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Daniel KOSCH, Paulinische Perspektiven, Orientierung 72 (2008)

Diez sugerencias para leer las cartas de Pablo:

Primero: Cuanto más exacta, plástica y ampliamente nos hagamos una imagen sobre la
situación de Pablo y de sus destinatarios y destinatarias, tanto más será posible captar el
sentido y la intención de los textos.

Segundo: Los textos que tienen una clara relación a una situación, no pueden ni deben
ser universalizados ni aplicados demasiado rápidamente –ni al “Cristianismo primitivo”
ni a nosotros, lectoras y lectores actuales.

Tercero: Lo que Pablo describe o interpela como realidad de la comunidad, es su visión


de esta realidad; no es ninguna percepción objetiva, sino desde una perspectiva. Esta
percepción puede estar coloreada o incluso empañada. Cuanto más comprendamos la
perspectiva de Pablo y la situación, desde la cual formula su carta, tanto más seremos
fieles al texto.

Cuarto: No se es justo con los textos, si consideramos su reconstrucción de la realidad


como la única que sea verdadera y válida para todos los tiempos. Esto es válido sobre
todo allí donde la descripción está unida inmediatamente con valoraciones, p.ej. si en
conexión con las relaciones sexuales entre varones se habla sin matices de “fornicación”
y “desviación” (Rom 1,27), mientras que desde la perspectiva actual la homosexualidad
de entrada debe ser reconocida sin valoraciones como una realidad.

Quinto: En muchas cartas Pablo entra en confrontación con hombres, que le


contradicen, que cuestionan su actuación, su teología o su autoridad como Apóstol. En
estos pasajes, que son a menudo muy polémicos, de ningún modo podemos estar
seguros que Pablo de que Pablo, de acuerdo con sus propias concepciones, exponga de
modo adecuado a sus críticos y sus intenciones: exageraciones, malentendidos,
susceptibilidades, etc. forman parte de las discusiones.

Sexto: La pretensión de verdad y de autoridad por parte de Pablo en las situaciones


conflictivas es una entre muchas. Incluso si no tenemos ningún testimonio directo de
las voces opuestas y críticas, no podemos partir del supuesto de que Pablo tenía la
“última palabra”. Al contrario: Pablo sabe y reconoce que otros defienden su
concepción de un modo tan vehemente como él y la legitiman con la autoridad del
Resucitado, tal como lo hace él también.

Séptimo: En los pasajes que interpelan la vida de la comunidad y el comportamiento


ético, Pablo propone muchas exigencias. Estos textos normativos no deben ser
comprendidos como un reflejo de la realidad. Mandamientos y prohibiciones ponen de
manifiesto, cómo debería ser de acuerdo con la concepción del que los formula. Pero
por su mera existencia muestran, que la realidad era distinta. Si, p.ej., se impone a las
mujeres, que tienen que callar durante el servicio litúrgico, ello significa que algunas de
ellas han hecho oír su voz.
Octavo: Más allá de esta contraposición entre “norma” y “realidad”, o bien, “teoría” y
“praxis” hay que contar con que había concepciones contrapuestas sobre las normas
“adecuadas” o “cristianas” o sobre el juicio ético a propósito de varios contenidos. Si,
p.ej., Pablo exige a las mujeres que respeten determinadas convenciones con respecto a
sus peinados, entonces se puede pensar que en otros círculos (quizás sobre todo en las
mujeres) el apartarse de la convención sería considerado como expresión de su dignidad
como “hijos de Dios”, pues en Cristo no hay “ni masculino ni femenino”. No se debe
confundir ni identificar la norma con la realidad. Las normas de las cartas de Pablo no
son las únicas, sino que están en confrontación con otras concepciones de los valores.

Noveno: Ni las cartas de Pablo aisladas, ni toda la colección, deben ser leídas como un
sistema teológico unitario, cerrado. En distintas situaciones y a lo largo de su propio
desarrollo teológico, se pueden encontrar transformaciones, cambios de acento y
contraposiciones. Si anima a los tesalonicenses a no apagar el Espíritu, por otro lado
exhorta a los corintios al orden y a ir con cuidado, para que en nombre del Espíritu
Santo no se justifiquen situaciones caóticas, en las cuales se pierdan por el camino las
voces suaves y los deseos poco vistosos de una vida cristiana vivida en el día a día. Si
Pablo con la fórmula del bautismo antioqueno rompe las fronteras de la procedencia
religiosa, de la situación social y del género, en otros lugares recae en los modelos
patriarcales. Se debe respetar la variedad, la capacidad de cambio y la riqueza de las
tensiones del pensamiento paulino.

Décimo: Pablo debe ser medido críticamente, en sus afirmaciones particulares y en el


modo como trata con otros hombres y concepciones, con sus propias opciones y
afirmaciones programáticas. Con ello, las lectoras y lectores se encuentran a veces en la
situación de leer a “Pablo contra Pablo”.

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