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Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 115
Año: 2019 Tomo: 4 Folio: 1023-1038
EXPEDIENTE: 1620692 - - MONJE, ALDO MARCELO - REARTE, PABLO DAVID - CAUSA CON
IMPUTADOS
En la Ciudad de Córdoba, a un día del mes de abril de dos mil diecinueve, siendo las nueve
horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia,
presidida por la señora Vocal doctora Aída Tarditti, con asistencia de los señores Vocales
doctores Sebastián López Peña y María Marta Cáceres de Bollati, a los fines de dictar
sentencia en los autos “MONJE, Aldo Marcelo y otro p.ss.aa. encubrimiento agravado,
etc. -Recurso de Casación-” (SAC 1620692), con motivo del recurso de casación interpuesto
por el doctor Pablo Ricardo Jávega a favor del imputado Pablo David Rearte, en contra de la
sentencia número treinta y ocho, de fecha nueve de septiembre de dos mil quince, dictada por
Abierto el acto por la señora Presidente se informa que las cuestiones a resolver son las
siguientes:
fundamentación?
2) ¿Ha sido erróneamente calificada la conducta de Pablo David Rearte como coautor de
homicidio agravado por el uso de arma de fuego y por la intervención de un menor de 18 años
de edad?
Los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Doctores Aída Tarditti,
A LA PRIMERA CUESTION
resolvió, en lo que aquí interesa: “II) Declarar que PABLO DAVID REARTE, ya filiado, es
EDAD, en concurso ideal (artículos 45, 79, 41 bis, 41 quater y 54 del Código Penal), e
(arts. 12, 40, 41 y 29 inc. 3ero CP, 550 y 551 CPP), unificando la presente con lo que le resta
II. Contra dicha resolución, el Dr. Pablo Ricardo Jávega, defensor de Pablo David Rearte,
deduce recurso de casación invocando el motivo formal -art. 468 inc. 2°- (ff. 5915/6021).
Seguidamente fundamenta sus agravios centrándose en los diferentes capítulos en los que el a
quo subdividió la premisa fáctica de la sentencia. En relación al tópico “últimas noticias del
paradero de Facundo Rivera Alegre brindada por quienes esa madrugada estuvieron con él”
pone en dudas que “El Rubio” haya ido en la fecha y hora que determinó el tribunal a barrio
Expone que Alan Joel Astrada no puede asegurar qué ómnibus habría tomado el Rubio en la
parada, si el E2 o el E7. Es más, señala, dijo que sabía que tenía una tarjeta de colectivo, sin
embargo la empresa informó que no registraba ninguna persona que hubiera subido en dicha
parada ese día. Destaca que tampoco el testigo Alejandro Matías Dandrea lo vio subir al
bastante tomado. Mauricio Pino, por su parte, indica el impugnante, sólo vio que Facundo
tomó un colectivo de la línea azul. Dice que tampoco Cristina Mabel Cancina vio a Facundo
subir al colectivo, sólo lo observó sentado en el cordón de la parada (ff. 6002 vta./6003 vta.).
Finalmente señala Daniel Alberto Rodríguez vio a Facundo en un lugar distinto, en Colón y
Cañada, mientras que los testigos referidos lo vieron en Colón esquina Mariano Moreno. Por
indiciariamente permiten sostener que Facundo hubiera tomado un transporte con dirección a
Posteriormente refiere que la afirmación del a quo sobre el paradero de Facundo Rivera
Matías Nicolás Zabala, que lo vio “muy chupado y drogado”, se subió al colectivo E7 y
preguntó al chofer si pasaba por barrio General Paz y cuando el chofer le contestó que no, el
Rubio se bajó del colectivo. De este relato extrae el recurrente que Facundo quería ir a barrio
Otro testimonio que a juicio del recurrente contradiría lo sostenido por el sentenciante en este
punto es el de María Rosa Salinas, quien señaló que como era muy probable que Facundo ese
día se iría a Tucumán con la banda de Damián Córdoba, y a las 5 de la mañana debía
confirmarle a Luciano Calderón, tenía que pasar por su casa a buscar el celular y no pasó (ff.
6004 vta./6005). Asimismo trae a colación el testimonio de Franco Rafael Fernández, que dijo
haber visto a El Rubio en el baile ese día y que también observó que se iba del lugar en un
automóvil Renault 9 blanco a las tres de la madrugada, con $100 que le habría entregado
Luciano Calderón (ff. 6005/6006 vta.). Sostiene el recurrente que la hipótesis de la sentencia
no puede considerarse pues para qué iría a comprarle drogas a Luciano Calderón a las 06:00
Continúa con su crítica a la sentencia centrándose en esa parte del recurso en el punto
alejó del baile y del grupo con el que concurrió” (ff. 6007 vta./6008 vta.). Pone en dudas las
conclusiones del tribunal en cuanto al destino que tomó Facundo al retirarse del baile, ya que
no surge de los mismos que la persona desaparecida hubiera acordado efectivamente su viaje
hacia Tucumán y la posibilidad de subir al transporte que lo llevaría a la hora que éste partió y
ni siquiera que hubiera salido del baile con Luciano Calderón (ff. 6007 vta./6008 vta.).
Más adelante en su recurso se centra en lo que para el a quo fueron las “Circunstancias que
acreditan que Facundo Rivera Alegre fue abatido de un disparo de arma de fuego por Pablo
David Rearte y K.L. Jonathan Lusi al frente del domicilio de éstos” (ff. 6008 vta./6015 vta.).
Cuestiona la credibilidad del relato de Gisella Oyola señalando que es impensado que una
mujer joven descienda de un remis bajo la lluvia y camine tres cuadras con una amiga, en un
barrio peligroso con el solo objeto de comprar cigarrillos en un quiosco 24 hs. Además indica
que los motivos por los que la testigo dice que quiso declarar no son ciertos, toda vez que lo
hizo un año y ocho meses después de la desaparición de Facundo Alegre, y esa circunstancia
no parece lógica de acuerdo a la indignación manifestada por la testigo (ff. 6008 vta./6009).
