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David Ziziemsky (ed)

Métodos de investigación en psicología y psicopatología


Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. 1971

Cuestiones metodológicas
del psicoanálisis
José Blejer

El psicoanálisis reúne una triple condición: procedimiento terapéutico, método de


investigación y teoría o conjunto de teorías. Agrego una cuarta: constituye un
desafío a la metodología de las ciencias de la naturaleza.
Lo más frecuente es una actitud correspondida: una predominante indiferencia de
los psicoanalistas por la metodología es paralela y compensada con una
indiferencia de los "científicos" y metodólogos por el psicoanálisis. Esta modalidad
de "relación" alterna con algunas episódicas y recíprocas "descargas" de rechazos,
desprecios y juicios lapidarios. Pero no han faltado, por cierto, intentos de
incursiones recíprocas. Un otro "frente" es el de los científicos de las ciencias de la
naturaleza en quienes se observa una especie de superioridad y a veces indulgencia
por las ciencias del hombre y el psicoanálisis, como la de hermanos mayores o
padres que esperan que los menores crezcan. Pero sus "indicadores" de crecimiento
corresponden a los adoptados por ellos en sus campos específicos, y sus
expectativas de "crecimiento" son las de que el psicoanálisis cumpla con las
exigencias metodológicas que ellos sostienen como las únicas valederas. Una cierta
proporción de psicoanalistas tienen la misma actitud y comprensión del problema y
anhelan, aspiran y suspiran por el ideal de llegar a ser "ciencia exacta", con
verificaciones, controles y objetivaciones tales como los utilizados en las ciencias de
la naturaleza.

Otra parte de los psicoanalistas se agrupan en una actitud de "incomprendidos", de


soberbia y aislamiento frente a las ciencias de la naturaleza. Responden "en espejo"
a una actitud equivalente por parte de los científicos "de verdad". Estos
psicoanalistas no quieren ninguna conexión y tienden a autoabastecerse,
rechazando las exigencias o la necesidad de una epistemología; les bastan las
"evidencias" y las intuiciones de su ciencia y de su técnica, tan particulares y es-
pecíficas que, suponen, nadie está en condiciones de entenderlas y sostienen que
más vale mantener los puentes cortados. Y así lo hacen.

Otros psicoanalistas (como yo) ven el problema mucho más complicado y no como
lineal ni unilateral; el psicoanálisis no tiene aún epistemológicamente desarrollados
los procedimientos que utiliza, y esto por dos motivos: uno, porque el psicoanálisis
mismo no los ha buscado o encontrado aún, y otro, porque la verificación, exactitud
y objetividad en las ciencias de la naturaleza se logró amputando el contexto y el

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carácter de los fenómenos y de su investigación y, por lo tanto, son métodos válidos
para contextos incorrectos o limitados creados ad-hoc.

El psicoanálisis plantea un nuevo objeto de estudio, o plantea el objeto de estudio


de la psicología de otra manera, con un método o procedimiento también nuevo.
Este nuevo procedimiento o método del psicoanálisis tiene uno de sus pilares en la
comprensión y otro en la interpretación como ins trumento para vehiculizar o usar
en forma adecuada dicha: comprensión. Y he aquí que el método de las ciencias
exactas o de las ciencias de la naturaleza puede someter todo a la verificación y a la
objetivación, con la sola excepción de un eslabón: lo único que no puede someter a
control, verificación y objetivación es el momento del proceso de comprensión de
los datos y de los resultados de la investigación. Esta coincidencia no es
coincidencia. Si los procedimientos de verificación y control de las ciencias de la
naturaleza no se pueden utilizar en psicoanálisis, esto no ocurre por un déficit del
psicoanálisis o de los psicoanalistas, sino por un déficit del propio método científico
de las ciencias de la naturaleza. Estas últimas han logrado su exactitud, verificación
y objetivación restringiendo su campo a aquello que se ciñe a las necesidades o
exigencias de su método y viceversa: el método ha restringido los objetos a los que
se aplica o, mejor dicho, ha "construido" sus objetos de acuerdo con el método. No
se trata entonces de que las ciencias del hombre no "entran" en el método científico.
Se trata de que este último no "entra" en las ciencias del hombre. Y por una razón
básica: su validez ha sido lograda amputando o eliminando al ser humano en los
dos extremos: en la intervención humana en los objetos que se estudian y en la
intervención del observador o investigador, escotomizando la condición humana de
este último tanto como la del conocimiento mismo. Las ciencias de la naturaleza
abstraen (aíslan) objetos del contexto humano real y también excluyen en este
último al investigador. Objetividad y racionalidad significan así supresión de los
seres humanos y supresión del sentido y del contexto social y psicológico de todo
dato y de toda investigación. La deshumanización de la ciencia (exacta) y la
tecnología no es ninguna novedad. Pero generalmente, se insiste en esto último
solamente en la utilización social del conocimiento y la técnica, mientras se oculta
este mismo fenómeno en tanto procedimiento en el seno mismo de la metodología
utilizada.

