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Boss of me.

Lila Younger
La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con
el único fin de propiciar la lectura de aquellas obras cuya lengua madre
es el inglés, y no son traducidos de manera oficial al español.

El staff de Lucky Girls apoya a los escritores en su trabajo, incentivando


la compra de libros originales si estos llegan a tu país.

Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor.

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento.

¡Disfruta de la lectura!
Sinopsis
Ojos color esmeralda.

Una sonrisa que podría conseguirle lo que quiera.

Y un cuerpo, un cuerpo que me humedecen las bragas. Él es la fantasía de toda


mujer. ¿Por qué no podría amarlo?

El hecho de que es mi jefe, ese es el por qué. Y no solo mío, pronto será el CEO. Y
eso significa escándalo. Así que sé que está fuera de los límites.

Hasta que una noche quedamos atrapados juntos en la oficina y se me vuelve


imposible seguir resistiéndome a él. Y una vez que nuestra aventura comienza, no
podemos quitarnos las manos de encima. Las cosas que puede hacer con su lengua,
sus manos, su paquete… nunca tuve a un hombre como este – un hombre que me
hace gritar por más.

Y eso es exactamente lo que quiero.


1
Chelsea

P
or tercera vez en la noche desearía poder decirle que no a Steph. No he
podido hacerlo desde que la conocí en el jardín de infantes y declaró que
seríamos mejores amigas. Su cabello rubio rojizo estaba atado en dos
rodetes sobre su cabeza y estaba usando un overol de corderoy purpura y un tutú.
Yo llevaba una aburrida camiseta color celeste bebé y una falda de jean que mi
mamá me había hecho usar. Incluso allí me sentí aburrida y plana a su lado. Pero
Steph vio algo en mí: una cómplice. De buena gana permití que Steph decidiera qué
haríamos durante el recreo, y eso fue todo. A través de los años, hubo más de unas
cuantas veces cuando Steph nos metió en problemas juntas, pero debía admitir que
mi vida sería mucho más aburrida sin ella.

Sin embargo, esta noche solo quería llegar a casa y hundirme en una bañera con
burbujas. Con una botella de vino. Quizás dos. Definitivamente no quería estar en
esta pequeña cervecería. Estoy usando un vestido rojo que es absolutamente
demasiado elegante para este lugar. Es más bien un lugar de jeans y camisas de
franela. Las pequeñas luces amarillentas dificultan ver cualquier cosa excepto el
juego en la pantalla, y la música ensordecedora hace imposible tener una
conversación. Estamos en una mesa desvencijada que no ha visto un trapo en
meses. Tengo terror de apoyar mis codos sobre ella. No sé por qué, de todos los
lugares que había, escogió este para discutir los planes para su boda. Está lejos de
todo y solo puedo pensar en si quiero tomar el transporte público o un taxi. Tomo
un sorbo de mi pinta. No sé nada sobre cerveza, excepto que todavía tengo que
encontrar una que realmente me guste.

—Así que, actualízame sobre cómo van las cosas – digo. Por supuesto, soy la dama
de honor, pero mis deberes – la despedida de soltera, la ducha, etcétera, vienen
después, al final de la línea. Se comprometió hace solo un mes después de todo, así
que tengo unos cuentos meses más antes de tener que encargarme de ello.

—¡Horrible! – suspira—. Realmente quisiera hacer algo más relajado, como en ese
pequeño y bonito granero fuera de la cuidad. Mucho encaje, arpillera y velas y ese
tipo de cosas. Pero la madre de Michael insiste en hacerla en un hotel o algo. Dice
que no quiere mierda de vaca en su vestido, incluso a pesar de que continuo
diciéndole que es un lugar exclusivamente para bodas.

—¿Y Michael qué dice?


Pone los ojos en blanco y toma un largo trago de su cerveza. Ordenó algún tipo de
cerveza negra que luce amarga y terrosa. Sin embargo debe ser buena, porque ya
se ha tomado la mitad. Es eso o su futura suegra es complicada.

—Dice que no se meterá entre nosotras. La cuestión es que como su madre está
ayudando a pagar un tercio de la boda, piensa que tiene el poder.

—Steph, por supuesto que lo piensa. Está pangando por ello. ¿Por qué
simplemente no eliminas unas cincuenta personas de la lista de invitados y le dices
‘no gracias’ a su dinero?

—Desearía poder hacerlo, pero entonces debería responder ante mi madre.

Pobre Steph. Ella ha estado saliendo con Michael desde que fuimos juntos a la
universidad. Uno pensaría que después de seis años su madre ya estaría
acostumbrada a ella, pero aún está convencida de que hay una posibilidad de que
Michael cambie de opinión. Los dos son realmente una pareja perfecta, igualmente
rubios, altos y hermosos. Tendrán bebés horriblemente lindos. Siento una pequeña
punzada de celos en mi intestino. No es culpa de Steph que haya encontrado a su
alma gemela durante la primera semana de universidad, mientras que yo he estado
saliendo con un perdedor tras otro.

Nuestra comida finalmente llega: una hamburguesa con queso y papas fritas para
mí, y una hamburguesa de pollo a la parrilla para Steph. Ella es una de esas
personas que constantemente dicen que están a dieta, mientras lo sabotean. Dice
que esta vez es en serio con la boda y todo, pero lo creeré cuando lo vea. No es que
necesite hacer dieta. Su figura de Marilyn Monroe atrae toneladas de atención, y
todo es bueno para la especie masculina.

—Esto es genial — digo, mi estado de ánimo mejora ligeramente por la infusión de


sal y grasa. Miro la pechuga de pollo seca en su hamburguesa—. ¿Cómo está la
tuya?

—Bien – dice pero entonces la veo tragar la boca llena de cerveza. Definitivamente
lo vació.

—Nuevamente, ¿cómo conocías este sitio?

En lugar de responder, sus ojos ven algo por encima de mis hombros, siguiéndolo a
través de la habitación durante un segundo, antes de regresar a mí. Oh no, tienen
esa mirada de nuevo. La mirada que dice “creo que ese lindo chico es ideal para ti”.
Empezó a intensificarlo desde que se comprometió. Creo que se siente culpable
porque aún no he encontrado a nadie con quien tener una relación decente.
Intento decirle que a los veinticuatro todavía tengo mucho tiempo, pero no me
escucha.

—Steph – digo, alzando una mano—. No. No de nuevo.


Se inclina hacia adelante, ignorándome.

—Chelsea, es alto, al menos un metro ochenta, así que puedes usar tacones a
diferencia de la última vez. Lo siento por eso, por cierto, pero lucía lindo y estaba
sentado. Y Ohhh, tiene un cabello realmente lindo y ondulado. Barba apenas
crecida y está usando una camisa leñadora color rojo y negro, junto a un jean.
¡Rápido, está yendo hacia la barra! Si miras de reojo, lo verás.

—Seph – siseo—. ¿Qué te dije? En este momento no estoy interesada en tener citas.
Deja de mirarlo de esa manera. Te sentirá observándolo.

—¿La gente puede sentir cuando los están viendo? – dice, robándome una papa
frita. Es bueno que ya lo haya previsto y ordenado una nueva ración.

—No importa. Deja de mirarlo antes de que te atrape.

Resopla, pero afortunadamente mira hacia otro lado. Echo un vistazo rápido, y no
porque tenga curiosidad. Solo quiero asegurarme de que el tipo no haya
descubierto a Steph boquiabierta. Él es algo lindo, supongo, pero ya se dirigió a su
mesa con un puñado de bebidas, así que no hay posibilidad de que haga contacto.

—No entiendo por qué no le das a nadie una oportunidad—dice—. ¿No me digas
que todavía intentas acostarte con Brandon?

Me ahogo con la papa frita. Me golpeo el pecho un par de veces y bebo un poco de
cerveza. ¿Por qué, oh por qué, le conté sobre mi devastadoramente hermoso jefe?

—No – me las arreglo para jadear al final—. Además, creo que tiene novia. Me
preguntó si creía que una chica disfrutaría de ir al festival de jazz este verano. Me
pidió que comprara dos boletos.

Intento sonar tan casual como puedo mientras se lo digo, pero creo que no hago un
buen trabajo, porque ella hace ruiditos compasivos. Me dolía también. Fui casi
positiva de que él estuviera soltero, porque no pe pidió que ordenara flores ni nada
para el día de San Valentín. ¿Pero puede que tal vez un hombre elegante como él
estuviera más allá de enviar flores? Tal vez compró algo de joyería para ella. Tal
vez encontró a alguien en los siguientes dos meses desde ese día. No parecía más
contento de lo usual… mis divagaciones son interrumpidas cuando capto algo que
Steph está diciendo.

—Bueno, supongo que no necesitamos venir hasta aquí, ¿eh?

Le frunzo el ceño.

—¿De qué estás hablando?


—No escogí este lugar porque era conveniente, eso es seguro— refunfuña, ajena a
mi creciente irritación—. Solo pensé que tal vez nos encontraríamos con tu jefe
aquí.

—¿Tu qué?— Mi voz se está levantando. Es bueno que la música esté tan fuerte
porque estoy segura de que estoy a punto de gritarle a Steph.

Ella se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. Intento calmar mi


respiración, pero estoy fallando terriblemente. ¿Él está aquí? ¡No puede ser!

—Pensé que tal vez sería agradable verlo fuera de la oficina, ¿sabes? Tal vez así no
te resultaría tan duro hablar un poquito con él. – Finalmente ve cuán enojada
estoy—. ¡Oh, vamos Chel! Estás loca por él. No has salido con nadie más desde hace
un año cuando comenzaste a trabajar para él. Así que lo revisé en Facebook, y
resulta que uno de mis compañeros de trabajo es su vecino o algo, de forma que su
perfil está abierto para mí. Encontré que le gusta venir a este bar, y pensé que
podríamos echar un vistazo.

Steph se recuesta sobre su silla, cruzando los brazos, complacida, lo que solo me
enoja aún más.

—Bien, primero, no puedo creer que hicieras esto. ¿Qué si piensa que lo estoy
acosando o algo? Y segundo, ¡¿pudiste revisar su perfil de Facebook durante todo
este tiempo y no me lo contaste?!

—Relájate— dice—. Podemos fingir que estábamos en el área de compras o algo


así. Hay un centro comercial a una cuadra desde aquí. Ah, eh... aunque no creí que
funcione tan rápido.

—¿QUÉ?— Casi grito, agarrando su brazo. Probablemente estoy arruinando el


bonito material de seda con mis dedos grasientos, pero no me importa en este
momento. Me apoyo cerca de ella—. ¿Dijiste que él está aquí?

—Sí— responde completamente calmada—. Creo que es él allí esperando por una
mesa. ¿Quieres que vaya y lo salude? Tenemos amigos en común.

Niego furiosamente. De ninguna manera. Lo último que necesito es que Steph vaya
y hable con él, porque sé que no se tratará solo de una pequeña charla. Ella hará
todo tipo de preguntas y tratará de ponerme en foco. Solo tomó una humillación
como esa antes de saber que poner a Steph delante de alguien que me gusta es una
mala idea. Ella tiene buenas intenciones, pero sutil no es su segundo nombre.

Solo en caso de que Steph esté equivocada, miro hacia la puerta de entrada.

Oh dios mío, es él. Brandon McAllister. Mi mirada se dirige magnéticamente hacia el


cada vez, pero no puedo negar que tener una relación con mi jefe estaría muy mal.
Tiene que ser profesional todo el tiempo, incluso si es lo último que quiero. Por
supuesto, Steph me ha dicho que debería animarme y hacerlo. Esta noche está
usando un jean oscuro y una camisa leñadora negra que cubre su ancho pecho y
brazos, revelando un cuerpo torneado que normalmente cubre con trajes. Luce tan
bello, que a veces es intimidante. Quiero lamer cada parte de él.

Luego veo algo que hace que mi corazón caiga sobre mi estómago. Sus ojos
oscuros, generalmente serios, se arrugan y le sonríen a la chica que está a su lado.
¿Una amante? ¿Una amiga? Espero que sea una amiga. También hay otro tipo allí,
que toca el hombro de las chicas y dice algo. Ella le da un apretón rápido al brazo y
dejo escapar el aliento que estaba conteniendo. Definitivamente no es la novia del
Sr. McAllister.

Se vuelve hacia mí y vuelvo mi cabeza hacia Steph, mi corazón palpita en mis oídos.
Sin embargo, puedo sentir que él me mira, y eso hace que mi corazón palpite.

—Nos estamos yendo de aquí— le digo a Steph—. ¿Dónde está el camarero?

Por supuesto, no hay nadie a la vista. Veo a una chica salir de la cocina e intento
llamarla.

—¿Qué? Ni siquiera he terminado mi hamburguesa — exclama Steph—. Relájate


un poco Chelsea. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que ustedes hablen y se lleven
bien? ¿Tal vez él te lleve a la cama? Parece que sería un buen amante. Fuerte.
Mucho aguante. También es mayor, por lo que probablemente sepa cómo manejar
el cuerpo de una mujer. Realmente puedo entender por qué estás tan loca por él.

No puedo creer que estemos manteniendo esta conversación sobre la destreza


sexual de mi jefe con él a menos de quince metros de distancia. Sus oídos deben
estar ardiendo.

—¿Qué pasa si él piensa que lo seguí hasta aquí o algo así? Y en caso de que hayas
olvidado nuestras últimas conversaciones, la razón por la que no hemos hecho
nada, aparte del hecho de que no ha mostrado ningún interés, es porque él es mi
JEFE.

Estoy moviendo el brazo con más fuerza para tratar de llamar la atención de la
camarera, pero ella está demasiado concentrada en tomar una orden. En cambio,
he llamado la atención de otra persona. Mi jefe. Mierda. Lo veo serpenteando entre
las mesas hacia nosotras. Steph sonríe como el Gato de Cheshire.

—Chelsea— dice con una voz rica y oscura. Es una voz autoritaria, una que es
genial para dar órdenes y solía ser obedecida. Es en parte por eso que ya estoy
medio enamorada de él—. ¡Qué linda sorpresa!

—Señor McAllister – digo débilmente. Realmente está en frente a mí. Sin la


estructura del trabajo, no sé qué decirle.
—Hola – dice brillantemente Steph, estirando una mano. La observo y se está
quitando el cabello de la cara. Ella tampoco es inmune a su encanto—. Soy
Stephanie, su mejor amiga.

—Un gusto conocerte. – Le sonríe, volviéndome irracionalmente celosa, y toma su


mano.

—Entonces – dice ella—. ¿Realmente la estas matando con el trabajo como dice o
solo está intentando liberarse de ayudarme este fin de semana a enviar miles de
invitaciones para mi boda?

—¡Steph! – quiero que me trague al tierra. Mis mejillas arden y la única razón por
la que el señor McAllister no lo nota es por las luces tenues. Probablemente sea lo
único bueno de este lugar.

—Tenemos que irnos.

—¿Tenemos? – pregunta inocentemente mi ex mejor amiga.

—Sí, estoy realmente ocupada, ¿recuerdas? – Tomo mi bolso y chaqueta—. Lo veo


el lunes señor McAllister.

Intento evitar sus ojos mientras me muevo a su alrededor, tirando de Steph por el
brazo mientras camino hacia la caja registradora en el frente. Ni siquiera me
importa si estoy siendo grosera. Solo quiero salir de aquí antes de que Steph abra
la boca y le cuente sobre mi estúpido encaprichamiento con él. Ella está tratando
de decirme que espere, pero no hay forma de que me detenga. Cuando llego al
registro en la barra, pago por las dos y salimos de allí en cinco minutos. No hablo
hasta que llegamos a la esquina.

—¡No puedo creer que hayas dicho eso!— exclamo—. ¿Cómo diablos voy a
enfrentarlo en el trabajo?

—Deberías haber pensado en eso antes de que te enfrentaras con él. Estaba siendo
amable. Ahora definitivamente sabe que algo está pasando.

Mis manos se deslizan lentamente por mi cara. Qué pesadilla.

—Así que... ¿realmente vas a llamar esto una noche de chicas, Chelsea?— pregunta,
mirando su reloj—. Le dije a Michael que no iba a estar en casa hasta por lo menos
las nueve.

—No. Lo que creo que necesito es una bebida dura. Y estás comprándola.
2
Brandon

E
s increíblemente tarde cuando termino la llamada a Shanghái. Casi las
nueve en punto, para ser exactos. El hecho de que tomó casi una hora
configurar la llamada en conferencia en su extremo fue una mierda. ¿Por
qué no chequearían la conexión para asegurarse de que funcionara antes de que
fuera el momento de hablar? No tiene ningún sentido. Y luego está el hecho de que
no parecen darme una respuesta directa sobre nada. Se suponía que teníamos que
llegar a un acuerdo al final del día, pero parece que ahora pasará otra semana
antes de que todo este asunto desordenado haya terminado. Me tomó todo para
mantener mi rabia bajo control.

Me levanto y agarro mi abrigo. Tendré que compensar a Chelsea de alguna manera.


Ella recibe el pago por algunas horas extra, pero aun así. A nadie le gusta quedarse
hasta tarde un viernes por la noche. Ella probablemente tiene lugares para estar,
gente a la que ver. ¿No era así como era la vida a los veintitantos en estos días? Tiro
mi tableta y mi teléfono en mi maletín y mi bolsa de gimnasia. Tendré que
compensar esta noche con una sesión mañana. Salgo de mi oficina y estoy ocupado
cerrando la puerta cuando recibo un golpe en mi hombro.

—Señor. McAllister—ronronea la voz del Chelsea—. Me preguntaba cuándo


terminarías.