En relación al momento en que habrían observado el hecho, dice que lo concluido por el
sentenciante no se condice con lo que relataron los testigos Paola Olivares y Micaela Crespo
(f. 6009).
destacando las partes en que narra específicamente cómo fueron las circunstancias en las que
tuvo lugar el disparo. Luego transcribe la argumentación del a quo que atribuye
intencionalidad homicida a Rearte a partir de los dichos de Oyola. Finalmente critica que el
tribunal haya “llevado a cabo una apreciación totalmente subjetiva basada en la íntima
Sobre este último punto, luego de incorporar referencias doctrinarias de la prueba del dolo,
quedaron helados” o “el Negro Pablo le decía a K.L. ‘te la mandaste, ¿qué hiciste?’” no
fueron correctamente valoradas. También recalca que cuando la pelea entre K.L. y Facundo
Alegre el primero no portaba el arma sino que más tarde se la habría sacado a Pato en forma
rápida y repentina. Pone énfasis también en que, según la testigo, K.L. lo quiso golpear con el
arma. Este es, dice, un elemento objetivo que nos permite inferir la falta de intención
homicida, más bien dicha maniobra aparece como un intento que Alegre le pudiese seguir
disparo se produjo de manera puramente accidental y la conducta de Pablo Rearte fue separar
recriminó a su hermano la conducta imprudente realizada. Subraya que no existe ni una sola
referencia verbal, ni anterior ni posterior al hecho que deje entrever intención de dar muerte a
Facundo Alegre. Reitera que la simultaneidad entre el cañazo y el disparo abonan la tesis de
Agrega que los dichos de Paola Olivares también convalidan la hipótesis de que no hubo
intención homicida, en tanto que relató que escuchó cómo Pablo Rearte regañaba a K.L. por
lo que hizo. También Micaela Crespo escuchó esas recriminaciones. Otro tanto cabe decir,
señala el impugnante, de Pablo Miguel Córdoba, quien escuchó a Pablo Rearte decir que
Con el título “Calificación legal” realiza consideraciones sobre que sólo podría atribuirse el
hecho a título de dolo si estuviera probado que, por un lado, el autor se representó
escrito, éste postula que: a. los testigos no son concluyentes sobre que Rivera Alegre haya
al E2; c. no hay pruebas suficientes para sostener el rumbo que seguiría Facundo Rivera
Alegre después del baile; d. el relato de Gisella Oyola es inverosímil y sus motivos no son
ciertos; e. los testigos no son unívocos sobre la hora del hecho; f. no está probada la
intencionalidad homicida del imputado Rearte; g. no se han valorado correctamente los dichos
de quienes señalan que el disparo ocurrió por accidente y que Pablo Rearte sólo agarró a
Como puede advertirse, un conjunto de agravios confluye en cuestionar que Facundo Rivera
Alegre haya ido al lugar en donde se encontraba el imputado Rearte a quien se le atribuyó
participar en el homicidio (los reseñados en los puntos a), b), c), d) y e); mientras que otro
-entre otros recaudos- tomar en consideración todas las pruebas fundamentales legalmente
incorporadas en el juicio (De la Rúa, Fernando, La casación penal, Depalma, 1994, p. 140;
TSJ, Sala Penal, S. n° 44, 8/6/00, “Terreno”, entre muchos otros), y efectuar dicha
éste, a su vez, evidenciar la decisividaddel vicio que se denuncia (art. 413 inc. 4°, C.P.P.). De
allí que resulte inconducente una argumentación impugnativa que se contente con reproches
abordaje que agote las distintas premisas que sostienen la conclusión que causa agravio, la
23/12/2010).
Como se desarrollará en los puntos siguientes, las críticas del impugnante a las proposiciones
En tal sentido se adelanta que deben rechazarse los cuestionamientos a las conclusiones
parciales expuestas por el sentenciante relativas a: “el último paradero de Facundo Rivera
Alegre brindado por quienes esa madrugada estuvieron con él”, el “rumbo que siguió después
de que se alejó del baile y del grupo con el que concurrió”, la “vinculación existente entre
Colela’”, y los cuestionamientos al valor convictivo del testimonio de Gisela Oyola o de las
2.2. Agravios relativos a que Rivera Alegre haya subido al ómnibus de la línea E2.
El recurrente sostiene que los testigos no son concluyentes sobre que Rivera Alegre haya
subido al ómnibus de la línea E2 (agravios titulados en III.1 a) y b). Basa esa duda a partir de
los dichos de Alan Joel Astrada, que dijo no poder asegurar qué ómnibus habría tomado el
Rubio, si el E2 o el E7; también en las palabras de Matías Nicolás Zabala que refiere haberlo
visto “muy chupado y drogado”, y se subió al colectivo E7 y preguntó al chofer si pasaba por
barrio General Paz, y cuando el chofer le respondió que no, se bajó. Asimismo pone en dudas
lo sostenido por la acusación a partir de los dichos del testigo Daniel Alberto Rodríguez,
quien dijo haber visto a Rivera Alegre en Colón y Cañada, cuando los testigos que toma la
Tales dudas, soslayan que, por un lado, Astrada aseguró que vio al Rubio apoyado contra la
pared y luego se subió a un ómnibus azul que no sabe si E2 o E7 (f. 5809). Alejandro Matías
pero no sabe si se subió porque lo dejó allí y se fue del lugar (f. 5809 vta.). Mauricio David
Pino indicó que Facundo se cruzó acompañado de otro chico a la parada del colectivo de la
línea E2, luego lo vio al “Rubio” solo en la parada, un colectivo frenó y ya no lo vio más, por
lo que “está casi seguro” que tomó ese ómnibus (f. 5811 vta.). También Cristina Mabel
Cancina López vio al Rubio cruzando hacia la parada de un colectivo después del baile,
De este modo se puede apreciar que un análisis que dé cuenta del conjunto del material
probatorio permite inferir en un grado alto de probabilidad, como lo hace el sentenciante, que
Facundo esa madrugada se subió al colectivo de la línea E2. Sobre todo teniendo en cuenta las
demás pruebas que, momentos después, lo ubican comprando droga en barrio Maldonado, en
la casa de Los Colela (la línea E2 tiene una parada a dos cuadras de dicho domicilio).
