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ROMERO, Carlos

“Cuba y las relaciones entre la Unión Soviética, América Latina y el Caribe”

El Caribe Contemporáneo, No. 24, enero-junio de 1992, pp. 21-43


Cuba y las relaciones entre la Unión Soviética, América Latina y el Caribe*

Carlos Romero**

1. Los ciclos de la política

América Latina y el Caribe fueron desde los tiempos de la Revolución rusa, objeto de
atención de los soviéticos. Luego de la fundación de la Internacional, el liderazgo
bolchevique trató de establecer contactos políticos diplomáticos y económicos con gobiernos,
movimientos políticos y personalidades que de una u otra forma representaban opciones
antiimperialistas y revolucionarias.1 Sin embargo, tales contactos estuvieron limitados por
una lejanía geográfica, la ausencia significativa de relaciones históricas con Rusia imperial, la
presencia regional de Estados Unidos, el desarrollo capitalista de la mayoría de las economías
locales y una independencia política consolidada en el siglo XIX.

El naciente Estado soviético trató de establecer relaciones diplomáticas con los países
llamados "orientales" fundamentalmente aquellos cercanos a sus fronteras o con un pasado
imperial ruso.2 Al igual que en Europa, esa relación osciló entre el deseo de lograr una
estabilidad externa y la creencia en la inminencia de la revolución mundial, empleando los
canales diplomáticos y a su vez los contactos revolucionarios. En el caso de América Latina y
el Caribe, el interés primordial de los soviéticos fue el de fomentar las ideas marxistas entre
partidos, movimientos y dirigentes locales. El primer emisario bolchevique que arribó a
América Latina fue A. Borodin, quien trató de infiltrar la Revolución mexicana, y con otro
enviado de la Internacional, el hindú M. N. Roy, fundaron el Partido Comunista Mexicano en

*
Este trabajo fue presentado en la Reunión del Grupo de Trabajo sobre Relaciones Internacionales en
la Cuenca del Caribe, de CLACSO, celebrada en Cancún, Quintana Roo, México, del 28 de enero al de
febrero de 1991, bajo el título "La URSS, América Latina, el Caribe y Cuba". Por razones de espacio
se han suprimido los apartados, "Introducción", "La política exterior soviética" y "La Unión Soviética
y el Tercer Mundo".
**
Universidad Central de Venezuela.
1
Véase Caballero, Manuel, Latin America and the Comintern. 1919-1943, Cambridge, Cambridge
University Press, 1986.
2
Véase: Sizonenko, Alexander, Ensayo sobre las relaciones soviéticas latinoamericanas, Moscú,
Heyka, 1971; "Establecimiento de Relaciones Diplomáticas entre Rusia y países de América del Sur y
México (años 70-90 del siglo XIX)" en América Latina, núm. 11(71) noviembre 1983, pp. 52-62.
1919, y el Partido Comunista de Centroamérica en 1922.3 (Ya en Argentina se había fundado
el primer partido comunista de la región en 1918). A la fundación de esos partidos, siguieron
el de Chile (1922), Brasil (1922) y Cuba (1925). En el V Congreso de la Internacional
Comunista, Comintern, se fundó el Secretariado Sudamericano (1924), así como también
otras organizaciones paralelas a los partidos comunistas como Socorro Rojo Internacional,
todo esto supervisado por el Buró Sudamericano y del Caribe.4

Paralelamente a estas actividades revolucionarias, la Unión Soviética estableció relaciones


diplomáticas y comerciales con México en 1924, con Uruguay en 1926 y solamente
comerciales con Argentina en 1927, año de fundación de la "Sociedad Soviética para el
Comercio con los Países Sudamericanos" —Yurmtorg— con sucursales en Montevideo,
Porto Alegre, Asunción y Valparaíso, con un intercambio comercial esporádico.5

Como se vio anteriormente, a partir del año de 1928, la Internacional giró su política hacia
una posición más radical, distanciando los partidos comunistas de otras organizaciones de
izquierda, y utilizando la violencia armada como principal táctica política. Este viraje produjo
que los partidos comunistas en la región —como en el resto del Tercer Mundo— implantaran
una política sectaria, la cual fue aprobada en la Primera Reunión de Partidos Comunistas de
América Latina realizada en Montevideo en 1929.6 Durante estos años (1928-1935), la Unión
Soviética tuvo un retroceso en su presencia en la región.7 Los gobiernos de México y
Uruguay rompieron relaciones diplomáticas en 1930 y 1935 respectivamente y Argentina
rompió relaciones comerciales en 1931. Por otra parte, los líderes nacionalistas como
Sandino en Nicaragua, Haya de la Torre en Perú, Grau San Martín en Cuba y Betancourt en
Venezuela, fueron difícilmente captados para la causa comunista, y los partidos en El

3
Véase Clissold J., Stephen, op cit.; Alexander, Robert. I., Communism in Latin America, New
Brunswick, N. J. Rugers University Press, 1957; Edelman, Marc, "The Other Super Power";
Sizonenko, Alexander, "Sovietzkaia Rossiia; Latinskaia Amerika 1917-1924 gg...", Voprosy lstoril
núm 6, 1973; Blasier Cole, The Giant's Rival, the USSR and Latin America, Pittsburgh, Pittsburgh
University Press, 1987, cap. II; Domínguez Edmé, "The Latin American Communist Movement:
Realities and Relations with the Soviet Union", en: Mujal, Eusebio León, The URSS and Latin
America. A Developing Relationship, Boston, Unwin Hyman, 1989, pp. 119v158.
4
Véase: Dinestein, Herberts S., "Soviet Policy in Latin América", American Political Science Review,
núm. 6, marzo 1967, pp. 80-90; Caballero, Manuel, op cit.
5
Clissold, S., op. cit. (introducción); también Blasier, Cole, op cit, capítulo II.
6
Ibid.
7
Ibid.
Salvador y Brasil salieron derrotados al emprender sendas insurrecciones populares en 1932
y 1935 respectivamente.8

A partir del VI Congreso del Comintern, los comunistas latinoamericanos y caribeños


apoyaron las tesis de los frentes populares y la alianza de clases (la alianza de las cuatro
clases, obreros, campesinos, pequeñas burguesía y burguesía nacional). Esta línea resultó en
la política de colaboración de clases de los partidos comunistas con partidos liberales como
en Perú y Colombia y el Partido Socialista de Chile. En el caso de Venezuela, los comunistas
trataron de crear en el año de 1936 un partido único de las izquierdas junto con sectores
marxistas heterodoxos y reformistas. Sin embargo, al igual que en otras partes del mundo, la
firma del Pacto de No Agresión Germano-Soviético en 1939, eliminó tal posibilidad debido a
la posición comunista mundial de neutralidad frente a una supuesta guerra "intracapitalista".9

En junio de 1941, la URSS fue atacada por Alemania e inmediatamente pasó a militar en el
campo antifascista. En América Latina y el Caribe la posición soviética obtuvo un enorme
apoyo entre gobiernos y movimientos políticos no marxistas. La alianza soviética con los
aliados y en particular con Estados Unidos posibilitó la reanudación de relaciones
diplomáticas —por primera vez— con Cuba en 1942, Costa Rica en 1942 (a nivel consular),
Chile y Nicaragua en 1944 y Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guatemala y la República
Dominicana en 1945.10 Durante esos años, los partidos comunistas locales estuvieron
legalizados y colaboraron con gobiernos reformistas o autoritarismos antifascistas como en
Cuba y en Venezuela, dentro del marco del llamado "browderismo", inspirado por las ideas
de "colaboración de clases" del dirigente comunista norteamericano Earl Browder, quien
planteó la disolución de los partidos comunistas y su transformación en partidos policlasistas
y de orientación reformista.

