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Capítulo 1: El Animismo.

La idea de alma nació, de experiencias fundamentales: nacimiento y muerte,


sueños y ensueños, sincopes, delirios, etc., inherentes a una primera y oscura
toma de consciencia del hombre en su realidad en el mundo. En el pensamiento
primitivo, el alma aparece en correlación mágica con fuerzas de la vida y se le
atribuye tanto al animal como al hombre por el hecho de que respira igual, que
puede sangrar; porque morir es visiblemente exhalar el último aliento o vaciarse
de su sangre.
Los estudios modernos han aclarado de manera satisfactoria ese estado del
espíritu, que consiste en proyectar hacia el exterior deseos y temores, en conferir
un poder oculto a los seres y las cosas del mundo ambiente.
La psicología propia de esta mentalidad animista presenta formas variadas y dista
de ser tan simple como podría creerse a primera vista.
El reagrupamiento en categorías de las creencias manifestadas por algunos
primitivos nos lleva a distinguir diversas clases de almas, es decir, alma-vida, que
abandona el cuerpo durante el sueño, vaga y se encuentra con otras almas; un
alma-reflejo-del-cuerpo, que aparece en las aguas o en los objetos brillantes;
habría que tener en cuenta, todavía, otra clase de alma, que el individuo tiene en
común con otro animal. Los griegos primitivos se representaron también la
actividad vital bajo las formas diversas de la sombra, de la imagen, del simulacro,
de los espectros de los difuntos, y a su vez los romanos distinguieron el genius, la
umbra, del spiritus, y de los manes.
El mundo homérico.
Rohde cree que los poemas homéricos, precedidos por una dilatada elaboración
de leyendas poéticas, precedidos por una dilatada elaboración de leyendas
poetas, y que describen un estado social avanzado, manifiestan más un fin que un
comienzo. Se ha observado a menudo que estos poemas expresan un
sentimiento muy vivo de la realidad concreta, la cual es, más que el destino del
alma separada del cuerpo, su objetivo de interés. El hombre experimenta este
gusto por la vida en cuanto es, a la vez, alma y cuerpo y en cuanto esta unión
preside sus actividades.
En la Ilíada, los dos móviles esenciales de la vida moral son el temor al juicio del
otro y la utilidad colectiva del valor. Este hombre activo y consciente muere
cuando el alma, que es de la naturaleza del viento, abandona al cuerpo por la
boca o con la sangre de una herida, para llegar a Hades llorando por su destino,
la suerte de los muertos no es envidiable, aun cuando se pueda pensar que es
privilegiada para las grandes almas difuntas.
Los poemas homéricos no nos enseñan nada acerca del origen de este cuerpo
invisible, que es el doble del cuerpo visible y le sobrevive como su sombra.
El culto de Dionisio.
El alma, conserva la nostalgia de ese mundo y el cuerpo le parece una prisión o
una tumba.
El mito órfico.
La pluralidad, es decir, el mundo nace de un crimen cometido contra la unidad del
dios, y la meta final es, desde entonces, el retorno a la unidad indebidamente
rota. El cuerpo (elemento titánico) es una tumba para el alma (elemento
dionisíaco) y liberarse de él, se convierte en la meta suprema. Después de la
muerte, el alma purificada participa en un banquete en el que se embriaga; luego
vuela hacia los astros para disfrutar de una vida eterna.
Capítulo 2:
Los primeros jonios
En vez de partir del problema del alma, de su origen y su destino, los jonios se
preguntan, como naturistas por el mundo. No se aborda explícitamente el
problema de la situación del hombre en el universo tal como se abordará cuando
el pensamiento humano.
La noción de physis, es un elemento fundamental con el agua, después de haber
reflexionado sobre las crecidas del Nilo.