también puede haber explicaciones alternativas para esas pruebas que según el recurrente la
contradirían. Por ejemplo, los dichos de Zabala sobre que le preguntó al chofer si la línea
pasaba por barrio General Paz pudo haber sido para conocer si era la línea de colectivos que
buscaba, es decir, aquella que terminaba su recorrido en barrio Maldonado (y que también,
2.3. Agravios relativos a que Rivera Alegre se dirigió al punto de venta de drogas en donde
2.3.1. El recurrente cuestiona que el día de su desaparición Rivera Alegre se haya dirigido a
comprar droga al punto de venta de los “Colela”, en donde estaba el imputado Rearte y su
hermano K.L. (titulados en el punto III, 1, c), d) y e)), sea porque considera que otras pruebas
suscitan dudas acerca de que tomó ese destino, o porque demerita el testimonio de Gisela
2.3.2. El sentenciante tuvo por probado que después del baile Facundo Rivera Alegre fue a
músico Luciano Calderón (f. 5845). Llegó a esta conclusión a partir de la valoración de un
gran número de testimonios de los que es posible inferir esa proposición fáctica (que
individualiza, reseña y valora desde ff. 5817 vta., a 5845). Así, pues, se destacan:
* Aquellos que aseguraron que El Rubio tenía llegada con los músicos de la banda (ver, entre
otros, testimonios de: Viviana Alegre, Alan Joel Astrada, María Rosa Salinas, Laura Carolina
Ludueña, Cristian Alejandro Galbo, Yésica Julieta Granero Mora, Fabiana Maribel Robledo,
Gisel Celeste Mayol, Luis Alberto Olivera, Luciano Eduardo Calderón, Franco Rafael
Fernández, Axel Ezequiel Miguez) y quienes sugirieron que la noche que desapareció habría
recibido el encargo de los músicos de que vaya a comprarles droga (las indagaciones de la
policía comisionada Laura Carolina Ludueña y los mensajes de texto de la víctima que
menciona, Gisel Celeste Mayol), entre otros indicios que permiten inferirlo.
* Los que sugieren que con habitualidad el Rubio compraba drogas para la banda (los
mensajes de texto que El Rubio le envió a María Rosa Salinas; los testimonios de Laura
Carolina Ludueña, Gonzalo Héctor Moreira, Luis Alberto Olivera, Franco Rafael Fernández,
Axel Ezequiel Miguez, Daniel Alberto Rodríguez). Incluso hay pruebas que indican que esa
noche tenía que conseguirles los 50 gr. de cocaína a los músicos para que pudiera viajar a
Tucumán con ellos, donde tocarían al día siguiente (el testimonio y los mensajes del celular
de María Rosa Salinas son la prueba más contundente al respecto), además están quienes esa
noche lo vieron a Luciano Calderón (acordeonista de la banda) entregándole cien pesos para
* También se valoraron los testimonios de quienes señalaron haberlo visto después del baile
* Por su parte, la testigo Gisella Oyola expuso muy detalladamente sobre el concreto
Como puede advertirse, las críticas para controvertir la conclusión del tribunal acerca de que
trayendo fragmentos de declaraciones de testigos (ff. 6007 vta., a 6008 vta.) para poner en
entredicho ese destino. Por la vaguedad de esta argumentación, no se aprecia potencial para
En efecto, como más arriba se ha señalado, un agravio eficaz requiere considerar el conjunto
probatorio en el que se basó la sentencia, por lo que no cabe oponer tramos de testimonios o
fragmentos aislados de mensajes de texto, con total abstención de confrontarlo con el mayor
caudal de pruebas que consideró el fallo. Frente a éste, por lo menos si se trae sólo fragmentos
A más de la ausencia de un agravio eficaz, cabe resaltar la confluencia de conjunto que exhibe
el cúmulo de pruebas que sustenta la conclusión del tribunal: fue visto por un grupo de
testigos tomar un ómnibus que entre otros destinos conduce a Barrio Maldonado, donde
estaba situado el punto de venta, y no fue a otros lugares posibles (su casa); tenía lazos con la
banda musical y les compraba drogas por encargo; él no manejaba dinero propio para esto,
esa noche tenía un encargo porque viajaban a Tucumán adonde también quería ir y llegó al
punto de venta.
Frente a este conjunto armónico, ¿cuál puede ser el potencial para generar duda de los
había comprado drogas a las 3 h, o si era factible que lo llevaran a Tucumán? No se aprecia
que lo tengan a la luz que Rivera Alegre no fue a su domicilio, que hubiese comprado drogas
a las 3 h no descarta otro encargo posterior, y que lo llevaran o no en el viaje tampoco parece
relevante porque, en todo caso, lo era el encargo y no que fuese factible que lo recompensaran
2.3.3. En cuanto a la credibilidad del testimonio de Gisela Oyola, los argumentos del
impugnante son en parte subjetivos (improbabilidad que una mujer joven se baje de un taxi
En la sentencia, se suministraron las concretas razones por las que confiaba en la veracidad de
sus dichos.
Son plausibles los argumentos brindados por el sentenciante para confiar en su relato. En
efecto, dijo el tribunal que “[l]a impresión de visu que produjo esta testigo para el Tribunal,
es que sus dichos son absolutamente creíbles. Es útil recordar que durante el debate
manifestó que se decidió a contar lo que había presenciado, porque comprendía lo que sufría
la madre de Facundo, ya que ella también padeció la pérdida de su madre y dos parientes
más asesinados en un hecho violento (tragedia conocida como ‘la masacre de barrio Jardín
del Pilar’), y recordaba lo difícil que le resultó conseguir testigos para individualizar a los
culpables”. La oposición a estas razones, fundada en que tardó más de un año en declarar, no
alcanza a sembrar suficientemente una duda sobre su veracidad. Las marchas que se
de su hijo estaban todavía vigentes cuando Oyola se decidió por declarar. En la causa también
se ha recabado información relativa a que los vecinos de barrio Maldonado tenían miedo de
declarar. Para el a quo también resultó importante en orden a la fiabilidad de los dichos de
específicos sobre el recorrido que siguió hacia el kiosco a comprar cigarrillos aquella
madrugada, y todo lo que observó en ese camino, más precisamente fuera de la casa de los
Colela. También destacó el tribunal que Oyola narró que cuando K.L. efectuó el disparo que
le dio en el medio de la frente al chico, le saltó la gorra que tenía puesta el Gringo, y sus
amigos que estuvieron con él en el baile señalaron que llevaba puesta una gorra.
