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MARIA LUISA TANUS CAMARGO

ENSAYO

La pena es una consecuencia jurídica más importante y trascendental respecto de


quienes han ejecutado una conducta punible, y debido a que esta incide sobre las
conductas humanas, doctrinariamente se han establecido dos clases de teorías
sobre los fines y las funciones de la pena.

Es así como se encuentra, una teoría absoluta, que atiende al retribucionismo y


afirma que la pena es el imperativo categórico, es decir que ante el evento de
presentarse un mal comportamiento, el deber ser, es que sea penado sin
necesidad de reflexionarse, se puede puntualizar que esta teoría cataloga a la
pena con un fin retribucionista y en ultimas podemos calificarla de egoísta, ya que
lo que pretende es quitar de la sociedad, a quien ha causado o dañado esta, lo
anterior fundamentado en el derecho penal de autor, debido a que esta teoría la
pena la inclina como el mal que se inflige a quien se ha declarado judicialmente
culpable de la comisión de un hecho punible; empero por otra parte encontramos,
la teoría relativa, la cual le asigna a la pena las características de prevención
general y específica, quitándole así todo matiz retributivo y niega a la pena todo
carácter de castigo, considerándola más bien como un medio de defensa social,
es por ello que esta teoría desarrolla dos funciones: una prevención general,
desarrolla por el autor Feuerbach, y que permite establecer que se trata de una
coacción psicológica para con la sociedad de que la conducta delictiva no se
repita; y una por otra parte una prevención especial, que gira en torno al victimario
al buscar la resocialización del delincuente y la flexibilidad de la pena.

De lo anterior se puede señalar que la función de la pena acogida


contemporáneamente es la Teoría relativa, ya que los tipos de delitos han ido
cambiando o variando con respecto a las penas que se imponen y además
sistemas penales como en nuestras usa la figura del derecho penal de autor
implementando como finalidad la resocialización del victimario y al pertenecer en
un estado social de derecho deben garantizársele sus derechos atravesó de un
debido proceso.
En general, cualquiera teoría o escuela jurídica que se asuma con respeto a la
pena, no puede quitar o apartarse de que la pena se constituye como una
privación o restricción de bienes jurídicos, previamente determinados en la ley,
impuestos por el órgano jurisdiccional competente y en contra de quien ha sido
declarado culpable mediante una sentencia, es así como para hacer dicha
restricción la pena usa como directriz necesaria unos principios tales como: la
dignidad humana, la igualdad, la necesidad, la proporcionalidad, la razonabilidad,
la legalidad, la prohibición, motivación.

Ya señalada la función y finalidad de la pena, es importante hacer mención de


cómo se clasifica el sistema de penas, previstos por el legislador, atendiendo a
dos criterios importantes:

1. De acuerdo a su importancia, es decir el efecto de la pena, donde


encontramos una sub-clasificación tripartita conformada por: penas
principales, siendo aquellas que por su importancia o por su aflicción
pueden revestir cierta celeridad y donde se imponen de forma autónoma
tras la comisión de una conducta punible; penas sustitutivas donde el
código penal establece la prisión domiciliaria y el arresto, y por ultimo las
penas accesorias que son aquellas privativas de otros derechos y que
concurren con la pena privativa de la libertad al ser la principal.
2. De acuerdo a su efecto, es decir recae sobre los derechos que tendrá el
infractor, donde encontramos 5 clases, la primera es la pena privativa de la
libertad, siendo en nuestro sistema la más grave y que conforma por: la
prisión y el arresto, como segunda la pena restrictiva de la libertad, que son
aquellas que limitad la libertad como por ejemplo el derecho a asistir a
determinados lugares, como tercero la prisión domiciliaria la cual es una
medida sustitutiva de la libertad, siempre y cuando concurran los
presupuestos exigidos por la ley , como cuarto la pena privativa de otros
derechos que no recaen sobre el derecho de libertad, y como quinta y
última la pena pecuniaria la cual es la multa como única sanción penal en
nuestro código y que a su vez puede ser única o concurrente.
A manera de conclusión me permitiré señalar una reflexión personal acerca de la
política criminal del Estado Colombiano en cuanto a la pena de prisión y para ello
parto de la idea que el código Penal vigente, Ley 599 de 2000, ha sido modificado
en más de 30 oportunidades, y que cada reforma ha tenido como objeto el
aumento de condenas lo que ha repercutido en el endurecimiento del sistema.

Estas reformas se han llevado a cabo sin que medien estudios sobre el impacto y
la viabilidad de las mismas y están fundamentadas esencialmente en demandas
de seguridad ciudadana y la percepción de impunidad por parte de la sociedad.
Donde al colocarlo de frente con la función de la política criminal frente al derecho
sustancial penal al consistir en determinar qué bienes jurídicos precisan de
protección penal, o qué otros medios menos gravosos distintos de la persecución
penal y del encarcelamiento pueden ser suficientes y eficaces para la protección
de los bienes jurídicos fundamentales y la seguridad pública. La política criminal
no se agota en el sistema penal, concebirla sólo desde esta perspectiva conlleva
el riesgo de distanciarla de otros aspectos relevantes relacionados con la
criminalidad, como lo es la política social. Se debe tener presente que de cara a
los derechos fundamentales del individuo, no prevalece el interés general y que el
Estado no puede materializar su función de proteger a la ciudadanía a través del
uso preferente de los instrumentos represivos propios del derecho penal como lo
es solo la prisión. En otras palabras, si bien es cierto que el Estado tiene la función
intrínseca de resguardar la seguridad de todos los ciudadanos, esta obligación no
está relacionada directa y necesariamente con la promulgación de normas
penales. Se piensa únicamente en la sanción legal, dejando de lado la prevención,
las medidas pedagógicas, las penas alternativas y las sanciones administrativas,
culturales o morales, que incluso podrían resultar más eficaces en la lucha contra
la delincuencia.

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