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CONSENTIMIENTO - ERROR,
FUERZA Y DOLO
Autor : Joel González Castillo
Edición : 1ra Edición - 2019
Formato : 1 Tomo - 202 Páginas
ISBN : 978-956-400-063-3
Editorial : Thomson Reuters
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CAPÍTULO I
ASPECTOS GENERALES
1. Concepto
2. Vicios que contempla nuestra legislación
3. Momento de la apreciación de los vicios
4. Los vicios del consentimiento, ¿cuestión de hecho o de derecho?
CAPÍTULO II
EL ERROR
1. Concepto
2. Error e ignorancia
3. Clasificación. Error de derecho y error de hecho
4. Error de derecho
4.1. Excepciones en que el error de derecho vicia el consentimiento
4.1.1. Artículos 2297 y 2299 del Código Civil (pago de lo no debido)
4.1.2. Artículo 127 del Código Tributario
4.1.3. El error de derecho en la transacción
4.2. El error de derecho y la acción de nulidad absoluta
4.3. El error de derecho y la repetición de lo pagado por objeto o causa ilícita
5. Error de hecho
5.1. El error debe ser excusable
5.2. Basta por lo general el error de una parte para que se vicie el acto. Excepción
5.3. Prueba del error
5.4. Clasificación
5.5. Error esencial
5.5.1. Clases de error esencial
5.5.2. Jurisprudencia
a. Jurisprudencia sobre identidad de la cosa específica
a.1. Error en cuanto al objeto arrendado
a.2. Error en cuanto al objeto de venta
a.3. Error en cuanto al objeto adjudicado en remate
a.4. Error en cuanto al objeto donado
a.5. Error sobre el objeto de un contrato de mandato
a.6. Error sobre el objeto de una cesión de créditos
b. Jurisprudencia sobre la especie de acto o contrato
5.5.3. Sanción
5.5.4. El error en la tradición
a. Error en la identidad de la especie
b. Error en la persona a quien se hace la entrega
c. Error en el título
5.6. Error sustancial
5.6.1. Sustancia y calidad esencial. Conceptos
5.6.2. Jurisprudencia
a. Error sobre la calidad del inmueble adquirido
b. Error sobre el año de fabricación de los vehículos adquiridos
c. Error sobre la tasa de interés de un depósito
d. Error sobre encontrarse la vivienda adquirida en un condominio cerrado
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e. Error en cuanto a si los locales arrendados cumplían con los requisitos para su
explotación comercial
f. Error sobre la aptitud forestal del predio que se adquiere
g. Error sobre la aptitud comercial de local arrendado
h. Error en cuanto al objeto de una cesión de derechos hereditarios
5.6.3. Sanción
5.7. Error accidental
5.7.1. Cualidades accidentales. Concepto
5.7.2. Por regla general el error acerca de las cualidades accidentales no vicia el
consentimiento. Excepción
5.7.3. Sanción
5.8. Error acerca de la persona
5.8.1. Por regla general el error acerca de la persona no vicia el consentimiento.
Excepción
5.8.2. El error debe referirse al contratante contrario
5.8.3. Sanción
5.9. Error común
5.9.1. Concepto
5.9.2. Requisitos
5.9.3. Casos de error común contemplados en nuestra legislación
5.9.4. Jurisprudencia
CAPÍTULO III
LA FUERZA
1. Concepto y clasificación
2. Requisitos para que la fuerza vicie el consentimiento
2.1. Injusta
2.2. Grave
2.3. Determinante
3. Indiferencia de la persona que ejerce la fuerza
4. Temor reverencial
5. La fuerza y los estados de peligro y de necesidad pecuniaria
6. Jurisprudencia
6.1. Fuerza en materia laboral
6.2. Fuerza en el mandato
6.3. Fuerza en la compraventa
6.4. Fuerza en la emisión de cheques
7. Prueba
8. Sanción
CAPÍTULO V
EL DOLO
1. Historia
2. Concepto
3. Dolo y fraude
4. Dolo y error
5. Dolo y culpa grave
3
6. Campos en que actúa el dolo
7. El dolo en los actos unilaterales
8. Clasificación
8.1. Dolo bueno y dolo malo
8.2. Dolo positivo y dolo negativo
8.3. Dolo principal y dolo incidental
9. Requisitos del dolo como vicio del consentimiento
9.1. Que sea obra de una de las partes
9.2. Que sea determinante
10. Momento en que debe intervenir el dolo para que constituya causal de nulidad del
contrato
11. Legitimación activa y pasiva
11.1. El dolo de los incapaces
11.2. El dolo de los representantes
12. Condonación o renuncia del dolo
13. Prueba del dolo
14. Sanción del dolo
14.1. Sanción del dolo determinante
14.2. Sanción del dolo obra de terceros
14.2.1. El artículo 1458 inc. 2º, ¿se refiere sólo a los que obtienen provecho a raíz del
contrato en que se produjo el dolo, o comprende también a los que de buena fe
obtienen beneficios de ese dolo por un contrato posterior?
14.2.2. Naturaleza jurídica de la acción por provecho del dolo ajeno, ¿restitutoria o
indemnizatoria?
14.2.3. La acción del artículo 1458 inc. 2º (dolo obra de terceros) y el artículo 2330
(compensación de culpas)
14.2.4. Constitucionalidad del artículo 1458 inc. 2º
14.3. Sanciones especiales en caso de dolo
CAPÍTULO V
NULIDAD POR VICIOS DEL CONSENTIMIENTO E INDEMNIZACIÓN DE
PERJUICIOS
Capítulo VI
Los vicios del consentimiento en materia testamentaria
1. Error
2. Fuerza
3. Dolo
CAPÍTULO VII
LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO EN EL MATRIMONIO
1. Error
1.1. Error acerca de la identidad del otro contrayente
1.2. Error acerca de alguna de las cualidades personales del otro contrayente
2. Fuerza
3. Dolo
CAPÍTULO VIII
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LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO EN EL ACUERDO DE UNIÓN CIVIL
1. Error
2. Fuerza
3. Dolo
1. CONCEPTO
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4. LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO, ¿CUESTIÓN DE HECHO O DE
DERECHO?
CAPÍTULO II EL ERROR
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1. CONCEPTO
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2. ERROR E IGNORANCIA
4. ERROR DE DERECHO
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Guarda concordancia con las dos normas transcritas la que dice que
"el error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe,
que no admite prueba en contrario" (art. 706 inc. 4º).
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4.1. Excepciones en que el error de derecho vicia el consentimiento
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un título nulo, a menos que las partes hayan tratado expresamente
sobre la nulidad del título".
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4.2. El error de derecho y la acción de nulidad absoluta
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declaración de nulidad absoluta es menester que tenga un
conocimiento material, real y efectivo del vicio; el simple conocimiento
presunto que la ley supone que tienen los particulares de sus
disposiciones no basta, porque de otra manera no habría ningún caso
en que la persona que ha ejecutado un acto nulo pudiera pedir la
nulidad; por otra parte, como se trata aquí de una pena para los que
infringen sus disposiciones a sabiendas de que se ejecuta un acto
nulo, es menester que haya una intención de parte del autor de
engendrar un acto nulo"23.
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de bienes raíces, en cuanto excede de dos mil pesos por no haberse
insinuado, es absoluta, y no podría ser alegada por el que ejecutó el
acto sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, y ha debido
conocer esa omisión por estar ella prescrita en la ley'" (R.D.J., T. 28,
sec. 1ª, p. 591)27.
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nulidad absoluta, si no se obraba en la forma indicada por el art. 255
del Código Civil"32. Si no se entendiere así, continúa León Hurtado, las
partes podrían deducir siempre la acción de nulidad, puesto que
aunque conocieran los hechos (o debieran conocerlos) alegarían error
de derecho, o sea, ignorancia de las consecuencias jurídicas de esos
hechos. Estima, por lo dicho, equivocada la sentencia de la Corte
Suprema que establece que "el art. 1683 del Código Civil impide
alegar la nulidad absoluta a la persona causante de ella que conozca,
en el momento de ejecutar el acto o de celebrar el contrato, el vicio
que va a producir. El conocimiento del vicio que invalida el contrato es,
por consiguiente, un hecho que supone dolo y como tal, para que
cause los efectos que la ley le asigna debe ser probado, sin que baste
para demostrar su existencia la presunción del conocimiento de la
ley"33. En suma: el art. 1683 al privar de la acción de nulidad al
contratante o autor del acto jurídico que conoce o debió conocer el
hecho que da origen a la nulidad, aplica la presunción del
conocimiento de la ley sin limitaciones (art. 8º), pues el que conoce o
ha debido conocer los hechos que dan origen a la causal de nulidad,
no podría pretender que por un falso concepto de la ley no conocía el
vicio que invalidaba el acto. León Hurtado concluye que el
artículo 1683 no priva de la acción de nulidad al autor o contratante
por el solo conocimiento presunto de la ley; pero al que conoce o debe
presumirse que conoce los hechos, le aplica sin excepción el
conocimiento presunto de la ley, de modo que un error de derecho
resultaría inexcusable (art. 8º)34.
5. ERROR DE HECHO
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5.1. El error debe ser excusable39
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empleador. (...) 9º. Que, la actora sustenta el error que dice haber
padecido en que, si bien habría firmado el documento respectivo, no
se encontraba en condiciones ni con los conocimientos de sus
derechos y así poder entender y medir las consecuencias de este
acto. Sin embargo, esta alegación no será escuchada en razón de que
el error sobre un punto de derecho no vicia el consentimiento, atendido
lo prescrito en el artículo 1452 del Código Civil, aplicable en la
especie; asimismo, porque para que el error vicie el consentimiento
debe ser excusable, y sobre el particular la actora ninguna explicación
dio para justificar el desconocimiento de las consecuencias de su
actuar; y, finalmente, porque tampoco rindió prueba alguna que
sustente el desconocimiento que dice haber tenido de los alcances del
acto que llevó a cabo, pesando sobre ella la carga de la
prueba"45 (énfasis agregado).
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usos y derechos, costumbres y servidumbres, libre de toda hipoteca,
prohibición, gravamen o embargo y cualquier otra limitación al dominio,
respondiendo el vendedor del saneamiento en conformidad a la ley; la
entrega materia de la propiedad se realizó en ese acto, facultando a la
compradora para tomar posesión material de ella. En su cláusula
Décimo Tercera se deja constancia que el inmueble se trata de un
predio agrícola y en virtud de lo prevenido en el D.L. Nº 3.516 del año
1980, el inmueble que se enajena tendrá el gravamen de no cambiar
su destino en los términos que señalan los artículos 55 y 56 de la Ley
General de Urbanismo y Construcción. 11º) Que, en el contrato en
cuestión, no aparece referencia alguna al interés de la parte
compradora en adquirir un predio con aptitud forestal. Al contrario, ello
ha de descartarse cuando en la cláusula Décimo Tercera se afirma
que se trata de un predio agrícola, sometido a la prohibición de
división y cambio de destino contemplado en el D.L. 3.516. En efecto,
a partir de las definiciones contenidas en el D.L. antes referido, resulta
claro que los predios rústicos son terrenos que se pueden usar para la
agricultura, la ganadería o actividades forestales que se encuentran en
todo Chile fuera de los límites urbanos. Es así que un predio agrícola
es una categoría o un tipo de predio rústico basado en su aptitud,
distinto por cierto al forestal o al ganadero. La anterior clasificación no
solo tiene importancia para efectos de división y destino de dichos
predios, por cuanto en materia tributaria también define su
enrolamiento y tasación fiscal, mediante la cual se determina su
impuesto territorial, tal como lo describe la Ley Nº 17.235 la cual
distingue los predios agrícolas de los forestales como unidades
distintas. 12º) Que el interés en la explotación forestal del predio en
cuestión tampoco puede desprenderse de la escritura pública de
modificación de 31 de enero de 2014 por cuanto a la fecha de su
otorgamiento ya se conocía la imposibilidad de una explotación
forestal del mismo dado que los permisos ante Conaf habían sido
rechazados en el mes de abril del año anterior. Cabe señalar,
asimismo, que resulta particularmente determinante la afirmación en
esta escritura pública en cuanto que, el saldo de precio se pagaría una
vez obtenido la calificación del predio de aptitud preferentemente
forestal, cuando aquella había sido negada precisamente casi 10
meses antes y no obstante ello, el comprador persistió en la venta
mediante solo una modificación en el plazo para pagar el saldo del
precio. En este sentido, la falta de aptitud forestal, a esa fecha ya no
es un error, puesto que constituye un hecho cierto y, asimismo, no
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puede erigirse como una condición, puesto que en su origen está
determinada su imposibilidad de cumplimiento. El actor por lo demás,
actúa contra sus propios actos cuanto, no obstante conocer a esa
fecha la falta de aptitud forestal del predio que adquirió con más de un
año de antelación, insiste en el contrato mencionando dicha calidad
como una condición para el pago del saldo del precio, no obstante ya
conocía la imposibilidad de su cumplimiento, por cuanto en abril del
año anterior dicha información le era conocida. En este caso, por
tratarse de una nulidad relativa, no es posible aplicar la limitación del
artículo 1683 del Código Civil (nemo auditur), pero la reunión de los
presupuestos para la calificación del error como sustancial y
determinante, exige pasar por sobre la barrera de la propia
negligencia, la buena fe y de los actos propios que fueron realizados
para tratar de salvar, lo que finalmente se transformó para el
demandante, en un mal negocio. 14º) Que, de esta manera, forzoso es
concluir que no existe el error sustancial en los términos que exige la
normativa legal comentada en los considerandos precedentes, puesto
que solo se advierte un interés posterior y, por cierto fallido de destinar
al predio agrícola adquirido a una actividad económica forestal, lo que
fue negado por la autoridad competente; es decir, la finalidad que
pretendía no pudo ser ejecutada, pero no es susceptible atribuirlo a un
error, sino a una simple falta de previsión en el comprador, lo que no
logra configurar el vicio del consentimiento que sustenta la demanda
principal"46.
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suerte que si se dice vender el bien raíz referido, los demandantes,
racional y fundadamente, creyeron estar comprando la propiedad
plena de la cosa y no una cuota de aquella"47(énfasis agregado).
5.2. Basta por lo general el error de una parte para que se vicie el
acto. Excepción
El error debe ser probado por la persona que lo invoca y todo medio
de prueba es admisible. La simple posibilidad de que el error se haya
producido no basta para dar lugar a la rescisión del acto o contrato. Si
hay duda sobre la existencia del error, el acto o contrato subsiste: in
dubio nocet error errantis48.
5.4. Clasificación
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Se distingue entre el error de hecho propiamente tal y el error sobre
la persona. El error de hecho puede ser de tres clases: esencial,
sustancial o accidental.
5.5.2. Jurisprudencia
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a.1. Error en cuanto al objeto arrendado
Sobre este tipo de error nuestro más alto tribunal ha dicho: "Al
referirse al error sobre la identidad de la cosa específica que ha sido
materia de un acto o contrato, el legislador alude clara y
evidentemente al error que se ha producido en cualquiera de las
partes que intervinieron en el acto o contrato, sobre la cosa en sí
misma, es decir, sobre el objeto in ipso corpore. La diferencia
específica a que se refiere el artículo 1453 no dice relación con la que
exista entre dos cosas de género diverso, como entre una vaca y una
casa, por ejemplo. Esa diferencia puede existir sea cual fuere el
género de la cosa materia de la convención, bastando que el error se
produzca en la determinación de la cosa. Existe dicho error si el
arrendatario creyó contratar sobre la extensión de terrenos
comprendidos dentro de ciertos deslindes y el arrendador con relación
a una cabida que es muy inferior a la comprendida en aquellos
deslindes y en dicho caso es nulo el contrato de arrendamiento". Los
ministros señores Schepeler, Hermosilla y Campos, en un voto
disidente, expresan: "No es aceptable dar al error en la cabida (en la
especie la cabida verdadera era mucho mayor que la calculada) el
alcance de error sobre la identidad de la cosa específica materia del
contrato: la identidad se mantiene; porque es siempre el terreno
encerrado dentro de los deslindes con que se determinó el predio
arrendado. El error en la extensión del terreno, por grande que sea, no
altera su identidad, no es otro fundo. En consecuencia, no existe el
error obstáculo que vicia el consentimiento o que demuestra que no ha
existido tal consentimiento por no haber acuerdo de las partes sobre el
objeto del contrato: en la especie hay acuerdo de las partes sobre el
objeto que es un fundo con los límites que se determinaron y, por lo
tanto, se ha violado lo dispuesto en el artículo 1453 del Código Civil"51.
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demandante que se trata de un error sobre la identidad del objeto que se
entendía vender, situación prevista como error impediente en el
artículo 1453 del Código Civil como vicio el consentimiento"52.
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Ovalle del año 2001, por lo cual es obvia la discrepancia entre los
bienes raíces, por cuanto el error no se limita solamente a la dirección
de ubicación de los predios sino que los títulos mismos de las
propiedades son distintos, lo que implica graves errores en la
individualización del bien encargado vender. Cuarto: Que debe
tenerse, entonces, por configurada en el caso sub judice la segunda
de las hipótesis de error esencial descritas en el artículo 1453 del
Código Civil, en cuanto este precepto establece que el error de hecho
vicia el consentimiento cuando recae sobre la identidad de la cosa
específica de que se trata, como si en el contrato de venta el vendedor
entendiese vender cierta cosa determinada y el comprador entendiese
comprar otra; y ello ha ocurrido porque en el contrato de compraventa
objeto de la actual controversia, don Armando Díaz, entendió vender la
propiedad inscrita a fojas 74 Nº 104 del Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces de Ovalle del año 2002 (Parcela Nº 66
Bien Común I, del proyecto de parcelación Flor del Norte) y la
sociedad demandada entendía que se le vendía la Parcela número
Diez, del Bien Común J del Proyecto de Parcelación Flor del Norte,
ubicado en la Comuna de Ovalle, inscrito a fojas 7 y 8 Nº 7, del
Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces de Ovalle
del año 2001, como se consignó en la escritura donde se documentó
el contrato"53.
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predio más grande, los locales 1 y 2. Es decir, se habría incurrido en
un error (...). 16º. Que de lo que se viene afirmando y de acuerdo a los
términos del artículo 1453 del Código Civil, es nítido que concurren los
requisitos del error esencial; esto es, aquel que recae sobre la
identidad de la cosa específica de que se trata" y se acoge la nulidad
absoluta del contrato de compraventa54.
