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(RESEÑA)
Económica.
con subjetividad o con razón. Le da el visto bueno al subjetivismo siempre y cuando este
sea educado, allí entraría entonces la razón. En el primer capítulo, Captación, compara el
discurso poético con un texto filosófico de igual temática y llega a la conclusión que la
diferencia sustancial entre el poema y cualquier otro tipo de discurso es la inmutabilidad del
lenguaje poético en relación con cualquier otro. Un tratado filosófico encontrará muchas
maneras de decir, mientras que el poema es per se, invariable con el tiempo.
El primer capítulo se subdivide en tres partes, donde el autor ejemplificando con texto
líricos clásicos, aborda los que a groso modo, son los elementos fundamentales de la
formalidad del poema. Primero se encarga del ritmo y la melodía. Explica las sensaciones
que brindan al lector metro en relación con el ritmo. En esta diferenciación deja ver cómo
corre soterrado con intensidades variadas a través de los versos. De esta manera se va
armando una melodía irrepetible que contiene en su armonía a las ideas embelesadas de
sonoridad.
Consiguientemente, reflexiona acerca de la imagen y la metáfora. Los poemas tienen un
colorido también especial que el poeta debe tener muy en cuenta. Un poema se destruye así
mismo si sus imágenes no logran ser sincronizadas. Las imágenes proponen un viaje directo
con la imaginación. Pero aunque resulta fácil describirlo, realizarlo no es igual. La razón es
que la imaginación desea viajes novedosos, todo lo que a una vida le ha ofrecido al lector,
todo lo que la cotidianidad ofrece, son imágenes que el poema no debe intentar repetir,
porque cae en lo soso y lo común, para ello, la novedad que rige lo pictórico en los versos,
está medida por la metáfora. La imagen poética ideal está condensada en la dialéctica de las
La última parte del capítulo, titulado Temple de ánimo y estilo, se esboza cómo el ánimo
va forjando una voz propia en el poeta. De hecho, sólo es posible hablar de poeta cuando
esa voz se manifiesta como estilo original. Para ello, hay que tener un tono que se sienta en
los detalles de su vibración, como una honda reconocible para cualquier lector. Las
imágenes también deben tener cierto fulgor atravesado por la particular personalidad del
poeta.
esa temática algo propio y sentido como tal, cuando la realidad del autor refleje todo lo
contrario. Sin embargo, lo que sería una falta a la verdad, en el poema no tiene un peso
negativo. El manejo del lenguaje construye mundos cargados de intensa realidad, de una
realidad autentica que puede ser sentida por el lector, más allá de que este conozca las
En el segundo punto de este capítulo, Lo original y no original, el autor hace hincapié sobre
la idea de innovar con el lenguaje. Los poemas no originales se muestran sosos porque
poético debe ser, entonces, destellante, innovador y que produzca, a través de los tropos,
desconcierto en los lectores. El autor explica que no basta con la verdad s no se dice de
manera original.
El capítulo número tres, Interpretación, nos habla de lo estético en relación con la verdad.
Pfeifer expresa la necesidad de concebir el texto poético como una unión indisoluble entre
posee, pero la estética la maquilla en una especie de juego infantil que logra embelecar al
filósofo más ortodoxo. El autor no se rige por una o por otra para definir la poesía, entiende
que ambos son necesarios para que sea posible el arte poético: un juego intrincado de jugar.