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Concepto y fundamento.
INTRODUCCIÓN
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al ser firmados por los Estados generan en cabeza de estos la obligación de
garantizar su efectividad y respeto dentro de su territorio1.
1 Ejemplos de este tipo de acuerdos son el Pacto internacional de los Derechos Civiles y
Políticos, el Pacto internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la
Convención interamericana de los Derechos Humanos y la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer. Todos estos tratados han sido firmados por
Colombia.
2
Los derechos humanos son un concepto relativamente moderno que
surge en Europa -concretamente en la Europa Occidental- en la segunda mitad
del siglo XVIII, y que supone una particular forma de entender al ser humano y
su papel en el mundo. Si bien es posible hallar antecedentes de su formulación
en la filosofía de las antiguas Grecia y Roma, así como en pensadores
medievales2, no es posible plantear su existencia de forma previa a las
profundas transformaciones que se sucedieron a partir del siglo XVII en el
continente europeo y que permitieron concebir al hombre como un ser dotado
de razón y autonomía3.
Esta nueva visión del hombre, que rompe con el paradigma manejado a
lo largo de todo el Medioevo, fue construida a partir de multitud de elementos
procedentes de campos tan diversos como la filosofía, las luchas políticas, el
Derecho y la propia cotidianidad. En el primer campo, ya en el siglo XVII se
plantea la idea de la existencia de unos derechos naturales, comunes a todos los
seres humanos y que debían ser respetados por los soberanos,
independientemente de la religión que profesasen los habitantes de sus
dominios4. Esta idea fue desarrollada y matizada por pensadores posteriores
como Locke, Rousseau o Condorcet. En el ámbito de lo político el surgimiento
del Estado Moderno, implicó –por primera vez en la historia- el establecimiento
de una serie de límites al poder del Monarca en relación a sus súbditos5. Esta
barrera al poder absoluto permitió el desarrollo de reivindicaciones de derechos
individuales que, a su vez, fueron el alimento de las revoluciones burguesas
que tuvieron lugar en Inglaterra6, Norte América7 y Francia8.
2 La idea de que todo ser humano es valioso, por el sólo hecho de haber nacido, puede
encontrarse en la filosofía estoica y en el cristianismo.
3 Ver al respecto Lynn Hunt “Los orígenes revolucionarios de los Derechos Humanos”, en Istor,
Año V, Núm 19, invierno 2004. Es preciso señalar que otros autores señalan el surgimiento de
este concepto un poco antes, en los siglos XVI y XVII. Por ejemplo Joaquín Rodríguez-Toubes,
en su trabajo La razón de los derechos, Tecnos, Madrid, 1995, Pág. 21.
4 Este concepto de derechos naturales fue desarrollado, en particular, por Hugo Groccio.
5 VILLÁN DURÁN, Carlos, Curso de Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Trotta,
trece colonias originales y el Reino de Gran Bretaña, que se desarrolló entre 1775 y 1783.
3
El ideario de estas luchas fue plasmado en textos jurídicos, lo que nos
lleva al tercer ámbito que experimentó importantes cambios. Los primeros
documentos, fruto de las revoluciones inglesas, aún no reflejan el concepto de
derechos humanos. Se limitan a plasmar derechos atribuibles tan sólo a los
varones, ingleses y libres9. El reconocimiento de derechos a todos los hombres,
por el simple hecho de haber nacido como tales, sólo aparece en la Declaración
de Virginia (1776) y, un poco más tarde, en la Declaración de Derechos del
Hombre y el Ciudadano (1789).
8 La Revolución Francesa se inició con la proclamación del Tercer Estado como Asamblea
Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
9 Petition of Rights (1628), Habeas Corpus Act (1679) y Bill of Rigths (1689).
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continúa a las miradas de propios y extraños, incluso durante el tránsito de la
muerte, empieza a ser ocultado, al tiempo que surge la idea de que es un
espacio sagrado. Esta idea, ya reflejada en los trabajos adelantados en los
ámbitos de la filosofía y el Derecho que proscribían la tortura11, cala
profundamente en la sociedad de la época.
11 Resulta, en este punto, especialmente el trabajo de Cesare Beccaria, De los delitos y de las penas,
publicado por primera vez en 1764.
12 A pesar de la tendencia mayoritaria, se levantaron voces para exigir el reconocimiento de
derechos a las mujeres. Entre ellas destacamos la de Mary Wollstonecraft, quien en 1792
publicó su obra Reivindicación de los derechos de la mujer.
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Las Constituciones contemporáneas, particularmente tras la Segunda
Guerra Mundial, han recogido amplios listados de derechos humanos,
dotándolos de obligatoriedad en términos jurídicos, y han creado diversos
mecanismos para garantizar su protección13. Si bien de un texto constitucional
a otro se perciben diferencias en la cantidad y tipo de derechos que consagran,
todos parten de la misma base, pues tienen como fundamento la dignidad
humana14. Los derechos que de este concepto se derivan se han estructurado
en torno a tres principios: la libertad, la igualdad y la solidaridad.