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como aconteció en estos autos. Octavo: Que constituyendo un hecho de
la causa, por lo demás expresamente reconocido por la demandada, que
en el terreno que le fue transferido a título gratuito existe un complejo
deportivo al servicio de la Población 23 de Marzo y de la comunidad de
Calama, de más de 1.300 m de superficie, solo puede concluirse que
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servicio profesional estaba comprendido en el contrato de honorarios que
existía entre las partes, y la otra, que este mandato generaba un nuevo
contrato a honorario. En efecto, la cosa específica de que se trata, en los
términos del artículo 1453 del Código Civil, es propiamente el encargo,
consistente en la defensa en juicio en dos causas, y en la identidad de ello
no hubo error alguno. La circunstancia de que las partes no hubieren
pactado un honorario, entendiendo uno que el honorario estaba ya
comprendido en otro contrato, no altera lo dicho, porque ello no afecta la
identidad de la cosa específica ni tampoco la especie del acto o contrato
celebrado ya que ambas partes tuvieron voluntad de hacer y recibir el
encargo ya referido, lo que constituye precisamente el objeto de un
contrato de mandato"57.
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2002 Constructora M.I.S. Limitada cedió, vendió y transfirió a la actora el
derecho a cobrar el estado de avance correspondiente a la obra
denominada 'Mejoramiento Rutas G-10-F y F-10-G, Sector Cuesta La
Dormida', por la suma de $244.779.451. b) El título donde consta el
crédito cedido corresponde al certificado emitido el día 17 de octubre de
2002 por el Subdirector de Administración y Finanzas del Ministerio de
Obras Públicas, Sergio Cortés, en el que se declara que dicho Ministerio
adeuda a la cedente la suma de $185.354.726 por estado de avance de
las obras y la suma de $59.424.725 por concepto de reajustes. Hizo
presente que en dicho certificado el Ministerio de Obras Públicas autorizó
en forma expresa a la Constructora M.I.S. Limitada a ceder el referido
crédito a su parte a través de una operación de factoring o cesión de
derechos. c) La cesión fue notificada al Ministerio de Obras Públicas a
través de Carlos Uribe, en su calidad de Director General del Ministerio de
Obras Públicas y de Miguel Zacarías, Jefe del Departamento de Vialidad
del aludido Ministerio, según consta de cartas de 22 de octubre de 2002,
suscritas por el Notario Eduardo Diez. Quinto: Que para una adecuada
inteligencia del asunto, cabe tener presente las siguientes circunstancias
fácticas que dieron por establecidas los jueces de mérito: 1) En la
escritura pública de 4 de octubre de 2002 denominada 'Contrato de cesión
de créditos y mandato entre Constructora M.I.S. Limitada y BCI Factoring
S.A.' se estableció en la cláusula primera que la mencionada Constructora
ha emitido las facturas que se señalan en la carta guía Nº 2610 que se
anexa a la escritura; en la cláusula segunda dice que las facturas han sido
entregadas a los compradores de las mercaderías que aparecen descritas
en ellas y que no han sido reclamadas, por lo que se entienden
irrevocablemente aceptadas; y en la cláusula cuarta indica que la
Constructora cede y transfiere a BCI Factoring todos y cada uno de los
créditos emanados de las facturas singularizadas en la carta guía. Agrega
que dicha carta guía señala como deudor al Ministerio de Obras Públicas,
Dirección de Vialidad, por un valor de $402.819.002 sin contener el
número de factura que se cede (Considerando quinto). 2) En la escritura
pública de 18 de octubre de 2002 consistente en 'Contrato de cesión de
créditos y mandato entre Constructora M.I.S. Limitada y BCI Factoring
S.A.' se estableció en la cláusula primera que la referida Constructora se
adjudicó la construcción de la obra denominada 'Mejoramiento Rutas G-
Diez-F y F-Diez-G, sector Cuesta La Dormida, tramo kilómetro 0,0000 al
kilómetro 34,38765, Regiones Metropolitana y Quinta', respecto de la cual
se adjunta certificado emanado de la Subdirección de Administración y
Finanzas de la Dirección Nacional de Vialidad de 17 de octubre de 2002,
que autoriza la cesión de los créditos; en la cláusula cuarta señaló que la
Constructora cede a BCI Factoring S.A. todos los créditos emanados de
las facturas singularizadas en la carta guía; en la cláusula sexta menciona
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que la cesión hace al cedente responsable de la existencia de los créditos
de que dan cuenta las facturas señaladas en la carta guía Nº 2757
anexada a la escritura, carta guía que indica como deudor al Ministerio de
Obras Públicas, Dirección de Vialidad, por la suma de $244.779.451, sin
indicar número de factura (Considerando sexto). 3) Respecto de los
créditos que Constructora M.I.S. Limitada obtuvo en virtud de la ejecución
del contrato, ésta constituyó prenda y mandato irrevocable de cobro al
Banco del Estado de Chile con fecha 7 de agosto de 2002. Sexto: Que
sobre la base de los presupuestos fácticos mencionados en los números 1
y 2 del motivo precedente, el juez de primer grado esgrimió que de
acuerdo al tenor de las escrituras acompañadas no es efectivo que
Constructora M.I.S. haya cedido el derecho a cobrar el estado de pago
Nº 31 de agosto de 2002, el reajuste correspondiente al avance anterior y
el otro estado de avance, puesto que según las cláusulas transcritas lo
que se ha cedido es el derecho a cobrar los créditos contenidos en
facturas que no han sido suficientemente individualizadas, pues las cartas
guías a las que se refieren ambas escrituras no contienen el número de
las facturas, su fecha de expedición, la naturaleza de los servicios
prestados ni los datos de su aceptación. Concluyó que a la demandante
no le ha sido cedido el crédito del cual dice ser titular y cuyo cobro
persigue, careciendo por este motivo de legitimación activa, ya que no ha
sido acreditado que exista contrato ni convención alguna entre el
Ministerio de Obras Públicas y BCI Factoring S.A. que obligue a aquél a
pagar suma alguna a la demandante y la cesión de crédito que ésta alegó
no cumplió con los requisitos necesarios para configurarla, pues no se ha
hecho entrega ni siquiera ficta del título al cesionario. Asimismo, sobre la
base del hecho establecido en el Nº 3 del considerando anterior, el juez de
la causa argumentó que por aplicación del artículo 2404 del Código Civil,
para que BCI Factoring S.A. tuviera derecho a pedir al Banco del Estado
de Chile la entrega de los títulos de los créditos prendados, debió haber
pagado y consignado el importe de la deuda por la cual fue constituida la
prenda, lo cual no fue acreditado. Por su parte, el tribunal de alzada
razonó que el crédito cuya titularidad la demandante pretende no ha sido
debidamente determinado y por el contrario comprendería negocios
ajenos a los que resultan de la ejecución de la obra por la que se
fundamenta la demanda. Asimismo, consta que con anterioridad a la
cesión la empresa constructora había ya dispuesto de aquellos créditos
referidos a la obra 'Mejoramiento Camino Cuesta La Dormida, Ruta G-10-
F y F-10-G'. (...) Undécimo: Que en concordancia con lo que se viene
señalando, sucede que los negocios jurídicos en virtud de los cuales el
demandante pretende apoyar la titularidad de sus derechos al cobro de
los créditos objeto de la presente acción no contienen un 'error de
expresión', sino que padecen de un error esencial. A este respecto cabe
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recordar que el artículo 1453 del Código Civil señala: 'el error de hecho
vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie del acto o contrato
que se ejecuta o celebra, como si una de las partes entendiera empréstito
y la otra donación; o sobre la identidad de la cosa específica de que se
trata, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender
cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra'. Por
ende, los contratos de cesiones de créditos que pretende hacer valer en
estos autos la demandante carecieron de toda eficacia, si lo que pretende
es cobrar créditos que no fueron traspasados en virtud de tales actos
jurídicos"58.
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la comuna de San Felipe, suscrito con la demandada, sólo tuvo por objeto
materializar un acuerdo de cooperación y reparto de utilidades con la
demandada, pero jamás la actora consintió en una compraventa definitiva,
por la cual percibiera un precio y a su vez se obligara a trasferir el dominio
del inmueble de su propiedad. Ello habría quedado suficientemente
acreditado con la declaración de los cuatro testigos que depusieron sobre
el particular, a saber, César Craviolatti Cruz, Marianella Bruna Cadican,
Alfonso Valenzuela Herrera y Erica Escudero Ibarra, quienes estuvieron
contestes en declarar lo ya señalado. Sostiene la recurrente que el error
esencial fue acreditado y que el actuar posterior de la demandada podría
servir de base de una presunción judicial para establecerlo, por cuanto
con dolo y urdiendo una maquinación fraudulenta que tenía por única
finalidad defraudar a su parte, aportó en dominio el inmueble a la
Sociedad Agrícola San Vermiglio S.A. representada por el mismo
representante legal de la demandada, circunstancia que habría quedado
plenamente acreditada en este proceso, con las copias de las escrituras
públicas acompañadas al efecto. Por todo lo anterior, estima el recurrente
que debió ser acogida la acción de nulidad del contrato de compraventa,
por error esencial, promovida en lo principal del libelo de fojas 1
(...) Tercero: Que, al tenor de las probanzas allegadas por la demandante
a estos autos, se pueden establecer como hechos de la causa aquellos de
que da cuenta el fundamento séptimo del fallo que se revisa, los que
pueden sintetizarse en que, con fecha 30 de marzo de 2005, se celebró
un contrato de asociación o cuentas en participación entre los litigantes;
que el 5 de abril de 2006, se celebró un contrato de compraventa entre
ellas, respecto de un inmueble ubicado en calle Prat esquina Toro Mazote,
de la comuna de San Felipe, en que la actora ocupó la calidad de
vendedora, y la demandada fue la compradora; que el 16 de octubre de
2008, la demandada aportó en dominio el inmueble en cuestión a la
Sociedad Agrícola San Vermiglio, quienes tienen el mismo representante
legal; que por escritura pública, de 16 de febrero de 2009, la Sociedad
Agrícola San Vermiglio aportó el referido predio a la Sociedad Callegari
Agrícola S.A. ambas con idéntico representante legal. Estos hechos
fueron acreditados con la prueba instrumental, acompañada por la parte
demandante. Además, la actora rindió prueba testimonial, consistente en
el dicho de cinco testigos, quienes deponen de fs. 101 a 104 de este
proceso. Cuarto: Que, tal como se deja asentado en el razonamiento
décimo del fallo apelado, de la prueba testimonial rendida por la actora,
consistente en la declaración de César Craviolatti Cruz, Marianela Bruna
Cadican, Erica Escudero Ibarra, Alfonso Valenzuela Herrera y Cora
Sanguinet González, puede afirmarse que todos se encuentran contestes
en afirmar que la actora suscribió el contrato de compraventa del inmueble
materia de estos autos para evitar su quiebra, y de esta forma sustraerla
33
de su patrimonio, pacto al que también prestó su anuencia el
representante legal de la demandada, pues el objeto determinante de la
celebración de dicho contrato era la explotación, en forma conjunta, del
predio a través de un contrato de asociación y arrendamiento del predio,
con la finalidad de llevar a efecto un negocio de venta de insumos. En
idéntico sentido, es la propia demandante quien relata los hechos, en el
libelo de fs. 1 y siguientes. Quinto: Que, de conformidad con lo
preceptuado por el artículo 1453 del Código Civil, para que el error de
hecho vicie el consentimiento es menester que el equivocado concepto de
la realidad recaiga sobre la especie de acto o contrato que se celebre,
evento en el cual se entenderá que este es esencial. Que del tenor de la
declaración de los testigos de la demandante, así como de lo sostenido
por el propio actor en su libelo, es posible advertir que éste último tenía
plena consciencia al momento de suscribir el contrato respectivo, de que
lo que estaba celebrando era, precisamente, la compraventa del inmueble
materia de este proceso, lo que excluye categóricamente la existencia del
error que alega en relación con esta convención, razón por la cual sólo
cabe desestimar la acción de nulidad, que promueve en lo principal de su
demanda de fs. 1, así como la acción reivindicatoria y restitución del
predio que se solicitan, como consecuencia de aquella"59.
5.5.3. Sanción
35
absoluta, es un reflejo entre nosotros de la doctrina francesa. En
efecto, el Código francés no tiene sino una disposición sobre el error,
el artículo 1110, que no considera sino el error sobre la substancia de
la cosa o sobre la persona. Por lo tanto, la sanción de los errores de
mayor gravedad y que nuestro Código contempla expresamente en el
artículo 1453 ha debido ser elaborada por la doctrina. A falta de una
disposición expresa que sancione estos vicios, ha debido llegar a la
conclusión de que ellos son causal de inexistencia o, a lo menos, de
nulidad absoluta. No es una buena solución porque, en tal caso, o no
habría prescripción (inexistencia) o sólo al cabo de diez años (nulidad
absoluta) y en ninguno de ambos supuestos el acto sería susceptible
de confirmación. Tanto es así que muchos autores franceses han
objetado la solución doctrinal aduciendo que es injustificable que tales
errores puedan permitir una acción de nulidad después de cinco años
y no dejen lugar a una confirmación, cuando la solución es diferente si
se trata de un error sobre la persona o la calidad esencial de la cosa
que impiden también la realización del fin tenido en vista por los
contratantes. En caso de malentendido sobre la naturaleza u objeto
del contrato, cada una de las partes podrá pedir la nulidad sin
necesidad de que esta sea absoluta. No habiéndose encontrado la
voluntad de las partes, cada una de ellas ha cometido un error y puede
invocarlo. Más grave aún es que no se acepte la confirmación del acto,
porque si una de las partes acepta lo querido por la otra y confirma el
acto ejecutándolo, no se entiende que la otra parte que ha sido
satisfecha pudiera pedir la nulidad. Entre nosotros, ante el tenor
expreso del artículo 1453 del Código Civil, que frente a estas
situaciones dice explícitamente: "el error de hecho vicia el
consentimiento cuando recae,...", no hay necesidad de recurrir a teoría
alguna para llegar a una solución satisfactoria. El error esencial,
aunque muy grave, no significa falta de consentimiento sino vicio del
consentimiento; su sanción es la nulidad relativa del acto. Lo anterior,
dice Ducci, se confirma si examinamos el artículo siguiente que dice:
"el error de hecho vicia asimismo el consentimiento"; y el artículo 1691
del Código Civil, que, al señalar el plazo para pedir la rescisión, dice,
sin hacer ninguna distinción, que dicho plazo se contará "en el caso de
error o de dolo, desde el día de la celebración del acto o contrato".
Este criterio significa que la acción para pedir la nulidad de un contrato
en que el consentimiento está viciado por cualquier clase de error es
de cuatro años; en segundo término, que ella sólo puede ser solicitada
por la parte afectada por el error, pues, de acuerdo con el
36
artículo 1684, es en su beneficio que se encuentra establecida la
nulidad; por último, que en concordancia con la misma disposición el
acto puede ser confirmado, o sea, ratificado, de acuerdo con el
término que utiliza el Código Civil 64. León Hurtado agrega que,
además, no es racional ni conveniente —y, por consiguiente, no debe
ser jurídico— que la acción de nulidad, en estos casos, se mantenga
durante diez años y no solamente durante cuatro, como sería de
aceptarse la nulidad relativa. Es absurdo conservar una acción de
nulidad durante tantos años, ya porque la estabilidad de los negocios
jurídicos se opone a ello, ya porque pasado algún tiempo la prueba del
error resulta imposible. Por estas razones, cree que el error obstáculo
vicia el acto jurídico de nulidad relativa65.
"El error en el título invalida la tradición, sea cuando una sola de las
partes supone un título translaticio de dominio, como cuando por una
parte se tiene el ánimo de entregar a título de comodato, y por otra se
tiene el ánimo de recibir a título de donación, o sea cuando por las dos
partes se suponen títulos translaticios de dominio, pero diferentes, como
si por una parte se supone mutuo, y por otra donación".
37
El error llamado esencial puede recaer en la naturaleza del acto o en
la identidad de la cosa específica (art. 1453); aquí se trata de esta
segunda variedad de error esencial. Por otra parte, aquí el error
padecido en la tradición (no en el título que le antecede); en
cumplimiento del contrato, se entregó una cosa creyéndose que se
entregaba otra, o se recibió una cosa creyéndose que se recibía otra
(es especialmente factible en las tradiciones fictas). Para la prueba de
que hubo error (y no, por ej., una intención compartida de dación en
pago, de la que ahora se arrepiente una de las partes), el punto de
referencia es la descripción contenida en el título 66.
38
es errónea e incongruente con los antecedentes registrales, como
quiera que la finca fue objeto de dos expropiaciones por parte del
Fisco de Chile, una por setecientos noventa y un (791) metros y otra
por mil trescientos veintinueve coma nueve (1.329,9) metros, que
traen como consecuencia que la vendedora, Elba Solís Muñoz, no sea
dueña del total de la parcela A Uno, sino del segmento no expropiado,
resultante de la subdivisión del resto del Lote A, que a su vez resultó
de la división de la Parcela Cinco ex Hacienda Hospital, cuya
superficie es de ocho mil setecientos ochenta y cuatro coma un
(8.784,1) metros cuadrados. 3º. El Tribunal de primera instancia
rechazó el reclamo en atención a la preeminencia de la historia
registral de la propiedad raíz, debido a que los antecedentes
aportados lo llevaron a concluir que a la fecha de celebración del
contrato de compraventa Elba Solís Muñoz no era dueña de la
totalidad del inmueble, engendrando con ello una ausencia de claridad
y una imprecisión en torno a los deslindes y superficie de lo vendido.
