“Lo que hacen los demás nunca es lo que nos enoja, es lo que
pensamos y nos decimos a nosotros mismos sobre lo que
hicieron” Marshall Rosenberg Lo que hacen los otros puede ser el estímulo de nuestros sentimientos, pero nunca la causa. Los demás hacen cosas y seguramente lo mejor que pueden tanto para su bien propio como para otro y nosotros decidimos como tomamos lo que hacen. En nuestro lenguaje existe una enorme lista de palabras que aparentan definir sentimientos pero que en realidad, son juicios o evaluaciones que requieren la participación de otro. Son los “falsos sentimientos” Ej. Rechazado, poco valorado, usado. Son “falsos sentimientos” porque están haciendo un juicio del otro. No sabemos si el otro nos rechazó o nos usó. Hasta ahora no se inventó la bola de cristal ni se comprobó que se pueda leer los pensamientos de otra persona. ¡No todos tienen nuestra misma escala de valores. Por eso es importante ubicar a los sentimientos como propios y hacerse responsable de ellos. Afirmaciones en las que sólo se hace referencia a lo que hacen los demás: “Me duele que no me felicites el día de mi cumpleaños”. “Si no terminas la comida, mamá se pondrá muy triste” Lo correcto sería decir: “Si no terminas la comida, mamá se siente decepcionada, porque quiero que crezcas fuerte y sano”.
Cuando alguien nos transmite un mensaje negativo (verbal o no verbal) tenemos 4
opciones para recibirlo: Tomarlo en forma personal. Captando en él acusaciones y críticas: “¡Eres la persona más egocéntrica que he conocido en mi vida!” Si nos tomamos la frase de forma personal, podemos reaccionar respondiendo: “Sí, debería ser más sensible con los demás” Aceptamos el punto de vista de la otra persona y nos cuesta un precio muy alto, ya que nos lleva a sentirnos culpables, avergonzados y deprimidos.
Echar culpa al otro: En respuesta a la afirmación “¡Eres la persona más
egocéntrica que he conocido en mi vida!”, podríamos protestar diciendo: “No tienes derecho a decirme esto. “¡Tú eres el egocéntrico!”. Cuando nos tomamos las afirmaciones de esta manera y echamos la culpa a la otra persona, lo más probable es que sintamos rabia.
Darnos cuenta de nuestros sentimientos y necesidades: Así podríamos, por
ejemplo, responder: “Cuando me dices que soy la persona más egocéntrica que conociste en tu vida, me siento herido, porque yo querría que reconocieras los esfuerzos que hago para tener en cuenta tus preferencias”. Al centrar la atención en nuestros sentimientos y necesidades, tomamos conciencia de que sentirnos heridos en esta circunstancia deriva de nuestra necesidad de que se reconozcan los esfuerzos que hacemos
Darnos cuenta de los sentimientos y necesidades que oculta el mensaje negativo
de la otra persona: Podríamos preguntarle, por ejemplo “¿Te sientes herida porque necesitas que se tomen en cuenta tus preferencias?”