Por eso, el psicoanálisis es también un desafío a la metodología. Y la metodología


de las ciencias de la naturaleza no puede decir nada ni ayudar en nada al
psicoanálisis en su procedimiento eje (la comprensión) porque tampoco lo tiene
resuelto para sí e inclusive lo ha escotomizado como problema. Más bien, en el
problema de la comprensión (llamado generalmente "momento subjetivo" o
"irracional") es posible que el psicoanálisis pueda ayudar a la metodología de las
ciencias de la naturaleza a recuperarse de la deshumanización de sus objetos de
estudio, de la deshumanización de su investigación y en sus resultados.

He dicho también que el psicoanálisis plantea un nuevo objeto de estudio o plantea


el objeto de estudio de la psicología de otra manera. Y se hace necesario que me
detenga en este punto. El psicoanálisis comenzó investigando lo que ocurre en el

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paciente ("dentro" de él), pero la introducción de la transferencia ha llevado
insensiblemente a un cambio fundamental: a la investigación de lo que ocurre
durante la sesión analítica en tanto relación interpersonal. A esto se ha agregado el
estudio de lo que ocurre en el psicoanalista (contratransferencia,
contraidentificación). Así, podemos decir que el psicoanálisis se centra en la
relación interpersonal y tomando como base esta relación -se centra también en el
paciente y en el analista. Y esto no es sólo una innovación metodológica; exige una
innovación epistemológica que ya se hace necesaria (y se ha iniciado) también en
las ciencias de la naturaleza; no se trata de estudiar "cosas" que, por abstracción (en
el sentido de "abstraer" o sacar del contexto), resultan entes deshumanizados, sino
siempre la relación del hombre con las cosas. El conocimiento mismo ya no puede
ser objetivo sino incorporando al ser humano (en la investigación y en la vida
corriente).

La relación interpersonal en psicoanálisis es un diálogo que incluye la totalidad de


ambos participantes (incluidos sus cuerpos). Es un diálogo de una estructura
particular y no un diálogo cualquiera. Con frecuencia me pregunto si en tal diálogo
tiene algún sentido pretender una verificación o control. Este es un problema
pendiente (por lo menos para mí).
La complejidad del método tanto como la innovación en cuanto al objeto de estudio
hacen necesario, no sólo tener extrema precaución en el empleo de los
procedimientos "consagrados" en la investigación de la ciencia de la naturaleza sino
también un replanteo de la epistemología. Esto de ninguna manera significa
invalidar todo lo logrado por las ciencias de la naturaleza sino que, en función de lo
logrado, se trata de un reajuste de la epistemología, que tome básicamente en
cuenta que no hay hechos "desnudos" y que la objetivación es alienada si excluye al
ser humano; se requiere reformular objetividad y subjetividad, racionalidad e irra-
cionalidad, que demuestran ser seudoproblemas si se los plantea como hasta ahora.
He querido, hasta aquí, dejar establecidas tres premisas: a) el psicoanálisis tiene un
serio déficit en cuanto a la precisión de sus "datos" y en cuanto a fundamentación,
verificación, objetivación y control de sus interpretaciones, hipótesis, teorías y
resultados terapéuticos; b) la metodología de las ciencias de la naturaleza tiene un
serio déficit, gracias al cual logró exactitud, verificación, control y objetivación; c) el
entrecruzamiento se da en el hecho de que el psicoanálisis utiliza precisamente lo
que las ciencias de la naturaleza no tienen re5uelto para sí y enfrenta justamente
aquello que las ciencias de la naturaleza han amputado como condición
imprescindible para lograr su desarrollo.
Y dos conclusiones: a) el psicoanálisis no puede esperar del método de las ciencias
de la naturaleza ninguna solución básica o ayuda sustancial a sus problemas, y b) el
método de las ciencias exactas puede esperar del psicoanálisis que éste le ayude a
salir de su estrechamiento y amputación presente: de su abstracción y
deshumanización.
El problema es aún más complicado en varios sentidos. Veamos uno: Freud
desarrolló la comprensión de los fenómenos psicológicos normales y patológicos;
en este sentido el psicoanálisis se inscribe como una hermenéutica, un estudio de
los significados. Pero, paralelamente, desarrolló una metapsicología que sigue los