Me doy vuelta y mi mandíbula cae. Ella... ¿estaba usando eso esta mañana? De
ninguna manera. Ese es el vestido en el que la vi en la cervecería. Se aferraba a sus
curvas, sin dejar nada a la imaginación. Y hombre, tenía un cuerpo maravilloso. El
escote pronunciado prometía un bocado perfecto de sus pechos, y el dobladillo era
lo suficientemente alto como para poder deslizar mi mano entre sus piernas sin
ningún problema. ¿Realmente era tan corto cuando la vi? ¿A quién le importa?
Creo. Este es un vestido de “follame”, y estaría feliz de complacerlo. Mi polla se
hincha contra mi pantalón en dos segundos.

—Chelsea. Lamento retenerte hasta tarde. — Me gustaría poder decir que mantuve
mis ojos en los suyos, pero era imposible en un vestido como ese—. Déjame
compensarte.

Cierro la brecha entre nosotros, empujándola hacia su escritorio. Mi mano se


extiende para estabilizarla, pero realmente solo quiero tocarla. Es cálida y suave y
huele delicioso, como vainilla y algo floral. Mi mano pasa suavemente sobre su
muslo interno, antes de presionar contra las bragas de seda caliente. Ella está lista,
mojada y resbaladiza por la necesidad, tal como me gusta. Saboreo la forma en que
sus párpados se agitan bajo mi toque, y estoy a punto de apartar el trozo de tela
cuando suena la alarma de incendios. Me detengo, mirando alrededor de la
habitación.

—Oye, tienes que concentrarte aquí, jefe— pone mala cara—. No estaba lista para
parar.

—Esa es la alarma de incendios. Creo que tenemos que irnos.

—No. Esa es la alarma en tu teléfono. Necesitas despertarte. ¡DESPIERTA!

Despierto del sueño con una sacudida. Son las cinco y cuarenta A.M. y mi alarma
está sonando. El sueño me ha dado un infierno de erección matutina. Aprieto los
ojos por un segundo, tratando de borrar La sensación del sueño antes de despertar
completamente y salir de la cama. Tengo mi alarma en el tocador de mi habitación
para no apagarla automáticamente, un hábito que mantuve durante mis días en la
secundaria. El sueño sigue jugando con mi mente. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde
que tuve un sueño húmedo como ese? Bastante. La última vez fue cuando Chelsea
comenzó a trabajar en la empresa. Todavía recuerdo su primer día, con sus tacones
negros y la falda aferrándose a su culo apretado. Qué puedo decir. Soy un hombre.
Noto esas cosas, incluso si sé cómo controlarme por las consecuencias.

Ha sido mi asistente personal desde los últimos tres años. Puede que pienses que
ser asistente personal se trate de llevarle el café a tu jefe, que sus citas no se
superpongan y mantenerlo actualizado sobre reuniones y esas cosas. Pero es más
que eso. Necesito una asistente que se encargue de las pequeñas cosas, los detalles
en los que no pienso, así puedo enfocarme en el trabajo. Básicamente necesito a
alguien que no solo acepte mis órdenes sino que pueda anticiparlas y planificar de
manera acorde. Casi todos los asistentes contratados, hombres y mujeres, fueron
inútiles en esa tarea.

Excepto Chelsea. Y por mucho que su cuerpo me llame la atención, fue su mente lo
que me capturó. Sin que tuviera que pedírselo, se familiarizó con las tareas y
cubrió el trabajo accidentalmente no hecho por su antecesor. Si no lo hubiera
hecho, yo habría llegado a una de mis reuniones con las manos vacías en el último
minuto. Y ese solo fue su primer día. Cada día me impresionaba más y más.
Rápidamente se volvió indispensable. Así que más allá de la ética laboral de tener
una relación con alguien con quien trabajo, no podía poner el peligro las cosas por
acostarme con ella. La necesitaba. Y eso no hacía que fuera más sencillo no querer
saltarle encima.

Abro las cortinas de mi habitación para permitir entrar un poco de luz. Es un día
soleado, sin una sola nube en el cielo. Me pregunto si Chelsea tiene planes para
hoy, mi mente lo pensó antes de que pudiera detenerlo. Debía tenerlos. Es joven y
hermosa, después de todo, solo veinticuatro años. Y hasta ahora no habría pensado
que estuviera interesada. Siempre tan recatada, tan profesional. Pero a juzgar por
la noche anterior su vergüenza y las insinuaciones de su amiga, estaba interesada.
Un poquito.

Mi polla se endurece de solo pensarlo. En cerrar la puerta detrás de ella cuando


entrara el lunes por la mañana, e inclinarla sobre mi escritorio.

Jodida mierda.

Lo que necesito es una ducha fría. Me doy la vuelta y me dirijo al baño. Es un baño
increíble. No me importa mucho la decoración, pero cuando obtuve mi promoción
en este trabajo, decidí que derrocharía algo en mí. Un regalo por los arduos años de
trabajo que he tenido. Hay una gran ducha con múltiples cabezales, chorros
verticales para eliminar el estrés de mi cuerpo cuando lo necesito, que
honestamente es mejor que el jacuzzi. Los parlantes ponen música en los días en
que necesito controlar la adrenalina antes de una gran reunión. Todo cuesta más
que mi auto, pero no me importa. Las mujeres tienen sus baños de inmersión. Yo
tengo mi ducha.

Me quito el boxer y giro la perilla, luego dejo que el frío me golpee con toda su
fuerza. El agua choca con mi cuerpo, todavía delgado y fuerte a pesar del hecho de
que estaba al norte de los treinta y cinco. Algunos de mis colegas se dejaron llevar,
consumiendo estrés en los McDonald a la hora del almuerzo y buena comida por la
noche. Me negué a dejar que eso sucediera. Corro ocho kilómetros todas las
mañanas cinco días a la semana, y a menudo me detengo en el gimnasio camino a
casa. A veces me pregunto si tal vez cambiaría todo eso por una buena mujer para
conciliar el sueño y con quien despertar, pero todavía tengo que encontrar a
alguien que quiera. O más específicamente, todavía tengo que encontrar a alguien
que quiera y pueda tener sin comenzar un escándalo en el trabajo. Y estoy en
camino de convertirme en director ejecutivo. Ya casi estoy allí.

Tienes que mantenerte fuerte, me recordé, cambiando el agua a caliente. Pongo mis
manos en la pared de azulejos, dejando que los chorros me rocíen. Me he
mantenido recto durante casi veinte años, y mis recompensas estaban muy cerca.
Se suponía que nunca debía lograrlo. Mi padre era minero de carbón en Virginia
Occidental, y ni mis tres hermanas ni yo esperábamos llegar a ninguna parte. Pero
estudié muchísimo y llegué a Wharton con una beca completa. Después de haber
escalado con uñas casi hasta la cima, no podía simplemente tirar todo por una
noche, sin importar cuán extraordinaria fuera ella. Hay mucho en juego. No puedo
arriesgarme. Simplemente no puedo.
3
Chelsea

T
odo está bien. No se dio cuenta de lo espantosa que fuiste. Todo va a estar
bien. Estaré tranquila. Racional. Y profesional

Repitiendo las palabras una y otra vez, casi me convenzo de que es cierto
cuando abro las puertas del edificio de oficinas. Que lo que sucedió el viernes por la
noche no le reveló al Sr. McAllister qué tipo de enamoramiento loco de
quinceañera albergo por él desde que entré en su oficina el primer día. Al principio
pensé que era totalmente afortunada de trabajar para un jefe tan caliente.
Entonces me di cuenta de lo inapropiado que sería tener una relación, y eso me
desanimó. Si estuviera trabajando para el Sr. Conti en la oficina a nuestro lado, tal
vez algo podría haber sucedido entre nosotros. Por otra parte, esta es una
corporación bastante grande, por lo que probablemente todavía habría sido un
escándalo.

Trabajo para una cadena internacional de café de alto nivel, del tipo en el que tu
barista hace arte con espuma elegante y hay un menú secreto para ordenar. No era
exactamente lo que imaginé cuando fui a la universidad, pero no tenía idea de lo
que quería ser en ese momento. Opté por aprender literatura porque me gustaba
leer, y cuatro años después obtuve un título que no tenía aplicaciones prácticas
reales. Al menos obtengo la mayor cantidad de café gratis que podría tomar aquí, y
tenía opciones sobre acciones. Un día me gustaría poder escribir un libro y
publicarlo, pero estaba tan cansada estos días después del trabajo que no lo había
intentado en meses.

—Hola Chelsea— dice uno de los guardias de seguridad junto a la puerta—. Parece
que hoy será un día bastante malo.

—¿Eso crees Roger?

Asiente con su entrecana cabeza.

—Seguro. Habrá una tormenta.

Oh, genial. Se supone que el Sr. McAllister tendrá una conferencia telefónica
internacional con Asia hoy. Eso significa que estaremos aquí hasta las ocho y
media, posiblemente hasta las nueve. No quiero que me atrape la tormenta. Roger
ve mi enojo y me da una simpática sonrisa.

—¿Te acostaste tarde anoche, eh?


—Síp— digo, enderezándome. No sirve de nada insistir en ello. Sabía cómo sería
cuando me inscribí para trabajar como asistente personal—. Al menos tengo horas
extras.

Me dirijo a los ascensores y hago un pequeño trote incómodo para llegar a uno.
Hay un montón de gente pero se mueven silenciosamente para que pueda entrar.
Cinco minutos más tarde estoy en la sala de descanso, sirviéndome una taza de café
negro y una taza de té para el Sr. McAllister Todavía recuerdo el primer día cuando
me llevó al salón de y me mostró dónde había escondido su té.

—Mi abuela era británica—dijo a modo de explicación—. Así que todos tomamos
té.— Uno pensaría que estaba cometiendo traición por la forma en que me juró
guardar el secreto, aunque supongo que así es cuando trabajas para una empresa
de café. Dejo caer una tonelada de leche y azúcar y lentamente llevo ambas tazas a
la oficina.

Dejo el mío en mi escritorio, donde veo una gran pila de correo, luego me detengo
frente a la puerta del Sr. McAllister. Respirando profundamente, llamo y luego abro
la puerta.

—Hola señor McAllister— le digo. Solía decirme que lo llamara Brandon, pero él es
mi jefe y es un poco intimidante. Está leyendo algo en su tableta y agita una mano
hacia un lugar vacío a su lado.

—Gracias— dice distraídamente.

Espero un momento, pero él no dice nada más, así que me voy. Por alguna razón,
estoy un poco decepcionada, aunque así era exactamente como esperaba que
actuara. Por supuesto que será profesional al respecto, me regaño. ¿Por qué piensas
diferente de él? El Sr. McAllister nunca mostró ninguna señal de que trataría de
aprovecharse de una empleada de esa manera.

Me dejo caer en mi escritorio e intento ordenar el correo, pero me siento mal y me


toma una eternidad. El resto del día no es mucho mejor. Hay una reunión que
tengo que configurar, pero la otra asistente no responde a los correos electrónicos.
Tenemos grandes promociones de primavera en línea, y tengo que organizar el
material que necesita salir, pero la mitad de las personas todavía no me han
enviado la información que solicité. Es frustrante. Y luego está esa mujer Renee
Singer, que insiste en hablar con él. Él me dijo antes que no la hiciera pasar, y hoy
no es diferente. El Sr. McAllister está fuera de la oficina la mayor parte del día
también, y aparte de prepararme para la conferencia telefónica de esta noche, me
encuentro sola con mis pensamientos.

Al menos durante el almuerzo puedo llamar por teléfono a mi madre. Tuvimos una
relación difícil cuando era pequeña, principalmente porque estaba convencida de
que ella era la razón por la que papá quiso el divorcio. La culpé por arruinar a
nuestra familia. No fue hasta que un día vi a papá saliendo con alguien, que se me
ocurrió que tal vez la historia fuera diferente. Y así fue. Resulta que él la había
estado engañando durante casi cinco años.

—¿Cómo estás hoy, mamá?

—Estoy bien cariño— dice. Hay un pequeño suspiro—. He estado limpiando la


casa. ¿Has oído hablar de esta nueva cosa llamada KonMari1? Es donde te deshaces
de un montón de cosas en tu casa y eso te da felicidad.

Mi madre, aunque no es una acumuladora, definitivamente es ahorrativa. Había


muchas cosas en la casa que probablemente podrían haber sido actualizadas, pero
de todos modos ella las seguiría usando. Por ejemplo, un lado de nuestra tostadora
no ha funcionado durante diez años. Como todavía puede hacer tostadas, está bien.
Otro ejemplo serían los muchos rollos de papel de regalo de Navidad casi usados.
De vez en cuando encontraría un regalo lo suficientemente pequeño para uno de
ellos, y eso sería suficiente para convencerla de que el resto podría ser útil algún
día también.

—Suena bien. Oye, no te estás deshaciendo de mis viejas medallas de natación,


¿verdad?— pregunto—. ¿Y mis libros?

—No, todavía no— responde—. Pero tal vez deberías venir a visitarme en algún
momento y llevar lo que quieras. Estaba pensando en convertir tu habitación en la
habitación de invitados.

—Sí, bien. Lo intentaré. Aquí se pone bastante ocupado, y el Sr. McAllister me


necesita mucho tiempo.

No es que no quiera ir a casa y ver a mi madre. Realmente sigo queriendo. Pero es


un viaje de medio día con Steph conduciendo, o incluso más tiempo en autobús,
por lo que es algo que aparece en mi lista de tareas pendientes. Sin embargo, siento
una punzada de culpa por lo esperanzada que suena mi madre. Realmente debería
visitarla.

—Lo sé, lo sé, tienes un trabajo importante que hacer. Simplemente no quiero que
trabajes tan duro. El estrés te producirá arrugas.

—Me pondré más de esa crema que me diste en Navidad. En realidad, ¿has estado
trabajando demasiado duro en esto de la limpieza? Suenas cansada.— Apuñalo mi
ensalada César de pollo. Por supuesto, recojo la hoja de lechuga más grande y
tengo que buscar una servilleta antes de que se derrame sobre mi blusa. Abro los
cajones frenéticamente.

—Oh, no he dormido bien hoy. Podría estar pesando un resfriado.

1 KonMarie: método konmari de Marie Kondo, la gurú del orden japonesa.


¡Ajá! Saco una y me limpio la boca. Justo a tiempo también, porque uno de los otros
asistentes acaba de pasar.

—Bueno, asegúrate de usar una bufanda cuando salgas.

En algún momento, mi madre y yo intercambiamos lugares. Supongo que eso es lo


que significa ser adulto. Empiezas a cuidar a tus padres, al principio de formas
pequeñas, luego más grandes. Decido que iré allí de visita el próximo fin de
semana. Tal vez haga un viaje con Steph. Estoy segura de que tiene algún tipo de
trabajo que tiene que hacer allí también. Por supuesto, me pregunta si estoy viendo
a alguien, y yo le digo que no. Somos cercanas, pero sé que mi madre no aprobaría
que saliera con mi jefe. Hablamos un poco más, y luego mi tiempo de almuerzo
terminó y me tengo que ir.

Los minutos pasan durante el resto del día. La gente comienza a levantarse para
irse a casa, pero todavía estoy atrapada aquí en caso de que el Sr. McAllister
necesite algo. Me acerco a la ventana. Las nubes oscuras y furiosas han llegado, y la
lluvia está comenzando a caer. Sopla un viento perverso y los árboles comienzan a
doblarse. Parece que la gente se está empapando solo al llegar a sus autos. Suspiro.
Hoy solo llevé una gabardina ligera. De repente hay un relámpago y luego el
retumbar del trueno, y tiemblo. No va a ser bonito tratar de llegar a casa con este
clima.

En este punto, estoy empezando a aburrirme, así que me dirijo a la sala de


descanso y lavo todo. Técnicamente, al ser una cocina comunal, se supone que
debemos limpiar nuestras cosas, pero seamos realistas, eso nunca sucede. Sin
embargo, no me importa hacerlo cuando no tengo nada más que hacer. Evita que
mi cerebro piense en él. Primero saco mi teléfono y prendo la música, luego hago
correr el agua. Me gusta lavar las tazas primero, luego los platos. Incluso empiezo a
cantar un poco, meneándome entre el fregadero y el mostrador donde puse la
vajilla seca.

—¡Chelsea!

—¡Ah!

Me giro y me pongo roja como una remolacha. Es el señor McAllister. Está de pie en
la puerta, con los brazos cruzados, pero parece más divertido que cualquier otra
cosa. Hay una sonrisa tirando de sus deliciosos labios. ¿Se está riendo de mis
tristes movimientos de baile?

—¿Te asuste? No me respondías, así que tuve que buscarte.

—Oh, lo siento mucho— le digo, con los ojos muy abiertos. Eso es lo que obtengo
por abandonar mi puesto—. ¿Necesita algo? No debería haber dejado el escritorio,
pero pensé en limpiar un poco.
Sacude la cabeza y un mechón de pelo le cae sobre la frente. Quiero apartarlo, pero
por supuesto que no lo haría.

—No te disculpes. Sé que probablemente eres la única que limpia por aquí. Ya
terminé con la llamada. ¿Por qué no me dejas ayudarte y luego podemos salir de
aquí?

—No es necesa… —comienzo a decir, luego me detengo porque el Sr. McAllister ya


está entrando en la sala de descanso, quitándose la chaqueta y arremangándose las
mangas. ¿De qué se trata ese movimiento que los hace ver de repente diez veces
más sexys que antes? Steph y yo una vez tratamos de resolverlo una perezosa
tarde universitaria. Si bien logramos terminar una bolsa de tostaditas y crema del
tamaño de una fiesta, no estábamos más cerca de la verdad. Hay algo mágico en las
mangas enrolladas que muestran los antebrazos de un hombre.

