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Si hay un signo claro de la fuerte institucionalización del PAN es precisamente su gran


crecimiento electoral- En los últimos años, los triunfos se han multiplicado. Paulatinamente el PAN
ha ocupado diversas presidencias municipales, ha ganado mayorías en algunos Congresos locales y
también gubernaturas. Actualmente gobierna a toda la nación al tener en sus manos la
presidencia de la República,

El incremento de su presencia electoral es constante desde 1983, pero es sustancial mente


mayor desde 1989. En su ascenso se identifican dos etapas: una que va de 1983 a 1988 y otra que
parte de 1989 y culmina en el 2000. Mientras que la primera representa un salto cuantitativo y
cualitativo respecto de la historia panista en cuanto a participación electoral, la segunda se
destaca por un notable crecimiento en relación con el resto de las opciones político-electorales. En
el segundo periodo, aunque en los comicios de 1998 el partido no tuvo grandes triunfos, se
recuperó rápidamente para ganar la presidencia de la República en el 2000.

Así el partido de oposición se transformó en partido gobernante de estados y municipios


para finalmente conquistar la presidencia de la República; en unos casos revalidó sus posiciones
ganando tales puestos por segunda o tercera ocasión, o logró avanzar sustancialmente, dejando
atrás a los partidos que en su momento se consideraban predominantes en cierto municipio,
distrito o estado. El partido superó con amplitud sus victorias anteriores y además consiguió
derrotar a sus adversarios. Los fracasos de 1997, 1998 y 1999 no marcaron su decadencia electoral
sino demostraron simplemente que el voto no está asegurado de una vez y para siempre para
ningún partido político. En todo caso, las derrotas panistas también sirven para probar que los
ciudadanos ya no solamente votan en protesta, sino a partir de una evaluación del ejercicio en el
poder, sin distinguir los colores de la organización política gobernante.

Una situación excepcional en la historia de las elecciones locales ocurrió en 1983: el PAN
ganó las presidencias municipales más importantes de Chihuahua, las capitales de Durango y San
Luis Potosí, además de otros municipios. En el primer estado sus victorias le permitieron gobernar
a más de la mitad de la población chihuahuense. En otras entidades protagonizó fuertes
contiendas, sin alcanzar la victoria oficial como en Sinaloa.

En 1985 su actuación en las elecciones federales fue satisfactoria, aun cuando se produjo un ligero
descenso en sus niveles de votación y en el número de cumies en la Cámara de Diputados
respecto de 1982.

 
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Fue en el ámbito local donde el PAN nuevamente se enfrentó a la cerrazón del régimen,
cuyo partido era incapaz de reconocer a sus competidores. En San Luis Potosí, Nuevo León y
Coahuila los comicios fueron verdaderas batallas electorales, especialmente después de la jornada
de votación, sin que el PAN consiguiera el reconocimiento de victorias, ni siquiera en el plano
municipal. Baste recordar dos casos que ejemplifican este fenómeno: el del municipio de Piedras
Negras, Coahuila y el de las elecciones de gobernador en Nuevo León.

En Piedras Negras, Coahuila, el PAN reclamó el triunfo de su candidato a presidencia


municipal, Eleazar de los Cobos, mientras que las cifras oficiales dieron por ganador al candidato
priísta. Durante la toma de posesión de éste el auto del gobernador De las Fuentes fue apedreado.
La policía disparó gas y balas. La gente volcó patrullas y algunas las incendió. Fueron rotos los
cristales de un banco y apedreados el periódico "Zócalo" (propiedad de la familia del alcalde
electo, Carlos Juaristi) y una estación de radio. También fue incendiado el palacio municipal. El
saldo: un muerto, cuatro heridos de bala y 30 lesionados.2

Mientras que en San Luis Potosí ocurrió algo similar en 1985, al mismo tiempo en Nuevo
León, la "marcha de la exigencia", organizada por el PAN para solicitar la renuncia del priísta Jorge
Treviño, gobernador electo, culminó en un enfrentamiento entre policías y manifestantes que dejó
un saldo de por lo menos 39 heridos y la destrucción de vidrios del Palacio de Gobierno. La marcha
culminó en un mitin de 60 mil personas. La trifulca duró dos horas.Fernando Canales Cíariond,
candidato del PAN a la gubernatura, dijo que fueron provocadores los que desataron la violencia.3

Estos comicios constituyeron momentos cruciales en la lucha electoral y política entre el


PAN y el PRT: en ellos la violencia fue fenómeno normal, en un proceso supuestamente alejado de
este tipo de acontecimientos.

1986 era un año clave en su participación electoral pues entonces se pusieron en disputa
los puestos que tres años atrás había conseguido. Por si fuera poco, en ciertas entidades las
gubernaturas estaban en juego.

Un conjunto de líderes regionales del norte de la República sobresalió durante las


campañas de proselitismo y de defensa del voto. Precisamente los candidatos a las gubernaturas
de Chihuahua, Durango y Sinaloa fueron la punta de lanza de la fracción pragmático radical
(comúnmente conocida como de los "neopanistas͟ o. de manera despectiva, "bárbaros del
norte").

De extracción empresarial, con una experiencia previa como militantes de organizaciones


de corte ciudadano o empresarial y con una militancia panista muy reciente, Francisco Barrio,

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Manuel J. Clouthier y Rodolfo Elizondo encabezaron sendas batallas electorales en sus respectivos
estados.

El proceso de Chihuahua en 1986 representó un verdadero parteaguas en la historia


electoral del país. Fue un antecedente fundamental de las elecciones federales de 1988, decisivo
para la evolución del estado norteño y hecho determinante del perfil panista de entonces.

Chihuahua fue el escenario central de la lucha panista por el poder regional. Ahí se
manifestaron en forma transparente las estrategias y tácticas que le aseguraron un triunfo político
de gran significación, aun llevando a cuestas la derrota electoral.

La selección de candidatos se basó en el criterio primordial del arraigo en la región,


distrito, municipio o entidad. El arraigo implicaba el nivel de conocimiento que la ciudadanía tenía
sobre el sujeto, así como su presencia entre la población mediante su intervención en
organizaciones cívicas {como Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, Civilización y
libertad, COLUDE, DHIAC), empresariales (como el CCE, la COPARMEX o la CON-CAN ACÓ,
principalmente las locales) o políticas (como el propio PAN).

Aunado a esto, fue una constante el hecho de que aquellos que habían tenido experiencia
previa como presidentes municipales fuesen prácticamente candidatos naturales para puestos de
mayor rango; es decir, en los años más recientes, para las gubernaturas.

Las campañas de proselitismo destacaron por mostrar el elevado monto de recursos


destinados para ese fin. Las imágenes del candidato y del PAN fueron los ejes en que se basó el
proselitismo.

El discurso antigubernamental fue factor sustantivo en las luchas electorales del panismo
norteño. Un discurso cargado de críticas al gobierno por su política económica, por su centralismo,
por su autoritarismo disfrazado de paternal i smo y manipulación, por el corporativismo y el
estatismo, que según los panistas permeaba todos los espacios de la esfera pública y que, de ese
modo, contribuía al predominio electoral del PRI.

En plena crisis económica evidentemente el precario nivel de vida de los mexicanos fue el
factor que permitió la conversión de la crítica al PRI en votos en favor de la oposición. Es cierto
que esta no fue la única razón del voto panista, pero es muy probable que sí haya sido la más
relevante. La personalidad de los candidatos fue elemento de peso en las campañas. Por lo
general los abanderados habían sido líderes en otras organizaciones (básicamente empresariales).
La militancia previa, aunque no fuera en el PAN, les otorgaba cierto liderazgo. Barrio y Clouthier en
esta primera etapa son los ejemplos más claros del candidato ideal para el panismo de La época.
Empresarios, de discurso fuerte y contestatario, con una imagen de honestidad muy trabajada. Tal
perfil facilitó la penetración de Los candidatos panistas en amplios sectores sociales, que cada vez
fueron más numerosos. Con este tipo de candidatos se comenzó a hacer campaña y sobre todo,

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con ellos se realizaron fuertes luchas por el respeto al voto ciudadano. Esta fue una constante en
la participación política panista en la primera etapa.

En buena medida la estrategia de confrontación fue definida en función de la misma


postura gubernamental de no permitir el crecimiento del PAN. Además, la difícil situación
económica, la corrupción, los controles corporativos y clientelares del régimen sobre muchos
mexicanos, particularmente en las entidades federativas, forzaban al manejo de un discurso crítico
en exceso, contestatario, violento y, desde Chihuahua 86, hasta cierto punto antisistema de parte
de candidatos y de los principales dirigentes del panismo regional.

Un caso extremo fue el de Ricardo Villa Escalera, empresario poblano que buscó ser
candidato a la gubernatura por el PAN- El CEN lo vetó debido a que se había visto involucrado en
una presunta visita de panistas al ultraconservador Jesse Helms, en Estados Unidos, en la cual se
denunció el fraude electoral en Chihuahua. Esta acción fue criticada por la opinión pública y de
algún modo la dirigencia panista buscó reducir los cuestionamientos a) negar a Villa Escalera la
posibilidad de contender por la gubernatura poblana. Con tres años de militancia en el PAN, Villa
criticó el veto pero dijo que se disciplinaría. Seis años después el ingeniero y textilero sí consiguió
ser postulado candidato a la gubernatura, pero no tuvo grandes resultados.

Una más de las constantes en las campañas de proselitismo fue la denuncia de diversas
irregularidades que se presentaban desde el inicio del proceso electoral. El padrón de ciudadanos
en edad de votar fue centro de las críticas del panismo de aquel entonces por el evidente manejo
irregular en favor del PRI o en contra de La oposición. La actuación de los órganos y de los
funcionarios encargados de la organización de los comicios estuvo en la mira de los pañis-tas. que
se convirtieron en rigurosos vigilantes de sus respectivas actuaciones. También la legislación
electoral federal y especialmente las legislaciones locales fueron la causa de severos
cuestionamientos.Su parcialidad en la composición de los órganos; su falta de recursos para
sancionar los delitos electorales; las lagunas que presentaba y que dejaban abierta la posibilidad
de manipulación fueron aspectos criticados, llegando incluso a darse reformas, forzadas por la
presión social organizada por el PAN.

Todos estos elementos fueron impugnados mediante la táctica de la resistencia civil, en el


plano regional. Inéditas en México, las diversas acciones con las que se cuestionó el padrón, la
legislación electoral, la actuación de los gobernantes, el corporativismo, etc., contaron con una
nutrida participación de la ciudadanía. A las formas tradicionales de lucha de otras fuerzas ͙

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políticas como los mítines y los bloqueos de carreteras se agregaron las tomas de recintos
oficiales; la propaganda en billetes de circulación nacional; la vigilancia de los funcionarios
públicos; el dejar de darle el saludo a funcionarios corruptos o a miembros del PRI de reconocida
trayectoria como realizadores de fraude; el envío de cartas a funcionarios para cuestionar, criticar
o para inconformarse respecto de su actúación; el no pagar impuestos; el boicot a medios de
comunicación o a disposiciones gubernamentales. En total fueron 198 las acciones de resistencia
civil que el PAN consideró susceptibles de ser aplicadas en la lucha electoral.7

La importancia de esta forma de lucha se manifestó en la misma estructura del partido,


cuando en 1987 en el CEN se constituyó una coordinación nacional de la Resistencia Civil Activa y
Pacífica (conocida por sus siglas como RECAP), que estuvo bajo el mando del chihuahuense Rubén
Raymundo Gómez. Esta instancia se encargó de capacitar a los cuadros dirigentes y a los militantes
en la realización de las acciones de resistencia y desobediencia cívicas^ teniendo en perspectiva la
campaña para la elección presidencial de 1988.

A excepción de la desobediencia civil, ninguno de los factores mencionados fue un


descubrimiento o invención del PAN, como tampoco las irregularidades habían comenzado a
realizarse desde los ochenta. Los cuestionamientos fueron generalmente válidos. Buena parte de
la histórica hegemonía priísta estaba basada en es-tos hechos que cotidianamente ocurrían en las
elecciones de nuestro país.