4º. La Corte de Apelaciones de San Miguel confirmó la sentencia
dictada por el Juzgado de Letras con fecha veintisiete de septiembre
de dos mil dieciséis, sin efectuarle modificaciones. 5º. El solicitante
interpone recurso de casación en el fondo contra ese dictamen,
fundamentándose en la contravención formal, falsa aplicación e
interpretación errónea de los artículos 690, 695 y 1831 del Código Civil
en relación con los artículos 13, 52 Nº 1, 57 y 78 del Reglamento del
Registro Conservatorio de Bienes Raíces. Expresa que lo afirmado por
el Segundo Juzgado de Letras de Buin y confirmado por la Corte de
Apelaciones de San Miguel en cuanto a 'no existir certeza de los
deslindes y superficie actual del inmueble materia de la presente
escritura de compraventa...', constituye una aseveración errónea, toda
vez que la escritura de fecha veintiocho de enero de dos mil dieciséis y
la inscripción de dominio acompañada en el informe del Conservador,
son iguales, cumpliéndose de esa manera lo dispuesto en el
artículo 78 del Reglamento. Sostiene que la exigencia de indicar
nuevos deslindes y superficie, acompañando plano de emplazamiento,
constituye un exceso en cuanto a las facultades legales del reclamado,
que no puede rehusarse o negarse a inscribir si los defectos que
denuncia no están contemplados en el artículo 13 del Reglamento,
más aún si las hipotéticas máculas no hacen legalmente inadmisible la
gestión ni conllevan, de ser efectivas, la nulidad absoluta. A su juicio,
el Conservador no está autorizado para exigir otros documentos o
anexos que los que le son presentados, en la medida que, como
39
ocurre en este caso, el título se basta a sí mismo. 6º. A la luz de tales
informaciones, menester se hace traer a colación la literalidad del
artículo 13 del Reglamento Conservatorio, normativa a la que el
artículo 695 del Código Civil encomienda la determinación de los
deberes y funciones del Conservador, así como la forma y solemnidad
de las inscripciones: 'Art. 13. El Conservador no podrá rehusar ni
retardar las inscripciones; deberá, no obstante, negarse, si la
inscripción es en algún sentido legalmente inadmisible... o si no
contiene las designaciones legales para la inscripción'. Claro queda
que el ordenamiento por el que el demandado debe regirse lo faculta
para vetar un registro, ora por 'legalmente inadmisible' ora por falto de
'las designaciones legales'. La primera hipótesis es de amplio
horizonte, si se considera que la inadmisibilidad legal no está
focalizada sino abiertamente orientada en 'algún sentido' '...si la
inscripción es en algún sentido legalmente inadmisible'. Corresponde
hurgar un tanto en el contenido de ambas situaciones. 7º. El inciso
primero del artículo 676 del Código Civil, al precisar los supuestos de
validez de la tradición, lo hace en los siguientes términos: 'Art. 676. Se
requiere también para la validez de la tradición que no se padezca
error en cuanto a la identidad de la especie que debe entregarse, o de
la persona a quien se le hace la entrega, ni en cuanto al título'.
Interesa rescatar aquí el mandato relativo a la condición de validez de
la tradición, consistente en el aseguramiento de la correcta
identificación de la cosa objeto de tradición. La manera natural de
singularizar un retazo de terreno radica en delimitarlo, señalando con
precisión y detalle todos y cada uno de sus perímetros, de tal manera
de evitar errores que lleven consigo confusión y duda de cara a lo que
se quiere y debe transferir. 8º. Consecuente con semejante parámetro
se muestra el discurso del artículo 78 Nº 4 del Reglamento, conforme
al que: 'Art. 78. La inscripción de títulos de propiedad y de derechos
reales, contendrá: 4º. El nombre y linderos del fundo'. El entendimiento
conjunto de los preceptos transcritos conduce a asumir que como para
la validez de la tradición de una propiedad raíz es indispensable que
no se padezca error en su identidad, al inscribirse el título
correspondiente debe signarse sus precisos límites. Si esa premisa no
es errónea, resulta ser ésa una de las 'designaciones legales' cuya
omisión o manifiesta inexactitud faculta al Conservador para rehusar la
inscripción, al decir del citado artículo 13 del Reglamento. 9º. Lo
anterior se revela congruente con el régimen vigente, pues el inciso
primero del artículo 82 del Reglamento que se viene comentando
40
dispone que la falta de las designaciones legales en los títulos, podrá
únicamente llenarse mediante una escritura pública, de modo que la
atribución que su artículo 13 reconoce al Conservador no sólo no se
opone sino que va de la mano con una declinación que adquiere pleno
sentido en la medida que lo único que puede suplir la deficiencia es
otra escritura pública. 10º. Por supuesto, la falta de una designación
legal tiñe de inadmisibilidad la solicitud ingresada al oficio
conservatorio, trayendo asimismo como consecuencia que 'la
inscripción (sea) en algún sentido legalmente inadmisible', en los
términos del consabido artículo 13. 11º. De modo que al procurar el
pretendiente llevar a efecto el acto que describe el acápite primero del
artículo 52 del Reglamento en permanente referencia, se ha
encontrado legitimado el reclamado para pedirle le exhiba los
documentos que estime necesarios, v. g. un plano de emplazamiento,
justamente para dar cabal cumplimiento a lo que su normativa especial
le demanda. 12º. Por consiguiente, no divisan estos jueces los yerros
jurídicos que han dado motivo a la impugnación, lo que conducirá a su
desestimación"67.
c. Error en el título
42
las bases del remate, se señaló que además de la parcela 61 del
Sector Los Laureles, se comprendía también los derechos del deudor
don Jaime Seguel Escobar en las Reservas de la Cooperativa Los
Laureles y del Bien Común especial, ellos fueron incluidos en la
escritura pública de remate y en la inscripción respectiva del
adjudicatario don Karl Anton Reich. 3º) Que la tradición de los bienes
raíces se hace mediante la inscripción del título, en este caso la
escritura de adjudicación en el remate judicial, en el Registro de
Propiedad del Conservador de Bienes Raíces respectivo. 4º) Que
tratándose de una venta forzada en pública subasta, el deudor, en
este caso don Jaime Avelino Seguel Escobar, fue representado
legalmente por el Juez de Letras del Segundo Juzgado Civil de
Valparaíso. 5º) Que de acuerdo con los títulos analizados, el inmueble
denominado Parcela 61 y los derechos sobre las Reservas y Bien
Común especial, si bien se encuentran incluidos en una sola
inscripción de dominio en el Conservador de Bienes Raíces,
constituyen dos propiedades diferentes, no existiendo ningún
antecedente que permita considerarlos como un solo todo, o
considerarlos dentro de los bienes señalados en los arts. 2420, 2421,
y o 2422 del Código Civil, para comprenderlos dentro del inmueble
hipotecado. 6º) Que refuerza lo anterior, los dichos del testigo Patricio
Balmaceda González de fs. 43 quien expone que le consta que las ex
propiedades de la Corporación de la Reforma Agraria se componen
generalmente de parcelas con sus derechos de agua, el sitio que los
campesinos denominan casa y en que normalmente viven, los
derechos comunes que se dividen en bienes comunes generales que
son los cerros y las colinas que forman parte de la hacienda o fundo y
los bienes comunes especiales que están compuestos por bosques,
las medias lunas donde hacen los rodeos y las casas u oficinas
patronales y también las lecherías y que es costumbre que estos
bienes se vendan y se compren por separado y el hecho de que
consta del documento de fs. 15, que con la adjudicación en remate de
la propiedad del actor, don Karl Anton Reich vendió a la sociedad
Rentas Inmobiliarias Las Tinajas Limitada, la parcela 61 del predio
denominado Cooperativa de la Reforma Agraria Los Laureles
Limitada, reservándose para sí los derechos sobre las Reservas de la
Cooperativa y el Bien Común Especial, según se establece en la
cláusula séptima del referido instrumento. 7º) Que de todo lo anterior,
es preciso concluir que el Juez de Letras que actuó en representación
del deudor en la escritura de adjudicación cometió un error al incluir los
43
citados derechos, lo que constituye un vicio del consentimiento,
debiéndose tener presente que el art. 677 del Código Civil dispone que
el error en el título invalida la tradición"69.
44
cree que se compra lana animal y en verdad es sintética, o se
adquiere un caballo de carrera y el animal es de tiro 74.
45
normalmente debe entenderse como calidad esencial o atributos
principales que dan a una cosa su fisonomía propia. Cree el referido
autor que las calidades esenciales de la cosa deben juzgarse con un
criterio objetivo, según las circunstancias de cada caso, puesto que si
se atiende a la sola intención del contratante, no podría darse un
índice seguro para distinguir las calidades esenciales de "otra
cualquiera calidad de la cosa" (art. 1454, inc. 2º), o sea, de las
calidades accidentales, ya que el contratante sería admitido a probar
que fue esencial "según su intención" cualquiera calidad de la cosa. Y
así se confundirían el error substancial con el accidental. Más aún, en
el proyecto de Código Civil de 1853, en el artículo correspondiente,
hay una nota de Bello que cita como fuente los artículos 1837 y 1838
del Código de la Luisiana y estos artículos se refieren al error en la
substancia y en las calidades esenciales, entendiendo por estas
últimas las que le dan mayor valor a la cosa. O sea, según la fuente de
este artículo la calidad esencial se debe juzgar con criterio objetivo,
pues se atiende a la calidad que da mayor valor a la cosa, y el mayor
valor se determina atendiendo a la opinión general y no a la sola
intención del contratante. Los jueces deben apreciar, entonces, según
las circunstancias del acto, cuál es la calidad esencial que ha debido
tenerse en cuenta al contratar, y no la sola intención del que invoca el
error. Así, dice León Hurtado, si se compra un caballo en un criadero
de caballos de carrera, la calidad esencial es que sea un caballo de
carrera. Si se compra en otro sitio, el ser de carrera es accidental,
aunque la intención del comprador sea igual que en el supuesto
anterior, pues las circunstancias del caso priman sobre la intención.
Sólo pasará a esencial esa calidad por el inciso 2º del artículo 1454, o
sea, si esa intención es conocida de la otra parte. Si se padece de
error en la substancia de que está hecha la cosa, pero no en cuanto a
la calidad esencial de ella, no se produce error substancial, cuando
deba entenderse que la calidad y no la substancia han determinado a
contratar. Así, si se adquiere un candelabro en una casa de
antigüedades, es forzoso entender que la calidad esencial es que se
trate de un candelabro antiguo, de modo que aunque se yerre en la
substancia (se cree que es de plata y es de otro metal semejante) no
habrá error substancial, puesto que la calidad prevalece en este caso
sobre la materia de que está hecha la cosa. La calidad esencial
aparece, en el ejemplo propuesto, de las circunstancias en que se
celebra el acto. Del mismo modo, si se compra en una joyería un
candelabro que parece de plata por una suma apreciable, se entiende
46
que la substancia de que está hecho —el valor de la materia— es
calidad esencial y que si el candelabro a la postre resulta ser de otra
materia, habrá error substancial. Estos ejemplos ponen en claro que
no basta la sola intención para calificar la calidad esencial del objeto.
No es suficiente "lo que el autor del acto considere como determinante
de su consentimiento", pues, si tal fuere, el comprador en el primer
ejemplo, podría pretender que ha adquirido el candelabro porque lo
creía de plata —según su intención esa era la calidad esencial— y en
el segundo, que la compra la hizo porque creía que el candelabro era
antiguo. Y como el Código no exige que la otra parte tenga
conocimiento de lo que entiende su cocontratante por calidad esencial
de la cosa (el artículo dice "... como si por alguna de las partes..."
luego no es necesario que ambas partes padezcan de error) se podría
sostener siempre que ha habido error substancial 77.
5.6.2. Jurisprudencia
47
por la sola intención particular del que invoca el error. Que este
Tribunal adscribe más bien a la postura que propende a una
interpretación contractual de carácter objetivo, puesto que si se
atiende a la sola intención del contratante que reclama el error, no
podría darse un índice seguro para distinguir las calidades esenciales
de 'otra cualquiera calidad de la cosa', permitiendo con ello la prueba
de que cualquier calidad accidental fue esencial en la intención del
contratante, lo que conllevaría a la confusión entre el error sustancial y
el accidental (...), debe concluirse necesariamente que el actor
concurrió a la suscripción del contrato sub lite, encontrándose su
consentimiento viciado por error sustancial sobre la calidad esencial
del objeto sobre que versó la promesa, toda vez que la utilidad o
funcionalidad evidente de un inmueble que se adquiere para servir de
residencia es que sea habitable, cualidad sustancial del departamento
prometido que la demandante refutó mediante numerosas probanzas
que fueron rendidas en el proceso"78.
48
consentimiento; únicamente lo hace cuando esa otra calidad de la
cosa —distinta de la que constituye su sustancia— ha sido el principal
motivo de una de las partes para contratar y este motivo ha sido
conocido de la otra parte. Esta última expresión de que se vale el
legislador no debe ser entendida en el sentido que la norma exige que
el cocontratante deba saber que su contraparte padece de error —
caso en cual, como se dijo, podría imputársele dolo y anularse la
convención por este motivo—, sino que ese conocimiento debe
extenderse al hecho que una cualidad específica ha sido el principal
motivo de este último para prestar su voluntad y formar el
consentimiento. La cuestión de hecho sobre la que el error recayó, de
acuerdo al fallo, fue el año de fabricación de los camiones objeto de
los contratos de compraventa, la que, según se dijo, fue calificada
como accidental por los magistrados, quienes, para concluir que no
vició el consentimiento, estimaron no probado que esta calidad
accidental haya sido determinante para la celebración del contrato por
parte del comprador y que esta determinación fuera conocida por el
vendedor. Pues bien, como se hace notar en el recurso, en la
diligencia de absolución de posiciones y ante la pregunta dirigida al
demandado para que diga cómo era efectivo que los vehículos
encargados por la sociedad demandante debían ser de los años 2000
y 2001, aquél respondió es efectivo. Como consecuencia de lo anterior
y por aplicación de las reglas contenidas en los artículos 399 inciso 1º
del Código de Procedimiento Civil y 1713 del Código Civil, los jueces
de la instancia debieron necesariamente tener por justificado, como
hecho de la causa, que los camiones encargados por la actora al
demandado 'debían' ser de los años 2000 y 2001, esto es, que era
necesaria la concurrencia de esta cualidad. Ahora bien, cuando en la
celebración de un contrato se especifica con precisión alguna
determinada característica de la cosa que no forma parte de su
esencia o sustancia, es evidente que se lo hace porque esa cuestión
accidental no es tal y pasa a tener relevancia. Por ejemplo, en la
compra de un vehículo no se especifica el color del mismo —cuestión
evidentemente accidental—, y el comprador cree que está comprando
uno blanco, no podrá alegar que ha sufrido de error si resulta que le
venden un vehículo de color negro. Pero si el comprador le indica al
vendedor que el auto que desea comprar debe ser blanco y éste le
vende uno de color negro, es evidente que la voluntad del comprador
adolece de error, pues ha creído erradamente estar comprando una
cosa distinta a la que le vendieron y ese error ha recaído sobre un
49
accidente de la cosa que la contraparte sabía que era motivo principal
para contratar. No está de más señalar que la ley no exige que la
consideración de esa calidad accidental haya sido el único motivo para
contratar, sino que demanda que haya sido principal y cuestiones
principales puede haber más de una en un contrato. En estas
condiciones, sólo cabe concluir que si el demandado sabía que los
camiones debían ser de los años 2000 y 2001, es porque también
sabía que esta circunstancia era un motivo principal de su contraparte
para contratar, de modo tal que si los vehículos fueron
manufacturados los años 1997 y 1998, independiente de la buena fe
con que pudo haber obrado el primero, es evidente que el comprador
incurrió en error de hecho que vició su consentimiento. Sexto: Que, sin
perjuicio de lo concluido en el fundamento anterior y no obstante que
en la casación en estudio se denuncian infringidos los artículos 399 del
Código de Procedimiento Civil y 1713 del Código Civil, la recurrente
alega que el error que sufrió la sociedad demandante fue sustancial y
no accidental, pues el año de fabricación de un vehículo es, a su juicio,
un elemento de la esencia y no secundario. La cita de los preceptos
aludidos resulta, por consiguiente, equívoca, pues lo que con el
mérito de la prueba confesional se pretendía acreditar era que la parte
vendedora sabía que los camiones debían ser de determinados años,
conocimiento que es relevante únicamente si la clase de error que se
invoca por el que alega haberlo padecido es la del inciso 2º del
artículo 1454 del Código Civil y no la del inciso 1º del mismo precepto,
pues para la configuración del error sustancial a la ley es indiferente el
conocimiento o desconocimiento de los contratantes. En efecto, en la
demanda se plantea la nulidad relativa de los contratos expresando:
'doctrinariamente han surgido dos posturas en torno al error sustancial:
a) interpretación objetiva: en este caso, la 'sustancia' se define como el
conjunto de elementos materiales y calidades que constituyen la
naturaleza específica del objeto, asimilándolo a un género
determinado. b) interpretación subjetiva: en este caso se atiende a la
voluntad de las partes. La calidad substancial debe buscarse
subjetivamente en la apreciación de las partes. Nuestro Código Civil
ha adoptado una postura ecléctica y en este sentido el error
substancial puede, entonces, no sólo recaer sobre la sustancia de la
cosa, sobre su composición, sino que también sobre cualquier otra
cualidad que es determinante para contratar, como la antigüedad o el
valor artístico de un objeto'. Luego en el recurso de casación insiste
sobre el tema, argumentando que no es por razones de costumbre,
50
sino por exigencia legal, que la individualización de los vehículos debe
ser precisa y detallada, elementos del contrato que resultan esenciales
en la formación de la voluntad contractual. Agrega que si se tiene en
consideración que se trata, además, de vehículos de carga 'resulta
esencial el año de fabricación de los mismos, pues de dicho elemento
del contrato se concluyen consecuencias comerciales vitales en el
ejercicio de la actividad productiva para el cual los vehículos son
adquiridos'. En este contexto, corresponde determinar entonces si,
como se propone en el recurso, el año de fabricación de un vehículo
constituye parte de la sustancia del mismo o si es sólo un accidente,
como se postula en el fallo impugnado. Séptimo: Que cuando la ley
conceptualiza el error obstáculo señala que éste es el que recae sobre
la especie de acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una de
las partes entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la
identidad de la cosa específica de que se trata, como si en el contrato
de venta el vendedor entendiese vender cierta cosa determinada y el
comprador entendiese comprar otra. Por su parte, cuando regula el
error sustancial dispone que éste vicia el consentimiento cuando la
sustancia o calidad esencial del objeto sobre que versa el acto o
contrato, es diversa de lo que se cree, como si por alguna de las
partes se supone que el objeto es una barra de plata y realmente es
una masa de algún otro metal semejante. De la definición de ambos
tipos de errores resulta obvio que para la ley es distinta la 'identidad de
la cosa específica de que se trata' y su 'sustancia o calidad esencial'.
En el primer caso, es evidente que hay error si una parte cree, por
ejemplo, vender un caballo y la otra comprar una vaca, pero la ley
también se sirve de la voz específica, a la que es necesario atribuir
sentido. Así, pueden las partes entender que el contrato versa sobre
una misma cosa en sentido genérico, pero una de ellas cree
erradamente que se trata de una específica dentro de ese género y la
otra no, como si el vendedor cree vender el caballo A y el comprador
cree comprar el caballo B. En esta hipótesis habrá por cierto error
esencial u obstáculo. En el segundo caso, es también evidente que el
legislador no puede referirse a sustancia en el sentido de esencia, esto
es, de aquello que hace que una cosa sea lo que es y no otra, pues
lógicamente en el evento de incurrirse en error respecto de ella se
estará en la situación descrita en el párrafo que antecede. Sustancia
es la materia concreta que constituye la cosa, esto es, la materia de
que se compone el objeto sobre el que recae la obligación. Así se
desprende del ejemplo que propone el Código, antes transcrito: como
51
si por alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de
plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante.