—¿Quieres lavar o secar?— dice interrumpiendo mis pensamientos.

—Puedo lavar—digo rápidamente, con la esperanza de que no me atrape


comiéndolo con los ojos.

Le paso una de las toallas y regreso al fregadero. De repente, deseo haber


postergado hacerlo tan temprano. Solo quedan tres platos.

—¿Entonces vas al Royal Boar a menudo?— dice después de un segundo—. No


creo haberte visto allí hasta anoche.

—Oh, esa fue nuestra primera vez— respondo, enrojeciendo de nuevo—. Steph
dice que recibió una recomendación de... un compañero de trabajo.

—Me gusta que esté cerca de casa, así que no tengo que preocuparme por conducir
borracho. Sus IPA2 no son tan malas.

Le doy un plato y nuestros dedos se tocan durante medio segundo, casi


haciéndome saltar fuera de mi piel. Todo esto es muy fuera de lo común, y soy muy
consciente de lo solos que estamos en este momento. No hay nadie más en la
oficina.

—No sé mucho sobre cerveza— confieso.

—Ah, no te aburriré con eso entonces—dice, quedando en silencio.

Ahora está lo suficientemente cerca como para tocarlo, y puedo sentir el calor de
su cuerpo. Echo otro vistazo a sus antebrazos otra vez. Están bronceados y fuertes.
No me importaría tener esos brazos a mí alrededor en absoluto. Sigo viéndolos
flexionarse y moverse, y luego mis ojos deambulan hacia arriba, sobre esos
hombros anchos, esa cara hermosa con los brillantes ojos verdes y los pómulos

2
IPA: India Pale Ale.
afilados. Pudo haber sido modelo en algún momento de su vida. Quizás lo fue. No
sabía casi nada de mi jefe. No éramos ese ejemplo de compañeros de trabajo. Del
tipo que conversa durante el almuerzo y todo. Le informaba. Le obedecía. Tal vez
era lo mejor. Quiero decir, ¿con qué frecuencia funcionan las relaciones laborales
de todos modos?

Una vez que hemos terminado con todo, cierro la canilla y volvemos a tomar
nuestras cosas. Lleva puesto un abrigo de lana oscura y una bufanda granate
anudada alrededor del cuello, como si hubiera salido de la revista GQ. Juntos nos
dirigimos hacia los ascensores. Echo un vistazo por la ventana, pero
desafortunadamente la tormenta no ha cesado en absoluto. Aunque me siento un
poco audaz después de nuestra breve conversación. Tal vez incluso podría pedirle
que me lleve al metro o algo así. Steph estaría muy orgullosa.

La espera es solo unos segundos ya que es tarde, y afortunadamente tampoco hay


nadie en el elevador. Las puertas se cierran y él presiona el botón del vestíbulo.

Nos volvemos el uno hacia el otro exactamente al mismo tiempo.

—Tu…

—Yo…

Ambos nos detenemos y él ríe a carcajadas. Sus ojos se arrugan y su sonrisa ocupa
toda su cara. No creo haberlo visto reír nunca y de repente quiero hacer algo,
cualquier cosa que lo haga reír así de nuevo.

—Tú primero— le digo.

Pero antes de que pueda decir una palabra, el ascensor se sumerge en la oscuridad
y caemos.
4
Brandon

C
helsea grita e instintivamente me extiendo para agarrarla. Su cuerpo choca
contra el mío, su cuerpo tibio y suave. Dios mío. Así es como moriré, pienso,
feliz y aterrado. Por un momento se siente como si no pasara nada, pero
entonces el elevador se detiene abruptamente con un fuerte ruido y un impacto
contra el suelo. Chelsea cae sobre mí, aturdida. Mi cuerpo está lleno de adrenalina,
pero parece que el freno de seguridad se activó. El edificio es antiguo, pero al
menos este ascensor no lo es. Tomo algunas respiraciones profundas y relajantes
para recuperar el equilibrio.

—Chelsea, ¿estás bien?

—Creo que si – dice insegura. Se mueve rápidamente para alejarse de mi—. ¡Lo
siento tanto, señor McAllister! ¿E..e…está bien?

—Estoy bien – me apresuro a calmarla—. Sin daños.

—¿Qué sucedió? – aún está un poco avergonzada por haber caído en mis brazos.
Para ser honesto, también estoy sorprendido por mi reacción. Mi primer impulso
fue asegurarme de que ella estuviera bien. Parece que todo mi mundo se desalineó
por un momento mientras lo procesaba. Me tomó unos segundos antes de escuchar
su pregunta.

—Probablemente sea la tormenta. Se veía bastante mal por ahí. No tengo idea de
por qué el generador de respaldo no se ha activado.

Hay unos segundos más de silencio. Siempre he escuchado que los otros cuatro
sentidos en las personas ciegas se intensifican. Sin embargo, lo que me sorprende
es que también le puede pasar a la gente común. Casi puedo sentir a Chelsea cerca
de mí, el calor de su cuerpo y el sonido de su aliento. Es como si mi cerebro hubiera
cambiado de marcha en la completa oscuridad. La escucho hurgando en su bolso y
maldiciendo.

—¿Tienes tu teléfono? Olvidé el mío.

Si, pero planeé cargarlo de camino a casa, me doy cuenta con consternación. Tal
vez haya quedado un 8% de batería la última vez que revisé. Lo saco y miro.
Maldición, 4%. Rápidamente escaneo el panel del elevador frente a mí, pero es
inútil. No hay un teléfono, y presionar el botón de ayuda no produce nada.
Maldición. Reviso mi teléfono nuevamente en caso de que haya una señal, pero por
supuesto no la hay.
—Mi teléfono se quedará sin batería pronto—le explico—. Mejor lo apago por
completo por si acaso.

La luz del teléfono es extra brillante, y por un momento puedo ver una fugaz
mirada de miedo en la cara de Chelsea antes de presionar el botón de apagado.
¿Podría ella tener miedo a la oscuridad? No quería preguntar y ponerla en
evidencia, pero un minuto después, su respiración comienza a acelerarse. No sería
bueno tener un ataque de pánico en este momento, especialmente cuando no
tenemos forma de averiguar si estaríamos aquí por dos minutos o dos horas.

—Todo va a estar bien— le digo en voz alta. Hace un poco de eco—. Hay un
guardia de seguridad nocturno. Él resolverá algo.

—Sí — dice lentamente—. Clarence es bastante útil con sus manos.

Nos quedamos en silencio nuevamente. Por mucho que disfruté mirando a Chelsea,
tuve que admitir que nunca hablamos de otra cosa que no fuera el trabajo. Todo es
parte de mantener mi distancia, pero ahora me pregunto si tal vez me hizo ver
como un tipo frío y hostil. De alguna manera, no pensé que una discusión sobre la
estrategia de mercado aliviaría sus temores en este momento. La oscuridad es
bastante absoluta. De hecho, casi se siente tangible. Incluso estoy nervioso por eso.
Por la noche en mi habitación al menos la luz de la ciudad se filtra a través de mis
ventanas. Todavía estoy tratando de averiguar qué hacer al respecto cuando ella
habla.

—¿Crees que tal vez podríamos hablar? De esa forma sé que no estoy sola.— Su
voz es incómoda y vacilante. Normalmente es la imagen de la confianza mientras
detalla mi día, así que me sorprende y me siento un poco protector.

—No estás sola—le aseguro.

—Sé que es estúpido tener miedo a la oscuridad—se apresura a decir—. No es que


piense que haya monstruos o algo así.

—Está bien, Chelsea. No tienes que explicármelo. —Me detengo. Nunca he


compartido esto antes, pero creo que podría hacerla sentir menos tonta—. No me
gustan los gansos.

—¿Gansos?

—Gansos—digo afirmativamente.

Escucho que su respiración se ha ralentizado un poco, casi a la normalidad, y


sonrío.

—Vas a tener que explicar más que eso— dice—. Hay una historia detrás de esto,
¿no?
La hay, pero esperaba no tener que contarla. Aun así, si eso la ayuda, tengo que
hacerlo.

—¿Quieres sentarte primero? ¿En caso de que estemos aquí por un rato?

—Seguro.

Puedo escuchar su respiración, así que tomo su brazo antes de que pueda pensar
demasiado en ello y la empujo contra la pared. Ella deja caer su abrigo y su bolso
en el suelo al otro lado. Puedo oler su perfume, algo fresco y cítrico, y la cascada de
su cabello en mi mano. Nos sentamos, uno al lado del otro, casi tocándonos. Siento
que se mueve un poco más, luego más cerca cuando se acomoda. Es agradable
tenerla cerca de esta manera. Se siente acogedor. Por supuesto, he estado solo con
Chelsea antes. Una vez que estuvimos solos en mi auto cuando tuve que asistir a
una conferencia todo el día y le pedí que viniera. Y, por supuesto, las diversas veces
que tuve que quedarme hasta tarde y ella tuvo que trabajar horas extras hasta que
terminara. Pero esto era de alguna manera diferente.

—Tenía seis años— comienzo diciendo —. Olvidé por qué estábamos en una
granja, pero era un viaje escolar y todos estaban disfrutando, acariciando a las
vacas, mirando pollitos, ese tipo de cosas. Bueno, también había un gran ganso
viejo allí, y se enojó mucho conmigo. Más tarde descubrí que me había acercado
demasiado a su nido. Pero él me persiguió por todo el corral. Todos se reían de mí
en lugar de ayudar, incluso el profesor. Y los gansos son rápidos. Me mordió en el
trasero.

Una risa se escapa de ella, el sonido más agradable que he escuchado.

—En estos días permanezco muy alejado de los gansos. ¿Te sientes un poco mejor?

—Definitivamente. Debe ser difícil llegar al estacionamiento en el otoño —dice


ella.

Tenemos una generosa cantidad de vegetación en frente al edificio, así como una
fuente de agua. A los gansos canadienses, que vuelan migrando, les gusta pasar por
allí.

—Es... un desafío— digo—. Al menos no se quedan todo el año.

—Y ahora eres lo suficientemente grande como para superarlos. Incluso podrías


darte la vuelta y perseguirlos. —Ella se ríe un poco, y yo también sonrío en la
oscuridad. Me alegro de que se sienta mejor.

—He pensado en eso varias veces en todos los años que he estado aquí. Nunca tuve
que hacerlo, afortunadamente.

—¿Cuántos años ha estado aquí, señor McAllister?


—Brandon. Puedes llamarme Brandon, sabes. La mayoría de mis antiguos
asistentes lo hacían. Y llevo aquí casi ocho años.

Aunque sé que he estado aquí mucho tiempo, me sorprende cuando lo digo en voz
alta. No solo porque a la mayoría de la gente le gusta saltar de un trabajo a otro,
sino porque significa que soy mayor de lo que creo.

—Guau. Espero no estar aquí todavía en ocho años.— Hace una pausa—. Lo siento.
No quise decir eso de esa manera. Es solo que no esperaba terminar en un trabajo
corporativo. O como asistente personal. Creo que mi madre está un poco
decepcionada de mí. Ya sabes, por ir a la universidad durante cuatro años y salir
con el mismo trabajo que podría haber conseguido sin ello.

Chelsea trata de decirlo como si no doliera, pero puedo decir que sí. Ella y su
madre deben ser cercanas. No quiero derribarla de nuevo. Es lo último que quería.
Así que intento mantenerlo ligero también.

—Ya veo. Tienes un trabajo estable, lo estás haciendo en la gran ciudad,


probablemente festejando demasiado los fines de semana y haciendo colas en el
baño del club.

Ella ríe.

—Oh no, definitivamente no. Normalmente ni siquiera salgo los viernes por la
noche. El viernes pasado con Steph fue algo fuera de lo común para mí. Solo acepté
ir porque la culpa me golpeó al ser su dama de honor y no hacer todas esas cosas
aburridas con ella.

—¿Ya tienes un hombre con quien ir a casa por la noche?— Me sorprende lo


mucho que necesito saber su respuesta a esto. Mi corazón incluso se acelera un
poco. Es una sensación inquietante, una que no he sentido en mucho tiempo, y no
puedo decidir si me gusta o no.

—No.

—¿No?—Estoy aliviado.

—No.

—¿Cómo?

Nos detenemos allí, y sé que lo que ella quiere decir está flotando entre nosotros.
No he olvidado su reacción el viernes por la noche, la forma en que su amiga la
avergonzó al verme. La forma en que seguía mirándome furtivamente antes de que
me acercara a su mesa. Le gusto y ambos lo sabemos. Y si tengo que ser honesto,
también me gusta. Me gustaba desde antes, admirando la forma en que su ropa
abrazaba su cuerpo y sus largas piernas. Pero ahora también me gusta por ella. Es
sincera y directa. Y es fácil hablar con ella. Las mujeres que conozco siempre están
buscando algo, y acuerdan conmigo con demasiada facilidad, como si la adulación
fuera la única forma de llegar al corazón de un hombre. Ella no trató de ocultar sus
imperfecciones, ni las exageró para jugar.

Realmente no lo esperaba. Y definitivamente tampoco esperaba cuánto me gustaba


que me gustara.

Quiero besarla, lo noto. E inexplicablemente, en la oscuridad, se siente como si no


tuviéramos que ser jefe y empleada. Podríamos ser Brandon y Chelsea. Un hombre
y una mujer que se gustan. Y cuanto más hablamos, más crece la necesidad de
tocarla. Hasta que el deseo se vuelve demasiado para soportar, incluso si arruina
todo por lo que he trabajado. Quiero besarla, quiero follarla, quiero oírla gritar mi
nombre cuando acabe. Por el momento, nada más parece lo suficientemente
importante como para negar la urgencia que tengo, así que me inclino y la beso.
5
Chelsea

C
uando Brandon me besa por primera vez, me congelo. Mi cuerpo siente un
millón de cosas diferentes, reacciona a la forma en que sus labios están
contra los míos, su mano en mi mejilla. Acababa de estar sentada allí,
asustada y, sin embargo, mareada por tenerlo a mi lado, y de repente estaba
envuelta en sus brazos, fuertes, reconfortantes y tan masculinos. Ha pasado un
tiempo desde que me han tocado de esta manera, pero definitivamente no
recuerdo que se sintiera tan bien. Por un segundo, me deleito en esta sensación de
ser besada, antes de despertar y recordar que probablemente debería estar
devolviéndole el beso. Y probablemente explorando ese hermoso cuerpo suyo
mientras pueda.

Y está bien. Guau. Sus brazos están esculpidos, su estómago tonificado y tiene
todos estos músculos duros del pecho que serían perfectos para recostar mi
cabeza. Sé que probablemente debería contenerme un poco, pero no puedo
evitarlo. ¿Quién sabe cuándo tendré otra oportunidad de tocar a alguien tan
fantástico como él? Brandon debe estar pensando lo mismo, porque sus manos
también me pasan por encima, a lo largo de mi cuerpo y luego hacia arriba,
sacando mi blusa de mi falda. Sus manos son eléctricas, enviando sacudidas de
placer a todas partes que toca. Su pulgar llega a mis senos, rodeando las
protuberancias endurecidas debajo del encaje. Arqueo mi espalda instintivamente,
anhelando más de él.

Ha pasado demasiado tiempo desde que me he sentido tan bien. El placer está
golpeando mi cuerpo, haciéndome marear y quedar sin aliento. Aunque sé que
podríamos tomarlo con calma, realmente disfrutarlo, quiero llegar a lo bueno.

A juzgar por lo duro que está mientras me peleo con sus pantalones, él siente lo
mismo. De alguna manera me las arreglo para quitarle el cinturón de la hebilla, y
luego el botón y la cremallera. Puedo sentir su polla debajo, y es grande. Ya puedo
sentir mi coño hormiguear con anticipación. Nuestros besos se vuelven
desordenados mientras nos rasgamos la ropa, alimentándonos de la frenética
necesidad de presionar nuestra piel desnuda. Su dedo se desliza entre mis piernas
y traza mi clítoris.

No puedo evitarlo. Gimo en su boca. Había olvidado cuán bien se siente cuando
deseo a un hombre. Me maniobra hábilmente para que caiga lentamente al suelo,
su cuerpo se desliza entre mis piernas. Puedo sentir su polla en sus boxers, dura
como el acero y tan caliente contra mi muslo. Sus labios se mueven hacia abajo,
mordisqueando mi cuello y jadeo, mi mano alcanzando su cabeza para acariciar su
grueso cabello. Las picaduras agudas son lo suficientemente dolorosas como para
hacer que el placer que sus manos me dan sea mucho más dulce. Me mojo, tanto
que mis bragas deben estar empapadas. Me muevo, y ahí está, su polla presionada
contra mí.

—Sí—le susurro al oído—. Por favor.

Está a punto de decir algo, o al menos eso pienso, cuando se encienden las luces y
nos separamos como si nos electrocutáramos. El elevador gime y luego comienza a
moverse lentamente. Mi cara está en llamas y me aferro a la barra en la pared para
volver a ponerme de pie. Mi blusa está completamente abierta, y uno de mis senos
está a punto de estallar de la copa del sujetador. Me arreglo rápidamente, tirando
con fuerza de mi falda para bajarla. Afortunadamente, el ascensor no tiene paredes
espejadas. Levanto la mano e intento domar mi cabello definitivamente revuelto.
Paso mis dedos por él, haciendo un nudo. Afortunadamente, es tan tarde en la
noche que no debería haber una parada sorpresa en el camino hacia el vestíbulo.