A fines de 1946, la Guerra Fría llevó a la consolidación de la hegemonía norteamericana a


través del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca firmado en 1947, la creación de la

8
Véase: Tismaneanu, Vladimir, "Communist Orthodoxy and Revolutionary Change", en: Radu,
Michael, Violence and the Latin American Revolutionaries, New Brunswick, Transaction Books, 1988,
pp. 83-107.
9
Sobre la posición soviética acerca del Pacto Germano-Soviético, véase: Ulam Adam, op. cit capítulo
IV. Acerca del impacto en la izquierda venezolana véase capítulo IV, de Romero, Carlos A., "El Pacto
Germano-Soviético y el deslinde los marxistas venezolanos", Los orígenes del pensamiento
internacional de A.D., Caracas, INVESP, 1990.
10
Blasier, Cole, op. cit.; Clissold, Stephen, op cit.; Muñoz O., Carlos, op cit.
Organización de Estados Americanos en 1948 y el establecimiento de pactos militares
bilaterales entre Estados Unidos y las fuerzas armadas locales. De esta forma, la política de
contención de la influencia soviética se definió en América Latina y el Caribe bajo la idea de
la defensa hemisférica y la restricción de la así llamada "función consular" del comunismo
regional.11

En 1951, Jacobo Árbenz asumió la presidencia de Guatemala y en 1952 el gobierno


reformista y nacionalista de Víctor Paz Extenssoro llegó al poder en Bolivia. En ambos casos,
el programa nacionalista, la reforma agraria en Guatemala y la nacionalización del estaño en
Bolivia fueron vistas con simpatía en la Unión Soviética. Pero ambos procesos constituyeron
la excepción a la regla en una época signada por la Guerra Fría en donde los soviéticos
tuvieron relaciones solamente con México, Argentina y Uruguay y la mayoría de los partidos
locales estuvieron declarados fuera de la ley12. En el caso de Bolivia, la revolución se limitó a
tener un carácter populista y no fue vista como un peligro para Estados Unidos. En el caso de
Guatemala, el gobierno norteamericano obtuvo el apoyo de la mayoría de los países
miembros de la OEA, quienes condenaron una supuesta injerencia soviética en Guatemala en
el marco de la reunión de cancilleres realizada en 1954 en Caracas, decisión que posibilitó el
derrocamiento del gobierno guatemalteco a manos de una invasión apoyada por la CIA.13

La limitación de la presencia soviética en la década de los cincuenta contrastó con la apertura


de la superpotencia más allá de Europa a fines de 1952 y fundamentalmente a partir del XX
Congreso del PCUS. El esfuerzo que significó la reconstrucción del país, y el crecimiento
económico obtenido, demostraban según los soviéticos el cambio de la correlación de fuerzas
a favor del socialismo. La URSS, en consecuencia, desarrolló una ofensiva política y
económica en América Latina y el Caribe. El caso venezolano ilustra este giro cuando los
comunistas locales decidieron en 1957 establecer contactos con líderes de Acción
Democrática, partido de tendencia izquierda-democrática e histórico competidor del
comunismo, a fin de desarrollar una política de unidad nacional en contra de la dictadura

11
Sobre el periodo 1941-1946, véase Dinestien, Herbert S., "Soviet Policy in Latin América"...;
Browder, Earl, Theeran and America; Perspective and Tasks, New York, Intemational Publishers,
1944; Plaza; Salvador de la, Antecedentes del revisionismo en Venezuela, Caracas, Fondo Editorial
Salvador de la Plaza, 1973.
12
Blasier, Cole, op. cit., y del mismo autor, The Hovering Giant U.S. Responses to Revolutionary
Change in Latin America, Pittsburgh, University Press, 1976.
13
Véase: Blasier, Cole, The Hovering Giant...,
militar que gobernaba el país desde 1948.14 Por otra parte, los comunistas chilenos apoyaron
la candidatura presidencial del socialista Salvador Allende, en 1958, y en Brasil los
comunistas apoyaron con entusiasmo la reapertura de relaciones comerciales con la URSS en
1959.15

Dentro de esta apertura, ocurrió la Revolución Cubana, la cual se constituyó en un desafío


político e ideológico para los soviéticos. Por una parte, Cuba estaba dentro del área de
influencia norteamericana y Fidel Castro había llegado al poder por la vía armada. Por la otra,
el comunismo local, organizado en el Partido Socialista Popular, no había participado
directamente en la lucha insurreccional contra el dictador Fulgencio Batista y estaba
desprestigiado dentro de las masas cubanas por su pasada Browderista. De hecho, la
Revolución se convirtió en un punto de referencia teórico y práctico en relación a la
naturaleza, métodos y etapas de la lucha revolucionaria en el continente.

A. Mikoyan, vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS visitó La Habana en mayo


de 1960, firmando varios acuerdos de cooperación dentro del marco de la política soviética
de competir con Estados Unidos en el mundo subdesarrollado. Tan pronto las relaciones entre
Estados Unidos y Cuba comenzaron a deteriorarse, los soviéticos comenzaron a apoyar de
manera explícita al gobierno cubano. En julio de 1960, Khrushchev proclamó que la Doctrina
Monroe "había muerto en forma natural" y se comprometió a defender a Cuba en el caso de
un ataque norteamericano. En los meses siguientes, Cuba se fue orientando hacia el bloque
socialista, profundizándose más a partir de la Crisis de los Cohetes en octubre de 196216. La
colocación de armamento nuclear en la isla caribeña casi llevó a una confrontación entre las
dos superpotencias. El retiro del armamento por presión norteamericana afectó la credibilidad
nuclear soviética y su política de coexistencia pacífica, aunque de hecho obtuvo el
compromiso norteamericano de aceptar la existencia del régimen socialista cubano.17

14
Ibid.
15
Domínguez, Edné, op. cit., p. 126. Hay que advertir que el periodo que va de 1953 (año de la muerte
de Stalin) a 1959 (año de la Revolución cubana) es un periodo muy poco estudiado tanto en la
sovietología occidental latinoamericanista como en la latinoamericanista soviética.
16
Torres Ramírez, Blanca, Las relaciones cubano-soviéticas: 1959-1968, México, El Colegio de
México, 1971.
17
Véase Blasier, Cole, The Giant's Rival. The USSR and Latin América..., cap. V, "Cuba Political
Asset, Economic Liability".
Entre 1962 y 1965, Cuba se convirtió en un aliado seguro para la Unión Soviética y fue
considerada un ejemplo para la revolución mundial. Sin embargo, desde 1964 se percibieron
ciertos desacuerdos entre el liderazgo cubano y el soviético, no sólo por el tipo de socialismo
implantado en la isla, sino también sobre el rol de Cuba en la revolución continental.18

Hacia 1966 la nueva dirigencia soviética entendió que el apoyo decidido a la Revolución
Cubana había limitado su presencia diplomática y comercial en la región. Su silencio frente a
la invasión norteamericana de la República Dominicana, el establecimiento de relaciones
diplomáticas con Chile en 1966 y el envío periódico de misiones comerciales y
parlamentarias indicaban que la militante posición a favor de la vía armada entre 1962 y 1964
estaba en vías de transformarse.19 Esto trajo como consecuencia el desarrollo de una disputa
con los cubanos, que insistían en la radicalización de la revolución y el manejo de la vía
guerrillera como la principal forma de lucha comunista en la región.20

La URSS restableció relaciones diplomáticas con Ecuador en 1967, Colombia en 1968,


Bolivia y Perú en 1969 y Venezuela y Costa Rica en 1970. La experiencia militar de
izquierda en Perú (1968) y la victoria de la Unidad Popular y de Salvador Allende en Chile,
en 1973, reforzó la tesis soviética de promover diversas formas de lucha, enfatizando la vía
pacífica y desarrollando las relaciones en diversos gobiernos no socialistas. En el Caribe, la
URSS estableció relaciones con Jamaica, Barbados y Trinidad-Tobago en 1972; y en Cuba, el
proceso de institucionalización de la revolución llevó a ese país a convertirse en un aliado
seguro de la Unión Soviética.

En términos globales, el periodo entre 1966 y 1974 se enmarca dentro del proceso de
distensión mundial, de la emergencia de un nuevo nacionalismo en América Latina y el
Caribe, la derrota de la guerrilla y el desarrollo de la multipolaridad. Así, para muchos líderes
regionales, las relaciones con la Unión Soviética representaban... "una demostración de
independencia vis a vis Estados Unidos y también el resultado de la integración de los

18
Mesa-Lago, Carmelo, Cuba in the 1970's Pragmatism and Institutionalization, Alburquerque,
University of New México Press 1978; Shearman, Peter, The Soviet Union and Cuba, Londres, The
Royal Institute of International Affairs, Chalam House Papers, 38, 1987.
19
Véase Blasier, Cole, The Giant's..., cap. IV.
20
Lago-Mesa, Carmelo, op. cit.
sectores de izquierda en la lucha política institucional"21. En consecuencia, el nacionalismo y
el pluralismo ideológico practicado en la región, permitió que la URSS tuviera una presencia
singular en América Latina y el Caribe, como un aliado cercano a Cuba y como socio
económico de algunos países de la región.22

El golpe militar a Allende en septiembre de 1973, la reorientación hacia la derecha del


régimen militar peruano en 1975 y la victoria sandinista en Nicaragua en 1979, contribuyó a
que los soviéticos consideraran nuevamente la posibilidad que los partidos de izquierda
volvieran a emplear la vía armada para la toma del poder.23 A esto se agrega la asistencia
militar soviética-cubana a Angola y Etiopía a partir de 1975, y posteriormente a otros países
y movimientos políticos africanos, la apertura del Caribe anglófono al "socialismo caribeño"
y a las relaciones con Cuba y la URSS simbolizados en el apoyo cubano-soviético al
movimiento de la New Jewel en Granada.24