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lineamientos de las construcciones "objetivistas" de las ciencias de la naturaleza,
recurriendo a entes y esquemas explicativos y causales. Esto último es consecuencia
del deseo y la necesidad de Freud de desarrollar la psicología como una ciencia de
la naturaleza. En esto es justamente donde no reside su aporte fundamental y este
último hubiera quedado reducido poco más o menos a los intentos de -por ejemplo-
Herbart, si no hubiese desarrollado una psicología comprensiva y un método
adecuado para ello. Esto último es, a mi entender, lo fundamental y lo re-
volucionario del aporte freudiano. Y sobre este aspecto la metodología de las
ciencias de la naturaleza no puede decir absolutamente nada, salvo revelar y tomar
conciencia de su propio déficit, de sus propias limitaciones y amputaciones. En este
sentido, el problema que debe afrontar la metodología de las ciencias de la
naturaleza no puede consistir en un mero agregado de "algo" que no tomó en
cuenta, sino posiblemente en una reconsideración muy radical de sus propios
fundamentos. Y lo que Freud incorporó como metapsicología, siguiendo las
prescripciones de las ciencias de la naturaleza, es justamente la parte menos válida
e importante: significa una transacción de Freud y de los psicoanalistas que lo
siguen en esto.
No hay en la metodología de las ciencias exactas nada que nos dé pautas o caminos
para comprender, para pensar, para crear: en una palabra, para investigar
(descubrir). Esto sigue ocurriendo al acaso. Una gran cantidad de investigadores no
investigan: sólo han aprendido y aplican los procedimientos de recolección de
datos, de clasificación de observaciones y los de verificación. Posiblemente el único
procedimiento que enseña en cierta medida a comprender, pensar y descubrir (y no
a todos) sea el psicoanálisis; y lo logra también en los no psicoanalistas que pasan
por una experiencia personal psicoanalítica (y no en todos).

A este respecto, resultan interesantes e importantes en el psicoanálisis del


investigador los problemas relacionados con la investigación; por ejemplo, lo que
Bachelard llamó "obstáculos epistemológicos", la sublimación o reparación, las
resistencias y dificultades para pensar o planear una investigación, etcétera.
En síntesis, dado que en el psicoanálisis el "instrumento" básico de la investigación
es la propia persona1idad del investigador, se ha estructurado un conocimiento
psicoanalítico de la investigación que resulta provechoso para comprender también
la investigación y al investigador de cualquier campo científico. Como se puede
fácilmente deducir, esto no resulta un mero "agregado"; puede llegar a constituir e1
"fermento" de una innovación epistemológica.
La metodología de las ciencias de la naturaleza sólo resulta exitosa en la
verificación, pero no puede decir nada sobre el descubrimiento. Y esto no es casual:
deja de lado y aun niega lo que el psicoanálisis recoge como lo fundamental. No
sería exagerado decir que en las ciencias de la naturaleza, el descubrimiento se
logra cuando el investigador se aparta de las exigencias de su metodología.
He pretendido hasta aquí presentar algunas cuestiones básicas que no se toman
generalmente en cuenta, tratando de sacar los planteos y discusiones metodológicos
de las simplificaciones que se postulan de manera variada: trato de despejar
seudoproblemas, dejando también en claro que en las relaciones entre metodología
y psicoanálisis hay cuestiones no resueltas en ambas. Y no hago esto último por el

