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Resumen ejecutivo 3
1 Introducción 4
2 ¿Pobres nosotros? 7
11 ¡No-se-puede! ¡No-se-puede! 55
Agradecimiento 77
Curriculum vitae 78
RESUMEN EJECUTIVO
En el trabajo se destaca el papel fundamental que en esta gran tarea nacional tendrán
que desempeñar las cámaras legislativas, las asociaciones de profesionales, los centros
de investigación y las instituciones educativas.
1. INTRODUCCIÓN
Un día los mexicanos pediremos que la fecha del 15 de noviembre de 2004 sea
grabada con letras de oro en el recinto de la Cámara de Diputados. En la sesión de ese
día los diputados analizaron, discutieron y modificaron el Presupuesto de Egresos de la
Federación para 2005 y con ello decidieron defender los intereses de sus
representados antes de aprobar a ojos cerrados cualquier petición del Presidente de la
República. Por razones comprensibles, lo que aprobaron tuvo algunos defectos, pero al
menos pretendió reflejar los reclamos de más sectores de la sociedad. La importancia
de esa fecha no estriba en que haya sido cuestionado y alterado ese proyecto
presidencial en particular, sino en que los diputados, marcando un precedente, se
decidieran finalmente a desempeñar el papel que por obligación, y creemos que por
vocación, les corresponde. Ojalá todos los legisladores de la república procedan de
manera semejante en lo que les toque hacer, pues con acciones de ese tipo, repetidas
aquí y allá una y otra vez, de no dejar las decisiones en manos de una sola persona,
contribuirán de manera efectiva a disminuir el riesgo de que México fracase como país.
Por doquiera se palpa el interés de hacer algo por las causas del pueblo. Uno puede
ayudar a la comunidad no sólo haciendo, sino también proponiendo lo que se considera
de utilidad para todos. En realidad nadie que tenga algo qué decir debiera quedarse
callado. En mi caso, el inmenso honor que significa ser recibido en el seno de la más
elevada y distinguida asociación de profesionales de la ingeniería de México, foro de la
libertad y de la libre discusión de las ideas, que es la Academia de Ingeniería, me
obliga a practicar sus principios escribiendo este trabajo. Con mi ingreso a la Academia
doy un salto de magnitud estelar. Dejo de verter mis reflexiones en el minúsculo
entorno de mi individualidad y me incorporo a este centro de resonancia nacional.
Tengo la certeza total de que las modestas aportaciones de un ingeniero prácticamente
aislado, como es mi caso, aquí tendrán el privilegio de ser escuchadas, analizadas,
discutidas, enriquecidas y amplificadas enormemente por los distinguidos profesionales
que conforman la AI, hasta convertirse en luz que ilumine el entendimiento de más
personas. Qué satisfacción sería, por ejemplo, contribuir una pizca a ampliar la visión
de estado de nuestros políticos que mucho tienen que ver en la conducción del país y
ayudarlos a que con sus decisiones de hoy nos construyan un mejor destino a todos,
incluyendo el de esos veinte millones de nuevos mexicanos que estarán aquí presentes
antes de que finalice 2025.
¡Cuánto urge mejorar la situación de los mexicanos! Los problemas del país han
llegado a niveles intolerables: 60% de la población mexicana menor de 18 años está
en la miseria (UNICEF). ¡55 millones de mexicanos sobreviven en un estado
lamentable de pobreza! (diversas dependencias del Gobierno Federal). ¡97% de los
delitos que se cometen en el país quedan impunes! (Secretaría de Desarrollo Social).
México ocupa la posición 106 en calidad del agua entre un conjunto de 120 países
(ONU). México está en el lugar 80 por su ingreso per cápita en una lista de 152 países
(Banco Mundial).
Y esto no será nada en comparación con los males que están por llegar si no ponemos
el remedio a tiempo. Un gravísimo problema se está gestando en materia de energía y
no vemos que se haga algo apropiado para enfrentarlo. Y si nadando en energía no la
hicimos, ¡sin ella agárrense!
El lector se enterará de las terribles condiciones de pobreza con las que llegó México al
final del siglo 20 y verá que en el corto trecho recorrido durante el siglo 21 seguimos
los mismos pasos. De una manera realista, medirá las posibilidades de materializar los
sueños del país, y sentirá que los cimientos de nuestro desarrollo están sembrados
literalmente en arenas movedizas.
En todo el trabajo se deja sentir, sin que se mencione explícitamente, el enorme papel
que debemos jugar los ingenieros de todas las especialidades para construir un sólido
futuro de la patria y ayudar a que se corrija la situación estructural. Además, en el
trabajo se da respuesta a una infinidad de preguntas de interés general como las
siguientes:
¿Qué deben hacer los gobernantes, antes que ninguna otra cosa, para que sus
ofrecimientos de hacer crecer la economía en 5, 7 ó más por ciento anual tengan
probabilidades de ser cumplidos? ¿Cuáles son esos elementos sin cuya posesión un
país no puede lograr crecimiento económico alguno? ¿Qué es visión de largo plazo y
cómo se asegura un futuro promisorio permanente? ¿Qué deben hacer las instituciones
educativas, los centros de investigación y en general todos nosotros para sumarnos al
esfuerzo común dentro de un rumbo común? ¿Qué papel le toca desempeñar al
gobierno y qué papel a los ciudadanos? ¿Cómo romper el círculo vicioso en que nos
encontramos? ¿Cuál es ese camino lógico, obligado, insustituible y único que nos lleva,
como receta mágica, a alcanzar el bienestar en el corto, mediano y largo plazos dentro
de una ruta segura y detonadora de progreso?
Para sensibilizar al lector sobre estos temas en muchos casos acudí a frases
dramáticas sin llegar a falsear la abundante información manejada. Aspiro a que este
trabajo se convierta en una referencia sobre el tema de la energía y le pido al lector
disfrutarlo y volverlo a leer de vez en cuando, ya que tratándose de una prospectiva le
resultará más interesante con el paso de los años.
2. ¿POBRES NOSOTROS?
Con nuestros visitantes veríamos llegar ríos de dinero. Caudalosos serían también los
flujos de riqueza que nosotros mismos llegáramos a generar sólo por atender a los
turistas, pues antes, durante y después de sus recorridos, diurnos o nocturnos,
estaríamos obligados a ofrecerles hoteles, restaurantes, bares, museos, centros de
belleza y salud, o lo que hiciera falta, para que siguieran disfrutando de nuestra
hospitalidad por el resto de sus jornadas. Ni duda cabe que para su acceso a nosotros
tendríamos que ofrecerles buenas carreteras, puentes, puertos, aeropuertos y
ferrocarriles, además de brindarles excelentes telecomunicaciones para mantenerlos
continuamente conectados con sus hogares y el resto del mundo. Y otra cosa no
menos importante: tendríamos que velar en todo momento por su seguridad.
Con tantos recursos naturales a nuestra disposición y con ese potencial de inteligencia,
arte, sensibilidad y habilidades que ostenta cada individuo de nuestra raza, ya
hubiéramos podido construir un gran país sin necesidad de depender del apoyo de
visitantes de otras tierras. Sin embargo aún con ser así de privilegiados y poseer todas
esas bellezas y riquezas que muchos países quisieran tener siquiera en mínima
fracción, México fue el gran perdedor del siglo 20.
La actividad realizada el año 2000 por todos los mexicanos que hicimos algo de valor
importó 510 mil millones de dólares. Si dividimos esta cantidad entre 100.6 millones
de habitantes, que es la cifra estimada para la población de entonces, obtenemos
como resultado 5,070 dólares por persona, que viene siendo la productividad promedio
de los mexicanos en el año 2000. Este indicador global, que llamamos indistintamente
ingreso per cápita o producto per cápita y que los economistas usan profusamente
para medir el nivel de bienestar económico de los habitantes de un país, es, como
vimos, el resultado de dividir el Producto Interno Bruto (PIB) entre el número total de
habitantes (POB).
En el PIB está considerada la participación de todas aquellas personas que hacen algo
que tenga un valor. El PIB es estimado por expertos del Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática (INEGI) con base al volumen y precio de los
bienes y servicios, dentro de un proceso que se antoja complicado pues nada que deba
ser contabilizado debe quedarse afuera. Quienes lo calculan deben evitar duplicidades
descontando en cada caso el valor de los insumos. Esto significa que el PIB es en
realidad la suma de los valores de los bienes y servicios de consumo final. Es el valor
de todo lo producido de bienes y servicios por los habitantes de un país en un periodo
dado.
Nos imaginamos que para medir o estimar el PIB, el INEGI se acerca a empresas o
individuos, pasando por fabricantes de ropa y zapatos, ensambladores de automóviles,
fleteros, productores de hidrocarburos, vendedores de energéticos, industriales de
aviación, industriales de la telecomunicación, dueños de líneas de autobuses,
empleados, taxistas, médicos, periodistas, restauranteros, hoteleros, abogados,
comunicadores, constructores de vivienda, comerciantes callejeros, banqueros y en fin,
a todo mexicano que haya realizado alguna actividad, pública o privada, para
preguntarle a cada uno qué valor tuvo su actividad en un periodo dado. Al acabar su
recorrido, el INEGI habrá encontrado finalmente el valor del PIB nacional.
Si uno o varios años después, al realizar un nuevo censo, el INEGI viera que la
actividad realizada por los habitantes del país alcanzaba un valor mayor que el que
antes tenía, concluiría que el PIB del país habría crecido.
Para que en un futuro este cociente pudiera ser mayor, tendrían que ocurrir algunas
situaciones como las siguientes: crecer el PIB sin variar el número de habitantes;
disminuir el número de habitantes sin cambiar el PIB; o crecer tanto el numerador
como el denominador, pero más el de arriba que el de abajo. Por decir algo, si después
de transcurrido un tiempo la población hubiera crecido 1%, es decir un millón de
habitantes, y el PIB hubiera crecido 10% respecto del nivel original, o sea casi 51 mil
millones de dólares, entonces el nuevo ingreso per cápita sería de 5,522 dólares:
De ocurrir una situación así, diríamos que el ingreso anual por persona habría pasado
de 5,070 a 5,522 dólares.
Con la misma simpleza de este ejemplo podemos calcular el ingreso per cápita de
cualquier año y estimar su evolución a través del tiempo, como lo haremos más
adelante.
Veamos en la tabla adjunta cómo les fue a otros habitantes del planeta en el año
2000.
Suiza 38,400
Japón 35,600
Estados Unidos 34,100
Suecia 27,100
Alemania 25,100
Singapur 24,700
Reino Unido 24,400
Francia 24,000
Canadá 21,100
Italia 20,200
México 5,070
Los suizos, japoneses y norteamericanos fueron siete veces más productivos que los
mexicanos; los suecos, alemanes, singapureños, franceses e ingleses cinco veces más;
los canadienses e italianos cuatro veces más.
Quizás las cifras de esta tabla no coincidan con las de otras fuentes; pero el amable
lector que disponga de otras y compare sus cifras con éstas estará de acuerdo en que
la posición relativa de México respecto de otros países es prácticamente la misma, sin
importar el origen de la información. Y bien podría el ingreso per cápita de México
haber sido de 6,000, 7,000 o aún 10,000 dólares y ni así cambiar su posición de
pobre; pero aclaremos que en su momento esta fue la información reconocida
oficialmente y podemos utilizarla como referencia para medir los avances que se
logren de aquí en adelante.
Analicemos con más detalle el caso de México y reconozcamos de entrada que los
promedios no existen en la vida real. Los 5,070 dólares anuales por mexicano que
acabamos de calcular no ocurrieron en la práctica. La distribución del ingreso del país,
lejos de ser uniforme es bastante dispareja.
G H I J
F
E
A
C
B
Imaginemos que el pastel mostrado en la figura representa el PIB nacional del año
2000 y que, como ya dijimos, su valor es de 509,886 millones de dólares. Recordemos
ahora que este pastel fue elaborado con la participación de 100 millones de mexicanos,
diez millones de los cuales hicieron la rebanada A, otros diez millones de habitantes la
rebanada B, otros diez millones de personas la rebanada C y de igual manera las
rebanadas D, E, F, G, H y J, cada una, repetimos, hecha con la participación de diez
millones de mexicanos.
Ahora bien, si el trabajo de los de la rebanada A tuvo un valor de 217 mil millones de
dólares y fue hecho por 10 millones de personas, podemos decir que su productividad
o ingreso per cápita promedio fue de 21,700 dólares, algo así como lo que lograron los
italianos, canadienses y franceses ese mismo año. Por su parte el ingreso per cápita de
los de la rebanada B fue de 8,066 dólares, y el de los 80 millones de mexicanos
restantes fue apenas de 2,652 dólares por cabeza, algo así como siete dólares diarios.
Al seguir hurgando esto, llegamos a descubrir, con mucho dolor, que el grupo más
pobre, o más J... como sugiere la letra que en orden alfabético le correspondió, y que
está conformado también por diez millones de mexicanos, tuvo la desgracia de tener
tan sólo un ingreso per cápita de 321 dólares al año, o sea de ¡menos de un dólar al
día!
Después de ver todo esto ¿qué respuesta damos a nuestra pregunta inicial? ¿somos o
no somos pobres?... Comparados con los gringos todos los mexicanos somos pobres,
pues con un ingreso promedio de 5,070 dólares al año estamos muy abajo de los 12
mil dólares anuales que ellos consideran como su línea de pobreza, es decir el ingreso
abajo del cual sus ciudadanos son considerados pobres.
En el mundo hay otros más pobres que nosotros, pero no se trata de consolarnos con
el mal de muchos. De que somos pobres ni duda cabe, y los diversos estudios
conducidos por la Secretaría de Desarrollo Social dan cuenta de la espantosa miseria
que padecen millones de mexicanos de todas las entidades federativas.
Pedimos al amable lector un poco de paciencia para examinar las dos tablas que le
presentaremos en este capítulo. En ellas encontrará cosas impresionantes.
Ahora bien, si el crecimiento económico de los años 2007 a 2025 fuera en efecto de
5% anual, el PIB crecería como se muestra en la columna 3, llegando a alcanzar el
valor de 1,466,925 millones de dólares en el año 2025.
TASA TASA
PIB PIB POB POB PIB/POB
AÑO (%) (MM-USD) (MM-HAB) (%) (USD/HAB)
Por otra parte, la población de México, según estimaciones del CONAPO, podría ser la
que se muestra en la columna 4. Ahí vemos que de 100.6 millones de habitantes del
año 2000 se pasa a 124.3 millones al año 2025. Estas cifras implican que el
crecimiento demográfico tenga lugar a tasas bastante moderadas (columna 5) que
disminuyen progresivamente desde 1.31% anual que se tuvo entre los años 1999 y
2000 hasta 0.55% que se espera entre 2024 y 2025. De no lograrse esta drástica
disminución del crecimiento demográfico estimado por el CONAPO bajo supuestos que
ignoramos, debemos esperar que la población del país llegue mucho más numerosa en
el 2025, con algún valor quizás superior a los 130 millones de habitantes.
