presencia de Dios en medio del pueblo. Los
judíos esperaban a Dios como Mesías, como salvador del
pueblo. Emmanuel significa Dios con nosotros. Jesús es
rechazado como Mesías, porque no es reconocido como
Dios. El título de Mesías es divino; el reino mesiánico, es
reino de Dios. Así lo entendían los contemporáneos de
María, y así lo entendía ella misma. Por eso, al decirle el
Ángel: ...concebirás en tu seno y darás a luz un hijo..., y
sobre todo al aplicarle las profecías, María tuvo que
entender que en alguna forma Dios se haría hombre en su
seno, para encabezar la raza humana redimida del pecado
269
cfr. Jn 8,53
y conducirla hacia el Padre: Hizo en mí grandes cosas el
que es Todopoderoso..., dijo después en el Magnificat.
Por otra parte, Isabel entiende, el día de la Visitación,
que la madre de Dios llega hasta su casa: La madre de mi
Señor, dice el texto (Lc 1, 43): Señor, Kyrios, es apelativo
divino. Los reyes magos por su parte (Mt 2, 3), vienen del
Oriente a Jerusalén, para adorar al rey de los judíos. Si se
trasladan para adorarle, es porque piensan que es Dios; no
con un conocimiento confuso o hipotético, sino que
estaban firmemente persuadidos de ellos.
Por último ya no queda más que aclarar, sino el modo
sobrenatural de la concepción: Y ¿cómo se hará esto –
pregunta– pues yo no conozco varón?. La respuesta del
Ángel llega enseguida: El Espíritu Santo descenderá sobre
ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por
cuya causa lo santo que de ti nacerá será llamado Hijo de
Dios.
270
SANTO TOMÁS, S.Th., III, 30, 4.
271
SANTO TOMÁS, S.Th., III, 30, 1.
ancianos, de los discapacitados, de los viciosos y de los
virtuosos, de los incrédulos y de los paganos, de los
miserables, de los ignorantes y de los sabios, de los
hebreos y de los musulmanes, de los ateos... de todos sin
excluir absolutamente a nadie; y en nombre de esa
humanidad caída, consiente en la encarnación del Verbo.
Acto lúcido, perfecto, con todas las responsabilidades,
méritos y honores que implicaba.
En su carta encíclica «Octobri Mense», León XIII se
expresa así: «El eterno Hijo de Dios queriendo tomar la
naturaleza humana, para redimir y glorificar al hombre, y
estando a punto de desposarse de alguna manera
místicamente con el universal linaje de los hombres, no lo
realizó sin el libre consentimiento de la Madre designada
para ello, que de cierto modo desempeñaba el papel del
mismo linaje humano».
En el texto se alude perfectamente al místico
desposorio del Verbo con el linaje humano; para ello debía
manifestarse en cierto modo el consentimiento del mismo
linaje humano; por eso todo el género humano habla en la
persona de María. El Papa Pío XII, en su encíclica «Mystici
Corporis», invoca a: «Ella que dio su consentimiento en
representación de toda la naturaleza humana»; añade
después el motivo de tal representación: el matrimonio
espiritual entre el Hijo de Dios y la naturaleza humana
(cita a Santo Tomás 3, 30, 1).
María entendió perfectamente, en el día de la
Anunciación, que se le pedía su consentimiento en
representación de todo el género humano. El
consentimiento que se le pide es, efectivamente, para
actuar en representación del género humano; en lugar de
la humanidad caída en el pecado. Luego, tuvo que
entender que en esos momentos actuaba en
representación de la humanidad. No es congruo ni exacto
pensar que la Virgen no entendiera perfectamente las
palabras del ángel. El ángel, como hemos visto, la lleva a
pensar en su dignidad de nueva Eva, dignidad unida a una
cierta capitalidad, como la que correspondía a la misma
Eva. No podía extrañar a María que le pidiera el
consentimiento gravado de representación.
Decimos que el género humano debía acoger al Dios
salvador. Quiere decir que debía haber como una potencia
obediencial capaz de recibirle, y recibirle en nombre del
todo y para el todo. Esa potencia obediencial capaz era
María. Potencia obediencial eran todos los hombres; pero
por el pecado de Adán no eran capaces. Estaban
irremediablemente separados de Dios por el pecado. Sólo
Maria no estaba separada de Dios; por especial privilegio
del mismo Dios, como dice la Ineffabilis Deus. Sólo María
podía recibir al mismo Dios, hasta que la encarnación
elevara y santificara lo corpóreo para poder ser vehículo
de la divina gracia. Por eso Dios desciende a Ella, y sólo
por Ella llega hasta los hombres. Ocurre también el
movimiento inverso que los hombres vamos por Ella hasta
Dios. Por eso Ella los representa, y en aquellos momentos
decisivos, María habló por los hombres con el embajador
de Dios y consintió a la Encarnación del Verbo de Dios: He
aquí la servidora del Señor; hágase en mí según tu
palabra (v. 38).
¡Y el Verbo se hizo carne!272. ¡Incarnatus est!
Por eso, querido hermano y hermana en el Verbo
encarnado, tanto los presentes como los futuros: ¡Sella las
cosas que hablaron los truenos! ¡Séllalas! ¡Guárdalas en tu
mente y en tu corazón! Nunca olvides que los truenos
anunciaron al Verbo que se encarnaba. En la verdad
primera y fundamental del cristianismo hay siete truenos
que resonarán por siempre en el mundo para los que no se
hagan sordos. Son truenos que siempre conmoverán a los
hombres y mujeres de buena voluntad. Allí hay un grito
con voz fuerte. Y un rugido de león (no el maullar de un
gatito). Porque Cristo nos dijo que fuéramos la sal de la
tierra, no la miel (como decía Bernanós).
Por eso: ¡Sella las cosas que hablaron los truenos!
¡Debemos dar testimonio de que el Verbo se hizo
carne!
272
cfr. Jn 1,14.
¡Incarnatus est!
¡Incarnatus est!
¡Incarnatus est!
Capítulo 2
Los Apóstoles del Señor
273
cfr. EMILIO SAURÁS, El Cuerpo místico de Cristo, BAC (Madrid
1952) 125ss.
Las Servidoras
Hay una misión particular: Mirad que yo os envío
como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes
como las serpientes, y sencillos como las palomas (Mt
10,6).
Esta misión tiene características generales, pero las
dirige particularmente a los Doce: deben cumplir todo
esto de una manera no común.
Más tarde los envía a predicar, dando a esta misión dos
características exclusivas:
Universalidad y la inapelabilidad: Por último,
estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y
les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón,
por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y
les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se
salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,14–16).
Son apóstoles de la humanidad entera, en todo el
mundo tienen autoridad y jurisdicción. Las doctrinas son
definitivas, quién no las acepte se condenará.
Ellos son los únicos cuyo apostolado es universal e
infalible. No transmiten ninguna de estas características
a sus sucesores; solamente las transmite Pedro.
Por la misión específica de apostolar o predicarle de
una manera fundamental, espera más fidelidad que los
otros y más fe: ¿No he elegido yo a los doce? (Jn 6,70).
Por ello les manifiesta especial predilección: Cuando
llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les
dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la
comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino
de Dios». Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo:
«Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo
que, a partir de este momento, no beberé del producto de
la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Tomó luego pan,
y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es
mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en
recuerdo mío». De igual modo, después de cenar, tomó la
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
274
MARÍN–SOLÁ, Evolución homogénea del dogma católico.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
275
MARÍN–SOLÁ, Evolución homogénea del dogma católico, 37.
Las Servidoras
profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo (Ef 2,19–
20).
Para desempeñar este oficio se requiere una gracia
especial: la gracia específica «del apostolado». Será el
tema del sermón y veremos tres puntos:
1. Existencia de la gracia «del apostolado».
2. Naturaleza de la gracia «del apostolado».
3. Algunas notas características de esta gracia del
apostolado.
1. Existencia
El apostolado como el sacerdocio es un poder. El
sacerdote sacrifica; el apóstol testifica y predica.
La elección conlleva la colación de este poder
específico, –como fundamento y base del edificio de la
Iglesia.
Y con ese poder se confirió una gracia particular a fin
de ejercer debidamente las funciones que con él debían
ejercerse. El apostolado no es sólo un poder; es también
una gracia.
San Pablo enseña que para ser Apóstol posee las
primicias del Espíritu Santo (Ro 8,23). De modo que el
apostolado no solamente es gracia; es gracia primicial;
gracia más perfecta.
Enseña Santo Tomás que Dios cuando elige a alguien
para desempeñar una función, le da las gracias que
necesita para hacerlo dignamente276.
276
cfr. SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,7,1–9; III, 27, 5, ad 1; III, 7,
10, ad 10; Suppl. 35,1.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
2. Naturaleza
Esa gracia no es «gratis data», sino «gratum faciens» –
hace grato al que la posee. Era gracia santificante y los
Apóstoles se santificaron con ella.
Ello fue así porque el apostolado implica una unión
especial con Cristo y una misión especial en orden a la
santificación de los demás.
Por razón de la singular unión con Cristo, poseyeron
más gracia que los demás, y sobretodo más caridad, lo
que quiere decir más santidad. Es la unión del fundamento
con la piedra angular. La unión con Dios implica la gracia
santificante.
Por razón de la misión especial, poseen un apostolado
fundamental, básico, sobre el que se levanta un edificio
santo, que es apostólico, santificado y santificante.
Por razón de ser primicias tienen la principalidad de la
gracia santificante.
3. Algunas características
Es gracia santificante.
Es cristiana. Cristo los eligió, los envió, los llamó
amigos... lo que sigue de las primicias somos nosotros.
Es extrasacramental. Aunque, por el poder de
excelencia que Cristo tiene, puede comunicar la gracia
sacramental sin sacramentos277.
Es específicamente diversa de la nuestra.
Es plena. «No es de esperar un estado en que la gracia
del Espíritu Santo sea poseída con más perfección que
hasta aquí, sobre todo por los apóstoles, que recibieron las
primicias del Espíritu (Ro 8,23), esto es, primero que los
otros y con más abundancia que ellos»278.
277
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., III,64,3: III, 72, 2, ad 1.
278
SANTO TOMÁS DE AQUINO, S.Th., I-II,106,4.
Las Servidoras
Eran personalmente infalibles. Si la Iglesia es infalible
no iban a ser menos que la Iglesia, en cuya base y
fundamento se encuentran.
Eran obispos especiales, porque eran pastores de toda
la Iglesia.
Eran infalibles por ser maestros en la fe: conocieron
explícitamente todo lo que la Iglesia explicitaría hasta el
fin de los tiempos.
Fueron confirmados en gracia279.
Vivieron la vida mística280.
Eran fundamentos de un edificio del que son parte
esenciales la verdad y la gracia divinas.
1. En la base de la cúpula:
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificare mi
Iglesia y a ti te daré las llaves del reino de los
cielos.
279
SANTO TOMÁS DE AQUINO, De veritate, 24,9,ad 2.
280
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Comentario a los Gálatas, 2,1.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
Por eso dice San Vicente Ferrer: «Si los ángeles de Dios
hablaran contra la determinación de la Iglesia Romana no
habría que creerlos, según dice San Pablo si un ángel de
Dios os anunciara un Evangelio distinto del que hemos
predicado sea anatema (Ga 1,8)»282. Y San Ignacio de
Loyola: «Debemos tener siempre presente, para acertar en
todo, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la
Iglesia Jerárquica así lo determina»283.
***
2. En el crucero derecho:
¡Oh Pedro que dijiste!: Tu eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo. Y le dijo Jesús: Bienaventurado eres
Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre.
281
CARDENAL ALFREDO OTTAVIANI, El Baluarte, Ediciones Cruzado
Español (Barcelona 1962) 109.
282
Tratado del Cisma Moderno, cap. 5, 2ª parte; Biografías y
escritos, BAC (Madrid 1956) 447.
283
Ejercicios Espirituales, 365
Las Servidoras
Y, ¿cómo los cristianos tienen certeza en las verdades de
fe? Por la Palabra de Dios: la palabra...obtuvo firmeza (Heb
2,2) y se nos ha dado para que conozcamos la firmeza de
las enseñanzas que hemos recibido (Lc 1,4).
Por la fe: la firmeza de nuestra fe (Col 2,5), permaneced
sólidamente en la fe, firmes e inconmovibles (Col 1,23), (2Pe
1,12).
Por la esperanza: es firme nuestra esperanza (2Cor 1,7).
Por la caridad: por la que se permanece firme en su
corazón (1Cor 7,37), fortaleciendo el corazón con la gracia
(Heb 13,9).
Pero, eso sólo no basta.
«Quienes no reconocen que un hombre sea vicario de
Cristo en la tierra, si tienen una fe (incluso confiesan a
Cristo) verán que cada uno tiene la suya y tienen tantas fes
cuantas cabezas» (San Juan de Ávila).
Un dios hizo Arrio, –puso distinción en la esencia–; un dios
contrario hizo Sabelio –puso confusión en las personas–; el
Cristo de Eutiques es contrario al de Nestorio. Jim Jones les
hace tomar un «cóctel»; el pastor protestante Leary propicia
el uso sacramental del LSD; los mormones dicen que es el
«Hermano Mayor»; los testigos de Jehová «dios, pero no
Dios». Los progresistas dicen que hay que cambiar todo, los
integristas que no hay que cambiar nada.
No basta para tener certeza y firmeza creer en
Jesucristo... «sino que ha de haber un hombre que sea
cabeza y guía, a quien debemos seguir si queremos
pertenecer a la Iglesia de Jesucristo».
***
3. En el crucero izquierdo:
Dícele Jesús por tercera vez: Pedro ¿me amas? A
lo cual tú, el tres veces elegido, respondes
diciendo: ¡Oh Señor! Que todo lo conoces, tu sabes
que te amo.
A la triple confesión de amor de Jn 21, sucede una triple
investidura. «No te entristezcas apóstol -dice San Agustín-,
responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por
tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces
habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el
temor. A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y
por tercera vez encomendó sus ovejas a Pedro»286.
–El rebaño es de Cristo, no de Pedro. Una sola Iglesia con
unidad de fe, es el fin del gobierno, y es imagen de la Iglesia
Celestial.
287
cfr. He 5,7–10.
has pensado que el don de Dios se compra con dinero (He
8,20).
El primer viaje apostólico por Judea, Galilea y Samaría
para hacer la primera confirmación apostólica: Al
enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que
Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a
Pedro y a Juan (He 8,14).
El primer pagano es admitido por Pedro: «¿Acaso
puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han
recibido el Espíritu Santo como nosotros?». Y mandó que
fueran bautizados en el nombre de Jesucristo (He 10,47).
En el primer concilio enseñó que no debía aplicarse la
ley mosaica: ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios
queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo
que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?
Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la
gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos (He
15,1011).
Él es el guía, el que preside, decide y define…
En todos los acontecimientos importantes de la Iglesia
primera, Pedro va adelante, firme como una roca,
abriendo y cerrando, atando y desatando…
¡Tan adelante que hacía milagros con su sombra! ...
hasta tal punto que incluso sacaban los enfermos a las
plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que, al
pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos
(He 5,15).
¡Tan primero que es el primero, después de su Señor,
en morir muerte de Cruz!
Es el primer obispo de Antioquia de Siria, según San
Jerónimo y San Gelasio I288.
El primer obispo de Roma.
Pero, por sobre todas las cosas, ¡es el primero en el
amor a Cristo!
288
DH 351.
***
4. En la nave central, las palabras que dan
serenidad a todos los hermanos, de todos los
tiempos:
Yo he rogado por ti, Pedro, para que tu fe no
desfallezca. Y tú cuando hayas vuelto confirma a
tus hermanos.
– Tiene potestad:
* de jurisdicción:
* Suprema, ningún otro posee igual o mayor poder;
* Plena, no sólo la parte principal;
* Inmediata, puede ejercerla sin instancia previa sobre
los obispos y fieles; y Universal, sobre todos los pastores y
sobre todos los fieles;
* Ordinaria, derivada de Jesucristo; y
289
DH 1207; 136.
290
CONCILIO DE LETRÁN, DH 1445.
291
CONCILIO DE CONSTANZA, DH 1265 y passim.
292
CONCILIO ROMANO (año 865), DH 638.
293
CONCILIO DE FLORENCIA, DH 1307.
294
BONIFACIO VIII, DH 875.
* Episcopal, obispo universal y de la diócesis de Roma.
No es una mera dignidad «Todo lo que un Obispo puede
hacer en sus parroquias, lo puede hacer el Papa en la
Diócesis», según el Concilio Vaticano I295.
295
DH 3064.
296
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 22.
297
Enarr. in Ps. 40,30.
298
«Hinc sacerdoti unitas exoritur».
299
DH 217.
300
«Hinc una fides mundo refulgit».
301
DH 861.
que le fueron entregadas por Cristo, determina ser
verdadero...»302.
Porque «esta Sede de San Pedro permanece siempre
intacta de todo error», declaró el concilio Vaticano I 303
presidido por el Beato Pío IX.
***
6. En el ábside se encuentra una oración a Pedro
en latín y griego:
¡Oh pastor de la Iglesia! Que apacientas a todas
las ovejas y corderos de Cristo.
4. EL MISTERIO DE PEDRO
305
Sermón 3. En el aniversario de su entronización, 2–3: PL
54,145–146; cfr. Liturgia de las Horas, III, 1719–1720.
3. Hemos visto oleadas y oleadas de hermanos,
habitualmente con rostros tristes, fruto de setenta años de
comunismo en Kiev, con una sonrisa inconfundible y hasta
un algo enigmática, como a quien se le cumple un deseo
largamente esperado, como a quien se le quita de encima
un peso mucho tiempo llevado, como quien de pronto
descubre que se puede vivir con ternura, sin miedos, en
libertad y alegría.
La razón de esto es que el mismo Jesucristo,
personalmente, es el que sigue pastoreando las ovejas, a
pesar de la debilidad de los pastores.
Enseña el Santo Padre citado: «Pues, aunque ha
delegado en muchos pastores el cuidado de sus ovejas, no
por eso ha abandonado su solicitud personal por la grey
que El ama».
Y el pueblo vio en la blanca figura del Papa un padre
que ama, que cuida, que guía y que acompaña: «Es Cristo
que vino a visitarnos», dijo uno.
4. Con todas sus innegables y evidentes debilidades
físicas, el Vicario de Cristo, con la fuerza del mismo Cristo,
«confirmó a sus hermanos en la fe»306, como lo hicieran en
otros tiempos San Basilio, San Gregorio Nacianceno, San
Juan Crisóstomo, los Santos hermanos Cirilo y Metodio,
San Josafat, los 27 mártires ucranianos que beatificó el
Papa y los grandes obispos ucranianos Andrés Sheptytsky
y Josef Slipyj. Es una fuerza distinta de la física, ya que es
de otro orden superior, que percibieron todos los
presentes y los que, ausentes, siguieron al Papa por radio
y televisión. Es la fuerza apostólica.
De ahí que diga el vencedor de Atila: «De este principal
y eterno Protector (Jesucristo) hemos recibido también la
fuerza de la ayuda apostólica, que no deja ciertamente de
actuar; y la firmeza del fundamento sobre el cual va
creciendo en altura la Iglesia no cede, por mucha que sea
la mole del templo que sobre él se apoya».
306
cfr. Lc 22,32.
5. Es la fuerza de la fe de Pedro vivo, quien, una vez
más convocó junto a sí, para actos estrictamente
litúrgicos, contra todo pronóstico, a millones de cristianos
de toda denominación, a otros creyentes e incluso a no
creyentes. En una nación donde se quiso borrar la fe y la
religión católica, en un estado proclamado ateo y enemigo
declarado de Dios, que desterró a miles de creyentes
católicos y a miles mató: a golpes, por disparo de armas
de fuego, por radiación, hirviéndolos en ollas, con torturas
inimaginables, a través de miles de vejaciones,
crucificados, envenenados...
Por encima de todo eso pasó el Papa eslavo con ese
algo de un orden superior, propiamente dicho, de orden
sobrenatural: «en efecto, la solidez de aquella fe del
Príncipe de los apóstoles, que mereció la alabanza de
Cristo, permanece para siempre; y así como permanece lo
que Pedro creyó en Cristo, así también sigue en pie lo que
Cristo instituyó en la persona de Pedro. Continúa, pues, lo
establecido por la verdad, y San Pedro, manteniéndose en
la firmeza de piedra que recibió, no suelta el timón de la
Iglesia», proclamaba San León Magno. Dijo un filósofo
ortodoxo, Kostantin Sigov: «Yo creo que la visita del obispo
de Roma a Kiev es un acontecimiento extraordinario que
dejará una profunda marca en esta parte del mundo. Es la
irrupción de un elemento meta–histórico en la historia»307.
6. Esto se debe a que San Pedro fue puesto por encima
de los demás y estuvo unido de una manera muy profunda
a Jesucristo. Sigue diciendo el Santo: «en efecto, de tal
manera fue constituido por encima de los demás, que por
sus apelativos simbólicos de piedra, fundamento, portero
del reino de los Cielos, árbitro de lo que se ha de atar y
desatar –con la ratificación en el Cielo de sus decisiones–
podemos colegir cuál fuese su unión con Cristo».
7. ¿Cómo puede ser que un hombre de 81 años, con
tantas limitaciones físicas, haga una obra tan excepcional?