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simple hecho de contestar con acusaciones a las acusaciones. Todo lo contrario:
deseo una reflexión de carácter positivo o fértil, mostrando que estas insuficiencias
recíprocas guardan en su propio seno una profunda relación que responde, esta
última, justamente a la estructura y sentido del método del psicoanálisis y del de las
ciencias de la naturaleza.
Las insuficiencias metodológicas del psicoanálisis en cuanto a verificación, control y
objetivación, no lo invalidan como método científico de descubrimiento en cuanto
su pilar fundamental reside en la comprensión. Las limitaciones del método de las
ciencias de la naturaleza tampoco lo invalidan en cuanto a todo lo que ha alcanzado
hasta el presente; pero sí lo inhibe para cerrarnos caminos en la investigación o en
su pretensión de dictaminar sobre nuestros errores o verdades.
La metodología no es un cuerpo acabado que esté en condiciones de prescribir o
descartar; tiene, en cierta pro porción, un desarrollo propio, pero también depende
de los aportes de los distintos campos científicos y de los procedimientos utilizados
por estos últimos. No debe olvidarse que la metodología es una sistematización de
los procedimientos de la investigación, pero que -en rigor- nunca se investiga (se
descubre) con sus formulaciones; estas últimas pueden introducir coherencia y
discriminación en los pasos que sigue el investigador. La metodología y la episte-
mología estudian lo que los investigadores hacen y dicen en su trabajo de
investigación: cómo lo hacen y por qué. Pero tales objetivos callan justamente en el
punto nodal que el psicoanálisis recoge. Pero este "callarse" sobre este aspecto, por
parte de la metodología de las ciencias de la naturaleza, es uno de sus fundamentos
sobre el cual se ha constituido. Si, deja de callar sobre este aspecto tiene que
proceder a una remoción de sus construcciones. Y el método psicoanalítico deja de
callar, justamente, sobre ese punto y se encuentra con problemas totalmente
nuevos. Volvamos aquí a la afirmación anterior, de la necesidad de replantear
problemas tales como los de subjetividad versus objetividad y racionalidad versus
irracionalidad. En el primero, la objetividad se logra amputando al sujeto y no se
obtiene sino una ilusión de objetividad. Pero incluir los seres humanos en la objeti-
vidad no es equivalente a conocimiento subjetivo. Algo similar ocurre con el par
racional versus irracional: se confunden cosas muy distintas, con una amputación
de la racionalidad (lo cual es, a no dudar, una amputación muy seria). Así, el que se
estudien los llamados "fenómenos irracionales" no quiere decir que el método o el
conocimiento sean irracionales. Por otra parte, si se utiliza la empatía, el insight, la
identificación, esto de por sí no es irracional. Lo es si sólo se usa esto. Lo cual no
ocurre en la investigación
psicoanalítica. Como contraparte diré que la racionalidad (pura razón) en la
investigación en ciencias de la naturaleza es justamente irracional, si sólo se usa eso.
Y aquí sí se pretende haber usado sólo esto y se lo expone como objetivo o mérito.
Pero los investigadores no usan sólo eso (no podrían investigar), pero han
consentido en reconocer como pecado la no razón. En rigor, el razonamiento es
irracional en cuánto es una caricatura del pensar y en tanto se presenta como "pura
razón”. La racionalidad (de la "pura razón") es lo que los psicoanalistas llamamos
racionalización; constituye el más puro exponente del formalismo. Es curioso (no
tan curioso, mirando con crudeza las distorsiones) que los psiquiatras franceses
"marxistas" y defensores de la dialéctica denominaron hace años a su revista La

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Raison. Esta racionalidad (del Iluminismo) que utilizan es razonamiento o
racionalización y no dialéctica. El pensamiento científico es siempre dialéctico y,
por lo tanto, también total y humano. Los científicos se remiten a la religión y no a
la ciencia cuando oponen racionalidad e irracionalidad. No hay que oponerlos: el
problema no existe. El "horror" a la comprensión y a la intuición es en última
instancia- la otra cara de una falsa y vergonzante exaltación de las "virtudes"
racionalistas de la burguesía y de la pretendida "racionalidad" de su estructura
social. Capítulo que pertenece a la sociología del conocimiento.

Quedan así, a mi entender, planteadas las relaciones generales entre psicoanálisis,


