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Para desarrollar este ensayo se expondrá la connotación teológica de los tiempos, es decir
qué es lo que caracteriza a este tiempo y cuál es su significado. Luego, después de la
connotación, se describirá la experiencia de fe a nivel personal y eclesial desde la teología, es
decir, desde una mirada creyente. Finalmente, se darán las conclusiones del presente ensayo
para criterio del lector.
La Iglesia celebra cada semana la resurrección del Señor, y así también lo hace una vez al
año junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la Pascua (SC. 102). En la
solemnidad Pascual se celebra el triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado. Si bien
este triduo comienza el jueves santo, es por el modo de contar los días para los domingos y
solemnidades, según la liturgia. Por ello, si la Misa de la Cena del Señor es el preludio, la
culminación es la Vigilia pascual, madre de todas las santas vigilias (cfr. López, 1996).
La Cincuentena son los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el
domingo de Pentecostés y han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de
un solo y único día festivo, más aún, como un gran domingo.
Bien, resulta algo obvio la vinculación de este tiempo litúrgico, hablando específicamente
de su misterio, con la centralidad del misterio pascual porque este mismo tiempo, en su
vivencia, indica esta vinculación ya que se identifican. El triduo pascual es el acontecimiento
del misterio pascual. Es la celebración de la Pascua de Cristo.
Memoria
Personalmente, considero esta imagen como un signo muy humilde de Cristo. Él es Dios y
es capaz de rebajarse a nivel de un esclavo –ya que en aquel entonces los esclavos eran
quienes recibían a sus amos a la entrada de la casa y le lavaban los pies– y mostrar el amor
que Él tiene hacia sus discípulos y el amor que nos manda a tener unos a otros. En palabras
del papa Francisco, es Él quien nos sirve primero. He ahí la importancia de dejarse servir por
el Señor, ¿cómo nos sirve? Tomando nuestros pecados, traiciones, debilidades y dándonos su
vida (cfr. Francisco, 2020).
Ahora bien, ¿qué vínculo hay entre el misterio de la encarnación y nacimiento de Cristo y
el misterio Pascual? Pues un vínculo muy íntimo. Para describirlo, hay que subrayar la
importancia que cobra el término “pan” para entender esta vinculación de los misterios
mencionados. Para ello hay que recurrir a las Escrituras. Belén, el lugar anunciado por los
profetas como lugar de donde vendría el Mesías (cfr. Mi 5,2) significa “casa del Pan” (Beth-
Lehem). Ahora bien, Jesús mismo se identificó como el pan bajado del cielo (Jn 6, 51). Cristo,
verdadero pan de vida, bajado del cielo ha nacido en Belén, casa del pan. El pan eucarístico es
señal del intercambio admirable: Dios Hijo toma carne humana (Encarnación) y le permite al
hombre hacerse Dios (misterio Pascual, divinización del hombre). El misterio de la
Encarnación y el misterio Pascual están vinculados.
Memoria
Conclusiones
Aciprensa. 5 de abril de 2020. Homilía del papa Francisco en la Misa de Domingo de Rmos.
Recuperado de: https://www.aciprensa.com/noticias/semana-santa-2020-homilia-del-papa-
francisco-en-la-misa-de-domingo-de-ramos-43361