El clima revolucionario que disfrutaron la URSS y Cuba durante 1976 y 1980, estuvo sin
embargo limitado por la fuerte reactivación anticomunista de Estados Unidos y sus aliados,
entre ellos Venezuela, que percibieron cómo el dominio estratégico occidental sobre el
Caribe estaba amenazado por los sucesos en Nicaragua, Grenada, El Salvador y Jamaica25.
Esta reacción tuvo su punto de culminación en octubre de 1983 cuando la revolución en

21
Varas, Augusto, "Soviet-Latin American Relations Under The U.S. Regional Hegemony", Soviet
American Relations in the 1980's, Boulder, Westview Press, 1987, p. 18.
22
Los alcances del socialismo caribeño, véase Serbin, Andrés, Etnicidad clase y nación en las
ideologías del Caribe anglófono. Una historia ideológica, Caracas, Academia de la Historia, 1987.
Sobre el caso del "socialismo militar" en Perú, véase: Shulgovsky, A., Latin America Army and
Liberation Movements, Moscú, Znanie, 1972. Del mismo autor se pueden consultar dos trabajos sobre
los militares y la política en América Latina: "Arms and Politics in Latin America", International
Affairs, núm 5, mayo, 1967, pp. 28-34 (nótese que está escrito antes del golpe contra Belaunde Terry,
el entonces Presidente constitucional del Perú); "América Latina. Armas y Política", América Latina
(edición en ruso), núm. 4, julio-agosto 1971, pp 7-41; también véase Blasier Cole, The Giant's..., pp.
42-44; Rothemberg, Morris, “América Latina a los ojos de los soviéticos”, Problemas Internacionales,
núm 1, 1984, pp. 1-18. Sobre el caso de las relaciones soviético-argentinas, véase: Vacs, Aldo César,
Discreet Partners: Argentina and the USSR since 1917, Pittsburgh, Pittsburgh University Press, 1986.
23
Se puede consultar para comprender esa reconsideración: Katz, Mark N., The Third World in Soviet
Military Thought; Turrent, Isabel, La Unión Soviética en América Latina. El caso de la Unidad
Popular chilena, México, el Colegio de México, 1984. Desde el criterio soviético, véase: Mikoyan,
Sergio, "Chile: algunas lecciones", América Latina, núm. 2, 1974, pp. 75-84; Mikoyan Sergio "Las
particularidades de la revolución y la práctica del movimiento liberado", América Latina, núm 3, 1980,
pp. 101-115; Maidanik K.I., “Vokrug urokov” América Latina (edición en ruso), núm. 5, septiembre-
octubre, 1974. pp. 110-121.
24
Véase nota 1.
25
Véase: Domínguez, Edné, "The Latin American..."; Valénta, Jiri, y Virginia Valenta, “Leninism in
Grenada”, Problems of Communism, vol. XXXIII, núm 4, julio-agosto, 1984, pp. 1-23
Grenada se desintegró y Estados Unidos invadió la isla.26 Al morir Bishop, primer ministro
de Grenada, y al producirse la acción militar norteamericana, el pesimismo revolucionario y
la reconsideración de la vía armada planteó nuevamente para los soviéticos el problema de
sus relaciones con la región. Sin embargo, la URSS no había abandonado las relaciones
diplomáticas y comerciales con países no izquierdistas. De hecho mantenía relaciones
económicas con países favoritos como Argentina y Brasil y relaciones diplomáticas
"normales" con Venezuela, Colombia y otros países insospechables de simpatías por el
marxismo.

La revisión de la política soviética a nivel global a partir de 1985 no ha tenido un impacto


significativo en América Latina y el Caribe como en otras áreas del Tercer Mundo. De hecho,
los soviéticos han continuado la política de las múltiples vías para la toma del poder y
muchas de sus críticas a la política tercermundista de Brezhnev se refieren fundamentalmente
a Asia y África.

E. Shevardnadze visitó América Latina y el Caribe entre el 28 de septiembre y el 11 de


octubre de 1987, deteniéndose en Brasil, Argentina, Uruguay y Cuba, países históricamente
favoritos.27 En los comunicados firmados y en los discursos pronunciados, Shevardnadze
insistió en la nueva posición soviética de ofrecerse como "...socios benévolos y sinceros,
interesados en llevar adelante las relaciones con los países de este continente...".28 En relación
con la crisis centroamericana, la URSS se declaró a favor del proceso de Contadora y los
acuerdos de Esquípulas y a favor de una solución política al conflicto centroamericano. El
canciller soviético "apoyó a la solución latinoamericana en aquella región, los esfuerzos del
Grupo Contadora y del Grupo de Apoyo, y de otros Estados en sus búsquedas de un arreglo
político justo de la situación que corresponde a los intereses de los pueblos de los países
centroamericanos"29 En relación con Nicaragua, la URSS ha continuado su apoyo económico
y militar en los últimos meses y ha aceptado al gobierno de Chamorro. En su visita a

26
Véase: Romero, Carlos A., "Cuba y el Caribe Oriental", Política internacional, Caracas, vol. III,
núm. 9, enero-marzo, 1988, pp. 21v28.
27
El canciller Shevardnadze ya había visitado México, otro país favorito, en octubre de 1986, en donde
reiteró el apoyo soviético al Grupo de Contadora y a los procesos de paz en Centroamérica, y negó la
presencia militar soviética en Nicaragua. Véase: "Visita de E. Shevardnadze a México, PRÁVDA, 5 de
octubre de 1986, núm. 278 (24900), p. 4.
28
Shevardnadze, E., En Aras de la paz y la cooperación (visita oficial del Ministro de Relaciones
Exteriores de la Unión Soviética, Eduard Shevardnadze, al Brasil, la Argentina, Uruguay y estadio de
trabajo en Cuba), Moscú, M. de R.R.E.E. de la U.S.S.R., 1987.
29
Ibid.
Nicaragua en octubre de 1989, Shevardnadze se pronunció por "...el desarrollo pacífico de la
revolución," lo que indica un claro apoyo a la legitimidad del proceso.30

Mikjail S. Gorbachov, presidente del Soviet Supremo de la URSS y secretario general del
PCUS visitó La Habana, Cuba, en abril de 1989. Contrario a lo que algunos analistas
occidentales esperaban, Gorbachov ratificó el apoyo soviético a Cuba, y firmó junto con
Fidel Castro un tratado de amistad y cooperación. En esa oportunidad, Gorbachov pronunció
un discurso ante la Asamblea Nacional de Cuba en donde se refirió a que la amistad
soviética-cubana "no estaba sujeta a fluctuaciones en términos generales..." En esa misma
oportunidad, Gorbachov, reafirmó el deseo soviético "... de cooperación con los países
latinoamericanos lo cual no significa que está buscando una ventaja política estratégica en el
hemisferio occidental..."31

Aunque desde el punto de vista de las relaciones Estado-Estado no se ha experimentado un


cambio fundamental, sí es interesante observar la profundización de las relaciones políticas a
nivel de partidos y organizaciones sociales no marxistas y las relaciones internacionales del
PCUS, lo cual indica el deseo soviético de diversificar sus contactos en la región más allá de
los círculos de izquierda. En esta dirección, los soviéticos han aumentado las visitas de
parlamentarios del soviet supremo y soviets federales y han invitado delegaciones
parlamentarias de países de la región. Por otra parte, se ha promovido, al igual que en
Europa, una política de paz mundial y de solidaridad con partidos y organizaciones políticas
no necesariamente marxistas.32 Especial significación han tenido las conferencias sobre
América Latina, como la convferencia internacional sobre las "Perspectivas del Desarrollo
Socio-Económico de América Latina" en noviembre de 1988; los contactos con organismos
económicos multilaterales como el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), y políticos,
como la COPPPAL (Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina). Esta
organización, fundada en México a principios de la década de los ochenta bajo los auspicios

30
FBIS-SOV, núm. 89-12-3, octubre 1989, p. 49.
31
"Discurso del presidente Gorbachov ante la Asamblea Nacional del Poder Popular en ocasión de su
visita a La Habana, Cuba. Reproducido en Granma, La Habana (traducción de la edición en inglés),
abril 16, 1989, p3.
32
Ibid., p. 5. De especial significación ha resultado la intensa labor de la embajada soviética en
Caracas de ampliar sus contactos con la élite política y cultural venezolana a partir de 1986, lo cual se
ha traducido en invitaciones a la embajada, invitaciones a la URSS, y reuniones de trabajo con líderes
e intelectuales reformistas e inclusive antiguos disidentes como algunos líderes e intelectuales del
Movimiento al Socialismo (MAS).
del PRI, incluye entre sus miembros a partidos y movimientos políticos "progresistas", de
izquierda y reformistas como el propio PRI, el Frente Sandinista (de Nicaragua), el MAS (de
Venezuela) y el MIR (de Bolivia).33