Hace diez años fue el principal protagonista que llevó a la
libertad y a la independencia a la nación ucraniana. Ahora
parece que hubiera querido rubricar esa libertad e
307
ZS010627.
independencia con su visita apostólica. Los hizo sentir
libres, los exorcizó del enano interior del comunismo que
todavía les quedaba a muchos, mostró al mundo que
Ucrania no es una nación atea, sino que es una nación
católica. Al Patriarcado de Moscú, petrificado en la
oscuridad de un pasado que fue, le hizo sentir el peso de
la verdad, de la caridad y de la altísima responsabilidad
histórica de negarse a la unidad pedida por Cristo; y los
pueblos se dieron cuenta de esto. Un locutor de radio dijo:
«El Patriarcado de Moscú perdió Ucrania».
Es que Pedro «... ahora, de un modo más pleno y eficaz,
lleva a cabo la misión que se le confió, ya que realiza
todas las funciones de su cargo y cura pastoral en Aquel y
con Aquel por quien ha sido glorificado».
8. Y el sucesor de Pedro, Juan Pablo II, como San León
Magno y como todo fiel sucesor de Pedro, debe decir de sí:
«Por tanto, si algo hacemos o juzgamos rectamente, si
algo alcanzamos de la misericordia divina con nuestra
cotidiana intercesión, lo debemos a las obras y méritos de
aquel (San Pedro) cuya potestad y autoridad pervive de
forma destacada en su Sede».
9. Hemos visto maravillas en Kiev y en Lviv, algunos
incluso hablaban de milagros. Todo lo cual es fruto de
aquella profesión de fe de San Pedro: «todo esto, queridos
hermanos, es resultado de aquella profesión de fe
inspirada por el Padre en el corazón del apóstol, superó las
incertidumbres de las opiniones humanas y obtuvo la
firmeza de una piedra, capaz de resistir incólume
cualquier golpe», enseña San León.
10. Esto que hemos palpado en estos días
excepcionales, sin embargo, es algo de todos los días y
que afecta a toda la Iglesia, que reconoce que Jesús es el
Señor, porque todo aquel que reconoce esa verdad se
compenetra con el magisterio de San Pedro: «así, pues, en
toda la Iglesia, Pedro afirma cada día: Tú eres el Mesías, el
Hijo del Dios vivo, y toda lengua que reconoce al Señor
está imbuida del magisterio de esta voz». Todo hermano y
hermana, en cualquier parte del mundo en que se
encuentre, que confiesa que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, está inculcado, inspirado, influido y persuadido por la
confesión de Pedro, por el magisterio de su voz.
En fin, por el carisma de primado dado por Jesucristo y
por el carisma personal de este primado, también dado
por Jesucristo, éste es un Papa de pasos cortos, pero que
llega a donde quiere, es de mano temblorosa, pero de
verdades firmes, que no puede controlar su labio inferior,
pero que habla el ucraniano mejor que muchos
ucranianos, incluso gobernantes, como se ha escrito en
dos diarios del país. Y habló en ruso, húngaro, moldavo,
rumano, bieloruso, polaco, latín, alemán, francés, inglés...
Más allá de las multitudes ingentes, más allá de las
consecuencias religiosas y civiles que producirá esta
visita, más allá de los irresponsables que torpedean todo
diálogo ecuménico verdadero, más allá de las
repercusiones internacionales imparables, hemos tenido la
gracia de palpar, por así decirlo, la gracia del misterio de
Pedro, de su Eucaristía, de su palabra, de su amor a la
Madre Virgen y a todo ser humano.
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo (Mt 16, 16). ...
¡Cuántas veces yo mismo he encontrado en estas palabras
una fuerza interior para proseguir la misión que la
Providencia me ha confiado!», dijo Juan Pablo II en este
día308.
5. EL PRIMADO DE PEDRO
308
cfr. L’Osservatore Romano (6 de julio de 2001) 5.
Novicios –con sólo 24 años– el p. Elvio Fontana,
actualmente Rector de nuestro Seminario Mayor en San
Rafael. El primer noviciado estuvo ubicado en una finca en
la localidad de La Nora, que fue gentilmente prestada por
la familia Baudry. Era un inicio materialmente muy pobre,
pero Dios en su infinita riqueza nos concedía vocaciones,
el mejor tesoro. Luego nos trasladamos a la actual casa en
la Finca Nuestra Señora del Valle, en Rama Caída. Un lugar
muy hermoso. El segundo Maestro de novicios fue el p.
Eugenio Mazzeo, actualmente misionero en Rusia. El
actual Maestro de Novicios es el p. Roberto Folonier. Y hoy
finaliza la camada número 12 de nuestro noviciado.
Para esta fecha, he querido que nos afiancemos en el
amor a nuestro Romano Pontífice, Juan Pablo II, sucesor de
Pedro. El 30 de octubre de 1998 se hicieron públicas las
siguientes «Consideraciones de la Congregación para la
Doctrina de la Fe», en relación con las actas del simposio
sobre «el Primado del Sucesor de Pedro en el misterio de
la Iglesia» celebrado en el Vaticano del 2 al 4 de diciembre
de 1996, en respuesta a la invitación de la encíclica «Ut
unum sint», del 25 de mayo de 1995. Consideraremos
brevemente sobre este tema.
309
JUAN PABLO II, Carta Encíclica «Ut unum sint», 95. La
Congregación para la Doctrina de la Fe, acogiendo la invitación del
Santo Padre, ha decidido proseguir la profundización de la temática
convocando un simposio de naturaleza puramente doctrinal sobre El
Primado del Sucesor de Pedro, que se ha desarrollado en el Vaticano
La continuidad de Pedro en la historia de la
Iglesia
El Santo Padre ha escrito: «La Iglesia Católica es
consciente de haber conservado, con fidelidad a la
Tradición Apostólica y a la fe de los Padres el ministerio
del Sucesor de Pedro»310. Existe efectivamente una
continuidad a lo largo de la historia de la Iglesia del
desarrollo doctrinal sobre el Primado. Al redactar el
presente texto, que aparece como apéndice al
mencionado volumen de las Actas 311, la Congregación para
la Doctrina de la Fe se ha valido de los aportes de los
estudiosos que tomaron parte en el simposio, sin
pretender ofrecer por otro lado, una síntesis ni adentrarse
en cuestiones abiertas a nuevos estudios.
Estas «Consideraciones» –al margen del Simposio–
quieren sólo recordar los puntos esenciales de la doctrina
católica sobre el Primado, gran don de Cristo a su Iglesia
en cuanto servicio necesario para la unidad y que ha sido
además con frecuencia, como demuestra la historia, una
defensa de la libertad de los Obispos y de las Iglesias
particulares de frente a las injerencias del poder político.
312
cfr. Mc 3,16; Lc 6,14; He 1,13.
313
cfr. Mt 14,28–31; 16,16–23 y par.; 19,27–29; y par.; 26,33–35 y
par.; Lc 22,32; Jn 1,42; 6,67–70; 13,36–38; 21,15–19.
314
El testimonio a favor del ministerio petrino se encuentra en
todas las expresiones, aun diferentes, de la tradición
neotestamentaria, tanto en los Sinópticos –con rasgos diversos en
Mateo y Lucas, al igual que en Marcos– como en el cuerpo paulino y
en la tradición joánica, siempre con elementos originales, diferentes
en lo que atañe a los aspectos narrativos pero profundamente
concordantes en su significado esencial. Se trata de un signo de que
la realidad petrina fue considerada un dato constitutivo de la Iglesia.
315
cfr. Mt 16,18.
316
cfr. Lc 22,32.
317
cfr. Jn 21,15–17. Sobre el testimonio neotestamentario acerca
del Primado, véase también la JUAN PABLO II, Carta Encíclica «Ut unum
sint», 90ss.
318
SAN AMBROSIO DE MILÁN, Enarra. in Ps., 40,30: PL 14,1134.
La Iglesia, desde los inicios y con creciente claridad, ha
entendido que como existe la sucesión de los Apóstoles en
el ministerio de los Obispos del mismo modo también el
ministerio de la unidad, confiado a Pedro, pertenece a la
perenne estructura de la Iglesia de Cristo y que esta
sucesión está fijada en la sede de su martirio.
323
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 23; cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución
dogmática «Pastor Aeternus», proemio: DH 3051; JUAN PABLO II, Carta
Encíclica «Ut unum sint», 88; PÍO IX, carta del Santo Oficio a los
Obispos de Inglaterra, 16 de septiembre de 1864: DH 2888; LEÓN XIII,
Carta Encíclica «Satis cognitium», 29 de junio de 196: DH nn. 3305–
3310.
324
cfr. Jn 17,21–23; CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el
Ecumenismo «Unitatis redintegratio», 1; PABLO VI, Exhortación
Apostólica «Evangelii nuntiandi», 8 de diciembre de 1975, n. 77: AAS
68 (1976) 69; JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 98.
325
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 18.
326
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 23.
327
cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución dogmática «Pastor
Aeternus», 3: DH 3061; Declaración colectiva de los Obispos
alemanes, enero–febrero de 1875: DH nn. 3112–3113; LEÓN XIII, Carta
encíclica «Satis cognitum», 29 de junio de 1896: DH 3310; CONCILIO
VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen
Gentium», 27. Como explicó PÍO IX en la Alocución después de la
promulgación de la Constitución dogmática «Pastor Aeternus»:
“Summa ista Romani Pontificis auctoritas, venerabiles fratres, non
opprimit sed adiuvat, non destruit sed aedificat, et saepissime
confirmat in dignitate, unit in caritate, et fratrum, scilicet
episcoporum, jura firmat atque tuetur” (Mansi, 52, 1336, A/B).
Por ello, «cuando la Iglesia Católica afirma que la
función del Obispo de Roma responde a la voluntad de
Cristo, ella no separa esta función de la misión confiada al
conjunto de los Obispos, también ellos “vicarios y legados
de Cristo”328. El Obispo de Roma pertenece a su colegio y
ellos son sus hermanos en el ministerio» 329. Se debe
también afirmar, recíprocamente, que la colegialidad
episcopal no se contrapone al ejercicio personal del
Primado ni lo debe relativizar.
328
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 27.
329
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 95.
330
2 Co 11,28.
331
La prioridad ontológica que la Iglesia universal, en su misterio
esencial, tiene con respeto a toda Iglesia particular (cfr. CONGREGACIÓN
PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta Communionis notio –28 de mayo de
1992– 9) subraya también la importancia de la dimensión universal
del ministerio de cada obispo.
332
cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución dogmática «Pastor
aeternus», 3: DH 3059; CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática
sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 22; CONCILIO DE FLORENCIA, bula
«Laetentur caeli», 6 de julio de 1439: DH 1307.
333
cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución dogmática «Pastor
aeternus», 3: DH nn. 3060.3064.
también inmediata, sobre todos, tanto sobre los pastores
como los otros fieles334. El ministerio del Sucesor de Pedro,
por lo tanto, no es un servicio que alcance solamente a
toda Iglesia particular desde fuera, sino que está inscrito
en el corazón de cada Iglesia particular, en la cual «está
realmente presente y actúa la Iglesia de Cristo» 335, y por
esto lleva en sí la apertura al ministerio de la unidad. Esta
interioridad del ministerio del Obispo de Roma en relación
con cada Iglesia particular es también expresión de la
mutua interioridad entre Iglesia universal e Iglesia
particular336.
El Episcopado y el Primado, recíprocamente enlazados e
inseparables son de institución divina. Históricamente han
surgido, instituidas por la Iglesia, formas de organización
eclesiástica en las cuales se ejercita también un principio
de primacía. En particular, la Iglesia Católica es bien
consciente de la función de las sedes apostólicas en la
Iglesia antigua, especialmente de aquellas consideradas –
Antioquía y Alejandría– como puntos de referencia de la
Tradición Apostólica, alrededor de las cuales se ha
desarrollado el sistema patriarcal; este sistema pertenece
a la guía de la Providencia ordinaria de Dios sobre la
Iglesia, y lleva en sí, desde los inicios, el nexo con la
tradición petrina337.
334
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 22.
335
CONCILIO VATICANO II, Decreto sobre el deber pastoral de los
obispos «Christus Dominus», 11.
336
cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE , Carta Communionis
notio, 13.
337
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 23; Decreto sobre las Iglesias orientales católicas
«Orientalium Ecclesiarum», nn. 7.9.
El ejercicio del ministerio petrino debe ser entendido –
para que «nada pierda de su autenticidad y
transparencia»338– a partir del Evangelio, o bien por su
esencial inserción en el misterio salvífico de Cristo y en la
edificación de la Iglesia. El Primado difiere en su propia
esencia y en su ejercicio de los oficios de gobierno
vigentes en las sociedades humanas 339: no es un oficio de
coordinación ni de presidencia, ni se reduce a un Primado
de honor, ni puede ser concebido como una monarquía de
tipo político.
El Romano Pontífice está –como todos los fieles–
sometido a la Palabra de Dios, a la fe católica y es garante
de la obediencia de la Iglesia y, en este sentido, «servus
servorum». Él no decide según su propio arbitrio, sino que
da voz a la voluntad del Señor, que habla al hombre en la
Escritura vivida e interpretada por la Tradición, en otros
términos, la vigilancia («episkopé») del Primado tiene los
límites que proceden de la ley divina y de la inviolable
constitución divina de la Iglesia, contenida en la
Revelación340. El Sucesor de Pedro es la roca que, contra la
arbitrariedad y el conformismo, garantiza una rigurosa
fidelidad a la Palabra de Dios: continúa de este modo el
carácter martirológico de su Primado.
Enseñar
La tarea episcopal que el Romano Pontífice tiene en
relación con la transmisión de la Palabra de Dios se
extiende también al interior de toda la Iglesia. Como tal,
es un oficio magisterial supremo y universal 345; es una
función que implica un carisma: una especial asistencia
del Espíritu Santo al Sucesor de Pedro, que también
incluye, en ciertos casos, la prerrogativa de la
infalibilidad346. Como «todas las Iglesias están en
comunión plena y visible, porque todos los pastores están
en comunión con Pedro, y así en la unidad de Cristo» 347,
del mismo modo los Obispos son testigos de la verdad
342
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 94.
343
cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 23; LEÓN XIII, Carta encíclica «Grande munus», 30
de septiembre de 1880: ASS 13 (1880) 145; CIC c. 782 §1.
344
PABLO VI, Exhortación apostólica «Evangelii nuntiandi», 14. cfr.
CIC c. 781.
345
cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución dogmática «Pastor
aeternus», 4: DH nn. 3065–3068.
346
cfr. ibidem.: DH nn. 3073–3074; CONCILIO VATICANO II,
Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 25; CIC c.
749 §1.; Código de cánones de las Iglesias orientales, c. 579, §1.
347
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 94.
divina y católica cuando enseñan en comunión con el
Romano Pontífice348.
Regir
Junto con la función magisterial del Primado, la misión
del Sucesor de Pedro sobre toda la Iglesia comporta la
facultad de realizar los actos de gobierno eclesiástico
necesarios o convenientes para promover y defender la
unidad de la fe y de la comunión; entre estos se debe
considerar, como ejemplo: dar el mandato para la
ordenación de nuevos Obispos, exigir de ellos la profesión
de fe católica; ayudar a todos a mantenerse en la fe
profesada.
Como es obvio, existen muchos otros posibles modos,
más o menos contingentes de desarrollar este servicio
para la unidad: emanar leyes para toda la Iglesia,
establecer estructuras pastorales al servicio de diversas
Iglesias particulares, dotar de fuerza vinculante las
decisiones de los Concilios particulares, aprobar institutos
religiosos supra–diocesanos, etc.
Por el carácter supremo de la potestad del Primado, no
hay instancia alguna a la cual el Romano Pontífice deba
responder jurídicamente sobre el ejercicio del don
recibido: «prima sedes a nemine iudicatur»349. No
obstante, ello no significa que el Papa tenga un poder
absoluto. Escuchar la voz de las Iglesias es, de hecho, un
signo del ministerio de la unidad, una consecuencia
también de la unidad del Cuerpo episcopal y del «sensus
fidei» del entero Pueblo de Dios; y este vínculo aparece
sustancialmente dotado de mayor fuerza y seguridad que
por las instancias jurídicas –hipótesis por otro lado
improponible, porque es carente de fundamento– a las
cuales el Romano Pontífice debería responder. La última e
inderogable responsabilidad del Papa encuentra la mejor
garantía, por una parte en su inserción en la Tradición y la
348
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 25.
349
CIC c. 1404; Código de cánones de las Iglesias orientales, c.
1058; cfr. CONCILIO VATICANO I, Constitución dogmática «Pastor
aeternus», 3: DH 3063.
comunión fraterna y, por otra, en la confianza en la
asistencia del Espíritu Santo que gobierna la Iglesia.
y Santificar
La unidad de la Iglesia, al servicio de la cual se pone de
modo singular el ministerio del Sucesor de Pedro, alcanza
la más alta expresión en el Sacrificio Eucarístico, el cual es
centro y raíz de la comunión eclesial; comunión que se
funda incluso necesariamente sobre la unidad del
Episcopado. Por ello, «toda celebración de la Eucaristía es
realizada no sólo en unión con el propio Obispo, sino
también con el Papa, con el orden episcopal, con todo el
clero y con el pueblo entero. Toda celebración válida de la
Eucaristía expresa esta comunión universal con Pedro y
con la Iglesia entera, o la reclama objetivamente»350, como
en el caso de las Iglesias que no están en plena comunión
con la Sede Apostólica.
«La Iglesia peregrinante, lleva en sus sacramentos y en
sus instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen
de este mundo que pasa»351. También por esto, la
naturaleza inmutable del Primado del Sucesor de Pedro se
ha expresado históricamente a través de modalidades de
ejercicio adecuadas a las circunstancias de una Iglesia
peregrinante en este mundo cambiante. Los contenidos
concretos de su ejercicio caracterizan al ministerio petrino
en la medida en que expresan fielmente la aplicación a las
circunstancias de lugar y de tiempo de las exigencias de la
finalidad última que le es propia (la unidad de la Iglesia).
La mayor o menor extensión de tales contenidos concretos
dependerá en cada época histórica de la «necessitas
Ecclesiae». El Espíritu Santo ayuda a la Iglesia a conocer
esta «necessitas» y el Romano Pontífice, escuchando la
voz del Espíritu en las Iglesias, busca la respuesta y la
ofrece cuando y como lo considera oportuno.
350
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta Communionis
notio, 14; cfr. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1369.
351
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 48.
Como consecuencia, no es buscando el mínimo de
atribuciones ejercitadas en la historia como se puede
determinar el núcleo de la doctrina de la fe sobre las
competencias del Primado. Por eso, el hecho de que una
determinada tarea haya sido cumplida por el Primado en
una cierta época no significa por sí sola que tal tarea deba
necesariamente estar siempre reservada al Romano
Pontífice; y, viceversa, el solo hecho de que una
determinada función no haya sido ejercitada previamente
por el Papa no autoriza a concluir que tal función no pueda
en algún modo ejercitarse en el futuro como competencia
del primado.
En todo caso, es fundamental afirmar que el
discernimiento sobre la congruencia entre la naturaleza
del ministerio petrino y las eventuales modalidades de su
ejercicio, es un discernimiento que debe realizarse «in
Ecclesia», o sea bajo la asistencia del Espíritu Santo y en
diálogo fraterno del Romano Pontífice con los otros
Obispos, según las exigencias concretas de la Iglesia.
Pero, al mismo tiempo, es evidente que sólo el Papa (o el
Papa con el Concilio ecuménico) tiene, como Sucesor de
Pedro, la autoridad y la competencia para decir la última
palabra sobre las modalidades de ejercicio del propio
ministerio pastoral en la Iglesia universal.
Conclusiones
Al recordar los puntos esenciales de la doctrina católica
sobre el Primado del Sucesor de Pedro, la Congregación
para la Doctrina de la Fe está segura de que la
reafirmación autorizada de tales adquisiciones doctrinales
ofrece mayor claridad sobre la vía a seguir. Tal reclamo es
útil, de hecho, también para evitar las recaídas siempre
nuevamente posibles en las parcialidades y en las
unilateralidades ya rechazadas por la Iglesia en el pasado
(febronianismo, galicanismo, ultramontanismo,
conciliarismo, etc.). Y, sobre todo, viendo el ministerio del
«Siervo de los siervos de Dios» como un gran don de la
misericordia divina a la Iglesia, encontraremos todos –con
la gracia del Espíritu Santo– el impulso para vivir y
custodiar fielmente la efectiva y plena unión con el
Romano Pontífice en el caminar cotidiano de la Iglesia
según el modo querido por Cristo352.
La plena comunión querida por el Señor entre los que
se confiesan sus discípulos exige el reconocimiento común
de un ministerio eclesial universal «en el cual todos los
obispos se reconozcan unidos en Cristo y todos los fieles
encuentren la confirmación de la propia fe» 353. La Iglesia
Católica profesa que este ministerio es el ministerio
primacial del Romano Pontífice, Sucesor de Pedro, y
sostiene con humildad y firmeza «que la comunión de las
Iglesias particulares con la Iglesia de Roma, y de sus
Obispos con el Obispo de Roma, es un requisito esencial –
en el designio de Dios– de la comunión plena y visible» 354.