Al dividir las cifras de la columna 3 entre las de la columna 4 se obtiene el ingreso per
cápita consignado en la columna 6. En primer lugar vemos que el sexenio 2000-2006
prácticamente terminará como empezó, con un ingreso per cápita de apenas 5,399
dólares anuales. En segundo lugar vemos que con un crecimiento de 5% anual le
estamos tirando a llegar a 2025 con un ingreso per cápita ligeramente superior al
doble del actual, con 11,799 dólares. Y esto, con todo y ser mucho, no alcanza a cubrir
las expectativas que tenemos los mexicanos respecto de nuestro bienestar, pues en 20
años no rebasaremos la línea de pobreza actual de los Estados Unidos y menos la que
ellos podrían tener para entonces dado que su ingreso per cápita andará cercano a los
60 mil dólares.
Visto a la luz de lo hecho por México desde 1983, alcanzar un crecimiento de 5% anual
en los próximos 20 años sería un avance importante, más del doble de lo logrado en
los últimos 23 años, pero aún así, ello sería una pobre aspiración frente a lo que
realmente necesitamos mejorar los mexicanos.
TASA TASA
PIB PIB POB POB PIB/POB
AÑO (%) (MM-USD) (MM-HAB) (%) (USD/HAB)
Ahora bien, si veinte años no bastan para que la hagamos con 7% anual… ¿Cuántos
años harían falta para salir de pobres? ¿A qué tasas tendríamos que crecer para que en
un plazo razonable alcanzáramos, ya no digamos los niveles de riqueza que
estadounidenses, japoneses y europeos tendrán entonces, pero siquiera para igualar a
sus habitantes pobres?... Es bueno soñar pero no tanto y más nos valiera ir limitando
nuestras esperanzas de crecimientos desmedidos porque los elementos que hacen
posible el desarrollo económico se nos están escapando de las manos.
Para calentarse, enfriarse, producir o cocer sus alimentos, fabricar sus vestidos,
transportarse, edificar su morada, o divertirse, el mexicano hace uso de gasolina,
diesel, gas natural, gas licuado, combustóleo, turbosina, electricidad, leña, bagazo de
caña, coque, algo de viento y algo de sol. ¡Nada más!
Los primeros seis de esos productos son claramente hidrocarburos. Por otra parte, de
lo que se consume en forma de electricidad 66% se hace con hidrocarburos y el resto
con energía nuclear o hidráulica principalmente. La participación de otras fuentes,
como la geotérmica, eólica y solar, es insignificante.
Los energéticos son usados 43% en el sector transporte, 32% en la industria, 22% en
los sectores residencial, comercial y público, y 3% en el sector agropecuario.
Las industrias, sin incluir al propio sector energético, utilizan gas natural, electricidad,
combustóleo, coque, bagazo de caña, gas licuado y diesel. Del total de energía que va
a parar al sector industrial, los derivados de hidrocarburos tienen una participación
directa de 56%, aparte de la que tienen indirectamente en forma de electricidad.
Otro ejemplo es el petróleo, ese líquido aceitoso más ligero que el agua, de color
generalmente oscuro y olor desagradable dado su contenido de azufre, que arde con
facilidad y que no tiene uso alguno en condiciones originales. Con la “refinación” del
petróleo obtenemos sus derivados llamados “refinados”. El proceso de refinar consiste
en calentarlo y aprovechar los vapores que desprende a medida que se aumenta su
temperatura, vapores que, capturados y vueltos a enfriar hasta que se licúan, dan
origen a la gasolina, el diesel y los demás productos. Al ser calentado, el petróleo
produce vapores que corresponden a gasolina cuando la temperatura está por ahí de
35 a 100 grados Celsius (°C), vapores de turbosina cuando su temperatura está entre
160 y 230 °C y vapores de diesel cuando está entre 230 y 340 °C. El residuo que
queda a temperaturas arriba de 430 °C puede ser sometido a un tratamiento de
purificación para destinarse al consumo final o a otros tratamientos que de nuevo dan
origen a productos ligeros como la gasolina.
El ciudadano común suele confundir refinación con petroquímica. Nada qué ver
refinerías con centros petroquímicos. La petroquímica consiste en combinar, por
procesos químicos, los elementos fundamentales del petróleo (carbón e hidrógeno) con
otras substancias, para producir fertilizantes, plásticos, telas y cientos de miles de
productos más. La refinación consiste en separar, por medios físicos principalmente,
los grupos de compuestos del petróleo para darles la presentación de gasolina,
turbosina y diesel, entre otros.
Los centros petroquímicos más importantes construidos por el Estado mexicano son los
de Cosoleacaque, La Cangrejera, Morelos, Pajaritos, Independencia, Escolín, Camargo
y Tula. El famoso Fénix es un proyecto petroquímico. Por su parte las únicas seis
refinerías con que cuenta México se localizan en Minatitlán (Ver), Salina Cruz (Oax),
Tula (Hgo), Salamanca (Gto), Ciudad Madero (Tam) y Cadereyta (Nuevo León).
El gas natural, por su parte, cuando sale del subsuelo es una mezcla de metano,
etano, propano, butano, pentanos y otros hidrocarburos, y de algunas “impurezas”
como agua, azufre (ácido sulfhídrico), bióxido de carbono y nitrógeno. Estos productos
son separados unos de otros en centros llamados de procesamiento de gas como
Cactus, Nuevo Pemex, Ciudad Pemex y Burgos. El energético que conocemos como gas
licuado es la mezcla de propano y butano, en proporciones no necesariamente iguales.
El gas residual o seco, que es casi puro metano, se usa como materia prima en la
elaboración de productos petroquímicos, como combustible en las cocinas de algunos
hogares, como combustible en diversas industrias y como combustible en el proceso de
generación de electricidad, de manera análoga a como se usa el combustóleo. Por eso
la electricidad así generada, también tiene su origen en los hidrocarburos.
En el principio de los tiempos la única energía usada por el hombre debió ser la que
provenía de sus alimentos. Con la energía corporal que recibía de las substancias que
ingería, el hombre se desplazaba, subía, bajaba, corría, brincaba, hablaba y pensaba.
Conforme inteligencia y buena suerte le favorecieron, se fue apoyando en otras
fuentes. Con la domesticación de plantas y animales, el hombre aumentó su capacidad
de producción. Entonces no sólo utilizó su propia fuerza para transportar su carga o
triturar sus semillas, sino que aprovechó la de los animales y con ello creció su
potencial. Con el control del fuego vino el empleo permanente de la leña; más adelante
el del carbón. Esto lo posibilitó a beneficiar minerales y entrar en la productiva era de
los metales. Con estos mejoró sus armas de guerra y caza, así como sus instrumentos
de labranza.
El hombre conoció los secretos del viento y los aprovechó para mover sus molinos o
desplazar sus embarcaciones. Tras haber conquistado los mares pudo realizar proezas
mayores, como descubrir América. Apenas ayer, su ingenio y su ciencia le hicieron
aprovechar el vapor de agua para mover grandes máquinas, naciendo así el ferrocarril
y los buques de vapor que sostuvieron el progreso explosivo del hombre durante el
siglo 19. Aún con tales avances, la leña y el carbón siguieron siendo las principales
fuentes de energía por todo el siglo 19, hasta que llegó el petróleo, primero a salvar
ballenas, y luego a propiciar el salto extraordinario hacia un progreso material nunca
antes imaginado. Más adelante el hombre logró controlar la energía de otras fuentes
como la geotérmica, la nuclear, la solar y otras. Si bien el 27 de agosto de 1859 marcó
el principio de la explotación comercial del petróleo, en Titusville, Pensilvania, no fue
sino hasta principios del siglo 20 cuando esta fuente de energía cobró su verdadera
importancia.
Hoy día, del total de energía final que consumimos los mexicanos, incluido el sector
energético, la gasolina ocupa 26%, el diesel 15%, el gas natural 12%, el gas licuado
12%, el combustóleo 5%, la turbosina 3%, la leña 7%, el coque 3%, el bagazo de
caña 2% y la electricidad 15%, sin olvidar que dos terceras partes de la electricidad se
hacen de petróleo. Este es nuestro universo energético, por lo que hablar de energía
en México es hablar de esos productos y de ningún otro. ¡No hay más!
Se puede ver que el mundo consumió ese año el equivalente a 209 millones de barriles
diarios de crudo y que Estados Unidos, con apenas el 5% de la población mundial,
consumió el 24% del total del planeta, con un equivalente a 49 millones de barriles
diarios de crudo. Otra cosa: los quince países seleccionados arbitrariamente que se
muestran consumieron el 70% de toda la energía.
Vale la pena señalar que el consumo de gas de los Estados Unidos, en las unidades
acostumbradas, fue de 61,000 millones de pies cúbicos diarios, unas catorce veces el
consumo de México.
Si consideramos que para 2003 los Estados Unidos tenían una población de 288
millones de habitantes, desprendemos que el consumo promedio por habitante fue
equivalente a 27 litros de petróleo por día, mientras que cada mexicano apenas llegó a
los 4.5 litros diarios. Esa diferencia en consumo explica la enorme distancia entre las
economías de ambos países, que se refleja en sus respectivos ingresos per cápita en la
misma proporción. Mientras más energía se consume más PIB se genera (capítulo 7).
Algo semejante podríamos decir del carbón y sus reservas, por lo que llegamos a la
conclusión de que los hidrocarburos serán nuestra principal fuente de energía por lo
menos durante treinta años más. El sólo pretender tomar otro camino sería una
insensatez, pues los hidrocarburos son hoy día nuestra fuente de energía más barata y
relativamente más abundante. De igual manera sería imprudencia cruzarnos de brazos
y no intensificar la investigación de otras fuentes cuando sabemos que los
hidrocarburos no son renovables y que por lo tanto tienen su final marcado.
Los amables lectores pueden decir que para tener actividad económica se requieren
ideas, proyectos, recursos financieros, educación, salud, confianza... y mil cosas más
por ese estilo. Y tendrán razón, pero hay que reconocer que no bastan las ganas, ni los
buenos propósitos, ni las buenas ideas, ni los buenos proyectos para lograr el
crecimiento económico deseado. Los elementos fundamentales, sin los cuales no es
posible lograr actividad económica alguna, aunque haya ideas, proyectos, educación,
salud, voluntad, dinero y más, son la energía, el agua, las comunicaciones y las
garantías, entre otros.
Porque las carreteras, los ferrocarriles, los puertos, los puentes, los aeropuertos y las
telecomunicaciones son los medios insustituibles para que se den los intercambios de
bienes y servicios entre las personas. Si algo detona el progreso desde su propia
construcción, es una vía de comunicación. Prácticamente todo lo que usamos o
consumimos viene de un lugar diferente del que nos encontramos. Todo viene de lejos,
o de cerca, pero siempre con el empleo de vías de comunicación. A mejores vías
menor costo, menor tiempo y más intercambio.
¿Nos habremos esforzado bastante los mexicanos para contar con una buena
infraestructura carretera, portuaria, ferroviaria, o aeroportuaria?... Obviamente no,
como podemos comprobarlo de inmediato si miramos por un instante un mapa de
carreteras. Nos decepcionará encontrar que ya entrado el siglo veintiuno no hay, por
ejemplo, una buena carretera que conecte a Tampico con alguna ciudad importante de
la república. Ese es el puerto ideal para exportar hacia Estados Unidos, Europa y otras
partes, los productos provenientes de San Luis Potosí y sus diez estados vecinos; sin
embargo las brechas actuales que nos llevan a Tampico son literalmente “carreteras”,
es decir caminos de carreta. Igual sucede en muchas otras regiones del país.
Alguna vez los sufridos usuarios de las carreteras que unen el noreste con el sureste
de la república habrán soñado con llevar sus vehículos flotando por el Golfo de México
dentro de transbordadores, desde Tamaulipas hasta Campeche, Yucatán o Quintana
Roo; o los de estas entidades con desplazarse navegando hasta Tabasco, Veracruz y
Tamaulipas.
Ni qué decir del desaprovechamiento de la ruta Coatzacoalcos-Salina Cruz, que une los
dos mares en la parte más angosta de la república, y que debíamos tener comunicada
con ferrocarriles y autopistas de última generación para hacer el negocio más rentable
del mundo.
Porque el agua es esencial para la vida. Porque alrededor de dos tercios de lo que pesa
el cuerpo humano es agua. Porque el hombre necesita el agua en sus alimentos; la
necesita en su higiene corporal y en la limpieza de su hogar, vestido, enseres, oficina,
fábrica, calles. También la requiere para la producción de muchos de sus bienes; la
necesita en la agricultura o en la fábrica, ya formando parte de la materia prima o
usándola como medio para transportar sus desechos industriales o domésticos; la usa
en la construcción de edificios, en la generación de electricidad, en el enfriamiento o
calentamiento de sus procesos industriales.
En fin ¿qué podríamos decir sobre el agua que no supiera ya el amable lector?... A uso
agrícola destinamos 65% del total, a generación de electricidad 19%, a uso industrial
10%, a uso recreativo 3%, a uso humano 2% y a uso público 1%.
Porque sin energía nada se puede hacer, ni se ha podido, ni se podrá, como quedó
establecido en el capítulo 4.
Doña Eva podrá tener todos los ingredientes para elaborar sus famosas quesadillas,
pero si no tiene la energía que le permita transformarlas en un producto de consumo
final, será como no haberlas hecho nunca. La quesadilla no se puede comer cruda y
tampoco se puede cocer con el calor humano de la concavidad que forma el arranque
del brazo con el cuerpo. Sólo se puede cocer con la energía que proporcionan el
Cuando, terminada la jornada, doña Eva tiene que regresar a su hogar, ojalá que no la
atajen maleantes para arrebatarle el producto de su trabajo, porque al no encontrar
apoyo de las autoridades ni amparo de la justicia lo pensará dos veces antes de
regresar a su trabajo. Nadie podría trabajar en condiciones así de inseguras y mejor ni
volver al puesto sin antes resolver lo relativo a la seguridad personal.
Doña Eva no sería nada sin energía, agua, comunicaciones y garantías. De sus
modestas actividades come, viste y paga su morada. Así sostiene su vida. Hoy doña
Eva cura sus males con té de hojas de naranjo, pero, si las cosas salen bien, algún día
podrá darse el lujo de comprarse salud con medicinas de patente. Por ahora están
primero la papa, el vestido y el abrigo, es decir lo urgente; después vendrán los lujos
como la salud, el esparcimiento y la educación de sus hijos.
Seguro indagará más cosas: ¿Dónde está el agua? ¿Dónde la autopista para sacar los
productos hasta el Golfo de México? ¿Dónde están los puertos mismos? ¿Dónde las
líneas férreas u otras vías terrestres para distribuirlos eficientemente en el interior del
país? ¿Dónde el aeropuerto? ¿Dónde el puerto por el cual entrará la maquinaria que
para integrar su fábrica traerá de lejos, en partes de gran tamaño que no pueden
transportarse desmanteladas, sino en contenedores que sólo caben en caminos de
anchura considerable? ¿Dónde las garantías para que los productos se transporten con
absoluta seguridad hasta su destino? …
No por atender los asuntos urgentes del día debe el gobierno dejar de ser previsor. Así
como está obligado a realizar los quehaceres cotidianos, está obligado a vigilar el
horizonte, con la visión más amplia que le sea posible desarrollar, para detectar a
tiempo los vientos amenazantes y evitar que nos sorprendan convertidos en tormenta.
