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SUFRIMIENTO: UNA PUERTA PARA EL

EVANGELIO
Devocional miércoles 8 de abril de 2020

 Himno #604 «Usa mi vida»


1. Muchos que viven en tu derredor, 2. Di a los tristes que Dios es amor,
tristes, hambrientos están; él quiere dar su perdón
tú, por tu vida, les puedes llevar a los que vienen a Cristo Jesús
gozo, luz y bendición. buscando paz, salvación.

*Coro* 3. Toda tu vida hoy rinde al Señor,


Usa mi vida, usa mi vida cada momento sé fiel;
para tu gloria, oh, Jesús; otros que vean en ti su amor,
todos los días y hoy quiero ser pronto se rindan a él.
testigo tuyo, Señor, por doquier.
 Oración de intercesión
a. Pidamos por los enfermos a causa de la pandemia y por los doctores
b. Pidamos por los que han de creer en el evangelio en medio de estas
circunstancias
c. Pidamos para que el Señor nos abra puertas para compartir su Palabra
d. Pidamos por los hermanos que sufren a causa del Evangelio
 Lectura de la palabra y reflexión
“Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido han
redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que
mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a
todos los demás. Y, la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el
Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin
temor.” (Filipenses 1.12–14, RVR60)
El mundo se ha paralizado. Muchas cosas se han tenido que detener. El coronavirus
con su amenaza de muerte vino a parar en seco a este mundo acelerado en el que
vivimos. Todo ha quedado en «stand by». El coronavirus frenó nuestras vidas en un
instante. Para muchos fue el detener su trabajo, para otros detener un viaje o detener
alguna celebración ¡Oh, el coronavirus ha detenido el mundo!
Sin embargo, con todo lo que esta amenaza mundial ha detenido, hay algo que nunca
podrá detener. Hay una causa y un mensaje que ningún mal de este mundo, ningún
contratiempo, ni ningún poder podrá detener: El avance del evangelio.
En nuestro texto de reflexión para hoy aprendemos, en primer lugar, que nada puede
echar para atrás el avance del evangelio, sino que, por el contrario, todo obra
para su progreso. Veamos a Pablo, en la cárcel a causa de predicar el evangelio. Bien
podríamos pensar que el encarcelamiento de este siervo de Dios era un duro golpe a la
obra de Dios: uno de los hombres más esforzados en el evangelismo, el principal
plantador de iglesias de la época, uno de los más grandes maestros de la iglesia recluido
en una cárcel. Que gran bajón de estadísticas iba a ver la iglesia en su crecimientos

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ahora que Pablo estaba preso. Uno esperaría ver la curva de crecimiento de la iglesia
cuesta abajo. Estando Pablo en prisión el progreso del evangelio se vendría abajo.
¡Pero no! El apóstol dice que sus prisiones han contribuido al avance del evangelio, La
libertad de Pablo se ha visto limitada, pero la del Evangelio no. Podrán encadenar a los
evangelistas pero nunca al evangelio.
Los opositores del evangelio en aquella época pensaron que poniendo a Pablo en la
cárcel el evangelio de Jesucristo se vería obstruido, pero en realidad abrían una puerta
para la Palabra de Dios. Pablo dice que todos en la cárcel (en todo el pretorio y a todos
los demás) habían notado que Pablo estaba preso por la causa de Cristo. La cárcel se
había llenado del testimonio de Pablo. Las prisiones de este hombre no solo no
detuvieron el avance del evangelio, sino que contribuyeron a su causa.
Hermanos, alegrémonos en esto: ninguna adversidad puede echar para atrás el
avance del reino de Dios. Y aun más, todas ellas contribuirán para que el evangelio sea
anunciado y creído.
Amados, podremos vernos «atrapados» en casa por causa del coronavirus, pero el
evangelio no. El evangelio sigue corriendo libre. De hecho, podemos afirmar que estas
circunstancias adversas que estamos viviendo redundarán para el progreso del
evangelio, porque en medio de ellas muchos creerán en el Evangelio de la Gracia y
conocerán a Cristo.
En segundo lugar, el texto nos enseña que las circunstancias adversas no deben
callarnos, sino deben animarnos a hablar la Palabra con mayor atrevimiento y
valor. Además de contar su propia reacción a estar prisionero, Pablo también narra cuál
fue la reacción de la Iglesia.
Los hermanos pudieron haber dicho: Bueno… Pablo, el hermano más entregado a la
predicación del evangelio ya fue encarcelado, es momento de que nosotros le paremos
un poco también, no sea que terminemos acompañándole en la prisión.
Pero esa no fue la reacción de los hermanos. Cuando vieron a Pablo encarcelado por
predicar el evangelio cobraron ánimo. Las prisiones de Pablo no llenaron de miedo a la
iglesia, la llenaron de ánimo.
Es importante notar que clase de ánimo era este, y a qué los movía.
El ánimo de los hermanos fue ánimo en el Señor. El ánimo del creyente no se
encuentra en sus circunstancias, sino en el Señor que le sustenta en cada una de ellas. El
ánimo de estos hermanos era que sea que estuviesen libres o encarcelados su Señor
seguiría con ellos; que aunque los separasen de sus familias y hermanos, nunca podrían
separarlos del amor de su Señor; que aunque les quitarán la vida, su Señor les guiaría
más allá de la muerte porque Él venció la muerte. El ánimo de estos hermanos no se
encontraba en las circunstancias, sino en el Dios que gobierna sobre todas ellas.
¿A que los movía el ánimo en el Señor? a hablar más la Palabra del Señor. El ánimo en
el Señor no los movió a hacer un plantón afuera de la cárcel o levantarse en armas para
liberar a Pablo. El ánimo en el Señor los animó a predicar la Palabra con mayor
atrevimiento y sin ningún temor.
Hermanos, en estos tiempos difíciles cobremos ánimo: nuestro Señor gobierna sobre
ellas. Cobremos ánimo, el que nos mando a predicar el Evangelio también dijo «y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20) Predicad con
denuedo y con atrevimiento el Evangelio.
Iglesia, el coronavirus podrá frenar viajes, trabajos, proyectos, escuelas, plazas, podrá
frenar el crecimiento económico y muchas otras cosas más, pero nunca podrá frenar el
avance del evangelio, pues el evangelio es poder de Dios (Romanos 1:16).

