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Las dimensiones de los efectos de la expansión e infección del Virus, no sólo radican en
una cuestión de salud pública, también económica y política. Temas donde las
organizaciones que velan por los derechos humanos se cansan de recalcar la necesidad de
políticas de control y solución efectivos para evitar aumentar la tasa de contagios y de
mortalidad, así como evitar problemas financieros y de autoridad. Por consiguiente, los
Estados deberían velar por la seguridad de sus ciudadanos y de sus estructuras.
Sin embargo, El panorama político internacional frente a la pandemia, sólo evidencia que
en su mayoría los estados no estaban preparados para enfrentar una situación como esa y
ante las consecuencias de carácter negativo, sus políticas no han sido sustancialmente
efectivas y sólo muestran el quebrantamiento de los sistemas socio-económicos e
ideológicos que se establecieron durante los últimos años.
Por otro lado, está la cuestión económica, los estados adquirieron unos modelos
capitalistas, neoliberales, de producción masiva con fines a una globalización y alcance
económico mundial. Lo que sucede, es que la economía en este estado es frágil, y los
precios de muchísimos recursos y productos son inestables. Por lo tanto, ante una crisis que
simboliza aislamiento y control masivo de las circulaciones y la distribución de recursos y
productos, se espera que esa producción en masa y organización se vea limitada.
Se entiende, entonces, que las naciones se enfrentan a un conflicto sin precedentes, que
significa una revolución en los modelos que se llevan implementando desde hace tantos
años, donde un aislamiento hace debilitar a la economía, y ese debilitamiento crea
situaciones que no pueden mantener el bien común. Estos sistemas socio-económicos les
cuestan mantenerse en pie ante la pandemia por sus mismas características y las formas en
cómo los países los usaron durante todo este tiempo.
Por lo tanto, es válido concluir, que ante estos nuevos sucesos, se requieren nuevas medias,
nuevos modelos, o al menos que estos reciban cambios y se replanteen, para evitar que
hechos como estos no se repitan y que se vayan generando modelos más concretos que
puedan garantizar el bien común y una economía estable. Es mirar al presente, proponer
soluciones y cambios para que un futuro se pueda vivir mejor.