Calidad esencial, en cambio, es la que da al objeto una fisonomía
propia que lo distingue de los demás. Ahora bien, jurídicamente
sustancia y calidad esencial si bien no son sinónimos, sí son
equivalentes, y lo revela así la conjunción o de que se sirve el inciso 1º
del artículo 1454 del Código Civil. La ley asimila ambas expresiones y
con esto se quiere significar que en los casos de error sustancial las
partes están de acuerdo en que la cosa sobre que versa el contrato es
la misma para ambas y que esa cosa es lo que es, pero el yerro recae,
como se dijo, sobre una cualidad que da al objeto una fisonomía
propia que lo distingue de los demás. Si en el caso de una
compraventa el objeto del contrato es, siguiendo el ejemplo, el caballo
A, una de las partes incurrirá en el error de que trata el artículo 1453
tanto si cree que el vendedor le está donando el caballo, como si cree
que en realidad el contrato versa sobre una vaca o bien si sabe que el
contrato es una compraventa, que recae sobre un caballo, pero cree
que el caballo es B y no A. En cambio, si esa misma parte sabe que el
contrato es una compraventa, que recae sobre un caballo y que es el
caballo A, pero cree, equivocadamente, que el caballo es de carrera y
resulta que el animal es de tiro, incurre en error sustancial, pues no
obstante haber acuerdo de voluntades sobre la especie del contrato y
sobre la identidad de la cosa específica sobre que éste versa, no la
hay sobre otra cualidad de esa cosa que es determinante para
celebrar el contrato y que le da a ésta una fisonomía propia que la
distingue de las demás. Cabe destacar que la doctrina civil moderna
no habla de error sustancial, sino de error sobre las cualidades
relevantes de una cosa, entendiéndose por tales aquellas
determinantes, atrayentes, las que inducen a contratar y sin las cuales
una de las partes, al menos, no habría contratado (Víctor Vial del Río,
'Teoría General del Acto Jurídico', Ediciones Universidad Católica de
Chile, segunda edición, 1991, página 75). Octavo: Que esta Corte ya
ha tenido oportunidad de precisar cuándo debe estimarse que se está
frente a un error sustancial, con motivo de la dictación de la sentencia
recaída en los autos ingresados bajo el Nº 751-2007. En efecto, se
expuso en esa oportunidad que según el profesor Avelino León
Hurtado, el error sustancial constituye, sin discusión, un vicio del
consentimiento, porque si bien éste se forma, existe un falso concepto
de la realidad que autoriza para pedir la rescisión del contrato. De
acuerdo a este autor, es difícil precisar qué debe entenderse por
52
calidad esencial, puesto que podría juzgarse con un criterio subjetivo,
esto es, atendiendo a la intención del contratante que padece el error,
o bien con uno objetivo, tomando en cuenta lo que normalmente debe
entenderse como calidad esencial o atributos esenciales que dan a
una cosa su fisonomía propia (Avelino León Hurtado, 'La voluntad y la
capacidad en los actos jurídicos', Editorial Jurídica de Chile, 1952,
página 195). La doctrina francesa de comienzos del siglo XIX —sigue
el autor en la cita—, se afirmó también en ese fallo, echó mano en
general a un criterio objetivo para establecer el error sustancial,
circunscribiéndolo únicamente al error que recaía sobre la sustancia
misma de la cosa; posteriormente, Laurent, siguiendo la doctrina de
Domat y Poithier, manifestó que el error sobre la sustancia es, pues,
un error sobre las cualidades, pero todo error sobre las cualidades no
es sustancial, sino que es necesario que recaiga sobre una cualidad
principal y es la intención de las partes la que decidirá si una cualidad
es principal o no, es decir, es preciso determinar lo que las partes han
tenido en mira al contratar. La cuestión es en definitiva, por ende, una
de intención y es el juez el que deberá decidir según las circunstancias
de la causa. Surge nítidamente en el error sustancial la diferencia
entre el que recae en la conformación material de la cosa y aquel que
está referido a la calidad esencial del objeto. Noveno: Que como
consecuencia de lo razonado precedentemente, debe reflexionarse si
la calidad esencial de la cosa se determinará conforme un criterio
objetivo [debió decir subjetivo], es decir, ateniéndose sólo a la
intención del contratante que padece el error, como sostienen en
Chile, entre otros, Alessandri Rodríguez, Alessandri Besa, Claro Solar
y Vial del Río; o, por el contrario, deberán considerarse las cualidades
de la cosa cuya reunión determinan su índole específica,
distinguiéndola de acuerdo a la noción común de todas las demás
cosas. Esas cualidades que forman la sustancia de la cosa serían
determinadas, en este último caso, conforme con la opinión general y
las circunstancias del negocio y no por la sola intención particular del
que alega el error. Como ha tenido oportunidad de exponerlo de
manera reiterada esta Corte Suprema, en la interpretación de los
contratos se distingue entre los sistemas que atienden a la intención
de las partes, el que se califica de subjetivo, y el que considera
fundamentalmente la declaración. La doctrina nacional enseña que el
Código Civil adscribió al primero de estos sistemas, sin embargo,
teniendo presente lo dispuesto en los artículos 19, 1069 y 1560 del
Código Civil, sólo se recurrirá a la intención o voluntad, en desmedro
53
de la declaración, cuando aquélla consta claramente. En este mismo
orden de ideas al investigar el error, como vicio del consentimiento,
respecto de la sustancia este tribunal mantiene la doctrina
manifestada, en orden a que adscribe más bien a la postura que
propende a una interpretación contractual de carácter objetivo, puesto
que si se atiende a la sola intención del contratante que invoca el
error, no podrá otorgarse un índice seguro para distinguir la sustancia
de la cosa de otra cualquiera, permitiendo con ello la prueba de que
cualquier diferencia en la sustancia viciara la intención del contratante,
lo que conllevaría a confusión entre el error sustancial y el accidental.
Respecto del error sustancial derivado de la confusión en la calidad
esencial del objeto, al ser diversa de la que se tiene en mente al
contratar, se sostiene por el profesor Avelino León Hurtado que 'en el
Proyecto de Código Civil de 1853, en el artículo correspondiente, hay
una nota de Bello que cita como fuente los artículos 1837 y 1838 del
Código de la Luisiana y estos artículos se refieren al error en la
substancia y en las calidades esenciales, entendiendo por estas
últimas las que le dan mayor valor a la cosa. O sea, según la fuente de
este artículo la calidad esencial se debe juzgar con criterio objetivo,
pues se atiende a la calidad que da mayor valor a la cosa, y no la sola
intención del que invoca el error'. Agrega que en este caso el juez
debe apreciar los hechos y específicamente en los que se hace
descansar el error 'según las circunstancias del acto' y no solamente la
intención de quien lo invoca (obra citada, página 173). De esta forma,
se debe recurrir a las circunstancias de la especie, que 'comprenden
todos aquellos elementos susceptibles de revelar al intérprete, sea
directamente, sea, sobre todo, mediante inducciones, la intención
común de los contratantes. Estos elementos deben detectarse en la
conducta de las partes, ya en el curso de las negociaciones anteriores
a la convención, ya en el momento de la conclusión misma del
contrato o aún después de su conclusión' (Jorge López Santa María,
'Sistema de Interpretación de los Contratos', Ediciones Universitarias
de Valparaíso, páginas 62 y 63). El autor citado sobre el tema expresa
que el juez 'examinando todas las circunstancias de la especie y no
pudiendo llegar a una certidumbre, no deberá esforzarse en verificar,
sino en 'inducir' lo que fue la voluntad común al fin'; más adelante
agrega: 'así, el juez debe tomar en consideración todas las
circunstancias de la especie, todos los hechos susceptibles de
esclarecer el sentido de la convención. Tales hechos, una vez
probados en el proceso, servirán de base al tribunal para inducir la
54
voluntad común real o virtual de las partes contratantes y permitirá que
el litigio sea solucionado' (obra citada, página 36). Si se pretende
determinar la naturaleza de las circunstancias de la especie, incluso
en un sistema subjetivo de interpretación de los contratos, es posible
diferenciar aquellas que tienen un carácter de inclinación objetiva o un
carácter de inclinación subjetiva. 'En efecto, frecuentemente dichas
circunstancias se presentarán a los ojos del intérprete con una cierta
objetividad', pero 'aún si las circunstancias de la especie no tuvieran
nada de preciso, nada de categórico, si sus características fueran
puramente subjetivas, el juez debe, aún así, tomarlas en consideración
y eventualmente servirse de ellas para motivar su decisión' (obra
citada, página 37). Como concluye el profesor Avelino León, 'la calidad
esencial deberá fijarla en último término el juez, atendiendo a las
circunstancias en que se celebró el acto jurídico y a lo que conforme
con la noción común, con un criterio general, debe entenderse por tal
calidad' (obra citada, página 174). Décimo: Que tratando de realizar un
planteamiento objetivo sobre la compra de vehículos con fines
comerciales, se puede decir que la calidad relativa a la antigüedad
representa un mayor carácter esencial, mientras más próxima se
afirma que es su fabricación. Así, al adquirir un vehículo nuevo el año
de fabricación tiene una relevancia preponderante, pues se tiene en
consideración para el precio que éste no ha sido usado, de manera
que la expectativa de explotación es mayor. Por el contrario, el
transcurso del tiempo en un vehículo antiguo pasa a ser un aspecto
absolutamente accesorio, dado que se tendrá presente el estado
general, pasando a ser secundario el año de fabricación. En las
circunstancias planteadas, la diferencia en adquirir un vehículo de
trabajo con una diferencia de tres a seis años de antigüedad (1997 ó
2000, en abril de 2004) o de dos a cinco años (1998 ó 2001, en abril
de 2006), de lo que resulta que su explotación ha sido por el doble o
más del doble del tiempo, constituye una circunstancia de la especie
relevante que permite concluir, en el proceso de interpretación
contractual, que se ha producido un error en la cualidad esencial de
la cosa adquirida, tenido en consideración para contratar por el
comprador, circunstancia conocida por el vendedor, quien expresa
igualmente haber sido engañado por el exportador, puesto que él
también creyó que fueron fabricados los años 2000 y 2001 (...). En el
caso de autos, e incluso abstrayendo al contrato de compraventa de
un vehículo motorizado en general, es manifiesto que el año de
fabricación es una cualidad esencial, pues no obstante esta
55
circunstancia no hace que un vehículo sea lo que es —es decir, no
constituye su esencia— ni altera aquello de que se compone —su
materia—, evidentemente le da una fisonomía propia, desde que es
determinante, ni más ni menos, para la fijación del precio que se paga
por él. Este último es, en efecto, un criterio objetivo al que puede
recurrirse para calificar la naturaleza del error. Así, si existe error
acerca del color del vehículo ello no influirá en el monto del precio que
se pague por él y, en este entendido, puede afirmarse que esa
circunstancia es meramente accidental. Mas si para una de las partes
el color del vehículo es motivo principal para contratar y ese motivo ha
sido conocido de la otra, el error viciará el consentimiento de
conformidad al inciso 2º del artículo 1454. Lo anteriormente concluido
no importa contradicción con aquello que se afirmó en el párrafo final
del fundamento quinto precedente. Esta Corte Suprema afirma que en
las circunstancias de hecho del presente juicio, el año de fabricación
de un vehículo es una calidad esencial del mismo y lo que más arriba
se ha sostenido es que aún en el evento en que se sitúa la sentencia
impugnada, esto es, que tal cuestión es meramente accidental, de
todos modos debió haberse accedido a la nulidad alegada, pues
resultó probado que la circunstancia anotada fue motivo principal de
una de las partes para contratar y ese motivo fue conocida por la
otra. Undécimo: Que, en consecuencia, puede afirmarse, como se
propone por la recurrente, que el error sobre el año de fabricación de
los vehículos materia de los contratos de compraventa de autos
constituye un error sustancial, que trae aparejado como efecto que la
voluntad del comprador se haya visto afecta por un vicio que invalida
el consentimiento expresado y que conlleva, de conformidad con lo
prescrito en el inciso final del artículo 1682 del Código Civil, la nulidad
relativa de ambas convenciones. Al no haberlo decidido así, los
sentenciadores han incurrido en los errores de derecho denunciados
en el recurso, en especial, del inciso 1º del artículo 1454 del Código
Civil, y éstos han influido de manera sustancial en su parte dispositiva,
de modo tal que la casación en el fondo intentada debe ser acogida" 79.
56
de los servicios de atención remota del Banco de Chile, página web
wwww.bancochile.cl, basado en que por un error del sistema
computacional aparecía como interés para los depósitos a plazo a 30 días
una tasa de 30,91% en circunstancias que la tasa real era de 0,31%. Por
ello solicita se declare nulo absolutamente el contrato de depósito materia
de estos autos, por cuanto carece de consentimiento de parte del banco
demandante o, en subsidio, la inexistencia del mismo y, en subsidio de
todo lo anterior, la nulidad relativa, ordenando la devolución por parte del
demandado de los intereses erróneamente percibidos, ascendentes a
$4.018.300, debidamente reajustados, más los intereses corrientes, con
costas; (...) Expone que se ha incurrido en error de derecho por los
sentenciadores desde que se confunde el error esencial con el error
substancial, puesto que la tasa de interés a aplicar en los depósitos a
plazo es un elemento de la esencia del contrato. De ahí que exista un
grave vicio en la voluntad de la Institución Bancaria, lo que debió llevar a
los magistrados a preferir la voluntad real, declarando la nulidad absoluta
del acto o contrato, ya que se trata de un vicio que no puede ser saneado
por voluntad de las partes (...) 5º. Que la sentencia cuestionada que
confirmó el fallo de primera instancia, en cuanto rechazó la demanda de
autos reflexiona: 'Primero: Que es un hecho reconocido por ambas partes,
que con fecha 4 de julio de 2006 don Edwin Rodrigo Berríos Harriague
invirtió a través de la página web del Banco de Chile en el depósito a
plazo Nº 994 1100100 149130 1 por 30 días un capital ascendente a
$13.000.000 con una tasa de interés mensual de 30,91% y, que llegado el
vencimiento del plazo respectivo cobró dicho depósito, pagándosele con
la referida tasa de interés, lo que se materializó a través de un depósito en
su cuenta corriente el 3 de agosto del año 2006. Lo anterior resulta,
además, corroborado con la documental acompañada a los autos,
especialmente la de fojas 67, 70, 82 y 83; Segundo: Que la nulidad
relativa tiende a proteger los intereses particulares de quienes han
celebrado el acto o contrato, de ahí que entre sus características figure la
posibilidad de ser ratificada por quien tiene derecho a alegarla, lo que se
traduce en que aquel en cuyo favor se establece se encuentra facultado,
en definitiva, para renunciarla; Tercero: Conforme al artículo 1693 del
Código Civil la ratificación puede ser expresa o tácita, definiéndose la
tácita como 'la ejecución voluntaria de la obligación contraída'
(artículo 1695 del Código Civil). En definitiva por medio de la ratificación
se demuestra la intención de no aprovecharse de la nulidad que favorece
a quien ha resultado perjudicado con ella, lo que viene a ser una
aplicación de lo dispuesto por el artículo 12 del Código Civil; Cuarto: En la
especie el Banco de Chile, conociendo el vicio que afectaba al contrato de
depósito que lo vinculaba con el demandado y siendo capaz de disponer
de lo suyo ejecutó voluntariamente la obligación contratada, saneando el
57
vicio de que adolecía el referido contrato'; (...) 10º. Que, como se señaló,
en el caso de autos se determinó por los sentenciadores que
efectivamente se incurrió en error substancial por parte del Banco, pero
que éste fue saneado por un acto posterior consistente en el pago
oportuno e íntegro de la obligación. 11º. Que, en el caso de autos, según
se indicó expresamente por los magistrados del fondo, el error del actor se
habría producido en el monto de los intereses, de forma que en todo lo
demás debe reputarse perfecto el contrato de depósito a plazo. Así
establecido los hechos, ese error corresponde sancionarlo con la nulidad
relativa. Contrariamente a lo sostenido por la recurrente no es el monto de
la tasa de interés ofrecida por el banco la circunstancia que califica el
contrato, sino el hecho que se otorgue interés. En este aspecto se
concuerda con el recurrente en cuanto expresa que 'al existir una tasa de
interés de por medio, nos encontramos frente a un contrato distinto no de
simple depósito, en que una de las partes deposita una cantidad de dinero
y la otra se obliga a restituirlo dentro de un plazo determinado
acrecentado con un interés pactado'"80.
58
la gran avenida, al estadio o al colegio, sino únicamente que no es una
calidad esencial. Todo lo dicho en el párrafo que antecede conduce a
concluir indefectiblemente que el error que afirman los demandantes
haber experimentado no tiene la aptitud de viciar el consentimiento, pues
no constituye error sobre la sustancia o calidad esencial del objeto sobre
que versaron los contratos, en los términos que exige el inciso primero del
artículo 1454 del Código Civil, de manera tal que la decisión de rechazar
las acciones de nulidad relativa impetradas resulta ser jurídicamente
acertada"81.
