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“Taller martiano”
Autores:
Modalidad: Ponencia
La Habana, 2018.
ÍNDICE
1. Introducción. 1
2. Objetivos. 2
3. Desarrollo. 3
4. Conclusiones
5. Recomendaciones
6. Bibliografía
7. Anexos
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Introducción
Martí expresó de su mentor: “…sabe poco de Cuba quien no sabe cómo peleó él por
ella desde su juventud, con sus sonetos clandestinos y sus sátiras impresas…cómo
juntó, con el cariño que emanaba de su persona, a cuantos, desagradecidos para con
él, amaban como él la patria, y como él escribían de ella”. He aquí nuestro interés por el
tema, rescatar para las actuales generaciones de cubanos el legado del insigne
patriota.
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Objetivo:
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Desarrollo.
El mentor de José Martí, nacido el 24 de octubre de 1821, quedó huérfano aún niño y
su hermano mayor asumió su educación. Al ingresar en 1834 en el Seminario San
Carlos contaba 13 años de edad, poseía adecuado dominio de la literatura española, el
inglés y el francés. Allí cursó estudios de Derecho, Filosofía y Latinidad. a cargo de los
más renombrados profesores de la época. Sus excelentes resultados académicos, más
el apoyo económico de su familia, le permitieron, ingresar en 1838 contando con 17
años de edad matriculó en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, donde finalizó
la carrera de Derecho en 1844 y en Filosofía obtuvo la licenciatura en 1867. En 1848
apareció su primer libro de versos, Pasionarias.
A los 23 años de edad, con una sólida formación académica, así como una febril
inclinación hacia la poesía y lo bello en general, decide realizar un prolongado viaje al
extranjero, dicho proyecto se materializa gracias al apoyo económico de su tía
Mercedes, quien lo aprecia como a un hijo.
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Habana. Trabajó durante diez años en la Sociedad de Crédito Territorial Cubano, hasta
que en 1863 fue separado de su cargo por intrigas de los elementos integristas.
Fundó algunas de las principales revistas cubanas de la época, entre ellas la Revista de
La Habana (1853-1857). Como poeta perteneció a la segunda generación romántica de
Cuba, que dio inicio a una reacción del buen gusto contra la decadencia imperante
entre los miembros de la generación anterior que se expresan mediante una poesía
llena de humildad, de intimismo y suavidad. Las dos primeras ediciones de sus Poesías
aparecieron en Madrid y en París en 1860. Fue traductor de autores europeos, a su vez
poemas suyos fueron traducidos al francés, inglés e italiano. Escribió también para el
teatro y hasta una ópera.
En 1865 se casó en segundas nupcias con Micaela Nin, de esta feliz unión salieron
cuatro hijos, uno de los cuales cayó combatiendo en la Guerra de Independencia junto
a Maceo.
En este propio año 1865 quiso el azar, que un adolescente de excepcionales dotes,
matriculara en la Escuela Primaria Superior que dirigía Mendive, este adolescente sería
José Julián Martí Pérez, que contaba 12 años de edad y en el que el maestro
descubriría muy pronto un talento poco común. Martí adolescente, observa
deslumbrado a partir de entonces, la conjunción del hombre de letras, el maestro y el
patriota, quien se convertiría en su padre espiritual y en factor decisivo en su formación
patriótica.
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En 1867 Mendive decide dedicarse al magisterio privado, porque a los maestros de la
escuela pública el ayuntamiento no les pagaba el salario debidamente. Es así como es
autorizado a establecer el colegio "San Pablo" en la Calle Prado. Este colegio funge
como adjunto al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, convirtiéndose en
centro de reuniones literarias y de fervor patriótico. En el contexto del colegio y la casa
Mendive, se gesta una generación que desempeñaría un rol protagónico en las futuras
contiendas libertadoras de la patria.
El 22 de enero de 1869, bajo el hostil ambiente creado en toda Cuba, una vez iniciada
la Guerra Grande, Mendive y su familia se ven envueltos en los sucesos del Teatro
Villanueva , donde se escucharon vivas a Cuba y a Carlos Manuel de Céspedes en
medio de la puesta en escena de la obra “El perro huevero”, es acusado de poseer
"papeles sospechosos" .
Rafael María fue arrestado y encarcelado por ser su casa centro de reuniones
patrióticas en el Castillo del Príncipe por un período de cinco meses. Como secuela de
ello, el colegio San Pablo, fue clausurado y el poeta resultó sentenciado a cuatro años
de confinamiento y desterrado a España, desde donde logró pasar rápidamente a
Nueva York, ciudad donde residió desde 1869 hasta 1878. Allí colaboró en varias
publicaciones de lengua española y continuó alentando la causa separatista, por la cual
murió su hijo Luis.
