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Evaluativa
Comunicación y sociedad
En Italia, en 1919, Mussolini crea el Fascio de Milán con una misión definida: la
propaganda por los hechos, llevada a cabo concienzudamente por la acción
escuadrista hasta la conquista del poder en 1922. El caso paradigmático es, sin
embargo, el alemán. Por el camino que Hitler y Goebbels siguen, pero sobre
todo por la acción de Hugenberg. En 1919, Hitler ingresa en el Partido Obrero
Alemán e inmediatamente orienta su actividad hacia la propaganda, de la que
será nombrado jefe, con ideas muy simples, basadas en el programa de
Gottfried Feder (lucha contra el capitalismo, el marxismo, el judaísmo y los
extranjeros). Entre 1919 y 1923, recluta con ardor, militantes, actúa
violentamente, compra el Völkischer Beobachter, se alía con los nacionalistas
de Baviera (NSDAP) y lanza el putschde Münich que le llevará a la cárcel. A
partir de ese momento y así lo refleja en Mi lucha, es consciente de que hay
que ganarse al pueblo para llegar al poder. Goebbels seguía desde 1922 el
mismo camino: encargado de la propaganda del Partido, nombrado
responsable del mismo en «la roja» Berlín, donde a través de la revista Der
Angriff órgano de inusitada violencia física y psíquica consigue organizar una
poderosa sección. Los nazis lograron la conquista del Estado a través de la
conquista de los espíritus; lo hicieron de un modo genial: con manifestaciones
por miles conquistando palmo a palmo el espacio callejero, cubriendo con
carteles, canciones y símbolos el país, pateándolo con oradores y agitadores,
recurriendo a la violencia física y a la agresividad constante. El papel definitivo
lo tuvo, a pesar de todo, Hugenberg.
Algunos grupos de la industria pesada alemana habían entrado en el sector
informativo antes incluso de 1914, buscando promoción y publicidad para sus
empresas. Alfred Hugenberg, secretario del consejo de administración de
Krupp, es llamado en 1915 para solventar los problemas económicos del grupo
editorial Deutsche Verlagsverein, que se había convertido en socio mayoritario
del grupo Scherl. Tuvo éxito, y a partir de ahí crea – en 1917– la Vera
Verlagsaustalt como organización especializada en resolver mediante contrato
crisis económicas de periódicos. Esa especie de banco de periódicos va
ampliando su terreno de acción en los primeros años veinte: crea la agencia de
publicidad Ala, controla la agencia informativa Telegraphen Union, y compra
(en 1927) la mayoría en la productora de cine Universum Film, la más
importante en Alemania. Así, hacia 1932, al menos el 50 % de la prensa
alemana estaba en contacto con una o varias de las operaciones de
Hugenberg. Aunque sólo mantenía control directo sobre las publicaciones del
antiguo grupo Scherl (Berliner Lokal-Anzeiger, Der Tag, Berliner Illustrierte
Nachtausgabe, Die Woche) y un lote reducido de periódicos de provincias,
pudo actuar directamente, aprovechando la inestabilidad económica y el
sentido de inseguridad de la mayoría de los periódicos pequeños, sobre un
altísimo porcentaje de los mismos.
La posición política de Hugenberg, respaldada por los industriales del Rhur,
con dinero abundante en servicios, era muy sencilla: restauración en Alemania
del principio del nacionalismo para la economía; utilización de la prensa no
como negocio sino con fines políticos. En 1929, Hugenberg fue elegido
secretario de un partido nacionalista, el Partido Nacionalista del Pueblo Alemán
(DNVP), que colabora con otros grupos afines en la oposición al Plan Young.
Entre ellos se encontraba el partido de Hitler, que encontrará, y a partir de ese
momento y año, la plataforma de Hugenberg como rampa de lanzamiento. Las
relaciones entre ambos partidos fueron muy buenas, hasta el punto de que en
1932 Hitler contó con los 52 parlamentarios del partido de Hugenberg. Entre
1929 y 1932, Hitler saltó de las limitadas capacidades de actuación de un
partido a las primeras de los periódicos de toda Alemania a través de la red de
Alfred Hugenberg, iniciando en esa red la que inmediatamente sería una
irresistible ascensión hacia la cumbre del poder y del Estado. Los medios de
comunicación son elementos definitivos, en un segundo momento, para
conservar y consolidar el poder conquistado, monopolizando y estatalizando su
uso.