59
de un error obstáculo o esencial, sino de un error sustancial. Vigésimo
octavo: Que tal es así porque la situación descrita se asemejaría a la
regulada en el artículo 1454 del Código Civil, referente a la sustancia o
calidad esencial del objeto cuando es diversa de lo que se cree, error que
la doctrina califica de sustancial, que es aquel, en rigor, del que la actora
reclama, cuando afirma que los locales comerciales que recibió en
arriendo, y en los cuales ejecutó diversas obras de instalación, no le
resultaron aptos para desarrollar los negocios propios de su
giro. Vigésimo noveno: Que aún en la hipótesis de estimarse acreditada le
existencia de un error sustancial en torno a la cosa arrendada, la
demanda igualmente deber ser rechazada porque esa clase de error sólo
produce nulidad relativa, y en estos autos la actora pretende, únicamente,
se declare la nulidad absoluta de dos contratos de arrendamiento que
individualiza. Trigésimo: Que lo que en verdad Casa do Brasil Limitada le
imputa a su contraparte en el contrato es el incumplimiento de una
obligación que estima era de su cargo, al atribuirle que debía habilitar los
locales comerciales que ya había entregado de un modo tal que le
permitieran el desarrollo del negocio o giro que en ellos pretendía
efectuar, lo cual, de ser cierto, solo configuraría un incumplimiento de
obligaciones contractuales, pero jamás podría conducir a estimar que los
contratos nacieron afectos a un vicio de nulidad absoluta. Trigésimo
primero: Que, por último, para descartar la existencia de un error esencial
u obstáculo que revele faltó el consentimiento entre los contratantes
derivado del hecho de no haber coincidido estos en la identidad de la cosa
específica arrendada, debe tenerse presente que Casa Do Brasil es una
empresa con trayectoria en el rubro, una comerciante avezada, de
experiencia y, naturalmente conocedora de una práctica o costumbre
mercantil de que en los centros comerciales, denominados mall, sus
ocupantes no celebran meros contratos de arriendos, ya que el atractivo
de estos está en el conjunto que se ofrece con su variedad de locales y la
organización o know how, y que en ellos el propietario entrega un local en
obra bruta, y es el arrendatario, justamente, a quien corresponde
adecuarlo a sus necesidades, por lo que no es creíble que no se percatara
de los defectos que ahora les atribuye. Trigésimo segundo: Que se sigue
de lo expuesto, en síntesis, que de existir fallas o déficit en las
instalaciones de los locales comerciales que los inhabilitaran para una
específica actividad, ello, como ya se dijo, daría lugar solo a un
incumplimiento contractual, más no a nulidad. Trigésimo tercero: Que la
actora cita en su libelo una sentencia que estimó nulo, de nulidad
absoluta, un contrato de arrendamiento sobre un inmueble por error en la
identidad de la cosa arrendada para concluir que se trata de una situación
análoga a la de autos. Sin embargo, ella no se compara con la del
presente caso, ya que allí el arrendador entendió arrendar en razón de la
60
cabida y el arrendatario como especie o cuerpo cierto, resultando claro
que en esa causa la Excma. Corte Suprema apreció que se trataba de
una especie distinta, que el objeto arrendado era otro, lo que no se da en
el caso sublite donde existió plena identidad en relación a los locales y a
su estado al momento de su entrega, los cuales, además se identificaron
claramente, tanto más si esta alegación solo la formuló muy tardíamente y
después de efectuar según dice cuantiosas inversiones en ellos,
motivaciones, las anteriores, que llevan a esta Corte a desestimar la
existencia de un error obstáculo o esencial en la identidad de la cosa
arrendada"82.
61
términos que señalan los artículos 55 y 56 de la Ley General de
Urbanismo y Construcción. 11º) Que, en el contrato en cuestión, no
aparece referencia alguna al interés de la parte compradora en adquirir un
predio con aptitud forestal. Al contrario, ello ha de descartarse cuando en
la cláusula Décimo Tercera se afirma que se trata de un predio agrícola,
sometido a la prohibición de división y cambio de destino contemplado en
el D.L. 3516. En efecto, a partir de las definiciones contenidas en el D.L.
antes referido, resulta claro que los predios rústicos son terrenos que se
pueden usar para la agricultura, la ganadería o actividades forestales que
se encuentran en todo Chile fuera de los límites urbanos. Es así que un
predio agrícola es una categoría o un tipo de predio rústico basado en su
aptitud, distinto por cierto al forestal o al ganadero. La anterior
clasificación no solo tiene importancia para efectos de división y destino
de dichos predios, por cuanto en materia tributaria también define su
enrolamiento y tasación fiscal, mediante la cual se determina su impuesto
territorial, tal como lo describe la Ley Nº 17.235 la cual distingue los
predios agrícolas de los forestales como unidades distintas. 12º) Que el
interés en la explotación forestal del predio en cuestión tampoco puede
desprenderse de la escritura pública de modificación de 31 de enero de
2014 por cuanto a la fecha de su otorgamiento ya se conocía la
imposibilidad de una explotación forestal del mismo dado que los
permisos ante Conaf había sido rechazados en el mes de abril del año
anterior. Cabe señalar, asimismo, que resulta particularmente
determinante la afirmación en esta escritura pública en cuanto que, el
saldo de precio se pagaría una vez obtenido la calificación del predio de
aptitud preferentemente forestal, cuando aquella había sido negada
precisamente casi 10 meses antes y no obstante ello, el comprador
persistió en la venta mediante solo una modificación en el plazo para
pagar el saldo del precio. En este sentido, la falta de aptitud forestal, a esa
fecha ya no es un error, puesto que constituye un hecho cierto y,
asimismo, no puede erigirse como una condición, puesto que en su origen
está determinada su imposibilidad de cumplimiento. El actor por lo demás,
actúa contra sus propios actos cuanto, no obstante conocer a esa fecha la
falta de aptitud forestal del predio que adquirió con más de un año de
antelación, insiste en el contrato mencionando dicha calidad como una
condición para el pago del saldo del precio, no obstante ya conocía la
imposibilidad de su cumplimiento, por cuanto en abril del año anterior
dicha información le era conocida. En este caso, por traerse de una
nulidad relativa, no es posible aplicar la limitación del artículo 1683 del
Código Civil (nemo auditur), pero la reunión de los presupuestos para la
calificación del error como sustancial y determinante, exige pasar por
sobre la barrera de la propia negligencia, la buena fe y de los actos
propios que fueron realizados para tratar de salvar, lo que finalmente se
62
transformó para el demandante, en un mal negocio. 14º) Que, de esta
manera, forzoso es concluir que no existe el error sustancial en los
términos que exige la normativa legal comentada en los considerandos
precedentes, puesto que solo se advierte un interés posterior y, por cierto
fallido de destinar el predio agrícola adquirido a una actividad económica
forestal, lo que fue negado por la autoridad competente; es decir, la
finalidad que pretendía no puedo ser ejecutada, pero no es susceptible
atribuirlo a un error, sino a una simple falta de previsión en el comprador,
lo que no logra configurar el vicio del consentimiento que sustenta la
demanda principal"83.
63
h. Error en cuanto al objeto de una cesión de derechos hereditarios
"1º) Que en el caso sub lite, según se ha dicho en el fallo de primer grado,
la parte de los demandantes ha aseverado que el precio de la cesión de
derechos fijado por las partes se relaciona con la calidad esencial del
objeto que vendía, calidad que, en su opinión, sería errada, toda vez que
el valor acordado no correspondía al valor real de las acciones y derechos
sobre el inmueble que individualizan. Al respecto debe dejarse establecido
que la cesión de derechos hereditarios ha sido definida como la
convención celebrada después del fallecimiento del causante, mediante la
cual el heredero transfiere a cualquier título a otro heredero o a un
extraño, su derecho a la herencia o una cuota de él (Las Obligaciones.
René Abeliuk M., tomo II. Editorial Jurídica de Chile). De acuerdo a lo
expuesto, la cesión de derechos hereditarios presenta las siguientes
características: a) es la tradición del derecho real de herencia, precedida
de un título traslaticio de dominio; b) puede únicamente efectuarse una
vez fallecido el causante; y, c) su objeto es el traspaso de la herencia o
una cuota de ella y no de bienes determinados; por tanto, en esta cesión
el heredero no enajena el derecho que tiene a bienes determinados de la
herencia, sino la cuota indivisa que le corresponde, en otros términos, lo
que se traspasa por la cesión de derechos hereditarios, es la cuota que al
heredero corresponde en una universalidad de la herencia. En
consecuencia, el objeto de la cesión de derechos de herencia es una
universalidad o una cuota que al cedente corresponde en el conjunto de
bienes que comprende el haber hereditario; los bienes individualmente
determinados no son objeto de esta cesión. Así la jurisprudencia ha
establecido que antes de la partición de la herencia y la consiguiente
adjudicación de bienes a los herederos, ninguno de éstos puede transferir
su cuota en la comunidad universal refiriéndola a un bien determinado,
porque sólo está legitimado para transferir lo que tiene, es decir, dicha
cuota en la universalidad (C. Suprema; sent. 7 sept. 1988; Rev., tomo 85;
sec. 1ª pág. 147). De esta forma se desprende el carácter aleatorio de la
venta de derechos hereditarios, esto es, trata de un contrato de incierta
contingencia de ganancia o pérdida para los contratantes, ya sea por el
valor que, en definitiva, se les otorgue a los bienes una vez efectuada la
partición y su adjudicación, o bien, porque el cesionario está obligado a
pagar las deudas que había contraído el causante, toda vez que a aquél
pasan todos los bienes, la universalidad de la herencia y al mismo tiempo
el pasivo de la herencia, ya que el cesionario pasa a ocupar la situación
jurídica del cedente en ella. No altera lo concluido el hecho que las partes
hayan pretendido hacer recaer tales acciones o derecho sobre un bien
determinado (...) 2º) Que en la especie, de acuerdo a lo razonado en el
motivo precedente, no resulta tampoco posible estimar la existencia del
64
error en la sustancia, es decir, el primero de los previstos en el inciso 1º
del artículo 1454, puesto que la cesión de derechos hereditarios tuvo por
objeto una universalidad jurídica, esto es, la herencia o más,
precisamente, una cuota indivisa que correspondía a la parte demandante
y no el derecho que pretendía tener sobre bienes determinados de la
herencia y tratándose, por tanto, de un derecho de carácter mueble no
resulta posible el error sustancial sobre los bienes específicos que
componían dicha universalidad"85.
5.6.3. Sanción
65
Por regla general, el error sobre las cualidades accidentales no vicia
el consentimiento. Y así, por ejemplo, si yo compro cierto libro de
edición uniforme, creyendo entre otras cosas, que es de papel "pluma"
y resulta que es de papel corriente, este error no destruye mi
consentimiento.
5.7.3. Sanción
66
calidad, extensión o suma diversa a la querida; c. la cualidad sustancial
del bien que haya sido determinante de la voluntad jurídica según la
apreciación común o las circunstancias del caso; d. los motivos
personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o
tácitamente; e. la persona con la cual se celebró o a la cual se refiere el
acto si ella fue determinante para su celebración".
Por regla general, el error acerca de las personas con quien se tiene
intención de contratar, no vicia el consentimiento porque la persona es
de ordinario indiferente para los fines que se persiguen con el acto
jurídico; el autor de este o uno de los autores lo habría realizado aun
cuando no hubiera padecido de error. En efecto, dice Alessandri, ¿qué
le importa al comerciante que vendió al contado su mercadería que el
comprador haya sido un conocido genio o un desconocido mentecato?
Lo único que le interesa es el pago del precio 91. Por el contrario sí
habrá error en la persona, por ejemplo, si celebramos un contrato de
obra o de arrendamiento de servicios de una persona a quien creemos
en posesión de determinadas condiciones que satisfacen nuestros
intereses.
67
Hay actos unilaterales que se otorgan para favorecer a una persona
determinada y también hay contratos que se celebran en
consideración a una determinada persona, por lo que en ambos casos
si se yerra sobre la identidad de dicha persona y se favorece con el
acto a persona distinta, quiere decir que el acto se llevó a cabo con
otra persona que la que se tuvo en mente; la voluntad o el
consentimiento están viciados y el respectivo acto o contrato es nulo.
Ejemplo: si el testador deja un legado a Pedro creyendo que este en
un naufragio salvó a su hija y resulta que el héroe fue una persona
distinta, el legado a Pedro no vale, porque el testador quiso premiar al
individuo que libró de la muerte a su hija. Si hubiera sabido que no era
Pedro, nada le habría dejado. Otro ejemplo. Si una persona, creyendo
que Juan Carlos es director de la Biblioteca del Congreso Nacional, le
dice que le dona a la biblioteca que dirige los treinta y tres tomos de
que consta el Derecho Civil del jurista belga Laurent, aceptándose la
donación, y con posterioridad el donante se da cuenta de que Juan
Carlos es director de la biblioteca de la Universidad de Chile y no de la
que tuvo en mente, el consentimiento está viciado y el contrato es
nulo92. Respecto de la nulidad del reconocimiento de paternidad, acto
unilateral, la Corte Suprema ha dicho: "le correspondía al actor
acreditar los supuestos fácticos de que efectivamente su declaración
de reconocimiento de paternidad se debió a la errada representación
de la realidad de ser el padre biológico de la niña, y que en los
términos del artículo 1455 del Código Civil, el acto debe ser invalidado,
probando aquellas circunstancias graves que modificaron su
convicción equivocada"93.
68
por regla general es un contrato en que la persona del mandatario es
causa determinante de su celebración. Lo mismo sucede tratándose
de las sociedades colectivas o de responsabilidad limitada. Asimismo,
en las donaciones y en general en los actos a título gratuito la persona
del beneficiario es causa determinante del contrato. Domínguez
agrega que incluso puede ser una compraventa o el otorgamiento de
un mutuo, en que la consideración de la solvencia del comprador o del
deudor haya sido una consideración esencial para consentir 94.
69
consideración que de la definición transcrita se desprende que el
contrato de mandato es de aquellos que se denominan 'intuito
personae', por lo que las partes, mandante y mandatario, son
esenciales en tal convención (...). De lo anterior se deviene, de
manera inconcusa, que la persona del mandatario resulta ser
relevante al momento de la celebración del contrato, circunstancia ésta
que lleva necesariamente a examinar tal aserto a la luz de los
antecedentes del proceso y en particular de los presupuestos fácticos
asentados por los jueces del fondo. Efectuado tal análisis es dable
concluir, como acertadamente lo decidiera la sentencia impugnada,
que el consentimiento otorgado por la mandante 'demandada' al
momento de suscribir dicho contrato con la actora, de fecha 3 de
enero de 2006, se encontraba viciado, por haber mediado error en la
persona, desde que la designación de mandatario que efectuó doña
Argentina Aravena, y que recayó en la actora, estaba determinada por
ciertas características personales que ésta se atribuía y, en específico,
de la profesión de abogado que no obstante esgrimir, realmente no
detentaba. Tal circunstancia lleva necesariamente a concluir que el
mandato en examen adolecía de un vicio que justificaba la declaración
de nulidad dispuesta en el fallo que se reprocha, de manera que no se
constata la infracción al artículo 1455 del Código Civil que
la recurrente denuncia"95.
5.8.3. Sanción
5.9.1. Concepto
71
cuestión de saber si eran válidas esas sentencias dictadas por quien
no había podido ser pretor. El buen sentido de los romanos calificó de
válidas esas sentencias, ya que las partes no habían sido negligentes
al reconocer como todo el público la calidad de pretor a quien había
sido nombrado para ese cargo98.
5.9.2. Requisitos
72
responsabilidades del tutor o curador verdadero, y sus actos no obligarán
al pupilo, sino en cuanto le hubieren reportado positiva ventaja"99,
— Artículo 704: "No es justo título: (...) 4º. El meramente putativo, como el
del heredero aparente que no es en realidad heredero; (...). Sin embargo,
al heredero putativo a quien por decreto judicial o resolución
administrativa se haya otorgado la posesión efectiva, servirá de justo título
el decreto o resolución...",
— Artículo 1576 inciso 2º: "El pago hecho de buena fe a la persona que
estaba entonces en posesión del crédito, es válido, aunque después
aparezca que el crédito no le pertenecía",
5.9.4. Jurisprudencia
73
La jurisprudencia de nuestra Corte Suprema se ha pronunciado
generalmente en favor del principio que estudiamos.
74
calidad de Notario interino aparece suficientemente acreditada para
las personas que solicitan sus servicios, sin que los otorgantes
necesiten averiguar la legitimidad de sus funciones o investigar la
calidad de su persona para desempeñarlas válidamente. Semejantes
precauciones no incumben a los que concurren a una oficina pública
que se atiende de acuerdo con las condiciones que la ley exige para el
desempeño del cargo, y para el cual quien lo desempeña fue
designado por la autoridad a la que correspondía el nombramiento. En
consecuencia es válido el testamento otorgado ante el Notario interino
que, sin tener título de Abogado, desempeña el cargo en las
condiciones dichas"103.
75
consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal
irreparable y grave.
Y el artículo 1457 agrega:
1. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
76
La fuerza, atendiendo a la naturaleza de la presión, es de dos clases:
física y moral.
2.1. Injusta
77
La fuerza es injusta si no la justifica ningún derecho subjetivo del que
la ejerce, o, en otras palabras, cuando el procedimiento o la amenaza
de que se vale la persona que la ejerce no son aceptados por el
Derecho.
78
2.2. Grave
La ley establece una presunción, pues dice que "Se mira como una
fuerza de este género (grave)" todo acto que infunde a una persona un
justo temor de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus
ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave (art. 1456
inc. 1º segunda parte)120. El mal irreparable y grave puede referirse a la
vida, integridad física, honor o patrimonio de las personas.
2.3. Determinante
80
consentimiento cuando se ejerce con otro objeto o sin que se pruebe
que ella ha sido ejercida para obtener un consentimiento
determinado"125.
4. TEMOR REVERENCIAL
82
cuando proviene de causas externas. Lo único importante es
determinar si hay libertad para expresar el consentimiento; si la
voluntad no es libre, el acto se encuentra viciado. Efectuar distingos en
cuanto al origen de las circunstancias que hacen desaparecer la
libertad no se conforma a ningún canon lógico.
83
ser la contraparte o un tercero. Pero no excluye la fuerza constituida
por un temor de otro origen. Por lo demás, concluye Ducci, el derecho
es una unidad coherente. El artículo 1007 del Código Civil dice que "El
testamento en que de cualquier modo haya intervenido la fuerza, es
nulo en todas sus partes". No se circunscribe a la nulidad derivada de
actos humanos, sino a la que se haya producido "de cualquier
modo"129.
84
Porque si la ley declara la insuficiencia de este temor para viciar el
consentimiento no es por establecer una "excepción" a la norma de
que la fuerza como vicio de la voluntad debe nacer de una acción
humana, sino para confirmarla y evitar equívocos en el sentido de que
dicho temor no constituye ese vicio justamente porque no es el
resultado de la acción del otro contratante o de un tercero 132.
85
un necesitado le compra un inmueble y le paga, con espíritu altruista
un precio más alto que el normal dentro del comercio. Si más tarde el
hombre de los apuros por un golpe de fortuna rehace su patrimonio,
podría, si le viene en gana y está dentro del plazo, recuperar la
propiedad alegando el estado de necesidad como vicio de fuerza, vicio
que para nada atiende a si hubo o no lesión patrimonial en el que lo
sufrió. Así se llega al absurdo sin límites. No hay duda: la fuerza y los
estados de que se habla son instituciones distintas, y así han sido
reguladas en los ordenamientos extranjeros que contemplan todas las
hipótesis134.
6. JURISPRUDENCIA
86
personas, no resulta fácil encontrar ocupación, que en la inmensa
mayoría de los casos es la única fuente de ingresos para la
subsistencia del trabajador y los familiares que viven a sus expensas.