Y aunque no necesariamente al frente de la operación física de las cosas, el gobierno
tiene la obligación de garantizar el abasto oportuno, económico, confiable y seguro, a
corto, mediano y largo plazos, de la energía, el agua, las comunicaciones, las
garantías, la educación, la salud y demás servicios elementales que el pueblo le paga
para atender.
De todo esto una sola conclusión: si no hay energía, no hay actividad económica, ni
PIB, ni nada. Tampoco lo hay sin agua, o sin comunicaciones. Y menos sin las
garantías elementales que hacen posible la vida armónica de la sociedad. Dicho
también de esta manera: sin energía no hay agua, ni comunicaciones, ni garantías,
porque hasta para esto último se necesita ¡mucha energía!
Si bien para las personas nacidas entre 1982 y 2006, México es un país perdedor, pues
entre marginación, desempleo, inseguridad, pobreza, ignorancia, injusticia,
insalubridad, desigualdad, hambre, éxodo, desnutrición, contaminación del aire,
contaminación de ríos y cuerpos de agua en general, analfabetismo e infinidad de
males más, todo ha sido frustración nacional durante 24 años consecutivos, los
mexicanos que tuvimos la suerte de conocer un México pujante en un pasado cada vez
más lejano, creemos que nuestro país puede, si quiere, retomar el rumbo de progreso
que perdió hace mucho. Quizás el amable lector no sepa que México fue la admiración
del mundo por varias décadas durante el siglo 20. En efecto, ante el crecimiento
económico que el país experimentaba año con año el mundo reaccionaba con un
prolongado ¡oh! y ensalzaba el milagro mexicano.
Fue así como durante 48 años consecutivos, 1934-1982, el país tuvo un crecimiento
promedio de 6.1% anual, mientras que durante los últimos 23 años, 1982-2005, la
actividad económica sólo creció a razón de 2.3% anual.
500
400
300
200
100
0
1938
1940
1942
1944
1946
1948
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
La producción de petróleo crudo, con algunos altibajos, había pasado de 105 mil
barriles diarios en 1938 a 429 mil en 1970, multiplicándose por 4 en treinta y dos
años. Pero en 1971, a pesar de que se tenían importantes reservas petroleras, no hubo
más remedio que empezar a importar petróleo, en este caso de Venezuela.
Las reservas no podían (ni pueden) ser extraídas al ritmo deseable. Las razones
técnicas serán comentadas en el capítulo 8.
El eterno conflicto entre árabes y judíos provocó en 1973 un problema mundial del que
hoy día no salimos todavía los mexicanos. Sepa el amable lector que ese año los
árabes, cansados de la ayuda que a su juicio los Estados Unidos y otros países
desarrollados brindaban a Israel en perjuicio de los árabes, decidieron castigar al
mundo occidental suspendiendo importantes suministros de petróleo crudo. A
mediados de octubre de 1973, la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP) bajó abruptamente el suministro de petróleo al mismo tiempo que subió 70%
el precio del crudo árabe ligero de 34° API, llevándolo en número redondos de 3 a 5
dólares el barril. Para diciembre de ese año volvió a subir el precio, pero ahora a casi
12 dólares el barril.
A estas drásticas medidas, que muchos creyeron pasajeras, siguieron otras, y al paso
de los meses aquello se convirtió en un verdadero embargo petrolero que trajo como
consecuencia una elevación continua de precios durante casi once años. Ya para enero
de 1981 el precio promedio de los crudos marcadores árabes era de 36 dólares, siendo
de 32 dólares el del árabe ligero de 34° API y de poco más de 40 dólares el del libio,
de 36° API; ¡dólares de aquellos tiempos! Los productores de petróleo eran los
mandamases del mercado: “si no me lo compras a este precio, no hay petróleo”. Era,
lo que se dice, un mercado de vendedores.
(Entre paréntesis, los crudos mexicanos de exportación son el maya o pesado de 22°
API, el istmo o ligero de 33.6° API y el olmeca o superligero de 39.3° API.)
Ante aquella grave situación, los países de la OCDE (Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico, o club de ricos, al que irónicamente México ingresó en el
sexenio 1988-1994 y por lo cual paga sus cuotas puntualmente) crearon la llamada
En efecto, lo hemos pagado después, pero muy caro. Aquella subida de los precios del
petróleo desató una salvaje inflación mundial que llegó a límites insospechados. Esta
inflación hizo subir las tasas de interés a niveles nunca vistos. Llegó un día en que los
países deudores, como México, sin darse cuenta, ya estaban pagando intereses de
20% anual sobre sus deudas en dólares.
Así estaban las cosas cuando una mañana de los primeros días de junio de 1981
empezaron a llegar los “telex” urgentes a la oficina del director de Petróleos
Mexicanos, procedentes de los encargados de vender el crudo mexicano en el mercado
mundial. Pedían instrucciones respecto de los precios de venta, pues otros productores
habían bajado súbitamente tres dólares al precio de su petróleo y empezaban a
recibirse amenazas de nuestros clientes de que en caso de no bajarlo nosotros
también, nadie compraría crudo mexicano.
Ante la inevitable disminución del precio, un alto funcionario del gobierno de esos
tiempos encabezó un movimiento de “indignación nacional”, diciendo por aquí y por
allá que estaba apuntando los nombres de todos aquellos que no quisieran comprar el
crudo mexicano al precio que nosotros dijéramos, para no volverles a vender jamás ni
una gota de petróleo.
Los momentos que siguieron para México fueron verdaderamente difíciles. De repente
nadie nos compró el crudo. La situación se puso gravísima, pues para entonces el 65
por ciento del total de divisas que ingresaban a México por comercio exterior venían de
la exportación de petróleo crudo.
La cosa es que nos quedamos con los dedos entre la puerta. El precio del petróleo
continuó bajando mientras los intereses de nuestra deuda se fueron a las nubes. ¡Ya
no teníamos de dónde sacar para pagar! Nuestro peso se desplomó a pesar de aquella
famosa defensa “perruna”. Los precios del petróleo se hundieron y nos quedamos con
la deuda directa de la industria petrolera y con la indirecta, adquirida con pretexto del
petróleo. En estas condiciones realmente adversas se inició el primer sexenio
neoliberal (1982-1988).
Desde esa crisis no hemos dejado de pagar los elevados intereses que hasta hoy nos
asfixian. Los ingresos por exportación de crudo, salvo en años atípicos como 2004,
2005 y 2006, jamás han alcanzado a cubrir ni siquiera esos servicios de nuestra deuda
externa.
En los últimos años del sexenio 1988-1994 el gobierno había logrado infundir gran
confianza entre la población sobre la estabilidad económica del país. Muchos individuos
y empresas adquirieron importantes financiamientos bancarios en compromisos
hipotecarios de largo plazo y tasas de interés flotantes. Sin embargo los asesinatos en
1994 de Colosio (marzo) y Ruiz Masieu (septiembre), más otros movimientos
realmente imprudentes de algunos políticos, acabaron por minar la endeble economía
nacional. Las tasas de interés que en 1994 aplicaban los bancos a sus deudores fueron
subiendo de manera exagerada a lo largo de ese año. Por poner un ejemplo, la tasa de
referencia TIIP pasó de 11% en enero a 19% en abril y a 28% en diciembre. Pero en
diciembre de 1994, de repente, apenas veinte días después de inaugurado el gobierno
de Zedillo, abruptamente se perdió la confianza en las instituciones financieras. Se
devaluó el peso y se elevaron las tasas de interés despiadadamente. Ya para marzo de
1995 la TIIP había llegado a 86% y no hubo individuo o empresa con deudas bancarias
que aguantara una situación así de grave.
Casi todo mundo quebró, y meses más tarde fueron embargadas propiedades al por
mayor. Las empresas, en la ruina, hicieron despidos masivos y cerraron sus puertas.
Gracias a su información privilegiada y probables complicidades, personajes muy
influyentes y banqueros no sólo no quebraron sino que se volvieron más ricos de lo
que ya eran. Por muchos indicios se piensa que el error de diciembre, el fobaproa y
todo lo demás, fue gestado años antes, dentro de un perverso plan trans-sexenal.
El petróleo crudo ha llamado toda nuestra atención. ¡Nos deslumbra el dinero fácil! La
visión de estado brilla por su ausencia. Nos volvimos exportadores de petróleo crudo e
importadores de productos derivados del petróleo. Abandonamos nuestra política de
autosuficiencia energética que tantos beneficios nos trajo durante cinco décadas.
Olvidamos el valor energético del crudo y nos volvimos el hazmerreír del mundo: un
país petrolero incapaz de elaborar sus propios productos petrolíferos. Dejamos de
construir refinerías y hasta cerramos una de ellas como si las tuviéramos de sobra.
Hoy el gobierno ha aumentado su dependencia de los ingresos petroleros de manera
alarmante, al mismo tiempo que ha llevado a la quiebra financiera a nuestra empresa
petrolera, bajo el amparo de una política impositiva iniciada en 1993. Por ningún lado
asoma la intención de aprender del pasado y corregir el rumbo que hoy se sigue. El
país está expuesto a un riesgo demasiado elevado.
Para contestar esta pregunta empecemos analizando, a través de las cifras disponibles,
la estrecha relación que existe entre el consumo de energía y la actividad económica.
Ya sabemos que en México no se rinde culto al registro oportuno del dato exacto de los
eventos y que los sistemas de información, cuando los hay, son de baja calidad; sin
embargo, con las limitaciones del caso, los datos disponibles nos permiten exhibir en la
siguiente gráfica las tasas de crecimiento de consumo de energía (línea fina) y las del
PIB (línea gruesa), para cada año desde 1966 hasta 2000. En esta gráfica hemos
limado las asperezas de los datos originales con promedios móviles; esto hace posible
que veamos con gran nitidez la asombrosa correlación que existe entre PIB y consumo
de energía. Ahí vemos que si sube la actividad económica, sube el consumo de energía
y que si esa actividad baja le ocurre igual al consumo.
12.00
10.00
8.00
6.00
4.00
2.00
-
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
-2.00
El actual consumo de energía de México por cada mil dólares de PIB es de 2 bpce. Sin
embargo la estrecha dependencia tecnológica que mantenemos con el exterior,
principalmente en el sector transporte, nos permite esperar una mejoría significativa al
paso de los años. De cuánto podría ser esa mejoría hacia el año 2025 no lo sabemos,
porque ello depende a su vez de lo que el país logre mejorar en el terreno económico;
pero si, por decir algo, para entonces hubiéramos mejorado nuestra eficiencia en un
cuarenta por ciento, sólo requeriríamos 1.2 bpce por cada mil dólares de PIB, o algo
similar. Una meta de mejoramiento establecida de esta manera nos permitiría formular
una regla práctica para pronosticar a brocha gorda el consumo de energía esperado
año con año desde aquí hasta entonces. Partiendo de algún año tomado como
referencia, aplicaríamos al consumo de energía una tasa de crecimiento menor que la
esperada en el PIB, de tal manera que comenzando con la intensidad energética actual
de 2.0 bpce llegáramos al año 2025 con 1.2 bpce. Ilustraremos este procedimiento con
un ejemplo, antes de aplicarlo más adelante.
(365)(3,000,000)
= 1.825
600,000,000,000
1,000
Este procedimiento, que ideamos con el único fin de presentar al amable lector un
método ilustrativo, lógico y sobre todo sencillo para pronosticar una cuestión tan
compleja, debe ser sin duda superado por los modelos que las diversas instituciones
del país relacionadas con la energía tienen para estimar nuestras necesidades futuras
de energía; sin embargo, en aras de la sencillez, lo seguiremos usando líneas abajo.
De acuerdo con la Secretaría de Energía, durante el año 2003 México consumió 6,192
petajoules (PJ), que equivalen a la energía que producen 2,893,460 barriles de
petróleo crudo por día. De ese total, 2,391 PJ, o sea 39%, fueron consumidos por el
llamado sector energético y 3,801 PJ, o sea 61%, por todos los demás sectores del
país. Los habitantes comunes y corrientes de nuestra patria usamos esta última
cantidad de energéticos en forma de gasolinas (1,065.5 PJ), electricidad (577.4 PJ),
diesel (570.4 PJ), gas licuado (454.8 PJ), gas natural (420.5 PJ), leña (256.7 PJ),
combustóleo (123.1 PJ), turbosina (107.2 PJ), bagazo de caña (86.9 PJ), coque de
petróleo (67.5 PJ), coque de carbón (63.8 PJ) y carbón (7.5 PJ). Por lo que hace a la
electricidad, 381.6 PJ fueron generados con hidrocarburos y 195.8 PJ a partir de otras
fuentes. De esta manera los hidrocarburos tuvieron una participación total de 5,512 PJ
(89%) y las otras fuentes una de 680 PJ (11%), equivaliendo estas últimas a 318 mil
barriles diarios de petróleo crudo equivalente.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10)
(4) - (5) (6) - (8) INTENSIDAD
TASA PIB ENERGÍA OTRAS HIDROC. GAS NATURAL GAS NATURAL CRUDO ENERGÉTICA
AÑO PIB MM USD bpced FUENTES bpced MM pcd bpced bd bpce/1,000 USD
La tercera columna muestra el PIB en millones de dólares, calculado con las tasas de la
segunda columna. La cuarta columna contiene el pronóstico de consumo de energía,
en bpce, calculado con el método explicado líneas arriba y con una tasa menor que la
del PIB a fin de llegar al año 2025 con una intensidad energética de 1.2 bpce por cada
mil dólares de PIB como se muestra en la columna 10.
Así, de un consumo de energía de 1.94 barriles por cada mil dólares de PIB del año
2005 pasaríamos a uno de 1.2 barriles en el año 2025, implicando mayor eficiencia
energética. Esta mejoría sería la consecuencia de contar con sistemas de transporte
más eficientes, mejores plantas industriales y en general hábitos de ahorro en los
sectores residencial, comercial, público y agropecuario. Con estos resultados nuestro
ingreso per cápita habría pasado de 5,244 dólares en el año 2005, con una población
de 106.5 millones de habitantes, a uno de 16,886 dólares anuales en el año 2025, con
una población de 124.3 millones de habitantes (capítulo 3).
Vale la pena aclarar que las cifras de la columna 7 están expresadas en millones de
pies cúbicos, mientras que todo lo habíamos venido manejando en barriles de petróleo
crudo equivalente. Para pasar a barriles las cifras de la columna 7, hemos considerado
que cada 5,000 pies cúbicos de gas equivalen, en poder calorífico, a un barril de crudo.
El resultado de dividir entre 5,000 las cifras de la columna 7 lo hemos anotado en la
columna 8. La columna 9 expresa, finalmente, el consumo estimado de crudo, el cual
obtuvimos después de restar a la columna 6 el contenido de la columna 8.