No se aprecia una contrariedad de relevancia con los testimonios de Olivares (ff. 5849 a 5850
vta.) y Crespo (ff. 5850 vta., a 5851 vta.). Ambas afirmaron haber arribado al domicilio del
imputado Rearte y dijeron haber escuchado una fuerte discusión que provenía desde el
recriminaba algo al menor K.L.. La testigo Crespo especificó que mientras se producía dicha
discusión un chico que estaba allí en las afueras de dicho domicilio le comentó que habían
matado a un chico. Al contrario, de ellas se extraen indicios que apoyan que algo sucedió
antes que llegaran al domicilio de los Colela y que involucraba a Rearte y a K.L..
declaración de Oyola porque sus objeciones son meros desacuerdos subjetivos que o bien
soslayan los argumentos en que se ha explicitado la credibilidad del testimonio, o bien son
3.1. Tratándose de agravios que implican la negación del dolo, corresponde destacar que la
dados por ciertos por el tribunal de mérito constituyen una cuestión fáctica (TSJ, Sala Penal,
Ello así, porque aunque se trata de conceptos jurídicos y por tanto, no son fácticos (dolo o
culpa), contienen, según la doctrina de esta Sala, componentes subjetivos que no pueden ser
aprehendidos a través de la percepción directa del juzgador, sino que pueden y deben ser
derivados a partir de la conducta desenvuelta por el agente que forma parte de la imputación
(TSJ, Sala Penal, “Tita”, S. nº 22, 17/4/1998; "Sajen", S. nº 114, 21/12/2000, "Esperón", A.
Como sucede con otras cuestiones que al menos en parte requieren componentes fácticos,
ellas pueden ser acreditadas valiéndose de indicios, con la condición de que éstos sean
muchos otros). Así lo ha dicho el más Alto Tribunal de la Nación: “cuando se trata de una
aisladamente, no constituya por sí la plena prueba del hecho al que se vinculan -en cuyo caso
no cabría hablar con propiedad de este medio de prueba- y en consecuencia es probable que
Fallos 311:948; TSJ, Sala Penal, "Vissani", A. 32, 24/2/1999; "Bartolucci", S. n° 97,
3.2. En la sentencia se dio por cierto el dolo eventual de Rearte y el impugnante controvierte
errada valoración de los testimonios de quienes señalan que el disparo ocurrió por accidente y
que Pablo Rearte sólo agarró a Rivera Alegre para evitar que la pelea continuara (punto III.1,
agravios f) y g)).
Los agravios requieren analizar la fundamentación de la sentencia como una unidad, lo que se
emprenderá en el punto siguiente. Esto se justifica porque si bien en una lectura superficial
del fallo, pareciera que los fundamentos de la sentencia son exclusivamente los que obran
bajo el título específico “Intencionalidad omisiva (dolo)” (ff. 5968 vta., 5969 y vta.), ha
incidente y que sólo tiene sentido que los haya considerado en vista a la relevancia que
La vinculación entre la víctima con el acusado y su entorno era preexistente, por tanto hay un
esta unidad, analizar si presenta los yerros que le atribuye el impugnante que básicamente
consisten en la falta de razón suficiente para inferir el dolo y, por el contrario, un espacio para
Maldonado, quien vivía con sus hijos Pablo Rearte y K.L. (f. 5845).
Entre la nutrida prueba que antecede a esta conclusión, se menciona y textualiza extensamente
el testimonio de Luis Alberto Olivera (ff. 5825 vta. a 5829). Se trata de una persona que se
presentó como amigo de Facundo Rivera y padrino de su hija, y relató que “un día jueves de
la semana anterior a que desapareciera”, en “La Morocha”: observó un incidente: “ve que el
Rubio estaba hablando en la puerta del baño con un muchacho que era medio tartamudo…
estaba con dos más; que era como que ese tartamudo le estaba metiendo el pecho al “Rubio”
ya que le hablaba fuerte y el “Rubio” agachaba la cabeza”, se alejó y le dijo “no digas, que yo
lo iba a hacer cagar a éste” sin explicarle el motivo (f. 5828). Explicó que una chica le dijo
que eran Pablo Rearte y K.L. “tipos pesados”, luego de la desaparición acompañó a la madre
a verlos porque la madre le iba a decir en donde podía estar el cuerpo, los vio, “eran los
mismos que había visto en La Morocha… al verlos de día, daba miedo verlos” y se fueron (f.
5828 y vta.).
y fue, precisamente, parte de la argumentación que utilizó (ff. 5868 y vta.) para ponderarlas
como indicios de participación dolosa en el hecho objeto de la acusación (ff. 5866 a 5867
vta.).
telefónicas) que dan cuenta de que tanto Rearte como su hermano menor “son personas
sino vivencias de las personas que testimoniaron o escuchas de las que surge que ambos se
dedicaban “al narcotráfico”, que los vecinos del barrio tienen temor por esa actividad ilegal,
Rearte tiene “similar perfil”, lo que infirió del testimonio de Olivera antes mencionado.