metodología y ciencias de la naturaleza, afirmando la necesidad de que el
psicoanálisis siga su desarrollo y evolución con independencia, sin dejarse arrastrar
ni presionar por los procedimientos utilizados en las ciencias de la naturaleza; pero
los psicoanalistas debemos dedicarnos mucho más a los aspectos metodológicos
específicos de nuestra propia disciplina, tratando de resolver los' problemas dentro
del contexto de nuestro propio método y de acuerdo con las características
peculiares del objeto de estudio y del tipo de conocimiento que se aporta.
Sin embargo, esta última afirmación no excluye la necesidad de ensayos que tomen
contacto con otros campos científicos y técnicas o métodos de investigación. Así, no
podemos de ninguna manera superponer la naturaleza de la sesión psicoanalítica
con el método experimental, pero no hay ningún inconveniente en estudiar un
protocolo de una sesión psicoanalítica "como si" fuese un procedimiento
experimental con las categorías que utiliza este último. De igual manera, tampoco
existe impedimento en que se opere de la misma forma con, por ejemplo, la teoría
de la Gestalt, la topología o el operacionalismo, o en que se comparen sus
resultados y procedimientos con los de otras ciencias o métodos.
Un campo que no es psicoanalitico pero que requiere ser aún más desarrollado es el
de la reproducción -en animales- de condiciones o situaciones que permitan
verificar o controlar ciertas afirmaciones o descubrimientos del psicoanálisis:
producción de neurosis experimentales, experimentos de deprivación afectiva, etc.
De igual modo, no carece de interés comparar descubrimientos psicoanalíticos con
los descubrimientos de otros campos, tales como, por ejemplo, la. reflexología, la
etología, la psicología social o la biología comparada. Los desacuerdos no invalidan
las afirmaciones de ninguno de los procedimientos, pero los acuerdos pueden
orientar y abrir nuevas posibilidades, recordando siempre que no debemos
supeditar el método psicoanalítico, su objeto y sus resultados, a ninguna otra
disciplina. Estas comparaciones tienen sólo valor de tales.
De igual manera, no carecen de interés los ensayos o estudios que se realicen sobre
protocolos psicoanalíticos aplicando, por ejemplo, la teoría de la información o el
método estadístico o la correlación de variables, etcétera.
La naturaleza de los instrumentos auxiliares que podamos poner en juego en el
estudio de hipótesis, teorías y supuestos psicoanalíticos no tiene nada que ver con
un compromiso en sostener que la naturaleza del psicoanálisis sea la misma que la
de estos instrumentos auxiliares a los que se puede recurrir. El límite reside
justamente en ello: que ningún procedimiento auxiliar llegue a comprometer la
independencia del método psicoanalítico en sus propios procedimientos, sus

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propias reglas técnicas, sus hipótesis, teorías, etc. Esto no significa afirmar la
validez de todas nuestras hipótesis y teorías y tampoco rechaza la necesidad de
grandes innovaciones.

Veamos ahora más de cerca algo sobre la investigación psicoanalítica: ésta se lleva a
cabo en dos contextos, al que agrego un tercero. El primero es el tradicional y se
denomina psicoanálisis clínico; el segundo fue también introducido por Freud con
el nombre de psicoanálisis aplicado, y el tercero es el que denomino psicoanálisis
operativo. No desarrollaré las características de cada uno de ellos sino, en forma
muy sucinta, sus peculiaridades metodológicas.
En cuanto al psicoanálisis clínico, las opiniones están divididas: hay quienes lo
plantean como una observación en condiciones controladas; otros lo consideran un
procedimiento. cuasi-experimental; otros enfatizan la originalidad de una relación
interpersonal reglada. Es necesario separar con claridad, en el método, el control de
su eficacia terapéutica de la verificación de sus hipótesis y teorías; igualmente
cuando hablamos de verificación de la interpretación, se hace necesario que
aclaremos si nos referimos a la eficacia o a la validez de la comprensión lograda. No
se adelanta nada en tanto. no se discrimine en cada momento de qué se habla.
La denominación "psicoanálisis aplicado" es engañosa ya que, a veces, literalmente
se aplica el psicoanálisis (aun en el psicoanálisis clínico.), mientras que en otras
oportunidades se trata, realmente, de una investigación (el caso. Schreber, Gradiva,
etc.). El psicoanálisis de una novela, una película, una obra de arte, un "diario." o.
"memorias", tiene la ventaja de una mayor distancia por la cual el investigador no.
se halla emocionalmente tan involucrado como en el caso del psicoanálisis clínico,
pero las deducciones son más conjeturales. De todas maneras, al recurrir a ambos
procedimientos se potencian sus posibilidades y eso es lo que ha ocurrido en la
práctica. A esto se agrega una variante mixta que es el examen o la investigación a
posteriori de sesiones psicoanalíticas reconstruidas o grabadas. Pero una confusión
debe ser aclarada: en el psicoanálisis clínico no se "aplica" (o no se debe "aplicar") el
psicoanálisis. Se lo utiliza. El "aplicar" el psicoanálisis en el psicoanálisis clínico es,
justamente, una de las causas del empobrecimiento de la investigación: se busca lo
que se conoce de la manera en que se lo conoce, y no se trata de encontrar lo que no
se conoce. Esto se relaciona evidentemente con la organización "exitista" del
profesionalismo psicoanalítico, en lugar de la formación de investigadores.
En el psicoanálisis operativo se utiliza el conocimiento psicoanalítico en situaciones
grupales, institucionales o comunitarias y tiene la ventaja sobre el psicoanálisis
aplicado de que es posible utilizar la comprensión observando sus efectos.
Metodológicamente se halla menos reglado y por eso resulta más complicado que el
psicoanálisis clínico, pero con él se amplían los campos de investigación y de
utilización del psicoanálisis. Al respecto es útil aclarar que no existen "fenómenos
psicoanalíticos"; en todo suceso intervienen seres humanos y, por lo tanto, se puede
utilizar el psicoanálisis. El psicoanálisis operativo exige siempre un trabajo de
campo y es por esta última exigencia que se lo debe también diferenciar de la
especulación basada en conocimientos o teorías psicoanalíticas que constituye -esta
última- una variante del psicoanálisis aplicado (especulación psicoanalítica sobre
sucesos históricos, fenómenos tales como la guerra, etc.).