Derechos de libertad.
Este tipo de derechos, junto a los de participación, son los más antiguos,
ya que fueron los primeros en ser reconocidos, tanto a nivel filosófico como a
nivel jurídico15. Se trata de un conjunto de derechos y libertades que
garantizan a la persona una esfera en la que puede tomar decisiones y actuar
libremente. Es decir, aseguran la autonomía individual, la capacidad de
13La acción de tutela, o la Defensoría del Pueblo son dos de estos mecanismos que, en el caso de
la Constitución colombiana, se han establecido para garantizar los derechos fundamentales.
14De acuerdo con Carlos Villán Durán la dignidad es “la única idea-fuerza que aglutina las
diferentes concepciones culturales, filosóficas, políticas, ideológicas, religiosas, morales y
sociales, presentes en el mundo contemporáneo y por tanto como fundamento último del
DIDH”. Op. Cit. Pág. 92.
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Los derechos de libertad, junto a los derechos de participación son llamados también derechos
de primera generación. Fueron formulados en los siglos XVIII y XIX, dentro de la concepción
filosófica, jurídica y política del liberalismo clásico.
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autodeterminarse, en particular frente a los poderes públicos, pero también ante
los demás individuos.
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Derechos de participación
También conocidos como derechos de segunda generación, surgen tras la Primera Guerra
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burguesas del siglo XVIII, estableciéndose un único ordenamiento para todos
los ciudadanos en el que se garantizan los derechos de libertad y participación.
Las luchas obreras de los siglos XIX y XX, junto a las crisis económicas
que se experimentaron en el mismo periodo de tiempo (en especial la Gran
Depresión de 1929), llevaron al surgimiento de una nueva dimensión del
principio de igualdad, la material, que mira a la realidad social. En
consecuencia se exige al Estado que trate de manera distinta a quienes se hallan
en situaciones disímiles, y le ordena asumir un papel activo en la distribución
de bienes y servicios esenciales.
17Anatole France fue el seudónimo empelado por Anatole François Thibault, escritor francés
(1844-1924). La frase exacta que formuló fue: “Todos los pobres tienen la libertad de morirse de
hambre bajo los puentes de París”.
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públicos en la vida económica y social, a fin de asegurar un bienestar mínimo a
toda la población.
Ahora bien, es importante anotar que aunque con frecuencia los derechos
económicos, sociales y culturales son identificados como derechos de prestación
(o prestacionales) esta ecuación es errónea. En efecto, estos últimos implican la
provisión estatal –de forma directa o indirecta- de un bien o servicio. Si bien el
acceso a una vivienda en condiciones dignas, la atención sanitaria o la
educación primaria gratuita se encuadran en esta categoría, otros derechos
sociales escapan de ella. Es el caso de la libertad de elegir profesión u oficio, la
libre sindicación, o el derecho a no ser discriminado en los ámbitos educativos y
culturales.
Derechos de solidaridad18.
18Se les conoce también como derechos de tercera generación. Han surgido a partir de la
década de los setenta del siglo pasado.
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En esta categoría se ubican derechos que pretenden asegurar el acceso
igualitario a bienes indispensable para la supervivencia de la especie humana y
que debido al modelo económico mundial se hallan en riesgo de volverse
artículos de lujo, destinados a unos pocos. Es el caso de los derechos al
desarrollo, al agua potable y al aire puro. Pero también encontramos aquí otros
que buscan asegurar condiciones no materiales, como el derecho a la paz y el
derecho a disfrutar del patrimonio común de la humanidad.
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mediante la garantía efectiva de los derechos fundamentales es posible alcanzar
tal objetivo20.
“La Constitución está concebida de tal manera que la parte orgánica de la misma solo
adquiere sentido y razón de ser como aplicación y puesta en obra de los principios y de
los derechos inscritos en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos, la
nacionalidad, la participación ciudadana, la estructura del Estado, las funciones de los
poderes, los mecanismos de control, las elecciones, la organización territorial y los
mecanismos de reforma, se comprenden y justifican como transmisión instrumental de
los principios y valores constitucionales. No es posible, entonces, interpretar una
institución o un procedimiento previsto por la Constitución por fuera de los contenidos
materiales plasmados en los principios y derechos fundamentales.”
Un poco más adelante la misma sentencia insiste en este punto al añadir “el aparato no tiene
sentido si no se entiende como mecanismo encaminado a la realización de los derechos.”
21La Constitución que precedió a la actual fue aprobada en 1886, pero para 1990 había sido
objeto de más de sesenta reformas. Reconocía en su título tercero derechos civiles, políticos y
algún derecho de segunda generación, como la educación. No establecía, sin embargo,
mecanismos para asegurar su garantía.
22 Constitución Política
“Art. 93: Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que
reconocen los derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de
excepción, prevalecen en el orden interno. Los deberes y derechos consagrados en esta
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en la Constitución se consideran parte de ésta –y por tanto dotados del mismo
valor jurídico- se denomina “bloque de constitucionalidad”.