Asimismo se incluyó en ese tramo la accesibilidad a armas de fuego del menor K.L. que “por
cualquier problema utiliza el arma” al decir del testigo Moreyra (ff. 5866 vta.).
acerca de “un hecho típico de espiral de violencia” entre la víctima y los agresores (ff. 5865),
dolo, que suman a la vinculación previa entre el imputado Rearte y la víctima Rivera Alegre
por la venta de drogas, los indicios provenientes de un incidente que ocurrió la semana
anterior en “La Morocha”, esto es fuera del ámbito territorial en donde tenía el punto de vista
de drogas y en el que el rol agresivo lo desarrolló Rearte y su hermano K.L. tuvo un rol de
3.1.2.1. En cuanto a lo sucedido en el momento en que Rivera Alegre fue víctima del
homicidio (ff. 5868 vta./5869 vta.), los argumentos del tribunal fueron los que a continuación
se reseñarán:
a) K.L. actuó con dolo, lo que infirió del potencial letal del arma, del lugar del cuerpo de la
víctima al que apuntó y disparó, que “al tratarse de una pistola, de la única manera que sale un
que sucedió, esto es una pelea a golpes de puño con Rivera Alegre, cuya capacidad defensiva
“se vio anulada por la intervención del imputado Pablo David Rearte, quien lo inmovilizó
b) Rearte actuó con dolo, lo que infirió de un cambio entre la conducta anterior y la
concomitante con el momento en que K.L. terminó con la vida de la víctima. Según el
tribunal en la conducta anterior “la intención… aparecería direccionada a evitar que Facundo
concomitante, “es evidente que cuando Pablo David Rearte vio que su hermano K. se había
apoderado del arma de fuego que tenía su otro hermano “El Pato” (Claudio Rearte) en la
cintura y que dirigía este elemento hacia la cabeza de Facundo Rivera Alegre, y conociendo
que su hermano adolescente era una persona irascible, violenta, peligrosa y que manipulaba
armas de fuego, su voluntad mutó y a partir de allí actuó con convergencia intencional a la de
su hermano L., ya que menospreció el resultado -muerte de la víctima- que aparecía como
algo seguro frente a la conducta que en ese momento ejecutaba su hermano K., lo que
finalmente así aconteció al haber el menor accionando el arma que tenía en su poder en
dirección a la cabeza de Facundo Rivera Alegre, presionando el gatillo con la fuerza necesaria
conducta de Rearte, que procedió a inmovilizar a la víctima dejándolo sin defensa alguna,
cuando podría haberlo tirado al suelo, podría haberlo empujado hacia un costado o cualquier
otra maniobra que no sea sujetarlo y dejarlo a merced de la ira de su hermano que lo apuntaba
posibilidad de un disparo accidental realizado por el menor K.L., y se basa para esta hipótesis
en el testimonio de Gisela Oyola y en los testimonios de Paola Olivares y Micaela Crespo que
Estos argumentos, llevan a examinar cuál fue la base probatoria en la que se apoyó el tribunal
para reconstruir el momento y examinar si ese caudal amerita realizar las inferencias que
esta prueba “vertebra lo medular del hecho investigado”, según la sentencia, se encuentra
participación de K.L. y del imputado Rearte en la muerte de Rivera Alegre por un disparo con
3.1.2.3. En primertérmino, se reseñará el testimonio deGisela Oyola. Esta testigo dijo haber
* vio que había una juntada de chicos en la puerta de la casa de los “Colela” especificando
que entre los allí presentes estaban: “el Negro Pablo”, K.L., el “Pato” y el Mario y había un
* K.L. estaba discutiendo con un chico (que ella no sabía que era el Rubio, aclarando que a
eso lo supo después cuando salió en los medios). Que vio que este chico le daba un billete a
Pablo y que éste le dijo: “siempre lo mismo con vos, me tenés cansado”. En la instrucción
había dicho que “el negro Pablo se dio cuenta de que le daba aparentemente un billete falso,
que lo estaba “cagando”, y por eso le dijo “ey negro me estás cagando, hasta cuando me vas a
cagar vos”, discutían, el Gringo le decía “estás loco vos, estás equivocado, que te pinta, si
vengo siempre”.
trompadas, el Rubio era más grandote y le estaba ganando a K.. En la instrucción dijo: se
acerca el K. para donde estaba el gringo y el Pablo y ahí le mete una trompada al Gringo, lo
arrebata y ahí el Gringo le empieza a pegar al K., cagándolo a trompadas… había una gran
diferencia de contextura entre el Gringo, quien era más alto y más robusto, en tanto que el K.
arma que tenía el Pato en la cintura y tomándola de la empuñadura, como que quiso pegarle
dicente vio saltar la gorra, cayendo el Rubio desplomado al piso, dejando un charco de sangre
Pablo intentaban separarlos sosteniéndolo el Pablo al Gringo, teniéndole los brazos hacia atrás
para evitar que le siga pegando al K., mientras el Pato los separaba, ocasión en la que el K.
"sacado" le quita el arma que tenía el Pato en la cintura (la que lleva siempre en ese lugar), y
decir quiso golpearlo con el arma, efectuándose un disparo que le dio en el medio de la frente
del chico, "saltándole la gorra que tenía puesto el gringo", cayendo desplomado en el piso,
* Detalló que todos los allí presentes quedaron helados. Que el negro Pablo le decía al K.L.
* A su modo de ver K. no quiso matarlo sino que quiso golpearlo con el arma y se le escapó el
tiro, es lo que ella cree… desde que intercede Pablo hasta que se produce el disparo, dijo que
fue todo muy rápido y “que Pablo lo tironeaba para separarlo”. También señaló que “el K.