Una vez que estoy algo presentable, lo miro a escondidas. Brandon se está
sacudiendo el abrigo, con los ojos fijos en él como si fuera una tarea complicada. Ya
se abrochó los pantalones y, por lo que puedo decir, no hay manchas de maquillaje
en él. Gracias a Dios comencé a usar labiales intransferibles hace un año. De
repente me toco el cuello, me arden las mejillas por lo mucho que me gustó lo que
hizo. Rápidamente me quito el cabello de detrás de mí a cada lado detrás de las
orejas, con suerte disfrazando los chupones. Y no un momento demasiado pronto
porque un segundo después, las puertas se abren y está Clarence, el guardia
nocturno parado en el vestíbulo. Rápidamente agarro mi abrigo del piso,
esperando que no parezca que estamos haciendo algo. Porque no lo hicimos.
Definitivamente no.

—Señor. McAllister— dice Clarence con alivio—, Chelsea. Me alegra que estén
bien. No pude hacer funcionar el generador de respaldo. Lo siento.

Brandon me deja salir del ascensor primero, y trato de mantener la calma y no


parecer que estuve a veinte segundos de follar a mi jefe en este momento. Una cosa
es segura, hizo un trabajo fantástico al evitar que pensara en mi miedo a la
oscuridad. Me preocupaba que me hiciera sonar como una niña, pero él no parecía
pensar eso. De hecho, fue muy amable al respecto.

Aun así, estoy muy contenta de estar fuera de esa pequeña caja. Y estoy muy
contenta de no estar sola allí. Hubiera tenido un ataque de pánico, estoy segura.
Aunque realmente me hizo olvidar la oscuridad cuando me besó. De hecho, podría
curarme de esa fobia por completo mientras él estuviera cerca. ¿Quién sabía que
eso era todo lo que hacía falta?

El vestíbulo es muy luminoso y me parece que tiemblo un poco. Supongo que todo
ese miedo salió de mí ahora que puedo recordar lo que acaba de pasar. ¿Y si
hubiéramos estado atrapados allí toda la noche? Ninguna cantidad de besos podría
haberme hecho sentir mejor en ese momento. Solo pensar en esa cercanía me
marea un poco. Rápidamente me dirijo a uno de los asientos acolchados y me
siento para recuperar el aliento. Centrarse en mis zapatos ayuda.

—¿Qué pasó?— pregunta Brandon, todo calmado y sereno. ¿Cómo lo hace? El


hombre tiene una increíble cantidad de autocontrol.

—No estoy seguro, para ser honesto. Lo sabremos por la mañana. — Clarence
sacude la cabeza—. Me alegra que no estuvieran atrapados allí toda la noche.

Siento otra oleada de alivio. No creo que pudiera haber durado toda la noche en
ese ascensor, ni siquiera con Brandon allí. Me habría desmoronado. Los dos
hombres conversan durante otro minuto, y luego él se acerca, sus pasos resonando
en el espacioso vestíbulo.

—Chelsea—dice—, ¿necesitas que te lleve a casa?

Su voz es rígida y demasiado formal, como si estuviera montando un espectáculo


para Clarence. Lo odio. Prefiero mucho cómo sonaba antes cuando estábamos
solos. Miro hacia arriba, pero distraídamente está jugando con un botón de su
abrigo. Me giro y miro por las puertas del vestíbulo. La tormenta parece haberse
calmado ahora. Ni siquiera llueve.

—Estoy bien— le digo—. Muchas gracias por... por todo allí. No sé cómo lo habría
superado si no hubieras estado allí. Realmente me salvaste.

Quiero que insista, que diga que me esperará, pero asiente y gira para irse. Es como
si el pequeño mundo que construimos juntos en el elevador sea niebla, disipada
por la luz. Apesta. Mi repentino buen humor se desinfla un poco, pero luego me doy
cuenta de que es solo porque Clarence está dando vueltas en el vestíbulo. Brandon
tiene una reputación que mantener y, además, se metería en problemas. RR.HH.
probablemente gritaría acoso sexual, incluso si estuviera totalmente dispuesta a
ello. Lo veo irse y, a pesar de mi explicación racional, sigo dispuesta a que haga una
pausa y se dé la vuelta, pero no lo hace. Finalmente me levanto de nuevo una vez
que ha atravesado las puertas hacia la noche.

—Clarence, tengo que ir a buscar mi teléfono— digo—. Ya vuelvo.

—No volverás a tomar el ascensor, ¿verdad?

Mi estómago se vuelve a anudar de miedo. Supongo que fue Brandon quien se


deshizo del miedo a la oscuridad por mí. Sin él allí, todavía tenía miedo. Clarence
no podía pagarme para ir allí ahora mismo.

—No, caminaré. Está a solo cinco pisos y probablemente me hará bien el ejercicio.
Los primeros dos pisos fueron bastante fáciles, pero empiezo a resoplar a la mitad
del tercero. Realmente debería cambiar mis atracones de Netflix por la noche para
correr temprano en la mañana. Sé que Casey, la recepcionista, ha estado
entusiasmada con esta cosa del yoga que se supone que realmente funciona. Tal
vez podría comenzar a correr también, aunque la mayoría de los días llueve
bastante. No quiero resfriarme.

Abro las puertas de la escalera y entro en la oficina. No está completamente oscuro,


pero casi. Y tampoco estoy cerca de los interruptores de luz. Los protectores de
pantalla de la computadora proyectan sombras enormes sobre todo, y me pongo
nerviosa con cada pequeño sonido. Finalmente estoy de vuelta en mi escritorio. Mi
teléfono está sobre la mesa. Lo recojo y llamo a Steph de inmediato. No solo porque
estoy aterrorizada, porque tengo que contarle todo sobre el beso y descubrir
exactamente lo que significa.

—Steph—le digo tan pronto como ella contesta—. ¿Adivina qué?

—¿Seguiste mi consejo y saliste por una vez?

—¡No! Lo hice. Con Brandon En el ascensor.

Hay una pausa, luego un chillido.

—¡¿En serio?! ¿Cómo en las películas? — Puedo escuchar a Michael quejarse en el


fondo, pero Steph lo ignora por completo—. ¡Cuéntamelo todo!

Me lleva un poco de tiempo explicarlo todo mientras bajo las escaleras. Me detengo
mientras corro por el vestíbulo, saludando a Clarence nuevamente, y luego
continúo mientras camino hacia el metro. Finalmente termino justo cuando estoy a
punto de bajar las escaleras.

—Esto es salvaje —dice —. Guau. Es como una película o algo así. ¡Vamos, Chels!

—¿Cierto? No me lo puedo creer. ¡Todo este tiempo he estado llorando sobre él, y
es como si sintiera lo mismo! Quiero decir, me besó. Esa es una buena señal,
¿verdad? —Me sorprende la incertidumbre.

—Sí, sí, tonta. Esto es fantástico. ¿Debería considerarlo como tu chico?

Me sonrojo furiosamente.

—No creo que estemos tan lejos todavía— le digo—. En realidad no pasó nada,
sabes.

—Sí, pero podría haber sucedido. Yo digo que eso cuenta.

Dejo que la confianza de Steph cubra mis dudas. ¿Seguramente esto es una señal?
No pudimos hablar sobre lo que sucedió, pero incluso antes de comenzar a
besarnos (bueno, más que besarnos) realmente sentí que nos conectamos un poco.
Tal vez haya una posibilidad de que esto pueda funcionar. Tal vez esto no es una
fantasía tonta que estoy albergando en mi cabeza. Mi mejor amiga se deja llevar un
poco, pero esta noche, estoy más que feliz de seguirla. Porque por una vez, tal vez
mi vida amorosa resulte como en las películas.
6
Brandon

A
pesar de que Clarence está mirando, me cuesta todo de mí no envolver mis
brazos alrededor del delgado cuerpo de Chelsea y abrazarla. Puedo ver la
forma en que su cabello está despeinado por mis manos acunando su
cabeza. La forma en que su camisa todavía estaba medio levantada antes de que se
volviera a encender y nos interrumpieran. Me parece obvio, pero el guardia no
parece darse cuenta de nada, afortunadamente. Aun así, me encuentro cada vez
más rígido y formal frente a él, interpretando un papel que de repente no tengo
ganas de interpretar. Sin embargo, Chelsea no parece darse cuenta. Está
agradecida, burbujeante y cálida. Esa es Chelsea, sin embargo. Ella siempre es
genuina y feliz, rebotando por la oficina. Nada ni nadie podría deprimirla.

Y luego tenerla sonriéndome así, como si todo fuera a estar bien porque me tenía.
Me golpeó las tripas como una tonelada de ladrillos y me hizo quererla, desearla
tomarla tanto, que mi mano temblaba. Ni siquiera podía comenzar a entender, y
mucho menos procesar cómo podía hacer esto, solo asentí y la dejé allí. Sabía que
no tenía auto. Debería haberme quedado e insistido en llevarla a casa a salvo. Pero
no podría haberle prometido que no la habría tomado contra mi auto allí en el
estacionamiento —maldita sea Clarence—. Entonces me fui.

La tormenta ha cesado definitivamente, pero hay evidencia de ello en todas partes.


Hay ramas y hojas esparcidas por el camino. Conduzco casi imprudentemente de
regreso a casa. Su olor, su sensación, me preocupa tanto que me paso la calle de mi
departamento y tengo que dar la vuelta a la manzana. Esto no es bueno. Ya me está
haciendo perder la cabeza. Pero tampoco quiero renunciar a ella. Algo sobre esa
experiencia me cambió. He salido de ese ascensor como una persona diferente a la
que entró. De alguna manera, Chelsea me da ganas de abandonar la carrera de
ratas. Incluso estoy contemplando niños, una casita en los suburbios, el cuento
completo. Es ridículo. Sé que lo es.

Y sin embargo, todavía lo estás pensando.

Fue solo un beso. No significó nada en absoluto. No hubo nada más que eso. Pero
incluso tengo que admitir que mis palabras son vacías. Tengo que arreglar esto a
primera hora mañana. Tengo que cortarlo de raíz antes de que, sea lo que sea que
siento, se convierta en algo que pueda descarrilar todo por lo que he trabajado tan
duro. Todavía quiero la promoción. Todavía quiero ser CEO. Nada, ni siquiera la
sensación del cuerpo de Chelsea, suave y femenino contra mí, puede cambiar eso.
Tengo muchos problemas para dormir, y cuando me levanto a la mañana siguiente,
me siento exhausto. Aun así, me arrastro fuera de la cama, me pongo mis
pantalones cortos para correr y una camiseta, y hago un ciclo de castigo que reduce
casi un minuto a la hora de ayer. Me duelen las piernas, pero al menos no puedo
pensar en otra cosa. Esa es la clave, no permitirme pensar. Porque cuando lo hago,
mi mente vagabundea hacia cierta asistente y en todo lo que quiero hacerle.

Coincidentemente, el elevador que tomo esta mañana es el mismo en qué


quedamos atrapados anoche. N puedo creer que hace menos de veinticuatro horas
estaba Besando a Chelsea y casi potencialmente fallándola en el suelo. ¿Qué estaba
mal conmigo? Si nos hubieran atrapado… ¿Pero realmente me importaba? Una
parte de mi deseaba que lo hubiera hecho, de cualquier manera; piensa que
hubiera valido la pena ser temerario por una vez en la vida. Aun puedo sentir el
toque de su suave piel, su suave boca, esos increíbles pechos… mierda. Mi polla se
está endureciendo de nuevo. Debo pensar en algo más.

Debo detener esto.

Salgo rápidamente del elevador, esperando que si me muevo lo suficientemente


rápido, nadie podrá ver que estoy a media asta. Sacudo la cabeza bruscamente.
Esto es una locura. Tengo que ponerme bajo control. He sido bueno negándome
toda mi vida. Antes había mujeres que se arrojaban sobre mí. Hubo noches en las
que hubiera sido fácil tomar demasiadas cervezas, probar un poco de cocaína,
vivirlo porque era joven y finalmente lo suficientemente rico como para hacerlo.
Pero me resistí y no lo hice. ¿Qué demonios hizo a Chelsea tan especial?

Más adelante veo el escritorio de Chelsea. Ella siempre está ahí, preparando todo, y
hoy no es diferente. Tan pronto como me ve, me da una sonrisa, una pequeña
secreta que me aprieta el corazón. Es por eso.

—Estaba a punto de ir a buscar tu bebida— dice rápidamente, levantándose de la


silla.

—Gracias— le digo. No menciono lo que sucedió anoche, y veo confusión en su


rostro. De repente, una parte de mí se pregunta nuevamente si esto es lo correcto.

Abro la puerta de mi oficina y guardo mi tableta. Por lo general, me gusta tomarme


unos minutos para ponerme al día con las noticias antes de comenzar oficialmente
mi día, pero hoy es diferente. Entrelazo mis dedos y enderezo mis hombros. Tengo
que ser duro. Tengo que estar seguro para que ella no confunda lo que tengo que
decir. Si me doy una escapatoria, sé que querré aprovecharla. Cierro los ojos,
convocando la voluntad de terminarlo.

Tan pronto como Chelsea entra, la sonrisa cae de su rostro. Debe ser mi expresión.
La he aplanado. Neutral, espero, pero probablemente sea más severo que eso. Ella
se acerca cuidadosamente, balanceando la taza de té para mí. Me pregunto si me la
seguirá trayendo una vez que escuche lo que tengo que decir. La miro por un
momento mientras lentamente baja la taza.

—Chelsea, ¿puedo hablar contigo un momento?

—Claro— dice nerviosamente. Quita una pelusa de su falda y sé que tiene una
ligera idea de lo que voy a decir. Al menos facilitará las cosas.

—Acerca de ayer—empiezo—. No tengo la costumbre de besar a mis asistentes


personales. De hecho, nunca lo he hecho. Lo que sucedió fue un error.

Miro como los labios llenos de Chelsea se separan, como si quisiera decir algo. Pero
no quiero que me convenza de lo contrario, porque lo haría. La dejaría
convencerme. Asiento hacia la puerta, despidiéndola antes de que pueda decir algo
más. Su rostro se arruga por un segundo antes de recuperarse, y se pone rígida.

—Volveré a trabajar, señor.

Se da la vuelta rápidamente y puedo ver sus hombros temblar. Odio lo que he


hecho, especialmente desde que la conocí. Incluso quiero saber más sobre ella,
pero sé que es imposible. Hice el movimiento correcto, sigo diciéndome a mí
mismo mientras transcurre el resto del día y Chelsea evita mi mirada. Así es como
debería ser. Ella necesita salir con alguien que le brinde una familia y felicidad, no
un adicto al trabajo cuya única ambición es escalar profesionalmente.

Pero cuando un idiota en la sala de descanso hace un comentario sobre el culo de


un millón de dólares de Chelsea, se necesita todo de mi para no correr allí y agarrar
su cuello.
7
Chelsea

A
unque debería haber sabido que no debía hacerme ilusiones, todavía estoy
totalmente abrumada por lo que Brandon me dijo. De hecho, no sé cómo
sobreviví el resto de mi jornada laboral. Hice mi trabajo como un robot,
devolviendo llamadas automáticamente, enviando correos electrónicos, tomando
llamadas. No fue hasta que fui a casa en el metro, balanceándome cuando el tren se
precipitó a través de los túneles oscuros que realmente me hundí en que todo
terminó antes de que siquiera comenzara. Le envié un mensaje de texto a Steph,
haciéndole saber lo que pasó. Al instante me devolvió el mensaje diciendo que
vendría con una botella de vino. Le dije que fueran dos.

—Whoa—dice cuando le abro la puerta—. Sudadera de Minnie Mouse¿eh?

Mis sudaderas de Minnie Mouse estaban reservadas para las peores situaciones.
Son sin duda el par más suave y cómodo de pantalones de pijamas que poseo, y me
ayudaron a superar mi primera ruptura en la secundaria, ese terrible momento en
que me despidieron del trabajo, el divorcio de mis padres y otra ruptura
absolutamente horrible en mi último año de la universidad. Eran mi versión adulta
de una frazada de apego, y eso era lo que necesitaba en este momento.

Sin palabras le quito el vino y me dirijo a la cocina. Se había saltado las botellas por
completo y trajo un cartón. Definitivamente no son elegantes, pero bueno, no es
como si fuera a apreciar el "aroma afrutado" o los "tonos terrosos" en este
momento. Agarro un vaso y se lo entrego, luego tomo otro y lo lleno. Casi me he
bajado la mitad para cuando Steph aún tiene el suyo lleno.

—Vamos a la sala de estar— sugiere, lo cual es una gran idea. Ya instalé un


pequeño nido allí, para poder revolcarme toda la noche. Nos sentamos juntas.
Steph hurga en una caja de cartón de Rocky Road3, pero está vacía. Debería haberle
pedido que pasara por la sección del congelador en el supermercado.

—Me dejó—le digo una vez que me acurruqué en mi lugar—. Bueno, no dejó. Pero
me siento abandonada.

—¿Qué dijo exactamente?

—Dijo que no tiene la costumbre de besar a sus asistentes personales. Y que ni


siquiera debería pensar en que vuelva a suceder. Y luego, antes de que pudiera
hablar, me envió de vuelta de mi escritorio. Como si estuviéramos discutiendo

3 Rocky Road: marca comercial de helado.


alguna estúpida solicitud de trabajo. Como si todo esto no fuera nada más para él
como lo es para mí. Lo que no tiene ningún sentido porque realmente pensé que
estábamos conectados, ¿sabes? Eso suena cursi, pero no sé cómo decirlo.
Estábamos hablando en serio.