El PCUS mantiene una posición favorable hacia la formación de frentes amplios y de unidad
nacional para América Latina y el Caribe. Al mismo tiempo, y de acuerdo con la política de
vías múltiples hacia el socialismo, apoya la vía armada ejercida por el Partido Comunista de
El Salvador. En una situación confusa se encuentra el apoyo soviético a la conducta de los
partidos comunistas en Chile y Colombia. Éstos participan en la formación de frentes
democráticos y unitarios, aunque no ocultan sus relaciones con aparatos armados
insurreccionales. Lo cierto es que, debido a la constante pérdida de la influencia comunista en
los sectores culturales, políticos y populares, el PCUS aspira a ampliar sus relaciones con
importantes sectores de izquierda y reformistas heterogéneos, cada día más importantes en
América Latina y el Caribe.34

2. Reforma o revolución. El problema ideológico

Al igual que en el resto del Tercer Mundo, los soviéticos ampliaron sus perspectivas
ideológicas sobre América Latina y el Caribe sólo a fines de la década de los cincuenta.
Previamente... "Los soviéticos habían considerado a América Latina como parte integral del
Tercer Mundo no haciendo ninguna distinción"...35 Esto fue el resultado de etiquetar a todos

33
Conversación con Sergio Mikoyan, director de la revista América Latina, New York, Harriman
Institute, Columbia University, abril 29, 1989. Véase también, "Soviet Commitee of Solidarity with the
Peoples of Latín America", Information Bulletin, Moscú, núm 1, 1989.
34
Es importante insistir en esto. En algunas publicaciones occidentales, principalmente
norteamericanas, es frecuente totalizar el número de miembros del partido local, el número de
representantes legislativos y la votación electoral de partidos y agrupaciones electorales de izquierda
(cuando se trata de la vía pacífica) o el número de importancia de las agrupaciones paramilitares
(cuando se trata de la vía guerrillera) bajo el rótulo de "comunistas", lo que agranda la real
significación de los partidos locales y oscurece el análisis de la compleja y variada izquierda
latinoamericana y caribeña, objeto actual de atención por los soviéticos.
35
Valkenier, Elizabeth, "Soviet Economic Strategy in Latin America", en: Mujal León, Eusebio, op.
cit., p 68.
los países del "Oriente" como subdesarrollados y pertenecientes a la periferia del
capitalismo.36

América Latina y el Caribe se presentaban como un desafió ideológico para los soviéticos. La
mayoría de los países de la región habían alcanzado su independencia en la primera mitad del
siglo XIX dentro del contexto intelectual de las revoluciones liberales, y el dominio
geoestratégico de Inglaterra. La descolonización y el proceso de consolidación nacional eran
etapas ya superadas, con excepción del Caribe anglófono, cuya independencia negociada y
tardía se realizó en la década de los sesenta de este siglo.37

Un libro publicado en 1959 trató de superar la visión esquemática de la región. En Los


problemas de soberanía de América Latina, una colección de ocho ensayos, se le prestó
mucha atención al surgimiento de la clase media, la politización de la Iglesia católica y a la
madurez política de los países latinoamericanos. Así, se interpretaron esos fenómenos
recientes que reflejaban un nuevo tipo de Estado latinoamericano más independiente de los
asuntos internacionales 38

Si bien es cierto que a partir del XX Congreso del PCUS se le prestó una mayor atención a la
región y a la posibilidad de un retomo diplomático soviético, fue la Revolución Cubana la
que marcó la profundización de esa atención dentro del contexto del optimismo que
representaba la coexistencia pacífica.39 Durante los años que corresponden al liderazgo de

36
Akademia Nauk SSSR, Institut Ekonomiki, Rubinshtein M.I. (editor), Narody Latinskoy Ameriki y
Borge Provit Amerikanskogo lmperializma; Sobornik Statei, Moscú, lzdvvo Akademii Nauk SSSR,
1951.
37
Soriano de García-Pelayo, Graciela, Venezuela 1810-1830. Aspectos desatendidos de dos décadas,
Caracas, Cuadernos Lagoven, 1988, pp. 25-27.
38
Akademiia Nauk, Institut Mirovoi Ekonomiki I Mezhdunarodnykh Otnhenii (M.V. Danilevich, A.F.
Shulgovskii, Problemy Sovremennoi Latinskoi Amerika, Moscú, Akademiia Nauk, 1959.
39
Sobre historiografía fía política soviética sobre América Latina y el Caribe y principales tendencias
entre 1950 y 1988, véase: Lavretskii, I.R., "A Survey of the Hispanic American Historial Review,
1956-1958", Hispanic American, Review, vol. XL, núm 3, agosto, 1960, pp. 340-360; Carlton, Robert
G. (editor), Latin America in Soviet Writings. A Bibliography, vols. I y II (1953-1964). Washington,
Library of Congress, 1966; Volski, Víctor, "Los estudios de América Latina en la URSS. Algunos
resultados y perspectivas", América Latina (edición en ruso), núm. 3, marzo de 1971, pp. 6-16; Merin,
Boris M., "La etapa actual de la latinoamericanística soviética", Latin American Research Review, vol.
XII, núm 2, 1977, pp. 171-175; Blaster, Cole, "The Soviets Latinoamericanist", Latin America
Research Review, vol. XVI, núm 1, 1981, pp. 107-123; Informe preparado por la dirección del
Instituto de América Latina con motivo del XXVI Congreso del PCUS, "Tareas y perspectivas de la
latinoamericanista soviética", reproducido en América Latina, Moscú núm. 5 (41), 1981, pp. 4-40; I
Hough, Jerry, "The Evolving Soviet Debate on Latin América"...; Hought, Jerry, "The Struggle for the
Third World, Washington, Brookings 1986; Domínguez Reyes Edmé, "Soviet Academis Views on the
Khrushchev y el proceso de acercamiento soviético-cubano, los temas de mayor interés
estuvieron relacionados con el conocimiento de las especificidades de América Latina con
respecto al Tercer Mundo y las potencialidades revolucionarias en la región.

Un artículo escrito por M. Kudachkin y N. Mostovets titulado "Los movimientos de


liberación de América Latina", constituye un ejemplo de la época. Los autores enfatizan que
la mayoría de los países latinoamericanos habían alcanzado su independencia en el siglo XIX
"contra el colonialismo español y portugués". Este hecho influyó en el desarrollo de los
países de la región. Muchos de ellos tienen comparativamente una economía capitalista
"desarrollada", y por lo tanto "...su fuerza principal no era la burguesía, sino la clase
obrera".40 Por otra parte, Kudachkin y Mostovets proponían la formación de "frentes de
liberación nacional antimperialistas y democráticos", sin sacrilizar "...la forma de lucha. Éstas
pueden cambiar dependiendo de las circunstancias en uno y otro país"41

El problema de la especificidad de América Latina estuvo vinculado a la discusión sobre la


potencialidad revolucionaria de la región. Este tema no podría ser tratado sin relacionarlo con
el impacto de la Revolución Cubana en la ideología comunista de la época. Como dijo
Mikjail Gorbachov en su discurso ante la Asamblea Nacional de Cuba en ocasión de su visita
a la Habana...

Granma, Moncada y la Sierra Maestra fueron palabras en los labios de


todos. Fidel Castro, Che Guevara y Camilo Cienfuegos llegaron a ser los
ídolos de la juventud. Y el eslogan de los revolucionarios cubanos,
"Patria o Muerte" ¡Venceremos!, repercutió en la poesía y en la música y
fue enarbolado por combatientes de la libertad en otros países. "42

La discusión fundamental en esos años era si la revolución y la vía guerrillera eran factibles
de repetirse en América Latina y el Caribe. Hay que recordar que Cuba había sido un caso
heterodoxo. El Partido Comunista no había participado en la toma del poder ni el liderazgo

Caribbean and Central América", en: Varas, Augusto, Soviet-Latin American..."; Valkenier, Elizabeth
K., "Soviet Economic Strategy..."
40
Kudackin, M., and N, Mostovets, "The Liberation Movement in Latin America", Kommunist,
Moscú, núm. 11, julio 1964, p. 24. Véase también, Gonionskii, S.S., Latinoamérica y la URSS,
Historia de sus relaciones diplomáticas 1939-1959, (ed. en ruso), Moscú, lzd. IMO, 1960.
41
Shevardbadze E., Report..., op. cit., nota 14.
42
Castro, Fidel, Discursos en ocasión del 30 aniversario de la Revolución Cubana", Granma, resumen
semanal (en inglés), año XXIV, núm 3, p. 3, 9 de enero de 1989.
cubano había sido marxista. Por lo demás, la gesta cubana no era una típica revolución
nacionalista-burguesa.43