estuvo como dos semanas o más fuera de su casa, hasta que se le debe haber pasado el
"cagazo" y después empezó a "contársela", diciendo que él lo había matado y que no lo iban a
encontrar más al chico. Que para la dicente no lo quiso matar, pero comprometió a toda la
familia. Que el Gringo no tenía problemas con los Colela, el chico iba siempre a comprarles
merca, se juntaba con ellos, estaba todo bien. Para la declarante se les fue de las manos, se
inició una pelea porque el Pablo se da cuenta que el billete era falso y terminó todo mal, en
También declararon Paola Vanesa Olivares y Emilia Micaela Crespo, aunque ambas llegaron
no entró a la casa porque escuchó “que había una gran discusión allí adentro, incluso se
escuchaba como que rompían cosas, al que más se lo escuchaba era al Pablo, quien
dirigiéndose al K.L. decía: “…Culpa tuya pendejo culiau, mira el embrollo que va a haber
ahora, culpa tuya pendejo culiau, no sabés lo que va a sufrir ahora la mami, te voy a matar
pendejo de mierda…”. Esta mujer también declaró que tanto K. como Rearte tenían acceso a
armas de fuego, inclusive que éste en una oportunidad quería ingresar a Villa Inés con un
arma “a cagar un tiro a un chico de ese sector que le había cortado la cara”, y asimismo
Crespo (ff. 5850 vta., a 5851 vta.), que acompañaba a su amiga Olivares a lo de los Colella
por drogas, también escuchó la discusión y manifestó que los comentarios que escuchó
posteriormente para ella se referían a la muerte del mismo chico. Refirió haber visto a Rearte
con un arma de fuego en la oportunidad comentada por Olivares, no así a K., aunque
De estos tres testimonios extrajo el tribunal “indicios de peso en contra del imputado Rearte y
del menor L. a partir de los cuales se puede inferir que éstos efectivamente mataron a
Facundo Rivera Alegre -como afirma Oyola y se infiere a partir de los dichos de Olivares y
punto de venta de drogas entre Rearte, K.L. y Rivera Alegre, entre ellos:
* Pablo Miguel Córdoba, quien recibe dichos de Rearte acerca de cómo sucedió el hecho,
coincidente en un incidente pero dentro de la casa por haberle sustraído el Rubio droga, K. lo
sorprendió, entre los dos le pagaban y “K. se fue de control y se mandó un mocazo grande”,
escuchó discusiones en la casa, también a Rearte decir que iba a buscar ayuda para quemar el
* Testimonios de los policías Laura Carolina Ludueña (f. 5853 vta.), Alfredo Próspero Perez
incidente en el punto de venta entre la víctima y Pablo Rearte y de la muerte de Rivera Alegre
Estos datos, según la sentencia, “involucran y apuntan de distintas formas al imputado Rearte
* Testimonios de familiares de K.L., Carlos Alberto Lusi (ff. 5854 y 5855) y Juan Carlos Lusi
(ff. 5855 y vta.), quienes reciben comentarios acerca del incidente por haber pagado la droga
arma.
Estos testimonios son meritados por el tribunal, en tanto consignó que “incluso” familiares de
K.L. “realizan expresiones a partir de las cuales es posible inferir que fue éste y el imputado
Pablo Rearte quienes dieron muerte a Facunda Rivera Alegre” (f. 5854).
* Testimonios de vecinos del barrio en donde funcionaba el punto de venta que recogen
comentarios acerca del incidente y que tanto Rearte como K.L. mataron a un chico en un
discusión (Maximiliano Calosso, ff. 5855 vta., 5656, Ramón Alberto López, f. 5856 y vta.,
Matías Nicolás Lopez ff. 5856 vta., 5857, Sergio Domingo Vera ff. 5857 y vta., 5858,
Sobre estos testimonios, el tribunal deriva que “apuntalan la versión de la testigo Oyola, como
así también corroboran lo aportado por las testigos Olivares y Crespo” (f. 5855 vta.).
* Otras pruebas objetivas que según la valoración del tribunal avalan la hipótesis de la
acusación (f. 5861 vta.): entre ellas el informe químico de rastros de sangre en el automóvil de
los Colela (ff. 5861 vta., 5862), y el secuestro de proyectil compatible con el arma descripta
por Oyola en el domicilio en donde vivían Rearte y K.L. (f. 5862 y vta.).
Puede decirse que el tribunal tomó del relato de Oyola el siguiente contenido: a) que hubo una
discusión en el punto de venta de droga entre Rearte y Rivera Alegre, por el motivo
mencionado por la testigo, esto es el pago de la droga con un billete falso; b) que K.L. se
acercó y le pegó a Rivera Alegre, quien replicó y lo golpeó; c) que debido al dominio físico
de Rivera Alegre sobre K.L., el imputado Rearte lo inmovilizó, mientras que otro hermano
(Pato) también los separaba; d) que K.L. tomó el arma (pistola 9 mm) que tenía este otro
hermano en la cintura; e) que de esa arma salió el disparo que le dio en el medio de la frente
del chico, "saltándole la gorra que tenía puesto el gringo", cayendo desplomado en el piso,
En cambio, no tomó del relato de Oyola, el siguiente contenido: a) Que el disparo se produjo
por K.L. cuando tomando el arma de la empuñadura, como que quiso meterle un "cañazo" en
la cabeza al gringo, es decir quiso golpearlo con el arma, efectuándose un disparo a su modo
de ver K.L. no quiso matarlo sino que quiso golpearlo con el arma y se le escapó el tiro; b)
desde que intercede Pablo hasta que se produce el disparo, dijo que fue todo muy rápido y
Sobre el contenido dejado de lado, precisamente procura hacer pie el impugnante para
¿Por qué dejó de lado este contenido de la declaración de Oyola el tribunal a pesar de haber
Por un lado, los argumentos surgen de las conclusiones acerca del dolo de K.L. en cuanto a
que la única manera que sale un proyectil de una pistola de las características de la de marras
es cuando se ejerce determinada fuerza sobre el gatillo de la misma, el lugar vital al que el
De estos tres argumentos, el decisivo es el argumento técnico relacionado con que un arma de
las características que la testigo dijo que tomó K.L. (pistola 9 mm), y que coincidió con el del
proyectil secuestrado en la casa que habitaban este joven y Rearte, requiere para accionarla la
aplicación de fuerza sobre el gatillo. Esta es una conducta que contradice la viabilidad de lo
Sobre este argumento técnico, las restantes afirmaciones del tribunal tienen una confluencia