En realidad el cambio sustancial radicó en que el PAN adoptó un papel de peso como
partido de oposición 9 A toda costa buscó el respeto al marco legal que regulaba los comicios y
principalmente se impuso como objetivo el respeto al voto de los ciudadanos. En efecto, esto
también había sido un reclamo en su actuación de años anteriores, pero recientemente su
demanda se había profundizado. Asimismo la oposición de izquierda comenzaba a darle a la vía
electoral el peso que más tarde sería indiscutible para la transformación del régimen político.

La fuerza del PAN se hizo patente en estos comicios en la atracción de los ciudadanos a la
participación electoral. No sólo las élites locales sino muchas personas de diversos sectores
sociales vieron en dicho partido una opción capaz de enfrentar al PRI. Su participación hizo del

PAN el principal partido de oposición en México durante esos años. En las elecciones
presidenciales de 1988 parecía ser el enemigo a vencer por el régimen. La aparición del neo
cardenismo alteró esta perspectiva.

7 Véase el lis lado de acción es en Proceso, 29 de febrero de 1988, p. 16-19.

8 En 1983 Gómez fue coordinador de la camparla de Francisco Barrio. Fue Director General de Servicio Públicos y Director
General de Seguridad Publica del ayuntamiento de Juárez. En 1986 coordinó la campaña de Barrio por la gubernatura y fue subcoord i n
ador estatal de la resistencia civil. En febrero de 1988 señalaba que 200 personas habían sido ya capacitadas, y que ellas a su vez
capacitarían a más ciudadanos. La asistencia a los seminarios era libre pues cualquier ciudadano podía acudir Proveso, 8 de febrero de
1988, p. 11-13,
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Con un peso político ganado en varias luchas locales, especialmente en la de Chihuahua


86, dirigentes y candidatos regionales asumieron un papel trascendental en el partido. Con Luis H.
Álvarez consiguieron que la dirigencia fuese más cercana a sus posiciones y con Manuel J.
Clouthier aseguraron una campaña presidencial de corte similar a las realizadas en algunas
entidades por gubernaturas o presidencias municipales de importancia.

El PAN en campaña también desarrolló un conjunto de acciones de resistencia civil en las


que participó una gran cantidad de simpatizantes.

Las acciones del partido consistieron en marchas, mítines, plantones, tomas


simbólicas de radiodifusoras, edificios de prensa o televisoras, así como diversas acciones
de propaganda (incluidos programas radiofónicos o de televisión). Acciones de resistencia
civil que sobresalieron por su magnitud y por su especial significado durante esta etapa
fueron: el cese de pagos de impuesto predial o por el servicio deagua en el estado sureño
de Morelos [...|;la marcha silenciosa realizada en Mérida. Yucatán, [...] por la apertura de
los medios de comunicación f...|; el cierre de carreteras [...] en protesta por el fraude
realizado en el estado norteño de Coahuila; el referéndum que el PAN organizó para
apreciar si la ciudadanía de Laguna Verde deseaba o no la instalación de una planta
nucleoeléctrica en ese territorio; la 'cadena humana panista que abarcó una extensión de
17 kilómetros en la avenida Insurgentes (una de las más largas del Distrito Fe-deral); el
cierre de campaña con la Plaza de la República totalmente ocupada [...|11

La confrontación con el gobierno era un referente para los panistas de entonces. Por eso
era natural que Manuel J. Clouthier advirtiera: "No puedo garantizar a nadie que no habrá
violencia en las elecciones presidenciales".12

Incluso con la presencia de Cuauhtémoc Cárdenas, abanderado de la coalición denominada Frente


Democrático Nacional,13 el PAN consiguió atraer a una cantidad importante de simpatizantes que
le permitió sostener, según las cifras oficiales, un porcentaje de votos similar at de 1982. Y aunque
no ganó la presidencia de la República y perdió su tradicional segundo lugar, el partido consiguió
su más alto número de diputaciones federales hasta entonces: 38 de mayoría relativa y 63 de
representación proporcional.

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El discurso y las acciones panistas posteriores a 1988 cambiaron sustancialmente. Ya no
hubo una calificación drástica en el sentido de que el PR1 era el causante o el responsable de la
crisis, y tampoco las medidas estatales fueron impugnadas tanto como antaño. Por otra parte, el
partido no buscó (ni, en todo caso, pudo establecer) una alianza con las otras fuerzas de oposición;
los principales lazos establecidos por Acción Nacional a partir de 1988 fueron con el gobierno. Esto
se derivó de varias razones: en primer término, la recuperación de la dirección del partido de parte
de la fracción más gradualista de la coalición dominante del partido, gracias a la derrota electoral
de Clouthier, líder de los pragmáticos radicales ; en segundo, la aplicación de un programa de
gobierno (en especial en cuanto a la política económica) afín a los intereses del PAN; en tercero, la
mejoría económica (relativa, pero mejoría al fin) que el país comenzó a experimentar desde 1990;
en cuarto, la identificación del neocardenísmo como un adversario tanto electoral como político,
por la diferencia de proyectos de nación; en quinto, otro factor que influyó también en la postura
frente al neocardenismo fue la misma actitud ambivalente de éste frente al PAN finalmente, el
hecho de que el 20% de la Cámara de Diputados fuese de extracción panista, lo cual le permitió
erigirse en una indispensable y políticamente importante para el trabajo parlamentario y para las
reformas constitucionales y las leyes emitidas por el Congreso de la Unión en el sexenio 1988-
1994.

Teniendo conocimiento de su desplazamiento hacia el tercer lugar (conforme a las cifras


oficiales) en la reunión del Consejo Nacional de julio de 1988, Carlos Castillo Peraza (quien en ese
entonces fungía como asesor del CEN) advertía que el PAN tendría que disputarle el poder a dos
competidores: uno que quería conservarlo y otro que deseaba conquistarlo.

Este último, independientemente de sus intenciones a largo plazo, necesita que Jas reglas
del juego político electoral cambien, como lo necesitamos y lo hemos exigido nosotros.

En la batalla por la existencia y el respeto de estas reglas (electorales) estamos del mismo
lado. En la disputa por el poder somos adversarios; en los proyectos de nación tenemos
coincidencias y también discrepancias radicales; las culturas de las que ellos y nosotros somos
manifestaciones políticas respectivas tienen matrices irreductibles. Pero ambos somos y
estamos.16

Este y los demás factores antes señalados tuvieron influencia en la transformación del
partido en el plano electoral, donde lo más evidente fue la alteración del discurso. La denuncia de
las irregularidades en los comicios dejó de ser uno de los ejes de las campañas de proselitismo. El
argumento inicial para este cambio fue que la denuncia del fraude desalentaba la participación de
los electores, y eso convenía más al partido gobernante que a la oposición.

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Cuando sus triunfos fueron reconocidos. Acción Nacional dejó de ser únicamente de
oposición y se transformó en partido gobernante. En consecuencia, su perfil electoral
paulatinamente comenzó a ser diferente pues adoptó una actitud de partido responsable, es decir,
del partido que respondía a sus miembros y simpatizantes y que enarbolaba el respeto al estado
de derecho (pese a que sus adversarios principales a menudo lo pasaban por alto).

El discurso de Álvarez reflejaba con claridad esta situación en 1991. Sobre las elecciones
intermedias de 1991, el dirigente nacional señaló que antes de la jornada electoral se había
acordado la posición de:

Mantener una actitud constructiva en las fases de preparación de los procesos, de manera
que, sin abandonar la denuncia de las irregularidades, no descalificáramos de antemano los
procesos electorales mismos, porque de ese modo desalentaríamos la participación.

[...] El CEN se decidió a concretar una acción política multi-frontal que permitiera al
partido ejercer al mismo tiempo, la doble función que el contexto real de México le
impone: ser al mismo tiempo gobierno y oposición [...].

(No) soslayamos que las promesas de cambio provenientes del poder hay que tomarlas serio, a
pesar de su incumplimiento, sencillamente porque permiten, desde la conciencia organizada y
movilizada, ampliar el ámbito de las exigencias ciudadanas a la autoridad.

No obstante, los comicios federales del 18 de agosto de 1991 confirmaron la falta de


competencia efectiva en el sistema electoral de entonces, A pesar del discurso gubernamental, el
régimen político no otorgó las condiciones necesarias para un desarrollo transparente de los
comicios.

Entre 1989 y 1990 hubo modificaciones a la legislación electoral que confirmaron el


control del gobierno y del PRI en la organización de los procesos.

El Registro Federal de Electores (IFE), dependiente orgánico del Instituto Federal Electoral»
elaboró un nuevo padrón que dejó mucho que desear: alrededor de seis millones de ciudadanos
no fueron inscritos o no se les entregó su credencial para votar. Por tanto, no tuvieron derecho a
emitir su sufragio. Además, hubo acusaciones de la oposición en el sentido de que la entrega de
credenciales era selectiva en favor del PRI.

Las listas nominales (es decir, de ciudadanos en edad de votar con credencial) se
entregaron a los partidos de oposición una semana e incluso unos días antes de la jornada
electoral, sin contar con el tiempo necesario para revisarlas con cuidado.

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La falta de competencia predominó en las campañas. Mientras que el PRI gastó gran
cantidad de recursos financieros, el PAN no dio muestras de contar con tal cantidad de recursos;
cuando lo hizo, los espacios se cerraron: prensa, radio y en especial la televisión, actuaron con
parcialidad en el otorgamiento de espacios para el PAN y para la oposición en general. En el piano
local, en distintos estados (San Luis Potosí y Guanajuato, por ejemplo) el PAN tuvo cabida en unos
cuantos medios.

En la seudo competencia electoral también jugó un papel esencial en favor del PRI la
campaña de proselitismo que el Presidente Salinas de Gortari hizo para mejorar su imagen,
fundamentalmente a través del Programa Nacional de Solidaridad, un programa de obras sociales
cuyos fines electorales fueron denunciados por la oposición.

En consecuencia, los resultados del 18 de agosto favorecieron al PRI. El resultado


contradijo las afirmaciones del presidente de la República en el sentido de que sí habría sufragio
efectivo. Al respecto, Álvarez afirmó:

[...] porque Acción Nacional se tomó en serio la palabra gubernamental, puedo y debo
afirmar ahora que hubo un intento desleal de fraude electoral generalizado [...] la
reparación del daño social causado por este intento, no son suficientes, ni en la teoría ni
en la práctica, para olvidar o callar las dimensiones de esta pretensión de restauración de
una hegemonía ficticia, que fue posible desenmascarar y parcialmente frenar, gracias al
pueblo y a Acción Nacional. 19

A pesar de esto, la línea panista no sufrió alteraciones de importancia. Hasta cierto punto, esto
explica que en algunos casos, cuando el fraude se presentó, el partido asumió una actitud similar a
antaño. Pero aunque no se excluyeron del todo las tácticas más extremistas (la dirigencia
solamente fue más selectiva) poco a poco comenzaron a ser cada vez las menos aplicadas. El
cálculo político, el pragmatismo y la negociación con el gobierno predominaron en estas lides. 20

La nueva línea del partido, mencionada por Álvarez como una ͞acción política
multifrontal͟ 20 fue mejor definida como la politica total". En la sesión del Consejo Nacional de
1992, Carlos Castillo Peraza, Felipe Calderón Hinojosa y Juan Antonio García Villa, indicaron que
Acción Nacional debía poner en práctica una política total o integral, es decir:

un conjunto simultáneo de acciones de diálogo, movilizaciones populares, acción legal y


propuesta parlamentaria y de gobierno. Continuar abierto al diálogo bajo el control de los
órganos estatutarios del partido, en la medida que éste sea eficaz instrumento de
aceleración de la transición (...].21

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En el terreno electoral, en lugar de optar por la lucha cívica mediante la desobediencia


civil u otras tácticas, el PAN prefirió negociar directamente con el poder ejecutivo federal las
salidas políticas más adecuadas para los conflictos electorales. Como ya lo señalábamos líneas
antes, este fue un fenómeno común en aquellos procesos donde hubo conflictos poselectorales
pues el resultado de la elección fue de dudosa calidad.