No han faltado en la historia del Papado errores humanos
y carencias también graves: Pedro mismo, de hecho,
reconocía él ser un pecador355. Pedro, hombre débil, fue
elegido como roca, precisamente para que fuese evidente
que la victoria es solamente de Cristo y no resultado de las
fuerzas humanas. El Señor quiso llevar en vasos frágiles 356
el propio tesoro a través de los tiempos: así la fragilidad
humana se ha vuelto signo de la verdad de las promesas
divinas.
¿Cuándo y cómo se alcanzará la tan deseada meta de
la unidad de todos los cristianos? «¿Cómo obtenerlo? Con
la esperanza en el Espíritu, que sabe alejar de nosotros los
espectros del pasado y las memorias dolorosas de la
separación; Él nos concede lucidez, fuerza y valor para
emprender los pasos necesarios de modo que nuestro
compromiso sea siempre más auténtico»357. Estamos
todos invitados a confiarnos al Espíritu Santo, a confiarnos
a Cristo, confiándonos a Pedro.
352
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la Iglesia
«Lumen Gentium», 15.
353
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 97.
354
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 94.
355
cfr. Lc 5,8.
356
cfr. 2Co 4,7.
357
JUAN PABLO II, Carta encíclica «Ut unum sint», 102.
Firman este decreto el Prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la fe el Cardenal Joseph Ratzinger y
Mons. Tarcisio Bertone, Arzobispo emérito de Vercelli,
Secretario. Pidamos a la Santísima Virgen, crecer en amor
y fidelidad a la Iglesia de Jesucristo, hoy y siempre.
6. EL MULTIFACÉTICO PEDRO
1. Pescador
Caminando (Jesús) por la ribera del mar de Galilea vio a
dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano
Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores…
(Mt 4,18).
2. Esposo
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste
en cama, con fiebre (Mt 8,14).
3. Elegido
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos
que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se
encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías» – que quiere decir, Cristo.
Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le
dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas”
– que quiere decir, «Piedra» (Jn 1,41–42).
4. Discípulo
Tomando Pedro la palabra, le dijo: Explícanos la
parábola… (Mt 15, 15).
5. Testigo
En el monte Tabor: Seis días después, toma Jesús
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos
se volvieron blancos como la luz. En esto, se les
aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.
Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es
estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías.» (Mt 17, 1–4).
En el monte de los Olivos, en Getsemaní: Y tomando
consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está
triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad
conmigo». Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra,
y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí
esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras
tú». Viene entonces donde los discípulos y los encuentra
dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido
velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis
en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil» (Mt 26, 37–41).
En el monte Gareb: Salieron Pedro y el otro discípulo, y
se encaminaron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por
delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el
sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que
cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en
un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó,
pues hasta entonces no habían comprendido que según la
Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos (Jn 20,
3–9).
6. Apóstol
Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero
Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago
el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé;
Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;
Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le
entregó. A estos doce envió Jesús…(Mt 10,2–5).
7. Hagiógrafo
Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven como
extranjeros en la Dispersión: en el Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según el previo
conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora
del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con
su sangre. A vosotros gracia y paz abundantes (1Pe 1,2).
Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que
por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha
cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra. A
vosotros, gracia y paz abundantes por el conocimiento de
nuestro Señor (2Pe 1–2).
8. Taumaturgo
Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que
llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del
Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los
que entraban en el Templo. Éste, al ver a Pedro y a Juan
que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna.
Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo:
«Míranos». Él les miraba con fijeza esperando recibir algo
de ellos. Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que
tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte
a andar». Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al
instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, y de un salto
se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo
andando, saltando y alabando a Dios (He 3,2–8).
Los creyentes cada vez en mayor número se adherían
al Señor, una multitud de hombres y mujeres ... hasta tal
punto que incluso sacaban los enfermos a las plazas y los
colocaban en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro,
siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También
acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén
trayendo enfermos y atormentados por espíritus
inmundos; y todos eran curados (He 5,14–16).
Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó
también a visitar a los santos que habitaban en Lida.
Encontró allí a un hombre llamado Eneas, tendido en una
camilla desde hacía ocho años, pues estaba paralítico.
Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura; levántate y
arregla tu lecho» Y al instante se levantó (He 9,32–34).
Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que
quiere decir Dorcás. Era rica en buenas obras y en
limosnas que hacía. Por aquellos días enfermó y murió. La
lavaron y la pusieron en la estancia superior. Lida está
cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse que Pedro
estaba allí, enviaron dos hombres con este ruego: «No
tardes en venir a nosotros». Pedro partió inmediatamente
con ellos. Así que llegó le hicieron subir a la estancia
superior y se le presentaron todas las viudas llorando y
mostrando las túnicas y los mantos que Dorcás hacía
mientras estuvo con ellas. Pedro hizo salir a todos, se puso
de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo:
«Tabitá, levántate». Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se
incorporó. Pedro le dio la mano y la levantó (He 9,36–41).
9. Predicador
Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó
su voz y les dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén:
Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis
palabras: …» «Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús,
el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros
con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su
medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a
éste, que fue entregado según el determinado designio y
previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis
clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste,
pues, Dios le resucitó…»( He 2, 14–15. 22–24).
10. Papa
La promesa del Primado: Díceles él: «Y vosotros ¿quién
decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo:
«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te
ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que
está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves
del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará
atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos» (Mt 16, 15–19).
La investidura del Primado: Después de haber comido,
dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más
que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a
decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le
dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús:
«Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón
de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le
preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo:
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice
Jesús: «Apacienta mis ovejas» (Jn 20,15–17).
Ejerce el Primado: Uno de aquellos días Pedro se puso
en pie en medio de los hermanos –el número de los
reunidos era de unos ciento veinte– y les dijo: «Hermanos,
era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el
Espíritu Santo, por boca de David, había hablado…» (He
1,15–16).
11. Mártir
«En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando
llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te
llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase
de muerte con que iba a glorificar a Dios (Jn 20, 18–19).
Una nube de testigos358 habla del martirio de los
Príncipes de los Apóstoles, así:
El Papa San Clemente Romano de quien decía San
Ireneo de Lyón: «...en tercer lugar, a partir de los
Apóstoles, hereda el episcopado Clemente, que también
había visto a los bienaventurados Apóstoles y
tratado con ellos, y todavía tenía resonándole en
sus oídos la predicación de los Apóstoles y delante
de los ojos su tradición»359, afirmaba: «Por emulación y
envidia fueron perseguidos los que eran máximas y
justísimas columnas de la Iglesia y sostuvieron combate
hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos
Apóstoles.
A Pedro, quien, por inicua emulación, hubo de soportar
no uno ni dos, sino muchos más trabajos. Y después de
dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le
era debido.
Por la envidia y rivalidad mostró Pablo el galardón de la
paciencia. Por seis veces fue cargado de cadenas; fue
desterrado, apedreado; hecho heraldo de Cristo en Oriente
y Occidente, alcanzó la noble fama de su fe; y después de
haber enseñado en todo el mundo la justicia y haber
llegado hasta el límite de Occidente y dado su testimonio
ante los príncipes, salió así de este mundo y marchó al
358
Todas las citas, salvo las de San Agustín, están tomadas de
ACTAS DE LOS MÁRTIRES, BAC, (Madrid 1974) 226ss.
359
SAN IRENEO, Adv. haer. III, 3, 3, y EUSEBIO, Hist. Eccles. V, 6, 1–3.
lugar santo, dejándonos el más alto dechado de
paciencia»360.
San Dionisio de Corintio: «Y, en efecto, habiendo
ambos plantado en esta nuestra ciudad de Corinto,
también a vosotros os enseñaron, y ambos,
igualmente, después de enseñar juntos en Italia,
sufrieron por el mismo tiempo el martirio»361.
Tertuliano: «¡Feliz Iglesia ésta, sobre la que derramaron
los apóstoles, juntamente con su sangre, toda su doctrina!
Allí Pedro igualó la Pasión del Señor; allí Pablo fue
coronado con la muerte de Juan Bautista; allí el apóstol
Juan, después de ser sumergido en aceite hirviendo, sin
sufrir daño, fue relegado a la isla»362.
«Leemos en la Vida de los Césares: Nerón fue el
primero en ensangrentar la fe cuando crecía en Roma.
Entonces Pedro es ceñido por otro, cuando es atado a la
cruz. Entonces Pablo es, por nacimiento, de ciudadanía
romana, cuando renace por nobleza del martirio»363.
«Veamos ... qué leen los filipenses, los tesalonicenses,
los efesios; qué suenan ahí cerca los romanos, a quienes
Pedro y Pablo dejaron el Evangelio hasta firmado con su
sangre»364.
Orígenes : «Parece que Pedro predicó en el Ponto, en
Bitinia, Capadocia y Asia a los judíos de la dispersión.
Venido, hacia el fin de su vida, a Roma, allí fue crucificado
cabeza abajo, por haber pedido él mismo sufrir este modo
de martirio. ¿Y qué hablar de Pablo, llevó el Evangelio de
Cristo, desde Jerusalén al Ilírico, y sufrió luego el martirio
en Roma bajo Nerón?»365.
Cayo, presbítero romano (escribe entre 198–217): «Yo
puedo señalar los trofeos o sepulcros de los Apóstoles. En
360
SAN CLEMENTE ROMANO, Carta primera a los Corintios, V, 1–3. VI.
361
SAN DIONISIO DE CORINTO, EUS., HE II, 25, 8.
362
TERTULIANO, De praescriptione, 36, 1–3.
363
TERTULIANO, Scorpiace, 15, 2–5.
364
TERTULIANO, Adv. Marcionem, 4, 5, 2.
365
ORÍGENES, EUS., HE, III, 1, 1–3.
efecto, si quieres venir al Vaticano o a la Vía Ostiense,
hallarás los trofeos de los que asentaron esta Iglesia»366.
Porfirio Neoplatónico (muere en Roma el 303), enemigo
de Jesucristo: «Veamos aquello que se dice a Pablo; Dijo
en visión el Señor por la noche a Pablo: “No temas, sino
habla, pues yo estoy contigo y nadie te echará encima las
manos para dañarte” (He 18, 9). Y a este fanfarrón,
apenas llega a Roma, se le prende y corta la cabeza, él,
que decía: “A los mismos Ángeles juzgaremos”. Es más, el
mismo Pedro, que tuvo potestad de apacentar a los
corderos, clavado en una cruz, muere empalado” 367.
Eusebio de Cesarea (muere el 340): «Cuando los
santísimos apóstoles Pedro y Pablo fueron coronados, en
el combate por Cristo, con la corona del martirio»368.
Lactancio: «Así, siendo el primero en perseguir a los
siervos de Dios, a Pedro le clavó en la cruz y a Pablo le
pasó a espada»369.
Orosio: «Empeñado en extirpar el nombre mismo de los
cristianos, de los beatísimos apóstoles de Cristo Pedro y
Pablo, a uno le mandó a clavar en cruz, al otro lo pasó al
filo de espada»370.
Sulpicio Severo: «Muchos eran crucificados o quemados
vivos»371.
«Entonces fueron condenados a muerte Pedro y Pablo.
A Pablo le cortaron a espada el cuello; a Pedro lo
levantaron en una cruz»372.
San Agustín: «Hubo de sufrir cadenas, azotes, cárceles
y naufragios. El Señor mismo le procuró la pasión y lo
condujo a la gloria de este día. En un solo día celebramos
la pasión de ambos apóstoles. Pero ellos dos eran una
366
Cayo, presbítero romano, EUS., HE, II, 25, 5–7.
367
Texto conservado en la obra de MACARIO MAGNES, editada por A.
Harnack, TU 37, 4 (1911) 74: cfr. Kirch, FE, p. 200, n. 328.
368
EUSEBIO DE CESAREA, Chron., 2, 2.084, ad a. Chr.70.
369
LACTANCIO, De Mort. Pers., 2, 4–6.
370
OROSIO, Historiarum ad. pag., VII, 7, 10.
371
SULPICIO SEVERO, Chronicorum, 3, 29.
372
SULPICIO SEVERO, Chronicorum, 3, 29.
unidad (“duo unum erant”); aunque padeciesen en
distintas fechas, eran una unidad. Pedro fue delante, Pablo
detrás373».
«Pedro, por tanto, fue el primero de los apóstoles, y
Pablo el último; Dios, en cambio, de quién ellos eran
siervos, heraldos y predicadores, es el primero y el último.
Pedro es el primero de los apóstoles, y Pablo el último:
Dios es el primero y el último, antes de quien no hay nada,
ni tampoco después. Dios, pues, se presenta a sí mismo
como el primero y el último por su eternidad, unió en la
pasión al primero y al último de los apóstoles. Las
pasiones de uno y otro se aunan en la fecha de
celebración, del mismo modo que a sus vidas las auna la
caridad»374.
«El merecimiento hizo igual la pasión, y la caridad hizo
que coincidieran en el día. Así lo hizo en ellos quien en
ellos estaba y en ellos y con ellos padecía, quien ayuda a
los combatientes y corona a los vencedores»375.
12. Santo
Del otro lado del Tévere (el río Tíber), sobre el
cementerio judeo–cristiano de la colina Vaticana, se alza
majestuosa la Basílica de Miguel Ángel y Maderno, que
cobija en sus entrañas el sepulcro y los huesos del primero
de los Apóstoles. Es el centro de la Cristiandad que recibe
el mayor número de peregrinos por año. Cobija las
reliquias de alguien que fue muy santo.
3. Sucesores
El único de los Doce que transmite a sus Sucesores sus
poderes es Pedro. De él brota una cadena ininterrumpida
373
SAN AGUSTÍN, Sermón 295 VII; cit. en Obras Completas de San
Agustín, XXV, BAC (Madrid 1984) 264.
374
SAN AGUSTÍN, Sermón 299; cit. en Obras Completas de San
Agustín, XXV, BAC (Madrid 1984) 302.
375
SAN AGUSTÍN, Sermón 299A; cit. en Obras Completas de San
Agustín, XXV, BAC (Madrid 1984) 320.
de 264 Obispos de Roma, hasta el actual, Juan Pablo II.
Todos Cabezas visibles de la Iglesia Una, Santa, Católica y
Apostólica. Y así, Pedro y Pablo, sobre todo con su
martirio, dan brillo y lustre a la Iglesia de Roma y a sus
Obispos, y, a su vez, los que han encabezado la Iglesia que
guarda sus trofeos, han hecho refulgir, de manera
inigualable, el clarividente testimonio de aquellos dos
gigantes que eran uno: «duo unum erant». Y todos
juntos, los 264 Obispos de Roma, Sucesores de Pedro,
forman un inmenso coro de alabanza y testimonio de la
preeminencia sin par de Jesucristo, de Quien han sido
Vicarios sobre la tierra.
Que la «Salus Populi Romani», desde el monte
Esquilino, proteja siempre al que vive en el monte
Vaticano, custodiando la fe y los huesos del primer Papa,
del primer Padre de los Padres. Y nos consiga la gracia de
la fidelidad a Pedro.
Queridos hermanos:
Nos encontramos en este ambiente subyugante del
más importante Templo de la cristiandad, no tanto por sus
dimensiones monumentales, ni siquiera por los grandes
tesoros artísticos que la ornamentan, sino por dos razones
fundamentales: primera razón, porque aquí está el
sepulcro y los huesos de San Pedro, y, segunda razón,
porque aquí pervive Pedro en la persona del Papa.
Quiero desarrollar este sermón en tres puntos.
I. SAN PEDRO
Primer punto: no puedo no hablar aquí de aquello que
hace que este lugar sea grandioso, y es el hecho de que, a
plomada de la cúpula de Miguel Ángel hay una tumba.
Hagamos mentalmente un recorrido. Por encima de
todo está la cúpula de Miguel Ángel. Más abajo el
baldaquino de Bernini, luego, sobre el nivel donde nos
encontramos, el altar del Papa Clemente VIII, quien lo
consagró hace 404 años (un bloque de mármol hermoso
del Foro de Nerva, cerca de la Torre dei Conti en el Foro
Romano). Más abajo está el altar del Papa Calixto II, del
siglo XII, a nivel de la Basílica Constantiniana –casi a nivel
de la Cripta de los Papas–, que cubre otro altar, más
antiguo aun, el de de San Gregorio Magno, del siglo VI,
que se puede ver en la Capilla Clementina. Todavía un
poco más abajo está la Memoria constantiniana y
finalmente el «trofeo de Gaio». Gaio fue un presbítero
romano del siglo II, quien en una carta que le escribe al
montanista Proclo, según narra Eusebio de Cesarea376, le
dice: «Yo puedo indicarte el trofeo de los Apóstoles. Si vas
al Vaticano o a la vía Ostiense, encontrarás el trofeo de los
que han fundado esta Iglesia». Se llama a la sepultura
«trofeo» porque la tumba recuerda que ese que murió va
a resucitar, y que, al ser mártir, ya triunfó porque se ganó
el cielo. Por eso «tropaio», «trofeo».
«Si vas al Vaticano... ». Y estamos justo en la Colina
Vaticana que los hombres del tiempo del emperador
Constantino tuvieron en parte que allanar y en parte que
rellenar, a pesar de que había un cementerio, porque
quisieron levantar la Basílica Constantiniana sobre el
mismo sepulcro de San Pedro377.
376
Historia Eclesiástica, II, 25.
377
cfr. COLETTE BAVOILLOT–LAUSSADE, Una tomba sulla Collina
Vaticana, Librería Ed. Vaticana, (Vaticano 1997) 125.
Pablo. Y ambos, Pedro y Pablo, son los que han fundado
esta Iglesia de Roma.
Quiero recordar, por razones que después se verán,
cómo Pablo llegó a Roma. Después del viaje por mar, que
terminó con el naufragio en las costas de la isla de Malta
luego de 14 días de temporal, y habiendo permanecido
por tres meses en esa isla, se hace de nuevo a la mar en
un barco alejandrino que lo lleva primero a Siracusa,
donde se queda tres días. Después, costeando, llega a
Reggio Calabria y un día más tarde, a Pozzuoli, donde
desembarca y permanece siete días. Sigue diciendo el
libro de los Hechos de los Apóstoles: Así llegamos a Roma.
De allí, los hermanos que supieron de nosotros nos
vinieron al encuentro hasta el Foro de Apio y Tres
Tabernas378. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró
ánimo. Cuando entramos en Roma permitieron a Pablo
morar en casa propia... (He 28,15–16).
Quiero hacer notar que la nave alejandrina en la cual se
embarca Pablo en Malta para llegar a Roma era una nave
que había invernado en la isla, y que llevaba por insignia
los Dióscuros (He 28,11). Dióscuros379 es una forma
combinada griega de Dios kouroi, «los hijos de Zeus». Es
decir, los Dióscuros eran en la mitología griega Castor y
Polux, los Gemelos, los Mellizos. Castor era reverenciado
por su destreza ecuestre y Polux (Polydeukes) era el
patrono de los gladiadores, es decir, de los hombres de
lucha. Y en la mitología tienen ellos relaciones astrales,
como menciona Eurípides380, conectadas con el prestigio
del cual ambos gozaban, como «dioses salvadores».
Epícteto (2.18.29) hace notar que los viajeros los
invocaban en las tormentas. Cátulo 381 en acción de gracias
por su auxilio les dedicó un poema. Horacio, tomando nota
de la constelación de ellos, que es Géminis (los Gemelos)
reza por un viaje seguro, como aparece en una de sus
378
Ambos lugares quedan muy cerca de nuestra Parroquia de
Sezze.
379
Seguimos el artículo «Dioscuri», The Anchor Bible Dictionary,
Ed. David N. Freedman, tomo II (New York 1997) 203.
380
Hel., 123–40; 990; Orestes, 1636–37.
381
Carmina, 4. 27.
obras382. Y también en relación con ellos, habla de los
lucida sidera, las estrellas brillantes383.
Y así como el bloque de mármol del altar papal de esta
Basílica fue un travesaño de un templo pagano y, como ha
ocurrido con tantas otras cosas, la Iglesia lo tomó y lo
hace servir para el Reino Nuevo instaurado por Jesucristo;
también, de alguna manera, la antigua creencia pagana
de los Dióscuros encontrará su expresión adecuada en el
cristianismo. En su «Evangelica Praeparatio»384, Eusebio
documenta la fama de los Mellizos, quienes tanto por su
destreza médica como por su pericia naval eran
considerados deidades tutelares de los marineros. Por eso
el barco alejandrino en que llega Pablo a Roma los tenía
por insignia, ya que eran puestos en la proa de los navíos,
probablemente en ambos costados, escribe Luciano 385. Y
como es atestiguado por algunos sarcófagos romanos, las
funciones tutelares de los Mellizos, de los Dióscuros,
estimularon en el culto la creencia en la inmortalidad.
También ellos representaban la fidelidad de los amigos 386 y
el respeto por las antiguas tradiciones de hospitalidad387.
Según un autor alemán, W. Krauss 388, «la iglesia
napolitana de San Pablo Maggiore, consagrada a los
apóstoles Pedro y Pablo, se levantó sobre el templo de los
Dióscuros. Ambos príncipes apostólicos cumplieron en
Roma su común destino; sus nombres poseían la misma
inicial389. Todo los dispone a ser vistos como una pareja y
como una pareja propia para sustituir a los Dióscuros en
su calidad de protectores de los navegantes». Navegante
Pedro, en el lago de Tiberíades; navegante Pablo, tantas
veces cruzando el lago, incluso salvando a los compañeros
de viaje del naufragio, luego de 14 días de tempestad.
