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bidimensionales, su potencia ilusionista es mucho mayor que la de la escultura,

porque sugiere objetos con color, textura y temperatura que llenan un espacio»." Las oscilaciones de los criterios vigentes acerca del modo de representar
Esta atinada observación de Berger acerca del mayo~ «realismo» que suelen exhibir icónicamente el mundo visible tejen los violentos vaivenes conceptuales y estilís­
las representaciones planas en relación con las corpóreas, nos introduce de lleno ticos de la historia del arte. Piénsese, simplemente, en la oscilación entre imitativo
en el tema crucial de la artificiosidad antinaturalista, o convencional si se prefiere, y abstracto. Mientras la escritura progresó históricamente, desde el pictograma al
de las representaciones icónicas que reproducen ilusoriamente espacios tridimen­ fonograma, en un proceso de abstracción creciente, las llamadas artes plásticas han
sionales simulados sobre superficies bidimensionales. evolucionado en general desde lo abstracto y simbólico a lo imitativo. Evoluciones
Porque la paradoja del realismo icónico reside en que, para obtener aquellas asimétricas o inversas que han constituido perfeccionamientos congruentes, no
percepciones que imitan o duplican las que nacen de la contemplación de sus mo­ obstante, con lo que antes considerábamos la. hipeduncionalidad de cada uno de
delos, es necesario invertir un considerable esfuerzo o habilidad para elaborar con los medios: la de la palabra para expresar lo abstracto y la de la imagen para re­
t6cnic8a manipuladoras aquellas ilusi6n. Baste con recordar que la imagen lcónica presentar lo concreto del mundo visible. Cada época ha establecido sus criterios y
está construida, y su ilusión opera para el ojo humano, gracias a sus Uneas de sus jerarqufas, y si el estudio de los movimientos oculares certifica que en la lectura
contorno, a sus trazos y/o a sus texturas (manchas de color producidas por pin­ de una imagen efectúan unos recorridos jerarquizados que privilegian los rasgos o
celadas, tramas de puntos o de Ifneas, marcas del cincel sobre la piedra, etc.). Estos formas más informativos en detrimento de los menos informativos, es menester
artificios delatan clamorosamente la diferencia entre la representación y su original afiadir que cada cultura ha establecido lo que en una imagen era más informativo
y, además, ponen de manifiesto la existencia de una superficie que actúa como para ella, en su función de identificación de su modelo gnósico. Los rasgos rele­
soporte ffsico de la ilusión óptica. Lo que ocurre es que nos hemos habituado al vantes o pertinentes retenidos para representar un objeto, para permitir su iden­
artificio y nos olvidamos tanto de las convenciones técnicas como del soporte. Tan tificación ¡cónica, han variado según las épocas y las ctilturas. Recordemos, por
sólo reparamos en la existencia del soporte, a pesar de que sabemos que está ante ejemplo, la convención de los niños euroamericanos que representan unánimente
nuestros ojos, cJ,lando el brillo, las rayas o las arrugas ocasionales producidos en al Sol con un circulo rodeado de segmentos rectilfneos y de color amarillo (cuando
su supedicie -eS"decir, los ruidos ópticos qu~.dafian la legibilidad de la imagen­ la luz solar es blanca).
nos revelan con impertinencia su presencia. Pero cuando el soporte es silencioso, Uno de los ejemplos mejor estudiados de convenciones culturales y sóli­
el observador reprime con eficacia su conciencia del soporte. Pero el irrealismo de damente asentadas durante siglos lo suministra el sistema de representación icónica
la imagen sigue autoproclamándose mediante otras carencias fisiológicas o factores de los antiguos egipcios. No exentos de funcionalidad, representaban cada parte
engafiososque actúan en la visión de su perceptor, como por ejemplo su ausencia del cuerpo humano desde el punto de vista que permitiera su identificación más
de disparidad binocular ante las imágenes planas, de acomodación focal a las dis­ inequívoca y más caracterfstica. De este modo representaban el rostro de perfil,
tancias de los objetos pintados en perspectiva, y de paralaje lateral (en el caso de el ojo frontal, el torso frontal y la piernas de perfil (fig. 14). Esta pluralidad si­
que el observador mueva la cabeza lateralmente). Su convergencia ocular podrá multánea de puntos de vista diversos, que profetizaba la futura revolución cubista,
producirse, en cambio, al concentrar la visión en detalles pequeños de la repre­
sentación.
Los artificios que estamos considerando ahora son de naturaleza esencial­
mente técnica, derivados de la tékne formativa de cada medio icónico. En este
repertório de convenciones técnicas que generan la ilusión óptica de las imágenes
icónicas figuran también las tramas de finaslfneas paralelas que utilizan muchos
grabados para expresar el sombreado y modelar cuerpos u objetos con efecto de
tridimensiónalidad. Estas redes de finas Ifneas paralelas no existen en la realidad,
como tampoco existe la trama fotomecánica formada por puntos, que hace posible
que veamos imágenes impresas en libros y periódicos.
Pero, además de este arsenal de convenciones gráficas, que distinguen a la
realidad empirica de su más fiel representación icónica, existe un repertorio no
menos vasto de convenciones más propiamente culturales, ligadas a las jerarqufas
de valor de las formas o a sus modos estereotipados de representación. Los his­
toriadores del arte y los antropólogos saben bien que cada época, cada cultura,
I cada género y cada estilo imponen sus propias distorsiones a la representación
icónica del mundo.