Los soviéticos habían categorizado a la Revolución Cubana como un "Estado nacional


democrático capaz de saltar la etapa capitalista de desarrollo de una sociedad semicapitalista
y feudal al socialismo", y a partir de 1962 como una "democracia revolucionaria" en donde el
liderazgo podía llegar a ser marxista y encabezar la transición al socialismo sin la
participación del partido comunista".44 El principal problema ideológico no era el de
clasificar a la revolución como socialista o nacional liberadora. De hecho, Fidel Castro había
proclamado el carácter socialista ese año de 1961. El problema fundamental para los
soviéticos fue el de considerar a la guerrilla como el principal instrumento revolucionario.
Esta vía resultaba una herejía si se compara con la política de los partidos comunistas a raíz
del XX Congreso, de "unidad nacional, frentes políticos y trabajo con las masas". Frente a
esta situación paradójica, los soviéticos tuvieron una respuesta favorable al movimiento
guerrillero en la región, aunque insistiendo en la ambigua noción de la multiplicidad de vías
para alcanzar el poder. En 1962 apareció un artículo en la revista International Affairs,
firmado por Y. Dolgopolov, en el cual se justificaba la lucha armada como respuesta a la
violencia cuando... "los colonialistas obligan a usar los medios violentos como el último
recurso para oponerse a la política agresiva de los militares y los poderes coloniales".45 En
esa circunstancia, los partidos comunistas eran responsables de responder a la agresión
gubernamental.

La "causa justa" de la vía armada fue adoptada por algunos partidos comunistas en la región,
como fue el caso del Partido Comunista de Venezuela. Esta política tuvo un apoyo muy firme
de la URSS entre 1961 y 1965, apoyando la creación de Frentes de Liberación Nacionales,

43
Castro, Fidel, "Discurso en ocasión de la visita de M. Gorbachov a la Habana en la Asamblea
Popular de Cuba, 3 de abril de 1989," Granma, 16 de abril de 1989, pp. 1,2 y 3. Refuerza esta idea, lo
dicho por el presidente Castro en el 37 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, en donde se expresa
de manera cordial de los soviéticos. El discurso está reproducido en Granma 1 de agosto de 1990
(versión taquigráfica).
44
Shulgovskii, A.F., "The Impact of the Cuban Revolution opon the Revolutionary Movements of
Latin American and its Significance as Symbol of a new Era in Latin American History", en: Avarina
V., M.V. Danilevich, (eds.) Los problemas económicos de América Latina (en ruso), Moscú,
Academia de Ciencias de la URSS, 1963, pp. 482-484; Mikhailov S., "The Cuban Revolution and
Latin America", International Affairs, núm 12, diciembre, 1963, pp. 44-49.
45
Dolgopolov, Y., "National-Liberation Wars in the Present Epoch", International Affairs, febrero
1962, núm 2, p. 18.
"conducidos por la clase obrera representada por los partidos comunistas locales". El apoyo
soviético no estuvo solamente en la defensa de la Revolución cubana, sino también en el
apoyo a los partidos comunistas con ala armada como fue el caso del PCV, quien organizó
junto con otras fuerzas de izquierda el Frente de Liberación Nacional de Venezuela
(organización política) y las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional —FALN—
(organización militar).46 El mismo Nikita Khrushchev apoyó personalmente la lucha por la
liberación nacional en varias ocasiones y reafirmó la solidaridad del PCUS hacia los
revolucionarios venezolanos en el contexto del Foro Mundial de la Juventud y los Estudiantes
realizado en Moscú en septiembre de 1964.47

A partir de la sustitución de Khrushchev en octubre de 1964, la política soviética comenzó


gradualmente a cambiar hacia una posición más intermedia a favor de la tesis de la
multiplicidad de vías para la toma del poder. De hecho, el movimiento guerrillero no había
triunfado en ningún país y la guerrillera que aún operaba estaba cercada por los ejércitos
gubernamentales. Partidos como el PCV, el cual había escogido la vía armada, habían
perdido terreno político e influencia social, encontrándose ilegalizados, y el nuevo liderazgo
soviético que había suplantado a Khrushchev comenzaba a revaluar la política exterior
soviética hacia el Tercer Mundo y hacia América Latina y el Caribe. Por otra parte, la disputa
ideológica entre el Partido Comunista de la URSS y el Partido Comunista Chino acerca del
papel de la guerrilla rural y los campesinos no había alterado la influencia soviética sobre los
partidos comunistas en la región.48

Ahora bien, esto no significó un cambio radical de la visión soviética sobre la revolución en
la región a favor de la vía pacífica como lo han interpretado autores occidentales y soviéticos
años más tarde. Como se puede observar en publicaciones de la época, la lucha armada siguió
considerándose "justa" cuando la situación objetiva y subjetiva así lo indicaban, tal como se
vio en la reunión de partidos comunistas realizada en Moscú en marzo de 1965. El problema
ideológico para los soviéticos entre 1965 y 1968 se centró en la discusión con los cubanos

46
Ibid, p. 21.
47
PRAVDA, 24, 25 y 26 de septiembre de 1964. Reproducido en Current Digest of the Soviet Press,
vol. XVI, núms. 37, 38 y 39, octubre.
48
Véase, por ejemplo, Herbert S., Dinestein, "Soviet Policy in Latin America"; Varas, Augusto,
(editor), Soviet Latin American Relations in the 1980's, Boulder, Westview Press, 1987; Falk, Pamela,
Cuba Foreign Policy: Caribbean Tempets, Boston, Lexington Books, 1986; Rothemberg, Morris, op.
cit., Johnson, Cecil, Communist China and Latin America, 1959-1967, New York, Columbia
University Press, 1970, capítulo V.
sobre su pretensión de presentar el modelo de la revolución caribeña como factible y deseable
a pesar de las. derrotas sufridas, considerar a la guerrilla como la principal organización
política y militar por encima del partido, y al foco guerrillero como el centro de la actividad
revolucionaria.49 En consecuencia, los soviéticos apoyaron a los líderes comunistas que
denunciaron la "desviación militarista y vanguardista de los cubanos", pero nunca renegaron
de la vía armada como una de las formas posibles de hacer la revolución.

Un artículo escrito por B. Leibzon, aparecido en 1968 en la revista teórica del PCUS,
Kommunist, resume la posición soviética durante esos años; titulado "Las diversas vías para
la revolución en América Latina", puntualiza que "el proceso revolucionario actual es tan
amplio y sus condiciones en varios países difieren tanto que el movimiento revolucionario no
puede desarrollarse en cualquier parte sobre idénticas líneas".50

Desde el criterio latinoamericano, Schafik Handal, uno de los líderes del Partido Comunista
Salvadoreño, resumió los principales temas que afectaron al comunismo regional en el
periodo de 1961 a 1968.

... Las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución


latinoamerican, el papel de la clase obrera en la lucha revolucionaria y el
de las clases medias, el campesinado y la burguesía; cuál clase constituye

49
Chissold, Stephen, op cit.; Furtak, Robert K., "The Cuban Impact on Soviet Ideology and Strategy
vis-a-vis the Third World..." Desde el punto de vista soviético véase el editorial sobre la "URSS y el
Movimiento de Liberación Nacional", PRAVDA, 28 de junio, pp. 2-3. Reproducido en Current Digest
of the Soviet Press, vol. XVII, núms. 26, 21 de julio de 1965, pp. 3 y 4. También Volsky, D.,
"Tricontinental Conference", New Times, diciembre de 1965, núm. 52, pp. 3-4; Dev Givoz, I., "Pan-
Americanism and the Tricontinental", New Times, núm. 3, enero 1967, pp. 9-10. Algunas
publicaciones soviéticas recientes han querido reintepretar esos años, disminuyendo el carácter de esa
política dual, lo que ha contribuido al énfasis de algunos análisis occidentales sobre el cambio de
política hacia la vía pacífica luego de la caída de Khrushchev en 1964. Véase: Koval, B., S. Semionov
y A. Shulgovski, Procesos revolucionarios en América Latina, Moscú, Editorial Nauka, 1974 (en
ruso); Blasier, Coleli, The Giant's Rival..., p. 88.. Varios autores, Los Partidos Comunistas de América
Latina en la lucha por la Unidad de las Fuerzas Antimperialistas, Moscú, Progreso, 1983. En el caso
del Partido Comunista de Venezuela algunos de sus líderes más comprometidos con la vía guerrillera,
que al cabo de pocos años fundaron el Movimiento al Socialismo al ser expulsadas del PCV (1971),
insistían a fines de la década de los sesenta que la violencia había sido "justa". Véase: Petkoff,
Teodoro, "Pre-Electoral Climate in Venezuela", World Marxist Review, vol. II, núm 4, abril, 1968, pp.
59-63; Márquez Pompeyo, "New Prospectos for our Common Struggle", World Marxist Review,
diciembre, 1969, vol. 12, núm 12, pp. 10-13. Lairet, Germán, "Informe Político del Buró Político del
Partido a los delegados de la Conferencia del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela",
PCV, Resoluciones del XIV Pleno del Comité Central, Caracas, PCV, 1969.
50
Leiblon, B., "El criterio leninista de lo revolucionario y las formas de lucha revolucionarias",
Kommunist, núm. 8, mayo de 1968, pp. 38-51. Las citas están en las páginas 4 y 8.
la vanguardia de la revolución; y cuál debe ser la estrategia
revolucionaria; cuáles son las formas apropiadas de lucha; cuál es la
estrategia imperialista; cuál es el papel del ejército; cuáles son los
objetivos de un frente antimperialista.51

