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Cuando se acercan las elecciones en todos los países, las lluvias de encuestas
hacen acto de presencia. Sin embargo en los últimos tiempos en naciones como
Estados Unidos, Brasil y Argentina, se ha dado un fenómeno y es que la mayoría
de las encuestas han fallado en sus vaticinios, lo que ha generado un sentimiento
de desconfianza en ellas. Me refiero a los casos de Donald Trump, Jair Bolsonario
y Mauricio Macri.
Hay que recordar que una encuesta es una fotografía de un momento dado, por lo
que las encuestas más que una arma publicitaria, es una gran herramienta de
trabajo que sirve para diseñar estrategias, conocer más y mejor a los votantes. Ahí
está su valor real.
Es común escuchar a ciudadanos decir que “no creen en encuestas”, debido a que
consideran que hay firmas encuestadoras que obedecen a intereses del mismo
candidato o político. No son encuestas serias hechas por profesionales
responsables y con independencia de criterio.
Las críticas vienen porque no prevén el resultado electoral, sobre todo cuando una
gran parte de la población interpreta esos grandes despliegues de los medios de
comunicación, como decretos de Dios. Lo más importantes de las encuestas es
quien la firma, eso hablará de la confianza sobre los resultados.
Precisamente esa fue una de las razones de la amplia brecha entre la mayoría de
encuestas y resultados cuando Trump ganó las elecciones en el 2016 en los
Estados Unidos.
Así que las encuestas hay que verlas principalmente como esa herramienta
fundamental que permite obtener información para la toma de decisiones, y que
son indispensables para elaborar estrategias tanto desde las investigaciones
cuantitativas como cualitativas.