Una política energética debe empezar por definir cuánto del total de hidrocarburos
mostrado en la columna 6 queremos que sea gas natural y cuánto queremos que sea
crudo. En el esquema presentado vemos que el consumo de crudo para el año 2025
sólo sería de 4.565 millones de barriles diarios porque además estaríamos
consumiendo 10,000 millones de pies cúbicos diarios de gas natural. Sin embargo, si
después de evaluar el alcance de nuestras reservas petroleras, como lo haremos en el
capítulo 8, nos percatáramos de que no tenemos suficiente gas natural para apuntalar
las intenciones de la Secretaría de Energía, y que por el contrario tuviéramos petróleo
crudo en exceso, lo prudente sería modificar la estructura del consumo, cargándonos
más al crudo que al gas natural. Un cambio así nos haría disminuir las cantidades de la
columna 7 (y por lo tanto las de la 8) a condición de aumentar las cantidades de la
columna 9. Cada vez que redujéramos en 1,000 millones de pies cúbicos el consumo
de gas natural, tendríamos que aumentar en 200 mil barriles diarios el consumo de
crudo. Sólo permanecerían sin cambio las cifras de la columna 6.
En resumen, la tabla nos señala con mucha claridad que un crecimiento de 7% anual
en el PIB elevaría progresivamente nuestro consumo de energía hasta alcanzar 4.6
millones de barriles diarios de crudo y 10,000 millones de pies cúbicos diarios de gas
natural en el año 2025. Sin esta energía no podríamos sostener un crecimiento
económico de ese tamaño.
¿De veras habrá petróleo hasta p’aventar p’arriba?... Muchos así lo creen, aunque los
informes oficiales señalen lo contrario. Y es que, como ocurre con cualquier tema, que
puede ser incomprensible para los no familiarizados con él, es seguro que en relación a
las reservas petroleras muchos hablen de ellas sin conocer su verdadero significado.
Sin embargo las reservas de hidrocarburos son algo muy sencillo de interpretar, como
se verá a continuación.
Primero comentemos que Petróleos Mexicanos clasifica los hidrocarburos que extrae
del subsuelo en básicamente dos tipos de fluidos: petróleo crudo y gas natural. El
petróleo crudo es una mezcla de hidrocarburos en estado líquido y el gas natural es
también una mezcla de hidrocarburos pero en estado gaseoso.
El petróleo y el gas natural al que se refieren las reservas, ya sea que estén
mezclados, o separados, tienen su residencia natural en el subsuelo, dentro de los
poros de aquellas rocas que por su geometría y otras características favorables llegan
a formar una trampa o sea un recipiente natural que los mexicanos llamamos
yacimiento, los franceses gisement, los gringos reservoir y otros reservorio. Estos
receptáculos naturales pueden encontrarse lo mismo a mil que a cinco mil metros bajo
tierra, aunque los hay más profundos como también muchísimo más someros.
En una especie de ultrasonido que se practica al subsuelo, como esos estudios que
permiten configurar objetivos particulares en el interior del cuerpo humano sin
necesidad de abrirlo, los exploradores petroleros detectan la presencia de receptáculos
naturales con probabilidades de estar almacenando petróleo. Si esas estructuras
geológicas realmente contienen o no hidrocarburos sólo es posible saberlo mediante
pozos que se perforen hasta las profundidades donde se ubiquen, a fin de que sean
físicamente atravesadas. En el momento en que un pozo comprueba la presencia de
hidrocarburos susceptibles de extraerse bajo condiciones económicas favorables, se
puede afirmar que en esa porción del subsuelo hay un volumen que puede ser
considerado reserva probada. El nombre de probada se le da en virtud de que la
existencia de hidrocarburos ha quedado comprobada o confirmada con tal pozo. Por
otra parte, dada la incertidumbre sobre el resto del yacimiento, al volumen de petróleo
que pudiera existir en las cercanías del pozo comprobador se le llama probable, y a lo
que pudiera estar algo más allá de donde se encuentra lo probable se le llama posible.
Una reserva probable se convierte en reserva probada sólo cuando se confirma la
presencia de hidrocarburos a través de pozos que llegan hasta esas porciones del
subsuelo.
Con estas explicaciones esperamos que esté claro que lo que llamamos reserva
petrolera no es un volumen almacenado en tanques colocados sobre la superficie del
suelo, sino un volumen a grandes profundidades del subsuelo contenido en los poros
de las rocas de los yacimientos.
Veremos ahora por qué las reservas no pueden ser extraídas al ritmo que nos plazca,
sino al ritmo que su naturaleza física lo permite, lo que en general depende de las
características de las rocas, que pueden facilitar o dificultar el flujo de hidrocarburos a
través de ellas, de las profundidades de los yacimientos, de las propiedades de los
fluidos y de las condiciones de presión y temperatura. Cuando comienza la explotación
del yacimiento se puede sacar mayor volumen por día que cuando se ha agotado la
energía natural que impulsa a los fluidos a salir de los yacimientos. La declinación
natural de la producción petrolera es un fenómeno parecido al que observamos todos
los días en otros casos de nuestra vida cotidiana. Veamos:
Lo mismo pasa con un yacimiento petrolero, que se “desinfla” un poco cada vez que le
sacamos algo de fluido, y que al disminuir su presión conforme avanza la explotación
aporta menos volumen por unidad de tiempo. Esa es la declinación de la producción.
Reservas probadas
⎡ barriles ⎤ ⎡ días ⎤
(3,333,000) ⎢ ⎥ (365) ⎢ = 1,216,545,000 barriles / año
⎣ día ⎦ ⎣ año ⎥⎦
Si cada año se pudieran producir estos 1,217 millones de barriles, bastarían 9.7 años
para sacar del subsuelo todo el volumen reportado como reserva probada. Pero como
no es técnicamente factible sostener constante la producción, dado el fenómeno de
declinación natural, en la práctica esa reserva se llegará a extraer en más tiempo,
aunque a ritmos mucho menores que decrecerán cada año.
Con una declinación de por ejemplo 10% anual, la producción de todo el año 2007
sería 10% menor que la que supusimos para 2006, es decir de 1,095 millones de
barriles (1,216,545,000 – 121,654,500 = 1,094,890,500). De mantenerse la misma
tasa de declinación de 10%, la producción anual de 2008 ya sólo sería de 985 millones
de barriles, la de 2009 de 887 millones, la de 2010 de 798 millones, la de 2011 de 718
millones, la de 2012 de 647 millones, etcétera. Con este comportamiento, el ritmo de
producción al año 2025 habría bajado a 450 mil barriles diarios, ya muy por abajo de
los 3 millones 333 mil barriles diarios iniciales. Por otra parte, al llegar el año 2025 se
habría sacado el 90% de la reserva probada total.
Un cálculo más preciso nos permitió construir la gráfica que presentamos abajo, la cual
muestra un ritmo de producción que declina a razón de 10% anual y que nos conduce
al paso de muchos años a la recuperación de exactamente 11,814 millones de barriles,
que es la reserva probada. Cabe aclarar que a pesar de que esta producción provendrá
de las llamadas reservas probadas, el obtenerla no será fácil, ni gratis, pues para
conseguirla será forzoso dedicar importantes recursos a la vigilancia permanente del
comportamiento de los yacimientos, al cuidado y rehabilitación de las instalaciones, y
al mantenimiento y reposición de pozos. El monitoreo constante de los campos
petroleros obligará, en muchos casos, a rediseñar los sistemas de explotación
buscando siempre su optimización.
3.500
3.000
2.500
2.000
1.500
1.000
0.500
-
2005
2007
2009
2011
2013
2015
2017
2019
2021
2023
2025
Sin duda la producción real no se comportará exactamente como la vemos en esta
gráfica, dado que este pronóstico está basado en un cálculo volumétrico global y no en
el comportamiento individual de los yacimientos petroleros del país. Y aunque en la
práctica la producción nacional está fuertemente influenciada por las aportaciones de
yacimientos gigantes como Akal, Nohoch y Chac, que conforman el complejo Cantarell
en la Sonda de Campeche, o como Ku, Maloob y Zaap, también marinos, o como
Samaria, Jujo y Tecominoacán en tierra, no nos quede la menor duda de que la
producción real oscilará alrededor de este perfil que mostramos.
Así pues, una parte de la corriente de gas natural que se transporta desde los campos
petroleros hasta los centros de procesamiento se condensa en los gasoductos,
mientras que la otra continúa en estado gaseoso hasta su llegada a esos centros. De
los condensados y de los líquidos extraídos del gas natural se obtienen etano, propano,
butano y gasolinas naturales. Al final de todo el proceso a que es sometido el gas
queda como “residuo” en plantas una corriente de gas seco, también llamada gas
residual, que se compone casi exclusivamente de metano.
Todos los hidrocarburos líquidos extraíbles del subsuelo, ya sea petróleo crudo,
condensados del gas o líquidos obtenidos del tratamiento del gas húmedo, están
contabilizados en las reservas de hidrocarburos que se reportan en el Informe
Estadístico de Labores de Petróleos Mexicanos. La tabla que sigue muestra las cifras de
reservas correspondientes a 2006.
Reservas probables
De regreso a las reservas probables de crudo, recordemos que ellas sólo pueden ser
desarrolladas o activadas mediante la perforación de pozos y la ampliación o
construcción de nuevas instalaciones superficiales. El número de pozos requerido tiene
que ser calculado tras un análisis pormenorizado de las áreas donde tales reservas se
ubican, tomando en cuenta las características de los yacimientos, la productividad y
costo de los pozos, y el precio de venta de los hidrocarburos, entre otros aspectos.
Pemex señala, por ejemplo, en uno de sus esquemas, que para la explotación de
Chicontepec, constituido por yacimientos de baja productividad, harían falta alrededor
de 20 mil pozos.
Para tener una idea sobre la cantidad de pozos requerida imaginemos, siempre dentro
del enfoque simplista de este análisis, pero sin restar validez a los resultados
volumétricos, que cada nuevo pozo que perforáramos tuviera una producción inicial de
500 barriles diarios y la misma declinación de 10% que resultó para las reservas
probadas. Un pozo con producción inicial de 500 barriles diarios y declinación de 10%
anual tiene la posibilidad de extraer en su vida 1 millón 772 mil barriles, de manera
que si dividimos el monto total de reservas probables, que es de 11,644 millones de
barriles, entre ese volumen extraíble por pozo, vemos que harían falta 6,570 pozos
para lograr la extracción total de tales reservas. Si fuera el caso de que cada pozo sólo
pudiera extraer la mitad del volumen citado, entonces requeriríamos 13,140 pozos, es
decir el doble. Y si, por el contrario, cada pozo extrajera el doble de lo que supusimos
originalmente, entonces, obviamente, se requerirían 3,285 pozos.
Si esta actividad la comenzáramos en el año 2006, los primeros 657 pozos que
perforáramos habrían aportado al final del periodo una producción fresca de 329 mil
barriles diarios, la cual, en razón de la declinación, bajaría a 296 mil barriles diarios al
terminar el año 2007, a 267 mil barriles diarios al terminar el año 2008, a 241 mil
barriles diarios al terminar el año 2009 y así sucesivamente cada año. Si
superpusiéramos las producciones esperadas de cada uno de estos grupos de 657
pozos, tendríamos una producción conjunta semejante a la que se muestra en la
gráfica de abajo, cuyo pico de producción llegaría a 2 millones 158 mil barriles diarios
al terminar el año 2015.
PRODUCCIÓN DE CRUDO ESPERADA DE LAS RESERVAS PROBABLES
(Barriles diarios)
2,400,000
2,000,000
1,600,000
1,200,000
800,000
400,000
0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024
2025
2026
Conseguir una producción adicional como esta, que proviene en su totalidad de las
reservas hoy probables y que rebasa los 2 millones de barriles diarios en tan sólo diez
años habiendo partido de cero, sería una proeza no muy común de lograr en el mundo,
sobre todo por la gran dispersión geográfica en la que se ubican nuestras reservas y
por el amplio abanico de sus características físicas.
0.500
-
2005
2007
2009
2011
2013
2015
2017
2019
2021
2023
2025
Los comportamientos de producción proyectados de ambas reservas, probadas y
probables, colocados en una misma gráfica, nos permiten ver una posibilidad de que
podamos sostener por algún tiempo nuestra capacidad de producción en el nivel
actual.
Reservas posibles
El desarrollo de las reservas posibles toma más tiempo aún, pues dado que estas
reservas están condicionadas a la existencia de las probables, sus correspondientes
proyectos de inversión requieren plazos de maduración más largos.
Si estas reservas se desarrollaran en catorce años a partir de 2007, o sea que las
activáramos a razón de 688 millones de barriles por año (9,635/14 = 688), con lo cual
se perforarían 388 pozos por año, para un total de 5,437 pozos, cada uno con el
mismo ritmo de producción inicial, supuesto en 500 barriles por pozo, entonces
estaríamos incorporando al final de 2007 una producción fresca de 194,000 barriles
diarios y otra igual para 2008, y lo mismo para 2009, y así siguiendo hasta el año
2020, de manera semejante a como lo supusimos para el caso de las reservas
probables, hasta alcanzar un pico de 1.514 millones de barriles diarios de producción
fresca en 2020.
3.500
3.000 Re
ser
vas
2.500 pro
bad
as
2.000
1.500 es
abl
rob s
1.000 p osible
vas vas p
eser Reser
R
0.500
-
2015
2025
2030
2005
2010
2020
La aportación conjunta de las reservas probadas, probables y posibles podría hacer
que la capacidad total de producción de crudo se incrementara gradualmente hasta
alcanzar 4.5 millones de barriles diarios al finalizar el año 2015, para declinar sin
remedio e inexorablemente después de esa fecha.
5.0
4.0
3.0 POSIBLES
PROBABLES
2.0
1.0 PROBADAS
0.0
2005
2010
2015
2020
2025
Aún sin que en la práctica llegaran a efectuarse los desarrollos de las reservas
probables y posibles al ritmo aquí supuesto, esta gráfica nos da una buena idea de lo
que podríamos esperar de nuestras reservas de petróleo crudo. Sin embargo el
verdadero alcance de esta capacidad de producción debería ser analizado a la luz de
nuestros requerimientos energéticos, los cuales se derivan a su vez de los planes de
desarrollo económico del país, caso que abordaremos en el siguiente capítulo.
El gas natural en los yacimientos se encuentra por lo general disuelto dentro del crudo.
A este tipo de gas se le llama gas asociado al crudo, o simplemente gas asociado. Al
gas natural es común encontrarlo también solo, en los yacimientos que llamamos de
gas no asociado. En México hay yacimientos de este último tipo en las cuencas de
Especialidad: INGENIERÍA PETROLERA 44
MÉXICO 2025
De desarrollarse las reservas probables en diez años a partir de 2006 y las posibles en
catorce años a partir de 2007, podríamos esperar comportamientos de producción
como los mostrados en la gráfica de abajo, donde vemos que del desarrollo de las
probables podemos esperar una producción fresca que habiendo partido de cero
supere los 3 mil millones de pies cúbicos en el año 2015 y de las posibles con
prácticamente el mismo comportamiento pero con el pico en el año 2020. De nuevo
aclaramos que éstas no serán proezas fáciles de realizar.
