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Y fue así que tras verme observando el universo y sus entes y
funciones, me vi retornando al campo de luz en donde todos una vez
nacimos, nuestra primera vez nacidos al vivir y al sentir, donde rebosando
nacimos junto a nuestra compañera eterna.
Me asomé por sus caminos y me adentré a donde las almas yacían casi
sin sentido.
A todas las observé mientras todas a mí me observaban, como si fuese
la primera vez que lo hacían; suspiré aquel puro ambiente y me coloqué
entre ellas como uno más. Pronto me vi totalmente rodeado, en todas las
direcciones, y esta vez, hice una pregunta radicalmente diferente a la
anterior:
_ “¿Quieren oír lo que hoy me ha pasado?”- todas, asombradas,
pusieron atención. Inclinaron sus “cabezas” y algunas, extendieron sus
luminosas extremidades en espera y petición de mi palabra.
Me sentí, pues, aceptado, y comenté:
_ No sé si sabrán lo que sucede en la zona de LO, pero allí todo el
mundo va muy acelerado… hay millones de colores y lo peor, es que
toman forma y contextura; sí, lo peor digo, pues, ¡no más haces que
maravillarte, que te llevan por delante! Jamás hubiese creído que podría ser
así, pero este día, un color me habló, ya suficiente habían tenido con ser
materiales, ¿no lo creen? Pero no, éste, me habló, y… ¿sabéis qué me
dijo?- todas las almas esperaban la respuesta:
_ “Estás pálido, viejo… ¿por qué no tienes color?”; ¿Os lo creéis? Eso
me dio en qué pensar, ¿por qué yo no poseía color? ¿Alguno sabe la
respuesta?- pregunté sin recibir ninguna…A lo que continué:- pues… la
respuesta fue una pregunta: la cuestión no era porqué yo no poseía color…
sino por qué él lo poseía…
Ninguna de las almas, parecía entender lo que yo decía, y ninguna
hacía más que sorprenderse más que por lo que yo representaba con mi
presencia que por mis propias palabras. Había visto lo que quería ver. Tal
vez, Sör-ah no estaba preparado para escuchar cuentos…
Así pues, decidí marcharme, ya que debía seguir con el camino
correspondido. Mientras todos me observaban, marché hacia los extremos
de las nebulosas, a punto de encaminarme hacia el próximo sol de LO,
pero, de pronto, algo me detuvo… una leve voz:
_ ¿Cuál es tu nombre?- preguntó. Me giré, y vi detrás de mí a una
joven alma que se me acercaba.
_ Ghan… mi nombre es Ghan…- dije, esperando la respuesta del
alma.
_ …Vuelve pronto Ghan… deseo oír las historias… desde el
principio…
Sonreí mientras el alma se deslizaba hacia atrás, nuevamente con las
demás. Volví a tener aquellas esperanzas. No podía pretender que todos
oyesen mis cuentos, pues, no todos los entenderían… Alegre me
encontraba, ya que ahora sabía, que al menos una de ellas, sí lo haría.
_ Él pensó- dijo la voz- ¡Yo soy el padre de todo, el Gran Sol y la Luz
me pertenecen! ¡Ra es mi siervo! ¿Por qué habría yo de alejarme, cuando él
es el intruso?
Sordo y mudo, ciego ante todo se había vuelto, y las vibraciones en su
interior comenzaron a quemarse, y así, desde los confines de su ser, le
invadió un nuevo sentir, la llamada “Avaricia”. Ra se percató de ello, y
conservó uno de sus sentimientos firmes, la Perseverancia, por lo que no se
propuso a ponerse en contra de su padre.