Steph asiente con simpatía.

—¿Crees que tal vez solo estaba haciendo eso para cubrirse el trasero en el
trabajo? Quiero decir, él es tu jefe. Podría recibir una bofetada de acoso sexual.

—¿No necesitaría presentar una demanda primero? Y por supuesto que no lo


haría. ¿Por qué demonios lo haría? Básicamente le dije que lo quería. O al menos se
lo mostré —digo, enrojeciendo mientras lo recuerdo—. Quiero decir, no esperaba
que él propusiera nada, pero pensé que tal vez podríamos haberlo intentado. Pensé
que estaba abierto a intentarlo al menos. Y ahora se acaba de cerrar por completo.
Ni siquiera hizo una broma sobre la horrible corbata del señor Lewis como suele
hacer.

Derramo el resto del vino. No soy floja, pero bebo tanto vino que rápidamente
comienza a tener efecto. Tomo más, tambaleando el vaso un poco más de lo que
debería. Puede haber una mancha en el piso, pero no es que mantenga la alfombra
tan limpia.

—De todos modos— declaro—, suficiente sobre él. Si ese bastardo no me quiere,
¡yo tampoco lo quiero a él!

—¿Quieres poner una película? — pregunta ella.

Eso es lo bueno de Steph. A veces solo necesitamos nuestros delirios, y ella no los
hará estallar y me hará enfrentar la realidad. Al menos no en este momento. Tal
vez mañana cuando tenga una resaca del infierno. Probablemente debería llamar
para reportarme enferma, pero tengo miedo de que si levanto mi teléfono y lo
llamo, diga más de lo que debería. Me doy cuenta de que Steph realmente no ha
bebido tanto vino y frunzo el ceño hasta que lo bebe.

—Si. Algo donde los hombres no son herramientas y todo termina feliz para
siempre.— Estoy arrastrando un poco las palabras, lo cual es fantástico. Estoy en
camino a ser completamente destrozada.

—¿”Diario de una pasión”?

Esa era nuestra vieja favorita cuando éramos adolescentes angustiadas, y todavía
la veíamos de vez en cuando para llorar juntas por eso. ¿Pero quiero estar llorando
ahora mismo? Decido que sí, eso suena perfecto. Bien, la vieja Steph. Ella siempre
sabe exactamente lo que necesito.
El resto de la semana fue igualmente horrible. Cuando mi enamoramiento seguía
siendo un secreto, estaba más que feliz de quedarme hasta tarde en la oficina o
soportar las tareas a veces tan aturdidoras que tenía que hacer como asistente
personal. Siempre imaginé un poco más para mí. Tal vez me convertiría en
periodista o escritora, o algo más que hacer café, programar cenas en restaurantes
que incluían opciones sin gluten (o lo que sea que el cliente necesitara) y enviar
correos electrónicos. Brandon había hecho todo soportable, pero ahora ni siquiera
éramos amigos. No fuimos nada incluso cuando estuvo en su oficina la mayor parte
del tiempo, pidiéndome que hiciera cosas por correo electrónico. Era como si se
hubiera derrumbado un muro.

Si cada semana será así, creo que mejor empiezo a buscar otro trabajo. Por supuesto,
nunca tuve la intención de estar aquí por mucho tiempo. Tenía grandes sueños,
grandes aspiraciones. Simplemente no tenía el título correcto. Pero en el fondo,
sabía que solo eran excusas. Si quisiera ser escritora, estaría trabajando
arduamente los fines de semana en cafeterías, o encorvada sobre mi computadora
en casa. Tal vez fue solo un sueño tonto de la infancia que no pude dejar ir. Pero
aún podría ser periodista. No fui a la escuela por eso, pero un título de literatura
sería suficiente para ayudarme a conseguir un trabajo escribiendo artículos, si no
en un periódico, para blogs, relaciones públicas o algo así. Creo que cualquier cosa
sería estar más cerca de mi sueño que esto.

Decido llamar a Steph sobre mi idea durante el almuerzo. Brandon está en una
reunión, así que me siento relativamente segura. Steph está a cargo del marketing
en redes sociales en una empresa de calzado de moda, por lo que tiene el reinado
gratuito para estar en su teléfono todo el tiempo. Sin embargo, significa que a
menudo se distrae en nuestras llamadas de almuerzo, manteniéndose al día con los
avistamientos de zapatos de celebridades para volver a tuitear y lo que sea. La
mayoría de las veces no me importa, porque no es como si estuviéramos hablando
de astrofísica, pero hoy necesito toda su atención.

—No estoy loca ¿verdad? Hay trabajos como ese para una especialización en
literatura e inglés, ¿verdad? — le pregunto una vez que la escucho dejar de escribir
en su teclado.

—Claro...—dice dubitativa—. Pero me parece que solo estás tratando de evitarlo.

—Bueno, eso es una ventaja adicional, sí. Pero realmente creo que debería mejor
uso a mi título. Voy a pagarlo por los próximos veinte años. Bien podría estar
trabajando en un campo donde sea útil.

—Pensé que a los periodistas y blogueros no se les paga casi nada. ¿Y no acabas de
recibir ese aumento de Brandon? ¿Cómo vas a pagar esos préstamos estudiantiles
cuando te pagarán como cinco centavos por palabra? – Confío en Steph para
señalar lo lógico. Jugueteo con el envoltorio de mi barra de chocolate. He estado
comiendo más de unos pocos últimamente. Probablemente debería parar, pero
sería verdaderamente miserable.

—Sí – concuerdo—. Pero es tan incómodo, Steph. No sabes cómo es.

—Oh vamos. Se supone que ahora somos adultas Chel. Y los adultos no solo
cambian de trabajo porque a la persona que les gusta no les gusta. Actúan
profesionalmente y siguen adelante. Que es lo que deberías estar haciendo. Hacia
adelante. Eres joven y soltera, y realmente deberías disfrutarlo para que pueda
vivir indirectamente a través de ti.

Eso era interesante. Siempre pensé que Steph y Michael eran tan felices juntos. Son
el tipo de pareja que intenta no ser pegajosos cuando estás cerca de ellos, pero de
alguna manera te hacen sentir triste y solo con sus miradas de adoración el uno al
otro.

—Somos felices— dice cuando se lo digo—. Estoy encantada de casarme con el


chico. Pero eso no significa que no me encantaría escuchar alguna aventura loca de
resaca que tengas. O que te invitan a una loca fiesta electrónica subterránea donde
consumas collares de dulces y te pintas con pintura neón en la oscuridad, o algo
así.

—Eso suena absolutamente terrible. ¿Por qué querría cubrirme con pintura tóxica?

—Sabes a lo que me refiero— dice con impaciencia—. Escucha, está sucediendo


esta cosa de citas rápidas este fin de semana. Francine me lo contó. Vayamos.

—¿Citas rápidas?— Miro la tercera barra de chocolate que he probado hoy. Ese es
básicamente mi almuerzo en estos días. Y desayuno. Para la cena cambié a helado y
vino. Es fantástico. No estoy exactamente revolcándome siendo incapaz de
funcionar, pero mi corazón está bastante magullado.

—Sí. Será divertido. Ya se lo conté a Michael, y él me permitió ir contigo. Y hay más


de cincuenta tipos allí, por lo que seguramente habrá al menos uno o dos de ellos
que sean guapos. O decentes. Tal vez deberíamos ir por lo decente.

—Chica, realmente me estás vendiendo esto, Steph— le digo, pero ya estoy


pensando en las posibilidades. ¿He estado enamorada de Brandon demasiado
tiempo? Tal vez realmente sea como dice Steph. Mis sentimientos por él envían una
señal silenciosa a todos los demás hombres de que no estoy disponible, por lo que
solo he estado atrayendo a los realmente desesperados.

—Lo siento, lo siento. De todos modos, hagámoslo. Incluso si sé que no estoy en el


mercado, seguirá siendo divertido. Puedes ayudarme.
—Hecho. Iré a citas rápidas contigo —digo, fingiendo de mala gana—. Siempre y
cuando prometas no sacar una tira de condones y meterlos en mi bolso si veo a
alguien que realmente me gusta.

—Bien.

Steph y yo nos despedimos. Suspiro largamente. No he estado en el juego de citas


por mucho tiempo. No estoy segura de qué manera responder a "¿a qué te
dedicas?" y "¿cuál es tu color favorito?" me dirá cuánto quiero pasar mi vida con un
chico, pero mi método de sufrir desde lejos ha fracasado espectacularmente hasta
ahora. El mayor dolor en todo esto es que ahora tengo que tratar de encontrar un
conjunto de sujetador y bragas a juego, si es que aún tengo uno.

Noto una sombra sobre mi escritorio y miro hacia arriba. Es Brandon. Su cara es
ilegible. ¿Cuánto ha escuchado? No es que sea asunto suyo, creo que es un poco
desafiante.

—Chelsea, ¿puedo verte en mi oficina, por favor?— Gira sobre sus talones y se
dirige a la puerta, sin siquiera detenerse para ver si lo voy a seguir.

Una parte de mí no quiere entrar. La otra parte no puede evitar escuchar. Me


levanto lentamente, quitando una miga de mi vestido. Camino hacia la oficina de
Brandon. Está esperando junto a la puerta, y tan pronto como estoy adentro, la
cierra y traba la cerradura.
8
Chelsea

—¿ Q ué sucede?— pregunto, nerviosa. Brandon nunca antes había cerrado la


puerta de su oficina. En todo caso, siempre ha mantenido la puerta
abierta. Esto es diferente.

—Siéntate—dice señalando la silla. Con cautela camino y me siento. Brandon está


paseando, agitado por algo. Se ve bien hoy, con el traje oscuro que resalta muy bien
todo sobre su cuerpo. Un atuendo que normalmente puede hacerme apretar las
piernas. En este momento, sin embargo, parece que está loco como el infierno, y
está tratando de encontrar las palabras para ello. ¿Hice algo malo?

—No quiero que te vayas— dice al fin.

Estoy confundida. ¿Irme? ¿Escuchó mi conversación con Steph donde le dije que
quería irme?

—No tengo ningún plan para dejar este trabajo— le digo diplomáticamente. Sin
embargo, agrego negando con la cabeza

Brandon frunce el ceño.

—Eso no es lo que quise decir.— Hay otra pausa larga mientras da otra vuelta
frente a su escritorio—. Estoy hablando de tu cita.

Estoy tan sorprendida que podría haberme caído de la silla. ¿No quiere que vaya?
¿Después de todo lo que me ha hecho pasar? Debo haber escuchado mal. Pero no.

—¿Qué te hace pensar que tienes algo que decir aquí?— pregunto, un poco más
enojada de lo que pretendía.

Se ve avergonzado, que es más de lo que esperaba. Sus ojos están tristes y


realmente tengo que luchar contra el impulso de ceder ante lo que dice. Quiero
hacerlo, pero al mismo tiempo, él ya dejó en claro que no quiere tener nada que ver
conmigo. El dolor que siento regresa.

—Yo… — se detiene. Nos miramos el uno al otro. Hay tanta emoción en su rostro, y
esa pequeña parte de mí que no se ha rendido con nosotros le está rogando que
hable. Se detiene directamente frente a mí—. Chelsea, he sido un maldito tonto. He
estado en la vía rápida toda mi vida. Pensé que esto era lo que quería, lo que
importaba. Y una relación contigo pondría en peligro eso. De hecho, no creo que
haya tenido una relación seria en muchos años. Simplemente no me molesté
porque pensé que sólo me distraería de lo que pensaba que era importante. Pero
esta semana… esta semana ha sido jodidamente insoportable. Cuando estuvimos
atrapados juntos en el ascensor, llegué a conocerte un poco y me gustó. Mucho.
Pensé que eran solo las circunstancias de estar atrapados juntos, así que traté de
detenerlo, tanto para mí como para tu, si soy realmente honesto al respecto. Pero
verte fuera de mi alcance es más de lo que puedo soportar. Ahora me doy cuenta
de que lo último que quiero es volver a ser como eran las cosas. Y al oír que podrías
terminar con otra persona... fui un idiota al dejarte ir Chelsea. Y estoy seguro que
no te quiero con nadie más que yo.

Podía escuchar la honestidad en su voz mientras lucha con las palabras. Si Steph
estuviera aquí, diría que lo hiciera arrastrarse, realmente rogar por eso, pero no
quiero hacerlo en absoluto. Mi corazón se ha acelerado con cada palabra que dice,
hasta que la felicidad que siento se libera en una sonrisa en mi rostro.

—Yo tampoco quiero estar con nadie más—le digo.

Brandon me alcanza, tirando de mí y besándome en los labios. Es fuerte, exigente y


hambriento, queriendo todo de mí. Me chupa el labio inferior, y abro la boca para
que su lengua pueda invadirme. Su mano suelta mi muñeca y me tira fuerte contra
él para que pueda sentir lo mucho que me desea. Finalmente nos separamos para
respirar.

—Salgamos de aquí—gruñe.

No creo que haya salido más rápido en mi vida. Enrojecidos, sudorosos y


delirantemente felices, salimos de la oficina y vamos a su departamento. Vive en un
edificio supermodelo en el último piso, uno de los cuatro únicos departamentos. Le
toma una eternidad encontrar las llaves, y yo no se lo hago fácil, pasando mis
manos sobre su cuerpo, dejando besos en la parte posterior de su cuello. Y luego
estamos adentro, y la puerta se cierra de golpe, y Brandon me sujeta contra la
entrada, levantando mis piernas y rodeándolo.

Aprieto mis caderas contra él mientras muele su polla contra mí, una cantidad
insoportablemente gruesa de ropa entre nosotros. Estoy jadeando a través de
besos, mis manos sosteniendo su rostro mientras nos tambaleamos por el pasillo.
Me encanta que sea mucho más grande y más fuerte que yo y que pueda
levantarme y llevarme como un premio. Una de sus manos encuentra la cremallera
de mi vestido y la tira hacia abajo, mientras que otra ya me está desabrochando el
sujetador. Creo que nos dirigimos a la cama, pero luego él gira por otra puerta y
estamos en un baño absolutamente impresionante.

—Oh wow— le digo—. Esto no vino con el departamento, ¿verdad?

Brandon me baja suavemente.


—Me he estado muriendo por tenerte aquí— dice, con voz baja por el deseo—.
Continúa.

Ya me he quitado la mitad del vestido y no me toma mucho tiempo terminar de


desnudarme. Le doy una larga vista de mi culo y mi coño resbaladizo mientras
empujo suavemente mis bragas hacia el suelo, luego me meto en la cabina de vidrio
cerrado. Enciendo la ducha de cascada, y para mi sorpresa, el agua ya está caliente.
La dejo caer sobre mí por unos segundos, luego me doy la vuelta para mirar a
Brandon.

Él está observándome, sus ojos lentamente recorren mi cuerpo y miran la curva de


mis senos, la hinchazón de mis caderas. Hay luces encima de la ducha, y nunca
antes me había sentido tan expuesta a otra persona. Da miedo, pero es
exactamente lo que quiero. Me encanta que parece que no puede mirar hacia otro
lado. Brandon ya ha tirado su corbata y camisa a un lado, revelando unos músculos
ondulantes en su cuerpo atlético y un tatuaje en el lado izquierdo de su pecho. Su
polla definitivamente está haciendo una tienda de campaña en sus pantalones y no
pude evitar sonreír. Me doy la vuelta, dejando que el agua caiga en cascada por mi
columna vertebral y sobre mi trasero.

Al momento siguiente, abre la puerta de vidrio, dejando que salga el vapor, y yo


tiemblo cuando mis pezones se endurecen en hinchados picos de color rosa. La
excitación pincha mi cuerpo, y casi salto cuando él está allí, su toque es tan ligero
como el aire mientras me roza el brazo. Y luego lo siento, su polla presionando con
fuerza entre mis nalgas. Su cuerpo presiona contra mí a continuación,
empujándome contra las baldosas frías. Envuelve sus manos a mi alrededor,
explora mi cuerpo y me aprieta los senos. Doy un pequeño jadeo y él se inclina
para morder mi lóbulo de la oreja.

—¿Te gusta mi ducha?— pregunta, su voz mezclada con lujuria.

—Sí—susurro, cerrando los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás contra su amplio
pecho y exponiendo mi sensible cuello hacia él.

Sus gruesos dedos giran sobre mi areola, luego pellizca mi pezón lo


suficientemente fuerte como para hacer que mis ojos se abran con sorpresa.

—¡Oh!— gimo mientras una flecha de placer vuela directo a mi núcleo.

—¿Te gusta? — murmura, girando mi otro pezón entre su pulgar y dedo.

Se me escapa otro gemido y solo puedo asentir mientras trabaja. Su polla se


endurece aún más contra mí cuando me hago más fuerte, hasta que mi espalda está
completamente arqueada fuera de él. Aun así, tan bien como se siente, quiero más
de él, y empujo mi trasero de regreso a su polla con anticipación. Lo escucho reír, y
luego sus dedos caen entre mis pliegues, extendiéndome por su polla. Abro las
piernas para un mejor acceso, tratando de apresurarme a lo bueno. Me sumerge
dos dedos, resbaladizos, ardientes y dispuestos, y luego un tercero, follándome con
ellos mientras su pulgar frota mi sensible clítoris. Ahora estoy gimiendo
fuertemente, el placer irradia de mis pliegues hinchados mientras él me trabaja de
manera experta. Quiero acabar, pero no es suficiente. Doy un pequeño gemido de
frustración.