Dadas estas consideraciones, no puede dudarse que la referida
presión constituye el vicio de fuerza suficiente para invalidar el
consentimiento en los términos del artículo 1456 del Código Civil.
Nulos han de mirarse, pues, los nuevos contratos y vigentes los que
estipulan la indemnización por antigüedad" 136. En este caso el
empleador amenazaba con el ejercicio de un derecho: el despido, pero
lo hacía abusivamente.
87
abandono de sus empleadores y dueños de la empresa. 7. Que hubo
conductas positivas de amenaza, presión e intimidación, ejercidas por
la demandada Chilecar en sus ex trabajadores, desde que actuando
como lo hizo, generó en ellos una impresión fuerte, infundiendo a su
respecto un justo temor de verse expuestos a un mal grave e
irreparable, amenazas y presiones todas, que en los hechos en
definitiva no se concretaron, ya que ni se acreditó que los trabajadores
de Santa Ana se tomaran Chilecar, ni tampoco que esta última
estuviera insolvente para asumir adecuadamente la obligación de
hacer frente a sus obligaciones, a través del pago oportuno e íntegro
de lo adeudado a sus trabajadores. 8. Que de no haber concurrido
estas presiones e intimidaciones por parte de los representantes de
Chilecar, las que en el escenario descrito, resultaron graves,
verosímiles coetáneas a la suscripción de los finiquitos, y
determinantes para la firma, no se habrían suscrito por los actores los
mismos, en circunstancias que le fueron totalmente adversas,
percibiendo montos indemnizatorios inferiores a los que tenían
derecho, y con evidente perjuicio a su patrimonio; sin permitirles cerrar
su relación con la empresa, en condiciones que garantizasen el
íntegro (pago) de las indemnizaciones legales; obligándolos
derechamente a 'renunciar' a parte de ellas, en beneficio en definitiva
de la empresa, quien no acreditó estar insolvente o aquejada de
importantes pasivos; en medio de un proceso que además de no ser
informado, con abierta transgresión de la normativa legal y vulneratorio
a los derechos de los trabajadores, devino en que no solo perdieran su
fuente laboral, sino que parte del monto de sus indemnizaciones. Lo
dicho pone en evidencia un proceso de cierre de actividad comercial
abiertamente irregular, a lo que se suma la circunstancia de que solo
al finiquitarse los trabajadores conocieron la causal de término de la
relación laboral, toda vez que no les fue enviada siquiera carta de
despido, cuestión que pudo abrirles la posibilidad de no sólo conocer
los hechos que configuraban la causal que les estaba siendo aplicada,
sino que lo más importante, haber negociado informadamente y en
condiciones de igualdad; privándolos además de facto, del derecho a
haberse podido asesorar legalmente. 9. Que los dichos de la gerencia
y representantes del empleador, específicamente del señor Álvarez,
resultaron indiscutidamente serios para los actores, desde que en
posición de verticalidad, los mismos provinieron de quien más
conocimiento, tenía del real estado financiero de la empresa, cuestión
que por cierto deviene, en que ellos se consideren además
88
verosímiles. En consecuencia, los actores fueron parte de una
negociación, que revistió más bien carácter de contrato de adhesión,
toda vez que, en forma unilateral, antojadiza y gananciosa para la
empresa, ésta condicionó los términos de los finiquitos que les fueron
extendidos a los trabajadores. No existió en los actores manifestación
de voluntad libre y exenta de vicios, siendo las amenazas de la
demandada y el contexto en que ellas fueron efectuadas, suficiente
para influir en la su capacidad volitiva. Cuarto: Que, bajo ese
escenario fáctico, no resulta viable la alegación de la recurrente
relativa a la infracción de lo dispuesto en el artículo 1456 del Código
Civil, toda vez que se concluyó con claridad la existencia de una
fuerza moral ejercida sobre los trabajadores que, atendida la impresión
fuerte generada en ellos según sus especiales condiciones, los
compelió a suscribir sus respectivos finiquitos en condiciones
claramente desventajosas..."137.
89
Por el contrario, se estimó que no había vicio de fuerza en otra
causa, también laboral, atendido "6º. Que, en la demanda de autos la
propia trabajadora ha reconocido que la relación laboral terminó
mediante la suscripción de un instrumento por el que las partes
declararon poner término al contrato de trabajo por mutuo acuerdo,
acompañando ejemplar del mismo a su demanda. Sin embargo, alega
que suscribió dicho documento por error (desconocimiento de sus
derechos) y por fuerza (acoso y presión para obligarla a firmar), (...)
Consecuente con ello es que solicita precisamente se reste todo valor,
al instrumento que acompaña, como medio de poner término a la
relación laboral con su empleador. (...) 10º. Que, respecto de la fuerza,
ésta se hizo consistir en (...) que habría sido amenazada con ser
despedida por ladrona (...). Esta alegación igualmente deberá
desecharse en atención a que no se reúnen en la especie los
requisitos exigidos por los artículos 1456 y 1457 del Código Civil para
entender que se ha configurado este vicio. En efecto, por una parte la
afirmación de ser despedida por ladrona no constituye una amenaza
injusta o ilegítima desde que el ordenamiento jurídico laboral permite
despedir fundado en este motivo; asimismo, la amenaza de despido
tampoco puede considerarse de la gravedad exigida por las normas
referidas, ya que por una parte ello no constituye un mal irreparable ni
grave, y por otra, porque todo contrato de trabajo, en algún momento,
debe igualmente terminar; ..."139.
90
injusta, grave y determinante, condiciones que no se reúnen en el
caso de autos, pues no se divisa cómo el posible ejercicio de un
derecho que la ley reconocer a los empleadores, pudo privar a los
trabajadores de su capacidad de decidir. La ley exige la existencia de
un hecho tal que infunda un justo temor de un mal irreparable y grave
en la persona o bienes, que debe realizarse si no se da el
consentimiento exigido. Tercero: Que ha de considerarse, además,
que la fuerza que los demandantes alegan como vicio de su
consentimiento no puede radicar simplemente en la percepción o la
exhibición de un finiquito, sino que es menester, además, que hubiere
existido alguna actitud o conducta de su empleador que haya sido
determinante para aceptar la modificación de su jornada laboral. En
ese sentido, los trabajadores sostienen que tal actitud habría estado
constituida por la posibilidad de perder su fuente laboral y ser
finiquitados, sin embargo, no han precisado la causal que
supuestamente el empleador habría esgrimido para ello y el acto
concreto de amenaza o presión, sobre todo si se tiene presente que
los trabajadores que fueron desvinculados de la empresa,
supuestamente por haberse negado a firmar los anexos, cesaron por
la causal de 'mutuo acuerdo', como la sostiene Carlos Ramírez en la
confesional de fojas 72, sin que existan elementos de convicción en
contrario, esto es, para sostener que fueron efectivamente despedidos
por decisión unilateral de la empresa. Cuarto: Que de acuerdo con lo
razonado y del análisis de la prueba rendida no es posible concluir que
los trabajadores fueron forzados, ante la amenaza de invocar en su
contra una causal de caducidad de sus contratos, de manera que no
ha resultado acreditada la circunstancia argumentada por los actores y
que permitiría restarle mérito al anexo de los contratos individuales de
trabajo de 1 de marzo de 2005. Quinto: Que, por otro lado, los actores
tampoco probaron en autos que la posibilidad de perder su empleo
haya sido capaz de producir en ellos una impresión fuerte y de la
entidad exigida por el legislador para configurar la causal de nulidad
alegada. Además, de los instrumentos colectivos allegados a la causa
se observa que el término de sus contratos de trabajo les da derecho
al pago de las indemnizaciones convencionales pactadas. Sexto: Que,
en consecuencia, no se ha demostrado en autos la existencia de una
presión ilegítima de entidad suficiente para perturbar el ánimo de los
trabajadores, por lo que cabe afirmar que concurrieron libremente a la
suscripción de los anexos de sus contratos de trabajo, los que son
91
plenamente válidos y no adolecen del vicio de nulidad que se
reclama"140.
92
Código del Trabajo, le asistía al trabajador el derecho de demandar la
injustificación de tal despido y el pago de las indemnizaciones
correspondientes. Y, por cierto, se reitera, la empresa siempre pudo
despedir al actor, haya o no dado cumplimiento a las normas de los
artículos 211-A a 211-E del mismo cuerpo laboral y una cosa muy
distinta es que tal despido haya podido ser declarado injustificado. 8º)
Que en consecuencia, la supuesta fuerza ejercida por el empleador no
ha sido ni determinante, ni grave y mucho menos injusta, de modo que
la voluntad del actor no estaba viciada al momento de decidir
renunciar a su empleo"141.
93
acordada en el mandato. c.- La demandada revocó dicho mandato siete
días después. d.- Doña Alejandra Navarrete Carrasco desplegó una serie
de conductas para figurar ante la demandada como conocedora y
practicante del derecho y poseedora de la calidad de abogado, para
obtener de ésta que le contratara y encomendara la gestión de cobro del
dinero, haciéndole creer que solo una persona con su conocimiento podía
asumir tal encargo. e.- El ardid referido provocó que la demandada
'persona de pocos conocimientos e insegura en los trámites de que se
trata' otorgara su consentimiento para suscribir el contrato de mandato. f.-
La actora no tenía la calidad de abogado que la demandada suponía, y
que le resultaban determinante para contratar. (...) en cuanto a la fuerza
alegada, debe tenerse presente que se ha entendido por tal como 'la
presión física o moral ejercida sobre la voluntad de una persona para
determinarla a ejecutar un acto jurídico'. Fuerza que para viciar el
consentimiento debe ser injusta, grave y determinante. A su vez, se ha
entendido que existe fuerza moral cuando se le hace saber a la víctima
que si no consiente en la celebración del negocio jurídico sufrirá un daño
mayor. Así comprendido este vicio resulta evidente que la circunstancia de
haber convencido la actora a la demandada que sólo con la suscripción
del mandato era posible obtener el pago requerido, reúne precisamente
los caracteres que permiten concluir que en el actuar de la demandante
ha mediado fuerza en los términos descritos y, consecuencialmente que la
voluntad así otorgada al suscribir el contrato de mandato que se cuestiona
adolece del defecto citado"143.
94
6.4. Fuerza en la emisión de cheques
95
Anguita Gamonal concordaron con la anterior en cuanto dijeron haber
visto a la demandada muy afligida por los apremios sufridos cuando ella
decidió poner fin a su vínculo con el actor, agregando la primera estar
también en conocimiento del incidente ocurrido dos años antes cuando él
la amenazó con arma de fuego. La conflictiva relación sentimental habida
entre las partes, a que se refieren los testigos nombrados, aparece
corroborada por el tenor de los múltiples correos electrónicos agregados a
fojas 75 y siguientes (...). Sexto: Que de los antecedentes relacionados
surgen presunciones que, dados los caracteres de gravedad, precisión y
concordancia que revisten, resultan suficientes para tener por establecida
la efectividad de los hechos invocados por la ejecutada, en cuanto afirma
haber sido forzada por el actor a hacerle entrega de los cheques cobrados
en esta causa. En efecto, está probado que la orden de no pago de todos
los cheques fue impartida por la giradora en septiembre de 2010, es decir,
más de dos años antes de la fecha en que el actor los presentó al cobro, 7
de diciembre de 2012; todos los documentos pertenecen a un mismo
talonario de cheques denunciado por extravío; las partes mantuvieron una
prolongada relación de pareja con episodios de violencia, al extremo de
haber sido anteriormente denunciado y formalizado el actor por el delito
de amenazas con arma de fuego en contra de la ejecutada; el protesto de
los documentos es coetáneo a la época en que según los testigos antes
nombrados se puso término a la relación habida entre las partes, cuando
la ejecutada se sintió apremiada para hacer entrega de los cheques. A lo
expuesto se suma que el actor, sin desconocer la vinculación sentimental
con la actora, que se niega a comentar, se limita a decir que los
documentos le fueron entregados en pago de obligaciones que no precisa,
sin tampoco explicar la legítima tenencia de los mismos (...). Octavo: Que
a la luz de la prueba rendida, cabe concluir que la orden de pago
contenida en los cheques materia de autos no obedece a la voluntad
manifestada libremente por la giradora, cuyo consentimiento está viciado
por la fuerza moral ejercida en su contra que, dadas la circunstancias que
rodearon los hechos y la vinculación existente entre las partes, produjo
naturalmente en ella una impresión fuerte, siendo además de injusta,
determinante en la entrega de los cheques y, por lo tanto, apta para viciar
el consentimiento. Noveno: Que los anteriores razonamientos conducirán
a acoger las excepciones opuestas por la ejecutada y declarar la nulidad
de la obligación contenida en los títulos invocados, circunstancia que a la
vez afecta la fuerza ejecutiva de los mismos"145.
7. PRUEBA
96
La prueba de la fuerza incumbe al que la alega.
8. SANCIÓN
Capítulo IV El dolo148
97
"El dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de las
partes, y cuando además aparece claramente que sin él no hubieran
contratado149.
1. HISTORIA
98
medianamente culto, fue a pasear a Siracusa. Le gustó la ciudad y, en
repetidas ocasiones manifestó que ahí, en los alrededores, le gustaría
comprar una casa de campo donde pudiese convidar a sus amigos y
recrearse con libertad, sin que nadie lo molestase. Por todas partes se
extendió esta voz. No la desoyó un banquero llamado Pitio. Se acercó
a Canio y le dijo: "Tengo una casa pero no para la venta. Vos, sin
embargo, podéis disponer de ella como si fuera propia". Al mismo
tiempo lo invitó a conocer la mansión. Aceptó Canio. Entre tanto Pitio
se apresuró a llamar a unos pescadores, solicitándoles que en el río,
frente a su casa, pescaran en el día siguiente, el de la arribada de
Cayo Canio. Llegó este a la hora señalada. Pitio le tenía una
espléndida comida y, a la vista, una multitud de barcas. Cada uno de
sus ocupantes corría a echar a los pies del dueño de casa todo lo que
había pescado. Canio, maravillado con tantos peces y barcas, sonreía.
Por su lado, Pitio comentó: "Estamos en presencia de toda la pesca de
Siracusa". Y añadió que de su heredad tomaban el agua para la
ciudad, la cual mucho dependía de aquella. Entusiasmado Canio rogó
mil veces a Pitio que le vendiera la propiedad. El último, después de
reiteradas negativas, accedió y fijó el precio a su gusto. Perfeccionado
por escrito el contrato de compraventa, Canio llamó a sus amigos. Les
pidió que lo visitasen al día siguiente. Temprano llegó el anfitrión a sus
nuevos dominios. No vio ahora barca alguna. Extrañado, preguntó a
un vecino qué ocurría. Respondió el interpelado: "Yo no sé si hoy es
fiesta de los pescadores; pero aquí, señor, nadie viene a pescar y
ayer, extrañado me preguntaba qué habría atraído a los pescadores
concurrentes". Empezó Canio a encolerizarse, comprendiendo el
engaño del que había sido víctima. "Pero qué había de hacer —
termina Cicerón— si mi compañero y amigo el pretor Aquilio Galo aún
no había publicado las fórmulas sobre el dolo malo".
99
y corresponde a la parte burlada, la cual pide que se la libere de
ejecutar el contrato. La acción de restitución in integrum no se daba
sólo tratándose del dolo, sino en cierto número de casos para aniquilar
los efectos de un contrato o de una operación jurídica válida en
derecho civil, pero que el pretor, apoyado en su imperium, después de
examinar los hechos resolvía que era equitativo no tomar en cuenta el
acto jurídico tachado y remitir a las partes al estado primitivo, anterior
al acto, considerándose que este jamás ha existido.
2. CONCEPTO
100
El Código Civil español define el dolo así: "Hay dolo cuando, con
palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de
los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin
ellas, no hubiera hecho" (art. 1269).
101
3. DOLO Y FRAUDE
4. DOLO Y ERROR
Dice León Hurtado que el dolo vicio del consentimiento hace que la
víctima manifieste su voluntad en razón del error en que se le
mantiene o a que se le ha inducido. Pero ello no significa que el dolo y
el error se confundan, pues el acto se anula por el dolo, sin que sea
necesario que concurran, además, los requisitos del error como vicio
del consentimiento. De consiguiente, si el error que ha padecido la
víctima del dolo no es de tal magnitud que vicie el consentimiento, esto
es, si no tiene el carácter de substancial, el acto será no obstante
anulable por el vicio de dolo159. La razón del distingo es clara: en el
error no hay mala fe; en el dolo, en cambio, se castiga el acto ilícito
que importa el artificio de inducir a contratar a base de engaño. Por
igual razón, agrega dicho autor, si se provoca un error en los motivos
psicológicos que inducen a contratar, como si se asegura
maliciosamente que la cosa que poseemos o que nos pertenece no
tiene las cualidades de que está dotada la que se nos ofrece en venta
y en vista de este engaño aceptamos la compra de un objeto que nos
resulta innecesario, no habrá error jurídicamente, pero sí habrá dolo
que permite la rescisión del acto. Los autores dan el ejemplo, que se
102
ha hecho clásico, del que compra un caballo, o un automóvil, creyendo
que el suyo ha perecido en razón de que así se lo asegura
dolosamente el vendedor160. Como resume Claro Solar, el error y el
dolo son dos vicios que están muy lejos de confundirse: el error basta
para viciar el consentimiento, aunque no haya habido ninguna
maniobra fraudulenta que lo produzca; y el dolo basta también, por
más que el error a que da lugar no sea substancial 161.
Ducci agrega que si aparece claramente que sin culpa grave de una
de las partes la otra no hubiera contratado, existiría un vicio del
consentimiento tal como en el caso del dolo principal o inductivo dada
la igualdad de efectos civiles que entre el dolo y la culpa lata establece
el artículo 44166.
103
asegurado o del tomador en su caso, salvo pacto en contrario para los
casos de culpa grave".
Se ha fallado que "al decir la ley que la culpa grave o lata equivale al
dolo, no ha hecho confusión alguna de ambos términos, en el sentido
de considerarlos sinónimos, porque ello pugnaría abiertamente con el
significado o acepción jurídica que a uno y otro corresponden con
arreglo a las definiciones que respectivamente da el artículo 44 del
Código Civil, sino que el precepto que establece dicha equivalencia se
refiere lógica y naturalmente sólo a sus efectos civiles, o sea a la
igualdad de responsabilidad que en lo civil debe afectar tanto al que
por su descuido o negligencia no emplea en la cosa sujeta a su
administración el cuidado que aun las personas negligentes suelen
emplear en sus negocios propios, que es lo que constituye la culpa
grave, como al que maliciosamente o con intención positiva infiere
injuria a la persona o propiedad de otro, que es lo que se entiende por
dolo. 10º Que como consecuencia de lo expuesto resulta que en el
fallo recurrido se ha infringido el artículo 1979 del Código Civil que
regla una de las obligaciones del arrendatario de un predio rústico, al
atribuir a los casos graves a que ella se refiere un alcance y aplicación
que no le corresponde en derecho y al considerar que para la
procedencia de la acción interpuesta en la demanda fuera menester,
como requisito indispensable, acreditar culpa grave o dolo de parte del
arrendatario [a contrario sensu la culpa grave se presumiría]" 168.