RITMO DE PRODUCCIÓN DE GAS NATURAL
R ESER V A S PR O B A D A S, PR O B A B LES Y PO SIB LES
( M ill o nes d e p ies cúb ico s d iar i o s)
5,000
Res
4,000 erv
as pro
bad
as
3,000 Res
erv as p
o sibl
2,000 ab
les es
b
s pro
1,000 va
ser
Re
0
2005
2010
2015
2020
2025
2030
9,000
8,000
7,000
6,000
5,000 Reservas posibles
4,000
Reservas probables
3,000
2,000 Reservas probadas
1,000
0
2007
2011
2013
2017
2021
2023
2025
2005
2009
2015
2019
Aunque el comportamiento de la producción de gas natural mostrado en esta gráfica es
semejante al que antes obtuvimos para el crudo, debemos esperar que no sea así en la
realidad, porque los yacimientos son diferentes unos a otros, con distintas
proporciones de gas disuelto dentro del crudo, y además, porque según las cifras
oficiales hay una buena cantidad de yacimientos de gas no asociado cuya explotación
es totalmente independiente de los yacimientos de crudo.
Y aunque nuestro balance de materia es perfecto, no hay duda de que el perfil real
será diferente al mostrado aquí, ya sea con una joroba más elevada seguida de una
mayor declinación, o con una joroba de menor intensidad y declinación menos
pronunciada. Pero cualquier variación no hará cambiar de manera significativa el
panorama.
Pero las preguntas siguen en el aire: ¿Es esto mucho, poco o nada?... ¿Se pueden
desarrollar así de fácil las reservas, a estos ritmos?... El amable lector encontrará las
respuestas en el siguiente capítulo.
Antes de continuar sería bueno que recordáramos que en 1971 nos convertimos en
importadores de crudo a pesar de tener reservas abundantes, del orden de 20 veces la
producción de un año de aquellos. Si bien hoy las reservas son relativamente mayores
que las de entonces, del orden de 30 veces la producción de un año, no olvidemos que
tales reservas se encuentran aún en los poros de las rocas a kilómetros bajo tierra
(capítulo 8).
C A P A C ID A D D E P R O D UC C IÓN Y R E Q UE R IM IE N T O S D E C R UD O
( M illo ne s de ba rriles dia rio s )
5.000
S
TO
IEN
4.000 IM
ER
QU
RE
3.000 Reserv
as prob Res
ables erva
s p o si
2.000 bles
Reservas
probadas
1.000
-
2007
2009
2013
2017
2019
2023
2005
2011
2015
2021
2025
Pero si ni las reservas probables, que son las que tienen mayores probabilidades de
existir después de las probadas, fueran susceptibles de desarrollarse como lo dijimos
antes, entonces podríamos estar en graves aprietos a partir del año 2011.
El que la producción esté hoy bastante arriba de los requerimientos energéticos nos
puede hacer creer nadamos en la abundancia y que podemos exportar impunemente
todo el petróleo que “nos sobra”. Ante el respiro que nos da esta holgura sería mejor
mantener otra actitud porque, como veremos líneas abajo, podríamos no alcanzar a
realizar la extraordinaria proeza que en materia de exploración y desarrollo de campos
se nos exigirá en breve y en tal caso nuestra soberanía energética el riesgo de
desaparecer.
En la gráfica del gas podemos apreciar que ni juntando las producciones provenientes
de las reservas probadas, probables y posibles alcanzaremos a satisfacer nuestros
requerimientos energéticos de ningún año, ni siquiera las necesidades de hoy mismo.
Muy grave situación, porque al apostarle fuerte al gas como fuente de energía sin
tener las reservas suficientes, hemos depositado en extraños la posibilidad de alcanzar
nuestras metas de desarrollo económico, condenándonos a depender peligrosamente
del exterior, bajo las conveniencias, exigencias y caprichos de nuestros posibles
abastecedores.
C A P A C ID A D D E P R O D UC C IÓN Y
R E Q UE R IM IE N T O S D E G A S N A T UR A L
( M illo nes d e p ies cúb ico s d iar i o s)
12,000
REQUERIMIENTOS
10,000
8,000
6,000 Reserv
as posi
bles
4,000 Reserv
as probab
les
2,000 Reservas pr
obadas
-
2004
2006
2008
2010
2012
2014
2016
2018
2020
2022
2024
Ante este triste panorama estamos obligados a revisar con mucha seriedad las
pretensiones oficiales respecto del gas natural, pues las metas de crecimiento
económico serían más difíciles de alcanzar si no se sustentaran en una fuente de
energía que realmente tuviéramos. Apoyarnos más en el petróleo crudo no significaría
cruzarnos de brazos y olvidarnos para siempre del gas natural. Por una vez debiera
pasar a segundo término nuestro interés por los crudos pesados y en lugar de ello
proponernos de verdad destinar importantes inversiones a la prospección de
yacimientos de fluidos ligeros de acuerdo a las siguientes prioridades: 1) gas no
asociado; 2) gas y condensado; 3) aceite volátil; y 4) aceite ligero. Los yacimientos de
este tipo contienen, obviamente, mayores cantidades de gas asociado que los de
aceite pesado. Si los buscamos con perseverancia los encontraremos, y con su
desarrollo podremos ir apuntalando sólidamente algunas expectativas de crecimiento
económico basadas en el gas natural. Por lo pronto las reservas disponibles de gas
debieran destinarse exclusivamente al consumo doméstico (“doméstico” en la
connotación mexicana del término, o sea algo relacionado con los hogares) y las
reservas de crudo desarrollarse de manera que el perfil de producción se apegue al
perfil de requerimientos energéticos de largo plazo, una vez ajustados los patrones de
consumo de gas y crudo.
Le diremos ahora al amable lector en qué se funda nuestro temor de que no se puedan
alcanzar los perfiles de producción derivados de las reservas probables y posibles en
los volúmenes esbozados líneas arriba:
Por el lado del crudo, tales reservas están concentradas en el área PozaRica-Altamira
de la región Norte, en lo que conocemos como Chicontepec, y en las regiones marinas
de Campeche. De su desarrollo esperaríamos elevar la producción de la región Norte a
un millón 900 mil barriles diarios en menos de diez años, lo que implicaría perforar
entre 20 mil y 40 mil pozos de baja productividad. Es evidente que una proeza así no
es nada fácil de realizar en tan corto plazo.
2.000 Norte
1.750
1.500
na s
1.250 Mari
1.000
0.750
0.500
0.250 Sur
0.000
2005
2009
2011
2013
2015
2019
2023
2025
2007
2017
2021
Por cuanto al gas natural, para el año 2015 la región norte debería estar aportando
4,700 millones de pies cúbicos diarios, volumen que provendría en más de 80% del
área PozaRica-Altamira y el resto de Burgos y Veracruz.
5,000 Norte
4,000
3,000
2,000
1,000 Otras
-
2009
2025
2005
2007
2011
2013
2015
2017
2019
2021
2023
Como se puede apreciar el reto es enorme desde donde se le quiera ver, y más vale
que lo enfrentemos dentro de una gran cruzada nacional encabezada por el Gobierno
Federal.
En relación con la energía hemos dejado crecer una increíble vulnerabilidad gestada
hace años. Los Estados Unidos, que nos compran casi la totalidad del crudo que
exportamos, son hasta hoy, según ellos, muy buenos vecinos de nosotros. ¿Qué tal
que un día dejaran de ser los amigos que dicen ser y de repente nos dijeran “a partir
de hoy no te compro tu petróleo”…? ¡Qué descalabro nos causarían por el lado de las
divisas! ¡Pero qué daño más terrible recibiríamos cuando al obligarnos a cerrar la
producción de crudo quedara automáticamente cerrada nuestra producción de gas
natural, que es asociado en elevada proporción! ¿Y qué tal si cerrando el círculo
perverso, después de decirnos “no te compro tu petróleo” nos dijeran “y tampoco te
vendo gas”…?
Quizás algunos de los amables lectores consideren exageradamente grandes las cifras
de consumo que pronosticamos para 2025, de 4.6 millones de barriles diarios de crudo
y 10,000 millones de pies cúbicos diarios de gas natural, o sea 6.6 millones de barriles
de petróleo crudo equivalente por día. Si nos apartamos del caso determinista que
venimos tratando, para entrar al probabilista, y tomamos en cuenta que no sabemos
cuáles serán las tasas de crecimiento económico, ni cuáles los logros de los programas
de ahorro de energía, ni cuáles las tasas de crecimiento demográfico, encontraríamos
que para el año 2025 podríamos estar consumiendo cualquier cantidad entre 4
millones y 12 millones de barriles de petróleo crudo equivalente por día. Los consumos
pronosticados son realmente modestos y hasta ridículos comparados con los consumos
actuales de otros países. Por ejemplo, y para no ir más lejos, hoy mismo los Estados
Unidos están consumiendo 22 millones de barriles diarios de crudo y 63 mil millones de
pies cúbicos diarios de gas. Cada estadounidense consume 8 veces de crudo y 16
veces de gas lo que cada mexicano, y en otras fuentes de energía como la nuclear,
carbonífera e hidráulica mejor ni hablar porque ellos consumen mucho y nosotros
prácticamente nada. Mientras el sueño, o pesadilla, de nuestros gobernantes se
Especialidad: INGENIERÍA PETROLERA 50
MÉXICO 2025
estancó en una tasa mágica de crecimiento económico de 7% anual que nos llevaría a
consumir los minúsculos volúmenes señalados, para ese mismo año (2025) nuestros
vecinos del norte estarán consumiendo algo así como 33 millones de barriles diarios de
crudo y 100 mil millones de pies cúbicos diarios de gas.
Es fácil demostrar que de mantenerse nuestra actual política petrolera sólo podríamos
llegar autosuficientes al año 2025 con otros 12 mil millones de barriles de crudo. Y si
en el caso del gas quisiéramos ser autosuficientes desde hoy hasta ese año,
necesitaríamos 43,000 MMMpc, aparte de las reservas actuales. En nuestras
actividades de exploración y producción no podremos posponer más la marcha a las
aguas profundas, donde mejoran las expectativas. Lástima que también en esto el
destino nos haya alcanzado desprevenidos y vacíos de experiencia. Lo que hoy se está
haciendo en esta materia, que es loable, no nos aportará el primer barril en menos de
una década. Realmente estos trabajos debimos empezarlos hace más de veinte años.
¿Se fijó el amable lector que en el capítulo 4, cuando nos referimos a los energéticos
que mueven a México, nunca mencionamos al petróleo como tal? Ahí hablamos de
gasolina, diesel, gas natural, gas licuado, combustóleo, kerosina, electricidad, leña,
bagazo de caña y coque, y nunca apareció el petróleo por ningún lado. Y es que el
petróleo por sí mismo no es energético, ni sirve para nada. Es como si al ver el mar
exclamáramos ¡cuánta energía hidráulica!
Por el sólo hecho de tener petróleo “no la haremos”, porque para convertirlo en
energético hay que refinarlo.
El 28 de abril de 1939 Pemex solicitó la autorización del gobierno para construir una
planta experimental de “tratamiento de gasolinas”. El 13 de junio obtuvo tal
autorización. El 14 de septiembre quedaron listas varias instalaciones de la planta. El
22 de octubre el ingeniero Vicente Cortés Herrera telegrafió al presidente de la
república, de gira en Campeche, para comunicarle que la planta había empezado a
producir tetraetilo de plomo. ¡Qué fácil fue entonces, estando todo tan difícil!...
Dicen que cuando los funcionarios de la Shell se enteraron de que México estaba
construyendo esa planta, prometieron, burlonamente, beberse cada gota de tetraetilo
que los mexicanos produjeran. Pero meses después de la inauguración de esa planta
se presentaron funcionarios de la Ethyl Corporation en la casa del ingeniero García
Sancho para ofrecerle un ventajoso contrato en Estados Unidos, que él rechazó. El 29
de agosto de 1940 se registró una severa explosión en la PC-1 y siempre se pensó “en
la intervención de una misteriosa mano experta”.
Esa planta, “legítimo orgullo de la industria petrolera nacional”, como lo dijera don
Efraín Buenrostro, Director General de Pemex durante el gobierno de Manuel Avila
Camacho, volvió a funcionar en febrero de 1942, aunque se cerró en 1953. En 1964 el
presidente Adolfo López Mateos inauguró en Pajaritos el complejo industrial Tetraetilo
de Plomo, S. A., integrado con socios mexicanos y estadounidenses.
Pero a partir de entonces algo grave ocurrió en México. Entre 1979 y 2006, año de
este trabajo, o sea durante veintisiete años, no se ha vuelto a construir una refinería
más. No sólo eso: en 1989 se cerró la refinería de Poza Rica; en 1990 se cerró la
refinería de Reynosa; y en 1994 se cerró la refinería de Azcapotzalco. A propósito,
quitamos esta última y no se aminoró la contaminación del Valle de México.
1,800 o
sum
Con
1,500 ción
duc
Pr o
1,200
900
1980
1984
1986
1988
1992
1994
1996
2000
2002
2004
1982
1990
1998
De acuerdo con nuestras estimaciones del capítulo 7, lograr un crecimiento de 7%
anual nos llevará a consumir casi cinco millones de barriles diarios de productos
petrolíferos en el año 2025, de manera que nuestra capacidad de refinación deberá ser
3.5 veces la actual si queremos ser autosuficientes. De construir refinerías semejantes
a las seis que tenemos actualmente, cuya capacidad de proceso efectiva es en
promedio de 217 mil barriles diarios, necesitaríamos llegar al 2025 con 21 refinerías
como esas, lo que significaría estrenar ¡DOS REFINERÍAS CADA TRES AÑOS! Sólo así
podríamos asegurar un crecimiento económico de 7% bajo un esquema de
autosuficiencia energética.
Si no podemos ser ricos, cuando menos podríamos aspirar a dejar de ser tan pobres.
Primero desterremos para siempre la costumbre de gritar a los cuatro vientos ¡NO-SE-
PUEDE! ¡NO-SE-PUEDE! cada vez que de justificar incumplidas promesas de campaña
se trata, so pretexto de que el poder legislativo no hace esto o aquello. Quisiéramos
saber qué “reforma energética” se necesitó para lograr el impecable manejo energético
del país durante medio siglo veinte (capítulo 6) y sin disponer de cuantiosos recursos
como los que hoy ingresan por la venta de hidrocarburos.
La ubicación de una refinería se puede resolver, esa sí, en 15 minutos, en una junta de
nivel adecuado, y al mismo tiempo que decidir dónde ponerla se pueden fijar los
detalles de construcción de las obras de captación y transporte de agua, de oleoductos
y poliductos, de carreteras y líneas ferroviarias, así como de escuelas y hospitales. Las
firmas de ingeniería pueden hacer excelentes diseños optimizados de suministros y
servicios en poco tiempo.