Los soviéticos comenzaron a fines de la década de los sesenta a tratar de superar el debate y
la preocupación por los temas de la lucha armada y la vía violenta de la revolución. La ola
revolucionaria y el optimismo sobre el ejemplo de Cuba había sufrido un evidente retroceso
simbolizado en la muerte del Che Guevara en octubre de 1967. Y Cuba comenzaba a cancelar
su disputa teórica y política con los soviéticos y los partidos comunistas latinoamericanos,
simbolizada en su asistencia y apoyo a la conferencia internacional de partidos comunistas
celebrada en Moscú en 1969.

Esta rectificación coincidió con una etapa de desarrollo político más complejo en el contexto
latinoamericano y caribeño, lo cual se convertía en un reto para los soviéticos. En Perú, un
golpe militar había llevado al poder a un grupo de militares "progresistas"; los gobiernos
democráticos de Colombia y Venezuela reanudaban relaciones con la URSS y legalizaban a
los partidos comunistas locales; en Chile, la Unidad Popular ganaba las elecciones
presidenciales, y en la Iglesia Católica "se gestaba un movimiento radical comprometido con
la causa popular".52

Las dos líneas de reflexión y discusión ideológica soviética a partir de 1970, aunque se
centraron en los problemas tradicionales de la formación socioeconómica y la revolución, van
a tener una mayor profundidad con la incorporación de temas relacionados con el carácter del
sector público, el papel de las fuerzas armadas, el papel de las clases medias y el carácter
dependiente de la economía. Por otra parte, se estimularon los estudios históricos sobre el
papel de la Rusia Imperial en la historia regional, la historia de las relaciones diplomáticas
bilaterales y el significado de nuevos movimientos sociales y culturales.

51
Handal, Schafik, "Reflexions on continental strategy for Latin American Revolutionaries", World
Marxist Review, vol. II, núm. 4, abril, 1968, pp. 50-58.
52
Véase: Domínguez Reyes, Edmé, "Soviet Academie Views on the Caribbean and Central América",
en Varas, Augusto, Soviet-Latin American Relations in the 1980's Hough Jerry, "The Evolving Soviet
Debate..., Valkenier, Elizabeth K., "Soviet Economic Strategy"...; Kudachkin, “Realities of Present-
Day Latin America”…
Un excelente recuento sobre los estudios y discusiones realizadas lo constituyó el informe
presentado por el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS con
motivo del XXVI Congreso del PCUS en 1981 titulado: "Tareas y perspectivas de la
latinoamericanística soviética". El informe presenta una visión más socioeconómica de la
región diferente a los acostumbrados análisis políticos y coyunturales de la década de los
sesenta y alerta sobre la singularidad del caso latinoamericano. Según el informe...

... El nivel de desarrollo social y económico de los países


latinoamericanos debe determinarse sobre la base de dos factores:
primero, el lugar de estos países en la estructura modema del
capitalismo, y segundo, la fase de desarrollo de las relaciones capitalistas
en cada país53

La discusión sobre la mejor vía para la toma del poder cobró un nuevo desarrollo a partir de
la Revolución sandinista y la revolución en Grenada. Como se observó anteriormente,
algunos autores occidentales recalcan que este nuevo interés se centró en el apoyo a la vía
armada como consecuencia de la caída de Allende en Chile. La revisión de las fuentes
soviéticas demuestran más bien una ratificación de la teoría de las múltiples vías hacia el
socialismo, como bien lo ha apuntado Elizabeth K. Valkenier. Según la profesora Valkenier:

Durante las numerosas mesas redondas posteriores a la victoria


sandinista, la posición soviética fue en términos generales orientada a
reconocer la validez de varias formas de lucha, tanto políticas como
armadas. Es significativo observar que este cambio de actitud estuvo
acompañado por numerosas llamadas sobre que ninguna forma de lucha
debía ser sacralizada...54

Esta reflexión se confirmó en la reunión de partidos comunistas y de


izquierda realizada en La Habana en 1982, en donde no sólo se advirtió
sobre la sacrilización de una vía en particular, sino también se insistió en

53
Dirección del Instituto de América Latina de la Academia de la URSS, "Tareas y perspectivas…", p.
11.
54
Valkenier, Elizabeth K., "Soviet Decision-making and Central America: A Cognotive Approach",
en: Sherman, Peter, y Phil Williams, The Superpowers, Central America and the Middle East,
Londres,Brassey's Defence Publishers, 1988, pp. 49-58. La cita está en la página 52.
la necesidad que los comunistas establecieran relaciones con otras
organizaciones marxistas y reformistas.55

El prolífico académico soviético Anatoli Shugolski escribió un artículo en 1982 en donde se


expresa el interés soviético por reivindicar el pensamiento político de José Carlos Mariátegui,
marxista peruano, expulsado del Partido Comunista de su país en la década de los veinte por
plantear las coincidencias y afinidades entre el marxismo y las tradiciones humanísticas
regionales tomando en cuenta factores étnicos-culturales.56

Esta es una pieza dentro del movimiento intelectual soviético que tiende a revaluar las
premisas teóricas y metodológicas que han sustentado la política exterior soviética y las
relaciones internacionales del PCUS a partir fundamentalmente de 1985. Sin duda, este
esfuerzo le ha puesto una particular atención al impacto actual de la Revolución cubana y el
papel de los partidos comunistas en la política interna de los países de la región.57

Es dentro del marco anteriormente descrito en el cual debe situarse el desarrollo de las
relaciones cubano-soviéticas desde el punto de vista bilateral. La política exterior de Cuba se
nutre de la convergencia de tres factores: 1) un legado histórico, producto de la presencia de
los Estados Unidos a 90 millas y la influencia norteamericana en la sociedad
prerevolucionaria, 2) la alianza con la URSS; 3) el papel del compromiso revolucionario.

Dentro de estos factores, el apoyo de la Unión Soviética ha sido fundamental desde el inicio
de la revolución. Entre 1959 y 1961 éste fue decisivo para el mantenimiento de la revolución
dentro del proceso de deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. A partir de ese
momento, y especialmente a partir de la Crisis de los Cohetes, la URSS se comprometió a
defender a Cuba; y en general, el proceso revolucionario fue considerado de extrema

55
Véase “La Unidad, objetivo estratégico revolucionario”, Revista Internacional, núm. 9, 1982, pp.
249-60.
56
Véanse las conclusiones de este artículo y Shulgovski, Anatoli, "URSS-América Latina: Encuentro
de dos mundos", América Latina, núm. 12 (60), diciembre de 1982, pp. 4-23. También Khanchaturov,
K., "South América: Past-Experience and Prospecto for the Future", International Affairs, Moscú,
enero 1987, vol. 22, núm. 1, pp. 33-41.
57
Glinkin, A., “New Trends in Latin América”, International Affairs, vol. 39, núm, 12, diciembre
1985, pp. 49-57. Sobre el papel de los partidos comunistas en la década de los ochenta véase
Domínguez, Edmé, "The Latin American Communist Movement..."
importancia dentro de la propia Unión Soviética.58 En este contexto, las relaciones bilaterales
se desarrollaron en un marco de armonía dentro de un proceso acelerado de adopción cubana
del modelo soviético de economía y política. Pero la alianza cubano-soviética no experimentó
el mismo camino en los planos internacionales e ideológico. Entre 1963 y 1969 Cuba
propulsó la lucha armada y el modelo chino-guevarista como la única opción revolucionaria
para el Tercer Mundo y América Latina. La URSS (como se vio previamente) insistió más
bien en las vías múltiples. A partir de 1970, la Unión Soviética estableció una alianza
permanente y confiable con Cuba. Se inició el proceso de institucionalización de la
Revolución Cubana en el plano internacional, y Cuba se hizo indispensable en el campo de la
política soviética de solidaridad con el Tercer Mundo.

