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Enseñar a pensar es uno de los retos a los que se enfrenta el docente

contemporáneo en las aulas. Una de las manera en que esto se puede


lograr es promoviendo la metacognición. Esto se puede definir como la
capacidad de un individuo para reflexionar, comprender y regular su
propio aprendizaje.  Promover la metacognición en los estudiantes
conlleva muchos beneficios entre los cuáles podemos resaltar  que
desarrolla el aprendizaje autónomo, ya que es producto y productora de
desarrollo cognitivo.
De la misma manera, desarrolla la capacidad para la  resolución de
problemas debido a que obliga al aprendiz a  pensar y, según el tipo de
problema la estrategia varía.  Finalmente debemos señalar que
promueve el aprendizaje significativo ya que la metacognición es un
diálogo permanente  donde se conecta nueva información con los
saberes previos (a través de la reflexión) y así llega a construir una
nueva y única información.
Otros beneficios de promover la metacognicion en los alumnos:
-Los ayuda a seguir aprendiendo a lo largo de su vida
-Facilita la estructuración de aprendizajes
-Potencia el desarrollo de capacidades
-Concientiza sobre el propio proceso de aprendizaje
¿Cuál es el rol del profesor al promover la metacognición en los
alumnos?
-Asumir el papel de mediador más que transmisor del aprendizaje.
-Construir un amplio repertorio de técnicas cognitivas: Repetición,
estructuración, organización de hechos- conceptos- principios;
procedimientos a usar etc;
-Reconocer claramente lo que debe aprender, explicitando las metas a
conseguir.
-Acentuar la calidad de las experiencias metacognitivas, para facilitar el
aprendizaje significativo y aumentar la motivación y el interés.
-Elaborar un almacén de tácticas, diseños y andamios del pensamiento,
incluyendo el cómo usarlos.
-Plantear preguntas que obliguen a los alumnos a cuestionarse lo que
creen que saben
Para esto último te compartimos una serie de preguntas con las
que puedes promover la metacognición en los alumnos.
1. ¿Qué has hecho o aprendido?
2. ¿Cómo lo has hecho o aprendido?
3. ¿Qué dificultades has tenido?
4. ¿Para qué te ha servido?
5. ¿En qué otras ocasiones podrás utilizar lo que has hecho/ aprendido?
6. ¿Qué piensas de lo que has dicho?
7. ¿Hasta qué punto estás de acuerdo o en desacuerdo?
8  ¿Qué otra cosa podrías agregar a esta solución?
9. ¿Cómo puedes convencernos de que tu opinión es la más adecuada?
10. ¿Cómo podrías convencernos de que tu solución es la mejor?
 11. ¿Cómo has decidido que esto que dices es cierto?
12. ¿Hay alguna manera de demostrar con exactitud lo que quieres decir
con esto?
13 ¿Por qué crees que esto es correcto o funciona?
14. ¿De qué manera argumentarías en contra de tu decisión?
15. ¿Cómo podrías demostrar las diferencias y similitudes?
16. ¿Cuántas posibilidades se te ocurren?
17. ¿Qué ejemplos se te ocurren para demostrar lo que afirmas?
18.  ¿Qué ideas tienen más sentido para ti  por qué?
19. ¿Cómo podemos verificar o probar esa información?
20. ¿Cuál es el propósito de este experimento o argumento?
21. ¿Qué otros detalles puedes aportar a tu respuesta?
22. ¿Qué problemas o dificultades encuentras?
23. ¿De qué manera justificarías tu opinión?
24. ¿Cómo lo hubieras resuelto?
25. ¿Qué has aprendido de ti mismo?
26. ¿Cómo puedes mejorar?
27. ¿Qué fortalezas identificas en ti?
28. ¿Qué sabías sobre el tema, qué sabes ahora, que más te gustaría
aprender?
29. Si te equivocaste, ¿por qué crees que fue así?
30. ¿Crees que alguien hubiera pensado una solución diferente?
Con estas preguntas podrás empezar a incorporar la metacognición en
el aula y si las realizas de manera sistemática podrás ver los beneficios
en el aprendizaje de los alumnos.
¡Esperamos que te sean de utilidad!

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