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ENSAYO
Estas reformas se han llevado a cabo sin que medien estudios sobre el impacto y
la viabilidad de las mismas y están fundamentadas esencialmente en demandas
de seguridad ciudadana y la percepción de impunidad por parte de la sociedad.
Donde al colocarlo de frente con la función de la política criminal frente al derecho
sustancial penal al consistir en determinar qué bienes jurídicos precisan de
protección penal, o qué otros medios menos gravosos distintos de la persecución
penal y del encarcelamiento pueden ser suficientes y eficaces para la protección
de los bienes jurídicos fundamentales y la seguridad pública. La política criminal
no se agota en el sistema penal, concebirla sólo desde esta perspectiva conlleva
el riesgo de distanciarla de otros aspectos relevantes relacionados con la
criminalidad, como lo es la política social. Se debe tener presente que de cara a
los derechos fundamentales del individuo, no prevalece el interés general y que el
Estado no puede materializar su función de proteger a la ciudadanía a través del
uso preferente de los instrumentos represivos propios del derecho penal como lo
es solo la prisión. En otras palabras, si bien es cierto que el Estado tiene la función
intrínseca de resguardar la seguridad de todos los ciudadanos, esta obligación no
está relacionada directa y necesariamente con la promulgación de normas
penales. Se piensa únicamente en la sanción legal, dejando de lado la prevención,
las medidas pedagógicas, las penas alternativas y las sanciones administrativas,
culturales o morales, que incluso podrían resultar más eficaces en la lucha contra
la delincuencia.