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El coronavirus podrá frustrar nuestros planes, pero nunca los planes del Señor. Aun
más, tengamos por cierto que el Señor usará el coronavirus (y cualquier otra adversidad)
para el avance del evangelio. Así que, no digas que ahora no puedes compartir el
evangelio, al contrario, ve esto como una oportunidad para hablar con mayor
atrevimiento el evangelio.
Este es un tiempo en que el evangelio necesita ser predicado con urgencia. No es
tiempo de callarnos. Es el momento de abrir nuestros labios y predicar a este mundo
lleno de angustia, desesperanza, miedo, dolor y muerte que Cristo Jesús vino al mundo
para dar paz, consuelo, abrigo, gozo, esperanza a todos lo que depositan sus vidas en Él
por medio de la fe. «Un mundo asustado necesita una iglesia valiente» (A. W. Tozer)
¿Dónde encontraremos valor y ánimo para predicar? En mirar a nuestro Señor. Recuerda,
el que nos mando a hacer discípulos es el que reina sobre el cielo y la tierra, y que ha
prometido acompañarnos todos los días hasta el fin del mundo.

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en


el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén.” (Mateo 28.18–20, RVR60)

ORACIÓN
Oh, Dios ¿quién como tú? Nuestras vidas se han visto frenadas y recluidas por causa
de esta pandemia, pero tu no. Señor, te alabo porque muestras tu grandeza y soberanía
en que aun lo que a nosotros nos limita a ti te sirve para cumplir tus propósitos.
Asombrosas y maravillosas son tus obras.
Hazme entender que esta crisis lejos de detener el avance del evangelio y de tu reino,
en realidad contribuirá a su progreso. Por tanto, te ruego que me ayudes a ver mis
circunstancias como una oportunidad de ser usado para anunciar tu Palabra a otros.
Infunde en mi santo valor para compartir a otros el mensaje de tu gracia. Dame animo en
ti, oh, Señor. Que mirarte a ti infunda en mi corazón ánimo para cumplir mi deber a los
que aún no te conocen. Te lo ruego en Cristo Jesús. Amén.
 Himno 600 “Firmes y adelante”
1. Firmes y adelante, huestes de la fe, y óigalo el averno lleno de pavor
sin temor alguno que Jesús nos ve; .
jefe soberano, Cristo al frente va, 3. Muévase potente la iglesia de Dios;
y la regia enseña tremolando está. de los ya gloriosos marchamos en pos;
somos sólo un cuerpo y uno es el
*Coro* Señor,
Firmes y adelante, huestes de la fe, una es la esperanza y uno nuestro
sin temor alguno que Jesús nos ve. amor.

2. Al sagrado nombre de nuestro 4. Tronos y coronas pueden perecer,


adalid de Jesús la iglesia constante ha de ser;
tiembla el enemigo y huye de la lid. nada en contra suya prevalecerá,
Nuestra es la victoria, dad a Dios loor, porque la promesa nunca faltará

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