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Módulo 3
Los encuentros pedagógicos a distancia
Introducción
Pero, para que haya voz, primero hay que hacerle espacio/tiempo, para que algo
pueda ser oído primero debe ser expresado. Y eso precisa de construir redes y de
convocar al trabajo desde el respeto y el reconocimiento mutuo. Después de todo,
estamos en esto juntos y juntas.
Para que podamos cuidar y hacer escuela, la comunicación con el hogar y con los
y las estudiantes debe ser periódica pero equilibrada, es decir, que permita estar
presentes sin presionar ni exigir. Por ello, sería de mucho valor recuperar los diálogos
más espontáneos que se dan en la escuela, esos momentos fuera de libreto donde nos
preguntamos cómo estuvimos, hablamos de algunas necesidades o donde circulan
recomendaciones de lecturas y otros contenidos ajustados a la edad y al contexto.
A las personas adultas o hermanos y hermanas mayores que acompañen a los niños
y a las niñas de 3.° con este cuadernillo:
Puede ser que los chicos y las chicas necesiten ayuda para:
● Acompañar la lectura de las consignas de las tareas.
● Cuando los chicos y las chicas tienen que escribir, alentarlos y alentarlas a
que lo hagan lo mejor posible y solo hacerles algún señalamiento para
mejorar la escritura, a modo de ayuda.
● Cuando se trate de resolver problemas, alentar a los chicos y a las chicas a
que intenten resolverlos por sí mismos o mismas, habilitando diversos
caminos posibles para llegar a la solución. Animarlos y animarlas a revisar
lo que hicieron y, de ser necesario, identificar dónde y por qué se
equivocaron antes de volver a intentarlo.
● Y, sobre todo, aprovechar los momentos de trabajo con el cuadernillo para
conversar con los chicos y las chicas, responder a sus preguntas,
preguntarles por lo que piensan, comentar pareceres y deseos.
Muchas gracias,
Dirección Provincial de Educación Primaria (DPEP)
Cuando hablamos con las y los estudiantes
Cuando las niñas y los niños ya están alfabetizadas y alfabetizados, y son más o
menos autónomas y autónomos en su trabajo escolar, es importante destinar un
momento a explicitar el mejor modo de hacer las cosas, que sería aquel que creemos
que puede contribuir a organizar la atención y disponer al trabajo con mayor autonomía.
En este camino de buscar los modos de llegar a nuestros niños y nuestras niñas para
poder encontrarnos y llevarles algo que vale la pena compartir, es muy importante para
nosotros saber si están ahí, si se animan a participar de un juego, a escuchar un cuento,
a resolver un problema, a formularse preguntas. Esperamos ese mensaje, ese ida y
vuelta, que nos revele que nos estamos comunicando. Esperamos e insistimos por
distintos medios para que algo nos llegue: un "bueno, seño", una foto, una pregunta por
audio, un “no entendí, ¿me explicás?”. Y ahí empezamos de nuevo. En la clase 2,
hicimos mención al concepto de “obstinación pedagógica”. Retomamos esa idea, la de la
tenacidad en la búsqueda de dar con el otro o la otra. Este es un trabajo de todos y
todas, es un trabajo que se realiza en conjunto.
Si no nos llega nada, podemos contarles que pensamos en ellas y ellos, que las y los
tenemos presentes. “¿Se acuerdan de...?”, “¿Vieron el programa de ayer?”. A veces la
respuesta tarda y no estamos acostumbrados; hay que perseverar, volver a intentar,
porque el vínculo y el reconocimiento se generan en ese ida y vuelta. Tenemos que
esforzarnos en estos intercambios, promoverlos, sostenerlos, profundizarlos, sin atarnos
solamente al formato de “me envía la tarea y la mando corregida”. Esta es una de las
tantas formas posibles; podremos inventar otras. Lo importante es tenernos presentes.
Algunas “idas y vueltas”
Como docentes, sabemos que sostener el lazo es mucho más que planificar una
secuencia de tareas. Nos exige considerar al otro y la otra, acompañar, escuchar,
dialogar, compartir ideas y saberes. El encuentro pedagógico buscará, entonces,
proponer nuevos espacios de encuentro y mantener ciertos modos y prácticas escolares
a través de actividades que pongan a pensar a las chicas y los chicos sobre los objetos
de un modo diferente a como lo harían solas o solos, invitándolos e invitándolas a pensar
desde preguntas de las y los docentes.
