Vous êtes sur la page 1sur 2

El Señor Sallys

Anthony Sallys, escritor, también un caso clínico de esquizofrenia. Se despierta cada día
sin recordar completamente quien es y comienza a escribir, ocasionalmente toma un
descanso para recorrer la ciudad, le gusta caminar, buscar nuevas historias. Claro que le
ocurre, de cuando en cuando, que se encuentra con una historia pasada, con esa
memoria tan frágil suele olvidar los lugares de donde provino su inspiración. Sus
novelas siempre tienen el mismo protagonista; él. Son historias oscuras, confusas,
donde villano y héroe suelen estar en la misma persona, donde el bien y el mal son
amigos, amantes e incluso están emparentados. No se por que conozco tanto de él, solo
he leído tres de sus libros completos y todas las contraportadas de los demás. Siempre
son una nota biográfica sobre el autor, con una foto donde se muestran sus manos o sus
pies, nunca su rostro. Recuerdo una foto en particular, un hombre con su cabeza
enterrada en la tierra mostrando las palmas de sus manos ajadas hacia la cámara, en una
de las palmas extendidas hay escrita la sigla AQ. Es una imagen muy chocante, el editor
dice que la sigla son los dos nombres del autor, los cuales ahora no recuerdo. Creo que
esa es la razón por la cual disfruto tanto de su literatura, compartimos nuestros
padecimientos, es casi como una solidaridad entre discapacitados. Yo también estoy
enfermo, es casi lo mismo que sufre el protagonista de sus novelas, pérdida ocasional de
memoria, ideas delirantes, la única diferencia es que el protagonista siempre en el final
logra entender quien es él, en cambio yo cada vez me hallo más confundido. Supongo
que es la necesidad de un final, de un cierre, lo que hace que el protagonista siempre
encuentre algo, esa epifanía a los ¾ y ½ de la novela que le da sentido a toda una vida
de acontecimientos disparatados. Yo aun estoy esperando por los ¾ y ½ de mi vida,
pero no ocurre, no todavía. Me encuentro caminado por la Avenida Wallsburg al frente
del parque Cills, estoy dirigiéndome a una cita con mi dentista. Probablemente Anthony
también va al dentista. Recordé su nombre, increíble. Nunca había estado en esta parte
de la ciudad, pero se que detrás de este parque esta la iglesia de Nun-Cills, y detrás de la
iglesia hay un muelle, donde supuestamente se descarga el pescado y monta en
camiones para transportarlo al centro de la ciudad. Yo se que es una fachada, ese muelle
sirve de sala de torturas para una de las pequeñas mafias que se mueve en este sector de
la ciudad, los he visto transportar los cadáveres a la parte trasera del muelle y tirarlos al
mar. Usan bolsas negras para los hombres y azules para las mujeres. Que puedo decir,
por más de que lo que hacen es sucio e inescrupuloso, el orden y la pulcritud dentro del
grupo siempre han sido una prerrogativa, incluso los muertos reciben un tratamiento
digno. Siempre lo he dicho, la clave de una empresa esta en un buen ambiente laboral.
Bueno, mejor me apresuro, el dentista es algo impaciente.

Llevo diez minutos esperando a la recepcionista. No aparece, solo esta su inmenso


librito de citas sobre la mesa, voy a mirarlo por un instante.

11:00 – cancelado--
11:20 Myria Shyles
11:40 Anthony Quentin Sallys
12:00 Randall Wayne
12:20 Philippe Glass-Riot
Anthony… Anthony está aquí… en el dentista. Son las 11:51 debe estar por salir de su
cita. Lo voy esperar aquí, necesito un esfero, un papel… tengo que preparar lo que voy
a decirle. Ok debo conservar la calma.

“Señor Sallys, es una coincidencia que usted y yo nos encontremos en un lugar tan, por
dios, tan trivial como este, claro que no podría ser una casualidad, vera yo olvido las
cosas así que usted y yo podríamos de hecho haber concretado una cita aquí, pero yo ya
lo he olvidado y estoy pensando que es una coincidencia y…”

“Señor Sallys, me place mucho que visitemos el mismo dentista, hoy vine a que me
calzaran el maxilar derecho y…

Oh usted también, oh que casualidad, usted sabe lo que dicen mentes brillantes
dentaduras no tanto. Ja, ja, ja…”

“Señor Sallys, que puedo decir, incluso personas como usted y como yo necesitamos a
un dentista, somos humanos después de todo…”

“Señor Sallys…”

SEÑOR SALLYS− grita del dentista desde su consultorio − De nuevo llega tarde,
apresúrese por favor tengo a otras personas esperando. Señor Wayne estaré con usted
en unos minutos.

En ese momento me volteo eufórico y observo a un hombre que está sentado al otro
extremo de la sala de espera, me mira con un gesto de terror, y sin pensarlo me abalanzo
sobre él y grito:

Señor Sallys!! Es un gusto conocerlo… soy uno de sus mas grandes…

FIN

Vous aimerez peut-être aussi