hacia el dolo: si K.L. accionó el gatillo y dirigió el arma a una zona vital, en una
Que así haya obrado K.L. no implica adscribirle dolo también a Rearte, desde luego, pero
implica descartar por los fundamentos dados una parte importante de la hipótesis del
inmovilizar a Rivera Alegre para que cesara de golpear a K.L., pero a partir que éste se
apoderó de la pistola, sabiendo que su hermano K.L. es una persona irascible, violenta,
peligrosa y que manipulaba armas de fuego, que le apuntaba con ella a la cabeza de Rivera
menospreció el resultado -muerte de la víctima- que aparecía como algo seguro frente a la
Más allá del acierto o error del concepto utilizado (intención), los argumentos esgrimidos
En efecto, repárese en que no era la primera vez que Rearte tenía un incidente con Rivera
Alegre. Una semana antes de este momento, el tribunal dio por acreditada la existencia de
otro incidente en un local (La Morocha) en el que también estaba acompañado por su
En esta posterior oportunidad, Rearte estaba en el ámbito territorial en donde vendía drogas,
de dos de sus hermanos, uno de ellos armado y otro K.L. de violenta personalidad. En este
contexto también es nuevamente él quien inicia la discusión desigual con Rivera Alegre que
estaba solo, en un terreno de riesgo, sin armas. Su hermano K.L. con quien formaba una dupla
violenta con acceso a armas y empleo de ellas, intervino en su apoyo, porque la discusión la
Aún en la mejor posición para el imputado, que fue la adoptada por el tribunal
Rivera Alegre sobre K.L., sino que éste se apoderó de un arma con considerable capacidad
permitido ostensible que está llevando adelante otro (joven violento que apunta a la cabeza un
muerte, implica al menos dolo eventual porque se cuenta con la conciencia del riesgo
concreto y la conducta del otro partícipe proyecta una probabilidad concreta (no remota) de
Si bien lo dinámico del incidente (como refirió Oyola que lo fue) condiciona las respuestas
alternativas, así como Rearte pudo articular conductas conforme a sentido para inmovilizar a
la víctima frente a una repentina pelea, también contaba con esa capacidad para dejar de
Alegre, tales como actuar sobre su hermano para disminuir el riesgo, sino simplemente de
mantenerlo sin defensa ya no puede tener objetivamente un sentido pacifista, porque implica
3.1.3.1. El Tribunal, infirió también el dolo de Rearte, “de todo lo que aconteció después de
que K.L. disparara en contra de Facundo Rivera Alegre, en donde lejos de asistir a la víctima,
lugar no determinado aún de Barrio Maldonado, para luego deshacerse del cuerpo, buscando
de este modo borrar los rastros de este ilícito en el que participó activamente” (f.5869 y vta.).
Frente a este indicio, el impugnante replica que según Oyola “inmediatamente Pablo Rearte y
3.1.3.2. En atención a que según el impugnante del testimonio de Oyola surgiría lo contrario a
lo inferido por el Tribunal, esto es que el imputado iba a llevar a la víctima al hospital,
* Según Oyola, luego del disparo en la frente de Rivera Alegre quien cayó desplomado, i
nmediatamente después Pato Rearte ayudado por Pablo Rearte lo cargan en la parte de atrás
de un auto de color gris, auto que suele ver allí y que usan “los Colela”, “no recuerda qué
marca es el auto, pero es de alta gama, de color gris, de cinco puertas, es el mismo que tiene
actualmente el Pato… la vieja Colela –la mamá del negro Pablo– le gritaba desde adentro de
la casa al K.L. "ándate, ándate, va a venir toda la policía" (ff. 5847 vta., 5848).
piensa que ellos creyeron que no estaba muerto y lo llevarían a un hospital, pero cuando se
dieron cuenta de que ya estaba muerto, se deshicieron del cuerpo. Que eso lo deduce por la
forma en que lo levantaron al chico, lo cargaron bien, no como si fuera una bolsa de papa” (f.
5848). Para ella “cuando lo cargaron en el auto, ya estaba muerto, los brazos estaban
que para los Rearte, Rivera Alegre no estaba muerto, aunque paradójicamente para ella sí, y la
Lo señalado descarta la relevancia del contenido de la declaración dejado de lado pues se trata
Rearte no llevó a la víctima a un hospital, sino que conforme a la conclusión del tribunal el
(ff. 5862 vta. a 5866), y el impugnante no se ha hecho cargo de esgrimir algún defecto que
conmueva su validez.
De ella surge:
* la autopsia psicológica dio cuenta que el imputado contó con tiempo suficiente para la
* K.L. y el imputado Rearte gozaban de protección por la actividad ilegal de venta de drogas
en Barrio Maldonado que les permitió esconder el cadáver y luego ante la intensidad de la
3.1.3.3. Conforme a lo expuesto en el punto precedente, la inferencia del dolo por el indicio
presenta como arbitraria. Por el contrario, semejante maniobra que implica recurrir a ayudas
ilegales para deshacerse del muerto no es idónea para inferir como antecedente un obrar
A su vez, no hay que dejar de considerar que un indicio por sí solo puede ser ambivalente, por
lo cual siempre debe ser ponderado con el conjunto de los indicios y las otras pruebas.
3.1.4. Conclusión.
Su examen ha permitido considerar el contexto más amplio en que el hecho tuvo lugar, y en
esta labor se ha expuesto un conjunto de indicios y otras pruebas con capacidad derivativa
para el dolo eventual que corresponden al contexto previo (discusión previa con Rivera
Así Voto.
La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden
correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que, adhiero a la
A LA SEGUNDA CUESTION
Entiende que la solución acogida por el a quo es desacertada toda vez que el accionar de K.L.
habría sido de acuerdo a lo expuesto por Gisella Oyola “como que quiso pegarle un cañazo y
Considera que, así las cosas, la cuestión es si Reartes realizó algo que justifique que se le
extienda a él la tipicidad que se le atribuye en este caso al autor (art. 84 CP). En ese sentido
entiende que Reartes no realizó una aportación que, superando el riesgo permitido, adquiera el
significado inequívoco de formar parte del hecho delictivo principal (f. 6018 vta.).