A partir de la muerte de Brezhnev las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba


experimentaron una fase mucho más compleja que abarcó no sólo el plano de la solidaridad
internacional, sino también el plano bilateral. Sobre esto último se observa por primera vez,
en ciertos círculos soviéticos, una crítica al modelo del centralismo económico cubano, una
reducción del comercio entre ambos países y una crítica a la ausencia de una apertura política
interna. Pero es en el plano de la solidaridad internacional en donde se observan mayores
divergencias. La reducción del activismo soviético en el Tercer Mundo, la crítica a los
modelos socialistas como de posible aplicación en países atrasados y la repotenciación de la
idea de "las vías múltiples para la toma del poder", contribuyen, de hecho, a una redimensión
del papel estratégico de Cuba en el contexto de la reciente política exterior soviética,
encaminada a dar prioridad a la diplomacia y el comercio por encima de la revolución.

Fidel Castro volvió a reiterar su compromiso revolucionario cuando exclamó que había dos
tipos de comunistas: ..."los que pueden dejarse matar fácilmente y los comunistas que no nos
dejamos matar fácilmente".59 Y en ocasión de la prohibición de la circulación en Cuba de la
revistas soviéticas Novedades de Moscú y Sputnik, un editorial del periódico oficial del
Partido Comunista de Cuba, Granma, puntualizó que los cubanos "pertenecían a Occidente de

58
Como en la década de los sesenta. Para más análisis véase: Domínguez, Jorge I., "The nature and
uses of the Soviet Cuban Connection", en Mujal León, Eusebio, op. cit., pp. 159-182.
59
Castro, Fidel, "Discurso Central en ocasión del 36. Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, 26 de
Julio de 1989" reproducido en Granma, 6 de agosto de 1989, año 24, núms. 31 y 32, p. 3.
acuerdo con su ubicación geográfica, pero eran marxistas-leninistas y luchaban por el
socialismo y el comunismo"...60

Conclusiones

Para entender las etapas dentro de las cuales se han desarrollado las relaciones entre la Unión
Soviética y Cuba hay que destacar que las mismas se sitúan en tres niveles interrelacionados:
la política exterior en forma global, la política hacia el Tercer Mundo y América Latina y las
relaciones bilaterales entre ambos países.

En cuanto el primer nivel se observa cómo la política exterior de la superpotencia ha oscilado


desde el inicio de la revolución bolchevique entre los compromisos de Estado y los
compromisos revolucionarios. En este sentido, las diversas etapas en las cuales han
transcurrido la política exterior soviética han afectado el marco global del desarrollo de las
relaciones bilaterales. Antes de 1959, en el contexto de lo que significa el establecimiento de
la propia Unión Soviética como Estado socialista y a su vez ser el centro de la revolución
mundial. Luego de la Segunda Guerra Mundial, el establecerse como una de las dos
superpotencias mundiales dentro de la llamada Guerra Fría y la competencia nuclear, política,
económica e ideológica entre "...occidente y el comunismo".

En relación con el segundo nivel, la URSS en sus relaciones con el Tercer Mundo ha
desarrollado su política exterior dentro del dilema que significa el apoyo a experiencias
radicales o moderadas dentro de las específicas limitaciones para la concreción del
socialismo marxista. La URSS, tal como se desprende de la sección dedicada a este tema, no
ha dado una respuesta nítida ni uniforme a esas relaciones, las cuales significaron el área de
competencia entre el ...Este y el ...Oeste luego de 1945. De esta forma la Unión Soviética se
autocalificó como el "aliado natural" de los países subdesarrollados dentro del marco de una
política de asistencia económica y de comercio exterior comprometido con la idea del
desarrollo de la competencia pacífica entre los dos campos: el capitalista y el socialista. Esta
política, como era lógico, planteó el lugar de la revolución, que para los soviéticos fue el
dilema de las experiencias en transición: la liberación nacional y el antimperialismo, por un
60
El editorial del Granma titulado "Una impostergable decisión consistente con nuestros principios"
salió reproducido en Granma, agosto 13, 1989, año 24, núm 33. p. 3 (edición en inglés).
lado, y las experiencias socialistas plenamente identificadas con el modelo soviético de
sociedad: Estado, partido, ejército.

Después de su expulsión de Egipto en 1976 y previamente con la caída de Allende en 1973,


los soviéticos reforzaron el aspecto revolucionario de su política tercermundista a través del
apoyo directo a experiencias radicales, transferencias de armas, intervención en los aspectos
de seguridad e implantación del modelo de partido único, tal como fue el caso de Angola,
Mozambique, Libia, Etiopía, Guinea-Bissau, Sao Tomé, Nicaragua, Grenada y Afganistán.
Esta política produjo un aislamiento parcial de la Unión Soviética de otros países y gobiernos
moderados en el Tercer Mundo.

A partir de 1982, la URSS comenzó a revaluar su política exterior hacia el Tercer Mundo.
Hay un cambio de atención a favor de los problemas domésticos por encima de la solidaridad
revolucionaria, lo cual limita la asistencia económica y militar de acuerdo a su capacidad,
dentro de la política de cooperación con ...Occidente, y origina un profundo pesimismo sobre
la transformación acelerada de un país atrasado en un país industrial. Así, se han reducido los
subsidios, se critica la política de Breshnev de apoyar sólo a regímenes ortodoxos marxistas
leninistas, muchos de ellos asociados con la pobreza y envueltos de guerras civiles, se
proclama que el imperialismo no es la única causa de los conflictos regionales, se aspira a
solucionar pacíficamente los problemas regionales y locales, y se da una apertura hacia países
no socialistas y que no se encuentren en "vía hacia el socialismo".

En el caso de América Latina y el Caribe se observan líneas paralelas con las etapas
experimentadas por la política soviética en el Tercer Mundo. Una primera etapa corresponde
al periodo 1917-1928 en donde la URSS estableció relaciones con algunos países periféricos,
en donde los partidos comunistas plantearon la alianza de clases. La segunda va de 1928 a
1941, la cual coincide con el llamado tercer periodo. Aquí los partidos comunistas plantearon
la táctica revolucionaria y la URSS rompió relaciones en diversas ocasiones con gobiernos
del mundo subdesarrollado. La URSS superó ese aislamiento a partir de la alianza con
Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1947). En 1947, como
consecuencia de la Guerra Fría, la mayoría de los países del Tercer Mundo rompieron otra
vez relaciones con la URSS. Para 1959 se abrió una nueva etapa con la Revolución Cubana, y
a partir de 1964 la URSS volvió a tener relaciones diplomáticas y económicas. Desde esa
fecha su presencia es variable. De 1964 a 1979 predominaron las relaciones Estado-Estado.
Entre 1979 y 1982 se renovó el entusiasmo revolucionario y, desde 1982, se regresó a una
política fundamentalmente diplomática.

Si vemos cómo se han desarrollado estas etapas en América latina y el Caribe hay mucha
similitud. La mayoría de los países comunistas en la región nacieron con el tercer periodo. La
izquierda marxista se dividió definitivamente entre socialistas y comunistas a raíz del Pacto
Germano-Soviético de 1939. Los comunistas trabajaron aislados de los socialistas e inclusive
apoyaron a dictaduras locales. Durante la Segunda Guerra Mundial, la URSS estableció
relaciones con muchos países latinoamericanos, aunque perdió su influencia luego que
comenzara la Guerra Fría. A fines de 1958 la apertura de Khrushchev llegó a América Latina,
pero la Revolución Cubana agotó ese empuje. Luego de 1964 la URSS lanzó su ofensiva
diplomática en la región. A partir de la caída de Allende, se profundizaron los vínculos con la
revolución latinoamericana, y volvió a ver limitada su presencia como Estado a raíz de los
sucesos de Grenada -1983-, regresando a una política más flexible.

Sin embargo, hay algunos elementos singulares:

1). La presencia norteamericana en la región y el respaldo mayoritario de los países


latinoamericanos y caribeños a las políticas globales de los Estados Unidos;

2). La aparición y desarrollo de la Revolución Cubana, que en sí mismo es un fenómeno


regional que favoreció el auge del marxismo en la década de los sesenta pero que entorpeció
la presencia política y diplomática soviética;

3). Al igual que en otras regiones, la Unión Soviética tiene unos países "favoritos":
México, Brasil, Argentina y Uruguay. Las relaciones entre estos países y la Unión Soviética,
aunque no son tan importantes como las de la URSS con Siria o la India, han tenido una
secuencia histórica y no se han visto alteradas consecutivamente por las relaciones soviéticas
con el movimiento marxista;

4). La URSS no se ha comprometido a iniciar o a participar en un conflicto mundial por


América Latina con excepción de la Crisis de los Misiles, y en sus prioridades periféricas no
ha ocupado un lugar fundamental, ya que en la práctica ha respetado la influencia
norteamericana en la región (América Latina y el Caribe no son consideradas por los
soviéticos como una "zona gris", de disputa geopolítica);
5). En América Latina y el Caribe no se percibe a la URSS como una potencia regional,
como puede pasar en Europa Occidental o en los países del Asia menor. (No hay fronteras
comunes, ni lazos culturales significativos.)

