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DESTINO, EXCLUSIÓN Y CONDENA EN CATALINA DE ELISA MÚJICA. NUEVAS

REPRESENTACIONES EN LA NOVELA FEMENINA EN COLOMBIA

LINA MARÍA ÁLVAREZ URIBE

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

FACULTAD DE EDUCACIÓN

PROGRAMA DE MAESTRÍA EN LITERATURA

MEDELLÍN

2016
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DESTINO, EXCLUSIÓN Y CONDENA EN CATALINA DE ELISA MÚJICA. NUEVAS

REPRESENTACIONES EN LA NOVELA FEMENINA EN COLOMBIA

LINA MARÍA ÁLVAREZ URIBE

Trabajo de grado para optar al título de Magister en Literatura

Asesor

MARÍA CLEMENCIA SÁNCHEZ HERNÁNDEZ

PDH, en Literatura latinoamericana

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

ESCUELA

FACULTAD DE EDUCACIÓN

PROGRAMA DE MAESTRÍA

MEDELLÍN

2016
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(Noviembre de 2015)

(Lina María Álvarez Uribe)

“Declaro que esta tesis (o trabajo de grado) no ha sido presentada para optar a un título, ya sea en

igual forma o con variaciones, en esta o cualquier otra universidad” Art. 82 Régimen Discente de

Formación Avanzada.

Firma
4

Licencia de uso no exclusiva para la utilización de obras en el repositorio institucional de la


Universidad Pontificia Bolivariana

Lina María Álvarez Uribe, mayor de edad, vecino del municipio de Copacabana e

identificado(a) con la cédula de ciudadanía número 39.210.242 de Barbosa quien(es) actúa(n) en

nombre propio y en su calidad de titular(es) de los derechos de autor sobre la obra titulada

DESTINO, EXCLUSIÓN Y CONDENA EN CATALINA DE ELISA MÚJICA. NUEVAS

REPRESENTACIONES EN LA NOVELA FEMENINA EN COLOMBIA y en adelante se

denominarán el(los) LICENCIANTE(S), por medio del presente acto unilateral concede(n)

LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA a la UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA,

en adelante el LICENCIATARIO, autorizándola para que, de acuerdo con los fines propios de su

actividad, utilice dicha obra en el REPOSITORIO INSTITUCIONAL, de conformidad con las

siguientes

CLÁUSULAS

PRIMERA. Objeto. A través del presente acto unilateral, el(los) LICENCIANTE(S) concede(n)

LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA, a favor del LICENCIATARIO, sobre la obra titulada

DESTINO, EXCLUSIÓN Y CONDENA EN CATALINA DE ELISA MÚJICA. NUEVAS

REPRESENTACIONES EN LA NOVELA FEMENINA EN COLOMBIA que es entregada en

el siguiente formato: PDF.

En virtud de la presente LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA, el LICENCIATARIO puede

usar y explotar la obra ya descrita, por cualquier medio, soporte o procedimiento, según lo

considere necesario, y de acuerdo con las políticas de su Repositorio Institucional, y queda

facultado para el almacenamiento, la reproducción, la comunicación pública, la transformación


5

(entendida como adaptación y ajuste de formatos) y la distribución de tal creación intelectual, así

como para el ejercicio de todos los derechos patrimoniales de autor sobre la misma.

SEGUNDA. Titularidad. El(los) LICENCIANTE(S) declara(n) que la obra licenciada es un

trabajo original suyo y que fue lealmente creada sin hacer uso ilegítimo de los derechos de

propiedad intelectual de terceros, por lo que se hace(n) responsable(s) por cualquier reclamación

que se haga por estos conceptos y se obliga(n) al saneamiento. Así mismo, declara(n) que tienen la

titularidad de los derechos de autor sobre tal obra y que, en esa condición, está(n) facultado(s)

para otorgar la presente LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA al LICENCIATARIO.

El(los) LICENCIANTE(S) declara(n) que la presente LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA se

hace con el consentimiento de todos los que patrocinaron o participaron en la creación de la obra

licenciada y de todos los autores de la misma y que su otorgamiento no contraviene ninguna

disposición contractual.

El LICENCIATARIO, por su parte, se compromete a respetar los derechos morales de autor

sobre la obra objeto del presente acto unilateral.

TERCERA. Limitación geográfica y temporal. Los derechos concedidos al

LICENCIATARIO, en virtud de la presente licencia, podrán ser ejercidos por éste en cualquier

lugar del mundo y por el tiempo de protección correspondiente a la obra objeto de esta licencia.
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CUARTA. Gratuidad. El(los) LICENCIANTE(S) acepta(n) que la presente LICENCIA DE

USO NO EXCLUSIVA se concede a título gratuito, por lo que renuncia(n) a exigir y recibir

cualquier retribución por los usos autorizados que, en virtud de este acto, haga el

LICENCIATARIO.

QUINTA. Derecho de explotación. El(los) LICENCIANTE(S) se reserva(n) el derecho de

explotar, usar y autorizar el uso de la obra licenciada en cualquier momento y a través de otros

actos de disposición de sus derechos, siempre que no se vulneren los intereses del

LICENCIATARIO.

En caso de que el(los) LICENCIANTE(S) resuelva(n) transferir de manera exclusiva alguno de

los derechos objeto de este acto a una persona diferente al LICENCIATARIO, deberá(n)

informar con la debida antelación y por escrito a este último, sin perjuicio de la indemnización

previa por los perjuicios que le pueda(n) ocasionar a éste.

SEXTA. Sublicencias. El(los) LICENCIANTE(S) autoriza(n) al LICENCIATARIO para

sublicenciar todos los derechos adquiridos en virtud del presente acto a otras personas y

entidades, en la forma y con los soportes que éste considere.

SÉPTIMA. Usos de los usuarios del Repositorio Institucional. Los usuarios del Repositorio

Institucional de la Universidad Pontificia Bolivariana pueden hacer uso de la obra licenciada en

los términos de la Ley de Derechos de Autor (Ley 23 de 1982 y demás normas que la

modifican). El LICENCIATARIO se exonera de responsabilidad por los usos ilícitos y no


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autorizados de la obra que realicen los usuarios del Repositorio Institucional, por fuera de los

usos permitidos por la ley.

OCTAVA. Normativa. El(los) LICENCIANTE(S) declara(n) que conoce(n) y acepta(n) las

políticas del Repositorio Institucional de la Universidad Pontificia Bolivariana y el Estatuto de

Propiedad Intelectual de esta institución. De igual forma, acepta(n) que cualquier cambio

efectuado en la prealudida normativa no altera los derechos adquiridos por el LICENCIATARIO

en virtud de la presente LICENCIA DE USO NO EXCLUSIVA.

En señal de asentimiento y para constancia, el presente acto unilateral se firma en dos ejemplares

del mismo tenor, por parte de él (los) LICENCIANTE(S), en la ciudad de Medellín, al primer (1)

día del mes de Junio del año 2016.

Firma:

Nombre: Lina María Álvarez Uribe

Documento de identidad: 39.210.242 de Barbosa.

Dirección: calle 57 cra. 62-28 int. 201

Teléfono: 2746706

Correo electrónico:lina_leer@hotmail.com

Nombre y firma de quien recibe: ______________________________________________


8

Dedicatoria

A mi madre Luz Marina Uribe Agudelo, quien sin haber estudiado entendió la

importancia de educar a sus 2 hijas a partir de las vivencias crueles que le dejó una época

machista. A mi hija Angie Marcela Franco Álvarez, que se ha convertido en mi razón de ser. A

ella deseo inspirar para que también sea por ella y para ella.

A Guillermo Antonio Franco Correa quien con inmensa generosidad apoyó mis estudios

y sigue ahí, a mi lado, como amigo, compañero.

A María Clemencia Sánchez Hernández a quien admiro profundamente, pues tiene

mucho que aportar en el campo educativo, literario, investigativo y feminista en este país.
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Agradecimientos

El deseo de escribir una tesis sobre la obra de Elisa Mújica Velásquez nació de las

inquietudes, aprendizajes y motivaciones que me dejó el Curso: teoría literaria-"Introducción al

pensamiento feminista". Las lecturas seleccionadas de manera exquisita por la profesora María

Clemencia Sánchez Hernández, PhD “revolcaron mi espíritu inconforme” por nombrar de

alguna manera esa insatisfacción con la que vivimos algunas mujeres en este país. Para mí, el

Curso tuvo un tiempo muy corto, sin embargo me deleité con cada uno de los textos trabajados y

cuando pasaba de uno a otro, no podía dejar de maravillarme por el aporte que han hecho tantas

mujeres a la escritura, a la literatura. Me dolió en el alma conocer la historia de escritoras

colombianas que han sido excluidas del canon colombiano como Helena Araújo, Marvel Moreno

y Elisa Mújica porque de alguna manera, la historia de ellas se perpetúa en esta época, ya que la

escritura femenina sigue con muy bajo reconocimiento.

Agradezco entonces a la profesora María Clemencia Sánchez Hernández, PhD por el

encuentro que propició con las obras de Elisa Mújica. Tomaron para mí un especial significado

la escritora con sus obras Catalina, Los dos tiempos y Bogotá de las nubes.

Agradezco a la Gobernación de Antioquia por brindarme la oportunidad de cualificarme y

finalmente, quiero agradecer a José Orlando Gómez, PhD (Coordinador Académico de la

Maestría en Literatura con énfasis en Literatura, Hipertextos y Formación) por su capacidad de

servicio.
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Contenido

Introducción…………………………………………………………………………………..13

1. Capítulo I: Aproximación a un marco teórico feminista desde la historia………………….22

1.1 Conclusiones…………………………………………………………………………....48

2. Capítulo II: Elisa Mújica en el canon colombiano: entre la historia, la

autobiografía y la ficción……………………………………………………………….......50

2.1 Celina Ríos el anuncio de un nuevo amanecer literario…………….…………..............82

2.2 Catalina y las nuevas representaciones de la mujer…………………………….............95

2.3 Mirza la consumación de la mujer nueva……………………………………………...106

2.4 Conclusiones……………………………………………………………………...........120

3. Capítulo III: Destino, exclusión y condena en Catalina de Elisa Mújica...............................126

3. 1 Destino..........................................................................................................................138

3. 2 Exclusión.......................................................................................................................151

3.3 Condena…………………………………………………………………………….....159

3.4 Conclusiones...................................................................................................................176

Obras citadas……………………………………………………………………….…….....180
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Resumen

En la novela Catalina (1963) de la escritora colombiana Elisa Mújica (Santander, 1918-

2003) confluyen dos líneas narrativas que identificamos como el discurso y la re-escritura de la

representación, desde las que abordamos los estereotipos femeninos: destino, exclusión y

condena. Estas dos líneas actúan como hilos conductores interdependientes de una historia que

pone de manifiesto la crítica de Mújica al encierro, a la domesticación secular de la mujer y a la

exclusión de su escritura que le ha impedido históricamente narrarse a sí misma. Catalina es por

tanto, una nueva representación de la mujer que rompe con una tradición literaria en Colombia

de novelas sobre mujeres escritas por hombres. En contravía de esto, Mújica propone un

personaje que por medio de su monólogo interior se ve, se representa y se narra a sí misma.

Esta tesis pretende abordar la novela Catalina desde un marco teórico feminista (Woolf,

Cixous, de Beauvoir, Perrot, Gilbert y Gubar)1 para que nos permita entender por qué hay en

dicha novela una ruptura en el sentido de las representaciones de mujeres y de qué manera

propone unas estrategias narrativas que nos permiten ubicarla como una novela moderna que

hace parte de la variante del modernismo anglosajón, donde la experimentación formal abre un

nuevo terreno para la novela mediante el empleo de técnicas como el monólogo interior y la

doble temporalidad, que le permiten superar el cuadro de costumbre y las representaciones

románticas propias de finales del siglo XIX.

1
Nuestro aparato teórico incluye muchos otros nombres, pero estos aquí mencionados en el Resumen/Abstract serán
la base fundamental de nuestro dispositivo teórico.
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Abstract

In the novel Catalina (1963) by the Colombian writer Elisa Mújica (Santander, 1918-

2003), there are two narrative lines that we can identify as: discourse and re-writing of

representation, from which we are able to address the feminine stereotypes: destiny, exclusion

and condemnation. These two lines act as interdependent unifying threads of a story that brings

to light the critique made by Mújica to the women imprisonment, secular taming and exclusion

of her writing that has historically prevented women to narrate themselves. Therefore, Catalina

is a new woman representation which sets aside a literary tradition in Colombia built upon a

corpus of novels about women written by men. On the contrary, Mújica proposes a character that

sees, represents and narrates herself through a self-stream voice.

This dissertation pretends to study the novel Catalina from a feminist theoretical frame

(Woolf, Cixous, de Beauvoir, Perrot, Gilbert y Gubar) in order to understand why there is in this

novel a rupture with the most traditional representation about women and in what way brings

new narrative strategies that let us to place it rather as a modern novel which is part of the

Anglo-saxon modernism, where the formal experimentation leads to a new field for the novel by

means of the use of techniques as self-stream voice and the double temporality that enable them

to overcome the comedy of manner and romantic representations particular to XIX century.
13

Introducción

“De no haber sido por circunstancias especiales, a mi madre nunca


se le habría ocurrido casarme con un militar.
Deseaba para yerno un hombre que hiciera de nuestras fincas
lo que no había conseguido mi padre” (Mújica, 1963, p. 21).

En la novela Catalina (1963) de Elisa Mújica (Santander, 1918-2003) confluyen dos

líneas narrativas que identificamos como el discurso y la re-escritura de la representación, desde

las que abordamos los estereotipos femeninos: destino, exclusión y condena. Estas dos líneas

actúan como hilos conductores de escritoras que han superado el ideal de la clase burguesa con el

que promovían el confinamiento de la mujer en un espacio doméstico o en un convento (lugares

idóneos para las mujeres decentes en el marco de un ideal secular que viene desde la Colonia

hasta nuestros días). Algunas escritoras como Mújica han evadido el encierro y la exclusión a

través de una escritura que habla de la monotonía, la condición femenina biológica, mítica e

histórica y la transformación de sus personajes claramente autobiográficos en sujetos de su

propia historia.

La presente tesis busca entender entonces por qué se hace la representación del personaje

Catalina en el marco de una sociedad en tránsito hacia la modernidad. Catalina es una mujer, de

hecho, más cercana a valores modernos que a viejas representaciones de la mujer sumisa que ha

aceptado un destino elegido por otros. Ella es en este sentido un punto de ruptura entre las

representaciones literarias seculares toda vez que ella misma anuncia nuevas voces,

replanteamientos y discusiones inéditas en torno a la mujer, y abre una tradición de mujeres

escribiendo sobre mujeres en Colombia. Mújica a través de su historia nos presenta a una mujer
14

que con su discurso expresivo2, con su monólogo interior descubre que no se viene al mundo

para cumplir con un papel porque se puede elegir. La autora de esa manera plasma en sus

personajes la sensibilidad, el fluir de la conciencia, los sentimientos, la interioridad del ser

humano o el territorio amorfo. Este modo de representación le permite a Mújica deshacer

los elementos que constituyen una estructura conceptual en las novelas en Colombia; ya que

Mújica nos brinda un nuevo método estilístico, una narrativa capaz de deconstruir lo que hasta

el momento había sido contado por los hombres. Miremos por ejemplo cómo Mújica muestra en

sus obras que es una mujer que habla sobre mujeres, y cómo a través de ellas aborda la condición

de sometimiento en el que vivían. Un episodio que hace alusión a lo anterior es cuando la vieja

María ve derrumbada a Catalina, y le reclama porque si se lo propone podría cambiar su historia,

ser empoderada y pasar de objeto a sujeto: “Catalina, tú me dijiste una vez que uno nacía para

representar un papel, sin poder cambiarlo nunca. Sin embargo, existe un medio, el único. Si lo

ensayas verás que todo se transforma, aunque siga igual en apariencia” (Mújica, 1963, p.163).

En este sentido, esta tesis demuestra por qué Catalina supera los ideales de una época a

pesar del estado de angustia en el que se encuentra al final de la obra por las consecuencias que

tienen los hechos. Ella decide rezar para aplacar la frustración, luego la cólera y al final el miedo

que le generó su destino, la exclusión y la condena a la que fue sometida. Podríamos decir como

Héléne Cixous (2001, p. 29), en el texto Sa(v)er que Catalina decidió erradicar la miopía de su

vida, que el mundo de las sombras no la acompañaría más, veamos:

Hoy moría su hermana la cólera. Pronto la miopía, “la otra” la malvenida, se develó: la

otra no era otra más que su amiga, su modesta compañera de nacimiento. Su amado

secreto. Ya la misteriosa tundra brumosa de siempre se borró. Adiós mi amiga mi madre.

2
Según Laura Pimentel, en Occidente tenemos dos modos de enunciación de relatos: discurso narrativo y discurso
expresivo. El monólogo interior hace parte del discurso expresivo. Ambos hablan de la experiencia temporal y
construyen esos mundos de ficción, ese universo narrativo, ese pastel de mil hojas.
15

Al explorar la presencia, la figura del personaje en Catalina (1963), qué representa ella en

términos de ruptura, en qué contexto se desarrolla la historia, nos permite también traer a

colación Los dos tiempos (1949) y Bogotá de las nubes (1984) porque con estas dos novelas

podemos referenciar o comparar algunos sucesos. Las tres hacen parte de una trilogía narrativa

en cuanto a novela se refiere, porque en ellas hay una forma de escribir que se replica y que se

encuentra con los postulados que argumenta el marco feminista, ya que la autora voluntaria o

involuntariamente hace referencia en sus otras dos novelas a un trasfondo que se devela por

medio de muchos sucesos históricos: evolución de Bogotá como ciudad, la guerra de los mil

días, las campañas de Gramalote, Lebrija, Peralonso y Palonegro, la evolución de la ciencia y la

tecnología, la participación de la mujer en la academia y en la política, el arte y las letras de la

época. En su trilogía narrativa Mújica con su voz, con su palabra, con su talento recrea la época

de manera excepcional.

Mújica se dedicó a escribir cuentos, ensayos, críticas y artículos para periódicos. El

Tiempo por ejemplo, publicó más de doscientos artículos de la autora, pero nuestro interés se

centra en la obra Catalina como ya lo mencionamos porque en ella desde el plano académico e

investigativo podemos analizar los estereotipos femeninos, la participación de la mujer en la

literatura, el poco reconocimiento que ha tenido la obra de Elisa Mújica y la representación de

una Colombia anacrónicamente feudal y en tránsito hacia la formación de las grandes urbes

modernas. Dado que éste es el contexto histórico de la novela, de manera breve en esta

introducción, por ejemplo, podemos hacer referencia a Bogotá de las nubes para mostrar cómo la

autora de manera detallada describe la diferencia de esa Bogotá entre una obra y otra, ya que

Mújica nos muestra una ciudad que ha avanzado mucho en sus construcciones. Se hace alusión a

que las plantas y árboles frutales empiezan a ser citados en las crónicas nostálgicas de los
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suplementos literarios porque las moles de cemento los han reemplazado, que las influencias del

extranjero para construir las casas son muy notables, se menciona a California como uno de los

lugares que más han imitado para darle forma a las casas. Las casas de primer piso, sencillas y

todavía coloniales se destinan para alojar sobre todo a los provincianos.

En Los dos tiempos no vemos esta influencia tan marcada porque la obra inicia

describiendo un lugar lleno de montañas, una tierra arrugada trabajada por campesinos que da

tabaco y cacao, caña de azúcar y piña. Se destacan en la tierra de Bucaramanga los bejucos que

se enlazan de rama en rama, el suelo sin pavimentar, las casas de teja, los grupos aislados de

árboles, matorrales y enredaderas de flores rojas y amarillas, a la entrada del valle (Mújica,

1949).

En Catalina, Mújica también menciona las casas de tejas en lugar de la paja, de calles

empedradas, con bordes de yerba. Describe un lugar con ambiente de pueblo, montañas y fincas;

tocado por los orígenes de la historia y por las guerras de la independencia que se materializaron

en un presente en la obra con la presencia de Simón Bolívar 3 (centralista4) y de Francisco de

Paula Santander (federalista5) en Bucaramanga. Estos dos próceres deseaban estar al tanto de lo

que sucedería en la convención de Ocaña entre el 9 de abril y el 10 de junio de 1828, asamblea

3
En la obra, Mújica menciona la participación de Bolívar y Santander en la Convención de Ocaña. También hacen
alusión a que el abuelo de Catalina el teniente Tomás Aguirre lo conocía y había participado con él y el general
Uribe en guerras como la de Palonegro (pág. 86). Bolívar tuvo una relación cercana con este personaje y lo
aconsejó sobre su relación amorosa con María Corazón, abuela de Catalina.
También se menciona la muerte del libertador, la separación de Panamá de Colombia etc. La obra recrea varios
episodios de la historia relacionados con las guerras anteriores a la independencia.
4
El centralismo es un modelo de gobierno en el que las decisiones políticas se toman desde el gobierno central sin
dejar ninguna competencia a poderes periféricos o locales. Durante el siglo XXI ha estado en declive esta forma de
gobierno sobreviviendo sólo en Francia y en varios países iberoamericanos. La guerra civil entre federalistas y
centralistas fue una sucesión de enfrentamientos armados entre los independentistas de la Nueva Granada (actual
Colombia), entre los años 1812 y 1814. Debido a este conflicto es que dicho período de la historia colombiana es
denominado por la historiografía tradicional como la Patria Boba.
5
El federalismo es un sistema político en el cual las funciones del gobierno están repartidas entre un grupo de
Estados asociados, primeramente, que luego delegan competencias a un Estado federal central.
17

constituyente que pretendía reformar la Constitución de Cúcuta y resolver los problemas en la

república. En otros pequeños apartados vemos también como Catalina desea estar en esas

ciudades desarrolladas a las que ha ido su tía política Catalina Torres y que en Bogotá de las

nubes ya señalan como ciudades más avanzadas que son inspiración para las nuevas

construcciones en Bogotá. Así la tesis desarrolla el componente histórico, político, social e

intelectual que influenciaba a las mujeres a través de la trilogía narrativa.

Por todo lo anterior se hace necesario un acercamiento o estudio investigativo de la

novela Catalina desde el enfoque feminista para entender por qué sigue siendo tan difícil para la

mujer la participación en la literatura, por qué se sigue perpetuando el falocentrismo en muchos

aspectos de la mujer en pleno siglo XXI.

Elisa Mújica es una escritora desconocida en el contexto escolar y universitario, pero sus

obras han sido estudiadas por un número considerable de expertos en literatura, de escritores y

de estudiosos del bello arte de la palabra como (Amaya 2001; Araújo 1967; Ordoñez 2007;

Jaramillo 2007; España 2001; Nadhezda 1988; Ojeda 2007; Cobo 1988; Hernández 1988; Vieira

1988; Carranza 1949; Téllez 1964; Volkening 1988; Rodríguez 1988; Mendoza 1988; Osorio

2007; Orozco 2007; Pinilla 2007; Rocha 2007; Sierra 2007; Ochoa 2007; Berg 2007; Berg 2000;

Forero 2007 y 1994; Kavoura 2007; Agosín 1990; Niño 1988; Mejía 1988; Arcila 1996;

Camacho 1978; Gaitán 1949; Guzmán 1984; Herrera 1949; Cárdenas et.al; 1998; Quiroz 2013;

Aristizábal 2005; Carranza 2008; Ayala 1984; González 2006; Orozco 2003; Luque 1954 ) entre

otros.

El estado del arte sobre los aportes de la crítica a la obra de Mújica permitirá establecer algunas

discusiones en los capítulos uno, dos y tres; pues hemos encontrado algunas imprecisiones

acerca de la vida y obra de Mújica; pero también acertados análisis que enriquecerán este
18

ejercicio. Estas discusiones girarán alrededor de lo ya dicho por la crítica y permitirá entender

cuál es el aporte significativo de este trabajo al campo de estudio.

El análisis de Catalina lo haremos desde (Woolf, Cixous, de Beauvoir, Perrot, Sassoon,

Gilbert y Gubar)6 entre otros teóricos, pero estos aquí mencionados serán la base fundamental de

nuestro dispositivo feminista para que nos permita entender, de un lado porqué hay en dicha

novela una ruptura en el sentido de las representaciones de mujeres que hasta el momento habían

hecho los escritores en sus obras. El marco teórico, de otro lado, también nos permitirá ver de

qué manera esta breve novela propone unas estrategias narrativas que nos permiten ubicarla más

como una novela moderna que ha superado el cuadro de costumbre; en términos del subgénero

propio del costumbrismo o literatura costumbrista que describe los tipos representativos de la

sociedad, comportamientos, valores y hábitos comunes a una profesión, región o clase. En esta

descripción no se analizan los sucesos ni se interpretan, ya que de ese modo se entraría en el

realismo literario. Catalina también supera las representaciones románticas propias de finales del

siglo XIX. Para ello también traeremos a colación de manera muy breve la historia de mujeres

como Elisa Mújica, Helena Araújo, Soledad Acosta, y Bertilda Samper por ser mujeres que

también cambiaron su historia desde su lucha por la equidad en todos los ámbitos especialmente

por su derecho a escribir y a ser reconocidas por ello.

El acercamiento al objeto de estudio nació de las inquietudes, aprendizajes y motivaciones

que nos dejó el Curso: teoría literaria-"Introducción al pensamiento feminista". Las lecturas

seleccionadas por la profesora María Clemencia Sánchez Hernández, PhD “revolcaron ese

espíritu inconforme” en algunos de los estudiantes por nombrar de alguna manera, esa

insatisfacción con la que vivimos algunas mujeres en este país. El curso tuvo un tiempo muy

corto y no dejó de maravillarnos el aporte que han hecho tantas mujeres a la escritura, a la
19

literatura. Conocimos la historia de escritoras colombianas que han sido excluidas del canon

colombiano como Helena Araújo, Marvel Moreno, Elisa Mújica y quisimos conocer más sobre

Mújica y su obra Catalina, al enterarnos que había participado con ella en el concurso Esso7; y

aunque no ganó su trabajo fue reconocido por los jurados: “El jurado calificador recomendó, la

impresión de la novela Catalina […] como tributo de admiración a la mujer colombiana y con el

fin de estimular aún más a todos los escritores colombianos” (Mújica, 1965, p.2 ). Ninguno de

los estudiantes del curso lo sabíamos y tampoco conocíamos a la escritora.

Los textos base de consulta fueron Catalina, Los dos tiempo y Bogotá de las nubes de Elisa

Mújica; Vida consagrada-Monjas y escritoras, La escritora-Introducción a Santa Teresa de

Mújica; Elisa Mújica en sus escritos de Sonia Nadhezda; Dos novelas de dos mujeres de Helena

Araujo; Santander tiene con qué de Gonzalo España; Tres Etapas de la Historia Intelectual de

Colombia de Jaime Jaramillo; Ensayos críticos sobre la obra narrativa de Elisa por Monserrat

Ordoñez, et al.; Poesía Colombiana del Siglo XX escrita por Mujeres-Tomo 1 de Alfredo

Ocampo, Las mujeres en la historia de Colombia de Magdala Velásquez Toro, Catalina, Reyes

C. y Pablo Rodríguez J.; El segundo sexo de Simone de Beauvoir; La risa de la medusa de

Héléne Cixous; Velos de Hélene Cixos, & Jacques Derrida; Historia de las mujeres de Michelle

Perrot & Duby Georges; Cultura: el patrimonio común de los europeos. Las mujeres y las

novelas de Donald Sassoon; Una habitación propia de Virginia Woolf; “Helena Araujo, el

devenir afuera: de la colonia al exilio, de la confesión a la auto-ficción” de María Clemencia

Sánchez; Modelos narrativos y científicos para la representación de los procesos de conciencia

7
El premio fue otorgado a la novela Detrás del rostro, del escritor colombiano Manuel Zapata Olivella. Mújica
manifiesta no estar de acuerdo con la decisión del jurado porque los concursantes no cumplieron parámetros
relacionados con los diálogos, la categoría literaria, la prohibición de copia de otras partes pues estos libros no son
verdaderamente representativos y no reflejan ningún arraigo expresado en un libro por medio de personajes
vivientes en nuestra tierra. Para ella fue un premio de consolación porque los jurados debieron insistir en la categoría
literaria y en la originalidad, que no fueran copias de otros lugares.
20

de Luz Aurora Pimentel; Monólogo interior y monodiálogo de Pimentel; Literatura y diferencia:

escritoras colombianas del siglo XX de Jaramillo, M. M. Osorio de Negret, B. & Robledo, Á. I. ;

Elisa Mújica: verdadera vocación por la escritura de Nelly Rocío Amaya Méndez entre otros.

Inicialmente nos acercaremos al marco teórico feminista definiendo las dos líneas

narrativas: el discurso (monólogo interior) y la re-escritura de la representación que se

ejemplarizarán con algunas escritoras que vivieron en los años 1700, 1800, 1900 hasta nuestros

días. Mientras se va desarrollando el discurso, se irán abordando las historias de mujeres que

pertenecieron a distintos tiempos, pues este breve ejercicio pretende hacer comparaciones entre

las mujeres según las épocas en que vivieron como en una especie de anacronía8 porque nos

interesa sobre todo demostrar cómo el marco feminista aunque se consolida en un tiempo muy

reciente existió desde mucho antes por la grandeza de esas mujeres que lucharon de manera

aislada y sin organizarse.

Luego, en el capítulo dos, haremos énfasis en la participación de la mujer en la escritura,

la literatura en Colombia desde los siglos XIX y XX, y trataremos de darle respuesta a la

pregunta ¿Quién es Elisa Mújica en el canon colombiano? En este mismo capítulo haremos un

acercamiento a la obra Los dos tiempos a través del personaje principal Celina Ríos bajo título El

anuncio de un nuevo amanecer literario, después haremos el análisis de la obra Catalina con el

título Catalina y las nuevas representaciones de la mujer y, finalmente en este capítulo dos

abordaremos la obra Bogotá de las nubes en el apartado titulado Mirza la consumación de la

mujer nueva. Aunque nuestro objeto de estudio es Catalina, el análisis se hace siguiendo el

orden en que se escribieron las novelas.

8
En literatura es la alteración del orden cronológico de los sucesos. Hay una discordancia entre el orden de la
historia y el orden del relato. El concepto es desarrollado por Gérard Genette.
21

Por último, en el capítulo tres, abordaremos los conceptos destino, exclusión y condena en

Catalina de Elisa Mújica como elementos que integran esa re-escritura de la representación.

Destino en el sentido de por qué la historia de la mujer en Colombia hace una construcción

discursiva que le ha endilgado un destino atado al hogar, por qué Catalina rompe con los

modelos de esa sociedad colombiana que sigue atando el destino de la mujer al hogar y cómo

Simone de Beauvoir se acerca teóricamente al concepto Destino.

El concepto Exclusión lo abordaremos desde Donald Sassoon y para ello nos

devolveremos al siglo XIX, tal vez esto nos permita acercarnos a las respuestas de preguntas

como: ¿por qué Catalina reconsidera todas las representaciones de la mujer sumisa?, ¿qué es lo

que rompe en términos de la tradición, la representación de Catalina? y ¿por qué Elisa Mujica

escribe sobre una mujer en una época en que los hombres tenían más valor literario? Estamos

hablando de los años 60 cuando aparece el boom con escritores como García Márquez y Vargas

Llosa y la revista Mito. Dado ese contexto queremos indagar por qué esa escritura de algunas

mujeres aparece ahí, pero solo alcanza un reconocimiento más o menos reciente.

El excurso denominado Condena lo abordaremos desde los hechos históricos que

coincidieron con el año 1963. Una pregunta obligatoria en este análisis es ¿por qué se condena a

Catalina?, y para ello debemos entender históricamente qué es Colombia en los años 60, cuál es

el rol de la mujer en ese momento, por qué la condena, por qué Colombia es esencialmente un

país colonial todavía.


22

Capítulo 1

Aproximación a un marco teórico feminista desde la historia

“El duelo del ojo que se convierte en otro ojo: “¡Nunca más seré miope!”
Y el suplemento de agilidad para pasar en lo visible sin tener que empujar la
puerta a cada instante. La alegría del ojo liberado físicamente: una sensación
deliciosa de grapas removidas: porque la miopía tiene pequeños agarres, mantiene
el ojo bajo un velo ajustado, atornillamiento de las pupilas, insistencias, vanos
esfuerzos para pasar el velo y ver, frente fruncida” (Cixous, 2001, p. 29).

Con el paso del tiempo la humanidad ha hecho esfuerzos enormes para evolucionar no

obstante las fuerzas reaccionarias que cada sociedad y cada época ha tenido como contrapeso a

ese deseo de evolución. A través de múltiples acciones a lo largo de la historia el ser humano se

ha hecho consciente de los parámetros que la sociedad ha establecido procurando el bien para

algunos y las situaciones en desventaja para otros. A la mujer le ha tocado un camino muy largo

y pedregoso para merecer un trato justo y unas condiciones sociales equitativas. Hemos trabajado

para cambiar esa condición de desventaja a la que hemos estado atadas, pero aún falta

demasiado, pues la mujer sigue amilanada desde muchos aspectos. Esa condición de desventaja

fomenta procesos sociales como la discriminación que cada vez crea brechas de género y de

violencia contra las féminas, que se evidencia, además, en la poca participación de mujeres en

política y espacios donde se toman las decisiones más importantes de la sociedad y el Estado. Es

por esto que queremos abordar la Re-escritura de la representación como línea narrativa de Elisa

Mújica en su obra Catalina que es nuestro objeto de estudio y desde otras autoras que han hecho

grandes aportes a la sociedad, y que han contribuido al surgimiento de la teoría feminista, y de la


23

escritura femenina como Santa Teresa de Jesús9, la madre Francisca Josefa de Castillo10, Sor

Juana Inés de la Cruz11, la beata Edith Stein12, Soledad Acosta de Samper13, la madre Petronila14,

entre otras locas del desván que fueron tan fuertes como Nausícaa15.

Mújica desarrolla el concepto de Re-escritura de la representación a través de esa nueva

mujer que la refleja a ella misma, y a sus personajes; ya que escribe sobre la condición de las

mujeres de la época, las representa de manera distinta y consolida esta representación a partir de

la experiencia de la reescritura que las actualiza y las libera de los límites dados por los escritores

del momento, quienes las describían desde dos extremos: sumisas y románticas o mujerzuelas y

locas. Esa liberación la obtiene Mújica como escritora y se las otorga a sus protagonistas a través

9
En el ensayo Monjas y escritoras de 1991, Mújica Presenta a Santa Teresa de Jesús siglo (1515-1582, España)
como una mujer dotada, natural y soberbiamente de las condiciones exigidas por el arte de escribir. A los 12 años
con ayuda de su hermano Rodrigo escribió una novela de caballería. Fundadora de las carmelitas descalzas.
10
En el ensayo Monjas y escritoras de 1991, Mújica publica una biografía sobre Francisca Josefa del Castillo (1671-
1742, Tunja), nuestra monja clarisa considerada la primera escritora colombiana. En este semblante de su vida, el
interés de Mújica se dirige a mostrarnos una mujer de una voluntad lectora excepcional en medio de unas
condiciones adversas y por momentos deplorables
11
En el ensayo Monjas y escritoras de 1991, Mújica Presenta a Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695, México)
como una de las poetisas más excelsas de todos los tiempos y lenguas. Sus inquietudes literarias sobrepasaron la del
común.
12
En el ensayo Monjas y escritoras de 1991, Mújica Presenta a la beata Edith Stein (1891-1942, Alemania) como
una monja carmelita entronizada en los altares por Juan Pablo II. De precocidad intelectual. Prestó servicios en la
Cruz Roja y fue condecorada, obtuvo el doctorado en filosofía a los 24 años. Pionera del movimiento feminista
europeo. A los 15 años fue atea.
13
Nace en (1833 -1913, Bogotá). Fue una de las escritoras más prolíficas del siglo XIX en Colombia. Fue novelista,
cuentista, periodista, historiadora y editora, escribió 21 novelas, 48 cuentos, 4 obras de teatro, 43 estudios sociales y
literarios, y 21 tratados de historia; fundó y dirigió cinco periódicos, además hizo numerosas traducciones.
14
Fue una de las primeras alumnas del colegio La Enseñanza creado por Clemencia Caicedo en la época de 1770
para la mujer neogranadina. Realmente se llamó Rosa de Jesús Cuéllar de Timaná. Su padre don Salvador Cuéllar
terrateniente de Guacallo. Fray Josef de Montealegre trabajó mucho para dar a conocer su obra y la Biblioteca de la
Presidencia de Colombia incluyó en una colección la obra de don Manuel del Socorro Rodríguez titulada
“Fundación del Monasterio de la Enseñanza” (volumen 44) que permanece inédita y que constituye una fuente de
primer orden para la historia del más antiguo plantel de educación femenina en Santafé de Bogotá. Datos tomados
del estudio realizado bajo el título “Una educadora colonial olvidada Sor Petronila de Cuéllar” por don Sergio Elías
Ortiz. Artículo N.19 de 1963, Boletín Cultural y Bibliográfico de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
15
Según el profesor Oscar Hincapié Grisales es un personaje de la Odisea. Es hija de Alcínoo, rey de los feacios, y
de la reina Arete. Robert de Greiff hace una novela basada en la Odisea en la que aparece una mujer: Nausícaa;
efectivamente el personaje está en la de Homero pero en la de este autor se presenta como la narradora de la obra y
como la que verdaderamente escribió la Odisea en un acto total de imaginación. Una mujer audaz, valiente, que no
pide perdón por lo que siente, es ella, no le pide permiso a los hombres, les dice que los quiere y punto. Es de los
personajes femeninos más valerosos. En el canto 6 de la Odisea aparece manejando su propio carruaje de mulas.
Lleva unos tejidos a unas fuentes de agua fresca para limpiarlas. En la novela de Robert hace cosas parecidas pero
con un carácter muy potente, un personaje muy construido.
24

de ese discurso femenino, de ese monólogo interior, de esa “reactualización del discurso” que las

ayuda a liberarse a partir de la reflexión, de la autoconfesión. Si, esa reflexión las acerca a los

libros, a su interés por estudiar, por participar en tertulias como lo veremos más adelante en el

capítulo dos cuando analicemos cada uno de los personajes de su trilogía narrativa,

especialmente ese que nos atañe: Catalina.

Precisamente el concepto de reactualización, lo señala María Clemencia Sánchez (2012)

con respecto a la obra de Helena Araújo: “Lo que Araújo logra, por lo tanto, es la reactualización

de los discursos de la mujer que no se pudo expresar ni pudo contar su pequeña historia, su

pequeña epopeya feminista en el camino hacia su libertad” (p. 203). Así como los personajes

femeninos de Araújo, las protagonistas de las obras de Mújica también pasan de la sumisión, el

silencio, la resignación al diálogo consigo mismas, a la confesión, a la auto-confesión y a la

liberación a través de la literatura y la escritura.

Según Sánchez hay una reconstrucción del papel de las mujeres durante la colonia a

través de la escritura y la re-escritura, y lo demuestra por medio de las féminas de algunas obras

de Araújo, por ejemplo, en el texto Las cuitas de Carlota, Sánchez menciona que ya Araújo

comienza a tejer varias líneas de interpretación en donde converge por un lado, el elemento del

género literario que complejiza el nivel discursivo, y de otro, el elemento de la representación del

personaje femenino teniendo como referencia el quiebre temporal de “esos años” que también

vemos en los personajes de Mújica: Celina, Catalina y Mirza pues frecuentemente regresan al

pasado (infancia, juventud, edad madura), para cuestionar ese destino que les han endilgado y

así sus discursos también adquieren en ciertos momentos un aire confesional, miremos como lo

demuestra Sánchez (2012, p. 211), en la obra Las cuitas de Carlota:


25

Además, diríamos, por qué Carlota, el personaje-narrador, se pondrá a ella misma en el

centro de la narración como una forma de hacer de la narración-confesión de su vida el

tema mismo de la novela. La convergencia por tanto en la narración de una intención

autobiográfica y del modo epistolar nos muestra una simetría: el personaje femenino está

intentando una auto-representación mientras cuenta a su remitente hechos diversos y

dispersos que parecen no tener nada que ver con el personaje; no obstante, es en la

dispersión de su concurrencia dentro de la carta que dichos eventos van configurando el

fondo sobre el cual transcurre la vida del personaje.

Catalina también desea pasar de ese monólogo interior a la representación, a la

reconstrucción del papel de mujer a través de la escritura. Y cuando hablamos de monólogo

interior lo hacemos desde ese modo de enunciación experiencial, no mediado, dramático y

directo porque en él, el personaje habla por su propia cuenta; sin que nadie lo cuente a él. El

monólogo interior por cierto participa de esta forma de enunciación dramática, habla en primera

persona y su punto de partida no es narrativo, así lo señala Luz Aurora Pimentel en la

conferencia que da a sus estudiantes el 22 de Abril de 2010 en la Universidad Nacional

Autónoma de México. Este monólogo interior, dramático experiencial lo apreciamos en Catalina

cuando piensa sobre lo que le espera después de casarse, en efecto Mújica:

Por lo demás, de las palabras de mamá se desprendía que el papel de las esposas se

hallaba previsto hasta en los menores detalles. No cabía ninguna alarma. Y, en fin,

después de todo, cada día mi marido se marcharía a sus ocupaciones y yo quedaría sola,

con los niños, dueña y señora de mi gran casa. (1963, p.15)

La protagonista presenta a lo largo de la historia diferentes momentos de autoconfesión

como el de la cita anterior, difíciles por cierto; unos giran en torno a la relación inadecuada que
26

lleva con su madre, quien era autoritaria y orgullosa; los otros están relacionados con su esposo

Samuel. De éste siente temor todo el tiempo, y guarda silencio sin protestar ante sus

comportamientos abusivos. Uno de los momentos de autoconfesión, donde el monólogo interior

se hace autónomo, autobiográfico es cuando piensa sobre el significado de la palabra

matrimonio, un significado que ni siquiera a su amiga Domitila le había dicho, y que cuando ella

le habla de felicidad, Catalina solo recuerda su infancia. Veamos como lo narra Mújica:

Mi amiga nunca sabría por mí que en los primeros días de la luna de miel me repetía con

una especie de orgullo herido: “¿De modo que el matrimonio es esto?” Mi ira y un poco

de desdén se estrellaban contra Samuel. El me infiltraba, sin embargo, un suave veneno,

no de una vez, sino lentamente, y conducía mi cuerpo, lo mismo que si le fuera abriendo

puertas, lejos, siempre más lejos. (1963, p. 40)

Estar sola por largas horas en la casa, esperando el anochecer para que un hombre la haga

sentir tan miserable, la hace desear una forma para esa voz interna que la habita, que la

desorienta, que la sorprende, que la recupera. Esa voz es llamada “reprise” por Pimentel:

Esta especie de reprise narrativo tiene como efecto no sólo la sorpresa sino la

desorientación y el descubrimiento de que a pesar de que la conciencia se ha abierto a la

vastedad de los tiempos evocados, el tiempo exterior no ha transcurrido; que toda una

vida se ha ido en un instante, en el intervalo entre la puerta que se cierra y el camino que

se inicia. (2010, p.12)

El descubrimiento que tiene Catalina de su realidad a partir de ese “reprise” del que nos

habla Pimentel, nos conduce también a ese concepto de Re-escritura de la representación

trabajado ya desde Sánchez, pero que ahora ampliaremos desde el modelo de representación de
27

la conciencia identificado como “memoria recategorial” según el autor Gerald Edelman (1989)

citado por Pimentel (2001, p.6):

Para producir la conciencia primaria como una forma de ‘presente rememorado’

describen la actividad del cerebro como un proceso de selección y mapeo neuronal que

establece circuitos paralelos donde se conjugan actividades perceptuales y conceptuales,

siendo estas últimas la base de una “memoria recategorial” que permite interpretar y

hacer consciente el dato perceptual, al punto de que “recuerdos previos y actividades del

momento interactúan”.