En la medida en que las negociaciones fueron satisfactorias para Acción Nacional, las protestas
disminuyeron de intensidad o sencillamente dejaron de realizarse. Con base en la línea gradualista
(contraria a la del "todo o nada"). Acción Nacional aceptó interinatos en gubernaturas de estados
o consejos municipales sin la participación de sus abanderados para esos puestos. Y a cambio de
que no protestara, el régimen reconoció de una u otra forma su presencia electoral.

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Acción Nacional conquistó su primer gubernatura poco antes de cumplir cincuenta años de
vida. Teniendo como abanderado a Ernesto Ruffo, ex alcalde de Ensenada, derrotó por vez
primera asegún datos oficiales) al PRI en una elección local. Y el resultado fue aceptado por el
gobierno. Casi al mismo tiempo, en la Cámara de Diputados se discutía la reforma constitucional
en materia electoral, lo cual dio pie a que se difundieran rumores acerca de la "concertacesión"
que el PAN había tenido con el gobierno.

Los votos se respetaron en la elección baja californiana. Prueba de ello es que en i 991, la
senaduría de la entidad también fue ganada por el PAN con Héctor Terán como candidato. En
1989 el régimen lo único que hizo fue respetar el resultado. A pesar de la inconformidad de los
priístas locales, la dirigencia nacional del PRI, por ese entonces encabezada por Luis Donaldo
Colosio. Aceptó públicamente la derrota de su abanderado. Después de este proceso, la dinámica
de 'a concertación se definió de otro modo. En 1995 Acción Nacional confirmaría su hegemonía en
la entidad al conquistar por segunda ocasión la gubernatura con Héctor Terán como candidato.

Guanajuato es el ejemplo paradigmático de la negociación poli* tica entre el gobierno y


Acción Nacional. En 1991, Vicente Fox , uno de los pocos candidatos que continuaron utilizando un
discurso duro en contra del gobierno (en la línea de Clouthier), perdió una elección irregular.

El candidato encabezó una vigorosa campaña de defensa del voto, en medio de la cual
hubo reuniones entre la dirigencia nacional panista .y el poder ejecutivo federal. Al final, el
gobernador electo no acudió a la toma de posesión del cargo, lo que provocó la formación de un
interinato, que fue otorgado al panista Carlos Medina Plascencia. quien era presidente municipal
de León desde 1989.23

En su toma de posesión. Medina afirmó: *'No son tiempos de oposición, son tiempos de
corresponsabilidad, de participación y de trabajo conjunto".24 Como para confirmar lo señalado,
su secretario de Gobierno fue Salvador Rocha Díaz, un destacado priísta de la entidad.

El argumento decisivo en esta concertación, según algunos miembros de la dirigencia


panista. fue que con ello de todas formas se conseguía la Gubernatura y se podía preparar un
nuevo proceso electoral efectivamente limpio. Las elecciones para renovar ayuntamientos que se
dio en diciembre de ese mismo año confirmaron el ascendiente electoral del PAN en la entidad.

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Fox no puso en duda el resultado de los acuerdos de su partido con el gobierno. Fue más
adelante cuando sobresalieron sus diferencias, si bien nunca reprochó a sus dirigentes su
actuación en esos comicios en particular. En 1995, tras cuatro largos años de interinato, en las
nuevas elecciones Fox conquistó la Gubernatura con relativa facilidad.

En Guaymas. Sonora, en 1991 se dio otro caso en el cual se confirmaron las negociaciones
del PAN con el gobierno para superar conflictos electorales. Según aparece en el órgano oficial
panista. La Nación, después de que se anularon las elecciones, Diego Fernández de Ce val los
informó "que se llegó al acuerdo de formar un consejo municipal que será encabezado por el
panista Ricardo Rivadeneyra, y en su totalidad será integrado por la planilla que contendió y que
con actas ganó la elección".

Fernández de Ceval los mencionó que José Ramón Uribe Maytorena, el candidato panista,
no sería incluido dentro de la conformación del consejo a propuesta del propio Uribe.

Ya hemos mencionado que el PAN no vislumbró realmente la posibilidad de una alianza


con otra fuerza de oposición (el PRD) al comienzo del sexenio. Incluso en Baja California hubo un
intento de coalición, frustrado por la falta de acuerdos entre el PAN y el resto de los partidos.

Más adelante, en San Luis Potosí y Durango se experimentaron coaliciones opositoras


contrarias al PRI. De estas experiencias, el PAN sacó resultados poco estimulantes para que en el
futuro se establecieran nuevas alianzas.

San Luis Potosí fue, como Guanajuato, ejemplo de otra actitud panista en la arena
electoral de esta segunda etapa de participación. En 1991 una coalición PAN-PRD-PDM y la
entonces poderosa organización local Mamada Frente Cívico Potosino impulsaron la candidatura
de Salvador Nava Martínez, viejo dirigente local y ex alcalde de la capital de la entidad. La elección
fue irregular y, en consecuencia, hubo una fuerte movilización ciudadana por el respeto al voto.
Finalmente ocurrió algo similar a Guanajuato: el gobernador electo pidió licencia, pero en este
caso el interino fue también un militante del PRI.

El PAN tuvo poca presencia en las movilizaciones por el sufragio efectivo impulsadas por
Nava. La dirigencia argumentó que en realidad el candidato tenía en sus manos la orientación
política del movimiento, por lo cual el partido no necesariamente estaba de acuerdo con lo
realizado. Con la alcaldía de la capital en su poder, la dirigencia se deslindó del conflicto estatal y
de su resultado, negativo para el navismo.

Unos meses más tarde, cuando se convocó a elecciones municipales, el Frente Cívico
Potosino y el PRD acordaron no participaren el proceso pues carecía de garantías para que su
resultado fuera limpio. Mientras que la dirigencia local del PAN coincidió con esta postura, la
nacional vetó el acuerdo de sus correligionarios potosí-nos y les impuso la participación. El
resultado de la elección fue favorable al PRI y sólo la alcaldía capitalina siguió en poder de Acción
Nacional.

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En Durango en el año de 1992, También hubo una alianza PAN-PRD, que sostuvo la
candidatura de Rodolfo Elizondo. quien por segunda ocasión buscó la Gubernatura. En este caso
los resultados fueron menos relevantes que en San Luis Potosí. El triunfo del PRI no pudo
remontarse porque la coalición careció de la fuerza necesaria para ello y también porque el
candidato panista no impulsó al máximo la lucha por limpiar la elección." Las diferencias entre los
partidos coaligados surgieron en la etapa poselectoral, terminando en una ruptura.

Sin el consentimiento y apoyo reales de la dirigencia nacional, algunos panistas locales se


aliaron con el PRD. Pero como los resultados no fueron positivos, aquella vio confirmada su
desconfianza hacia ese tipo de acuerdos. Pasaron muchos años para que ambos partidos
integraran una nueva coalición.En 1992 la gubernatura de Chihuahua fue ganada por Acción
Nacional. Francisco Barrio repitió como candidato y su victoria fue reconocida. No sólo eso, sino
que su partido obtuvo las diputaciones locales suficientes para tener mayoría en el Congreso del
estado. El triunfo se derivó primordialmente de una notable estructura organizativa que permitió
la vigilancia de la votación en la mayoría de las casillas. Sin embargo, fue una victoria no exenta de
dudas sobre la negociación PAN-poder ejecutivo federal, especialmente por el notorio cambio de
discurso del abanderado panista.28

A principios de 1993, el partido perdió la gubernatura de Baja California Sur (por una
diferencia de cinco mil votos frente al PRI), ganó tres de los cinco municipios y ocho de las
quincediputaciones locales. En este caso, además de la concertación política que existió (en esa
época, en México y en una elección local era poco creíble que los ciudadanos hubieran votado por
un partido en la elección de gobernador y por otro en la elección de diputados locales), también
ocurrió un fenómeno poco analizado hasta ahora: hasta qué punto el PAN se ha nutrido de ex
miembros del PRI para crecer en estos últimos años.

Antaño en no pocas ocasiones muchos priístas que fracasaban en su partido al buscar una
candidatura, aparecían de la noche a la mañana como candidatos de los partidos paraestatales o
del PAN, y en algunos casos alcanzaban el triunfo. En Baja California Sur, Crisóforo Salido, luego de
perder la candidatura en el proceso de selección interna del PRI, ingresó al PAN acompañado de
una importante cantidad de dirigentes medios y de militantes. Esto explicó el sorprendente
resultado de la elección. Y quizá también el hecho de que no se le reconociera el triunfo en la
elección de gobernador.

Resulta igualmente extraño que el Comité Estatal panista determinara suspender las
movilizaciones en apoyo a Salido y pidiera a éste pruebas documentales del fraude ante el
ColegioElectoral, de mayoría panista.

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El caso de Yucatán reviste una importancia mayor que el resto de los estados. Luego de un
intento gubernamental absurdo para posponer las elecciones de gobernador y evitar así el triunfo
del PAN en un estado más. el congreso local (de mayoría priísta) acordó la definición de un
periodo de gobierno de tan sólo 18 meses.

Las instancias legales otorgaron el triunfo al PRI en la mayoría de los puestos en disputa en
la elección que se realizó a finales de 1993. Acción Nacional anunció entonces el fin de su
estrategia de acuerdos con el gobierno y el abandono de la ruta ordenada, pacífica y democrática.
La resistencia civil fue desempolvada, principalmente y en primer lugar por los panistas yucatecos,
quienes impulsaron plantones, "tomas" de recintos, bloqueos de carreteras, paros, denuncias de
fraude en el extranjero, entre otras actividades, para reclamar su triunfo. En medio de todo, el
candidato presidencial panista, el ex coordinador de la fracción parlamentaria federal, Diego
Fernández de Cevallos, encabezó muchos de esos actos de protesta.

Por su parte, la Comisión Permanente del Consejo Nacional acordó reducir al mínimo
indispensable el diálogo con e I gobierno.

Retirar del Consejo de Pronasol a miembros del partido y no participar en pactos de


civilidad, "en tanto prevalezcan las actitudes observadas hasta hoy por el PRl-gobierno'\

A la postre, la "solución" fue la siguiente: el alcalde electo del PRI renunció a su puesto y,
luego de un procedimiento irregular, el Colegio Electoral otorgó la alcaldía al candidato panista
Luis Correa Mena^0 La mayoría de las acciones de resistencia se cancelaron, mientras que otras
(que tenían el fin de que los comicios federales no se asemejaran a los locales) disminuyeron
paulatinamente su intensidad.

El caso Yucatán manifestó la presencia de la política negociadora tanto del PAN como del
gobierno federal. El partido, si bien amenazó con romper con éste, nunca responsabilizó
directamente al Poder Ejecutivo de lo ocurrido. Su interpretación fue que los culpables eran los
"cacicazgos locales", El PAN hizo una distinción entre la burocracia política local y la federal,
siempre favorable a la segunda. Para reclamar su triunfo En medio de todo, el candidato
presidencial panista, el ex coordinador de la fracción parlamentaria federal, Diego Fernández de
Cevallos, encabezó muchos de esos actos de protesta. Por su parte, la Comisión Permanente del
Consejo Nacional acordó reducir al mínimo indispensable el diálogo con el gobierno, retirar del
Consejo de PRONASOL a miembros del partido y no participar en pactos de civilidad, "en tanto
prevalezcan las actitudes observadas hasta hoy por el PRI-gobierno".

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A la postre, la "solución" fue la siguiente: el alcalde electo del PRI renunció a su puesto y,
luego de un procedimiento irregular, el Colegio Electoral otorgó la alcaldía al candidato panista
Luis Correa Mena.30 La mayoría de las acciones de resistencia se cancelaron, mientras que otras
(que tenían el fin de que los comicios federales no se asemejaran a los locales) disminuyeron
paulatinamente su intensidad.

