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Julián Szlain – Sociología UCES – Comisión Ju.

8 am

¿Qué carajo es el amor?

“Era tan apremiante la pasión restaurada, que en más de una ocasión se miraron a los
ojos cuando se disponían a comer, y sin decirse nada, taparon los platos y se fueron a
morirse de hambre y de amor en el dormitorio.” Gabriel García Márquez – “Cien años de
soledad”

Dice Pablo, el ninfómano, que el sexo es el encuentro con uno mismo en otra
persona. Por el otro lado, hace 15 años que está tratando de encontrarse sin
conseguirlo. Está seguro de que es el sexo y no otra cosa el que nos recuerda
que somos mentes encerradas en cuerpos destinados a sentir; y no hay sentir
más puro que logre unir cuerpo y mente como el placer del contacto físico entre
dos personas, y por qué no más. Aun así, vaga sin rumbo y parece no saber
bien para donde apuntar. Sus relaciones amorosas nunca salieron bien, si
vamos a echar culpas, por las de otros. La realidad, piensa, es que
el amor es una palabra que en nuestra cultura casi que perdió el significado, o
tiene demasiados. Está de acuerdo en que hay relaciones mejores que otras, o
mas aceptadas, personas que se aman más, o lo demuestran, y otras que
parecen no hacerlo, o lo hacen a escondidas. El no esconde nada, dice, y sin
problemas admite que siendo viernes a la noche su plan es irse a algún bar
para volver con alguien a su casa. El amor, asegura, está sobrevalorado.

Un poco de razón tiene. El amor hace ya tiempo que se representa como una
experiencia que supera y excede la voluntad, una fuerza irresistible que no se
puede controlar. Pero esto no fue siempre así. La realidad es que en el
medioevo el amor estaba ligado a reglas morales y sociales de la época, tal
como hoy en día, pero con costumbres diferentes. Hace poco leí un libro
llamado “Pagando por ello” de Chester Brown, una novela grafica de un “John”
que va a prostíbulos. En una parte cuenta que la poesía del amor romántico
solo se hizo popular en el siglo XII, cuando los trovadores religiosos (poetas de
la edad media) del sur de Francia comenzaron a ser perseguidos por la Iglesia
Católica, ellos comenzaron a escribir y cantar canciones con mensajes
religiosos dedicadas a una sola mujer, simbolizando en ella el amor que se
debía tener por lo divino. En fin, el simbolismo se perdió y con el pasar del
tiempo de aquellas historias y sonetos se escribieron las primeras leyendas e
historias y el amor occidental entre hombre y mujer pareció quedar pactado. El
resumen no es que el amor antes no existía, sino que el amor, antes, no era
idealizado, no era razón de casamiento, sino que era visto como debilidad. El
amor romántico es moderno y evoluciona según evolucionamos nosotros (¿o
involuciona con nosotros?). Nadie duda de la verdad que hay en el amor de
una madre por su hijo. Pero ¿y en el amor de pareja? ¿Es cierto eso de que el
amor solo dura dos años? ¿Confundimos amor romántico con amor verdadero?
¿Amamos por necesidad o hay un amor pleno y generoso que lo entrega todo
sin obtener nada a cambio? ¿Queda algo cuando apartamos el sexo? ¿existe
el amor verdadero?

Es cierto, le admite Pablo a Josefina en la cama. Sin el amor no seriamos


humanos, pero sin hablar tampoco, sin tener sexo solo por placer, menos. A lo
que voy, es que el sexo nos forma como personas en sociedad, pero al mismo
tiempo nos enfría muchas veces. Le dice a Josefina, tirándosele encima. Hoy el
amor esta desdibujado. Piensa.

No esta tan errado. Mientras que el amor sensual, erótico o pasional se


manifiesta en el amor correspondido, o el que creemos corresponder, aquel
que nos va a hacer feliz, tirano, posesivo o liberador; el amor idealizado
considera que sus sentidos no son capaces de percibir toda la perfección del
amado, y que ha de guiarse por los ojos del alma, que le ponen en contacto
con la misma esencia, con el amor por excelencia. La combinación de los dos
nos deja en medio del desierto. ¿Para donde apuntar, cuando se trata del
amor?

Pablo no dejó de repetírselo a Josefina: el sexo es el encuentro con uno


mismo, nada de amor. Ella se le rio, y antes de dormir le preguntó de manera
inocente
dónde estaba él mientras no tenía relaciones con alguna mujer. La pregunta no
cobró importancia hasta varias horas después, cuando ya había oscurecido, en
un departamento desordenado y frío en el que se encontró solo, sin nadie para
amar.

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