Durante el exilio, primero en Madrid y después en Nueva York, mantiene una postura
activa proindependentista, colaborando con aportes económicos obtenidos de la edición
de sus poesías, a la organización de la lucha armada en su lejana patria.
Una vez firmado el documento conocido como el Pacto del Zanjón, retornó a la isla y
prosiguió su labor periodística y como cultivador de la poesía, dirigió el periódico liberal
Diario de Matanzas desde diciembre de 1878 hasta marzo de 1879. Continuó
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escribiendo para importantes publicaciones internacionales, y en 1883 apareció la
tercera edición de sus Poesías.
Mendive es coautor de Cuatro laúdes, junto con Ramón Zambrana, José Gonzalo
Roldán y Felipe López de Briñas. En colaboración con José de Jesús García publicó su
antología América poética. Prologó, además, la segunda edición de las Poesías de
Fornaris. Fue traductor, dejó dramas inéditos y utilizó los seudónimos Tristán del
Páramo, La Caridad y Armand Flevié.
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ética y patriótica. Al quedar cesante el padre de Martí, Mendive se comprometió a
costear los estudios de su alumno hasta el grado de bachiller.
Mendive también amó, tuvo hijos, padeció. Pero, sobre todo, era un maestro, un
educador, un formador, que inculcó en Martí y en muchos de sus otros discípulos, entre
ellos Fermín Valdés Domínguez, amor a la Patria y a la libertad, al ser humano; mostró
y trasmitió respeto, justicia, vergüenza conocimiento, sensibilidad.
Y es más que sabido y comprobado, que no hay como un buen maestro para influir en
la conducta humana, en los sentimientos y el compartimento de un niño, de un
adolescente, de un joven. El dúo Martí-Mendive no es un caso único ni aislado. La
Historia universal y nacional atesora no pocos patrones de excelentes pedagogos y
discípulos. De hecho, Mendive fue alumno de José de la Luz y Caballero, fundador del
Colegio del Salvador, donde practicó modernos métodos de enseñanza.
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Cuánto debió haber sembrado ese maestro, cuánto debió haber entregado, inspirado,
para que un ser excepcional como Martí, le reconociera y agradeciera tanta influencia
en su personalidad y proceder. Mendive educó a su discípulo en la tradición del
pensamiento concebido para crear una nación nueva independiente y culta.
Poco antes de su destierro a España en 1871, José Martí le escribió una carta a su
maestro, en la que le decía: “De aquí a 2 horas embarco desterrado para España.
Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido
fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a
Ud. lo debo y de Ud. y solo de Ud. es cuanto bueno y cariñoso tengo”.
¡Nubia venció! Muero feliz: la muerte poco me importa, pues logré salvarla(...)
¡Oh, que dulce es morir cuando se muere luchando audaz por defender la patria!
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El autor de La Edad de Oro se formó con las ideas de su tutor. Los conceptos
fundamentales de la prédica martiana: amor a la libertad, decoro, dignidad, prestigio,
justicia, preocupación por los humildes, pureza de pensamiento, eran virtudes
atesoradas por educador, las cuales supo transmitir a su discípulo.
De seguro, al pasar los años, muchos de sus estudiantes podrán rememorar de ellos,
como Martí de Mendive en carta a Enrique Trujillo, publicada en el periódico El Porvenir
el 1º de julio de 1891, lo maravilloso de las clases de Historia que impartía con gran
gusto y lo prodigioso que era cuando se sentaba a hablar a sus alumnos de fuerzas en
las clases de Física.
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Conclusiones
Con la culminación de este trabajo pudimos profundizar más sobre Rafael María de
Mendive y su influencia sobre nuestro apóstol nacional José Martí. Pudimos
comprender la importancia de un maestro sobre su alumno, que no por solo medios
escolares se ganó su amor y admiración, sino por la acogida que le dio Mendive a su
discípulo predilecto, quien fue recibido en su humilde hogar como otro de sus hijos.
Pepe aprendió y consolidó valores y sentimientos, tales como: latinoamericanismo,
patriotismo, antiesclavismo y antiimperialismo. Apreciamos el inalcanzable respeto de
pepe y sus compañeros de aula hacia la figura principal del Colegio de Varones: el
director. También apreciamos como Rafael cambio la forma de pensar de José Martí y
contribuyó a su formación moral. Este gran maestro protegió a su alumno por sobre
todos los obstáculos que tuvieron que enfrentar.
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Anexos
Anexo No.1.
La Gota de Rocío
¡Cuán bella en la pluma sedosa de un ave,
O en pétalo suave,
De nítida flor,
Titila en las noches serenas de estío
La diáfana gota de leve rocío
Cual vívida estrella de un cielo de amor!
El álamo verde que el aura enamora,
El sauce que llora,
El verde palmar,
El mango sombroso, la ceiba sonante,
Cual fúlgido rayo de níveo brillante
La ven en sus hojas inquieta temblar.