El caso Yucatán manifestó la presencia de la política negocia-dora tanto del PAN como del
gobierno federal. El partido, si bien amenazó con romper con éste, nunca responsabilizó
directamente al Poder Ejecutivo de lo ocurrido. Su interpretación fue que los culpables eran los
"cacicazgos locales". El PAN hizo una distinción entre la burocracia política local y la federal,
siempre favorable a la secunda. 1

Ana Rosa Payan, ex alcaldesa de Mérida y cuyas posiciones fueron de critica severa al
gobierno federal y al PRI en general, perdió oficialmente. Al parecer, la lucha por la defensa del
voto en su favor no fue fuertemente impulsada. Con el argumento de que en la elección de la
alcaldía sí había pruebas de triunfo y en la de la gubernatura no, los panistas se conformaron con
el triunfo concedido a Correa Mena a través de un recurso ilegal. El resultado de esta elección fue
confirmado 18 meses más tarde: el PRI volvió a ganar la Gubernatura y el PAN la alcaldía de
Mérida,

En 1994 el PAN parecía ser fuerte aspirante a la Gubernatura. Pero el PRI ganó (con Víctor
Cervera Pacheco sobre Luis Correa del PAN) en gran medida gracias al uso de las más tradicionales
formas de fraude electoral.

Meses más tarde, ya en 1995, el PAN ganó la Gubernatura de Jalisco contando con un
amplio y relativamente sorprendente apoyo popular. Alberto Cárdenas, quien había ganado la
candidatura en el partido a Gabriel Jiménez Remus, logró un triunfo rotundo y tuvo la posibilidad
de gobernar con un congreso local de mayoría panista.

Es cierto que hubo entidades federativas donde, aunque el PAN no logró triunfos, avanzó
de manera relevante respecto de sus propias cifras. Por ejemplo, en las elecciones para
gobernador en Nuevo León en 1991. Consiguió el 31.5% de los votos, teniendo como candidato al
empresario Rogelio Sada Zambrano. El priísta Sócrates Rizzo alcanzó el 60% de los votos y el
perredista Lucas de la Garza el 2.7%. El PAN logró una diputación de mayoría y 12 de
representación proporcional; 25 de mayoría fueron para el PRI y dos de representación para el
PRD.32 En la participación electoral panista la tendencia era ascendente, aun en las entidades
donde no alcanzaba cargos de representación importantes.

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Acción Nacional inició su campaña presidencial el nueve de enero, en e! Teatro de la


República en Querétaro. En su discurso, Fernández de Cevallos, señaló:

Vamos por la mayoría del Congreso de la Unión y vamos por la presidencia de la


República [..,] Pero vamos también, compañeros y amigos, por algo mucho mayor, por
algo más grande: vamos por un estado de derecho, vamos por un México sin mentiras [...]
por ello y para ello buscamos el poder.33

Pero las expectativas Diego Fernández de Cevallos y del resto de los candidatos a la
presidencia de la República sufrieron un cambio profundo desde la irrupción del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional en Chiapas.

Cuando la rebelión indígena se desató en enero y después, cuando el candidato del PRI fue
asesinado, el proceso electoral, los partidos políticos y sus candidatos se vieron amenazados por lo
que parecían implicar tales hechos: la inutilidad de la vía legal para la transformación política.

Para los partidos en general y en particular para Acción Nacional, la presencia de un grupo
armado y clandestino era condenable, pues existían cauces legales y pacíficos para resolver los
problemas que hicieron explosión en Chiapas. Pero sobre todo, el Cuestionamiento que ese
movimiento armado hizo de los procesos electorales, significó también una dura crítica a todos los
actores electorales. De hecho, a principios de año solamente el PRI y el PAN recibieron severas
impugnaciones de parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Al PAN le hizo la
misma crítica que desde 1989 otras fuerzas políticas le habían hecho: su alianza con el gobierno. Al
PRI, la de ser un partido de Estado, de ser parte del "gobierno usurpador",

A finales de enero, Carlos Castillo Peraza y Fernández de Cevallos entregaron al secretario


de Gobernación. Jorge Carpizo (quien sustituyó a González Garrido a raíz de lo ocurrido en
Chiapas), un texto llamado "Democracia para la paz". Para establecer "condiciones político-
electorales que eviten mayores divisiones entre los mexicanos y conjurar desde ahora toda posible
causa de un conflicto poselectoral generalizado para agosto", los panistas propusieron las medidas
siguientes:

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Ü Funcionarios de reconocido prestigio, autoridad moral y sin militancia partidista,


en todas y cada una de las diversas instancias del Instituto Federal Electoral

Ü Rigurosa doble insaculación de los funcionarios de casilla.

  
  
 

Ü Tope de campaña del 10 % de lo estimado por el Consejo General del IFE.

Ü Tiempo del Estado para los partidos políticos en radio y televisión.

   

 

Ü? Instalaciones físicas que garanticen el secreto del voto-


Ü? Prohibición de estrategias tendientes a "comprometer" el voto.
Ü? Nombramiento de un fiscal especial para delitos electorales.
Ü? Facilidades para los observadores y los medios de comunicación.
Ü? Resultados el mismo día de la elección.

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Ü? Auditoría externa e independiente.


Ü? acceso permanente de los partidos a la base de datos del padrón.

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Ü? Instrucción del Presidente de la República, gobernadores y presidentes


municipales a sus subordinados para que no apoyen ilícitamente a ningún partido
político y el compromiso público de sancionar tales conductas.
Ü? Aplicación estricta de la ley que prohíbe la utilización de recursos y de personal del
servicio público en favor de partidos y candidatos.

Días más tarde, el pacto de civilidad al que el presidente de la República había convocado desde
principios de diciembre, cristalizó en el "Acuerdo por la paz, la democracia y la justicia", que fue
signado por ocho partidos y sus candidatos presidenciales (el PPS no lo firmó).
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El acuerdo de los ocho partidos recuperó muchas de las propuestas del PAN. Este fue el primero
de los pactos que los actores político-electorales asumieron a lo largo de la campaña. Las difíciles
condiciones de lucha así lo exigían.

Por otro lado, en las elecciones de diputados locales el PRI sufrió un severo revés puesto que si
bien tendrá el mayor número de diputados, 30, el resto de los partidos sumaron 45: 22 el PAN (de
las cuales 12 fueron plurinominales), 16 el PRD (II). Las 4 del PVEM, 2 del PT y una del PC, fueron
todas plurinominales. El PRI no tuvo derecho a que se le otorgaran de este tipo de curules,Según
decisión del Tribunal Estatal Electoral.37

El lamentable deceso de Luis Donaldo Colosio provocó una sacudida semejante o más
fuerte que la del primero de enero: el hombre designado por el presidente de la República para
ser candidato del PRI había sido asesinado. Las instituciones políticas, se dijo en su momento,
estaban seriamente lesionadas.

También el resto de los partidos sufrieron las consecuencias de estos hechos. Para Acción
Nacional, que de inmediato condenó el crimen, era necesario reafirmar el camino legal, asegurar
la realización de los comicios y echar mano de la ley para alejar al país de caminos de violencia,
injusticia y desigualdad.

Como una de las fuerzas que confeccionaron el orden legal para la elección. Acción
Nacional tuvo reticencias para cambiar la ley electoral y asegurar con ello (se decía) una mayor
limpieza en los comicios. La rebelión indígena forzó una serie de modificaciones en el gabinete y
en la ley que finalmente el PAN tuvo que aceptar para fortalecer precisamente lo que el
movimiento armado estaba poniendo en duda: la vía electoral para el cambio político. Finalmente
Acción Nacional tuvo que modificar su actitud para favorecer tales reformas. Entonces se
cuestionó también su planteamiento de que ya estaban dadas las condiciones normativas
necesarias para un proceso limpio.

Al final, las novedades del marco legal (principalmente en los órganos reguladores) fueron
vistas con buenos ojos por este partido. Incluso pudo constatar la confiabilidad del padrón
electoral, instrumento sumamente impugnado por el PRD.

Paradójicamente, fue la televisión la que dio a la campaña panista y al proceso electoral en


general el refuerzo que necesitaba. En efecto, luego de la muerte de Colosio, el presidente de la
República hizo una rápida designación de Ernesto Zedillo Ponce de León como nuevo candidato y
su imagen fue construida en cuestión de días, principalmente a través de la televisión.

Con respecto al PAN, el debate público entre los tres principales candidatos significó el
reconocimiento de Fernández de Cevallos como un aspirante superior a Cuautémoc Cárdenas y
capaz de derrotar a Ernesto Zedillo.

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La campaña de Fernández de Cevallos tuvo básicamente dos estrategias: una en la que


predominaba la movilización de simpatizantes, la realización de actos públicos como forma de
atraer votantes (sin adoptar el perfil de ofensiva de la campaña de Clouthier); la otra, basada en la
personalidad del candidato, en la difusión de su mensaje y de su imagen. La mayor parte de la
etapa de proselitismo no hubo claridad respecto de cuál era la principal, Pero después del 12 de
mayo, día del debate público, la segunda se desarrolló a plenitud. En tanto que aquélla fue
impulsada por la dirigencia nacional la segunda fue proyectada y llevada a cabo por el comité de
campaña.

La utilización de la estrategia que priorízaba los medios no necesariamente implicó el


abandono de la otra. Sin embargo, fue precisamente el hecho de que después del debate
Fernández de Cevallos se dedicara más a actividades privadas y a conceder entrevistas a radio y TV
lo que impidió una proyección mucho mayor de la candidatura. La nrucha está en aue en agosto, a
más de dos de la candidatura. La prueba está en que en agosto, a más de dos meses después del
encuentro entre candidatos, la mayoría de los cierres de campaña fueron multitudinarios. Se
desperdició la estructura territorial y los recursos de su organización. Si a esto agregamos una
ciudadanía dispuesta a reconocer en él una opción electoral real, gracias a la televisión, la
conclusión natural es esta: el candidato prevaleció por encima del partido. Ya fuera producto o no
de una componenda con el gobierno, la intermitente campaña de Fernández de Cevallos alejó al
partido de una posición mejor que la proclamada después del 21 de agosto por los máximos
dirigentes del PAN.

Los números que arrojó la jornada electoral no fueron desfavorables al partido, pues
incrementó en todos los terrenos los resultados alcanzados en otros comicios: en la elección
presidencial se ubicó en segundo lugar con el 26.7 % de los votos, lo que representó 9 millones
221 mil 474 sufragios en favor de Fernández de Cevallos; consiguió 24 senadurías como primera
minoría, 18 diputaciones de mayoría relativa y 101 de representación proporcional. Pero para los
propios panistas fue sorprendente el triunfo nacional del PRI, que incluso tuvo mayoría en los
estados gobernados por Acción Nacional (Baja California. Chihuahua y Guanajuato).

Un día después de la jornada electoral frente a las cámaras de televisión, Fernández de


Cevallos afirmó que el proceso había sido "profundamente inequitativo y profundamente injusto".
Sin embargo, advirtió también que "por ser un hombre de leyes y de instituciones" se sujetaría a la
calificación de los comicios por las instancias correspondientes.

Desde ese día Fernández de Cevallos se retiró del escenario político electoral No apoyó
con su presencia a los panistas que en algunas regiones desataron una lucha infructuosa.
Solamente apareció en la televisión para reiterar lo dicho el día 22. Fernández de Cevallos señaló
que el PRI numéricamente había triunfado, pero que de ningún modo podía avalarse la elección.
Evitando aclarar lo ambiguo de su postura, abandonó el proceso cuando aún faltaba un tramo por
recorrer.

Tanto el CEN como el Consejo Nacional panistas (el primero, la dirigencia nacional; el
segundo, un grupo de destacados militantes y dirigentes locales) emitieron sendos documentos
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condenatorios de las prácticas fraudulentas que se presentaron a lo largo del proceso. No hubo ni
descalificación ni aval al resultado de los comicios. Tampoco una exigencia general de "limpiar" la
elección o convocar a otro proceso. En lugar de ello, Acción Nacional demandó al gobierno la
realización de una serie de reformas de carácter do al gobierno la realización de una serie de
reformas de carácter político:

a)? Desvinculación entre el gobierno y el "partido de Estado".


b)? Prohibición del uso partidista de los colores de la bandera nacional
c)? Fin del presidencialismo centralista.
d)? Fin del monopolio informativo del Estado.
e)? Conjunción de esfuerzos de los sectores productivos para eliminar la marginación.
f)? Constitución de un organismo contralor del Poder Público.
g)? Diálogo nacional para la reestructuración del Poder Público, en especial del Poder Judicial.