¿Que de dónde saldría la lana? ¡Fácil! Los ingresos petroleros de once años, tan solo
por exportación de crudo, suman la increíble cantidad de 150 mil millones de dólares,
más que suficientes para hacer milagros: un segundo, tercero, o más pisos de
infraestructura energética del país con cien refinerías completamente integradas y
dotadas de acueductos, oleoductos, poliductos, carreteras y vías férreas; una red
nacional de sesenta mil kilómetros de autopistas; un conjunto de cincuenta
aeropuertos como el fallido atenquense; y cosas grandiosas por el estilo. ¡Es que con
tanto dinero, qué no se podría hacer…!
En los once años mostrados en la tabla (y eso sin incluir el totalmente fuera de serie
año 2006) podemos ver que los puros excedentes petroleros por exportación de crudo
sumaron la nada despreciable cantidad de 35 mil millones de dólares, con los cuales
EXPORTACIÓN DE CRUDO
Siguiendo con los sueños, a la vez que construyamos las obras prepararemos al
personal operativo y técnico que tripulará cada nueva instalación. Esto le dará vida a
centros de capacitación, escuelas superiores e institutos de investigación. Las
actividades de construcción fomentarán la creación de empleos en el campo, las
ciudades, las firmas de ingeniería, la industria del acero e infinidad de sectores más, y
con todo ello el progreso será explosivo. Una refinería da trabajo directo a miles de
personas, mientras que la actividad de construir, construir y construir trae bienestar a
todos los pobladores de una región.
Con la abundancia de recursos financieros que nos vino del cielo sin haberlo ni siquiera
soñado, previsto, planeado, solicitado o imaginado, podríamos, cada año, o cada mes,
echar a andar obras así de grandes en cada estado de la república. La sola expansión
de la capacidad de producción de energía detonará en todo el país el progreso
esperado. Los habitantes de las regiones que se vayan beneficiando irán adquiriendo
trabajos permanentes y desarrollando actividades productivas en general, para
redundar todo en la disminución de la inseguridad y de la mendicidad. A medida que
vayamos contando con estos bienes esperamos ver, ahora sí, el ingenio de nuestros
gobernantes, quienes sólidamente apoyados en lo fundamental harán llegar toda clase
de proyectos productivos a los sitios ya dotados de energía, agua, comunicaciones y
seguridad.
Había que ver lo que hacen otros gobiernos en materia de energía. En la llamada
guerra del Golfo Pérsico, en 1991, gracias a una extraña intervención armada de Irak,
los Estados Unidos fueron a proteger a Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes
Unidos, y con ello se quedaron a custodiar indefinidamente las mayores reservas de
crudo de la tierra. Otro acontecimiento: el llamado nine-eleven de 2001 fue el pretexto
para la invasión de Afganistán en 2002 y la de Irak en 2003.
Arabia Saudita
Irak
Irán
Emiratos
Kuwait
Venezuela
Rusia
Libia
Nigeria
Estados
México
Si nos fijamos en la concentración mundial de las reservas de crudo veremos que sólo
falta un país en seguir la misma suerte: Irán. Con este país, no sólo sus cuantiosas
reservas de crudo sino también las segundas reservas de gas más grandes del mundo
después de las de la ex URSS, quedarían en manos de los países desarrollados, los
cuales aseguran su energía petrolera por el mayor número posible de años en tanto
desarrollan otras fuentes.
Ex-URSS
Irán
Qatar
Arabia Saudita
Abu Dhabi
E. U. A.
Nigeria
Argelia
Venezuela
Irak
Indonesia
Malasia
Noruega
Canadá
México
Todo lo que tenga que ver con el quebranto financiero de Petróleos Mexicanos
encuentra su explicación en su régimen fiscal. Desde que Pemex se volvió importante
productor de petróleo en los años setentas, su rendimiento económico fue a parar
íntegro al Gobierno Federal. Sin embargo nunca había sido tan sofisticada, a la vez que
despiadada, la manera de llevarse los recursos de la empresa como lo es desde 1993
bajo el amparo de un régimen fiscal elaborado para saquear a la empresa. Ese
régimen fue propuesto por el Gobierno Federal y aprobado por las cámaras legislativas
en 1992 con motivo de la reorganización que convirtió a Pemex en cuatro organismos
subsidiarios.
Y es increíble que a sus 68 años de vida, los mexicanos no hayamos sido capaces de
definir de una manera definitiva, contundente, duradera, institucional, sagrada,
inalterable, la misión de Petróleos Mexicanos, nuestra empresa vital, y que en cambio
continúe siendo objeto por el Gobierno Federal de un manejo financiero arbitrario,
injusto y muy peligroso para el país.
Una empresa del Estado está obligada a operar de manera ejemplar, sin
consideraciones especiales, pero sin tratos fiscales abusivos. En cualquier parte del
mundo, las empresas que se dedican a la extracción de hidrocarburos pagan a sus
legítimos dueños los hidrocarburos que extraen del subsuelo y al fisco una fracción de
sus ganancias. Petróleos Mexicanos no puede sustraerse a ese tipo de obligaciones y
debe pagar a la Nación, propietaria de los hidrocarburos que yacen en el subsuelo,
cada barril de crudo y cada pie cúbico de gas que extraiga, además de cubrir el
impuesto correspondiente por la renta económica que genere, pero todo dentro de un
tratamiento fiscal semejante al que reciben las demás empresas industriales del país.
Régimen Fiscal
En adición a ese derecho se pagaba como impuesto el 30% (en un tiempo 35%) de la
diferencia entre el total de ingresos y el total de gastos deducibles, incluido en éstos el
derecho de extracción. A esta contribución se le llamaba impuesto a los rendimientos
petroleros (IRP).
Sin embargo estos derechos e impuestos no eran obligaciones fiscales definitivas, sino
anticipos de otro impuesto llamado derecho sobre hidrocarburos (DSH) y que se
calculaba como el 60.8% del total de ingresos de Petróleos Mexicanos. Para este
derecho estaba previsto que si los organismos subsidiarios que conforman Pemex
terminaban el año en números rojos, o que aún teniendo resultados positivos no
coincidieran en monto con lo reclamado por la obligación del DSH, Pemex Exploración
y Producción, único organismo que pagaba derechos de extracción, tenía que ajustar al
alza o a la baja, según esa ley, las tasas citadas de derechos de extracción hasta que
alcanzaran a dar la cifra global requerida de DSH para todo Pemex.
Sin embargo era difícil que alguien se diera cuenta a la primera lectura de lo que esta
ley guardaba detrás. Simple y llanamente, esa ley se encargaba de hacer que Pemex
no recibiera beneficio alguno cuando, en razón del incremento de los precios del
mercado, sus ingresos fueran superiores a los previstos, porque todos los excedentes
debían ser transferidos en su totalidad al fisco. Pero en el caso de que los precios se
comportaran a la inversa, Pemex debería hacerse cargo de las obligaciones
comprometidas aunque no tuviera de dónde sacar para pagar. De aquí la insistencia de
la Secretaría de Hacienda de que los precios petroleros programados en la Ley de
Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación sean los más bajos posibles, ya
que ello le permite manejar discrecionalmente los ingresos excedentes sin necesidad
de la aprobación de nadie.
Supongamos que el precio del crudo fijado en el presupuesto de un año equis fuera de
10 dólares por barril; que los gastos de la empresa para ese año fueran de 4 dólares
por cada barril extraído y que en ese periodo se llegaran a exportar 10 barriles de
crudo. Con estos supuestos tendríamos un ingreso por ventas al exterior de 100
dólares y gastos de 40 dólares. Los derechos de extracción a pagar serían, como ya
dijimos, el 78.9% de la diferencia (100-40), es decir 0.789 x 60 = 47.34 dólares.
Por su parte el impuesto sobre rendimientos petroleros (IRP), que es el 30% de (100 –
40 – 47.34), ascendería a 3.80 dólares, y con esto el remanente en manos de Pemex
sería de 100 – 40 – 47.34 – 3.80 = 8.86 dólares, cantidad nada despreciable que bien
podría ser su utilidad si no hubieran más conceptos que pagar. Pero al aplicar el
famoso DSH, la verdadera contribución fiscal, consistente en el 60.8% del total de
ingresos: DSH = 0.608 x 100 = 60.8, la utilidad real de la empresa sería de 100 - 40 -
60.8 = -0.8, o sea una pérdida. Notemos que si el costo de producción no fuera de 4
dólares sino de 3.92 dólares por barril, la empresa habría salido “tablas”, y sólo si ese
costo de producción fuera menor, tendría utilidades.
25 dólares y así sucesivamente, con un punto porcentual adicional por cada dólar que
suba el precio mientras no rebase los 31 dólares por barril, porque en tal caso el
derecho será siempre el 10 por ciento del valor total del crudo extraído. Aparte de
estos derechos, Pemex Exploración y Producción también pagará el derecho ordinario
sobre hidrocarburos, cuya base será el valor anual del crudo y gas natural extraídos
menos las deducciones permitidas, aplicando una tasa de 87.81% si el precio del crudo
en el mercado internacional es menor que 20 dólares, una de 87.32% si el precio está
entre 20 y 22 dólares, una de 83.14% si el precio está entre 22 y 24 dólares y así por
el estilo, hasta que el precio supere los 28 dólares el barril, caso en el cual la tasa a
aplicar será de 78.68%.
Pero sigamos interpretando ese régimen, exclusivamente por lo que toca al año 2006:
Si la producción de crudo durante todo 2006 llega a ser inferior al promedio de 3
millones 418 mil 973 barriles diarios (¡!), entonces Pemex Exploración y Producción
pagará un derecho adicional que se calculará así: “1) El valor de la extracción de
petróleo crudo que resulte de la diferencia entre esta cantidad y la extracción
efectivamente alcanzada en el año, se multiplicará por la proporción que resulte de
dividir el valor de las deducciones efectivamente deducidas en el año entre el valor de
la extracción de petróleo crudo efectivamente alcanzada en el año. Este monto se
restará al valor de la extracción de petróleo crudo que resulte de la diferencia entre el
volumen de producción citado como referencia y la extracción efectivamente alcanzada
en el año. El monto obtenido de la operación anterior se multiplicará por la tasa que
corresponda según el rango de precio y año que se mencionó previamente. 2) El valor
que resulte de la operación anterior se multiplicará por la tasa de 76.6 por ciento. 3) El
20 por ciento del monto resultante en el numeral anterior se destinará al fondo general
de participaciones, el 1 por ciento al fondo de fomento municipal y el 0.25 por ciento a
la reserva de contingencia, en los términos de la Ley de Coordinación Fiscal. 4)
Asimismo, el 3.17 por ciento del monto obtenido conforme a lo establecido en el
numeral 1 se multiplicará por el factor de 0.0133. El monto que resulte de la operación
anterior se destinará a los municipios colindantes con la frontera o litorales por los que
se realice materialmente la salida del país de los hidrocarburos.”
La misma ley prevé que para poder dar cumplimiento a lo anterior, será necesario que
Pemex Exploración y Producción lleve a cabo un registro minucioso de sus operaciones
físicas y financieras por cada campo petrolero y tipo de fluidos que produzca, para ser
enviado a la Cámara de Diputados periódicamente, “poniendo a disposición de ese
órgano legislativo los datos, estudios, reportes, prospectivas y demás fuentes de
información en que se sustente la información incorporada al registro, con objeto de
que puedan llevarse a cabo por el órgano fiscalizador de esa soberanía las auditorías
que se consideren pertinentes.”… Aparte de esto, “Petróleos Mexicanos y sus
organismos subsidiarios, previa autorización de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, llevarán a cabo un programa multianual de racionalización de costos en
servicios personales y operativos, en el que se establecerán metas anuales, con
indicadores cuantificables, objetivos y verificables... y elaborará periódicamente un
informe para ser enviado a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, para que ésta
a su vez lo envíe a la Cámara de Diputados acompañado con las observaciones que en
su caso correspondan.”
Recordamos al amable lector que esto que le acabamos de presentar es apenas una
cápsula de las obligaciones fiscales previstas para el año 2006 y aclaramos que sólo
nos hemos referido a una parte de lo que concierne a Pemex Exploración y Producción.
Para los otros años debemos esperar, lo mismo, espantosas complicaciones, recovecos
y caminos tortuosos sin que, por desgracia, asome por ningún lado el ansiado beneficio
largamente esperado del “cambio” de régimen fiscal.
A favor de la transparencia, la sencillez y la efectividad, nada mejor que una ley fácil
de leer, comprender, aplicar y vigilar, como por ejemplo el de un derecho de
extracción (valor de las reservas) igual al 60% de la diferencia entre ingresos y gastos,
y un impuesto del 20% de los rendimientos netos, o ganancias. Nada más claro y fácil
que algo como esto, aunque, evidentemente, los porcentajes tendrían que analizarse
cuidadosamente de manera que al mismo tiempo que se pague lo justo por las
reservas, de acuerdo a los precios vigentes en el mercado internacional, se permita la
rápida recuperación financiera de la empresa, la cual se ha quedado con las alas no
sólo mochas sino destrozadas al punto de que no pueda levantar el vuelo jamás.
Mientras la legislación sigue enredándose y las discusiones versan sobre las cifras
decimales a aplicar, en la vida real están sucediendo cosas muy graves que requieren
nuestra atención inmediata.
Resultados de Operación
Estos resultados de operación dan el detalle de los ingresos y egresos de cada uno de
los organismos que conforman la empresa, que son Pemex Exploración y Producción
(PEP), Pemex Refinación (PR), Pemex Gas y Petroquímica Básica (PGPB) y Pemex
Petroquímica (PP). Los resultados mostrados no consideran el pago de impuestos y
derechos, pero la utilidad de operación que reflejan, que es la diferencia entre ingresos
y egresos, es suficiente para conocer mucho de las entrañas de estos organismos.
Pemex Refinación. Vemos también que en 1998, cuando el precio del crudo estuvo
deprimido, la utilidad de Pemex Exploración y Producción bajó respecto de los años
previos, mientras que ese fue el mejor año de Refinación, con pérdidas de tan sólo 520
millones de pesos. Los años de mejores precios del crudo, como 2003, 2004 y 2005,
fueron también los mejores para Pemex Exploración y Producción y al mismo tiempo
los peores para Pemex Refinación, ya que cuando suben los precios del crudo también
suben los de los refinados, beneficiándose con ello PEP (que vende crudo) y
perjudicándose PR (que importa refinados). En 2003, por ejemplo, en tanto que PEP
ingresó 323,262 millones de pesos, PR perdió 22,026 millones de pesos. La situación
de Pemex Refinación es grave desde que importa los productos en lugar de
elaborarlos.
El primer año mostrado en la tabla, 1995, es el primer año completo del sexenio de
Ernesto Zedillo Ponce de León. Nadie podría atribuirle la responsabilidad total de los
malos resultados obtenidos ese año por Pemex Refinación, pues es comprensible que si
las riendas del gobierno apenas se estaban tomando no había forma de aminorar en
corto tiempo la fuerza inercial del sexenio anterior en caso de que esta hubiera
existido. En 1996 Pemex Refinación volvió a perder, pero ahora 2,351 millones de
pesos, y con el mismo razonamiento podríamos decir que dos años no bastan para
corregir situaciones heredadas, repetimos, en caso de existir. Sin embargo para
señalar responsabilidades por los resultados de 1997 ya no estaríamos tan seguros de
seguir achacando los problemas a posibles inercias del sexenio anterior. Y al juzgar los
resultados de 1998, 1999 y 2000, sin duda alguna atribuiríamos la responsabilidad
total de esos pésimos resultados al sexenio 1994-2000.
Aquellos resultados de Pemex también tenían que haber sido leídos, estudiados y
meditados, obligatoriamente, por el Secretario de Energía, porque Pemex y la CFE son
la razón de ser de ese ramo, y porque el secretario de energía es el presidente del
consejo de administración de esas empresas; esos resultados también tenían que ser
detectados a tiempo por el Secretario de Hacienda, porque Pemex es su gallina de los
huevos de oro y porque el secretario de hacienda es también miembro del consejo de
administración; y sin duda por el presidente de la república que, aunque no sea su
vocación, está obligado a responsabilizarse del curso que sigan todos los asuntos de la
Nación.
Y por descuidadas que estén las instalaciones de los tres organismos subsidiarios que
tienen la función de realizar la transformación industrial del crudo, gas y condensados,
y cuya rehabilitación permitiría multiplicar por mucho el valor de la materia prima que
procesan, el otro organismo, Pemex Exploración y Producción, dedicado a extraer del
subsuelo estos hidrocarburos, sigue teniendo una elevada rentabilidad y es tal su
capacidad generadora de recursos financieros que aún puede salvar a toda la industria
petrolera nacional si así lo queremos. Es el momento de hacerlo y en tal caso no hay
tiempo qué perder.
Juzguemos ahora los resultados de operación de los años 2001 a 2005, que aparecen
en esa misma tabla. ¿De quién será la responsabilidad del desastre de Pemex
Refinación? Ni modo que su abandono fuera un efecto inercial del sexenio anterior. ¿O
si?
No hay remedio. Esos resultados acaban por convencernos de que México no tiene
política energética, aunque el secretario de energía en turno, en su presentación del
Balance de Energía 2003, diga que sí la tenemos: “De conformidad con los objetivos de
política energética, en el 2003 la producción de hidrocarburos se elevó en forma
significativa, especialmente la de… petróleo crudo. El incremento en las exportaciones
de petróleo ocasionó que para este año se registrara un récord histórico en el superávit
de la balanza comercial de energía.” (!)
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Gasolinas 558 711 1,170 924 869 1,200 1,796 1,100 801 1,819 4,702
Turbosina 16 26 60 25 8
Diesel 134 246 388 88 205 61 60 601
Combustóleo 187 247 519 429 579 1,132 715 156 199 226 415
MTBE 76 52 124 138 127 145 90 17 31
Gas natural 99 67 108 122 132 366 424 775 1,526 1,715 1,398
Gas licuado 195 300 338 275 392 606 600 471 574 648 707
Propano 44 131 181 129 238 682 265 328 304 449 450
Otros 47 134 224 66 60 120 91 256 497 591 985
TOTAL 1,206 1,642 2,664 2,233 2,669 4,699 4,094 3,316 3,993 5,508 9,258
Curioso país es México. En una de esas abruptas subidas del precio internacional del
crudo, el gobierno en turno nos dijo que puesto que estábamos inmersos en una
globalización, teníamos que aceptar que cuando el precio del crudo en el mundo
aumentara, también aumentaran dentro del país los precios de sus derivados. Con
esos argumentos, aquel gobierno nos incrementó despiadadamente el precio de la
gasolina y el de los demás productos, pero al menos nos quedó la esperanza de que
algún día los veríamos bajar, cuando los precios del crudo bajaran. Pero eso jamás lo
hemos llegado a ver y al contrario de lo que ocurre con los demás habitantes del
planeta, que se alegran cuando baja el precio del petróleo porque en seguida sus
tanques de gasolina se llenan con menos dinero que ayer, los mexicanos nos
enfrentamos a otros males. En situaciones de precios del petróleo deprimidos nuestro
gobierno suele dictar aumentos especiales en el precio de la gasolina y recortes de los
presupuestos destinados a la industria petrolera. Todo al revés, aunque la sufrida
gallina de los huevos de oro se quede sin comer. Y es que en México parecen no operar
las leyes naturales. ¡Qué ley de la oferta y la demanda, ni qué ocho cuartos! ¡Qué ley
de la gravitación universal! ¡Aquí el gobierno puede decretar, si se le antoja, que las
manzanas caigan para arriba!
Año con año la buena suerte nos ha brindado la oportunidad de corregir de tajo esta
mala práctica, para que la sustituyamos con hábitos sensatos. Los ingresos petroleros
adicionales de un año dado, como por ejemplo los de 2005, deberían ser los únicos a
Otra cosa: no es correcto utilizar para gasto corriente el dinero que proviene de las
reservas de hidrocarburos; este dinero debe convertirse en carreteras, puertos,
aeropuertos, refinerías, nuevas reservas de hidrocarburos, acueductos, líneas de
ferrocarril y otros activos productivos de ese estilo. Pero si por un lado el producto de
la venta de las reservas de hidrocarburos debe invertirse en otros activos fijos útiles a
la Nación, por otro podemos darnos el legítimo derecho de gastarnos los impuestos
que genera la industria petrolera, de la misma forma que lo hacemos con las
contribuciones de las demás empresas industriales del país.
Ahora preparémonos para enterarnos de algo tan aterrador como increíble respecto del
estado financiero de Petróleos Mexicanos.
1988 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
ACTIVO 104,172 185,229 241,301 310,183 313,759 353,505 401,429 646,544 610,163 767,720 889,359 979,106 1,078,992
PASIVO 39,810 71,313 112,307 153,343 168,176 211,220 217,169 473,735 477,026 663,814 841,117 944,652 1,058,373
PATRIMONIO 64,362 113,916 128,995 156,840 145,583 142,285 184,260 172,809 133,137 103,906 48,241 34,454 20,620
Patrim./Activo, % 62 62 53 51 46 40 46 27 22 14 5 4 2
¿Es esto una quiebra de la empresa? ¿Quién va a creer que la empresa simplemente
quebró, cuando sus utilidades, pese al pésimo manejo de tres de sus organismos
subsidiarios, han sido las más altas de la historia?
¿Quiénes son los nuevos dueños? ¿Con qué se van a cobrar cuando vengan a reclamar
sus propiedades? ¿Qué sigue ahora?
¡Qué profundamente negro se puso el panorama energético de México! ¡Que la muerte
nos agarre confesados!
Siempre se nos sembró la idea de que cualquier empresa manejada por el Estado es
perdedora por naturaleza y que por lo tanto es necesario que alguien del exterior
venga a “rescatarla” del abismo en que la hundió la incapacidad de quienes la
manejaron hasta hoy.
Sin embargo, hasta donde la información oficial lo permite, podemos comprobar que
los resultados técnico-económicos han sido excelentes hasta hoy. Por ejemplo en 2003
los egresos totales de Pemex Exploración y Producción fueron de 94,832 millones de
pesos, o bien de 8,790 millones de dólares al tipo de cambio promedio de 10.789
pesos por dólar. Por otra parte la producción de ese año fue de 3.371 millones de
barriles diarios de crudo y 4,498 millones de pies cúbicos diarios de gas, lo que da un
costo de producción del crudo de 5.64 dólares por barril, cuando ese año lo vendimos a
24.79 dólares, y un costo de producción del gas de 1.13 dólares por millar de pies
cúbicos, cuando ese mismo año se importó a 5.52 el millar. El margen de ganancia de
los años recientes ha aumentado aún más, sin embargo no es posible verificarse como
ocurrió entre 1995 y 2003, porque el detalle de los reportes a nivel de organismo
subsidiario desapareció de repente de la información oficial.
En PEP no se perfora pozo alguno sin antes asegurarse que su producción dé para
pagar los gastos de operación y mantenimiento, cubrir las obligaciones financieras y
fiscales que sean justas, y todavía dejar una atractiva utilidad para la empresa. Los
pozos son autofinanciables y devuelven en un plazo increíblemente corto, inferior a un
año, lo invertido en ellos. Sin embargo a pesar de que cada proyecto petrolero cubre
puntualmente las obligaciones derivadas de su financiamiento, alguien en el camino
retiene las amortizaciones y no permite que lleguen a los acreedores. Entre tanto los
intereses se acumulan al capital y la deuda se incrementa, dándose la impresión de
que la insolvencia de la empresa impide el cumplimiento oportuno de sus
compromisos.
La empresa necesita, en efecto, oxígeno con urgencia pero no a través de esa famosa
“reforma energética” tan cacareada que nadie sabe en qué consiste, sino con el
remedio que el propio Gobierno Federal tiene en sus manos y que es el de promover la
derogación del régimen fiscal vigente para cambiarlo por uno que se apegue a las
prácticas internacionales en la materia, pero sobre todo a la sensatez.
Hoy, siendo pobres, aún estamos a tiempo de corregir muchos errores. En el año
2025, cuando seamos miserables, tendremos más lejana la posibilidad de
enmendarlos. Lo triste es que hasta ahora nadie haya movido un dedo para corregir
los problemas que día con día nos arrastran al despeñadero.
Entre tanto se agudizan los contrastes de México: diez millones de sus habitantes
“viven” con menos de un dólar al día; otros sesenta millones de personas arrastran la
cobija con 7 dólares diarios; nuestra “clase media” de veinte millones de individuos,
que pasaría por miserable entre nuestros paisanos indocumentados del otro lado de la
frontera, ay la lleva con 19 dólares al día; diez millones de habitantes más, que no se
pueden quejar porque son como el promedio de alemanes, franceses e ingleses, viven
con unos 60 dólares diarios. ¡Qué bueno que hay un puñado de fortunas inmensas que
salva el honor nacional, incluida en ellas la del cuarto (¿o tercero?) hombre más rico
de la tierra!
Un breve repaso
Los mexicanos terminamos el siglo veinte con un ingreso per cápita promedio de 5,070
dólares anuales (capítulo 2), muy abajo de lo que lograron países desarrollados como
Estados Unidos, con 34 mil dólares, o como diversos países europeos, con alrededor de
23 mil dólares. En un ejercicio prospectivo presentado en el capítulo 3 nos percatamos
de que si pudiéramos sostener un crecimiento económico de 7% anual llegaríamos al
año 2025 con un ingreso per cápita de 17 mil dólares, mucho mejor que el actual pero
bastante lejos del que para entonces tendrán los países que acabamos de mencionar.
crisis tendría que ajustar sus gastos y ese porcentaje se vendría al suelo. La cosa es
que aunque el petróleo como mercancía no pinte gran cosa en el PIB, ni aporte un solo
peso al gasto gubernamental, ni capte un sólo dólar del exterior, sin petróleo no hay
PIB, ni nada.
Dos barriles de crudo, consumidos como energía en el país, producen 1,000 dólares de
PIB (capítulo 7). De esos mil dólares, fácil doscientos cincuenta podrían ser del fisco
(vía impuestos) y los 750 dólares restantes beneficiar a la población dentro de una
derrama económica general. Sin embargo nos conformamos con exportarlos, para que
en tal caso el ingreso sólo sea de cien dólares y en su totalidad para el fisco.
Los hidrocarburos son para nosotros como el mismísimo aire que respiramos. ¿Sin
embargo cuánto vale el aire? ¿Quién vende aire? ¿Quién lo exporta para captar
algunas divisas?... ¡Pues nadie! ¡No se vende ni se exporta aire porque no vale nada!
No vale, claro, como mercancía, pero sin duda debe valer mucho porque sin aire no
habría vida. El petróleo es como el aire que México respira y aunque no valiera nada
como mercancía, sin él estaríamos fritos. Entre 1934 y 1982 los productos petroleros
fueron ofrecidos a los consumidores casi regalados y el país no perdió. Al contrario, se
benefició con ocho sexenios consecutivos de impresionante crecimiento del PIB a razón
de 6.1% anual (capítulo 6) y esta política mostró el verdadero valor del petróleo. A la
entrada del primer gobierno llamado neoliberal en 1982, el precio de los productos fue
aumentado de manera abusiva dizque “para evitar a toda costa el derroche y uso
dispendioso” que los mexicanos hacíamos de los hidrocarburos; pero desde entonces
se aplastó el crecimiento económico.
A consecuencia de que el gobierno vive del petróleo se dice con frecuencia que la
economía de México está petrolizada. Igual podríamos decir que está bracerizada
porque una gran parte del pueblo vive de los paisanos que trabajan en los Estados
Unidos, y que son una fuente de divisas nada despreciable. La verdad es que la
economía de México está petrolizada, como lo está la de casi todo el mundo, porque
gracias a los energéticos derivados del petróleo, el país tiene actividad económica. Esta
actividad no existiría sin petróleo, o sería casi nula. Por este simple motivo, y no por
otro, es que nuestra economía está petrolizada y por este mismo simple motivo
estamos obligados a construir alrededor de los hidrocarburos una verdadera política
energética, en lugar de deshacernos de ellos como si nos urgiera quedarnos en la calle.
tragón de este energético que si hoy “sólo” consume 63 mil millones de pies cúbicos
diarios, para el 2025 estará consumiendo más de 100 mil millones al día. Ni dudar que
llegado el momento no nos venderán ni siquiera la migaja que estamos pronosticando
consumir, aunque tuviéramos el dinero para comprárselos, porque tanto sus reservas
como su producción están declinando vertiginosamente. Ellos siempre se colocarán a sí
mismos por delante de nosotros. ¿O vamos a importar de Irán o Rusia gas natural
licuado al precio que sea? Porque… de poder… ¡se puede! No hay impedimentos
tecnológicos. Y en tal caso más vale que aceleremos la construcción de terminales de
regasificación, al mismo tiempo que amarremos contratos de suministro de largo plazo
y reservemos todos los dólares del mundo para ello.
Deseamos que el amable lector tenga bien clara la diferencia entre gas licuado y gas
natural licuado. El primero es una mezcla de propano y butano (capítulo 4) que se
consume en las casas y se compra en los cilindros que reparten los camiones de las
gaseras o se almacena en tanques estacionarios que periódicamente vienen las pipas a
rellenar. El segundo es el gas natural presentado en forma líquida. Este gas puede
dejar el estado gaseoso que mantiene a condiciones atmosféricas si se disminuye su
temperatura hasta su punto de ebullición, abajo del cual adquiriría el estado líquido. El
gas natural se compone de casi puro metano, y es el que algunos hogares e industrias
reciben directamente de los campos de Ciudad Pemex, Burgos o la Cuenca del
Papaloapan. Este gas natural, una vez convertido en líquido, es el llamado gas natural
licuado.