59. Modos de ver, de John Berger et alt., Editorial Gustavo GiIi, S.A., Barcelona, 14. Pintura funeraria egipcia. Obsérvese el ma­
1974, p. 99. yor tamaño de la figura masculina. De una tumba
en la Necrópolis de Tebas
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se reforzaba con otras convenciones estereotipadas, para hacer aún
la lectura de sus imágenes. Así, la piel de los hombres se pintaba más oscura que
la de las mujeres. Y, con un criterio simbólico que persistirá hasta los cómics y el
cine hollywoodense, representaban al señor de tamaño mucho mayor que sus sier­
vos o su esposa. Sin embargo, estos estereotipos tan artificiales no debieron pa­
recer ni artificiosos ni convencionales a sus contemporáneos, para quienes el rea­
lismo de sus imágenes no seda inferior al de los lienzos de Velázquez para sus
coetáneos.
Los antiguos egipcios pueden resultar muy lejanos y exóticos para los oc­
cidentales de finales del siglo XX. Pero considérense las representaciones de es­
cenas nocturnas, tanto en la pintura occidental tradicional ,60 como en el cine clásico
(la famosa «noche americana», que en inglés desvela su artificio al denominarse
day ¡ar night), para poner al desnudo las convenciones transfiguradoras de nuestras
representaciones icónicas, que juzgamos extremadamente realistas. Hasta las ca·
ricaturas, de las que Gombrich afirma que supusieron «el descubrimiento teórico 15. Composición en re­
de la diferencia entre el parecido y la equivalencia»,61 y a pesar del énfasis de su gistro de una fiesta egip­
obvia distorsión, nos parecen con frecuencia realistas y veraces. cia en un harén de Tebas.
Tumba de Nahkt en la
El más conocido y mejor estudiado de todos los artificios culturales que la N(!tropolis de Tebas
civilización occidental ha inventado e implantado en su técnica representacional
icónica es el sistema de la p'~rspectiva ,central" nacido durante la revolución cien­
Ufica y estética del- Renacimiento italiano. 4 perspectiva geométrica monocular
güedad grecolatina, en cambio, la visión humana estructuró de un modo distinto
fue la solución técnica inventada por algunos'arquitectos y pintores del Renaci­
su representación del espacio, y aunque sUs pintores sabfan que las figuras lejanas
miento para expresar la profundidad y el volumen en sus representaciones plásticas
parecen más pequeñas que las próximas y que las paralelas parecen converger en
bidimensionales. Esta solución técnica ha permanecido en vigor hasta la aparición
un punto de fuga, las muestras conservadas de estas culturas revelan la coexistencia
del impresionismo, que convirtió las formas espaciales en una función formativa
simultánea en una misma pintura de varios puntos de fuga, de un modo que la
del color, y fue aniquilada conio teoda por la revolución polifocal del cubismo.
perspectiva renacentista juzgará heterodoxo. La pluralidad de puntos de fuga,
Pero a pesar del embate de todas las vanguardias plásticas que, desde el impre­
como la que exhiben los frescos romanos, ha sido valorada por Pierantoni como
sionismo, cubren más de un siglo de transgresiones de la normativa perspectivista,
una «protoperspectiva» que no es sensorialmente inaceptable, ya que significa que
la imagen canónica de acuñación renacentista y su código perspectivo siguen ope­
«la realidad es percibida secuencialmente, desde puntos de vista diferentes, y que
rando como modelo dominante de perfección icónica en nuestra cultura, y sobre
no existe una posición privilegiada para mirar las cosas».62 Sólo faltarla añadir que
todo en la cultura de masas. Por estas razones valdrá la pena que dediquemos
esta fórmula fue precursora de la modernidad cubista, si no fuera porque su he­
algunas reflexiones a esta convención central en la cultura icónica occidental.
rencia no cayó en el vacfo y, aun después de establecida la perspectiva renacentista,
En algunas culturas antiguas se inventaron procedimientos muy diversos, y
al representar objetos con superficies curvas, los pintores generalmente han mo­
no menos lógicos, para representar en un soporte plano la profundidad del espacio ..
dificado su perspectiva exacta, desde un solo centro de proyección, ya que supo­
En el antiguo Egipto, por ejemplo, se utilizó la llamada composición en registro
nfan con razón que sus obras serlan contempladas desde varias posiciones y quenan
(fig. 15), en la que varias Uneas horizontales y paralelas representaban cada una