Asimismo, el Consejo delegó ciertas tareas inmediatas al CEN, el cual impulsaría, en caso de haber
pruebas, una lucha por el reconocimiento de triunfos; definiría la posición del partido ante la
calificación de los comicios; exigiría la redistritación del país y de los estados y promovería la
permanencia de los consejeros ciudadanos del Consejo General del IFE hasta que culminara la
renovación de todos los órganos electorales y distritales.35

Antes que impugnar las elecciones, Acción Nacional tan sólo dio su testimonio acerca del proceso;
en lugar de plantear la ruptura con el gobierno, optó por conservar y, después de 1994, tender un
puente para la negociación; en vez de construir una alianza con la otra fuerza de oposición (el
PRD), decidió seguir actuando por cuenta propia para lograr las reformas del "sistema".

La idea de un gobierno de coalición (o plural) estuvo presente desde el principio de esa campaña
(a finales de 1993). Y eso implicaba la posibilidad no de una alianza entre el PAN y el PRI, sino
entre el PAN y el régimen.36

Para Acción Nacional el riesgo no radicaba en la participación o no en el nuevo gobierno, sino en el


papel que sustentaría en el futuro del régimen: el de una oposición moderada, testimonial y con
limitados espacios de poder, o el de partido auténticamente gobernante, El contexto político
cambiaría en los años siguientes porque tanto el gobierno como los partidos experimentarían
transformaciones que se reflejarían en el sistema electoral y en el sistema político en su conjunto.
A partir de 1997, el gobierno ya no sería quien tendría el papel dominante en la relación. Los
partidos brotarían como actores decisivos en la transición política.

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El resultado de los comicios presidenciales de 1994 dejó al PAN en una posición incómoda
ante el régimen. Una vez más el PRI acreditó su recuperación y el resto de los partidos no lograron
desbalancear en su favor el esquema de fuerzas en la composición del Congreso de la Unión. Los
votos del partido ya no eran indispensables para el gobierno y mucho menos para importantes
sectores del PRI, los cuales no habían aceptado del todo la negociación con el PAN para modificar
el marco legal del régimen.

Por otra parte, el nuevo presidente de la República no privilegió la concertación exclusivamente


con el PAN sino que también buscó el diálogo con el otro partido fuerte en la oposición, el PRD.
Este, al resultar derrotado en el 94, sin sostener una aguda confrontacion con el presidente en
turno, con la amenaza de perder adeptos ante la irrupción del EZLN y de cara a su incapacidad de
comprobar el fraude en las elecciones, dio inicio a la negociación con el gobierno, cuidando mucho
las formas y sin que su principal dirigente, Cuauhtémoc Cárdenas, se involucrara directamente en
las pláticas con Ernesto Zedillo, presidente de la República.

En medio de los encuentros y desencuentros entre el gobierno y los partidos, Acción Nacional
comprobó que su estrategia de diálogo finalmente había sido la mejor forma de atravesar el
pantano de la transición. Aunque el PRD dejó de criticar el método para cuestionar más tarde el
contenido de las negociaciones, a final de cuentas, quien lograría hacer realidad sus propuestas (o
al menos acercarlas a ella) fue el PAN- El voto otorgado por los ciudadanos al partido le dio un
papel determinante en el escenario político nacional y lo llevó a erigirse en auténtica opción para
las elecciones del 2000,

Luego de la liza federal del 94, el crecimiento electoral del PAN siguió dándose en el plano
local. En 1996 el PAN y el PRD ganaron la mayoría de diputaciones en un congreso local. El Estado
de México, entidad aledaña al Distrito Federal y de una importancia socioeconómica indudable,
fue el espacio regional donde el voto de los ciudadanos llevó a la conformación de lo que se
denominó al principio como un gobierno dividido: el gobernador perteneciente a un partido
diferente a alguno de los que adquirían la capacidad de construir la mayoría en el congreso del
estado. Además estos dos partidos conquistaron los principales municipios de la entidad, los más
ricos, los más poblados, los más urbanizados. En las elecciones del 11 de noviembre en el Estado
de México, el PAN conquistó 22 municipios, entre los que se ubicaban como los más importantes
de la entidad:

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Naucalpan, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, y Tlalnepantla. El partido


aumentó en casi 23 puntos procentuales su votación respecto de la elección anterior al
conseguir el 29.37% de los votos.

Por otro lado, en las elecciones de diputados locales el PRI sufrió un severo revés puesto que si
bien tendrá el mayor número de diputados. 30, el resto de los partidos sumaron 45; 22 el PAN (de
las cuales 12 fueron plurinomiriales), 16 el PRD (II). Las 4 del PVEM, 2 del PT y una del PC, fueron
todas plurinominales. El PRI no tuvo derecho a que se le otorgaran de este tipo de cumies, según
decisión del Tribunal Estatal Electoral.37

Veracruz confirmaría un esquema semejante de fuerzas a raíz de los resultados de las


elecciones intermedias locales. Los municipios de mayor importancia serían gobernados por PAN y
PRD, y el Congreso no tendría ningún partido que lo controlara por sí solo. A lo largo del sexenio
habría más experiencias de "gobiernos compartidos", con lo cual la negociación sería herramienta
de uso común para todos los actores.

La presencia del PRD como fuerza real en el sistema de partidos fue otro de los fenómenos
que ocurrió en este tiempo. Ya no se contabilizaban únicamente los triunfos del PAN sino también
los del PRD. A menudo la competencia fue entre el PRI y el PRD, teniendo como convidado
dl^piedra al PAN (como en entidades como Tabasco, Zacatecas, Tlaxcala o Guerrero). En otras
ocasiones la competencia bipartidista se daba entre PRI y PAN ante la raquítica presencia del PRD
o de otros partidos pequeños.

El PAN refrendó su poderío regional conquistando varias Gubernaturas a lo largo del


sexenio zedillista: primero Jalisco, luego Nuevo León y Querétaro; más tarde Aguascalientes y
Nayarit. Al final del sexenio ganó por segunda ocasión consecutiva las de Jalisco y Guanajuato. Los
resultados del 2 de julio del 2000 otorgaron al partido el triunfo en Morelos. Al finalizar este año
sumaría la gubernatura de Chiapas, la que ganó en alianza con el PRD y otros partidos.

Los candidatos postulados tenían una trayectoria similar: la mayoría de ellos provenían del
sector empresarial pero no del estrato más privilegiado; eran empresarios medianos o pequeños
con un asiento fuertemente regional; varios de ellos contaban con experiencia ya como
presidentes municipales panistas o como dirigentes de organizaciones empresariales; salvo Héctor
Terán, el segundo gobernador panista de Baja California, los otros gobernadores contaban con una
corta trayectoria en el partido que por lo general databa de mediados de la década de los ochenta.
De tal suerte que el éxito electoral panista ha sido disfrutado no tanto por el militante de base sino
por aquellos recién llegados que debido a la cerrada estructura de oportunidades del partido, se
erigieron de la noche a la mañana en destacados líderes del panismo, a tal grado de representarlo
en una elección.

Este fenómeno resulta en principio contradictorio si recordamos que la dirección panista


se encontraba en manos del centro y no de las regiones desde 1990; quienes disfrutan de los
frutos no son estos dirigentes sino quienes comenzaron el desenvolvimiento electoral panista. La
paradoja de un partido con una dirección centralizada y fuertes panismos regionales o locales se
c   
 
 
 



explica debido a que la dirección nacional tiene en sus manos dos espacios de poder
fundamentales (que no tienen los dirigentes regionales): en primer lugar, la negociación con el
gobierno; en segundo, la representación en el Congreso de la Unión.

Los dirigentes panistas establecieron como estrategia esencial el diálogo con el gobierno
desde 1988. Quienes se han encargado de formularlo e instrumentarlo han sido justamente ellos.
Un factor externo se combina con uno interno: los titulares del poder Ejecutivo desde 1988 al
2000 trataron de construir acuerdos con los líderes de los partidos y no mediante el trabajo
parlamentario; eso permitió el disfrute de ciertos privilegios para los dirigentes que han negociado
con el gobierno sin regirse por un marco legal reconocido. En segundo lugar, a causa de que
muchos de esos acuerdos debían concretarse y legalizarse, y también debido a que el acuerdo
cupular no siempre resulta eficaz, los grupos parlamentarios han cobrado una importancia sin
precedentes en la dinámica del sistema de partidos y naturalmente al interior de cada uno de ellos
también. Si se toma en cuenta que en el PAN la postulación de candidatos a diputados de
representación proporcional y la designación de los coordinadores de tales grupos son
prerrogativas del CEN, entonces se pone en relieve el papel de éste al interior y al exterior de la
organización.

El equilibrio de fuerzas en el partido posibilita la convivencia de los dirigentes locales y los


dirigentes regionales. Naturalmente que esto no está exento de conflictos, pero ninguno de ellos
ha afectado sustancialmente esta situación.

Los problemas de la clase política priísta han servido para encumbrar al PAN y al PRD como
partidos gobernantes en el plano local. Una crisis en el PRI local allanó el camino para que Alberto
Cárdenas triunfara en Jalisco, para que Fernando Canales Clariond lo hiciera en Nuevo León y para
que Ignacio Loyola sorprendiera a la mayoría conquistando la gubernatura de Querétaro. Algo
parecido ocurrió en Nayarit en 1999, aunque en este caso el PAN formó parte de una coalición
encabezada por un destacado ex priísta.

En Baja California y Guanajuato el panismo refrendó sus triunfos de seis años atrás. Pese a
que los ataques a las gestiones de Ruffo y Fox fueron cotidianos, el electorado prefirió votar por
los representantes del partido gobernante, el partido albiazul. En el caso de Guanajuato se supo
desde el inicio que el gobernador Fox preparaba con mucha anticipación su campaña en pos de la
presidencia de la República. Su proyección y su propaganda sirvieron para publicitar a su gobierno
y de paso para fortalecer una visión positiva del PAN entre el electorado.

Un avance trascendental no sólo del PAN sino de la oposición en su conjunto fue la


conquista de la mayoría de los escaños en varios congresos locales: en unos casos confirmando el
predominio del partido del gobernador y en otros apareciendo como contrapeso al mismo. De
1989 a principios de 1999, se habían dado 20 casos de legislaturas locales donde el partido del
gobernador era diferente al que era mayoría o que podía hacer mayoría en aquéllas. En 9 casos el
gobernador era panista; en seis casos el PAN tenía al grupo parlamentario más numeroso; en dos
casos tenía la mitad de las curules.
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El panismo de hoy tiene una trayectoria electoral que se destaca por su inicial presencia en
el piano local y su acelerado desarrollo en el plano nacional. Si se toman en cuenta sus resultados
en las elecciones presidenciales de 1988.1994 y 2000, el ascenso es realmente notable. En 1988
Acción Nacional no se derrumba en su votación pese al desplazamiento que sufre al tercer lugar a
manos del Frente Democrático Nacional cardenista. En 1991 y 1994 vuelve a tener ese lugar
tradicional, para en 1997 ceder terreno de nueva cuenta, ahora al PRD.

Si se toma en cuenta la actuación del partido en el plano municipal, las conquistas fueron
realmente notables; en 1996 ganó los municipios más importantes del Estado de México, mientras
que en Coahuila triunfó en Monclova, capital del estado, y en otros 8 municipios en los cuales vivía
el 62.8% de la población de la entidad. No está demás señalar que su porcentaje de votación
ascendió de 7.64 de la elección anterior, a 37.1% en la de 1996.

Mención aparte merecen los comicios en Puebla, en particular en el pequeño municipio de


Huejotzingo, pues la falta de limpieza del proceso justificó el retiro de la dirigencia nacional en las
mesas de negociaciones para la Reforma del Estado con el gobierno federal. Solamente la solicitud
de licencia del priísta electo y la designación de un panista como alcalde interino destrabaron el
conflicto.

 
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A principios de año, poco antes de las intermedias federales, el panismo accedió al poder
municipal en la capital de Morelos y contribuyó a que el PRI perdiera el control del congreso local.
Con ello acreditó su inserción electoral en las zonas urbanas más relevantes.

