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El encofrado necesita de elementos auxiliares que permitan soportar, entre otras, las acciones del
hormigón fresco: cimbras, puntales, celosías y tensores. Además, para que el encofrado cumpla con su
misión, se le deben requerir algunas características como seguridad, estanqueidad y facilidad de montaje,
entre otras. El encofrado supone, aproximadamente, un tercio del coste de una estructura de hormigón,
siendo muy importante la partida de mano de obra. El número de usos y si el paramento va a quedar visto
son factores que van a influir fuertemente en el coste económico.
Las acciones durante el hormigonado y las acciones exteriores condicionan básicamente la estructura
soporte del encofrado. Por tanto, ¿qué características se le deberían exigir a un encofrado? A continuación,
se recogen algunas de las condiciones que deben cumplir estos elementos:
Peso del hormigón fresco más el peso del propio encofrado como peso muerto.
Sobrecargas de uso, entre las que tenemos las originadas por personas, equipos, medios auxiliares,
incluyendo impactos.
Cargas horizontales, tales como viento, las originadas por soportes inclinados, arranques y paradas
de equipos, etc.
Acciones específicas para tipos especiales de encofrado.
El encofrado a la vez que rígido y resistente frente a empujes y acciones exteriores, debe ser estanco. La
falta de estanqueidad de un encofrado, puede conducir a fugas de lechada e incluso de finos que en el
mejor de los casos suponga la presencia de defectos superficiales que afectan exclusivamente al aspecto de
los paramentos superficiales que afecten exclusivamente al aspecto de los paramentos vistos y en algunos
casos coqueras o nidos de grava que supongan una vía de acceso a ataques de las armaduras con los
riesgos que ello lleva implícito en la durabilidad de la estructura.
El encofrado será químicamente inerte a la acción del agua, los aditivos o cualquier otro constituyente del
hormigón. A pesar de lo cual nosotros cuidaremos especialmente evitar usar aguas en exceso agresivas, etc.
No adherirse fuertemente al hormigón después del fraguado. Se pueden tratar las superficies del encofrado
con distintos productos químicos o incluso en algunos casos, como el del encofrado con madera, bastará
humedecer la superficie, antes de la colocación.
Ser económicos, teniendo en cuenta su coste inicial y su número de usos. Estos estudios económicos se
hacen de acuerdo a los usos, la longitud del encofrado (en elementos de avance lineal) etc. Una manera de
no encarecer los encofrados es utilizando, cuando sea posible, paneles preparados, paneles prefabricados,
de las dimensiones que nuestros medios nos permitan.
http://www.lineaprevencion.com/ProjectMiniSites/IS35/html/2-1-1/2_1_1_1.html
Clasificación de los sistemas de encofrado
Por tanto, como podemos ver, existen una serie de factores a tener en cuenta a la hora de elegir el mejor
encofrado. Al aspecto económico habría que añadir otros que influyen directamente en él como es el
tiempo de desencofrado, el coste de los elementos auxiliares, el coste de la mano de obra necesaria, la
colocación y desencofrado, los equipos necesarios, el número de usos que se le de a los materiales y el
coste del acabado de las superficies de hormigón.
Los enc
ofra dos
horizontales, normalmente empleados en forjados de edificación o losas de puentes, presentan tres grupos
de elementos constituyentes (Figura 3):
Cuando se elabore un encofrado, habrá de tenerse en cuenta la posterior operación de desencofrado, por
lo que los elementos utilizados serán concebidos de forma que su retirada sea la menos complicada y
peligrosa posible. Asimismo, es fundamental que las operaciones de desencofrado sean efectuadas por los
mismos operarios que hicieron el encofrado, empleándose los mismos medios auxiliares utilizados en el
encofrado, disponiéndose de los andamios o plataformas elevadoras necesarias para el acceso a los puntos
de enganche del encofrado y para la retirada de los elementos de arriostramiento entre paneles. Además,
en el caso de forjados, deben permanecer los huecos siempre tapados para evitar caídas a distinto nivel.
El desencofrado deberá planificarse atendiendo a las previsiones del fabricante, de forma que si por
ejemplo no lo permiten las instrucciones de montaje, se prohibirá la retirada de varios paneles en un
mismo paño de forma simultánea, pues los arriostramientos entre los mismos pueden no estar
dimensionados para soportar los esfuerzos derivados de dichas maniobras. En el caso de muros in situ, el
desencofrado se realiza de forma inversa al encofrado, de forma que cada panel al que se retiren los
arriostramientos deberá ser inmediatamente retirado, evitándose dejar paneles en vertical.
