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APROPÓSITO DE NUESTROS ENCUENTROS Y DESENCUENTROS.

Quiero esclarecer algunos puntos respecto a mi postura frente a la creación literaria y la literatura en Huancavelica;
aunque considero en los artículos que he compartido ya haberlo hecho; pero al parecer no se me entiende o no se me
quiere entender; en ese sentido, seré esta vez mucho más claro (espero):

¿Se puede escribir sin conocimiento alguno de la teoría literaria?


Por supuesto que sí.

No joda, antes no decía eso.


En serio hombre. Jamás dije que no podía escribirse sin tener en cuenta la teoría literaria. Ud., escribe
verdad…

Por supuesto que sí.


Aunque sea estúpidos memes o comentarios en las redes sociales, está Ud., escribiendo.

Pero vamos, no estamos hablando de eso, no se me quiera ir por la tangente.


No hombre, no. Lo que quiero decir es que cada quien tiene el derecho de escribir lo que se le de la gana; no
obstante, el problema está cuando quieren llamarlo a eso literatura; más aún, cuando personajes referentes de
nuestra cultura la avalan, más por inclinación altruista (quiero creer que es así) que motivado por la razón: “ lo
importante es que se escribe, ya irán mejorando ” dicen. Juan Bosch, maestro del cuento centroamericano,
propugnaba la perfección en relación al dominio del escritor de las técnicas narrativas.

¿Pero uno no escribe pensando en la teoría literaria?


Nadie dijo lo contrario; no obstante, esto no significa que no se la use. Al momento de escribir no se está
pensando en ellas, sería ocioso si fuera así; estas fluyen por sí solas cuando se ha logrado interiorizarlas y no
solo durante la redacción, sino también durante la planificación y la revisión.

A ver, a ver, explíqueme eso.


El método de Rulfo, por ejemplo, consistía en construir antes a sus personajes, ¿no es eso planificación?, ¿no
es eso parte de la teoría literaria?

Entonces
La teoría literaria la adquiere uno a través de un estudio concienzudo o de la simple lectura de novelas,
cuentos poesías y más. Incluso quienes ignoran sobre ellas la utilizan, cierto criterio lógico de organización y
secuencialidad o el predominio de la intención comunicativa la determina. Homero, aún antes que existiera la
ciencia que rige la redacción de un texto, construyó sus magnas obras guiado por una intención nacionalista,
esta rigió su estilo, la caracterización de sus personajes y la historia misma.
1. La práctica hace al monje, por supuesto. Mientras más se practique la escritura, más se la irá dominando; no
obstante, el problema aquí es cuando dichas prácticas, materializadas en un borrador, son publicadas tal cual,
sin ningún sentido de responsabilidad. Las primeras novelas de Santiago Roncagliolo fueron rechazadas por
las editoriales “n” veces, hasta que tomó conciencia de sus debilidades y emprendió el camino de la corrección
y la reconstrucción.
2. La forma siempre es más importante que el fondo; no obstante, en nuestro caso, aventureros principiantes en
el género, debemos empezar por priorizar el fondo; pero, lo repito, la forma es más importante que el fondo. La
riqueza de la literatura contemporánea radica precisamente en su exaltación por la forma y no por el contenido.
En “No se culpe a nadie” de Cortázar, la historia se centra en un solo hecho: ponerse un pulóver.
3. El espíritu altruista y las enseñanzas de los libros de autoayuda han enseñado al individuo actual a disfrazar la
realidad, tanto que simulacro y realidad se ha ido confundiendo, hasta tal grado de, ahora, no poder
distinguirla; con esto quiero decir que, si bien se debe animar a la escritura a quien se aventura en ella, esta no
debe ser disfrazada, menos celebrada; sino su aceptación debe ser moderada y sincera (La obra publicada
debe defenderse sola y el escritor debe aprender a asumir su responsabilidad).
4. El escritor debe hacerse responsable de su creación. Es cierto que los primeros escritos suelen ser imperfectos
(muy imperfectos), pero si el escritor lo publica debe saber asumir su responsabilidad, tomar conciencia y, a
partir de ello, aprender.
5. Una cosa es escribir desconociendo la ciencia que dicta la redacción de textos y otra muy distinta redactar el
texto y no preocuparse por la ortografía, la cohesión, la coherencia, etc. Existen escritores que reniegan de sus
primeros textos, pero no porque hayan caído en errores ortográficos, de cohesión o coherencia, sino porque se
sienten insatisfechos en relación al modo cómo ha sido escrito la historia o el poema, o a la historia misma, etc.
6. Personalmente, yo creo que no existe la libertad de creación propiamente dicha, pero sí, a lo Sartre, cuando
dice “el hombre está condenado a ser libre”; vivimos en una sociedad en donde las leyes y normas regulan
nuestro actuar, nuestro sentido de supervivencia mismo lo hace. En la creación una libertad sin rumbo solo
puede llevarnos al caos. Cuando los escritores hablan de esfuerzo y dedicación durante su labor creadora, es
porque cierto criterio de organización y secuencialidad le va enrumbando, inconscientemente, pero lo hace.
7. No se puede crear si antes no se recorrió el camino ya creado. Particularmente creo que la creación, al igual
que la libertad debe también tener su ruta. James Joyce renovó la literatura de su tiempo y de todos los
tiempos solo en la medida que fue consciente del proceso de evolución de las convenciones del género
narrativo. Mario Vargas Llosa hubo de apropiarse e interiorizar el estilo de Balzac, Dostoievsky, Hemingway y
más, para crear su propio estilo.
8. La escritura no es cuestión de dioses u hombres privilegiados, es resultado del esfuerzo y la dedicación; por lo
tanto, se puede aprender. Por otro lado, hay quienes ya han nacido con este talento, unos lo perfeccionan y
otros se conforman con lo que tienen; estos últimos no imaginan cuanto potencial guardan si se decidieran por
tomar conciencia de sus propias habilidades.
9. Más esfuerzo y trabajo y menos inspiración. La inspiración es resultado de las emociones y sentimientos, que
enceguecen a la razón. Horacio Quiroga invitaba a dejar morir las emociones durante el proceso de redacción
del cuento y le ponía valor al hecho de poder recuperarla luego.
10. Se tiene todo el derecho de escribir lo que se quiera, pero si se atenta contra el derecho del semejante,
publicando y difundiendo libros malos, no solo se está en falta, el problema es mucho mayor, se aporta a la
estupidización de la sociedad.
11. Pero el mal mayor es esta: atreverse a difundir dichos escritos en las escuelas. Aquí deberían tomar conciencia
aquellos intelectuales o personajes referentes de nuestra literatura que por su espíritu altruista avalan estas
obras, pues ahora se atenta contra algo mucho más sagrado, nuestros niños, nuestros futuros ciudadanos y
líderes y eso sí no se puede aceptar.
12. Finalmente, a diferencia de muchos intelectuales huancavelicanos (disculparán que me incluya), mi visión
sobre la literatura actual no es muy optimista, siento que nuestra romántica y ciega pasión por lo nuestro nos
enceguece y nos hace elucubrar opiniones y posturas al margen de la razón. Yo, particularmente no veo tan
floreciente nuestra literatura como sí se puede ver en ciertas antologías, que desde mi punto de vista son
construidas por ese romántico y ciego amor a lo nuestro (alguien dirá y quien es este para decir lo que dice: un
simple lector amigo mío). Así, íconos de nuestra literatura son: Serafín Delmar (Tayacaja, identificado con
Huancayo), Julián Pétrovick (Tayacaja, identificado con Huancayo), Carlos Zuñiga Segura (Tayacaja), Dida
Aguirre (Tayacaja), Zein Zorrilla (Tayacaja), Percy Galindo (Huancavelica), Ulises Gutiérrez Llantoy (Tayacaja),
Antonio Muñoz Monge (Tayacaja, identificado también con Huancayo), Rafael Gutarra Luján (Tayacaja,
identificado con Piura), John Ochoa Tinoco (Acobamba) y Carmela Abad Mendieta (Tayacaja); estos se
encuentran secundados por: Harold Gastelú Palomino (Churcampa, identificado también con Ayacucho),
Orlando Layza (Huancavelica), Tulio Carrasco Urruchi (Huancavelica), Horacio Monge Pineda (Tayacaja), José
Oregón Morales (Tayacaja), Teodoro Manrique España (Huancavelica), Jorge Paredes (Huancavelica), David
Auris Villegas (Castrovirreyna), Pablo Landeo Muñoz (Huancavelica), Sergio Quijada Jara (Tayacaja); todos los
demás nos encontramos muy por debajo de ellos, con una obra en ciernes y por corregir (quisiera decir “por
mejorar”).

Sé que todos queremos ser mencionados en una antología y descargamos nuestra indignación cuando no es
así, disculpen por ello, estas son solo apreciaciones de un aprendiz de la literatura. Por otro lado, los nombres
de Hugo Velazco y Víctor Salazar Yerén no son mencionados aquí, pues debemos ser también claros en algo:
si bien es cierto, que ambos tienen vínculos con Huancavelica, podemos ver que su desarrollo y aporte es en
razón a las tierras donde ellos radican y no precisamente Huancavelica: ¿haber nacido en Huancavelica, nos
hace huancavelicanos?

No quiero enfrascarme en este tema pues es mejor sentirse ciudadanos del mundo, herederos y partidarios del
conocimiento universal (Si ahora delineamos fronteras es solo con la intención de comprender una parte de
ese todo que el universo).

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