382
Odas, 3. 29. 64.
383
Odas, 1.3.
384
Evangelica Praeparatio, 1.10.14.
385
Nav., 5.
386
Theognis, 1087.
387
Píndaro, Nemean, 10.49–50 y Olimpia, 3. 38–40.
388
Artículo “Dioskuren”, en la enciclopedia Reallexikon für Antike
und Christentum (Stuttgart 1957).
389
Tanto el primero: Simón, Saulo; como el segundo, el
sobrenombre: Pedro, Pablo (nota mía).
Aquí en Roma el Papa San Dámaso I llama a ambos
apóstoles «nova sidera», nuevos astros, nuevas estrellas,
como Géminis, y con referencia a los Dióscuros, como
aparece en una inscripción encontrada en las catacumbas
de San Sebastián390. Y así se dan, a través de los tiempos,
una serie de parejas de santos, de «dióscuros cristianos».
Por ejemplo los santos médicos Cosme y Damián; los
santos Cuthberto y Wilfrido, en Inglaterra; al emperador
Teodosio, en el lago Regilo, se le aparecen dos hombres
vestidos de blanco y montados en caballos blancos que
manifestaron ser los Apóstoles Juan y Felipe 391. Incluso los
dióscuros pueden ser triples, como en la batalla de
Antioquía en 1098: San Jorge, San Mercurio y San
Demetrio392.
393
III. SANTIAGO
Tercer y último punto. Pero además hoy es la fiesta de
Santiago el Mayor, bajo cuyos estandartes se realizó la
obra grandiosa de la Evangelización de América. De tal
manera que la cultura iberoamericana está marcada a
fuego por su impronta. No ha habido en España, en
Europa, ningún otro lugar de culto y peregrinación con las
consecuencias y los alcances del de Santiago de
Compostela, fuera de Roma (porque en Roma están Pedro
y Pablo). Pero después de Roma, Santiago de Compostela.
Y ninguna otra devoción como la del Patrón Santiago,
sostuvo a todo un pueblo en la defensa de su fe durante
siglos y unió reinos diversos que se sintieron unidos por
tener el mismo liderazgo del Apóstol.
390
cfr. E. CASPAR, Geschichte des Papstum, I (1930) 252; cit. por
KRAUSS.
391
Según Teodoreto de Ciro, Historia Eclesiástica, V, 24.
392
«Gesta Francorum et aliorum Hierosolymitanorum seu
Tudebodus Abbreviatus, en Recueil des Historiens des Croisades»,
Historiens Occidentaux, tomo III (París 1866) 157.
393
Usaremos abundantemente como fuente el libro de AMÉRICO
CASTRO, Santiago de España, Emecé Editores (Buenos Aires 1958)
153.
Por eso en el poema del Cid del siglo XI, se dice: «Los
moros llaman: ¡Mafómat!, e los cristianos: ¡Santi
Yagüe!»394, y si lo invocan es porque están convencidos de
que combate con ellos. Por eso se lo consideró como el
defensor frente a los moros.
En un poema Alfonso XI le hace decir al rey moro Don
Jusaf, en 1340, luego de la batalla del Salado:
«Santiago el de España
los mis moros me mató,
desbarató mi compaña,
la mi seña quebrantó.
Yo lo vi bien aquel día
con muchos ommes armados,
el mar seco parecía
e cubierto de cruzados»395.
398
BERCEO, Vida de San Millán, 437–39.
399
Vita Nova, XL.
Santiago, protomártir de los Apóstoles, para que
perpetuamente lo poseyera en su propia carne»400.
IV
Queridos hermanos y Hermanas:
Hoy, en este día, en este lugar tan preciado para
nosotros, debemos pedir al Apóstol Santiago, la gracia de
saber combatir recio como combatió recio él. La gracia de
saber continuar su estupenda y continuada proeza. De que
nos incite siempre a galopar por los espacios de nuestra
fe. Hasta los límites del mundo. Dispuestos a las nuevas
empresas, a las grandes obras. A dónde hay mucho de
peligro, donde es necesario vivir el heroísmo momento a
momento. ¡Por eso Señor Santiago en este día, te pido que
no dejes de galopar en tu caballo blanco por lo cielos! Nos
consideramos de tus mesnadas y necesitamos de tu
patrocinio, de tu protección, de tu guía, de tu inspiración y
ejemplo. ¡Divino rayo, hijo del Zebedeo y de María Salomé,
Boanerges, hijo del trueno, enardece nuestros corazones,
400
Chronicon Mundi, en Hispania Illustrata, edit. por Andrés Schot
(Frankfurt 1608) III, 2.
ensánchalos, para que abracemos a toda la humanidad
dolida!
A San Pablo, le pedimos la gracia de amar con su
mismo amor, hasta poder decir: Ya no vivo yo es Cristo
quien vive en mí (Ga 2,20), porque, como todo cristiano,
deberíamos ser dióscuros de Jesucristo.
A San Pedro, cuyas reliquias están tan cerca, que
siempre mantengamos nuestra intención primera de no
querer construir otra cosa de lo que quiere Jesucristo y
que lo manda por su Iglesia fundada sobre la roca que es
él, Pedro, y sus sucesores.
Y a la Virgen María, Reina de Santiago y de Pablo y de
Pedro, Reina de los Apóstoles, para que nos inspire
siempre tener en nuestro corazón las palabras de su Hijo.
Y a Jesús, que es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb
13,8), y que así como supo inspirar grandes cosas en
Santiago, en Pablo, en Pedro y en María, es capaz también
hoy y ha de suscitar grandes cosas en nosotros, a pesar de
nuestros pecados y limitaciones, porque Él es Dios.
***
Casi 2000 años terráqueos después, dialogaba en el
Cielo con el Padre Carlos Alberto L. sobre el hecho,
certísimo, de que los caminos de los hombres no son los
caminos de Dios, éstos son, siempre, insondables e
inescrutables401: «Mirá, por ejemplo, cómo me hizo famoso
el morir desollado. En todas las imágenes me ponen un
cuchillo de carnicero, como lo hacen Rubens y Ribera en
los cuadros del Museo del Prado de Madrid. Miguel Ángel
en el Juicio Final de la Sixtina me hace sostener el pellejo
con la mano izquierda y no tuvo mejor ocurrencia que
dibujar su rostro en lo que debería ser el mío. También
Bernini en la escultura de San Juan de Letrán me
representó con la piel recogida como un poncho sobre mis
brazos. ...¿Y mis reliquias? Luego de sepultarme en
Albanópolis –o Urbanópolis–(en Armenia Mayor) llevaron
mis restos a Nephergerd (Mijafardin), luego a Daras en
Mesopotamia, más tarde una parte de ellas a la isla de
Lipari, cerca de Sicilia, luego a Benevento, a Roma en el
983 en la Isla del Tíber y el cráneo lo llevaron a Frankfurt
del Meno. ...¿Y las gracias que Dios sigue derramando por
mi intermedio en tantos lugares? Cómo en Chiclana y
Boedo. Vos me pertenecés al igual que todos aquellos
jóvenes que acompañaste en su vocación sacerdotal».
401
cfr. Ro 11,33
9. LA SONRISA DE UN APÓSTOL
I
Estaba orgulloso de su nombre doble. Tenía por nombre
Natanael y por patronímico Bartolomé, o sea, Natanael,
Bar–Tholmai, el hijo de Tholmai o Talmay. Así se formaban
nombres similares: Simón, Bar–Jona 402; Bar Timeo403; Bar–
Jesús404, o Santiago y Juan, Bar–Zebedeo. «Talmay» es «el
que abre surcos». Así se llamaba el rey de Guesur, hijo de
Ammijud405, padre de Maaká la madre de Absalón, el hijo
del rey David406. Guesur quedaba cerca, al este del lago de
Tiberíades. Talmay es vocalizado por los Setenta como
Tolmay. Y Natanael equivale a Teodoro, Adeodato (del
babilonio: «Natan (ni)–li»; del hebreo «Netan’el»: don de
Dios). Es decir, es el don de Dios que abre surcos, que
hace huella, que tiene quilla.
II
Estaba orgulloso de su pueblo. Era Caná de Galilea. A
unos 12 Km. al norte de Nazareth. Caná «de Galilea» para
distinguirla de otra Caná existente en Aser, cerca de Tiro.
El hebreo «qanah» significa «caña», «junco». Ni el Antiguo
Testamento ni los sinópticos mencionan a Caná de Galilea.
Únicamente el Águila, por tres veces. En el primer milagro
de Jesús en las bodas (Jn 2, 1–11), en el encuentro con el
402
cfr. Mt 16,17.
403
cfr. Mc 10,43.
404
cfr. He 13,6.
405
cfr. 2Sam 13,37.
406
cfr. 2Sam 3,3.
funcionario real que tenía un hijo enfermo (Jn 4, 46–54), y
al hablar del Apóstol que era de Caná (Jn 21, 2).
(Que sea la actual Kafr Kenna o Jirbet Qana, en la parte
septentrional de la llanura de Battof, nos tiene sin
cuidado).
Allí, en su pueblo, Jesús había hecho su primer milagro,
el agua convertida en vino. Allí, su Madre, se había
manifestado como la Omnipotencia Suplicante, ya que
Jesús adelanta su hora de hacer los milagros por pedido de
Ella. Allí se muestra que Aquél que era capaz de convertir
el agua en vino era capaz de convertir el vino en su
Sangre.
En Caná. En Caná de Galilea. Caná no es tanto un tema
de arqueología, cuanto de teología. ¡Es su pueblo! (La falta
de sentido común de muchos exégetas bíblicos no hace en
él ninguna mella).
III
Estaba orgulloso de su montaña. Como todo hombre de
llanura, siempre miraba la montaña. Era el Monte Tabor.
Le habían hablado, Pedro, Santiago y Juan, de la
Transfiguración que había ocurrido, justamente allí. Y él
había escuchado, justamente allí, con sus oídos: Id por
todo el mundo y predicad el Evangelio... (Mc 16, 15). Y se
acordaba de otras montañas: Donde el sermón de la
montaña, allí cerquita, hacia el este; donde el Monte Sión
de los cristianos en el Cenáculo, cuando la Eucaristía; en el
Gareb donde la crucifixión. ¡Siempre un Monte!
IV
Pero, por sobre todo, estaba orgulloso de que Jesús lo
hubiese llamado. Lo llamó haciendo de él un elogio
excepcional. ...no hay en él dolo... no hay engaño... no hay
doblez... es un verdadero israelita 407. No hay en él
infidelidad religiosa, es capaz, por tanto, de ver y conocer
407
cfr. Jn 1,47.
a Dios en Cristo. Tal vez nuestro Señor marcaría la
distinción entre judío e israelita, los primeros marcarían la
descendencia carnal; los segundos la descendencia
espiritual. De ningún otro Apóstol hizo nuestro Señor tal
elogio.
Jesús muestra que conocía íntimamente el alma de
Bartolomé ...debajo de la higuera ... (estaría pensando
Bartolomé) ...si él ajustaba o no su conducta a la que
debía ser la de un israelita sin dolo... (Enciso). Se supo
descubierto por el Señor.
Y supo ser fiel a sus nombres: ¡fue don de Dios que
abrió surcos por todas partes! Por la India, Arabia, Siria,
Egipto (donde habrían reconocido en él a un compatriota
descendiente de la familia real de los Tolomeos, de ahí
que Santa Teresa de Jesús diga que Bartolomé «era hijo de
rey»408), Adén, Etiopía, Armenia ... Lípari, Benevento, la
isla del Tiber ... Chiclana y Boedo ... El Chañaral ... ¡Fue un
hombre con quilla!
Siempre tenía presente lo que significaban sus dos
nombres, su pueblo, su montaña, su llamado.
Por eso sonreía.
¡No podía no gozar!
¡Cuántos hijos lo seguirían!
V
Queridísimo Apóstol y Patrono:
Que siempre seamos fieles a nuestras raíces, ¡eso es
ser original!
Que siempre seamos sin dolo, sin engaño, sin doblez.
¡Esa es nuestra fuerza frente a los enemigos!
¡Esa es, justamente, la señal de que sólo confiamos en
Dios!
408
Camino de perfección, 27, 66.
Aunque los que mal nos quieren digan que somos
dobles, mentirosos, engañadores cual seductores, siendo
veraces409, ¡alcánzanos la gracia de ser siempre sencillos
como palomas, aunque astutos como serpientes!410.
Nos ayude la Reina de los Apóstoles.
411
cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 280.
palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, fe en
el mismo Espíritu; a otro, don de curaciones milagrosas; a
otro, profecía; a otro, discreción de espíritus; a otro,
diversidad de lenguas; a otro interpretación de lenguas.
Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que
distribuye a cada uno según quiere (1Cor 12,4–11). La
unidad no destruye la diversidad sino que la enriquece, y
la diversidad no destruye la unidad sino que la
enriquece412. Ese es el sano pluralismo, o mejor aun,
pluriformidad, ya que así como los dedos de la mano con
ser distintos unos de otros, no destruyen la unidad de la
mano, así pasa en el Cuerpo místico de Cristo.
Lo sintió, también, cuando empujado por el Viento,
respetó lo válido de las distintas culturas en las que
encarnó el único Evangelio de Jesucristo. Por eso en tantos
lugares se lo honra y reconoce como Patrono.
412
cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 281.
413
cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 282.
414
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Credo comentado (Buenos Aires 1978)
112.
Fue el primero en llegar al lugar de la cita ...que se
vayan a Galilea... (Mt 28,7; Mc 16, 7; Mt 28, 10; etc), al
monte donde Jesús les había ordenado (ir) (Mt 28,16). El
imponente Tabor dominando la llanura del Esdrelón.
Desde esa atalaya contemplaba las tierras de Manasés,
Neftalí, Zabulón, Isacar..., pero lo primero que había
mirado era el pequeño pueblito donde había nacido,
apenas unas manchitas de blanco cal en medio del verde
oscuro del follaje y el ocre de las piedras.
Atisbaba perfectamente la casa de Tholmai, su padre.
Por haberse criado allí, como todo niño, conocía
perfectamente todas las higueras de los alrededores.
Generalmente los niños son los encargados de cosechar
los higos (los célebres «te'enah», «sicon» o «ficus») y, por
tanto, de reservarse algunos, casi inaccesibles, para gozar
de su dulzura sin par en el momento oportuno. Sabía cuál
higuera daba las primeras brevas y cuál las brevas
mejores. Cuál era boñigar de higo blanco, más ancho que
alto; cuál doñigal, rojo encarnado por dentro; cuál melar,
pequeño, redondo, blanco y muy dulce; cuáles daban
exteriormente verdosos, cuáles negros, cuáles morados.
En fin, en cuál quedaban los mejores de esa exquisitez que
son los higos pasos. Entendía de su savia láctea, pegajosa,
amarga y astringente; de sus hojas grandes insertadas en
un tallo bastante largo, verdes y brillantes por arriba,
grises por debajo, ásperas y urticantes, que hay que saber
evitar. Lo sabía como todo niño que tuvo la dicha de
criarse cerca de higueras. Como ellos, se sabía unido
especialmente a ellas, porque conocía sus secretos, sus
escondites, la mejor forma de subir. Como los perros que
toman amor a las cabras por alimentarse de ellas, así los
niños se encariñan de las higueras por alimentarse del
néctar de sus frutos. Por eso se las cuida y no se las
maltrata.
Era su cercano pueblo. Por eso llegó primero. Abajo de
una de esas higueras lo conoció el Señor, con mirada
profética.
Allí él, Natanael para algunos y para otros Bartolomé, el
hijo de Tholmai, había invitado al Señor y a su madre a
una fiesta de bodas. Allí Ella se mostró como la
Omnipotencia Suplicante y Él hizo su primer milagro de
gran significación mesiánica y eucarística. Y por eso, su
pequeño villorrio, sería famoso en todo el mundo a través
de los siglos: ¡Caná de Galilea ... dónde el milagro de las
bodas ... la patria de Bartolomé...!
Se estremeció. Había sentido un fuerte Viento. Como
despabilándose se dio cuenta que habían llegado los otros
diez y también el Señor de todos ellos. Su voz rasgaba el
diáfano aire matutino y sus palabras quedaban como
colgándoles del corazón:
Id por todo el mundo y predicad el Evangelio ...
Id por todo el mundo y predicad ...
... por todo el mundo ...
... Id ... (Mc 16,16).
415
DH 1764.
Capítulo 3
Los discípulos del Señor
418
Esta gruta está en la Saint Baume, cerca de Marsella (Francia).
Las Servidoras
Esposas del
verbo
1. ESPOSAS DEL VERBO420
420
Seguimos a D. COLUMBA MARMION, Sponsa Verbi, Editorial Lumen
(Bogota 1941).
solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo
(2Cor 11,2).
Sí, pero la calidad de esposa, une con unión más
estrecha y resplandece más en las almas que se
consagran bajo voto. En ellas se realiza plenamente la
condición de esposa. La unión esponsalicia del alma
consagrada con Cristo constituye la cima de toda la vida
religiosa.
Por eso la virgen consagrada, faltaría a su vocación y a
su ideal, si no tiende con todas sus fuerzas, a esa unión
íntima con Dios.
El Verbo Encarnado se da a sí mismo en persona como
esposo:
Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda
ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días
vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán» (Mt 9,15). El que tiene a la novia es el novio;
pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra
mucho con la voz del novio. Ésta es, pues, mi alegría, que
ha alcanzado su plenitud (Jn 3,29).
De sus labios sale una invitación prodigiosa capaz de
estremecer el corazón humano.
Envió todavía otros siervos, con este encargo: «Decid a
los invitados: Mirad, mi banquete está preparado, se han
matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a
punto; venid a la boda» (Mt 22,4).
Venid a las bodas «ad nuptias».
San Pablo –refiriéndose a la Iglesia y aplicable a cada
alma consagrada en particular– dice: Maridos, amad a
vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se
entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola
mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y
presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga
mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e
inmaculada (Ef 5,25–27).
Esposa digna de las «bodas del Cordero»:
Las Servidoras
Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque
han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha
engalanado y se le ha concedido vestirse de lino
deslumbrante de blancura (Ap 19,7–8), el lino son las
buenas acciones de los santos.
Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del
cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia
ataviada para su esposo (Ap 21,2). Entonces vino uno de
los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las
siete últimas plagas, y me habló diciendo: «Ven, que te
voy a enseñar a la Novia, a la Esposa del Cordero (Ap
21,9).
Por eso decía San Bernardo:
«Cuando veáis un alma que lo deja todo (“relictis
omnibus”) para unirse al Verbo con todas sus fuerzas
(“Verbo adhaerere”),
– que vive para Él (“Verbo vivere”),
– que se deja regir por Él, (“Verbo se regere”),
– que concibe sus obras por el Verbo y por Él las da a
luz (“de Verbo concipere quod faciat Verbo”)
Un alma que pueda decir: Para mí vivir es Cristo y la
muerte una ganancia (Fil 1,21), crea que es cónyuge y
esposa del Verbo»421.
2. ESPOSA DE JESUCRISTO
421
Obras Completas de San Bernardo, Sermones «Super Cantica
Canticorum», sermón 85,12, Tomo II (Madrid 1955) 571.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
425
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, La monja Santa (París 1872) 47.
426
SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, Historia de un alma, XI.
427
Vida y Obras de San Juan de la Cruz, Cántico espiritual XXVIII
(Madrid 1978) 950ss.
428
SAN FRANCISCO DE ASÍS; cit. en SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, La
monja Santa (París 1872) 47.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
3. ÉL (I)
I
Algo similar pasa con las religiosas. Un observador
atento puede conjeturar, con gran probabilidad de acierto,
cuál está enamorada de Cristo y cuál no.
¿Cuál es la que está enamorada de Jesucristo? Es la que
a cada instante se refiere a Él. De manera especial, habla
con Él a cada instante. Hablar de Él es como hablar, dice la
verdadera Esposa, de mi amante, de mi marido, del señor
de mi casa. En el fondo, es la que demuestra que, de
hecho, conoce el corazón de Jesús. En este sentido
considero que es capaz de hablar de Él, la religiosa que ha
penetrado en la quintaesencia del sermón de la Montaña,
en el de la Última Cena y en el de la Cruz.
Sólo tenemos tiempo hoy de considerar el conocimiento
del corazón de Jesús que nos proporciona el sermón de la
Montaña433. Es el corazón de las enseñanzas de Él. Y, más
simplemente, son el Corazón de Jesús.
II
El fin del hombre
432
C.S. LEWIS, Mientras no tengamos rostro, Rialp (Madrid 31994)
127.
433
cfr. Mt 5–7.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
III
Los actos interiores del hombre
Él nos enseñó a ordenar los actos interiores del hombre,
de dos modos: en sí mismos considerados (a– respecto a
la voluntad y b– respecto a la intención) y en relación con
el prójimo; superando la justicia de los fariseos: Si vuestra
justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis
en el Reino de los cielos (5,20).
434
SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilías sobre San Mateo, 15, 3, B.A.C.