—Necesito más. Por favor— le ruego.

—Pronto—dice con una sonrisa. Golpea su polla contra mi hendidura apretada, y


luego, con un empuje lento, se abre paso dentro de mí. Su eje es grueso, y estoy
luchando por respirar y relajarme mientras me estira.

Finalmente está dentro de mí, grande, duro y lleno. Él se retira suavemente, luego
vuelve a golpear con un gemido bajo, hundiéndose profundamente en mi coño.
Cada vez que se mueve, llena una dolorosa necesidad dentro de mí que ningún otro
hombre ha podido saciar. Su áspero dedo masajea mi clítoris mientras empuja,
sujetándome fuerte contra la pared de la ducha. Mis pezones rozan el frío azulejo y
me envían deliciosos escalofríos. El agua cae en cascada sobre nosotros y el calor
es casi insoportable, pero no quiero que se detenga.

Gimo cada vez más fuerte, gritando el nombre de Brandon. Mis dedos intentan
agarrar el azulejo, pero no hay nada a lo que aferrarse. El placer comienza a
acumularse dentro de mí mientras bombea entre mis piernas, cada vez más rápido.
Me está frotando el clítoris con fuerza, y puedo sentir cómo aumenta mi orgasmo
hasta que sale a la superficie y se estrella sobre mí. Mis piernas tiemblan con la
intensidad, ola tras ola de placer explotando en mi cuerpo, y tengo que hundirme
contra la pared. Creo que estoy gritando su nombre, pero no lo sé. Solo Brandon
me sostiene mientras empuja por última vez y se une a mí, entrando
profundamente.

—Mierda, eres increíble Chelsea—dice con los dientes apretados.

Lentamente me suelta. Nos limpiamos el uno al otro, y luego abre la puerta de la


ducha y me tiende una toalla esponjosa, envolviéndome suavemente. Luego me
levanta y me lleva a la cama. Estoy cálida y contenta mientras nos cubre con el
edredón. No creo haber sido tan feliz en mi vida. Una parte de mí quiere tanto esto
que duele, pero lo ignoro. ¿Por qué arruinar las cosas al decirlo en voz alta?
Debería disfrutar lo que me está dando esta noche y pensar en el resto más tarde. Y
con eso me acurruco más cerca de su pecho, donde siento que siempre estuve
destinada a estar.
9
Brandon

P
uedo escuchar cuando el aliento de Chelsea se relaja y se ha quedado
dormida. La luz de la luna entra por mi ventana panorámica, iluminando su
piel. Pobrecita, debe estar agotada por lo que le hice pasar, creo que eso
hace maravillas con el ego masculino. Aparto un mechón de cabello de su cara. Esto
valió completamente la pena. La forma en que miraba mi cuerpo, bebiéndolo. La
forma en que gritaba mi nombre una y otra vez, aferrándose a él mientras su
orgasmo la atravesaba. La sensación de su cuerpo suave ahora contra el mío.
Definitivamente no quiero perder esto. La idea se presenta en voz alta y clara, pero
en lugar de pensar que es algo de lo que preocuparme, como podría haberlo hecho
en el pasado, me siento seguro y casi en paz con eso. Me inclino hacia adelante y
coloco un tierno beso en su frente.

Sus ojos se abren de golpe. Extiendo la mano para pasar un dedo por su hombro y
hacia sus dedos, entrelazándolos con los míos. No puedo evitarlo. Su cuerpo es
hermoso, y quiero seguir tocándola, familiarizándome con su cuerpo.

—¿Me quedé dormida?— murmura. Hay una vulnerabilidad en su voz que se


apodera de mi corazón.

—Solo por unos minutos — respondo.

—Mmm... ¿En qué estás pensando?

—En lo ridículamente feliz estoy en este momento por no haber seguido mi cabeza
— digo con una sonrisa.

—¿En lugar de tu corazón?— bromea antes de darse cuenta de lo que está


preguntando. Ella comienza a tratar de corregirse, pero le coloco un dedo en el
labio.

—Sí. En lugar de mi corazón. Chelsea, no solo quiero dormir contigo. Quiero que lo
sepas. Sé que es pronto, y tal vez no debería presionarte más, pero no me
importaría hablar y conocerte mejor. Por supuesto, podríamos quitarnos la ropa al
final del día. De hecho, diría que definitivamente debes quitarte la ropa al final del
día. Me gustaste desde siempre. Eres positiva, te preocupas, estás decidida a tener
éxito. Me encanta eso de ti. Y ahora que estoy aquí contigo, voy a conocer todo lo
que pueda sobre ti.

Me detengo por un momento y me deleito con la gran sonrisa que me da. Muestra
su hoyuelo, y presiono un pulgar en él.
—Me encanta cuando sonríes así. Tienes el hoyuelo más lindo que he visto.

Ella levanta una mano sobre la mía.

—De todos modos, quiero intentarlo de verdad si quieres—termino.

—Sí— dice tímidamente, luego se acerca buscando un beso—. No quiero nada más.

Estoy decidido a cumplir con mi palabra y conocerla. Después de pasar toda la


última noche juntos, con la excepción de aproximadamente una hora cuando mi
estómago gruñó demasiado fuerte y ordenamos comida, estoy listo para hablar y
conocer la mente de Chelsea tan bien como su cuerpo. Me levanto temprano, dejo
una nota y me dirijo al mercado de agricultores que se encuentra a unas pocas
cuadras de distancia, recogiendo productos para un picnic. Incluso tienen una
canasta para que lleve las cosas. Se divirtió burlándose de mi incapacidad para
cocinar, pero incluso yo puedo hacer un picnic con una baguette, algunas papas,
jamón y queso. Empaqué algunas manzanas, una botella de vino y algunas galletas
horneadas, deliciosamente frescas, y tenemos suficiente para un almuerzo de fin de
semana.

Chelsea está lista cuando regreso, luciendo fresca y radiante. Se ha soltado el pelo
de su moño habitual y se enrosca salvajemente alrededor de su hermoso rostro. Y,
por supuesto, lleva esa gran sonrisa. Le doy un beso, disfrutando la plenitud de su
boca. Todavía no he superado el hecho de que puedo besarla cuando quiera. Que es
mía. La forma en que encaja en mis brazos tan perfectamente me hace sentir
posesivo. No podemos hacer esto en la oficina, así que tengo que aprovechar todo
lo que pueda mientras estamos fuera. Mantengo mi brazo alrededor de su cintura
mientras salimos por la puerta y bajamos por el elevador.

—¿Estás lista para disfrutar?

—Definitivamente — dice un poco tímida.

No nos lleva mucho tiempo llegar al parque más grande de la ciudad. Mantengo su
mano en la mía todo el tiempo, descansándola en mi regazo mientras conduzco.
Hoy hay sol y hace calor, y hay mucha gente afuera. Mi pecho se hincha un poco
cada vez que veo a alguien mirando a Chelsea. Los artistas están tocando música,
haciendo trucos de magia, todo tipo de cosas para variar. Nos tomamos nuestro
tiempo, revisamos todo, y luego escojo un lugar para estirar la manta y presentar
mi ofrenda. Ella abre mucho los ojos ante mi elección de queso.

—Ohhhh — dice mientras cava a través de la selección y saca el Gruyere—.


Conoces tus quesos.
—Oye, solo porque no pueda cocinar buena comida, no significa que no pueda
apreciarla — digo en mi defensa. Le doy un trozo de pan fresco.

—¡Mmmm! ¡Genial! — La veo cerrar los ojos con felicidad. Pensé que era el único
que podía hacerla sentir así. Ella abre los ojos y me atrapa mirando—. No estás
celoso del queso, ¿verdad?

—No—digo rápidamente.

—No te preocupes— dice con una risa tintineante—. Ni siquiera se acerca a lo que
hiciste con tu lengua anoche.

—Entonces— digo mientras alcanzo para abrir la botella de vino para nosotros—.
¿Eres de aquí?

—No— responde—. Y oye, ¿se nos permite beber vino en público?

—No diré nada si no lo haces.— Le sirvo un vaso—. ¿Debemos?

—Tenemos que brindar por algo—dice solemnemente. Nuestros vasos de plástico


se tocan.

—Por salir de la oficina— dice con una sonrisa.

—Por salir de la oficina—repito—. En más de un sentido —agrego. Porque había


más, mucho más allá que el trabajo que esperar ahora—. Entonces. Dime. Si no
fueras mi asistente, ¿qué estarías haciendo ahora?

Toma un lento sorbo de su vino, considerando seriamente la pregunta.

—Hubo un tiempo en que quería escribir. Convertirme en autor, pasando todo el


tiempo en las montañas esclavizada a un manuscrito y luego haciendo visitas
guiadas y lecturas. Solo que no soy la persona más creativa del mundo. Entonces
pensé que tal vez el periodismo sería el boleto para mí. Excepto, por supuesto, que
ahora es el peor momento para ser periodista. Todo es blogueo independiente. Lo
cual es genial y todo, pero no puedo vivir de ello. Tengo que aspirar a más.
Entonces fue cuando solicité ser asistente. Como una pausa hasta que pueda
empezar a escribir. Solo que realmente no he llegado a hacer esa segunda parte, así
que tal vez tampoco estoy preparada para eso.

Ella se detiene y se ríe.

—Sabes, no creo que realmente sepa lo que quiero hacer. Tal vez debería volver a
la universidad y resolverlo. ¿Qué pasa contigo? ¿Siempre supiste que querías estar
a cargo de un gran negocio?

—Bastante— respondo—. Crecí siendo pobre. Hijo de un minero de carbón. Nadie


tenía mucho en mi ciudad, así que siempre pensé que así era, pero un día vi pasar a
los propietarios de la mina. Estaban vestidos limpios y elegantes, y parecían exigir
tanto respeto de todos. Decidí en ese mismo momento que no sería un trabajador
como mi padre, sino el jefe.

—Diría que lo lograste.— Se mete un poco más de queso en la boca—. Debe ser
maravilloso saber exactamente lo que debes hacer.

—Es gracioso que lo digas. Porque hasta ayer pensaba lo mismo. Ahora me
pregunto si me he estado perdiendo las mejores partes de la vida durante la última
década más o menos.

Chelsea se sonroja un poco y sonríe a sus pies. Por un minuto disfrutamos de la


comida, pero no he terminado. Quiero saber todo lo que pueda sobre ella.

—¿De dónde eres?

—Atlanta.

—No tienes acento—le digo con sorpresa, aunque ahora que lo menciona, tiene un
leve indicio de acento.

—Trabajé duro para eso.— Parece que ella no quiere decir más. Pero luego
agrega—: Algunas chicas en la universidad eran bastante mezquinas. Uno pensaría
que habrían madurado, pero creo que la mezquindad puede suceder a cualquier
edad.

—Nunca he estado en Atlanta— le digo, dejando ir el tema por ahora—. Tendrás


que llevarme algún día.

—Puedo hacerlo. Pero tendrás que dejar de trabajar tanto. Tal vez incluso tomar
vacaciones. Podemos hacer un fin de semana con eso. Tal vez— dice tímidamente
esta parte—, incluso puedes conocer a mi madre.

El hecho de que tenga tanta confianza en nosotros me afecta, y ella me muestra una
de sus grandes sonrisas. Tal vez finalmente está empezando a creer mis palabras
de que quiero esto. Sé que la lastimé bastante, pero me alegro de volver a generar
confianza porque me he enamorado y ya siento que no puedo estar sin ella.
10
Chelsea

E
s muy difícil mantener una cara seria en el trabajo en estos días. Incluso
Roger comentó sobre el hecho de que parece que estoy caminando en el
aire, y solo me ve unos minutos cada día. Definitivamente me siento
diferente. Es como si todo fuera más brillante, más feliz, más lleno de promesas.
Incluso las lluvias de primavera no pueden deprimirme. Sonrío a la gente en el
metro, le doy una propina a mi barista, más de lo que debería. Es fantástico. No es
de extrañar que Steph sea una persona tan alegre. El amor simplemente pinta
sobre la vida cotidiana con un color más brillante. A veces me encuentro
despertando por la mañana preguntándome si todo es real. Parece un romance de
película, y seguramente eso significa que es demasiado bueno para ser verdad.
Pero luego me daba la vuelta y veía a Brandon en la cama conmigo, sus pestañas
oscuras sobre su rostro, su rastrojo que me había raspado la barbilla por lo mucho
que habíamos estado besándonos, y me alegro de nuevo.

Por Dios, espero no sonar demasiado cursi aquí. Podría serlo. A veces quiero
vomitar cuando veo cuán cariñosas se vuelven las personas. Quiero decir, mis
antiguos novios eran lindos y agradables, pero nunca sentí esa atracción
instantánea, la avalancha de enamoramiento que recibo cuando estoy con
Brandon. La gente en el trabajo debe saber que algo está pasando. Tengo una
sonrisa tonta todo el día. Pero hasta ahora, parece que nuestro secreto está a salvo.
Sin embargo, siento que es solo cuestión de tiempo antes de que nos atrapen. Al
principio, Brandon y yo acordamos que no tendríamos sexo en el trabajo.
Mantendríamos las cosas profesionales. Ambos tenemos nuestros trabajos en los
que pensar después de todo.

Eso duró tres semanas antes de que se derrumbara, metiéndome dentro del
armario de suministros de oficina, recogiendo mi vestido alrededor de mis caderas
y tomándome contra la pared. Lo deseaba tanto, que no intenté pelear. El hecho de
que cinco minutos después vi a Leanne entrar a ese mismo armario buscando
papel para copias solo lo hizo más emocionante. Y luego sucedió hoy, cuando me
dice que entre en su oficina, cierre la puerta y me desnude. Me encanta escucharlo
decirme qué hacer con esa voz suya. Está en la silla de su oficina, con el cinturón
desabrochado y los pantalones abiertos, masturbándose lentamente en toda su
longitud.

—Siéntate— dice sedosamente, señalando con la cabeza hacia su escritorio. Me


quito la falda y las bragas, amontonándolas en el suelo, y camino hacia él
balanceando las caderas. Sus ojos siguen mi cuerpo, bebiendo de una vista que solo
él puede ver. Me subo a su escritorio con las piernas cerradas. Puedo ver el control
que le toma resistirse a ahuecar mis senos. Su mandíbula se endurece.

—Tócate. Y no puedes acabar, no hasta que yo lo diga.

—Sí señor— le digo obedientemente.

Me recuesto sobre el escritorio y abro las piernas para él. Mi mano izquierda va
hacia mi pecho, dando vueltas y provocando el tierno pezón como si fuera su
lengua. Desearía que fuera así, pero hoy ha visto conveniente privarme de eso. Eso
está bien, sin embargo. Sé que si hago un muy buen trabajo, Brandon se asegurará
de que esté bien satisfecha. Mi otra mano se mueve alrededor de mi ombligo, luego
lentamente baja entre mis muslos. Sus ojos brillan, incapaces de mirar hacia otro
lado. Trabo los ojos con los suyos, la electricidad late a través de mi cuerpo. Lo veo
frotándose la polla más rápido ahora. Meto mis manos entre mis pliegues rosados,
deslizando con tres dedos la humedad que ya está allí.

Aunque me he tocado antes, nunca me sentí tan bien. Verlo mirando,


conteniéndose por mí, es más que caliente. Estoy haciendo exactamente lo que
quiere, pero verlo volverse loco por mi cuerpo hace que todo mi cuerpo sea más
sensible, más consciente de cómo se siente todo. Mi pulgar acaricia mi clítoris y
dejo escapar un gemido entrecortado. Mis dedos se deslizan dentro y fuera, lento al
principio, luego cada vez más rápido a medida que el placer me inunda.

—Todavía no— dice Brandon en advertencia. Parpadeo e intento reducir la


velocidad, durar más—. Uh uh. Sin trampas — gruñe cuando se da cuenta de lo que
estoy haciendo.

Acelero de nuevo, pellizcando mi pezón ahora mientras muevo mi mano contra mi


coño. El calor se extiende dentro de mí, envolviéndome en placer. No estoy
acostumbrada a negarme a mí misma, y mis pensamientos se dispersan mientras
trato de averiguar cómo voy a durar lo suficiente. Brandon no ha dicho una
palabra, así que tengo que seguir adelante, pero pronto estoy rogando y temblando
por mi necesidad acumulada. Solo entonces se pone de pie, demorando una
eternidad, y se inclina contra mis labios hinchados.

—Por favor— le ruego, sacudiendo mis caderas—. He sido buena.

Su mano acaricia a lo largo de mi mandíbula.

—Dime que quieres.

—Yo... quiero que me folles. Por favor.

Tan pronto como las palabras salen de mi boca se clava en mi hasta la


empuñadura, su mano se cierra alrededor de mi boca para que no grite mientras
acabo, apretando todo a mi alrededor. Parece que los fuegos artificiales explotan
dentro de mí, ardiendo dolorosamente bien. Brandon no se detiene por mí,
gimiendo mientras me folla una y otra vez, cada empuje lleva mi orgasmo aún más
alto que antes. Me desgarra como una tormenta, hasta que me quedo sin aliento.
Estoy temblando y sin aliento, pero a él no le importa, conduciéndose
profundamente dentro de mí cada vez.

—Eso fue increíble—jadeo cuando me recuperé lo suficiente como para sentarme


de nuevo en el escritorio—. Pero sabes, creo que la gente comienza a sospechar
que en realidad no tienes tantas llamadas de conferencia a Asia.