Señala que el riesgo no permitido que se realizó en el resultado concreto producido sólo es
atribuible a K.L. y falla, consecuentemente, respecto de Pablo Rearte. No obstante afirma que
su conducta fue ciertamente imprudente, pero no en el sentido típico “sino, en todo caso, en
un sentido material”. Ello así toda vez que, dice, en el presente caso no concurren los criterios
Reitera que el único riesgo que se concretó en el resultado es el creado por el menor K.L.,
quien dio un uso impropio al arma de fuego que portaba. Cita doctrina y jurisprudencia que
Expone que “este tipo de error, entre otras cosas, nace como consecuencia de que el dicho del
experto en balística, en modo alguno puede ser tenido como un enunciado ‘a priori’, como lo
considero la Cámara (aun cuando no pretenda que los jueces, sean todos estudiosos de lógica).
El tribunal, debió tomar en cuenta (y esto es imprescindible que sea valorado en decisiones
futuras) que esas manifestaciones: ‘…esa clase de armas…’ no son nada más que una
hecho: “Que con fecha diecinueve de febrero de dos mil doce, siendo aproximadamente las
6:15 hs. Facundo Rivera Alegre (alias “El Rubio del Pasaje”) se habría hecho presente en el
domicilio de María del Carmen Rearte, alias “La Colela”, sito en calle Río Paraná esquina
Pasaje Esnaola del Barrio Maldonado de esta Ciudad, con la finalidad de adquirir allí
sustancia estupefaciente. Que frente a la vivienda, Facundo Rivera Alegre se encuentra con
el imputado Pablo David Rearte, y sus hermanos K.L. Jonathan Lusi (de 15 años de edad) y
Claudio Rearte (a) “Pato”, hijos de María del Carmen Rearte. Que por cuestiones de
momento, se habría iniciado una discusión entre Facundo Rivera Alegre y el incoado Pablo
David Rearte, ocasión en la que habría intervenido el menor K.L. quien se toma a golpes de
puño con Rivera Alegre. Que ante ello, el prevenido Pablo David Rearte tomó desde atrás
ambos brazos de Facundo Rivera Alegre, logrando de esta forma inmovilizarlo, mientras que
Claudio Rearte habría separado a su hermano K.L. Jonathan Lusi. Dicha circunstancia fue
aprovechada por el menor K.L. para tomar por la empuñadura un arma de fuego
–presumiblemente una pistola 9 mm- que llevaba en su cintura su hermano, Claudio Rearte,
sin su autorización. Que en esas circunstancias K.L. Jonathan Lusi apuntó el arma en
dirección al cuerpo de Facundo Rivera Alegre con intenciones homicidas. Que mientras ello
imputado Pablo David Rearte mantuvo inmovilizado a Facundo Rivera Alegre de la forma
arriba descripta. Que en esos momentos, el menor K.L. Jonathan Lusi efectuó un disparo con
Pablo David Rearte es coautor responsable del delito de homicidio doblemente agravado por
Ello así porque el acusado Pablo David Rearte, en el momento que su hermano K.L. (menor
de 15 años a la fecha del hecho, y por lo tanto inimputable), apuntaba desde corta distancia
con un arma de fuego a la cabeza de Facundo Rivera Alegre, sujetó a éste desde atrás,
tomándolo de los brazos e impidiéndole moverse, lo que permitió que el menor pudiera
muerte.
defensor de Pablo David Rearte solicitó que el Tribunal calificara el actuar del menor K.L.
Jonathan Lusi como un homicidio culposo, porque en ese caso no habría coautoría y se
debería absolver a su pupilo. Sobre este punto, considero que en un marco de una pelea, el
esgrimir un arma de fuego que se sabe cargada, apuntar con ella a la cabeza de una persona
expulsando así el proyectil que finalmente impacta en esa zona de máxima vulnerabilidad,
Estando clara la participación activa del menor K.L. Jonathan Lusi, quien fue el autor del
del evento juzgado al tipo penal seleccionado, me exime de mayores desarrollos” (f.
5900 y vta.).
IV.1. De la lectura del presente embate recursivo, surge que el defensor encauza su agravio
bajo el motivo sustancial (art. 468 inc. 1° del CP), esto es una diferente interpretación de la
ley sustantiva.
competencia por la vía del motivo sustancial de casación, este Tribunal tiene la potestad para
brindar la solución jurídica adecuada del caso bajo examen, aun valiéndose de argumentos
distintos de los esgrimidos por los impugnantes, siempre que deje incólumes los hechos
reformatio in peius -arts. 456 y 479 C.P.P.- (TSJ, Sala Penal, "Nardi", S. n° 88, 19/10/2000;
S. n° 100, 2/11/2001; "Angioletti", S. n° 122, 27/12/2001 -entre otros-, cfr. Núñez, Ricardo
C., Código Procesal Penal, Lerner, Córdoba, 1986, p. 484, nota 2).
2. El recurrente considera que el hecho por el que se condenó a Rearte debió subsumirse en el
delito de homcidio culposo (art. 84 CP) y no, como lo hizo el a quo, en el delito de coautor de
menor de 18 años de edad, en concurso ideal (artículos 45, 79, 41 bis, 41 quáter y 54 del
Código Penal).
homicidio imprudente.
En efecto, refiere que en su desenvolvimiento durante el hecho, Rearte “no realizó una
parte del hecho principal”. Todo lo cual, como ya se ha analizado extensamente en la cuestión
anterior, carece de sustento real pues fue descartada la hipótesis del hecho consistente en la
La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden
correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que, adhiero a la
A LA TERCERA CUESTION
por el Dr. Pablo Ricardo Jávega a favor del imputado Pablo David Rearte. Con costas (arts.
550 y 551).
Así voto.
Comparto la solución que da la señora Vocal Dra. Aída Tarditti, por lo que adhiero a ella.
RESUELVE:
Rechazar el recurso de casación interpuesto por el Dr. Pablo Ricardo Jávega, a favor del
imputado Pablo David Rearte. Con costas (arts. 550 y 551 CPP).
Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio por la señora
Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y los señores Vocales todo por ante mí, el