(Madrid 1955) 274
435
Ibidem.
436
cfr. Mt 5, 13–14.
Las Servidoras
a. Él nos enseña respecto a nuestra voluntad:
1. A evitar los actos exteriores malos: No penséis que
he venido a abrogar la Ley o los Profetas; no he venido a
abrogarla, sino a consumarla (5,17).
437
cfr. 5, 28.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
b. Recta intención
Pero no basta con evitar los actos interiores malos, es
absolutamente necesario hacer los actos buenos con
rectitud de intención interior.
Él nos enseñó a no buscar la gloria de los hombres, sino
la de Dios: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante
de los hombres para ser vistos por ellos... (6, 1), y eso en
todos los actos buenos que dicen relación a Dios, al
prójimo y a nosotros mismos. En todo lo que dice relación
a Dios y que se reduce a la oración: Tú, cuando vayas a
orar, entra en tu habitación y, después de cerrar la puerta,
ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que
ve en lo secreto, te recompensará (6, 6). En todo lo que
dice relación al prójimo y que se resume en la limosna: Tú,
cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo
que hace tu derecha... (6, 3). En todo lo que dice relación
a nosotros mismos y pertenece al ayuno: Tú, cuando
ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu
ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre...
(6, 17). Él nos enseña la importancia de la vida interior.
«La vida interior importa, más que los actos externos. La
rosa quiere cogollo, donde se agarren los pétalos», dice un
poeta.
También nos enseñó Él a no hacer las cosas buenas
sólo por utilidades materiales, por afán de dinero, por las
riquezas del mundo: Nadie puede servir a dos señores...
No podéis servir a Dios y al dinero (6, 24).
Asimismo, Él y sólo Él, nos enseñó a hacer las obras
buenas confiando, absolutamente, en la Providencia de
Dios, aun en las cosas temporales. Desconfiamos de la
Providencia de varias maneras:
Las Servidoras
1. Cuando no lo seguimos a Él y ponemos nuestro fin en
las cosas temporales: No acumulen tesoros en la tierra...
(6, 19).
2. Cuando no lo seguimos a Él y desesperamos de la
ayuda de Dios: ...por todas esas cosas se preocupan los
paganos; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de
todo eso tenéis necesidad (6, 32).
3. Cuando no lo seguimos a Él y creemos que con
nuestra solas fuerzas podemos alcanzar los bienes
temporales: ¿Quién de vosotros puede, por más que se
preocupe, añadir un sólo instante al tiempo de su vida? (6,
27).
4. Cuando no lo seguimos a Él y creemos que nos
faltará lo necesario, olvidándonos que Dios nos da grandes
bienes: ¿No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido? (6, 25), olvidándonos que nos protege
sin nuestro concurso: Mirad las aves del cielo: no siembran
ni cosechan ...y vuestro Padre celestial las alimenta...
Observad los lirios del campo... (6, 26). Si Dios así los
viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de
poca fe? (6, 28), olvidándonos que debemos: Buscar
primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se
nos dará por añadidura (6, 34).
5. Cuando no lo seguimos a Él y nos preocupamos
desorde-nadamente por el futuro: No os inquietéis por el
día de mañana... (6, 34).
IV
¿Qué hacer para vivir esta difícil doctrina?
Esta es la doctrina que nos enseñó Él, enseñándonos
también a vivirla de la siguiente manera:
1. Implorando la ayuda de Dios: Pedid y se os dará,
buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá... (7, 7).
2. Practicando la caridad con el prójimo: Cuanto
quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo
vosotros a ellos... (7, 12).
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
V
Queridas Hermanas:
Se revela como verdadera Esposa de Jesucristo, aquella
que hace de su vida un reflejo del sermón de la Montaña,
en especial, por vivir la caridad exquisita tal como la
enseñó nuestro Señor. Una religiosa murmuradora,
parlanchina, iracunda, contestadora, incapaz de dominar
sus nervios, no mansa ni paciente, chismosa, superficial,
no femenina... no es verdadera Esposa de Jesucristo.
Pero hay una manera todavía más simple de saber
quien ama de verdad a Él, basta con observar como
participa la religiosa de la Santa Misa: si está atenta, si
está recogida, si con toda delicadeza participa con el
canto, la oración y las actitudes de cada parte de la Misa,
si prolonga generosamente la acción de gracias, esa
religiosa sabe quién es Él.
Más simple aun, se distingue la auténtica religiosa en el
momento de la comunión, allí se encuentra íntimamente
con Él, y su actitud interior, su porte exterior, la posición
de las manos, los ojos recogidos, manifiestan si ansía ese
encuentro inefable con Él.
Las Servidoras
“Decía Él a cada instante y ninguna otra palabra sino
Él... “
La Virgen María les alcance la gracia de conocerlo cada
vez más íntimamente a Él.
4. ÉL (II)
438
CARD. ISIDRO GOMA Y TOMÁS, El Evangelio explicado, IV
(Barcelona 1949) 196.
439
BOSSUET, cit. En CARD. ISIDRO GOMA Y TOMÁS, El Evangelio
explicado, IV (Barcelona 1949) 196.
440
JOSÉ BOVER, S.J., Comentario al Sermón de la Cena, BAC
(Madrid 1951) 18.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
4. Él volverá a buscarnos:
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar,
volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo
estéis también vosotros (3).
5. Él se autodefine triplemente:
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (6). Como si
dijese: «Si permanecieres en mi camino conocerás la
verdad; y la verdad te hará libre, y alcanzarás la vida
eterna»442
441
Disertación 9, sobre el Domingo de Ramos; cit. en Liturgia de
las Horas, IV, 65.
442
KEMPIS, Imitación de Cristo, 3, 56.
Las Servidoras
5. ÉL (III)
443
C.S. LEWIS, Mientras no tengamos rostro, Rialp (Madrid 31994)
127.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
I – El lenguaje de la Cruz.
La cruz, en su silencio elocuentísimo, habla con una
fuerza especial. Dice San Pablo que Jesús le enseñó: ...mi
fuerza se muestra perfecta en la flaqueza. Por tanto, con
sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis
flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por
eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las
necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas
por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando
soy fuerte (2Cor 12,9–10).
En otra parte enseña San Pablo: Pero llevamos este
tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una
fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no
desesperados; perseguidos, mas no abandonados;
derribados, mas no aniquilados. Llevamos siempre en
nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin
de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro
cuerpo... (2Cor 4,7–10).
El lenguaje de la cruz nos enseña que, en rigor de
verdad, la realidad es distinta de lo que aparece. Porque la
cruz cambia el significado de las cosas. Auténticamente
nos enseña a transignificarlas, ya que en realidad la cruz
les da otra finalidad, la cruz transfinaliza la realidad.
II – La realidad de la cruz.
De las infinitas enseñanzas que nos da la cruz, tan sólo
nos referiremos a algunas, agrupadas en cinco temas:
Las Servidoras
1– La cruz nos enseña que la muerte es vida y que
hay que:
Morir para vivir444.
Sepultarse para resucitar.
Sufrir para gozar.
Perder la vida para encontrarla445.
III – Escuela.
Solamente en la escuela de Jesucristo se aprende la
ciencia de la cruz. Sólo Él enseña la cruz: Si alguno quiere
ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada
día, y sígame (Lc 9, 23). Sólo Él –y sus auténticos
discípulos– ha seguido el camino de la cruz: ... le llevaron
a crucificarle (Mt 27, 31).
Tres son los lugares preferidos para aprender la ciencia
de la cruz:
1ro. Como decía San Pedro Claver: «Un sólo libro hay
que leer: El de la Pasión». Son los relatos de la Pasión que
se encuentran en los cuatro Evangelios. Allí reina como la
joya más extraordinaria, como la diadema más preciosa: la
cruz.
2do. La Eucaristía. Allí Cristo se victimiza, bajo especie
ajena, perpetuando el sacrificio de la cruz. Allí lo
ofrecemos como Víctima al Padre y nos ofrecemos
449
cfr. Mt 11,12.
Las Servidoras
nosotros como víctima junto con Él. Allí al comulgarlo
participamos íntimamente de su sacrificio,
victimizándonos, eucarísticamente, con Él. Por eso no hay
nada como la Misa diaria para conocerlo más a Jesús y
para enardecernos en su amor.
3ro. Nunca conocemos mejor la cruz que cuando nos
golpea algún dolor, algún sufrimiento, alguna persecución.
Es el momento de experimentar, de alguna manera, lo que
Jesus experimentó en su Pasión y en su cruz.
IV – Consecuencias.
De allí que la auténtica Esposa de Cristo siempre dice:
Reboso de gozo en todas las tribulaciones (2Cor 7,3–4); ya
que es un motivo de gran alegría verse rodeado de
grandes pruebas (Sant.1,2; cfr.1Pe 4,13). Y, ¿ello por qué?
Porque el lenguaje y la ciencia de la cruz alcanzan su
punto supremo en la octava bienaventuranza del sermón
de la montaña: Bienaventurados seréis cuando os insulten
y persigan y con mentira digan contra vosotros todo
género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque
grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así
persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros (Mt
5,11–12). Alcanzan su punto supremo en la cima del
monte Calvario. Allí la ciencia de la cruz se transforma en
alegría de la cruz.
Alegría que el mundo no puede dar.
Para que esta Servidora, y todas las Servidoras, lleguen
a experimentar la ciencia y la alegría de la cruz,
comprometemos hoy nuestras oraciones. Que la Virgen
Santa, que al pie de la cruz experimentó esta realidad, les
alcance de su Hijo Único esta gracia, hoy y siempre. Y que
no quieran saber nada fuera de Jesucristo crucificado
(1Cor 2,2).
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
I
Como es sabido, la vida religiosa consagrada, es una
vida de dos para el amor. De dos: Jesucristo, Esposo, y al
alma, la Esposa, que se le consagra especialmente. Esta
vida de dos ya comenzó en la mente y el corazón de Dios,
desde toda la eternidad, desde que decidió crear a su
Esposa y la eligió y la amó. En el tiempo se manifestó ese
amor de Dios cuando nos creó y nacimos a esta vida. Se
intensificó esa vida de dos para el amor el día de nuestro
bautismo. Con la toma de hábitos, en este día, continua
todo un proceso de consagración al Señor que adquirirá
una dimensión de eternidad cuando estas Hermanas
hagan sus votos perpetuos.
Tal vez no haya texto más significativo de esta entrega
al Señor que el Cantar de los Cantares, atribuido a
Salomón. En efecto, allí se expresan de maravillas lo que
tienen que ser las relaciones esponsalicias de Jesucristo y
quien se consagra a Él.
Dice muchas veces el Esposo: ¡Qué hermosa eres,
amada mía! ¡Qué hermosa eres…(Cant 1, 15; 4, 1).
¡Qué hermosa eres, qué encantadora, qué amada,
hija deliciosa! (7, 7).
Y la Esposa responde: ¡Qué hermoso eres, amado
mío! ¡Qué dulzura y qué hechizo! (1, 16). Mi amado
es para mí y yo para él (2, 16). Yo soy para mi amado
y mi amado para mí (6, 3). Yo soy para mi amado, y
a mí tienden sus anhelos (7, 11).
II
Por lo significativo que es, quiero en particular,
referirme al diálogo entre los esposos de parte del capítulo
8, que es como la cumbre del Cantar. En menos de veinte
Las Servidoras
palabras fundamentales450 nos encontramos con la joya
más grande de la literatura universal sobre el amor. Lo
veremos en tres puntos.
1. El Coro ve subir desde el desierto a los Esposos y
canta:
¿Quién es ésta que sube del desierto,
apoyada en su amado? (8, 5).
El Coro crea un ambiente de estupor, de asombro.
Desde el silencio inmarcesible del desierto, en la paz y en
la soledad, como si se hubiese detenido el transcurso del
tiempo, ve venir, tanto con majestad cuanto con gracia,
una pareja de enamorados. Y lleno de admiración se
pregunta por ella: «Quae est ista…?» ¿Y cuál será la razón
por la que se pregunta por ella y no por él? Pienso que, tal
vez, sea por la razón que da Teodoro Haecker: «Una mujer
que se deja consumir y abrazar por la pasión hacia un
hombre no es nunca pequeña; un hombre que por la
pasión hacia una mujer se deja apartar de su obra, de su
misión, no es nunca grande» 451. Si esto es así en el plano
humano, cuánto más en el plano sobrenatural ¡nunca es
pequeña una mujer que sigue de verdad a Jesucristo!
(Me permito una breve digresión. Siempre fui un
convencido de que aquí, en San Rafael, debió haber gente
santa que impetró mucho a Dios pidiendo vocaciones
consagradas, porque si no, ¿cuál es la razón de que aquí,
en San Rafael, se hayan formado tantas vocaciones? Así,
por ejemplo, Mons. Kruk, durante mucho tiempo, hacía
noche heroica –se quedaba en vela rezando la noche del
jueves al viernes– pidiendo por las vocaciones. Me
comentó en una oportunidad que durante la primera visita
«ad Limina», muy preocupado le dijo a Pablo VI que no
tenía vocaciones, y éste le dijo que no se preocupara: «Va
ha tener vocaciones hasta para poder dar a los demás»,
cosa que él vio cumplida y nosotros podemos constatar
todavía. Estimo que, también, se debe a las oraciones de
450
cfr. GIANFRANCO RAVASI, El Cantar de los Cantares, Ed Paulinas
(Colombia 1993) 120.
451
VIRGILIO, Padre de Occidente, Ed. Ghersi (Buenos Aires 1979)
62.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
cfr. Ga 2,9.
452
453
JUAN STRAUBINGER, El Antiguo Testamento, Ed. Desclee, tomo II
(Buenos Aires 1951) 774.
Las Servidoras
«Parece verse como un dibujo o una instantánea en la
que los dos enamorados quedan retratados en la ternura
de su abandono recíproco»454. En Cant 3,7 se realiza la
subida de los enamorados envueltos en una mística nube
de incienso, mirra y esencias aromáticas preciosas. Por
eso, en la versión de la Vulgata, no en el texto hebreo,
aparece la expresión «deliciis affluens», como que están
plenos de una santa felicidad. (En los LXX se usa la
expresión leleuxanfisméne, deslumbrante de blancura).
Podría haber reminiscencias de las maravillosas
procesiones que para el año nuevo hacían en Babilonia, o
también de las dos procesiones egipcias que trasladaban
al dios Amón de Karnak a Luxor en la fiesta de Oper. (La
liturgia aplica libremente este texto a la Asunción de la
Virgen a los cielos en cuerpo y alma).
Acaso nosotros, hoy, aquí, no podemos preguntarnos,
también, ¿Quiénes son éstas que vienen del desierto del
mundo apoyadas sólo sobre su amado Jesucristo? El
asombro es aun más grande: Son sus hijas, sus nietas, sus
hermanas, primas, sobrinas, amigas, conocidas…
455
L. CL. FILLION, La Saint Bible, Letouzey et Ané, tomo IV (París
1903) 622.
456
JUAN STRAUBINGER, El Antiguo Testamento, Ed. Desclee, tomo II
(Buenos Aires 1951) 765.
Las Servidoras
una llama de Yahvé (Cantar de los Cantares 8,6).
El canto de amor de la amada sube de tono e
intensidad. Expresa la Esposa el firme deseo de
permanecer unida a Él en la entrega total. Y eso lo
manifiesta con el símbolo del sello, expresión de un deseo
impetuoso de cercanía y unidad. Ella no puede separarse
de su Bienamado ya que está adherido a Él con todas las
fuerzas de su alma.
El sello de metal o de piedra para autenticar
documentos457 y para identificarse, era llevado siempre
por el propietario en el dedo458 o atado en el brazo o
colgado de una cadena al cuello459 de manera que queda
sobre el corazón. Inseparable, pegado, adherido a la piel,
guardado y defendido celosamente, el sello autenticaba (1
Re 21,8), unía (Jb 41,7), definía a la persona (Jr 22,24). (El
sello en China, es aun ahora, muy importante). De tal
modo, que quiere estar siempre presente en los
pensamientos y en las miradas de su Esposo. La Esposa,
por tanto, debe ser como el mismo yo del Esposo, como
dice San Pablo: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí
(Ga 2,20). Es su documento de identidad, la misma carne:
…ya no son dos, sino una sola carne (Mt 19,6). Hay una
plena simbiosis entre ellos460.
De tal manera es la mutua unión por el amor
esponsalicio que no pueden romperla ni los adversarios
más poderosos, ni la muerte, ni el abismo («sheol») o sea
el infierno, la ardiente y exclusiva pasión del amor (el
hebreo dice «celo») logra sobrevivir a las mayores pruebas
y dificultades. El amor supera todas las barreras del
espacio y del tiempo. Dice San Agustín a propósito de
estas palabras: «Es imposible expresar con mayor
magnificencia la fuerza del amor. Porque ¿quién es el que
resiste a la muerte? Podemos resistir al fuego, al furor de
las olas, a la espada, a los poderes, a los reyes; pero viene
la muerte, y ¿quién puede presentarle resistencia? Ella es
457
cfr. Ez 28, 12.
458
cfr. Gen 41,42; Jr 22,24.
459
cfr. Gen 38,18; Pr 3,3.
460
GIANFRANCO RAVASI, El Cantar de los Cantares, Ed Paulinas
(Colombia 1993) 122.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
más fuerte que todas las cosas» 461. Sin embargo, dice aquí
el Espíritu Santo que el amor es más fuerte. Ésta es una
estupenda revelación que nos hace penetrar en el abismo
del amor de Dios, que se sintetiza en su suprema y
esencial definición: Dios es amor (1Jn 4,8.16). De ahí que
dijera Pío XII: «El gran misterio del cristianismo es el
mismo corazón de Dios…dominado por el amor».
Afirmación gloriosa y solemne. «¡El amor es más fuerte!
¡El amor puede más!», gritó Juan Pablo II462.
Las llamas del verdadero amor no son llamas débiles y
que se apagan fácilmente. Son saetas que encienden
grandes fuegos. Las llamas del verdadero amor son llamas
divinas, «de Yahvé», son llamas parecidas a la de la zarza
ardiente, que ardía sin consumirse (Ex 3,2), ya que todo
verdadero amor no es más que una chispa de la hoguera
de amor infinito que es Dios. De modo tal, que todo
auténtico amor es una fuerza llena de vida y una
manifestación de Dios. El amor profundo es insaciable y
exigente como el abismo y la muerte. Expresa la fuerza
inexorable y el ardor del afecto que no puede dejar el
objeto de su amor, ni dividir su posesión. Casiodoro decía:
«Nada se resiste a la muerte, nada se resiste al infierno.
La muerte, ¿quién puede detenerla? Al infierno, ¿quién
puede arrancarle sus condenados? Así también es el amor.
¿Quién lo puede detener? ¿Quién puede impedirle que
devore, que continúe devorando, y quién podrá atenuar su
sed inextinguible? A él se le sacrifica sin piedad aquello
que uno tiene de más querido; por él se desafía toda
vergüenza con tal de darse a aquello que se ama; por él se
enfrenta aun a la misma muerte»463.
Continúa diciendo la Esposa:
Las grandes aguas no podrán apagar el amor,
ni los ríos anegarlo.
Si alguien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa,
461
De laude caritatis.
462
Al final de la Misa en el Parque O’Higgins, en Santiago de Chile,
el 3 de abril de 1987; cit. en L’Osservatore Romano 16 (1987) 266.
463
cit. en L. CL. FILLION, La Saint Bible, Letouzey et Ané, tomo IV
(París 1903) 623.
Las Servidoras
se haría despreciable (8,7).
Es imposible apagar las llamas ardorosas del amor
encendido por el Señor mismo con las aguas torrenciales
de los mares o con las inundaciones. Es absolutamente
imposible apagar el amor de Cristo: ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?,
¿la espada?, …en todo esto salimos vencedores gracias a
Aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo
presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la
profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro
(Ro 8, 35–39). El amor logra vencer a todo adversario, por
muy poderoso que sea. Las más grandes pruebas y
tribulaciones, personales o comunitarias, las desgracias
excepcionales y las persecuciones más dolorosas, jamás
lograrán separar a la Esposa del Esposo. ¡No podrán
jamás!
464
Obras de San Bernardo, BAC (Madrid 1957) 1280.
Las Servidoras
Ni vanidad ni avaricia
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
Premio de la virginidad
«Conservad, ¡oh vírgenes!, conservad lo que habéis
empezado a ser, lo que habéis de ser para siempre.
Grande premio os espera, galardón magnífico para la
virtud, recompensa eximia para la castidad. ¿Queréis
saber de qué males carezca y qué premios posea la
continencia? Multiplicaré, dijo Dios a la mujer, tus
congojas y tus gemidos; darás a luz con dolor a tus hijos,
465
FRANCISCO DE B. VIZMANOS, SI, Las vírgenes cristianas de la
Iglesia primitiva, 664. SAN CIPRIANO, Sobre la conducta de las vírgenes,
XXI.
466
Ibidem.
Las Servidoras
vivirás sujeta a tu marido y él te dominará (Gn 3,16).
Vosotras estáis libres de esta sentencia: no teméis las
congojas y gemidos propios de la mujer, ningún temor os
aflige sobre el parto de vuestros hijos, ni tenéis un marido
por dueño, pues vuestro dueño y cabeza es Cristo, que
hace las veces de esposo, de cuya suerte y comunidad de
vida participaréis»467.
