Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Esta nueva ideología surge en el siglo XVIII a partir de las ideas de la Ilustración y
del liberalismo económico y pretende derribar los principios del Antiguo Régimen.
Ideológicamente: Plantea la existencia de libertades inalienables al individuo
(de ahí el nombre de liberalismo), la pluralidad de ideas, la opinión libre y la tolerancia.
Políticamente: No existe autoridad soberana absoluta. Se reconoce al
ciudadano con plenos poderes frente al vasallo del Antiguo Régimen.
División de poderes. El inglés Locke plantea este principio y Montesquieu lo
desarrolla, dividiendo los poderes en: Ejecutivo, recae en gobierno y rey; Legislativo
en las Cortes o Parlamentos y Judicial, en los jueces.
El concepto de soberanía como origen del poder y de la ley, recae en la
representatividad del pueblo o Nación (Soberanía Nacional), que marca la pluralidad
de ideas en un sistema de elección basado en el sufragio (inicialemente, censitario, o
bien universal masculino.
La idea de Nación se identifica como el conjunto de ciudadanos con una
trayectoria histórica común, lengua, territorio, cultura, etc, y que políticamente se
articulan en un territorio y en una serie de leyes comunes para el conjunto del Estado
(“Estado-nación”).
Las leyes comunes para la Nación-Estado, se articulan en una Constitución, o
código supremo, que contempla la forma política del país, el funcionamiento de sus
instituciones y los deberes y derechos de los ciudadanos. Se aprueba y redacta tras un
proceso a Cortes Constituyentes.
La pluralidad de ideas se refleja en la aparición de partidos políticos,
agrupaciones que reúnen a individuos de la misma o parecida opinión y que influyen en
la opinión pública. Existe un partido que realiza el gobierno y otro que hará la oposición
según la representatividad obtenida mediante el sufragio.
Esto hizo que los defensores del absolutismo – y los que recibieron
negativamente el liberalismo- se apoyaran, ya desde la enfermedad de Fernando VII en
su hermano Carlos María Isidro, quien se autoproclama rey de España en el Manifiesto
de Abrantes (octubre de 1833), a la muerte de Fernando. Nace así la gran oposición al
liberalismo, el Carlismo, que desencadena una guerra civil (primera guerra civil
carlista) que enfrenta a los defensores liberales de la Regencia de Mª Cristina
(cristinos, luego isabelinos) con los defensores de los derechos al trono de Carlos
María Isidro: son los carlistas, antiguos ultrarrealistas y herederos del movimiento de
los agraviats o malcontentos (1827) de la década ominosa que defendían el
absolutismo.