Pero una lectura detenida de los resultados de los comicios federales devela una
desaceleración del crecimiento electoral panista. En los anteriores había logrado el 25.81 % de los
sufragios; tres años después se quedó con casi el mismo porcentaje (26.60%). Naturalmente
pesaba mucho que 1997 fuese un año de elección intermedia y no presidencial, pero hubo otros
partidos que a pesar de todo incrementaron su caudal electoral entre una elección y otra (por
ejemplo el PRD, que pasó del 16.65 al 25.72%). En cuanto a número de escaños, el PAN saltó de
conquistar 20 distritos en 1994 a 64 en 1997; empero, el PRD aumentó de 7 a 70 respectivamente.
Sumadas a las cumies de representación proporcional (que fueron 57), Acción Nacional se
convirtió en la tercera fracción parlamentaria después del PRI y el PRD, que consiguieron en total
239 (165 de mayoría y 74 de representación proporcional) y 125 (70 y 55), respectivamente.

El PRI consiguió el 47.8 de los votos para diputados. A diferencia de lo ocurrido en 1988,
no alcanzó la mayoría absoluta de los integrantes de la Cámara de Diputados. Con ello de nueva
cuenta la negociación con el resto de los partidos fue indispensable para el gobierno. Sobre todo
porque ahora la mayoría no priísta podía tomar decisiones sin que el PRI estuviera de acuerdo.

En el senado, el PAN agrego 9 escaños a los 23 que tenía, con lo cual su grupo quedo
integrado por 32 de sus militantes lo que significó el 25.2%. El PRI incremento 13 a los 63 previos,
teniendo en total 76, lo cual represento el 59.8%. El PRD añadió 8 a los 8 que tenía, para hacerun
total de 16(oseael 12.6%). Estodio como resultado que el bloque mayoritario de diputados,
compuesto por el PAN, el PRD, el PT y el PVEM, tuviera como dique principal a la mayoría priísta
de la Cámara de Senadores.

Sin embargo, la fuerza del bloque obligó al PRI y principalmente al gobierno a realizar un
arduo trabajo parlamentario dentro y fuera de la cámara de diputados. Tanto los dirigentes de los
partidos como los mismos diputados y senadores fueron sustantivos en la toma de acuerdos en el
Congreso de la Unión, que de nuevo asumió su papel de contrapeso al Poder Ejecutivo.

El PAN fue quien inclinó la balanza a favor del ejecutivo porque finalmente votaría más al
lado del PRI que con el resto de los partidos. El cálculo político pesó mucho en su proceder pues
los panistas supieron desde el principio que el Senado podía ser un obstáculo insalvable si no se
acordaba con el PRI antes. De nuevo el partido prefirió aliarse con el gobierno federal en vez de
impulsar a fondo al "bloque opositor".

Los resultados de la elección federal tuvieron mucho que ver con la fuerte competencia
por la Jefatura del Gobierno del Distrito federal. Por primera vez puesta en juego, la importancia
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de este espacio para la lucha por el poder en México se manifestó en la proyección nacional que
tuvieron las campañas locales. Alfredo del Mazo por el PRI, Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD y
Carlos Castillo Peraza por el PAN fueron los contendientes principales que desarrollaron campañas
de trascendencia nacional. El arrastre del voto a favor de unos y en contra de otros se evidenció en
las cifras ya señaladas.

Con el 48,09% de los votos, el PRD arrasó en la capital del país conquistando la Jefatura de
Gobierno. 38 de los 40 escaños locales y 29 de los 30 diputados federales. El PAN, por su parte,
cayó al tercer lugar en la competencia por la Jefatura al conseguir el 15.5% de los sufragios, lo que
le dejó con dos diputaciones locales y una federal- En este caso el retroceso panista es evidente
pues en las elecciones anteriores había mostrado una tendencia ascendente (1988:22%; 1991:
24.3%; 1994: 26.5%). Por si fuera poco, las encuestas previas al proselitismo electoral señalaban
que la mayoría de las preferencias ciudadanas estaban a favor de Acción Nacional. ¿Por qué
entonces este resultado?

El PAN postuló como candidato a quien recientemente había dejado el cargo de


presidente nacional: Carlos Castillo Peraza. Sin competidor fuerte en la fase de selección
interna.38 Castillo y su partido se abocaron a la difícil tarea de construir una alternativa electoral,
sin contar con una base de apoyo amplia para su campaña entre el panismo local; sin una
estructura eficaz en todos los distritos locales y federales; sin tener alianzas con organizaciones
sociales urbanas en su seno; sin construir una adecuada relación con los medios masivos de
comunicación; sin percibir la necesidad de cambio de estrategias cuando las encuestas apuntaban
el sentir ciudadano en pro de otro partido.

La oferta electoral de Castillo Peraza no dejó de lado ningún problema social de la zona geográfica
económica y políticamente más importante del país. Las soluciones se plantearon en función de lo
que tradicionalmente había manejado la organización. Los problemas más apremiantes tuvieron
una propuesta de solución por parte del candidato, que no siempre satisfizo a los sectores sociales
involucrados;39 tal vez este fue su principal error. El panista oriundo de Yucatán confirmó su
preferencia por hacer responsables a los ciudadanos del Distrito Federal de su propio bienestar, lo
cual implicaba una política económica y de gasto social realista,acorde con los tiempos de políticas
neoliberales que se vivían. Los subempleados de la economía informal vieron amenazada su
fuente de subsistencia por las propuestas del panista.

Castillo reconoció como adversarios al PRI y al PRD. Incluso cierta parte de los medios lo
vio más beligerante frente a Cuauhtémoc Cárdenas que ante Alfredo del Mazo. En todo caso la
postura del panista estuvo a contracorriente de la del perredista, quien desde su campaña en 1988
no reconoció al PAN como una fuerza autónoma sino subordinada al gobierno y sus políticas
neoliberales. Lo cierto es que en 1997, finalmente, en el discurso de Castillo Peraza la crítica fue
sistemática a "las dos versiones del PRI", como solía hacer referencia el entonces candidato.

Su exclusión del debate público entre los dos principales contrincantes dejó sin un
incomparable espacio de propaganda al panista, que se encontraba ubicado ya en. el tercer lugar
de los sondeos electorales. Huelga decir que la pésima relación de Castillo con los medios fue un
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elemento más que dejó sin fuerza al candidato para la competencia electoral. Nada más
cuestionable que la actitud asumida por el abanderado panista frente a los medios de
comunicación, los cuales, por su parte y confirmando su papel, se dedicaron a rescatar sus traspiés
y su lenguaje escatológico (dirigido a los propios informantes), que a destacar sus propuestas de
campaña.

El desastre electoral panista en el Distrito Federal no se debió exclusivamente al candidato


Castillo Peraza. Ciertamente las encuestas señalaban ventaja para el PAN a principios de la
contienda electoral. Pero al retratar fugazmente la realidad, las encuestas no podían captar
hechos como las pugnas al interior del partido en el piano local y con el mismo candidato; la
raquítica cantidad de militantes panistas (alrededor de 6 mil activos en todo el Distrito Federal); la
nula influencia del panismo en las organizaciones urbano populares (sustantivas para el triunfo del
PRD); la histórica preferencia a favor de los partidos de izquierda en la zona metropolitana; la
crítica actitud con la que tradicionalmente los medios trataban al PAN; y por supuesto la falta de
objetividad del candidato y su partido para sopesar los diferentes momentos claves de la campaña
y modificar su estrategia.

El Distrito Federal no encendió los focos rojos en Acción Nacional debido a que sus
miembros sabían perfectamente sus carencias. La conquista de las gubernaturas de Nuevo León y
Querétaro en julio de 1997 retrasaron el reconocimiento del estancamiento electoral de Acción
Nacional. Pocos meses después sería ineludible debido a los resultados de los comicios locales
siguientes. Un repaso de los mismos permite percibir esta situación:

-? En Jalisco, con gobernador propio, el PAN perdió la mayoría en el Congreso local.

-? El partido se rezagó en Sonora por un agudo conflicto interno que fue resuelto con la
intervención discrecional del CEN. La consecuencia fue que el partido vio pasar al PRI y
al PRD en la recta final por la gubernatura. El primero la ganó y el segundo lo hizo en
cinco de las ciudades más importantes. El PAN únicamente acreditó su triunfo en tres
de los municipios, si bien de los más sobresalientes. Junto con el PRD conquistó la
mayoría en el congreso local.

-? En San Luis Potosí no avanzó, en parte debido a que no apoyó al candidato heredero
de Salvador Nava Martínez y el Frente Cívico Potosino, organización local que prefirió
competir con las siglas del PRD, sin mayor suerte.

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-? Colima, Campeche y Tabasco fueron entidades con una exigua votación a favor del
partido. En ellas prevaleció el bipartidismo PRI-PRD.

-? En noviembre de ese mismo año, en Veracruz, la oposición ganó en 107 de los 210
municipios: 59 el PRD. 39 el PAN, 6 el PT. 2 el PVEM y 1 el PPS. Aunque el PRI triunfó
en 103 municipios, el resto gobernaría por tres años por lo menos al 68.5% de la
población de la entidad

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El año de 1998 trajo al PAN una importante cantidad de derrotas. Si bien la estrategia
electoral que le había dado éxito antaño siguió vigente, al parecer el entorno electoral cambió de
manera sustantiva sin que el partido se diera plena cuenta de ello. En primer lugar, el voto ya no
dependía exclusivamente de una actitud antiPRI como sucedía antes. Entonces los ciudadanos
estuvieron en posibilidad de evaluar el ejercicio gubernamental de diversos partidos y en función
de ello extendieron su voto a favor de uno y en contra de otros. El negativo resultado de
Chihuahua se inscribió en esta línea.

En segundo término los resultados del 97 y el 98 indicaron que, además del PAN y el PRI,
había un tercer competidor, el PRD, que estaba manifestando los resultados de su trabajo
partidista tanto en las federales del 97 como en las locales del 98. Más allá de toda retórica, hasta
1994 el PRD no había conseguido triunfos electorales de importancia. Serían los comicios de 1995
y primordial mente los de 1997 los que le dieron el empuje que conservó todavía en 1998. Aunque
desde el 88 el PAN vio al neocardenismo como un enemigo de cuidado, desestimó la fuerza que
tendría en el mediano plazo.

En tercer lugar, las escisiones del PRI no beneficiaron al PAN sino principalmente al PRD. Los
desgajamientos del partido gobernante fueron a dar al PRD, el cual incrementó notoriamente sus
filas y su caudal electoral al ganar con expriístas las gubernaturas de Zacatecas, Tlaxcala y Nayarit.
En éste último estado el tradicionalmente endeble panismo local se sumó a la coalición PRD-PT
que apoyaba la candidatura de Antonio Echavarría, consiguiendo para el panismo una victoria
pírrica. Pero veamos con detenimiento los resultados.

En Yucatán el partido perdió 8 de los diez municipios que tenía y 2 de siete distritos locales,
aunque retuvo la alcaldía de Mérida.
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En Baja California, con gobernador propio, dominó la votación en tres de los cinco
municipios (Tijuana, Mexicali y Rosarito) pero perdió la mayoría en el congreso local.

El principal revés fue en Chihuahua donde desaprovechó la oportunidad de retener la


gubernatura; el PRI la recuperó con su candidato, Patricio Martínez. El abanderado albiazul.
Ramón Ga-lindo, y el partido reconocieron su derrota. Además, el PRI captó la mayoría en el
Congreso local.

En los comicios de gobernador de Durango,el partido quedó en segundo lugar con Rosario
Castro Lozano, exalcaldesa de Lerdo, con el 30.89% de los sufragios por 39.89% del PRI con Ángel
Sergio Guerrero Mier.

En Zacatecas el partido fue testigo de la victoria del PRD, cuyo candidato ex priísta, Ricardo
Monrreal, le arrebató la Gubernatura al PRI. PAN, PRD y PT consiguieron la mayoría absoluta en el
Congreso del estado.

Solo hubo un triunfo para el PAN en 1998: en Aguascalientes se apoderó de la


Gubernatura con Felipe González y de la mayoría en el congreso hidrocálido. La victoria sin
embargo es aparente pues el abanderado tenía muy poco tiempo de haber ingresado al partido
(poco antes del comienzo de las campañas de proselitismo).