De tal modo que ese premio lo recibe la virgen
consagrada no solamente en el cielo, que ahí lo recibirá en
plenitud, sino que empieza a vivir el cielo en la tierra.
Grandeza de la virginidad
467
Ibidem, p. 665. SAN CIPRIANO, Sobre la conducta de las vírgenes,
XXII.
468
Ibidem, 664. SAN CIPRIANO, Sobre la conducta de las vírgenes,
XXII.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
469
Ibidem, 672. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. III.
470
Ibidem, 679ss. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. VII.
Las Servidoras
asechanzas del mundo. Te acarician proponiéndote mil
comodidades y gustos para ver si te mantienes firme y no
te dejas cautivar por el halago de los placeres. Prueban tu
amor a la pureza, mientras parecen coaccionarte.
Estos han de ser, joven, tus primeros combates, las sú-
plicas acongojadas de tus padres. Vence primero tu amor
filial (mezclado de amor carnal) Si a éste vences, vences al
mundo”471».
«¿Por qué miras, madre, con malos ojos a tu hija? Ha
sido alimentada con tu leche, ha nacido de tus propias
entrañas, descansó en tu seno, tú misma con solícita
piedad la guardaste, y ¿te indignas porque no ha querido
ser esposa de un soldado, sino del mismo Rey? Te ha
hecho un gran beneficio, pues has comenzado a ser
suegra del mismo Dios»472.
No es que los Santos Padres desaprobasen el
matrimonio, de ninguna manera. El matrimonio tiene una
dignidad tal que ha sido elevado a la categoría de
sacramento. Y siempre consideró la Iglesia que algunos
que estaban en contra del matrimonio caían en herejía.
Por eso sigue diciendo San Ambrosio: «El que desaprueba
el enlace matrimonial, desaprueba también sus frutos: los
hijos, y condena la sociedad del linaje humano, formada
por una sucesión no interrumpida de generaciones.
Una cosa, sin embargo, afirman estos hombres
sacrílegos que debe ser sin duda aprobada por el
testimonio de los sabios, a saber: que rechazando el
matrimonio confiesan que ellos no debían haber
nacido»473.
¿Quién es el Esposo?
«¿Quién es este esposo? No ciertamente el que va
vendiendo fútiles agasajos y vanagloriándose de su
caduca fortuna, sino aquel que se sienta en el trono de los
471
Ibidem, 689. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. XII.
472
Ibidem, 790. SAN JERÓNIMO, Epístola a Eustoquio, XX.
473
Ibidem, 680. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. VII.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
474
Ibidem, 681. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. VII.
Las Servidoras
«Tus obras produzcan miel.475 Muy bien se puede
comparar a la abeja con la virgen: así es de trabajadora,
pudorosa y casta. La abeja se alimenta de rocío,
desconoce las uniones sexuales, fabrica miel. El rocío de la
virgen es la conversación con Dios, porque las palabras de
Dios descienden como el rocío. Su cuerpo inmaculado es el
pudor virginal. Los frutos de la virgen son sus palabras
exentas de amargura, llenas de fecunda suavidad.
Trabajan en común y en común recogen también los
frutos.
Cuánto deseo, hermana mía, que imites a la pequeña
abeja, que se alimenta de flores, en su boca lleva el fruto y
con su boca lo prepara.476 A ésta imita. Que tus palabras
no vayan veladas por el dolo o el fraude. Sean puras y
graves.
Con tu boca debes formar tú también una descendencia
que nunca cese de pregonar tus méritos. No amontones
bienes para ti sola, sino también para otros muchos. ¿Qué
sabes cuándo vendrán por tu alma? No sea que, dejando
repletos de trigo los graneros, sin provecho alguno para ti
ni para tus trabajos, seas arrebatada allí donde no puedes
llevar tu tesoro.477 Sé rica, pero para los pobres, y ya que
participan de tu naturaleza, participen también de tus
bienes.
También te mostraré la flor que tienes que recoger, que
no es otra que Aquel que dijo: Yo soy la flor del campo y el
lirio de los valles. Como azucena entre espinas. Con la cual
nos da a entender que las virtudes se encuentran
aprisionadas entre las espinas de los espíritus malignos, y
que hay que acercarse con cautela para no pincharse» 478.
Escolta especial
475
Cant 4,11.
476
cfr. VIRGILIUM, «Quod nec concubitu indulgent... e follis natos...
ore legunt», Georgicum, IV, vv 198–201: BCL, t. CXXVI, p. 529.
477
cfr. Lc 12,18.
478
FRANCISCO DE B. VIZMANOS, SI, Las vírgenes cristianas de la
Iglesia primitiva, 682. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. VIII.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
479
Ibidem, 685. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. IX.
480
Ibidem, 690. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. XII.
481
Alude al hecho de que los antiguos solían dejar sobre el ara las
cenizas del sacrificio, de modo que más tarde con sólo removerlas se
excitase de nuevo el fuego.
Las Servidoras
aspiráis el aroma de gracia tan Inmortal, como los jardines
el de sus flores, los templos el de su devoción, los altares
el de sus sacerdotes!»482.
La que se consagra a Dios en virginidad también tiene
que cuidar su comportamiento exterior.
482
FRANCISCO DE B. VIZMANOS, SI, Las vírgenes cristianas de la
Iglesia primitiva, 695. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.2, c. II.
483
Ibidem, 711. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.2, c. III.
484
Ibidem, 723. SAN AMBROSIO, Sobre la formación de la virgen, I.
485
cfr. Sl 6,7.
486
cfr. Sl 101,8.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
Llevan la cruz
«¿–Qué santo– ha sido coronado sin lucha? El justo Abel
fue asesinado; Abrahám estuvo a punto de perder a su
mujer, y, para no extenderme demasiado, busca tú misma
y encontrarás que cada justo ha tenido sus padecimientos.
Tan sólo Salomón vivió entre delicias, y quizá por eso
cayó: Porque el Señor reprende al que ama y castiga al
que recibe por hijo suyo (Heb 12,6). ¿Acaso no es mejor
luchar durante un poco de tiempo, construir trincheras,
tomar las armas, llevar el peso de las provisiones,
fatigarse bajo la coraza y después gozar con la victoria,
que, por no poder soportar el trabajo durante una hora,
caer en servidumbre perpetua?»488.
Contra la vanagloria
487
FRANCISCO DE B. VIZMANOS, SI, Las vírgenes cristianas de la
Iglesia primitiva, 787. SAN JERÓNIMO, Epístola a Eustoquio, XVIII.
488
Ibidem, 813. SAN JERÓNIMO, Epístola a Eustoquio, XXXIX.
489
Ibidem, 813. SAN JERÓNIMO, Epístola a Eustoquio, XL.
Las Servidoras
«Cuantas veces te deleite la ambición del siglo y vieres
en el mundo la gloria vana, vuela al paraíso con el pensa-
miento; comienza a ser ahora lo que serás más tarde, y
oirás decir a tu Esposo: Ponme por sello sobre tu corazón,
ponme por marca sobre tu brazo (Cant 8,6) y, fortalecida
en tu cuerpo y en tu alma, cantarás: Las muchas aguas no
han podido extinguir el amor ni los ríos lograrán sofo-
carlo»490.
8. MATERNIDAD ESPIRITUAL
493
Ibidem, 921. SAN AGUSTÍN, Acerca de la Santa Virginidad, LIV.
Las Servidoras
Es decir que, de cada dos niños, uno es extra matrimonial.
Y esto sin contar con el hecho de que la mayoría de los
casados por el civil no tienen el matrimonio religioso, es
decir, no han recibido el sacramento del matrimonio
cristiano y, por tanto, la unidad y sacralidad del
matrimonio y de la familia están en crisis.
¡La fidelidad...! En la zona de Córdoba y distritos
cercanos, según estadísticas publicadas en «La Voz del
Interior»494, en estos últimos años ha aumentado en un
24,7 % el número de las separaciones legales. Ha habido
un franco ascenso desde 1990, a razón de 5 divorcios por
día hábil, a 1998 con 7 trámites diarios. Esto sin hablar de
las separaciones de hecho. En 1996 en la Unión Europea
hubo 899.800 divorcios495.
¡La natalidad...! Evidentemente que ha disminuido la
taza de natalidad: 51 países en el mundo están con tasa
de fertilidad negativa y 14 países en el mundo están con el
problema de que los muertos superan a los nacidos, es
decir, pasan por el triste fenómeno del decrecimiento, del
suicidio colectivo496.
Por supuesto eso lleva como lógica consecuencia a una
crisis profunda en lo que hace a la paternidad y a la
maternidad, en especial a esta última. Ha habido
escritores y escritoras que hablan de que la mujer debe
rechazar o alejarse del «olor del nido», en sentido
peyorativo. El «olor del nido» es el olor a pañales, el olor a
la comida, que a muchas tampoco les gusta hacer, todo lo
cual es motorizado por la ideología feminista. Es la
realidad, es lo que está pasando en el mundo
lamentablemente.
Y así como esto sucede a nivel del matrimonio y de la
familia –digamos a un nivel natural, aunque es también
sobrenatural– también en la vida religiosa ocurre algo
494
Del 26 de abril de 1999.
495
Para datos de otros países ver el ilustrativo folleto «El divorcio a
fin de siglo» de NUEVA CRISTIANDAD (Cerrito 1070, 6to. piso, of. 104; tel.
4812–8611 y 4811–2206. Solicite y distribuya sus publicaciones).
496
cfr. «El mito del crecimiento demográfico», Ediciones del Verbo
Encarnado, Vox Verbi nº 183.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
por eso uno tiene que decir una vez, y otra vez y otra vez
y otra vez más.
501
Job 1,21.
Las Servidoras
Y fortaleza: «Y otro de hierro para sufrir los golpes que
la muerte de ellos da, porque no derriben al padre o le
hagan del todo dejar su oficio, o desmayar, o pasar
algunos días en que no entienda sino llorar. Lo cual –dice
el santo– es inconveniente para los negocios de Dios, en
los cuales ha de estar siempre solícito y vigilante; y
aunque esté el corazón traspasado de estos dolores, no ha
de aflojar ni descansar; sino, teniendo ganas de llorar con
unos, ha de reír con otros, y no hacer como hizo Aarón,
que, habiéndole Dios muerto dos hijos y siendo reprendido
de Moisés por que no había hecho su oficio sacerdotal dijo
él: ¿Cómo podía yo agradar a Dios en las ceremonias con
un corazón lloroso?502. Acá, padre, mándanos siempre
busquemos el agradamiento de Dios y pospongamos lo
que nuestro corazón querría, porque, por llorar la muerte
de uno, no corran por nuestra negligencia peligro los otros.
De arte que, si son buenos los hijos, dan muy cuidadoso
cuidado; y si salen malos, dan una tristeza muy triste; y
así no es el corazón de la padre (y de la madre) sino un
recelo continuo, y un atalaya desde alto, que de sí lo tiene
sacado, y una continua oración, encomendando al
verdadero Padre la salud de sus hijos, teniendo colgada la
vida de él de la vida de ellos, como San Pablo decía: Yo
vivo, si vosotros estáis en el Señor503».
Por eso queridas hermanas, les deseo que sepan
defenderse contra estos peligros actuales de vaciamiento
de la cruz de Cristo, y sepan discernir no tomando todos
los ejemplos que el mundo en estos momentos ofrece
respecto a lo que es la vida matrimonial, sino fijarse bien
en el Evangelio de Jesucristo, en el ejemplo de los santos,
y en dos cosas en especial para aprender a ser madres:
– Saber contemplar el corazón de la Virgen: tratar
de conocer a ella con un conocimiento interno, es decir,
sobrenatural y un conocimiento de lo profundo de su
corazón para imitarla. Y también,
– Saber mirar e imitar a nuestras madres
carnales: ¡Cuánta bondad hemos recibido de ellas!,
502
Lv 10,19.
503
1Te 3,8.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
504
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, El ingenioso hidalgo Don Quijote
de la Mancha, Editorial Sopena (Buenos Aires 1943) 47.
Las Servidoras
Todos los tiempos y las épocas del hombre sobre la
tierra abarcan su naturaleza caída en pecado.
1. En el principio de la humanidad.
Tres elementos encontramos en la prueba a la que fue
sometido y derrotado el hombre:
1º. El fruto del árbol era bueno para comer: Vio, pues,
la mujer que el árbol era bueno para comerse... (Gn 3,6), a
lo que puede reducirse todos los desórdenes de la carne o
del placer.
2º. El fruto era apetecible a los ojos: ... (era) hermoso a
la vista... (idem), a lo que puede reducirse todos los
desórdenes en la búsqueda de la propia gloria o del tener.
3º. Era excelente para alcanzar sabiduría: ... (era)
deseable para alcanzar sabiduría... (idem), a lo que puede
reducirse todos los desórdenes para alcanzar el poder.
3. En todo tiempo.
Por razón del pecado de origen, todo hombre y mujer
está sujeto a la lucha contra la triple concupiscencia: No
améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama
al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que
todo lo que hay en el mundo,
(1º) la concupiscencia de la carne,
(2º) la concupiscencia de los ojos y
(3º) el orgullo de la vida,
no viene del Padre, sino del mundo (1Jn 2,15–16). Todo
el mundo de los hombres de todos los tiempos está bajo el
sometimiento de la triple concupiscencia: 1º la
concupiscencia de la carne, el afán desordenado de
placeres; 2º la concupiscencia de los ojos, o sea, el amor
desordenado a las riquezas; y, 3º el orgullo de la vida, el
deseo de honores y poderío. Lo que San Ambrosio dice: «el
deleite de la carne, la esperanza de la gloria y la ambición
Las Servidoras
del poder»505. Y San Ignacio de Loyola: «primero hayan de
tentar de codicia de riquezas... para que más fácilmente
vengan a vano honor del mundo... y después a crecida
soberbia»506.
Por eso enseña nuestro Señor, en el sermón de la
montaña, a mortificar las cosas concupiscibles en las que
los hombres suelen buscar la gloria: 1º. Los desórdenes de
la carne, se vencen con el ayuno: Cuando ayunéis, no
pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su
rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad
os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando
ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu
ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que
está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará (Mt 6,16–18); 2º. Los del tener, se vencen
con la limosna: cuando hagas limosna, no lo vayas
trompeteando por delante como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados
por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su
paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa
tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna
quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará (Mt 6,2–4); y 3º Los de la soberbia, con la
oración: Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que
gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las
plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en
verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio,
cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de
cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará. Y al orar, no charléis mucho, como los
gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser
escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre
sabe lo que necesitáis antes de pedírselo (Mt 6, 5–8).
De modo tal, que todo hombre, varón o mujer, tiene la
concupiscencia y frente a ella sólo hay dos caminos: o la
vence con energía o se deja vencer miserablemente.
505
Tratado del Cisma Moderno, cap. 5, 2ª parte; Biografías y
escritos, BAC, Madrid, 1956, p. 447.
506
Ejercicios Espirituales [142]
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
507
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, El ingenioso hidalgo Don Quijote
de la Mancha, Editorial Sopena (Buenos Aires 1943) 47.
508
cfr. Mt 5,27–28.
Las Servidoras
Nietzsche como «maestros de la sospecha»509 («maitres
du soupçon»), teniendo presente el conjunto de sistemas
que cada uno de ellos representa y quizá, sobre todo, la
base oculta y la orientación de cada uno de ellos al
entender e interpretar el humanum mismo. Parece
necesario aludir, al menos brevemente, a esta base y a
esta orientación. Es necesario hacerlo para descubrir, por
una parte, una significativa convergencia y, por otra,
también una divergencia fundamental con la
hermenéutica que tiene su fuente en la Biblia, a la que
intentamos dar expresión en nuestros análisis. ¿En qué
consiste la convergencia? Consiste en el hecho de que los
intelectuales antes mencionados, los cuales han ejercido y
ejercen gran influjo en el modo de pensar y valorar de los
hombres de nuestro tiempo, parece que, en definitiva,
también juzgan y acusan al «corazón» del hombre. Aun
más, parece que lo juzgan y acusan a causa de lo que en
el lenguaje bíblico, sobre todo de San Juan, se llama
concupiscencia, la triple concupiscencia.
2. Se podría hacer aquí una cierta distribución de las
partes. En la hermenéutica nietzschiana el juicio y la
acusación al corazón humano corresponden, en cierto
sentido, a lo que en el lenguaje bíblico se llama «soberbia
de la vida»; en la hermenéutica marxista, a lo que se
llama «concupiscencia de los ojos»; en la hermenéutica
509
«El filósofo formado en la escuela de Descartes sabe que las
cosas son dudosas, que no son tales como aparecen; pero él no duda
de que la conciencia no sea tal como aparece a sí misma [a ella
misma] …; desde Marx, Nietzsche y Freud, nosotros dudamos.
Después de la duda sobre la cosa, hemos entrado en la duda sobre la
conciencia.
Pero estos tres maestros de sospecha no son tres maestros del
escepticismo; son seguramente tres grandes “destructores”. […] A
partir de ellos, la comprehensión es una hermenéutica: buscar el
sentido, de ahora en más, no es más deletrear la conciencia del
sentido, sino descifrar las expresiones. Lo que se deberá, pues,
confrontar, no es solamente una triple sospecha sino una triple
astucia. […]
De un mismo golpe se descubre un parentesco más profundo aun
entre Marx, Freud y Nietzsche. Los tres comienzan por la sospecha
concerniente a las ilusiones de la conciencia y continúan por la
astucia del descifrar». cfr. PAUL RICOEUR, Le conflit des interprétations
(París 1969), Seuil, 149–150.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
510
cfr. Mt 5,27–28.
Las Servidoras
4. ¿Por qué estas palabras del sermón de la montaña, a
pesar de la convergencia de lo que dicen respecto al
corazón humano511 con lo que se expresa en la
hermenéutica de los «maestros de la sospecha», no
pueden considerarse como base de dicha hermenéutica o
de otra análoga? Y, ¿por qué constituyen ellas una
expresión, una configuración de un «ethos» totalmente
diverso?, ¿diverso, no sólo del maniqueo, sino también del
freudiano? Pienso que el conjunto de los análisis y
reflexiones hechos hasta ahora da respuesta a este
interrogante. Resumiendo, se puede decir brevemente que
las palabras de Cristo –según Mateo 5,27–28– no nos
permiten detenernos en la acusación al corazón humano y
ponerlo en estado de continua sospecha, sino que deben
ser entendidas e interpretadas como una llamada dirigida
al corazón. Esto deriva de la naturaleza misma del «ethos»
de la redención. Sobre el fundamento de este misterio, al
que San Pablo (Ro 8,23) define redención del cuerpo,
sobre el fundamento de la realidad llamada «redención» y,
en consecuencia, sobre el fundamento del «ethos» de la
redención del cuerpo, no podemos detenernos solamente
en la acusación al corazón humano, basándonos en el
deseo y en la concupiscencia de la carne. El hombre no
puede detenerse poniendo al «corazón» en estado de
continua e irreversible sospecha a causa de las
manifestaciones de la concupiscencia de la carne y de la
libido que, entre otras cosas, un sicoanalista pone de
relieve mediante el análisis del subconsciente 512. La
redención es una verdad, una realidad, en cuyo nombre
511
cfr. también Mt 5,19–20.
512
cfr., por ejemplo, la característica afirmación de la última obra
de Freud: «La oscuridad constituye también el centro de nuestro ser.
“Eso”, que no tiene trato directo con el mundo exterior, e incluso a
nuestro conocimiento solamente se hace accesible por mediación de
otra instancia. En este “Eso” trabajan los instintos orgánicos, por sí
mismos de la mezcla de dos fuerzas primitivas (Eros y Destrucción)
dispuestas en proporción variable, y a través de su relación a órganos
o sistemas orgánicos diferenciados entre sí.
La única tendencia de este instinto es buscar satisfacción, la cual
se espera a partir de determinadas alteraciones en los órganos con la
ayuda de objetos del mundo exterior». (S. FREUD, Abriss der
Psychoanalyse. Das Unbehagen in der Kultur, (Frankfurt/M. Hamburgo
1955), Fischer, 74–75).
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
I
Nos toca vivir un mundo, un tiempo del mundo, muy
especial; un mundo con características muy definidas, un
absurdo contradictorio; es un mundo muy atormentado
porque los hombres, los pueblos, al no encontrar a Dios no
encuentran el sentido de su vida y entonces viven
atormentados, buscando siempre cosas materiales que se
les escapan y que cuando las alcanzan ya no les satisfacen
y tienen que buscar otra cosa. Pero ciertamente es un
mundo apasionante, sobre todo para nosotros que
tenemos visión de fe.
Es apasionante porque es justamente, el mundo y el
tiempo que Dios desde toda la eternidad eligió para que
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
II
Sin embargo, esto que desde el punto de vista del
mundo que nos toca vivir –el punto de vista natural– es
una cosa inútil, desde el punto de vista de la fe –el punto
de vista sobrenatural– será el único ámbito en el cual se
encuentra sentido a la consagración a Dios: es algo útil y
de gran utilidad.