Somarriva critica esta doctrina por tres razones: a) porque el
artículo 44 no hace distinciones, sino que equipara en una forma
absoluta ambos conceptos; b) porque la norma viene de Pothier, que
le daba al principio un alcance amplio; y c) porque no le parece lógico
presumir la culpa grave contractual en circunstancia que ni el dolo ni la
mala fe se presumen por expresa disposición del legislador 169. En el
mismo sentido Pablo Rodríguez, quien estima que "si la culpa grave
en materia civil se asimila (la ley dice "equivale") al dolo, ello implica
104
que la culpa grave debe también probarse, al igual que el dolo". Y da
sus razones: "si la culpa grave se presumiera (como consecuencia de
que deba probarse la diligencia debida por quien está obligado a
prestarla) y los efectos de la misma fueran los que corresponden al
dolo, ello implicaría que sería más grave y perjudicial incumplir una
obligación con culpa grave que incumplirla con dolo. En efecto, quien
estando obligado al cuidado que impone la culpa grave deja de
cumplir, se presumiría su responsabilidad y las consecuencias
jurídicas que se seguirían serán las mismas que afectan al deudor
doloso. Este último, estaría favorecido, respecto del primero, porque
su incumplimiento doloso debería acreditarse por quien lo alega. Este
contrasentido significaría admitir que el incumplimiento se sanciona
más duramente cuando hay culpa grave que cuando hay dolo y esto
nos parece inadmisible. El incumplimiento más grave es el doloso,
porque el daño ha sido previsto y admitido; en tanto en el
incumplimiento culpable o no ha habido representación del daño o si lo
ha habido, ha sido desestimado por el autor. De aquí que
sostengamos que la culpa grave —cuyas consecuencias son iguales a
las del dolo— deba probarse porque en materia civil 'equivale al dolo',
lo cual implica que ambos tienen el mismo estatuto jurídico" 170.
105
limita a exigir la indemnización ordinaria, pero invoca sólo para tal
efecto una culpa grave, nada debe probar porque el art. 1547 dice que
corresponde al deudor probar la diligencia que debió observarse. Pero
si al invocar la culpa grave el acreedor pretende alguno de los efectos
especiales del dolo, como por ejemplo los perjuicios imprevistos, la
responsabilidad solidaria, nos parece que debe probar la culpa grave,
porque alega una agravación de la responsabilidad del deudor; una
mayor obligación, una forma especial de ella que a él corresponde
probar, según la regla general del art. 1698"174.
Dentro del ámbito del Derecho Civil el dolo actúa en tres campos
diversos:
106
Pero cualquiera que sea el campo en que el dolo se aplique, en
esencia siempre envuelve la intención positiva de inferir injuria (daño)
a la persona o propiedad de otro (art. 44).
— Artículo 1234: "La aceptación (de la herencia), una vez hecha con los
requisitos legales, no podrá rescindirse, sino en el caso de haber sido
obtenida por fuerza o dolo...".
— Artículo 1782 inciso 2º: "Hecha una vez la renuncia (de gananciales) no
podrá rescindirse, a menos de probarse que la mujer o sus herederos han
sido inducidos a renunciar por engaño o por un justificable error acerca
del verdadero estado de los negocios sociales".
107
8. CLASIFICACIÓN
109
Según que el dolo consista en un hecho o en una abstención, es
positivo o negativo, pero uno y otro están sujetos a los mismos
principios.
110
Dolo principal, determinante o inductivo es el que determina o decide
a una persona a celebrar el acto jurídico en que recae. A no mediar
este dolo, la persona no habría otorgado el acto o celebrado el
contrato182.
León Hurtado agrega que también hay dolo de una de las partes si
se contrata sabiendo que el otro contratante es víctima del dolo de un
tercero. Guardar silencio en esas circunstancias importa dolo por
omisión, ya que se mantiene en el error al otro contratante para
determinarlo a consentir. Así lo resuelven la doctrina uniforme (Planiol
y Ripert, Baudry Lacantinerie et Barde, Demogue, Coviello) y algunas
legislaciones (Código alemán, artículo 123; Código italiano,
artículo 1439; Código del Brasil, artículo 95; Código suizo, artículo 28;
Código de México, art. 1816). Además, así se ha fallado (Gaceta de
los Tribunales, 1881, p. 1052, Nº 1821)191. Igualmente Claro Solar dice
que no es necesario que el otro contratante tome una participación
personal en las maniobras dolosas. Basta que haya tenido
conocimiento de ellas y que no haya advertido a la otra parte y
manifestado a esta la verdad de las cosas: la reticencia o el disimulo
en este punto es prueba de que se ha querido aprovecharse del dolo
puesto en práctica por el tercero. La buena fe que debe reinar en la
celebración de los contratos impone el deber de la sinceridad 192.
Con esto se quiere significar que el dolo debe ser tal que sin él no se
hubiera contratado, sólo el dolo que ha dado lugar al contrato es el
que puede dar lugar a la rescisión.
112
aprovechado de él; contra las primeras por el total valor de los
perjuicios, y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que
han reportado del dolo" (art. 1458).
114
Ducci, analizando el artículo 1685, dice que nos encontramos frente
a una situación especial. Aquí el dolo no ha llevado a la otra parte a
contratar o a contratar en condiciones desfavorables; el dolo ha
significado que la otra parte realice un contrato, querido por ella, pero
sin percatarse de que este adolece de un vicio de nulidad. La sanción
del dolo aquí no es anular el contrato sino, por el contrario, evitar que
este pueda ser anulado por la falta de una formalidad habilitante no
cumplida por dolo del incapaz200.
116
del representado iguales efectos que si hubiere contratado él mismo"
(art. 1448), no tendría mayor fundamento, puesto que la sanción del
artículo 1683 no es un efecto del acto o contrato que deba alcanzar al
representado, sino una consecuencia de la actitud dolosa del
representante208.
117
considera la diligencia que haya tenido el representado para elegir
representante (art. 831 del Código alemán)211.
La parte final del art. 1465 dice: "La condonación del dolo futuro no
vale", es decir, el perdón o renuncia anticipada del dolo no vale;
adolece de objeto ilícito. Y así, por ejemplo, no se puede estipular en
un contrato que si la otra parte deja de cumplirlo dolosamente, no
podrá ejercerse acción en su contra; tal cláusula sería nula. El dolo
sólo puede perdonarse una vez cometido y conocido por la otra parte.
Si así no fuera sería corriente la inserción en los contratos de una
cláusula liberatoria del dolo.
118
13. PRUEBA DEL DOLO
— Artículo 706 inciso final: "el error en materia de derecho constituye una
presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario",
119
— Artículo 968: "Son indignos de suceder al difunto como herederos o
legatarios: (...) 5º. El que dolosamente ha detenido u ocultado un
testamento del difunto, presumiéndose dolo por el mero hecho de la
detención u ocultación",
120
El dolo principal o determinante y obra de una de las partes vicia el
acto de nulidad relativa (arts. 1458 y 1682 inc. final). Esta última norma
dispone: "cualquiera otra especie de vicio produce nulidad relativa".
121
ejerció o el otro contratante". La contraparte que nada ha tenido que
ver con el dolo "podrá perseguir la responsabilidad del tercero, autor
del dolo, haciendo efectiva su responsabilidad delictual o
cuasidelictual, consagrada en los artículos 2314 y siguientes del
Código Civil, ya que entre él y el autor del dolo no existe vínculo
jurídico preexistente"218.
14.2.1. El artículo 1458 inc. 2º, ¿se refiere sólo a los que obtienen
provecho a raíz del contrato en que se produjo el dolo, o comprende
también a los que de buena fe obtienen beneficios de ese dolo por un
contrato posterior?
122
menos que de extraer oro de los metales por un procedimiento
especial, las acciones de dicha sociedad subieron también de manera
fabulosa. Una vez que se descubrió el fraude, dos adquirentes de
estas acciones, que las obtuvieron de quienes también fueron víctimas
del engaño, demandaron a estos en juicios separados, para que les
restituyeran el provecho (diferencia de precio) que habían reportado
del dolo que se cometió en el contrato de sociedad. La primera
sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, revocando
la de primera instancia, desechó la demanda, porque estimó que el
dolo debía producirse en el contrato celebrado por la parte que
pretendía la reparación y en la especie se había acreditado que el
demandado no había cometido dolo alguno 220. El dolo del primer
contrato no podría alcanzar a ningún otro posterior, pues "el dolo que
no tiene por objeto un determinado contrato y que no recae en él no
produce acción a favor de uno de los contratantes contra el otro". Y el
considerando décimo agrega equivocadamente, continúa León
Hurtado, "que la hipótesis de tener el dolo por objeto el contrato mismo
cuya nulidad se reclama, y de recaer en él, es la base de todas las
disposiciones contenidas en el citado art. 1458 del Código Civil, y, por
consiguiente, lo es también de la acción que él concede contra el que
ha reportado provecho del dolo, en los casos en que el dolo no es obra
de una de las partes"221.
123
legítimo224. La sola circunstancia de que el vendedor de la acción actúe
de buena fe, no es bastante para obtener la protección de la ley,
puesto que está lucrando con el dolo ajeno y el beneficio es, en
consecuencia, ilegítimo. Además, si se entendiera que en este inciso
2º se exige que el dolo incida en el contrato principal, volveríamos al
inciso 1º, es decir, al dolo principal, y el inciso 2º quedaría sin
aplicación. Y la buena fe, como decimos, tampoco influye para que no
se aplique este inciso, puesto que precisamente en este caso el dolo
es sólo incidental, porque el contratante está de buena fe; si él
conociera la existencia del dolo, este sería principal.
124
materia de prescripción. En efecto, si se estima lo primero entonces,
de conformidad a lo dispuesto en el artículo 2332 del Código Civil, el
plazo para su interposición prescribirá en el lapso de cuatro años,
contado desde la perpetración del acto. Luego, si se sostiene que la
acción del inciso 2º de los artículos 2316 y 1458 es una de carácter
restitutorio, ya no le sería aplicable el plazo que se especifica en el
artículo 2332, sino que prescribiría de acuerdo a las reglas generales,
esto es, en cinco años, según lo dispone el artículo 2515 del Código
Civil230. Sin embargo, en los casos Inverlink, en que la Corte Suprema
dijo que se trataba de una acción restitutoria, aplicó el plazo de cuatro
años. Dijo nuestro más alto tribunal: "Que de lo expuesto fluye que en
el caso de autos la acción no se encontraba prescrita, puesto que la
utilidad que recibió el demandado sólo se concretó en el momento en
que recibió el pago de parte de Inverlink Corredores de Bolsa S.A., lo
que aconteció el 7 de febrero de 2003, siendo notificada la demanda el
25 de enero de 2007, por lo que a esa fecha no había transcurrido el
plazo de 4 años previsto en el artículo 2332 del Código Civil, motivo
por el que no existe el error imputado a los falladores" 231.
125
$1.840.784.895, la primera y $669.134.885, la segunda, montos que
se ordenó pagar con los reajustes de acuerdo a la variación del Índice
de Precios al Consumidor, en el período comprendido entre la
notificación de la sentencia de primer grado y el pago efectivo, más
intereses en igual periodo de tiempo. En el mismo fallo se rechazó la
demanda interpuesta en contra de GASVALPO S.A., sin costas. En
cuanto a las demandas reconvencionales dirigidas en contra de la
actora principal, Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), se
acogió la excepción de prescripción opuesta por ésta, por haber
transcurrido el plazo establecido en la ley, por lo cual se negó lugar a
las demandas reconvencionales principal y subsidiaria, con costas. La
Corte de Apelaciones de Valparaíso, por sentencia de 6 de abril de
2015, escrita a fojas 3.321 y su rectificación de diecisiete del mismo
mes y año, escrita a fojas 3.333, rechazó los recursos de casación en
la forma deducidos por Corporación de Fomento de la Producción y
por la Municipalidad de Viña del Mar y confirmó el fallo de primer
grado, sin costas. En contra de dicha sentencia la parte Inversiones e
Inmobiliaria 'Molin' Limitada dedujo recursos de casación en la forma y
en el fondo, en tanto que la Municipalidad de Viña del Mar interpuso
recurso de casación en el fondo y, por su parte, la Corporación de
Fomento de la Producción, entabló recursos de casación en la forma y
en el fondo (...) resulta necesario mencionar desde ya los hechos que
los jueces de la instancia dejaron establecidos, siendo éstos los
siguientes (considerando 69º del fallo de primer grado, reproducido por
el de segunda instancia): a) Que existió una actuación dolosa
atribuible al Grupo Inverlink en contra de Corfo; b) Que producto de
ese acto doloso, la Municipalidad de Viña del Mar, Inversiones e
Inmobiliaria Molin Ltda., recibió, de parte de Administradora de Fondos
Mutuos Inverlink S.A., el pago del rescate de sus inversiones
ascendente a la suma total $2.496.579.342; c) Que tal suma fue
íntegramente pagada a las demandadas con dineros obtenidos
mediante actuaciones financieras fraudulentas cometidas en perjuicio
de la demandante, Corporación de Fomento de la Producción,
consistentes en la sustracción y venta de instrumentos financieros
pertenecientes a esta última; d) Que dicho pago no se habría
verificado de no mediar la descrita actuación delictiva, pues la
Administradora de Fondos Mutuos Inverlink S.A., no contaba con
recursos propios para responder de sus obligaciones; e) Que el
rescate realizado por Gasvalpo, se efectuó en un momento en que
existía liquidez por parte de Inverlink; f) Que por lo expuesto, la acción
126
impetrada es del todo procedente en los términos señalados por
la actora (...). En la especie, el provecho necesario para interponer la
acción de autos se manifiesta en que Inversiones 'Molin', gracias a la
sustracción y venta de instrumentos financieros de Corfo, logró
obtener el rescate de los fondos que había confiado al Grupo Inverlink,
pues por la insolvencia de esta última al mes de febrero de 2003 no
existía posibilidad alguna de que los inversionistas pudiesen recuperar
sus fondos (...). Decimoquinto: Que, como se ha dicho reiteradamente,
tratándose la acción deducida de una especialísima de carácter
restitutorio, no yerran tampoco los sentenciadores al no dar aplicación
a su respecto del artículo 2330 del Código Civil, en razón de
encontrarse acreditado que un funcionario dependiente de la
demandante (Corfo) Javier Moya Cucurella habría sido sobornado y se
coludió con personeros del Grupo Inverlink para sustraer los
documentos financieros, verificándose por ende negligencia de los
diferentes niveles ejecutivos de la Corporación de Fomento de la
Producción, como encargados de la custodia y control del patrimonio
de la institución. En efecto, el artículo 2330 del Código de Bello
establece que 'la apreciación del daño está sujeta a reducción, si el
que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente', refiriéndose a la
disposición que lo precede donde se prescribe que 'por regla general
todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra
persona, debe ser reparado por ésta'. La literalidad de las palabras
empleadas por el legislador, en el contexto que la emplea y guardando
la debida correspondencia y armonía entre las partes involucradas, no
permiten sino concluir que el daño a que hace referencia el
artículo 2330 (y cuya indemnización puede reducirse por negligencia
de quien lo padece), no es otro que 'todo' el 'daño' 'imputable a dolo o
malicia' de la persona que lo ha causado y es, por tanto, obligada a su
reparación. Pero en la especie no acciona la demandante contra quien
le ha causado un daño imputable a dolo o malicia ni puede pretender
la indemnización que eventualmente se reduciría por su propio actuar
negligente, sino que ejerce una que no tiene por objeto indemnizar un
daño sino la restitución del provecho que un tercero recibe del dolo
ajeno, acción especialísima a la que no alcanzan las disposiciones
cuya falta de aplicación se alega sino, al contrario, perfectamente
regulada por aquella disposición (el inciso segundo del artículo 2316
del Código Civil) que el recurrente sin razón entiende falsa y
erróneamente aplicada"233.
127
14.2.4. Constitucionalidad del artículo 1458 inc. 2º
"I. LA IMPUGNACIÓN
Segundo. Que BAT invirtió dineros en una corredora del grupo Inverlink.
Luego pidió el rescate de esos fondos.
128
de primera instancia aplicó el inciso segundo del artículo 2316 del Código
Civil. Sostuvo que BAT recobró dinero por platas que Inverlink obtuvo
ilícitamente de la Corfo. Por ello, se aprovechó del dolo de Inverlink. Como
consecuencia de ello, concluye que Inverlink actuó con dolo. Y que hay
una relación de causalidad entre el dolo de Inverlink y el provecho de
BAT.
BAT sostiene que está de buena fe; que no hubo dolo de su parte; y que
tenía título para pedir la restitución;
Cuarto. Que una de las empresas que adhirió al recurso (Connors) alega
también que se vulnera el artículo 19 Nº 2 toda vez que hay un privilegio a
favor de Corfo al aplicar la norma impugnada, pues esta entidad estatal
invertía también en Inverlink; retiró fondos cuando el escándalo estalló; y
que Corfo actuó como acreedor de Inverlink y verificó créditos en la
respectiva quiebra. Connors también sostiene que la norma no es
razonable porque se pretende re victimizar a ciertas entidades por Corfo al
invocar esta normativa, en circunstancias que en dicha entidad estatal
fallaron sus controles. Finalmente alega desproporcionalidad, pues a la
Corfo le sustrajeron 84 mil millones, y ha logrado condenas, contra
distintas empresas, por 87 mil millones; (...)
129
en particular, estableciendo como punto de partida el reproche que se
formula al artículo 2316 del Código Civil, en tanto éste plantea el núcleo
de las alegaciones vertidas por la parte requirente.
130
El provecho puede ser un bien como una ventaja o su valor (SCS
Nº 11723-2011).
Del mismo modo, ha agregado que resulta indiferente el título a través del
cual el tercero recibe el beneficio (SCS Nº 11723-2011); (...)
131
cuestiona la legitimidad de esos contratos. Desde este punto de vista, no
se afecta su derecho de propiedad.