evitar los efectos extraños o chocantes. Por ejemplo, aunque la proyección de la
de ellas un nivel diferente de profundidad. Cada Unea representaba el suelo y sobre
esfera en un plano genere casi siempre una elipse, se han representado general­
cada una de ellas se colocaban todos los personajes que pertenecían a un mismo
, mente las esferas en pintura como circunferencias perfectas, como vistas desde un
plano de la profundidad del campo perceptivo, de modo que el conjunto pictórico centro de proyección frente a tal esfera. 63
estaba formado por Uneas de tieua sucesivas y paralelas, correspondientes a di­
El invento de la perspectiva central en el siglo XV no puede separarse de
.ferentes planos del espacio tridimensional. En este sistema, el mundo visible está la revolución cientifica y lógica del Renacimiento italiano. Tampoco resultó casual
representado anallticamente, en una abstracción de cómo es percibido al penetrar . que fuese precisamente un arquitecto, Fílippo Brunelleschi, que trabajaba por su
en un espacio tridimensional y cruzar diferentes niveles de profundidad. En la anli­ profesión sobre el espacio de tres dimensiones, quien obtuviese la primera for­
mulación matemática de las leyes de la perspectiva. Pero si fue Brunelleschi quien
60. Óptica, perspediva, visi6n en la pintura, arquitectura, fotografia, cit., pp. 193­
194.
61 .. Arte e ilusi6n. Estudio sobre la psicologfa de la representaci6n pict6rica, cit., 62. L'acchio e /'idea. Fisiologla estorla della viaione, de Ruggero Pierantoni, Paolo
Boringhieri, Turfn, 1981, p. 85.
p.296.
63. Óptica, perspectiva, visi6n en la pintura, arquitectura, fotografia, cit., pp. 143­
M~ .
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inventó la perspectiva geométrica, en 1443 otro arquitecto, Lean Battista Albero,
formuló su teona en el campo de la pintura; en su libro De la Pintura (Traumo iniciativa proseguida por Paolo Uccello (quien en vez de hacerse llamar pintor
della pittura, no publicado hasta 1511), en donde definió al lienzo pintado como prefeda denominarse maestro perspectivista) y por Andrea Mantegna, mientras
un plano «de intersecciÓn de la pirámide visual» que tiene alojo como vértice y . Piero DelIa Francesca descubrió el uso de la luz para dar la ilusión de profundidad
perpendicular a su eje. Alberti comparó el cuadro pintado a una ventana abierta,' y modelar y dar relieve a sus figuras. Conocemos, por la biografía de Vasari, la
del mismo modo que Platón lo había hecho con el espejo. El invento de la pers­ profunda impresión que causó la perspectiva sobre sus contemporáneos, ya que al
pectiva, con su aspiración de fidelidad al mundo visual, supuso en efecto una con­ referirse a una imagen de San Ivo de Bretaña pintada en 1426 por Masaccio en
cepción de la superficie del lienzo o del papel similar a la del espejo, de modo que perspectiva en la abadía de Florencia, escribe: «y esto, que no habían acostum­
la escena realistamente representada tuviera los atributos realistas propios de la brado hacer los otros, le proporcionó grandes alabanzas.»64 Y al referirse a La
imagen especular (está por estudiar la interrelación entre el invento de la pers­ Trinidad (1428), del mismo artista, pintada en una pared de la iglesia de Santa
Maria Novella de Florencia (fig. 16), escribe son asombro: «parece que el muro
pectiva y la difusión social del espejo en la Italia renacentista).
Brunelleschi ensefió las leyes de la perspectiva a Masaccio, muy amigo suyo, esté perforado».6S Hoy cuesta trabajo imaginarnos, en efecto, el tremendo impacto
de modo que fue Masaccio quien sistematizó la perspectiva lineal en la pintura, visual que debieron producir en sus contemporáneos del siglo XV las primeras
pinturas perspectivas de Masaccio y de Paolo Uccello, percibidas verdaderamente
como perforaciones del muro que sosten fa a aquellas pinturas dotadas de sorpren­
. dente profundidad, jamás vista con anterioridad.
Pero ¿cuáles eran exactamente las bases técnicas de la convención perspec­
tiva, cuya etimología procede del verbo latino perspicere: mirar a través de? La
perspectiva albertiniana apareció como una técnica lógica para representar gráfi­
camente el espacio tridimensional, conservando la significación espacial de los ob­
jetos, a pesar de haberles privado de su tridimensionalidad natural en un soporte
plano. Su técnica se basó en dos principios visuales:

1. Cuanto más se alejan los objetos de un observador aparecen de tamaño más


reducido.
2. Las líneas horizontales paralelas parecen converger en el infinito, en el hori­
zonte visual y a la altura de los ojos, en el lugar llamado .punto de fuga. En
realidad, este principio puede derivarse también del anterior, puesto que las
paralelas parecen juntarse porque al alejarse los objetos sus tamaños aparentes
se reducen y sus distancias aparentes se acortan, entre ellas las distancias que
separan a dos paralelas, que por ello parecen converger.

El sistema perspectivo supone una completa organización geométrica del


espacio pictórico plano. En efecto. las !fneas longitudinales del suelo ascienden
oblicuamente, las Uneas del techo descienden, las Uneas de la derecha se inclinan
hacia la izquierda y las de la izquierda hacia la derecha, como ya observó Euclides
en su Óptica. y prolongadas suficientemente. dos oblicuas se encuentran necesa­
riamente en un punto.
Francastel ha resumido la organización geométrica perspectiva en lo que
llama la «doble regla de la unicidad», a saber, la del punto de fuga único para una
'representación y la de la conservación de las relaciones de posición entre los ob­
jetos. 66 El punto de fuga único, aunque sea invisible, organiza toda la coherencia
espacial de la representación icónica, pues para cada punto de vista hay un solo
punto de fuga en el que parecen converger todas las paralelas. De donde se sigue

64. Vidas de artistas ilustres completas, de Giorgio Vasari, Editorial Iberia, S.A.,
16. La Trinidad, fresco de Masaccio en la Barcelona, 1957, vol. n, p. 70.
iglesia Santa Maria Novella, de Florencia
65. Vidas de artistas ilustres completas, cit., vol. n, p. 71.
(1428), pintado con perspectiva
66. Sociologla del Arte, cit., p. 130.