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Como ya lo he señalado, Freud introdujo el psicoanálisis clínico y el aplicado, pero
realizó amplias excursiones especulativas en muchos campos; en algunos de ellos
aportó conocimientos muy valiosos (Totem y tabú o Psicología de las masas y
análisis del yo). Creo legítimo investigar con los conocimientos psicoanalíticos en
trabajos de campo en sociología, psicología social o. antropología. Pero en todos
estos casos, "o utilizan los conocimientos psicoanalíticos para comprender o para
investigar, pero no se utiliza el método psicoanalítico. Este último es sólo privativo
del psicoanálisis clínico y aquí, en cuanto tal, es sólo comprendido en este sentido.
La extensión al psicoanálisis operativo únicamente resulta legítima con esta
importante salvedad.

En una perspectiva general, podemos decir que en psicoanálisis nos enfrentamos en


la actualidad con pobreza de ideas y de creatividad, falta de audacia y poco espíritu
de permanente autocrítica, de duda y rectificación. Aplicar el psicoanálisis en el
campo del psicoanálisis clínico es sólo aplicarlo. Pero no utilizarlo. Esto se relaciona
con un problema planteado por mí reiteradamente: la institucionalización del
psicoanálisis lleva a un afianzamiento del profesionalismo, a una defensa de una
"doctrina" más que a la formación de investigadores. Es que toda investigación
lleva implícita la negación como forma de superación. Para el psicoanálisis es
también correcto lo que dijo Marx de la filosofía: su realización lleva a su
desaparición. Otro escollo reside en poner el énfasis del psicoanálisis sobre su
carácter de terapia; sobre su eficacia para curar y no sobre su eficacia para
investigar. Freud no cometió este error: en "Análisis terminable e interminable" no
pone el énfasis sobre la eficacia terapéutica sino sobre la investigación.
Glover señala lúcidamente este debilitamiento del psicoanálisis, con la tendencia a
la estereotipia, al referirse a que en nuestra disciplina existe también un "nuevo
panteón" de conceptos teóricos. Alude, básicamente, al hecho de que los conceptos
de valor operativo o instrumental resultan cosificados y transformados en
entidades o entelequias (instintos, ello, yo, superyó, represión, etc.). El dogmatismo
tiene asiento en todos lados y en todas las filas.

Un problema fundamental del psicoanálisis clínico se plantea con respecto al


carácter de sus datos; de qué es lo que se observa, dado que lo "observable" no es
literalmente lo que se ve o escucha sino también lo que sienten (tanto el paciente
como el psicoanalista).
El psicoanalista trabaja con significados o sentidos, que deduce de los observables y
de sus propias vivencias. Aquí hace falta que los psicoanalistas dediquemos más
atención a lo que se interpreta, a lo que se comprende y a las "operaciones" que
tienen lugar cuando se comprende. No todo lo que se comprende es interpretado, y
muchas veces lo que se interpreta (lo que se dice) no son significados. Por otra par-
te, debemos separar dos problemas: el de los efectos de la interpretación (eficacia),
de los de su validez. Los procesos por los cuales se llega a comprender significados
son también muy variados y sería útil establecer una "tipología" de las
interpretaciones, reconociendo las diferencias entre -por ejemplo- la utilización de
analogías, alusiones, metáforas, indicios, símbolos, etc. Loewenstein señala que