Ahora bien, como ya se indicó, estas garantías son de dos tipos. Por una
parte, debe haber una condena judicial. Por la otra, el precepto establece
estrictos requisitos que deben ser cumplidos para establecer dicha
condena;
132
Decimoquinto. Que en relación a la última parte del argumento de
desproporcionalidad, éste se funda en que Corfo habría obtenido ya más
dinero de lo defraudado. Sin embargo, no se han entregado al Tribunal
datos específicos y concretos que ratifiquen aquello. Y al contrario de este
dato, informaciones de prensa indican que en quince años de litigio, aún
falta por recuperar 30 mil millones de los 85 mil millones envueltos (Diario
El Pulso, edición del lunes 29.01.2018);
133
El problema que tratamos en esta parte es resolver si junto con la
demanda de nulidad de un acto o contrato por vicios del
consentimiento, es posible además solicitar indemnización de
perjuicios.
134
Sobre la tutela anulatoria e indemnizatoria Barahona señala que hay
casos en que el derecho a la indemnización se concede a la persona
contra quien se pide la nulidad. Así el artículo 1455 del CC, sobre error
en la persona "autoriza a la persona con quien erradamente se ha
contratado a recabar una indemnización, bajo el supuesto que allí se
indica: que esté de buena fe quien pide la indemnización. La buena fe
la entiendo como el equivalente a la ignorancia de parte de quien pide
ser indemnizado, de que su contraparte había padecido un error
respecto de su persona. Es decir, se trata de un supuesto de
protección de la confianza en favor de quien contrató de buena fe,
traducido en una indemnización en su beneficio, a fin de hacerlo
compatible con la protección del consentimiento íntegro, que es lo que
al final prevalece en la norma"236.
135
adicional o exclusivamente, la indemnización, si la reparación del daño
causado no queda satisfecha con la pura declaración de nulidad y el
cumplimiento de la restitución consiguiente. Es decir, quien puede
pedir la nulidad de un acto o contrato fundado en el dolo como vicio
del consentimiento está legitimado tanto para acumular a su acción de
nulidad relativa la acción indemnizatoria correspondiente, como para
pedir exclusivamente la indemnización. Los presupuestos de la acción
indemnizatoria descansan en que la inducción dolosa a la celebración
de un acto o contrato es un hecho ilícito, que está sancionado en el
artículo 1458 del CC como regla particular, y en el artículo 2314 del
CC como disposición general. Esta afirmación supone admitir que la
inducción dolosa es al mismo tiempo hecho ilícito y factor de atribución
del daño, pues constituye la malicia o intención positiva de dañar
exigida por las reglas generales"237.
136
quien pide la nulidad también podría demandar una indemnización de
daños y perjuicios, fundado en que se vio arrastrado a celebrar un
contrato nulo, si no apoyado en el dolo, al menos fundado en una
grave negligencia de la parte contraria. En cuanto a los errores
sustancial y esencial, el profesor Rodríguez Grez ha planteado que
tanto el error obstativo u obstáculo como el error substancial no
pueden dar lugar a indemnización, porque para que se dé este tipo de
errores, ambas partes deben padecerlo y por ello las 'culpas se
compensan'. Pero no lo creo así. Si el Código está dispuesto a
proteger el consentimiento en este caso, sin límites aparentes (no
existe norma expresa que exija a la excusabilidad del error, como en
otros sistemas), es válido preguntarse si la contraparte tiene derecho a
ser indemnizada. Creo que respecto de este tipo de error no
necesariamente ambas partes deben estar incluidas en él, porque
pueden surgir del hecho de que se confunda la realidad por sólo una
de ellas. Pienso que quien debe sufrir la nulidad del contrato, por error
esencial o substancial de su contraparte, podría pedir una
indemnización, bajo el criterio de que no es justo que sufra la privación
de la expectativa contratada, si al final no tuvo responsabilidad (culpa)
en dicho error. Los extremos que habría que establecer son, por una
parte, que quien yerra no haya sido inducido a contratar dolosamente
por su contraparte, y que su error pueda explicarse por una
negligencia inadmisible. Es necesario, además, que quien pide la
indemnización esté de buena fe, es decir, que no haya sabido, ni
estaba en posición de saber, del error que padeció su contraparte. De
otra manera habría aquí una reticencia, o al menos un
aprovechamiento del error ajeno, que no puede ser objeto de
protección"239.
137
De la Maza se pregunta si bajo ciertas circunstancias, quien
demanda la nulidad por error puede, además, solicitar indemnización
de perjuicios. La respuesta, en su opinión, es afirmativa, y puede
demandar perjuicios bajo las reglas generales del título 35º del libro IV
del Código Civil, siempre y cuando la otra parte haya incurrido en una
conducta reprochable, y esto tendrá lugar cuando conocía o debía
conocer el error de la otra parte y no se lo comunicó 241. En un sentido
similar, continúa De la Maza, parece pronunciarse Claro Solar
considerando el caso de error sobre la persona en aquel supuesto en
que la persona con quien se contrata sabe del error de la otra y no se
lo comunica, señala Claro Solar que: "En este [...] caso habría dolo u
ocultamiento culpable de la persona con quien erradamente se
contrata; y ella estaría obligada según las reglas generales a
indemnizar los daños y perjuicios que hubiese sufrido el que
erradamente ha contratado con ella" 242. Es cierto, dice De la Maza, que
Claro Solar reflexiona en clave de dolo, sin embargo, es posible aplicar
el mismo razonamiento en caso de que la persona no conociese el
error, pero su ignorancia obedeciese a culpa grave, en cuyo caso no
se ve obstáculo para aplicar las reglas generales sobre delitos o
cuasidelitos243.
138
responsabilidad. El art. 2317 inciso final señala que "todo fraude o dolo
produce la acción solidaria del precedente inciso" y, por lo mismo, un
dolo vicio del consentimiento, en que han incurrido varios, aunque
sean la contraparte de la víctima, conduce también a una acción de
responsabilidad por el daño causado y que es la consecuencia del
delito cometido. La admisión de esta acción de responsabilidad y su
carácter extracontractual es común en el derecho comparado. Esta
acción de responsabilidad es independiente de la acción de nulidad,
pues cada una tiene sus presupuestos y finalidades distintos. Ambas
pueden coexistir; pero también darse independientemente y la
circunstancia de deducir una no implica renuncia de la otra, ni el
desistimiento de una implica el de la otra. La acción de perjuicios tiene
su fundamento en el daño causado por el dolo. Ambas acciones
coinciden por los hechos; pero mantienen su independencia. La acción
por daño se produce por las maniobras ocurridas en la etapa de
formación del negocio y por lo mismo es precontractual 244.
139
CAPÍTULO VI LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO EN MATERIA
TESTAMENTARIA
1. ERROR
140
Para Domínguez, aunque no lo pide el art. 1058, el motivo que ha
determinado la disposición debe expresarse en el testamento. El
motivo determinante y erróneo debe constar del acto mismo mortis
causa, de modo que se rechaza en este punto toda prueba extrínseca,
encaminada a demostrar cuál fue el motivo que llevó al testador a
efectuar determinada asignación. Esta exigencia impide, desde luego,
la posibilidad de que el art. 1058 tenga aplicación práctica; pero al
mismo tiempo impide que con ayuda de elementos externos al
testamento se invalide fácilmente alguna de sus disposiciones 249.
Sobre esto Elorriaga dice que se trata de una conclusión bastante
lógica, pues para precisar o pensar que la disposición testamentaria
está motivada por un error de hecho, es evidente que el motivo debe
estar expresado en el testamento, puesto que es esto, precisamente,
lo que hace suponer que existe una equivocación del testador sobre el
particular250.
141
Domínguez pone el ejemplo de llamar sobrino al hijo de una prima; se
trataría de un error que no vicia la disposición 253.
2. FUERZA
142
de la voluntad del testador256. La Corte Suprema ha resuelto, sin
embargo, que la fuerza para viciar la voluntad en el testamento debe
llenar los requisitos exigidos por la ley, no existiendo a su respecto una
situación especial en este caso257.
143
afecte a todas las disposiciones testamentarias o sólo a alguna de
ellas, el testamento es nulo en su integridad. Agrega el mismo autor
que la historia fidedigna del establecimiento de la ley confirma la
anterior interpretación, pues en el proyecto de 1853 sólo era nula la
cláusula testamentaria obtenida por la fuerza. El legislador cambió de
criterio, y en semejante situación declara nulo el testamento en "todas
sus partes", o sea, en su totalidad. Y tiene importancia distinguir si
existe nulidad absoluta o relativa, primero en cuanto al plazo de
prescripción de ambas acciones: la nulidad absoluta se sanea por el
transcurso de diez años, y la rescisión, de cuatro. En seguida, la
nulidad absoluta puede ser solicitada incluso por el que tenga interés
actual en ello; la relativa sólo por aquel en cuyo beneficio fue
establecida, sus herederos y cesionarios 261. Claro Solar, luego de
recordar que el art. 1682 señala los únicos casos de nulidad absoluta,
hace ver que conforme al inciso final de la misma norma cualquiera
otra especie de vicio produce nulidad relativa y da derecho a la
rescisión del acto o contrato. Por consiguiente, los vicios de que puede
adolecer el consentimiento en el testamento producen sólo nulidad
relativa, y no nulidad absoluta262.
3. DOLO
144
Causal de indignidad para suceder del que por dolo ha obtenido una
disposición testamentaria
1. Error264
145
El artículo 8º de la Ley de Matrimonio Civil (LMC) dice:
Este error no cubre al que recae en una cualidad personal del otro
contrayente: al incluir la Ley Nº 19.947 una regulación expresa para el
error acerca de las "cualidades personales" del otro cónyuge pone fin
a la discusión que mantuvieron los civilistas chilenos, bajo el imperio
de la ley de 1884, en cuanto a si la expresión "identidad personal"
podía entenderse como comprensiva o no del error que recayera en
ciertas cualidades personales.
146
1.2. Error acerca de alguna de las cualidades personales del otro
contrayente
147
considera que falta el consentimiento si ha habido error acerca de
alguna de las cualidades personales, que atendida la naturaleza y
fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para
otorgar el consentimiento. Claramente ha habido un error en las
cualidades personales de su cónyuge, que de no haber existido, no
hubiese celebrado el matrimonio. Segundo: Que en la letra b) del
artículo 44 de la Ley de Matrimonio Civil se contempla como causal de
nulidad del matrimonio cuando el consentimiento no hubiere sido libre
y espontáneo en los términos del artículo 8º del mismo texto legal,
especificándose en la demanda que no lo ha habido, por parte del
actor, toda vez que concurre la causal del Nº 2 del artículo 8º que
dispone que falta el consentimiento libre y espontáneo cuando ha
habido error acerca de alguna de sus cualidades personales que,
atendida la naturaleza y fines del matrimonio, ha de ser estimada
como determinante para otorgar el consentimiento. Tercero: Que la
cualidad en que incurra en error el contrayente respecto de su
cónyuge como lo señala Hernán Corral Talciani en artículo publicado
por la Academia Judicial de Chile sobre Seminario de la Ley Nº 19.947
de Matrimonio Civil debe ser una cualidad inherente a la personalidad
del cónyuge, de carácter permanente, y suficientemente grave como
para ser objetivamente determinante para consentir en el matrimonio,
por lo que cabe descartar desde ya, el supuesto error basado en la
circunstancia que la cónyuge no tiene la más mínima intención de
tener hijos, pues evidentemente la negativa de procrear
inmediatamente de celebrado el matrimonio aparece como una
legítima opción de una persona joven que prefiere privilegiar la
relación de pareja a la de formar una familia. Tal pensamiento, no
aparece de la contestación a la demanda ni de los antecedentes que
rolan en la causa, que sea permanente, pues la demandada no
descarta de manera categórica y absoluta la posibilidad de ser madre,
por lo que por este capítulo la demanda de nulidad resulta
improcedente. Cuarto: Que, en cuanto a la circunstancia de que el
demandante profese la religión católica y se trate de un creyente
activo de dicha religión con asistencia semanal a los oficios religiosos
y que la demandada sea evangélica, al igual, que toda su familia, que
rechaza sus ídolos católicos, llegando a las ofensas y, que no se
podrá contraer el sagrado vínculo en un templo católico, tampoco
puede ser constitutiva de un error de una cualidad personal, atendido
los fines del matrimonio, que haya sido determinante para contraer el
vínculo, atento que el celebrar una ceremonia de carácter religioso o
148
de otra índole, en caso alguno puede ser determinante de manera
objetiva en consentir en la celebración del matrimonio, más aún
cuando en el actual régimen matrimonial, para quien profesa
férreamente una religión determinada, como lo asevera el actor, existe
la opción de casarse exclusivamente por el credo que profesa, esto es,
la religión católica, ya que conforme al artículo 20 de la Ley de
Matrimonio Civil, si el matrimonio se celebra ante una entidad religiosa
que goza de personalidad jurídica, produce los mismos efectos que el
matrimonio civil. No resulta verosímil, que dos personas adultas,
aunque se hubieren conocido dos semanas antes de contraer
matrimonio, al menos hayan reparado en la forma en que se
manifieste el consentimiento, pues es de una publicidad y notoriedad
evidente que en Chile, antes y después de la nueva legislación
matrimonial, que existía la vía civil y la religiosa para celebrar el
vínculo matrimonial. Tampoco resulta serio que siendo el matrimonio la
base de la sociedad civil, se pretenda objetar su celebración, por una
vía, que contempla causales extremadamente graves para su
anulación, que en caso alguno se puede recurrir por la
irresponsabilidad de no conversar acerca de temas que si bien son de
importancia para la convivencia futura, no constituyen errores
equivalentes a la impotencia coeundi (imposibilidad de efectuar el acto
sexual), que sí es un elemento que es determinante, desde un punto
de vista objetivo, para contraer matrimonio, de modo que su presencia
atenta contra el consentimiento libre y espontáneo. Quinto: Que el
autor Carlos López Díaz, en su obra Manual de Derecho de Familia y
Tribunales de Familia, en el Tomo I, al tratar el tema del
consentimiento libre y espontáneo como requisito de validez del
matrimonio, señala como casos de error en las cualidades personales
del contrayente tan graves y determinantes como los siguientes:
impotencia coeundi, enfermedades gravísimas que atentan contra la
naturaleza y fines del matrimonio, conducta depravada, prácticas
homosexuales y convicciones morales y religiosas. Sin perjuicio, que
pueden existir otras situaciones tan o más graves que las antes
enunciadas. Deteniéndose el referido autor en las convicciones
morales y religiosas, exige que ellas sean de tipo fundamentalista, en
el sentido que signifiquen una restricción a la libertad de uno de los
cónyuges o de los hijos; se trata de exigencias desmesuradas, de tal
envergadura o magnitud que ellas coarten la libertad del otro o puedan
llegar a constituir una amenaza a la convivencia pacífica de los
contrayentes. La verdad es que, en la especie fluye más bien una
149
intolerancia por parte del actor a un error en las cualidades personales
de la cónyuge, desde que el hecho de que otra persona profese otra
religión, objetivamente no constituye un ataque a la libertad del otro
cónyuge ni una amenaza, 'per se', a la convivencia. Si esa convicción
llega a extremos de no tolerarla por ser evangélica no puede estar
habilitado para solicitar la nulidad del matrimonio, pues en definitiva
quien ha incurrido en la causal, ha sido el propio solicitante, por lo que
le está vedado accionar, pues solo puede demandar por este motivo el
cónyuge que incurre en el error. Los hechos sobre los que se basa la
petición de nulidad no alcanzan para estimar que las convicciones
religiosas de la demandada sean las que impidan una convivencia
armónica entre dos personas que profesan religiones distintas, pues lo
normal es que se respeten y toleren sus creencias, el pretender
imponer una sobre otra (en este caso la católica sobre la evangélica),
no autoriza a quien pretende imponerla, utilizar dicha circunstancia
para anular su matrimonio"268.
2. Fuerza269
3. DOLO
150
La ley de matrimonio civil no contempla el dolo como vicio del
consentimiento, porque ello "significa poner en peligro la estabilidad
del vínculo matrimonial, ya que es normal que en las relaciones que
preceden al matrimonio se adopten actitudes destinadas a impresionar
que pudieran llegar a ser constitutivas de este vicio" 271.
1. ERROR
152
matrimonio'; b) quienes consideraban que debía ser excluido: 'El
profesor Mauricio Tapia manifestó que en materia de vicios del
consentimiento no se prevé el 'error en las cualidades personales', que
sí se contempla en el matrimonio (art. 8º Nº 2 LMC). Personalmente no
está de acuerdo con este tipo de error en las cualidades, que está
inspirado en el derecho canónico, y que envuelve en realidad una
causal de divorcio disfrazada de nulidad [...] En su opinión, esta causal
relativa a las 'cualidades personales' no debería reconocerse en el
AVP'; y c) quienes, en fin, juzgaban que este género de error debía
quedar sujeto al arbitrio judicial: 'Es preferible aludir solo al error en la
persona del otro contrayente, con el fin que los jueces determinen si
comprende o no las cualidades esenciales del otro contrayente'. En
ese contexto, los diputados Rincón y Chahín presentaron una
indicación, inspirada en la idea de que había de seguirse el modelo de
la ley de matrimonio civil, pero con exclusión del error en las
cualidades personales, de modo que era preciso modificar la regla
para que ella sólo se refiriera al error 'en la identidad' de la persona:
'Los diputados señores Rincón y Chahín formularon indicación para
sustituir en la letra a) la frase 'acerca de la' por la siguiente: 'en la
identidad de la'. Los diputados autores de la indicación explicaron que
esta tiene por propósito mantener la misma redacción que existe en el
caso del matrimonio, que en el artículo 8º Nº 1 de la ley de matrimonio
civil, contiene una norma similar. Asimismo, se desecha la causal Nº 2
del artículo 8º de esa ley'. Esta indicación fue aprobada, con solo un
voto en contra y una abstención. En tercer trámite constitucional, el
Senado la rechazó y revivió el texto originario, pero, finalmente, en
Comisión mixta se aprobó el texto según la redacción que le había
dado la Cámara de Diputados (Boletines Nºs. 7.011-07 y 7.873-07,
refundidos). De este modo, el único error que vicia el consentimiento
en el acuerdo de unión civil es el que recae en la identidad del otro
contrayente"274.
153
matrimonio, y tomadas del derecho canónico, que no son más que
causales de divorcio encubiertas (por ejemplo, el 'error en las
cualidades personales')"275.
2. FUERZA
154
de los acuerdos de unión civil, ya que en este último evento no hay
nulidad si la fuerza ha sido ocasionada por una circunstancia externa
determinante para consentir.
3. DOLO
BIBLIOGRAFÍA
155
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