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El sexismo y la inequidad en el uso del lenguaje

El periodismo a través de la historia ha tenido como tarea la defensa del bien común o del
interés publico, los cuales son representados por los derecho humanos y colectivos.
Las personas encargadas de la labor periodística deben siempre tomar la iniciativa, es
decir ser proactivas en la búsqueda de transmitir la información de la manera más clara y
transparente al destinatario. Fiscalizando en función del interés colectivo, siempre que
sea necesario a los poderes del Estado, del mercado y de la sociedad civil.

Vivimos en una sociedad injusta, en la cual debemos enfrentarnos directa o


indirectamente a crisis económicas, sociales y migratorias, por citar algunos de los
problemas. Por eso es que los individuos que cumplan el rol de comunicar información
deben enfocar su valor en juego prioritariamente a la denuncia de las injusticias sociales,
sin olvidar ni dejar de ser consciente que esta creando una versión incompleta y
distorsionada de lo real, y como consecuencia es imprescindible buscar y apoyarse de la
mayor cantidad de fuentes con fundamentos creíbles.

Mantener informada a una colectividad de una manera sensata y honesta, no es un juego,


esta es la razón por la cual las personas dedicadas al quehacer periodístico deben procurar
abrir sus horizontes al conocimiento y al estudio de las leyes nacionales e internacionales,
y así no ser victimas de la ingenuidad, causada por la falta de consciencia sobre lo que
decimos, del poder de la lengua, ni de las consecuencias que esta otorga a la sociedad.

Como ya mencione antes vivimos en un mundo lleno de injusticias, voy a adentrar en una
que nos ha acompañado a través de muchísimos años, la marginación de la mujer por
medio del lenguaje. En la historia de la creación de nuestra lengua, el castellano, la mujer
fue quedando poco a poco excluida, hasta el punto de categorizarla como un ser no
calificado para ejercer la palabra; y si somos el reflejo de lo que decimos, ¿que puede
manifestar una mujer sin derecho a comunicarse libremente?
La generalización del masculino como sujeto universal, nos arrebato nuestra libertad de
hacer y de actuar independientemente, tanto a nivel lingüístico, como en el plano cultural.
Las reglas gramaticales nos regalaron la característica de ser subordinadas.
Un hombre y una mujer no son lo mismo, por lo tanto cuando una mujer asume
pasivamente el rol de sombra o más bien de fantasma detrás del masculino, esta anulando
su condición de ser humano y olvidando su derecho a tener criterios y pensamientos
propios. Pues sus necesidades no serán tomadas en cuenta, ya que lo único que se lograría
con esto seria el cumplimiento exclusivamente de los deseos del hombre.

Hago referencia a Patricia Violi, quien señala que “el lenguaje no solo refleja la realidad,
si no que la produce”, ¿Será por eso que nuestro prototipo cultural esta casi en su
totalidad diseñado para que el ser masculino ejerza el poder? Al menos en las áreas
“importantes”, en las que afectan o transforman el curso de los hechos.
Según este modelo social somos como las empleadas que trabajan en la oficina, sin
figurar en la plantilla. Esto es así debido a que en nuestra sociedad patriarcal el hombre es
perfecto, es dios; mientras que la mujer es carnal, el defecto y consecuentemente el objeto
de posesión con quien se hace lo que quiere. Aclaro mi idea citando al letrista de boleros
Baba Jacob, para quien el amor es “ un algo sin nombre que obsesiona al hombre por una
mujer”. Quiere decir esto que las mujeres debemos conformarnos con el sentimiento
insano del “amor” obsesivo, y que el hombre es poseedor de cualquier actitud, interés o
acción, aunque sean características de las especie humana. Mientras que las mujeres solo
podemos, si ellos tienen compasión y deseo por nosotras, compartir sus proyectos de una
manera pasiva, ósea observando y dando apoyo moral. Aparentemente las mujeres
acompañamos, no actuamos. En todo caso si lo hacemos, si ejercemos el poder de una
acción, lo que se haya realizado nos será hurtado, dado que las palabras testifican la
historia y por la generalización del “yo” masculino, a la mujer se le hace imposible gozar
del merito de autora original, consecuencia de las reglas gramaticales.

Hemos heredado una cultura sexista que es obsoleta y que siempre lo fue, por eso es tan
urgente el cambio, pero no solo a nivel lingüístico ni gramatical, sino a nivel social. Es el
deber de toda persona capaz de identificar el problema, hacer consciencia a las y los
individuos que no lo hayan hecho, ya sea por ignorancia, indiferencia o en el caso de
muchos hombres por miedo a perder el poder.
En el Castellano si existen pares de términos que permitan la distinción genero – sexo,
entonces ¿ Cual es la necesidad de que el masculino englobe al genero femenino?
Las mujeres tenemos el derecho de reivindicar nuestro papel como productoras de
historia y protagonistas de ella.
Se deben cambiar los conceptos de hombre y mujer. Tanto uno como el otro están fuera
de contexto, para el actual funcionamiento del ser humano en la sociedad, debemos
encontrar la solución mediante la búsqueda de un nuevo marco cultural y con ello nuevos
valores adaptables a la necesidad de cada individuo.
Si la concepción cultural es nueva consecuentemente el lenguaje lo será.

Sabemos que la historia descubre, varia, crea o destruye entre otras cosas, y esto conlleva
un cambio en la sociedad.
Si la perspectiva de genero es determinada por la sociedad y la historia; los conceptos de
inequidad, dominación, discriminación y violencia entre géneros, pueden ser
manipulados hasta alcanzar el cambio anhelado por las mujeres que estamos consientes
de nuestra marginación.

Para lograr un cambio se debe dar una adecuada educación del tema a toda la
colectividad. Especialmente a los medios, ya que si se difunde información que
involucre algún tipo de discurso misogonico o patriarcal, se esta de algún modo
“imponiendo” una visión errónea del mundo al destinatario. Un medio que discrimina
educa al público a discriminar. Es de suma importancia que cada medio represente el
pluralismo de la sociedad y que no olvide la integración de los sectores marginados.
Además es imprescindible erradicar el concepto de mujer como recurso emotivo de la
información, los estereotipos y los roles tradicionalistas.

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