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Bernfeld diferenció la interpretación en tanto instrumento terapéutico de la
interpretación como instrumento cognosciti vo. Bernfeld citado por Schmidl) señaló
cinco formas de interpretar: a) de acuerdo con la intención; b) de acuerdo con la
función; c) como indicador de diagnósticos; d) por traslación simbólica; e) ubicando
el elemento en la totalidad de la experiencia vital del paciente. Se reconoce también
la interpretación de la defensa de la interpretación de los impulsos, etc. Todo esto es
aún muy simple y requiere más interés de nuestra parte.
El psicoanálisis debe también diferenciar mejor significado de motivación y de
causalidad; comprensión de interpretación y, en esta última, eficacia de validez.
Aquí, como siempre, el planteamiento de los problemas rige la posibilidad y el ca-
rácter de las soluciones.
El "dato" psicoanalítico es una relación interpersonal en la que el psicoanalista se
halla involucrado y que, a su vez, configura en cierta proporción el carácter de los
"datos". Se podría decir que se pierde la objetividad. Sostengo que ocurre todo lo
contrario: se logra una mayor objetividad en -cuanto se incluye la subjetividad. Que
con esto no nos alejamos de la pretendida objetividad de las ciencias de la
naturaleza, en las cuales la objetividad es abstracta y por lo tanto amputada.
Pero esto conduce muchas veces a los psicoanalistas a otro error: suponer que eso
ya es suficiente para afirmar el carácter científico del psicoanálisis. El exponer una
hipótesis o la comprensión que se ha logrado de un paciente no puede convalidarse
con la sola comprensión. Esta última debe ser profundizada. El material clínico que
utilizamos en nuestros aportes científicos nunca demuestra nada. Sólo ejemplifica y
los mismos psicoanalistas hallamos a veces absurdas y sin fundamento las
interpretaciones que publican otros psicoanalistas. En rigor, hoy no existe el
psicoanálisis sino los psicoanálisis, aunque nos limitemos exclusivamente al psi-
coanálisis de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

Resulta obvio que es más fácil ser "científico" si nos limitamos a estudiar los
fenómenos que condicen con la metodología aceptada como científica, pero también
es más científico atreverse con todo aquello que la metodología amputa. Si lo que
establece la metodología resulta violentado, puede ser una señal de que la misma
metodología tiene que modificarse. Si se tratara solamente de psicoanálisis y
metodología, la cuestión no sería grave, aunque sí difícil. Lo más grave es que junta,
con ella está la relación (o escasa relación entre psicoanalistas y metodólogos.
Los "observables" del campo psicoanalítico no son "limpios" y nuestras definiciones
son defectuosas. Podría referir, por ejemplo, la evolución del concepto de
narcisismo para encontrar un sin fin de "fallas" metodológicas de todo tipo. Así, en
el concepto de narcisismo, lo descriptivo, lo empírico o fáctico, lo hipotético y lo
teórico no se diferencian muchas veces con claridad. De igual manera, para el no
entrenado, la transferencia no es un dato clínico sino una teoría.
Por otra parte, puede resultar lo contrario: el psicoanalista se "acostumbra" tanto,
por ejemplo, al instinto de vida y al de muerte que los utiliza directamente como
descripciones. "Ve" al instinto operando. Y esto conduce a discusiones y problemas
extraños. La convicción, el insight, y aun la eficacia de un procedimento son
importantes pero no son -de por sí- testimonios ni pruebas de validación científica.