En los cuadernillos, las consignas plantean dos o tres opciones, por ejemplo:
Leé este cuento / leé este cuento con la persona que te acompaña… / Si tenés
Internet, podés escucharlo haciendo clic…
La escuela Primaria, más que otros niveles, es una puerta de entrada que ofrece
igualdad (o no) de oportunidades. El lazo con la escuela y el acceso a los contenidos
escolares van por un mismo camino.
3. Anticipar los tiempos
Tengamos en cuenta que no es necesario que todas las consignas requieran una
producción como evidencia del aprendizaje. A veces, todo lo que necesita saber un o una
docente es si las y los estudiantes pudieron hacerlo, si lo disfrutaron o si lograron que
otros miembros de la familia colaboren. Otra forma similar es proponer un espacio de
intercambio sobre lo interesante y lo aburrido de la tarea, lo fácil y lo difícil. Y, también,
se puede plantear el trabajo de la semana como una etapa de una secuencia en
construcción que terminará –o no– más adelante.
A partir de las preguntas que las chicas y los chicos van enviando,
se retoma el próximo encuentro. Se recuperan sus ideas, sus
producciones y, especialmente, sus nombres; además, se plantean
algunas respuestas.
"Vi que el problema tal les dio trabajo a algunos y a algunas. Les
propongo que abran su cuaderno y lo pensemos juntos…” (válido
para el momento en que cada niño o niña abra el WhatsApp –o lo
que sea– o para un encuentro virtual).
Para terminar: disponer la conversación
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Recientemente, Inés Dussel (2020) señalaba la importancia de recrear, en las
propuestas de enseñanza a distancia, un cierto modo de conversar, de dialogar, de estar
juntas y juntos. Se trata de una dimensión de la experiencia escolar que resulta central
en la tarea que nos convoca de hacer escuela.
“Una clase es alguna interacción que va y viene, que conversa, que dialoga”,
dice. Y cuenta sobre una maestra que, al recibir las respuestas de sus estudiantes a un
problema de matemática que no habían podido resolver correctamente, decide hacer un
video de YouTube explicando sobre una cartulina como si fuera un pizarrón y diciendo lo
que hubiera querido decir en la clase. Lo que hay en este ejemplo es una apertura, una
disposición a escuchar y a acompañar a los chicos y las chicas, y eso es lo que hace que
la escuela siga funcionando como espacio de encuentro. Pero ¿qué contiene una
propuesta que sea una conversación? La respuesta de Dussel es clara: el punto es que
quiera serlo.
“Lo valioso va a ser que ese espacio que llamamos ‘escuela’ siga operando como
una forma de encuentro que permita un cierto tipo de trabajo con el conocimiento que
no es suelto, no es para ganarle a nadie, sino que es para abrirse otros mundos propios
y con otros. Así que yo diría eso: hay que hacer escuela en estas condiciones, hay que
hacer escuela en pantuflas, hay que disponerse lo mejor que podamos en este tiempo
tan raro para nosotros, para que pasado mañana –en julio, en agosto, en septiembre: no
sabemos–, cuando volvamos a vernos las caras en las aulas y a compartir risas y
chistes, que los chicos sepan y nosotros sepamos que estos no fueron meses perdidos,
sino que fue un tiempo excepcional, muy raro en la historia humana, en el que
estuvimos dispuestos contra viento y marea a seguir aprendiendo, a seguir construyendo
algo juntos. Es muy importante que los chicos sepan que ellos nos importan, que
nosotros importamos y que, al final, lo que tenemos es eso: el nosotros”. ( Dussel, 2020)
Lecturas
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“La clase en pantuflas” fue un conversatorio dictado por Inés Dussel y organizado por el Instituto
Superior de Estudios Pedagógicos (ISEP) de la provincia de Córdoba. Sugerimos su consulta para
sumar aportes que nos permitan pensar la situación inédita por la que atravesamos. Disponible en
https://www.youtube.com/watch?v=6xKvCtBC3Vs
Actividad
Bibliografía