Nos quedamos hasta tarde por tercera vez esta semana. Sé que a Brandon le
preocupa comenzar un escándalo en el trabajo. Hace solo unos meses, el CEO de
Home Depot renunció cuando surgieron rumores de que estaba durmiendo con
una empleada. Por supuesto, el hombre tenía cincuenta y la mujer solo veinte, pero
aun así. No quiero ser la razón por la que pierda su trabajo.

—Tienes razón— dice, sentándose. Me gusta ver sus abdominales duros como una
roca, algo que nunca me canso de observar—. Tenemos que dejar de hacer esto en
el trabajo.

Por supuesto, eso solo durará hasta mañana por la tarde, cuando planeo
sorprenderlo con una mamada durante su aburrida llamada vía Skype por la tarde.

—Estaba pensando que tal vez este fin de semana podríamos ir a este parque de
trampolines que abrirá a las afueras de la ciudad. Steph y Michael también pueden
venir. Se muere por conocerte. Formalmente, es decir.

Justo entonces suena mi teléfono en mi bolso. Es el tono de llamada de Steph, y me


apresuro a atenderla antes de que la desvíe al correo de voz.

—Hablando del demonio. ¿Te importa si atiendo? Puedo decirle que reserve
lugares para nosotros. Es decir, a menos que realmente odies la idea.

—No, creo que es encantador— dice Brandon—. Me encantaría conocer a Steph. Su


aprobación es importante.

Hago clic en mi teléfono. Sé que me está mirando el trasero y me hace sonreír. Tal
vez todavía tengamos tiempo para otra ronda antes de nuestras reservas para
cenar esta noche...

—Hola Steph— digo alegremente—. ¿Cómo te va?

—Uhm, hola Chelsea. —Su voz suena preocupada por algo y me enderezo. Steph
nunca está preocupada—. ¿Has visto a tu madre últimamente?

—No, ¿por qué?— Sé que debería hacerlo. Planeo hacer el viaje todos los fines de
semana, pero sigo posponiéndolo para pasar tiempo con Brandon.
—Bueno, sabes que mi prima Nikki trabaja en el hospital, ¿verdad? Allí vio a tu
madre hablando con uno de los médicos.

Mi piel se eriza de miedo. Brandon aparece detrás de mí y me rodea con sus brazos.
Sus labios rozan mi cuello, pero no puedo distraerme ahora. Me muevo
suavemente de sus brazos.

—¿Tal vez estaba visitando a alguien?—sugiero. Mi madre tiene muchos amigos, y


definitivamente estaría allí si uno de ellos estuviera en problemas.

—No sé—dice Steph—. Nikki dijo que estaba llorando, y se ve... no se ve bien. Tal
vez deberías ir allí y ver.

—¿Quieres…? ¿Vendrás conmigo? — pregunto con un nudo en la garganta.

—Por supuesto— acuerda rápidamente, y sé que eso significa que a pesar de que
Steph está tratando de ser amable, las noticias no pueden ser buenas en absoluto.
Cuelgo el teléfono y me vuelvo hacia Brandon. Está preocupado y no lo culpo.

—Lo siento. Tenemos que posponer nuestros planes para este fin de semana.
Tengo que volver a casa.

—¿Qué pasa?

—No lo sé. Steph dice que cree que mi madre está enferma. Creo que es bastante
serio. Me sentiría mejor si la visitara, solo para estar segura. No he ido en unos
meses.

Empiezo a volver a ponerme el vestido. Cualquier pensamiento de una segunda


ronda con Brandon se evaporó. De hecho, dado que él es la razón por la que lo
pospongo, siento que no debería salir a cenar esta noche tampoco.

—Tengo que empacar mis cosas para el viaje este fin de semana— empiezo a
decir—. ¿Está bien si nos saltamos el restaurante tailandés esta noche?

—Por supuesto. Estoy seguro de que todo estará bien, Chelsea.

Pero tengo el presentimiento de que realmente no es así.


11
Chelsea

S
teph y yo nos vamos después del trabajo el viernes en su pequeño Escarabajo
VW amarillo. Brandon me dice que lo llame una vez que lleguemos, pero
como está fuera de su oficina, no nos besamos. Es un viaje largo y no
perdemos el tiempo. A mitad del viaje, nos detenemos en un restaurante en la
carretera que a las dos nos encanta, porque sirven el desayuno todo el día.
Desafortunadamente, mi estómago se da vuelta, aterrorizado por lo que voy a
descubrir, y paso la mayor parte del tiempo cortando mis panqueques de
arándanos en lugar de comerlos. Finalmente Steph se rinde y le pide la cuenta a la
camarera. Comienza a llover, y el clima oscuro coincide con mi estado de ánimo. La
mayor parte del viaje sucede en silencio.

—¿Sabes lo que está pasando?— finalmente pregunto—. Siento que la razón por la
que no dices nada es porque lo sabes.

Sus ojos están centrados en la carretera, pero por la forma en que está agarrando
el volante, puedo decir que solo lo está haciendo para evitar mirarme.

—Nikki dice que no parecía bueno—dice finalmente—. Ha visto a tu madre allí


varias veces. Y no de visitas.

Nikki es la prima de Steph que trabaja como enfermera en el hospital. Ella es


realmente agradable, unos dos años más joven que nosotras, y hemos pasado
tiempo juntas unas cuantas veces cuando vivíamos en Atlanta. Siempre ha sido
divertida, pero nunca he sabido que mienta o exagere las cosas por el placer de
hacerlo.

—¿Está segura?

—Bastante segura. Lo suficiente como para que le llamara la atención y avisara.

Regresamos de nuevo al silencio y estoy sola con mis pensamientos. Sé que para la
mayoría de las personas un padre que visita el hospital es motivo de preocupación,
pero estoy muy, muy preocupada. Sobre todo porque ella odia los hospitales. Odia
a los médicos también. No le gusta la forma en que la pinchan y la tocan. Es por eso
que mamá siempre ha sido fanática de la salud para evitar tener que visitar el
hospital. Come verduras con cada comida y sale a correr por la mañana. Su cuerpo
es delgado y excelente para su edad. Claro que se resfría cada invierno, de lo que
siempre bromeamos, pero nunca supe que estuviera realmente enferma. El único
vicio que tiene es su café. Ella bebe toneladas de ello. A veces tiene úlceras, pero
aparte de eso... ¿Pueden las úlceras causar que alguien aterrice en el hospital? Saco
mi teléfono e ingreso a Google.

—¿Qué estás haciendo?— exige Steph.

—Googleando.

—¿Por enfermedades que tu madre pueda tener? Déjalo. — Pero ya estoy


buscando. Ella me golpea con la mano—. ¡Dije que lo dejes!

Como de costumbre, Steph tiene razón. Estoy viendo muchísimas locuras, y eso me
preocupa más que nunca. Las imágenes son particularmente horribles. No sé por
qué la gente pone este tipo de cosas en la web. ¿No saben ir al médico? De repente
me invade una ira inexplicable. Mi madre sería una de esas personas que no van
hasta que sea grave, posponiendo ir a los médicos hasta que algo realmente malo
sucediera. ¿No se da cuenta de que está envejeciendo y que necesita cuidarse
mejor? Y luego me da vergüenza, porque si la hubiera visitado antes, tal vez habría
captado lo que sea que mamá tiene.

Mis pensamientos dan vueltas y vueltas como el agua que rodea un desagüe, hasta
que me he siento completamente miserable.

Finalmente salimos de la autopista y en otros quince minutos llegaremos a nuestro


vecindario. Siempre tengo un sentimiento nostálgico cuando veo el Chick—fil—A4
dónde íbamos durante el almuerzo de la escuela secundaria, y luego pasamos
frente a la escuela en sí, y finalmente la calle en la que Steph y yo vivíamos.

—¿Quieres que vaya contigo?— pregunta cuando se detiene en la entrada de mi


casa.

—No, no te preocupes. Debes estar cansada también — le digo—. Gracias por venir
conmigo.

Salgo del auto y coloco mi bolso de fin de semana sobre mi hombro.

—Llámame—murmura por la ventana, y yo asiento.

Mi casa es pequeña, vieja y pintoresca, pero no me importa. Solía querer vivir en


una casa grande, una mansión donde todo fuera nuevo, pero ahora que me fui, me
encuentro extrañando todas las pequeñas cosas al respecto. Los platos de mi
abuela colgados en la pared, la alegre puerta roja que instantáneamente hace que
cada huésped se sienta bienvenido, los dormitorios donde solía sentarme y leer
hasta altas horas de la noche porque la lámpara de la mesita de noche habría
alertado a mi madre de que aún estaba despierta. Mi mamá no ha trabajado mucho
en el jardín este año. Es su única pasión, y una pequeña voz dentro de mi cabeza
pregunta si es porque está demasiado enferma.

4 Chick—fil—A es una cadena de restaurantes que se especializa en pollo.


Estoy en la puerta y tiemblo con mis llaves cuando escucho un ladrido familiar. El
buen viejo Rudy, creo. Rudy es nuestro perro callejero que obtuvimos cuando mis
padres se divorciaron. Pensaron que tal vez ayudaría a facilitar la transición, y
estuve bastante enojada porque pensaron que podían arreglar las cosas con un
perro. Curiosamente, más o menos lo hizo. O al menos me ayudó a superar las
cosas. Era bastante viejo cuando lo vimos por primera vez (su familia se estaba
mudando y ya no lo querían), y al principio no quería tener nada que ver con él.
Pero una vez que escuché su historia, me uní a él. Se sentía como si los dos
hubiéramos sido rechazados, yo por mi papá y él por su familia.

Rudy ha alertado a mi madre, y cuando abro la puerta, está en la entrada de la sala.


Ella… definitivamente está más delgada. Y más cansada. Y también está más
encorvada, pero ¿es porque se está poniendo vieja o enferma? Una ola de culpa me
inunda.

—Hola mamá—le digo—. Pensé en venir a visitarte.

—¡Oh! Eso es genial Chelsea. Sin embargo, deberías haberme avisado, así podría
haberte preparado tu pastel favorito de melocotón —dice mientras me abraza.

Abro los brazos y la abrazo. Sí, definitivamente está más delgada. Trago fuerte.

—No te preocupes, mamá, podemos hacer algo mañana. Estás... más delgada.

—Esa es solo una nueva dieta en la que estoy— dice agitando la mano—. ¿Ya
cenaste? ¿Viniste directamente después del trabajo? Oh, no debes haber comido
nada si lo has hecho...

—Está bien mamá—le digo—. Steph y yo nos detuvimos en Lucy's para un


desayuno tardío.

—No me digas, ¿panqueques de arándanos? Porque eso no es suficiente para la


cena.

—Sí, panqueques de arándanos. Y definitivamente es suficiente.

Pasamos a la cocina. Es hogareña, con cortinas rojas a cuadros en cada ventana y


encimeras de carnicero y gabinetes blancos. No creo que el lugar haya cambiado en
los treinta años que mi madre ha vivido aquí, pero está bien. No hay necesidad de
lo moderno cuando tienes un ambiente acogedor. El viejo refrigerador enciende su
fuerte zumbido como siempre. Me siento, la madera desgastada donde mi trasero
se ha sentado durante tantos años. Mi madre hace lo mismo frente a mí. La luz
brillante resalta los ángulos agudos en su rostro. La miro por un momento,
preocupada, esperando que ella diga algo, pero simplemente se levanta y se acerca
para tomar una taza.

—Voy a tomar un poco de té— declara—. ¿Quieres algo?


De repente no puedo soportarlo más. Está sucediendo algo de lo que no me está
hablando. Está hirviendo el agua en la tetera, y yo voy, así que estoy parada frente
a ella.

—Mamá, ¡¿qué no me estás diciendo?! – estallo, más enojada de lo que quisiera, y


ella parpadea con fuerza, luchando contra las repentinas lágrimas.

—Oh Chelsea— es todo lo que dice.

—¡Dime!— Estoy asustada. Mi mamá siempre ha sido una roca. Incluso a través del
divorcio, nunca la vi derramar una lágrima.

—Mis úlceras... no eran úlceras. Es cáncer de estómago y se está propagando —


susurra.

Hay un rugido en mis oídos que ahoga el resto de sus palabras. Parpadeo
estúpidamente mientras su boca forma palabras y sonidos, pero todo lo que puedo
escuchar es la palabra cáncer haciendo eco en mi cabeza. Sé que debería ser fuerte
en este momento. Eso es lo que mi madre necesita de mí. Pero no puedo hacerlo.
Parece que no puedo contener las lágrimas. Y luego da un paso adelante y me da un
abrazo y lloro en su hombro como una niña pequeña otra vez.

—¿Cuánto tiempo?— finalmente logro decir.

—No mucho. Un año, tal vez un año y medio. Ya ha comenzado a extenderse.


Debería haber ido antes... pero ya sabes cuánto odio los hospitales.

Sí. Pero también sabía que si hubiera regresado a casa para una visita como había
querido durante meses, tal vez podrían haberlo detectado antes. ¿Cuánto tiempo
lleva mi madre diciéndome que está cansada y agotada? ¿Cuánto tiempo ha
pospuesto algo porque nadie ha estado cerca para molestarla? La roca en mi
estómago se hace más grande y más pesada. Debería haber estado aquí. No tenía
un trabajo loco e importante. Solo no quería ir al Greyhound5 y sentarme al lado de
un bicho raro durante la mitad del día. Y luego, cuando Brandon y yo comenzamos
a vernos, fue aún más fácil posponerlo.

Una parte de mí me odiaba por eso. Ojalá pudiera hacer todo de nuevo, de la
manera correcta. Mi madre ve la expresión de mi cara y sacude la cabeza.

—Ahora Chelsea, no te culpes— dice —. Sabes que no habría ido al hospital de


todos modos. Terca, como siempre te ha gustado decirme.

Sé que solo está tratando de hacerme sentir mejor, pero no va a funcionar. Lo único
que puedo hacer es quedarme aquí con mamá hasta el final. Un año no es nada
comparado con cuánto ha hecho y dado por mí. Sé que a ella no le gustará el plan.

5Greyhound Lines, Inc., con sede en Dallas, Texas, es un operador interestatal de autobuses de
pasajeros con más de 3700 destinos en Estados Unidos, Canadá y México.
Nunca le gusta molestar a nadie. Pero lo voy a hacer. Ella solo tendrá que olvidarse
de esa habitación de invitados.

Y luego me pregunta sobre Brandon. He estado tratando de evitar pensar en eso.


No sé si una relación a larga distancia es posible, y me siento tan culpable de
haberla ignorado por él que no sé si podría disfrutar estar con él en este momento.
Así que me encojo de hombros.

—Es solo algo pequeño mamá, nada serio.

—¿Oh?—Tiene una mirada triste en sus ojos, como si me pidiera que lo intentara
de nuevo. Pero me niego. Evito su mirada yendo a buscarme un vaso de agua.

—Así es como se hace estos días mamá. Nadie se establece en una relación seria
hasta que se acercan a los treinta. ¿Por qué no divertirme mientras puedo? Me
asentaré una vez que tenga treinta años.

—¿Y qué hay de Steph?

Me encojo de hombros rápidamente, tratando de mantener mi voz ligera y aireada.

—Odia hacer lo que todos los demás están haciendo. Ya sabes cómo es ella.

Mamá asiente, pero no estoy segura de haberla convencido por completo. Ella
siempre ha sido muy buena leyendo entre líneas.

La tetera comienza a silbar, y mi madre se da vuelta para servirse el té. También


tomo una taza y la lata de chocolate caliente. Definitivamente es el momento de
una buena comida reconfortante (o bebida en este caso). Dejo que mi madre aleje
la conversación de su enfermedad y la lleve a su iglesia. Sharon, la cantante
principal del coro, tiene estreptococos, y el nuevo pastor que tienen está haciendo
dormir a todos. Es agradable escucharla parlotear, como si todo fuera normal.

Una vez que nuestras bebidas están listas, mi mamá sube las escaleras. Su hora de
acostarse es casi una hora y media antes de lo que solía ser, otra señal de que no
está nada bien. Finjo trabajar en la sala de estar hasta que cierra la puerta del
dormitorio, y luego levanto el teléfono y hago la llamada.

—Chelsea— dice Brandon. Le alegra saber de mí, puedo notarlo, pero en lugar de
hacerme sonreír, hace que lo que voy a decir sea aún más difícil.

—Lo siento, pero tengo que romper contigo Brandon.


12
Brandon

E
stoy tan sorprendido por las palabras de Chelsea que me quedo
temporalmente sin palabras. ¿Qué pasó? ¿En un momento está haciendo un
viaje para ver a su madre y al siguiente nos estamos separando? Todo esto
es demasiado rápido. Recién estábamos empezando. ¿Por qué terminaría las cosas
ahora? Lo estábamos haciendo bien. Teníamos planes

—Chelsea, ¿qué está pasando?— Trato de preguntar. Se siente como si hubiera una
roca en mi estómago—. Hablemos de esto.

—Lo siento.— Su voz es apagada, como si estuviera luchando contra las lágrimas—
. Es mi mamá. Tengo que quedarme para cuidarla. Está muriendo, creo, y necesito
estar aquí. No sé cuánto tiempo será. Lo siento. Tengo que irme.

—Chelsea, espera…

Ha colgado. Sus palabras son como un cuchillo en mi pecho. Siento que alguien me
quitó la alfombra debajo de mí. No es el hecho de que me estén abandonando lo
que me confunde. Es el hecho de que ha surgido algo tan grande y que, en lugar de
recurrir a mí en busca de fuerza, siente que tiene que hacerlo sola. Como si esto
fuera una carga para mí, cuando eso es lo último que siento. Si cree que voy a
renunciar a nosotros tan fácilmente, se equivoca. Lo que tenemos es bueno, y no
voy a dar marcha atrás sin pelear. ¡La amo, maldita sea! Creo que es una sorpresa y
una certeza. Lo hago.