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Es muy difícil describir lo que ocurre en una sesión psicoanalítica en términos
pulcros y lógicos. La lógica de la comprensión y la lógica de la relación humana, la
lógica del trabajo psicoanalítico no se ajustan a la lógica de la racionalidad (lo que se
ha admitido hasta ahora como racionalidad).
Pero aquí tocamos un problema complejo, que la lógica (como parte de la
metodología) también ha llegado a cuestionarse radicalmente. Razonar para
demostrar no es lo mismo que pensar y comprender para investigar. A esto se
agrega que, con mucha frecuencia, los científicos de las ciencias de la naturaleza
conocen una metodología simplificada de libros de texto y están muy lejos de los
desarrollos y cuestionamientos de la metodología. Los científicos no psicoanalistas:
cuando nos aceptan, lo hacen por los "hechos" que no pueden ya eludir y no por vía
de la metodología. Los filósofos de la ciencia, cuando nos aceptan, nos entienden
más. Científicamente es más válido lo último. Lo primero es un proselitismo.
Otro problema es la doble orientación del método y la teoría psicoanalítica y
remonta su historia al mismo Freud. En Malestar en la cultura y en Construcciones
en psicoanálisis Freud reconoció claramente la interpretación de la reconstrucción.
Esta última intenta reconstruir el pasado del paciente y se basa en una dirección
que Freud mismo llamó "arqueológica"; se relaciona estrechamente con la
investigación de la histeria y el propósito terapéutico de llenar las "lagunas
mnésicas". La función del analista consiste -según Freud “en adivinar o, mejor
dicho, en reconstruir lo olvidado, con ayuda de los rastros que ha dejado". La
interpretación "se refiere a lo que se realiza con un elemento aislado del material;
por ejemplo, con un acto fallido, con una ocurrencia, etc. En cambio, se trata de una
construcción al comunicársele al analizado una parte de su historia. La construcción
del analista deberá transformarse en recuerdo en el analizado". La utilización cada
vez más profundizada de la transferencia como fenómeno e instrumento peculiar
del método psicoanalítico ha traído problemas técnicos y metodológicos específicos
que han tenido un curso diferente. La transfe rencia es un fenómeno presente pero
también es un fragmento de historia. Pero, por ejemplo, para Rickman, el
psicoanálisis es un método ahistórico, dinámico y no un método genéticohistórico.
Las exigencias metodológicas varían o cambian de carácter según la dirección que
en ese sentido se adopte y según la teoría que fundamenta dicha técnica.
Además de esta controversia situacional versus genéticohistórico, las cuestiones
que se suscitan cambian si en lugar de "llenar lagunas mnésicas" o "hacer consciente
lo inconsciente", el psicoanalista se fija como meta la integración de las
disociaciones o la discriminación. Esto afecta nada menos que la concepción de la
naturaleza del fenómeno psicológico y la concepción que se tiene de lo que el
psicoanálisis es.
De aquí a los planteos de una antropología no hay siquiera un paso: se está de
pleno en la concepción del hombre.
Se hace necesario recordar, por lo menos, algunos problemas que siendo poco
tratados no son exclusivos del psicoanálisis sino de todo conocimiento científico.
Entre éstos se cuenta el papel de los modelos, la sociología del conocimiento, los
supuestos previos y la ideología implícita en toda construcción de teorías. En
ningún campo científico una teoría se refiere solamente a los datos de su propio
campo, y se deduce solamente de los hechos verificados. Una teoría involucra

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siempre una ideología. Con esta perspectiva deben también enfocarse los aspectos
teóricos del psicoanálisis, tales como los del inconsciente, la naturaleza del
fenómeno psicológico, la "mente", el dualismo o monismo cuerpo-mente, etc. Lo
importante es, ahora, recordar que ninguna teoría en ningún campo científico tiene
verificación directa y plena; su vigencia es aceptable por su valor heurístico, por su
construcción ideológica, por su coherencia interna y por su amplitud.
Valoraciones ideológicas y políticas se hallan sustentando algunos criterios que
implícitamente influyen sobre la teoría y la técnica; en psicoanálisis esto resulta
evidente en los criterios de salud y enfermedad, curación, normalidad, etc.

De todo lo expuesto surge con evidencia, por lo menos, una -conclusión: el


psicoanálisis, al igual que todas las ciencias, del hombre y las ciencias de la
naturaleza, enfrenta arduos problemas metodológicos, muchos de los cuales son
comunes y muchos otros son específicos. La perspectiva general no debe "diluir" los
problemas específicos del psicoanálisis, pero tampoco este último debe hacerse
cargo con exclusividad de lo que otras ciencias tampoco tienen resuelto y, a veces,
ni aun planteado.

Este artículo se complementa y ha sido escrito juntamente con otro titulado "Teoría
y práctica en psicoanálisis. La praxis psicoanalítica" y que se publicó en la Revista
Uruguaya de Psicoanálisis (1969). De todo este retorno a un permanente interés
personal por la epistemología deseo reiterar mi convicción de la necesidad de que
los institutos de psicoanálisis (los encargados de la formación de psicoanalistas)
deben orientarse básicamente a formar investigadores y no meros profesionales. El
psicoanálisis no debe ser una profesión del arte de curar sino una actividad de
investigación: éste es su verdadero potencial científico y su posibilidad social. Por
eso, en el curriculum de la formación de psicoanalistas los institutos de
psicoanálisis deben incorporar el estudio de la metodología, epistemología, historia
de las ciencias y filosofía de la ciencia, así como esmerarse en el examen de los su-
puestos de cada paso del método psicoanalítico.

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