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que el punto de fuga de las lfneas que cOnvergen en el horizonte es violentado por
el observador de una representación que no se sitúe en el mismo lugar que ocu­ medios icónicos, sino también un imperativo acerca del punto de vista que debe
paron antes los ojos del pintor ante aquella escena. Por consiguiente, podemos ocupar el observador ante la representación, imperativo que no es ajeno al tema
hacer ya un primer balance (crftico) de la convención de la perspectiva geométrica, del poder poUtico. Asf, Petitot, en su Raisonnement sur la perspectiva (1758), re­
ya que muestra las cosas como éstas aparecen: comienda construir los decorados teatrales ubicando su punto de vista en e! palco .
del prfncipe, de modo que la máxima jerarquía política goce de la máxima ilusión '
;A 1 a la visión monocular humana (cuando la visión humana es binocular), réalista, que decrecerá en cambio para los espectadores, tanto más cuanto más se
2 y desde determinado punto de vista, alejen del prfncipe.61
3 que es un punto de vista rigurosamente estacionario, Que la perspectiva central reposaba sobre el convencionalismo del punto
4 lo que significa que no muestra las cosas tal como existen en la realidad. de yÍSta fue ampliamente demostrado en el siglo XVII con la proliferación de las
imágenes llamadas anamórficas, que sólo podfan ser leidas correctamente, con sus
La perspectiva renacentista es una abstracción, porque supone la visión de proporciones verdaderas, contempladas desde un punto de vista acentuadamente
un solo ojo y la inmovilidad total de la mirada, condición ésta que no es posible excéntrico a la superficie del cuadro. No nos parece accidental que fuera el genio
en rigor fisiológico (tan sólo de un modo aproximado), ubicada además precisa­ cientifico de Leonardo el que inventase estos curiosos criptogramas o criptoimá.
mente fl'ente al punto de fuga, con el ojo a la altura del horizonte. Existe, además, genes, como «manifestación periférica de la perspectiva artificiab>, en palabras de
otra violación flagrante de la fisiologfa de la visión, que suele citarse con menos Leeman,1i8 que al transgredir las normas de la perspectiva central planteaban bru­
frecuencia. Porque la acomodación selectiva del cristalino a las distancias hace que talmente el problema filosófico y fisico del relativismo subjetivista del punto de
cuando el primer término se Ve con nitidez, el fondo aparece borroso, y viceversa, vista del observador ante cualquier fenómeno. Porque las pinturas anamórficas,
ya que es imposible mantener nftidamente enfocada toda la profundidad de un que exigen un punto de vista excéntrico al cuadro, hacen tomar conciencia de que
campo visual, coB1.p hacen los pintores artificiosamente. la semejanza no coincide necesariamente con la representación.
La perspectiva geométrica encontró SU'complemento natural en la llamada Existen numerosos testimonios antropológicos acerca del convencionalismo
perspectiva aérea, basada en el gradiente cromático. Ya los pintores de los frescos cultural de la perspectiva central. Recordemos, por ejemplo, las investigaciones
de la antigua Roma habfan aprendido a representar las figuras distantes con colores de William Hudson en diversas culturas africanas, que· demostraron la dificultad