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El cáliz apura
De aromas y miel;
Y el lago sus ondas azules levanta,
El cisne se queja de amores y canta,
Y todo en la tierra respira placer!
¡Oh noche! ¡Oh misterio de eterna armonía!
¡Oh dulce poesía
De sueño y de paz!
¡Poema de sombras, de nubes y estrellas,
De rayos de oro, de imágenes bellas
Suspenso entre el cielo, la tierra y el mar!
¡Oh! ¡Cómo gozoso en las noches de Mayo
Al trémulo rayo
De luna gentil,
Sentado en el tronco de un sauce sombrío
Tras gota apacible de suave rocío
Pensé de mi madre las huellas seguir!
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Y el ave sedienta verá con ternura
De un pobre poeta la lágrima pura,
Allí sobre el mármol tranquila brillar...!
Anexo No.2
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El Porvenir, de Nueva York, el 1ro. de julio de 1891.
Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir
de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la
vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la
patria? De su vida de hombre yo no he de hablar, porque sabe poco de Cuba quien no
sabe cómo peleó él por ella desde su juventud, con sus sonetos clandestinos y sus
sátiras impresas; cómo dio en España el ejemplo, más necesario hoy que nunca, de
adquirir fama en Madrid sin sacrificar la fe patriótica; cómo empleó su riqueza, más de
una vez, en hermosear a su alrededor la vida, de modo que cuanto le rodeaba fuese
obra de arte, y hallaran a toda hora cubierto en su mesa los cubanos fieles y los
españoles generosos; cómo juntó, con el cariño que emanaba de su persona, a
cuantos, desagradecidos o sinceros para con él, amaban como él la patria, y como él
escribían de ella. De la Revista de la Habana nada le diré aquí; ni de su traducción de
las Melodías de Tomás Moore; ni de su cariño de hijo para José de la Luz, y de
hermano para Ramón Zambrana; ni de la tierna amistad que le profesaron, aun cuando
las contrariedades le tenían el carácter un tanto deslucido, los hombres, jóvenes o
canosos, que llevaban a Cuba en el corazón, y la veían, fiera y elegante, en aquella
alma fina de poeta. ¿ No recuerdo yo aquellas noches de la calle del Prado, cuando el
colegio que llamó San Pablo él porque la Luz había llamado al suyo el Salvador ?: José
de Armas y Céspedes, huyendo de la policía española, estaba escondido en el cuarto
mismo de Rafael Mendive; en el patio, al pie de los plátanos, recitábamos los
muchachos el soneto del «Señor Mendive» a Lersundi; en la sala, siempre vestido de
dril blanco, oía él, como si conversasen en voz baja, la comedia que le fue a recitar
Tomás Mendoza; o le mudaba a Francisco Sellén el verso de la elegía a Miguel Ángel
donde el censor borró «De Bolívar y Washington la gloria», y él puso, sin que el censor
cayese en cuenta, «De Harmodio y Aristógiton la gloria»; o dictaba, a propósito de uno
u otro Sedano, unas sextillas sobre «los pancistas» que restallaban como latigazos; o
defendía de los hispanófonos, y de los literatos de enaguas, la gloria cubana que le
querían quitar a la Avellaneda; o con el ingeniero Roberto Escobar y el abogado Valdés
Fauli y el hacendado Cristóbal Madan y el estudiante Eugenio Entenza, seguía, de
codos en el piano, la marcha de Céspedes en el mapa de Cuba; o me daba a empeñar
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su reloj, para prestarle seis onzas a un poeta necesitado. Y luego yo le llevé un reloj
nuevo, que le compramos los discípulos, que le queríamos; y se lo di, llorando.
¿Se lo pintaré preso, en un calabozo del castillo del Príncipe, servido por su Micaela
fiel, y sus hijos, y sus discípulos; o en Santander, donde los españoles lo recibieron con
palmas y banquetes?; ¿o en New York, adonde vino escapado de España, para correr
la suerte de los cubanos, y celebrar en su verso alado y caluroso al héroe que caía en
el campo de pelea y al español bueno que no había querido alzarse contra la tierra que
le dio el pan, y a quien dio hijos?; ¿o en Nassau, vestido de blanco como en Cuba,
malhumorado y silencioso, hasta que, a la voz de Víctor Hugo, se alzó, fusta en mano,
contra «Los dormidos»?; ¿o en Cuba, después de la tregua, cuando respondía a un
discípulo ansioso: «¿Y crees tú que si, por diez años a lo menos, hubiese alguna
esperanza, estaría yo aquí?» ¿A qué volver a decir lo que saben todos, ni pensar en
que los diez años han pasado? Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del
colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas
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fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se
alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba.
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Bibliografía
Recomendaciones:
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