Estas técnicas narrativas que construyen estos procesos de conciencia que van desde el

monólogo interior16, doble temporalidad17, hasta el monólogo interior autónomo18 y el monólogo

interior de memoria19 son las diversas variantes de complejas formas de mediación narrativa y de

convergencia de voces que constituyen el monólogo narrado. En este punto nos queda claro que

la obra está escrita en primera persona, que todo el tiempo Catalina recuerda, reflexiona, analiza

y cuenta en presente también algunos hechos. Nos deja cierta insatisfacción que la escritora

Mary Berg, en el texto Las novelas de Mújica afirme: “La Catalina Aguirre de la escritora

colombiana es una mujer que no tiene derecho a una voz propia dentro del ambiente masculino

que habita […] Luego, la protagonista cuenta su historia en primera persona, como indagadora

aturdida de sí misma” (2007, p. 40). Parece errar en su apreciación porque al leer detenidamente

16
Participa de la forma de enunciación dramática. Es directa y habla en primera persona. Expresa y su punto de
partida no es narrativo. En el discurso expresivo todo está en el aquí y el ahora del que habla. Su discurso es
experiencial así se regrese al pasado. La temporalidad es internamente difícil porque se da en diferentes jerarquías.
El encadenamiento, la construcción de andamiajes temporales permite saber lo de antes, ahora y después.
17
Es el mundo que se describe afuera además del personaje que descubre un mundo interior. Para esto nos debemos
volver competentes narrativamente. No hay choque entre las dos voces porque se diferencia la voz del personaje con
la del marco narrativo. Por todo esto no es disonante. Lo contrario es Mimetismo camaleónico.
18
Es autobiográfico. Narra un yo viejo, un yo joven.
19
Cuando se acuerda de algo y a partir de éste se acuerda de otra cosa.
28

la historia, Catalina cuenta su propia historia todo el tiempo, además Berg (2007) vuelve a

aseverar que:

Catalina se enfoca en el poder de la palabra hablada -Catalina es tan mal educada que le

aburre la literatura, y ni tiene ese consuelo- y en la necesidad de que la mujer pueda

expresar en público quién es. La falta de confianza de Catalina llega al extremo de que

casi pierde su identidad más mínima, la de ama de casa. (p. 55)

Este episodio se encuentra en el capítulo VIII y precisamente habla de estar matando el

tiempo cosiendo con su amiga Domitila; otras veces lo hacía con el piano, porque con ello según

Mújica: “conseguía salir de mi misma como como si tomara un narcótico. Pero alejarme de la

realidad sin crear otra para reemplazarla, no me daba ningún apoyo” (Mújica, 1963, p.52).

Cuando ella no atiende al llamado de Emilia es porque sentía desagrado, ya estaba enterada de

los amoríos de ésta con su esposo y no le importaba para nada que le anunciara la llegada de

Samuel. En la página treinta y cuatro también menciona que en las noches con Samuel, él le

infundía olvido, pero este olvido en el día se transformaba en conciencia de sí misma y de lo que

le rodeaba. Sentía el deseo de participar en empresas grandes como conquistar derechos políticos

para las mujeres. Esto lo sentía cuando hablaba con Ricardo Gómez, el que dirigía la tertulia y a

quien el doctor Bullón animaba para que publicara su libro. Ricardo también la invitaba a no

renunciar, a no apagar la vida porque debían realizarse a sí mismos a través de lo sincero. En la

página cincuenta y tres reconoce que no es libre, que debe cumplir con su marido y su familia

para conservar el equilibrio en la casa. No es porque perdiera la identidad como ama, ni que le

aburriera la literatura porque el personaje nunca lo expresa en la novela y por el contrario, lee

muchos libros de Carlota Braeme, de Carolina Invernizio, Víctor Hugo, Bécquer, Núñez de Arce,

Nietzsche y de María del pilar Sinués. También participa de la tertulia. Está tan feliz con la
29

tertulia que dice: “acepté encantada el proyecto. Las horas dedicadas a la tertulia darían objeto a

mi vida” (Mújica, 1963, p. 59). En ésta compite con Domitila para ver quién tiene la mejor letra.

En la página cuarenta menciona por ejemplo, que en el colegio tenía conversaciones malas con

su amiga Domitila, pero eran casi iguales en edad y conocimiento. También menciona en la

página noventa y seis que cuando llegaba su padre después del trabajo, ella lo llevaba a la sala

para leerle y tocarle el piano. Todo se arruinaba cuando él llamaba a su madre. María la niñera

además le leía con su voz cálida y ella amaba esos momentos desde pequeña.

En la obra si aparece un personaje sin educación y es señalado por la misma Catalina

después de haber estado con ella en la finca. Ese personaje es María Amalia y así lo describe

Catalina: “un día me vino la idea de que María Amalia debía estar tarada desde su nacimiento,

víctima de alguna herencia recibida de Hortensia, su madre […] además ella carecía de

educación. No sabía ni siquiera hablar bien” (Mújica, 1963, p.112). Esto lo ampliaremos en el

subcapítulo titulado “Catalina y las nuevas representaciones de la mujer”. Otro dato que

inquieta, es que Berg en las referencias no cita la obra de Mújica y pone que la cita está en la

página 53 cuando realmente está en la página 52.

De cierta manera esta representación de la re-escritura, ese monólogo interior, autónomo

o autobiográfico los veremos antes de iniciar con nuestro objeto de estudio en otras obras al

abordar el tema tradición y escritura de mujeres desde La loca del desván de las autoras

norteamericanas Sandra Gilbert y Susan Gubar, Diario íntimo de la escritora neogranadina

Soledad Acosta de Samper y la respectiva introducción al Diario escrito por la profesora

Carolina Álzate, pues sorprende confirmar que el mundo tiene muchas mujeres valientes que

fueron más allá de los condicionamientos sociales impuestos a ellas de modo desigual y

enfrentaron la escritura como modo de liberación y de dignidad. El desconocimiento que hemos


30

tenido sobre el tema va despareciendo gracias al trabajo de intelectuales y estudiosos de la

historia y la literatura como Montserrat Ordoñez, quien realiza una investigación llamada

“Soledad Acosta y la fundación de la literatura nacional” en compañía de la profesora Álzate;

ellas hallan su diario desaparecido desde 1952. Ordoñez y Acosta después de leer los textos

narrativos de Soledad Acosta de Samper, observan que éstos se escriben sin personajes

predominantes, es decir, sin hacer énfasis en hombres letrados o destacados de la época y sin

constituir en sujetos autobiográficos a las mujeres porque ella hacía de éstas, simplemente

descripciones generales que aparecían de manera similar en las novelas escritas en el siglo XIX.

Ordoñez y Acosta encuentran también que sus textos reflejaban el temor a la escritura pública y

al rechazo de sus lectores. A este rechazo que sufrían las mujeres escritoras hace alusión Donald

Sassoon en el texto Las mujeres y las novelas. Comparten ese pensamiento de rechazo muchos

escritores de la época impulsados por la envidia que les daba las ganancias obtenidas por mujeres

que se ocultaban tras los seudónimos masculinos y que escribían para el sector inferior del

mercado-el de las mujeres que escribían para otras mujeres- como Fanny Trollope, quien era la

única fuente de ingreso de una familia grande. Ella ganó 80 libras con un libro titulado The

Domestic Manners of the Americans. También tenemos a María Evans (George Eliot), quien

ganó más que Lewis20 y perteneció a la primera división del canon literario y destacó que no es

necesario fallecer para ser una gran escritora. Obra destacada: El molino junto al Floss. Se hizo

muy rica.

Entre los autores envidiosos según Sassoon está Nathaniel Hawthorne, ya que en 1855

escribió: “América está hoy totalmente entregada a una condenada turba de escritorzuelas, y no

tendré una sola posibilidad de éxito mientras el gusto del público se halle ocupado con sus

20
Crítico literario, novelista, académico, locutor de radio y ensayista británico, reconocido por sus novelas de
ficción, especialmente por las Cartas del diablo a su sobrino, Las crónicas de Narnia y la Trilogía cósmica, y
también por sus ensayos apologéticos.
31

porquerías” (2006, p.579). Y son estas palabras expresadas por los hombres que atrevidamente

llevan también a las grafías, las que cruzan los límites de la expresión y del idioma, las que

amplían las brechas de género. Ellos lo hacen motivados por una falsa creencia de superioridad,

y esto simplemente marca el abismo entre los sexos. Los hombres con estas palabras prolongan

la división y promueven el menosprecio a las habilidades de la mujer, en este caso la habilidad a

escribir como bien lo indica Héléne Cixous (2001, p. 12) en el texto Velos:

El libro así encuadernado se junta primeramente como el tratado jugado de esa suerte, en

suma. La diferencia sexual cruza los parajes del idioma. Se percibe la envergadura

escondida de toda una historia, la que se ha envuelto, a veces disimulado, en los pliegues

de esos velos, en las vueltas, viajes o retornos de sus metáforas o metonimias.

Esta situación de menosprecio plasmada en las metáforas, en los velos se ve reflejada

también en el texto las mujeres en la Ilustración y las voces de la madre Petronila escrito por

María Teresa García Schlegel. Ella plantea en el texto como el 25 de abril de 1783, siglo XVIII

unos pasquines en Santafé con aire juvenil y fresco transformaron el siglo de las luces. La

filosofía, hizo de la razón la fuente de la felicidad para el hombre y el gran adalid de la

ilustración en la Nueva Granada, el sabio José Celestino Mutis, creó un vigoroso movimiento

científico que influyó para que la Corona emprendiera la Expedición Botánica, se construyó el

Observatorio Astronómico y la Biblioteca Nacional. Se introdujo la imprenta en 1777 y se

edificaron hospicios y obras de infraestructura. La sociedad santafereña se replegó sobre sí

misma, al igual que su literatura. Formaba parte del grupo letrado, la clase criolla educada que se

oponía a las reformas que abrieron los ojos al mundo europeo.

Los jóvenes criollos: Antonio Nariño, Francisco José de Caldas, Francisco Antonio Zea

entre otros, la generación de “los Precursores” gestaban nuevas ideas y gestaban planes de
32

independencia. Pero siendo esta una época de cambios, la mentalidad con respecto a la mujer

también sufrió transformaciones. La vida de la mujer blanca prototipo de la clase alta, seguía

sujeta a duras restricciones pero se liberaba en la escritura, García Schlegel (1995) así

nuevamente lo afirma:

La literatura había hecho eco de ello al fomentar, durante siglos, una visión femenina

idealizada para las clases altas “la mujer era el baluarte de la tradición y de la pureza de la

clase y de la raza. Por ello su vida seguía transcurriendo en el claustro o en el encierro

hogareño”. (p. 63)

Pero la mujer descubrió que había un mundo diferente al de las cuatro paredes en las que

transcurría su vida y empezó a participar de los placeres de una corte letrada incipiente. Esto lo

vemos con féminas como Doña Manuela Sanz de Santa María, honorable matrona santafereña,

quien abre su casa a los talentos literarios de la época. En su tertulia del Buen Gusto 21, se

combinaba la sabiduría mundana y la elegante frivolidad, el culto a las letras y el ardor

revolucionario. Unía las dotes de naturalista y literata. Su pasión por la vida intelectual era tal

que había organizado un gabinete de historia natural, que le valió las alabanzas del sabio

Alexander von Humboldt e influyó tanto en su hija que ésta la superó en talento para la escritura,

en efecto García: “su hija Tomasa cultivó con mejor suerte la musa literaria. Murió soltera y no

21
María Manuela Sanz de Santamaría Ricaurte nació en Santafé. Era hija de don Francisco Sanz de Santamaría y de
doña Petronila Prieto Ricaurte, reconocidos personajes de la sociedad santafereña. Su educación fue un asunto de
gran menester para sus padres, especialmente para su madre, quien “quiso que sus hijas brillasen por los primores
del espíritu, más que por cualquier otro adorno1”. Sabía latín, italiano y francés y traducía diversos textos para sus
hijos estudiantes. Fue una destacada intelectual, propietaria de una biblioteca de Historia Natural. Hacia 1801,
fundó y presidió la Tertulia Del buen gusto, en donde surgieron tanto nuevas ideas como sociabilidades, pues los
espacios en donde se llevaban a cabo las reuniones habían roto la división masculina y femenina antes imperante. El
estrado femenino, lugar de la sala exclusivo de las mujeres, amoblado con cojines, costureros y pequeñas mesas en
donde se recibían visitas, se educaba a los hijos y se hacían las oraciones, así como el espacio masculino, de
escritorios pesados y sillas altas en donde conversaban los hombres, se fusionaron dando origen a un solo salón que
permitía la convivencia entre ambos sexos y propiciaba un nuevo ambiente adornado. Santafé albergó las tertulias
más conocidas del territorio neogranadino: el Arcano sublime de la filantropía, a cargo de Antonio Nariño, la
Tertulia Eutropélica de Manuel del Socorro Rodríguez y la Tertulia Del buen gusto de Manuela Sanz de Santamaría.
Tomado de http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/septiembre2012/las-mujeres-de-la-tertulia-
del-buen-gusto-y-sus-amores
33

se conservan de sus versos, sino una poesía muy mediana a imitación de Oda de Safo” (1995, p.

63). Por esto es que Cixous plantea:

Estas memorias todo tienen que ver con nosotros sí sabemos ver sin saber, es decir, si

sabemos leer lo que sólo se escribe. La escritura es no-vidente, sobre todo, no sabe,

avanza sin saber absoluto. Ése es uno de los temas constantes de la obra poética de

Héléne Cixous. Todo esto también tiene que ver con una teoría de lo que ella ha llamado

“una escritura femenina”. “La feminidad”. (2001, p. 12)

Siguiendo con el tema de las mujeres que escribían, ese espacio del que venimos

hablando hizo un lugar para otro tipo de mujer que aparece en las obras de Francisco Antonio

Vélez Ladrón de Guevara22: las mujeres de sus obras son pecadoras, coquetas, juveniles, y

fatuas. Algunas de sus obras llevaron títulos muy sugestivos: “A una dama postrada en la cama”,

“A una dama cariñosa y esquiva”, entre otros.

En la obra Catalina de Mújica vemos al personaje con un afán desmedido de liberarse, de

hacer con su tiempo cosas más importantes y es por eso que decide integrarse a la tertulia que

propone el doctor Bullón para que la dirija Ricardo Gómez, quien había estudiado Filosofía y

Letras En Bogotá, así lo expresa Bullón: “de ahora en adelante te visitaré con más frecuencia-

anunció-y traeré a Ricardo Gómez. Formaremos una tertulia como hay en muchas partes, a fin de

leer y comentar libros. Es terrible estar metidos en un agujero como éste. Debemos buscar una

salida para no asfixiarnos” (1963, p. 59). Ella acepta encantada el proyecto y las horas dedicadas

a la tertulia darían objeto a su vida. Manifiesta que sus amigos y ella olvidaban sus problemas

personales para pensar en otros, más altos. Está tan feliz que reitera la invitación a Ricardo para

que olvide sus desalientos y a Domitila que es aficionada a la lectura para cerrarle la boca a

22
Nacido en 1721 y muerto probablemente hacia 1782, marcó toda una época en sus versos festivos. El especialista
Héctor H. Orjuela lo considera el poeta más importante de la poesía rococó en Hispanoamérica.
34

quienes estuvieran inclinados a pensar mal por reunirse con otro hombre. Esta situación de todas

maneras la atormentaba y cuando se confesaba con el padre Tobías se aseguraba que, al ponerse

en una situación como la de ella, Dios le indicara precisamente cuál era el camino que debía

seguir, a fin de no pensar en si misma sino solo en Él, en efecto:

Siempre me repetía:

-Para conquistar el cielo representa una ventaja no creer en la felicidad de este mundo.

Sin embargo, yo quería que fuera de otro modo. A mis ojos, la consagración a Dios solo

valía si uno sacrificaba algo por él. Cuando no tenía que entregar, carecía de mérito. Yo

se lo explicaba al padre, pero se indignaba (…) El padre tenía razón. Pero yo deseaba la

muerte. Lo curioso consistía en que, cuando la llamaba, era como si me devolviera la

esperanza de ser feliz todavía. (Mújica, 1963, p. 61)

Podemos ver cómo Elisa Mújica, Manuela Sanz de Santa María y su hija Tomasa ahora

por fin aman su miopía, ese don al revés, pueden amarla como dice Cixous en el texto Sa(v)er

porque va a acabarse. Ha caído en un estado de adiós, ya que ellas aunaron esfuerzos para leer,

para preparase, para salir de ese lugar que las atrapa a través de los libros, en efecto: “Antes no

era una mujer era primero una miope, es decir, una enmascarada. Nadie ve los ojos detrás de la

máscara de cristal” (Cixous, 2001, p. 28).

De esta manera García confirma el deseo de muchas mujeres por salir del encierro y darle

vida a ese “yo” reprimido. Se empiezan a escuchar sus voces a través de la aparición de panfletos

que informaban sobre la inconformidad reinante, a nivel cultural, social y político. Según García
35

un panfleto político particular que se destacó en la época fue “Las Brujas”, y se lo atribuyeron a

Felipa Nogales23 a Therencia de Carrizo desde Tolú.

Era una sátira social que coincidía con la destitución del presidente Francisco de Meneses Bravo

de Saravia. Esta situación de catalogar mal a las mujeres por sus reclamaciones e intenciones de

escribirse se retoma en La loca del desván, ya que el gobernador John Winthrop asegura que

Anne Hopkins perdió el juicio por escribir, no le hubiese sucedido si se hubiera dedicado al

hogar; tal como le sucedió a Helena Araújo, quien tuvo que exiliarse en Europa para renunciar a

su destino, ese destino al que la habían atado, así lo afirma Beatriz Vanegas Athías en el artículo

digital que hace sobre la tesis doctoral de María Clemencia Sánchez, titulado Uno no nace

mujer24:

Enfrentar a finales de los años sesenta un juicio ante la Corte Eclesiástica en el que se le

acusaba de ser mujer incapaz de dar a su esposo un hijo varón. Además de ser recluida en

un lujoso sanatorio mental en Barcelona, pues la familia y su esposo la consideraron

desquiciada cuando manifestó su deseo de separarse. Este atentado contra su integridad

física y mental la llevó a exiliarse en Suiza, no sin antes ser separada de sus cuatro hijas.

(Vanegas, s.f., párr.4)

Este tipo de prejuicios y expresiones hacen parte del logocentrismo, término planteado

por Cixous en el texto La risa de la medusa porque somete al pensamiento a todos los

conceptos, los códigos, los valores, a un sistema de dos términos que están en relación con “la”

pareja: Hombre-mujer, naturaleza/historia, naturaleza/arte, naturaleza/espíritu, pasión/acción.

Cixous plantea que hace parte de la teoría de la cultura, de la sociedad ya que el conjunto de

23
Ambas lucharon por la independencia y de cierta forma contribuyeron al cambio de la percepción sobre la mujer
sumisa sujeta a lo que diga el marido o el gobierno machista que las excluía de la participación política.
Construyeron un concepto de mujer capaz de aportar a los intereses del pueblo y a las gestas independentistas.
24
Tomado de El Meridiano de Sucre http://www.elmeridianodesucre.com.co/editorial/columnistas/item/11250-una-
no-nace-mujer
36

sistemas simbólicos relacionados con el arte, la religión, la familia, el lenguaje se elabora

recurriendo a los mismos esquemas. La mujer es pasiva o no existe:

La victoria siempre vuelve al mismo punto: se jerarquiza. La jerarquización somete toda

la organización conceptual al hombre. Privilegio masculino, que se distingue en la

oposición que sostiene, entre la actividad y la pasividad que siempre es acoplada a la

diferencia sexual. La mujer siempre está al lado de la pasividad. (Cixous, 1995, p.15)

Esta situación de sometimiento, de no existir también es analizada por Cristina Segura

Graíno en el texto Las mujeres castellanas de los siglos XV Y XVI y su presencia en América. En

él la autora señala que durante los siglos XV Y XVI, la sociedad castellana realizó la transición

de la edad media a la edad moderna, en la que las características de la sociedad castellana se

trasladarían a las Indas, pero con las diferencias impuestas por la particular realidad social

americana. En Castilla, la ley dividía a las mujeres mucho más que a los hombres, pues los

ponía en ventaja, ejemplo, la mujer se casaba si el padre o su hermano le daban permiso, una

viuda perdía la tutela de sus hijos si contraía un segundo matrimonio, por el adulterio podían

perder la vida, sobre este delito la ley no planteaba nada respecto a los hombres. Ambos eran

distintos ante la ley. A ese sometimiento Cixous lo nombra en el texto La Risa de la medusa,

desde la “Voz-grito. Agonía, “palabra” explotada, destrozada por el dolor y la cólera,

pulverizando el discurso: así la han oído siempre desde la época en que la sociedad masculina

empezó a marginarla de la parte central del escenario, a expulsarla, a despojarla. Desde Medea,

desde Electra” (1995, p.57).

Podemos decir entonces que Elisa Mújica, Helena Araújo, Soledad Acosta, Santa Teresa,

Bertilda Samper entre muchas otras fueron todas locas que le dieron sentido a sus vidas a través

de la escritura. Si nos detenemos un poco en una mujer como Soledad Acosta que históricamente
37

es muy importante para Colombia por su contribución como periodista, escritora e historiadora

podremos comprobar que es otra mujer que dejó de ser miope, dejó de ser pasiva, pues aunque

en su diario muestra momentos de desequilibrio emocional, piensa que tiene gustos raros, le

gusta lo fantástico, al salir de paseo todo le es indiferente, se queda varios días sin escribir, se

siente medio loca pensando lo que es la vida y lo mucho que se puede equivocar con las

personas. Recuerda a Rousseau cuando habla de Dios, que está en el pájaro, la piedra, la hoja.

Sufre la compañía de gente insoportable, en ocasiones habla mal de gente que conoce, de amigas

que la decepcionan, de su prima con quien no tiene simpatía, recuerda a su amado padre, ya

muerto, diferente a su mamá que no la entendía.

Escribir abre su mente y encuentra nuevas ideas. Escribe lo que piensa y no lo que le

sucede, presenta falta de elocuencia. Es un testimonio y exploración de su interioridad y del

mundo que le rodea; autofiguración romántica de un yo femenino que escribe sobre su amado a

quien llama “mi bien”, “mi trovador”, porque comprendió su melancolía. El hilo del diario es su

relación amorosa a manera de autobiografía, la situación de guerra que sufre el país y la vida

cotidiana. Narra el golpe de estado que precede a la guerra y como los hombres huyen de la

ciudad y las mujeres se enconventan. Muy crítica en la percepción de la descripción genérica

femenina de su momento; una cosa es el sexo y otra el género. El sexo es físico y el género son

rasgos y comportamientos. Sobre esta situación Mújica le dice a Aída Calero que así como la

personalidad tiene que verterse sobre lo que se hace, también se tiene que notar el sexo en la

escritura así como se nota la nacionalidad y la época. Si se trasluce la época y el país debe

traslucirse el sexo en la literatura y en todas las manifestaciones del arte (Calero, 1988). Esta

situación de plasmar el despertar a través de la escritura es abordado en el texto La risa de la


38

medusa por Cixous (1995, p. 17) cuando dice que sin importar la época la mayoría de las

mujeres que han despertado recuerdan haber dormido, haber sido dormidas, en efecto:

Las bellas duermen en sus bosques, esperando que los príncipes lleguen a despertarlas

[…] bellas, pero pasivas; por tanto, deseables. De ellas emana todo misterio. Es a los

hombres a quienes les gusta jugar a muñecas. Como es sabido desde Pygmalion. Su viejo

sueño: ser dios madre. La mejor madre, la segunda, la que da el segundo nacimiento.

Ese despertar de la mujer empezó a recibir apoyo de más personas y entidades, así lo

afirma García Schlegel cuando nos cuenta en su texto que la educación fue la preocupación de

los gobiernos en el siglo XVIII, pero se buscó excluir a los religiosos de la enseñanza pública y

por eso se expulsaron los jesuitas para que no fueran un obstáculo de las nuevas necesidades

oficiales. Se pretendía uniformar la educación en todas las universidades en cuanto a métodos e

ideas. El virrey nombraba rectores, catedráticos, aprobaba los planes de estudio. Había mucho

entusiasmo por las ciencias y se producían muchos artículos sobre este tema en los periódicos de

la época, y se sigue fortaleciendo con ello la participación de la mujer, por ejemplo: doña

Manuela escribió un artículo en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá titulado:

Reflexiones de una dama filósofa sobre un punto importante de la educación pública” en

el que reclamaba la importancia de enseñar las humanidades “a partir de un punto de vista

ético-religioso, pone en tela de juicio la conveniencia de dar a las humanidades un lugar

destacado en la educación. (García, 1995, p. 65)

Según García Schlegel se impulsó también la escuela primaria para todos, se crearon

escuelas de arte y oficios para los artesanos y se fomentó la educación de la mujer. El 2 de abril

de 1783 empezaron a aparecer otros pasquines comunicando que el convento de La Enseñanza

iba a abrir sus puertas como primer colegio de educación femenina en el Nuevo Reino para que
39

las familias llevaran pronto a sus hijas. Hasta entonces para la enseñanza de la mujer solo

existían los conventos de monjas: La Merced, Santa Clara, Santa Teresa, y otros, en los que

exclusivamente se educaban las religiosas de esas comunidades. Se rompe con la tradición

Paulina25, la mujer también puede enseñar, ya no es exclusivo de monjes u hombres en general.

Ésta tradición le impedía a la mujer enseñar. Surge entonces la maestra como el tipo femenino

que corresponde al siglo XIX, las monjas y laicas empiezan a enseñar profesionalmente.

García Schlegel menciona como en 1776, doña María Clemencia Caicedo26 inició los

preparativos para la fundación de un convento que funcionara como colegio para las niñas. Tuvo

que esperar 17 años de debates, cartas, peticiones, instrucciones y aprobaciones. El colegio

empezó a funcionar con 25 alumnas de la alta sociedad que pagaban 100 pesos por año y 250

hijas del pueblo que no pagaban. Se les educaba para la vida doméstica. La labor de educarlas le

correspondió a la madre María Petronila Cuéllar27, autora de uno de los poquísimos escritos de

mujeres encontrados en el período de la Ilustración en el Nuevo Reino. Luego otras monjas se

animan a escribir y 22 años después, en 1805 Petronila, se propone recoger en un libro una serie

de consideraciones espirituales, consejos y avisos para las religiosas del convento como

educadoras de la juventud, esto fue una novedad que los hombres de la época entraron a dañar,

García (1995, p. 68) en efecto:

25
Pablo de Tarso. La tradición paulina insiste en la superioridad del sacerdocio de Cristo con relación al sacerdocio
levítico, tal como éste se expresa en la ley mosaica.
26
Durante el Gobierno del señor Messía de la Zerda se fundó en Santafé el primer establecimiento de educación
para la mujer, a la vez para las de la clase elevada de la sociedad y para las hijas del pueblo. Doña Clemencia
Caicedo, de familia patricia, hija de don José de Caicedo y de doña Mariana Vélez, nació en la antigua capital del
Virreinato en 1707; viuda de don Francisco Javier Echeverri, y muerto el único hijo de ese matrimonio, casó doña
Clemencia con el Oidor Joaquín Aróstegui, y no habiendo tenido descendencia, resolvió la bella y rica dama, con la
anuencia de su esposo, fundar la casa de educación a que nos referimos. Tomado de
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/crbogota/23a.htm
27
Nace en la villa de Timaná en 1761; hija de doña Josefina Cuellar y don Francisco de Cuéllar, alcalde de aquella
villa. Conocen a Clemencia al tropezar con ella en la plaza de la catedral de Chiquinquirá. Ellos le pidieron que se
hicieran cargo de su hija y ella aceptó gustosa, pues había tenido un sueño que le dijo que una niña iba a ser la
columna de su obra. Fue una premonición.
40

Hasta entonces, los textos conocidos de religiosas de la Colonia (casi que las únicas en

capacidad de manipular la letra, ya que su renuncia al mundo y a su naturaleza

pecaminosa les confería el derecho a recibir una instrucción) están escritos en el género

hagiográfico28[…] la mayoría de estos textos habían sido escritos por los confesores,

negándoles a las mujeres la autoría absoluta de sus producciones. Entre las escritoras

religiosas anteriores al advenimiento de la Ilustración, un caso muy excepcional es el de

la madre Francisca Josefa de Castillo (1671-1742), testimonio único de interioridad,

rebeldía y misticismo.

El deseo de escribir y educar a las mujeres para que dejaran de ser “lo otro”, “el objeto”

fue evidente en mujeres como Clemencia Caicedo, la madre Francisca Josefa y sobre todo

Simone de Beauvoir quien ha sido una de las feministas más importante, pues luchó por la

igualdad entre sexos, denunció la inadecuada educación que recibían las niñas, les inculcó el

valor de la maternidad como una manera femenina de realizarse como personas, pues la

maternidad no debía estar sujeta a la “trampa” impuesta por la sociedad patriarcal como el

matrimonio y la familia. Temas como estos son abordados en textos como El segundo sexo

(1949), en el que se consideran elementos fundacionales del feminismo. Como estas mujeres

está también Michelle Perrot, quien fue una de las iniciadoras en Francia del movimiento de

historiadoras que ofrecieron a las mujeres y a los hombres la dimensión de la acción de las

mujeres en el pasado, la evolución de su estatus, las luchas y las estrategias para obtener su

independencia. Perrot como sus colegas de universidad estaba cansada de sufrir el desempleo y

la precariedad laboral porque a la mujer se le paga menos, se la considera menos, se la reconoce

menos que al hombre en los principales ámbitos de la sociedad. Ella estaba segura que las

28
Historia de las vidas de los santos. Al autor o practicante de la hagiografía se le denomina hagiógrafo. Se
denomina también como hagiógrafo a cualquier autor de los libros de la Sagrada Escritura, y, en la Biblia hebrea, a
cada libro de la tercera parte.
41

mujeres tenían una historia y que tardíamente comenzaron a construirla, pero se apropiarían de

ella después. Ella nos cuenta en el texto Mi historia de las mujeres que por el lado de su familia

no encontró ningún obstáculo, pues sus padres eran decididamente igualitarios, eran unos

feministas sin teoría, y ellos la alentaron al estudio e incluso a la ambición. Perrot menciona

también como El segundo sexo de Simone de Beauvoir le permitió llegar a la historia de las

mujeres en los años setenta, con el envión del Mayo francés y sobre todo del movimiento de las

mujeres, con los que se topó de frente en la Sorbona donde ella era profesora adjunta y luego en

París porque a lo largo de veinte años las cosas habían cambiado, y ella también. Cuando Perrot

lee el texto, inicialmente no le da mayor importancia, lo hace cuando se ha convertido en

profesora, tras su doctorado y ya podía tomar iniciativas. En 1973, por ejemplo, hizo con Pauline

Schmitt y Fabienne Bock un primer curso que llamaron "¿Las mujeres tienen una historia?",

título que delataba sus incertidumbres porque no estaban seguras de que las mujeres tuvieran una

historia, sobre todo porque el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss había insistido mucho en el

papel que ellas tenían en la reproducción y los lazos familiares: "Intercambio de bienes,

intercambio de mujeres". En efecto Perrot:

En la universidad de posguerra, la Sorbona de los años cincuenta, los profesores eran

todos hombres. Pero las alumnas eran cada vez más numerosas, aun cuando muchas

veces la abandonaran en el camino; yo no sufrí ninguna discriminación en particular.

Cuando en 1949 apareció El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, se armó un

escándalo. Yo estaba decididamente de su lado, pero la lectura parcial que entonces hice

de ese texto no me conmovió. No pude ver su riqueza hasta tiempo después. (2006, p. 6)

Como ellas no sabían cómo enseñar esa historia. No tenían materiales ni métodos, sólo

preguntas, apelaron a las sociólogas, más adelantadas que ellas, a colegas historiadores, y les
42

preguntaron cómo habían resuelto en sus estudios históricos la cuestión de las mujeres. Ella nos

cuenta que el curso fue un gran éxito, que el movimiento Feminista estaba en marcha y ya no se

detendría. Como Michelle Perrot, el investigador Santiago Samper Trainer plantea el

menosprecio padecido por la mujer en su texto Soledad Acosta de Samper: el eco de un grito fue

a tal punto que los hombres se apropiaban de sus obras. Menos mal dice él que ahora se fomenta

el redescubrimiento de la labor de la mujer en la historia y se busca correr el velo que durante

siglos ha estado silenciando una realidad: la mujer siempre ha existido, y su naturaleza ha sido

un factor generador de importantes acontecimientos de cambio en la nación, veamos:

La mayoría, sin embargo, se han mantenido disfrazadas y ocultas tras los hechos

atribuidos solamente a los hombres, bajo seudónimos, o en el anonimato. Una de las

primeras en salir de ese estado de figura secundaria y anónima en Colombia, fue doña

Soledad Acosta de Samper, considerada por muchos estudiosos como la mujer más

importante dentro de la literatura colombiana del siglo XIX. (Samper, 1995, p. 133)

Esto ya lo habíamos mencionado anteriormente porque Soledad Acosta de Samper fue

una líder cívica, una de las primeras mujeres que se atrevió a expresar lo que pensaba, lo que

sentía, y lo que la afectaba como lo hemos visto en algunos párrafos de este ejercicio escritural.

Y si continuamos con el tema de la pérdida de autoría por parte de las mujeres, encontramos que

algunas de éstas se dedicaban al oficio de monjas y se han reconocido en la historia como

pioneras de la escritura, por ello María Clemencia Sánchez, en su tesis para doctorado titulada

Helena Araújo, el devenir afuera: de la colonia al exilio, de la confesión a la auto-ficción trae a

colación a Francisca Josefa del Castillo (1671-1742). En este trabajo Sánchez menciona el hecho

de que en 1991, Elisa Mújica publica una biografía sobre Francisca Josefa, la monja clarisa

considerada la primera escritora colombiana. Según Sánchez, en ese semblante de la vida de


43

Mújica, su interés es mostrarnos una mujer de una voluntad lectora excepcional en medio de

unas condiciones adversas y por momentos deplorables. A la vez, dice que Mújica intenta

acercarnos al secreto de la escritora que nace en la evocación de otras mujeres escritoras, que

como ella habían pasado sus vidas en un convento. La ardiente solitaria29, por ejemplo, aprendió

a leer muy temprano en un mundo donde las mujeres letradas eran rara-avis. El primer libro que

tuvo Francisca entre sus manos fue El libro de las fundaciones de Teresa de Ávila por iniciativa

de su madre quien también le enseñó a leer con los textos de Juana Inés de la Cruz. Ella utilizó

una voz narradora autobiográfica y poética mística. Mújica comenta que es un proceso especular

de una identidad femenina que construye su voz autorial en relación a otras voces igualmente

femeninas. (Sánchez, 2012, pp. 26-27).

Así como la madre Francisca había leído a otras mujeres; Mújica cuenta que Catalina

también lo había hecho, ya que leyó las novelas de Carlota Braeme30, de Carolina Invernezzo31 y

María del Pilar Sinués32. También las había leído Rebeca Fernández Aguirre, parienta de su

padre que “conocía el mundo”. Se reunían a comentarlas juntas y eso las arrastraba a otras

confidencias relacionadas con los hombres, ya que según Catalina sabía manejarlos. Además,

ella sabía aludir delicadamente y sin herirle al vacío de su vida. Así como la hermana Francisca y

Petronila, Catalina sigue confirmando su entusiasmo por la lectura cuando dice que María ejercía

29
Así llama Mújica a Francisca Josefa del Castillo.
30
Novelista inglés (1836-1884). Su novela más famosa es Dora Thorne, a veces la llamaban de esa manera. Asistió
a colegios de monjas en Bristol y Preston, mantuvo a la familia con su escritura, pues tuvo nueve hijos con un joyero
llamado Edward Phillip Brame quien era un borracho y mal negociante. Debido a la piratería fracasan
económicamente; ella muere, él se suicida, mueren 5 de sus hijos y los otros 4 hijos fueron tomados en custodia.
31
Escritora italiana (1851-1916). Estudió en el Instituto Técnico de la Ciencia. Publica Un autor dramático, con la
editorial Barbini Milán en 1876. En 1877 se publicó su primera novela, Rina o el ángel de los Alpes. Llegó a
publicar por cuatro décadas, 123 libros, muchos de ellos con el subtítulo de "novela histórica social".
32
Escritora española (1835-1893). Utilizó el seudónimo de 'Laura'. Recibió educación en el convento de Santa Rosa,
gracias a lo cual desarrolló cualidades literarias. De hecho, publicó su primera novela 'Rosa' a los 16 años, seguida
por el poemario 'Mis vigilias' en 1854.
44

el poder de aquietarla cuando le leía “mientras la escuchaba leer, yo soplaba un cañuto mojado

en agua jabonosa para formar pompas” (Mújica, 1963, p. 102).

Su pasión por la lectura se complementaba con el de la escritura, y ese deseo de escribir

se plasmaba en la obsesión que tenía por heredar el escritorio de su tía política Catalina Torres,

bogotana, que viajó a parís. La madre de Catalina lo guardaba con recelo en el cuarto en que se

encontraba llamado el “gabinete”. Ella le da gracias a Dios porque la distraía ese escritorio

pequeño que se hallaba al frente. Estaba fabricado en madera de ébano y tenía incrustaciones de

nácar. Su silla de montar era también pequeña y delicada, pero ella podría jurar que un escritorio

como ese no existía en ninguna otra casa de Bucaramanga. Su madre lo había heredado de esa tía

política. Para Catalina bastaba que su madre pronunciara la palabra “gabinete” para que la casa

cambiara. Entonces parecía digna de ser habitada por heroínas de novelas, encerradas en

verdaderos gabinetes para escribir diarios (Mújica, 1963). Tenía tanto poder simbólico el

escritorio; que éste representaba desde los más oscuro (muerte de Catalina Torres) hasta los

hechos de justicia y liberación (entregarle a su media hermana la herencia y el deseo de escribir

sobre él); pues su padre dejó escrita su voluntad en un papelito que guardó allí y que Catalina

descubrió y guardó en secreto por un tiempo. Y a lo largo de la historia sigue la presencia fuerte

de este mueble que ella nombra una y otra vez “Sobre mí ejercía fascinación el pequeño

escritorio de mi tía y tocaya Catalina Torres, que tenía mi madre en el gabinete. Deseaba tocarlo,

escribir en él, abrir cada una de las gaveticas secretas y suponer que algún día sería mío”

(Mújica, 1963, p.36).

Ese objeto, el escritorio desde el día en que entró en su casa, fue para ella como si

revivieran las angustias de su infancia. No estaba en sus manos cambiar las circunstancias de su

nacimiento, los celos de su abuela, la incomprensión de su madre. Sin embargo, de ahí provenía
45

todo. Esa relación de la protagonista con el escritorio guarda cierta similitud con el que presenta

Sánchez en su tesis con la hermana Clarisa Francisca Josefa, quien cuenta en su relato

autobiográfico que, cuando se miraba al espejo, se ponía a llorar en él y éste la acompañaba, la

ayudaba a llorar. Sánchez (2012, pp. 26-27) así describe el encuentro de Francisca y Juana con el

espejo:

Aquí a quien evoca Francisca Josefa es a Juana Inés. A las dos las atraía su doble de

cristal. Juana persigue su reflejo y lo aprisiona en algunos de sus sonetos, compuestos de

mano diestra. La Francisca escritora, cuando estampa en el discurso de su vida esta

confesión, vuelve a anegarse en el torrente de lágrimas que en su infancia duplicaba el

espejo.

Estos eventos en la escritura nos muestran la sensibilidad de las mujeres ante una realidad

incierta, que tratan de plasmar en la escritura pero que a la vez las oprime por la dificultad que

tenían de hacerlo por la época. Una escritura que guarda el sello que han dejado en ellas otras

mujeres y es ésta la importancia de este texto de Mújica y su relación con la biografía ulterior

sobre Francisca Josefa según Sánchez (2012, p. 28) porque:

Por un lado, la de ser un signo en una tradición de mujeres que escriben sobre mujeres

que escriben. De otro, la revelación de lo especular en la escritura confesional de la

monja que abre una línea de fuga en la necesidad de encontrar una autoridad narrativa en

los textos de mujeres. Se trata del ingreso de otras voces femeninas que ya la habitaban y

que le daban la autoridad para nombrarse a sí misma en su propia confesión.

Esa relación de escritura entre las mujeres se aborda también en el texto de García

Schelegel porque allí se plantea que la madre Julia González aseveraba que Petronila hablaba por

boca de Jesús, se desdoblaba la autora en muchas voces, algunas de ellas sagradas, para
46

compartir la responsabilidad de la escritura. Por boca de ella hablaban Jesús, la Priora, la Virgen,

hablaba también de ese ser desorientado e inseguro (ella):

La escritura es tan intimidante que es necesario construir una “muchipersona”, como bien

anota Ramón de Zubiría. Un lenguaje hablado, un monólogo abigarrado y simple.

Entrelaza de modo extraordinario los dos planos superpuestos y siempre separados de la

ciudad letrada y la ciudad real. Con un espacio real: el convento, la familia, el cielo. Una

especie de realismo mágico. (García, 1995, p.76)

García menciona como su escrito, al trascender su propia muerte, fue el encargado de

moldear la educación femenina por largos años, y no es aventurado afirmar que su estilo incidió

en la escritura femenina después de su muerte. Muchas de las escritoras del siglo XIX salieron de

las aulas de la Enseñanza. Tal es el caso de Bertilda Samper33, escritora mística colombiana,

cuyos textos se conservan en el convento de La Esperanza. El colegio fue el jardín, el

invernadero incontaminado propicio al cultivo de las mejores plantas:

Las mujeres contribuyeron de diferentes formas a la independencia: algunas fueron

heroínas, participaron en combates, en acciones secundarias, en el espionaje; otras

brindaron hospitalidad en tertulias políticas, literarias, otras fueron enfermeras,

contribuyentes económicamente, mediante donativos de dinero o de abastecimiento a los

insurgentes (…) Muchas de ellas quedaron reducidas a la indigencia y al desamparo.

(García, 1995, p. 80)

Así como los textos de Bertilda, la hija de Soledad Acosta de Samper, los de la madre

también se conservan en el Convento La Esperanza; el manuscrito de Soledad pertenece al

Instituto Caro y cuervo y se compone de 750 páginas agrupadas en dos partes. En él se muestra

33
Hija de Soledad Acosta de Samper. Bertilda es una de las mujeres escritoras más importante de nuestras letras.
Varias de sus obras teatrales han sido representadas hasta hace poco por las alumnas del colegio La Esperanza,
llamado también el convento La Esperanza.
47

triste, sola e incomprendida. A veces alegre sin explicación. Para ella la vida es monótona:

vivimos de recuerdos y esperanzas. Gilbert y Gubar hablan de este estado como la desesperación

de la mujer monstruo que es innegable y contagiosa. Virginia Woolf las define como esas

mujeres que no se disculpan por sus esfuerzos literarios y que eran para los otros asexuadas,

raras, metafóricamente son el resultado de demasiada narración. Sin embargo ella también

plantea que la libertad intelectual depende de cosas materiales, la poesía depende de la libertad

intelectual y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el

principio de los tiempos. Woolf nos recuerda como las mujeres han gozado de menos libertad

intelectual que los hijos de los esclavos atenienses, como las mujeres no han tenido, pues, la

menor oportunidad de escribir poesía y por eso insiste tanto en obtener dinero y sobre el tener

una habitación propia “de modo que cuando os pido que ganéis dinero y tengáis una habitación

propia, os pido que viváis en presencia de la realidad, que llevéis una vida, al parecer,

estimulante, os sea o no os sea posible comunicarla” (1967, p. 79).

Elisa Mújica como las demás autoras también es la loca, el monstruo, que enfrentó barreras

que el orden establecido le impuso a su producción intelectual, por eso en la escritura reflexiona

buscando su transformación cansada de ser criticada, esclava de la sociedad, sin esperanza de

huir, inmóvil, esperando que lleguen las cosas. Se dedicó a escribir muchísimo tal como lo ha

sugerido Woolf “cuando os pido que escribáis más libros, os insto, pues, a que hagáis algo para

vuestro bien y para el bien del mundo en general” (1967, p. 78). Soledad Acosta de Samper se

basó en escritoras como Madame Staël, Lamartine, Chateubriand, Agripina Samper y Josefa

Acevedo entre otras. Elisa Mújica también se apoyó en Teresa de la Parra, en Emily Dickinson,

Selma Lagerlof, Gabriela Mistral y Greta Garbo entre otras.


48

1.1. Conclusiones

Elisa Mújica en sus obras pone de manifiesto su condición de mujer, es decir, de un

sujeto que piensa; señalado ya por la simultaneidad que la misma narración muestra a partir de

cada una de las mujeres que participan de sus historias. No lo hace solo desde las protagonistas

como Catalina, Celina y Mirza sino también desde personajes referenciales en sus obras. En

Bogotá de las nubes por ejemplo Mújica nos permite saber que ya se reconocía el talento de la

nueva generación de mujeres talentosas en diversos campos, especialmente en el de la escritura,

pues en un episodio de la novela, Bernardo habla de la rebeldía femenina en la época, éste le

reconoce a Mirza que no se ha quedado solo como Castell que está, desguarnecido por la

deserción de los amigos. En su petite histoire34 se abren cada día capítulos nuevos y le asevera su

admiración por los nuevos talentos femeninos, pero al mismo tiempo su deseo de enamorarlas

porque le atrae su capacidad intelectual. Son un semillero de talentos femeninos las nuevas

promociones universitarias. Muchacha que brilla, muchacha a la que le echa el guante. Se trata

de una corte discreta, platónica, inherente a mi condición de solterón que huye de las

complicaciones sentimentales sin que le falten recompensas. Bernardo tiene el cinismo de

asegurar que Mirza era una buena chica hace años. Que el lunar aumentaba su atractivo, le

confería misterio. Pero que ella si sufrió la tentación intelectual y ahora cosecha desencanto, y

que allá ella. Plantea que lo último que hará por ayudarla será conseguirle la beca universitaria.

Y luego que se retire, que deje el campo libre (Mújica, 1984).

En Catalina se aprecia la influencia literaria cuando la misma Catalina dice que Rebeca

había leído tal como ella novelas de Carlota Braeme, de Carolina Invernezzo y María del Pilar

Sinués y que les gustaba comentarlas juntas y que eso las arrastraba a otras confidencias. Y es así

34
Esta expresión en Francés la utiliza el personaje Bernardo para hacer referencia a su Pequeña historia que valora
todos los talentos femeninos que van surgiendo.
49

como a través de sus obras se develan Ellas; “las locas” se hacen libres a través de la escritura,

los tejidos y el arte porque a través de estas profesiones se sobreponen a prejuicios que las han

tenido atadas. Y sobre todo, como veremos en los capítulos sucesivos, la liberación de Catalina

se dará por una consciencia de su condición de mujer en medio de un contexto y una sociedad

pre-moderna que se ocupaba de condenar a las mujeres que ejercían o intentaban ejercer la

soberanía sobre sus destinos. Y esa soberanía sobre sus destinos, Woolf la denomina: La

simplicidad natural, la fase épica de la literatura femenina porque ha tocado a su fin. La lectura

y la crítica han abierto según Woolf posiblemente a la mujer nuevos horizontes, le han dado

mayor sutileza. El impulso hacia la autobiografía quizá ya se haya consumido. Quizás ahora la

mujer está empezando a utilizar la escritura como un arte, no como un medio de autoexpresión

(1967, p.58).
50

Capítulo 2

Elisa Mújica en el canon colombiano: entre la historia, la autobiografía y la ficción

“La escritura para mí siempre ha sido vital, el más importante instrumento


de indagación que empleo sobre lo que soy realmente, sobre lo que pienso
y siento de mí y de lo que me rodea” (Mújica, 1988, p.68).

Para poder ubicar el valor de la obra de Elisa Mújica en el contexto de la literatura

colombiana es necesario mirar de qué manera aparece en el contexto contemporáneo y qué

lecturas y representaciones propone y renueva. En suma, cómo su nombre se relaciona con la

tradición de escritura de mujeres en Colombia y en qué medida su nombre, creemos nosotros,

marca un punto de quiebre y renovación. Hablamos de punto de quiebre y renovación en el

sentido de ser una mujer que escribe sobre mujeres en medio de una sociedad patriarcal, en la

que tenían más valor literario los hombres, quienes describían en sus obras a la mujer como un

ser sumiso que muere de amor o que sin el amor o compañía de un hombre no es nadie. Es

renovación porque incluye en sus obras el monólogo interior como estrategia narrativa que

permite psicoanalizar a sus personajes, porque con su forma de escribir rechaza la herencia

inmediata, juega con las expectativas del lector, logra combinar elementos de la novela histórica,

con la de ficción y con la realista acercándose de esta manera al “Modernismo anglosajón” y no

a la novela “Moderna” que aparece como contraparte de la novela decimonónica. El monólogo

interior en cuanto a característica formal es lo que pretenden los escritores modernistas y

realistas, pero al querer representar la realidad terminan haciéndolo de manera distinta. Así lo

asevera Vanessa Palomo Berjaga (2013, p.2) en su texto El monólogo interior en dos fragmentos

modernistas: the Waves y Ulysses:


51

En la novela decimonónica, se suelen presentar los aspectos más superficiales de un

modo un tanto impersonal. La mayoría centra su atención en la acción de la historia y en

un final determinante. En cambio, los escritores del Modernism se preocupan

fundamentalmente de la naturaleza humana expuesta a un ambiente de malestar y

desazón. De esa manera, se evidencia la soledad y la falta de comunicación entre los seres

humanos. Los escritores se interesan por el mundo interior de sus personajes: sus

sentimientos, pensamientos, sensaciones, etc. Parece, entonces, que este tipo de literatura

es más subjetiva y personal.

Con respecto al punto de quiebre y renovación que venimos desarrollando desde las obras

de Mújica, algunas críticas hechas precisamente a los escritores del modernismo anglosajón se

dan porque según los expertos se centran demasiado en lo que les sucede a los personajes y

descuidan los problemas éticos, políticos o sociales. Además plantean que la literatura

modernista muestra la intimidad sin pudor, y precisamente Mújica, es esto lo que logra en sus

obras, combina esos elementos modernistas con los temas políticos, históricos y sociales de la

época. Logra combinar una variedad de estilos, aunque claramente se identifica con el

“Modernismo anglosajón”, por eso Cecilia Hernández de Mendoza en el texto A Elisa Mújica

afirma que Mújica sabe contar a la manera de los costumbristas: lo objetivo, el personaje y su

contexto, estilo que fluye en la difícil espontaneidad de lo complejo. Sus últimas obras están

influenciadas por la narrativa contemporánea ya que alterna los planos, nos enseña la presencia

del punto de vista en un presente desde el cual el personaje va hacia atrás, hacia los lados, hacia

el recuerdo, sin perder la visión de un hoy que está allí informando el mundo de ayer

(Hernández, 1988).
52

Este estudio bio-bibliográfico es un ejercicio de acercamiento a la vida y obra de Elisa

Mújica Velásquez nacida en Bucaramanga el 21 de enero de 1918 y fallecida el 27 de marzo del

2003. Este sencillo trabajo desea inspirar a otros para que indaguen sobre una obra construida a

lo largo de 85 años. Mújica es una escritora representativa de Bucaramanga, una maestra de la

prosa, que narra a través de sus obras las costumbres, pesares, y alegrías de unos personajes que

con sus vivencias reflejan la realidad de una época en que la mujer tenía bastantes limitaciones.

En sus obras hay mucho de autobiografía, pero ella supera este aspecto y lo trabaja tan

delicadamente que los acontecimientos y personajes llegan a ser ficcionalizados.

Mújica fue entonces una de esas mujeres que no solo culminaron sus estudios si no que

viajó al extranjero pues en la biografía hecha en el texto Ensayos críticos sobre la obra narrativa

de Elisa Mújica escrita por Monserrat Ordóñez y en la presentación del texto Raíces del cuento

popular en Colombia,35 que hace y publica la biblioteca virtual Luis Ángel Arango, se plantea

que llegó a Bogotá a los ocho años, que su primera educación fue católica, que ella valoraba más

el mundo cotidiano que la rodeaba que el dogmático de la formación religiosa; además, empezó a

trabajar a los catorce años después de la muerte de su padre, lo que le posibilita un contacto más

directo con las realidades sociales cotidianas (Ordóñez , 2007). Pero en la entrevista que le hizo

Aída Calero, exactamente en la página 68 asegura que fue a los 15 años que empezó a trabajar y

por eso tuvo que posponer sus estudios y la producción de su obra. Esos 15 años coinciden con la

edad en que Celina empezó a trabajar en Los dos tiempos, y, ya sabemos por la misma autora que

la novela es autobiográfica “resulta casi redundante decir que la novela constituyó una

experiencia personal, intensamente vivida” (Mújica, 1988, p.19).

Gonzalo España Arenas en el texto Elisa Mújica, con tilde y con jota nos cuenta que Elisa

vivió en Bucaramanga en el barrio Payacuá, hoy García Rovira y refuerza que se trasladó para
35
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/ensayo/elisa.htm
53

Bogotá a los 7 años (España, 12) y no a los 8 como dice Ordoñez, ya que ella misma se los

comenta a los entrevistadores, además de decirles que un recuerdo muy bonito de su infancia es

tener el patio lleno de rosas blancas. La bautizaron en San Laureano. Aprendió a leer muy

temprano, en la entrevista que le hace Aída Calero afirma que a los 4 años se había convertido en

una devoradora de libros. En el cuarto del zaguán estaba la biblioteca de su padre, de allí la raptó

el encanto de Las mil y una noches.

Una de sus hermanas se llamó Cecilia y la otra Genoveva, quizás por la novela Genoveva de

Brabante, pero el libro que la ensimismó hasta el delirio fue uno sobre crónicas y estaba titulado

El reinado de don Pedro el Cruel. Era un rey muy rijoso, y en cada una de las páginas menciona

a una querida. Cuando leyó el libro de don Pedro El Cruel, ella se da cuenta que no sabía qué era

una “querida”, pero “en Bogotá a los 7 años sorprendió a todos los mayores haciendo alarde que

se sabía de memoria la lista completa de las queridas de don Pedro El Cruel” ( España, 2001, p.

12). Los entrevistadores narran también que les enseña un libro que ha conservado como una

joya durante toda su vida: una colección bella e ilustrada de Los cuentos mágicos coleccionados

por Callejas Calderón (1896). Este ejemplar tiene una dedicatoria del puño y letra de Blas

Hernández, colocada más o menos en 1920. Uno de los apartes dice. “Yo quiero que éstos, que

van a formar un número más en su colección, hagan siquiera por un rato sus delicias, y que como

azules y mágicos que son, siembren para siempre en su alma la semilla del ensueño” (España,

2001, p.12). Pero indagando encontramos que Los cuentos mágicos coleccionados por Callejas

Calderón (1896), 36realmente tienen como título La alegría de los niños37 y la carátula original

36
Tomado http://www.todocoleccion.net/libros-antiguos-cuentos/la-alegria-ninos-cuentos-agradables-
coleccionados-por-c-calderon-calleja-1896~x47242622
37
Tomado de http://www.todocoleccion.net/libros-antiguos-cuentos/la-alegria-ninos-cuentos-agradables-
coleccionados-por-c-calderon-calleja-1896~x47242622
54

presenta el apellido Calleja sin S. España menciona también que por esta puerta entró Elisa

Mújica al universo mágico de la literatura, pero la autora en su texto La Mujer y la alegría

afirma que sin cumplir 7 años leyó el libro Conversaciones y lecturas de Soledad Acosta de

Samper. “Éste tenía una Carátula roja con una muchacha dibujada por una de sus hermanas, fue

su primer libro leído y fue para ella un hechizo de premonición y de mandato” (Mújica, 1988, p.

38). En la biblioteca virtual Luis Ángel Arango se continúa describiendo su proceso formativo

así:

Su interés por la escritura comenzó pronto: escribía novelas en el colegio a los once años.

Más tarde, en el tiempo libre que le dejaba la oficina, desarrolló su carrera literaria; como

ella dice, robándole minutos a las horas que había vendido. Comenzó publicando

artículos y cuentos en la prensa de Bogotá. Su primer cuento, "Tarde de visita", apareció

en El Liberal el 16 de noviembre de 1947. Es un texto de crítica social que la autora no

incluyó en sus colecciones posteriores. Su primer artículo publicado en El Tiempo,

"Marcelina: Una amiga de Balzac", es un comentario sobre la biografía de Marcelina

Desbordes-Valmore de Stefan Zweig.

España en el texto Santander tiene con qué, producto de la entrevista hecha a Mújica le

dedica un título sugestivo Una pluma fogueada y festiva para indicar lo libre que era nuestra

escritora y asevera que las consideraciones hablan por sí solas porque Mújica es una de las

escritoras más representativas en la historia de Colombia, ella abanderó en los años cuarenta la

irrupción de la mujer en la narrativa colombiana, ella dio a conocer en España a Cordovez Moure

(escritor e historiador colombiano del siglo XIX) y a Eugenio Díaz Castro (1803-1865) dos

figuras claves de nuestra literatura del siglo XIX. Su narrativa tiene como tema la historia social
55

de Colombia a partir de la Independencia y hace también el contraste entre la historia pública y

la privada.

Mújica les afirma durante la entrevista a España y a sus compañeros que ella fue

secretaria del presidente Carlos Lleras Restrepo. El enérgico e irritable mandatario le dictaba sus

decretos de viva voz, y ella debía escribirlos sin un error, pero una vez en mil se iba alguno. Él

como todo un caballero asumía la responsabilidad cuando el yerro se descubría “Elisa no puede

equivocarse-decía-. Ese error es mío”. Ella comenta que se esforzaba hasta el desmayo para que

la falta no volviera a repetirse. A pesar de estos rigores, Elisa tuvo un alma feliz. Es en esencia

una autora infantil. “Reconoce sin amargura que no tener eco y escribir cosas que se pierden es

doloroso y por eso prefiere ahora dedicarse al ensayo y a la literatura infantil, un género que la

ha hecho conocer entre los niños” (Ordoñez, 2007, p.16). Trabajar para los niños le ha traído

muchas gratificaciones; esto devela su alma, lo sensible que es y la belleza de sus sentimientos

pues también les cuenta a sus entrevistadores con algo de tristeza que a su perro Guardián lo

había matado un carro, después de enviudar a la edad de doce años. Su perrito se hubiera podido

casar en segundas nupcias. Mújica también les habla de su familia y les asegura que sus

hermanas Cecilia y Genoveva, eran muy lindas, las amigas le decían a mi madre que las dos eran

preciosas, pero que yo era muy inteligente. Por eso toda la vida tuve complejo de fea “Las

escritoras escribimos porque somos feas”. Este hecho lo analizaremos más adelante, ya que

Mújica también lo plasma en el personaje Celina, pues ésta reconoce que es inteligente, pero más

fea que sus dos hermanas.

Cuando en la entrevista habla sobre ese momento de su vida en el que fue Secretaria

privada del presidente Lleras, la biblioteca virtual Luis Ángel Arango menciona: “Fue secretaria

privada del ex Presidente Carlos Lleras Restrepo de 1936 a 1943; el Ministerio de


56

Comunicaciones fue su primer lugar de trabajo. Fue también Secretaria de la Embajada de

Colombia en Quito, de 1943 a 1945; fue también asistente del antropólogo José Pérez de

Barradas en Madrid, para la redacción y publicación de la obra sobre el Museo de Oro de

Bogotá. Por su trabajo periodístico conoció y frecuentó a sobrevivientes de la generación del 98

en Madrid, como Pío Baroja, Azorín38, y a otras figuras literarias como Dámaso Alonso, Vicente

Aleixandre, Camilo José Cela y Pedro Laín Entralgo.

Según la biblioteca y Monserrat Ordoñez 39en 1982 fue elegida miembro correspondiente

de la Academia Colombiana de la Lengua y el 18 de noviembre de 1984 tomó posesión como

miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua, y fue 1a primera mujer que

alcanzó esta posición en Colombia; sin embargo Alfredo Ocampo Zamorano contradice este

hecho porque según él Dora Castellanos (1924) fue la primera mujer poeta en ingresar a la

Academia Colombiana de la Lengua40 en 1978. También son miembros de dicha Academia, en

esta cohorte, Maruja Vieira a quien le pone como fecha de nacimiento (1923) y es de (1922),

Gloria Nieto de Arias (1927) y Meira del Mar con fecha de nacimiento (1921) y es también de

(1922). Ocampo señala cómo, a excepción de Dolly Mejía (1920), quien fallece en 1975; las

demás poetas de esta cohorte están activas a lo largo de la segunda mitad del Siglo XX. Con

respecto a este hecho son muchas las imprecisiones pues Maruja Vieira en el libro Poesía y

Prosa 41editado por María Mercedes Jaramillo, Betty Osorio y Ariel Castillo Mier dice que la

38
José Augusto Trinidad Martínez Ruiz.
39
Según Fernando Charry Lara, Ordoñez hizo un lúcido texto, en el que se ratifica el reconocimiento que la crítica
ha hecho a las creaciones de Mújica.
40
La más antigua de las corporaciones americanas, fue fundada en 1871 por un grupo de lingüistas y escritores de
gran prestigio, entre ellos Rufino José Cuervo, padre de la filología hispanoamericana, y Miguel Antonio Caro.
Ambos nombres están asociados a una de las grandes instituciones culturales colombianas: el Instituto Caro y
Cuervo.
41
https://books.google.com.co/books?id=fJ_cLycUifgC&pg=PA639&lpg=PA639&dq=Cecilia+Hern%C3%A1ndez
+de+Mendoza+academia+colombiana+de+la+lengua&source=bl&ots=7ckv6qpQw7&sig=wX2RHprkg1nBU2nA0
OdoZ8DVLyE&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiYtqHS7trLAhXDqB4KHThgDzQQ6AEIOTAG#v=onepage&q=Ce
cilia%20Hern%C3%A1ndez%20de%20Mendoza%20academia%20colombiana%20de%20la%20lengua&f=false
57

Academia Colombiana de la Lengua abrió las puertas a la mujer en 1982, que la primera fue

Dora Castellanos, luego Elisa Mújica y Después Cecilia Hernández de Mendoza. Si

comparamos lo que dice Vieira en el texto virtual con el texto impreso titulado Una colombiana

excepcional el homenaje a Elisa Mújica, ésta se contradice porque en la página 142 afirma que

Mújica fue la primera mujer en ingresar a la Academia en 1981 como miembro Número y admite

como integrantes recientes a Dora Castellanos y a Cecilia Hernández de Mendoza. El escritor

Jairo Aníbal Niño también menciona que fue la primera dama miembro de la Academia

Colombiana de la Lengua en 1984 y se le olvida mencionar que lo fue también en 1982, si tomó

el dato de la biblioteca Luis Ángel Arango. Ordoñez vuelve y afirma en la página 208 del texto

Ensayos críticos sobre la obra narrativa de Elisa Mujica, que ella fue la primera dama en llegar

a ese cargo. Nelly Rocío Amaya Méndez en la página 2 del texto Elisa Mújica: verdadera

vocación por la escritura también menciona que fue la primera mujer admitida en la Academia

de la lengua. María Constanza Quiroz Ocaña en la página 35 de su tesis Mujer y ciudad:

Recepción y concienciación en Bogotá de las nubes, de Elisa Mújica también lo afirma porque

según ella Eduardo Guzmán Esponda en el texto Otra fémina inquieta y andariega (1984)

también lo dice. Eduardo Mendoza Varela en la página 121 del texto Elisa Mújica en la

Academia Colombiana dice que Mújica es la tercera mujer que llega a un recinto académico.

Según él, está primero Dora Castellanos y Pilar Moreno de Ángel que se convirtió en la primera

mujer que entró a la Academia Colombiana de la Historia, como historiador. Para terminar con

estas imprecisiones Mújica en el texto La mujer y la alegría, corrige estas afirmaciones en la

página 35, cuando dice que Dora Castellanos fue su antecesora, pero no da fechas exactas y al

buscar en la página oficial de la Academia Colombiana de la Lengua, los datos no coinciden,


58

solo se encuentran Dora castellanos, Maruja Vieira y Cecilia Hernández. Mújica no se

encuentra.

Siguiendo con la vida y obra de Mújica, el 30 de noviembre de 1984 fue acogida en

votación secreta y unánime como miembro correspondiente hispanoamericano de la Real

Academia Española. Fue la primera mujer gerente de banco, otro aspecto de sus complejas

experiencias. A su regreso al país (cuando estaba en España), de 1959 a 1962, estuvo a cargo de

la dirección de la agencia de la Caja Agraria en Sopó (Cundinamarca), y de 1962 a 1967 fue

directora de la Biblioteca de la Caja Agraria. Al investigar sobre la vida de Elisa Mújica en más

de treinta artículos, hallamos otro dato interesante de imprecisión, uno más de los ya

mencionados anteriormente, y es que en uno de los párrafos anteriores de esta tesis, habíamos

afirmado que Mújica durante la entrevista que le hizo Gonzalo España y que publicó en el texto

titulado Santander tiene con qué; ella habló de su cercanía con Carlos Lleras Restrepo al ser

secretaria de este presidente entre 1936 a 1943”42, pero encontramos un error porque según el

texto Historia de Colombia en la página 1018 nos dice que el liberal Carlos Lleras Restrepo fue

el presidente entre 1966-1970. El error radica en que la forma de redactar este suceso por parte

de los expertos, hace que se entienda que ella fue secretaria de él cuando éste fue presidente,

pero él estuvo en el poder entre 1966-1970 y ella estuvo a cargo de la dirección de la agencia de

la Caja Agraria en Sopó (Cundinamarca) entre 1959 -1962, y de 1962 a 1967 fue directora de la

Biblioteca de la Caja Agraria.

Después de indagar en tantos artículos parece que nos acercamos a la respuesta con Nelly

Rocío Amaya Méndez en el texto Elisa Mújica: verdadera vocación por la escritura, ya que en

la página 5 asegura que Mújica fue Secretaria privada del doctor43 Lleras entre 1936-1943 y en la

42
Dato tomado de http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ninos/relatoi/rela24.htm
43
Se refiere a Lleras como un personaje académico y de alto rango, pero no como ´presidente.
59

página 8 da más información mencionando que fue Secretaria privada en la Dirección Nacional

Liberal (1942). Luego Null Value del periódico El Tiempo señala que Mújica fue Secretaria

privada de Carlos Lleras Restrepo, primero cuando él estaba en la Contraloría general de la

República (1936-1937) y luego como Ministro de Hacienda (1938-1941 y 1943). Estos cargos

mencionados por Null Value fueron confirmados en la página Colombia-sa/ Presidentes de

Colombia44, aunque siguen siendo imprecisos porque se hacen por deducción y relación de

fechas con acontecimientos.

Montserrat Ordoñez no hace claridad sobre esto en el texto Ensayos críticos sobre la

Obra Narrativa de Elisa Mújica, se limita a repetir lo que hay en la biblioteca Luis Ángel

Arango y afirma que la compilación que hizo Sonia Nadhezda Truque sobre Mújica es

incompleta, apresurada y llena de imprecisiones; pero en el mismo texto Ensayos críticos sobre

la Obra Narrativa de Elisa Mújica, ella misma crea una contradicción más porque en la página

207 dice que fue Secretaria de Lleras 1943-1943 (1 año); había dicho en la primera parte del

libro que fue secretaria del presidente entre 1936 a 1943, dato que también demostramos como

errado. También dice en la página 207 que fue secretaria de la Embajada de Quito 1945-1945

(1año); había dicho que lo fue entre 1943 a 1945. En la página 208 dice que es gerente de la

Caja Agraria en 1962 y en 1967 directora biblioteca de la Caja Agraria. Había dicho que entre

1962 a 1967 había sido directora de la Biblioteca de la Caja Agraria. Estas imprecisiones son

repetidas una y otra vez por diversos autores y ninguno se ha tomado la molestia de comprobar

lo dicho. Algunos son Mery Berg, Hernando Téllez, Montserrat Ordoñez entre otros, y, el

agravante es que Ordoñez desconoce también la entrevista que le hizo a Mújica, Gonzalo

España, y menciona como entrevistas muy oportunas la de Aída Calero y la de Liliana Ramírez.

Como resultado de toda esta investigación, podemos afirmar que en el texto de Truque si hay
44
Datos tomados de http://www.colombia-sa.com/presidentes/carlos_lleras_restrepo.html
60

artículos de algunos expertos con imprecisiones, pero al mismo tiempo el texto es una fuente

fidedigna, por ser la misma Mújica la que escribe varios artículos que aclaran muchas

situaciones.

Otra imprecisión de Ordoñez en el texto Ensayos críticos sobre la obra narrativa de Elisa

Mújica, es afirmar que Mújica, estando en España en 1957 después de la invasión a Hungría,

consideró que el comunismo era un engaño y pasó por lo que ella considera una conversión,

sustentada por la lectura de Santa Teresa de Jesús. Maruja Vieira en la página 141 del libro Elisa

Mújica en sus escritos también afirma que la vida de Mújica cambió de rumbo por la presencia

de Teresa de Cepeda y Ahumada. Otra vez Ordoñez en el texto Ensayos críticos sobre la Obra

Narrativa de Elisa Mújica vuelve y afirma en la página 14 que su conversión se da por Santa

Teresa pero agrega a la Madre Castillo y a Gabriela Mistral. Todo esto es impreciso, pues Mújica

en el artículo De marxista a católica afirma que ella volvió a la religión católica porque el padre

Charles Moeller45 había escrito que la fe vergonzante recibe con desconfianza los testimonios

católicos, pero que si salen de personas no creyentes causan impacto. Esto lo comprobó Mújica

cuando empezó a leer los ensayos y las novelas del escritor inglés Aldous Huxley, éstas se

caracterizaban por un crudo materialismo, pero en diversos pasajes su narración cambiaba de

rumbo y la hacían encontrarse con la existencia de Dios. Luego leyó los textos del monje

cisterciense americano Thomas Merton46 influenciado también por Aldous Huxley en su obra la

montaña de los 7 círculos, de esta manera el esnobismo le hacían preferir testimonios de gentes

extrañas a la religión católica, por ellos descubrió a Santa Teresa, San Juan de la Cruz y a San

Agustín. Para su conversión comenzó primero a leer los textos de la religiosa, asistió a

45
(1912-1988). Sacerdote, teólogo y escritor belga que sobresalió como crítico literario.
46
(1915-1968). Fue un monje trapense, poeta y pensador estadounidense. Está considerado como uno de los
escritores sobre espiritualidad más influyentes del siglo XX.
61

ceremonias de Semana Santa y cuando fue a Santiago47 de Compostela recibió la asistencia del

apóstol por medio de un favor que solicitó. De ahí deriva su devoción medio supersticiosa y

medio agradecida. Luego siguió leyendo los textos de San Juan de la cruz y se acostumbró a

pensar en los santos y a contar con ellos. “Su fe se consolida en España cuando participó en una

fiesta consagrada al santo carmelita San Juan de la cruz, en la ciudad de Ubeda” (Mújica, 1988,

pp. 24-28).

Continuando con este breve recuento de su vida, volvemos con España, quien le dedica

otro título sugestivo “Búsqueda eterna y riesgosa” en el que nos habla de “Las casas que

hablan”, una guía histórica del barrio La Candelaria, es un hermoso libro que Elisa compuso

recogiendo los testimonios y las historias de las últimas viejitas que habitaban en esta parte de

Bogotá. Toda la vida se la pasó en el mismo oficio, curioseando y anotando. De esta manera

tomaba apuntes para su trabajo.

El 9 de abril y los aciagos días siguientes no pudo evitar el impulso de salir a la calle y

observar lo que estaba ocurriendo.48 En el tiroteo un francotirador alcanza a verla antes de

disparar y éste ante su imprudencia le grita: “¡quítese de ahí, que donde usted está parada acaban

de matar a un hombre!”. Esa curiosidad que por poco le cuesta la vida la llevó a tratar de

entender a Santa Teresa a través de dos ensayos que todavía fascinan a las monjas carmelitas. En

una búsqueda que para el escritor no termina nunca.

En un tercer título dedicado a la autora “sé que tengo que volver” España nos cuenta que

ella se emociona cuando ve la palabra “Bucaramanga” y sueña con volver. Regresar a su ciudad

47
Apóstol Santiago Mayor de Compostela.
48
El Bogotazo fue un episodio de violentas protestas, desórdenes y represión en el centro de Bogotá, la capital de
Colombia, el 9 de abril de 1948, que siguieron al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Se considera como uno de los
primeros actos urbanos de la época conocida como La Violencia y es uno de los hechos más relevantes del siglo XX
en la historia de Colombia. Los desórdenes se extendieron a otras ciudades y regiones del país pero con menos
intensidad.
62

es para ella una peregrinación sentimental y por eso la ha demorado. Los entrevistadores afirman

que es más bien Santander el que ha demorado la invitación. Hace ya mucho tiempo Elisa

Mújica es la figura más egregia de nuestro Departamento, y no le hemos rendido el homenaje

que se merece. Se cuestionan al afirmar que han visto desfilar por las calles reinas, candidatos. Y

que sería muy aleccionador presentar esta noble y laboriosa mujer a la juventud. Sus obras se

mueven entre un amplio catálogo de ensayo, cuento, novela y artículos periodísticos, escritos en

prosa limpia y amena. El valor de Mújica en el canon literario de Colombia radica precisamente

en el hecho de haber ejercido todos los géneros y reconocer en sus personajes femeninos la

conciencia de un país construido sin la voz de las mujeres.

De acuerdo a los estudios realizados por Ordoñez y la biblioteca Luis Ángel Arango se

afirma que durante su residencia en Madrid, de 1952 a 1959, apareció su primera colección de

cuentos, Ángela y el diablo (1953), preparó la edición de Aguilar de Reminiscencias de Santa Fe

y Bogotá de José María Cordovez Moure (1957) y escribió Catalina, su segunda novela, que se

publicó en 1963. Fue ayudante de José Pérez de Barradas en la redacción y publicación de la

obra Orfebrería prehispánica de Colombia, sobre el Museo del Oro de Bogotá.

Al llegar al recuento de sus obras y a las fechas en las que fueron publicadas nos

encontramos que reconocidos escritores tienen también imprecisiones con respecto a las obras de

Mújica, por ejemplo, Hernando Téllez en la página 113 del texto Catalina de Elisa Mújica dice

que Los dos tiempos es publicado en 1940 y Catalina en 1964.

En el artículo Bogotá visto con ojos de mujer Cobo Borda afirma que la novela Bogotá de las

nubes inicia con Mirza Eslava que recuerda desde la iglesia. Lo mismo dice Humberto

Rodríguez Espinoza en el texto titulado Bogotá de las nubes de Mújica y Mary G. Berg en la

página 58 de su texto Las novelas de Elisa Mújica afirma que al inicio de la obra se muestra la
63

presencia de Mirza en la celda. Encontramos además que Betty Osorio en la página 167 del

artículo Bogotá de las nubes: el surgimiento de un sujeto femenino en Colombia menciona que la

historia abre con una escena de Mirza en la cárcel. Osorio no aclara que es el producto del

recuerdo de una Mirza ya vieja. En general los críticos debieron decir que la obra inicia con una

mujer vieja que se encuentra en su casa, recordando lo que vivió en la cárcel. También tenemos a

Nelly Amaya diciendo en la página trece de su artículo Elisa Mújica: una vocación por la

escritura, que el personaje de Bogotá de las nubes se llama Myrcia.

Como si fueran pocas las imprecisiones encontradas tenemos que Yolanda Forero en la

página 87 del artículo Un ejemplo de narrativa moderna de los años cuarenta: El discurso

femenino de Elisa Mújica en su novela Los dos tiempos; asevera que la primera parte de la

novela no tiene nombre. Afirmación inconsistente porque Mújica lo tituló “La casa”. Este

artículo vuelve y lo publica en el capítulo V de su tesis Un eslabón perdido: la novela de los

años cuarenta (1941-1949): primer proyecto moderno en Colombia. Para esta tesis le cambia el

nombre al artículo y lo titula: Los dos tiempos, de Elisa Mújica: novela comprometida con su

tiempo y su tradición literaria. En él podemos encontrar las mismas imprecisiones sobre la

novela: la primera parte no tiene nombre; Celina (1994, p.104), tras la muerte de su padre deja el

colegio (1994, p.107). Este último es errado porque ella tomó la decisión de no volver a la

escuela después del remordimiento que le causó la sanción que recibió la monja que había

reemplazado a la hermosa “ma soeur”. Recordemos que Celina se pellizcó con unas tenazas y

había dicho que lo hizo la monja gorda y achacada que reemplazó a “ma soeur”, todo por la rabia

que le generaba no ser ya la estudiante preferida.

Decide tomar clases particulares y la madre la apoya, pero le pide que se dedique solo a las

“materias prácticas”. Cuando el padre muere, ella llevaba mucho tiempo desescolarizada.
64

La tercera imprecisión se da cuando menciona “Celina no había adquirido su conciencia política,

ya nos recordaba que en Bucaramanga asistía a la escuela con las niñas ricas, y en esa ciudad los

distingos de clase no eran perceptibles” (Forero, 1994, p. 114), pero en el texto inédito aparece

que una maestra particular contratada por una familia fue la que quiso darle la oportunidad de

educarse a Celina y a sus amigos, en efecto “ La escuela la dirige una maestra particular,

contratada para enseñar a los niños de una familia rica y que admite en el grupo a Celina y sus

amigos. Las clases se dictan en un pabelloncito separado de la quinta que habitan” (Mújica,

1949, p. 28). En cuanto a su conciencia política, la entiende desde que inicia la obra porque ella

narra que así sean pobres o ricos tienen un vínculo especial y secreto entre familias, este secreto

las ata y los conduce como individuos a enfrentarse apasionadamente al adversario. Señala la

narradora por cierto; que muchos matrimonios se han roto por no ser los futuros contrayentes del

mismo color político; amistades selladas en el colegio se distancian, y hay muertos de lado y

lado que oprimen el corazón con su mano invisible; los niños además siempre están en dos

bandos, en efecto Mújica:

En cambio, se hallan divididos en dos bandos. Celina escasamente saluda a los

muchachos que salen a la puerta contigua a la de misiá Carmelita, siguiendo la costumbre

de su familia con los mayores. Son de distinto partido político. Desde que se nace se lleva

allí el mote distintivo de conservador o liberal. (1949, p. 12)

Durante casi treinta años, Elisa Mújica siguió publicando numerosos comentarios de

libros y artículos sobre temas culturales y literarios en Lecturas Dominicales de El Tiempo, hasta

que se retiró del periódico Eduardo Mendoza Varela. Toda su vida colaboró en la mayoría de

revistas y periódicos culturales del país. Sus temas incluyeron aportes tan interesantes como la

serie de entrevistas "Las esposas de los escritores" (por ejemplo, la que le hizo a Beatriz
65

Castañeda de Téllez, publicada en el suplemento literario El Tiempo, el 29 de octubre de 1950) o

las notas de su viaje a Italia, publicadas por entregas en el suplemento dominical El Espectador

en 1952. Fue colaboradora también de El Espectador, miembro del consejo directivo de las

Revistas: Presencia y El Café Literario de Bogotá. Forma parte de la Comisión de Lexicografía

de la Academia Colombiana de la Lengua. En el texto Santander tiene con qué, se menciona que

a los 82 años es la mujer más tierna y hermosa del mundo. “Para este artículo los recibió en su

casa ubicado frente al Parque de los Periodistas y a los cerros tutelares de Bogotá” España (2011,

p. 11). No los atendió en La Academia Colombiana de la Lengua que está al frente de su casa

porque el día estaba muy lluvioso. Esto lo confirma la biblioteca virtual Luis Ángel Arango:

Elisa Mújica vive en el centro de Bogotá, frente a la Academia Colombiana de la Lengua

y cerca del antiguo barrio de La Candelaria, donde residió durante veintitrés años y sobre

el que ha escrito con el especial cariño que ella sabe dedicarle a lo que ama, ya sea su

escritura, sus amigos o la preparación del pesebre de Navidad. (s. a.; s.f. )

España dice que a ella le gusta Mújica con tilde cual música, y con jota de “joder”. Su

apellido es vasco, lo que la enorgullece porque la cultura vasca es anterior en mil años a la

griega. Incluso hay un pueblo llamado Mújica allí. El apellido llegó a Santander desde

Venezuela. Ha recibido numerosos premios y homenajes, y su nombre es ampliamente conocido

en los círculos culturales de país. Sin embargo, a pesar de ser una de las escritoras colombianas

que más se ha distinguido en este siglo, sus novelas y cuentos no se han reeditado; y poco se

leen.

Entre los reconocimientos por su larga y fructífera carrera, la Presidencia de la República

le otorgó la Cruz de Boyacá, y el Ministerio de Cultura su máxima condecoración en el grado de

Gran Orden, Segundo premio Enka de literatura infantil-1978 con la expedición botánica contada
66

para niños. En 1962 se le entrega la Distinción en el Premio Esso, por su novela Catalina que se

publicó en Bogotá en una segunda edición (del Ministerio de Cultura) en 1998, con un prólogo

de Montserrat Ordóñez. La obra de Elisa Mújica, Catalina, publicada en los Homenajes

Nacionales de Cultura forma parte del Programa de Estímulos a la Creación y la investigación,

que tiene como uno de sus objetivos: difundir la obra de aquellos creadores e investigadores que

han hecho valiosas contribuciones al patrimonio cultural de la nación, entre ellos se encuentra

esta obra.

Mújica se escribió y fue la invención de una escritura nueva insurrecta según Cixous y

esto la liberó, le permitió llevar a cabo las rupturas y las transformaciones indispensables en su

historia, al principio en dos niveles inseparables:-individualmente: al escribirse49, ella como

Mujer regresó a ese cuerpo que, como mínimo, le confiscaron; ese cuerpo que convirtieron en el

inquietante extraño del lugar, el enfermo o el muerto, y que, con toda frecuencia, es el mal

amigo, causa y lugar de las inhibiciones.

El escribir, “realizó” en Mújica la relación des-censurada de la mujer con la sexualidad,

con su ser-mujer, le devolvió el acceso a sus propias fuerzas, le restituyó sus bienes, sus placeres,

sus órganos, sus inmensos territorios corporales cerrados y precintados; que la liberaron de la

estructura supramosaica en la que por la época en que vivió siempre le reservaron el eterno papel

de culpable: culpable de todo, hiciera lo que hiciera: culpable de tener deseos, de no tenerlos; de

ser frígida, de ser “demasiado” caliente; de no ser las dos cosas a la vez; de ser demasiado madre

y no lo suficiente; de tener hijos y de no tenerlos; de amamantarlos y de no amamantarlos

(Cixous, 1995).

Esas rupturas tanto en el plano de la experimentación formal como en el de la tradición

las lidera ella cuando invita a sus amigas, a las escritoras de su época a no ser autoras de un solo
49
Re-escritura de la representación, concepto abordado en la introducción de esta tesis.
67

libro y a no desistir porque se habían propuesto hacer muchos libros, como en una especie de

pacto. Habla con sus amigas sobre cómo antes de 1940 algunas mujeres se habían atrevido a

escribir porque les ayudaba el dinero, la clase social como Isabel Lleras Restrepo hermana del

presidente Carlos Lleras Restrepo, Soledad Acosta de Samper, Josefa Acevedo de Gómez, Laura

Restrepo y Silvia Galvis. Pero ellas debían poner su vida entera por alcanzar el sueño de la

escritura, en efecto Mújica:

Con las mujeres de su generación se hallaban resueltas a no ser autoras de un solo libro e

hicieron el pacto de persistir: Matilde Espinosa, Dora Castellanos, Helvia García, Emilia

Ayarza, Silvia Lorenzo, Fanny Osorio, Meira Delmar y Carmelina Soto. Tenían la

consistencia de un grupo generacional. (1988, p.105)

Y aunque no menciona a Carolina Cárdenas50, amiga y destacada artista de la época, a

ella y a su madre les dedica su primer libro Los dos tiempos como muestra de su empeño por

enaltecer a la mujer. Este texto sin título, en el que menciona a sus amigas escritoras, es más bien

un discurso pronunciado en la I Feria Internacional del libro en Bogotá. En él hace alusión a esa

experimentación con la escritura como ya lo mencionamos y a la tradición cuando menciona que

les apasionaban las poetisas del sur: Gabriela Mistral, Juana de Ibarborou, Delimira Agustini,

Alfonsina Storni, Dora Isella Russell.

Mújica luego hace una crítica relacionada con la tradición a Dora castellanos cuando ésta

anuncia su autobiografía titulada “La vida irrepetible” porque según Mújica “este género casi no

se cultiva desde el siglo XVIII cuando lo puso en la cumbre la monja Francisca Josefa” (1988, p.

107). Según Mújica los dos aspectos claves que movieron al grupo de escritoras, a sus amigas

50
Muere a los 33años. Sólo en 1997, cuando se realizó la exposición "Colombia en el umbral de la modernidad" en
el Museo de Arte Moderno de Bogotá, se revaloró su obra. Pertenece ella a la generación que gestó el arte moderno
en el país y que permaneció olvidada durante cincuenta años. Fue recuperada, con varios de sus contemporáneos, en
el estudio de Alvaro Medina El arte colombiano en los años veinte y treinta. Tomado de
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/diciembre1998/10803.htm
68

fueron: “La fidelidad a una vocación y esa especie tan rara, la solidaridad entre mujeres,

practicada sin sombra de celos ni envidias, con la clara alegría de admirar” (1988, p. 107).

Este derecho que tenemos las mujeres a escribir, y que Mujica defendió con sus amigas;

lo aborda Virginia Woolf en el texto Una habitación propia cuando afirma que la libertad

intelectual depende de cosas materiales, pero las mujeres siempre hemos sido pobres desde el

principio de los tiempos. En cuanto al talento nos insta a que escribamos libros, que el talento se

va desarrollando, se va puliendo. Esto se confirma cuando otros autores dicen que es imposible,

actualmente, definir una práctica femenina de la escritura, lo único que podemos hacer es

acércanos a ella a través del estudio juicioso, uno de ellos es en el texto de Cixous:

Se trata de una imposibilidad que perdurará, pues esa práctica nunca se podrá teorizar,

encerrar, codificar, lo que no significa que no exista. Pero siempre excederá al discurso

regido por el sistema falocéntrico, tiene y tendrá lugar en ámbitos ajenos a los territorios

subordinados al dominio filosófico-teórico. (1995, p.54)

La persistencia de la mujer en el campo de la escritura, nos permite reconocernos como

sujetos de nuestra propia historia y se desmiente esa no- existencia de la mujer a la que se refiere

de Beauvoir cuando nos dice que debemos saber que al reconocer a la mujer como un ser

humano no se empobrece la experiencia del hombre y ella no pierde su diversidad, riqueza e

intensidad si se asume en su intersubjetividad. Asegura también que rechazar los mitos no es

destruir toda relación dramática entre los sexos, no es negar los significados que se revelan

auténticamente al hombre a través de la realidad femenina, “no es suprimir la poesía, el amor, la

aventura, la dicha y el sueño, sino pedir tan sólo que las conductas, los sentimientos y las

pasiones se funden sobre la verdad” (de Beauvoir, 1957, p. 316). Sobre esa verdad Manette, una

mujer que pasa los sesenta años, en el texto La edad de la discreción”, es optimista y segura de sí
69

misma y piensa que el amor a la literatura es lo que siempre la salva –“Tal es el privilegio de la

literatura-dije-Las imágenes se deforman, empalidecen. Las palabras uno se las lleva consigo”

(de Beauvoir, 2014, p. 65), pero, de repente, debido a sus fracasos editoriales, a sus deseos

insatisfechos como maestra y madre se ve enfrentada irremediablemente a la vejez y a al

sentimiento de derrota que vive su marido, y que plasma en la literatura como una gran verdad

“¿Qué tenían para darme esos escritores que me habían hecho lo que era y ya no dejaría de ser?

Abrí, hojeé algunos volúmenes; todos tenían un gusto casi tan nauseabundo como el de mis

propios libros: gusto a polvo” (de Beauvoir, 2014, p. 62). Este sello de cruzar la vida con la

literatura lo vemos también con Monique, una mujer de 44 años, casada hace 22 con Maurice y

con 2 hijas. Es un ser subyugado este personaje de la Mujer rota, que se siente atemorizada a su

regreso a París, porque este regreso la enfrentaría a la soledad, a la infidelidad de su marido

Maurice; a su depresión y a su dependencia a un hombre, casi hasta perder su identidad. Pero es

la lectura la que le alejaría de esos estados sombríos, y esta acción de la lectura se devela desde

el principio de la historia: “El concierto terminado, me puse a leer. Doble sensación de

extrañamiento: me iba muy lejos, a orillas de un río desconocido; alzaba la vista y volvía a

encontrarme en medio de estas piedras, lejos de mi vida” (de Beauvoir, 2014, p. 99). Podríamos

decir que esta historia tan sombría inicia con la expresión de un yo femenino por primera vez,

pues siente una libertad que la rejuvenece a través de esa lectura.

Alcanzar esa libertad de Monique, la poesía, el amor, es una lucha que hemos tenido a lo

largo de la historia que aún en los siglos XVII, XVIII y XIX no se apreciaba porque no

teníamos un número considerable de escritoras. En esta época se gobernaba basados en el

falocentrismo, pues no existían datos abundantes de mujeres que escribieran; precisamente

porque todavía la mujer padecía la exclusión de la vida social, el estar condenadas a tener una
70

vida privada dentro de sus casas y dedicadas a las actividades domésticas. Este tema se refiere en

el texto Sa(v)er justamente cuando se asevera: “[…] antes no era una mujer era primero una

miope, es decir, una enmascarada. Nadie ve los ojos detrás de la máscara de cristal” (Cixous

2001, p.28).

Algunos datos sobre mujeres escritoras las presenta Mújica en el texto La mujer y la

alegría, y afirma que en el siglo pasado se escribieron raras obras testimoniales femeninas. Entre

ellas el diario de Helena Miralla Zuleta51, el de Colette52 la autora de las Claudinas, quien pidió

perdón por ser autobiográfica; el de diario de Katherine Mansfield53 quien pertenece al linaje de

lo mágico pero se pierde en el mundo de los adultos a través de la mirada de una niña, las

memorias de Simone de Beauvoir, el diario de Virginia Woolf (la inventora de la fórmula de la

escritura neutra), la antioqueña María Martínez de Nisser y el de la bogotana Margarita Caro de

Holguín. Martínez además de ser escritora fue soldado en la guerra librada en ese territorio

durante 1840-1841, para derrotar la rebelión de Salvador Córdoba. Caro fue nieta de Nicolasa

Ibáñez, hija de José Eusebio y hermana de Miguel Antonio caro, perteneciente a una familia que

cultivó las letras sin discriminar entre hombres y mujeres (Mújica, 1988).

Según Mújica entre las novelistas cronológicamente más antiguas están: María de Zayas

(1590-¿1661?), atrevida y prolífica española del siglo de oro; otras son: Jane Austen (1775-

1817), destacada novelista británica; George Eliot (1819-1880) escritora británica cuyo

verdadero nombre era Mary Anne Evans, Emilia Brontë (1818-1848) escritora británica, Carlota

51
Le escribió una carta a Soledad Acosta de Samper en la que la invita a leer su obra así como lo hace de grandes
autores como Menéndez Pelayo. Instruida a los 18 años, y atormentada por un matrimonio azaroso con el médico
Antonio Vargas Reyes. Su hijo Jorge muere después del paso del Cometa por Bogotá.
52
Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954). fue una novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revistas y
cabaré francesa. Adquirió celebridad internacional por su novela Gigi,
53
Francia, (1888-1923). Fue una destacada escritora modernista de origen neozelandés.
71

Brontë (1816-1855) novelista inglesa y George Sand, pseudónimo de Amandine Aurore Lucile

Dupin (1804-1876) novelista francesa.

En la página 63 de la entrevista que le hace Aída Calero, Mújica asevera que si se hubiera

casado no habría escrito jamás porque se hubiera dedicado a lo vivo, o sea el marido y a los

hijos, porque las mujeres tienen más el sentido de lo vivo. Y si vamos un poco más atrás que

Mújica con el recuento de escritoras que se atrevieron a incursionar en la escritura a pesar de

dedicarse a “lo vivo” como dice Mújica encontramos a Cristina de Pisan (Venecia 1364-Paris

1430). Primera mujer que vivió de la literatura, pues perdió a su padre y a su esposo a los 25

años y escribió sobre la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres. Escribe Román de

la Rose, Epístola de amor, la ciudad de las damas, y su autobiografía La visión de Christine. Ella

es citada por Simone de Beauvoir (1949, p.64), en su libro El segundo sexo, veamos:

Algunas mujeres aisladas - Safo, Christine de Pisan, Mary Wollstonescraft, Olympe de

Gouges - han protestado contra la dureza de su destino, y a veces se han producido

manifestaciones colectivas; pero las matronas romanas que se coaligaban contra la ley

Oppia o las sufragistas anglosajonas han conseguido ejercer alguna presión solo porque

los hombres estaban dispuestos a sufrirla.

Por su parte, Simone de Beauvoir la cita porque era una mujer con una pluma en defensa

de su sexo, y hace de Pisan una de las primeras feministas de Occidente. Es triste que la poca

información que tenemos sobre la escritura de la mujer en la antigüedad siga demostrando cómo

las huellas de las mujeres fueron borradas casi completamente y lo peor es que muchas fueron las

autoras de su propia desaparición, ellas mismas se borraron de la historia por miedo, a esto se

refiere Michelle Perrot:


72

Las mujeres dejan pocas huellas directas, escritas o materiales. Su acceso a la escritura

fue más tardío. Sus producciones domésticas se consumen más rápido, o se dispersan con

mayor facilidad. Ellas mismas destruyen, borran sus huellas porque creen que esos rastros

no tienen interés. Después de todo, sólo son mujeres, cuya vida cuenta poco. Hay incluso

un pudor femenino que se extiende a la memoria. Una desvalorización de las mujeres por

ellas mismas. Un silencio consustancial a la noción de honor. (2009, p.10)

Ahora, desde el marco de una tradición propiamente hispanoamericana, podemos señalar

dentro del grupo de monjas que escribieron a Francisca Josefa del Castillo (Tunja, 1671 - 1742),

Santa Teresa de Ávila (1515-1582), María Petronila Cuellar (1761-1814) con sus poemas

religiosos y junto a ellas, a Doña María Clemencia Caicedo (Colombia 1707-1779) como una de

la precursoras de la enseñanza femenina con la creación de escuelas para mujeres que más bien

eran conventos. En el siglo de Oro tenemos a Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), con sus

Versos sacros y profanos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales (El divino

Narciso, El cetro de José y El mártir del sacramento) y dos comedias (Los empeños de una casa

y Amor es más laberinto).

Estas mujeres le escribían al pesimismo, a la angustia, al desengaño, al miedo y utilizaban

figuras literarias como metáforas, antítesis, hipérbaton y retruécano, pues el Barroco como

movimiento literario surgió a finales del siglo XVI y XVII y estaba recargado del tema religioso

y ornamental. Otra fue Leonor de la Cueva y Silva (sin fecha de nacimiento-siglo XVII - 1705),

poetisa y dramaturga española del Siglo de Oro, sobrina del también dramaturgo Francisco de la

Cueva (Dedicó un soneto a la muerte de la reina doña Isabel de Borbón (1645) y otro a la de la

reina María Luisa de Orleáns). Estas mujeres se arrancaron las cadenas del sometimiento,

despertaron del sueño profundo al que se refiere Cixous cuando asegura “la mayoría de las
73

mujeres que han despertado recuerdan haber dormido, haber sido dormidas. Las bellas duermen

en sus bosques, esperando que los príncipes lleguen a despertarlas […] bellas, pero pasivas; por

tanto, deseables” (1995, p.17).

Con respecto a este reconocimiento de la mujer en el campo de la escritura, es claro que se

han hecho esfuerzos por identificarlas en cada uno de los siglos en que vivieron, y es por eso que

Jorge Orlando Melo en el prólogo del texto Las mujeres en la historia de Colombia plantea el

avance que han tenidos los estudios sobre la mujer en Colombia, al menos durante los últimos

tres lustros. En él destaca también como Alberto Lleras hizo sugerencias a la obra La nueva

historia de Colombia escrita en 1979 por Jaime Jaramillo Uribe, pues en ella aparecían grupos

ignorados como indígenas y esclavos, pero raramente se hacía mención a la mujer. Situación que

le alarma, porque nuestras heroínas de la guerra habían recibido atención de escritoras y

escritores como Soledad Acosta de Samper, Julia Suárez, Juan de Dios Monsalve, y figuras aún

más aisladas como María Martínez de Nisser, Manuelita Sáenz entre otras. Melo devela las

intenciones de seguir desconociendo al sexo femenino por parte de algunos personajes en todos

los territorios y además cuestiona la ingenua visión del mestizaje que se tenía en los años de la

Conquista, porque no aceptaba esa ingenua tolerancia que había frente a la mezcla racial entre

españoles e indígenas a sabiendas que ese primer contacto entre europeos y americanas fue tan

violento que se puede hablar de un primer mestizaje producto de la violación colectiva de las

mujeres indígenas54 (Melo, XIV).

En todas las épocas hemos tenido mujeres explotadas mental, física y sexualmente que no

se atrevieron, que no se rebelaron ante el opresor, permanecieron en un estado de dependencia

por comida o un techo: “mantenida a distancia, a fin de que él goce de las ventajas ambiguas de

54
La distribución de mujeres como botín se demuestra con el reparto de 300 indias que hizo Jiménez de Quesada a
su hueste, tras casi un año de recorrer selvas inhóspitas. Utilizaba las jóvenes nativas como medio de soborno por
Belalcázar.
74

la distancia, que ella fomenta, por el alejamiento que representa, el enigma de la seducción,

delicia-peligro, suspendida, en el rol de la “secuestradora” (Cixous, 1995, p.20). Pero han ido

surgiendo más mujeres que van superando el rol de la secuestradora, del amor trágico y eterno,

físico y pasional como en “María” de Jorge Isaac y “Rayuela” de Julio Cortázar. Estas son

novelas que se usaban para influir en el destino de la mujer, pues representan claramente lo que

el patriarcado quería como dice Cixous en el texto La risa de la medusa, ellas aprenden a seguir

los caminos que las conducen a la “pérdida” que es su destino. Están destinadas para que el

hombre llegue, dé una vueltecita y luego se vaya. Que le dé un beso, y luego se vaya; esto

sustenta su dependencia, su fragilidad. Ellas se mantienen en carencia, lo esperan por siempre, le

perdonan todas las veces y el juego de la ausencia consolida lo que no tiene hasta que lo tiene.

Para Cixous ese tema del amor:

Érase otra vez la misma historia, repitiendo a través de los siglos el destino amoroso de la

mujer, su cruel esquema mistificador. Y cada historia, cada mito le dice: “no hay sitio

para tu destino en nuestros asuntos de Estado”, el amor es un asunto de umbral. (1995,

p.19)

Ese sitio para el destino de muchas mujeres es reconocido por Alfredo Ocampo

Zamorano desde la esfera cultural, porque en su trabajo académico demuestra cómo se fundan y

circulan un buen número de revistas independientes, que buscan a lectoras femeninas como

Matachines Ilustrados, 1855, Biblioteca de Señorita, que circula entre 1858 y 1859 y 28

publicaciones, más para el período 1855-1920. De ellas, más de la mitad (16), se publican en

Bogotá, cuatro en Medellín, tres en Cartagena, dos en Barranquilla, una en Yarumal, una en

Mompox y una en Pereira. Las dos corrientes dentro del federalismo colombiano de esa época:

La puramente manchesteriana que promovía el libre intercambio económico y la humanista. Esta


75

última, promovía la participación de los estratos artesanos, apoyando a sus Sociedades

Democráticas. Y, por otra, la educación y participación de la mujer, liderada por Soledad Acosta

y su esposo. Todo esto origina la presencia de las mujeres en los poemarios colombianos en una

búsqueda de autorrealización, renovación y superación. Precisamente, Ocampo menciona que

Matilde Espinosa del Huila, es para él la primera creadora de una poesía de problemática social,

junto con Meira del Mar, Maruja Vieira, Dora Castellanos y Olga Elena Mattei.

Para seguir hablando de la superación de la mujer Ocampo cita a Herrera (1995) ya que

éste asevera que después de la mitad del siglo XX de 104 mil mujeres que pasaron por las aulas

en 1938, solo 104 alcanzaron el grado de bachiller. A mediados de los años cuarenta de los

matriculados en el bachillerato académico, la participación femenina era de 36% y en el

bachillerato industrial, el 37% eran mujeres.

En el nivel de educación superior, el 2% de los 5.113 estudiantes universitarios eran

mujeres. A partir de los años sesenta, la educación universitaria se abre plenamente, hasta llegar

a tener la mujer una proporción presencial de más del 50%. En la política, con el derecho al voto,

que se utiliza por primera vez en el plebiscito de 1957, con una participación del 42% de los y las

votantes, se les abre su participación a los estatus directivos de esta esfera, así como en la rama

judicial, en la rama ejecutiva, con los Ministerios, Gobernaciones y Alcaldías. En la

parlamentaria, tanto en Concejos y Asambleas, como en la Cámara y el Senado. Sin embargo, en

estos ámbitos su proporcionalidad no llega a equipararse con la de los varones, a pesar de que en

otros países, como en Ruanda por ejemplo, las mujeres son mayoría en la rama legislativa

(Ocampo, 12-13). Ha sido entonces un progreso lento, todavía se deben seguir restricciones que

tienen que ver con múltiples factores, pero poco a poco nos emancipamos; al respecto dice

Perrot:
76

El desarrollo de la historia de las mujeres acompaña en Sordina el "movimiento" de las

mujeres hacia su emancipación y su liberación. Es la traducción el efecto de una toma de

conciencia aún más abarcadora: la de la dimensión sexuada de la sociedad y de la

historia. (2009, p.8)

Son las obras de Mújica la muestra de esa incursión de la mujer en el campo de la

escritura y de otras profesiones. De la su emancipación de la mujer y su liberación, por eso

trataremos en los siguientes subtítulos de mostrar el panorama de lo que ella hizo con sus

personajes desde la escritura, cómo estableció con ellos esa relación des-censurada de la mujer

con la sexualidad, con su ser-mujer, con sus bienes, sus dificultades y deberes. También

mostraremos la escritura como el más importante instrumento de indagación porque la historia

de un país es contada por tres mujeres: Celina, Catalina y Mirza desde su trilogía narrativa.

Aunque Mújica afirma sobre sus novelas que “ha sido una lucha difícil tratar de expresar lo que

yo creo es mi verdad humana, mi verdad femenina. No sé si escribo también para llenar vacíos

afectivos, no lo sé porque he estado muy preocupada en todo lo otro” (1988, p.72). Esa lucha

difícil de Mújica para escribir también se refiere al proceso doloroso de escribir las novelas

porque para ella era una exigencia costosa de sinceridad y también de estilo porque éste no

correspondía a la mentalidad más en boga de ese tiempo. Para ella escribir novelas no le daba el

mismo placer que le daban los cuentos.

A pesar de que la novela no fue su género preferido, en esta tesis el análisis se centrará en

Catalina como ya lo mencionamos y aparecerá en el numeral 2.2 bajo el título Catalina y las

nuevas representaciones de la mujer, pero antes haremos un breve análisis de Los dos tiempos

bajo el título Celina Ríos el anuncio de un nuevo amanecer literario y por último analizaremos la

obra Bogotá de las nubes con el título Mirza la consumación de la mujer nueva. Al final
77

podremos ver esos puntos de encuentro entre las obras desde la escritura, la condición de la

mujer, el marco teórico feminista y desde la historia.

Después de hacer este recuento de la vida y obra de Mújica y de haber aclarado algunas

imprecisiones de los expertos en sus obras, vamos a enunciar algunas de sus obras:

Novelas:

Los dos tiempos. Bogotá: Iqueima, 1949.

Catalina. Madrid: Aguilar, 1963 (Primera edición); Ministerio de Cultura de Colombia,

1998 (Segunda edición).

Bogotá de las nubes. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1984.

Cuentos:

Ángela y el diablo. Bogotá: Aguilar, 1953.

Árbol de ruedas. Bogotá: Editorial Revista Colombiana, 1972.

La Candelaria. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1974.

La expedición botánica contada a los niños. Bogotá: Enka-Col Cultural, 1978.

Pequeño Bestiario. Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1981.

José Celestino y el dragón. Pasado y porvenir de la Expedición Botánica. Bogotá:

Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1985.

Las altas torres del humo: raíces del cuento popular en Colombia. Bogotá: Procultura;

Presidencia de la República, 1985.

La tienda de imágenes. Bogotá: Ediciones Fondo Cultural Cafetero, 1987.

Cuentos para niños de la Candelaria. Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1993

Discursos55

55
Tomado de Elisa Mújica en sus escritos. Sonia Nadhezda Truque. Biblioteca santandereana. Fundación
santandereana para el desarrollo regional. FUSADER. Bucaramanga: primera edición, 1988. Universidad INCCA.
78

Mújica, Elisa. “La mujer y la alegría: Discurso de posesión como miembro

correspondiente de la Academia Colombiana: 29 de marzo de 1982”. Boletín de la

Academia Colombiana. Bogotá: 32.136, 1982. 69-80.

“De marxista a católica”. Discurso pronunciado en el Paraninfo de la Universidad

Central de Medellín. 1960. Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República.

Medellín: 9. 1965. 19-28.

“Raíces del cuento popular en Colombia”. Discurso de posesión como miembro de

número de la Academia Colombiana. Bogotá: noviembre 19, 1984. 77-102.

“Señores”. Discurso pronunciado en la I Feria Internacional del Libro. Bogotá: mayo,

1988. 104-108.

Reseñas

Duque Gómez, Luis. “Notas sobre la investigación arqueológica en Colombia en la

década”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: 25.14, 1988.92-95

Fajardo M., Alicia. “Historia y magia”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: 7.10,

1964.1838-1840.

Isaacs H., Marcela. “La historia y los cuentos”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá:

25.14, 1988. 92-95

Cordovez Moure, José María. Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Edición, prólogo y

notas de Elisa Mújica. Madrid: Aguilar, 1957.

Díaz Castro, Eugenio. Novelas y cuadros de costumbres. Recopilación y notas de Elisa

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Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Pasado y porvenir de la expedición botánica.

Introducción de Elisa Mújica. Bogotá: Litografía Arco, 1985.


79

Sor Francisca Josefa de Castillo. Bogotá: Procultura, 1991.

Comentario a unas cartas de Gabriela Mistral”. Correo de los Andes. Bogotá: 15,

1982. 21-22.

La aventura demorada. Ensayo sobre Santa Teresa de Jesús. Bogotá: Presencia, 1962.

Las altas torres del humo. Introd.: "Raíces del cuento popular en Colombia". Bogotá,

Procultura, 1985.

Introducción a Santa Teresa. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1981.

Sor Francisca Josefa de Castillo. Bogotá, Procultura, 1991. Elisa Mújica.

El indio en América, "Raíces del cuento popular en Colombia" es el prólogo a su propia

edición-transcripción de los cuentos de "Margarita", titulados Las altas torres del humo.

(1985)

Estudio crítico y compilación. Sor Francisca Josefa de Castillo. Bogotá: Procultura,

1991.250 años de la muerte de la Madre Castillo. Bogotá: Biblioteca virtual del Banco de

la República, 2005.

Las casas que hablan. Guía histórica del barrio de La Candelaria de Santafé de Bogotá.

Bogotá: Biblioteca Nacional de Colombia, Corporación La Candelaria y Colcultura,

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En El Tiempo y El Espectador publica más de 200 artículos y en la revista Semana

publica dos:

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“Libertad… ¿Para qué? Semana. Bogotá: mayo 25, 1982.

Otros

“De la mano de Santa Teresa”. Universidad de Antioquia. Medellín: 154, 1963. 540-547
80

“La biblioteca”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá: 10.7, 1967. 1618-1624.

”Dos casas de la Candelaria”. Colombia Ilustrada. Medellín:2.4, 1971. 9-12.

“Una manzana para el pintor y otros textos”. Boletín Cultural y Bibliográfico. Bogotá:

16.11/12, 1979. 46-49.

“Manuel entrega el escarabajo de lapislázuli”. Cromos. Bogotá: mayo 8, 1984.

“De la historia del pesebre y de los pesebres del trapo”. Revista Credencial Historia.

Bogotá: 12, 1990. 11-13.

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Bogotá: abril 16, 1950.

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_________ _. “El espectáculo de la vida”. El Tiempo (Lecturas dominicales). Bogotá:

agosto 27, 1950.

___________. “Flora Yañez-Una novelista chilena”. El Tiempo (Lecturas dominicales).

Bogotá: agosto 13, 1950.

__________. “El mundo de Sofía Urrutia”. El Tiempo (Lecturas dominicales). Bogotá:

septiembre 17, 1950.

___________. “Beatriz Castañeda de Téllez”- las esposas de los escritores. El Tiempo

(Lecturas dominicales). Bogotá: octubre 29, 1950.


81

________. “Las esposas de los escritores-La viuda de Antonio Gómez Restrepo”. El

Tiempo (Lecturas dominicales). Bogotá: noviembre 5, 1950.

________. “Las esposas de los escritores-María Calderón de Nieto Caballero”. El Tiempo

(Lecturas dominicales). Bogotá: noviembre 26, 1950.

_________. “Remolino”. El Tiempo (Lecturas dominicales). Bogotá: abril 15, 1951.

Y 181 artículos más.

El Espectador

Mújica, Elisa. “La viajera”. El Espectador (Magazín dominical). Bogotá: enero 22, 1950.

_________. “La vida de los pueblos: Sucre”. El Espectador (Magazín dominical).

Bogotá: marzo 26, 1950.

_________. “Las amigas”. El Espectador (Magazín dominical). Bogotá: abril, 15, 1951.

_________. “El retrato y la imagen-La Hojarasca”. El Espectador (Magazín

dominical).Bogotá: Febrero 10, 1952.

_________. El retrato y la imagen-Diario de Estoril”. El Espectador (Magazín

dominical).Bogotá: Febrero 17, 1952.

En el Espectador aparecen 52 artículos según los estudios de Montserrat Ordoñez (1991),

Mary Berg (2000) y Yolanda Forero (1994 y 2000).

Revista Semana

_________. “Enfermedades malditas”. Semana. Bogotá: mayo 14, 1982.

_________. “Libertad…¿ Para qué?. Semana. Bogotá: mayo 25, 1982.


82

2.1 Celina Ríos el anuncio de un nuevo amanecer literario

Mújica nos cuenta en el texto De marxista a católica que la novela Los dos tiempos fue

escrita en 1949, cuando ella era filocomunista, y el título representa dos hechos: el primero es el

camino que la llevó a Quito, esa primera parte se escribe entonces en Colombia. La segunda

parte se desarrolla en Ecuador, en donde una joven colombiana llena de temores se enfrenta a

una realidad que le había sido vedada en su propio país. La obra presenta una estructura externa,

está narrada en 3 partes y cada una tiene un título: “La casa” con 14 capítulos, “El mundo” con

10 capítulos y después de “La siembra” con 12 capítulos. En total contiene 36 capítulos. La

estructura interna está compuesta por los elementos que conforman la narración. Dentro de estos

elementos están los narradores, en este caso la historia es contada por una tercera persona, así lo

vemos en expresiones como “Celina se adelanta a sus amigos, los chicos han oído, la ven salir

con la suya, por lo que la consideran dueña de recursos misteriosos y la respetan. Ella aprovecha,

su mamá es modista; su padre es empleado segundón del señor Gobernador”. En las palabras de

la misma Mújica (1988, p.19) vemos que ella hace la descripción de Los dos tiempos así

Este primer tiempo hace referencia al principio de la vida y primera juventud, volcado

hacia dentro de la protagonista con sus problemas domésticos y personales. En el otro

tiempo está en un mundo extraño. El mundo de los otros que, sin embargo, era también y

verdaderamente el suyo”.

La voz narrativa es extradiegética, y se ubica afuera de la narración y la homodiegética

que narra desde el interior del relato, pudiendo corresponder, o no, al protagonista. Esta última se

da en los momentos de reflexión de Celina. Pero escritora y personaje están fundidos

magistralmente por Mújica desde un narrador en tercera persona en la novela porque al comparar

lo allí dicho con algunas entrevistas identificamos inmediatamente que la novela es


83

autobiográfica con elementos de ficción sutilmente construidos, pues la autora en el texto Elisa

Mújica en sus escritos en el que aparece un discurso pronunciado en el paraninfo de la

Universidad Central de Medellín en el año 1960, plantea:

Resulta casi una redundancia decir que la novela constituyó una experiencia personal,

intensamente vivida “durante la época en que permanecí en el Ecuador me tocó conocer

de cerca un grupo de intelectuales y dirigentes políticos de ese país, la mayoría afiliados

al partido comunista. Eran escritores y artistas de vanguardia, oradores que

entusiasmaban en los mítines, y algunos otros, estos en realidad muy pocos, dedicados a

su trabajo penoso en favor de los indios”. (1988, pp. 19-20)

La novela presenta la evolución y el desarrollo físico, moral, psicológico y social de

Celina desde su infancia, la juventud y la madurez en la que se encuentra y se realiza como una

mujer libre que ha decidido quedarse sola, volver a su tierra y dedicarse a la academia. En la

primera parte se describe en tercera persona su niñez vivida en un pueblo pequeño según Mary

Berg, pero al leer la obra; esto es una imprecisión porque el lugar está definido realmente como

Bucaramanga. Luego nos dice: “sus años juveniles los vive en Bogotá; en la segunda parte, que

transcurre en Quito, Celina de clase media intenta definir su identidad como mujer y como

colombiana” (Berg, 2007, p. 38). Pero si conocemos por todo lo que pasó Celina en la obra,

podemos decir que su identidad ya estaba definida aquí en Colombia, y lo demuestra desde su

infancia cuando lidera los juegos, cuando se las ingenia para leer lo que ella quiere así sus padres

se molesten, cuando reflexiona sobre la costumbre de las chicas de la época de esperar el novio

junto a la ventana, cuando le dicen que es fea y lo asume sin problema regocijándose en su

inteligencia. Jamás hay un lamento por esto en la obra. También demuestra su identidad cuando

descubre que le gusta estudiar y destacarse en ello, cuando sale de sus problemas sin contárselo a
84

su madre y desde el mismo momento en que se retira del colegio y siente remordimiento por

haber calumniado a la monja. Con todo esto logra vislumbrarse una personalidad firme que no

permitiría que nadie la dañara; ni siquiera el primer jefe que trató de seducirla y que de manera

inteligente apartó con unas flores amarillas. Esta identidad se consolida con ese deseo de

trabajar a los 15 años sin estar preparada, con la aceptación ante el fracaso de un amor y con la

decisión de irse sola para otro país. En Quito entonces, ella no intenta definir su identidad como

dice Berg, ella la consolida.

La autora narra en la novela que Celina tiene unos padres demasiado mayores para ella:

Cristina y Francisco Ríos, sus dos hermanas también están muy grandes y esto hace que se sienta

muy sola. Cuando ellos están en sus ocupaciones, ella se refugia en el cuarto del zaguán

devorando libros, hasta los prohibidos y es allí donde ella deja de importar “Su personalidad pasa

a segundo plano, aspiraba por el héroe o la heroína, y si padece con éstos privaciones y penas, en

cambio comparte los triunfos y no está jamás sola” (Mújica, 1949, p. 47). Y con estas

expresiones demuestra desde muy niña su tendencia a una vida independiente. En otro fragmento

de la novela Los dos tiempos también se hace alusión a la soledad cuando se menciona que el

nacimiento de Adelaida y Enriqueta no modificó la situación porque Celina se encontró con

padres casi viejos, su nacimiento hizo reflexionar al padre:

Don Francisco, defraudado por aquel girar incesante en busca de un motivo que lo

anclara retornaba al hogar. Allí o esperaban cuatro mujeres, que no tenían a nadie sino a

él. Pasaba largos ratos con la pequeña hablándole de los sucesos remotos y de los

personajes históricos y literarios de su preferencia. Una terca semilla depositada en su

espíritu se negaba a morir. (Mújica, 1949, p.26)


85

En la entrevista que le hace Aída Calero de Konietzko y que publica La Cábala de Cali

en el N. 6, ella le dice que al leer sus libros parece como si deliberadamente se propusiera llevar

al lector a través de una constante reflexión acerca de la soledad. La entrevistadora le pregunta si

es exagerado afirmar esto, y ella contesta:

Sí, claro que es cierto, porque es un reflejo de mi vida. Desde hace mucho tiempo soy

sola y no he querido buscar ninguna compañía, de esas compañías que uno puede obtener,

bien sea de parientes viejos y necesitados o compañías mercenarias. He escogido la

soledad y creo que la tengo domesticada por completo….Siendo la última de tres hijas,

fui una niña muy sola y probablemente por escapismo solamente me parecía bello el

mundo de los libros; siempre fui a buscarlo. Inclusive más adelante cuando ya estaba en

el colegio y tenía amigas, porque no podía entender la vida entonces sino por medio de la

ayuda de la lectura. (Calero, 1988, p. 67)

En la novela, Celina tiene dos hermanas llamadas Adelaida y Enriqueta, en la vida real

según la entrevista que realiza el señor Gonzalo España que ya habíamos mencionado en el

capítulo anterior, aparece un subtítulo “Una pluma fogueada y festiva” en la que ella afirma que

se llamaban Genoveva y Cecilia. En la entrevista que le hace Aída Calero Elisa también le

menciona que siendo la última de tres hijas, fue una niña muy sola y probablemente por

escapismo solamente le parecía bello el mundo de los libros, entendía la vida con ayuda de la

lectura, lo que considera una experiencia terrible en ese momento de su vida porque no veía las

cosas maravillosas que la rodeaban sino que tenía que ser todo a través de la visión de los otros.

En la novela Los dos tiempos por ejemplo aparecen varios episodios en los que muestran cómo

se encerraba por horas en el cuarto donde estaba la biblioteca. Veamos:

-¿Dónde se meterá ese diablillo?... ¿No estaba contigo, Enriqueta? ¡Celina…Celinitaa!


86

No contesta, pues calcula que alcanza a terminar la hoja principiada y luego no resiste el

deseo de continuar con la siguiente. Pero ahora afirman:

-Adelaida vio luz en el cuarto del zaguán, mamá. Allá debe estar.

No tiene otro remedio que acudir e irrumpe con aire inocente y procurando no llamar la

atención, en el comedor, donde se hallan reunidos el padre, la madre, Adelaida y

Enriqueta. (Mújica, 1949, p.18)

Mújica en la entrevista de Calero también narra que era soñadora, que hacía cosas por su

parte, imaginaba juegos, situaciones reales de los libros, en la novela Los dos tiempos por

ejemplo lo narra así:

Desde que aprendió a leer, se pasa las horas clavada delante de los libros, en lo que la

acompañan Raúl y Julito. Sacrifican los juegos al hechizo contenido en las páginas

impresas, que los traslada a paisajes tornasolados de niebla y humo, con sombras que

navegan hacia islas de monos, subterráneos repletos de monedas o palacios submarinos.

(Mújica, 1949, p.15)

Le encantaba también enterarse de lo que decían los mayores, se informaba de ideas

equivocadas e intervenía en la vida real porque le pasaban aventuras y las cosas normales en la

vida de una muchacha. En el libro se narra por ejemplo como se entera sobre el ritual de salir a la

ventana de su vecina Marcela para esperar el novio y como sus hermanas empiezan a hacer lo

mismo.

Si continuamos con el tema de la lectura, ésta hizo al mismo tiempo que gozara fama de

ser precoz, pues entre los libros prohibidos estaban los mitos, historias griegas y las calamidades

acaecidas durante El gobierno de don Pedro el Cruel, y que constaba de cinco tomos. En la

entrevista de Gonzalo España precisamente Mújica se había aprendido el nombre de todas las
87

amantes, situación que escandalizó a la familia, al preguntarles qué significaba la palabra

“querida”. Lee hasta el tercer tomo y muchos de sus sentimientos buenos y malos existen en los

personajes y confusamente se reconoce en éstos. Ignora por qué le prohíben tales libros y Mújica

menciona que su desobedecimiento le causa la impresión inconsciente de culpa del perrito al que

han mandado no entrar a la sala y que lo hace, en efecto sobre su precocidad la autora asevera:

Goza fama de precoz, lo que le parece importante y la halaga. Un día estuvo a punto de

alcanzar gran éxito. Su mamá la encontró de cabeza sobre un texto y se enteró de que leía

una obra sobre mitología. Ya se retiraba sin atreverse a ordenar la suspensión de lo que

estimaba el estudio de una ciencia recomendada por el colegio, cuando Celina lo echó

todo a perder. Complacida del efecto que producía, decidió que la señora participara del

interés de la lectura y le dijo atropelladamente:

--¿Sabes? Es la historia de los dioses del Olympo. Júpiter estaba casado con Juno pero se

enamoró de Leda y se disfrazó de cisne. Es lo más divertido. (Mújica, 1949, p. 17)

Celina Ríos siempre que erraba en sus intervenciones, sobre todo cuando tropezaba con

un tabú que se ignoraba trataba de remediarlo, pero siempre fallaba, en esta ocasión la mamá se

apoderó del libro de Los dioses del Olympo para guardarlo bajo llave. En la entrevista que le

hace Aída Calero en la Cábala afirma que era devoradora insaciable de libros incluyendo los

libros prohibidos que tenía el papá en la biblioteca que por cierto se le hace mención como un

elemento muy fuerte en la infancia de Celina (Elisa). Pero en la entrevista con el señor Gonzalo

España, ella afirma también que reafirmó su pasión por la lectura el hecho de que también quería

destacarse entre sus hermanas por la parte intelectual pues según su madre ella era fea y sus

hermanas eran muy hermosas, veamos cómo le narra en la novela:


88

La chica experimentaba la necesidad de destacarse ante su padre. Se hallaba sometida a

una perpetua comparación con las lindas hermanas mayores, lo que la obligaba a buscar

un campo propio donde no ser eclipsada. Obtenía las calificaciones más altas en el

colegio y las amigas de la madre le decían:

-Tienes mucha suerte, Cristina. Adelaida y Enriqueta son muy bonitas. ¡Y Celinita, tan

inteligente! (Mújica, 1949, p. 27)

Hasta su madre Cristina expresó en voz alta lo fea que era su niña, cuando en una tarde en

su casa calentana, las visitaron las vecinitas Margot y Sofy. Unas niñas muy graciosas y

peripuestas que Celina admiraba y se quedaba lela viéndolas, Mújica así lo expresa:

Celina las admiraba en silencio, cuando los ojos de Cristina las abarcaron a las tres y dejó

escapar un comentario:

- ¡Pobre m’hijita!

Celina adivinó. La compadecía porque no era bonita. No dijo nada, pero se apartó.

Instintivamente comprendió que debía colocar un gran espacio entre las visitantes y su

persona. (Mújica, 1949, p. 47)

En la entrevista que realiza el señor Gonzalo España en el subtítulo “Una pluma fogueada

y festiva” ella también asegura que sus hermanas Cecilia y Genoveva, eran muy lindas. Las

amigas le decían a mi madre que las dos eran preciosas, pero que yo era muy inteligente. Por eso

toda la vida tuve complejo de fea “Las escritoras escribimos porque somos feas”. Ella señala en

la entrevista igual que lo hace en la novela Los dos tiempos como ya lo mencionamos en párrafos

anteriores que cada vez que lee, se hunde cada vez más en la lectura y su personalidad pasa a

segundo plano.
89

Cuando Celina y su familia se fueron a vivir a Bogotá estudió en un colegio de monjas

después de pasar por varios en los que era víctima de burlas por su procedencia. En la semblanza

que le hace Nadhezda a Elisa, ésta afirma que estudió en el colegio de la Presentación, regentado

por las hermanas de la Caridad, hasta los 14 años. En la novela Los dos tiempos así aparece

descrito:

La experiencia se repitió en varios establecimientos y la educación de Celina se convertía

en problema; cuando un colegio de monjas, son su aparato litúrgico de coros en la capilla,

volutas azules de incienso y calurosa armonía, la atrajo y retuvo. (Mújica, 1949, p. 42)

En la entrevista que le hace Aída Calero dice que Mújica aprendió a leer a los 4 años

y que esto le permitió su inicio en la escritura aunque tardó más de 30 años para producir. En la

biografía que le hace Monserrat Ordoñez en el texto Ensayos críticos sobre la Obra Narrativa de

Elisa Mújica afirma que escribía novelas en el colegio a los once años. Su primer cuento “Tarde

de visita”, apareció en El Liberal el 16 de noviembre de 1947, un texto de crítica social que no

incluyó en sus colecciones.

En Los dos tiempos narra la escritora que Celina empezó a trabajar a los 15 años cuando

su padre muere por problemas del corazón. El trabajo era en una oficina, y deja de escribir por

un tiempo y así se confirma en la entrevista que le hace Aída Calero “Lo que sucedió fue que

teniendo yo 15 años, cuando aún estudiaba, papá murió y tuve que comenzar a trabajar teniendo

que posponer la producción de mi obra” (1988, p. 68). En la obra Los dos tiempos Mújica así lo

señala: “¡Si ésta consiguiera empleo! Adelaida no obtiene éxito en las gestiones que inicia con

amigos. ¿Qué pueden ofrecer a una niña de quince años, carente de prácticas y conocimientos?”

(Mújica, 1949, p. 15). En otro apartado del libro la autora describe el hecho así: “Ha obtenido

por fin un nombramiento. Aunque los futuros patrones no desconocen su impreparación, quizá
90

por lástima que inspira la orfandad, se resignan (p.56). A pesar de esto vemos en la semblanza de

Mújica hecha por Sonia Nadhezda Truque, otra imprecisión cuando dice en la página 11 que ella

empezó a trabajar a los 14 años.

Con respecto a la incursión de Celina en la literatura es esencial la presencia de su amiga

Leonor, pues aprende tanto de ella que solo desea estar a su lado compartiendo. En uno de los

episodios señala que los días mejores de la semana son de lunes a sábado porque toma nota de

los libros que le oye citar a su amiga Leonor, a quien admira mucho. Los anota para leerlos

también. La escritora menciona que inconscientemente desea imitarla y repite sus frases con el

resultado de que la gente la mire, estupefacta aunque el doctor Garrido la crítica haciendo

comentarios como que algunas muchachas tienen ausencia de personalidad, pero a Celina no le

importa. Se siente subyugada y feliz, Mújica en efecto: “Pronto Garrido se atreve a hablarle de

ella misma. ¡Oh! No tiene ideas concretas. Golpean en su cerebro como pájaros locos. Ella

quería realizar algo grande, escribir por ejemplo” (Mújica, 1949, p. 62).

Ella empieza a tomar sus propias posiciones sin importarle el qué dirán, ve su realidad sin

velos, sin importar la transgresión o el sentido escondido de una historia envuelta en los pliegues

de los velos como dice Cixous. Esta capacidad de razonar hace que se acerque a la política,

cuando está en Quito por ejemplo, participa de las huelgas y de algunas tareas que le asignan. A

ella también se le ocurre hablar con las mujeres de los carboneros, en una época en que la tisis

acentúa en ellas la flexibilidad y el ardor de las porteñas. Celina al final de la obra es una mujer

dedicada a la academia, ha renunciado al deseo de permanecer atada a otra persona como lo dice

una religiosa a la que Mújica (1991, p. 5) le hace un breve homenaje con un texto titulado Sor

Francisca Josefa de Castillo:


91

Un punto en que si coincidió exactamente Sor Francisca Josefa con sus colegas de letras

y de hábito Santa Teresa y Sor Juana Inés, fue en su negativa a casarse. Su renuncia es

tajante como la de las otras y aún más desdeñosa: “por ninguna cosa del mundo sujetaría

mi voluntad a otra criatura”.

Su participación en política se fortalece con las conversaciones que sostenía con sus

amigas o con los señores que participan en las reuniones clandestinas. Estando en Quito por

ejemplo conversa con su amiga la revolucionaria Olga Aranguren que defendía a los campesinos,

ésta la invita a una casa en la que se hospeda con otras mujeres: Victoria Castro, Magda Urbina y

Sylvia Donato. Con ellas habla de la herencia de los tiempos remotos, de libros de arte, de

literatura marxista, de los versos de Gabriela Mistral que sirven para reconocer a las mujeres, las

obras sutiles y sabias de Pierre Louys y las dulcemente penetrantes de Rainer Maria Rilke, el

más amado de todos. También en la obra se trata el valor de la amistad con Teresa, Marta, María

y Pilar, por ello se nos hace raro que María Constanza Quiroz Ocaña diga en su tesis Mujer y

ciudad: Recepción y concienciación en Bogotá de las nubes, de Elisa Mújica; que Celina

conoció a las revolucionarias Nela Martínez y Luisa de la Torre porque en la historia éstas no

aparecen, en efecto:

La novela muestra los cambios y las transformaciones acontecidos en varios personajes

femeninos y proyecta la conciencia social y política adquirida por la protagonista durante

su estadía en Quito, lugar donde tiene la oportunidad de conocer a diferentes líderes

revolucionarias; entre ellas, Nela Martínez y Luisa de la Torre. (Quiroz, 2013, p. 26)

Las revolucionarias mencionadas en la historia y de las que Mújica hace sencillas

biografías son Olga Aranguren, Victoria Castro, Magda Urbina y Sylvia Donato. Esa realidad

política del momento, esa realidad oculta a través de los velos, se sigue apreciando cuando en
92

Los dos tiempos nos remitirnos al momento en que Elisa narra que Francisco Ríos se casa con

Cristina (padres de Celina), y aunque ambos están muy jóvenes él se debe ir para el ejército

porque a los 20 días estalla la guerra civil. Este es un enfrentamiento bélico donde los

participantes están generalmente formados por dos ejes políticos contrarios. Su característica más

común es que el conflicto armado se desarrolla en un mismo país, enfrentándose entre sí

personas de un mismo lugar (ciudad, pueblo o comunidad) defendiendo, usualmente, dos

ideologías o intereses distintos. En este caso él pertenecía al partido Legitimista porque influyó

en él la historia francesa y admiraba la revolución. Recordemos que los legitimistas, apoyan al

restablecimiento del reinado de la Casa de Borbón en Francia. Los legitimistas reconocen a los

Borbones desde 1830, como herederos del trono de Francia, en caso de que se restaurase la

monarquía en ese país. Por eso el papá de Celina en Colombia se identificaba con el partido

conservador y participó en las batallas de Gramalote, Lebrija, Peralonso, Palonegro, nombres

erguidos en las campañas y todos dentro del marco de su terruño. Con su gente, marcha de un

lado a otro y nunca olvidaría el triunfo de la batalla de Palonegro. De soldado raso asciende hasta

el de coronel y de cada sitio a donde llega envía sus cartas a Cristina. Todo esto nos muestra

como Celina estuvo sometida a la soledad, pues su padre siempre estaba ausente, sus hermanas

eran muy grandes para ocuparse de ella y la madre siempre estaba ocupada. Esa soledad con la

que creció Celina coincide con la de Elisa Mújica, pues en cada una de las entrevistas lo deja

claro. De esa manera ambas han participado de sus propias batallas: la inconformidad con el

destino que les tocó en Colombia, la participación en la revolución que fracasó en el Ecuador y el

desengaño que les dejaron algunos hombres. En el caso de Celina: Felipe Conde y Esteban

Figueres; todos dos fueron amores furtivos. En el caso de Mújica, ella renunció al matrimonio, a

la relación con lo vivo porque su destino lo tenía muy claro; sin embargo María Mercedes
93

Carranza, dice que ella fue el amor de juventud de su padre Eduardo Carranza, por eso ella la

llama Tía-abuela, y precisamente él hace la presentación de su libro Los dos tiempos. Ese

desengaño, no tener empleo, sentir la desconfianza de los que antes le habían dado trabajo y le

habían confiado la revolución, hizo regresar a Celina a Bucaramanga, al mismo barrio de misiá

Carmelita. Mújica así lo narra al final de la obra, pues Celina es ya una mujer con mucha

experiencia, una mujer madura que ha decidido sobre su destino y que superado la condena de

seguir parámetros establecidos por una sociedad machista, Mújica en efecto: “Pero a la vez sabía

que se había encontrado ella misma y que no necesitaba hacer concesiones en el futuro” (1949, p.

243). Piensa además que al regresar a su país tendrá mucho que aportarle aunque se haya

estancado en algunas cosas como la casa de misiá Carmelita que sigue igual, Mújica en efecto:“

Sólo ahora que se sentía fuerte y humilde, se hallaba en capacidad de entender su propia tierra y

ser útil” (p. 244).

Aunque la novela hace alusión a la guerra de los mil días que va desde 1899 hasta 1902,

la historia se extiende hasta después de 1940 porque se hace mención de la participación de

Celina y sus hermanas en una fiesta. En esta fiesta pusieron música de los cantantes del momento

(1924): “Por el senderito de la serranía”, “Ojos tapatíos” y “Cara sucia”. Más adelante menciona

que Leonor Alba recibía clases en la Escuela de Bellas Artes (1926), en la que obligan a las niñas

a leer mucho y a copiar modelos al natural. Situación que tenía alarmaba a la familia.

Luego en la segunda parte titulada El Mundo, Celina conocer de cerca La Revolución del

28 de mayo de 1944. Éste fue un levantamiento popular de Ecuador conocido como "La

Gloriosa", porque derrocó al presidente Carlos A. Arroyo del Río y permitió luego el ascenso de

Velasco Ibarra a la Presidencia, en efecto “el presidente que querían derrocar, Arroyo del Río,

cometía arbitrariedades y se vanagloriaba de ellas” (Mújica, 1949, p.134). Cuando hablaban de


94

José María Velasco Ibarra, la alegría los invadía. Éste ya había sido presidente de 1934 a 1935

“se hablaba a voz en cuello de la inminente llegada de Velasco Ibarra y al nombrar al

expresidente fugitivo, una sonrisa de desdén se marcaba en los labios” (Mújica, 1949, p.136).

La experiencia obtenida en las reuniones de Rodrigo Tolosa le permitió saber más sobre

la Gran Colombia, luego con Esteban Figueres, Juan Evangelista Blanco, Carlos Albarracín,

Enrique Malta y sus amigas revolucionarias supo de la traición, la manipulación, los ideales

inalcanzables pero también de la lealtad, el compañerismo y el afecto de una familia. Sus amigas

revolucionarias le recordaron esa familia sanguínea que había perdido con Cristina, Francisco y

sus hermanas que vivían muy lejos. Pero también le hacían desear la presencia de su amiga

entrañable Leonor Alba, quien murió en la historia precisamente el mismo día de Teresa de la

Parra, el 23 de abril de 1936. Si recordamos que la gran amiga de Mújica, a quien le dedicó la

novela fue la artista Carolina Cárdenas56, podemos afirmar que ésta no murió el 23, sino el 6 de

abril de 1936 de meningitis según la Biblioteca Luis Ángel Arango 57. La artista era hija mayor de

Marta Núñez de Cárdenas y de Germán Cárdenas Arboleda, oriunda de Popayán. Muy niña, sus

abuelos José María Núñez y Susana Pizano la llevaron a vivir a Londres. Allí adelantó sus

estudios de primaria y bachillerato. Regresó de Europa con el encanto de los "años locos", e

ingresó en 1928 a la Escuela de Bellas Artes, dirigida entonces por Roberto Pizano. Se rodeó de

intelectuales, poetas, bohemios y artistas. Esto generó murmuraciones de gentes que se

escandalizaron porque en la escuela se dibujaba a partir de un modelo desnudo. Como podemos

ver, todo esto coincide con la historia Leonor Alba, demostrándose así la habilidad de Mújica

para contar la historia y el destino de la mujer en Colombia con voz de mujer. Para ella escribir

56
Sólo en 1997, cuando se realizó la exposición "Colombia en el umbral de la modernidad" en el Museo de Arte
Moderno de Bogotá, se revaloró su obra. Pertenece ella a la generación que gestó el arte moderno en el país y que
permaneció olvidada durante cincuenta años. Fue recuperada, con varios de sus contemporáneos, en el estudio de
Álvaro Medina El arte colombiano en los años veinte y treinta.
57
Tomado de http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/diciembre1998/10803.htm
95

esta novela tuvo una lucha de costosa sinceridad porque le exigió hacer de la escritura el más

importante instrumento de indagación. Trató de expresar en ella su verdad femenina y humana.

2.2 Catalina y las nuevas representaciones de la mujer

Mújica después de haber publicado los dos tiempos en 1949, deja que transcurran 14 años

y escribe la obra Catalina (1963); en la que vemos a un personaje femenino muy joven, que

contrajo matrimonio bajo las condiciones de la época que en un momento dado se acerca a su

“yo”, se pregunta sobre las múltiples razones de su existencias, el objeto del matrimonio y decide

liberarse de todo lo que la ata con un afán desmedido. El texto está narrado en tercera persona.

La autora narra desde la conciencia del personaje, desde la perspectiva del personaje y no de la

propia. Se caracteriza la obra por tener un discurso expresivo porque es un modo no mediado. Es

más bien directo y dramático. En él el personaje habla por su propia cuenta sin que nadie lo

cuente por él. Es modo dramático porque los personajes, en este caso Catalina, con su voz, con

su hablar construye acciones y mundos. Dentro de ese discurso expresivo se presenta entonces

ese monólogo interior que participa de la forma de enunciación dramática, directa y personal con

las que se expresa todo el tiempo en primera persona.

Desea hacer con su tiempo cosas más importantes que esperar a Samuel Figueroa después

de un día de trabajo, o actividades diferentes a cultivar las plantas, hacer la comida y lavar la

ropa. Mújica nos narra cómo decide huir de la rutina y acercarse a las letras, aceptando la

invitación de integrarse a la tertulia que propone el doctor Bullón y que acordaron ser dirigida

por Ricardo Gómez, quien había estudiado Filosofía y Letras En Bogotá. Mújica cuenta que así

lo expresa Bullón: “de ahora en adelante te visitaré con más frecuencia-anunció-y traeré a
96

Ricardo Gómez. Formaremos una tertulia como hay en muchas partes, a fin de leer y comentar

libros. Es terrible estar metidos en un agujero como éste. Debemos buscar una salida para no

asfixiarnos” (1982, p. 59). Ella acepta encantada el proyecto y las horas dedicadas a la tertulia

darían sentido a su vida.

Manifiesta que sus amigos y ella olvidaban sus problemas personales para pensar en

otros, más altos. Está tan feliz que reitera la invitación a Ricardo para que olvide sus desalientos

y a Domitila que es aficionada a la lectura para cerrarle la boca a quienes estuvieran inclinados a

pensar mal por reunirse con otro hombre. En este sentido Beauvoir asevera que “la mujer en sus

proyectos se afirma concretamente como sujeto, y por medio de su relación con el objetivo que

persigue, con el dinero y los derechos que conquista, da pruebas de su responsabilidad”

(Beauvoir, 1949, p. 493). Mújica ha conocido el tormento de la llegada a la palabra oral, según

Cixous es el corazón que late hasta estallar, pero que al hacerse escritura, desde y hacia la mujer,

y aceptando el desafío del discurso regido por el falo, la mujer se asentará en un lugar distinto al

silencio. Saldrá de la trampa del silencio y la escritura le hará gozar la conquista de la palabra

oral en un vuelo vertiginoso y en un lanzamiento de sí, una inmersión según Cixous (1995, p.60)

ya que:

Volar es el gesto propio de la mujer, volar en la lengua, hacerla volar. Hemos aprendido

las mil maneras de poner en práctica el arte de volar y sus variadas técnicas, hace siglos

que sólo tenemos acceso a él mediante el vuelo, que hemos estado viviendo en un vuelo,

de volar, encontrando cuando lo deseamos pasadizos angostos, secretos, entrecruzados.

Así mismo Mújica cuenta que Catalina había leído las novelas de Carlota Braeme, de

Carolina Invernizio58 y María del Pilar Sinués59. También las había leído Rebeca Fernández

58
Era una escritora italiana de las más populares de novelas de serie a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX. (1851-1916).
97

Aguirre, parienta de su padre que “conocía el mundo”. Se reunían a comentarlas juntas y eso las

arrastraba a otras confidencias relacionadas con los hombres, ya que según catalina sabía

manejarlos. Además, ella sabía aludir delicadamente y sin herirle al vacío de su vida. Así como

las hermanas Francisca y Petronila, Catalina sigue confirmando su entusiasmo por la lectura

“María ejercía el poder de aquietarla cuando le leía “mientras la escuchaba leer, yo soplaba un

cañuto mojado en agua jabonosa para formar pompas” (Mújica, 1963, p. 102). Estos episodios ya

se habían mencionado, pero es importante traerlos a colación nuevamente para confirmar su

deseo de instruirse.

Su pasión por la lectura se complementaba con el de la escritura, y ese deseo de escribir

se plasmaba en la obsesión que tenía por heredar el escritorio de su tía política Catalina Torres,

bogotana, que viajó a París y allí encontró las armas intelectuales que le darían el poder de

liberarse y que en nuestra patria le era negado a la mujer. El fragmento anterior es utilizado en la

introducción y en otros apartados debido a la alta trascendencia que tiene en la historia.

Elisa Mújica presenta en esta novela a una mujer que también renuncia a su destino y se

expone a la exclusión por las decisiones tomadas, pero no sabía que tiempo después Helena

Araújo en un artículo titulado Dos novelas de dos mujeres, publicado en el dominical del

periódico El Tiempo con fecha: Marzo 26 de 1967, página 7 haría una crítica a su obra Catalina

comparándola con Ifigenia de Teresa de la Parra, la escritora venezolana, más destacadas de su

época porque expresó en su obra literaria el ambiente íntimo y familiar de la Venezuela de ese

entonces. Su novela Ifigenia, planteó por primera vez en el país el drama de la mujer frente a una

sociedad que no le permitía tener voz propia y cuya única opción de vida, según la sociedad, era

el matrimonio legalmente constituido. En el artículo aparece que uno de los planteamientos es

59
Fue una popular y prolífica escritora española de diversos géneros, que además utilizó el seudónimo de 'Laura'.
(1835 -1893).
98

que Ifigenia de Teresa de la Parra ( María Eugenia de 18 años, quien recién ha vuelto a Caracas

después de una larga estadía en Europa) representa una niñez y una adolescencia que

desembocan en el dilema de la incipiente madurez, que a su vez enfoca la disyuntiva

matrimonial; Catalina representa precisamente esa disyuntiva matrimonial dentro de un ambiente

provinciano viciado por los intereses, postulados, rencillas y mezquindades que ruedan por sus

dedos como las cuentas del rosario de rutinas. Una disyuntiva matrimonial que desemboca en

una infidelidad, con el deseo de amar a quien ella quiera, sin miedo, sin remordimientos. Para

Maruja Vieira: “Catalina surge con el mismo gesto entre desafiante y burlón de la pecadora de

Inés de Hinojosa, sin la connotación histórica de Nicolasa y Bernardina Ibáñez, pero reclamando

su sitio entre las heroínas de la novela colombiana” (1988, p. 140).

Y cuando hablamos de ser una mujer que reclama su sitio en la historia de la novela en

Colombia, lo hacemos para hacer énfasis en ese espacio propio, en ese destino propio al que

alude también María Mercedes Jaramillo (2007, p.69) en el texto El precio de la autonomía en el

que hace alusión a este mismo punto diciendo:

La obra narra la trayectoria de un personaje atípico en busca de un destino auténtico y un

espacio propio en una sociedad en crisis. Es una novela con temas políticos y sociales que

sin embargo indaga en la educación femenina, en las relaciones familiares, en las

obligaciones que ocupan las mujeres, en sus intereses, en las relaciones amorosas, ella

cuestiona la maternidad y el matrimonio como la única alternativa para las mujeres y

plantea otras opciones al destino personal y al rol de la mujer en el mundo.

Y se afirma todo esto sobre la historia, la política, lo social porque en Catalina se habla

de las guerras del momento y cómo éstas afectaban a las mujeres, al dejarlas solas, esperando la

llegada de un soldado que poco ganaba para mantenerlas. Por una situación similar a la de
99

Catalina y María Corazón pasa Cristina, la madre de Celina en la novela Los dos tiempos. El

esposo de Cristina desde los 20 años participa en algunas guerras que coinciden con las

nombradas en Catalina: Palonegro en la que luchó Samuel, el esposo de Catalina, al lado del

general Uribe y junto al soldado Pontón quien siempre se mostraba compasivo con los heridos al

recogerlos después de cada batalla, y a quien Samuel seguía por obligación. Sobre todos estos

hechos reales la autora menciona también en la página 29 de la obra Catalina, que el estado de

Panamá acababa de separarse de Colombia y que Samuel aprovechando su condición de

abogado, en uno de sus discursos invitó a la unión argumentando que hace mucho Bolívar la

predicó, por eso, en el siglo de las luces y el progreso deberían trabajar para alcanzar su ideal.

Este episodio reafirma una vez más la habilidad de la escritora para ubicarnos en la época. Con

respecto a esto María Constanza Quiroz Ocaña en la tesis Mujer y ciudad: Recepción y

concienciación en Bogotá de las nubes, de Elisa Mújica dice que Patricia Aristizábal en el texto

Panorama de la narrativa femenina en Colombia en el siglo XX (2005), destaca que “ la novela

Catalina, cronológicamente corresponde al año de 1902, cuando acababa de terminar en

Colombia la Guerra de los Mil Días” (Quiroz, 2013, p. 29); parece que Aristizábal tomó este

dato de manera literal de la novela, ya que allí, Mújica narra “en las últimas semanas de 1902, mi

novio tuvo que ausentarse varios días. Fue entonces cuando recomenzamos las reuniones

políticas” (1963, p. 28); pero si tenemos en cuenta elementos que ya hemos enunciado como la

convención de Ocaña que se dio entre el 9 de abril y el 10 de junio de 1828 y la participación de

Bolívar en ella cuando pasó por Bucaramanga, además de la muerte de Simón Bolívar en 1830

que puso muy triste a María Corazón, y la mención que se hace de la fundación “La Culebra Pico

de Oro” del Estado Soberano de Santander en 1864, podemos concluir que Catalina se desarrolla

entre 1820 y 1940 si tenemos en cuenta las tres generaciones: María Corazón y Tomás Aguirre
100

(abuelos-primera generación); Lorenzo Aguirre y Matilde Vélez (padres-segunda generación) y

Catalina y Samuel Figueroa (Nieta e Hija con el esposo-tercera generación).

Estos datos históricos mencionados en la introducción de esta tesis y en otros apartados

encontrados, se fortalecen con la participación del personaje María Corazón quien reconoce que

ya no habría paz en la República después del libertador, pero que al menos ella había logrado ser

feliz por la intervención del Bolívar en su matrimonio. Luego de la muerte de Bolívar nos narra

la autora a través de María Corazón como a un guerrillero lo fusilaron al pie de la ceiba de la

plaza, siendo éste uno de los tantos actos que endurecieron la guerra. La mención de Simón

Bolívar en la obra como un personaje casual que tuvo una relación directa con Tomás Aguirre, el

abuelo de Catalina, nos permite deducir que la autora lo hace teniendo en cuenta el paso del

libertador por Bucaramanga en 1828, después de dirigirse en 1826 investido de gloria y de poder

hacia la Gran Colombia.

Así mismo, Mújica menciona en la obra la matanza de los alemanes en Bucaramanga a

manos de artesanos. Con respecto a esto Ana Cecilia Ojeda en el texto Catalina en perspectiva

dice que 5 años después aparece Gabo hablando de la masacre de las bananeras, pero realmente

fue en 4 años porque la obra de Gabo se publicó en 1967. Ojeda menciona también que quince

años después aparece Pedro Gómez Valderrama con los pormenores de la migración alemana a

Santander y el movimiento resultante generado con el de artesanos “Culebra pico de oro”.

Mújica hace alusión a este episodio diciendo: “asesinaron a los alemanes frentes a sus

almacenes, y dejaron los cadáveres clavados al pie de las puertas” (1963, p. 126). Según Mújica

nadie salió durante tres días, los bandidos querían acabar con todos los extranjeros en

Bucaramanga y cuando lo hicieron regresaron al monte.


101

Otro episodio mencionado es cuando el pueblo estaba descontento con el gobierno y por más que

el General Reyes tratara de aplastar las conspiraciones; la gente se mataba por 5 centavos.

Cuando revisamos el dato desde la historia comprobamos que Reyes fue un político, explorador,

comerciante y militar colombiano. Fue también Presidente de Colombia entre 1904 y 1909.

Si seguimos analizando la obra podemos decir que Mújica fue la primera en hablar de una

mujer pequeña que se consumía del dolor, a la espera de su hijo. Gabo lo hace cuatro años

después con Ursula Iguarán; Mújica en efecto: “María Corazón era una sombra vestida de luto.

La sacaba a tomar el sol al primer patio de la casa grande, sentada en una butaca de mimbre y

tapada la cara con un pañuelo blanco” (1963, p. 85).

Esa paz que tenía María Corazón llena de dulzura y silencio en la senectud, es una

descripción que inmortaliza su figura. Catalina en otro episodio consolida la figura de su abuela

cuando se refiere a ella como una miniatura de ojos verdes. Y siguiendo con los episodios reales,

Mújica menciona que Bolívar se enteró sobre el embarazo de María Corazón y de manera sutil

le dice a Tomás Aguirre, abuelo de Catalina “… ¿no piensa casarse con la muchacha? (1963, p.

87). Después del matrimonio tienen un hijo llamado Lorenzo, éste se va para Venezuela después

de la muere de su prometida y regresa 18 años después. María Corazón de tanto esperarlo estaba

paralítica y medio loca. Los niños jugaban alrededor de ella y no los sentía, parecía encogida,

más pequeña de lo que era. Es un personaje que empequeñece más de lo que es, traspasada por el

dolor; y ya tan vieja no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor, como pasa con Ursula

Iguarán que al perder la cuenta de sus años; sus tataranietos jugaban con ella como si fuera una

muñeca, y se murió, tan sola como vivió.

Si continuamos analizando la obra desde el personaje, vemos como Catalina siendo una

niña identificó todas esas costumbres que le han sido transmitidas a las mujeres como: esperar
102

paradas junto a la ventana a que el novio llegara y atenderlo a la entrada del hogar, de creer que

las mujeres no eran aptas para manejar una finca, de no poder separarse porque era un pecado

ante Dios, de ser libertinas si se salía del pueblo a recorrer el mundo, de contraer nupcias antes

de los 16 años, de pertenecer obligatoriamente al partido político de los padres. En este caso

Catalina fue liberal como su padre y rechazó siempre la filiación conservadora de su madre.

La salvación para Catalina estaba siempre en la conversación consigo misma. Allí en su mundo

imaginario, con su otro yo podía hablar también sobre su madre y los genios tan distintos que

tenían las dos, lo que hacía que no se entendieran. Reconoce que siempre la criticaba en silencio

porque detestaba su aire satisfecho, su elegante saya negra, su mantilla de blonda, su cara

salvada, y no sabía por qué milagro no envejecía. Tuvo un tiempo en que había rezado para

conseguir que envejeciera. Pensaba sobre su belleza que no mostraba ninguna tacha.

De esta manera Catalina habla a través de su monólogo interior sobre no amargarse por lo

que no tiene, de no permitir que la voz de su madre arañe viejas heridas. Así habla una y otra vez

sobre todo lo que le preocupa, sobre lo que le hace feliz como el cuarto llamado el gabinete, en el

que se distraía y soñaba con escribir, gracias al escritorio heredado de su tía política Catalina

Torres. En cuanto a Mújica, la escritora que se expresa a través de sus personajes, reconoce que

escribir le ha permitido tener un lugar en la historia; lástima que el lenguaje de sus compañeros y

amigos de alguna manera la sigue excluyendo; Eduardo Mendoza Varela por ejemplo, en el texto

Elisa Mújica en la Academia Colombina la trata de escritor cuando pudo haber dicho escritora

como lo quería ella misma, pues ya mencionamos en la entrevista que le hizo Calero que ella

aseveraba que el sexo se debe notar en la escritura. Mendoza señala su condición de escritor

cuando habla sobre el trabajo que ella hace inspirado en Mutis: “Elisa Mújica ha sido uno de los

“pocos escritores colombianos” que ha asumido en una medida que sobrepasa a la nota o al
103

artículo ocasional, la tarea de difundir popularmente, el nombre de don José celestino Mutis”

(Mendoza, 1988, p.120).

Sobre el valor de reconocer a Mújica como escritora y a la novela Catalina como una

nueva representación de la mujer que rompe con una tradición literaria en Colombia de novelas

sobre mujeres escritas por hombres, vale la pena traer a colación nuevamente el análisis hecho

por Helena Araújo en el artículo Dos novelas de dos mujeres publicado en el periódico El

Tiempo. En este artículo compara la novela Ifigenia de Teresa de la Parra con Catalina de

Mújica. En 1924 Teresa de la Parra había ganado con Ifigenia un concurso de novelas, y aunque

Araújo afirma que Ifigenia es más novela que Catalina por la extensión y la forma que no

admiten comparación porque la venezolana es sensible y barroca en la realización. También

asegura Araújo que en contenido Mújica va más allá por el planteamiento lúcido de una

problemática: la de la condición femenina y lo sustenta con el episodio en que Catalina pierde el

bebé y es declarada estéril, ya que esto hace que la consideren fallida en cuanto mujer, pues no

sirve para lo que habría de servir. Mújica proyecta en ella, no sólo el interrogante biológico,

mítico, histórico, de la condición femenina, sino la presencia de una evolución liberal de las

ideas precisamente en torno a la condición femenina. Pues en Catalina inicia Elisa Mujica el

camino que ha de recorrer toda mujer para transformarse de objeto en sujeto de cualquier

conglomerado aunque el personaje no lo logre. Esto hace según Araújo que Ifigenia, novela de

alcance literario quede atrás y siga adelante Catalina novela de alcance social (Araújo, 1967). Sin

embargo no estamos de acuerdo con lo planteado por Araújo cuando dice:

Si Elisa Mújica logra eludir el costumbrismo, no logra eludir una tendencia al diario

sentimental que, sumada a su apego por lo circunstancial y a su carencia de análisis, la

precipita en una noria de la que no alcanza a salvarla ni la leyenda de su heroína. Como


104

ella, Elisa Mújica se anega en un limbo que la mantiene al margen de su propia identidad.

Como ella, Elisa Mújica “no sabe qué le falta” para realizarse. Le falta para realizarse ese

trayecto que ha de recorrer para transformarse de objeto en sujeto de un conglomerado.

(1967, p. 2)

Si vamos más allá del análisis de Araújo podemos decir que Catalina desde su niñez fue

un objeto de las circunstancias y de las gentes, de la historia, de lo familiar y social; y no

adquiere cierta capacidad de subjetivización solamente cuando da el paso-así reflexivo- de tomar

un amante como lo dice Araújo, pues pareciera que Araújo se olvida de innumerables momentos

en los que ella puso de manifiesto su capacidad reflexiva, entre ellos tenemos: no pertenecer al

partido político de su madre, no contarle a su amiga los pormenores del matrimonio, descubrir

por sí misma la deslealtad de Rebeca Aguirre a quien consideraba chismosa, rebelársele al doctor

Bullón, querer arreglarse de una manera que le impresionara a Samuel a pesar de no ser alta,

vengarse de Samuel cuando va para la finca gritándole que en las alforjas va un corte de seda

para Emilia pues eran inútiles los reclamos, formar una tertulia con Ricardo Gómez, desear el

escritorio para escribir y desear viajes que la llevaran fuera de ese lugar para conocer otros

mundos. Las tertulias además le dieron sentido a su vida, los puntos de vista al sacerdote sobre

diferentes aspectos de su vida la fortalecieron, hecho que por cierto indignaba al sacerdote,

cuando reconoce que pierde los pocos años buenos que le quedaban sacrificándose entre otro.

Todo esto hace que refutemos la idea de Araújo cuando afirma que cualquier posibilidad de

individualización en Catalina era apenas promisoria.

Cabe resaltar además que la actitud del personaje va más allá de los límites que tenían las

mujeres para escribir de los años veinte a los sesenta, y que ese deseo de pasar de objeto a sujeto

si se cumple; si tenemos en cuenta a esa Catalina que había aparecido en el año 1929 como
105

personaje de la novela Hados según Jana Marie DeJong en el texto Recuperación de las voces de

una década: feminismo y literatura femenina en los años veinte. La novela Hados fue la única

que se conoció de Isabel Pinzón de Carreño, firmada con el seudónimo Isabel de Montserrate,

ella tomó abiertamente la bandera del feminismo. Fue una obra publicada hacia el final de la

década (1929) en los Estados Unidos. Esta novela reflejó las experiencias feministas de su autora

en Colombia, Europa y Estados Unidos porque reunió las preocupaciones de las mujeres

colombianas sobre la sociedad tradicional religiosa, la sociedad modernizadora y progresista.

Esta obra es una muestra de las contradicciones y confusiones que rodearon al feminismo de

esos momentos. Catalina la protagonista al viajar a un convento en Francia, se enamora de

Ludovico, el hermano de su amiga. Se separan cuando Catalina se va de viaje y éste entra al

servicio militar. Con el comienzo de la guerra, Catalina regresa a Francia para ayudar en el

convento ahora convertido en hospital donde descubre la supuesta muerte de su amado. Catalina,

acompañada por su hermano, vuelve a Colombia. La madrastras lucha por casarla y ella se libera

de esta situación por los beneficios de tener un empleo y una educación adecuada. Viaja mucho y

se dedica a escribir artículos y cartas sobre la importancia de la educación para la mujer, pero a

pesar de esta actitud feminista, la meta de Catalina sigue siendo la de casarse con Ludovico, ya

que descubrió que no había muerto en la guerra. Se encuentran varios años después y se casan.

Ella cumple así con el deseo de ser la compañera que todo hombre necesita para ayudarle a

realizarse o hacerse célebre. Según Catalina el própostio de su educación y trabajo es ser una

compañera más adecuada para el hombre y ayudarle a él a tener éxito en la vida. (DeJong, 1995,

pp. 18-21)

Como vemos esa Catalina de Hados está llena de contradicciones, habla de trabajar y

estudiar, pero también de ser la herramienta para que un hombre sea mejor, sin embargo, se le
106

reconoce que de esta manera inicia el Movimiento feminista en Colombia, los críticos y analistas

comienzan sus historias con los años treinta, época en que realmente se emprende la

colaboración entre los feministas para crear un movimiento a escala nacional. DeJong señala por

ejemplo como en diciembre de 1930 se realizó el IV Congreso Internacional Femenino en el

Teatro Colón de Bogotá a pesar de las contradicciones en los ideales del movimiento que son

señalados claramente en Bogotá de las nubes y que veremos en el siguiente subtitulo.

Terminamos este apartado diciendo que Catalina ha protestado contra todo lo que la ha

sometido, el mundo se le viene encima y termina llorando mucho, pero no lo hace por la muerte

de Giorgio y Samuel. Lo hace por una muchacha borrosa y desprevenida que aceptó un destino

impulsada por su madre, que después de ver lo que era el matrimonio renunció a seguir siendo

excluida encerrada en una casa, esperando a un hombre; y se enfrentó a la condena por

transgredir las normas legalmente establecidas amando a quien quería y participando de la

lectura que le permitía evadir su realidad por momentos. Esa condena social la exilia en Bogotá y

aunque llora por esa muchacha que fue, no llora por la mujer que es ahora. Esto nos permite

entender que para ella es muy claro su paso de objeto a sujeto, pues entre sus principios ya no

están: la modestia, la virginidad y la sumisión que aparecen en la página 30 como condición para

ser feliz y agradar a su marido.

2.3. Mirza la consumación de la mujer nueva

En la novela Bogotá de las nubes (1984) publicada veintiún año después de Catalina,

nuestro objeto de estudio. Se ha utilizado también el racconto como estrategia narrativa, pues

vemos que la obra inicia con el final, en este caso, con la misma mujer vieja y enferma que
107

aparece al final: Mirza Eslava. En ella está esa mirada retrospectiva, que le permiten recordar la

tela azul sembrada de ramitos de plata, que le enseñaron en un almacén cuando era apenas una

niña. A la lunareja el recuerdo la conduce hasta depositarla en las manos cariñosas de doña

Mónica, que cose a su niña un traje para que vaya a visitar a Gala y Natalia. La escritora

encuentra en el racconto la forma de ir y venir en la vida de Mirza todas las veces que lo desea.

Esta vieja mujer que aparece al inicio se encuentra en mucho silencio en su casa. Su

fijación se remonta al tiempo en que la metieron presa. Mirza era hija única de don Alejandro y

doña Mónica. Recuerda que llegó a Bogotá a las seis de la tarde y al bajarse del sufrido

armatoste que la había transportado en unión de sus padres, recibió los besos cariñosos de dos

señoras con pieles en los cuellos y solapas de sus abrigos. Recuerda también que se avergonzó de

ser una calentana.

La novela está narrada en tercera persona, y en algunos apartados se logra identificar que

la narración es continuada en primera persona por distintos personajes: un hombre; en este caso

Augusto Pallares (Dueño de la librería a la que ella acudía cuando estaba pequeña, dueño de la

Editorial El Ciprés, jefe de trabajo de Mirza y a la vez su prometido en un momento de la obra;

aunque estuviera muy viejo). Estos apartados están en la versión impresa que se hizo para esta

tesis en las páginas 27, 28, 29,49 y 130. Narra en la página 50 también una mujer, aunque no se

identifica, parece ser la misma Mirza, Ligia o una miga porque dice “nuestros novios”; y en las

páginas 51 y 52 habla de su situación con las amigas. En la página 101 narra Ligia, en la 104 y

105 narra Daniel Irigoyen en la página, en la 134 Alfonsina (segunda esposa de Calixto) y en la

135 narra Leonel (hijo de Calixto). La narración pasa también por cambios muy bruscos, es

difícil seguir la secuencia de la historia. Es una constante en la narración mostrar a Mirza

recordando desde la iglesia, son más de 8 episodios los que se narran utilizando esta figura del
108

Racconto. Es por esto que Gustavo Cobo Borda dice que Mújica incurre en el pecado por

excelencia de querer ser moderna y solo logra una narración confusa con discontinuos

fragmentos temporales, con enredadas madejas que atrapan a personajes como Gala Urbina, y

plantea que “el hilo central-la vida de Mirza-se pierde, del todo, entre los recuentos sobre su

familia política, que amparándola como huérfana intenta moldearla a su antojo” (Truque, 1984,

p.131). Al mismo tiempo Cobo reconoce los esfuerzos de la autora por expresarse

adecuadamente diciendo “el marco ha sido trazado con una honesta y delicada escrupulosidad

[…] sitúa esta iniciación vital, esta novela acerca de la formación de una mujer, entre nosotros,

dentro de un logrado rosario de observaciones y anécdotas sobre la evolución de Bogotá”

(Truque, 1984, p.130). Cobo admira en ella la capacidad de construir otro eslabón más del tejido

sólido que ata el pasado con el presente a través de reminiscencias de esta índole, en efecto” con

gracia y encanto, con dolor indudable, ella nos lo ha recordado, desde este confuso presente. Sus

ojos miran hacia atrás pero la validez de su análisis reclama la continuidad necesaria” (Truque,

1984, p. 136).

En cuanto al tiempo en que se desarrolla la historia, Gustavo Cobo Borda dice: “son los

años 30, hay reinados de estudiantes y en el teatro Colón […]la niña, además tiene un gran lunar

que le cubre parte de la barbilla y el cuello” (Truque, 1984, p. 129). La década señalada por

Cobo corresponde realmente a la llegada del escritor Arguedas a Bogotá “A principios de 1930,

cuando llegó a Bogotá el escritor Alcides Arguedas, acostumbrado a pasar la mitad de su vida en

París, asistiendo a conciertos, escuchando conferencias, visitando museos, alternando con lo más

granado” (Mújica, 1984, p. 37). Este autor confunde el inicio de la obra con los años 30, cuando

realmente la obra inicia en los años 20. La obra señala que en 1920 se había caído el balcón
109

hecho con arabescos de hierro forjado. Este balcón fue mandado a hacer por Marco Fidel Suárez

y en él se había subido Mirza recién llegada a Bogotá para ver una procesión, en efecto:

Alumbraba el sol de 1920 y en Bogotá todos se conocían. Los tranvías eléctricos

efectuaban un largo recorrido: de la plaza de Bolívar a la estación central de Chapinero,

qué lejura; otros continuaban por el camellón hasta la Alameda. Allí trepaba al

bamboleante artefacto un anciano que no mostraba inconveniente en utilizar ese medio de

locomoción, no obstante ocupar en ese momento el cargo de presidente de la república.

Se llamaba Marco Fidel Suárez y era antioqueño e hijo natural de una lavandería. Los

ricos bogotanos no le perdonaron que se conservara fiel a su origen humilde y que para

colmo fuera beato y académico. El jefe conservador y el liberal, Laureano Gómez y el

segundo López, se aliaron para expulsarlo de la presidencia. (Mújica, 1984, p. 43)

El narrador señala también que Mirza en ese momento está en la Universidad y si Marco

Fidel Suárez fue presidente entre 1918 y1921; entonces la historia inicia después de 1918 con la

llegada de Mirza a Bogotá. Tenemos en cuenta también que en la narración, Augusto Pallares

recuerda haberse arruinado con la librería y la editorial El Ciprés en la década de 1910 y Mirza

recién llegada también la frecuentaba para admirar los cuentos ilustrados. Se menciona

nuevamente la década cuando Mirza recuerda al amigo de Castell y Gallo. Un revolucionario de

apellido Velásquez “Por los años 50, a Juan Velásquez le echó mano la policía franquista al

cruzar la frontera hispano-gala, en virtud de un denuncio sobre que en su pasaporte se exhibía el

visado ruso” (Mújica, 1984, p. 57), luego se mencionan los años setenta para demostrar que si a

Velásquez le hubiera pasado eso en esa época, la misma España lo había condecorado por su

contribución a las buenas relaciones entre los países. Podemos concluir que la historia

corresponde a la década antes de 1920 y a la década después de 1970.


110

Una niña de nueve años que después pasa por la Juventud y la vida adulta, en efecto Mújica

“Mirza Eslava tiene 9 años y el papá Alejandro nos resiste la tentación de iniciarla en los

misterios que las compañías españolas de dramas y comedias escenifican en el Colón” (1984, p.

22). De su infancia podemos afirmar que adquirió conocimientos gracias a su padre don

Alejandro quien la llevaba al teatro: La Compañía de doña María Guerrero y don Fernando Díaz

de Mendoza quienes proporcionaban noches de gloria a los bogotanos y les enriquecía el léxico

cotidiano.

Ella misma visitaba la librería de la calle 12 en la que compró su primer cuento de los

hermanos Grimm, los cuentos de Pinocho iluminados por Bartolozzi. El dueño Augusto Pallares

será precisamente uno de sus amantes en la vida adulta, quien la utiliza aprovechando que es su

secretaria, pero podría ser también que de una manera muy delicada la novela propone a una

Mirza que usa su inteligencia para crear situaciones de afecto con el sexo opuesto, ya que su

apariencia física le limita demasiado. El contacto con los hombres se lo permite su trabajo, en

efecto Mújica:

Tío Calixto se tomó el trabajo de salir de casa, suspendiendo por unas horas la redacción

de su famosa obra, para ir a visitar a Augusto Pallares, gerente de la recién inaugurada

editorial El Ciprés. Confiaba en que su amigo, quien le había vendido en su librería tantos

libros de consulta, no lo desairaría ahora, y bien por el contrario atendería su

recomendación de nombrar a su sobrina Mirza en el cargo de secretaria que se hallaba

vacante. (1984, p.128)

Su infancia se ve influenciada también por la cocinera Ana María de ojos zarcos y 50

años de edad, quien le cuenta historias a Mirza mientras están los tamales. Le hablaba de las

andanzas de Pedro Urdimales, de Mano Conejo, de los secretos familiares. Ana María sentía
111

placer cuando mencionaba al diablo en sus cuentos y no cedía a nadie el placer de asustar a

Mirza con el cuento de María Mándula, que volvió de la otra vida a reclamar a la cocinera

profanadora de sus asaduras, que se las devolviera en la sepultura. Esta inquietud por las

historias, por las letras se fortalece con el estudio. Ingresa en un colegio de monjas y revive su

estadía cuando estando vieja otra vez en la historia, y arrodillada en la iglesia, se acuerda cuando

las compañeras desafiaban a Sor Matilde con la falda arriba de la rodilla. Ella no lo hacía porque

era muy juiciosa, la mejor. Aunque también recuerda que Sor Matilde por error la llegó a llamar

Esclava por Eslava. La novela enfatiza en que a Mirza mira acusadoramente a las portadoras de

sonoros apellidos y tampoco le gusta su apellido, para acabar de ajustar una condiscípula

intencionalmente la llamó "esclava", mientras reía la clase entera para celebrar la broma. Natalia

la amiga de Gala Urbina había afirmado que su nombre derivaba de una esclava y Mirza se hace

la desentendida, ella antes le había dicho a Gala Urbina que tenía nombre de reina. Cuando ya es

una mujer adulta, Mújica hace énfasis en su condición:

La lunareja, de raza blanca, de raza india, de raza negra, acaballada en dos mundos, en

dos tiempos, se limita a comprobar a cada paso que en ninguno encaja. Se retira de ambos

con las manos vacías, sin apartar el corazón de los relicarios de cristal de roca, de los

bustos de San Juan Gualterio, de los frescos de la escuela florentina de los siglos XV y

XVI, de la Palla dorada de San Marcos, pero a la vez sabiéndose ausente, conminada

desde siempre a ser ajena. (1984, p.108)

Como mujer de clase media igual que Celina llegó como desplazada a una Bogotá con

más desarrollo urbano y luz eléctrica. A ella le sorprende esto. Con carencia de recursos Mirza

intenta construir una relación, a veces muy forzada entre la vida privada (compañeras) y la vida

pública (la suya). La estadía en el colegio de monjas en las que estudian las niñas de mejor
112

familia de la ciudad le ha obligado a sobrevivir como puede y esto la induce al robo, ya que en

varias ocasiones el narrador menciona como siente la necesidad de tener plata, consigue algo y lo

invierte en bombones para vender en el colegio. Esto se hace una constante porque nadie le

reclama. Más adelante en la historia se aclara que le roba a la vecina del tercer piso, a Mayo, la

vieja que presta plata a interés y que a veces deja por descuido abierta la puerta de su cuarto, y en

la consola los centavos de las vueltas. Nadie lo sospecha y con el dinero sigue comprando

chocolates coloridos para sorprender a sus compañeras pues con ello no mima su gula sino la de

sus condiscípulas.

Sus actos al mismo tiempo perjudican a Petra, la sirvienta. En otra ocasión extrae a

escondidas del baúl de doña Mónica, una gruesa cadena de oro de la que pende un guardapelo en

forma de trébol para sorprender a sus amigas. Las condiscípulas de Mirza, insoportables y

grandullonas se ríen con todas sus fuerzas. Ella sigue haciendo grandes esfuerzos para encajar y

habla sin acento calentano y demuestra resistencia física en los juegos violentos.

Debido a su deseo de tener dinero se hace mención de la admiración que le causaban las

vitrinas repletas de joyas en la "calle 12" desde que llegó a Bogotá. Los anillos de solitario y los

collares de esmeraldas parecidos a los que habían comprado allí mismo doña Clemencia de

Caycedo, la orgullosa matrona que se sentaba en el templo en sitial más elevado que el del

propio virrey, fundadora del colegio de La Enseñanza. Ya habíamos hecho mención de

Clemencia en el primer capítulo porque ella creó el primer plantel con que se contó para la

educación de las niñas. Mirza menciona también a Manuelita Sáenz, que buscaba aliadas verdes

y brillantes para encandilar todavía más al enamorado Libertador.

En 1934 cuando la Universidad Nacional les permitió ingresar, ella no se benefició con la

medida. Correría bastante agua bajo los puentes para que lo fueran las de su clase. A ella le tocó
113

en cambio ser de las primeras que trabajaron en las oficinas públicas. La época del ostracismo

femenino en ese campo se encontraba lejana, ya las labores regularmente remuneradas y

realizadas fuera de casa no eran reservadas exclusivamente a los hombres. Las mujeres se abrían

espacio en todos los ámbitos y se señala en la historia que algunos escritores participes de ese

falocentrismo de la época no lo vieron bien, pues el espacio domestico también llegaba a las

oficinas

Con razón murieron casi de tedio don Tomás Carrasquilla y don José María Cordovez

Moure, estragados durante cuarenta años de vida burocrática, por las alambradas de los

expedientes, las barricadas de los libros de registro y las trincheras de los copiadores.

Entonces las oficinas públicas aglomeraban polvo, telarañas, mamotretos, escritorios

monumentales colocados lejos de la luz, anaqueles altísimos poblados de volúmenes que

nadie consultaba, humedad y polillas. Fueron las mujeres quienes, desde su ingreso en el

predio prohibido, lo transformaron con su sola presencia. ¿En qué lo convirtieron? En lo

único que conocían: en ambiente doméstico. (Mújica, 1984, p. 24)

El mismo narrador afirma que para las mujeres de la generación de Mirza, nacidas en un

panorama de manteles de crochet y de punto de cruz, el experimento de trabajar fuera de casa les

supo más a sacrificio que a proeza. No se lo confesaron a nadie, pero adquirieron desde entonces

una mirada entre afligida y tierna. Las diferenció sustancialmente, lo mismo de sus antepasadas,

las de crinolina, que de sus sucesoras, las de pantalones. Constituyó su distintivo.

Exclusivamente les pertenecía a ellas, las pioneras, las iniciadoras, las que escasamente llegaban

a la adolescencia cuando asumió el poder el presidente Olaya.

Todas habían ingresado sin proponérselo en una especie de secta en la que se

comprometieron a guardar la misma regla y a pronunciar los votos de pobreza, castidad y


114

obediencia, solo que a medias. Aunque claro está que muchas se casaron, no perdieron la

tendencia a usar como un hábito el imprescindible traje sastre azul, gris o marrón, combinado

con blusitas blancas, celestes o rosadas. Otra indumentaria hubiera sido mal vista en ese tiempo.

Entre ellas se reconocían a distancia. Al cabo de los años volvían a encontrarse y se repetían:

"¿Tú también trabajaste en esa oficina?". "Pero claro, si fui de las primera “Estas manos

engarfiadas por el reumatismo copiaron a gran velocidad y sin un error de repisado y

mucho menos de ortografía las actas de la fundación del banco, el convenio para

estabilizar los precios del café y el proyecto de conversión de la deuda externa” (Mújica,

1984, p.26)

Mirza hace parte de este fenómeno y logra ser secretaria de Augusto Pallares por el tío

Calixto y de César Castell por Bernardo Gallo. Con este último se presentó cada tarde en el

quinto piso del edificio Cubillos, donde funcionaba el comité de inmigrantes fundado por César.

Allí se dedicaba a copiar las cartas de propaganda que él le dictaba. Con ambos sostuvo

relaciones amorosas. Es así como Augusto lo narra:

En Bogotá trabajaba en la editorial, antes de que circunstancias adversas me obligaran a

hacer lo que ya he dicho. Desde entonces han pasado los años. Pero todavía no es tarde.

Mirza ignora que el lunar, ese defecto que tanto la humilla, a mí me atrae. Gracias a su

imperfección física puedo perdonarle su juventud que contrasta con mi ya no madurez

sino franca decadencia. (Mújica, 1984, p. 28)

Luego trabajó en una editorial y llegaba tarde a la casa porque se quedaba hasta tarde con

Castell. Sus encuentros con César se quedaban en el ademán, en la actitud, en las frases de

fachada sin contenido de verdad, como habría escrito el autor antioqueño, Fernando González
115

“se trataba de monedas falsas para amasar sueños con que se alimentaban” (Mújica, 1984, p. 42).

Augusto así lo sigue confirmando:

Cuando el pueblo bogotano comprendió al fin que no existía en la realidad la democracia

tan cantaleteada, barrió lo que halló a su paso el 9 de abril.

Claro que Mirza Eslava, mi secretaria privada por esas calendas, y a quien casualmente

he vuelto a encontrar ahora en Madrid, aún no me perdona mi fuga aunque pregone lo

contrario. Sin embargo, para mí lo mejor era cortar por lo sano. Todavía me felicito.

(Mújica, 1984, p. 27)

Y la mujer sigue avanzado desde todos los planos y Mirza, como mujer independiente

económicamente hizo lo que quería desde pequeña a cualquier costo, por eso en la vida adulta

tuvo relaciones con Castell, con Antonio Pallares, con Bernardo pero esto le exigió alejarse del

grupo familiar compuesto por Calixto, Alfonsina, Ligia y Leonel. Ella desde que se convirtió en

huérfana, ya estaba libre y sola. Ella pensaba que si sus tíos la juzgaban mal, allá ellos. Nada les

debía. Cuando doña Isidora le asignó la tarea de inculcar nociones de historia a su nena, entonces

de siete años a lo sumo, se preguntaba después si ¿dispondría ya Ligia de alcances suficientes

para adivinar lo que pasaba entre la lunareja y César, cuando él la acompañaba de visita?.

Sobre su estado de independencia y sus relaciones amorosas conversaba por largas horas

con sus amigas universitarias y de trabajo. Anabella le reprochaba que le pegara los botones de la

chaqueta, le ondulara el pelo y le lavara la ropa a Nicolás Bonnet, cuando, él tenía otras amigas.

Que a ella no le importe vestirse de cualquier modo, con camisa de hombre y bluyines

deshilachados. No gastas en tu ropa ni un cobre. Para poder entregarle a Nicolás, íntegra, la

mesada que le envían tus padres.


116

Los mismos reclamos le hacían a Lina Linette quien parecía una japonesita, con el pelo

liso y la piel de marfil. Había muerto por un aborto practicado por cualquier irresponsable que

jugaba con las víctimas. Mirza la juzgó muy duro, pero tiempo después igual que Linette pidió

una licencia para ausentarse de la oficina durante una quincena. Los jefes la excluyeron del

requisito de mandarle analizar la orina, pues se sospechaba que estaba en embarazo igual que las

otras que habían pedido el mismo permiso, así lo narra Mújica “en los instantes más inesperados

resurgía la mujer desharrapada hurgándole las partes, trasegando duramente con sus órganos para

que ocurriera lo que ambas buscaban” (1984, p.133).

En la obra Daniel Irigoyen plantea que las chicas de la época de la píldora, a pesar de sus

ínfulas y sus diplomas y su ambición de abarcar dos esferas, al final caen en la trampa lo mismo

que la protagonista de Las palmeras salvajes, una novela de Faulkner que había leído. Cuestiona

cómo las heroínas de hoy acuden a las clínicas para que les ofrezcan formas de eliminar al hijo

por medios inocuos y seguros. Mencionan cómo las mujeres de negocios, sin decir palabra,

desaparecen durante una semana de los bancos y oficinas que gerencian. Cuando regresan dan

cualquier disculpa pero se notan muy pálidas. Sus raspados del útero les dejan en el alma heridas

que nunca cicatrizan. Y si se mandan esterilizar, cerradas irreversiblemente las trompas de

Falopio, se convierten para nosotros, sin género de duda, en objetos de los que cansan muy

rápido. Esa es la realidad monda y lironda, asevera sobre el aborto que:

O el asesinato o la cosificación como únicas soluciones. He aquí en lo que vienen a parar

las baladronadas sobre el sexo, con que María Olga y yo solíamos aterrar a Mirza Eslava,

cuando nos reuníamos a charlar con ella en el tiempo en que se iniciaron las clases.

(Mújica, 1984, p. 105)


117

En esto de ser profesionales y libres en el amor estaban María Olga Alción, Orna

Caballero, Ligia Montiel, Lina Linette, Anabella Simon y la misma Mirza Elsava. Muchos

hombres y hasta las mismas mujeres se burlaban y les recriminaban su falsa libertad. Sí se le

decía lo anterior a Ligia, pensaría que alguien deseaba lesionarla de palabra o aun de

pensamiento, lo que le parecía más sagrado: la libertad femenina, conquistada después de una

lucha tan dura. Si se profundizaba en el asunto se encontraban casos curiosos: las mujeres

individualistas ciento por ciento en su conducta personal y, sin embargo, en política, socialistas,

colectivistas, gregarias. Estaban por el estilo de los sacerdotes que renunciaban a sus ministerios

empujados por el anhelo de la paternidad física, aunque la rebelión de las mujeres era al revés.

Se negaban a la maternidad porque les estorbaba para ser eficientes ingenieras, ortopédicas, o

cualquier otra cosa.

Esa libertad que exigía Ligia es comparada en los años 40 con la de Víctor Mallarino

pues demostró que para él era más importante ser actor que pertenecer a la familia presidencial y

abrió el camino. Mirza lo justifica porque era hombre. Ligia le dice a Mirza que ella le ha

hablado de su admiración por María Casares, que echó por la borda los prejuicios de su familia

rancia y española y triunfó en Francia como actriz. Que le extraña que piense así después que ha

salido tanto de Bogotá y que siente decirle que, sin salir de Bogotá, la mamá ha evolucionado

más que ella.

Y es que Mirza de cierto modo conservaba costumbres que hacían parte del patriarcado

como la religiosidad, el deseo de casarse, de tener dinero etc. por eso le duele que entre las

deserciones juveniles, esté Ligia Montiel, la hija de Isidora y de Jorge, la sobrina de Soledad.

Ellas le volvieron la espalda a la Iglesia. Esto creó un abismo entre ella y la lunareja. Ligia sólo

tuvo conexión con la iglesia cuando se volvió muy amiga del Padre Alvarado, pues la madre le
118

presionaba para que fuera a la iglesia. A ella le encantó porque era tan revolucionario como ella.

Tanto que le dice a la mamá que pierde el tiempo si quiere sacar de ella una Montiel a su medida.

Le recuerda a la mamá el trato que su familia le dio a los negros en el pasado, ella piensa que “la

habían engañado sus padres, la había engañado su maestra Mirza, y luego el colegio, los

periódicos, la radio, la televisión. No le quedaba sino la revolución como lo único decente”

(Mújica, 1984, p.99).

Con todo esto Ligia y las demás chicas atraían también las iras de las viejas señoritas

intocadas. Y no solo de ellas sino de las honestas casadas como Alfonsina Mongrif de Eslava o

Isidora Lago de Montiel, provistas debidamente no solo de argolla nupcial si no de su

correspondiente pisa-argolla, con diamante por más señas, en el dedo anular de la mano derecha,

cartelito anunciador al más desprevenido, de respetable y envidiado estado civil. Para Mirza esto

las autoriza para prestarse, claro que por deber y decorosamente, a satisfacer la parte animal de

sus maridos. Porque según ella en la cama la obligación de la esposa es gustar, que el señor

quede contento, y cuando se dé por bien servido y se levante, para ti punto final. Ipso facto te

conviertes en estatua de piedra; que no te pase por la cabeza ni un mal pensamiento. Mirza en

efecto

Virgen y por consiguiente mártir, destino prefijado que no inhibía a los varones a fin de

consignar en cualquier ocasión y desde luego en sus mejores libros: “La debilidad

invencible de la mujer, esa criatura acostada y extendida en que se convierte a ciertas

horas, ante ciertos seres. (Mújica, 1984, p.50)

Mirza afirma que todo esto se trata de alienación colectiva y por eso las mujeres eran

frígidas. Se convencían de su inferioridad física, de su eterno entregar y no recibir. Los hombres

les imponían su voluntad. Las mangoneaban con el dedo meñique de la mano izquierda. Detrás
119

de estas conversaciones y acciones vemos a una Mirza demasiado liberal, tanto que accedió al

aborto sin pesares y tuvo amantes sin pudores. Más delante en la historia ella es una mujer más

reflexiva y frente a un cuadro pequeño de Vásquez, El martirio de Santa Apolonia, ella misma

reconoce que ya no se amarga por lo que a sí misma se dijo en otro tiempo:

Todo fue un fracaso, hasta lo más obvio como mi estilo personal para arreglarme el pelo.

De algún modo no se trató de una derrota, de un malogro, aunque ella sea la niña vieja

arrugada, jorobada, canosa. Por lo menos puede apuntar algo a su favor: jamás se portó

como Orna Caballero. No obró como ella cuando le quitó el novio a Anabella Simón, el

Nicolás Bonnet por el que la pobre Anabella no comía no dormía, mientras que su rival

siguió tan campante como si se dijera: ¿Acaso se trataba del marido? Un novio es un

novio. (Mújica, 1984, p.126)

Estos momentos de pesadumbre en Mirza se hacen más fuertes cuando recuerda sucesos

como el que vivió con Bernardo Gallo y Figueras, cuando de camino a la casa de Ligia Montiel

y Lago, como de costumbre ella se agazapaba dentro de sí misma. Igual a una gata que,

ignorante de su definitiva mala suerte, entra en el cuarto donde la acecha el perro, y como que se

reduce instintivamente de tamaño para exponer menos área a las fauces impacientes. También

recuerda como en un error su deseo de agradar a los hombres se tocaba los senos, estirándoselos

para que le crecieran.

Mirza al finalizar la historia es ya la mujer que participa con las amigas en discusiones

sobre todo lo feminista y sus libertades. Se refieren por ejemplo a Simone de Beauvoir como una

vieja que no negaba sus canas y las mostraba como una aureola más, que aumentaba su

popularidad, y era bello ver como sus amigas y otras mujeres de la época abrían eternos debates

en los que exponían ideas concretas:


120

-Hay mujeres de dos tipos: el femenino-femenino y el femenino-viril. La Beauvoir

pertenece al segundo. Su ideal de ser como un hombre, para no verse obligada a

realizarse a través de otro, según lo ha dicho, es el responsable de la desorientación de las

mujeres que estamos padeciendo en la segunda mitad del siglo XX.

-Nadie puede negar su envidiable claridad de propósitos y la seguridad con que los ha

cumplido uno a uno, aprovechando o creando los medios necesarios —saltó Ligia—. Lo

que vale es la eficacia. Ninguna mujer de nuestro tiempo la ha demostrado en mayor

grado que ella.

-Su unión con el creador del existencialismo es un ejemplo de matrimonio monógamo y a

la vez de poliandria —opinó Lulú Fetiva. (Mújica, 1984, p.102)

Así pasaban las horas. Al final la lunareja es una mujer insatisfecha que desea vivir en

calles como la de Alfonso XII, vecina al Museo del Prado; la de Velásquez, tranquila y elegante;

la de Bárbara de Braganza, como una campanada, pues es su padre Alejandro el que al fin y al

cabo la da sentido a su existencia por todo lo que le enseñó y compartió con él. Es para ella

hermoso todo lo que tarareaba del teatro español para enseñárselo. A ella no le interesan los

talles de avispa del siglo XIX, ni los mantones de Manila, ni las cartitas de amor y dramas

conyugales que suspiraron y vencieron las decididas heroínas de Pérez Galdós.

2.4 Conclusiones

Por lo que se plantea en los innumerables artículos de periódicos, ensayos, novelas,

reseñas de obras, Mújica fue una mujer que además de hacer una ruptura en la historia de la

mujer en Colombia se adelantó a la literatura Contemporánea del siglo XX e inicios del XXI

porque a mediados de los años 60 intenta relacionar la realidad con la ficción y utiliza estrategias
121

narrativas como el monólogo interior, la decronologización, la doble temporalidad, la ficción, el

mimetismo camaleónico entre otros. Ella se preocupa por los sentimientos y pensamientos de sus

personajes y así como ella van surgiendo artistas con sentimiento de derrota que se reconstruyen

en las sagas familiares, buscan las raíces históricas de los hechos, establecen su compromiso con

la condición humana. Se apoyan en temas relacionados con la deshumanización de las grandes

ciudades, en la complejidad de la realidad social, en la crisis de valores y tradiciones, en los

dramas humanos, en el individuo marginado, en los temas intimistas, eróticos, autobiográficos,

políticos, históricos y universitarios. En las obras de Mújica se utilizan todo tipo de lenguajes,

hay pluralidad en técnicas y formas literarias, se emplea la parodia, el humor, la ironía, se

expresa el sincretismo cultural (proceso de transculturación y mestizaje entre distintas culturas),

y en las dos últimas novelas se aleja de las autobiografías.

Desde el contexto histórico y literario en Colombia la publicación de Manuela por José

Eugenio Diaz Castro en el año 1856 y de María por Jorge Isaacs en el año 1867, se da origen a

la novela colombiana. Se tomó como novela costumbrista la primera y como novela romántica la

segunda. Aunque las historias tienen como protagonistas a mujeres, sólo hasta el siglo XIX,

podemos hablar de escritura femenina y en el siglo XX con la llegada de Elisa Mújica y de otras

autoras ésta se consolida, porque ella pone de manifiesto su condición de mujer a partir de cada

una de las mujeres que participan de sus historias. No lo hace solo desde las protagonistas como

Catalina, Celina y Mirza también lo hace con las demás participantes de cada una de las historias

porque en todas se muestran los velos que las han tenido atadas a un destino, a una condena o a

la exclusión.

En Bogotá de las nubes Mújica nos permite saber que ya se reconocía las habilidades de

la nueva generación de mujeres talentosas en diversos campos, en especial en la escritura


122

aunque la autora tiene como característica presentar en sus obras a mujeres inteligentes pero

poco agraciadas físicamente como lo hemos visto ya en Catalina, Celina y en Mirza quien es

llamada la Lunareja por el lunar oscuro y sin forma que le tapa la parte inferior de la cara y que

ella tapa obsesivamente con una bufanda.

Su trilogía narrativa presenta una estructura "in extrema res" al comenzar el relato por el

desenlace. Queda entonces como una constante esta forma de escribir en Catalina, Los dos

tiempos y Bogotá de las nubes. En cuanto a sus obras en general Mújica dice que sus textos no

hacen de las diferencias de perspectiva crítica; muros insalvables sino que lleva al lector a ver en

ellas inclinaciones de la sensibilidad y la formación de cada crítico en el esfuerzo común por

comprender la obra, fijando, sí, distancias cuando es el caso, pues no pretende contemporizar a

toda costa. Lo que una aproximación a una obra revela no compite con lo realizado por una

reflexión diferente, sino que contribuye a una comprensión más amplia del texto al asumirlo

desde otro ángulo. La literatura no está hecha únicamente de estructuras sino también de ideas y

de historia, de la vida del autor, de sus otros libros, de su época y sus tradiciones literarias en las

que se formó. La perspectiva de adentrarse en otras posibilidades estéticas imponía la obligación

de hacerlo teniendo en la mira lo regional, como espacio físico y espiritual donde la escritura de

Mújica fue de mucha influencia.

Mújica no solo se sale del género literario que imperaba en la época sino que desafía ese

aspecto político que en Colombia, iba y venía entre las ideas de 4 vertientes: -un federalismo

liberal,- la Regeneración, movimiento político surgido en Colombia a finales del siglo XIX y

liderado por Rafael Núñez con el que pretendía cambiar la organización que tenía el gobierno y

la sociedad colombiana, a partir de lo establecido por la Constitución de 1863 - la Guerra de los

Mil Días, -y el Centralismo Conservador de derecha. Elisa Mújica nace cuando ya Colombia
123

había entrado en la culminación de este ciclo del Federalismo, pero la realidad del momento

tocaría a Elisa Mújica (1918) pues en el artículo Santander60 tiene con qué, escrito por Gonzalo

España Arenas después de realizarle una entrevista en la casa ubicada en el barrio la Candelaria

de Bogotá, ella les cuenta que en 1942 viaja al Ecuador del indigenismo, como asistente de la

embajada colombiana, y que es quizás allí donde asimila el ideario marxista al que se adhirió

desde entonces hasta su conversión (o reconversión) al catolicismo 61.

Es sobre todo Mirza la que más se parece a Elisa Mújica porque es una mujer que ha

evolucionado más que Catalina, que llegó a transgredir normas legalmente establecidas. Son

Celina, Catalina y Mirza integrantes de un grupo de mujeres que hicieron historia dentro del

canon colombiano como lo hicieron otras en sus países, por ejemplo, la escritora Michelle

Perrot (1928) nacida 10 años después de Elisa Mújica con su obra Historia de las mujeres, Flor

Romero (1930) y su novela feminista 3 Kilates 8 Puntos (Premio Esso l964), Teresa de la Parra

(1889- 1936) con su obra feminista Ifigenia.

La Literatura del boom demuestra esas posibilidades que ha tenido la mujer; es un

movimiento que surge entre los años 1960-1970, coincide con la revolución cubana de 1954,

Salvador Allende es derrocado y cambiado por Augusto Pinochet (Chile) en 1973. Se fijan

nuevas figuras literarias: realismo mágico, cuento fantástico, cuento metafísico y crítica a la

60
http://www.siceditorial.com/ArchivosObras/obrapdf/TA06342332005.pdf
61
En España en 1957, después de la invasión a Hungría, consideró que el comunismo era un engaño y pasó por lo
que ella considera una conversión, sustentada por la lectura de Santa Teresa de Jesús. Regresó al catolicismo y en él
ha estado acompañada de Santa Teresa, la Madre Castillo, Gabriela Mistral y tantas otras figuras preocupadas por el
sentido de la vida y de la muerte. Durante su residencia en Madrid, de 1952 a 1959, apareció su primera colección
de cuentos, Angela y el diablo (1953), preparó la edición de Aguilar de Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá de
José María Cordovez Moure (1957) y escribió Catalina, su segunda novela, que se publicó en 1963. Montserrat
Ordóñez.
124

realidad social. Este movimiento es una reacción contra la novela criolla o indigenista, explora

condición y angustia del ser humano, imaginación creadora, lo irracional y absurdo como

cotidiano, quitarle valor a la muerte, exaltación y sexualidad-vida secreta, varias voces

narrativas, el tiempo de las historias no lineal, neologismo, política, identidad regional y

nacional, escenarios rurales y urbanos. Género más trabajado la narrativa corta en cuento y

novela. La década del 60 y 70 corresponden a la agitación política en América latina

influenciado por la guerra fría que definió las ideas radicales de los autores boom y con el

comienzo de la revolución cubana en 1959. Mújica con su ingenio mezcló realidad y ficción.

Se anticipó a los escritores del boom, al hablar de una mujer que se empequeñece por la soledad,

el dolor y la vejez como María Corazón. Se anticipó al mencionar masacres en sus obas como la

de los alemanes; tal como lo hizo Gabo cuatro años después con Ursula y luego con la masacre

de las bananeras en Cien años de soledad.

Elisa Mújica se escapa de la repetición infernal a la que se refiere Cixous en la risa de la

medusa. Se liberan, van por donde se escribe, donde se sueña, donde se inventan los nuevos

mundos que en este caso están en los libros. Todos estos progresos de la mujer al menos en la

escritura han hecho seguramente que escritoras como Cixous afirmen sin ningún temor que la

escritura es de las mujeres. Y que no lo hace para provocar, quiere con ello demostrar que la

mujer acepta lo del otro. No lo elimina, al convertirse-en-mujer, porque la bisexualidad está

latente en el niño y en la niña. Ella arguye que feminidad y bisexualidad van juntas, en una

combinación que varía según los individuos. Para escribir necesitamos trabajar y ser trabajados;

cuestionar y dejarse cuestionar. De esta manera se dinamiza según Cixous al infinito por un

incesante intercambio entre un sujeto y otro; en el que el yo, el otro, el otro en mí, mi yo en el

otro recorren múltiples transformaciones.


125

En Colombia fue Mújica la que hizo un quiebre en la historia de la mujer colombiana;

una irrupción, un quiebre temporal, pues se atrevió a escribir y por medio de su escritura a hablar

del derecho que tiene la mujer de estudiar, de tener otras aspiraciones, de ser soltera y a no tener

hijos, a través de Celina, personaje de su primera obra Los dos tiempos, publicada en 1949,

hecho que coincide con la publicación del Segundo Sexo de Simone de Beauvoir. Mújica logró

un privilegio que pocas han podido darse y es la feminidad en la escritura porque ésta privilegia

la íntima relación entre escritura y voz, pero merece un estudio más riguroso, ya que en la

introducción de este capítulo se demuestra como las mayoría de sus críticos hacen imprecisiones

no solo de sus obras sino de los acontecimientos de su vida. Aún estamos en deuda con Mújica.

La obra Catalina de Elisa Mújica es una configuración discursiva cultural que ha sido

reinterpretada para ejercitar el arte con respecto al contexto cultural en el que vivió (siglo XIX)

y se desarrolló (siglo XX) y a los que ahora fecunda (siglo XXI).

La autora muestra su realidad y la realidad del espacio en el que vivió a través de las palabras,

del arte aunque siendo el mismo espacio es otro por la influencia histórica que mueve las

representaciones, las realidades interpretadas a pesar de su existencia singular y única. Catalina

nos ha permitido tener la capacidad de definir su orden en el mundo y a partir de ella producir

visiones significativas que le aporten a la experiencia humana. Su interpretación ha arrojado

nuevas luces sobre la condición de la mujer y sobre la literatura en Colombia porque ha

producido conocimiento sobre la participación de la mujer en la escritura a lo largo de la historia

colombiana, ha captado el imaginario de la cultura antes y la de ahora y la que posiblemente

fecundará.
126

Capítulo 3

Destino, exclusión y condena en Catalina de Elisa Mújica

“Educadas por mujeres en el seno de un mundo femenino, su destino


normal es el matrimonio, que las subordina todavía prácticamente al
hombre; el prestigio viril está muy lejos de haberse borrado: todavía
descansa sobre sólidas bases económicas y sociales” (Beauvoir, 1957,
p.108).

Para analizar el tema de la mujer en el siglo XX a través del personaje principal de la

obra Catalina de Elisa Mújica; tomaremos tres conceptos básicos, a saber, destino exclusión y

condena tal como lo planteamos en la introducción.

Para hablar sobre Catalina, como personaje central, necesariamente debemos contar la

historia basándonos en estos tres conceptos. El término Destino lo abordaremos confrontando el

sentido tal y como lo expone Simone de Beauvoir para entender por qué la historia de la mujer

en Colombia hace una construcción discursiva que le ha endilgado a la mujer un destino atado al

hogar y a la vez para tratar de comprender de qué manera Catalina rompe con los modelos de esa

sociedad colombiana que sigue atando el destino de la mujer.

El concepto Exclusión lo abordaremos desde el punto de vista expuesto por Donald Sassoon

y para ello nos devolveremos al siglo XIX, tal vez esto nos permita acercarnos a las respuestas

de preguntas como: ¿por qué Catalina reconsidera todas las representaciones de la mujer

sumisa?, ¿qué es lo que rompe en términos de la tradición, la representación de Catalina? y ¿por

qué Elisa Mujica escribe sobre una mujer en una época en que los hombres tenían más valor

literario? Estamos hablando de los años 60 cuando aparece el boom con escritores como Gabriel
127

García Márquez y Mario Vargas Llosa, la revista Mito 62 y por qué esa escritura de algunas

mujeres ahí. También mostramos como entre la novela La vorágine (1924) de José Eustasio

Rivera y la primera novela moderna colombiana, La hojarasca (1955) de Gabriel García

Márquez hay un espacio de tiempo considerable, en este espacio la literatura estaba invadida por

literatura de protesta social hecha por hombres y por el género de la poesía por parte de las

mujeres. Pero la llegada de Elisa Mújica con Los dos tiempos (1949) es el punto de quiebre en la

tradición de escritura de mujeres en Colombia y que se consolida con la aparición de Catalina en

1963, pues la primera coincide al mismo tiempo con la publicación de El segundo sexo de

Simone de Beauvoir; un extenso ensayo que estudia la concepción que se ha tenido de la mujer,

las situaciones por las que pasan: desigualdad, domesticación, exclusión, deseo de libertad, cómo

adquirir conciencia de su identidad como mujer. La segunda se publica como ya dijimos en

1963, cuatro años antes que Cien años de soledad publicada por primera vez en 1967 en Buenos

Aires.

Que en Colombia precisamente sea una mujer que escribe sobre historias de mujeres, sobre

las situaciones sociales y políticas del momento, y no los hombres era el suceso preciso que

necesitábamos para acercar a la mujer a sus derechos, empezando por la escritura y el derecho a

ser reconocidas por ello. En la novela Bogotá de las nubes (1984) por ejemplo se hace mención

precisamente al fenómeno producido por La Vorágine cuando el personaje Bernardo Gallo está

hablando de la beca que le ofreció a Mirza y a Ligia para ingresar a la universidad y plantea que

los jóvenes escribidores de los suplementos literarios de la época carcomidos por el afán de

entrar en la onda, publicaban como si tradujeran el español de otro idioma, nunca con la sangre

de Unamuno y ni siquiera con la tersura de Ortega. Él afirma que es necesario vincular de nuevo

el teatro con el pueblo y así se aparta de su maestro Ortega, pues él fue el primero que allá por
62
Rrevista colombiana de aparición bimestral creada en 1955 por Hernando Valencia Goelkel y Jorge Gaitán Durán.
128

los años 15 pronosticó la deshumanización del arte, basado en un anhelo subconsciente de la

multitud a fin de insertarse en lo geométrico, lo abstracto inmutable, para contar por lo menos

con algo de qué agarrarse y lo demuestra con una frase pronunciada por un personaje de La

Vorágine “Por lo demás, aquí estamos perdidos. Ya lo protocolizó Arturo Cova, el héroe de

nuestra novela clave, con las frases que el autor le adjudica al comienzo y al final: "Jugó la vida

al azar" y "Se lo tragó la selva"” (Mújica, 1984, p. 68).

Teniendo como referencia La Vorágine, cuando se publica Bogotá de las nubes, la tercera

novela de Mújica han pasado sesenta años y la obra de José Eustasio Rivera se sigue

considerando como una de las más importantes dentro del modernismo latinoamericano, aunque

también se le ubicaba dentro del costumbrismo por la descripción pictórica de las culturas rurales

desconociendo totalmente las dos novelas anteriores de Mújica, especialmente a Catalina que es

escrita en el marco de una sociedad en tránsito hacia la modernidad. A través del personaje

Bernardo Gallo se sigue haciendo en toda la obra Bogotá de las nubes la crítica a la literatura de

la época. Bernardo Gallo también afirma que Cien años de soledad (1967) es una novela clave,

en efecto: “Que nos arrastra al mismo resultado: la colita de cerdo” (Mújica, 1984, P. 102).

Afirma el narrador de la obra que también se refirió a este tema don Rufino José Cuervo. El

mismo que, al leer la traducción de El paraíso perdido, efectuada en la Bogotá natal por su

amigo Álvarez Bonilla, escribió en una carta fechada en París, en 1898 lo siguiente: “...es

imposible que yo entienda nuestra tierra pues me parece que allá bullen en confusión los

elementos de orden y desorden, de riqueza y de pobreza, de cultura y de ignorancia, de

civilización y de barbarie" (Mújica, 1984, pp. 109-110).

En Bogotá de las nubes, publicada por Mújica 21 años después de Catalina vemos como la

autora consolida su escritura a través de sus mujeres protagonistas, tenemos por ejemplo como el
129

personaje de Mirza ha superado la aguda crítica y las posiciones de estos autores de la época y

cómo para lograr su independencia anhelaba un trabajo que la relacionara con el mundo de la

academia, por eso lee por horas la Revista Cromos. A ella le atrae de la revista los personajes de

los cuentos, admira el mundo en que se muestran “felices, bellos, intocables. Presentes y

verdaderos en algún sitio que la lunareja debe descubrir a cualquier precio, para conocerlos”

(Mújica, 1984, p. 18). Ella de verdad se quemó las pestañas estudiando en las bibliotecas

públicas o de los amigos, porque no disponía de plata para conseguir los libros en otra forma. Un

esfuerzo que se vio compensado gracias al espíritu progresista del presidente Olaya, quien en

contacto familiar y permanente con los gringos durante muchos años, y a que su matrimonio no

fue favorecido con hijo varón, se inclinaron las esferas del gobierno a abrir el compás y permitir

a las mujeres el acceso a las carreras académicas. Desde 1934 la Universidad Nacional les abrió

sus puertas. Este privilegio no lo tiene Catalina porque su historia se desarrolla 21 años antes de

la de Mirza, pero da sus primeros pasos con la lectura de libros y con la participación en la

tertulia que mencionaremos más adelante.

El concepto de “Condena” lo abordaremos desde los hechos históricos que coincidieron

con el año 1963. Una pregunta obligatoria en este análisis es ¿por qué se condena a Catalina?, y

para ello debemos entender históricamente qué es Colombia en los años 60, cuál es el rol de la

mujer en ese momento, por qué la condena, por qué Colombia es esencialmente un país

anacrónicamente colonial.

Este breve ejercicio también estará basado en el texto El engranaje del tiempo en las

novelas de Marvel Moreno (Barranquilla 1939-París 1995), de la profesora colombiana

Yohainna Abdala-Mesa. En éste Abdala-Mesa presenta unos planteamientos teóricos muy

interesantes, por ejemplo, establece estructuras temporales que hacen parte del engranaje
130

narrativo de Marvel Moreno en sus novelas e incluye varias perspectivas del tiempo tanto al

interior (narratológico) y exterior ( (histórico-biográfico) de las obras y examina en conjunto la

temporalidad del proyecto general a través de la “interacción” y la “tensión” entre los distintos

ejes temporales, lo que se denomina durée escriturai que es la evolución del proyecto creativo en

el tiempo y la forma en que un autor experimenta el tiempo y se apropia de él.

Para la obra Catalina trataremos de hacer un sencillo ejercicio sobre la temporalidad: la

propia y la de su creación porque un escritor vive el tiempo de la escritura y vive su tiempo

personal e histórico. Siente el tiempo mientras escribe y lo vuelve objeto de observación

recreándolo y reinventándolo. Según Abdala esto permite que el escritor se haga consciente de

las medidas extremas: instante-eternidad. Comprende además que el umbral entre el pasado,

presente y futuro es amplio, explorable y percibe que la escritura le permite trascenderlo.

Abdala-Mesa señala que se pueden presentar tres ejes multidimensionales: tiempo interior,

exterior y de proyección que permitan un acercamiento a la percepción del movimiento, al

devenir de la escritura y del tiempo. En el primer enunciado de la obra Catalina, Mújica señala

“El día en que me enteré a la vez de la muerte de Samuel y de Giorgio, pude llorar delante de

todos, porque Samuel era mi marido” (1963, p.13). En esta proposición el tiempo de la

reminiscencia es seguro, pues el verbo afirma que la protagonista Catalina se enteró de algo,

lloró y que Samuel era su marido. La obra cuenta con una narración en pasado pero afirmativa,

no queda duda si la acción sucedió o no.

El tiempo narrativo de la obra presenta como una dimensión, el tiempo del discurso que es la

forma como el narrador presenta los acontecimientos en interior de la obra (Diégesis) según

Genette citada por Braulio R. Álvarez Gonzaga en su texto Terminología de Gérard Genette. En

cuanto al tiempo de la historia, ésta señala cómo suceden los cronológicamente. En este caso el
131

desarrollo narrativo de los hechos habla de tres épocas representada en tres generaciones: Tomás

Aguirre y María Corazón como la primera generación y padres a su vez de Lorenzo Aguirre

esposo de Matilde como segunda generación y a la vez padres de Catalina que viene a

representar una tercera generación con su esposo Samuel Figueroa. Es una historia que pudo

desarrollar la escritora desde 1949 cuando se publicó los dos tiempos y el año anterior a la

participación en el concurso, 1961. Participa en el concurso Esso en 1962 y se publica Catalina

en 1963 por el Ministerio de Cultura a través de la editorial Aguilar.

La Novela presenta una estructura externa, ya que es narrada a través de tres partes y 27

capítulos y una estructura interna con los elementos que conforman la narración. Dentro de estos

elementos están los narradores, en este caso la historia es contada por un narrador protagonista

porque el personaje principal es quien cuenta los sucesos y para ello habla en primera persona:

me enteré, se colocó frente a mí, era mi marido, me dio la noticia etc. Narrador y personaje están

fundidos magistralmente por Mújica que inicia la obra con una estructura "in extrema res" al

comenzar el relato por el desenlace. Otros podrían decir que inicia la obra con una analepsis

pues el inicio es una vuelta repentina y rápida al pasado del personaje, diferente al racconto, que

es también un quiebre en el relato volviendo al pasado, pero este último no es tan repentino y es

más pausado en lo que se refiere a la velocidad del relato. Este tipo de narración permite que los

episodios se superpongan, que la autora pueda ir al pasado del personaje y volver al presente

cuantas veces quiera, dejando así consolidada la yuxtaposición en la literatura.

Catalina es la voz que narra, es una voz autodiegética, pues ésta corresponde al personaje

central y participa de los hechos diferenciada a su vez de la voz narrativa extradiegética, que se

ubica afuera de la narración o la homodiegética que narra desde el interior del relato, pudiendo

corresponder, o no, al protagonista. Esta voz autodiegética para la autora es la única referencia
132

situacional porque se elude a sí misma, al no contar su propia historia y esto puede verse como

una estrategia que no compromete los espacios temporales complementarios. Y a su vez es esto

lo que nos permite visualizar el alejamiento de la autora de las autobiografías, del costumbrismo,

del género poético que tanto marcó la época. Ya habían aparecido en Colombia mucho antes

mujeres que también habían pretendido no narrar desde las autobiografías, género tan propio de

los hombres, tal es el caso de Sor Francisca Josefa de Castillo (1671-1742-Tunja), durante la

Colonia. De acuerdo con lo que registra la biografía hecha por la misma Mújica, sabemos

entonces que Francisca aprendió a leer gracias a que su madre que utilizó El libro de las

fundaciones de Santa Teresa. Coincidió exactamente con Sor Francisca Josefa y con sus colegas

de letras y de hábito Santa Teresa y Sor Juana Inés, en su negativa a casarse. Su renuncia es

tajante como la de las otras y aún más desdeñosa “por ninguna cosa del mundo sujetaría mi

voluntad a otra criatura”, estampó en la autobiografía” (Mújica, 1991, p. 5). En sus memorias

narra cómo la escupían y golpeaban las demás hermanas por celos. Ella era tan enfermiza que se

desmayaba constantemente y llegó a mojar el tintero con sus lágrimas, de esa forma podía

escribir.

Y aunque Mújica se aleja de las autobiografía con Catalina, su primera novela Los dos

tiempos escrita en 1949 si está enmarcada dentro de este género porque en palabras de la misma

Mújica encontramos la afirmación que hace de su obra: “este primer tiempo hace referencia al

principio de la vida y primera juventud, volcado hacia dentro de la protagonista con sus

problemas domésticos y personales. En el otro tiempo está en un mundo extraño. El mundo de

los otros que, sin embargo, era también y verdaderamente el suyo” (Mújica, 1988, p.19). El

título representa entonces dos hechos: el primero es el camino que la llevó a Quito, esa primera

parte se escribe entonces en Colombia. La segunda parte se desarrolla en Ecuador, en donde


133

una joven colombiana llena de temores se enfrenta a una realidad que le había sido vedada en su

propio país.

La obra Los dos tiempos presenta una estructura externa, está narrada en tres partes y cada

una tiene un título: la casa con catorce capítulos, el mundo con 10 capítulos y después de la

siembra con 12 capítulos. En total contiene 36 capítulos. La estructura interna está compuesta

por los elementos que conforman la narración. Dentro de estos elementos están los narradores, en

este caso la historia es contada por una tercera persona, así lo vemos en expresiones como

“Celina se adelanta a sus amigos. El ascendiente que ejerce sobre ellos quizá se explica por

tratarse de la única mujer en la pandilla. Los chicos han oído que una niña no puede levantar

pesos ni pelear […] (Mújica, 1949, p.11).

En Catalina encontramos un personaje que analiza y percibe el mundo narrativo, lo

registra y encuentra las respuestas sobre la condición del ser por medio de la correspondencia de

cuatro personajes (la abuela María Corazón, la tía Catalina Torres, la madre Matilde y Samuel

Figueroa el esposo). El lector desea encontrar un final en la historia de Catalina que le despeje

dudas sobre su infertilidad, la lealtad de su nana María y su amiga Domitila, de su destino a

seguir después de quedar embarazada y sola pero desde un inicio se entera que Elisa no va a

contarlo, pero si encuentra que la autora desvela la verdad de lo que acontece dentro de una

historia, que tiene hechos ficticios pero también reales y una pista se encuentra en proposiciones

como “Por lo demás, de las palabras de mamá se desprendía que el papel de las esposas se

hallaba previsto hasta en los menores detalles. No cabía ninguna alarma (Mújica, 1963, p.15). Ya

habíamos señalado que la autora se expresa en primera persona en la mayoría de la narración,

pero hay algunos apartes en que actúa como un narrador omnisciente porque narra todos los

hechos como si hubiera estado allí, veamos como señala a Pontón como amigo de Samuel:
134

Pero a la mañana siguiente, al reunirse con sus camaradas, las cosas habían cambiado de

aspecto. Aunque recordaba las palabras de la víspera y habría podido repetirlas una a una,

ya no sonaban lo mismo. La noche anterior, en el restaurante, eran verdaderas y cálidas,

pero ahora parecían lejanas y frías. Sin ellas no le quedaba sino un cuerpo congelado que

se movía detrás de los otros, con una punzada dolorosa en la espalda. Su compañero de

fila, de edad indefinible, desdentado y con ojos saltados de las órbitas, se llamaba Pontón.

(Mújica, 1963, p. 23)

De cierta forma esta estrategia de la autora confunde al lector además porque no es una

narración lineal, con un único narrador, presenta episodios yuxtapuestos que vienen y van,

situación que requiere de agudeza del lector para saber que Mújica introduce la tensión porque

genera un salto temporal que registra cambios sociales e ideológicos en hechos tan simples como

que la historia empieza con una mujer que piensa de una manera, pero que al final no es la

misma. Catalina es el elemento que envuelve la tensión temporal, ya que se apodera del pasado

colectivo, se apropia de la memoria del tiempo asténico63 de Bucaramanga, de Colombia y

enuncia un sino cíclico64, que evoca un mundo que se repite, que pudo ser cambiado.

La novela Catalina puede tener influencia de todo lo que aprendió en España y Quito por

parte de escritores y escuelas literarias, pues estaban más adelantados en hechos políticos,

sociológicos y económicos que en Colombia. Catalina es por cierto un personaje situado en el

mundo de las ideas y la conciencia que narra la historia de mujeres jóvenes que han sido

influenciadas por la época: Catalina Torres había vivido en el extranjero (París), Matilde era una

conservadora hasta los tuétanos y ella era una mujer que soñaba un destino diferente influenciada

también por Ricardo Gómez quien dirigía la tertulia y había llegado de Bogotá y Rebeca

63
Tiempo débil, conflictivo según Abdala-Mesa.
64
Encadenamiento fatal de sucesos según Manuel Cifo González en el texto El poder del hado en la vida es sueño,
de calderón de la barca y en don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas. Universidad de Murcia, 2011:2
135

Fernández parienta del papá que conocía el mundo y Rebeca Aguirre que según ella sabía

manejar a los hombres. Todo esto sucede en un espacio- temporal más o menos de 150 años, tres

generaciones en las que pocos personajes han podido ir a otros continentes. Dentro de la obra se

menciona por cierto la lectura de novelas por parte de Catalina (situación referenciada en

capítulos anteriores de esta tesis) que simplemente podrían representar el bagaje cultural de la

autora, Mújica en efecto señala:

También Rebeca había leído como yo las novelas de Carlota Braeme, de carolina

Invernezzo y María del Pilar Sinués. Nos gustaba comentarlas juntas y eso nos arrastraba

a otras confidencias. Además, ella sabía aludir delicadamente y sin herirme al vacío de mi

vida. Sin embargo, después no tenía inconvenientes en regar a los cuatro vientos lo que

yo le contaba. (1963, p. 64)

En este episodio se hace mención de lo indiscreta que era Rebeca, ya que en medio de la

tertulia literaria Catalina le hablaba también de ciertos secretos. Algo que no le perdonó nunca

Catalina a Rebeca fue que le reveló a Domitila que su madre se había casado por interés. Ésta se

satisface, pues ya habíamos leído en la historia sobre la deslealtad con Catalina. Durante las

horas de lectura también leyeron La casa de los mochuelos de Gerold, Poesías de Bécquer,

Aforismos de Nietzsche. El tiempo histórico, la voz que narra y la narración no se confunden

aunque narradora y escritora son una sola. Podemos decir que el lector no distingue entre una y

otra.

La influencia literaria que recibe Catalina en la obra también está marcada en Los dos

tiempos cuando estando en Quito Celina conversa con su amiga Sylvia Donato, una mujer bonita,

arreglada, frágil, rica que escribía versos, que hacía poesía social. Hablan del contraste con las

delicadas herencias de los tiempos remotos, y se encuentran cuadros de Vanderheiden, el


136

discípulo de Roualt, un artista sueco que llegó de paso a Ecuador y se quedó indefinidamente en

el país, tratando de aprehender en sus cuadros el dramatismo de que cada imagen parecía

grávida. En los estantes, sus libros de arte, en costosas ediciones, se mezclan con la literatura

marxista, los versos de Gabriela Mistral que sirven para reconocerse a las mujeres, las obras

sutiles y sabias de Pierre Louys y las dulcemente penetrantes de Rainer María Rilke, el más

amado de todos.

También en Los dos tiempos se nombra a Teresa de la Parra, una escritora venezolana a

quien admira. “Le atrae como a muchacha bonita” (Mújica, 1949, p. 72). La menciona porque

ésta muere mientras Celina está en Quito, quería estar con ella y su amiga Leonor Alba, allá

donde van los muertos. Elisa Mújica no sabía que tiempo después Helena Araújo haría una

crítica a su obra Catalina comparándola con Ifigenia de Teresa de la Parra, la escritora

venezolana, más destacadas de su época. Expresó en su obra literaria el ambiente íntimo y

familiar de la Venezuela de ese entonces. Su novela Ifigenia, planteó por primera vez en el país

el drama de la mujer frente a una sociedad que no le permitía tener voz propia y cuya única

opción de vida, según la sociedad, era el matrimonio legalmente constituido. En un artículo

titulado Dos novelas de dos mujeres, publicado en el dominical del periódico El Tiempo con

fecha: Marzo 26 de 1967. Página 7. En el artículo aparece que uno de los planteamientos es que

Ifigenia de Teresa de la Parra (María Eugenia de 18 años, quien recién ha vuelto a Caracas

después de una larga estadía en Europa) representa una niñez y una adolescencia que

desembocan en el dilema de la incipiente madurez, que a su vez enfoca la disyuntiva

matrimonial; Catalina representa precisamente esa disyuntiva matrimonial dentro de un ambiente

provinciano viciado por los intereses, postulados, rencillas y mezquindades que ruedan por sus

dedos como las cuentas del rosario de rutinas (Araújo, 1967).


137

La heroína de Elisa Mújica sufre ya no en las caracas de las “casas chatas” sino en la

Bucaramanga de las ventanas bajitas, la monotonía de un régimen de vida tan solariego y tan

rancio como el que fastidiara a la heroína de su antecesora Teresa de la Parra. Otra escritora que

menciona Teresa amiga de Celina y que es de mucha trascendencia por el aporte que hace a la

escritura femenina es Virginia Woolf. La nombra cuando habla de sus sueños que consisten en

tener tierras y dinero; se compara con una mujer que aparece en una obra de Woolf, así

“favorecerlos no vacilará en cometer pequeñas vilezas, a semejanza de aquella mujer dueña de

tierras que figura en “Las Olas” de Virginia Woolf” (1949, p. 83).

De igual manera, Mújica hace alusión a Mademoiselle Curie refiriendo el hecho cuando

la mamá de Celina está enferma de cáncer y empieza a recibir la quimioterapia gracias a los

nuevos hallazgos de la ciencia: “Hay salas de consulta, de operaciones, de rayos X, Y, por fin, el

lugar en que los enfermos se dirigen por turno a ponerse en contacto con la extraña materia

descubierta por Mme Curie” (1949, p. 101). Menciona también que los libros de teoría marxista

se mezclaban con los versos de Gabriela Mistral:

En los estantes, los libros de arte, en costosas ediciones, se mezclan con la literatura

marxista, los versos de Gabriela Mistral, que sirven para reconocerse a las mujeres, las

obras sutiles y sabias de Pierre Louys y las dulcemente penetrantes de Rainer María

Rilke, el más amado de todos. (Mújica, 1949, p.144)

Sor Juana Inés de la Cruz, es mencionada cuando la monja que era muy bonita está con

Celina en la biblioteca y una compañerita le pregunta con misterio, si la monja la besó. Ella se

pregunta ¿qué significa un beso de “ma soeur”? En este episodio se afirma que ella averiguó

que la monja celebró las bodas místicas siendo muy joven. Así lo leemos:
138

Y despreciando la admiración mundana que despertaba su belleza. Ese rasgo de sacrificio

y renunciamiento la conmueve. ¿Fue un orgullo supremo, a imitación de Sor Juana Inés

quizá, el que la empujó a alejarse del aire contaminado del siglo para conservarse pura y

superior? ¿Una decepción amorosa? Parece diferente a las demás, habitante de un país

remoto. (Mújica, 1949, p. 44)

Como estos personajes aparecen también Olga Aranguren, Simone de Beauvoir,

Genoveva de Bravante, Bécquer, Pintor Enrique Malta, la trilogía: León de Greiff, Barba Jacob y

Rafael Maya. Estos últimos son mencionados cuando conoce a un joven abogado en una fiesta y

le gusta mucho porque recita de memoria poemas de estos tres autores. “Le encanta también la

novela La nevada de la sueca Lagerloff porque le habla con acentos de su madre” (Mújica, 1949,

p. 63). Aparece la mención también de Van Gogh y del lápiz labial Helen Rubinstein Así la

escritora a través de sus personajes, de sus historias va mostrando su evolución desde la escritura

y desde los aspectos sociales y políticos que la marcaron a ella y a sus personajes.

3.1. Destino

Para iniciar entonces con el concepto Destino debemos hacerlo desde la subyugación,

monopolización y sometimiento a la que estuvo atada Catalina según lo narrado por Elisa Mújica

y a las ataduras que también padeció la escritora en una época tan reciente 1900-2000, ya que la

mujer seguía siendo un objeto que el hombre podía utilizar para satisfacer sus instintos sexuales,

para mejorar una condición económica o simplemente para prolongar su existencia en la tierra a

través de los hijos, uno más de los mitos que ella misma ayuda a perpetuar, Simone de Beauvoir

al respecto asevera:
139

Todo mito implica un sujeto que proyecta sus esperanzas y sus temores hacia un cielo

trascendente. Al no plantearse las mujeres a sí mismas como Sujeto, no han creado un

mito viril en el cual se reflejarían sus proyectos; carecen de religión y de poesía que les

pertenezca por derecho propio: todavía sueñan a través de los sueños de los hombres.

Adoran a los dioses fabricados por los hombres. Estos han forjado para su propia

exaltación las grandes figuras viriles: Hércules, Prometeo, Parsifal; en el destino de esos

héroes, la mujer solo representa un papel secundario. (1949, p. 72)

Y este papel secundario para procrear, ayudar al hombre se hace presente en la obra

cuando Mújica narra el episodio en que Samuel como una figura viril le reclama a Catalina por

qué no le ha dado hijos y por qué ahora pretende devolverle la hacienda a su media hermana

María Amalia, hija de Hortensia la vendedora de cigarros que fue maltratada y desconocida por

María Corazón, abuela paterna de Catalina. Le hace sentir el papel secundario que cumplirá en

la historia que ha empezado a escribir con él. Su padre Lorenzo Aguirre deja escrito que la

heredera de la finca el Madroñal es su media hermana. Catalina halla el papel oculto en el

escritorio de Catalina Torres, tía política, veamos entonces lo expresado por Samuel “usted

quiere arruinarme. Nuestro matrimonio fue un engaño. No me ha dado hijos y ahora pretende

quitarme la tierra, ¿no es cierto?” (Mújica, 1963, p. 79). Es por esto que Hélene Cixous en La

risa de la medusa manifiesta que las mujeres tal como le pasa a Catalina no tienen la oportunidad

de explorar su sexo, son objetos, son máquinas reproductoras que no se ven ni a sí mismas, en

efecto dice Cixous que las mujeres “no han tenido ojos para ellas mismas. No han ido a explorar

su casa. Su sexo les asusta aún ahora. Les han colonizado el cuerpo del que no se atreven a

gozar” (1995, p. 21).


140

Antes de este episodio ella hace mención de los afanes del militar para contraer nupcias

con ella, un hombre que por cierto había jurado ser rico en Santander, en las tierras de su padre

para dejarle una fortuna a su hijo o los hijos que soñaba tener: “fue en la mañana que se decidió

mi matrimonio. – El coronel Samuel Figueroa ha venido a pedirme su mano. Quiere que el

casamiento sea pronto, sin más demoras (Mújica, 1963, p. 14). Al respecto Simone de Beauvoir

plantea en el Segundo sexo que para la mujer no se trata de fundar en su singularidad relaciones

con un esposo de su elección, sino de justificar en su generalidad el ejercicio de sus funciones

femeninas; ella no debe conocer el placer sino bajo una forma específica y no individualizada, de

lo cual resultan, en cuanto a su destino erótico, dos consecuencias esenciales: en primer lugar, no

tiene derecho a actividad sexual fuera del matrimonio; como para ambos esposos el comercio

carnal se convierte en una institución, el deseo y el placer son trascendidos hacia el interés social,

pero como el hombre trasciende hacia lo universal como trabajador y ciudadano, antes de la boda

y al margen de la vida conyugal puede gustar placeres contingentes y en todo caso encuentra su

salvación por otros caminos (Beauvoir, 1949).

Transcurre algún tiempo en la historia y la autora señala que mientras Catalina cose una

camisa ella recuerda que él le escribió una sola carta de amor. Sale de sus pensamientos porque

la invita a celebrar la noticia del embarazo bañándose en la quebrada. Él ya había dejado la

desconfianza que Catalina le inspiraba, desapareció desde el mismo momento en que le confesó

que estaba en cinta pues este suceso se reafirma sus propósitos de riqueza, veamos: “Trabajaré

aunque sea como un esclavo para que mi hijo sea muy rico, el hombre más rico de Santander.

Esta tierra que pisamos y todo lo que hay hasta muy lejos ha de llegar a ser suyo, únicamente

suyo” (Mújica, 1963, p. 34). Aquí traemos nuevamente a colación a de Beauvoir con su

planteamiento:
141

Educadas por mujeres en el seno de un mundo femenino, su destino normal es el

matrimonio, que las subordina todavía prácticamente al hombre; el prestigio viril está

muy lejos de haberse borrado: todavía descansa sobre sólidas bases económicas y

sociales. Por consiguiente, es necesario estudiar cuidadosamente el destino tradicional de

la mujer. Cómo hace la mujer el aprendizaje de su condición, cómo la experimenta, en

qué universo se encuentra encerrada, qué evasiones le están permitidas. (1949, p.108)

Después del matrimonio Catalina debe conformarse con estar en una casa a la espera del

marido, con la esperanza de darle hijos. De las palabras de la mamá Matilde, se desprendía que el

papel de las esposas se hallaba previsto hasta en los menores detalles al cuidar el hogar y la

familia. A eso se debían las mujeres y a Catalina la consolaba un poco que al menos pudiera

estar a solas para encontrarse con ella misma cuando él se iba a trabajar, en efecto “no cabía

ninguna alarma. Y, en fin, después de todo, cada día mi marido se marcharía a sus ocupaciones y

yo quedaría sola, con los niños, dueña y señora de mi gran casa” (Mújica, 1963, p.15). Y es esta

forma de educar a las hijas la que perpetúa un sistema machista en la que se les enseña a las

niñas cómo deben ser mujeres. Dice de Beauvoir al respecto:

No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico

define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de

la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que

se califica de femenino. Únicamente la mediación de otro puede constituir a un individuo

como otro. (1949, p.109)

Al leer el texto de Mújica podemos apreciar el deseo que tiene Catalina de liberarse, que

no está plena encerrada en una casa reprimiendo sus deseos. Podemos entender que está cansada

de perpetuar esa historia de la mujer que nos deja frutadas. Esos deseos de hacer sus propias
142

cosas se proyectan en otra persona, se limita a soñar con las palabras de Ricardo Gómez quien le

despertaba el deseo de participar en alguna empresa grande. Él le decía que existían muchas

mujeres que lo hacían. Él le contó por ejemplo que las inglesas estaban adelantando un

movimiento para obtener su emancipación. Era como si la invitara a liberarse diciéndole: ¡Qué

cambios se verán en nuestro siglo Catalina!, ni siquiera podemos imaginarlos ahora, es por esto

que Beauvoir afirma “es necesario estudiar cuidadosamente el destino tradicional de la mujer.

Cómo hace la mujer el aprendizaje de su condición, cómo la experimenta, en qué universo se

encuentra encerrada, qué evasiones le están permitidas” (1949, p. 108). Pero Ricardo como

personaje podría estar pasando por la fiebre del momento en que lo externo era lo mejor, pues en

Bogotá de las nubes (1984) este fenómeno se plasma mucho mejor cuando Mújica plantea que en

las familias creadas en América por los españoles, se dieron genealogías improvisadas,

aparecieron los bastardos.

La raza sin prototipos, sin moldes de conducta, meciéndose en el aire. En las selvas de

Urabá por ejemplo los indios le contestaron a la Madre Laura, cuando llegó para evangelizarlos:

"Nosotros como perros, sin alma". Mújica por medio del narrador señala que a principios de

1930, cuando llegó a Bogotá el escritor Alcides Arguedas, también político e historiador

boliviano acostumbrado a pasar la mitad de su vida en París, asistiendo a conciertos, escuchando

conferencias, visitando museos, alternando con lo más granado, aseveró:

Aquí casi se muere de inanición y nostalgia. Al amigo de Rubén y de Teresa de la Parra,

la escasez de incentivos intelectuales y sociales en la patria de los Pombos y los Caros,

agregada a la llovizna, al viento helado, al aspecto funeral de los habitantes, provincianos

pero con ínfulas, ignorantes pero dogmáticos, burlones, levantiscos, lo sacaron de quicio.

En su Diario afirmó que la causa verdadera del suicidio de Silva fue pura y llanamente la
143

desesperación del poeta, ocasionada por la calamidad de haber nacido y vivir en esta

tierra. (Mújica, 1984, p.56)

Teníamos entonces en esta época escritores que hablaban del campo, de la provincia, de

la selva, de una literatura que describía lugares imaginarios que a la larga solo mostraban la

vergüenza que producía nuestra propia historia. Pero llegan Celina, Catalina y Mirza y nos

muestran a través de la remembranza una ciudad que las adopta, que las abraza y que ya no

pueden olvidar. Es la historia de un país, contada por las palabras escritas de una mujer que ve

más allá de paisajes, que vive en cada uno de los rostros de los demás personajes sus propias

desdichas e impresiones. Esta mujer escritora a la vez alude a su condición a través de las tres

mujeres que protagonizan sus obras, pues en sus historias por su inteligencia y temperamento se

abrieron espacios de trabajo en el contexto público entre los años 40 y 90. Son Celina, Mirza y

sobre todo Catalina, mujeres que transgredieron la norma de quienes aun teniendo la posibilidad

de hacer el cambio, querían vivir en el mismo sistema patriarcal al que nos acostumbraron los

españoles. Los dos tiempos es el inicio de una literatura en que las mujeres escriben sobre

mujeres, Catalina es la historia de una mujer que no acepta su destino, ni la exclusión y se

enfrenta a la condena y Mirza en Bogotá de las nubes es el personaje totalmente transformado de

Mújica. Es el triunfo de la mujer culta que decidió su destino.

Para Catalina esos ideales de cierto modo le acompañaban. Pensaba siempre que el objeto

de su lucha no debía consistir únicamente en conquistar los derechos políticos, que gracias a la

lucha de ellas, el amor debería volverse más noble, como siempre lo había soñado. Ricardo la

exaltaba más según Mújica cuando le decía “No debemos apagar con nuestros renunciamientos

la llama que llevamos en nosotros, que es la de la vida, únicamente vale lo sincero, que nos
144

permite realizarnos a nosotros mismos” (1963, p.74). Ella pensaba en que perdía los pocos años

buenos que le quedaban sacrificándose y prolongando sus deseos de escribir, en efecto Mújica:

Sobre mí ejercía fascinación el pequeño escritorio de mi tía y tocaya Catalina Torres, que

tenía mi madre en el gabinete. Deseaba tocarlo, escribir en él, abrir cada una de las

gaveticas secretas y suponer que algún día sería mío. Ese mueble creaba una especie de

lazo entre su antigua dueña y yo. Me identificaba con ella. Pues bien: Catalina Torres

nunca tuvo hijos. Por eso se separó de su marido. (1963, p. 36)

Lo maravilloso de la rebeldía que empieza a tener la protagonista es que los seres pueden

mostrar su capacidad de unirse para cambiar las realidades que los lastiman y de esa manera es

que surge lo que bien podemos llamar amor y es este sentimiento el que ayuda a realizar a la

mujer, al respecto Beauvoir:

Para Breton la mujer se cumple en el amor, y en el amor es realmente alcanzada; singular,

su aceptación de un destino singular- y no un flotar sin raíces a través del universo-

resume el Todo. El momento en que su belleza alcanza su término más alto es esa hora de

la noche en que “ella es el espejo perfecto en el cual todo lo que ha sido, todo lo que ha

sido llamado a ser, se baña adorablemente en aquello que va a ser esta vez”. (1949, p.

288)

Y Catalina sigue en busca de ese amor propio que la conducirá al amor con el Otro como

lo hicieron en 1956 las mujeres antioqueñas, que ejercieron un derecho que la discriminación les

había negado: el derecho a la cedulación así como también lo hicieron las mujeres de estados

unidos que desde el mes de marzo en 1857 habían participado en movilizaciones obreras junto

con los hombres por los derechos de las trabajadoras. Éste terminó en 1911 con el incendio en

una fábrica de Nueva York que acabó con la vida de más de 140 trabajadores, la mayoría de
145

ellos, mujeres. Y si, en la obra se vislumbra también ese deseo de trabajar, de hacer otras cosas y

empezaba a compararse con otras, Mújica lo narra así:

Si me comparaba, por ejemplo, con mi cuñada María Luisa, la esposa de Héctor, quien

había realizado por fin su proyecto de abrir un almacén en Bucaramanga y acababa de

casarse, notaba que nuestra situación era distinta. Mi hermano consideraba a su mujer

como un artículo de su tienda adquirido por él y, de consiguiente, de calidad insuperable.

Cuanto decía o hacía María Luisa estaba bien. Cualquier amago de crítica a su esposa

significaba una ofensa infligida a Héctor. En el acto sus ojos oscuros, parecidos a los

míos, lanzaban chispas. (1963, p.30)

Este ejemplo de valentía, se veía empañado por hombres retrógrados como Balzac (1957)

citado por Beauvoir, ya que en la fisiología del matrimonio afirmaba:

“No os inquietéis en nada por sus murmullos, sus gritos y sus dolores; la naturaleza la

hecho para nuestro uso y para soportarlo todo: los hijos, los sufrimientos, los golpes y las

penas del hombre. No os acuséis de ser duros. En todos los códigos de las naciones que se

pretenden civilizadas, el hombre ha escrito las leyes que determinan el destino de las

mujeres bajo este epígrafe sangriento “Vae victis” ¡Ay de los débiles! (1949, p. 311)

Pero ese trabajo en grupo de las mujeres por no perpetuar el machismo, ni seguir

domesticadas no puede empañarse. Esta concepción se la fortalecía en la obra, Ricardo a

Catalina, y con ello hacía alusión a la rivalidad que por generaciones se ha fomentado entre las

mujeres. Una rivalidad que inicia en la mayoría de las ocasiones por la necesidad de estar con un

hombre; aspecto que de cierta manera ellos fomentan cortejando a varias al mismo tiempo como

sucede con Giorgio Volta quien se iba a casar con Lola la prima de Catalina, pero al mismo

tiempo enamora a Catalina y después la deja para enamorar a su media hermana María Amalia
146

cuando se entera que es ella la dueña de la finca El Madroñal en la que hay petróleo, en efecto,

Mújica:

He estado aprovechando el tiempo para hacer averiguaciones sobre las fincas de los

alrededores. Después de Madroñal, la que tiene más petróleo es La Joya, la hacienda de

tus primas Vélez. La hacienda de Madroñal ya no es mía. Mi padre se la dejó en herencia

a mi hermana. Nadie conoce todavía la verdad, pero pronto se sabrá y María Amalia

tendrá la escritura.

-¿Dónde vive ella?-me preguntó en el acto. (1963, pp. 144-145)

Es por esta dependencia, por esta forma de utilizar a las mujeres que Héléne Cixous

plantea en el texto La risa de la medusa que:

“La mujer tiene miedo y asco de la mujer. Ellos han cometido el peor crimen contra las

mujeres: las han arrastrado, insidiosa, violentamente, a odiar a las mujeres, a ser sus

propias enemigas, a movilizar su inmenso poder contra sí mismas, a ser las ejecutoras del

viril trabajo. (1995, p. 21)

Por todo esto se convierte entonces en una prioridad que trabajemos desde las

instituciones educativas, las familias y las entidades gubernamentales por una nueva cultura de

hermandad entre las mujeres que nos permita apoyar las ideas de nuestras colegas en vez de

aplastarlas y llevar la contraria, que nos permita no pelear por quedarnos con un hombre, que

nuestro objetivo no sea el matrimonio y tener hijos por la presión que ejerce la sociedad. Esta

nueva cultura puede ser fomentada desde el término Sororidad, ya que Mónica Pérez presenta

este concepto como un derivado de 'Sonoridad', "Saludos sororos", "En sonoridad", éstos hacen

alusión específica a la solidaridad entre mujeres en el contexto patriarcal, es decir, en el contexto

de un sistema social que no parte de la consideración de que todas las personas tienen un cerebro
147

y una mente humanas que debe dejar de ser un misterio porque se calla, porque su lenguaje no

se escucha, porque está ahí oculta bajo velos, y debe dejar de existir más allá de ciertas

apariciones. Simone de Beauvoir también hace un llamado sobre el destino de la mujer

afirmando que:

Su destino fisiológico es muy complejo y ella misma lo sufre como una historia extraña;

su cuerpo no es para ella una clara expresión de sí misma, pues se siente enajenada en él;

el lazo que une en todo individuo la vida fisiológica con la vida física, o para decirlo

mejor, la relación que existe entre la artificiosidad de un individuo y la libertad que la

asume, es el enigma más difícil implicado por la condición humana, y ese enigma se

plantea en la mujer de la manera más turbadora. Pero lo que se llama misterio no es la

soledad subjetiva de la conciencia, ni el secreto de la vida orgánica. La palabra adquiere

verdadero sentido al nivel de la comunicación: no se reduce al puro silencio, a la noche, a

la ausencia, sino que implica una presencia balbuciente que fracasa en manifestarse.

(1949, p. 312)

Si tomamos en cuenta los postulados de Beauvoir en cada uno de los rincones de los

hogares, de las escuelas ya no tendrían a lugar las sociedades patriarcales. Marcela Lagarde

afirma que parte de la falacia biologicista patriarcal, por la que se justifica organizar la sociedad

en función del sistema sexo-género, parte a su vez de la clasificación básica de las personas en

dos grupos definidos por el hecho biológico de que se disponga de un pene o de un útero "sexo",

sobre esto se narra en la obra de Mújica que:

Mi marido no se apartaba de mi lado. Al comer, al dormir, al bañarme en el río, siempre

estaba conmigo. Me hacía sentir como si esperara recibir todavía más de lo que yo le

daba. En esos momentos mi instinto me aconsejaba tranquilizarle. Todo dependía de que


148

lo hiciera. Sin embargo, yo también tenía que formularme mis propias preguntas. Y nadie

me las contestaba. Lo que Samuel me revelaba despertaba mi curiosidad por saber más.

Pero no me decidía a dirigirme a él. Entonces resolvía huir. (1963, pp.19-20)

En esta situación de vigilar siempre a una mujer por el cuento de los celos denota en el

hombre siempre esa maldad que hay en la mujer, como por si tener una vagina estuviera

disponible para quien la deseara y ella estuviera siempre dispuesta a aceptar. Por eso María

Clemencia Sánchez menciona en su tesis doctoral titulada “Helena Araujo, el devenir afuera: de

la colonia al exilio, de la confesión a la auto-ficción” que para Araújo, Catalina es un personaje

femenino en trance hacia su autonomía, que tiene ya una consciencia histórica y ésta conciencias

es la que asiste al personaje de Mújica aunque tiene un tono confesional. Y esto - según Sánchez

- define de alguna manera esa formación de la consciencia histórica sobre la mujer, definitiva y

decisiva para que se dé en ella el paso de objeto a sujeto de su pequeña historia (Sánchez, 2012).

Este postulado se demuestra perfectamente con el siguiente fragmento de la obra de Mújica “en

adelante yo no volvería a salir a la calle, decía. Quedaba confinada y sometida a la vigilancia de

Troncoso. Nadie podría visitarme, ni siquiera mi madre, que, afortunadamente, vivía en

Piedecuesta y no se enteraría del escándalo sino después” (1963, p. 156). Helena Araújo lo

plantea así:

Una reflexión sobre lo femenino que no tenía hasta entonces antecedentes en la crítica

colombiana en torno a la obra de mujeres por la superación de lo diacrónico como

criterio de la crítica misma y por la revisión sobre la formación del personaje femenino

relacionada a la idea de consciencia histórica. (Sánchez, 2012, p. 26)

Por esto es importante también definir los términos género, sexo, equidad e igualdad, rol

y estatus. Estos conceptos que han sido desarrollados en el ámbito de las Ciencias Sociales por
149

disciplinas como la sociología, la ciencia política y la antropología permiten diferenciar el papel

del hombre y la mujer en la sociedad. Pero quien mejor para hablarnos de ello que Chimamanda

Ngozi Adichie, ella es una “feminista africana feliz”, que no odia a los hombres. Admira a la

fallecida Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz, quien aseveraba que “[…] mientras más alto

subas, menos mujeres hay”, pues era común ver a la persona con más habilidad física como el

líder; ahora no, son las personas más creativas e inteligentes, las más innovadoras y no hay

hormonas para estos atributos. Chimamanda Ngozi Adichie en la conferencia Todos deberíamos

ser feministas publicada el 12 abril 2013 por TEDxEuston, afirma que hemos evolucionado, pero

las ideas de género no lo han hecho. Las mujeres son tan humanas como los hombres y tienen

derecho al mismo reconocimiento. Como asumimos el género es una gran injusticia, pero cree en

la habilidad de los seres humanos de hacerse y rehacerse para mejorar. Quiere entonces hacer un

plan: “empecemos a soñar un mundo diferente, más justo; de hombres y mujeres más felices,

más honestos con ellos mismos”65. Eduquemos a las niñas y a los niños de forma diferente, les

hacemos un gran daño por cómo los educamos pues reprimimos su humanidad. Definimos

masculinidad de una forma muy estrecha, la convertimos en una pequeña jaula dura y ponemos a

los niños dentro de ellas. A las niñas las obligamos a atender los egos frágiles de los hombres, las

enseñamos a inhibirse, a hacerse más pequeñas, a no ser muy exitosas, porque serían una

amenaza para el hombre. Les enseñamos a verse entre ellas como rivales por la atención de los

hombres. El problema con el género es que nos indica cómo debemos ser en vez de reconocer

cómo somos. Quiere ser respetada en toda su femineidad porque merece serlo. Para ella la

65
Tomado de la conferencia “Todos deberíamos ser feministas”. Ponente Chimamanda Adichie. Ver en

https://youtu.be/85fqNwDKXfA
150

cultura además del arte, la danza y otras expresiones son la preservación y continuidad de un

grupo. La cultura no hace a la gente, le gente hace la cultura.

Chimamanda Ngozi Adichie es feminista, y su propia definición es: un hombre o una

mujer que dice “Sí, hay un problema con el género hoy, y debemos corregirlo”. El mejor

feminista es su hermano Kenny, y es muy masculino. Sobre este asunto Simone de Beauvoir en

el Capítulo V titulado La mujer casada del libro El segundo sexo plantea que el destino que la

sociedad propone tradicionalmente a la mujer es el matrimonio y como dice la profesora

Clemencia Sánchez así hayan estudiado y hayan visitado otros países esta premisa sigue siendo

un ideal para muchas mujeres, al respecto Beauvoir “La mayor parte de las mujeres, aun hoy

día, está casada, lo estuvo, se prepara para ello, o sufre por no serlo. La soltera, ya sea frustrada,

rebelde o aun contraria al matrimonio, se define con relación a este último” (1949, p. 185). Y en

el capítulo VI del mismo texto titulado La madre, de Beauvoir afirma que desde hace un siglo,

en particular, la función reproductora no es dirigida por el solo azar biológico, sino que es regida

por las voluntades y nos cuenta que algunos países han adoptado oficialmente métodos precisos

de “birth-control”, el cual se realiza de modo clandestino en los países sometidos a la influencia

del catolicismo: o bien el hombre practica el coito interrupto, o bien la mujer expulsa los

espermatozoides de su cuerpo después del acto amoroso. De tal manera que el destino de la

mujer puede ser decidido por ella misma en cuanto la posibilidad de casarse, de tener hijos, de

quedarse solteras o simplemente de disfrutar del sexo y su sexualidad (Beauvoir, 1949).


151

3.2. Exclusión

El concepto Exclusión como lo mencionamos en la introducción lo abordaremos desde

Sassoon y para ello nos devolveremos al siglo XIX para tratar de hallar la respuesta a ¿Por qué

Catalina reconsidera todas las representaciones de la mujer sumisa?, ¿Qué es lo que rompe en

términos de la tradición la representación de Catalina y por qué Elisa Mujica escribe sobre una

mujer en una época en que los hombres tenían más valor literario. Estamos hablando de los años

60 cuando aparece el boom con escritores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa,

la revista Mito en la que aparecen algunos textos y obras de mujeres.

En el texto Las mujeres y las novelas una profesión femenina de Donald Sassoon nos

comenta el autor que en el siglo XIX predominaron escritores de clase media, la excepción fue

la condesa de Ségur; quien fue la que vendió más libros en esa Francia decimonónica. Richard

Altick dice que un 10 por 100 de autores británicos poseían algún título aristocrático. El 86% era

de clase media. En Inglaterra, los de clase media eran hijos de párrocos, médicos, abogados y

escritores. Pasó igual con las 213 escritoras nacidas después del año 1800. Aparecían en la lista

hecha por Elaine Showalter. No fueron a universidades. Por su parte, Marc Angenot dice que en

Francia de para 1880, sólo el 4% de las personas escritoras de un libro eran mujeres. Las tres

cuartas partes, eran novelistas. Porcentaje variable porque algunas utilizaban seudónimos

masculinos. Altick dice que las escritoras británicas entre 1835 y 1870 correspondían a más del

16%, luego subió al 21, 4%. Nigel Cross afirma que el 30 por 100 eran mujeres. El 14 por 100 de

los escritores en revistas eran mujeres. Todas pasaron por épocas difíciles:

1. En Alemania, Johana Schopenhauer, madre del filósofo del pesimismo, Arthur

Schopenhauer quedó en bancarrota en 1819. Ella hace la novela Gabrielle y tuvo éxitos

de venta.
152

2. Sophie Cottin casada con un hombre rico a los 20 años, éste murió en la quiebra y ella

empieza a escribir. Presenta como característica, la actitud premoderna “la escritura de

novela es un género femenino porque las mujeres carecen de perspectiva profunda y de

lógica, y, en consecuencia, tampoco se hallan tocadas por el genio”: profesión para las

solteras.

3. Fanny Trollope, la escritura en la única fuente de ingreso de una familia grande. Ganó

80 libras con un libro titulado The Domestic Manners of the Americans. Su hijo Antony

trabajaba en el correo, escribió como un hábito: 3 horas diarias antes de trabajar. Ganó

más que George Lewes.

4. María Evans (George Eliot), ganó más que Lewes. Perteneció a la primera división del

canon literario y destacó que no es necesario fallecer para ser una gran escritora. Obra: el

molino junto al Floss Rica.

5. Margaret Oliphant representa a los escritores victorianos de nivel medio, era muy

prolífica, hizo 125 novelas. Sostuvo a la familia. Un libro de éxito: Salem Chapel. Dijo

que las obras sensacionalistas de Collins y otros, casaban a las mujeres con sus mozos de

cuadra en un arrebato de pasión sensual. Collins ganaba más que ella. Mujeres santas o

zorras.

6. William Rathbone Greg era la dama novelista, apenas sabía nada sobre el sexo. En

Francia la escritora con mayor ganancia fue George Sand.

7. Nadezhda Durova tuvo 9 años de servicio militar disfrazado de hombre. Obra: doncella

de la caballería, 1836.

8. Aleksandra Kobiakova escribió sobre el despotismo y la misoginia de la que eran

víctimas.
153

9. Praskov’ia Tatlina, el marido la apoyó y la llevaba a la ópera, le contrató profesor de

música. Otra compositora Louise Bertin.

Las damas novelísticas padecieron las críticas contra su escritura, por la envidia que

suscitaba en los hombres cada una de las ganancias, veamos:

1. Robert Southey, poeta, 1813. La literatura no puede ser el asunto que ocupa la vida de

una mujer.

2. Honoré Daumier, caricaturista, reavivó la polémica sobre las escritoras.

3. Willa Cather, novelista de USA: ¿por qué Dios se ha dignado poner algún talento

literario en manos de las mujeres, pues arman con él, un infernal desbarajuste? En una

librería siempre cogería un libro de hombre. Esta por ejemplo, era una mujer que no

apoyaba la causa de sus colegas.

4. Nathaniel Hawthorne, 1855: América está entregada a una condenada turba de

escritorzuelas. El público se halla ocupado en sus porquerías. (Sassoon, 2006).

Pero qué podíamos esperar si el mismo Aristóteles, el pensador de la dualidad de los

géneros también demeritaba a la mujer. Él, de todos los filósofos griegos, y a diferencia de

Platón, fue el que estableció de manera contundente la superioridad masculina, ya que afirmaba

que las mujeres se mueven en los límites de lo civilizado y lo salvaje, del humano y la bestia.

Aseguraba que eran una amenaza potencial para la vida armoniosa de la colectividad y se

pregunta sobre ¿Cómo mantenerlas alejadas? Para él las mujeres no éramos diferentes,

modelados inacabados, hombres fallidos, incompletas, defectuosas. Eran según él tan frías, que

se oponían al calor del hombre. Son hembras nocturnas, ellos son soles. Ella es pasiva y él

activo. El hombre es creador: por su aliento, el pneuma, y por su simiente. Las mujeres no son

más que un recipiente que puede aspirar y no son un buen receptáculo. Lo más triste es que este
154

pensamiento de Aristóteles modela por largo tiempo el pensamiento de la diferencia de los sexos,

dando origen al falocentrismo que tanto daño ha hecho a la humanidad. Hasta la medicina griega

ha retomado estos ideales con algunas modificaciones como la de Galeno y el teólogo Tomás de

Aquino en la edad media (Perrot, 2006).

Entre las generalidades que presenta el texto de Sassoon podemos hablar de un género

protofeminista: mujeres encantadoras y hombre ruines, de mujeres excluidas del género no

ficción, de los circuitos de hombres de letras que eran poetas muy pobres, lo reafirma Balzac en

1835 en una carta a su esposa en la que reconoce que debía dedicarse a otro género más rentable.

Algunos escritores vivían muy bien; lo evidenciaba el tener criados. Escribir entonces fue la

forma más viable de hacer plata para una mujer. Era imposible en las demás profesiones. Para

las personas hacerse ricas vendían las novelas, los derechos, hacían ediciones baratas. Las

mujeres escribían para otras mujeres.

El siglo XIX fue una “cuestión femenina” en la que también se reorganizó un culto a la

virgen. En 1854 por ejemplo se presenta el dogma de la Inmaculada Concepción, culto de

Lourdes, en 1858, una chica de 14 años: Bernadette Soubirous tuvo visiones con la virgen. Se

presenta el Fenómeno nacionalista en el que a las patrias, se les decía “madre”: madre patria,

influenciado esto por mujeres como Juana de Arco en Francia y Boadicea que encabezó una

revuelta contra los romanos en Gran Bretaña. En la Sorbona, 1870, Jules Ferry, alcalde de París

dice que la iglesia trata de apoderarse de la mujer. En Francia la lucha por la educación para la

mujer es libraba contra de la iglesia y uno de los aspectos más importantes del texto de Sasson es

que predominó el yo-auto-representación en mujeres y hombres, no construyeron tradición. La

novela-fue un subgénero y predominó como género la biografía que se hizo sobre todo de

hombres.
155

En Catalina, en pleno siglo XX y después de todas las influencias que hemos

mencionado y de ver la forma en que se han superado muchas mujeres a nivel mundial a través

de la historia y la escritura vemos que Mújica en la obra reconsidera todas las representaciones

de la mujer sumisa a través de Catalina porque en la obra se muestra una mujer que desafía a la

sociedad, se convierte en un ser-sujeto que se rebela ante todo lo preestablecido aun desde el

ámbito económico, pues ella desafía a su madre que era una promotora más del falocentrismo

devolviéndole la herencia a su hermana. La viejita María por ejemplo le dice según Mújica “a

doña Matilde la aliviará saber que usted devuelve madroñal a su legítima dueña. Aunque ella no

haya tenido valor para hacerlo, les gustará que su hija repare su falta (1963, p. 161).

Con respecto a sus deseos pasionales permanecía muda y no se atrevía a pensar en ello

por miedo a desagradar a Dios, menciona que al principio el pudor hacía que hablara muy suave,

la palabra amor le sonaba con timidez y la voz se adelgazaba, pero después Mújica nos muestra

una mujer desinhibida cuando asevera “desde que decidí abrir la puerta que siempre me habían

mandado mantener cerrada, entraba en mi cuarto y pensaba “Tengo un amante” (1963, p. 142).

La autora también señala que Catalina pensaba en como su amiga Domitila aun pasada en años

miraba lela, en silencio a Ricardo durante las tertulias. Le llamaba la atención que todavía tuviera

esperanzas de conseguir novio. Y menciona como los años se les había llevado la juventud,

proceso que ella había sabido asumir, en efecto Mújica “hasta que todo se quedó lejos. Ahora,

cuando me miraba en un espejo, sentía remordimiento como si hubiera cometido un robo al

hombre que amaba” (1963, p.71).

Mújica a través del personaje Ricardo también trae a colación unas máximas sobre el

alma de esa mujer que desea ser otra, y Catalina expresa dentro del texto, que algunas de esas

frases representaban en el fondo, los deseos que todas ellas tenían, así lo señala Mújica “Una
156

mujer digna no tiene deseos que reprimir. La mujer es tan pura como la rosa, y un mal

pensamiento la empaña como el aliento al cristal” (1963, p.72). Aunque ella confiesa que oía las

teorías de Ricardo por pasar el rato, algunas de sus palabras tenían eco en su corazón, como

éstas:

“No debemos apagar con nuestros renunciamientos la llama que llevamos en nosotros,

que es la de la vida, únicamente vale lo sincero, que nos permite realizarnos a nosotros

mismos (…) y luego viene una frase contundente de su situación al decir: “yo perdía los

pocos años buenos que me quedaban sacrificándome”. (Mújica, 1963, p. 74)

Sigue confirmando que Ricardo Gómez con sus palabras le despertaba el deseo de

participar en alguna empresa grande. Existían muchas mujeres que lo hacían. Él le había contado

que las inglesas están adelantando un movimiento para lograr su emancipación y que se verían

muchos en los años venideros que ni siquiera podían imaginarlos ahora. Empieza de cierto modo

a acompañarla un sentimiento de lucha pero el objeto de su lucha no debía consistir únicamente

en conquistar los derechos políticos. El amor debería volverse más noble, como ellas lo soñaban.

La autora refiere también en la novela episodios de afecto entre las mujeres que para la época

eran mal vistos. Esto lo hace a través del personaje llamado Esperanza. Plantea esas cohibiciones

de expresar afecto entre mujeres cuando dice:

Apenas me acerqué me ofreció su frente para que la besara. Se trataba de una moda

implantada por ella, a pesar de que antes de su llegada, en Bucaramanga se juzgaban las

manifestaciones de cariño hechas entre mujeres en público, tan indecentes como si un par

de casados se tutearan. Pero a Rebeca, mis amigas y yo no nos atrevíamos a

contrariarla”. (Mújica, 1963, p. 65)


157

Mújica también señala que cuando se confesaba con el padre Tobías se aseguraba que, al

ponerse en una situación como la de ella Dios le indicara precisamente cuál era el camino que

debía seguir, a fin de no pensar en ella misma sino solo en Él. Siempre Se repetía: para

conquistar el cielo representa una ventaja no creer en la felicidad de este mundo. Aunque ella

quería que fuera de otro modo. A sus ojos, la consagración a Dios solo valía si ella sacrificaba

algo por él cuando se atreve a decirle al padre que no tenía que entregar, que carecía de mérito y

éste se indignaba y no valían las explicaciones que ella pudiera dar, pues era un signo de

inmoralidad tanta rebeldía.

Catalina señala que cuando el padre tenía razón, ella deseaba la muerte. Pero cuando la

llamaba, era como si le devolviera la esperanza de ser feliz todavía. Un episodio en el que peca

es cuando le cuanta al padre sobre haber estado hablando de que ellas tenían temor porque no

pueden superar a las mujeres provocativas del teatro. Una situación que para la época era de

inmoralidad pues hablaba de ser más sensuales y pintorescas que ellas.

Catalina también llama la atención sobre don Facundo que entregó a su hija a Simón

Plata como si se tratara de una esclava, un asunto se los contó (Rebeca Aguirre). El padre de la

niña llamado, estaba borracho y perdió unas apuestas. Las deudas las pagó entregando la niña a

Simón. Catalina comenta que Elena era hermosa y le da pesar pero también descubre que es una

calumnia porque Rebeca es chismosa. Encontramos también el fragmento en el que ella habla

que no se podía dormir, porque sus deberes de mujer casada la mantenían muy agotada, que se

olvidaba de todo en los largos discursos que le dirigían mientras bordaba porque se le

representaban entonces una a una sus preocupaciones y se decía:

Yo no era libre. Del cumplimiento de lo que me correspondía dependía el equilibrio en

que todo se asentaba. Además, ¿qué diría mi confesor, el padre Tobías? La verdad era
158

que no deseaba portarme sino de acuerdo con lo que se esperaba de mí. Ir contra la

corriente me destrozaba. (Mújica, 1963, p. 54)

Es un fragmento en el que señala que la estresaban sus obligaciones conyugales, pero que

seguía sometida por la iglesia y la sociedad. Comenta además que su amiga nunca sabría por

ella que en los primeros días de la luna de miel se repetía con una especie de orgullo herido:

¿De modo que el matrimonio es esto?” su ira y un poco de desdén se estrellaban contra

Samuel. Él le infiltraba, sin embargo, un suave veneno, no de una vez, sino lentamente, y

conducía su cuerpo, lo mismo que si le fuera abriendo puertas, lejos, siempre más lejos.

(Mújica, 1963, p. 40)

La cita anterior la utilizamos en otro capítulo por su relevancia y en este episodio la

usamos para recordar que Catalina solo recuerda que era feliz en la niñez. Con respecto al haber

quedado estéril tuvo que soportar muchos comentarios que hacían alusión a que había quedado

inútil. Dentro de la obra se marca cuando una mañana, misia Hortensia, la esposa del doctor, la

vio disecar un trébol entre las páginas de un libro y la escuchó comentar: “Cada uno puede ser

feliz a su modo. Fíjense en que Catalina lo es” (Mújica, 1963, p. 40). Se da cuenta así de la

verdad. En adelante, para ella sería cuestión de vida o muerte no disgustar a Samuel. De lo

contrario, le echaría en cara lo peor después de los cuidados que le brindó por el aborto. Y así fue

porque una mañana, mientras Samuel arreglaba varias cuentas, notó que cercenaba el jornal a los

peones. Cuando iba a intervenir, la casa se llenó con un grito:

-¡Catalina! Ella sabía que él deseaba simplemente vengarse de algunas de mis absurdas

escapadas a caballo. No obstante, se dedicaba a preparar en silencio argumentos para

confundirlo. Pasaban y repasaban por su cabeza que se calentaba. Sentía como si le


159

frotara contra una piedra puntiaguda, nada más que por el amargo placer de ser herida.

(Mújica, 1963, p.38)

Catalina rompe en términos de la tradición la representación de un personaje femenino

que no había sido narrado, que había sido excluído porque Elisa Mújica escribe sobre una mujer

que habla en una obra sobre todo lo que le preocupa: el matrimonio, el afecto entre mujeres, las

riquezas que los hombres desean arrebatarle a la mujer, el deseo de no casarse, el estigma social

por no tener hijos, el señalamiento ante la infidelidad de la mujer en una época en que los

hombres tenían más derechos y que en el campo de la escritura gozaban de mayor valor literario.

En una época en el que la exclusión a la mujer predominaba, se le obligaba a estar entre 4

paredes: la caso el convento. En este aparatado mostramos como Catalina hace de su espacio un

lugar libre a través de la tertulia, su monólogo interior y sus escapadas a caballo. No permite que

el encierro al que la somete el matrimonio, la excluya.

3. 3 Condena

El vocablo Condena lo abordaremos como ya lo dijimos antes desde los hechos históricos

que coincidieron con el año 1963. Una pregunta obligatoria en este análisis es ¿por qué se

condena a Catalina?, y para ello debemos entender históricamente qué es Colombia en los años

60, cuál es el rol de la mujer en ese momento, por qué la condena, por qué Colombia es

esencialmente un país colonial todavía. La obra por cierto nos ubica históricamente antes de

1963 cuando menciona en la página 22 que Samuel estudió en el colegio del Rosario de Bogotá,

que después de la graduación comieron en el restaurante La Rosa blanca y que esa misma noche

se habla alistado en un partido de revolucionarios de liberales. En el capítulo anterior habíamos

mencionado por cierto del origen de los partidos políticos en Colombia. Habíamos mencionado
160

que el siglo XIX se había destacado también por sufrir grandes cambios, especialmente en los

campos político y social: se libraron varias luchas independentistas a lo largo del territorio de la

Nueva Granada66, la creación de los partidos políticos Liberal y Conservador y la abolición de la

esclavitud en 1852. El partido liberal trabajaba por el liberal progreso y la libertad espiritual e

individual; el conservador por el respeto profundo hacia la Iglesia y la moral.

Un siglo después, en el año 1963 Colombia es un país que está viviendo el momento de

transición de la dictadura a la democracia. Se da una democracia muy frágil, la del frente

nacional, una coalición política y electoral entre liberales y conservadores que estaba vigente en

Colombia de 1958 a 1974. Por extensión se refiere al período histórico de dichos años que en el

que se acordó la sucesión de cuatro períodos (16 años) de gobierno de coalición. Por este tiempo

se distribuirían equitativamente los ministerios y la burocracia en las tres ramas del poder

público (ejecutivo, legislativo y judicial). El principal objetivo de este acuerdo fue la

reorganización del país luego del período presidencial del general Gustavo Rojas Pinilla (1953-

1957) quien fue derrocado después de convertir su mandato en una dictadura populista y en un

tercer partido capaz de desplazar a los dos tradicionales. Este hecho unió a los dirigentes de los

dos partidos tradicionales, liberal y conservador para buscar una solución común a los

problemas. El liberal Alberto Lleras Camargo (primer presidente después de la dictadura, 1958-

1962) y el conservador Laureano Gómez firmaron el Pacto de Benidorm, el 24 de julio de 1956,

para dar inicio al Frente Nacional.

En Brasil también se vuelve al sistema presidencial mediante un plebiscito y es elegido

presidente João Goulart, en Argentina, la policía detiene al exdictador contraalmirante Rojas, en

Paraguay, el general Alfredo Stroessner es reelegido presidente. El año 1963 también coincide

66
Nombre que recibía Colombia en el siglo XIX.
161

con la muerte de Kennedy quien se encontraba por una gira en los estados del sur que se

caracterizaban por la férrea oposición a las medidas del mandatario demócrata, especialmente

para luchar contra la discriminación racial y los monopolios.

Martin Luther King y los líderes de la comunidad negra de Estados Unidos encabezaron

una multitudinaria manifestación del Movimiento de los Derechos Civiles el 28 de agosto en

Washington contra la segregación racial en ese país al tiempo que protestaban por el asesinato

del líder negro Medgar Evers en Misissippi. También en Colombia falló golpe contra Guillermo

León Valencia y la política colombiana se vio afectada por cuatro acontecimientos: la unión del

partido conservador, la promulgación de la encíclica Paz en la Tierra, el fracaso de un intento de

golpe de Estado contra el presidente Guillermo León Valencia y la absolución por la Corte

Suprema de Justicia al ex presidente Gustavo Rojas Pinilla por el delito de concusión.

En el contexto literario colombiano para 1955 nace Mito67, una revista donde temas como

la economía, la política, la cultura y la vida social tenían cabida sin atropellarse y sin por ello

dejar de darle un sentido claro a la publicación. Los directores fueron Jorge Gaitán Durán y

Hernando Valencia Göelkel, quienes querían, a través de la palabra, debatir toda clase de

opiniones y creencias. De 1926 a 1958 circuló la revista Letras y Encajes68. Años más tarde, en

épocas más recientes, nace la revista Eco (1960), dirigida por un gran número de personas, entre

quienes se contaban Hernando Valencia Goelkel y Jorge Gaitán Durán. Esta revista, en un

principio, parecía hecha en Europa, pues daba la impresión de que hablaba de una sociedad que

no era la bogotana.

67
Tomado de http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayuda detareas/comunicacion/las_revistas_en_colombia
68
Se publicó en Medellín desde 1926 hasta 1958. Los talleres de la tipografía Industrial eran los encargados de
editar esta publicación que hoy llamaríamos de género. La revista, cuya suscripción anual para 1938 costaba un peso
con cincuenta, era dirigida por doña Teresa Santamaría de González y por doña María Jaramillo de Simón e
intentaba combinar el tema de los encantos y perifollos femeninos con una no menos adornada literatura que tenía
en Gabriela Mistral a su más alta inspiradora. Tomado de http://www.rabodeaji.com/No-2/portadas/main.htm
162

El concepto condena se hace presente en la medida que se perpetúan una serie de

patrones o comportamientos en la mujer a pesar de la evolución histórica en cuanto a derechos y

al reconocimiento como ciudadanas que hemos tenido. Esta condena la perpetuamos muchas

veces las mujeres porque no hemos entendido el verdadero sentido de pasar de objeto a sujeto.

María Clemencia Sánchez aborda este tema en su tesis doctoral a través de la lectura que hace

del texto Las mujeres en Colombia escrito por Gloria Pachón de Galán y Flor Romero. Según

Sánchez, en él se hace un perfil de mujeres muy adelantas a la época pero todas estaban casadas

y destaca que lo más importante para ellas era el hogar y el matrimonio. Éste a pesar de todo lo

que se ha hecho seguía siendo el único destino, el matrimonio seguía siendo lo más importante.

Sánchez nos recuerda que para 1970 el ideal de mujer en Colombia era la que circulaba en

medios impresos y audiovisuales y era la misma que promovía anacrónicamente la Colonia,

situación que está presente como ejemplo en el libro ya mencionado Mujeres en Colombia

publicado en 1961 cuyas autoras, Flor Romero y Gloria Pachón hacían parte de esa clase social

privilegiada a la que increpa precisamente Helena Araújo en este relato, aunque el artículo del

periódico El Tiempo publicado el 6 de Septiembre de 2011 por Null Value dice: “el libro

Mujeres en Colombia, escrito y editado por las periodistas Flor Romero y Gloria Pachón Castro.

Se trata de la primera recopilación de nombres y hechos femeninos que en la época

contemporánea han contribuido a construir una patria mejor para todos”. En su tesis Sánchez

“presenta algunos extractos de este libro que tuvo curiosamente una gran acogida en su época y

que hoy nos parece digno de mencionarse dentro de los exotismos de nuestra cultura patriarcal”:

1. Ramírez Gaviria Luisa Sandino de (Acción Social). Esposa de Horacio Ramírez

Gaviria, nació en Medellín, en el hogar de Roberto Sandino y Sofía Uribe. Es católica,

liberal y además del español conoce el inglés. Ha visitado varios países de Europa y Los
163

Estados Unidos (…) Su máxima aspiración: “Ser útil a mi familia, a la sociedad y a la

patria”.

2. Ramírez Alegría Fonseca de (Abogada). El hecho más importante de su vida: “Mi

matrimonio”.

3. Retamozo Blanco María T. (Odontóloga). Su máxima aspiración: “El matrimonio para

formar un hogar modelo”. (Sánchez, 2012, pp. 208-211)

Según Sánchez este ideal de casarse predomina en las mujeres de la época, que insisten

en el matrimonio como la máxima realización de la mujer y como su único medio de superación

personal (Sánchez, pp.154-155). Sobre este tema Sara Beatriz Guardia en su texto “Literatura y

Escritura femenina en América Latina” comenta que entre 1919 y 1950 hubo en Colombia una

importante presencia de escritoras en la antología de escritoras antioqueñas publicado en el 2000,

pero después permanecieron en el olvido. Ella dice que son 44 cuentos de los cuales 25 han sido

publicados y varios de los cuales compitieron en el Concurso Femenino de Literatura de 1921.

Con ello queda demostrado las desventajas de la mujer pues Guardia afirma que: “[…] los

obstáculos que enfrentaban las mujeres para competir en plano de igualdad con los escritores por

su desigual acceso a la educación, y por la falta de apoyo a su quehacer intelectual era enorme”

(p. 8). Destacan las crónicas y cuentos de Sofía Ospina de Navarro, que para la época seguía el

derrotero del costumbrismo aunque con sentido de observación y humor la vida de las mujeres

de la ciudad de Medellín. Presenta también a la chilena María Luisa Bombal (1910-1980) con

sus novelas La última niebla (1935) y La amortajada (1938), a la mexicana Nellie Campobello

(1909 –1986), autora de Cartucho y Relatos de la lucha en el norte de México, donde describe

acontecimientos relacionados con la revolución mexicana, a la peruana María Nieves y

Bustamante (1865-1947), en su novela, Jorge, el hijo del pueblo (1892), relata los trágicos
164

acontecimientos del levantamiento de Arequipa contra el gobierno de Castilla en 1856, Amalia

de Castillo Ledón (1898-1986), una de las primeras feministas de México y autora de Cuando las

hojas caen, estrenada con gran éxito en 1929. María Luisa Ocampo (1900-1974), en La casa en

ruinas (1934) presentó una típica familia de clase media donde la única misión que tenía la

esposa era cuidar y atender a su marido. También Nieves Muriel García en el texto El cuerpo

femenino y las mujeres. Vida, sentido y algunas paradojas para pensar, leer y sentir los cuerpos

plantea que:

Ahora que los modelos de lo femenino y lo masculino no libres siguen vigentes, a la par

que cada vez dichos modelos se vuelven confusos y hasta porosos en el juego abierto por

el postfeminismo, resulta interesante seguir la pista de las imágenes que del cuerpo

femenino tenemos en distintas culturas para comprender mejor las implicaciones políticas

que han supuesto la pérdida o fagocitación de algunos de sus sentidos. Hablar del cuerpo

sexuado en femenino sigue siendo delicado pero es, a la vez, una urgencia política porque

este lleva inscrita una señal imborrable, que no se puede obviar. De hecho, la ciencia no

lo olvida. Y aunque esa señal ya no me determina para ser madre, al menos en Occidente

acompaña la vida de las mujeres tanto de las que son madres como de las que no. (Muriel,

p.7)

Dado todo lo anterior podemos afirmar que la Literatura del boom demuestra esas

posibilidades que ha tenido la mujer; es un movimiento que surge entre los años 1960-1970 en el

que se fijan nuevas figuras literarias: realismo mágico, cuento fantástico, cuento metafísico y

crítica a la realidad social. Este movimiento es una reacción contra la novela criolla o

indigenista. Género que se trabajó en la narrativa corta: cuento y novela. La década del 60 y 70

corresponden a la agitación política en América latina influenciado por la guerra fría que definió
165

las ideas radicales de los autores boom. A este movimiento le da mucha fuerza las palabras de

Perrot tal como lo planteamos en el capítulo anterior por el empuje que se le dio a la

participación de la mujer en todos los campos pero también es cierto que muchas se han quedado

bajo ese cuadro de costumbre que nos dejó el colonialismo y la historia de la humanidad desde

sus inicios porque son las mismas mujeres las que perpetúan como ideal casarse, tener hijos y

permanecer en el hogar. Ellas no han podido escapar a la condena, a la repetición infernal a la

que se refiere Cixous en la risa de la medusa. “No han querido liberarse, no van por donde se

escribe, no llegan a donde se sueña, no se inventan nuevos mundos que en este caso están en los

libros. Simplemente están ahí, esperando a que las tomen” (1995, p.55).

En Catalina desde que ella estaba pequeña se vio la sobreprotección de la madre quien la

cuidaba demasiado, hasta el punto de no dejarla juntar con su media hermana María Amalia a

quien maltrataban terriblemente por ser hija de la cigarrera Hortensia. Fue la madre quien

decidió con quien se casaba y permitió que un extraño, el doctor Bullón, la vigilara todo el

tiempo. Celina en cambio, demostró su carácter libre desde pequeña, renunció a esa condena

desde la forma en que se escondía para leer, desde los juego porque era tratada como un niño por

sus amiguitos porque era mandona, juguetona y fiel con las ideologías políticas de sus padres.

Los juegos los terminaba a la señal de misiá Carmelita, ya que les señalaba la hora en que debían

terminar los juegos e irse para sus casas, así lo señala Mújica:

En cambio, se hallan divididos en dos bandos. Celina escasamente saluda a los

muchachos que salen a la puerta contigua a la de misiá Carmelita, siguiendo la costumbre

de su familia con los mayores. Son de distinto partido político. Desde que se nace se lleva

allí el mote distintivo de conservador o liberal. (1949, p.12)


166

El final de la novela Los dos tiempos menciona que ella decide volver a su tierra y cuando

la obra inicia aparece que ella identifica la casa de misiá Carmelita y nos cuenta que está igual

aunque el tiempo haya pasado “Está lo mismo aunque ha pasado tanto tiempo. Las fachadas

viejas y destartaladas de los pueblos no dan idea de lo que guardan. Aposentos silenciosos y

oscuros, con piso de estera y olorosos a pasado y limpieza” (Mújica, 1949, p.10).

En el caso de Mirza, el concepto condena empieza a definirse con las sobreprotección de

los papás puesto que prefieren que los acompañe a todas partes, evitan que se quede sola en el

inquilinato pues consideran la existencia de malas influencias. Con Celina el asunto era más

desprevenido, ella conservaba amistades y compartía momentos de ocio con ellos.

Y es este asunto de vivir sola y sentirse fea como Celina, sentirse sola y menos agraciada que la

madre como Catalina y también sola y poco agradable por el lunar en la cara como Mirza, lo que

ha hecho que de cierta manera se refleje la realidad de la autora pues ya habíamos mencionado

que ésta en una entrevista realizada por el señor Gonzalo España con el subtítulo Una pluma

fogueada y festiva, ella también asegura que sus hermanas Cecilia y Genoveva, eran muy lindas.

Las amigas le decían a su madre que las dos eran preciosas, pero que ella era muy inteligente.

Por eso toda la vida tuvo complejo de fea y asevera que las escritoras escriben porque son feas.

Ella señala en la entrevista igual que lo hace en la novela Los dos tiempos como ya lo

mencionamos en párrafos anteriores que cada vez que lee, se hunde cada vez más en la lectura y

su personalidad pasa a segundo plano. Esta característica de presentar mujeres inteligentes pero

poco agraciadas físicamente es una constante en sus tres novelas, como lo hemos visto ya en

Catalina, Celina y ahora en Mirza quien es llamada la Lunareja por el lunar oscuro y sin forma

que le tapa la parte inferior de la cara y que ella tapa obsesivamente con una bufanda. Un día en

el colegio la monja se la hizo quitar. Sus compañeras se lo habían visto ya en el corredor. Ella
167

recuerda que lo descubrió mirándose al espejo. Era un asunto que preocupaba a toda la familia,

así lo manifestaba don Alejandro al tío Calixto:

Si yo tuviera plata se la prestaría para que se fuera a Estados Unidos con Mónica y la

niña. Mirza no es fea. Vale la pena hacer lo posible y lo imposible para que le arreglen el

cutis. Pero desde que nació Leonel se me han multiplicado los gastos por la mala salud de

Soledad. No me queda un centavo disponible. (Mújica, 1984, p.23)

Y con respecto a la soledad, a esa condena de las feas; la entrevistadora Aída Calero de

Konietzko le dice que al leer sus libros parece como si deliberadamente se propusiera llevar

también al lector a través de una constante reflexión acerca de la soledad. La entrevistadora le

pregunta si es exagerado afirmar esto, y ella contesta:

Sí, claro que es cierto, porque es un reflejo de mi vida. Desde hace mucho tiempo soy

sola y no he querido buscar ninguna compañía, de esas compañías que uno puede obtener,

bien sea de parientes viejos y necesitados o compañías mercenarias. He escogido la

soledad y creo que la tengo domesticada por completo….Siendo la última de tres hijas,

fui una niña muy sola y probablemente por escapismo solamente me parecía bello el

mundo de los libros; siempre fui a buscarlo. Inclusive más adelante cuando ya estaba en

el colegio y tenía amigas, porque no podía entender la vida entonces sino por medio de la

ayuda de la lectura. (Mújica, 1988, p. 67)

Para seguir con esos temas que le apasionan como la realidad del país que muestran

claramente sus obras porque no le son ajenos sus problemas vemos que a través de las

narraciones, los diálogos, las descripciones presenta demasiados elementos comprobables como

el hecho de que Mirza transitó de un lugar a otro dentro de las historia. Su paso por el mundo

colombiano: Bucaramanga, Pamplona Bogotá, Utica, la Costa, Belén de Cerinza, Ecuador,


168

Quito, Rumichaca, Guayaquil, Argentina, París como lugar de acción de otros personajes.

También en las obras como Catalina y en Los dos tiempos se hace mención constantemente

sobre las tropas del general Uribe Uribe, él combatió en las guerras civiles de 1885, 1895 y

1899, de las cuales saldría derrotado. Su papel como general estaría marcado por importantes

victorias durante la Guerra de los Mil Días desde el punto de vista táctico, las cuales le dieron

una reputación como el principal general Liberal a pesar de no tener la preparación militar de

otros como Benjamín Herrera. Sufrió serias derrotas al mando de los ejércitos liberales, como en

la batalla de Bucaramanga (1899) y la pérdida de Corozal. Es conocido por la instauración de un

socialismo de carácter corporativo y sindicalista en Colombia, por su labor diplomática y a favor

de los cafeteros colombianos en el combate de las enfermedades tales como la roya. Fundó con

Benjamín Herrera, la fundación de la Universidad Republicana que más tarde se convertiría en la

Universidad Libre de Colombia.

Cuando el partido Liberal derrotó al Conservador por segunda vez dentro de la obra y se

cambia el régimen, el papá de Celina, don Francisco sufre un ataque y posteriormente muere.

Recordemos que la primera vez que pasó esto en Bucaramanga, él renunció a su trabajo porque

el sucesor hablaba mal de los administradores anteriores y él era una persona muy leal. Se vino

para Bogotá con la familia para que nadie viera su vergüenza, Mújica en efecto:

Para iniciar su administración tomó el camino de criticar la obra de sus predecesores,

anunciando grandes reformas a fin de depurar el régimen seccional. Don Francisco

desempeñaba un empleo cualquiera, pues había desdeñado aprovechar las oportunidades

en beneficio propio y venía siendo cada vez más arrinconado. Sin embargo, se consideró

aludido por las palabras del flamante mandatario. Su pundonor no le permitía continuar

prestando servicios y presentó renuncia. (1949, pp.39-40)


169

Aunque en la obra no se menciona el bogotazo, sí se habla de la participación de Celina

en la formación de la Gran Colombia. En la obra estos episodios inician con la participación de

ella en las reuniones que hace Rodrigo Tolosa. Pero a él lo califican de maniático, a ella se le

parece al escultor Vicente Rodas por las ideas. También piensa que el liberalismo bien entendido

irá conquistando por etapas, algunas mejoras.

Conoce allí a mujeres revolucionarias como Olga Aranguren que defendía a los

campesinos, ésta la invita a una casa en la que se hospeda con otras mujeres: Sylvia Donato,

Victoria Castro, Magda Urbina y Victoria Castro, esta última, era una maestra y dueña de la casa

y tuvo que ver mucho con el golpe de estado al presidente que estaba antes de Velasco Ibarra.

Velasco llega al poder con alegría de todos. Fue elegido presidente 5 veces y la primera vez se

dio en 1934 y depuesto en 1935, tuvo que exiliarse en la ciudad de Sevilla, en el Valle del Cauca,

Colombia.

María Mercedes Jaramillo en el texto Ensayos críticos sobre la Obra narrativa de Elisa

Mújica también señala que la pobreza, la discriminación, la explotación y la pobreza descrita con

detalle en el caso ecuatoriano eran problemas que asolaban al continente y que en Colombia

culminaron con la revuelta popular del 9 de abril de 1948. Teníamos una Colombia dividida por

el bipartidismo y el marxismo iba emergiendo como una tercera corriente ideológica y política

que intenta resolver los problemas sociales que los otros dos partidos no habían podido resolver

(Jaramillo, 2007, p. 68).

En la obra Bogotá de las nubes la situación política se refleja desde el mismo momento

en que Mirza se extraña por la ubicación de las personas en la iglesia: a las niñas les tocaba estar

con las madres y separadas de sus padres. La situación era marcada por un cartel que decía:

“Hombres” en la nave derecha y “Mujeres” en la nave izquierda. En la provincia campechana de


170

Belén de Cerinza esa división no se usaba. Esa misma división se veía en el lenguaje

desenvuelto de la jai, la aristocracia. La gente estaba dividida en dos categorías separadas por

barreras intangibles y no obstante definidas: la buena sociedad y la lobería. Los orejones y demás

miembros distinguidos de la jai tienen con frecuencia abuela o bisabuela indígena, patente en sus

facciones aunque no la mencionen, Mújica asevera “Ya desde la Colonia el obispo Lucas

Fernández de Piedrahita prefirió mantener en discreta penumbra que era nieto de india, al revés

del Inca peruano Garcilaso de la Vega, quien ni corto ni perezoso proclamaba a cada paso la

sangre materna” (1984, p. 12).

Mirza sigue siendo testigo de estas diferencias sociales cuando oye a doña Isidora

calificar a los asistentes de las fiestas, en el colegio mira acusadoramente a las portadoras de

sonoros apellidos. Hasta los hombres participan del juicio público que se la hace a las familias

por su forma de vestir. En este caso el zapatero don Adonías se entera de todo lo que hacen los

habitantes del barrio La Candelaria, juzga, sentencia y hasta se burla como lo hizo con la madre

de Mirza por su vestido colorido. Esto marca tanto a la protagonista que procura un cambio en el

vestuario entre los años 30 a los años 60.

Esas divisiones sociales se hacen más grandes desde que las familias empiezan a

modificar la forma de sus casas por la influencia del extranjero, se menciona sobre todo la

imitación de las casas de California, según el narrador ya no se aprecia el injerto directo.

La Candelaria, por ejemplo, hasta ayer habitado exclusivamente por familias de las que se sabía

de dónde venían y qué pitos tocaban, hoy desgraciadamente estaba invadido por una especie de

cafres. La masa de los usurpadores como la familia de Mirza desbordó pronto los sectores

coloniales y los improvisados y se extendió como langosta a Teusaquillo —el barrio construido

según las malas lenguas con los dineros provenientes del empréstito patriótico, recolectado entre
171

los ciudadanos con el fin de combatir al Perú en la guerra de Leticia— y luego a Santa Teresita,

Palermo, Marly y el Bosque Calderón Tejada. A ninguna casa nueva le faltaron las cortinas

blancas, azules o amarillas —como tapas de cajas de sorpresa que cubren un secreto— ni el

jardín con prado, los ladrillos rojos, los balaustres verdes y los niños montados en triciclo o

jugando en la calle a la golosa y a las bolas.

La ciudad parece haber esperado cuatrocientos años para crecer, para renunciar al

estacionamiento de simple aldea. Santa Fe de Bogotá, era la villa de tercera categoría, inferior en

mucho a Quito y Lima. Cuando terminó el período de la Colonia, la capital siguió siendo una

población chica. Sería Jiménez de Quesada, inexperto en achaques de fundación de ciudades, fue

el que desde el principio mostró la tendencia a la horizontalidad y a desarrollarse a saltos, sin

importarle las incomodidades que con ello ocasionara a sus habitantes.

La casa en la que vivía Mirza la tumbaron para construir el edificio Cubillos. Con el tiempo ya

no se llamaba Cubillos sino Andes. No era ni la sombra de lo que fue. Se veía enano en

comparación con las torres encristaladas y gigantes. Los balcones como el del camellón de los

Carneros permitían divisar a la distancia a las personas, a los automóviles. En el texto se

menciona como una joven se asomaba para ver si en la esquina veía aparecer Núñez, otra miraba

a Rivera José Eustasio, que hacía bailar nerviosamente su varita de ébano con puño de plata

mientras se atusaba el bigote rizado. Doña Gregoria (hija de un padre ciego) se había asomado

por centésima vez a fin de espiar la silueta del doctor Núñez, parado en la esquina.

La ciudad terminó por transformarse; el aluvión de los provincianos se desparramó sobre

la capital, ésta ya no se conformó con el pedacito de la Sabana que le asignaron los

conquistadores, a la sombra de los cerros. Empezó a multiplicarse pretendiendo copar la

totalidad de la llanura, desde Usme a Zipaquirá, desde Suba a Bojacá, desde Cota a la humilde
172

Funza, que estuvo a punto de ser la preferida como punto de partida, en vez de Teusaquillo. A las

ambiciones horizontales sumaron enseguida las verticales.

Con todo esto los pure sang, los no mezclados— se quedaron atrás, se abandonaron, fueron

sobrepasados. En las páginas sociales de los periódicos perdieron la actualidad gráfica:

Centenario, Aunque bien miradas las cosas, de lo que se trataba no era de los hechos sino

del gesto, del "beau geste"[…] las palabras: "Fue un bello gesto"— se cifra la clave que

marcó a los nacidos en Bogotá durante las postrimerías del siglo pasado, lanzados a la

vida pública alrededor del 20 de julio de 1910, fecha del centenario de la independencia.

(Mújica, 1984, p. 26)

Con el crecimiento de la ciudad vinieron otras reformas, en el campo político no solo

tenemos los partidos tradicionales o la influencia del marxismo, también los movimientos que

iban surgiendo tímidamente por las nuevas generaciones. La obra plantea por ejemplo como los

simpatizantes del movimiento encabezado por Castell, disminuyeron en lugar de aumentar. Se

redujo a un vegetariano-rosacrucista, afiliado incondicional a las tesis de César; a una enamorada

secreta y eterna del jefe, vestida invariablemente de negro y con el pelo pintado de rojo caoba,

que jamás musitó palabra en las reuniones del comité, pero que no perdía ninguna de las del jefe.

César tenía tanta fiebre por una revolución que pensaba cómo coger a los parvulitos e inculcarles

el ABC marxista, para él lo ideal consistía en forzar los resultados por contagio, ósmosis o como

quisiera llamárselo. En una palabra: el país necesitaba importar habitantes.

La lunareja también participaba en estos movimientos políticos como después lo hizo

Ligia. Cuando salen algunos amigos del grupo de Castell, ella les ofrecía otras opciones como

cuando le pidió a Manuel Paniagua que se afiliara al partido de Claudio. Una solución práctica

para compensar su propia deserción. Le permitiría saldar la deuda de gratitud contraída con el
173

jefe de los demócrata-cristianos cuando ordenó pagar por cuenta del movimiento los gastos de

regreso de Mirza a Bogotá. Solo que Manuel no la secundaba en lo más mínimo.

Fruto de grupos similares al de Castell y con más fuerza que el de los ricos bogotanos no

le perdonaron al presidente de la república Marco Fidel Suárez (1918-1921), antioqueño e hijo

natural de una lavandería que se conservara fiel a su origen humilde y que para colmo fuera

beato y académico. El jefe conservador y el liberal, Laureano Gómez y el segundo López, se

aliaron para expulsarlo de la presidencia.

Luego se vinieron los hechos del 9 de abril de 1948, por ellos la carrera séptima perdió su ser

natural. Las casas que parecían eternas, cayeron convertidas en pavesas.

A principios del siglo, por componendas entre el presidente Marroquín y el general Rafael

Reyes, se liquidaron —y no a las buenas sino a pura bala— las sociedades de integración

patriótica organizadas por los ingenuos que ofrecieron su vida para defender el Istmo de Panamá

(Mújica, 1984).

En Catalina también se mencionan campañas como Gramalote, Lebrija, Peralonso y

Palonegro. La de Palonegro es mencionada en la página 22 de la obra Los dos tiempos porque el

padre de la protagonista participó en todas ellas, pues estaban dentro del marco de su terruño

nativo. Él le habla de sus historias, de su participación en las batallas y cómo su nacimiento le

hizo reaccionar: dejó de ausentarse del hogar, dejó de beber y se consiguió un empleo estable, no

podía seguir perdido en la vida con tres mujeres a su cargo.

Palonegro fue un enfrentamiento bélico llevado a cabo entre el 11 y el 25 de mayo de

1900, durante la Guerra de los Mil Días. Fue la batalla más importante de este conflicto y, pese a

librarse dos años antes del fin de la guerra, fue decisiva para la posterior derrota de los liberales.

Este hecho es mencionado también por María Mercedes Jaramillo en su artículo El precio de la
174

autonomía que aparece en el texto Ensayos Críticos sobre la Obra Narrativa de Elisa Mújica,

pues allí ella menciona que la obra Los dos tiempos se remonta a la guerra de Los mil días y

describe la vida de provincia y el quehacer de las mujeres en la esfera doméstica en una

Colombia todavía decimonónica, en efecto:

Estos dos tiempos también se refieren a los cambios políticos que vivía el país, época que

se extiende desde la guerra de Los Mil Días y hasta el bogotazo, al que la novela ya no se

refiere ya que la parte final de la obra se ubica en Ecuador. (Jaramillo, 2007, p. 68)

En la novela, Mújica narra por ejemplo que en las imágenes de las fotografía ha quedado

la visión de las criaturas con falda larga y ancha, talle de avispa, peinado alto y mantilla de

blonda, que cumplían la misión de esposas y madres al comenzar 1900, recluidas en el silencio

de las provincias. Cuestionaba a la sociedad al mismo tiempo por qué no podían saber los

verdaderos pensamientos de esas mujeres domesticadas, en efecto:

Pero ¿qué se sabe en realidad de ellas, de sus pensamientos íntimos? ¿Qué resonancias les

despertarían un árbol, una canción, el pan, la inmensidad? Sombras dulces y amorosas

que sufrían, procreaban y rezaban, querrían en ocasiones escaparse del marco que las

contenía, hablar con voz verdadera, imprimir en los sucesos una huellas propia y

perdurable? Igual que las que tomaban el velo religioso a los quince, a los diez y ocho

años, impulsadas por un misticismo en que se resolvían los sobresaltos de la

adolescencia, las restantes iban al matrimonio ilusionadas por la aureola fugitiva del

amor. (Mújica, 1949, p. 25)

Para Mújica entonces el texto no hace de las diferencias de perspectiva crítica muros

insalvables sino que lleva al lector a ver en ellas inclinaciones de la sensibilidad y la formación

de cada crítico en el esfuerzo común por comprender la obra, fijando, sí, distancias cuando es el
175

caso, pues no pretende contemporizar a toda costa. Lo que una aproximación a una obra revela

no compite con lo realizado por una reflexión diferente, sino que contribuye a una comprensión

más amplia del texto al asumirlo desde otro ángulo. La literatura no está hecha únicamente de

estructuras sino también de ideas y de historia, de la vida del autor, de sus otros libros, de su

época y sus tradiciones literarias en las que se formó. La perspectiva de adentrarse en otras

posibilidades estéticas imponía la obligación de hacerlo teniendo en la mira lo regional, como

espacio físico y espiritual donde la escritura de Mújica fue de mucha influencia.

Su trilogía narrativa presenta una estructura "in extrema res" al comenzar el relato por el

desenlace. Podría identificarse dentro de los fenómenos literarios como un racconto69, porque

vemos un quiebre en el relato volviendo al pasado, pero este regreso no es tan repentino y es más

pausado en lo que se refiere a la velocidad del relato. Este tipo de narración permite que los

episodios se superpongan, que la autora pueda ir al pasado del personaje y volver al presente

cuantas veces quiera, dejando así consolidada la yuxtaposición en la literatura. Se diferencia en

esta estructura de Catalina porque allí vemos más bien una Analepsis pues el inicio es una vuelta

repentina y rápida al pasado del personaje.

Para terminar en esta época muchas mujeres se sentían pérdidas porque según Mújica, en

los años setenta, para algunas mujeres la libertad era una exigencia que no sabía cómo atender.

Les costaba trabajo defender las posiciones, poner los puntos sobre las íes. Por más

revolucionarias muchas caían en lo mismo que criticaban. El narrador trae a colación por

ejemplo que doña Gregoria se había casado sin amor con un inglés, como Manuelita Sáenz con

Mr. Thorne, vendidas en plena juventud por solidaridad con su hogar, para que los maridos ricos

las sacaran a flote.

69
Cuando una película o un libro desarrollan un racconto, se remiten al pasado para narrar sucesos que ya ocurrieron
y, poco a poco, comienzan a acercarse al presente hasta volver al instante en el que se inició el recuerdo.
176

3.4. Conclusiones

Según los resultados de la investigación, a nivel general podemos decir que no hay un

corpus especifico de la vida y obra de Mújica, hace falta un estudio más riguroso porque la

mayoría de los artículos tienen imprecisiones sobre su vida, presentan datos errados de sus obras

y algunos estudiosos que se han atrevido a analizarlas hacen comentarios generales como si las

hubieran leído de otros y no de la fuente primaria enunciando así las innumerables

inconsistencias que ya hemos señalado en el cuerpo de este trabajo. Estas imprecisiones pueden

fundamentarse tal vez, en que sus obras no se encuentran fácilmente, y por eso muchos críticos

se han visto obligados a hablar de ellas a partir de la citación de otros. Sin embargo, queda claro

el valor enorme que le dan a sus obras los expertos en literatura. La importancia que tiene para el

país su aporte narrativo; no tiene dimensiones y urge la recuperación de sus obras por parte de

entidades gubernamentales.

Para profundizar el tema debe exaltarse el trabajo de Sonia Nadhezda Truque quien

publicó una compilación sobre la vida y obra de Mújica en la que priman artículos hechos

directamente por la escritora, y en los que ella misma cuenta detalles de su vida. Monserrat

Ordoñez se equivoca cuando juzga el trabajo de Truque como apresurado y lleno de

imprecisiones porque es precisamente Ordoñez quien presenta inconsistencias en su texto

Ensayos críticos sobre la obra narrativa de Elisa Mújica y en otras publicaciones digitales.

Tiene un alto valor, la entrevista que Mújica le dio a Gonzalo España que por cierto es

desconocida por Ordoñez. Deben rescatarse también, los Diarios que dejó Mújica. Estos son

mencionados por María Constanza Quiroz Ocaña. Uno de ellos lo mantuvo la escritora durante

los años de 1943 a 1982, y en él expone las manifestaciones culturales y las vanguardias

correspondientes a la ciudad. En el otro Diario, 1968-1971, Mújica reflexiona sobre el acontecer


177

cotidiano de su entorno; los conflictos con la Iglesia católica y el papel del Estado en relación a

la emancipación de la mujer (Quiroz, 2013).

Las implicaciones prácticas de esta investigación están relacionadas con la recuperación

de dos de sus obras: Bogotá de las nubes y Los dos tiempos. En Antioquia, Bogotá de las nubes

no se encuentra y Maruja Vieira dice que Jorge Timossi en 1988 se llevó el único ejemplar que

había en la capital. En el 2014 la Alcaldía de Gustavo Petro en unión con el Ministerio de la

Cultura hace una publicación virtual pero sin paginación y con errores de transcripción de

Bogotá de las nubes. Para referenciar la obra en esta tesis, hicimos un gran esfuerzo para

transcribirla y luego digitalizarla.

De Los dos tiempos hay un solo ejemplar en la Sala Patrimonial de la Universidad de

Antioquia, pues la que había en la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto se la robaron.

La que hallamos en la Universidad de Antioquia está muy deshecha por cierto. Para leerla fue

necesario tomarle fotografías y luego transcribirla y digitalizarla. Ojalá la transcripción hecha de

las dos obras sea aprovechada por la Universidad Pontificia Bolivariana y se publique.

Las áreas de aplicación que puede tener esta aproximación se da desde la parte

pedagógica en las instituciones de Antioquia. En este caso por ejemplo, se hizo una adaptación

de la tesis para los niños desde una propuesta pedagógica titulada Mujer, la educación te libera y

arrojó resultados muy bonitos como: un libro de poesía hecho con los trabajos de los niños, el

acercamiento a algunas de sus obras a través de la lectura de las mismas por parte de los niños, el

estudio de la escritura femenina en Colombia desde la propuesta curricular, y el posible trabajo

en Red que se hará de la propuesta curricular para abordar el tema del empoderamiento de la

mujer desde las instituciones escolares. En este momento se inició el trabajo en red con la lectura

de Los dos tiempos a través del “Diario lector”. La publicación de los dos textos fue apoyada por
178

la Gobernación de Antioquia. Ha tenido impacto en el contexto escolar el acercamiento a la

escritura femenina, ya que hemos conocido algunas mujeres escritoras en Colombia que ya no

están y las que han ido surgiendo. Esto ha contribuido un poco al reconocimiento de la mujer en

este bello oficio de escribir.

En cuanto a los conceptos trabajados en este capítulo podemos decir que el destino del

personaje Catalina fue programado por una sociedad en la que su madre Matilde Vélez participó

activamente al pretender casarla con un hombre mayor, Samuel Figueroa, que según ella

administraría muy bien sus haciendas. Ella como Objeto no se planteó a sí misma proyectos y el

mito de la mujer casada que procrea fue su condena. Después de casarse ella se asusta de lo que

es el matrimonio y se pregunta ¿el matrimonio es esto?; pero no hace nada por el temor a la

reacción del marido, disipa su estado emocional montando a caballo cuantas veces era necesario.

Sus miedos se quedaban en pensamientos y deseos reprimidos al inicio de la obra. Vivía de las

historias fabricadas por Samuel y el doctor Bullón que estaban aliados para administrar su

herencia. Ella había aceptado la condena de tener un papel secundario en su propia historia.

Había aceptado los valores que para ella habían sido escritos, tal como se menciona en la página

veintidós: modestia, virginidad y sumisión. Había vivido aferrada a la memoria de su padre, a la

autoridad de su marido, al dominio de su amante, al qué dirá su amiga Domitila.

En la obra, Catalina manifiesta que el sometimiento al que había llegado ya le producía

cansancio, no le importaba que su marido pensara que a las mujeres no las entendía nadie, sólo

quería huir, hastiada ya de no tener sus propios proyectos, religión y poesía. Fastidiada de soñar

a través de los sueños de Samuel: tener un hijo y hacerlo el más rico de Santander, explotar la

finca El Madroñal que tenía petróleo. Se rebeló y empezó a cumplir los suyos desde la tertulia

que organizó en su casa con Ricardo Gómez, amó a quien quiso, enfrentó al sacerdote del pueblo
179

cuando iba a confesarse, no se aferró a Dios como debería hacerlo y valientemente aceptó la

exclusión a la que fue sometida por ser una mujer infiel, por estar embarazada del amante, por

ser para la gente la culpable de dos muertes.

Termina en Bogotá sola, separada y esperando un hijo. Acepta su condena, pero ésta misma la

hace libre, la ha llevado a la exclusión y sólo quien es excluido debe empezar de nuevo con otras

personas y otros lugares. Esto de alguna manera debió permitirle la reconstrucción de su propia

historia como sujeto que llora por la joven que fue, pero no por la mujer que es en su presente.
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