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Amado, yo deseo que tú seas prosperado

en todas las cosas, y que tengas salud, así


como prospera tu alma” (3° Juan 1:2)

Juan comienza su tercera carta con un anhelo


de prosperidad, la Biblia de Jerusalén lo traduce
así:

Pido, querido, en mis oraciones que vayas bien


en todo como va bien tu alma y que goces de
salud”

La gente, por lo general, busca prosperar en


todas las cosas que emprende, sea estudio,
carrera, empresa, negocio, etc.
Fundamentalmente esta prosperidad está
enfocada hacia lo material.
La salud física es otra área que comúnmente las
personas cuidan. Por supuesto, estas cosas
están muy bien, es natural que así sea. Sin
embargo, en ese tren de progreso y de
bienestar muchas veces nos olvidamos de algo
tan importante que es nuestra alma. Predicar el
progreso económico sin medida y sin
condiciones, no teniendo en cuenta el progreso
interior es una doctrina falaz.

                 “Así como prospera tu alma”

·       Definición de prosperidad
 Curso favorable de las cosas; éxito en lo que se 
emprende, sucede u ocurre pero en una
instancia significativamente mejor a lo que se
podría haber esperado, es decir en forma
abundante.
Próspero se compone
de pro=delante y spei=esperanza
Pro-spei= Que tiene la esperanza delante, que
recibe aliento en el porvenir. tsaleaj (j'lex),
«triunfar, prosperar». Este vocablo se encuentra
tanto en hebreo antiguo como moderno.
Aparece unas 65 veces en el texto del Antiguo
Testamento.
     
·       El alma

     “Y el Dios de paz os santifique en todo;


para que vuestro espíritu y alma y cuerpo
sea guardado entero sin reprensión para
la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1°
Tesalonisenses 5:23)

 Es una de las partes que componen al ser


humano. Por eso se dice que es “tripartito” es
decir que tiene tres partes en una sola persona.
Podemos decir que se halla en nuestro interior.
Algunos estudiosos dicen que en el alma residen
los sentimientos, las emociones, la mente o
intelecto y la voluntad.

 Mateo Entonces Jesús les dice:


26:38 Mi alma está muy triste hasta la
muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo. 

Watchman Nee define al alma de la siguiente


manera: “Es el órgano, en el hombre, para el
pensamiento, la voluntad y la emoción.

      6 ELEMENTOS QUE HACEN PROSPERAR


EL ALMA

I- Amar la verdad y ser hospitalario

Por estas cosas prosperaba Gayo.  (3 al 8)

“Grande fue mi alegría al llegar los


hermanos y  dar testimonio de tu verdad,
puesto que vives según la verdad. No
experimento alegría mayor que oír que mis
hijos viven según la verdad. Querido, te
portas fielmente en tu conducta para con
los hermanos, y eso que son forasteros.
Ellos han dado testimonio de tu amor en
presencia de la Iglesia. Harás bien en
proveerles para su viaje de manera digna
de Dios. Pues por el Nombre salieron sin
recibir nada de los gentiles.  Por eso
debemos acoger a tales personas, para ser
colaboradores en la obra de la Verdad”
(B.J.)
II- Obedecer la Palabra de Dios

“La ley de Jehová es perfecta, que


convierte el alma;
El testimonio de Jehová es fiel, que hace
sabio al sencillo” Salmo 19: 7
       
A través de la Palabra del Señor nos
convertimos.

     “Por lo cual, desechando toda inmundicia


y todo resto de malicia, reciban ustedes
con humildad (mansedumbre) la palabra
implantada, que es poderosa para salvar
sus almas” Santiago 1:21

 Hebreos 4: 12 La Palabra de Dios es lo único


que puede traspasar el alma.

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y


más penetrante que toda espada de dos filos, y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”

III. Comprender que el alma es más valiosa


que el mundo entero.

Marcos 8:36
“Porque ¿qué aprovechará el hombre, si
ganare todo el mundo, y  perdiere su
alma?

El alma es más valiosa que todo el mundo.


Tenemos un tesoro inigualable en nuestro
interior que debemos salvar, cuidar y hacer
prosperar.
¿Cuánto vale una persona? Cualquier ser
humano tiene más valor para Dios que el mundo
entero.

IV. Amar al Señor con intensidad

Marcos 12:30

     “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu


corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente, y con todas tus fuerzas. Éste es el
principal mandamiento”

Si queremos que nuestra alma progrese


amemos al Señor sin reservas, “con toda tu
alma”, es decir con la voluntad, sentimientos y
pensamientos puestos bajo su gobierno,
enfocados y rendidos Él.
Volvamos a amar al Señor como al principio. No
dejemos nuestro primer amor.

V. Practicar la comunión con los hermanos.

Hechos 4:32
“Y la multitud de los que habían creído era
de un corazón y un alma; y ninguno decía
ser suyo propio lo que poseía, sino que
tenían todas las cosas en común”

  Nuestra comunión con los hermanos no es solo


un acto presencial una o dos veces en la
semana. Ser “un alma” con ellos es la voluntad
del Señor. La unidad con el cuerpo de Cristo no
se basa en reuniones o encuentros esporádicos,
es permanente, estamos unidos las 24 horas. La
cuestión es de “corazón a corazón”. Esto implica
tener un mismo sentir, hablar lo mismo,
compartir los mismos valores del reino, etc.

VI. La necesidad de anclar el alma.

Hebreos 6: 18 al 20

“para que por dos cosas inmutables, en


las cuales es imposible que Dios mienta,
tengamos un fortísimo consuelo los que
hemos acudido para asirnos de la
esperanza puesta delante de nosotros. La
cual tenemos como segura y firme ancla
del alma, y que penetra hasta dentro del
velo, donde Jesús entró por nosotros como
  

precursor, hecho sumo sacerdote para


siempre según el orden de Melquisedec”
¿Qué es el ancla? Según el diccionario es
un objeto de hierro, generalmente en forma de
arpón o de anzuelo con las puntas rematadas en
ganchos, que va sujeto a una cadena o cabo y
se echa desde una embarcación al fondo del
mar, de un río o de un lago para asegurar la
nave y evitar que esta derive.
Necesitamos afirmar nuestra alma para que no
se pierda. Afirmarla en Cristo, en medio de su
pueblo y con una profunda convicción de la
verdad. Perseveremos en estas cosas. Sin
embargo vamos a necesitar que otros nos
ayuden a proseguir.

Hebreos 10: 39

“Pero nosotros no somos de los que


retroceden para perdición, sino de los que
tienen fe para la preservación del alma”

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