Me arrepiento de no haber insistido en acompañarla. Debí haberlo hecho. Chelsea


me dijo que Steph también quería ir a casa, por eso cedí, pero ahora sé que era lo
que no debía hacer. Algo malo había sucedido. Debería haber estado allí para
abrazarla cuando recibió la noticia. La ira por mi propia estupidez me devora, me
pone nervioso. No puedo quedarme aquí. Tengo que ir con ella para que podamos
arreglar esto.

De inmediato me dirijo hacia mi armario donde guardo mi maleta con ruedas para
viajes de negocios. No necesito mucho, una camisa o dos, un par de jeans, ropa
interior. Si termino quedándome más tiempo, siempre puedo comprar cosas.
Intento llamarla a su teléfono, pero lo apagó. Eso o ella me está ignorando porque
fui directamente al correo de voz. Espero que sea porque le preocupa que la
convenza de lo contrario. ¿Por qué si no me estaría evitando? Me duele que piense
que no puedo ayudarla a superarlo. Que tenerme allí haría las cosas más difíciles,
pero estoy decidido a demostrar que está equivocada.
Ya casi salgo por la puerta cuando suena mi teléfono, y respondo, pensando que es
Chelsea. Aunque no lo es. Es alguien de quien preferiría no tener noticias.

—¡Brandon! ¿Eres realmente tú? ¿Sabes lo difícil que es encontrarte? — Ella da


una risa vibrante que me dice exactamente cuán nada divertido es todo. Todo lo
que puedo pensar es que tal vez sea difícil encontrarme por alguna razón, pero me
callo. Quiero estar en camino ya, y no deseo prolongar la conversación en absoluto.

—Renee— digo breve.

—Me has estado evitando.

Es una cazadora de cabezas, especializada en puestos de alta dirección. Estoy


agradecido de que me haya llevado a donde estoy ahora, pero como he tratado de
dejarle en claro, muy bien y con menos tiempo, no quiero estar en ningún otro
lado. Esta compañía es donde planeo dejar mi huella.

—¿Qué puedo decir? No me interesa lo que sea de lo que quieras hablarme. He


construido una base sólida aquí. Estoy en camino a un puesto ejecutivo.

—Sí, si lo sé. No quieres un movimiento lateral. Me lo dijiste la última vez. No es


por eso que te estoy llamando. Y sabes, si tal vez atendieras tu teléfono de vez en
cuando, o te consiguieras una secretaria que recuerde hacerte saber que estoy
llamando, tal vez lo sabrías. Te llamo porque Whittaker International está
dispuesto a ofrecerte un puesto. Jefe de operaciones de su línea de bebidas
energéticas Cyclone.

Puedo escuchar el triunfo en su voz, como si hubiera atrapado al pez más grande
del lago. Pero no lo veo así. Cyclone es un producto relativamente nuevo, aunque
su empresa matriz, Whittaker International, posee suficientes marcas de refrescos
que probablemente funcionen bien. Sin embargo, comenzaría de nuevo.

—Renee, es genial que hayas pensado en mí para esto…

—No he terminado— interrumpe—. Están dispuestos a ofrecer una firma muy


generosa de bonos, y también están dispuestos a pagar los costos de reubicación
em Atlanta.

Eso me llama la atención. Atlanta era donde está Chelsea. Ella renunció y rompió
conmigo porque tiene que estar con su madre. Bueno, ¿quién dice que yo tampoco
puedo estar allí con ella?

—Envíame los detalles por correo electrónico, Renee. Me has interesado, pero me
tengo que ir.

Cuelgo sin despedirme y salgo por la puerta. Tengo un viaje muy largo si quiero
llegar antes de que Chelsea se vaya a la cama.
La madre de Chelsea vive en un vecindario tranquilo, donde las casas son viejas,
por lo que no se ven tan extravagantes y tienen jardines grandes y extensos. Parece
un lugar idílico para crecer. Incluso hay un gran árbol viejo que crece en el patio,
perfecto para escabullirse tarde por la noche. Me estaciono en la calle y salgo en
silencio. Las luces de la sala todavía están encendidas, y con suerte eso significa
que no molestaré a su madre. Camino lentamente, ensayando las palabras que
quiero decirle. En la pequeña puerta roja me detengo, respiro y presiono el timbre.
Suena, haciendo eco en la casa. Se oye el ruido de un perro ladrando y peleando en
la puerta, luego se abre la cerradura.

Es ella. Está despeinada y tiene los ojos hinchados por llorar, pero es mi Chelsea.
Doy un paso adelante y la tomo en mis brazos. No hay necesidad de palabras. Ella
mantiene la espalda recta por un momento, pero luego se amolda a mi pecho,
encajándose cómodamente en mis brazos. Todo se siente bien y correcto. Ella
comienza a sollozar y yo acaricio su cabello, murmurando palabras en su oído.

—Estoy aquí. Estoy aquí.

Después de unos momentos, ella se aleja. Le limpio una lágrima y ella se ríe un
poco. El perro se acurruca a mí alrededor, esperando que lo acaricie, así que lo
complazco con unas palmaditas en la cabeza.

—No puedo creer que hayas conducido hasta aquí — comienza a decir, secándose
la cara con el dorso de la mano.

—Justo después de que colgaste— le digo—. Lo cual, por cierto, solo me determinó
aún más a venir, así que si tu plan era evitar que te convenciera, fracasó.

Puedo ver lo contenta que está de verme, lo que voy a tomar como una buena
señal. Una mujer mayor aparece en la puerta de la sala de estar, una versión más
vieja y rubia de su hija.

—Chelsea, ¿quién es? — pregunta ella, tirando de su cárdigan.

—Él es Brandon, mamá — dice Chelsea, todavía sonriéndome con los ojos—. Él es...
es el chico que estoy viendo.

Lo soy. Esa es una buena señal, pienso felizmente cuando entro para estrechar la
mano de su madre. Es pequeña y frágil, como si se estuviera consumiendo. No es de
extrañar que Chelsea esté tan decidida a estar aquí por su madre.

—Brandon, esta es mi madre, Miriam.

—Encantado de conocerla, señora— le digo rápidamente—. Lamento aparecer tan


tarde en la noche.
—No te preocupes por eso – responde—. ¡Ni siquiera son las nueve!

El perro golpea su cola en el suelo y le doy otra palmadita.

—Ah, y este tipo aquí es Rudy— dice Chelsea—. Probablemente sea el peor perro
guardián del mundo. Hará cualquier cosa por caricias.

—Bueno, adelante— dice la madre de Chelsea—. ¿Quieren pasar a la sala de estar?


Estaba a punto de acostarme.

Chelsea comienza a protestar, pero su madre agita sus manos hacia ella y le da una
gran sonrisa. Entro en la sala de estar, fingiendo no ver a su madre guiñarle un ojo.
La habitación es acogedora, con una chimenea de gas en la esquina y sillas azules
alrededor de la habitación. El perro también entró, se dejó caer sobre la alfombra
frente al fuego y me ignoró por completo ahora que había conseguido lo que quería
de mí. Escucho a su madre subir las escaleras, así que me doy la vuelta para ver si
Chelsea la siguió. Tan pronto como lo hago, ella vuela a mis brazos.

—Whoa—le digo mientras la tomo en mis brazos y entierro mi nariz en su cabello.


Huele fantástico, a coco y algo floral, pero más que eso, huele a casa, me doy
cuenta. Sé que tomé la decisión correcta al venir. Solo tengo que hacer que ella vea
eso también.

—Todavía no puedo creer que estés aquí—dice, su voz amortiguada en mi pecho—


. ¿Qué estás haciendo aquí?

Lentamente, inclino su rostro hacia mí y le doy un beso lento.

—Estoy aquí para estar contigo, por supuesto— le digo.

—Pero lo que dije por teléfono...

Tomo su mano delgada entre las mías, sosteniéndola con fuerza. La miro fijamente
a los ojos, para que sepa cuán serio soy.

—Chelsea. He sido un tonto. Me gustaste desde la primera vez que te vi, pero nunca
lo dije porque pensé que mi trabajo era más importante que el amor. Pensé que
una vez que tuviera lo que creía que quería –reconocimiento— sería feliz. Pero
estos últimos meses contigo me demostraron que la vida no se trata de eso. En
absoluto. Y ahora que me has probado, no puedo volver a ser como era. Sé que
quieres cuidar a tu madre en sus últimos días. Sin embargo, te digo que quiero
apoyarte mientras haces eso. Quiero asegurarme de que nunca derrames otra
lágrima que no pueda limpiarte de los ojos por ti. Así que decidí tomar un trabajo
aquí para que no tengas que elegir entre tu madre o yo.

Sus ojos se abren de sorpresa. Una sonrisa tira de sus labios.

—¿Tú—lo hiciste? ¿Ya?


—Sí. Resulta que eso es por lo que Renee seguía llamando. Hay una oferta para
dirigir las bebidas energéticas de Cyclone aquí en Atlanta. Parece una señal desde
arriba. Así que acepté y conduje hasta aquí.

—¿Y si no digo que sí a todo esto? — pregunta juguetonamente.

—Bueno, entonces estaré aquí para tratar de hacerte cambiar de opinión, ¿no?

Ella me mira por un largo momento, buscando en mis ojos. Su sonrisa se


desvaneció.

—Tengo miedo— dice —. Estoy realmente asustada.

—Lo sé. Pero estaré aquí contigo todo el camino.

Y esa fue una promesa que he cumplido. Esa noche fue una noche difícil. Chelsea y
yo nos quedamos en el sofá durante unas horas, hablando de lo que sucedió y de lo
que tenía que hacer por su madre. En algún momento, Rudy deambula y Chelsea le
permitió saltar, rodando sobre nuestras piernas para un masaje en el vientre. Y
luego están las lágrimas, porque se suponía que su madre estaría allí para su boda,
para el nacimiento de sus nietos, y todo lo demás que aún tenía por delante. Ella
dejó salir todo y yo estuve allí. Esa noche Chelsea y yo nos fuimos a dormir a la
cama de su infancia, porque no iba a dejar pasar otra noche con los dos separados.
Ya no.
Epílogo.
Chelsea
Ocho meses después.

L
laman a la puerta.

—¿Chelsea?— Mi madre llama desde el otro lado—. ¿Estás despierta?

Abro. Mi mama está ahí. Está delgada, más delgada que nunca, pero tiene
una chispa en los ojos. Podrá ver a su hija casarse, y hoy ninguna cantidad
de dolor puede desanimarla. Doy un paso atrás para dejarla entrar. Tiene una bolsa
a su lado con todo su viejo equipo de peluquería.

—Estaba pensando que puedes sentarte en la silla, y yo me sentaré en el suelo.—


Aunque sé que quiere fingir que está bien, sé que ha estado más cansada de lo
habitual. A veces me da miedo que no lo logre, pero hoy es el día. Era su deseo ver a
su hija casada, y estoy feliz de decir que va a suceder. Ella pone su bolso sobre la
mesa y hurga mientras me siento a sus pies. Sus manos peinan suavemente mi
cabello. Es relajante y no hablamos demasiado. No es necesario. Todo lo que
siempre hemos querido decir se ha dicho en los últimos meses que pasé cuidando
de ella.

Lentamente, con cuidado, mi madre tuerce y me sujeta el cabello en un hermoso


peinado. Y luego Steph entra con el maquillador. Ella lleva un vestido púrpura sin
tirantes, y trae mi vestido de novia con ella. Es un vestido de sirena
maravillosamente extravagante, lleno de cristales a lo largo del corpiño. De los
cientos de vestidos que probé, es el único que mi madre y yo coincidimos en que es
perfecto. Hay una capa de encaje sobre la parte inferior del vestido y un corsé en el
que Steph me tiene que apretar. Sé que Brandon disfrutará desatando los cordones
esta noche. Es mi pequeño regalo para él.

—Oh Chelsea— dice mi madre, con lágrimas en los ojos—. Te ves tan, tan hermosa.

—Absolutamente impresionante— Steph está de acuerdo—. Estoy muy contenta


de que hayas elegido este sobre el vestido de gala.

Ella abre la caja que sostiene mis zapatos. Son unos delicados zapatos con punta de
seda azul. Y, por supuesto, ahí está mi velo. Es un hermoso y largo velo de catedral
sobre mi cabello, los bordes decorados con encaje. Mamá hurga en su bolso por un
momento antes de sacar un pequeño joyero.
—Aquí— dice—. Esto pertenecía a mi bisabuela. Ella lo usó cuando se casó. No
tienes algo prestado, ¿verdad?

—No— admito—. Ni siquiera había pensado en eso.

—Entonces esto es perfecto.

Tengo que arrodillarme un poco para que mi madre pueda ponerme el collar. Es
una hermosa lágrima de amatista rodeada de pequeños diamantes, perfecto para
mi boda. Lo toco y miro mi reflejo, tratando de contener las lágrimas. No sería
bueno caminar por el pasillo con rayas negras de rímel, y sé que ya estamos
llegando un poco tarde.

—Es hermoso, mamá.

—La bisabuela se casó con su novio de la secundaria cuando tenía dieciséis años, y
estuvieron juntos durante casi setenta y cinco años. Espero que también te traiga
buena suerte.

Le sonrío y ella me aprieta los hombros. Juntas, volvemos a bajar en tropel. El hotel
es hermoso, ubicado en lo alto de las montañas, con impresionantes vistas del valle
y el paisaje circundante. Se han colocado sillas en el jardín, y racimos de flores
frescas adornan los asientos. Nos casaremos frente a un hermoso arco floral. Un
cuarteto de cuerda toca música cuando los invitados comienzan a llegar y sentarse.
Es simple, pero perfecto. No lo quisiera de otra manera.

—¿Estás lista? — pregunta Steph, dándome un apretón.

—Estoy emocionada. Y nerviosa. Pero mayormente emocionada. Quizás un poco


asustada. ¿Qué pasa si me tropiezo y me caigo?

—No te preocupes por eso— dice con una sonrisa confiada—. Hoy es tu día. Nada
lo va a arruinar, ¿de acuerdo?

Tiene razón. Todo va a estar bien. Más que bien. El cuarteto comienza a tocar el
Canon Pachebel y luego comenzamos.

Los siguientes minutos parecen pasar en segundos. Mi madre va primero,


caminando lentamente por el pasillo, y luego sé que Steph entró, y luego la chica
que contratamos para ayudar a planificar la boda me está dando la señal. Trago, mi
corazón se acelera cuando salgo al sol. Todos se dieron la vuelta, todos están
mirando, ¡y me olvidé de mi ramo!, Pero no importa, porque al final del pasillo está
Brandon y él me está mirando a mí, solo a mí. De alguna manera me las arreglo
para poner un pie delante del otro. Estoy sonriendo con una sonrisa tonta, solo lo
sé y veo pequeñas cosas: mi madre limpiándose las lágrimas, el pequeño primo de
Brandon tocando algo en la hierba en lugar de preocuparse por los anillos, una
mujer que lleva un ridículo sombrero de flores que debe pesar una tonelada...
Y luego estoy allí, de pie frente a él. Se ve muy, muy guapo hoy. Realmente el
espécimen perfecto de hombre. Su cabello está bien peinado para que no caiga en
su frente como lo hace usualmente, y tiene puesto un traje gris claro y una corbata
lavanda. No puedo creer que éste sea el hombre con el que me casaré y pasaré mi
vida. Este es el hombre que se mudó hasta aquí para estar conmigo, y quería
ayudar a cuidar a mi madre, y ya no puedo imaginar estar sin él. Me da una sonrisa
tierna y mis rodillas comienzan a tambalearse. Siento que me estoy enamorando
de él de nuevo. Todos me dicen que esa etapa termina, aquella en la que estás
enamorada y tonta cada vez que ves a tu hombre, pero todavía estoy esperando
que eso nos suceda a Brandon y a mí.

Me mira de esa manera hambrienta cuando realmente ama cómo me veo. Es una
mirada que dice “eres mía, toda mía”. El aleteo en mi corazón aumenta, hasta que
parece que debe haber un enjambre de mariposas tratando de escapar de mi
pecho.

En un nivel, soy consciente de que el oficiante habla sobre el amor y los votos y
todo. Recuerdo repetir las palabras. Pero en realidad, todo lo que puedo ver y
pensar es Brandon, mirándolo a los ojos y sonriéndole y viendo que sus ojos se
arrugan de esa manera que amo. ¡Qué suerte tengo! ¡Él es mío y yo soy suya!
Todavía puede obligarme a hacer una doble toma a veces, y me sorprende lo
mucho que lo amo. Y luego, finalmente, se nos permite besarnos. Sus labios son
cálidos, reconfortantes y familiares, y eso no es algo aburrido. Eso es lo mejor,
saber que nunca cambiará.

Steph tenía razón. Todo es simplemente perfecto.

Fin.
Sobre Lila Younger
Lila ha pasado toda su vida en la Región Noroeste del Pacífico, donde los días
lluviosos la mantenían dentro con un libro. Amante de las palabras escritas, no
puede creer que le haya llevado más de veinte años escribir un libro. Siempre
creyó en el amor a primera vista y finales felices. Cuando no está trabajando en sus
historias, a Lila le gusta hornear y caminar en las montañas que conforman su
patio trasero.

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