En Anaximandro, autor de un tratado sobre la naturaleza, del que subsiste un
fragmento, interviene una realidad originaria, indeterminada e ilimitada, el apeiron,
del que el mundo procedería mediante una ruptura, seguida de diferenciaciones
progresivas. En cuanto a Anaxímenes, cree que el elemento esencial es el aire,
entendiendo que probablemente en un sentido que engloba tanto a los vientos, los
vapores y las nubes como al espacio y al aire respirable, engendraría la noción del
pneuma, halito creador de la vida y animador de los organismos. Ambos
trasformaron por completo la noción homérica del alma que, de ser el simple
doble del cuerpo visible, a lo que sumo capaz de contemplar las vicitudes de
la existencia, se ve elevada a la dignidad del principio cosmológico, fuente y
motor del movimiento y de la vida.
Heráclito y el devenir.
Poseemos de Heráclito (actualmente se conoce como el padre del método
dialectico), cierto número de sentencias lapidarias cuya autenticidad, por lo que
toca a alguna de ellas, es dudosa. La visión heracliteana del mundo, con la de
Parménides, que fue su contemporáneo, constituyen los dos polos entre los que
oscilara constantemente el pensamiento occidental; en Heráclito la movilidad,
inscrita en el seno mismo del universo, engendra sin cesar la
multiplicidad de sus formas. Como sede de elemento seco y cálido, concebible
únicamente en función de movimientos a los que se reducen todos los
procesos orgánicos y naturales, al que Heráclito llama fuego. Se admite que hay
que entender por ello un proceso de contracción y de dilatación, en el que la
condensación extrema del fuego produciría la tierra, la cual se disolvería enagua
mientras que las exhalaciones de esta habrían de engendrar el aire, del que
nacería nuevamente el fuego. Se concibió la idea de ese eterno retorno que
encontramos en los estoicos y en Nietzsche.
Heráclito designa al fuego universal con el nombre de logos. Enesidemo dice que
igualmente la razón humana, se debe al hecho de que “aspiramos la razón divina
por la respiración”, al atribuir la existencia del alma humana a una porción de la
realidad universal, parece que los problemas que se relacionan con esto son para
Heráclito.
El hombre combina en los elementos que luchan en el universo y esta como ellos
sometido al “camino ascendente” y al “camino descendente”.
El fuego y el agua no pueden equilibrarse largo tiempo en un alma, y la muerte
sobreviene cuando uno de estos dos elementos adquiere un
predominio demasiado fuerte, para las almas es la muerte el devenir agua y la
muerte para el agua devenir tierra, es decir, el agua viene de la tierra y el alma del
agua, mientras el fuego, manifestado por la tención interior, les confiere
un valor moral singular, parece que el excesivo predominio del fuego
acarrea igualmente la muerte. Por el hecho de que el alma humana se identifica
con la fuerza animadora del universo, se siente uno tentado a inferir que su
destino es retornar al principio ordenador del universo, y que el ser humano ya no
es nada cuando el fuego, sabiduría del mundo que le confiere la razón,
lo ha abandonado.
La complejidad de los problemas implícitos en lo que los modernos llamarían la
“teoría del conocimiento” falta por fuerza en Heráclito, no podríamos atribuirle, sin
riesgo de error, una visión del mundo obnubilada por un materialismo
ingenuo, pues si para el todo es materia en movimiento, hasta tal punto que no
disocia los dos términos.
Parménides y el ser inmóvil
Parménides es el autor de una doctrina que constituye la reivindicación
intransigente del pensamiento racional, con su exigencia de la identidad, como
fundamento único y criterio de la verdad.
Parménides subordina a la verdad. El hombre ha salido del limo de la tierra, y que
el alma, es un compuesto de calor y de frio en equilibrio. La sensación no puede
desaparecer nunca completamente, y aun el cadáver experimenta
sensaciones del frio, el silencio y la oscuridad.
El alma es despojada por Parménides de toda consistencia ontológica, en
beneficio del alma entendida como sujeto de conocimiento. Pues su dignidad no
estriba en la vida.