En primer lugar, es de gran utilidad para la misma
persona que se consagra a Dios. Eso lo dice el apóstol San
Pablo del voto de castidad a quien no se casa por la
entrega a Dios «propter regnum coelorum», por el reino
de los cielos (Mt 19, 12). El que se casa hace bien; pero el
que no se casa, obra mejor todavía (1Cor 7, 38). Por eso,
porque es mejor, Nuestro Señor Jesucristo, que sabe más
que todos los periodistas del mundo juntos y de todos los
dadores del sentido de esta sociedad informática, lo hizo
objeto de un consejo evangélico.
Es de gran utilidad la pobreza para aquella persona que
hace el voto de pobreza, que profesa la pobreza, porque el
voto de pobreza nos hace abandonarnos totalmente en
Dios, confiando absolutamente en su Divina Providencia
que nunca hace faltar nada a sus amadores, que siempre
dispone de una manera hermosísima y suavísima lo que es
necesario, no solamente para nuestro bien espiritual o
eterno, sino aun aquellas cosas que son para nuestro bien
temporal y terreno. Por eso Nuestro Señor hizo objeto de
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
516
También lo decía SAN JUAN BOSCO; cfr. Biografía y Escritos
(Madrid 21967) 320.
Las Servidoras
oración de las personas consagradas es un bien
inestimable para sus familias, porque la oración es
siempre la fuerza del hombre y la debilidad de Dios.
Cuando un alma insiste y persevera pidiendo, Dios
siempre concede lo que uno le pide; y si no nos da aquella
cosa determinada y puntual que uno pide, nos está dando
una cosa mayor y mejor, porque Dios no se deja ganar en
generosidad. Sólo nos da cosas que sean para nuestro
bien, ya que a veces pedimos para nosotros o para
nuestros familiares cosas, que si las tuviéramos, no serían
para nuestro bien.
En tercer lugar, son útiles con utilidad sobrenatural
para sí mismas, para sus familias, (aunque la familia no
entienda, algún día lo entenderán o lo entenderán en el
cielo), y también útiles para el mundo. Son útiles con este
tipo de utilidad sobrenatural no solamente las religiosas
que viven vida apostólica, es decir, las que pueden vivir la
llamada vida activa en la práctica de las obras de
misericordia. De esto último uno fácilmente se da cuenta
que son muy útiles: ¿quién no se da cuenta de lo que
hacen las Hermanas en los hospitales o en los hogarcitos?
¿Quién hay que no se dé cuenta lo que hace la Madre
Teresa de Calcuta por el bien de los pobres? Los santos de
todos los tiempos han hecho cosas realmente admirables
por el prójimo. Pero situémonos en el caso de una religiosa
contemplativa, ermitaña, que vive sola, con su corazón
solamente entregado al Señor, sin contacto con los
demás... ¡Está haciendo un bien enorme al mundo, porque
le está enseñando al mundo muchas cosas!
El cántico
nuevo
1. ¿POR QUÉ TANTAS INCOMPRENSIONES?
518
cfr. Mt 23, 23.
519
cfr. JUAN PABLO II, «Discurso al mundo de la cultura»,
L’Osservatore Romano 20 (1991) 283.
Las Servidoras
fundamentado o no fundamentado, ni en forma oral ni por
escrito.
No creo que tanta bronca contra nosotros sea, en
definitiva, por el uso de la sotana o del hábito,
aprendamos latín, cantemos gregoriano, estudiemos a
Santo Tomás, nos creamos los mejores, seamos de
extrema derecha o tengamos muchas vocaciones.
Ninguna de estas cosas, ni todas juntas, llevaría a algo tan
ciego e irracional, a algo tan difundido y tan sin examen
aceptado, a algo tan falto de justicia y de caridad, a juicios
ni mostrados ni demostrados, o sea, a «pre–juicios».
520
cfr. Editorial Claretiana (Buenos Aires 1980) 23.
521
L’Osservatore Romano 51 (1991) 732.
522
CIC c. 249.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
523
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la formación
sacerdotal «Optatam Totius», 13.
Las Servidoras
o cantar juntos en latín las partes del Ordinario de la Misa
que les corresponde».
Por esta razón Pablo VI publicó la «Iubilate Deo», que
dice: «Así pues, el canto gregoriano mantendrá el vínculo
que haga de todas las gentes un solo pueblo, congregado
en el nombre de Cristo en un solo corazón, una sola alma
y una sola voz».
Por estos motivos no podemos pensar que los que se
creen los adalides del Vaticano II nos ataquen por cantar
gregoriano, junto con la polifonía y los cantos populares.
524
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la formación
sacerdotal «Optatam Totius», 16.
525
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la formación
sacerdotal «Optatam Totius», 15.
526
La traducción es «Quiso significar los principios de Santo
Tomás».
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
530
cfr. 1Cor 4, 13.
531
Revista Ave María, Ediciones del Verbo Encarnado, año 5, n° 8
(Marzo 1992).
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
532
cfr. JUAN PABLO II, L’Osservatore Romano (14 de marzo de 1983).
Las Servidoras
Pero tampoco nos odian tanto solamente por tener
nosotros tantas vocaciones, porque pareciera que este
tema no les interesa ya que, aparentemente, no ponen los
medios para tener muchas vocaciones.
Nos gustaría pensar que, indignados, nos atacan por
nuestros muchos pecados. Pero tampoco parece esa la
razón, porque no es la indignación santa del que busca la
conversión, sino la indignación nihilista de quien busca la
aniquilación.
No creo que ninguna de estas razones, ni todas ellas
juntas, basten para ser causa proporcionada del odio que
se nos tiene.
¿Cuál estimo que será esa causa? Creo que la única
causa proporcionada tiene que ser de nivel teológico, y en
este sentido, para mí, salvo mejor opinión, es el testimonio
explícito positivo y negativo que damos de Jesucristo
Nuestro Señor. Nos odian, en última instancia, porque
damos testimonio de la luz que vino al mundo, y las
tinieblas siguen odiando a la luz por las mismas razones: y
los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque
sus obras eran malas (Jn 3, 19).
Y si me equivoco, que me lo demuestren.
Mientras tanto seguiremos adelante con renovado
empeño ya que la Emperatriz de América nos asegura:
«¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás por
ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te
apene ni inquiete cosa alguna».
533
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, Líneas Pastorales para una
Nueva Evangelización (Buenos Aires 1990) n. 41.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
2. LA LIBERTAD EN CRISTO
1. Doctrina de Jesucristo
535
Vida y Obras de San Juan de la Cruz (Madrid 1978) 441.
536
SAN AGUSTÍN, In Epistola Ioannis ad Parthos, VII,8.
537
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decreto sobre la adecuada
renovación de la vida religiosa «Perfectae Caritatis», 5.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
2. Ejemplo de Jesucristo
Hoy día, muchísimas veces, por vivir una religión
ramplona, acomodaticia; por vivir amodorrados; por vivir
un cristianismo sin preocupaciones por la extensión del
Reino... hemos perdido el fuego de los primeros cristianos,
hemos convertido la vida religiosa en algo frío, sin vida, en
algo burgués y calculador, en religión de «señoras
gordas». Algunas comunidades de religiosos nos
recuerdan aquello atribuido al impío Voltaire: «se juntan
sin conocerse, viven sin amarse, mueren sin llorarse».
538
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la
Iglesia «Lumen Gentium», 31.
Las Servidoras
Muy otra es la religión verdadera:
– es fuego: He venido a traer fuego sobre la tierra (Lc
12,49).
– es viento huracanado como en Pentecostés.
– es el despertar de la vida, es el aire fresco, es la
salida del sol, es un hierro candente que derrama chispas,
es sal y es levadura.
Por vivir de esa manera la religión es que el mundo
llamó locos a Cristo y a sus seguidores, los santos.
Cuando Jesús habla de su resurrección, los judíos dicen:
Está loco (Jn 10,20). Para muchos lo que supera la
capacidad de la razón humana es locura.
Cuando Pablo predica la resurrección de Cristo, el
pagano Festo le dice Tú estás loco, Pablo (He 26,24). La fe
para el pagano es locura.
Cuando la sirvienta Rode cree en la milagrosa liberación
de Pedro de la prisión, le dicen los cristianos incrédulos:
Estás loca (He 12,16). Para algunos «cristianos» los
milagros son cosa de locura. Como enseña San Pablo, los
no iniciados o infieles al ver los carismas milagrosos: ¿no
dirían que estáis locos? (1Co 14,23).
Si nosotros viviésemos el auténtico cristianismo y no el
que se vive de cabezas huecas, corazones vacíos y panza
llena... nos dirían locos.
Los santos deben desear ser tenidos por locos: «deseo
más ser estimado por vano y loco por Cristo que primero
fue tenido por tal que por sabio ni prudente en este
mundo»539.
¿Seguimos de verdad a Cristo, que nos amó hasta la
locura –como le dice Santa Catalina de Siena: «¡Oh, loco
de amor!... ¿porqué te has vuelto así loco? Porque te has
enamorado de tu criatura...»– o seguimos al mundo?
539
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales, Tres maneras de
humildad, nn. 165–167.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
4. ¡POSSUMUS!
541
MISAL ROMANO, Plegaria eucarística I.
542
FRANCISCO DE B. VIZMANOS, SI, Las vírgenes cristianas de la
Iglesia primitiva, 787. SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, l.1, c. XII.
543
cfr. 2Tim 4,6; Fil 2,17.
Las Servidoras
Cuando nos parezca que estamos abandonados de los
amigos, de los superiores, de los ángeles, de Dios...
¡Possumus!
Cuando nos veamos tan malolientes de pecados que
nos miremos a nosotros mismos como Lázaro en el
sepulcro... ¡Possumus!
Cuando los enemigos parezcan tan fuertes que nuestra
derrota se presente inminente... ¡Possumus!
Cuando la lucha nos parezca tan desigual de modo que
sea imposible la victoria... ¡Possumus!
Cuando el Anticristo con su sucia pezuña nos aplaste la
cabeza, con el último aliento debemos decir ¡Possumus!
Todo lo puedo en Aquel que me conforta (Fil 4,13).
El grito del combate nos llama y nos convoca. Pidamos
siempre que de la mano de Santiago y de San Juan retorne
a nuestras tierras el espíritu de los grandes. En honor de
María, digamos siempre: ¡Possumus!
Digamos con ese gran seminarista que fue Marcelo
Javier Morsella que escribió: «¡Podemos!, con la gracia de
Dios todo lo podemos».
544
cfr. Is 5,26.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
1. La bandera de la participación549:
545
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios Espirituales [136].
546
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución dogmática
sobre la Iglesia «Lumen Gentium», 1.
547
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Mensaje a los jóvenes.
548
cfr. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta Communionis
notio, 28 de mayo de 1992.
549
Tanto la idea de comunión, cuanto la de participación fueron el
eje temático del Documento de Puebla, IIIº CONFERENCIA GENERAL DEL
EPISCOPADO LATINOAMERICANO (1979).
Las Servidoras
a– Respecto al sacerdocio de Cristo en la Liturgia, que
«es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo» 550. De manera
especial la participación en la Eucaristía, nuestra y la de
nuestros hermanos. ¿No resuena, acaso, en nuestros
oídos: Haced esto en conmemoración mía? ¿No somos
todos, por manos del sacerdote, los que partimos551 el
pan? ¿Acaso no somos todos, por labios del sacerdote, los
que bendecimos552 el cáliz?
b– Respecto a la Palabra de Dios. Debemos conocerla,
amarla y servirla. Nos edifica con su verdad, con su
autoridad, con su utilidad. En ella Dios nos dice lo que
piensa, lo que ama, lo que espera de nosotros. Ella nos
ilumina, nos inflama, nos vigoriza. Todavía resuena en el
mundo: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán (Lc 21,3).
c– Respecto de la moral cristiana. Ante «el eclipse de
conciencia»553 que parece ha caído sobre la humanidad,
como dijera Juan Pablo II, con mayor razón debemos
proponer a los hombres y mujeres de nuestro tiempo la
verdad sobre el hombre, su origen, su dignidad, sus
derechos, su vocación; sobre la comunidad humana; sobre
la actividad humana en el mundo; sobre la ayuda que la
Iglesia quiere dar al mundo y la ayuda que recibe de éste.
Asimismo la dignidad del matrimonio y la familia, el
fomento del progreso cultural, la vida económica y social,
la vida en la comunidad política, la promoción de la paz y
el fomento de la comunidad de los pueblos 554. Al ver tantas
necesidades en nuestros hermanos, ¿no resuena en
nuestros oídos lo que dijo Jesús: Tengo compasión de la
gente...?555 ¿No nos damos cuenta que más del 40 % de
550
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 7.
551
cfr. 1Cor 11,17.
552
cfr. 1Cor 11,17.
553
JUAN PABLO II, «Meditación dominical», L’Osservatore Romano
12 (1982) 198.
554
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución pastoral sobre
la Iglesia en el mundo actual «Gaudium et Spes», títulos de todos los
capítulos.
555
cfr. Mt 15,32.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
2. La bandera de la solidaridad.
También dijo Jesús: Todos vosotros sois hermanos (Mt
23,8). Hemos de ser solidarios con todos, de manera
especial, con los pobres, los enfermos, los trabajadores,
los migrantes, los pecadores, los que se consideran
enemigos, los niños, los jóvenes, los adultos.
560
KAROL WOJTYLA, La renovación en sus fuentes, BAC (Madrid
1982) 346.
561
JUAN PABLO II, «Discurso a los participantes de la Asamblea
plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos», L’Osservatore
Romano 50 (1984) 820.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
563
cfr. Ap. 2,7.
564
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 8.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
567
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 5.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
Conclusión
Lamentablemente, los que se creen únicos adalides del
Concilio Vaticano II, ignoran–con ignorancia supina– la
esencia, el espíritu y lo que se requiere para llevar a la
práctica el Concilio. Una vez más debemos decir que el
progresismo es el principal sepulturero del verdadero
progreso. Como dijera el Card. Ratzinger: «Se esperaba un
salto hacia adelante, y en cambio nos hemos encontrado
frente a un proceso progresivo de decadencia, que en
ancha medida se ha desarrollado bajo el signo del reclamo
del Concilio, lo que ha contribuido a desacreditarlo a los
ojos de muchos».
Bajo el pretexto del Concilio se ha empobrecido la fe, se
ha deformado la conciencia de los creyentes,
empujándoselos a falsas actitudes de ninguna manera
queridas por el Concilio. Así hemos visto dudar de toda
verdad de fe, ir al «diálogo» apostatando, y sobre la base
de una profunda crisis de identidad juzgar que todo lo de
afuera de la Iglesia era bueno e imitable, por lo que
aparecía conveniente convertirse al mundo. Así, también,
hemos sido testigos de cómo se ha ido perdiendo la
conciencia de la creación, de la Trinidad y de la salvación,
de Jesucristo y la redención, de la Iglesia como misterio, y,
en particular, de las realidades escatológicas. Hemos visto
asimismo actitudes diametralmente opuestas a las
queridas por el Concilio; no se ha buscado el abandono en
Dios, sino que el nuevo pelagianismo se ha abandonado al
mundo, renunciando a la misión –el testimonio se convirtió
en dimisión y velación del propio Credo; la participación en
la triple potestad de Cristo fue la excusa para afirmarse en
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
571
Ms. 12738 fol.615: Decl. de Francisco de Yepes; cit. CRISÓGONO
DE JESÚS, Vida y Obras de San Juan de la Cruz (Madrid 1978) 290.
572
cfr. CORNELIO FABRO, Santa Gema Galgani (Bilbao 1997).
Las Servidoras
Otra razón es que los sufrimientos nos hace conocer
mejor la Pasión de Cristo: «Nadie llega a conocer la Pasión
como aquel que pasa algún dolor, algún sufrimiento» 573.
Cuando nosotros nos sentimos incomprendidos, cuando
sufrimos injusticias, levantemos la mirada, miremos al
Crucificado y entonces entenderemos lo que pasó Jesús en
su corazón en el sagrado tiempo de Pasión. Y esas
tribulaciones son las que nos dan una fecundidad del todo
particular. «La cruz fecunda cuanto toca»574. No hay otra
manera de ser fecundos sobrenaturalmente que abrazarse
a la cruz y llevarla con alegría, no con desgana ni con
depresión ni con tristeza, sino con alegría. Los apóstoles
cuando sufrieron persecución del Sanedrín, dice el libro de
los Hechos, salieron contentos por haber sido encontrados
dignos de sufrir algo por Nuestro Señor Jesucristo.
Y una razón más, la última, el pasar dificultades, el
tener tribulaciones, nos hace tomar conciencia de nuestra
indigencia. Nosotros somos mendigos totales, absolutos.
Todo lo esperamos de las manos de Dios y cuando nos
toca sufrir es cuando más el alma se une a Dios, se
entrega a Él, se abandona y le pide la ayuda que sólo Él
puede dar. Nos toca en este sentido a nosotros la gracia
de haber pasado una dura prueba. Siempre pienso cuando
hablo de esto de manera especial en los diáconos. Llevan
más de tres años esperando la ordenación sacerdotal, y
siempre con motivos distintos, posponiendo, posponiendo,
posponiendo y posponiendo, sin que hubiese de parte de
ellos ninguna causa grave. «No, ahora no». Porque somos
muy gorditos algunos. «Porque no, porque eres petiso». Y
así, uno por gordo, otro por flaco, otro por alto, otro por
bajo. «Bueno, ahora si se hace tal cosa, sí. De los olivos
tienen que crecer melones. Cuando crezcan los melones,
señal de que obedecen». Y bueno, llegó a su fin. A no
haber estado Yahvé con nosotros, diga Israel, a no haber
estado Yahvé con nosotros cuando se alzaron contra
nosotros los hombres, vivos nos habrían tragado entonces
cuando ardía su ira contra nosotros. Ya entonces nos
573
TOMÁS DE KEMPIS, Imitación de Cristo, II,XII,19.
574
SIERVA DE DIOS CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA, Cadena de amor,
14,15: cit. en MONS. ESQUERDA BIFET, «Fecundidad misionera de la
cruz», L’Osservatore Romano 16 (1995) 220.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
576
Este discurso fue pronunciado la mañana del viernes 23 de
abril de 1993, durante una audiencia conmemorativa de los cien años
de la Carta encíclica «Providentissimus Deus» de LEÓN XIII y de los
cincuenta años de la Carta encíclica «Divino afflante Spiritu» de PÍO
XII, ambas dedicadas a los estudios bíblicos. El discurso puede verse
en «La interpretación de la Biblia en la Iglesia», Editorial San Pablo
(Buenos Aires 1993) 127; o en «Discurso a la asamblea plenaria de la
Pontificia Comisión Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §1.
El discurso fue pronunciado en francés.
577
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 21.
578
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §1.
Las Servidoras
oponen al empleo de la ciencia por parte de los exégetas y
quieren imponer una interpretación no científica, llamada
espiritual, de la Sagrada Escritura»579.
Es decir que, preferentemente, cada una de las dos
encíclicas quieren defender la interpretación católica de
los dos frentes por donde se la ataca: uno, el racionalismo
bíblico, negador de lo milagroso y sobrenatural; el otro, el
docetismo bíblico, negador de lo histórico y natural 580.
«En los dos casos, la reacción del Magisterio fue
significativa, pues, en lugar de limitarse a una respuesta
puramente defensiva, fue al fondo del problema y
manifestó así –observémoslo en seguida– la fe de la Iglesia
en el misterio de la encarnación»581.
«La Iglesia no tiene miedo de la crítica científica. Sólo
desconfía de las opiniones preconcebidas que pretenden
fundarse en la ciencia, pero que, en realidad, hacen salir
subrepticiamente a la ciencia de su campo propio» 582, más
aun es una gran arma tanto contra los racionalistas que a
priori niegan lo sobrenatural, como contra los docetistas
que niegan lo natural, como ser lo histórico, los géneros
literarios, etc. «Comprobamos, pues, que a pesar de la
gran diversidad de dificultades que tenían que afrontar,
las dos encíclicas coinciden perfectamente en su nivel más
profundo. Ambas rechazan la ruptura entre lo humano y lo
divino, entre la investigación científica y la mirada de la fe,
y entre el sentido literal y el sentido espiritual. Aparecen,
por tanto, plenamente en armonía con el misterio de la
encarnación»583.
579
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §3.
580
cfr. nuestro artículo «La exégesis y el vaciamiento de la
Escritura», Revista Mikael, n. XII (1976) 49–76.
581
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §4.
582
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §4.
583
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §5.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
II
De modo tal que es muy clara la armonía entre la
exégesis católica y el misterio de la encarnación. Al
respecto «La encíclica “Divino afflante Spiritu” ha
expresado el vínculo estrecho que une a los textos bíblicos
inspirados con el misterio de la encarnación, con las
siguientes palabras: “Al igual que la palabra sustancial de
Dios se hizo semejante a los hombres en todo, excepto en
el pecado, así las palabras de Dios expresadas en lenguas
humanas, se han hecho en todo semejantes al lenguaje
humano, excepto en el error”584. Recogida casi al pie de la
letra por la constitución conciliar “Dei Verbum”585, esta
afirmación pone de relieve un paralelismo rico de
significado»586.