Por mucho tiempo creímos que para transportar grandes cantidades de gas natural era
forzoso hacerlo a través de tubos. Por eso decíamos que el mercado del gas tenía que
ser regional, es decir comprarse y venderse dentro de una región comunicable por
ductos. Esto significaba, por ejemplo, que México sólo podía vender su gas a los
Estados Unidos de América (EUA), o a Canadá después de atravesar EUA; o bien a
Guatemala, Honduras, El Salvador y demás países de Centro América. Viceversa, que
de necesitarlo nosotros, sólo podríamos comprarlo de estos países. Con esta limitación,
era evidente que nunca aspiraríamos a traerlo de Rusia, Irán o Nigeria.
Hoy día se consumen en el mundo cerca de 20,000 millones de pies cúbicos diarios de
gas transportado en forma de líquido. Los países exportadores, en orden decreciente
de importancia por los volúmenes que venden, son Indonesia, Argelia, Malasia, Qatar,
Australia, Brunei, Omán, Nigeria, Emiratos Árabes Unidos, Trinidad y Tobago, Libia,
Taiwán y hasta los propios EUA, Japón y Corea del Sur. El volumen señalado es cuatro
veces la producción de México.
En orden descendente por el volumen que consumen, los países importadores son
Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, España, Taiwán, Francia, Italia, Turquía,
Bélgica, India, Portugal, Puerto Rico, Grecia y República Dominicana.
Para que el gas natural producido en alguna región remota del planeta pueda llegar a
los centros de consumo, es necesaria la existencia de tres elementos: 1) una planta de
licuefacción al alcance del productor; 2) un medio de transporte para que el producto,
debidamente licuado, viaje de un sitio a otro; 3) una planta de regasificación a
disposición del usuario final.
Un volumen de 145 mil metros cúbicos pesaría 145 millones de kilogramos, o bien 319
millones de libras, si fuera de agua; pero al ser de gas natural licuado su peso es de
sólo 95 millones de libras. Por otro lado, puesto que 16 libras de metano expuestas a
una temperatura de 60 ºF a la presión atmosférica (14.7 libras por pulgada cuadrada),
ocupan un volumen gaseoso de 379.4 pies cúbicos, entonces la carga de un barco de
esta capacidad equivale a 2,700,000,000 pies cúbicos, es decir 2.7 MMMpc. ¿Cuánto
de gas es esto, comparado con algo familiar? Veamos: un pozo sin interrupciones
operativas, con un ritmo de producción inicial de 5 millones de pies cúbicos diarios y
declinación ligeramente superior a 5% mensual, alcanza a acumular en su vida
productiva un volumen de 2.7 MMMpc.
O sea que, en nuestros días, a un usuario le es posible pedir que le traigan un pozo
como el que acabamos de describir y que se lo pongan en el patio de su casa. Con tal
pozo no tiene que esperar años para extraer el total y puede, en caso necesario,
explotarlo a razón de 15 millones de pies cúbicos diarios durante seis meses sin
declinar, o, por ejemplo, hasta 90 millones de pies cúbicos diarios durante 30 días. Por
eso cuantas veces viéramos pasar un barco cargado de gas natural licuado, podríamos
decir: “ahí va navegando un pozo de Burgos”.
A lo largo de este trabajo nos ha venido quedando la sensación de que los gobiernos
recientes no se han interesado en resolver el gravísimo problema energético que se
avecina. Mientras tanto insisten en imponernos de manera irreflexiva el uso de un
energético que no tenemos, que es el gas natural. Si nos esforzamos lo suficiente a lo
mejor algún día llegamos a tenerlo en las cantidades que reflejan esos “planes”
gubernamentales (capítulo 9), pero mientras eso no ocurra, nuestra tabla de salvación,
temporal pero más segura, sigue siendo el petróleo; como energía, claro.
Hemos dicho hasta cansar a los lectores que el petróleo sólo es útil cuando a través de
su refinación se le convierte en productos energéticos. Por esta razón no estaría mal
que de perdida lo vendiéramos “cocido” y no “crudo” como lo hacemos. ¿Pero qué
podemos lograr con una capacidad efectiva de refinación de apenas 1.3 millones de
barriles diarios, que ni siquiera satisface nuestras propias necesidades actuales? De
acuerdo al cálculo que presentamos en el capítulo 11, necesitamos llegar al 2025 con
una capacidad de refinación de 4.6 millones de barriles diarios, lo que exige que
tengamos 15 refinerías más, semejantes a las 6 que hoy tenemos. Tome nota el
amable lector que estas refinerías deben ser construidas en menos de veinte años.
¡Casi una refinería por año, empezando ya!, aparte de tres centros procesadores de
gas de 1,000 millones de pies cúbicos diarios cada uno, que necesitaríamos construir
en menos de seis años para secar y endulzar el gas en caso de que lo produjéramos en
nuestros campos.
Ni duda cabe que nuestra soberanía energética debe apoyarse en dos columnas: la
capacidad de producción de crudo y la capacidad de refinación. La primera es fuerte
hoy día; la segunda es muy débil. Ninguna refinería hemos construido desde 1979
(capítulo 10) y somos deficitarios en producción de refinados. Que se sepa, para
disponer de más refinerías no se necesitan más que dos cosas: querer y poder. Para
poder se necesita dinero y ese lo hemos tenido de sobra (capítulos 11 y 12). Lo que
nos ha faltado es querer, porque la “voluntad política” está en espera de una “reforma
energética” que no se necesitó para construir las seis refinerías que hoy tenemos, ni
para haber mantenido por décadas la producción de crudo en alrededor de 3 millones
de barriles diarios y la de gas arriba de 4 mil millones de pies cúbicos por día. Nos
volvemos a preguntar: ¿Qué significará la tan cacareada “reforma energética”? ¿Será
acaso dejar de depender de energéticos petroleros, para empezar a usar otros?
¿Alguien lo entiende? Si nuestros energéticos son la gasolina, el diesel, la turbosina, el
gas licuado, el gas natural, el combustóleo, ¿qué será la “reforma energética”? ¿Será
abandonar el uso de estos hidrocarburos para incursionar en serio en los terrenos de la
caña, el viento y el sol?
Por ningún lado se ve que estemos apuntalando nuestra soberanía energética. Cuantas
veces producimos más petróleo es para exportarlo tal como sale de la tierra: crudo.
Mientras tanto, peligrosamente dependemos cada vez más del exterior para conseguir
energéticos petroleros y lamentablemente vamos a necesitar que el destino nos
alcance para reconocer que siempre pudo ser más fácil crecer con energía barata
(propia) que con energía cara (importada).
Hoy producimos petróleo crudo por arriba de nuestras necesidades energéticas, pero
somos importadores de energéticos. Ganas de producir más crudo no nos faltan, pero
sólo para seguirlo exportando y exportando. Al paso que vamos pronto se agotará
nuestra capacidad de exportación y, lo que es peor, a la vuelta de la esquina
podríamos vernos importando también crudo. Por el camino que estamos transitando,
para llegar al año 2025 con autosuficiencia energética necesitamos descubrir y
desarrollar, tan sólo de crudo y en adición a nuestras reservas actuales, algo así como
12 mil millones de barriles. Sin embargo veamos cómo nos ha ido en este renglón:
entre el 1 de enero de 2000 y el 1 de enero de 2006 nuestras reservas totales pasaron
de 58,204 MMbpce a 46,418 MMbpce, es decir que cayeron casi 12,000 MMbpce en
seis años. Así que llegar con autosuficiencia energética al año 2025 será una verdadera
proeza; un reto que no puede ser enfrentado con medidas improvisadas de la noche a
la mañana. Nuestra conducta de los últimos años nos está conduciendo
aceleradamente a un naufragio que en el mejor de los casos sólo frenará nuestro
crecimiento económico, pero que pudiera ser desastroso por sus múltiples y graves
consecuencias, pues primero entraríamos a un estancamiento y después vendría el
desplome que nos haría llegar a 2025 de todas maneras pobres, con una población
mucho mayor, pero agotados.
14,000
12,000
e nt os
10,000 e rimi
u
8,000 Req
140,000 MMbpce
6,000
4,000
Produc
2,000 ci ón
-
2007
2010
2016
2019
2025
2028
2034
2037
2043
2046
2004
2013
2022
2031
2040
2049
Para llegar autosuficientes al año 2050 necesitaríamos la increíble cantidad de 140,000
millones de barriles de petróleo crudo equivalente. ¿Quiénes en el mundo tienen
reservas así, como para conseguirlas de ellos si nosotros no las encontráramos en el
subsuelo nacional? Ya vimos en el capítulo 11 que reservas probadas de crudo de
250,000 millones las tiene Arabia Saudita; del orden de 100,000 millones de barriles
las tienen Irak, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait; del orden de 75,000 Venezuela
y la Federación Rusa. Por lo que hace a gas, la ex-URSS tiene 2,000 miles de millones
de pies cúbicos, equivalentes a 400,000 millones de barriles de petróleo crudo
equivalente e Irán 1,000 miles de millones de pies cúbicos, equivalentes a 200,000
millones de barriles de petróleo crudo equivalente. Pero lo que estos países poseen,
hace mucho que fue asegurado por otros, para su consumo.
Cuando los Estados Unidos, hace sesenta años, tenían una producción petrolera
inferior a la actual nuestra, ya contaban en Texas, Oklahoma, Louisiana, Pensilvania,
Colorado, California, Kansas y muchos estados más, con varias universidades, centros
de investigación y fábricas de equipo dedicados al petróleo. Nosotros pronto tendremos
que enfrentar lo que hace mucho debimos hacer, que es entrarle a las aguas
profundas, pero lo haremos arrinconados por la vida, totalmente dependientes
tecnológicamente, porque, como siempre, no nos interesó adquirir gradual y
tenazmente la experiencia añejada que una proeza de esas dimensiones requiere.
La energía es uno de esos bienes que sólo cuando escasean reflejan en toda su
magnitud lo que valen. Difícilmente nos percataremos de la importancia de los
energéticos mientras los sigamos teniendo. Se nos abrirán los ojos cuando empiecen a
escasear; cuando, por desgracia, ya nada se pueda hacer. ¡Quién tuviera la previsión
de aquellos pueblos de memoria milenaria que habitan los sitios más inhóspitos del
globo, “casualmente” los más ricos de la tierra! Hoy todavía es tiempo de iniciar con
ganas la formación de esos técnicos petroleros, que es lo más difícil de lograr de entre
todos los elementos requeridos.
Los legisladores
Cuando los legisladores hayan sentado las bases firmes para un verdadero crecimiento
económico nacional, su realización será una obligación y no un gracioso don del
gobernante en turno. De aquí que el plan nacional de desarrollo deba ser elaborado y
vigilado por las cámaras legislativas hasta el detalle de señalar qué carreteras, qué
puertos, qué aeropuertos, qué vías férreas, qué refinerías y qué producción petrolera
tener. Haber dejado esta responsabilidad al criterio del Ejecutivo Federal nos llevó al
atolladero en el que nos encontramos hoy y significó la bancarrota financiera del
rentabilísimo negocio que es nuestra industria petrolera. Los legisladores deberán
evitarnos incluso hasta los absurdos que nos vemos obligados a presenciar y sufrir, de
estrenar siete secretarios de energía en diez años, como si las responsabilidades de
ese puesto no fueran tan delicadas lo mismo que trascendentes.
No necesitamos esperar más tiempo para que el sueño maravillo de salir de pobres se
realice. Basta que tomemos el camino correcto, que invariablemente comienza por la
ruta del aseguramiento de la energía. Esa ruta, que emprendida con seriedad, será el
mejor detonador de progreso que jamás hayamos tenido.
Las promesas
Los elementos hasta aquí presentados y discutidos pueden ser utilizados como
instrumentos para medir las posibilidades de realización que en materia de crecimiento
económico tienen las promesas de los políticos. Estos elementos nos pueden ayudar a
saber si lo que ellos nos prometen es factible de lograrse o puro cuento. En el caso
concreto de la economía del país, desde hace mucho nos están prometiendo
crecimientos de 7 o más por ciento anual. Los “conocedores” se siguen aventando la
puntada de asegurarnos que no es posible sobrepasar el 3.47% anual o algo así, sólo
para que, con una precisión aritmética como ésta, nos quede la impresión de que su
propuesta proviene de sesudos cálculos econométricos realizados por un equipo de
expertos. No tenemos que seguir escuchando rollos interminables, o razonamientos
perversamente enredados y mentirosos, porque ya sabemos que basta fijarse en unos
cuantos elementos sin cuya posesión no es posible lograr crecimiento económico
alguno. Para saber realmente si avanzamos en el camino correcto o no, basta que nos
fijemos cómo vamos en energía, agua, comunicaciones, garantías, salud, educación y
otros.
Todos los intentos que haga México para ir en pos de un rumbo promisorio serán
fallidos mientras no dé los pasos atinados en la ruta de la energía. Si los gobernantes
en turno, sean del color que fueren, quieren en verdad sacar al país de este terrible
hoyo en que lo sumieron sus antecesores, deberán dar los pocos pasos aquí marcados
y tomarlos como la receta mágica, como verdades que no necesitan demostración.
Como axiomas y punto. No aplicar la receta significará seguir sumiendo al pueblo en la
miseria más espantosa.
El final
Hemos mostrado un camino seguro para que los gobernantes del país, de todos los
niveles e instancias, empezando por el mero mero del poder ejecutivo, construyan
para los mexicanos un futuro promisorio permanente de largo plazo. Y seguro que “la
habremos hecho” cuando los legisladores se atrevan a proveer los instrumentos que le
den certidumbre a nuestro rumbo; cuando el poder judicial resuelva controversias
dentro de una visión integral de largo plazo que beneficie al país; cuando las
instituciones educativas y los centros de investigación reorienten sus programas de
trabajo hacia lo trascendente; cuando las asociaciones de profesionales ejerzan sus
funciones con un verdadero sentido de progreso para la colectividad; y cuando los
periodistas y comunicadores en general, con esta verdad en la mano, cuestionen sobre
sus actos a todo funcionario que haciéndose el chistoso pretenda salirse del rumbo
marcado y engañarnos a todos.
AGRADECIMIENTO
CURRICULUM VITAE
Como investigador del Instituto Mexicano del Petróleo desarrolló los primeros
simuladores matemáticos hechos en México para el estudio de yacimientos de gas no
asociado y de yacimientos de aceite, gas y agua. Como funcionario de Petróleos
Mexicanos ocupó, entre otros, los cargos de Jefe de la Unidad de Nuevas Técnicas de
Ingeniería de Yacimientos, Gerente de Planeación de la Región Sur y Subdirector de
Planeación de Pemex Exploración y Producción. Del Colegio de Ingenieros Petroleros de
México fue presidente nacional en 1995-1996.
Entre las asesorías, talleres y cursos impartidos por él en los últimos diez años
destacan los de análisis de riesgo y evaluación económica de proyectos de exploración,
desarrollo de campos, recuperación mejorada, perforación de pozos y optimización de
instalaciones. Por otra parte, ha participado como instructor en diversas universidades
e institutos tecnológicos del país.