Alcmeon de Crotona.
Alcmeon desarrolla el segundo de tal manera que puede ser proclamado fundador
de la psico-fisiologia experimental. Describe dos clases de vasos en el cuerpo
humano: las venas que conducen la sangre y las arterias, a la que encontró vacías
de sangre. Se entregó también a la investigación acerca del funcionamiento de los
órganos sensoriales.
Sus trabajos lo llevaron a descubrir algunos canales que ponen en relación a los
diferentes órganos como el cerebro, y lo llevaron también a atribuir a este una
función de importancia capital, al descubrir que se podría impedir, mediante
lesiones de algunos “pasajes”, que le llegasen sensaciones.
Alcmeon se entregó a investigaciones sobre embriología, se preguntó por la
naturaleza del sueño y por las condiciones que rigen la salud, pues se
consideraban que la Dike, la justicia, representa el estado normal del mundo y que
la salud se debe al equilibrio de las potencias y a las justas proporciones de las
cualidades: húmedo, seco, frio, caliente, dulce, salado, etc.
La importancia de Alcmeon, por la primacía que dio a la experimentación sobre la
teoría, a la antropología sobre la cosmogonía, no podría ser exagerada; y es
probable que su influencia haya sido considerable.
Los cuatro elementos de Empédocles
Las almas, “demonios inmortales”, han sido expulsadas de la morada de los
bienaventurados a consecuencias de falta de nacida del Odio. Esta concepción
mística del alma, llamada a un destino tan alto, va acompañada en el de viones
muy naturistas del mundo, que es mezcla de cuatro elementos: el fuego, aire,
tierra y agua.
Empédocles echa mano de su teoría de la mezcla, atribuyendo a estos
elementos fundamentales, el carácter de agruparse en virtud de dos leyes; la
atracción de lo semejante por lo semejante y la repulsión de los contrarios.
Además, señala un retroceso en relación con Alcmeon, por no distinguir entre el
sentir y el pensar. La formación de los músculos es resultado de una mezcla de
partes iguales de los cuatro elementos.
Los poros desempeñan un gran papel en la concepción de Empédocles, pues a
través de ellos se transmiten las partículas que se desprenden de los objetos para
suscitar la precepción. Empédocles atribuye el conocimiento, pues sus fragmentos
revelan un sentido patético de las “correspondencias” entre todo lo que existe, a
una acción de lo semejante sobre lo semejante.
El “nous” de Anaxágoras.
La sensación seria el producto de modificaciones que sobrevienen en el
organismo en virtud de contactos, o de impresiones, con elementos diferentes.
La percepción de lo semejante por lo semejante, introduce la idea de una
percepción de lo contrario, por lo contrario, se deduce que todo organismo
contiene todas las diferencias posibles de cualidad y, por consiguiente,
elementos opuestos a los de todo objeto posible de percepción. Anaxágoras
observa, a este respecto, que la percepción es dolorosa cuando su fuente es
demasiado intensa, y de esto deduce que “toda sensación envuelve un dolor,
atenuado por el hábito”.
Análisis del Texto De Müller
El primer capítulo habla sobre la belleza de la muerte, como el cuerpo es una
prisión para el alma y esto está representado a través de la historia
con diferentes mitos y leyendas como lo es “el mundo Homérico” y “el mito órfico”
dando a si a conocer puntos de vista que explican el dualismo de estas dos
entidades y como ambas son importantes para la subsistencia humana.
Mientras tanto en el segundo se representa el cuerpo y el alma con
los elementos donde el agua es nuestro ser espiritual, la tierra es nuestro cuerpo,
el fuego la sabiduría que habita en nuestro cuerpo y como ninguno de estos puede
sobrevivir sin el aire que respiramos dándole así una visión totalmente naturalista
a lo que se refiere a la vida, tomando también en cuenta que lo semejante se atrae
y lo opuesto se repele.

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