En Chiapas los resultados fueron magros: el partido se llevó 4 municipios, entre ellos de
nuevo la capital.

En Puebla, el PRI retuvo la Gubernatura al vencer a la lideresa histórica del panismo local,
Ana Teresa Aranda, por un margen amplío de votos. También recuperó la capital, tradicional
bastión del partido. En tanto, el expanista y empresario Ricardo Villa Escalera, postulado por el
PRD, se ubicó en el tercer lugar.

En Sinaloa el contexto parecía propicio para que Acción Nacional diera la sorpresa. Sin
embargo, el PRI conservó la gubernatura con Juan S. Millán, sobre el candidato del PAN, el
empresario Emilio Goicochea Luna.

Lo mismo ocurrió en Veracruz, donde la disputa trípartidista y el hecho de que los


principales municipios no estuvieran en manos del PRI parecían dar ventaja al PAN o al PRD. Pero
no fue así: ambos retrocedieron respecto de La elección anterior. Luis Pazos, ideólogo empresarial
y candidato del PAN, poco pudo hacer ante el priísta Miguel Alemán, gran empresario c hijo de un
ex presidente de la República.

Acción Nacional también fue testigo del triunfo perredista en Tlaxcala, donde el expriísta
Alfonso Sánchez Anaya, candidato de la Alianza del PRD. PT y PVEM, conquistó la gubernatura.

En 1999, las cosas no resultaron mejores para Acción Nacional. Si bien se puede
contabilizar en su favor el triunfo en Nayarit, lo cierto es que allí ganó un expriísta con base en una
coalición electoral en la cual el panismo pesaba poco.
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La experiencia de coa lie ion electoral también se llevó a la práctica en Coahuila, donde el
PRI recuperó el terreno perdido en las elecciones anteriores e incluso derrotó al PAN en su bastión
Mon-clova, capital de la entidad.

En Hidalgo el partido se negó a sumarse a la coalición electoral con el PRD. encabezada por
Miguel Ángel Granados Chapa, y no tuvo avances significativos.

Finalmente en el Estado de México el PAN perdió la gubernatura ante el PRI, mientras que
en Hidalgo conquistó 10 municipios, el principal Pachuca, capital del estado.

Los resultados de los años 1997-1999 son en términos generales desfavorables para elPAN. De
manera natural, el intercambio de votos con el PRI y el PAN señalan con mayor claridad que antes,
una dinámica electoral cambiante, en la cual ninguno de los partidoscontendientestiene dado el
voto de una vez y para siempre. Sin embargo, más allá de los resultados negativos, sin avanzar
espectacularmente, la inserción del PAN entre el electorado fue creciendo en forma destacada. A
finales de 1999 gobernaba seis estados de la república (Baja California, Jalisco, Guanajuato, Nuevo
León, Aguascalientes y Querétaro) y uno en coalición (Nayarit), estaban en sus manos 287
presidencias municipales (entre ellas 12 capitales de estado), contaba con nutridas fracciones
parlamentarias en congresos locales, tenía 121 diputados federales y 32 senadores. Considerando
los estados, la población gobernada por Acción Nacional ascendía a 30% del territorio nacional a
finales de 1999.4S

Pese a todo la construcción de la estructura panista en la mayor parte del territorio


nacional no corrió en paralelo a su participación electoral. Fue fundamentalmente su presencia al
frente de presidencias municipales, gubernaturas, congresos locales y Congreso de la Unión, lo
que lo hizo aparecer como un serio competidor en los comicios presidenciales del 2000. En otras
palabras, el partido no se derrumbó sino que detuvo su crecimiento a causa esencialmente del
cambiante entorno político.

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Vicente Fox representa fehacientemente ai político panista que se desarrolló en los


últimos años. No fue un candidato externo, ni llegó de pronto para utilizar el aparato partidista en
su camino hacia el poder. Por el contrario, él es un genuino producto de esa organización política.
Personifica a la fracción de pragmáticos radicales que estuvo en contra del PRI, del estatismo, del
corporativismo, de la alianza con el gobierno, de la vía gradualista para el cambio político por la
cual había optado la fracción panista dominante desde julio de I988,

Los conflictos internos explican en parte la estrategia seguida por Fox para obtener la
candidatura presidencial del partido. La estructura de oportunidades no era propicia para que la
consiguiera un militante alejado de la dirigencia nacional. En el PAN prevalecía el voto indirecto
para selección de dirigentes y de candidatos, el centralismo permeaba todos los niveles de
participación y el CEN, candidatos declinó en favor del otro y finalmente la alianza no se realizó.

La labor de proselitismo electoral del guanajuatense se fortaleció al asumir la candidatura.


Ciertamente el papel de la publicidad electoral fue notable en la atracción del electorado en su
favor. Los anuncios se repitieron sistemáticamente en los medios más conocidos y en los horarios
con mayor nivel de audiencia. En ellos el ataque se dirigió sistemáticamente hacia el
PRI,calificándolo como una institución responsable de los graves problemas del país y resaltando
su incapacidad para resolverlos. Como contraparte al partido gobernante, el panismoofreció "el
cambio" ("Imagínate un México sin el PRI [...] y ya está hecho") en el corto plazo (en un "Ya" que
después se convertiría en "Hoy").

Esta idea de transformación fue lo que dio el nombre a la alianza electoral que el PAN
estableció con el pequeño Partido Verde Ecologista de México (PVEM): la Alianza por el Cambio.48
Acción Nacional construyó dicha coalición con fin de aparecer como competitiva ante la Alianza
por México, una coalición de cinco partidos encabezada por el PRD y cuyo candidato presidencial
era Cuauhtémoc Cárdenas. Más allá de ese objetivo no hubo otro, pues las propuestas sobre
medio ambiente no fueron sustantivas a lo largo de la campaña.

En el ámbito de la oferta electoral, Vicente Fox no se alejó de lo que tradicionalmente


había postulado Acción Nacional. Sin ser un buen orador ni, por supuesto, un ideólogo. Fox no
reflejó en sus discursos a la doctrina panista. Más bien fue construyendo una serie de principios a
lo largo de la campaña que, sin embargo, no se contrapusieron a la concepción del partido.

Las propuestas en materia de política económica fueron uno de los elementos a


diferenciar respecto de sus contrincantes. Su concepción sobre el estado era la de un estado

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fuerte, no mínimo, que debía garantizar que no se generaran conflictos en las relaciones sociales
que obstaculizaran el desarrollo económico y resquebrajaran la armonía social. El estado no debía
ser propietario sino impulsor de la iniciativa privada; debía asegurar la libertad individual para
elegir y el derecho de propiedad. Así, cualquier política donde el estado asumiera un papel
protagónico resultaba, para Fox como para el panismo, una política que desalentaba, constreñía,
limitaba la libertad de los individuos a participar en el mercado.49

Hay que hacer notar que la base del discurso foxista (que es la misma del PAN) era el
individuo y no el estado, no la sociedad, no la empresa o la comunidad. En ello su postura se
distinguió de la de los neoliberales mexicanos, pues mientras que estos optaron por sustentar su
modelo en la gran empresa y la apertura comercial, los panistas preferían asegurar un mayor
margen de maniobra para los empresarios en general, poniendo el acento en la iniciativa
individual para lograr un desarrollo sostenido.Según el guanajuatense, el desarrollo estaría
sustentado en el impulso de no solamente las grandes empresas o del sistema financiero, sino
principalmente en el estímulo de la pequeña y mediana empresas, las cuales (según la perspectiva
de Fox) habían sido ignoradas o abandonadas a su suerte por los gobiernos priístas. Aquí es donde
se dejó ver la extracción social de Fox y de gran parte de los panistas de hoy.

En el ámbito económico tres temas llamaron la atención a lo largo de la campaña: 1) las


privatizaciones de empresas como Pemex y la CFE; 2) el Tratado de Libre Comercio con EU. Y
Canadá; 3) el caso FOBAPROA. Sobre el primero Fox y el PAN estaba de acuerdo con su
privatización; respecto del segundo se manifestaron dispuestos a ampliar la apertura comercial; en
cuanto al tercero, Fox respaldó sistemáticamente la postura de su partido.

En el ámbito educativo el discurso foxista fue netamente panista.50 Manifestó los


siguientes objetivos en materia educativa: aumentar el promedio de escolaridad de siete a diez
años; adoptar e! principio de calidad en educación; lograr la participación de los padres de familia
y de la sociedad en este rubro; actualizar a los profesores y mejorar su situación laboral; fortalecer
el nacionalismo y la "universalidad" de los mexicanos; y fomentar la descentralización.

La propuesta general sobre educación no se alejó de la política de modernización


educativa los últimos dos gobiernos, salvo por el énfasis en la capacitación para el trabajo (donde
se ubicaba justamente la noción de "capital humano" en educación).

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Las relaciones estado-iglesia constituyeron una cuestión definí tona para la caracterización
de la propuesta foxista de gobierno.

Más allá de las diversas manifestaciones de sus creencias religiosas en los actos de
campaña, " Fox planteó una serie de lineamientos en un documento denominado: "Proyecto para
la libertad religiosa y relaciones estado-iglesia", que se conoció como "el decálogo" y que fue
dirigido expresamente a la jerarquía católica.

El abanderado panista trazó un panorama promisorio para el desarrollo de las iglesias


como parte sustancial del cambio. Fox propuso dar una mayor libertad para las iglesias y delineó
expresa-mente la posibilidad de que se le otorgaran apoyos del estado para el desarrollo de
actividades productivas, siempre y cuando favorecieran a la sociedad. Por otro lado, sin mencionar
con claridad el asunto, dejó abierta la posibilidad de que las iglesias participaran directamente en
la definición de los contenidos de la educación. Aunque inicialmente Fox llegó a manejar que
hacían falta valores religiosos en la escuela, ante las críticas prefirió solamente resaltar la
necesidad de fortalecer los valores éticos y morales para que el ser humano lograra su plenitud.

Ante el conflicto político en el estado sureño de Chiapas, provocado por la guerrilla


indígena denominada Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el candidato panista manifestó
desde el principio de su campaña estar dispuesto a resolverlo inmediatamente, comenzando con
la salida del ejército federal de la zona, siguiendo con hacer realidad los acuerdos que ya se habían
establecido entre las partes (conocidos como los acuerdos de San Andrés Larráinzar) y finalmente
reiniciando las negociaciones para tratar de satisfacer las demandas del EZLN.

Fox fue criticado por afirmar que resol vería el conflicto en 15 o 30 minutos. Esta idea no
solo era un alarde propagandístico del candidato, sino sobre todo mostraba un voluntarismo que
poco reparaba en la ardua labor de convencimiento que tendría que hacer con el ejército y
principalmente con Acción Nacional para tomar esas medidas. El PAN no comulga del todo con esa
concepción foxíana como se confirmó en el 2001 con la aprobación de una ley indígena que no
satisfizo los intereses del grupo guerrillero y de otras organizaciones representantes de los
intereses indígenas.

En el ámbito político fue donde los planteamientos de Vicente Fox se separaron del orden
establecido. Fox manejó la idea de un nuevo pacto social entre gobernantes y
gobernadosmediante el cual se asentara un auténtico régimen democrático, en el que se hiciera
realidad el federalismo, la división de poderes y la rendición de cuentas.

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Inicialmente su postura no fue precisamente la de un convencido de la necesidad de un régimen


democrático. Daba la impresión que no lo concebía como elemento básico sino como uno de los
rasgos que el régimen debería tener en el futuro. Partía de una visión conservadora del gobierno
pues lo concebía como estratégico, es decir, el que establecería las prioridades de la nación,
definiría el programa de gobierno pertinente y ejecutaría las acciones correspondientespara
resolver los problemas, siempre en forma democrática. El conservadurismo estaba en su idea de
que es una parte del todo social quien tiene la capacidad de gobernar (los "mejores" hombres).