frfos (azul y verde) y las próximas con colores cálidos (marrón y ocres), lo que de los indfgenas en interpretar lalerspectiva geométrica renacentista de un dibujo.
significaba. que existfa un medio interpuesto, y que afectaba a la visión, entre per- . como expresión de·profundidad. Cossette cita también un experimento sobre in­
sonajes u objetos alejados en profundidad. También en la pintura flamenca pre­ terpretación de. la perspectiva en una serie de dibujos, que demostró que los in­
rrenacentista, los hermanos Limbourg introdujeron la perspectiva cromática, que dividuos bantúes, alejados de las convenciones occidentales, obtenian peores re­
diferenciaba los colores del primer término de los de los fondos, según el principio sultados interpretativos que los escolares europeos, pero mejores que unos leña­
de que los colores se enfrfan con la distancia, sobre todo en el horizonte nórdico; dores europeos de alta montafia, corroborando que no es el factor étnico, sino el
. menos nftido que el horizonte visto a través de la luminosa atmósfera mediterrá­ cultural, el que determina la socialización de las representaciones iCónicas/o No
nea. Leonardo institucionalizó esta técnica, basada en que todos los medios trans­ bay más que asomarse a otras culturas pictóricas para revelar hasta qué punto
parentes son turbios en mayor o menor grado, y que dicha turbiedad afecta a la gravita sobre nosotros el hábito de lectura de imágenes instaurado por el Rena­
percepción del color, que tiende a tornarse azulado al aumentar la distancia. La cimiento italiano. Ante la pintura china y japonesa, no sometidas a las leyes de la
perspectiva aérea se asentó pues en gradientes de luminosidad, saturación, nitidez perspectiva central, puesto que las paralelas no convergen con la distancia, el ob­
y textura, mientras que la perspectiva geométrica estaba basada en gradientes. de servador occidental cree verlas divergiendo, como ·señala Amheim, condicionado
distancia, de tamafio y de inclinación de las rectas, lo que la hacia más rotunda e por los hábitos pictóricos occidentales, aunque la medición de la. distancia entre
inequfvoca en la cultura geometrista occidental, ya que sus formas estaban gober­ . las paralelas revela que no ocurre tal cosa. 11 .
nadas por el trazo conclusivo de la Unea. El convencionalismo de las leyes gráficas de la perspectiva ha sido demos­
El carácter convencional de la perspectiva no ha sido un descubrimiento trado rotundamente en nuestro siglo por el grabador holandés M.C. Escher (figu­
reciente de los historiadores del arte y de los semiólogos de nuestro siglo. Ya el.
canónigo francés Jean Pélerin, llamado «Viator», tituló al primer tratado impreso 67. La Perspective, de Albert F1ocon y René Taton, Presses Universitaires de
sobre la perspectiva, publicado en 1505, De artiflCialis perspectiva, tftulo que con· París, 1970, pp. 65-66; versión castellana, La perspectiva, Editorial Tecnos, S.A.,
{Madrid, 1974.
trasta con la perspectiva naturalis, que era el nombre que recibfa entonces la ciencia 68: Hidden fmages. Games 01 Perceptiotl, Anamorphic Art, lllusíon ¡rom the Re­
óptica. Por cuanto hasta aquf se ha expuesto, debiera estar ya claro que la pers­ naissance to the Present, de Fred Leeman. Harry N. Abrams, Nueva York, 1975, p. 27.

pectiva central no representa objetivamente al espacio ffsico, sino que representa 69. «Pictorial Perception and Culture», de Jan B~ Deregowski, en Recellt Progress

una cierta .visión humana del espacio ffsico, en circunstancias muy anormales, que in Perception, W. H. Freeman and Co., San Francisco, 1976, p. 216.

son las de la visión monocular y estacionaria desde un punto determinado. Por ello 70. Les fmages demaquillées, cit.• p. 284.
la perspectiva no es sólo' un sistema de organizar y de representar el espacio, por . 71. Arte y percepción visual. Psicologla de la visión creadora, de Rudolf Arnheim,

Alianza Editorial, S.A., Madrid. 1979, p. 291.

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nismo perspectivista. No hay una sola visión ni representación del mundo, sino
infinitas, basadas en las más variadas convenciones.
Todo ello significa que la perspectiva albertiniana, no siendo cientffica­
mente neutra ni objetiva, supone U~a postura id~ológica y una concepción cultural
especffi~. Muchos han sido los autores que se han aplicado a desentrañar o a
interpretar estos supuestos, ligados a la filosofía antropocéntrica del Renacimiento.
Baudrillard, por ejemplo, escribe que la perspectiva es «la dimensión de la mala
conciencia del signo para con la realidad y toda la pintura del Renacimiento está
podrida de esta mala conciencia».72 A este gráfico exabrupto semiótico de Bau­
drillard podemos añadir que la perspectiva ordena el mundo visible en forma de
espectáculo organizado para el ojo del observador, para el espectador humano
convertido en centro de observación, en contraste con la antigua ordenación sa­
grada del universo, que se entendía estructurado en función de Dios y de su ojo
divino y omnipresente. Francastel, por su parte, ha escrito que el sistema plástico
basado en la perspectiva no ha sido privilegiado «sino en función de una cierta
forma de civilización, de una cierta ciencia y de un cierto ideal social del pasado
[...J. El espacio plástico, en sí es una ilusión. Son los hombres quienes crean el
espacio donde se mueven o donde se expresan. Los espacios nacen y mueren como
las sociedades, viven y tienen una histori8».73 Y después de esta declaración tan
relativista puntualiza ~ue el invento de la perspectiva lineal significa el triunfo del
«empirismo plástico». 4 , ,

Esta última afirmación de Francastel nos conduce a las tesis del estudio
pionero de Panofsky sobre la perspectiva como forma simbólica, que data de 1924.
Panofsky empiezá por recordar que la estructura del espacio matemático (infinito,
constante y homogéneo) es totalmente opuesta a la del espacio psicofisio16gico, y
que con el invento de la perspectiva se logró «la transición de un espacio psicofi­
siológico a un espacio matemático, con otras palabras: la objetivación del subje- •
tivismo».7S La representación en perspectiva, siguiendo a Panofsky, ,nacería así de
un curioso y ambiguo compromiso entre la objetividad y exactitud matemática y
el subjetivismo perceptivo del hombre. Por eso será criticada tanto como un corsé
racionalista para el arte, como por su convencional subjetividad. 76
La perspectiva central ha sido generalmente interpretada Como una mani­
festación pictórica del individualismo renacentista, ya que permite representar
mundos vistos desde el punto de vista antropocéntrico singularizado, y vistos ade­
más con la autenticidad óptica propia de las imágenes reflejadas en.el espejo, como
ya sabía Platón. Recordemos que el tema mítico del sujeto que penetra en el es­
pacio reflejado en un espejo, como le ocurre a la Alicia de Lewis Carroll (figs. 18
y 19) Y en algunos fitms de Jean Cocteau, se sustenta en la atribución de realidad
17. Un espacio imposible de M. C. Esther: Sallo de agua (1961) tridimensional al fantasmático espacio perspectivo hiperrealista ofrecido por el es­
pejo, que deja asf de ser un espacio virtual o ilusorio para mudarse en un universo
ra 17), en algunas obras en las que, obedeciendo formalmente sus normas, inven­ extenso. Esta mágica mutación nos recuerda que el espacio perspectivo es también
ta espacios o relaciones espaciales imposibles, que dinamitan desde su interior las
72. Cultura y simulacro, cit., p. 30.
leyes de la perspectiva geométrica y la desenmascaran como convención topográ­ 73. Sociologla del Arte, cit., pp. 109-110.
fica. Y la.fotograffa con gran angular, las perspectivas anamórficas y curvilíneas, 74. Sociologfa del Arte, cit., p. 116.
las imágenes telescópicas y microscópicas, o las imágenes del radar, del scanner y 75. La perspectiva como forma simbólica, de Erwin Panofsky, Tusquets Editores,
de la, ecograffa han revelado brutalmente la contingencia e historicidad del ilusio-. Barcelona, 1973, p. 49.
76. La perspectiva coma forma simbólica, cit., p. 55.
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