_ Imagínatelo diciendo:- dijo- “...¡El Sol es mío! ¡y tú me perteneces,
te desterraré de mis tierras, porque son mías, y haré de ellas lo que a mí me
concierne!”-
Ra, ante Él no podía hacer nada, sólo defenderse con lo poco que
tenía, la Luz. Así se desató una lucha entre padre e hijo, que comenzó a
desorbitar al Gran Sol. Ra encandilaba al Todo, y éste lo perseguía para
cogerlo y desterrarlo. Pero tan ciegos estaban ambos por una propiedad,
que fue demasiado tarde para detener lo que estaba por suceder. Una fuerte
ola solar se desprendió, y cientos de rayos gaseosos se desprendieron hacia
los confines del espacio; de repente, en forma de espiral, una oleada
envolvió al Sol, iluminándolo con diferentes tonos de blanco y oscuro; para
entonces, todo se volvió a comprimir, y la gravedad solar estaba
disparatada. El Todo se percató de lo sucedido e inmediatamente sintió la
Compasión, junto a la cual un nuevo sentir venía creciendo con rapidez, la
Culpa y la Lamentación. Ra huyó lo más rápido posible hacia las afueras,
pero no alcanzó a escapar de la onda expansiva que creó el Gran Sol al
estallar. Ra no podía entender cómo del centro de la luz haya salido toda
esa roca dura que vio pasar a su lado a una velocidad terrible, mas el Todo
sí lo comprendió. La energía misma, debajo de tantos grados de calor
creado por los sentimientos, que vibraban a las energías, se había
concentrado tanto y aprisionado con tal fuerza contra sí que creó miles de
millones de nuevas partículas. En especial fueron dos las esenciales, que se
unieron y conformaron algo esencial para la energía que allí existía y
crecía. Si mal no recuerdo, sus nombres eran “Neutrón” y “Protón”. Este
último, contrajo en sí una fuerza increíble aunque en muy pocos grados, su
ser atraía a los contrarios, como un enemigo llamando a duelo a su peor
rival, pero que si no existiese esa lucha, la existencia sería pura utopía.
Estos “enemigos” se llamaban “Electrones”, la base de las energías que en
el espacio existían y que habían creado el calor al bailar aquella aligerada
danza. Al unirse y comprimirse millones de estos luchadores
microscópicos, se formó un componente extraño y gaseoso que componía
la mayor parte de la superficie del Gran Sol, el llamado “hidrógeno”. Así
como nuevas formas de masa “visible”, llamadas “neutrinos”. Creando
otras nuevas y variando los componentes químicos, hasta formar el llamado
“helio”, aquí, aquellas partículas luchadoras, llamadas protones, se unían
entre sí y explotaban en el núcleo de estas esferas de luz, que al haber más
hidrógeno en los núcleos y poco helio, explotaba sus desechos sobrantes en
vibraciones, las cuales emitían luces, llamadas “radiaciones”, quienes se
expandían creando brillo y luz. Fue por eso que el Gran Sol explotó, al no
soportar las cargas del exterior que estos dos seres le adjudicaban, y al
dentro ser una bomba de tiempo en busca de espacio para “respirar”. Pero
allí también había aparecido un nuevo componente formado de los mismos
orígenes energéticos, el llamado “Carbono”, quien varió también junto a
otros componentes formando nuevos gases y energías, llamados
“nitrógeno” y “oxígeno”, hermanos que dieron lugar a uno nuevo y más
joven de la familia, el “hierro”. Fue éste último quien al comprimirse con
los demás, formaban esferas no sólo visibles, sino que también duras y
palpables, las rocas que tanto habían asustado a Ra.
Todo comenzaba a calmarse, pero Ra se vio sorprendido al ver lo que
el Todo estaba sufriendo donde antes había estado el núcleo del Gran Sol.
El Todo, quería reiterar lo ocurrido compensando a Ra con la creación de
un nuevo Gran Sol, entonces, se propuso a crearlo de lo que había estado
formado. Pero las partes que volaron hacia el infinito habían todas estado
penetradas por las vibraciones de sentimientos y energías que éstos habían
creado en conjunción, por lo que el Todo, a pesar de sentirlo, no se percató
de que si volvía a crear el Gran Sol, ya no sería lo mismo.