La inspiración bíblica fue un primer paso hacia el
misterio del Verbo encarnado: «Es verdad que la puesta
por escrito de las palabras de Dios, gracias al carisma de
la inspiración escriturística, fue un primer paso hacia la
encarnación del Verbo de Dios. En efecto, estas palabras
escritas representaban un medio estable de comunicación
y comunión entre el pueblo elegido y su único Señor. Por
otro lado, gracias al aspecto profético de estas palabras,
fue posible reconocer el cumplimiento del designio de
Dios, cuando el Verbo se hizo carne, y puso su morada
entre nosotros (Jn 1,14). Después de la glorificación
celestial de la humanidad del Verbo hecho carne, también
su paso entre nosotros queda testimoniado de manera
estable gracias a las palabras escritas. Junto con los
escritos inspirados de la primera alianza, los escritos
inspirados de la nueva alianza constituyen un medio
verificable de comunicación y comunión entre el pueblo
creyente y Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este medio
no puede, ciertamente, separarse del manantial de vida
espiritual que brota del corazón de Jesús crucificado y se
584
Enchiridion biblicum, 559.
585
cfr. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática
sobre la divina revelación «Dei Verbum», 13.
586
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §6.
Las Servidoras
propaga gracias a los sacramentos de la Iglesia. Sin
embargo, tiene su consistencia: la consistencia de un
texto escrito, que merece crédito»587.
«En consecuencia, las dos encíclicas exigen que los
exégetas católicos estén en plena armonía con el misterio
de la encarnación, misterio de unión de lo divino y lo
humano en una existencia histórica completamente
determinada… La Iglesia de Cristo toma en serio el
realismo de la encarnación, y por eso atribuye gran
importancia al estudio histórico–crítico de la Biblia. Lejos
de condenarlo, como querían los partidarios de la exégesis
mística, mis predecesores lo aprobaron decididamente.
“Cultiven los nuestros (es decir, los exégetas
católicos), con nuestra vehemente aprobación, la
disciplina del arte crítico, sin duda muy útil para
percibir profundamente el pensamiento de los
hagiógrafos”588. La misma vehemencia en la aprobación
y el mismo adverbio (vehementer) se encuentran en la
“Divino afflante Spiritu” 589 a propósito de las
investigaciones de crítica textual»590.
Es decir, que los Papas nos exhortan
vehementemente a no descuidar en nada la exégesis
científica: «La “Divino afflante Spiritu”, como es sabido,
recomendó especialmente a los exégetas el estudio de los
géneros literarios utilizados en los libros sagrados,
llegando a decir que el exégeta católico debe
“convencerse de que no puede descuidar esta parte de su
misión sin gran menoscabo de la exégesis católica” 591…
Una idea falsa de Dios y de la encarnación lleva a algunos
cristianos a tomar una orientación contraria. Tienden a
creer que, siendo Dios el ser absoluto, cada una de sus
palabras tiene un valor absoluto, independiente de todos
los condicionamientos del lenguaje humano. No conviene,
587
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §6.
588
Carta apostólica «Vigilantiae», para la fundación de la Comisión
Bíblica, 30 de octubre de 1902, Enchiridion biblicum, 142.
589
cfr. Enchiridion biblicum, 548.
590
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §7.
591
Enchiridion biblicum, 560.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
III
592
cfr. Gn. l.
593
cfr. 1Cor. 12, 18. 24. 28.
594
Carta apostólica «Vigilantiae», Enchiridion biblicum, 140.
595
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §8.
Las Servidoras
Pero advierten muy seriamente que nunca hay que
olvidarse que no estamos frente a una palabra meramente
humana, sino ante la Palabra de Dios que hace
«synkatábasis», es decir, se amolda a la palabra de los
hombres y mujeres. Por eso: «Este estudio, sin embargo,
no basta. Para respetar la coherencia de la fe de la Iglesia
y de la inspiración de la Escritura, la exégesis católica
debe estar atenta a no limitarse a los aspectos humanos
de los textos bíblicos. Es necesario, sobre todo, ayudar al
pueblo cristiano a captar más nítidamente la palabra de
Dios en estos textos, de forma que los reciba mejor, para
vivir plenamente en comunión con Dios. Para ello es
preciso, desde luego, que el exégeta mismo capte la
palabra de Dios en los textos, lo cual sólo es posible si su
trabajo intelectual está sostenido por un impulso de vida
espiritual.
Si carece de este apoyo, la investigación exegética
queda incompleta, pierde de vista su finalidad principal y
se limita a tareas secundarias. Puede, incluso,
transformarse en una especie de evasión. El estudio
científico de los meros aspectos humanos de los textos
puede hacer olvidar que la palabra de Dios invita a cada
uno a salir de sí mismo para vivir en la fe y en la caridad.
La encíclica “Providentissimus Deus” recuerda, a este
respecto, el carácter particular de los libros sagrados y la
exigencia que de ello deriva para su interpretación: “Los
libros sagrados –afirma– no pueden equipararse a los
escritos ordinarios, sino que, al haber sido dictados por el
mismo Espíritu Santo y tener un contenido de suma
importancia, misterioso y difícil en muchos aspectos, para
comprenderlos y explicarlos, tenemos siempre necesidad
de la venida del mismo Espíritu Santo, es decir, de su luz y
su gracia, que es preciso pedir ciertamente con una
oración humilde y conservar con una vida santa” 596. Con
una fórmula más breve, tomada de san Agustín, la “Divino
afflante Spiritu” expresa esa misma exigencia: “Oren para
entender”597.
596
Enchiridion biblicum, 89.
597
Enchiridion biblicum, 569.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
IV
Para ello es absolutamente necesaria la fidelidad a la
Iglesia: «La docilidad al Espíritu Santo produce y refuerza
otra disposición, necesaria para la orientación correcta de
la exégesis: la fidelidad a la Iglesia. El exégeta católico no
alimenta el equívoco individualista de creer que, fuera de
la comunidad de los creyentes, se pueden comprender
mejor los textos bíblicos. Lo que es verdad es todo lo
contrario, pues esos textos no han sido dados a
investigadores individuales “para satisfacer su curiosidad
o proporcionarles temas de estudio y de investigación” 599;
han sido confiados a la comunidad de los creyentes, a la
Iglesia de Cristo, para alimentar su fe y guiar su vida de
caridad. Respetar esta finalidad es condición para la
validez de la interpretación. La Providentissimus Deus
recordó esta verdad fundamental y observó que, lejos de
estorbar la investigación bíblica, respetar este dato
favorece su progreso auténtico 600 …ser fiel a la Iglesia
significa situarse resueltamente en la corriente de la gran
Tradición que, con la guía del Magisterio, que cuenta con
la garantía de la asistencia especial del Espíritu Santo, ha
reconocido los escritos canónicos como palabra dirigida
por Dios a su pueblo, y jamás ha dejado de meditarlas y
de descubrir su riqueza inagotable. También el Concilio
598
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §9.
599
Carta encíclica «Divino afflante Spiritu»; Enchiridion biblicum,
566.
600
cfr. Enchiridion biblicum, 108–109.
Las Servidoras
Vaticano II lo ha afirmado: “Todo lo dicho sobre la
interpretación de la Escritura queda sometido al juicio
definitivo de la Iglesia que recibió de Dios el encargo y el
oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios”601»602.
V
Para ello los exégetas deben ser asiduos predicadores:
«Para realizar mejor esta tarea eclesial tan importante, los
exégetas se deben mantener cerca de la predicación de la
palabra de Dios, ya sea dedicando una parte de su tiempo
a este ministerio, ya sea relacionándose con quienes lo
ejercen y ayudándoles con publicaciones de exégesis
pastoral603. Evitarán, así, perderse en los caminos de una
investigación científica abstracta, que los alejaría del
sentido verdadero de las Escrituras, pues este sentido no
puede separarse de su finalidad, que consiste en poner a
los creyentes en relación personal con Dios»604.
VI
Queridos hermanos y hermanas:
Tengamos en cuenta que las desviaciones de la cultura
occidental moderna deja a muchos hombres y mujeres de
hoy día, insensibles a la palabra de Dios, a causa de la
secularización y de los excesos de la desmitologización, a
causa del racionalismo y del fideísmo que niega el soporte
negativo de la fe, del principio de inmanencia y de la sed
por los nuevos mitos.
La gran tarea de la exégesis bíblica que, según distintas
esferas de responsabilidad, afecta a todos y cada uno de
los sacerdotes, más aun, a todos y cada uno de los
601
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 12.
602
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución Dogmática sobre la
divina revelación «Dei Verbum», 10.
603
Carta encíclica «Divino afflante Spiritu»; Enchiridion biblicum,
551.
604
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §11.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
605
«Discurso a la asamblea plenaria de la Pontificia Comisión
Bíblica», L’Osservatore Romano 18 (1993) 221 §15.
606
Com. in Is. pról.: PL 24,17.
607
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución sobre la Sagrada
Liturgia «Sacrosanctum Concilium», 56.
Las Servidoras
aceptación de la palabra, es modelo y madre de los
discípulos608. Así pues, que ella os enseñe a aceptar
plenamente la palabra de Dios en la investigación
intelectual y en toda vuestra vida»609.
608
cfr. Jn 19,27.
609
CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Constitución sobre la Sagrada
Liturgia «Sacrosanctum Concilium», 16.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
612
JUAN PABLO II, «Discurso al tercer grupo de los obispos de
Estados Unidos en su visita “ad limina”», L’Osservatore Romano 24
(1988) 307.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
616
cfr. JOSÉ MARÍA BAAMONDE, Semanario «Cristo hoy», 7 al 13 de
septiembre de 2000, p. 23.
617
cfr. JOSÉ MARÍA BAAMONDE, Semanario «Cristo hoy», 7 al 13 de
septiembre de 2000, p. 23.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
620
Las estadísticas las sacamos de la Web Site: www.spes.8k.com
Las Servidoras
el Seminario o en el Estudiantado, donde normalmente no
se dan este tipo de cosas, ya que son lugares protegidos
como una burbuja, puede a algunos llevarles a olvidarse
que en el mundo, mayoritariamente, se está pensando y
viviendo absolutamente de otra manera, totalmente
distinta a la manera que nos enseña a pensar el Evangelio.
Y no nos asustemos si por equivocación hemos caído en
alguno de estos errores, sino que tomemos experiencia y
sepamos ayudar a tantos otros para que se liberen de esta
nueva adicción al esoterismo, al ocultismo, a la gnosis,
que está conformada por estas corrientes de la New Age.
Le pedimos a María que nos lleve a lo verdaderamente
nuevo, a lo auténticamente nuevo, que es su Hijo
Jesucristo, que, como dice San Ireneo, «al venir al mundo
ha traído consigo toda novedad».
1. En pensamientos
Es en los pensamientos en lo que generalmente se
suele faltar más a la caridad. Por ejemplo, cuando
juzgamos mal al prójimo sin fundamento cierto. De tal
manera que si alguien juzga que una persona comete
pecado –y no es quién para juzgar eso– la persona que
juzga está cometiendo el pecado que está pensando que
cometió la otra persona. Si es pecado mortal, mortal; si
venial, venial. El juicio temerario en materia grave es
siempre pecado mortal. Y es por eso que dijo también
Jesucristo –y en el Sermón de la Montaña, no en cualquier
lugar–, No juzguéis y no seréis juzgados (Mt 7,1),
condenando Nuestro Señor a quienes juzgan a los demás
de una manera injusta, temeraria, presuntuosa,
sospechando, sin fundamento, metiéndose en donde nadie
les llama. Perdonad y seréis perdonados (Lc 6,37). No
alcanzaremos el perdón de Dios si no somos capaces de
perdonarnos entre nosotros. ¡Tantas cosas pueden pasar
en la vida contemplativa! ¿Que se agarren a cuchilladas?
No, evidentemente que no. ¿Que una no la miró a la otra?
¡Ah! Eso puede ser. Pero hay que perdonar, y perdonar de
corazón; no de cualquier manera, sino de corazón. Y
perdonar siempre.
Distinto es el caso de los superiores, quienes a veces
tienen la obligación de sospechar de la conducta de sus
súbditos, por deber de estado. Si una persona es
habitualmente mentirosa o exagerada, o busca quedar
siempre bien, la Superiora tiene que pensar en la
posibilidad de que esté mintiendo, o que probablemente
tenga doble intención, o que lo haga para figurar. Como
sucede con los padres, dice San Alfonso María de Ligorio:
«¿Habrá padres y madres necios que ven sus hijos con
malas compañías y los dejan seguir, total... no hay que
pensar mal...? Tontería insigne». Porque evidentemente es
así: «dime con quién andas y te diré quién eres». Si es una
persona que habitualmente murmura, y la ve con malas
compañías, probablemente esté murmurando, haciéndose
daño a sí mismo, y a la comunidad.
Las Servidoras
También se peca contra la caridad cuando uno se
alegra de la desgracia ajena... «resbaló y se hizo un
esguince... ja, ja, ja». Lo piensa, no lo dice. «Se lo tiene
merecido...». O también entristecerse cuando al otro le va
bien.
2. En las palabras
La gran plaga de la vida religiosa es la falta de caridad
en las palabras, la murmuración. Es decir, cuando se
habla en contra o en perjuicio de un ausente. El libro del
Eclesiástico, por ejemplo, dice: El murmurador mancha su
propia alma, y es detestado por el vecindario (Sir 21,28).
Generalmente, el murmurador tiene quien lo escuche,
sobre todo en las mujeres. Les gusta prestar atención: «a
ver... está hablando mal de tal...»; pero huyen de esa
persona, ¿por qué? Porque «después va a hablar mal de
mi...».
Estos son odiados por todos, por Dios y por los
hombres. Por eso dice San Bernardo que «la lengua del
murmurador es una espada de tres filos»623, ya que hiere
al prójimo, hiere a quien le escucha y se hiere a sí mismo».
Puedo poner muchos casos que conozco de
murmuración, a modo de ejemplo. Una hermana que dijo:
«no estoy de acuerdo en todo» cuando habló la Superiora,
está murmurando. Porque, en primer lugar, ¿quién es ella
o qué autoridad tiene para decir una cosa así? Le mete la
pulga en la oreja a la otra que está al lado: «será muy
buena... pero no confío». Está moviendo a desconfiar y eso
destruye la vida religiosa. Y se excusa: «yo lo dije en
secreto, a otra, y nadie más escuchó»... Es como la
serpiente que muerde en secreto. Que sea en secreto no
quiere decir que no sea veneno, que no sea picadura, y
que no cause, como pasa a veces, la muerte. No menos
que serpiente –dice el Eclesiastés– quien muerde en
silencio es quien dice de otro el mal en secreto (10,11).
623
De divers., s. 17, in Ps 56.
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
3. En las obras
Por último, la caridad en las obras, dice San Juan,
también, No amemos sólo de palabra y con la lengua, sino
con obras y de verdad (1Jn 3,18). Y aquí tiene importancia
fundamental la limosna. «¿Padre, cómo podemos hacer
nosotros limosna, si no tenemos dinero?». La limosna no
es solamente con el dinero. La limosna es el alivio que se
da, la ayuda que se presta, el servicio de uno, el tiempo
que uno le da a otro, el saber escuchar, el saber callar,
saber corregir. Son todas las obras de misericordia
materiales y espirituales. También rezar por las almas del
Purgatorio es una manera de practicar la caridad en obras,
con los enfermos, con los que nos fueren más antipáticos,
con los que nos persiguen. La caridad cristiana consiste en
querer y hacer bien a quienes nos odian y hacen mal...
amad a vuestros enemigos, rogad por los que os
persiguen (Mt 5,44). Y si hacemos así podremos rezar de
verdad el Padre Nuestro: «perdona nuestras ofensas así
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden».
Pidámosle a la Santísima Virgen y a Santa Teresa de los
Andes la gracia de vivir en verdad y en profundidad la
caridad entre nosotros, reconociendo así que «Dios es
alegría infinita».
1. Novedad.
En primer lugar entonces, presenta ese mandamiento
como un mandamiento nuevo: Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis los unos a los otros (Jn 13,34). Esta
fórmula consta de dos partes: la primera se refiere a la
prescripción, es decir, prescribe nuestro Señor: Os doy un
mandamiento nuevo. Y la segunda se refiere al contenido
de esa prescripción. Y ¿de qué carácter es la prescripción?.
La prescripción no es un mero consejo, un parecer sino
que es un verdadero mandamiento Os doy un
mandamiento, es decir, algo que no es opinable, que no
está dejado a nuestra libertad el hacerlo o no hacerlo,
aunque debemos usar de nuestra libertad para hacerlo,
pero la prescripción no esta dejada a nuestra libertad, el
que sea la cosa así o no.
¿Por qué ese mandamiento es nuevo?. Porque es
distinto. En el Antiguo Testamento se hablaba del amor al
prójimo como a nosotros mismos, sin embargo, acá ese
mandamiento adquiere otra calidad, otra exigencia.
Las Servidoras
Porque otra es la motivación, porque otra es la forma de
entenderlo. Y esto que hace nuestro Señor es algo
personal. Os doy, ¿quién?, «Yo, Jesucristo»; ¿A quién?, «A
Uds.», a nosotros, a los discípulos. Es algo personal, no es
algo informe o anónimo. Es personal, mío, de él, vuestro,
de nosotros.
Y la segunda parte de esta primera fórmula trae el
contenido que es el amor. Amor que a su vez deberá ser
personal y recíproco Amaos los unos a los otros. «Amaos»,
personal; «los unos a los otros», recíproco.
3. Distintivo
La tercera formula, en esto todos reconocerán que sois
mis discípulos, en el amor que os tengáis los unos por los
otros (Jn 13,35). ¿Cómo se distingue un católico? ¿Por qué
lleva una cruz? No. ¿Por qué va a Misa? No. Puede venir a
Misa y faltar amor. ¿Cuál es la señal dada por Jesucristo
por la cual se distinguen sus discípulos? Es el amor, en
esto todos reconocerán que sois mis discípulos ¿Cómo una
mujer tan débil, pequeña como la Madre Teresa de Calcuta
fue llorada por todo el mundo? Todos los gobiernos
mandaron representaciones. La velaron en el mismo
sarcófago donde velaron a Mahatma Gandi y a Nerú,
próceres de la India. ¿Qué es lo que pasa ahí? Es el amor.
Una mujer que se decidió a amar como Cristo nos amó.
¿Qué pasa con este fenómeno que es Juan Pablo II? Con 81
años sigue haciendo viajes maratónicos. En Grecia había
manifestaciones en contra de ultra ortodoxos. En medio de
la visita hicieron una encuesta y el 99 % de los griegos
estuvo de acuerdo con la visita del Papa a Grecia. ¿Por
qué? ¿Cómo puede ser eso? Por que es un hombre que
ama, y busca el bien y busca la paz entre los hombres y
los pueblos. El amor por tanto es la divisa de los
verdaderos discípulos de Cristo. Así lo dice Jesús. Y por eso
él se presenta delicadamente como el Maestro del Amor.
Los soldados de un rey se distinguen por las insignias del
rey. Y la insignia de Cristo es la caridad. «La caridad
fraterna, dice San Juan Crisóstomo, es la floración de la
santidad, el inicio de la virtud verdadera».
R.P. CARLOS MIGUEL BUELA, IVE
ANTIGUO TESTAMENTO.
Gn Génesis Ct Cantar de los Cantares
Ex Éxodo Sb Sabiduría
Lv Levítico Sir Sirácida (Eclesiástico)
Nm Números Is Isaías
Dt Deuteronomio Jr Jeremías
Jos Josué Lm Lamentaciones
Jue Jueces Ba Baruc
Rut Rut Ez Ezequiel
1Sam 1º Samuel Dn Daniel
2Sam 2º Samuel Os Oseas
1Re 1º Reyes Jl Joel
2Re 2º Reyes Am Amós
1Cr 1º Crónicas Ab Abdías
2Cr 2º Crónicas Jon Jonás
Esd Esdras Mi Miqueas
Ne Nehemías Na Nahum
Tb Tobías Ha Habacuc
Jdt Judit So Sofonías
Est Ester Ag Ageo
Job Job Za Zacarías
Sl Salmos Ml Malaquías
Pr Proverbios 1Mac 1º Macabeos
Qo Qohelet 2Mac 2º Macabeos
(Eclesiastés)
NUEVO TESTAMENTO.
Mt Mateo 2Te 2º Tesalonicenses
Mc Marcos 1Tim 1º Timoteo
Lc Lucas 2Tim 2º Timoteo
Jn Juan Tit Tito
He Hechos de los Flm Filemón
Apóstoles. (Actas)
Heb Hebreos
Ro Romanos
Sant Santiago
1Cor 1º Corintios
1Pe 1º Pedro
2Cor 2º Corintios
2Pe 2º Pedro
Ga Gálatas
1Jn 1º Juan
Ef Efesios
2Jn 2º Juan
Flp Filipenses
3Jn 3º Juan
Col Colosenses
Jds Judas
1Te 1º Tesalonicenses
Ap Apocalipsis
INDICE TEMÁTICO
********
********
INDICE GENERAL
Prólogo..........................................................................7
Primera Parte
Santísima Trinidad
Segunda Parte
Jesucristo
Capítulo 4: Su Resurrección
1. Testigos de la resurrección....................................177
2. Cristo resucitado: Hombre perfecto.......................186
3. ¿Agobiado o resucitado?........................................194
Tercera Parte
Los Santos
Cuarta Parte
Esposas del Verbo
Quinta Parte
El Cántico Nuevo