La crítica al régimen político autoritario se centró en destacar y rechazar su carácter


perverso, manejando como contraparte la idea de un gobierno inteligente (es decir,
administrativamente moderno y eficaz), responsable (que rindiera cuentas constantemente),
participativo (que estimulara la iniciativa y la acción de los ciudadanos), transparente (que tuviera
todos sus procesos abiertos), descentralizado (que otorgara mayores tareas y recursos a estados y
municipios), en suma, un gobierno que manejara como principio la "calidad total".55

El presidencialismo en sí mismo no fue atacado de manera consistente por el abanderado


panista. a excepción de cuando hizo referencia a la división de poderes. Incluso en el momento en
que enarboló la bandera de un gobierno de transición, el guanajuatense estuvo lejos de
manifestar un sólido cuestionamiento a dicho rasgo del régimen. La actitud voluntarista de Fox
explicó esta postura.

Sobre el corporativismo tampoco tuvo un punto de vista diferente al sustentado por el


PAN. Tradicionalmente este partido se había opuesto a la subordinación de las
organizacionessociales al PRI y al gobierno; pero solamente se rechazaba, no había propuestas
alternativas ni del partido ni de su candidato.

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Como puede apreciarse a partir de este repaso general de las más importantes posiciones
políticas del candidato y su organización, las posturas ideológicas de Fox fueron claras: de derecha,
como las de su partido, el PAN, 55

La presencia electoral y de gobierno que Acción Nacional había logrado así como su
postura anti-PRI y anti-gobierno fue lo que permitió a Fox obtener el respaldo de la mayoría de los
ciudada0)s para derrotar en las unías a sus contrincantes. Particularmente sirvió el llamado al
"voto útil" que impulsó sistemáticamente en los últimos 45 días de su campaña. Fox hizo
reiterados llamados a Cuauhtémoc Cárdenas, a los militantes y a los simpatizantes de la

En la campaña se habló repetidamente de una serie de incongruencias de parte del


candidato, aunque en realidad nunca dejó de manifestar su apoyo a las políticas antiestatistas, de
apertura comercial, de liberación del mercado de las ataduras gubernamentales, de la libertad del
individuo, de la privatización de las empresas paraestatales, de sus creencias católicas y su respeto
y defensa de la libertad religiosa. En realidad, cuando el discurso foxista cambió fue ante los temas
más polémicos como PEMEX. FOBAPROA, TLC y EZLN. Ante ellos propuso generar los mayores
consensos (incluso mediante un referéndum) para adoptar una decisión, pero en ningún momento
manifestó su interés de desligar a la industria petrolera del gobierno; tampoco exigió castigo
inmediato a los acreedores del fondo bancario, ni tampoco rechazó algún tratado comercial. De
haber emitido estas posiciones, las incongruencias hubieran sido consistentes. Simple y
sencillamente el candidato sostuvo las posiciones de derecha que tradicionalmente había
sustentado.

Alianza por México para conceder su voto a su candidatura y "sacar al PRI de los Pinos". El
llamado a la emisión del voto útil no tuvo mucho eco entre las dirigencias de los partidos, pero el
panista atrajo a destacados miembros de otras fuerzas, con lo cual pareció imprimirle a su alianza
un pluralismo del cual carecía al principio.

En buena medida como resultado de esta situación, la propuesta foxista de un gobierno de


transición estuvo presente en la recta final de la campaña. El abanderado panista se manifestó en
favor de un gobierno incluyente, comprometido con la transformación del régimen político y
dispuesto a aceptar las adhesiones y proposiciones de otros actores coincidentes con esa bandera.
La propuesta de un gobierno de transición no se concretó por escrito, pero inclusive el candidato
(aunque aclaró que no era su propuesta pero la acataría si correspondiera al interés general de a
sociedad) llegó a hablar de un nuevo constituyente y una nueva constitución.

Juan José Castro. ex presídeme del PRI en Guerrero; Florencio Sal azar Adame, ex
secretario de gobierno en Guerrero (fue nombrado Coordinador de Adhesiones en el comité de
campaña foxista); Sergio Román Velázquez, ex candidato a la presidencia municipal de Almoloya.
Por otro lado también lo apoyaron. Joel Ortega, del desaparecido PCM; Evaristo Pérez Arreóla, con
un largo historial (ex dirigente sindical, ex asesor del presidente Salinas de Gortari. ex presidente
municipal de Ciudad Acuña por el PFCRN, fundador y dirigente del Partido Unión Democrática de
Coahuila y diputado local por el PT).
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Los resultados electorales concedieron un amplio triunfo a la Alianza por el Cambio en la


elección presidencial. Con casi 16 miIIones de sufragios, lo que representó el 42.52% de la
votación. Fox y el PAN derrotaron por primera vez al PRI. Además, sus grupos parlamentarios
están compuestos por 208 diputados (de 500 en total) y 46 senadores (de 124 en total).

 
  

Antes de su llegada a la presidencia de la República, el PAN se destacaba por su fortaleza


como opción de gobierno en el plano lo-cal. De 1983 a 1994 consiguió importantes victorias y
refrendó su presencia con otras más. Resaltó su participación en comicios como los efectuados en
Jalisco, Tamaulipas, Nuevo León. San Luis Potosí, Guanajuato, Chihuahua, Durango, Sinaloa,
Yucatán y, evidentemente. Baja California. En ellos básicamente el PAN fue el principal actor de la
oposición, logrando el reconocimiento de su triunfo en las elecciones para gobernador en Baja
California (1989). Chihuahua (1992) y Jalisco (1994), además de la designación de un panista como
gobernador interino en Guanajuato (1991).

El PAN tuvo una gran actividad y presencia en zonas urbanas, en particularen capitales de
estado. Aplicó una estrategia selectiva de movilización después de las jornadas electorales en
contra del fraude. En no todos los comicios el partido se manifestó en contra de las
irregularidades. El caso más claro fue el de San Luis Potosí.

Acción Nacional rechazó veladamente el establecimiento de alianzas con otros partidos


políticos, en especial con el PRD, para nominar candidatos a puestos de elección. Como
consecuencia, no apoyó decididamente los triunfos de otros partidos de oposición.

En el transcurso de los comicios el partido sufrió constantes disputas por la dirección


ideológica y por los principales puestos de elección popular entre dos fracciones internas entonces
existentes, la de los pragmáticos radicales y la de los doctrinarios en a lianza con los pragmáticos
que ingresaron al partid o en los años setenta (comúnmente identificadas una como neopanista y
la otra como forista). Este conflicto desapareció con la salida de los miembros del Foro Doctrinario
Democrático en 1992.

En el plano federal el partido obtuvo importantes resultados en las elecciones federales de


diputados y senadores. La lucha por la presidencia de la República resultó muy complicada tanto
en 1988 como en 1994, pero los datos fueron relativamente favorables, aun sin triunfo. La
magnitud de las confrontaciones políticas difícil-mente puede notarse en las cifras electorales.

En general, la ascendente presencia electoral panista fue síntoma de una fuerte


institucionalización. Desde 1983 y principalmente desde 1989 su fortalecimiento era una realidad,
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no obstante el poderío que el PRI manifestaba al conservar en sus manos la gran mayoría de los
puestos de representación política de gran en verga-dura entre 1983 y 1988.

El PAN fue el primer partido que pudo llamar la atención del país y del extranjero sobre la
ilegitimidad de los triunfos del PRI (con el "caso Chihuahua*' de 1986). En elecciones estatales se
enfrentó al gobierno y a su partido, logrando importantes victorias políticas.

Los triunfos electorales vinieron después. Con base en su anti-gua presencia en varias
regiones del país. Acción Nacional fue la opción que los ciudadanos eligieron para manifestar su
inconformidad con el gobierno. Posteriormente el partido ganó en forma consecutiva los mismos
puestos, lo que le permitió consolidarse como fuerza electoral y como gobierno. En resumen, a
partir de1989 su actitud respecto de sus adversarios cambió, y también sus triunfos electorales
comenzaron a multiplicarse.

El ascenso electoral se detuvo temporalmente en 1994, como para el resto de los partidos
de oposición. El resultado de los comicios presidenciales confirmó al PAN como segunda fuerza
electoral y al PKD como parte del sistema de partidos, cada vez menos hegemonizado por el
partido gobernante: el multipartidismo moderado era ya una realidad.

Las experiencias de gobierno en los municipios o estados donde había ocurrido ya la


alternancia dieron a la competencia electoral coordenadas diferentes a las del pasado. Los triunfos
o derrotas fueron más responsabilidad de los partidos y de sus resultados a la hora de gobernar y
menos del estado de ánimo de los electores frente al PRI. El PAN supo de la negativa valoración
ciudadana de su actuación en el gobierno en no pocas jornadas electorales.

El panismo quedó en calidad de testigo en varias entidades ante el traspaso de liderazgos


políticos del PRI al PRD, que le redituaron sendas victorias a éste último. Carente de estructura, el
PAN fue incapaz de mostrarse como alternativa en aquellas entidades donde el bipartidismo PRI-
PRD tomó carta de naturalización. Y siendo congruente con su tradicional postura antiperredista y
salvo en contadas excepciones, no hizo coaliciones electorales con dicha fuerza. Empero, sí
confeccionó acuerdos con ella en la labor parlamentaria en los planos local y federal. Tal tarea
resultó ardua en la medida en que el electorado de no pocas entidades de la República despojó de
la mayoría al PRI o bien no se la concedió al gobernador, proviniera del PAN o del PRD.

En la dimensión nacional, fue justamente el resultado de los comicios federales del 97 el


que alteró sustancialmente la dinámica del sistema electoral, de suyo cambiante a partir de 1988.
En efecto, la pérdida del PRI de la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la consecuente
mayoría del resto de los partidos, incluido el PAN, confirmó la decadencia del partido todavía
gobernante, el ascenso del PRD y el estancamiento de Acción Nacional.

Los éxitos electorales del panismo no continuaron como señalaba la tendencia. Hubo
graves retrocesos como el de Chihuahua. No obstante, los triunfos en el plano municipal o distrital
continuaron. El panismo prosiguió con su paulatino desarrollo en el plano local, proceso que el
PRD no experimentó, con todo y sus cuatro ejecutivos locales, presumiblemente a causa de que su
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éxito no radicó en sus propias bases sino en las escisiones del entonces partido gobernante. La
estructura panista se afianzó en otras regiones del país, no conocidas por el partido hasta
entonces. Y los espacios geográficos que le correspondió gobernar le concedieron la posibilidad de
acercarse a ciudadanos que poco sabían de Acción Nacional.

Solo de esta manera puede entenderse, en parte, el triunfo que lograría este partido en las
elecciones presidenciales del 2000. Este fue el momento de la recuperación panista. Siendo fiel a
la estrategia electora] que desde los ochentas le rindió frutos, el partido postuló a un candidato de
reciente ingreso, de extracción empresarial, que utilizó un severo discurso antipriísta, que
enarboló la bandera del cambio y que con vastos recursos (no únicamente los del partido) llevó a
cabo una eficaz campaña en los medios de comunicación.

Ciertamente hubo diferencias en la candidatura respecto de las anteriores, tales como La


condición de ex gobernador del finalmente ungido como candidato, o el hecho de que su campaña
comenzara antes incluso de los tiempos formales para la selección interna, o bien que el candidato
y su comité de campaña gozaran de gran autonomía frente a la dirigencia nacional Pero estas
características no implicaron la construcción de un nuevo modelo de estrategia electoral para
Acción Nacional.

En perspectiva histórica, hay factores internos que explican el éxito electoral del PAN : la
renovación generacional que ocurre apartir de los años setenta, donde los viejos fundadores o
seguidores de los principios originales ceden su lugar ante el empuje de los nuevos militantes (no
todos empresarios); el acentuado poder de los bastiones regionales, donde justamente se
fortalece cada vez más la presencia del partido; el activismo empresarial, que le inyecta una
importante cantidad de recursos y que refuerza su orientación electoral; una serie de sencillas
posiciones ideológicas conservadoras que radican sustancialmente en la defensa de la libertad, del
individuo y de la propiedad; una postura anti estatista y contestaría, traducida en una crítica al
gobierno y al PRI por su incapacidad e ineficacia para resolver los problemas de la nación. Todo
ello hizo del PAN una organización electoral fuerte en el contexto político mexicano.

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