La radicalización de la política tercermundista soviética limitó la influencia que llegó a tener


en la década de los setenta. Sus compromisos ideológicos, militares y económicos con
gobiernos y movimientos revolucionarios no sólo frustró la oportunidad de influir en la
política mundial, sino también significó la pérdida de eventuales mercados y el subsidio a
experiencias radicales con poco éxito. En América Latina y el Caribe, el respaldo al
movimiento del New Jewel en Grenada, a la revolución Sandinista y a los movimientos
guerrilleros en América Central, aunque moderado, sirvió, junto con el apoyo a Cuba, de
elemento limitante a su presencia diplomática. Por otro lado, la ofensiva norteamericana para
contener una posible presencia cubano-soviética en América Central y el Caribe, el fracaso
económico nicaragüense y el abrupto final de la experiencia revolucionaria en Grenada
significaron a la hora de reformular la política exterior soviética.

La reformulación tiene como norte la reafirmación de los intereses de Estado de la Unión


Soviética sobre los intereses revolucionarios. De esta premisa se derivan dos elementos:

1). Una aceleración de las políticas de desarrollo económico externo, una apertura al
mercado capitalista mundial, y una mayor flexibilidad en cuanto los modelos económicos
aceptables para aquellos países amigos de la URSS;

2). Una mayor racionalidad en la cooperación internacional. Dos citas de un


extraordinario discurso pronunciado por Eduar Shevardnadze, ministro de Relaciones
Exteriores de la Unión Soviética, sintetizan la aspiración soviética:

Allende las fronteras de la Unión Soviética, vosotros y yo representamos


a un gran país que en los últimos 15 años ha ido perdiendo cada día más
su lugar entre las principales naciones industrialmente desarrolladas

Frecuentemente cooperamos y a veces hasta provocamos enormes


inversiones materiales en proyectos de política exterior que no tienen
esperanza alguna y fomentamos tácitamente acciones que en sentido
directo e indirecto han sido costosísimos para el pueblo hasta nuestros
días.

Estas ideas representan la conducta soviética durante estos años. Una política nacionalista
("primero la URSS por encima del internacionalismo") y un esfuerzo para borrar la imagen
de una URSS "peligrosa" creando la imagen de un país pacífico y cooperativo a nivel global.
Pero esta limitación de los objetivos soviéticos no debe confundirse con un cambio radical en
la política exterior. De lo que se trata es de consolidar la presencia soviética y ampliarla
donde sea posible a un menor costo.

En América Latina y el Caribe, el énfasis en los compromisos de Estado no es solamente el


producto de una visión más pragmática del nuevo liderazgo soviético. Hay que recordar
también que el escenario regional ha cambiado en años recientes:

1. Las experiencias democráticas están sumergidas en el problema de la deuda externa,


y el modelo de desarrollo imperante por más de 30 años, el llamado modelo cepalista —de
economía mixta— está cuestionado. La deuda limita las posibilidades de políticas activas
anticapitalistas.

2. La izquierda ortodoxa representada por los partidos comunistas está en decadencia.


El modelo tradicional de partido leninista está cuestionado, así como también el liderazgo
tradicional prosoviético.

3. En el ambiente regional se percibe una etapa de pragmatismo entre los líderes


políticos que, frente a los fracasos de los modelos marxistas aplicados en Cuba, Nicaragua y
Grenada, y por el fracaso de los modelos neoliberales en Brasil, Jamaica y Venezuela,
prefieren jugar una política de "centro" que no interfiera en unas buenas relaciones con
Occidente y en especial con Estados Unidos, pero que a la vez no signifiquen el rompimiento
con políticas moderadas en la política interna.

4. En el ambiente intemacional, el liderazgo regional contempla cómo se experimenta


una política de acercamiento entre las superpotencias.
5. Por último, pero no menos importante, la agenda de la política latinoamericana y
caribeña se orienta hacia los temas económicos, restándole importancia a problemas de
política internacional.

La conjunción de la nueva política global soviética para el Tercer Mundo y las características
de la política regional actual repercute en la formación de un escenario diferente para la
URSS, principalmente en su relación con sus países favoritos, no socialistas.

En cuanto a lo primero, la reestructuración de las relaciones con los países socialistas y con
los partidos comunistas contempla una limitación de las actividades revolucionarias
comunistas procurándose formar alianzas con otras fuerzas políticas de izquierda; y en
materia oficial, una "sugerencia" soviética hacia Cuba para que inicie una política de apertura
interna. Por otra parte, la política posterior a Brezhnev ha permitido que esas experiencias
sean revaluadas desde el punto de vista soviético incluyendo del fracaso de la revolución en
Grenada.

En el caso específico de las relaciones cubano-soviéticas se perciben, en un futuro cercano,


puntos de fricción entre ambos países ya que:

1). Pareciera que la URSS está negociando con Estados Unidos una nueva distribución
geopolítica del mundo;

2). La URSS quiere tener una política propia en la región;

3). Se cuestiona el modelo cubano;

4). Los cubanos no confían mucho en que las políticas glasnot y perestroika puedan ser
útiles en el contexto de la economía y política en la isla caribeña. En este contexto Fidel
Castro ha tenido una posición confusa. Por un lado, ha comenzado una política de
acercamiento a países y grupos no socialistas en la región e inclusive ha viajado a México,
Ecuador, Venezuela y Brasil en los últimos años en ocasión de transmisiones de mando
presidencial en dichos países. Pero, por el otro, ha insistido en el carácter nacional de la
Revolución Cubana, en su orientación revolucionaria, y en la defensa de los gobiernos
revolucionarios en el Tercer Mundo. Así Fidel ha expresado:
En este periodo de confusión en el cual nuestra revolución asusta a los
reaccionarios es un rayo de luz en los ojos del mundo. En este momento
y en este primero de enero, nosotros podemos decir que tenemos una
tremenda responsabilidad ante los ojos del mundo y ante los trabajadores
del mundo y especialmente ante los pueblos del Tercer Mundo, la
responsabilidad de nuestro proceso revolucionario, y nosotros siempre
actuaremos así. Por eso con más vigor que nunca decimos: ¡Socialismo o
Muerte! ¡Marxismo-Leninismo o Muerte!

La posición "ortodoxa" de Fidel debe entenderse dentro del siguiente contexto: Cuba
representa un modelo revolucionario y socialista apto de ser objeto de crítica por el liderazgo
y los internacionalistas soviéticos, en el momento en que se revalúan los resultados
económicos y políticos de los partidos marxistas leninistas en el poder en el contexto del
Tercer Mundo durante los últimos quince años, y cuando se insinúa regresar a una etapa más
amplia de cultivar relaciones con gobiernos más estables y menos dependientes de la URSS,
aunque no sean socialistas en su modelo económico y en su orientación política. Durante la
visita de Gorbachov a La Habana (abril de 1989), a pesar de la especulación de la prensa
occidental sobre una posible fricción entre el líder soviético y Fidel Castro, quedó claro que
Cuba es muy importante para la URSS. Esto ...significa que para Fidel Castro resulte
paradójico tener que justificar sus políticas de restricción económica y política ante la
perestroika. En su discurso volvió a defender la vía cubana, los compromisos revolucionarios
y la independencia de Cuba, tres constantes en las difíciles negociaciones entre ambos
gobiernos.

En cuanto a lo segundo, el cuadro general de la política tercermundista de la era Gorbachov


enfatiza en América Latina y el Caribe relaciones diplomáticas y económicas con gobiernos
reformistas de la región, procurando profundizarlas con los países favoritos. (En este sentido,
se espera una visita del líder soviético a México, Brasil y Argentina.) Pero más importante
será el acercamiento político cultural soviético más allá de los círculos procomunistas
tradicionales en la región. Siguiendo la orientación general de Gorbachov y Shevardnadze,
los soviéticos esperan que los latinoamericanos y caribeños vean con ojos positivos a la
Unión Soviética y lo que significa la URSS en la política internacional en la consecución de
la paz mundial y en su deseo de colaboración económica. De ahí su política de relacionarse
con sectores de la nueva izquierda, sectores progresistas en los partidos socialcristianos y
socialdemócratas y los sectores culturales-universitarios artísticos y religiosos.

Ahora bien, no deben confundirse las divergencias cubano-soviéticas sobre el momento


internacional, las restricciones en el comercio bilateral y el debate sobre la revolución en el
Tercer Mundo, como la ruptura estructural entre ambos países. Cuba sigue siendo importante
para la URSS, pero no en el plano de sus relaciones con el Tercer Mundo.

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