Comenzó a reunir en el centro millones y billones de partículas, a las
que atraía con el llamado “magnetismo”, recién nacido, el cual se había
estado formando en el interior de los protones. Al comenzar a unirse, se
crearon extrañas nubes de colores extraños, sin un eje definido, ni rojo, ni
naranja, simplemente un color que parecía ser violáceo, pero que no lo era;
éstas, se juntaron, y poco a poco se fueron comprimiendo. En una especie
de círculo, las nebulosas ésas crearon un nido, una hermosa y lumínica
cuna que en su interior albergaba una pequeña semilla, la compresión
atómica más grande de todas. En eso, luego de mucho esperar, más aún
comenzó a comprimirse, y de allí nacieron muchas nuevas energías. El todo
y Ra se vieron alucinados, puesto que una de ellas, comenzó a definir
aquellos extraños colores: rojos, azules y amarillos, todos trastocados por el
oscuro del fondo espacial y la blanca luz del centro nebular. Había nacido
el Color, al que llamaron “Aëldhru”. Sus magnanimidades crearon de la
mezcla de esos tres bellos colores, aún más variedad, que se introducían
fuertes al centro en mezclarse con sus cinco padres primarios. De la energía
atómica nebular, nació el color, y la luz blanca, en ese momento, los
albergó a todos. Un naranja se definía, así como el verde, el violeta y el
índigo.
Pero otro había nacido, así como ya lo he mencionado, de la energía
particular apareció la atómica. El llamado “átomo” era la unión de estas
tres partículas principales, que formaron a los componentes que llegaron a
constituir una gran familia, la cual ahora era padre y madre de “el bebé
estelar” que se estaba formando. Su nombre era “Oklûl”, el espíritu
energético de las partículas atómicas. Éste, con una personalidad muy
inestable, un día se amigaba con Aëldhru, y al momento siguiente se
enemistaba, lo que llevaba a que sus vibraciones variasen en mil formas.
Hubo un momento en que su hermano colorido quiso entrar en sí y dar
color y sentimiento a su existencia, pero él quería ser invisible, y odió que
lo tocase sin permiso. En ese momento, surgió de la nada una nueva
vibración, la Furia, quien hizo que, en especial los neutrones de su ser,
comenzasen a ponerse locos. Unos a otros se chocaban, y el Desorden y la
Locura fueron los dueños de su ser. Pero así y todo, aunque triste el color
se desvaneció entre tanta luz blanca creada por las energías de su hermano,
tuvo compasión, y dio un toque de belleza a esa situación dando otro tipo
de color electrónico y químico a su hermano enfurismado, el “flúor”. Tanta
seguía siendo la furia de Oklûl que su ser comenzó a invadir a la pequeña
semilla. El Todo se percató de ello, pero sin embargo, no hizo nada, porque
sintió una vibración inexistente, la llamada “futurista” que vibra en su
situación antes de que ésta ocurra, y ese fue el pie de letra que dejó que
todos observasen lo a suceder. Fue entonces cuando estalló, pero no hacia
el infinito, sino a su interior. Fue maravilloso, se había formado una
enorme nube esférica que en su interior aguardaba un pequeño ser que dejó
de ser aquella pequeña semilla, para llamarse una “Supernova”. Al crecer y
crecer, un nuevo núcleo blanco se formaba, una Estrella. Ésta creció tanto y
tanto que se convirtió en un sol, el que no dejó de crecer, hasta
transformarse en lo que ambos grandes seres esperaban, obsequio del Todo
para su primer hijo, Ra, el renovado Gran Sol. Pero éste, no era sólo de
energía vibratoria y lumínica como antes, sino que las reacciones que en su
núcleo habían tenido lugar, ahora habían creado nuevos componentes que
hacían del Gran Sol una llamada estrella: silicio, magnesio, hierro y
aluminio, las primeras sustancias duras. Mientras tanto, el Gran Sol ya era
una realidad. Lo que quedaba ahora a merced de la voluntad del Todo, eran
todos los desperdicios, y no, que habían quedado dispersos por el sistema,
tales como las nebulosas en formación y variación, rocas, y polvo
interestelar, cosa que quería decir, que parte de Oklûl y Aëldhru existían
dentro del primer Gran Sol, y que al estallar, se habían impregnado en otras
partículas disueltas, aferrándose y creando nuevas, pero pequeñísimas a
comparación de la original: las Supernovas.