Los encofrados deben mantenerse en su posición hasta que el hormigón no adquiere la resistencia
necesaria para soportar su propio peso y el de las cargas permanentes o temporales que sobre el actúen
(con un margen suficiente de seguridad), durante la construcción de la estructura. Este periodo de tiempo
debe aumentarse con temperaturas bajas o corrientes de aire que puedan producir una rápida desecación
de la superficie.
Se utilizarán uñas metálicas para separar los encofrados del hormigón, realizándose desde el lado del que
no pueda desprenderse el panel y evitando la práctica de tirar con los equipos de elevación. Esta acción
puede resultar extremadamente peligrosa para los trabajadores situados en las inmediaciones.
Además, conviene recordar a los encofradores que la operación de desencofrado, no estará concluida hasta
que el encofrado esté totalmente limpio de hormigón, puntas, latiguillos, etc., y debidamente apilado en el
lugar designado. Se retirarán todos los elementos de encofrado que impidan el funcionamiento de diseño
de la estructura (juntas de dilatación, articulaciones, etc.). Por otro lado, los elementos de apeo y encofrado
deberán acopiarse de forma ordenada a medida que se realiza el desmontaje para garantizar el orden y
limpieza del tajo.
Al igual que ocurre con los áridos sin cohesión (arena, grava, etc.), al verterse el hormigón fresco sobre un
plano vertical, éste adoptará una forma de cono de revolución con un ángulo de talud natural o ángulo de
rozamiento interno. Si se trunca dicho cono con un encofrado, las paredes se ven sometidas a lo que se
llamará presión granulostática.
Si se anula dicho ángulo de rozamiento interno mediante el proceso del vibrado del hormigón, éste se
comporta paulatinamente como un fluido imperfecto, ejerciendo una presión distinta que se
denominará presión hidrostática. Entre una capa ya vibrada, que ha recuperado su ángulo de rozamiento
interno, y que ejerce una presión sobre las paredes de tipo granulostática, y la siguiente capa que está en
proceso de vibración, -y por tanto con presión hidrostática- debe existir una zona de transición para que se
mantenga la continuidad de las leyes de presiones.
Os dejo a continuación unos pequeños apuntes que permiten aclarar conceptos y proporcionan
herramientas para el cálculo, utilizando distintos procedimientos, de la presión del hormigón fresco. Espero
que os sea útil.
Encofrado prefabricado para pilares
En el caso del uso para pilares o columnas, los encofrados metálicos suelen estar formados por un bastidor
metálico con cara encofrante de madera o chapa, orientado a la ejecución en las cuatro caras (cuadrados o
rectangulares) o circulares. Estos paneles se encuentran normalizados, con dimensiones habituales entre
los 50 y 100 cm, para permitir el manejo por los operarios y pensados para secciones cuadradas y
rectangulares con lados múltiplos de 5 cm. Es posible realizar numerosas puestas (2-20, según el sistema)
así como recuperar el sistema para sucesivos ciclos. Para reducir los tiempos de montaje, se simplifica el
sistema de sujeción mediante cuña y chaveta, realizando la unión por disposición a tope de sus planos. La
mayor ventaja de estos encofrados es que su rigidez evita el uso de puntales a modo de tornapuntas,
aunque en el caso de superar 4 m de altura, o con el fin de facilitar su aplomado, puede ser conveniente
utilizarlos.
Durante la visita a obra (etapa “b”), algo llamó la atención de técnico. Al momento del moldeo de las
probetas, burbujas de aire se desprendían de la masa del hormigón; algunas en la zona de contacto entre
éste y el molde y otras, desde el interior de la mezcla (fotografía 2-A). Como algunos de estos moldes se
desarmaban al compactar las probetas con la masa de goma, estas
burbujas fueron atribuidas, en un primer instante, al armado incorrecto del molde (pérdida de pasta a
través de las juntas debido a la falta de ajuste de las tuercas de sujeción). A poco tiempo de andar, sin
embargo, nos dimos cuenta que esas burbujas no eran otra cosa que el resultado de una reacción química
entre el molde (eran de aluminio!) y el hormigón.
Como es sabido, el aluminio puede reaccionar con los iones OH–, presentes en el líquido contenido en los
poros del hormigón, y producir burbujas de gas hidrógeno (H2). Una de las posibles reacciones
involucradas, en forma simplificada, podría resumirse como sigue: