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Trinidad Barrera

Catedrática de literatura hispanoamericana


de la Universidad de Sevilla. Su actividad
crítica se ha centrado en la narrativa y en
la poesía contemporánea. Ha sido profeso-
ra visitante en universidades europeas,
latinoamericanas y norteamericanas. En
narrativa es la autora de La estructura de
Abaddón el exterminador, De fantasías y
galanteos (Estudios sobre Adolfo Bioy
Casares) y de ediciones de José Eustasio
NERUDA Y LOS ESCRITORES Rivera y Bioy Casares; en poesía ha traba-
jado autores desde León de Mera hasta
Baldomero Fernández Moreno y con espe-

AMERICANOS EN CABALLO VERDE cial atención los movimientos de vanguar-


dia hispanoamericanos. En literatura colo-
nial, ha editado los Naufragios de Cabeza

PARA LA POESÍA de Vaca, la Primera parte del Parnaso


Antártico, de Diego Mexía, y estudiado,
entre otros a Colón, fray Gaspar de Carvajal
TRINIDAD BARRERA y Bernardo de Balbuena. Es autora también
de la Letteratura hispano-americana y Del
Centro a los Márgenes. Narrativa hispa-
noamericana del siglo XX.

Es bien conocido que la llegada de Neru- es relatada por Sáenz de la Calzada quien 1
Había estado en Madrid uno
da, desde Buenos Aires a España en el año cuenta que fue a esperarle a la estación del
cuantos días en 1927.
19341, no pasó desapercibida. Su presencia ha Norte en compañía de Federico García Lor-
sido comparada a la de Rubén Darío aunque ca. En la capital encontrará también a Rafael 2
Juan Cano Ballesta, La poesía
entre la llegada del nicaragüense y ésta del Alberti. En el año 34 Lorca lo presenta como
española entre pureza y revolu-
chileno habían pasado por aquí Jorge Luis conferenciante en la Universidad Compluten- ción, Madrid, Siglo XXI, 1996.
Borges, Oliverio Girondo y Vicente Huido- se de Madrid –pocos meses antes habían dado
3
bro, por citar sólo a tres de los grandes escri- una conferencia al alimón en Buenos Aires.
Sobre su estancia madrileña, cfr.
tores del siglo XX. La intelectualidad espa- Sus palabras de presentación, cargadas de ca- el reciente libro de Sergio Macías,
ñola que Neruda conoció era muy distinta a lidez y deferencia, fueron un espaldarazo pa- El Madrid de Pablo Neruda, Ma-
la que vio Darío, además, en su caso, ya había ra el poeta chileno y resultan sumamente sig- drid, Tabla rasa, 2004.

habido algún que otro conocimiento previo nificativas de la acogida que tuvo el poeta por
de su obra, Rafael Alberti, según cuenta en parte de los jóvenes poetas del 27. Acogida
sus memorias, había visto en 1930 su Resi- que pocos meses después se concreta en el ex-
dencia en la tierra. cepcional «Homenaje» que introduce la pu-
No es ninguna novedad decir que Neruda blicación separada de Tres cantos materiales,
estuvo muy vinculado a España. La guerra ci- reflejo sin duda de la fraternidad y el recono-
vil española sorprendió a Neruda en Madrid cimiento que le rodea así como la atracción
y precisamente la situación le servirá de inspi- del modelo del intelectual de izquierdas en-
ración para escribir España en el corazón, aun- carnado en Alberti. Bergamín, Alberti, Rosa-
que ya hacía tiempo que España estaba en su les, Aleixandre, Guillén, Hernández o Lorca
corazón y siguió estándolo. Aquí en Madrid son algunos de los nombres que hay que aso-
vería la luz en 1935 su segunda edición de Re- ciar a su estancia en España por aquellos años
sidencia en la tierra gracias a Cruz y Raya. Se- que ha quedado ratificada también en su cola-
ría la primera edición completa en relación boración en las revistas españolas más impor-
con la primera, chilena, de 1933. La edición tantes de entonces, Caballo Verde para la
española es conocida como «Edición Cruz y Poesía, El Mono azul, etc. Precisamente de la
Raya» porque las ediciones del Árbol depen- primera fue su director2.
dían de la editora y revista de ese nombre di- En sus memorias, Confieso que he vivido,
rigida por José Bergamín. A finales de mayo podemos encontrar mayores detalles de su pa-
de 1934 Neruda llega a Barcelona, en calidad so por España pero parece indudable que fue-
de cónsul de Chile, con la mirada puesta en ron las vivencias de aquellos tumultuosos
Madrid a donde deseaba trasladarse; durante años, las que ejercieron en él un influjo deci-
unos meses deberá oscilar entre las dos ciuda- sivo para su abierta inclinación hacia el mate- Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
des en espera del traslado. La llegada a Madrid rialismo ideológico político3. TRINIDAD BARRERA

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El Caballo verde nerudiano es una revista posa del escritor argentino Pablo Rojas Paz;
plural que refleja, como dijo Lechner, gran Neruda,OC,V,1029-1031) de 19 de septiem-
parte del inquieto cielo literario de su tiempo4. bre de 1934, antes de la aparición de la revis-
Fueron cuatro números que vieron la luz en- ta, Neruda le cuenta a Sara Tornú de Rojas
tre octubre del 35 y enero del 36, el siguiente, Paz su traslado a Madrid como cónsul, su per-
un número doble, estaba dedicado a Julio He- muta con la Mistral, sus fiestas y entre noticias
rrera y Reissig y ya terminado quedó en im- y añoranzas le pregunta, «¿se casó Raúl?» . En
prenta, paralizado por el estallido de la guerra su famoso y durante mucho tiempo oculto
civil. En noviembre del 36 Neruda abandona «Madrid» (1935), Neruda en medio de impre-
Madrid y se instala, tras un breve paso por Va- caciones contra la falsedad y la envidia del
lencia, en Paris. En noviembre del 37 está ya mundo literario que le rodea lo recuerda en
Raúl González Tuñón. en Chile. uno de sus versos como un valor auténtico:
Durante mucho tiempo la revista Caballo «González Tuñón lucha». Cuando muchos
Verde para la poesía fue juzgada exclusiva- años después Neruda repasa la poesía argen-
mente por las editoriales nerudianas, por esos tina los nombres que afloran son José Pedro-
cuatro prólogos de sus respectivos números, ni, Ricardo Molinari, Raúl González Tuñón y
citados hasta la saciedad como signo del cam- Oliverio Girondo (Neruda,OC,IV,1013). Lo
bio de estética en la poética nerudiana. Hoy más probable es que conociera a Tuñón du-
día estudios detenidos5 han puntualizado que rante su estancia en Buenos Aires, a la que lle-
ni fue una revista exclusivamente de poesía gó como cónsul en 1933.
comprometida ni una amenaza abierta para la Además de la corriente afectiva que les
poesía pura sino, como dijo Neruda, «sin ex- unía, González Tuñón fue un enamorado de
cluir deliberadamente nada, sin aceptar deli- España y un defensor a ultranza de la Repú-
Portada. Caballo verde para la beradamente nada». Sólo desde esa considera- blica. Comenzó muy joven, en Buenos Aires,
poesía. ción puede entenderse la nómina de los sus andanzas literarias, a los diecisiete publi-
colaboradores. Resulta interesante detenerse caba en Caras y Caretas, luego lo haría en Crí-
4 en los hispanoamericanos para verlos en rela- tica y temprano también comenzó a ponerse
Jan Lechner, «Introducción» a ción con el poeta chileno y con la estética que del lado de las injusticias participando activa-
Caballo verde para la poesía.
marcan los respectivos poemas que entregan mente en la guerra del Chaco. Su andadura fue
Reimpresión anastática de la
edición de Madrid 1935/1936, para Caballo verde. de la mano de las revistas más sintomáticas de
Darmstadt, Kraus Reprint, 1974. Siete escritores hispanoamericanos suben a la actualidad porteña, Inicial, Proa –de la que
En adelante CV.
la grupa de su Caballo, cuatro argentinos, fue redactor– y la emblemática Martín Fierro.
5 Raúl González Tuñón, Ricardo Molinari, José Pese a esta inocultable vocación martinfie-
Juan Cano Ballesta, op.cit.; Anto- González Carbalho y Miguel Ángel Gómez, rrista está considerado un escritor de Boedo y
nio Jiménez Millán, «Sobre una dos chilenos, Ángel Cruchaga Santa María y no de Florida pero es que por Martín Fierro
poesía sin pureza. Notas acerca
de Caballo verde para la poe- Luis Enrique Délano y un cubano, Félix Pita pasaron todos. En esta última comenzó a co-
sía», Analecta Malacitana, 3, Rodríguez. La nómina no es pequeña, pues laborar muy pronto. Ya en el número 8-9
1980, pp. 243-260; José Ma- sólo son diez los escritores no españoles que (1924) aparecen tres poemas de su primer li-
nuel López de Abiada, «Notas
sobre Caballo verde para la publican allí, pero sí desigual. De los argenti- bro El violín del Diablo que vería la luz en
poesía», Cuadernos Hispanoa- nos, Tuñón y Molinari han sido ratificados 1926. Desde entonces hasta el número 44-45
mericanos, 430, 1986, pp. 141- por la historia literaria como dos grandes fi- (1927) colabora asiduamente publicando sus
163.; Sebastián de la Nuez, «La
poesía de la revista Caballo ver-
guras de la poesía argentina del siglo XX, me- poemas e incluso en este último número ter-
de de Neruda», Anales de Lite- nos fortuna han corrido las trayectorias de los cia en la famosa polémica de «El meridiano»
ratura Hispanoamericana, VI, 7, otros dos. Incluso los dos primeros son poe- en carta a Benjamín Jarnés donde ataca a Es-
1978, pp. 205-257.
tas muy distintos entre sí, lo que pone de re- paña y a Madrid en términos muy lejanos a los
6 lieve algo que se ha señalado desde los prime- que pocos años después despertaría esta tierra,
Jan Lechner, op. cit., y Cano ros comentarios a Caballo, que no es una su situación política y su pueblo con los que
Ballesta, op. cit.
revista avocada directa y exclusivamente al se solidarizó sinceramente:
compromiso aunque ejemplos haya en sus pá-
ginas6. Raúl González Tuñón (1905-1974) es España, por culpa de quienes no supieron salvarla a
desde luego ejemplo de ese compromiso. Muy tiempo, cabe, con todo su glorioso ayer, en el féretro
amigo de Neruda quien lo cita repetidas veces de una antigua frase Old Spain... Cuando yo decida
Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
en su correspondencia, en sus memorias y en partir iré a Nueva York antes que a Madrid (385)
TRINIDAD BARRERA sus poemas. En la «Carta a la Rubia» (la es-

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No fue así, tras su segundo libro, Miérco- Hay millonarios.
les de ceniza (1928), marcha a Europa gracias Se han visto marchas de hambre sobre
al dinero obtenido al ganar el Premio Muni- [flamantes villas
cipal de Poesía y es París el destino elegido, y de burgueses muertos vientres agujerados
allí contactará con el surrealismo que dejará y filas de mineros fusilados
su huella en el libro siguiente. Corría el año y judías violadas y suicidios y ahorcados.
1929. Su siguiente visita a Europa fue con Hay caretas de gases, alarmas con incendio,
motivo de su viaje de boda y eligió España amuebladas con crímenes, motines con
adonde llega en 1935. La etapa que aquí inte- [auroras,
resa, considerada además como la más nota- bombas, espías, microbios de servicio
Con Picasso en París en 1949.
ble de su obra, es la que circula entre La calle [secreto,
del agujero en la media (1930) y La rosa blin- rumor de yataganes y de banderas rojas.
dada (1936). Hay bronca. 7
Al llegar a Madrid se encuentra con varios Hay la revuelta próxima que estallará de pronto Cano Ballesta, op. cit.
hechos de cabal importancia para su toma de como la luz tan súbita que inventa una ventana.
conciencia, la insurrección de los mineros as- Hay posibilidades para la poesía.
turianos de octubre del 34, pórtico de la gue- Hay mañana.
rra civil que premonitoriamente anuncia en
el poema de Caballo. Los hechos exigen su En este poema está el poeta social, de cor-
respuesta. Junto a Pablo Neruda estuvo, co- te profético, que se levanta contra la injusticia
mo representante de la delegación argentina, ya sea social o económica y contra todo tipo
en el I Congreso Internacional de escritores de discriminación. Los poemas revoluciona-
para la defensa de la cultura, celebrado en Pa- rios escritos por esas fechas van a dar a su
rís en junio de 1935. Firma, junto a Neruda, libro La rosa blindada (Homenaje a la insu-
Serrano Plaja y otros, un texto elogioso so- rrección de Asturias y otros poemas revolucio-
bre la figura de Barbusse recién fallecido y narios) (1936) que con Las puertas del fuego
sobre la importancia de dicho Congreso (1938) y La muerte en Madrid (1939) diseñan
(«Los escritores y el pueblo», octubre de plenamente al poeta comprometido que es el
1935) justo por la misma fecha en que sale a que recoge Neruda en su revista, un poeta de
la luz su poema en la revista nerudiana. El total fidelidad con su ideario, acorde en esta
viaje a Paris de 1935-36 coincide con el co- ocasión a la cacareada «poesía sin pureza».
mienzo de su actividad militante –se había El poeta que supo blindar la rosa, supo por
afiliado al Partido Comunista en 1934– y con ende combinar estética y política, poesía como
el inicio de la Guerra civil española. Volvió a arma de combate, identificación entre los fines
España, al frente, como enviado especial del del arte y los fines de la revolución que se aco-
diario Crítica y estuvo en el Congreso Anti- moda a las propuestas del surrealismo en su
fascista en 1937. Neruda en España en el co- segundo manifiesto, movimiento con el que se
razón al recordar su casa de las flores invoca sintió identificado. Si hemos de hacer caso a
a los amigos y les dice: «Raúl, te acuerdas? / Cano Ballesta7, la poesía de Tuñón influyó en
te acuerdas, Rafael? / Federico, te acuer- Miguel Hernández con quien le unía gran
das...?» amistad, siendo para él un ejemplo, entre
Todos estos datos explican el tono que res- otros, que le encaminó hacia la poesía revolu-
pira el «Poema caminando» (CV,I,17-18), en cionaria.
la línea de su Juancito Caminador –su alter Para hacer honor al espíritu variado del
ego–, flâneur comprometido con lo que ve en Caballo nerudiano, la otra gran figura poética
su deambular de lo que hace un inventario, las argentina elegida para el número 1 es Ricardo
pertenencias de un mundo y sus injusticias, E. Molinari (1898-1996). Molinari, pertene-
«grifos secos que suenan / la música del agua ciente también a la generación martinfierrista,
subterránea tan cerca.... pozos negros con es un poeta muy distinto a González Tuñón.
peones ahogados». Un «hay» insistente reco- Ambos fueron incluidos en la Exposición de la
rre el largo caminar del hablante lírico que actual poesía argentina (1921-1927) de Pedro
pasa de imágenes surrealistas del comienzo a Juan Vignale y César Tiempo y ambos cola-
claras y rotundas admoniciones: boraron en Martín Fierro, aunque antes Mo- Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
linari, como González Tuñón, lo había hecho TRINIDAD BARRERA

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en Inicial (1923-1926). Molinari se ce desnudo, sin dedicatorias ni referencias de
incorpora a la gran revista ultraísta escritura. Al incluirlo en las Elegías está dedi-
con posterioridad a Tuñón, concre- cado a Alfonso Reyes y termina con un pa-
tamente en el número 39, marzo del réntesis indicativo de fecha y lugar de escritu-
27, y prácticamente colabora en to- ra, Bahía de Río de Janeiro, 25 de abril de
dos sus números hasta el final de la 1933.
misma. Sus contribuciones ponen de Es un bello canto a un amor perdido,
relieve al poeta de El imaginero «porque tengo pegado en el pecho/ toda tu
(1927), su primer libro, del que ade- noche de pasión horrible», un amor clandes-
lanta algunas composiciones, su pa- tino, fugaz, precipitado, una «sombra de sue-
sión por Alfonso Reyes, por Góngo- ño», cargada de nostalgia que deja al poeta bo-
Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez y ra, o su implicación en la polémica rracho de recuerdo:
Ricardo Molinari.
del meridiano, en respuesta a Evar
Méndez, donde se coloca del lado de (Si pudiera encontrarte. Si pudiera bajar a Río,
8 su país rechazando el meridiano madrileño, en esta noche;
Luis Bagué Quílez «Introduc- todo caso meridiano de «trastornos marro- andar por las calles oliendo las hojas gruesas de
ción» a Ricardo E. Molinari,
quíes» y de Primo de la «Costanera» (Martín los árboles;
Mundos de la madrugada
(1927–1991). Antología poéti- Fierro, 42,4). abandonarme en la tierra hasta llenarme
ca, Madrid, Huerga y Fierro, Desde los poemas de este primer libro se de piojos. Distraído)
2003. puede apreciar el particular lirismo de Moli-
nari, una poesía Unos «piojos» que se suavizan en la ver-
sión posterior y se convierten en «piedad», lo
atenta a los ejemplos del romanticismo francés e in- que vela intencionadamente el texto hurtán-
glés, que desconfía del culto a la novedad de muchos dole un contexto referencial mucho más ex-
de sus camaradas y propende a la reflexión filosófica plícito con la palabra «piojos». «Una poesía...
en detrimento de la imagen táctil o sensorial8. oliente a orina y a azucena... donde la entra-
da en la profundidad de las cosas es un acto
Se puede decir que su poesía, de corte in- de arrebatado amor», diría Neruda en su pri-
timista, no es en absoluto una autobiografía mer prólogo, el del número 1, el que acoge
sentimental aunque propende a la elegía, al en- los versos de Molinari bajo su divisa. Aquí
simismamiento sin coordenadas espaciotem- no haya ningún atisbo de poeta social, sino
porales, lo que dificulta el rastreo biográfico a llanamente el poeta íntimo, melancólico, de
través de sus versos. La herencia española de «gastado sentimentalismo», diría Neruda,
la lírica del Siglo de Oro y de los cancioneros cargado de humanidad, intentando exorcizar
medievales halla eco en sus versos, un buen los recuerdos de un amor marcado por la im-
conjunto de libros, marcados por la intros- posibilidad. Un lirismo el suyo de «intenso
pección, que él mismo editó en sus primeros temblor romántico», como lo califica José
tiempos. Olivio Jiménez, que debió ser muy del gusto
Estuvo en España en 1933 donde conoció nerudiano.
a algunos miembros de la generación del 27 y Fue bibliófilo y cuidó al máximo la publi-
otros poetas del momento, Alberti, Lorca, Al- cación de sus libros, muchos de ellos edicio-
tolaguirre, Moreno Villa, Gerardo Diego, etc. nes del autor y algunos en plaquettes, y el mis-
Probablemente Neruda lo conociese durante mo Lorca ilustró su poemario El tabernáculo
su estancia en Buenos Aires, en casa de Rojas (1934).
Paz, y sin dudas, así lo dice, lo considera una En el número 4, enero del 36, aparecen
de las tres o cuatro voces importantes de la otros dos poetas argentinos, José González
poesía argentina. En la «Oda a Federico Gar- Carbalho (1900-1957) y Miguel Ángel Gómez
cía Lorca» recuerda a sus amigos y lo cita jun- (1911-1959). De ambos podríamos decir que
to a Oliverio, Norah, etc. Es el primero que son poetas olvidados, más aún el segundo, qui-
publica en Caballo, junto a Tuñón. El poema zás la historia literaria los ha encasillado como
que le envía a Neruda para su inserción es menores, además, Gómez, en el momento de
«Nao d´amores» que incluiría luego en sus publicar en la revista nerudiana, era muy jo-
Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
Elegías de las altas torres (1937), con pequeñas ven, tendría 23 años, estaba pues comenzando
TRINIDAD BARRERA variantes. El original de Caballo verde apare- y no eran los casos de los anteriores.

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González Carbalho, sin embargo, pertene- dos, la de 1940; Ghiano se limita a citarlo en
cía a la misma generación de Tuñón o Moli- un par de ocasiones sin entrar en ninguna
nari, murió relativamente joven y en su haber consideración de su obra. Su primer libro, La
tiene unos once libros no siempre bien valo- rosa sobre los vientos es de 1934, después ven-
rados por la crítica –es demoledora la que le dría Aurora (1941), Tierra melancólica (1943)
hace Gullo en Martín Fierro a su obra El libro con el que ganó el Premio Municipal, y Can-
de Ángel Luis. Muy amigo de Rojas Paz al que cionero (1953). Murió asesinado en 1959. Su
prologó una antología, Neruda debió cono- inserción en la revista nerudiana venía avala-
cerle en casa de éste. Como poeta indepen- da con la reciente publicación de su primer
diente de los cenáculos del ultraísmo lo con- libro. Gómez fue un gran animador de activi-
sidera Anderson Imbert; Ghiano, en su Poesía dades poéticas y de revistas. Fundó el grupo
argentina del siglo XX (1957)9, le dedica tres «Canto» integrado entre otros por Enrique
páginas y lo incluye, como Molinari o Tuñón, Molina, Olga Orozco, Daniel Devoto y J.R. Félix Pita Rodríguez.
en el apartado «Imaginismo y formas de con- Wilcock. Mantuvo una interesante relación
tención (1925-1940)» aunque su valoración epistolar con el poeta de Orihuela, Miguel
final no es muy halagüeña, pues termina por Hernández, con el que llegó a intercambiar 9
Juan Carlos Ghiano, Poesía ar-
decir que «la preocupación creadora de Gon- algunos poemas. Una carta del poeta de
gentina del siglo XX, México-
zález Carbalho no se alcanza totalmente en su Orihuela al argentino cita a Tuñón y a Moli- Buenos Aires, Fondo de Cultura
poesía por una insistencia simbólica que con- nari con lo que se cierra el círculo de las amis- Económica, Colección Tierra
Firme, 65, 1957, p. 162.
cluye en retórica». tades argentinas nerudianas. El que Neruda
Una visión elegíaca del mundo mueve par- reproduce en Caballo verde lleva por título
te de sus versos y en esa línea se inserta el «Costa mortal» y está formado por tres tiem-
poema que Neruda le publica, «La muerte pos que marcan el naufragio, en la línea resi-
verdadera». Neruda pregunta por él en la denciaria nerudiana, imbuido de un surrealis-
«Carta a la Rubia» ya citada y probablemen- mo particular:
te lo conociese, como al resto de los argenti-
nos amigos, durante su estancia bonaerense. Ramas del moho ya la sien orillas
No tenemos mayores datos de esa relación, En el polen desierto de sus poros
aunque lo encontramos citado en el Canto Donde su carne para flor es isla.
General, en el XII, «Los ríos del canto» (III: Párpado inútil, peso de su rostro.
«A González Carbalho en Río de la Plata») Mar no esquivan, ni bocas, las corrientes
(Neruda, OC, IV,378), sin embargo no lo cita Arrojadas al valle de los ojos.
en su artículo «La literatura argentina» donde
sí cita a Molinari y a Tuñón. Surrealista es también el único poeta cu-
El poema que aquí se publica no alcanza la bano que escribe en la revista, Félix Pita Ro-
calidad de los anteriores comentados, algunas dríguez (1902-1990), poeta, narrador, ensa-
imágenes afortunadas «Agua inicial en la pri- yista, autor teatral, periodista, fue hombre de
mera lluvia/ del mundo...» se deslizan al lado múltiples vertientes, activo colaborador de las
de otras tópicas, «Río que une los tiempos y principales revistas cubanas de las décadas del
el espacio». Hay algo al menos que justifica su veinte y treinta, Revista de Avance, Social,
inserción, el carácter premonitorio de sus ver- Suplemento literario del Diario de la Marina.
sos en la antesala de tiempo de muerte como Visitó Paris en 1929 y, como Carpentier, es-
si de un consuelo previo se tratara: tuvo en contacto con las principales figuras
del surrealismo parisino. En compañía de
La muerte no es la rosa artificial, Juan Marinello, Carpentier y Nicolás Guillén
Ni el agobiado luto de esa muerte formó parte en 1937 de la delegación cubana
Incinerada, madre de los llantos. al II Congreso de Intelectuales para la defen-
Es algo más; es una edad del hombre. sa de la Cultura que en plena guerra civil tu-
vo lugar en Valencia. Con anterioridad había
González Carbalho es autor también de estado en Europa, Italia en 1930, España en
una antología muy conocida Índice de la 1933. Entre 1938 y 1939 fue Jefe de redacción
poesía argentina contemporánea (1937). Me- de La Voz de Madrid en la capital francesa.
nor fortuna ha corrido Miguel Ángel Gómez, Fue desde el primer momento un poeta so- Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
incluido en la generación posterior a los cita- cial, comprometido con la causa republicana TRINIDAD BARRERA

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española y años más tarde con la revolución la huella de las residencias nerudianas afloran
castrista. por sus versos:
Neruda lo conoció en sus años de andan-
zas por Francia y España. El largo poema que Con palmeras sin sombra, con pirámides viudas,
aparece en el número 3 de Caballo no lleva tí- Sobre el mar donde entonces saluda mi estatura,
tulo y se instala en la línea surrealista, muy al En el viento de arroz que reparte navajas,
hilo de las Residencias nerudianas: En un barco de noche, sin piedad, en la lluvia,
Con los ojos ajenos al tiempo permanente
Abriendo manantiales donde la pulpa tierna Y en los labios un ángel con un avión a cuestas
se pertenece en dobles, materiales extravíos. Y bajo el gran paraguas que tormentas oculta,
Convenciendo grutas que oscilan y no pierden, de pie, Y con definitivos clavos, con llaves negras,
[sus infalibles profundidades, Con rosarios de nudos en la voz y en las manos
pasando bajo agosto de llamas y lagartos Marchamos Maldoror, buendoror y fatiga.
y flores amplias que ondulan su vivir enterrado.
Mixtificando fibras de cobre y algodones Muy distinto es el otro chileno, el gran
aún de una tierra roja la ampulosa blancura. poeta Ángel Cruchaga Santa María (1893-
Haciendo que semillas podridas no se obstinen, 1964) cuya obra surge al final del modernismo
invoquen leyes, nieguen con algunas inquietudes prevanguardistas. Su
su anuencia para seguir ahondando en la rebusca; primer libro es Las manos juntas (1915), des-
tras el fragor, el clima, el titubeo de barreras de hormigas pués vinieron La selva prometida (1920), Job
que no saben si deben. (1922), Los mástiles de oro (1923), La ciudad
invisible (1928) y Afán del corazón (1933), to-
Fernández Retamar dejó dicho de él que dos ellos anteriores a la publicación en la re-
quizás sea el único cubano surrealista ya que vista de su amigo Neruda. Otros muchos li-
su poesía responde a la carencia de normas bros completan su bagaje poético. Fue muy
fijas de expresión, lo que lo convierte en un amigo de Neruda con el que llegó a compar-
poeta cercano a esta escuela. Hasta 1948 no tir el amor de Albertina, y será Neruda quien
aparece su primer libro poético, Corcel de fue- le dedique una oda recogida en «Odas ele-
go. El cubano, como el argentino Gómez, en mentales» (Neruda,OC,II,85-86), le prologue
el momento de publicar en la revista nerudia- algunos libros y mantenga con él frecuentes
na, son jóvenes promesas, casos muy distintos contactos, a veces a través de cartas. Crucha-
a los de Tuñón, Molinari o incluso González ga fue un poeta místico en cierto sentido, un
Carbalho que ya tenían libros en el mercado poeta religioso con tonalidades bíblicas y
y eran poetas conocidos. evangélicas que derivan en un barroquismo
Cintio Vitier recoge a Pita Rodríguez en su expresivo. El dolor y la miseria del hombre
Cincuenta años de poesía cubana (1901-1952) con la fe en la esperanza es uno de sus gran-
aunque se podría decir que ha gozado de ma- des temas poéticos.
yor popularidad como prosista. Su poesía evolucionó desde una religiosi-
La nómina chilena remite a dos figuras dad inicial, en diálogo con Dios y el universo,
muy desiguales, una de ellas es Luis Enrique a poemas breves, herméticos de cerrado sim-
Délano (1907), escritor, periodista y funcio- bolismo y verso libre hasta llegar a partir de
nario del consulado chileno en Madrid. A la Paso de sombra (1939) a los problemas del
llegada de Neruda a la capital, del que fuera pueblo, la tierra y la salvación de sus herma-
secretario, contaba ya con una obra extensa. nos de raza y patria, es decir al poeta social.
Su papel en la historia literaria no ha sido El poema, incluido en él último número de
precisamente como poeta sino más bien co- la revista, lleva por título «Presencia del Sur»
mo novelista o autor de biografías noveladas y está dedicado a la muerte, como el de Gon-
de personajes políticos como Balmaceda. En zález Carbalho. Es un sentido canto de invo-
esta ocasión, Neruda le publica en el núme- cación a la muerte como fiel compañera de la
ro 2 una «Oda a Lautreamont», de conside- vida del hombre:
rable extensión y dividida en tres partes, ho-
menaje al autor de los «Cantos de Y sin embargo, ahora que los años trepan la colina
Neruda y los escritores americanos
en Caballo verde para la poesía
Maldoror». No olvidemos que Lautréamont [del sueño
TRINIDAD BARRERA fue el gran ídolo del surrealismo. De nuevo y amanece cerca de la ciudad de la vejez

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con tumbas y pájaros y soledades, eres una canción cas y estéticas muy distintas y de este corpus
noble, como de hiedra en un blasón vetusto... analizado sólo tenemos un ejemplo de poesía
Ahora que el sol corrió su cortina de humo militante, el de González Tuñón, todos los de-
y la tarde es el país de la tristeza, más se mueven en un intimismo con diversos
acércame el amor, anticípame el perdido reino. grados de reflexión, animismo o incluso diver-
sos niveles de hermetismo surrealista. Desde
No deja de ser curiosa la constante alusión luego sobresale un denominador común, el
a la muerte, directa o indirectamente, en los elemento corrosivo de las Residencias nerudia-
poemas de estos siete poetas hispanoamerica- nas que prácticamente se advierte en casi todos
nos, parecieran preludiar los vientos negros los hispanoamericanos si exceptuamos a Moli-
que se avecinaban. nari y quizás Cruchaga Santa María. Si hubie-
El saldo que arrojan estas publicaciones ra que señalar un denominador común por el
evidencian lo que decíamos al principio, por que se igualan las colaboraciones de los poetas
Caballo Verde desfilaron corrientes ideológi- trasatlánticos ese sería el superrealismo.

Neruda y los escritores americanos


en Caballo verde para la poesía
TRINIDAD BARRERA

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