Mesa
“El afán del constitucionalismo contemporáneo por hacer operante una justicia real y no formal,
tendencia que acoge nuestra Carta Política, abrió paso entre nosotros a la consagración de la
acción de tutela como mecanismo de protección inmediata de los derechos fundamentales. A
dichos derechos se les reconoce generalmente “eficacia directa”, es decir su protección puede
ser demandada inmediatamente, sin necesidad de que medie un desarrollo legal previo que
señale las condiciones de su ejercicio y tutela. La razón de esta circunstancia radica en el
reconocimiento constitucional de que son derechos inherentes a la persona humana, como lo
predica claramente el artículo 94 superior.”
24 Constitución Política
“Art. 152. Mediante las leyes estatutarias, el Congreso de la República regulará las
siguientes materias:
a. Derechos y deberes fundamentales de las personas y procedimientos y recursos
para su protección;
(…)”
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este tipo de normas, se asegura tanto la existencia de consenso, como cierta
estabilidad en el régimen de los derechos.
Díaz:
26 Constitución Política:
“Art. 86. Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por
quien actúe en su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resultaren vulnerados o amenazados por la
acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita
tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento,
podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte
Constitucional para su eventual revisión.
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por los ciudadanos para la defensa de sus derechos. Otro, que también ha
alcanzado un alto grado de popularidad es la Defensoría del Pueblo, institución
inspirada en la figura del Ombudsman sueco, que tiene por misión la guarda
de los derechos fundamentales mediante el desarrollo de labores de promoción,
prevención y defensa.
Por último, pero no por ello menos importante, la Constitución creó una
Corte Constitucional, y le encomendó la función de ser su suprema guardiana.
Este tribunal se ha tomado muy en serio los derechos fundamentales. A través
de su extensa jurisprudencia -originada en acciones de inconstitucionalidad y
en la revisión de las acciones de tutela–, ha insistido en que la legitimidad del
Estado depende de su capacidad para garantizar de forma efectiva los derechos
fundamentales a la totalidad de los habitantes del país.
Esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su
resolución.
La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particulares
encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afectare grave y
directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión.”
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Los derechos fundamentales, tal y como lo hemos visto, son el producto
de una determinada concepción del ser humano. Una concepción que, a su vez,
es producto de una determinada cultura. Pero, a despecho de este origen, han
sido proclamados como universales. Es decir, su respeto se impone
independientemente de cualquier consideración cultural, religiosa o ética. Esta
paradoja lleva a cuestionarnos hasta qué punto es válido imponer a grupos
étnicos que poseen cosmovisiones muy diferentes a la nuestra, la obligación de
observarlos.
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el castigo sea público es importante, pues disuade a los demás miembros de la
comunidad de incurrir en la misma conducta
Ante este dilema la Corte optó por hacer una lectura del derecho en
juego en clave cultural. Es decir, en vez de imponer su propia concepción de la
dignidad humana, analizó la práctica indígena intentando comprender su
significado y valor para el grupo indígena. Así mismo, consciente de su
ignorancia en la materia, solicitó el apoyo de antropólogos conocedores de este
grupo humano. Finalmente optó por considerar aceptable este tipo de sanción,
dado su peso dentro de la concepción del ser humano de los paéz, y por cuanto
el sufrimiento que produce no resulta excesivo.
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emancipatorio. De lo contrario corren el riesgo de convertirse en instrumentos
de dominación28.
Conclusión
28En verdadero diálogo entre culturas, que permita la construcción de una concepción mestiza
de los derechos fundamentales es un asunto complejo que demanda una serie de condiciones
para su éxito. No basta la voluntad de los participantes, estos además deben estar legitimados
por sus comunidades, y estar dispuestos a revisar sus propias tradiciones. Además, cuando el
diálogo se establece entre una cultura mayoritaria y otra minoritaria (como la indígena) que ha
sido largamente oprimida, debe tenerse especial cuidado en respetar el concepto del tiempo, así
como los procesos de deliberación y toma de decisiones de ésta última. Ver al respecto el
trabajo de Boaventura Santos, en especial sus textos La Globalización del Derecho y De la mano de
Alicia.
18
En Colombia estos derechos adquieren una relevancia adicional, ya que
constituyen el centro del proyecto de Estado, diseñado en la Constitución, el
cual debe construirse día a día por medio de la actividad de los poderes
públicos. Es por ello que no sólo han sido reconocidos en un generoso catálogo,
sino que además han sido rodeados de múltiples mecanismos de promoción,
prevención, protección y reparación.
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BIBLIOGRAFÍA
20
UPRIMNY, Rodrigo, “Constitución de 1991. Estado social y Derechos
humanos: Promesas incumplidas, diagnóstico y perspectivas”, en A.A.V.V El
debate a la Constitución, Instituto Latinoamericano de Servicios Legales
Alternativos (ILSA), Bogotá, 2002.
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GLOSARIO
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